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Georges Didi-Huberman
1. La imagen-estela: 85 2. Saber-
movimiento: el hombre que hablaba con las
mariposas: 112
3. El exorcista: 127
4. Q como Quaid: 141 5. El
ser que mariposea: 156
6. La aguja y la mariposa, o el dispositivo penetrante: 170
7. Bajo la mirada de las palabras: 186
1 N. del T.: Desarrolla el autor a lo largo del texto toda una serie de elementos
relacionados con "le papillon" ("la mariposa"): "paplllonner" (literalmente,
"mariposear", pero, como en castellano, también "pasar rápidamente de una
cosa a otra", "dispersarse", etc.); "papillon (-ne)", como adjetivo; "battement
d'ailes" ("aleteo") o "battre des ailes" ("aletear", "batir las alas"). Si se prefiere
conservar la traducción literal es porque constituye un término clave,
temático, que vuelve a lo largo de los distintos capítulos. De hecho, podría con-
siderarse esta introducción como una obertura -en el sentido musical del
término: presentación de temas y motivos-, o más exactamente, un
intermedio, si lo consideramos en continuidad con el volumen anterior de
estos Ensayos sobre la aparición. El título también podría decir: "Apareciente,
desapareciente, mariposeante".
De repente, algo aparece. Por ejemplo, se abre una puerta, pasa una
mariposa aleteando. Basta con esa nadería. Y ya el pensamiento se siente en
peligro. Corre el riesgo de equivocarse una primera vez al creer que se adueña
de lo que acaba de aparecer y al no tener en cuenta lo que viene después,
que es desposeimiento, desaparición. Pues nos equivocamos al suponer que
una vez aparecida, lá cosa es, permanece, resiste, persiste tal cual en el
tiempo y en nuestra mente que la describe y la conoce. Sabemos que no es
así: una puerta solo se abre para volver a cerrarse antes o después, una cosa
solo aparece como una mariposa para volver a desaparecer al instante
siguiente. Pero el pensamiento se extravía por segunda vez al cometer con la
cosa desaparecida la misma abstracción que con la cosa aparecida. También
en este caso habrá que encargarse de contar lo que sigue, es decir, la manera
en la que esa cosa que ya no está permanece, resiste, persiste en el tiempo
así como en nuestra imaginación que la rememora. ¿Cómo hablar de una
aparición si no es desde el ángulo de una tenacidad más sutil, que es fuerza
de obsesión, de reaparición, de supervivencia?
Como los batientes de una puerta, como las alas de una mariposa, la
FALENAS
2 LABARTHE, André S., "À chaque seconde, le cinéma naît et meurt (entretien avec Samuel
Blumenfeld)" (1995), Le Triboulet. Cinq rencontres avec André S. Labarthe, Enghien-les- Bains-
Trézélan: Centre des Arts d'Enghien-Filigrances Éditions, 2004, pp.35-46.
12 Cfr. AUBENQUE, Pierre, Le problème de l'ëtre chez Aristote, Paris: PUF, 1962 (ed. 1972), pp.460-476.
No hay imagen sin imaginación, ni forma sin formación, no hay Bild sin Bildung. No
ha de extrañarnos que los grandes pensadores de la forma y la imagen -desde los antiguos
pintores chinos hasta Paul Klee o Hans Bellmer- nos hablen de ello como de procesos y no
como estasis, como actos y no como cosas. Al final de sus Metamorfosis, Ovidio afirmaba
por ejemplo, basándose en la imagen de "la cera maleable sobre la que el escultor deja
siempre nuevas huellas, que nunca permanece en el mismo estado y cambia sin cesar de
forma pero es siempre la misma cera", que "todo fluye" y "que toda imagen que se forma
15 PLINIO EL VIEJO, Historia natural, XI, xxxvii, 112, trad. A. Ernout y R. Pépin, Paris: Les Belles Lettres,
1947, p.64. [trad, cast.: Historia natural, Madrid: Cátedra, 2002, trad. E. Tarrido, p.382].
16 Ib., xxxix, 114, p.64.
17 THURN UND TAXIS, Marie von, Souvenir sur Rainer María Rilke (1936), trad. M. Betz, París: Obsidiane,
1987, p.147 [trad, cast.: Recuerdos de Rainer María Rilke, Barcelona: Pai- dós, 2004, trad. J. Parra, p.115].
18 OVIDIO, Les Métamporhoses, XV, 165-178, trad. G. Lafaye, París: Les Belles Lettres, 1928- 1930, III,
p.126, trad. D. Robert, Arles: Actes Sud, 2001, p.607 [trad, cast.: Las metamorfosis, Madrid: Cátedra,
1995, trad. L. Álvarez, R. M. Iglesias, p.761].
19 BERGSON, Henri, La Pensée et le mouvant (1934), ed. A. Robinet, Œuvres, Paris: PUF, 1959 (ed. 1970),
p.1253 [trad, cast.: El pensamiento y lo moviente, Madrid: Espasa-Calpe, 1976, trad. H. Garcia, p.12; p.17
para la cita siguiente).
20 Ib., p.1259.
25 GOETHE, J. W., "Sur Laocoon", (1798), trad. J.-M. Schaeffer, Écrits sur l'art, París: Flam-
marion, 1996, pp.164-178 [trad. cast.: "Sobre Laocoonte", Escritos de arte, Madrid: Síntesis,
1999, trad. M. Salmerón, p.112].
26 Id., carta a Hetzler el Joven, 14 de julio de 1770, en La Métamorphose des plantes, op.
cit., p.321.
5. Fotografía anónima. Lote Fuller envuelta en su velo, hacia 1900. Copia sobre papel
argéntico. París, Museo de Orsay. Foto D. R.
6. Fotografía anónima, Loíe Fuller como mariposa, hacia 1900. Prueba en calotipia. París,
Museo Rodin. Foto D. R.
Loíe Fuller acabó por ser percibida como una especie de mariposa con un
destino desesperado, puesto que se rumoreó que había muerto quemada y
que, como últimas palabras, las únicas que cabe imaginar procedentes de una
falena, exclamó: "¡La luz! ¡La luz!".36
Muy a menudo, la mariposa desempeña en la pintura el papel de una
imagen -puesto que ese es su nombre técnico, ¡mago- en la imagen. Puede
36 Cfr. LISTA, G., Loíe Fuller, danseuse de la Belle Époque, París: Stock-Somogy, 1994,
p.605. Sobre los motivos de mariposa en la iconografía de Loíe Fuller, cfr. THOMAS, V. y
PERR1N, J. (dir.), Loíe Fuller, danseuse de l'Art nouveau, Nancy-París: Musée de l'École de
Nancy-RMN, 2002.
37 Cfr. GEORGEL, P., LECOQ, A.-M., La Peinture dans la peinture (1982), Paris: Adam Biro,
1987, pp.276-277. CHASTEL, A., Musca depicta, Milán: Franco Maria Ricci, 1984. ARASSE,
Daniel, Le Détail. Pour une histoire rapprochée de la peinture, Paris: Flammarion, 1992,
pp.79-93 ("La conquête du détail", "Maîtriser les ressemblances: le détail vrai") [trad, cast.:
El detalle, Madrid: Abada, 2008]. SCHEFER, J. L., "Usage de l'insecte", Dards d'art. Mouches,
moustiques... modernité, dir. Moutashar, M., Arles: Musée Réattu, 1999, pp.14-21.
38 Cfr. KEMP, M., "From Mimesis to Fantasia: The Quattrocento Vocabulary of Creation.
Inspiration and Genius in the Visual Arts", Viator. Medieval and Renaissance Studies, VIII,
1977,
2 8 pp.347-398. CONTRACAMPO - SHAN G RI LA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
39 PIGEAUD, J., Folie et cures de la folie chez les médecins de l’Antiquité gréco-romaine: la
manie, Paris: Les Belles Lettres, 1987, p.95. Cfr. también ROUVERET, A., Histoire et imagi-
naire dans la peinture ancienne (V siècle a. J.-C. - Ier siècle a. J.-C), Roma-Paris: École fran-
çaise de Rome, 1984, pp.381-460 (con una recopilación de fuentes).
40 LONGINO, Du sublime, XV, 1, trad. J. Pigeaud, Paris: Rivages, 1991, p.79 [trad. cast.:
Sobre io sublime, Madrid: Gredos, 1979, trad. J. García López, p.174].
41 FILÓSTRATO, Apollonius de Tyane, sa vie, ses voyages, ses prodiges, VI, 19, trad. A. Chas-
sang (1862), Paris: Sand, 1995, p.215 [trad. cast.: Vida deApolonio de Tiana, Madrid: Gre-
dos, 1979, trad. A. Bernabé Pajares, p.366],
42 Ib., p.215.
43 PIGEAUD, J., "Introducción" a LONGINO, Du sublime, op. cit., p.30. Cfr. también LORIES,
D. y RIZZERIO, L., (dir.), De la phantasia à l'imagination, Namur: Société des Études clas-
siques-Éditions Peeters, 2003.
30 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
44 VAN GOGH, V., Lettres illustrées (1888-1890), ed. Barbillon, C., Garcin, S., Paris: Éditions
Textuel, 2003,1, p.175 (facsímil) y II, p.347-351 (transcripción) [trad. cast.: Cartas a Teo,
Barcelona: Barral-Labor, 1981, trad. col., p.345].
45 SIGANOS, A., Les Mythologies de l'insecte. Histoire d'une fascination, Paris: Librairie des
Méridiens-Klincksieck, 1985, p.53. Cfr. también MOZZANI, É., Les Livres des superstitions.
Mythes, croyances et légendes, Paris: Robert Laffont, 1995, pp.1333-1335. Sobre el sentido
del culto de la mariposa en el Mexico antiguo, cfr. BEUTELSPACHER, C. R., Las mariposas
entre los antiguos Mexicanos, Mexico: Fondo de Cultura Económica-Tezontle, 1989.
46 Cfr. APULEYO, Les Métamorphoses, IV, 28 a VI, 24, trad. P. Vailette, Paris: Les Belles
Lettres, 1941 (ed. 1969), II, p.32-93.
47 Cfr. GEORGES, A. DES, La Réincarnation des âmes selon tes traditions orientales et occi-
dentales, Paris: Albin Michel, 1966, pp.65, 80, 140, etc. BETTINI, M., Antropologia e cultura.
Parentela, tempo, immagini dell'anima, Roma: La Nuova Italia Scientifica, 1986, pp.205-
227. CATTABIANI, A., Volario. Simboli, mitti e misteri degli esseri alati: uccelli, insetti,
creature fantastiche, Milán: Arnaldo Mondadori, 2000, pp.65-69.
32 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
este equívoco al recurrir a los encantadores puttí con alas de mariposa (Man-
tegna en la Camera degli sposi de Mantua) o, al contrario, en la representación
de Lucifer bajo la forma de un ser monstruoso hecho de huevo y de pájaro,
pero con una hermosa cabellera trenzada y dos espléndidas alas de mariposa
(Brueghel en su pintura La caída de los ángeles rebeldes, en el Museo de Bellas
Artes de Bruselas). Por entonces, Dosso Dossi representa a un dios supremo
concentrado, con los pinceles en la mano, en un cuadro en el que acaba de
pintar tres mariposas sobre un fondo de aire y cielo puros. (48) Se trata en
todos los casos de valores simbólicos reunidos o más bien subsumidos, como
debe ser, en la figura de Cristo, vermis quia resurrexit, como comentará Santa
Teresa de Ávila en Las moradas: fue gusano por humildad suya, una larva por
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 33
FALENAS
su humillación en la cruz; fue una simple ninfa o una crisálida en los lienzos
del sepulcro; finalmente, fue ¡mago y gloria en su resurrección celeste, y por
eso el alma devota debe hacerse a sí misma a imagen de tal proceso.48
Habrá que esperar a la época romántica y al reconocimiento del poder
de la imaginación para que los dos regímenes extremos -larva e ¡mago, res-
plandor nocturno y luz diurna- sean captados ya no como un movimiento
anagògico de sublimación mística, sino como un equívoco irreductible, inhe-
rente a la propia psique. Víctor Hugo, por ejemplo, ve en la falena "que la vida
que ha emprendido el vuelo puede venir tras la vida reptil".49 Pero también
ve cómo la simple luz de una vela puede resultar una aparición como trampa
mortal, es decir, como instrumento de estupefacción, luego de consumación,
por lo tanto de desaparición:
48 TERESA DE ÁVILA, Le Château intérieur ou le livre des demeures (1577), trad. por las
carmelitas del monasterio de Clamart, Œuvres complètes, IV, Paris: Le Cerf, 1982, pp.87-
98. [ed. cast.: Las Moradas, Madrid: Espasa, 1968; "Moradas quintas", del "gusanillo en su
capucho" a la "mariposa blanca", p.95],
49 HUGO, Victor, "Océan - Philosophie prose" (sin fecha), Œuvres complètes. Océan, ed. R.
Journet, Paris: Robert Laffont, 1989, p.111.
50 Id., L'Homme qui rit (1869), París: Flammarion, 1982, 11, p.151 [trad, cast.: El hombre
que ríe, en HUGO, V., Obras, Madrid: EDAF, 1970, trad. J. Martinez Carrillo, p.1713;
traducción
34
modificada]. CONTRACAMPO - S HA N G RI LA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, O ES A PAR ECI EN O O, MARIPOSEANDO
O
Psique o falena, en todos los casos esa cosa pequeña que revolotea y
nos cautiva se encuentra y se reconoce como una criatura del deseo. A me-
nudo el dios Eros tiene una mariposa en la mano. Lo entenderemos fácilmente
al releer un famoso pasaje de Fedro en el que Sócrates, ante la belleza de su
joven discípulo, describe el "estremecimiento" del deseo mezclado con los
"temores de antaño", imaginando entonces que, en ese espasmo visual, es
como si le salieran alas al alma:
51 PLATON, Phèdre, 251a-252b, trad. L. Robin y M.J. Moreau, Œuvres complètes, II, París:
Gallimard, 1950 (ed. 1969), pp.41-43 [trad, cast.: Fedro, en Diálogos III, Madrid: Gredos,
1986, trad. E. Lledó íñigo, pp.353-355],
52 Cfr. SIGANOS, A., Les Mythologies de l'insecte, op. cit., pp.146-152.
53 MICHELET, J., L'Insecte, I. La métamorphose, op. cit., pp.171-72.
54 MICHELET,
C O N T R A C A MJ.,
P Oop.cit., pp.200-201 y 209-210.
- SHANGRILA T E X T O S A PEl
A Rsubrayado
TE es mío. 35
FALENAS
La etología de las mariposas no refuta esta estética de la atracción se-
xual generalizada. La imago solo existe para un acto de amor que consuma y
que la consume, tras el cual ya solo le queda estallar. Más allá incluso de los
prestigios visuales de los que presumen los insectos, se sabe por ejemplo que
"el aparato genital de la mariposa nocturna olceclostara seraphica recuerda
a un instrumento de música: el macho frota entre sí dos elementos de sus
propias partes genitales, produciendo vibraciones que excitan a su parte-
naire"; o que "en la piéride del nabo, una mariposa a la que le gustan las pra-
deras húmedas, el macho eyacula un saco de esperma equivalente a casi el
15% de su peso total"; o también que en el caso de la utheisa ornatri, una
especie de mariposa nocturna de la América tropical, en el momento del
coito, el macho introduce en la hembra una sustancia química que la protege
de las arañas. Estas la encuentran tan repugnante que la sueltan de sus telas
nada más haberla capturado, cortando todos los hilos con los que la han
envuelto. Se observa una extraña variante en el macho de la cosmosoma
escarlata (cos- mosoma myridora), soberbia mariposa que imita a una avispa
y que lleva bien su nombre: durante la cópula, recubre a su partenaire con un
velo impregnado de una sustancia que repele a las arañas".55
El ser que mariposea hace por lo menos dos cosas: primero, palpita y
se agita convulsivamente, su cuerpo va y viene sobre sí mismo, como en una
danza erótica, como en un trance. Luego, el ser que mariposea erra y se agita
según la corriente, su cuerpo es llevado en todas direcciones como en una
indagación inquieta, como en una búsqueda que ignora decididamente
dónde se encuentra su objeto último. Hay en esta danza algo parecido a una
inestabilidad fundamental del ser, una fuga de las ideas, una omnipotencia
de la asociación libre, una primacía del salto, una ruptura constante de las
soluciones de continuidad. Por eso se dice en sentido desfavorable de la mari-
posa o del "mariposeador" que se dispersan sin fundar nunca nada sólido. En
las alegorías morales y religiosas -en San Francisco de Sales, sobre todo, como
en los cuadros de Vanidad-, la falena es una figura de la inconstancia, de la
esperanza destruida, de la fragilidad de los deseos humanos, de lo in-
significante de la vida terrenal.56
55 JUDSON, O., Manuel universel d'éducation sexuelle à l'usage de toutes les espèces
(2002), trad. J.-B. Grasset y F. Raimbault, Paris: Le Seuil, 2004, pp.25, 52-53 y 58.
56 Cfr. SIGANOS, A., Les Mythologies de l'insecte, op. cit., pp.127 y 166-168. CATTABIANI,
A., Volarío, op. cit., pp.71-73. TAPIÉ, A., (dlr.), Les Vanités dans la peinture du XVIIe siècle.
Méditations sur la richesse, le dénuement et la rédemption, Caen-Paris: Musée des Beaux-
Arts- Musée du Petit Palais, 1990, pp.309-311. Habría que dedicar un estudio especial a la
iconografía de la mariposa en el Lejano Oriente. Cfr. sobre todo BERTHIER, F., Bestiaire du
Japon, Paris: Publications Orientalistes de France, 1989, pp.143-144 (Maruyama Ôkyo) y
158-159 (Hokusai).
36 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
57 Cfr. MAURIÈS, P., Sur les papillonneries humaines, Paris: Gallimard, 1996 (a propósito de
la serie grabada en el S. XVIII por Charles-Germain de Saint-Aubin).
58 Cfr. sobre todo FOURIER, Charles, Le Nouveau Monde amoureux (1845), ed. DEBOUT-
OLESZKIEWICZ, S., Œuvres complètes, VII, Paris: Anthropos, 1971.
59 BARTHES, Roland, Sade, Fourier, Loyola (1971), ed. MARTY, É., Œuvres complètes, III,
Paris: Le Seuil, 2002, p.789 [trad. cast.: Sade, Fourier, Loyola, Caracas: Monte Avila, 1977,
trad. N. Leal, p.109).
60 Cfr. MALÉCOT, F., "Charles Fourier et l'utopie", postfado a FOURIER, C., Du libre arbitre
(1841), ed. FIÉVÉ, P., Burdeos-París: Éditions des Saints Calus, 2003, pp.131-138.
61 Cfr. ADHÉMAR, J., (dir.), L'Œuvre graphique complète de Grandville, Paris: Arthur Hubs-
chmid, 1975, I, p.295 y II, pp.845-847, 1031, 1070-1073, 1200-1202, 1331 [trad. cast.:
GRANDVILLE, J. J., Vida privada y pública de los animales, Madrid: Anaya, 1984, trad. J. M.
González-Ruiz, vol. I: "Las aventuras de una mariposa", p.92],
62 Cfr. BENJAMIN, W., Paris, capitale du XIXe siècle. Le livre des passages (1927-1940), trad.
J. Lacoste, Paris: Le Cerf, 1989, pp.190-219 y 634-664.
63 BRETON, A., "Au lavoir noir" (1936), Œuvres complètes. II, ed. Bonnet, M., Bernier, P.,
Dumas, É.-A., Paris: Gallimard, 1992, pp.669-670.
64 Id., "Ode à Charles Fourier" (1947), Œuvres complètes, III, ed. Bonnet, M., Benrier, P.,
Dumas, É.-A., Paris: Gallimard, 1999, p.359.
64 BRETON,
38
A., "Picasso dans son élément" Minotaure,-nS9 H1,1933,
CONTRACAMPO
p. 10.
A N G RI LA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
dera de uno, expresa sin posibilidad de error que acabamos de ser objeto
de una revelación. [...] Fue en 1933 cuando por vez primera una mariposa
natural pudo inscribirse en el espacio de un cuadro, y eso no pudo
suceder sin que, a partir del momento en el que lo hizo, todo a su
alrededor se convirtiera en polvo, sin que las conmovedoras repre-
sentaciones que su presencia en ese lugar pudieran implicar supusieran
el fracaso del sistema de representaciones humanas en el que está
incluida. [...] Todo lo que hay de sutil en el mundo, todo aquello a lo que
el conocimiento solo accede torpe y gradualmente: el paso de lo
inanimado a lo animado, de la vida objetiva a la vida subjetiva, las tres
apariencias de reinos, encuentra aquí su resolución más sorprendente,
alcanza su más misteriosa, su más sensible unidad.67
La obra de Picasso había sido fotografiada por Brassaí en el estudio de
Boisgeloup. Dos años después, el número de Minotaure subtitulado "El lado
nocturno de la naturaleza" recogía, además del estudio de Roger Caillois sobre
el mimetismo animal -con su cortejo de fasmas, de mantis y de "mariposas-
hojas"-, un conjunto de fotografías en las que el propio Brassaí volvía a poner
12-13. Luis Buñuel y Salvador Dalí, Un perro andaluz, 1928. Fotogramas de la película.
Prospectus et tous écrits suivants. Il, ed. DAMISCH, H., Paris: Gallimard, 1967, pp.93-94. Id.,
Poirer le papillon. Lettres à Pierre Bettencourt (1949-1985), Paris: Lettres Vives, 1987. Sobre
los "poemas-objetos" de André Breton, cfr. BRETON, A., Je vois, j'imagine. Poèmes-objets,
Paris: Gallimard, 1991, p.119.
67 Cfr. MOUTASHAR, M., (dir.), Dards d'art, op. cit. KISOOK, E., (dir.), Iconography of But-
terfly, Seúl: Coart Project, 2001. Sobre Paul-Armand Gette y el motivo de la ninfa, cfr. TAD-
DEI, J.-F. y LEGU1LLON, P., (dir.), Paul-Armand Gette: de quelques nymphes et imagos,
Nantes: FRAC des Pays de la Loire-Éditions Joca Seria, 1993.
68 Cfr. MENEZES, M. de, "Le laboratoire comme atelier d'artiste", L'Art biotech', dir. HAU-
SER, J., Nantes-Trézélan: Le Lieu unique-Filigranes Éditions, 2003, pp.71-78.
42 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
16. Marta de Menezes, ¿Naturaleza?, 2003. Mariposa con fenotipo modificado. Foto M.
de Menezes.
69 FABRE, J.-H., Souvenirs entomologiques, op. cit., I, pp.498-512 y 770-780. Id., Récits sur
les insectes, op. cit., pp.130-132 y 222.
70 CARROLL, Lewis, De l'autre côté du miroir et de ce qu'Alice y trouva (1871), trad. H. Pa-
risot, Paris: Aubier-Flammarion, 1971, pp.98-99 [trad. cast.: A través del espejo y lo que
Alicia encontró al otro lado, Madrid: Alianza, 1978, trad. J. de Ojeda, p.73].
71 NABOKOV, V., Autres rivages, op. cit., p.318. PONGE, F., Le Parti pris des choses (1942),
Œuvres complètes, I, ed. dirigida por BEUGNOT, B., Paris: Gallimard, 1999, p.28.
72 Cfr. GUILCHER, J.-M., La Contredanse et les renouvellements de la danse française, París-
La Haya: Mouton, 1969, pp.118-119. BÉRARD, R., (dir.), La Tauromachie. Histoire et dic-
tionnaire, Paris: Robert Laffont, 2003, p.627.
73 Cfr. ARISTÓTELES, Histoire des animaux, IV, 7, trad. J. Bertier, Paris: Gallimard, 1994,
pp.227-231. MICHELET, J„ L'insecte, II. La société, op. cit.
74 BAUDELAIRE, C., "Le désir de peindre" (1863), Œuvres complètes, 1, ed. C. Pichois, Paris:
Gallimard, 1975, p.340 [trad. cast.: ns 36 de los Pequeños poemas en prosa, Barcelona: Ica-
ria, 1987, trad. no cit., p.135].
44 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
vres philosophiques complètes, Vi, ed. COLLI, G. y MONTINARI, M., Paris: Gallimard, 1971,
p.53 [trad, cast.: Así hablaba Zaratustra, Madrid: Alianza, 1971, trad. A. Sánchez Pacual].
76 BENJAMIN, Walter, Enfance berlinoise (1933-1935), trad. J. Lacoste, París: Maurice Na-
deau, 1978 (ed. revisada, 1988), pp.41-42 [trad, cast.: Infancia en Berlín hacia 1900,
Madrid: Alfaguara, 1982, trad. K. Wagner, pp.28-29],
77 Ib., p.42.
78 Ib., pp.42-43.
79 BENJAMIN, Walter, op. cit., "Sur le concept d'histoire" (1940), trad. M. de Gandillac,
revisada por P. Rusch, Œuvres, III, París: Gallimard, 2000, p.430 [trad, cast.: "Tesis de
filosofía de la historia", Discursos interrumpidos I, Madrid: Taurus, 1989, trad. J. Aguirre,
p.180].
46 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
APARECIENDO, DESAPARECIENDO, MARIPOSEANDO
80 Id., "Fouilles et souvenir" (1932), trad. J.-F. Poirier, Images de pensée, Paris: Christian
Bourgois, 1998, pp.181-182 [trad, cast.: "Excavar y recordar", en Imágenes que piensan,
Madrid: Abada, 2012, trad. J. Navarro Pérez, pp.140-141],
81 FREUD, Sigmund, L'Interprétation des rêves (1900), trad. I. Meyerson revisada por D.
Berger, París: PUF, 1971, p.221 [trad, cast.: La interpretación de los sueños, Madrid:
Alianza, 1975, trad. L. López-Ballesteros, v. 2, p.97].
82 Cfr. LESSING, G. E., "Comment les Anciens représentaient la mort" (1769), trad. R. Klein,
Laocoon, Paris: Hermann, 1990, pp.207 y 220-221. CUMONT, F., Recherches sur le symbo-
lisme funéraire des Romains, Paris: Librairie orientaliste Paul Geuthner, 1942, pp.319-324,
331, 346 y 409.
Un día perseguía una mariposa grande y hermosa, las alas con rayas
amarillas y acabadas en punta, con la intención de cazarla. (Era sin duda
un macaón). De repente, invadido por un miedo terrible a la mariposa,
había abandonado la persecución, gritando. Los coleópteros y las
orugas también le daban miedo y asco. Pero podía recordar haberse
dedicado a cortar orugas en trocitos. [...] Este recuerdo regresaba re-
petidamente en el análisis, reclamando una explicación que tardó en
llegar. Habíamos de suponer de antemano que tamaño detalle no se
había sido grabado por sí mismo en la memoria, sino que representaba,
en calidad de recuerdo pantalla, algo más importante con lo que se
relacionaba de algún modo. El paciente explicó un día que en su idioma
la palabra mariposa -babouchka- quería decir también 'abue- lita', y
que, en general, había visto siempre en las mariposas mujeres y
muchachas y, en los coleópteros y las orugas, muchachos. [...]
A propósito de algo absolutamente distinto, muchos meses después, el
paciente observó que lo que había provocado en él esa impresión in-
quietante era el hecho de abrir y cerrar las alas, tal como había hecho
la mariposa una vez posada sobre la flor. Como una mujer que se
abriese de piernas [...].85
de las imágenes en todos los sentidos. Estas, cual mariposas, nos envuelven
con sus danzas incesantes, sus movimientos brownianos, sus pululaciones
contagiosas. Por ejemplo, paseo la mirada por un retrato de lo más clásico, La
infanta María Teresa, pintado porVelázquez hacia 1650: enseguida, por toda
Su cabellera, ya no veré más que mariposas revoloteando alrededor de su cara
y, tal vez, amenazando su integridad con su vuelo circular ifig. 17)... Fantasma,
sin duda alguna. ¿Pero fantasma de quién? ¿Soy el único que lo ve? ¿Por qué
ha colocado Velázquez precisamente, junto a las mariposas posadas en
delicadas veladuras azuladas, en soberbios nudos ornamentales de tafetán,
una única mariposa camuflada, que se parece a una falena con su cuerpo bien
marcado entre las dos alas, cerca de la sien de la joven? Y en cuanto al
fantasma de la mariposa que abre sus alas igual que una ninfa abre sus pier-
nas, ¿se le puede imputar solo a El hombre de los lobos? Por el contrario, ¿no
habría que ver más bien en ese fantasma una hiperestesia, es decir, un saber
en cuanto a la propia imagen? ¿Acaso no se observa que toda huella de una
mujer que abre las piernas forma precisamente, en el papel o la tela, una ima-
gen de mariposa, con el sexo como parte central, tal como se aprecia, por
ejemplo, en algunas obras famosas de Yves Klein86 (fig. 18)1
pp.332 y 393-394 [trad. cast.: "Historia de una neurosis infantil". Sexualidad infantil y neu-
rosis, Madrid: Alianza, 1972, trad. L. López-Ballesteros, pp.256-257]. Cfr. también el breve
comentario de esas apariciones por MERLEAU-PONTY, M., Le Visible et l'invisible (1959-
1961), ed. C. Lefort, París: Gallimard, 1964, pp.293-294.
86 Cfr. MORINEAU, C., "De l'imprégnation à l'empreinte, de l'artiste au modèle, de la cou-
leur à son incarnation", Yves Klein. Corps, couleur, immatériel, Paris: Éditions du Centre
Pompidou, 2006, pp.120-155.
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¡a
Ocurre con las imágenes como con esas enfermedades que los alienistas
del S. XIX llamaban "epidemias del espíritu" -el espíritu afectado, infectado,
transformado por esa especie de percepciones, afectos, metamorfosis y
pensamientos que son, en su conjunto, las ¡magos. Es sabido que la gran revista
vienesa de psicoanálisis creada en 1912 por Freud con Hanns Sachs y Otto Rank
se llamaba ¡mago en referencia explícita a la novela del mismo título de Cari
Spitteler, novela de la aparición femenina, de la imaginación y de los "artificios"
-es decir, de las estrategias estéticas- propias del inconsciente.91 Es sabido que
en ese mismo año 1912, Cari Gustav Jung había introducido su propia noción de
¡mago para que sustituyera el vocablo freudiano de "complejo"92, antes de
extrapolarlo todo a la famosa entidad del "arquetipo". Sin embargo, Jacques
Lacan decidió regresar al problema ini
91. Cfr. SPITTELER, Carl, Imago (1906), trad. B. This y otros, París: Navarin, 1984 [trad, cast.:
"Imago", Obras escogidas, México: Aguilar, 1954, M. Chamorro, pp.767-881].
92. JUNG, Cari Gustav, Métamorphoses et symboles de la libido (1911-1925), trad. L. De Vos,
Paris: Aubier-Montaigne, 1931 [trad, cast.: Transformaciones y símbolos de la libido, Madrid:
Trotta, 2012, trad. R. Fernández de Mauri).
87 Cfr. LACAN, J., "Les complexes familiaux dans la formation des individus. Essai d'analyse
d'une fonction en psychologie" (1938), Autres écrits, Paris: Le Seuil, 2001, pp.23-84 (espe-
cialmente, pp.38 y 79).
88 Id., "Le problème du style et la conception psychiatrique des formes paranoïaques de
l'expérience", Minotaure, ns 1, 1933, pp.68-69.
89 Id., "Propos sur la causalité psychique" (1946), Écrits, Paris: Le Seuil, 1966, p.188 [trad.
cast.: "Acerca de la causalidad psíquica", Escritos, Buenos Aires: S. XXI, 1971, trad. T. Sego-
via, p.178].
90 Id., "Le stade du miroir comme formateur de la fonction du Je, telle qu'elle nous est révélée
dans l'expérience psychanalytique" (1949), ib., p.96 [trad. cast.: "El estadio del espejo como
formador de la función del yo", ib., p.98].
91 Id., "Propos sur la causalité psychique", art. cit., p.188.
92 Ib., p.189.
Heinrich Wólfflin, que fue con Aby Warburg uno de los fundadores de
nuestra moderna historia del arte, introdujo en su enseñanza el uso heurístico
de dos diapositivas presentadas simétricamente en una pantalla, a veces la
misma imagen mostrada en espejo, como en las alas de una mariposa.103 Desde
1886, Wólfflin -quien con toda seguridad había leído a Rorschach y al que
Binswanger, entre otros, cita a menudo- intentaba un acercamiento estés/co a
las formas visuales, al margen de cualquier tipo de juicio estético:
[Las] formas corporales solo pueden tener carácter por el hecho de que
nosotros mismos tenemos un cuerpo. Si únicamente pudiéramos ver,
tendríamos del mundo corporal un juicio meramente estético. Pero,
como hombres provistos de un cuerpo que nos enseña a conocer qué es
la pesadez, la contracción, la fuerza, etc., reunimos en nosotros mismos
las experiencias que por sí solas nos permiten compartir, experimentar
el estado de formas que son exteriores a nosotros. [...] De manera
involuntaria, somos nosotros quienes animamos todas las cosas. Se trata
de una pulsión (Trieb) ancestral de la humanidad. [...] Atribuimos a todos
los fenómenos nuestra propia imagen.104
Por eso, afirmará Wólfflin, "la exigencia de simetría procede de la cons-
titución de nuestro cuerpo. [...] No porque nuestro tipo de organización nos
108 BOAS, Franz, L'Art primitif (1927), trad. C. Fraixe y M. Benguigui, Paris: Adam Biro, 2003,
p.62 [trad, cast.: El arte primitiva, México-Buenos Aires: FCE, 1947, trad. A. Recinos, p.37].
109 Ib., pp.63-64.
110 Ib., p.68.
111 Ib., p. 70. Cfr. también pp.341-351.
112 Ib., p.288.
20. Bailarín chilkat con su manto ritual. Según Samuel, C., The Chilkat Dancing Blanket, Norman-
Londres: University of Oklahoma Press, 1982.
males temibles de las máscaras kwaklutl se abren y se cierran como las páginas
113 Cfr. JONAITIS, A., (dir.), Chiefly Feasts. The Enduring Kwakiutl Potlach, New York-Seat-
tle-Londres: American Museum of Natural History-University of Washington Press, 1991,
pp.251-281. En su estudio sobre las pinturas faciales de los indios de la Columbia británica,
Franz Boas muestra el juego constante de las simetrías subrayadas y rotas (como cuando un
relámpago o una serpiente vienen a enroscarse desde la base del cuello, a la derecha de la
cara, hasta la parte alta de la frente, a la izquierda). Cfr. BOAS, F., Facial Paintings of the
Indians ofNothern British Columbia, New York: American Museum of Natural History, 1898
(reed. New York: AMS Press, 1975), lám. I-VI.
114 BOAS, F., L'Art primitif, op. cit., p.254.
115 LÉVI-STRAUSS, Claude, "Le dédoublement de la représentation dans les arts de l'Asie et
de l'Amérique" (1944-1945), Anthropologie structurale, Paris: Pion, 1958, p.281 [trad, cast.:
"El desdoblamiento de la representación en el arte de Asia y de América", Antropología
estructural, Barcelona: Paidós, 1987, trad. E. Verón, p.277).
imaginario, aunque más bien debemos considerarla como una especie de fisura,
por donde podemos dejar entrar un dominio incierto-ajeno al espacio y al
pensamiento-, una multitud de imágenes que aspiran a nacer".116 Así pues,
¿para qué se abre la ¡mago sino para dar origen a esplendores siempre nuevos,
esos mismos que fisuran su forma global, perturban su simetría, destruyen
quizá su vida?
Las mariposas nos ofrecen sin duda un paradigma ideal para la imagen
pregnante por excelencia, la imagen simétrica. Pero también nos muestran que
toda simetría está a la espera del acontecimiento que, de golpe, la dislocará. Es
evidente que las mariposas presentan un plano estricto de simetría vertical: es
su propio cuerpo, en la medida en la que cumple el papel de bisagra. Pero su
geometría en acción ofrece mayor complejidad. En cuanto aletean, la
arquitectura de los motivos entra en una agitación total; en cuanto se acoplan,
la composición de las cuatro alas ensambladas producirá una especie de
simetría caótica, imbricada sobre sí misma; mientras que la mariposa
mapamundi recibe ese nombre por el trazado errático de sus motivos que re-
cuerdan un mapa geográfico.117 Además, las alas de las mariposas presentan a
menudo ocelos, como en el caso del animal crepuscular llamado mariposa-
lechuza que hace surgir, cuando se abren sus alas, dos grandes manchas con-
céntricas que recuerdan los ojos de un ave rapaz nocturna {fig. 22). Pero los
116 FOCILLON, Henri, Vie desformes (1943), París: PUF, 1970, p. 4 [trad. cast.: La vida de las
formas, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2010, trad. F. Zamora Aguila,
p.14].
117 Cfr. FABRE, J.-H., Souvenirs entomologiques, op. cit., Il, pp.612-620 ("La géométrie de
l'insecte"). VESCO, J.-P. y STAROSTA, P., Papillons, París: Éditions du Chêne-Hachette, 2000,
p.15. LEURAT, P. y MERMET, G., Regard sur les insectes. Collections d'entomologie du Mu-
séum nationald'Histoire naturelle, Paris: Muséum national d'Histoire naturelle-imprimerie
nationale, 2003, p.116.
22. Ocelos de mariposa Según Caillois, R., Méduse et Cié, París: Gallimard, 1960, fig. 8.
118 Cfr. ELKINS, J., The Object Stares Back. On the Nature ofSeeing, New York: Simon &
Schuster, 1996, pp.46-85.
119 Cfr. NICOLLE, J., La Symétrie dans la nature et les travaux des hommes, Paris: Éditions
du Vieux Colombier, 1955, pp.33-39. CHÉROUX, C., Une généalogie des formes créatives en
photographie (1890-1940), Tesis de la Universidad de París I, Panthéon-Sorbonne, 2004, I,
p.288 y II, fig. 469-473 (ejemplos en Claude Cahun, Ilse Bing, Florence Henri, Léo Malet). Cfr.
sobre todo, en Léo Malet, la práctica del "espejo que se pasea en forma perpendicular a la
página ilustrada de una publicación cualquiera", que transforma por ejemplo la imagen
banal de un zapato en figura de hombre descuartizado. "[El espejo así utilizado] hace apa-
120N. del T.: La traducción de Nácar-Colunga dice: "Ahora vemos por un espejo y obscura-
mente" (1 Corintios 13:12).
130. BENJAMIN, W., "Brèves ombres (II)" (1933), trad. M. de Gandillac, revisada por P. Rusch,
Œuvres, II, París: Gallimard, 2000, p.349 [trad. cast.: "Sombras breves", Discursos
interrumpidos I, Madrid: Taurus, 1989, trad. J. Aguirre, p.150].
23. Mariposa-hoja. Según Caillois, R., "Mimétisme et psychasthénie légendaire", Mìnotaure, n9 7,1935,
p.lO.
Estamos por tanto ante un lujo e incluso un lujo peligroso, pues no faltan
ejemplos en los que el mimetismo arrastra al animal de mal en peor: las
orugas agrimensoras simulan tan bien los brotes de arbusto que los
horticultores las cortan con una podadora; el caso de las filias es todavía
más lamentable: se comen entre sí, confundiéndose con verdaderas
hojas, en una especie de masoquismo colectivo que culmina en la
homofagia mutua, siendo la simulación de la hoja una provocación al
canibalismo en esa especie de festín totémico.123
Caillois nunca dejó de insistir hasta en su gran ensayo sobre la disimetría, pu-
blicado en 1973 ("La disimetría ya no aparece solo como una innovación que
poco a poco se abre un camino difícil en medio de una pesadez paralizante, con
la que debe sin cesar obrar con astucia. Nos damos cuenta de que existía ya en
el tejido delicado de finas partículas, cuyo desarrollo dio la riqueza diversificada
del mundo. Desde su origen, le fue inherente"), como un modo de considerar
las cosas, y su misma simetría, bajo el ángulo de la temporalidad de la
metamorfosis: una nueva lección que las mariposas nos regalan.129 Así, "en toda
simetría establecida puede surgir una ruptura parcial y no accidental que tiende
a complicar el equilibrio alcanzado. Esa ruptura es, propiamente, una
disimetría".130 Todo esto se da en la mariposa hoja reproducida por Caillois en
1935 tfig. 23): su propia paradoja-que, por supuesto, recuerda la paradoja del
fasma- adquiere entonces el estatuto de una "evidencia escondida" que solo un
conocimiento diagonal, por lo tanto imaginativo, capaz de tender puentes entre
órdenes diferentes de la realidad, según Caillois, sería capaz de afrontar.131
Tal sería la azarosa coherencia de las ¡magos: incansable necesidad de
sus apariciones, perpetua metamorfosis de sus apariencias. Hay, repito, en
todo eso -apariciones o metamorfosis- algo de gasto inaudito, una suntuosidad
de la que no da cuenta ninguna teleología biológica en sentido estricto. En otra
época, Charles Darwin había analizado en las formas animales esa plasticidad
particular capaz de hacerlas aparecer como diferencias a la vista de un
congénere, incluso a la mirada de la especie enemiga, en lo que llamaba la
"expresión de las emociones".132 Por su parte, la etología moderna ha tomado
129 Id., "La dyssimétrie" (1973), Cohérences aventureuses, Paris: Gallimard, 1976, pp.250-
251.
130 Ib., p.267.
131 Ib., p.202. Cfr. id., Méduse et C‘, op. cit., pp.9-18. Sobre el "conocimiento diagonal" y las
relaciones entre historia natural y estética en Caillois, cfr. DORST, J., "Roger Caillois na-
turaliste", Roger Caillois, dir. LAMBERT, J.-C., Paris: Éditions de la Différence, 1991, pp.230-
245. GALARD, J., "Roger Caillois et l'élargissement de l'expérience esthétique", ib., pp.337-
347. SCHLANGER, J., "Vestiges de rien: le monde selon Caillois", ib., pp.423-428. CHAPERON,
D., "Sémantique de la mante", Roger Caillois, la pensée aventurée, dir. JENNY, L., Paris: Belin,
1992, pp.33-50. MASSONET, S., Les Labyrinthes de l'imaginaire dans l'œuvre de Roger Caillois,
Paris: L'Harmattan, 1998, pp.101-148,154-155 y 290-301. HALPERN, A- É., "La taupe de
l'analogie qui se croyait un papillon: Roger Caillois et la biologie animale". Diagonales sur
Roger Caillois. Syntaxe du monde, paradoxe de la poésie, dir. COURTOIS, J- P. y
KRZYWKOWSKI, I., Paris: Éditions L'Improviste, 2002, pp.161-186. JENNY, L., "Roger Caillois:
esthétique généralisée ou esthétique fantôme?", Roger Caillois. Fragments, fractures,
réfractions d'une œuvre, dir. LASERRA, A., Padua: Unipress, 2002, pp.47-83.
132 Cfr. DARWIN, C., L'Expression des émotions chez l'homme et les animaux (1872), trad.
nota del hecho de que la vida animal, "esa máquina saturada [a menudo] no
tiene otra razón de ser que manifestar [su] esplendor, a costa de un gasto ili-
mitado de energía"; y que, como consecuencia, "el mundo orgánico está car-
gado de un valor demostrativo que determina la valía de su propio ser".133
Es cierto que los órganos desempeñan una función. Pero los organismos
someten esa misma función al poder intersubjetivo de la aparición: "Lo que en
el mundo orgánico es fundamental, esencial, es el puro valor demostrativo del
ser. Si no, estaríamos frente a un órgano, nunca un organismo".134 Del mismo
modo que la función perceptiva es primordial para el organismo vivo, su forma
de existencia implica una "modalidad expresiva de la acción" que se manifiesta
en actitudes, gestos, coloraciones, dibujos epidérmicos, todo lo cual implica un
abanico abierto de las formas de aparición como "propiedad vital de base".135
¿No es acaso eso lo que se observa en las ritualiza- ciones características de los
comportamientos animales, así como en las intensificaciones o exageraciones
expresivas de los rituales amorosos o de las mascaradas agresivas?
Fue Adolf Portmann quien extrajo las consecuencias teóricas de esta
vocación para la aparición como propiedad fundamental de lo vivo. Las resu-
mió, más allá de su gran tratado sobre La forma animal136, en un artículo ti-
tulado "La auto-representación, motivo de la elaboración de las formas
vivas".137 El principio de conservación es sin duda el marco de referencia de un
gran número de actos biológicos; pero el gasto lujoso, vinculado por ejemplo a
los fenómenos de mimetismo que tanto fascinaban a Caillois, merece una
explicación aparte. No por casualidad, Portmann se apoya en una particularidad
observable entre las mariposas, llamada "fenómeno de Oudemans": los
S. Pozzi y R. Benoit, Paris: Reinwald, 1877 [trad. cast.: La expresión de las emociones en el
hombre y los animales, Madrid: Alianza, 1982].
133 BUYTENDIJK, F. J. J., Traité de psychologie animale (1952), trad. A. Frank-Duquesne,
Paris: PUF, 1952, p.6.
134 Ib., p.7. Sobre la crítica de los presupuestos teleológlcos que Implica esta manera de ver,
cfr. UEXKÜLL, T. von, "Critique des présupposés contemporains en matière de philosophie
de la nature et de notre attitude à l'égard du problème de la téléologie" (1953), trad. G.
Thinès, Études phénoménologiques, XII, 1996, na 23-24, pp.65-97.
135 THINÈS, G., "La forme animale selon Buytendijk et Portmann", Études phénoménolo-
giques, XII, 1996, n9 23-24, pp.195-207. Cfr. id., Existence et subjectivité. Études de psy-
chologie phénoménologique, Bruselas: Presses de l'Université, 1991, pp.125-168.
136 PORTMAN, A., La Forme animale (1958), trad. 6. Rémy, Paris: Payot, 1961. Sobre la obra
de Portmann, cfr. Revue européenne des sciences sociales, XXXVIÎ, 1999, na 115 ("Animalité
et humanité. Autour d'Adolf Portmann").
137 Id., "L'autoreprésentation, motif de l'élaboration des formes vivantes" (1958), trad. J.
Dewitte, Études phénoménologiques, XII, 1996, n9 23-24, pp.131-164.
24. El "fenömeno de Oudemans". Segün Portmann, A., Die Tiergestalt Studien über die Bedeutung der
tierischen Erscheinung (1948), Basilea: Reinhardt-Verlag, 1960.
haltung) lo que determina dos apariciones contradictorias de la misma forma
(Gestalt): imagen que llamamos "semántica" cuando las alas están abiertas y
"críptica" cuando están plegadas. Imagen que, por consiguiente, supone las
diferentes posibilidades de la mirada del otro:
El ojo implicado es, en este caso, el órgano visual del enemigo para el
que la mariposa constituye una presa. El disfraz de reposo no está ex-
puesto a la luz, sino a la mirada, al ojo espectador de un enemigo. [Así]
hay 'fenómenos' (Erscheinungen) que están destinados a aparecer -
junto a otros que no lo están. La importancia de esta distinción es tan
grande y tan múltiple para nuestra concepción de la naturaleza que
hacemos nuestro lema del fenómeno de Oudemans y lo tomamos como
punto de partida para una revisión de la representación científica de la
'apariencia' (Erscheinung).139
No habría, pues, organismos vivos sin algún órgano del aparecer, el que
revela al otro el cuerpo como imagen. Todo organismo "también tiene que
aparecer, debe presentarse en su especificidad" ante sus congéneres y sus
vecinos de otras especies:
142 DELEUZE, Gilles, Le Pli. Leibniz et le baroque, Paris: Éditions de Minuit, 1988, p.16 [trad,
cast.: El pliegue. Leibniz y el barroco, Barcelona: Paidós, 1989, trad. J. Vázquez, U. Larrace-
leta, p.20].
143 lb., pp.22-23 y 103-112.
"Los actores del mundo viviente (las proteínas, la celulosa, los azúcares,
el ADN) son todos asimétricos. La asimetría derecha-izquierda es intrínseca a la
vida, corresponde a la vida, está infaliblemente presente en todos los
organismos, desde los virus a los liqúenes pasando por la encina, el pez y el
hombre. [...] La asimetría es, pues, frágil, pero está constantemente presente
en la materia viva, para la que tal vez es necesaria en el plano evolutivo".147 El
hombre que escribió estas líneas serenas y que, por ser químico, sabía bastante
bien de qué hablaba en esta lección de cosas, pensaba, sin embargo, en algo
parecido a una lección de humanidad. Pues ese hombre, Primo Levi, era
también un superviviente, alguien que volvía de los campos de la muerte:
publicó esas líneas en un volumen titulado La asimetría de la vida, en el que
intentaba precisamente pensar el mal de Auschwitz en relación con las rupturas
144 Cfr. PASTEUR, Louis, Œuvres, I. Dyssimétrie moléculaire (1847-1857), ed. VALLERY-
RADOT, P., París: Masson, 1922.
145 Cfr. CURIE, Pierre, "Sur les questions d'ordre: répétitions" (1884), Œuvres, París: Gau-
thier-Villars, 1908 (reed. Paris-Montreux: Éditions des Archives contemporaines, 1984),
pp.56-77. Id., "Sur la symétrie" (1884), ib., pp.78-113.
146 Id., "Sur la symétrie dans les phénomènes physiques" (1894), Ib., pp.127 y 141. Para un
acercamiento reciente a estos problemas fundamentales, cfr. BRÉZIN, É., "Symétries et
symétries brisées: la compétition ordre-désordre et les changements d'état de la matière".
Université de tous les savoirs, XVII. Les états de la matière, dir. MICHAUD, Y., Paris: Odile
Jacob, 2002, pp.9-20.
147 LEVI, Primo, "L'asymétrie de la vie" (1984), trad. N. Bauer, L'Asymétrie de la vie. Articles
et essais, 1955-1987, Paris: Robert Laffont, 2004 (ed. 2005), pp.246 y 250.
del equilibrio, las catástrofes de las que está hecha la historia. En el que
intentaba también descubrir una lección de las imágenes que toda esa des-
trucción histórica hubiera podido dejar tras de sí.148
Seguramente Primo Levi conoció el dibujo hecho en 1942 por Eva
Brunnerová -una niña de doce años que había de morir en Auschwitz a prin-
cipios de octubre de 1944- en el campo de Theresienstadt: es el esbozo in-
completo de cinco mariposas suspendidas, inmóviles, en el blanco pobre y
amarillento de la página (fig. 26). Otro niño del campo había escrito un poema,
"La mariposa", para decir en versos torpes que esa mariposa sería,
precisamente, la última.149 Paradigmas del esplendor y la metamorfosis, del lujo
y la simetría, de la libertad aérea, las mariposas serían pues, por su misma
fragilidad, portadoras de la destrucción que las atrapa fatalmente. Suele decirse
que una minúscula ruptura del equilibrio local -un simple batir de alas- es capaz
de degenerar en catástrofes globales: proceso acertadamente llamado por
Edward Lorenz, en el marco de una teoría de los movimientos caóticos, efecto-
mariposa.150
Desde la Antigüedad, la mariposa -psique, larva, ¡mago- porta, en su batir
de alas, un anuncio de muerte.151 Así, en un famoso poema fechado el 31 de
julio de 1814 e incluido en el Diván, Goethe imaginó una falena quemándose en
la llama de una vela: sin duda, ofrecía al poeta una imagen para la elevación del
alma hacia la luz, el deseo de la verdad; pero, por otro lado, no representaba
más que su propia vocación para consumirse y caer convertida en polvo.164
Entre ambas cosas, Michelet no concebía la metamorfosis
26. Eva Brunnerová, Mariposas, 1942. Lápiz sobre papel. Praga, Museo
Judío del Estado (¡nv. 129498). Foto D. R.
de las mariposas sino como un "trabajo y [un] crecimiento por la enferme-
dad".152 Trabajo que se extiende entre nacer demasiado lentamente y morir
demasiado rápido. Y es como si la propia mariposa, recogida en su flor tras el
acto del amor, ya lo esperase:
Entre esas mariposas [de Java], la imitación es llevada hasta los detalles
más pequeños; las alas tienen en efecto manchas gris verdosas que
simulan ataques de liqúenes y playas relucientes que les dan el aspecto
de hojas perforadas y destrozadas: hasta a las manchas de moho del
tipo de las esféridas que siembran las hojas de esos vegetales. [...] Los
élitros de esos insectos [saltamontes-hojas] representan hojas con
muy minuciosa exactitud, aunque hojas roídas. Ahora bien, pregunta
Vig- non, ¿una hoja intacta es menos hoja que una devorada? Además,
es el macho, menos valioso para la especie, el que muestra ese exceso
de mimetismo y lo ostenta ventralmente, en un lugar casi invisible. [...]
El insecto solo parece querer dar a su cuerpo un aspecto reseco,
podrido o enmohecido: una especie de necrosis se apodera
'característicamente, de manera maravillosamente lógica, de la base
de los élitros'. En esta ocasión, continúa Vignon, se trata de una
descomposición de tipo animal y no vegetal, y la falsa necrosis finge
Ocurre que después de Picasso y Dubuffet, los artistas aún dan a sus
imágenes mariposa la consistencia de un esplendor podrido. Algo de eso hay
en los cuadros de cera de José María Sicilia156, o bien en las fotografías reali-
zadas por Éric Poitevin a partir de una colección de mariposas -pero de una
colección devastada por el tiempo157 (fig. 27). Ahora bien, entre el esplendor
superviviente y la podredumbre que va haciendo su trabajo, de lo que se trata
aquí es también de una forma de conocimiento: mariposear consiste sin duda
en descubrir las "coherencias azarosas" -según la expresión de Caillois— que
se traman de una imagen a otra. Es hacer danzar los objetos del saber, ajustar
su paso a un deseo que no es el de "saberlo todo", mucho menos el del "saber
absoluto", sino también el del gaisavoir. Si en un momento de su vida
27. Éric Poitevin, Mariposas, 1994 (detalle). Fotografía. Colección del artista.
156 Cfr. CHILLIDA, A., (dir.), Las mil y una noches. José María Sicilia, Enrique Morente, Juan
Goytisolo, Gran Canaria: Centra Atlántico de Arte Moderno, 2005, pp.133-147.
157 Éric Poitevin. Les papillons, Burdeos: William Blake & Co-Galerie Jean-François Du-
mont, 1994.
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 79
FALENAS
Aby Warburg prefirió hablar con falenas antes que con colegas eruditos, fue
tal vez porque la falena mariposeaba libremente ante él, con un movimiento
guiado por el deseo de atravesar todas las fronteras, pero un deseo conde-
nado a su pura pérdida. El conocimiento-falena sería pues un gai savoir ase-
diado por la destrucción, al tanto de la destrucción: saber de duelo por su
propia vocación de ruina.
Cuando una mariposa pasa ante nuestros ojos, nuestra mirada se re-
gocija de repente, recupera su infancia. Pero por ese mismo movimiento, en
el momento en el que la mariposa se va, nuestra mirada no tarda en enlu-
tarse. En su texto autobiográfico sobre la caza de mariposas, Walter Benjamín
describió muy acertadamente, como hemos visto, esa doble condición de la
mirada enfrentada a la imagen. Más próximo en el tiempo, W. G. Sebald hizo
de toda su búsqueda literaria un montaje documental y poético en el que la
mariposa no es solo un leitmotiv, sino también una matriz de escritura
destinada a dar cuenta de cierto regreso de lo real histórico bajo la forma de
sus posibles apariciones reminiscentes.158 Ya en Nabokov la escritura se ase-
mejaba al proceso de una metamorfosis-por ejemplo, la de la mariposa bien
llamada Ninfa de Nabokov- siempre asediada por una posible irrupción de lo
158 Cfr. SEBALD, Winifred Georg, Les Anneaux de Saturne (1995), trad. B. Kreiss, Arles:
Actes Sud, 1999, pp.317-347 [trad. cast.: Los anillos de Saturno, Barcelona: Debate, 2000,
trad. C. Gómez García, G. Pichla]. Id., Austerlitz (2001), trad. P. Charbonneau, Arles: Actes
Sud, 2002, pp.114-115 [trad. cast.: Austerlitz, Barcelona: Anagrama, 2002, trad. M. Sáenz].
Sobre el motivo de la mariposa en Sebald, cfr. STILL, O., '"Auschwitz dem Jäger Ist ein
Schmetterling geworden'. Textbziehungen zwischen Werken von W. G. Sebald, Franz
Kafka und Vladimir Nabokov", Poética Zeitschrift für Sprach- und Litteraturwissenschaft,
na 29,1997, pp.596- 623. PIC, M., "Image-papillon et ralenti: W. G. Sebald ou le regard
capturé", Infra-Mince, n® 2, 2006, pp.90-104 (cfr. después, id., W. G. Sebald - L'image
papillon, Dijon: Les Presses du Réel, 2009).
159
informe. Abreviando, la aparición nos incita a esa forma de conocimiento
que Claude Bernard llamó una "experiencia para ver", conocida también
como "de tanteo", y que calificó como "ciencia en la infancia".160 Pero la invi-
tación a semejante regocijo experimental -como todo lo que se refiere a los
objetos que aparecen y desaparecen, así como todo lo relativo a las expe-
riencias subjetivas en las que está en juego la infancia- va acompañada por
una parte maldita que es intrusión del tiempo pasado, obsesión, gravedad de
cada instante presente.
La mariposa lleva en sí misma todo esto a la vez. En un momento de La
eterna reiteración, Maurice Blánchot cuenta lo que una fotografía de niño, en
tanto que aparición, es capaz de provocar en el que la ve: "Inmediatamente,
la imagen estalló; me quemó la mirada, arrancó un fragmento de muralla".
Se forma entonces una especie de agujero, abre el horizonte -visual y
temporal- en el "poder de no ver nada". "Intercambio", dice Blanchot, entre
la mirada y el lugar, ya vacío, de la aparición. Intercambio frágil y tan vano,
dice, "como el batir de alas de una mariposa". Pero es entonces cuando el
narrador siente la gravedad: "Me volví de piedra. Yo era el monumento y el
martillo que lo destroza, me desplomé".161 Tal vez entre el batir de alas de la
mariposa y el abatimiento del cuerpo pesado como la piedra se dirima el des-
tino de toda escritura enfrentada a los poderes de la aparición:
159 Cfr. NABOKOV, V., Autres rivages, op. cit., pp.153-154. Sobre el motivo de la mariposa
en Nabokov, cfr. sobre todo KARGES, J., Nabokov's Lepidoptera: Genres and Genera, Ann
Arbor: Ardis Publishers, 1985. CATALUCCIO, F., Immaturità. La malattia del nostro tempo,
Turin: Ei- naudi, 2004, pp.127-131. Otra experiencia literaria en la que está presente un
"tema-mariposa" se encuentra en el libro de LA CHANCE, M., Carnet du Bombyx. Chimera
in vacuo bombinans, Montreal: Éditions de l'Hexagone, 2000.
160 BERNARD, Claude, Introduction à la médecine expérimentale (1865), Paris: Garnier-
Flammarion, 1966, pp.50-51.
161 BLANCHOT, Maurice, Le Ressassement éternel (1935-1936), en Après coup, Paris:
Éditions de Minuit, 1983, p.78 [trad. cast.: La eterna reiteración, en Tiempo después,
Madrid: Arena, 2003, trad. R. Martínez Renedo]. Agradezco a Jonathan Degenève que me
recordara este texto.
nosotros la figura entera del lenguaje, de la que de otro modo solo dis-
tinguiríamos las dos caras dobladas la una sobre la otra, ocultándose
mutuamente. [...] [Cuando las palabras] ya no significan la sombra, la
tierra, ya no representan la ausencia de la sombra y de la tierra que es
el sentido, la claridad de la sombra, la transparencia de la tierra: su
respuesta es la opacidad; el roce ligero de las alas que se cierran es su
palabra; el peso material se presenta en ellas con la densidad
sofocante de un montón de sílabas que ha perdido todo sentido. Se ha
producido la metamorfosis.162
(2006)
162 Id. "Le mystère dans les lettres" (1946), La Part du feu, Paris: Gallimard, 1949, p.53.
/cf., "La littérature et le droit à la mort" (1948), ib., p.319. El subrayado es mío.
De repente, algo aparece. Se abre una puerta. Pasa una mariposa batiendo las alas.
Un relámpago desgarra el cielo. Surge una llama en la mano de un mago. "De repente":
es una manera de indicar la duración extraordinariamente breve del fenómeno, lo
singular -visual y temporal- de su aparición. Es una manera de decir que, cuando pasa
algo, muy a menudo lo que aparece no hace más que pasar a desaparecer casi al
momento.
Sin embargo, en ese intervalo minúsculo, ya se ha construido una complejidad. Lo
que aparece, aparece de manera singular. Pero singularidad no quiere decir simplicidad,
menos aún univocidad. Es singular lo que es irreductible y, por lo tanto, portador de
extrañeza, noción también cargada de cierto desdoblamiento o duplicidad. En algún
momento, toda singularidad se bifurca, arrastrando en su equívoco hasta las dimensiones
de lo real. Por un lado, lo real del aparecerse hace "de repente", de golpe. Es una
percusión, es la indivisible temporalidad de una mónada. Por otro lado, como imbricado
en el reborde del "golpe", lo que se va a imponer es una singularidad de imagen: apenas
ha pasado la percusión cuando ya empieza su 1 repercusión, para imponer, hasta
convertirla en repetición continua, la temporalidad compleja de su montaje, de su
memoria, de su contragolpe. La puerta se ha vuelto a cerrar, pero persiste la violencia
misma de lo que se abre. La mariposa ya no está, pero en algún sitio queda la mancha
coloreada de su aleteo, tal vez hasta en el sueño que yo tenga la noche siguiente o incluso
mucho más tarde. El relámpago ya no rasga el cielo, pero durante mucho tiempo seguirá
rasgando mi campo visual: afterimage, como suele decirse. La llama se ha apagado ense-
guida, pero su imagen remanente no desaparecerá tan fácilmente, como un doble virtual
para las palabras y los gestos futuros del saltimbanqui. Así es como lo real del aparecer
deja en nosotros la imagen que sobrevive, soberana, de su cola. Su estela, su huella en
movimiento.
163 BERGSON, Henri, Matière et mémoire. Essai sur la relation du corps à l'esprit (1896), ed. A. Robinet,
Œuvres, Paris: PUF, 1959 (ed. 1970), p.321 [trad, cast.: Materia y memoria. Ensayo sobre la relación del
cuerpo con el espíritu, Madrid: V. Suárez & F. Fe, 1910, trad. M. Navarro, p.243].
de Claude Bernard: "La filosofía y la ciencia no deben ser sistemáticas"- para producir
auténticos conceptos experimentales que fueran conceptos fluidos o, al menos, flexibles,
plásticos: "Mas no olvidemos que jamás una idea, por muy flexible que la hayamos hecho,
tendrá la misma flexibilidad de las cosas. Estemos pues prestos a abandonarla por otra,
que se ajuste más aún a la experiencia".164
En otro momento, Bergson dice que la filosofía "solo es propiamente ella misma
cuando se libera de los conceptos rígidos y listos para consumir para crear unos conceptos
bien distintos de los que manejamos habitualmente: representaciones flexibles, móviles,
casi fluidas, siempre prestas a moldearse sobre las formas huidizas" de un real que por sí
solo el análisis sigue siendo incapaz de aprehender en sus movimientos singulares.165 Pero
¿qué es un pensa
164 Id., "La philosophie de Claude Bernard" (1913), La pensée et le mouvant (1934), ed. A. Robinet,
Œuvres, op. cit., pp.1438-1439 [trad, cast.: "La filosofía de Claude Bernard", El pensamiento y lo
moviente, Madrid: Espasa Calpe, 1969, trad. Heliodoro Garcia, p.191].
165 Id., "Introduction à la métaphysique" (1903), lb., pp.1401-1402 [trad, cast.: "Introducción a la
metafísica", ib., p.156].
86 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
Y, como primera justificación de sus atrevimientos teóricos, Bergson nos avisa: "La
filosofía invade así el dominio de la experiencia. [...] De ahí resultarán, en primer lugar,
cierta confusión entre ellas".171 ¿Qué significa esto? Que, en este campo, la filosofía solo
alcanzará su precisión -es todo el reto reivindicado en las primeras páginas de El
pensamiento y lo moviente172- al romper los marcos habituales de su relación con la
ciencia y crear la inevitable confusión de un desplazamiento de los límites entre los
métodos y los campos establecidos del conocimiento. La idea de que la filosofía sea algo
parecido a una "síntesis de la ciencia" expresada en la lengua natural le parece a Bergson
tan "despreciativa para la ciencia" (que no necesita que saquen por ella las conclusiones
de su propio proceder) como "insultante para la filosofía" (que no necesita que digan por
ella lo que es real y lo que no lo es).173
170 Id., L'Évolution créatrice (1907), ed. A. Robinet, Œuvres, op. cit., p.660 [trad, cast.: La evolución
creadora, Barcelona: Planeta-De Agostini, 1985, trad. Ms L. Pérez Torres, p.177].
171 Ib., p.663.
172 Id, "Introduction (première partie): croissance de la vérité, mouvement rétrograde du vrai" (1922),
La Pensée et le mouvant, op. cit., pp.1253-1256 [trad. cast.: "Introducción (Primera parte). Desarrollo
progresivo de la verdad. Movimiento retrógrado de lo verdadero", ib.]
173 Id., "L'intuition philosophique" (1911), ib., pp.1358-1360 [trad. cast.: "La intuición filosófica", ib.,
¿De dónde procede, exactamente, esa necesaria confusión que el trabajo filosófico
debería ser capaz de transformar en instrumento de precisión? Del hecho de que Bergson
no duda en enfrentarse a lo real -la materia, la vida, el movimiento, la duración, la
conciencia, la memoria- a través de la imagen de su aparición, la imagen en la medida en
la que no se reduce a una simple percepción. Esa es la decisión filosófica fundamental.174
Decisión que implica un cambio metodológico radical del propio saber: una cosa estable
(ya aparecida y no desaparecida, como fijada en el ser) es susceptible de análisis, puesto
que podemos movernos a su alrededor y producir una serie determinada de puntos de
vista con respecto a ella; mientras que la imagen de la aparición (la aparición imposible
de fijar, la cosa que aparece) solo es susceptible de una intuición, gesto de conocimiento
por el cual se está obligado a "entrar" en la imagen so pena de errar completamente la
cosa.175
p.114].
174 Decisión reconocida por algunos exégetas del pensamiento bergsoniano (cfr. sobretodo ADOLPHE,
L., La dialectique des images chez Bergson, París: PUF, 1951; NAULIN, P., "Le problème de la conscience
et la notion d"image"', Bergson: naissance d'une philosophie. Actes du colloque de Clermont-Ferrand,
Paris: PUF, 1990, pp.97-109; y BORDRON, J.-F., "Bergson et les images. L'iconocité de la pensée dans 'Le
possible et le réel"', Lire Bergson: "Le possible et le réel", dir. F. Cossutta, Paris: PUF, 1998, pp.159-181)
y sobre todo prolongada en toda la filosofía deleuziana de la imagen (cfr. sobretodo DELEUZE, Gilles,
Cinéma 1. L'image- mouvement, Paris: Éditions de Minuit, 1983; id., Cinéma 2. L'image-temps, Paris:
Éditions de Minuit, 1985 [trad. cast.: La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1, Barcelona: Pai- dós,
1984, trad. I. Agoff; id., La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 2, Barcelona: Paidós, 1986, trad. I. Agoff]).
Pero, diga lo que diga Deleuze, el intento bergsoniano se parece en muchos aspectos al estudio -cuando
no a la reducción- fenomenológico del aparecer.
175 BERGSON, H., "Introduction à la métaphysique", art. cit., pp.1392-1396.
Por lo tanto, conocer por imágenes es acercarse a la aparición de las cosas más
acá del hecho observable. Es tocar la singularidad más acá de toda ley generalizadora. "La
semejanza entre dos briznas de hierba no es mayor que la que hay entre un cuadro de
Rafael y otro de Rembrandt".176 Evidentemente, al escribir esto Bergson no está
pensando en poner en duda las clasificaciones botánicas al uso; pero pide que, para cada
brizna de ser, si se permite la expresión, se reconozca el estilo particular, en una
temporalidad y un contexto cada vez diferentes, de su aparición. Por eso el conocimiento
por imágenes se sitúa más acá de la representación y del empobrecimiento que esta
impone-por abstracción, por esquematismo, por "pre-visión"-al movimiento imprevisible
de la aparición.177 Un botanista puede muy bien enunciar, en el plano de la clasificación,
la identidad de las dos briznas de hierba; el filósofo bergsoniano, en este caso más
cercano al historiador del arte, preferirá reflexionar sobre su singularidad, es decir, el
juego de sus semejanzas y sus desemejanzas.178
Conocer por imágenes es renunciar a la síntesis de lo "ya elaborado" y arriesgarse
a la intuición -fatalmente provisional, pero armonizada con el tiempo en acto- del
"haciéndose".179 Es alcanzar lo que, en cada sistema, "vale más que el sistema y lo
sobrevive".180 Es descubrir que más allá de los arreglos o "yuxtaposiciones" de los cuales
estaría compuesto mecánica y atemporal- mente lo real, debemos dar cuenta de una
creación perpetua, es decir, de un reordenamiento imprevisible de todas las cosas, que
procede por interpenetraciones de todas esas cosas entre sí, tanto en el espacio como
en el tiempo.181
De ese modo, se llega a la fecunda paradoja de una práctica del pensamiento
definida como "facultad de ver inmanente" al movimiento y a la duración, una práctica
en la que "el propio entendimiento, al someterse a cierta disciplina, podría preparar una
filosofía que lo superé".182 Es decir, una filosofía que pueda sustraerse a la petrificación
del sistema, incluso a la rigidez del concepto. Cuando Bergson recurre a la "adhesión" del
concepto a su objeto -contra las "concepciones tan abstractas y por consiguiente tan
vastas que darían cabida a todo lo posible, e incluso a lo imposible"183-, ello significa
176 Id., "Le possible et le réel" (1930), La Pensée et le mouvant, op. cit., p.1343 [trad. cast.: "Lo posible
y lo real", ib., p.98].
177 Ib., p.1331.
178 Id., "Introduction (deuxième partie)", art. cit., p.1299: "La identidad es de lo geométrico y el parecido
de lo vital. La primera está relacionada con la medida, la otra pertenece más bien al dominio del arte".
179 Id., L'Évolution créatrice, op. cit., p.696.
180 ib., p.697.
181 Ib., pp.698-699 y 782-783.
182 Ib., pp.494 y 707.
183 Id., "Introduction (première partie)", art. cit., p.1253.
90 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
claramente, sin temor a las paradojas, que un concepto digno de ese nombre tiene que
ser un instrumento de singularidad, que solo puede "moldearse" a su objeto y, por
consiguiente, que es reacio a cualquier generalización aunque pueda conseguir la fluidez
y la plasticidad que manifiestan la escayola o la plastilina sobre la forma siempre diferente
a la cual se aplican.184
Conocer por imágenes sería pues tocar lo real por medio de un rodeo, el poder de
inmanencia del que las imágenes son el vehículo privilegiado: vaciado de la cosa (como
la escayola de Rodin, en la época de Bergson, conservaba la singularidad del menor
elemento de su vocabulario formal) y modulación del medio (como la paleta de Monet,
en la misma época, recon- figuraba la fluidez y los matices de cualquier estanque de las
Ninfeas [fig. 28]).
184 Id., "L'intuition philosophique", art. cit., p.1361. Hay que recordar que, en este punto, Bergson
opone la fluidez de los conceptos analíticos y experimentales de Aristóteles a la rigidez de los conceptos
sistemáticos e ideales de Platón. Id., "La vie et l'œuvre de Ravaisson" (1904), La Pensée et le mouvant,
op. cit., pp.1452-1456 [trad. cast.: "La vida y la obra de Ravaisson", /£).].
185 Id., "Introduction à la métaphysique", art. cit., p.1398.
28. Claude Monet, El estanque de las Ninfeas, 1914-1926 (detalle). Óleo sobre tela. Londres, The National Gallery.
Foto G. D.-H.
den damos una idea continua, estable o eternizada, de lo real (y por eso mismo, según
Bergson, hay que volver a pensar por entero las relaciones entre ciencia y metafísica186).
La imagen y la intuición, que fracasan allí donde se muestran eficaces el concepto y la
síntesis, triunfan allí donde el concepto y la síntesis tropiezan: "amplían nuestra
percepción" al respetar las diferencias, los matices, los movimientos y los cambios
cualitativos más insignificantes de la realidad.187 Pero hay al menos dos contrapartidas.
La cosa desaparece en su estabilidad, en su cantidad o medida, en su naturaleza de "corte
inmóvil", en provecho de una duración continua que, en cierto modo, forma el medio
movedizo de la aparición; sin embargo, el tiempo del conocimiento deviene también un
tiempo discontinuo, inestable, intuitivo, entrecortado, desfalleciente, puesto que está
"moldeado" sobre el tiempo singular de la aparición:
[...] pensar intuitivamente es pensar en duración. La inteligencia parte
ordinariamente de lo inmóvil, y reconstruye mal que bien el movimiento con
inmovilidades yuxtapuestas. La intuición parte del movimiento, lo coloca o más
bien lo percibe como la realidad misma, y solo ve en la inmovilidad un momento
abstracto, instantáneo, puesto por nuestro espíritu sobre una movilidad. La
inteligencia se da ordinariamente cosas, entendiendo por ello lo que es estable, y
hace del cambio un accidente que se agregaría a ello. Para la intuición, lo esencial
es el cambio: en cuanto a la cosa, tal como la inteligencia la entiende, es un corte
practicado en medio del devenir y erigido por nuestro espíritu en sustitución del
conjunto. [...] La intuición, adherida a una duración, que es desarrollo progresivo
(crecimiento), percibe allí una continuidad ininterrumpida de imprevisible
novedad".188
"Sin embargo, también está presente la intuición, aunque vaga y, sobre todo,
discontinua. Es una lámpara casi apagada que solo de tarde en tarde se reanima
apenas por unos instantes. [...]
El filósofo tiene que apoderarse de esas intuiciones evanescentes, y que solo de
trecho en trecho iluminan su objeto, primero para sostenerlas, luego para
dilatarlas y conciliarias entre sí.189
Si las miramos bien, no hay ante nuestra mirada más que cosas que se mueven: el
mundo es lo moviente. Pero ¿cómo conocer los movimientos mismos de lo moviente?
Parece que aquí Bergson nos sitúa frente a una contradicción: por un lado, hay que
renunciar a pensar el movimiento en términos discontinuos, dejar de reducir el
movimiento a "instantáneas" o "inmovilidades yuxtapuestas"; por otro, la captación del
movimiento-la intuición, la imagen- solo se hace en el modo de lo "vago" y "sobre todo
[de lo] discontinuo". Nuestro pensamiento, escribe Bergson acertadamente, no aporta
luz al fenómeno más que como "una lámpara casi apagada, que solo de vez en cuando se
aviva, y no dura más que unos instantes". La intuición capta lo moviente en la medida en
la que, como él -puesto que es inmanente al mismo-,
29. Joseph Mallord William Turner, Paisaje marina con la costa a lo lejos, hacia 1845. Óleo sobre tela. Londres, Tate
Brltain. Foto G. D.-H.
28. Precisamente por eso Bergson no reivindica la imagen sino multiplicándola: como las imágenes del
190 Id., Essai sur les données immédiates de la conscience (1889), ed. A. Robinet, Œuvres, op. cit., pp. 5-
17, donde la cuestión de la intensidad se encuentra, de entrada, referida al ejemplo de los "sentimientos
profundos" y el "sentimiento estético" [trad. cast.: Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia,
Madrid: B. Beltrán, 1919, trad. D. Barnés].
"flujo", y luego del "desenrollado de un rollo" o de un ovillo de hilo, luego de un "espectro de mil
matices", luego de una "(goma) elástica infinitamente pequeña", etc., en id., "Introduction à la
métaphysique", art. cit., pp.1396-1403.
29. Id., "La perception du changement", art. cit., pp.1368-1372.
cuando se trata, precisamente, de afirmar que algo nuevo está apareciendo. Así, Jean
Paulhan recordará una "pequeña aventura en plena noche" -encender y apagar al
momento una lámpara, para ir a tientas por el espacio entrevisto de un apartamento-
para exponer el valor conmovedor de aquello que hace ver, según él, el espacio cubista.31
Así, más tarde, Tony Smith relacionará su necesidad de esculpir volúmenes minimalistas
con la experiencia sensorial de un desplazamiento nocturno que perdió de repente su
iluminación habitual, en una autopista en construcción en New Jersey.191
Bastante antes, Husserl había intentado elaborar un concepto de la "re-
presentación vacía" al interrogar, en el mismo ejemplo de "la luz que se apaga", lo que
todavía se ve (como imagen) en lo que apenas acaba de desaparecer (como
fenómeno).192 Pero existe otra realidad -igual de filosófica- a la que nos devuelve aún más
directamente la configuración bergsoniana: es un dispositivo instrumental hecho de
imágenes que aparecen para desaparecer al instante; apunta a la continuidad del
movimiento pero, para hacerla visible, procede al artificio de una intermitencia
estroboscópica. Ese dispositivo, nacido en la época de Bergson, ofrecía la singular
experiencia de un régimen visual dominado por el carácter entrecortado de las imágenes
que pasan y de la propia intensidad luminosa, como si se apagara una lámpara y volviera
a encenderse insistentemente sobre el mundo visible cada vez que el operador da una
vuelta de manivela. Esta experiencia es la de la cinematografía.
En su capítulo introductorio a La imagen-movimiento, Gilíes Deleuze ha "salvado",
por decirlo así, las críticas bergsonianas de la "ilusión cinematográfica", al mostrar que,
en el marco más general de una filosofía del movimiento y el tiempo, permitían que el
cine pudiera pensarse mejor.193 De hecho,
Bergson parece haber refutado el cine como si tuviera entre sus manos un trozo de
película en el que, efectivamente, el movimiento se encuentra reducido a los "cortes
inmóviles" de los fotogramas, en lugar de una película proyectada en la que surgen lo
que Deleuze llama, en cambio, "cortes móviles". Y Deleuze va más allá: "La reproducción
de la ilusión, ¿no es acaso también su corrección? ¿Puede deducirse la artificialidad del
resultado por la artificialidad de los medios?"35 En resumen, por mucho que la película
como soporte constituya, en términos bergsonianos, una mentira sobre el movimiento,
la película desplegada en su proyección puede ofrecer el instrumento por excelencia para
191 SMITH, T., citado y comentado en DIDI-HUBERMAN, Georges, Ce que nous voyons, ce qui nous
regarde, Paris: Éditions de Minuit, 1992, pp.61-84 [trad. cast.: Lo que vemos, lo que nos mira, Buenos
Aires: Manantial, 1997].
192 HUSSERL, Edmund, La Représentation vide (1913), trad. J. Benoist, Paris: PUF, 2003, pp.11-36.
193 DELEUZE, G., Cinéma 1. L'image-mouvement, op. cit., pp.9-22.
193 ib., p.io.
encontrar la verdad del movimiento como "dato inmediato".194 Deleuze llegará a afirmar
que solo el cine "moderno" -a partir de Rossellini- habrá sido capaz de encarnar esta
imagen-tiempo que reclamaba todo el pensamiento de Bergson.195
Sin embargo, me parece que hay que volver a las condiciones mismas con las
cuales Bergson tuvo que cotejar su propia noción de imagen en movimiento o imagen-
duración con lo que él llamaba una ilusión cinematográfica. ¿A qué apuntaba, pues, para
él, la palabra "cinematografía"? En 1907, el lector de La evolución creadora-donde se
encuentra el famoso capítulo final sobre "El mecanismo cinematográfico del
pensamiento y la ilusión mecani- cista"196- ya podía ver una producción considerable de
cortometrajes realizados por los hermanos Lumière: tenían ya cerca de mil películas en
su catálogo de 1905; solo durante el año 1907, en el teatro Robert-Houdin, se produjeron
cerca de cincuenta y cuatro películas de Georges Méliès -entre las cuales cabe mencionar
El soñador despierto, La telaraña maravillosa, Alucinaciones farmacéuticas o también La
muñeca viva (fig. 30).197
Pero Bergson también quiso precisar que su analogía "cinematográfica" se
remontaba al menos a un curso impartido en el Collège de France en 1902-1903: "En él
comparamos el mecanismo del pensamiento conceptual con el del cinematógrafo",
anota.198 La inteligencia como instrumentalización
30. Georges Méliés, Mujer transformada en mariposa, 1907-1910. Fotografía. Colección Christian Fechner.
31. Étienne-Jules Marey, Movimientos de la roya, 1892. Cronofotografía sobre película móvil.
Beaune, Museo Marey.
Marey sobre El movimiento, que La evolución creadora invierte todas las pro-
posiciones de La máquina animal, y que Materia y memoria intenta refutar
hasta el final El método gráfico -esa mnemotécnica de los fenómenos- rei-
vindicado por el sabio mecánico.48 No obstante, Bergson y Marey participaron
en las mismas sociedades científicas y firmaron conjuntamente un programa
de estudios experimentales sobre algunos fenómenos "psicofísi- cos"
vinculados a la hipnosis y a la moda espiritista del S. XIX.205
Marey no aparece nunca citado en los libros de Bergson, pero es indu-
dable que abundan las alusiones a su obra. Cuando, en el Ensayo sobre los
datos inmediatos de la conciencia, Bergson afirma que el movimiento no es
divisible, del mismo modo que la duración no es mensurable, lo que
filosóficamente se pone en tela de juicio es toda la tentativa de Marey-con su
fragmentación visual de los gestos y su voluntad concomitante de medir-;
cuando Bergson critica enérgicamente a "aquellos que se complacen en
yuxtaponer los estados [y] en formar con ellos una cadena o una línea",
parece rechazar las series crono- fotográficas de Marey, así como las
innumerables curvas destinadas a ofrecer una huella visible -indiciaría y
geométrica a la vez- de los fenómenos vitales.206
Algunas comparaciones teóricas, en Materia y memoria, parecen ima-
ginadas por Bergson al haber tenido a la vista las planchas producidas por
Marey en la misma época. Así, las "mil posiciones sucesivas de un corredor"
forman el objeto común de la problemática, tanto en el filósofo como en el
fisiólogo; pero Bergson reivindica el "cambio en profundidad" (o lo que ya
había llamado "multiplicidades internas") contra el cambio "localizado en
distintos puntos, pero en superficie" que diagnostica sin duda en los proto-
colos experimentales de Marey.207 En otras páginas del mismo libro, Bergson
refuta todo lo que sirve a Marey para captar, medir y sintetizar la dinámica de
los impulsos vitales: "[...] los ejes o los puntos a los que lo refieren" no ex-
presan el movimiento de un cuerpo como tampoco lo expresan los elemen-
tos yuxtapuestos de una serie crono-fotográfica; la línea "divisible [y] des-
provista de calidad" no describe otra cosa que unos "símbolos matemáticos",
puesto que en ambos casos se trata de "encerrar el movimiento en el espacio"
ignorando su temporalidad real, su rítmica propia; Bergson llega incluso a
mencionar la "pantalla negra sobre la cual destacaría la imagen", tal como se
205 BERGSON, H., MAREY, É.-J. y otros, "Groupe d'études de phénomènes psychiques"
(1901), ed. A. Robinet, Mélanges, Paris: PUF, 1972, pp.509-510.
206 BERGSON, H., Essai sur les données immédiates de la conscience, op. cit., pp.69-80, que
se pueden comparar sobre todo con MAREY, É.-J., La Méthode graphique, op. cit., pp.343-
344.
2071Id.,
0 0 Matière et mémoire, op. cit., Cpp.343-344.
ONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
desarrollarse diez veces, cien veces, mil veces más rápidamente, sin que ello
modifique en nada lo que desarrolla".211
Esta relativa falta de atención al cine como experiencia sensorial espe-
cífica muestra, si ello fuera necesario, que para Bergson el problema estaba
en otro sitio. Hemos podido leer cómo, en La evolución creadora, lo que
constituye el nudo, el corazón de su trabajo crítico es la cuestión secular de
la forma y el tiempo. "La forma no es más que una instantánea de una
transiciónen esta frase, la palabra "instantánea" denota una invención
fotográfica reciente -la puesta a punto de las placas "extra-rápidas" de
gelatina-bromuro de plata- de donde precisamente Marey extrajo toda la
eficacia de su método instrumental212; pero, por su parte, la palabra "forma"
remite a una tradición filosófica muy dilatada que se remonta al menos hasta
Platón. Sin embargo, a lo primero que se enfrentaba Bergson, casi un siglo
antes que Derrida, era a la forma como eidos o idea, como abstracción
metafísica.
Por eso, no le resultaba raro utilizar otras comparaciones menos "mo-
dernas" que la del cinematógrafo: el calidoscopio, en el que cada configura-
ción (forma) no debe hacer olvidar la sacudida (tiempo) que la ha
engendrado; el mosaico, en el que la reunión de todos los elementos (trabajo
211 Id., "Introduction (première partie)", art. cit., pp.1259-1250. De hecho, este
argumento está calcado del que Bergson ofrece en otra parte a propósito del
conocimiento mecani- cista: las leyes de la física no cambiarían en nada si el mundo fuera
diez veces más deprisa o diez veces más despacio de lo que en realidad va, prueba de que
esas leyes pasan por alto el elemento concreto de la duración.
212 Cfr. FRIZOT, M., Étienne-Jules Marey: Chronophotographie, París: Nathan-Delpire,
1 0 2pp.103-107.
2001, CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
213 BERGSON, H., L'Évolution créatrice, op. cit., pp.5761-572, 754 y 755-776.
214 Id., Essai sur les données immédiates de la conscience, op. cit., pp.75-76.
Cuando abro los ojos para cerrarlos enseguida, la sensación de luz que
experimento y que tiene lugar en un instante es la condensación de
una historia extraordinariamente larga que se desenvuelve en el
mundo exterior. Hay ahí, sucediéndose unas a otras, trillones de osci-
laciones, es decir, una serie de acontecimientos tales que si yo quisiera
contarlos, incluso con la mayor economía de tiempo posible, tendría
que disponer de miles de años. Pero estos acontecimientos monótonos
y sin brillo, que llenarían treinta siglos de una materia que se hubiese
vuelto consciente de sí misma, no ocupan en mí más que un instante
de mi conciencia, capaz de contraerlos en una sensación pintoresca de
luz.215
215 Id., "La conscience et la vie" (1911), L'Énergie spirituelle (1919), éd. A. Robinet,
Œuvres, op. cit., p. 826 [trad, cast.: "La energía espiritual". Obras escogidas, Madrid:
1 0 4 1963, pp.759-927, trad. J. A. Miguez,
Aguilar, C O N T R A C pp.772-773].
AMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
rítmica propia tendrá que buscar bajo la especie, nunca del todo regular, de
lo entrecortado.
La dificultad -y la fecundidad- de esta configuración teórica es que nos
obliga a pensar juntas la inherencia (sobre la cual quiso insistir Merleau-
Ponty, en su elogio de Bergson62) y la diferencia (sobre la que Deleuze basó
toda su comprensión del filósofo216). En adelante, habrá que pensar las rela-
ciones entre lo discontinuo y lo continuo imaginando un medio fluido (in-
herencia) agitado por remolinos, olas o estelas (diferencias). Bergson habla
así de lo vivo de acuerdo con un juego de "variaciones insensibles" que for-
man un medio (inherencia) y "variaciones bruscas" que forman aconteci-
mientos, catástrofes o bifurcaciones (diferencias): "La vida fabrica ciertos
aparatos idénticos, por medios desemejantes, en líneas de evolución diver-
gentes. [...] No procede por asociación y suma de elementos sino por diso-
ciación y desdoblamiento".217
Inherencia con diferencia: así pues, aquí todo es cuestión de ritmo. No
solo el "medio vital" es reconocido por Bergson en sus momentos "explosi-
vos"218, sino que también es observado en su anacronismo esencial -lo cual,
dicho sea de paso, ya había sido reconocido por Darwin-, cuando unos ritmos
singulares, diferentes entre sí, se encuentran en el mismo medio de inheren-
cia o continuidad biológica:
216 DELEUZE, G., "Bergson, 1859-1941" (1956), L'ile déserte et autres textes. Textes et en-
tretiens, 1953-1974, ed. D. Lapoujade, Paris: Éditions de Minuit, 2002, pp.28-42. Id., "La
conception de la différence chez Bergson" (1956), ibid., pp.43-72 [trad. cast.: La isla
desierta y otros textos, Valencia: Pre-textos, 2005, trad. J. L. Pardo].
217 BERGSON, H., L'Évolution créatrice, op. cit., pp.541 y 571.
218 Ib., p.574.
219 Ib., p.603.
Así, el ser viviente dura de modo esencial; dura justamente porque ela-
bora sin cesar algo nuevo y porque no hay elaboración sin búsqueda
ni búsqueda sin titubeo. El tiempo es esta vacilación o no es absoluta-
mente nada. [...] El tiempo es aquello que impide que todo sea dado
de una vez. Retrasa, o más bien es retraso. Debe ser, por tanto, elabo-
ración. ¿No sería entonces vehículo de creación y elección? ¿No pro-
baría la existencia del tiempo que hay una indeterminación en las
cosas? ¿No sería el tiempo esta indeterminación misma?.222
anachronisme des images, París: Édtions de Minuit, 2000, pp.111-155 [trad. cast.: Ante el
tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imágenes, Buenos Aires: Adriana Hidalgo,
2011, trad. A. Oviedo].
221 BERGSON, H., Matière et mémoire, op. cit., p.343.
2221 0Id.,
6 "Le possible et le réel", art. cit.,
C O Npp.1332-1333.
TRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
ritmo fluido del medio se enriquece con su capacidad de dejar ver las
heterogeneidades, los anacronismos, los avances de "creación" tanto como
los retraimientos de "vacilación". Finalmente, la elaboración se refiere -
temporalmente- a una indeterminación fundamental que en nada disminuye
el rigor de la cosa elaborada. Este margen de indeterminación denota, para
Bergson, el poder de lo virtual, que de ninguna manera hay que reducir a los
falsos problemas de la "nada", del "desorden", incluso de lo "posible".223
Ahora bien, la indeterminación abre una estela -una inestabilidad fluida
acompañada por su huella- en el orden de cosas supuestamente estables.
Esta estela es duración que aparece haciendo "vínculo" e "intervalo", como
dice Bergson, entre las temporalidades enmarañadas de la aparición.224 En
otro momento, se tratará de mordedura temporal y de franja:
223 Ib., pp.1331-1345. Sobre la noción de virtualidad en Bergson y los "grados coexistentes
del ser”, cfr. DELEUZE, G., "Bergson", art. cit., pp.38-40, e id., Le Bergsonisme, París: PUF,
1966, pp.45-70 [trad. cast.: El bergsonismo, Madrid: Cátedra, 1987].
224 BERGSON, H., L'Évolution créatrlce, op. cit., p.513. Recordemos que, en la misma época,
Aby Warburg reconfiguraba cualquier noción que hubiera que hacerse de la duración cul-
tural de las imágenes a través de las ¡deas -ambas empleadas por Bergson- de supervivencia
e intervalo.
225 Ib., pp.533-534.
226 DELEUZE, G., Différence et répétition, París: PUF, 1968, pp.337-349 [trad. cast.: Dife-
rencia y repetición, Gijón: Eds. Júcar, 1988, trad. A. Cardín; p.206 para la cita siguiente].
227 Ib., pp.156-157: "El rayo estalla entre intensidades diferentes, pero está precedido por
un precursor oscuro, invisible, insensible que determina de antemano su camino a la in-
versa, como en vaciado. De igual manera, todo sistema contiene su precursor oscuro que
garantiza la comunicación de las series bordeantes. [...] Dadas dos series heterogéneas,
dos series de diferencias, el precursor actúa como el diferenciante de las diferencias. [...]
108
Llamamos dispar al oscuro precursor,C Oesa
N T Rdiferencia
A C A M P O en sí...".
- SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
228 REY, A. (dir), Dictionnaire étymologique de la langue française, Paris: Le Robert, 1992,
pp.1946-1947.
229 BERGSON, H., "La perception du changement", art. cit., p.1371.
230 GIEDION, S., La Mécanisation au pouvoir. Contribution à l'histoire anonyme, I. Les ori-
gines (1948), trad. P. Guivarch, Paris: Denoël-Gonthler, 1983, p.41 [trad. cast.: La mecani-
zación toma el mando, Barcelona: Gustavo Gilí, 1978, trad. E. Rlambau].
231 SIMONDON, Gilbert, Du mode d'existence des objets techniques, Paris: Aubîer-Mon-
taigne, 1969, p.11 ("El verdadero perfeccionamiento de las máquinas [...] corresponde no
a un aumento del automatismo, sino por el contrario al hecho de que el funcionamiento
de
30. Georges Méliés, Mujer transformada en mariposa, 1907-1910. Fotografía. Colección Christian
Fechner.
(2003)
una máquina lleva consigo cierto margen de indeterminación. Es ese margen el que
permite a la máquina ser sensible a una información externa. [...] La máquina que está
dotada de una alta tecnicidad es una máquina abierta") y 58 [trad. cast.: El modo de
existencia de los objetos técnicos, Buenos Aires: Prometeo, 1978, trad. M. Martínez, P.
Rodríguez, p. 33].
reconocer nunca -¿sin saber?- que ese concepto había sido elaborado,
trabajado, cincelado primero por Warburg para la historia del arte en una
obra dedicada por entero a la "supervivencia", al Nachleben de la Antigüedad.
Después de Focillon, André Chas- tel describió los movimientos báquicos del
arte florentino y las ninfas de Botticelli236 sin mencionar nunca esa otra
noción, tan fundamental en Warburg, que es la Pathosformel, la "fórmula de
lo patético" con la que el erudito alemán había vuelto a pensar por entero, a
partir de Botticelli, lo relativo a las ninfas y lo dionisiaco, la cuestión del gesto
y el movimiento en el arte del Renacimiento.237
Por otro lado, el interés por los problemas teóricos, manifestado en la
órbita estructuralista, se polarizó en torno al pensamiento más sistemático -
por lo tanto, a primera vista, más operativo- de Erwin Panofsky. Warburg es
el verdadero fundador de la disciplina iconològica238, pero desde hace tiempo
esta disciplina suele atribuir a Panofsky su legítima instancia paterna. En esta
historia, en la que el fundador deja de ser un padre legítimo -y por lo tanto,
tiende a deslizarse hacia el olvido, cuando no hacia lo reprimido-, también el
cuestionamiento teórico promovido por las disciplinas "piloto" de la sociolo-
gía y la semiología pasó por alto la posición fundadora de Warburg en relación
con los problemas que, sin embargo, esas disciplinas reconocían en su mismo
centro. Así, Pierre Francastel describió y analizó detenidamente la "realidad
figurativa" de las relaciones entre pintura y espectáculos vivos en el Renaci-
miento239, sin saber que ese análisis ya lo había introducido Warburg a propó-
sito de Botticelli, y lo había desarrollado sobre todo en 1895 en el estudio
procedente de la polaridad antigua del ethos y el pathos, permanece ignorada por Michael
Fried (Absorption and Theatricality. Painting and Beholder in the Age of Diderot, Berkeley:
University of California Press, 1980. Trad. C. Brunet, La Place du spectateur. Esthétique et
origines de la peinture moderne, Paris: Gallimard, 1990). Que la Pathosformel no parece
haber sido conocida por semióticos del "pathema" (cfr. GREIMAS, Algirdas Julien y FON-
TANILLE, J., Sémiotique des passions. Des états de choses aux états d'âme, Paris: Le Seuil,
1991, pp. 85-86), ni siquiera por los historiadores de la cultura (cfr. SCHMITT, J.-G., "Intro-
duction and General Bibliography", History and Anthropology, 1,1984, na l, pp.1-28; BREM-
MER, J. y ROODENBURG, H. [din], A Cultural History of Gesture from Antiquity to the
Present Day, Cambridge: Polity Press, 1991)... Son algunos ejemplos entre otros muchos.
242 MICHAUD, Philippe-Alain, Aby Warburg et l'image en mouvement, Paris: Macula, 1998
(este texto constituía el prólogo de ese libro).
243 Destaquemos que la traducción de un primer conjunto de escritos de Warburg apare-
ció por iniciativa de un filósofo. Cfr. PINTO, É., "Présentation", en WARBURG, A., Essais
florentins, trad. S. Muller, París: Klincksieck, 1990, pp.7-42. Y recordemos que hace treinta
años Panofsky fue traducido por iniciativa de un filósofo (Bernard Teyssèdre) y un
sociólogo (Pierre Bourdieu).
244 Ya he comparado el atlas warburgiano de las Pathosformeln con la práctica del
montaje en algunas vanguardias de finales de los años '20. Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., La
Ressemblance informe ou le gai savoir visuel selon Georges Bataille, Paris: Macula, 1995,
pp.296- 297 y 379-383.
246 Cfr. AGAMBEN, Giorgio, "Aby Warburg e la scienza senza nome", Aut aut, na 199-200,
1984, pp.51-66.
9
Pero eso no es todo. Para poner la historia del arte en movimiento, el
pensamiento de Warburg ha tenido que hacer la experiencia sobre sí misma,
incluso la prueba, de esta movilización. Superar el marco epistemológico de
la disciplina tradicional suponía accederá un mundo abierto de relaciones
múltiples, inauditas, incluso peligrosas de experimentar: la ninfa con la
serpiente (feminidad, animalidad), la pintura con la danza (movimiento
representado, movimiento ejecutado), la Florencia de los Medid con el Nuevo
Méjico indio (pasado histórico, origen en presente), etc. Hay en el exceso, no
menos que en el acceso, algo del orden del peligro, algo, diría yo, del orden
247 Cfr. RECHT, R., "Du style aux catégories optiques". Relire Wölfflin, Paris: Musée du Lou-
vre-École nationale supérieure des Beaux-Arts, 1995, pp.31-59.
del síntoma. Peligro para la propia historia, para su práctica así como para sus
modelos de temporalidad: el síntoma difracta la historia, en cierto sentido la
desmonta, al ser él mismo una conjunción, una colisión de temporalidades
heterogéneas (tiempo de la estructura y tiempo del desgarro hecho a la
estructura248).
Inventar un saber-montaje, al tratarse de la historia del arte, era re-
nunciar de golpe a los esquemas evolutivos -y teleológicos- vigentes desde
Vasari: Warburg pudo "montar", y de manera cortante, a Giotto con Ghirlan-
daio y no intenta nunca hacernos la novela de las "influencias" y el "progreso"
artístico de ambos.249 Inventar un saber-montaje era pues renunciar a matri-
ces de inteligibilidad, romper salvaguardas seculares. Era crear, con ese mo-
vimiento, con ese nuevo "ritmo" del saber, una posibilidad de vértigo. Aún
hoy, basta con recorrer los estantes de la biblioteca Warburg para experi-
mentar -evidentemente de manera atenuada, puesto que solo tenemos el
resultado fáctico de un proceso virtualmente sin fin- esa especie de vértigo
que Fritz Saxl ha sabido prolongar tan acertadamente: la imagen no es el
campo de un saber cerrado. Es un movimiento que requiere todas las di-
mensiones antropológicas del ser y el tiempo.
El exceso warburgiano -la exigencia tan fuerte, tan fundamentada, de
una antropología de lo visual- llevaría pues en sí esta posibilidad vertiginosa
del "montaje de atracciones" posibilidad tan peligrosa como fecunda. Aquí, el
horizonte del cine iría acompañado por un horizonte de la pérdida de sí: la
pérdida de la distancia académica, el riesgo filosófico, el pathos del pensa-
miento, en resumen, la enfermedad del alma. Eso es lo que hoy también man-
tiene a distancia de ese momento fundacional a la historia del arte "positiva":
Warburg no se conformó con descubrir en las obras a las que se enfrentaba
el regreso del pathos agitado; él mismo se entregó al pathos del movimiento
que inventaba. De él se puede conservar -y con razón- el archivo. Pero ¿qué
hacer con el vértigo del archivo? En medio de ese "revoltijo de erudición",
como calificaba Warburg a su propia literatura250, ¿cómo encontrar una vía,
cómo recuperar esos "timbres de voces" (Klangfarben) inaudibles desde hace
255 Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., Devant l'image, op. cit., pp.169-269. Id., "Pour une anthro-
pologie des singularités formelles", art. cit., pp.148-149.
256 Cfr. CUMONT, F., Recherches sur le symbolisme funéraire des Romains, Paris: Librairie
orientaliste Paul Geuthner, 1942, pp.319, 346, 409 (la mariposa, símbolo del alma).
257 Es sabido que la palabra imago designa el estado definitivo de los insectos de "meta-
morfosis completa" como la mariposa.
258 Cfr. WARBURG, A., "La Naissance de Vénus et Le Printemps de Sandro Botticelli"
(1893), Essais florentins, op. cit., pp.47-100: "Albert Durer et l'Antiquité italienne" (1906),
ibid., pp.159-166 [trad. cast.: "Durero y la Antigüedad italiana", ib., pp.410-408]; "L'entrée
du style idéal antiquisant dans la peinture du début de la Renaissance" (1914), ibid.,
pp.221- 243 [trad. cast.: "La aparición del estilo ideal a la antigua en la pintura del primer
Renacimiento", ib.].
259 Id., "L'entrée du style antiquisant dans la peinture du début de la Renaissance" (1914),
ib., pp.224 y 234. Cfr. también ANTAL, F. y WIND, E., "The Maenad under the Cross", Jour-
nal afthe Warburg Institute, 1,1937, pp.70-73.
260 WARBURG, A., "L'entrée du style idéal antiquisant", op. cit., p.237: "No estamos real-
mente acostumbrados a buscar esos deseos de sensaciones extrañas más que a partir del
siglo XVII [...]."
261 Ib., p.241: "Nos decidimos ahora a considerar esta inestabilidad clásica un poco como
una cualidad esencial del arte y la civilización antiguos". El subrayado es mío.
262 Id., "Albert Dürer et l'Antiquité italienne", art. cit., p.162.
263 Id., "La Naissance de Vénus et Le Printemps de Sandro Botticelli" (1893), Ib., p.90.
264 BING, G., "Introduzione", en WARBURG, A., La Rinascita delpaganeslmo antiguo. Con-
tribuid alla storia della cultura, ed. G. Bing, trad. E. Cantimori, Florencia: La Nuova Italia,
1966, p. XXVI.
265 Cfr. SCHADE, S., "Charcot and the Spectacle of the Hysterical Body. The 'pathos for-
mula' as an Aesthetic Staging of Psychiatric Discourse - a Blind Spot in the Reception of
Warburg", Art History, XVIII, 1995, pp.499-517. Sobre Charcot y su utilización de las "for-
mulas patéticas" del arte clásico y barroco, cfr. DIDI-HUBERMAN, G., "Charcot, l'histoire et
l'art", postfacio a CHARCOT, J. M. y RICHER, P., Les Démoniaques dans l'art (1887), Paris:
Macula, 1984, pp.125-211 [trad, cast.: Los endemoniados en el arte, Jaén: Del Lunar, 2000,
trad. A. Cagigas].
266 Cfr. SETTIS, S., "Pathos und Ethos, Morphologie und Funktion", Vorträge aus dem War-
burg-Haus, I, Berlin: Akademie Verlag, 1997, p.40: "Pathos ist Augenblick, Formel bezeich-
net Dauer" ("El pathos es el instante; la fórmula designa la duración").
267 Con esta fórmula intento sintetizar lo máximo posible un conjunto de proposiciones
teóricas, muchas de las cuales se han formado en un diálogo con el pensamiento de Pierre
Fédida (cfr. sobre todo Crise et contre-transfert, París: PUF, 1992, pp.227-265). En el campo
psicoanalítico se encontrará un eco de este pensamiento en los trabajos de DAVID-MÉ-
NARD, Monique ("Symptômes et fossiles. La référence archaïque en psychanalyse", Les
Évo-
34. Edmund Engelman, 0 gabinete de Freud con el vaciado de la Gradiva, Viena, 1938.
En la imagen en movimiento, que Phillppe-Alaln Michaud propone aquí
como un camino principal para comprender-a través de Marey y Dickson268-
268 Cabe señalar que la referencia a Marey y la imagen en movimiento (hasta el Desnudo
bajando la escalera de Marcel Duchamp) está ya presente en el estudio de HECKSCHER,
W. S., "The Genesis of Iconology", art. cit., pp.267-272. Recordemos también que es en el
marco del Instituto Warburg donde Beaumont Newhall publicó sus primeros estudios
"dimensión pática" del conocimiento, que antaño cantaban los trágicos grie-
gos.271 ¿No habría una dimensión trágica, al menos una dimensión de prueba
-patheímathos: involucrarse en la prueba y extraer de ello un conocimiento
fundamentado- en el "paréntesis" que parece haber constituido el viaje de
Warburg a Nuevo Méjico? Hay que recordar que, más allá de los placeres del
exotismo, es por esos "paréntesis" o pruebas de alteridad como se han for-
mado y reformulado algunas prácticas modernas en el S. XX. Me parece sig-
nificativo que Antonin Artaud haya podido escribir, desde ese mismo Méjico
indio, una frase que seguramente Warburg no habría desaprobado en 1895:
"Inicio en el caos una primera designación de todas las posibilidades lanzadas
que un día formaron la cultura".272
(1998)
271 Cfr. MALDINEY, H., "Comprendre" (1961), Regard Parole Espace, Lausana: L'Âge
d'Homme, 1973, pp.70-71.
272 ARTAUD, Antonin, "En marge de la 'Culture Indienne'", Œuvres complètes, XII, Paris:
Gallimard, 1974, p.245.
"Hombre prevenido vale por dos", dice el proverbio. Parece ya cosa admitida
que un historiador del arte prevenido tiene que valer por dos... siendo el se-
gundo el que descubrió y supo integrar los principios de la iconología fundada
por Erwin Panofsky. El historiador del arte prevenido vale por dos: el primero,
según la lección de Wólfflin, se ocupa deformas y evoluciones estilísticas; el
segundo, según la lección de Panofsky, sabe que los contenidos de las obras
de arte figurativas (o sus "sujets" ["temas"], como tan mal se dice)
corresponden a un universo complejo de “temas o conceptos específicos ma-
nifiestos en imágenes, historias y alegorías“.273
Gracias a Panofsky, hoy en día sabemos mejor hasta qué punto la ale-
goría y el "simbolismo disfrazado" han 3 sido capaces de adueñarse de la re-
Bien sabía Panofsky que el historiador del arte hace profesión de ma-
nipular pharmakon: la sustancia de las imágenes que estudia es una sustancia
poderosa, atractiva pero irritante. Alivia, es decir que aporta al erudito las
respuestas más magníficas, pero CAUTIUS!, enseguida se convierte en una
droga, incluso un veneno para quien beba con exceso en su fuente, para
quien se adhiera a ella hasta el punto de quedar perdido en esa sustancia.
Panofsky era un verdadero, un profundo racionalista: su problema
fundamental consistió en conjurar el peligro que hace correr al farmacéutico
su propio pharmakon. Quiero decir, el peligro que hace correr la imagen a
quien hace profesión de conocerla. ¿Cómo conocer una imagen si la imagen
es aquello mismo (Panofsky nunca se olvidó de Platón) que pone en peligro -
por su poder de adherencia, es decir, su manera de apremiar a la
imaginación- el ejercicio positivo u "objetivo" del conocimiento? Si la imagen
275 Id., Idea. Ein Beitrag zur Begriffsgeschichte der älteren Kunsttheorie (1924),
Berlin: Wissenschaftsverlag Volker Spless, 1993, p.ll. Trad. H. Joly, idea. Contribution à
l'histoire du concept de l'ancienne théorie de l'art, Paris: Gallimard, 1983, p. 15 (prólogo a
la edición de 1959) [trad, cast.: Idea. Contribución a la historia de la teoría del arte, Madrid:
Cátedra, 1995, trad. M. T. Pumarega, p.12].
276 Cfr. BUBER, Martin, Gog et Magog. Chronique de l'époque napoléonienne (1949), trad.
J. Loewnson-Lavi, París: Gallimard, 1958. Id., Les Récits hassidiques (1949), trad. A. Guerne,
París: Plon, 1963. SCHOLEM, Gershom, Les Grands courants de la mystique juive (1941),
trad. M.-M. Davy, Paris: Payot, 1950. Id., "Martin Buber et son interprétation du
hassidisme" (1961), trad. B. Dupuy, Le Messianisme juif. Essai sur la spiritualité du
judaïsme, Paris: Cal- man-Lévy, 1974, pp.333-357. Id., "La neutralisation du messianisme
dans le hassidisme primitif" (1970), ib., pp.267-301.
277 CORDOVERO, M., La douce Lumière (1587), trad. S. Ouziel, París: Verdier, p.93. Otros
prohíben acercarse a la cábala antes de los cuarenta años.
278 Cfr. ANSKI, C., Le Dibbouk. Légende dramatique en trois actes (1917), trad. N.
Gourfinkel y A. Mambush, Paris: L'Arche, 1957.
279 DIDI-HUBERMAN, Georges, Devant l'image. Question posée aux fins d'une histoire
de l'art, Paris: Éditions de Minuit, 1990 [trad. cast.: Ante la imagen. Pregunta formulada a
los fines de una historia del arte, Murcia: Cendeac, 2010].
280 Id., Fra Angélico - Dissemblance et figuration, París: Flammarion, 1990.
281 Id., L'Image survivante. Histoire de l'art et temps des fantômes selon Aby Warburg,
Paris: Éditions de Minuit, 2002 [trad. cast.: La imagen superviviente: historia del arte y
tiempo de los fantasmas según Aby Warburg, Madrid: Abada, 2009, trad. J. Calatrava].
282 WARBURG, Aby, "Sandro Botticellis 'Geburt der Venus' und 'Früling'. Eine
Untersuchung über die Vorstellungen von der Antike in der Italienischen Frührenaissance"
(1893), Ausgewählte Schriften und Würdigungen, ed. WUTTKE, D., Baden-Baden: Valentin
Koerner, 1980, pp.11-64. Trad. S. Muller, "La Naissance de Vénus et Le Printemps de Sandro
Botticelli", Essais florentins, Paris: Klincksieck, 1990, pp.47-100 [trad, cast.: "El Nacimiento
de Venus y la Primavera de Sandro Boticelli", El Renacimiento del paganismo. Aportaciones
a la historia cultural del Renacimiento europeo, Madrid: Alianza, 2005, trad, de varios
autores].
283 Id., "Bildniskunst und florentinisches Bürgertum. Domenico Ghirlandajo in Santa
Trinita. Die Bildnisse des Lorenzo de'Medici und seiner Angehörigen" (1902), Ausgewählte
Schriften, op. cit., pp.65-102. Trad. S. Muller, "L'art du portrait et la bourgeoisie florentine.
Domenico Ghirlandaio à Santa Trinita. Les portraits de Laurent de Médicis et de son en-
tourage", Essais florentins, op. cit., pp.101-135.
284 WARBURG, A., "Italienische Kunst und internationale Astrologie im Palazzo Schifanoja
zu Ferrara" (1912), Ausgewählte Schriften, op. cit., pp.173-198. Trad. S. Muller, "Art italien
288 WARBURG, A., "Seminarübungen über Jakob Burckhardt" (1927), ed. ROECK, B., Idea.
Jahrbuch der Hamburger Kunsthalle, X, 1991, pp. 86-89. Trad. D. Meur, "Texte de clôture
du séminaire sur Burckhardt", Les Cahiers du Musée national d'Art moderne, nfi 68,1999,
pp.21-23 (y mi comentario, ib., pp.5-20).
Ahora bien, eso es todo lo que Panofsky quiso rechazar de sus propios
modelos de inteligibilidad: allí donde Warburg deconstruyó todo el his-
toricismo del S. XIX mostrando que la Geschichte der Kunst es una historia de
fantasmas que se nos adhieren a la piel, Panofsky quiso reconstruir su Kuns-
tgeschichte como una historia de exorcismos, de parapetos y de distancia-
mientos razonables. Es cierto que Panofsky nos avisa útilmente contra los
peligros del vitalismo romántico en la historia del arte; pero a la vez exorciza
todo pensamiento del Leben y el Nachleben -esa "vida" muy paradójica, muy
específica, de las imágenes que habitan el tiempo- en provecho de un modelo
histórico esencialmente deductivo, por lo tanto menos atento a los rizomas
de la sobredeterminación y a los aspectos dinámicos de los fenómenos
culturales. Nos advierte útilmente contra la indeterminación estética de los
acercamientos no historicizados del arte, pero a la vez exorciza los
anacronismos y las labilidades propias del mundo de las imágenes. No busca
en los indicios más que un valor de descripción, allí donde Warburg- cercano
a Freud- buscaba un valor de síntoma.293 Panofsky reduce las excepciones a
la unidad de los símbolos que las engloban estructuralmente -según la
"unidad de la función simbólica" que tanto apreciaba Cassirer-, allí donde
Warburg había roto la unidad de los símbolos por lo esquizo de los síntomas
y la soberanía de los accidentes.
Por eso Panofsky termina su obra regresando a una iconografía cada
vez más atenta a la identificación de los motivos (aislados como entidades),
allí donde Warburg nunca termina de subvertir la iconografía con su análisis
291 WARBURG, A., Mnemosyne. Grundbegriffe, II, op. cit., p.3 (nota del 2 de julio de
1929).
292 DIDI-HUBERMAN, G., L'image survivante, op. cit.
293 Id., "Pour une anthropologie des singularités formelles. Remarque sur l'invention war-
burgienne", Genèses. Sciences sociales et histoire, na 24,1996, pp.145-163.
294 KLEMPERER, V., LTI. La langue du IIIe Reich. Carnets d'un philologue (1946), trad. E.
Guillot, Paris: Albin Michel, 1996 [trad, cast.: LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un
filólogo, Barcelona: Minúscula, 2004, trad. A. Kovacsis).
295 PANOFSKY, E., "Zum Problem der Beschreibung und Inhaltsdeutung von Werken der
bildenden Kunst" (1932), Aufsätze zu Grundfragen der Kunstwissenschaft, Berlin: Wissens-
chaftsverlag Volker Spiess, 1998, pp.85-97. Trad. B. Ballangé, "Contribution au problème
de la description d'œuvres appartenant aux arts plastiques et à celui de l'interprétation de
leur contenu", La perspective comme forme symbolique et autres essais, Paris: Éditions de
Minuit, 1975, pp.248-249 y 253.
296 BIALOSTOCKI, J., "Erwin Panofsky, 1892-1968. Le penseur, l'historien, l'homme", L'In-
formation d'histoire de l'art, XVI, 1971, nB 5, p.200.
297 HECKSCHER, W. S., "Erwin Panofsky: a Curriculum Vitae", art. cit., p.208.
298 PANOFSKY, E., "Three Decades ofArt History in the United Sates: Impressions of a
Transplanted European" (1953), Meaning in the Visual Arts, op. cit., pp.329-330. Sobre los
primeras años de Panofsky en Estados Unidos, cfr. EISLER, C., "Kunstgeschichte American
Style: A Study in Migration", The Intellectual Migration: Europe and America, 1930-1960,
dir. FLEMING, D., BAILYN, B., Cambridge: Harvard University Press, 1969, pp.544-629.
MICHELS, K., "'Pineapple and Mayonnaise - Why Not?' European Art Historians Meet the
New World", The Art Historian. National Traditions and institutional Practices, dir.
ZIMMERMANN, M. F., Williamstown: Sterling and Francine Clark Art Institute, 2003, pp.57-
66.
299 WARBURG, A., Mnemosyne. Grundbegriffe, II, op. eit., p.8 (nota del 21 de junio
de 1929).
Cassirer, Panofsky no comprendió que la imagen -como todo lo que está re-
lacionado con la psique humana- exige de nosotros un racionalismo, no de las
Luces, sino del "Claroscuro", si se me permite la expresión: racionalismo trá-
gico manifestado por Warburg frente a lo que llamaba la "dialéctica del mons-
truo", o por Freud frente a lo que llamaba el "malestar en la cultura". Pero
Panofsky, también debido al contexto anglosajón, deseó que el inconsciente
no fuera más que un error: así exorcizó toda la parte oscura -pero eficaz y
antropológicamente crucial-de las imágenes. Esa es, sin duda, la principal li-
mitación del saber que nos legó. Evidentemente, no es una razón para exor-
cizar al propio Panofsky: solo una incitación a leerle y releerle -pero de
manera crítica, como exige la propia admiración.
Gracias a las advertencias de Panofsky, sabemos mejor cuando com-
promete continuamente el historiador del arte su razón y su deseo "cientí-
fico" de verificación: sabemos mejor cuando no hemos de tener miedo de
saber. Pero, contra los exorcismos de Panofsky -y gracias a los riesgos que
antes que él asumió Aby Warburg-, también sabemos cuando no hemos de
tener miedo de no saber. En esta historia, hay que tener el valor de hacer
frente a las dos partes, a los dos "paneles": tanto al exorcista como al propio
dybbuk. Tanto al velo que hace posible el pensamiento como a la rasgadura
que condena el pensamiento a lo imposible.
(2001)
300 L'abécédaire de Gilles Deleuze, avec Claire Parnet (1995), producido y realizado por P.-
A. Boutang, París: Éditions Montparnasse, 2004 ("Q comme Question"). [N. del T.: Obvia-
mente, la traducción no permite conservar el punto de partida, "Q comme Question", del
Abecedario de Deleuze: para "question" ("búsqueda, inquisición, problema", en el sentido
de "petición que se hace para conseguir una información") el castellano usará "pregunta"
(también "someter a interrogatorio, sondear, tantear")].
301 DELEUZE, Gilles, Spinoza et le problème de l'expression, Paris: Éditions de Minuit, 1968,
pp.197-213 [trad. cast.: Spinoza y el problema de la expresión, Barcelona: Muchnik, 1999].
302 Le ocurre, pues, al filósofo lo mismo que al escritor que, "como dice Proust, inventa
dentro de la lengua una nueva lengua, una lengua extranjera en cierta medida", Id., Critique
et clinique, París: Éditions de Minuit, 1993, p.9 [trad, cast.: Crítica y clínica, Barcelona: Ana-
grama, 1996, trad. T. Kauf, p.9j.
303 BECKETT, Samuel, Quad et autres pièces pour la télévision, trad. É. Fournier, Paris:
Éditions de Minuit, 1992, pp.9-11 [trad, cast.: obias incluidas en el volumen BECKETT, S.,
Teatro reunido, Barcelona: Tusquets, 2006, varios traductores].
304 DELEUZE, G„ "L'épuisé", Ib., p.81.
305 Ib., p.81.
306 Ib., pp.57-58.
307 Ib., p.59.
308 Ib., p.62.
kettiano no tiene nada que ver con una estética de lo indiferenciado: "Las
disyunciones se mantienen e incluso la distinción de los términos es cada vez
más cruda, pero los términos disjuntos se afirman en su distancia imposible
de descomponer [...]. La disyunción ha devenido incluida, todo se divide, pero
en sí mismo".317
Pero ¿qué hay que hacer para conseguir que aparezcan "límites inma-
nentes" o "disyunciones incluidas"? Quedan indicados así todo el riesgo y
toda la dificultad que entraña hacer una imagen. Se trata primero de frag-
mentar el espacio -para ello, Deleuze acerca, pese a todas sus diferencias, el
cine de Robert Bresson y la televisión de Beckett-, y luego de conectar o em-
palmar los vacíos, los "vacíos insondables" creados por esta misma fragmen-
tación -y Deleuze relaciona entonces el Wavelength de Michael Snow con el
Quad de Beckett.318
Se puede decir de otra manera, destacando hasta qué punto el arte de
Beckett se dedica a abrir, a "hacer agujeros en la superficie del lenguaje, para
que aparezca por fin 'lo que está agazapado detrás'", por lo tanto, para que
las palabras se aparten rítmicamente por sí mismas y el lenguaje devenga
poesía.20 Pero abrir no es hacer un solo agujero que llegue directamente
hasta el centro de las cosas. No hay un centro de las cosas puesto que las
propias raíces son múltiples y arborescentes, sin hablar de los rizomas, claro
está. Por lo tanto, hemos de cavar por todas partes, hacer que prolife- ren los
agujeros y, con ellos, las conexiones, hiatos o empalmes. Solo se com-
prenderá lo que quiere decir hacer una imagen entrando en esta "iconología
de los intervalos" cuyo proyecto definió Aby Warburg, próximo en esto a los
grandes fragmentadores-conectadores de espacios que fueron los artistas o
los cineastas que le eran contemporáneos, como Eisenstein, Dziga Vertov,
Moholy Nagy, Fritz Lang, Man Ray y muchos otros. Lo que es una manera de
decir -y de volver a decir- que el acto de fragmentar conectando, de abrir
haciendo proliferar, pone en el corazón de este acto, hacer una imagen, la
puesta en práctica del montaje: no un simple ensamblaje de cosas, por he-
teróclitas que sean, sino una recopilación de las disyunciones entre las cosas,
una reunión de intensidades que atraviesan las cosas, un emparejamiento de
diferencias que apartan las cosas, una conexión de movimientos heterogé-
Así pues, hacer una imagen: hacer aparecer los límites inmanentes y,
para ello, fragmentar conectando, abrir haciendo proliferar, es decir,
practicar un montaje sobre otros fragmentos de imágenes, otros fragmentos
de lenguajes, pensamientos, gestos, temporalidades. Desde este punto de
vista, no tendré con Deleuze más que un desacuerdo -tal vez profundo pero,
ni que decir tiene, cercano y afectuoso- en cuanto al acontecimiento de
imagen como "desoscurecimiento de los límites inmanentes". Deleuze busca
la posibilidad de "la imagen pura". El hecho de que admita su dificultad es
señal de que reivindica el elemento en juego: "Es muy difícil hacer una imagen
pura, no mancillada, solo una imagen, alcanzando el punto en el que surge en
toda su singularidad".319 A todos los grandes artistas les es dado "hacer una
imagen, de vez en cuando", es decir en el "momento adecuado en el que
puede aparecer", que es un momento de "energía pura" disipada al
momento, un "micro-tiempo" en el que todo, entonces, se agota de una
vez.320 Lo que sucede ahí es considerable: "En la superficie de la tela pintada"
-por Rembrandt o Cézanne-ocurre, según Deleuze, el "micro-tiempo" de un
proceso puro formado "para que surja el vacío o lo visible en sí", de la misma
manera que "en la superficie del sonido" -en Beethoven o Schubert- surge "el
silencio o lo audible en sí".321
Si "desoscurecer unos límites inmanentes" es una mánera admirable
de expresar el proceso apuntado con el término imagen, ¿hay que dar por
ello el paso de la "imagen pura" y lo "visible en sí"? ¿Qué quiere decir puro o
en sí, si no es que se apunta entonces a un absoluto de la imagen, la imagen
considerada como "abstracción hecha de algo completamente distinto"?
Pero ¿es eso solo posible o incluso deseable de una imagen? La escolástica
opone la sustancia in se y el accidente in alio: ¿no hay que reconocer que la
imagen, según ese vocabulario del en-sí y de la alteración, no es pensable más
que in alio, es decir como accidente (consistiendo entonces toda nuestra
tarea en volver a dar al accidente, es decir a la impureza, su dignidad
conceptual)? Deleuze, que inició su recorrido filosófico con Hume, sin duda
no renunció en ningún momento al proyecto de una metáfisica de la
322 Cfr. DELEUZE, G. y GUATTARI, F., Qu'est-ce que la philosophie?, París: Éditions de Mi-
nuit, 1991, p.49: "El supuesto de Sartre, de un campo trascendental impersonal, devuelve
sus derechos a la inmanencia. Cuando la inmanencia ya solo es inmanente a algo distinto
de sí es cuando se puede hablar de un plano de inmanencia" [trad. cast: ¿Qué es la filoso-
fía?, Barcelona: Anagrama, 1993, trad. T. Kauf, p.51]. En cuanto al en sí, se puede pensar,
entre otros muchos ejemplos, en este pasaje de SARTRE, J.-P.: "El ser es opaco a sí mismo
precisamente porque está lleno de sí mismo. Es lo que expresaremos mejor diciendo que
el ser es lo que es. Esta fórmula [...] designa una región singular del ser: la de el ser en sf
(L'Être et le néant. Essai d'ontologie phénoménologique, Paris: Gallimard, 1943 [ed. 1996],
p.32) [trad. cast.: El ser y la nada. Ensayo de antología fenomenoiógica, Buenos Aires: Lo-
sada, 1993, trad. J. Valmar, p.35], Pero, precisamente, me parece igual de insuficiente decir
"la imagen es lo que es" que decir "el ser es lo que es".
323 DELEUZE, G., "L'épuisé", art. cit., pp.70-71.
324 Cfr. DIDI-HUMBERMAN, G., Ce que nous voyons, ce qui nous regarde, Paris: Éditions de
Minuit, 1992, pp.53-84 [trad. cast.: Lo que vemos, lo que nos mira, Buenos Aires: Manantial,
1997],
325 DELEUZE, G., "L'épuisé", art. cit., pp.100-101.
326 Ib., pp.93-94.
327 BECKETT, S. y PAGE, A., Not /, 1977. Película sonora en blanco y negro con Billie
White- law, coproducida por la BBC y Reiner Moritz.
35. Samuel Beckett y Anthony Page, Not 1,1977. Película en blanco y negro (fotogramas).
Deleuze también cita la forma de andar de Watt, "que va hacia el este
volviendo el busto hacia el norte y lanzando la pierna derecha hacia el sur,
luego el busto hacia el sur y la pierna izquierda hacia el norte".328 Deduce de
328 DELEUZE, G., "L'épuisé", art. cit., p.75 (citando a BECKETT, S., Watt, París: Éditions de
M¡- nuit, 1968, pp.31-32; este es el texto exacto: "El método que usaba Watt para avanzar
todo recto hacia el este, por ejemplo, consistía en volver el busto lo más posible hacia el
ello que "esta forma de andar es exhaustiva, puesto que ocupa a la vez todos
los puntos cardinales, siendo el cuarto, evidentemente, la dirección de la que
se viene sin alejarse. Se trata de cubrir todas las direcciones posibles, sin dejar
por ello de ir en línea recta", lo que se llama, hablando con rigor, "agotar las
potencialidades de un espacio cualquiera".329 Y así volvemos a la cuestión de
Quad, es decir, ai estatuto mismo de su dispositivo de agotamiento.
Pero como se recordará, Beckett trazó en dos ocasiones las combina-
ciones posibles de los trayectos que han de efectuar los cuatro intérpretes.
Una, que llamaré in se, es estilísticamente impasible: expone el cuadrángulo
con sus dos diagonales, y nombra los cinco puntos resultantes, es decir, A, B,
C y D para las cuatro puntas y E para el centro del cuadrado {fig. 36). La otra,
que llamaré in alio, es mucho más barroca, proliferante, inquieta, indirecta:
está erizada de números y flechas que van en todas las direcciones, deviene
claramente laberíntica ante nuestra mirada, desfasada, impura {fig. 37). En la
misma página, Beckett explica el por qué de esta transformación: es que el
dispositivo in se presenta uno o incluso varios "problemas", escribe.32
En consecuencia, Quad se disociará en dos posibilidades diferentes for-
mando una separación, Quad I y Quad II. Beckett detalla las diferencias de la
siguiente manera: se "abandonará" el principio de iluminación con cuatro co-
lores por una sola "luz neutra"; se modificará el principio de duración, pre-
viamente "sobrestimado" por Beckett; se abandonarán los cuatro colores de
la ropa a cambio de un solo tejido blanco. Finalmente y sobre todo, surgirá un
norte y a la vez lanzar la pierna derecha lo más lejos posible hacia el sur, y luego volver el
busto lo más posible hacia el sur y al mismo tiempo lanzar la pierna izquierda lo más lejos
posible hacia el norte, y otra vez volver el busto lo más posible hacia el norte y lanzar la
pierna derecha lo más lejos posible hacia el sur, y luego volver el busto lo más posible hacia
el sur y lanzar la pierna izquierda lo más lejos posible hacia el norte, y así sucesivamente,
incansablemente, sin tregua ni reposo, hasta llegar a su destino, y poder sentarse".
329 Ib., p.76.
D
36. Samuel Beckett, Diagrama de Quad
1,1980. Según Quad, París: Les Éditions de
Minuit, 1982, p. 9.
1982, p. 15.
"problema" de espacio y tiempo en la "negociación de E sin ruptura de ritmo":
E es el centro puntual del cuadrado en el dispositivo in se, pero, en la puesta
en movimiento efectiva de los cuerpos en el espacio in alio, crea una inco-
modidad, o incluso una imposibilidad corporal puesto que, como es evidente,
los personajes no pueden superponerse en un mismo punto. En ese mo-
mento, E se convierte en una zona in alio -lo contrario de un punto in se- que
Beckett percibirá como una "zona de peligro" que supone una "desviación" o
accidente del recorrido.330
Esta transformación es fundamental. Nos obliga a desdoblar nuestro
punto de vista sobre el dispositivo de Beckett. El punto de vista in se es es-
tructural: le basta el agotamiento en el sentido combinatorio y parece con-
firmar la visión habitual del minimalismo como "pureza" formal o logos
geométrico. El punto de vista in alio, que incluye el accidente en el dispositivo,
ha de ser más fenomenológico: incluso más allá de la fatiga y el agotamiento
fisiológico, del que tan acertadamente habla Deleuze, el accidente hace que,
en lo sucesivo, en todo el espacio y el tiempo de Quad quede en suspenso la
cuestión del peligro, por lo tanto, el pathos del miedo. Nos recuerda de paso
que el pathos-y el antropomorfismo, la intensidad, la inquietante extrañeza
que lo acompañan- nunca ha estado ausente de los trabajos minimalistas de
Tony Smith, Ad Reinhardt, Robert Morris, Sol LeWitt o Richard Serra en los
años '60 y '70331, sin olvidar a Bruce Nauman, tan cercano en muchos aspectos
a la obra de Beckett.332
Nos decimos entonces que Quad también podría comprenderse en el
elemento de miedo que rezuma de cada sombra de La Madriguera de
Kafka333, o en el que acompaña la luz cegadora de las plazas de toros. No
puedo evitar pensar en esa "zona de peligro", en el centro de Quad, cuando
334 ZUMBIEHL, François, Des taureaux dans la tête, I, Paris: Autrement, 1987 (ed. 2004),
p.46 [trad, cast.: La voz del toreo, Madrid: Alianza, 2002].
335 DELEUZE, G., "L'épuisé", art. cit., p.72.
336 Ib., pp.73 y 76.
337 Ib., pp.72 y 76.
imagen".338
Una de las cosas gratas del diálogo filosófico con un pensador querido
consiste en agradecerle que exprese tan bien lo que uno mismo había querido
expresar, pero en una forma invertida. La imagen, me parece, abre el len-
guaje, la lógica, la memoria, la duración: lo cual, precisamente, no quiere
decir que sea afásica, alógica, amnésica o que se disipe al momento. A partir
de una lectura de Nietzsche que Deleuze, me imagino, no habría
desaprobado, Aby Warburg mostró que las imágenes deben ser
comprendidas en términos de energía e intensidad; pero esta energía no es
nunca "pura", siempre se adhiere a algo en la historia y, por lo tanto, no se
disipa pura y simplemente, sino que sobrevive bajo otra forma, como vestigio,
resto, laguna, síntoma, obsesión, memoria inconsciente.339 Es cierto que la
imagen detona y que la imagen arde: pero la explosión, que nos ensordece
por un tiempo, también nos hace escucharlo todo, más tarde, en la armonía
misma de su fuerza destructiva; de la combustión nos queda un sabor a ceniza
en la boca durante mucho tiempo.
Me llama la atención una extraña expresión que emplea Beckett, y
recoge Deleuze: "Hice la imagen".340 Como cuando se dice, por ejemplo: "Hice
el amor". Deleuze atribuye a la incertidumbre en cuanto a lo absoluto de la
imagen el hecho de que Rembrandt haya podido seguir pintando después de
alguna de sus obras maestras. Pero ¿acaso se vuelve a hacer el amor porque
no se estaba seguro de haber alcanzado la última vez la "energía pura"? ¿No
es la impureza misma de la imagen -como del amor, por otra parte- lo que
nos hace continuamente volver a hacer y continuar? Deleuze habla muy bien
de un ir y venir, en el acto de imagen, entre la intensio -"tensión", "evocación
callada que es también una invocación e incluso una convocación"- y la
revocado o "proceso de su propia desaparición, de su disipación".341 ¿No hay
que completar esa vacilación con un tercer término temporalizador, el de la
retentio por ejemplo, es decir el acto de mantener pese a todo algo de la
imagen pasada, una memoria de lo que ha sido invocado y luego revocado en
la imagen? ¿No sería precisamente una manera de comprender cómo
funciona tan a menudo como una "pequeña cantilena"?342
Lo que la imagen pone en escena, siempre, es tiempo. El mismo Bec-
339 Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., L'image survivante. Histoire de l'art et temps des fantômes
selon Aby Warburg, Paris: Éditions de Minuit, 2002 [trad. cast.: La imagen superviviente:
historia del arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg, Madrid: Abada, 2009, trad.
J. Calatrava],
340 BECKETT, S., L'image (con fecha "años '50"), Paris: Éditions de Minuit, 1988, p.18.
341 DELEUZE, G., "L'épuisé", art. cit., pp.96-97.
342 Ib., p.72.
(2005)
El ser que mariposea
343 Id., "Nacht und Träume" (1982), Quad et autres pièces pour la télévision, op. cit., p.53
[trad, cast.: Los Lieder de Schubert, Madrid: Hyperion, 2005, trad. F. Pérez Cárceles, vol.
Ill, p.269],
344 Id., L'Innommable, Paris: Éditions de Minuit, 1953, p.213 [trad, cast.: El innombrable,
Madrid: Alianza, 2002, trad. R. Santos Torroella, p.224].
345 DELEUZE, G., "L'épuisé", art. cit., p.69.
40. Alain Fleischer, L'Homme du Pindó, 1991-1994. Videograma del filme. Coiecdón del
artista
mucho tiempo, cierto cubo de basura, me imagino que propicio a algún pen-
samiento importante, etc.
Así, el hombre camina siguiendo un recorrido cuyo ritmo viene marcado
por las paradas, los mojones, las fronteras, los obstáculos, los pasos, todo ello
muy real y a la vez muy imaginario. El modo de andar es voluntarioso, irre-
sistible incluso, alegre, atareado, casi deportivo, siempre con un balanceo un
tanto extraño. Parece llevar consigo la mezcla imposible de definir de una ani-
malidad habitada, de manera soberana, por la psique. Unas veces, de repente,
se vuelve francamente coreográfico, con los brazos alzados. Otras, hace que el
hombre que anda se precipite hacia la cámara: mira y, enseguida, se va, como
si nada le hubiera afectado. Pasa delante de un puesto, roba una fruta con tal
concentración, tal seriedad que la tendera no dice nada. Pela, come, se frota
las manos insistentemente, se hace algunas señales en la boca. Ante el Palazzo
di Giustizia, se sienta en un banco -su banco, sin duda alguna-, cuenta con los
dedos, se balancea otro poco, recita algo, escucha en el hueco de la mano,
sonríe como un bendito, reflexiona profundamente, habla con la atmósfera.
Mira el reloj por enésima vez y se levanta. Amaga un paso de baile. Más
lejos, se detiene delante de su pared y, llegado el momento -dejo de lado la
cuestión de saber quién ha querido ese instante-da una patada inútil, y se
escapa. Delante de un panel que lleva la inscripción Infila, vuelve sobre sus
pasos, siempre con ese andar danzarín característico de las niñas que juegan a
la rayuela.
Mira el reloj por enésima vez más una y se angustia ante un paso de
peatones. Habla a una muchedumbre imaginaria, organiza mental y ges-
tualmente el tráfico. Es el agente de policía imaginario de los rizomas y los
esquizos. Indica direcciones, se burla, pide ayuda, se ríe a carcajadas, se pone
furioso, salta a pies juntiñas, se muerde las manos, se dobla en dos hasta el
suelo, hace la señal de la victoria, se pone a mascullar, arenga a las masas, mira
el reloj por enésima vez más dos. Su mano derecha describe sin cesar un
movimiento que recuerda a la escritura. Algunas veces, pone los dedos en V,
como los encargados del encuadre en el cine, pero vueltos hacia él mismo.
Nadie le hace caso. Solo el contacto con un automovilista que se aparca delante
de su cubo de basura -para dar de comer a unos gatos, su ceremonial, su propia
obra- dará lugar a un número mudo a lo Beckett. Otro cubo de basura, y luego
verá el porche de otro edificio, antes de llamar al interfono y desaparecer.
La sesión será larga, tal vez un tanto difícil.347 Podría ser aún más larga,
puesto que la película en sí, más allá de esta sesión, dura en realidad-quiero
347 Noventa minutos, en el marco de una retrospectiva organizada por la Galerie nationale
du Jeu de Paume (París) en diciembre de 1998. La descripción anterior se basa en un montaje
de unos treinta minutos realizado en 1994.
348 Es lo que indica un rótulo en el montaje de 1994: "Las imágenes que siguen son un breve
extracto de un conjunto de más de sesenta horas rodado a lo largo de un período de cerca
de dos años, que dará lugar a un largometraje y una instalación multi-pantalla".
349 Cfr. Alain Fleischer. Obscures cérémonies, París: Musée national d'Art moderne - Centre
Georges Pompidou, 1994, p.18.
Más que caminar, el hombre que camina baila. Más exactamente, diré
que mariposea. Es una forma de andar batiendo los miembros, una forma de
andar a tirones, hecha de tics. Es casi la "corea" de la que hablaban los alie-
nistas de antaño a propósito del baile de San Vito. Me viene a la mente el verbo
350 FLEISCHER, A., "Obscures cérémonies", ib., p.3. Se podría relacionar L'Homme du
Pindó con otras muchas películas de Alain Flelscher, sobre todo Le Règlement (1969),
Quelques activités de Christian B. (1970) o también L'Homme de 5 heures 35 (1970).
“mariposear" porque esta danza del hombre que camina resulta paradójica:
por un lado libre, revoloteante, agitada, pulsativa, dotada de una extraña
libertad; por otro lado, cautiva, desesperada, impotente, autodestructiva en
su misma agitación. El hombre que camina da vueltas alrededor de su cubo de
basura igual que una falena alrededor de una vela; se arroja contra su pared
igual que una mariposa se golpea contra un cristal -sin
A veces no he filmado más que ideas, a quienes [sic] no he dado más una
apariencia de cuerpo, una apariencia de filme, inacabado, latente: solo
un negativo desarrollado, invisible, el negativo de un cuerpo, su molde.
A veces, esas ideas, esos filmes, esas ideas de filmes, esas ideas filmadas,
esos cuerpos sin imágenes visibles, me visitan como fantasmas.
Fantasmas de ideas, fantasmas de ideas de filmes, fantasmas de filmes.
Son siempre esos filmes, abandonados en su estado virtual, en su espera,
en su latencia, los que se me presentan cuando pienso en los filmes que
he hecho. Pienso en ellos, mucho más que en aquellos a los que he dado
más o menos lo necesario para existir de verdad, cuando no
definitivamente... A veces, se habla de películas malditas: eso significa
que el público para el cual habían sido rodadas las relegó. Mis películas,
aquellas en las que pienso, primero han sido malditas por el propio
cineasta, a la vez bienamadas y abandonadas. Pero, a decir verdad, no
Hay en estas frases un uso muy singular de la palabra "idea". ¿Se trata
de la idea como modelo, la idea-axioma de la que todas las películas reales no
serían sino copias deficientes? Probablemente, no. Más bien, se trata de dos
cosas vinculadas al propio cine. Primero, cierto estatuto del personaje como
objeto focal del filme. En las frases citadas, Alain Fleischer se permite unos
leves deslizamientos sintácticos: "[...] ideas a quienes no he dado más que una
apariencia de cuerpo [y que] me visitan...". Es decir, el artista habla de las ideas
como de personajes -es cierto que fantasmales, o enmascarados. Larvae,
personae. Así es el hombre que camina: no tiene nada que contar de su vida
presente, no tiene ningún papel que desempeñar. Se conforma con aceptar
que pongan una mirada insistente sobre el encuentro de su cuerpo con una ley
-espacial, rítmica- de la que nadie sabrá nada. No hay ningún sentido de la
historia, por lo tanto tampoco "interpretación" en el sentido corriente. Solo la
constancia de ese encuentro. ¿Acaso se pregunta a una mariposa de dónde
viene, por qué se posa en tal sitio, cuál es su proyecto? Ese sería, pues, el
personaje según Fleischer: algo así como un animal que baila y preserva la
oscuridad de su psique. Una mariposa cuya intimidad no explicada -es decir, la
oscuridad- tomará valor de "idea" fílmica:
351 Id., "Certains de mes films queje n'ai jamás vus et ceux que j'aimerais revoir", Alain
Fleischer. Rétrospective, Paris: Galerie nationale du Jeu de Paume (sala audiovisual), 1998.
354 Cfr. FÉDIDA, Pierre, "U'objeu'. Objet, jeu et enfance", L'Absence, Paris: Gallimard, 1978,
pp.97-195.
355 Cfr. HOLVECK, M. y PAÏNI, D., Fleischer, Roma: Edizioni Carte Segrete, 1988, pp.97-127.
DURAND, R. y MALET, R. M. (dir.), Alain Fleischer, 1970-1995, Barcelona-Paris: Fundado Joan
Miró-AFAA, 1996, pp.55-59. Se trata de una serie de la cual imagino que las imágenes
expuestas fueron el resultado de una elección casi aleatoria en el campo latente conside-
rable de los negativos o las planchas-contacto.
41. Alain Fleischer, Happy Days. Les apparítions du petit clown, 1986. Revelado cibachrome. Colección
privada.
donde se desprende). Momento visual tan aleatorio y necesario como la co-
reografía revoloteante del hombre-mariposa.
356 LITTRÉ, Émile, Dictionnaire de la langue française, París: Hachette, 1974, III, p.929.
357 Cfr. BATAILLE, Georges, La Part maudite, I. La consumation (1949), Œuvres complètes,
VII, Paris: Gallimard, 1976, pp.17-179 [trad, cast.: La parte maldita, Barcelona: Icaria, 1987,
trad. F. Muñoz, p.81].
a sus polimorfas versiones del mundo. Por lo tanto, nunca dejará de capturar
imágenes. Como es sabido, los niños son insaciables. En cuanto al padre, tal vez
no consienta en arruinarse en revelados y copias. Pero ese no es el problema:
las cazas, las capturas -lo que en lenguaje adulto, o técnico, se llamará
"rodajes", "sesiones de tomas de vista"- seguirán hasta el infinito, oscuras
ceremonias y gastos improductivos mezclados. Al cabo de un tiempo, la
habitación del niño estará llena de un montón de carretes, películas sin revelar,
cintas de vídeo, filmes en su caja. ¿No sería eso una parábola, incluso un
modelo teórico?
En el famoso ejemplo analizado por Freud, un niño juega con un carrete
de madera y constituye, en el tiempo de ese juego, un primer dominio de las
relaciones desgarradoras entre el aquí y el lejos, entre la presencia y la
ausencia.358 En el ejemplo actual, el montón de carretes sería, en medio de la
habitación infantil, algo así como un depósito psíquico móvil, incierto, inac-
tualizado. Como una memoria paradójica: la memoria descompuesta, no ac-
cesible -y sin embargo ahí, en montones- de los mariposeos conjugados del
cazador de imágenes y las presas vivas. Más allá de la arborescencia y el rizoma,
que conservan en ambos casos una relación con la tierra, con el arraigo, el
montón de carretes solo muestra su fragilidad: móvil por esencia, susceptible
de ser trasladado, de perderse, de ser arrojado a la basura de la noche a la
mañana. Es el archivo sin raíces del mariposeo del ser.
En ese gran mito infantil que es la caída -la desobediencia- de Adán y Eva, los
Padres de la Iglesia seleccionaron, en el pasado, un hecho de antropología
fundamental: el niño perverso -es la palabra comentada en latín de exégesis:
perversio, el acto de volver la mirada en el otro sentido, hasta dejarlo todo
atravesado, patas arriba- destruyó por culpa de su curiosidad la imagen de Dios
en él: por lo tanto, ya no es "a semejanza" de Dios (y por eso deviene mortal).
La imagen de Dios está en él "deformada", "marchita", "descolorida",
"oscurecida", "destrozada"359... Y por eso ahora va errante por una región del
ser-pero más aún del no-ser- que San Agustín llamaba ya la región de la
desemejanza.360 Para no acabar con toda esperanza, los teólogos admitieron
{1999)
La aguja y la mariposa, o el dispositivo del silencio penetrante
¿Hemos sido más favorecidos que las mariposas? Como larvas, ¿no ca-
recemos acaso de mirada y de palabra, asfixiados en la masa de nuestras for-
mas embrionarias? ¿Y sin embargo ya fantasmas, pronto aparecidos {larvae),
puesto que se disponen a darnos un nombre y un apellido que unos muertos,
mucho antes que nosotros, ya habían llevado?364 Como crisálidas, ¿no carece-
mos acaso de experiencia y sabiduría, asfixiados en nuestros pañales o nues-
tras desazones infantiles? ¿Y sin embargo, ya espectros de este origen que nos
atraviesa, nos reviste y nos habita por entero? Como ¡magos, ¿no carecemos
acaso de la opción de cambiar de piel -de forma y color-, asfixiados en las
elaboradas simetrías de nuestros hermosos ornamentos? ¿Y por lo tanto
destinados ya a servir de trofeo, de representación, de antepasado traspasado,
para quienes pronto querrán usarnos como fantasmas, transmitir nuestro
nombre a sus pequeñas larvas, e cosí v/'o...?
Es cierto que la ¡mago -la mariposa adulta- vuela. Explora, va y viene (en
realidad, no hace otra cosa que revolotear torpemente, por ser corta de vista).
Se embriaga con las flores del campo en el que ha nacido, tal vez se aventure
hasta el lindero del prado vecino, crea descubrir otros mundos, tenga la
sensación de escaparse. Eso dura un día o dos: corta vida. La tercera noche, se
exalta de verdad ante la claridad cegadora de una bombilla colgada del techo -
su última verdad, su absoluto-, y muere. O bien cae convertida en polvo,
dejando en el suelo algunas huellas de pigmento que el viento no tardará en
dispersar. O bien un entomólogo escrupuloso la clavará con un alfiler en un
panel de madera en una vitrina y colocará detrás la etiqueta con su nombre en
latín. Un nombre de lengua muerta, un viejo nombre de obsesión.
364 Cfr. FREUD, Sigmund, L'interprétation des rêves (1900), trad. I. Meyerson, revis. por
D. Berger, París: PUF, 1971, p.415: "Los nombres son hijos de revenants" [trad. cast.: La
interpretación de los sueños, Madrid: Alianza, 1976, trad. L. López Ballesteros, vi. 3, p.70.
"Revenants", en francés en el original]. Citado y comentado por GRANOFF, W., Filiations.
L'avenir du complexe d'Œdipe, Paris: Éditions de Minuit, 1975, p.111.
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 171
FALEN AS
365 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge (1904-1910), trad. M. Betz, Œuvres, I.
Proses, ed. P. de Man, París: Le Seuil, 1966, pp.547-716. A propósito de la larga redacción de
este texto, cfr. FREEDMAN, R., Rilke. La vie d'un poète (1996), trad. P. Furlan, París-Arles:
Solin-Actes Sud, 1998, pp.232-234, 298-302, 383-387, 414-420, etc. Cfr. MAN, Paul de,
"Chronologie de la vie de Rainer Maria Rilke", Œuvres, II. Poésie, París: Le Seuil, 1972, pp.53-
55: "En febrero de 1904, empezó la redacción de los Cuadernos de Malte Laurids Brigge, que
proseguirá durante muchos años. [...] En octubre de 1907, Rilke anuncia que Malte,
empezado desde 1904, ya está tomando forma. Mayo 1908-1910. Rilke está sobre todo en
París donde se dedica a Malte, que se ha convertido en una obsesión. Por intervención de
su editor y amigo [Anton] Kippenberg, Rilke acaba por fin con esta obra que aparece el 7 de
junio de 1910. [...] Después de Malte, Rilke pasa por una seria crisis de depresión física y
mental. Considera, y rechaza, la posibilidad de un psicoanálisis. Entre 1910 y 1914, residirá
en unos cincuenta sitios diferentes. [...] Le atienden en Valmont y se va a París, el 6 de enero
de 1925, para su última estancia en la capital francesa. Allí colabora con Maurice Betz en la
traducción de Malte [...]". De los Cuadernos de Malte Laurids Brigge existen otras dos
traducciones francesas: una de C. David, en RILKE, R. M., Œuvres en prose. Récits et essais,
ed. C. David, Paris: Gallimard, 1993, pp.433-604; otra, de C. Porcel, con el título Les Carnets
de Malte Laurids Brigge, Paris: Flammarion, 1995.
366 Cfr. FÉDIDA, P., "Passé anachronique et présent réminiscent. Épos et puissance mémo-
riale du langage", L'Écrit du temps, n® 10,1985, pp.23-45.
367 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., pp.585-586 [trad. cast.: Los
cuadernos de Malte Laurids Brigge, Buenos Aires: Losada, 1958, trad. F. Ayala, p.59. La
edición de Alianza (Madrid, 1981, Los apuntes de Malte Laurids Brigge) recoge la misma
traducción].
172 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
Igual que una cosa mucho tiempo perdida se vuelve a encontrar una
mañana en un sitio, cuidada y buena, casi más nueva que el día de la
pérdida, como si hubiese estado confiada al cuidado de alguien, igual-
370 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.588.
371 Cfr. MOSCOVICI, M., Il est arrivé quelque chose. Approches de l'événement psychique,
Paris: Ramsay, 1989.
*N. del T.: "Dans le surplomb et l’aître du temps". "Surplomb" indica una cima que sobresale
con relación a la vertical ("desplome, vuelo"). "L'aítre" (de extern, se refiere al porche de una
iglesia o a una galería cubierta que rodeaba un cementerio o una casa, según Littré y Rey;
hoy en día se usaría en plural: "aítres", más frecuentemente, "êtres": disposición de una
casa) suena igual que "l'être" ("el ser").
372 RILKE, R, M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.588.
373 Id., Auguste Rodin (1903-1907), trad. M. Betz, Œuvres, I. Proses, op. cit., p.431. Id., "Ru-
meur des âges" (1919), trad. M. Betz, ib., pp.300-305 [trad, cast.: Auguste Rodin, Barcelona:
Nortesur, 2009, trad. J. Seca, p.76].
174 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
374 Id., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.588.
375 Cfr. DIDl-HUBERMAN, G., "L'image-matrice. Généalogie et vérité de la ressemblance
selon Pline l'Ancien, Histoire naturelle, XXXV, 1-7", L'Inactuel, n9 6, 1996, pp.1090-125 (re-
cogido en Devant le temps. Histoire de l'art et anachronisme des images, Paris: Éditions de
Minuit, 2000, pp.59-83) [trad. cast.: Ante el tiempo. Historia del arte y anacronismo de las
imágenes, Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2011, trad. A. Oviedo],
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 175
FALENAS
"Mi padre murió [...], llegué demasiado tarde".376 Obra negativa de ese
contratiempo del destino: el narrador será privado de la visión -por lo tanto del
recuerdo- de ese paso de la vida a la muerte. A su vez, el lector también será
privado de toda descripción ejemplar, agonía o arte de morir. La imago está
bien muerta, pero de eso mismo la imagen se nos escapa. Obra positiva, si
puede decirse así, del contratiempo: en el trabajo de la escritura se construye
una situación, una dinámica, de tal modo que desplazamientos y con-
densaciones describirán un intenso movimiento giratorio, un flujo de
remolinos engullido incesantemente, nunca del todo atrapado, por este lugar,
por este ahí, este eso. La imago está muerta: en la estela misma de su
desaparición, se instaurará un tiempo de la obsesión, el tiempo en el que la
imagen vuelve hacia nosotros.
Hay una especie de ronda, de negra cantinela en torno a las páginas en
las que esta desaparición se ha dicho de una vez por todas ("Mi padre murió").
Efectivamente, muy pronto surge una gran cantidad de flashes, de
congelaciones de imágenes: es la "joven pálida" que muere de repente en un
tranvía, en Nápoles, a la que la madre sacudía, "tiraba de ella y la empujaba,
de izquierda a derecha, como una muñeca", terminando por "pegar con todas
sus fuerzas esa cara abotargada para que no se muriera"; es el pobre perro
que, interminablemente, agoniza frente al narrador "con una extrañeza do-
lorosa"; son las moscas que "se arrastraban por todas partes y poco a poco
recubrían toda la habitación con su muerte"; es el final ejemplar de ese poeta
que rectifica una palabra mal pronunciada por su enfermera justo antes de dar
el último suspiro.377
Pero, sobre todo, el contratiempo abre, en la escritura de los Cuadernos,
un tiempo del a-destiempo. Por otra parte, sería mejor hablar en este caso de
un tiempo del golpe de después*. Así como los grandes ataques histéricos,
según se dice, son precedidos por un momento "atmosférico" - un momento
de aura-, el golpe terrible que va a surgir del texto de Rilke está precedido de
varias anotaciones sensoriales sobre el aire y sobre el lugar. Alrededor del
cuerpo expuesto sobre un fondo de féretro abierto - es decir, de planchas, un
poco como una caja de mariposas-, "el olor de las flores era ininteligible, como
demasiadas voces que resuenan a la vez"; y, en esta hiperestesia del aire, "el
medio [parecía] nuevo y me afectaba penosamente. Nueva era esta habitación
desoladora", nuevos los seres que la poblaban calladamente, como esos dos
376 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.649.
377 Ib., pp.654-657.
* N. del T.: Juego entre "après-coup" ("a destiempo", "fuera de tiempo") y "coup d'après"
(golpe, herida, de después...).
176 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
eso ha hecho su agujero, incluso su núcleo -en todo caso su ahí- en el ser de las
crisálidas que somos. No es casualidad que Rilke, en otra parte que en los
Cuadernos, recurra a un pasado genealógico para decir la dignidad de una
muerte contenida en nosotros como un ahí -bolsa o núcleo, joyero o joya-tanto
genérico como íntimo:
387 RILKE, R., M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.553. Este pasaje está escrito
para contrastar con la muerte médica que Rilke encuentra en los hospitales parisinos {"Voilà
votre mort, monsieur1. [En francés, en el original]. Se muere según viene la cosa, se muere
de la muerte que forma parte de la enfermedad que se sufre. [...] y el enfermo, por decirlo
así, no tiene nada que hacer", Ib., p.553).
388 Cfr. sobre todo FRAZER, James George, La Crainte des morts (1933), trad. M. Drucker,
París: Nourry, 1934.
180 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
389 Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., "Un sang d'images". Nouvelle revue de psychanalyse, n9 32,
1985, pp.123-153.
390 Cfr. sobre todo SCHILLER, G., Iconography of Christian Art, II. The Passion of Jesus-Christ
(1968), trad. J. Sellgman, Londres-Bradford-Greenwich: Lund Humphries-New York Graphic
Society, 1972, pp.88-162.
391 Las llagas-bocas, en Crivelli están en todas partes, sobre todo en los grandes polipticos
en los que está representado Cristo muerto: polipticos de 1472 y 1476, polipticos de Porto
San Giorgio, de Massa Fermana, de Ascoli Piceno, de Montefiore, de Monte San Martino.
Pero también en las Pietà de Boston, el Vaticano, Milán (Brera) y Cambridge (Fogg Art Mu-
seum). Sobre Crivelli, cfr. ZAMPETTi, P., Carlo Crivelli, Florencia: Nardini, 1986.
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 181
FALENAS
399 Id., Auguste Rodin, op. cit., pp.434-435 [trad. cit., p. 80],
400 Id., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.550.
184 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
Hay que repetir que ese material no es para nada una colección de re-
cuerdos -ni siquiera infantiles- puesta a disposición del relato literario. Rilke,
prolongando a Marcel Prousty la "memoria involuntaria", adopta también la
do- lorosa ciencia del síntoma: el objeto de reaparición no es el pasado, sino lo
reprimido. De este, la imagen se nos escapa. Ningún esfuerzo de memoria,
ninguna decisión hará que esté disponible para nosotros. A la "experiencia"
según Rilke le hace falta el olvido prolongado de los recuerdos. Y la paciencia,
y la espera: la espera de que, años más tarde, de repente, una caída inesperada
(symptóma) haga volver a nosotros la imagen. Incluso, en la angustia que nos
alcanza y nos devora en las redes de su obsesión. Tal vez entonces "se alce la
primera palabra de un verso": pues de lo que se trataba, desde el principio, era
de poseía.
Creo que debería empezar a trabajar un poco, ahora que aprendo a ver.
[...] Pues los versos no son, como creen algunos, sentimientos (se tienen
siempre demasiado pronto), son experiencias. Para escribir un solo
verso, es necesario haber visto mucho [...]. Es necesario tener recuerdos
de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra, de
gritos de parturientas, y de leves, blancas, durmientes paridas, que se
cierran. Es necesario aun haber estado al lado de los moribundos, haber
permanecido sentado junto a los muertos en la habitación, con la ven-
tana abierta y los ruidos que vienen a golpes. Y tampoco basta con tener
recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que
tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues los recuerdos mismos
no son aún esto. Cuando se convierten en sangre, mirada, gesto en
nosotros, cuando ya no tienen nombre y no se les distingue de nosotros
mismos, solo entonces puede suceder que en una hora muy rara, de su
centro, se eleve la primera palabra de un verso.401
(2000)
401Ib., pp.559-560.
CONTRACAMPO - SHANGRI LA TEXTOS APARTE 185
Bajo la mirada de las palabras
Se suele tener una idea muy pobre de lo que es una imagen poética.
Cierta crítica literaria, procedente de Jung o de Bachelard, la había reducido a
imaginario, reclamando con esa palabra un reino ideal de motivos típicos que
pueden ser clasificados en repertorios iconográficos y llevan toda imagen hacia
el arquetipo. Luego, el estructuralismo -con toda legitimidad- quiso dar mayor
sutileza a esta concepción, pero, de hecho, llevando toda imagen hacia la
metáfora y reduciéndola a lo que llamaba lo simbólico. En el ejemplo favorito
de Lacan402, la metáfora de Hugo -"Su gavilla no era ni avara ni maliciosa"-nos
deja poco espacio para imaginarla, precisamente: ¿qué "gavilla"? ¿De dónde
surge? ¿Hasta dónde llega? ¿De qué7 está hecha? ¿De qué color es? ¿Qué
formas despliega? ¿Cómo las transforma? ¿Cuáles son su fondo, su campo, su
energía? De la misma manera que los defensores de lo "imaginario" habían
ignorado a menudo lo que las palabras hacen a las imágenes, simétricamente,
los defensores de lo "simbólico" fracasarán a la hora de reconocer una buena
parte de lo que las imágenes hacen a las palabras.
Este libro403 hace justicia a esas dos alternativas. Para analizar lo que
Rilke hizo y transformó realmente cada vez que producía una imagen poética,
Karine
Winkelvoss tuvo que empezar por delimitar los falsos problemas, eliminar los
dualismos engañosos: por ejemplo, cuando se intenta cimentar la oposición, y
luego la jerarquía, entre "la palabra" y "la imagen", y entonces el término
depreciado es comprendido sistemáticamente como la mala traducción o la
copia débil del término valorizado. De ahí, por contraste, en este libro, el re-
chazo de principio a ver una oposición en la verdadera respiración que pro-
ponen los versos de un famoso poema de 1914 titulado Cambio: "La obra de
los ojos está hecha, / haz ahora la obra del corazón / con las imágenes en ti"404
402 LACAN, Jacques, Écrits, París: Le Seuil, 1966, pp.506-508 [trad. cast.: Escritos,
México: Siglo XXI, 2008, trad. T. Segovia].
403 WINKELVOSS, Karine, Rilke, la pensée des yeux, Paris-Asnières: Université de la
Sorbonne Nouvelle-Institut d'Allemand d'Asniéres, 2004 (libro que lleva este texto como
prólogo).
404 RILKE, Rainer Maria, Œuvres poétiques et théâtrales, ed. dirigida por G. Stieg, Paris: Gal-
limard, 1997, p.566 [trad. cast.: Antología poética, Madrid: Espasa-Calpe, 1968, trad. J. Fe-
rreiro Alemparte, p.190]. Nos iniciamos a un autor extranjero a través de la musicalidad
propia de su traductor. Por lo tanto, es siempre difícil renunciar a esa música, vinculada
como está al recuerdo mismo del descubrimiento: citaré, pues, a menudo las traducciones
de Maurice Betz o Philippe Jaccottet, sin por ello ignorar las excelentes ediciones criticas de
Gerald Stieg y Claude David para la "Bibliothèque de la Pléiade".
186 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
-el trabajo entero de Karine Winkelvoss podría leerse como una glosa filosófica
de estos versos. No cabe oponer un Rilke del Gesicht a un Rilke del Un-
sichtbares, porque enfrentar lo visible a lo invisible equivale a no comprender
nada de sus relaciones concretas, y a ignorar el -es cierto que misterioso-tercer
término, el "corazón" que hace posibles, e incluso inevitables, sus incesantes
conflictos y altercados, que son de hecho incesantes pulsaciones.
De ahí la firme discusión de Karine Winkelvoss con Paul de Man, que
quiso aprovechar esta oposición enfrentando a Rilke con la "imagen" en nom-
bre del "significante", contra la materia visual en nombre de la materia sonora,
esa phoné que toda poesía que se precie, sobre todo después de Mallarmé,
pone en juego.405 Sin embargo, hay algo muy distinto de esa abstracción
"fonocéntrica" en los poemas de Rilke. Lejos de una supuesta "conversión de
la función visual [...] en audición pura"406, Karine Winkelvoss muestra que el
poeta reivindicó, puso en práctica y reinventò todo un "pensamiento de los
ojos" que convierte -conservemos el término operativo- otras muchas cosas
que lo que declaraba Paul de Man. Entonces, ¿qué?, puesto que, evi-
dentemente, no se trata de volver a una iconografía, menos aún a una sencilla
metafísica de la imagen. La pregunta exige adentrarse paso a paso en el mismo
trabajo de esa "obra del corazón sobre las imágenes" ofrecida a nuestra
lectura, puesto que está hecha de simples palabras.
Es una obra de palabras movidas por el deseo de ver y hacer ver. Aunque
habría que entenderse sobre lo que quiere decir ver en este contexto. En 1896,
Rilke expresaba así su admiración por los poemas de Hans Benzmann: "No he
leído, he mirado. [...] Esos poemas son imágenes en el sentido propio".407 Unos
quince años más tarde, ese será el leitmotiv, el imperativo poético de los
Cuadernos de Malte Laurids Brigge: "Aprendo a ver".408 Pero ¿cómo aprender
a ver con palabras? Y, recíprocamente, ¿qué puede enseñarnos sobre el acto
de ver una composición de palabras? Rilke empieza por responder que ver, en
el sentido radical, consiste en aceptar la experiencia -el riesgo, la prueba, el
desposeimiento- de ser mirado por lo que vemos. De ser afectado,
405 MAN, Paul de, "Introduction" a RILKE, R. M., Œuvres, II. Poésie, ed. dirigida por P. de
Man, París: Le Seuil, 1972, p.32.
406 Ib., p.42.
407 Citado por WINKELVOSS, K., Rilke, la pensée des yeux, op. cit., p.35.
408 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge (1904-1910), trad. M. Betz, Œuvres, I.
Prose, ed. dirigida por P. de Man, Paris: Le Seuil, 1966, p.550, etc. [trad, cast: Los cuadernos
de Malte Laurids Brigge, Buenos Aires: Losada, 1958].
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 187
FALENAS
409 Id., Lettres à un jeune poète (1929), trad. B. Grasset, ib., p.316 [trad, cast.: Cartas a un
joven poeta, Buenos Aires: Siglo Veinte, 1970, trad. L. di lorio, p.23].
410 Id., Lettres sur Cézanne (1907), trad. P. Jaccottet, Paris: Le Seuil, 1991, p.47 [trad, cast.:
Cartas sobre Cézanne, Barcelona: Paidós, 1985, trad. N. Ancochéa, p. 40].
411 WINKELVOSS, K., La pensée des yeux, op. cit., p.51.
188 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
quedarse en su sitio. Las fronteras bailan, las líneas divisorias, con sus jerar-
quías aferentes -palabras "bajo" las imágenes o imágenes "bajo" las palabras-,
se derrumban en provecho de un movimiento supremo, de un paso, de una
conversión generalizada. Hay que Wamar figura a este movimiento. La palabra
es apropiada, puesto que sus valores de uso atañen por igual a lo visual
(empieza por los rostros vistos, las "figuras" de nuestros allegados) y a lo tex-
tual (empieza por los tropos descifrados, las "figuras" del lenguaje). Karine
Winkelvoss ha explorado sus poderes, no en lo relativo a una construcción en
abismo de tipo semiótico -es la figura como "metáfora de la metáfora", según
Paul de Man-, sino más bien en lo que se refiere a una conceptualiza- ción que
prolonga la Darstellbarkeit freudiana: allí donde se transforman re-
cíprocamente el espacio del cuerpo y el de la psique, el espacio de las cosas y
el de la palabra. Se entiende entonces que Rilke haya escrito no tanto para
metaforizar su relación con el mundo y consigo mismo cuanto para meta-
morfosear recíprocamente todo lo que estaba delante y dentro de él. Con-
versiones que han resultado posibles por palabras inauditas que se han vuelto
videntes y transmisoras de cosas hasta entonces desapercibidas, tanto delante
como dentro.
Evidentemente, me ha resultado turbador descubrir, en este trabajo
dedicado a un arte poético, cierto valor de uso de mis propios intentos para
comprender, en el campo de las artes visuales, lo que quiere decir figurar. No
soy el juez más adecuado para evaluar hasta dónde puede operar este valor de
uso. Pero, después de todo, parece lógico que el "pan" ["fragmento"]412 - con
otras nociones destinadas, como él, a sacar a la disciplina iconològica, incluso
a la estética filosófica, de algunos recurrentes callejones sin salida- encuentre
aquí de nuevo su aspecto de origen, que es precisamente el de la escritura
poética (no es casualidad que a Karine Winkelvoss le hayan llamado la atención
las analogías entre Rilke y Proust).
Además, hay que invertir la pregunta: no interrogarse sobre la utilidad
de una reflexión histórica y estética para comprender mejor un objeto literario
como la obra de Rilke, sino en qué las palabras videntes de un poeta pueden
revelar al filósofo o al historiador del arte -en general, a cualquier persona que
abra los ojos e intente pensarlo-el "corazón" mismo de sus propios objetos de
mirada. Historicismo y positivismo sueñan con descripciones sin distancias:
412 N. del T.: Como se recordará, el "pan" ("fragmento, parte, lienzo...") hace referencia al
famoso pasaje en el que Bergotte visita una exposición de Vermeer y le llama
poderosamente la atención un fragmento de la Vista de Delft: ese "petit pan de mur jaune"
en el que ve una perfección que él no tiene conciencia de haber logrado en su obra (en La
prisonnière, de À la Recherche du Temps perdu).
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 189
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
desde ese punto de vista, evidentemente, Rilke no hace más que "distanciarse"
de lo que solemos ver en un cuadro de Cézanne, y el “pan" de Proust no es sino
anacronismo con respecto a una descripción "estrictamente histórica" -en caso
de que esta expresión tenga algún sentido- de los cuadros de Vermeer.413
413 Cfr., por ejemplo, ARASSE, Daniel, L'Ambition de Vermeer, París: Adam Biro, 1993, p.13:
"Vermeer ya no es ese artista [...] que fascinó a Proust". De ahí, en nombre de la historia,
una crítica de toda mirada a Vermeer con las palabras de Proust [ib., p.180).
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 193
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
414 RILKE, R. M., "Rumeur des âges" (1919), trad. M. Betz, Œuvres, I. Prose, op. cit., p.305.
415 Id., Œuvres, III. Correspondance, ed. dirigida por P. Jaccottet, Paris: Le Seuil, 1976,
pp.234-240.
sea al mismo tiempo sensible. Es la imaginación una dote casi divina que
ante todo capta, al margen de los métodos filosóficos, las relaciones íntimas y
secretas de las cosas, las correspondencias y las analogías. El realce y el papel
que él otorga a semejante facultad le prestan tal valor [...] que un sabio falto
de imaginación no resulta más que un falso sabio; por lo menos, un sabio in-
completo".416 Goethe había escrito cosas bastante parecidas. En ese caso,
¿cómo extrañarse de que el historiador del arte no construya nunca mejor su
visión de una obra de arte que cuando la escribe, sin creer nunca que la agota
con una descripción, y se arriesga él mismo a hacer surgir imágenes'? Re-
cuérdese a Focillon poseído por la lengua de Flugo cuando habla de Goya, re-
cuérdese a Warburg inspirado por la de Goethe cuando habla del Laocoonte.
El mismo Rilke hace remontar a Baudelaire y a su poema "Una carroña"
esta capacidad del lenguaje moderno de "ver entre esas cosas terribles, esas
cosas que parecen ser meramente repelentes, lo que es, lo que solo cuenta
entre todo lo que es".417 Es una manera de decir que las palabras adecuadas -
o supuestamente tales- de la descripción positiva no hacen más que captar lo
que es captable, es decir, lo que no es esencial; y que solo las palabras videntes
del poeta -puesto que esas figuras, esos desvíos, esas falsas imprecisiones,
esos acercamientos han renunciado a captar- tienen la fuerza de hacernos
mirar, de modo a veces imprevisto, siempre entrevisto, el "corazón" de los
fenómenos en juego de una carroña que se descompone o una imagen del
arte.
Incluso más allá del párrafo que lleva ese título, hay una pregunta que
recorre todo el libro de Karine Winkelvoss: ¿dónde tiene lugar ver en la es-
critura? Si la imagen poética sabe convertir las palabras en ojos, si la imagen
ve-como decía, por su parte, Pierre Fédida de la imagen del sueño418-, a partir
416 BAUDELAIRE, Charles, "Notes nouvelles sur Edgar Poe" (1857), ed. C. Pichois, Œuvres
complètes, II, París: Gallimard, 1976, p.329 [trad. cast.: "Edgar Alian Poe", en POE, E. A., Po-
esía completa, Barcelona: Ediciones 29, trad. A. Sánchez, F. Revilla, p.64].
417 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.594. Cfr. id., Lettres sur Cé-
zanne, op. cit., pp.62-63: "Recordarás seguramente aquel pasaje de los Apuntes de Malte
Laurids que trata de Baudelaire y su poema 'La carroña'. He llegado a pensar que sin esta
poesía toda la evolución hacia el decir objetivo, que ahora creemos reconocer en Cézanne,
no habría podido levantar el vuelo; primero tenían que estar ahí esos versos en su inexo-
rabilidad. Era preciso que la mirada artística se atreviera a ver también en lo horrible y apa-
rentemente solo repugnante la cualidad de ser, lo válido, junto a todo lo demás que es. Igual
que se puede elegir, el espíritu creador tampoco debe permitirse desdeñar cualquier cosa
existente. [...] Puedes adivinar cuánto me emocionó leer que aun en sus últimos años
Cézanne se sabía de memoria esta poesía, la Charogne de Baudelaire".
418 FÉDIDA, Pierre, "Rêve, visage, parole. Le rêve et l'imagination de l'interprétation". Crise
et contre-transfert, Paris: PUF, 1992, pp.111-144.
192 CONTRACAMPO - SHAN G RI LA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
419 Cfr. WINKELVOSS, K., Rilke, la pensée des yeux, op. cit., pp.249-265.
420 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.551.
421 Cfr. WINKELVOSS, K., Rilke, la pensée des yeux, op. cit., pp.75-116.
422 RILKE, R. M., "Auguste Rodin" (1902), trad. M. Betz, Œuvres, I. Prose, op. cit., pp.407-
408.
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 193
FALENAS
423 Id., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.577.
424 Id., Worpwede (1902), trad. B. Lortholary, Œuvres en prose. Récits et essais, ed. dirigida
por C. David, Paris: Gallimard, 1993, p.817.
425 Id., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.597. [N. de T.: mouleur, en francés en
el original].
426 Ib., pp.683-684.
194 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
427 Id., "Ébauche de poème" (1915), trad. M. Petit, Œuvres poétigues et théâtrales, op. cit.,
p. 1746.
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 195
FALENAS
¿En qué tiempo -o más bien en qué tramas, en qué nudos de tiempos
múltiples- declina el poeta sus imágenes? Rilke responde enseguida: "asumir
la infancia" o, como prefiere traducir Karine Winkelvoss, "hacerse cargo del
trabajo de la infancia"430 (der Kindheit leisten). Y en otra parte: "El arte es la
infancia, eso es. El arte es no saber que el mundo ya existe, y hacer uno. No
destruir lo que se encuentra, sino simplemente encontrar que nada está aca-
bado. Solo hay posibilidades. Solo deseos. Y de repente ser realización, ser un
verano, tener sol. Sin hablar de ello, de manera involuntaria. No rematar
nunca. No tener nunca séptimo día".431
Pero esta infancia no es juventud, es antigüedad. Por eso hablar de arte
como poeta es hablar de un "recuerdo de infancia" siempre más viejo que
nosotros mismos y que nuestras propias infancias: "Me siento como alguien
que ha recibido el encargo de recordarles a ustedes su infancia", declara Rilke
al principio de su conferencia sobre Rodin, en 1907. Y sigue diciendo: "No, no
428 Id., "Notes sur Naples et Capri" (1907), trad. C. Porcell, Œuvres en prose, op. cit., pp.408-
409 (comentado por K. Winkelvoss, Rilke, la pensée des yeux, op. cit., p.46).
429 GOETHE, Johann W., "Sur Laocoon" (1798), trad. J.-M. Schaeffer, Écrits sur l'art, Paris:
Flammarion, 1996, pp.164-178 [trad, cast.: "Sobre Laocoonte", Escritos de arte, Madrid:
Síntesis, 1999, trad. M. Salmerón, p.112].
430 RILKE, R. M., Les Cahiers de Malte Laurids Brigge, op. cit., p.652.
431 Id., Les Derniers (1901), trad. C. Porcell, Œuvres en prose, op. cit., p.251.
196 CONTRACAMPO - SHAN G RI LA TEXTOS APARTE
CONOCER Y MIRAR (NO RECONOCER)
solo la suya: todo lo que alguna vez fue infancia. Y es que se trata de despertar
en ustedes recuerdos que no son suyos, que son más viejos que ustedes; hay
que restablecer las relaciones y renovar las conexiones que se hallan muy atrás
en el tiempo, que son anteriores a ustedes".432
Es que la imagen es cosa de supervivencia: preocupación común a Rilke
y a Warburg, ambos fascinados por el nacimiento de Venus, ambos meditativos
sobre la muerte de Orfeo. Las imágenes son nuestras supervivientes: no solo
porque se mantienen ante nosotros más allá de una muerte pasada sino
también porque nos suscitan, nos estremecen, nos abren más allá de toda vida
-y, por lo tanto, de nuestra propia vida- presente. En eso, supervivencia e
infancia son inseparables. Cuando un niño llamado Baltusz pierda a su gato
Mitsou y lleve a cabo su duelo por medio de imágenes, de planchas grabadas,
Rilke escribirá un breve prólogo a ese volumen, que hace del niño el mejor
guardián de los muertos y sus supervivencias: "Al no ver a Mitsou, ha empe-
zado usted a verle más. ¿Vive todavía? Sobrevive en usted, y su alegría de ga-
tito inconsciente, después de haberle entretenido, le obliga: ha tenido que
expresarlo con los medios de tu tristeza laboriosa".433
432 Id., "Auguste Rodin. Une conférence" (1907), trad. M. Betz, Œuvres, I. Prose, op. cit.,
p.431 [trad, cast.: Auguste Rodin. 1907, Barcelona: Nortesur, 2009, trad. J. Seca, p.76].
433 Id., "Mltsou" (1920) (texto original en francés). Œuvres en prose, op. cit., p.644.
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 197
FALENAS
434 Id.,"Notes sur la mélodie des choses" (1898), trad. C. David, Œuvres en prose, op. cit.,
pp.667-676.
435 Cfr. WINKELVOSS, K., Rilke, la pensée des yeux, op. cit., pp.119-120.
436 RILKE, R. M., "Gong" (esbozo) (1925), trad. D. lehl y otros, Œuvres poétiques et théâ-
trales, op. cit., p.1718.
437Sobre la problemática del sentir y su diferencia con la de las sensaciones, cfr. STRAUS,
E., Du Sens des sens. Contribution à une étude des fondements de la psychologie (1935), trad.
G. Thinès y J.-P. Legrand, Grenoble: Jérôme Millón, 1989.
198 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
FALENAS
(2004)
Aparecer y parecerse (no
reunir)
Cara, próximo, lejano: la huella del rostro y el lugar para aparecer
¿Qué es una "Santa Faz" (fig. 42)1 Reducir el campo problemático a un área
cultural (la bizantina o la romana), incluso a un periodo histórico (la Edad Media o
el Renacimiento), no simplifica para nada el enunciado de la pregunta.
Probablemente haya en cada "Santa Faz" particular un trenzado de referencias
(referencias bizantinas en un objeto romano, por ejemplo) y de temporalidades
heterogéneas (temporalidad medieval en un objeto del Renacimiento, por
ejemplo). Como toda imagen "prototípica" del cristianismo, como toda imagen
cercana a una dinámica encarnacional, la "Santa Faz" sería -específicamente, en
cada ocasión- una imagen crítica y una imagen dialéctica: imagen dotada de una
doble economía, imagen que anuda en sí contradicciones insuperables -pero por
eso mismo bien tensas, poderosas, fecundas.438 Entre esas contradicciones, la más
evidente se refiere sin duda a la especie de abismo que separa lo que es una "Santa
Faz" (o más bien lo que
438 Cfr. DIDI-HUBERMAN, Georges, Devant l'image. Question posée aux fins d'une
histoire de l'art, Paris: Éditions de Minuit, 1990, pp.222-231 [trad, cast.: Ante la imagen, trad.
cit.].
202 CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE
FALENAS
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42. San Juan Climaco, La Santa Escala, hacia 1100. Manuscrito iluminado sobre
pergamino. Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Romana (Cod. Ross. Gr. 251).
Foto D. R.
se supone que es) y lo que ella representa (o más bien lo qué se supone que
representa).
Los historiadores del arte suelen interesarse antes que nada por la re-
presentación. Cuando hablan de una "Verónica", quieren decir, en general, un
cuadro -un grabado, un dibujo, etc.- en el que se encuentran representados la
reliquia del mismo nombre y, más a menudo, lo que según se dice la reliquia,
por su parte, ha reproducido originalmente, a saber, el aspecto "auténtico" del
rostro crístico. Interesada por la "Santa Faz" como figuración de Cristo, la
historia del arte se ofrece así una lujosa -pero falaz, como observaremos-
condición de investigación: su marco teórico corresponde a un género
perfectamente localizable de la tradición estética, el género retrato; su material
visual resulta profuso y fácil de reconocer. A partir de ese momento, la "Santa
Faz" aparecerá como un objeto extremadamente múltiple y extremadamente
visible: se difunde por todas partes y termina por imponer lo que hay que llamar
una iconografía del rostro crístico, es decir, un conjunto de retratos ideales, de
los cuales el de Jan van Eyck, pintado en 1438, puede ser considerado en
Occidente un ejemplo especialmente logrado439 (fig. 47).
Al plantearnos la pregunta de saber qué es una "Santa Faz", nos en-
contramos ante problemas muy diferentes de aquellos que un historiador del
arte está acostumbrado a resolver. La multiplicidad de los objetos deja ahí lugar
a una rareza extremada; la visibilidad de las imágenes deja lugar a casi-
desapariciones. Los "Santos Rostros" -Mandylion bizantino, Verónica romana,
Sábana Santa de Turín- son venerados, como es sabido, en tanto que reliquias
de contacto, huellas materiales de la presencia del Verbo divino encarnado en
Jesucristo. En ese sentido, aparecen, por supuesto, como únicas. Además, su
supereminencia de objetos de culto los retrae a una invisibilidad relativa de la
cual los testigos siempre han dado cuenta. No es solo la invisibilidad debida al
carácter excepcional de sus ostensiones. Es, primero, la invisibilidad que
parecen presentar siempre a los testigos que han podido acercarse a ellos,
verlos de cerca. Son muy pocos los que pueden presumir de haber visto -visto
directamente, visto claramente- la Verónica romana. Monseñor Paul Krieg, del
Capítulo de San Pedro, la describía de la siguiente mañera: "Una placa de oro
en la que estaba fijado un velo gastado" (una lastra d'oro sulla quale éfissato
un velo consunto).440 A finales del S. XIX, Antonio de Waal ya había intentado
439 Sobre la iconografía de la Verónica en general, cfr. CHASTEL, André, "La Véronique",
Revue de l'art, ns 40-41,1978, pp.71-82. Sobre el cuadro de van Eyck, cfr. BELTING, H., Bild
und Kunst. Eine Geschichte des Bildes vor dem Zeitalter der Kunst, Munich: Beck, 1990, p.480.
440 Citado por PFEIFFER, H., "L'immagine simbolica del pellegrinaggio a Roma: la Veronica e
il Volto di Cristo", Roma 1300-1875. L'arte degli anni santi, dir. M. Fagiolo y M. L. Madonna,
Roma-Milàn: Palazzo Venezia-Mondadori, 1984, p.106.
441 VIGNON, P., "Réponse à M. Donnadieu", L'Université catholique, XL, 1902, na 7, p.368.
442 Como parece creer FREEDBERG, D., The Power of Images. Studies in the History and The-
ory of Response, Chicago-Londres: The University of Chicago Press, 1989, pp.207-210..
43. Giuseppe Enrié, La solemne Ostensión del Santo Sudario de Turin, 1931. Según Vignon, P., Le Saint
Suaire de Turin devant la science, l’archéologie, l'histoire, l'iconographie, la logique, Paris: Masson,
1938, p. 10.
Kunst der 13. Jahrhunderts auf den Import von Reliquiem und Ikonen", ib., pp.35-53. Sobre
los "relicarios-imágenes", cfr. BRAUN, J., Die Reliquiare des christlichen Kults und ihre En-
twicklung, Friburgo: Herder, 1940 (reed. Osnabrück: Otto Zeller, 1971), pp.61-69 y 380-458.
444 Cfr. WOLF, G., "La Veronica e la tradizione romana di icone", Il ritratto e la memoria.
Materiali, II, dir. A. Gentili, P. Morel y C. Cieri Via, Roma: Bulzoni, 1993, pp.9-35. Desarrollos
y síntesis de esta investigación aparecerán en una obra del mismo autor: Schleier und Spiegel.
Traditionen des Christusbildes und die Bildkonzepte der Renaissance, Munich: Wilhelm Fink
Verlag, 2002.
445 DOBSCHÜTZ, E. von, Christusbilder. Untersuchungen zur christlichen Legende, Leipzig:
Heinrich, 1899, II, pp.273-335.
446 MARINO, G., "La pittura. Diceria prima sopra la Santa Sidone" (1614), Dicerie sacre e Le
Strage de gl'innocenti, ed. G. Pozzi, Turin: Einaudi, 1960, pp.73-201.
447 DIDI-HUBERMAN, G., "Pour une anthropologie des singularités formelles. Remarque sur
l'invention warburgiénne", Genèses. Sciences sociales et histoire, nB 24,1996, pp.145-163.
¿De qué organismo enigmático está hecha una "Santa Faz"? Podría de-
cirse que primero hay algo menos que una imagen: un campo de marcas, de
vestigios (vestigia) que apenas se pueden describir y son apenas visibles, ile-
gibles en todo caso -todavía no llegan a ser iconos y menos aún signos o sím-
bolos. El modelo de la impronta (impressio) que, según las leyendas, rige la
constitución material de las "Santas Faces", ese modelo supone un más acá de
toda visibilidad mimética, de todo reconocimiento aspectual: de lo primero que
nos habla la noción cristiana de "Santa Faz" es de huella y contacto. Pero, en un
segundo nivel, la misma noción introduce también, para toda la cristiandad -
oriental u occidental-, algo así como una matriz de la noción de imagen, su
propia verdad, su condición de autenticidad. Aunque, o porque dada como un
negativo de la imagen, la "Santa Faz" constituye un modelo para toda noción
de imagen. Ofrece el prototypos o el character (tendremos que volver sobre
estos términos griegos que, en la larga duración, establecen el vínculo entre las
antiguas teologías del icono y las reflexiones barrocas de un Marino, por
ejemplo). Es decir, fundamenta la legitimidad encarnacional de la imagen. Y
será a partir de semejante estatuto matricial como podrá pensarse, en el co-
razón mismo de la huella, la aparición de una cara de lo divino.
Pero, para terminar, ¿de qué nos habla esta cara emergente, esta ros-
tridad divina que transfigura su propio campo material de aparición? Nos habla
de la gracia. Hace de la imagen algo más que una imagen, algo que va mucho
más allá de la concepción clásica -mimética- de la imagen. Se presenta como un
operador capaz de convertir el rostro per naturam en rostro per gratiam, por
usar los términos de una polaridad analizada, en otro contexto, por Ernst
Kantorowicz.448 Conversión decisiva: permitirá a la teología y a la liturgia
cristianas pensar la falta de lo visible -el vestigio, pura virtualidad de aspecto-
como una auténtica superación de lo visible, quiero decir, un auténtico don de
visión.449
Se habrá comprendido que a través de este acercamiento al problema -
acercamiento dialéctico y crítico-se desplazarán, lo máximo posible, los dos
obstáculos que hacen tan difícil la comprensión del fenómeno "Santa Faz":
448 Cfr. KANTOROWICZ, E. H., "Deus per Naturam, Deus per Gratiam: A Note on Medieval
Political Theology", Selected Studies, Locust Valley (NY): Augustin, 1965, pp.121-137.
449 Sobre el fundamento encarnacional de la dialéctica visible/visual/virtual, cfr. DIDI-HU-
BERMAN, G., "La couleur de la chair, ou le paradoxe de Tertullien", Nouvelle Revue de Psy-
chanalyse, ns 35,1987, pp.9-49. Id., "Puissances de la figure. Exégèse et visualité dans l'art
chrétien", Encyclopaedia Universalis - Symposium, Paris: Encyclopaedia Universalis, 1990,
pp.596-609 (textos recogidos en L'Image ouverte. Motifs de l'incarnation dans les arts visuels,
Paris: Gallimard, 2007).
450 Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., L'Empreinte, Paris: Centre Georges Pompidou, 1997, pp.15-
190.
451 Cfr. STRAUS, E., Vom Sinn der Sinne (1935), trad. G. Thines y J.-P. Legrand, Du Sens des
sens. Contribution à l'étude des fondements de la psychologie, Grenoble: Jérôme Millón,
1989.
452 Ib., pp.609-619, donde el juego de la distancia y la proximidad es definido como la
"forma espacio-temporal fundamental del sentir". Cfr. también MERLEAU-PONTY, M., Phé-
noménologie de la perception, Paris: Gallimard, 1945, pp.240-344.
453 Significativamente, Gerhard Wolf abordó este problema a través de un breve comentario
de la sonrisa de Beatriz en el Paraíso de Dante. Cfr. WOLF, G., "Toccar con gli occhi: Zu
Konstellationen und Konzeptionen von Bild und Wirklichkeit im späten Quattrocento", Küns-
tlerischer Austausch-Artistic Exchange. Akten des XXVIII Internationalen Kongresses für
Kunstgeschichte, dir. T. W. Gaehtgens, Berlin: Akademie Verlag, 1993, pp.437-452.
454 BENJAMIN, W., "Petite histoire de la photographie" (1931), trad. M. de Gandillac,
L'Homme, le langage et la culture, op. cit., p. 70 [trad. cast.: "Pequeña historia de la foto-
grafía", Discursos interrumpidos I, trad. cit., p. 75].
la vista").455
No nos engañemos: semejante hipótesis no se propone aplicar pura y
simplemente una noción filosófica -enunciada además en un contexto ligado al
período moderno, especialmente a la poesía baudelairiana-sobre objetos
bizantinos o medievales que habría de encargarse de "explicar". La idea de una
aplicación conceptual está tanto más lejos de mi intención cuanto que la puesta
a prueba iniciada aquí terminará, como se verá, por modificar la proposición
benjaminiana sobre el aura, que su autor oponía al concepto de huella456 -
cuando el problema aquí considerado, precisamente, no es otro que una
conversión del vestigium en gratia, es decir, una manera de examinar
455 Id., "Sur quelques thèmes baudelairiens" (1939), trad. J. Lacoste, Charles Baudelaire. Un
poète lyrique à l'apogée du capitalisme, Paris: Payot, 1982, p.200 [trad. cast.: "Sobre algunos
temas en Baudelaire", Iluminaciones II. Baudelaire. Un poeta en el esplendor del capitalismo,
Madrid: Taurus, 1972, trad. J. Aguirre, p.163].
por lejos que pueda estar lo que la dejó atrás. El aura es la aparición de una lejanía, por cerca
que pueda estar lo que la provoca. En la huella, nos hacemos con la cosa; en el aura es ella la
que se apodera de nosotros" [trad. cast.: Libro de los pasajes, Madrid: Akal, 2005, trad. L.
Fernández Castañeda, p.450, M16a, 4].
457 DIDI-HUBERMAN, G., "Imitation, représentation, fonction. Remarques sur un mythe épis-
témologique", L'Image. Fonctions et usages des images dans l'Occident médiéval, dir. J. Ba-
schety J.-C. Schmitt (actas del coloquio de Erice, 1992), Paris: Le Léopard d'Or, 1996, pp.59-
86.
458 Cfr. DOBSCHÜTZ, E. von, Chrlstusbllder, op. cit., I, pp.l02-196y II, pp.159-249.
459 EUSEBIO DE CESÁREA, Histoire ecclésiastique, 1,13,10, ed. y trad. G. Bardy, Paris: Le Cerf,
1952,1, p.42. Sobre el destino de esa famosa carta, cfr. sobre todo DEVOS, P., "Égérie à
Édesse. Saint Thomas l'Apôtre, le roi Abgar", Analecta Bollandiana, LXXXV, 1967, pp.381-400.
460 VORAGINE, J. de la. La Légende dorée (hacia 1290), trad. J.-B. M. Roze, París:
Garnier- Flammarion, 1967,1, p.267 [trad. cast.: Le leyenda dorada, Madrid: Alianza, 1982,1,
trad. J. M. Macías, p.225].
461 Ib., p. 267 (el subrayado es mío). Sobre las tradiciones textuales de la Verónica, cfr.
DOBSCHÜTZ, E. von, Christusbilder, op. cit., I, pp.197-262 y II, pp.273-335. En "La Veronica e
la tradizione romana di icone", WOLF, G., ofrece un buen resumen del caso.
44. Anónimo italiano, Ostensión de la Verónica, hacia 1486. Xilografía extraída de los Mirabilia Urbis
Roma atribuidos a Stephanus Planck. Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Romana (Inc. VI, 17). Foto
D. R.
litúrgico, por otra parte hipertrofiando la visibilidad de una "Cara" que escapaba
fatalmente -todos los testimonios concuerdan en este punto y valen también
para las ceremonias actuales- a la mirada de la muchedumbre.
Obsérvese también la connivencia, sin duda estructural, que articula esta
característica fenomenológica de presentación aurática con la característica
material del proceso que según se dice manifiestan las "Santas Faces": el
proceso de huella, cuando es aplicado a la cara, se limita a poner su referente a
distancia -por cercana que esté la huella- hundiendo su visibilidad en algo que
se parece a un suplicio de desfiguración. Mientras que la huella de una mano
restituye correctamente sus contornos, es decir un aspecto reconocible, la
huella de un rostro -recuérdense, pese al anacronismo, las Skins de Jas- per
46. James le Palmer, Omne banum, hacia 1360-1365. Manuscrito iluminado sobre pergamino (detalle).
Londres, The British Library (Ms. Royal 6.E.VI). Foto D. R.
465 Sin duda habría que analizar ese fenómeno en referencia con el que analiza, en otro
contexto, RINGBOM, S., Icon to Narrative. The Rise of the Dramatic Close-Up in Fifteenth-
Century Devotional Painting, Doornspijk: Davaco, 1965 (ed. revisada, 1984).
lo sucesivo -y los ejemplos, a partir del Renacimiento, que definen lo que podría
llamarse un tipo clásico de la "Santa Faz" representada son incontables-, la
imagen tiende hacia el género retrato: ya no es una mancha oscura sobre fondo
blanco, sino un rostro blanco sobre fondo oscuro, como para restituir las
condiciones ópticas más normales (o normativas) del reconocimiento oc-
cidental de los rostros (fig. 47). En el S. XIX, todo el debate suscitado por las
fotografías de la Sábana Santa de Turín girará, sin saberlo, en torno a ese res-
tablecimiento de la relación rostro blanco-fondo negro que el negativo foto-
gráfico del tejido de lino había producido "milagrosamente".
Estas dos configuraciones simétricas, pese a las apariencias, no han de ser
pensadas en la óptica estricta de un "sentido de la historia", de una lógica de
evolución para las "Santas Faces" en general, desdé un tipo bizantino no
naturalista hasta otro que se podría calificar según las normas del retrato
clásico. Estas dos configuraciones ganan cuando se las piensa como una
APARECER Y PARECERSE (NO REUNIR)
(1996)
466 Cfr. WEITZMANN, K., "The Mandylion and Constantine Porphyrogenetos", Cahiers ar-
chéologiques, XI, 1960, pp.163-184.
467 En estas escasas páginas introductorias -y sin duda demasiado generales-, incluyo solo
las dos primeras partes de mi análisis. Las otras tres analizaban ejemplos más precisos (en
Dante y San Bernardo, sobre todo) antes de focalizar la noción de aura en torno a la cuestión
del marco.
Carnes de cera
468 LEXA, F., La Magie dans l'Egypte antique, de l'ancien Empire jusqu'à l'époque copte, Paris:
Librairie orientaliste Paul Geunthner, 1925,1, pp.75-79, y II, pp.87-98,105-117 y 185-206.
RAVEN, M J., "Wax in Egyptian Magic and Symbolism", Oudheidkundige Mededelingen uit het
Rijksmuseum van Oudheden te Leiden, LXIV, 1983, pp.7-47.
469 PLINIO EL VIEJO, Histoire naturelle, VIII, 215; XXI, 83-85; XXXV, 1-14, etc. Para una vision
de conjunto de todos estos usos, cfr. BÜLL, R., Das grosse Buch vom Wachs. Geschichte,
Kultur, Technik, Munich: Callwey, 1977.
470 "Meravigliosa. Tutto si può fare. [...] Si muove pure", CEDRINI, R., "Il sapere vissuto", Arte
popolare in Sicilia, dir. D. D'Agostino, Palermo: Flaccovio, 1991, pp.178-180.
471 Cfr. ARISTOTELES, De memoria et reminiscentia, 450a-b. Id., De anima, 424a. FREUD, S.,
"Notiz über den 'Wunderblock'" (1925), Gesammelte Werke, XIV, Londres: Imago Publishing,
1948 (reed. Francfort: Fischer Verlag, 1972), pp.3-8 (trad. J. LaplancheyJ. B. Pontalis, "Note
sur le 'bloc-notes magique'", Résultats, idées, problèmes, II. 1921-1938, Paris: PUF, 1985,
pp.119-124).
Pero la cera "se mueve" también en el sentido de que "se menea", por
decirlo así. Material inestable por excelencia -con la condición de que por
estabilidad se entienda el carácter fijo de sus cualidades-, la cera presenta una
multiplicidad desconcertante de propiedades físicas. Parece una sustancia que
no conoce la contradicción de las cualidades materiales: es sólida, pero
fácilmente licuable; impermeable, pero fácilmente soluble en el agua; puede
ser opaca o transparente, mate o pulida, lisa o adherente, quebradiza o
maleable; puede ser modificada indefinidamente en su consistencia añadiendo
las resinas más diversas. Es un material frágil y temporal, pero utilizado la
mayoría de las veces para objetos destinados a durar. No conoce la distinción
ni la jerarquía tradicionales de las artes plásticas, puesto que puede ser a la vez
esculpida, modelada o moldeada. Esta paradoja de la consistencia es una
paradoja de estados físicos transitorios, por supuesto. Designa una pasividad-
una maleabilidad- y una fragilidad fundamentales de la cera que sería, por
decirlo así, a la noción de material (supuestamente estable) lo que la mariposa
es a la noción de imagen (supuestamente fija): no solo el estado de una u otra
es siempre resultado de alguna metamorfosis, tan espléndida como frágil, sino
que también la llama de la vela es tan peligrosa para una como para otra.
La cera "se mueve": se recalienta en la mano, adopta la temperatura de
mi cuerpo, y en ese mismo momento consigue adaptarse al detalle de mis
dedos, recoger mis huellas, pasar suave y biológicamente de una forma a otra.
Entonces, ese material vegetal que las abejas han "digerido" en su cuerpo y, por
lo tanto, en cierto sentido, han hecho orgánico, ese material contra mi carne
deviene como una carne. Esa es su sutil y soberana potencia: todo en ella -
plasticidad, inestabilidad, fragilidad, sensibilidad al calor...- impone el
sentimiento o el fantasma de la carne. Pero no hay que llamarse a engaño sobre
ese antropomorfismo fundamental: no se trata solo de ver en la cera un
material especialmente apto para reproducir las formas del cuerpo humano
(aunque solo sea moldeándolas); se trata sobre todo de preguntarse por una
connivencia más sutil, más antropológica, más textural también, entre ese
material y los simulacros de la carne.
La respuesta a esa pregunta se halla no solo en la historia de los usos
específicos de la cera -historia de la cual solo puedo proponer aquí un esquema
muy somero-, sino también en la fenomenología misma de sus cualidades
ópticas y táctiles: probablemente no exista sustancia que imite con tal
polivalencia la carne externa, la piel, y todas las carnes internas, es decir los
músculos y visceras que también son nuestra carne, aunque, en general,
nosotros los sintamos -veamos y toquemos- como violentamente heterogéneos
a los tegumentos o las superficies más civilizadas de nuestro cuerpo. Tal como
se aprecia, por ejemplo, en el famoso sueño freudiano de "La inyección de
Irma", la visión de las carnes internas se da la mayoría de las veces como una
visión de angustia, el envés de la forma humana, lo informe mismo.472 Ahora
bien, es precisamente en esa reversibilidad donde las virtudes materiales de la
cera producen un efecto maravilloso: hasta en su vaivén siempre probable de
la forma a lo informe, la cera sigue siendo, histórica y fe- nomenológicamente,
el material por excelencia de todos los parecidos orgánicos.473 Sin duda, esa es
la razón principal de la intensa fascinación ejercida por este material en la larga
duración de su historia.
472 En ese sentido va sobre todo la interpretación -por lo demás, muy del estilo de
Bataille- de LACAN, Jaques, Le Séminaire, II. Le moi dans la théorie de Freud et dans la
technique de la psychanalyse (1954-1955), Paris: Le Seuil, 1978, pp.177-203 [trad. cast.:
Seminario II. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Barcelona: Paidós, 1983,
trad. I. Agoff].
473 Sobre la noción de parecido orgánico y sus paradojas, cfr. DIDI-HUBERMAN, G., La Pein-
ture incarnée, París: Éditions de Minuit, 1985. Id., La Ressemblance informe, ou le gai savoir
visuel selon Georges Bataille, Paris: Macula, 1995.
474 PANOFSKY, Erwin, "Artist, Scientist, Genius: Notes on the Renaissance-Dämmerung", The
Renaissance. A Symposium, New York: Metropolitan Museum of Art, 1952, pp.77-93 (trad.
B. y M. Teyssèdre, L'Œuvre d'art et ses significations, Paris: Gallimard, 1969, pp.l09y 115).
482 PLINIO EL VIEJO, Histoire naturelle, XXXV, 1-7. Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., "L'image-ma-
trice. Généalogie et vérité de la ressemblance selon Pline l'Ancien, Histoire naturelle, XXXV,
1-7", L'Inactuel, ns 6,1996, pp.109-125.
483 Como las expresiones famosas de los Salmos, XCVII, 5 (sicut cera fluxerunt... afacie Do-
mini ["Derrítense como cera... ante el Señor''] o XII, 5 (et factum est cor meum tamquam
48. Anónimo romano. Máscara de cera encontrada en las excavaciones de Cumas, hacia el S. I a. C.
Ñapóles, Museo arqueológico. Foto Sylvia Ferino-Pagden.
49. Anónimo italiano. Mascarilla funeraria en cera de Fra Angélico, 1455. Roma, Santa
María sopra Minerva. Foto G. D.-H.
Esta "potencia encarnada" de la cera no constituye una metáfora solo
en el discurso de los grandes autores místicos. Es una "carne" cotidiana para
484 Cfr. sobre todo CABROL, F., "Cierges", Dictionnaire d'archéologie chrétienne et de litur-
gie, Il 1-2, Paris: Letouzey & Ané, 1914, col. 1613-1622. MANGENOT, E., "Agnus Dei", Dic-
tionnaire de théologie catholique, 1-1, Paris: Letouzey & Ané, 1930, col. 605-613. CAROLUS-
BARRÉ, L., "Trois études sur le thème de la piété populaire au Moyen Âge", Actes du 99e
Congrès national des sociétés savantes, I. La piété populaire au Moyen Âge, Paris: Bi-
bliothèque nationale, 1977, pp.209-233. GANTNER,T. (dir.), Geformtes Wachs, Basilea: Mu-
seum für Völkerkunde, 1980. PFISTERMEISTER, U., Wachs. Volkskunst und Brauch,
Nuremberg: Hans Carl, 1982. D'AGOSTINO, G. (dir.), Arte popolare in Sicilia, op. cit.
485 Cfr. SCHLOSSER, J. von, Geschichte der Porträtbildnerei in Wachs, op. cit., pp. 13-53
(trad. cit., pp.13-68). KANTOROWICZ, E. H., The King's Two Bodies. A Study in Medieval
Political Theology, Princeton: Princeton University Press, 1957, pp.419-437 (trad. J.-P. y N.
Genet, Les Deux Corps du roi. Essai sur la théologie politique au Moyen Âge, Paris:
Gallimard, 1989, pp.303-315). HARVEY, A. y MORTIMER, R., The Funeral Effigies of
Westminster Abbey, Woodbridge: The Boydell Press, 1994.
50. Anónimo alemán. Altar-relicario con una lengua de san Juan de cera mezclada con tierra del Santo
Sepulcro, S. XVIII. Cera y materiales diversos. Colonia, Schnütgen-Museum. Foto G. D.-H.
histérico.486 También por eso, en tantas iglesias, los rostros de cera de las
efigies de santos valen por los rostros cerosos de cadáveres reales
milagrosamente incorruptos. Finalmente, por eso los burgueses florentinos
del Renacimiento, que ya leían a Plinio -en el que la ¡mago de cera es descrita
como un signo distintivo de dignitas cívica- y todavía estaban modelados por
una profunda religiosidad cristiana, se prestaron al juego extremo,
hiperrealista, de los exvotos de cera directamente moldeados sobre su rostro
y sus manos.487
486 Cfr. KRISS-RETTENBECK, L., Ex Voto. Zeichen Bild und Abbild im christlichen Vo-
tivbrauchtum, Zürich-Fribourg: Atlantis, 1972. DIDI-HUBERMAN, G., "Image, organe,
temps. Approche de Tex-voto", Le Fait de l'analyse, n9 5,1998, pp.245-260.
487 Cfr. MASI, G., "La ceroplastica in Firenze nei secoli XV e XVI e la famiglia Benintendi",
Rivista d'arte, IX, 1916, pp.126-136. MAZZONI, G., I boti della SS. Annunziata in Firenze.
Curiositàstorica, Florencia: Le Monnier, 1923. DIDI-HUBERMAN, G., "Ressemblance
mythifiée et ressemblance oubliée chez Vasari: la légende du portrait 'sur le vif'", Mélanges
488 Cfr. BEARZI, B., "Considerazioni di tecnica sul San Ludovico e la Giuditta di Donatello"
(1950), Donatello e il restauro della Giuditta, dir. L. Dolcini, Florencia: Centro Di, 1988,
pp.64-66.
489 Cfr. POPE-HENESSY, J. y LIGHTBOWN, R. W„ Catalogue of Italian Sculpture in the Victo-
ria and Albert Museum, Londres: Her Majesty's Stationery Office, 1964, II, pp.417-432,465-
474. LIGHTBOWN, R. W., "Le cere artistiche del Cinquecento", Arte illustrata, III, 1970, na
30-33, pp.46-55 y nB 34-36, pp.30-39.
490 Cfr. SCHULTZ, B., Art and Anatomy in Renaissance Italy, Ann Arbor: UMI Research
Press, 1985. CAZORT, M„ KORNELL, M. y ROBERTS, K. B„ The Ingenious Machine of Nature.
Four Centuries of Art and Anatomy, Ottawa: National Gallery of Canada, 1996.
CONTRACAMPO - SHANGRILA TEXTOS APARTE 231
FALENAS
491 GOETHE, J. W., "Diderots Versuch uber die Malerei" (1799), Werke, XLV, Weimar: B5h-
laus, 1900, p.270 (trad. J.-M. Schaeffer, Écrits sur Tart, Paris: Flammarion, 1996, p.205).
492 Se trata de Cigoli, cuyo Desollado, que data de 1600, se conserva hoy en el Museo
Nazionale del Bargello, en Florencia.
renda: Arnaud, 1979. GIANNINI, A. y ZAMPI, G., Le cere del Museo dell’Istituto Fiorentino
di Anatomìa patologica, Florencia: Arnaud, 1980. KLEINDIENST, H., Ästhetische Anatomie
aus Wachs. Ursprung. Genese, Integration, Diss. phil., Universidad de Marbourg, 1989. LE-
MIRE, M., Artistes et mortels, Paris: Chabaud, 1990, pp.43-65. Sobre el caso específico de
la escuela boloñesa, cfr. ARMAROLI, M., (dir.), Le cere anatomiche Bolognesi del
Settecento, Bolonia: CLUEB, 1981.
Círculos viciosos
494 CAGNETTA, F., "Gaetano Giulio Zummo (Siracusa 1656-Paris 1701)”, Kunst der Barock
in der Toskana. Studien zu Kunst unter den letzten Medici, Munich: Bruckmann, 1976,
pp.213- 224. GIANSIRACUSA, P. (dir.), Gaetano Giulio Zumbo, Milán: Fabbri, 1988. Id.,
Vanitas Van- itatum. Studi sulla ceroplastica di Gaetano Giulio Zumbo, Siracusa: Arnaldo
Lombardi, 1991.
495 Cfr. LIGHTBOWN, R. W., "Gaetano Giulio Zumbo, I: thè Fiorentine Period", The Burling-
ton Magazine, CVI, 1964, ns 740, pp.486-496. PRAZ, M„ "Le pesti dello Zumbo" (1960), Il
giardino dei sensi. Studi sul manierismo e il barocco, Milán: Mondadori, 1975, pp.401-408.
51. Gaetano Giulio Zumbo, Cabeza anatómica, hacia 1695. Cera. Florencia, Museo di Storia Naturale
La Specola. Foto G. D.-H.
Italia escrito por Sade unos veinte años antes: la descripción de las obras de
Zumbo -su "espantosa verdad", escribe- viene dada, pues, en un contexto en
el que se mezclan el deseo, la crueldad y la muerte.496 El maestro siciliano de
la cera anatómica se encuentra, pues, en el origen de dos culturas, gene-
ralmente reconocidas como contradictorias: por un lado, el romanticismo
negro y su destino popular, que encarnan los museos de cera de Curtius, Ma-
dame Tussaud o Grévin; por otro, el positivismo y su destino popular, encar-
nado por esos museos anatómicos, medio científicos, medio de feria, que
exhibían en el S. XIX todas las consecuencias del vicio bajo la forma de es-
pantosos modelos patológicos.497
Desde luego, no hay que ver en ese "destino popular" de la escultura
de cera -incluso en su aspecto granguiñolesco, incluso en su predilección por
los temas conjugados del vicio sexual y el crimen sangriento- una simple
vulgarización de inquietudes ya presentes en algunas efigies votivas o
funerarias. Cuando Julius von Schlosser comenta la desclasificación de la es-
cultura de cera en el S. XIX, no olvida recurrir a la noción warburgiana de su-
pervivencia; por lo tanto, no olvida revocar "todas las pretensiones
teleológicas y todos los juicios de valor".498 Por su parte, Georges Bataille hará
de la desclasificación una operación característica de lo informe.499 ¿Cómo no
ver, en ese mismo movimiento, un cuestionamiento radical de la estética
clásica? ¿Cómo no ver -y esta será la conclusión del libro de Schlosser500- que
la existencia misma de los objetos de cera desplaza toda referencia clásica a
la noción de belleza?
He ahí un desplazamiento del que la estética contemporánea se hizo
cargo y al que radicalizó: ya no cabe concebir, como quería Vasari, un pro-
greso "biológico" de las artes; a ello, Nietzsche opone el eterno retorno -un
(1999)
501 Cfr. KLOSSOWSKI, Pierre, Nietzsche et le cercle vicieux, París: Mercure de France, 1991
[trad, cast.: Nietzsche y el círculo vicioso, Madrid: Arena, 2004, trad. I. Herrera].
502 FÉDIDA, Pierre, "Le souffle indistinct de l'image" (1993), Le Site de l'étranger. La situa-
tion psychanalytique, Paris: PUF, 1995, pp.187-220 [trad, cast.: El sitio del ajeno, trad. cit.].
Respire - No respire
Respire - No respire.
Respire - No respire.503
El aire de la vida
¿Se sabe con exactitud todo lo que hay que entender con la expresión
-sin embargo, tan banal-, de moulage sur nature ["vaciado del natural, de un
molde vivo"]? La cosa, al menos a primera vista, no parece muy complicada.
Pida usted a lo "natural" en cuestión -por ejemplo, esa joven que ha ter-
minado por aceptar su perversa regla de juego, su oscura ceremonia técnica-
que se desnude; haga que se tumbe en una gran tela humedecida para darle
una forma, un drapeado que le convenga; escoja la pose con esmero, en fun-
ción de su densidad vital, por supuesto, pero también en previsión de las po-
sibilidades de desmoldeado; unte el cuerpo con una sustancia cualquiera
aceitosa (aconsejo, sin más, el aceite de oliva aplicado con un pincel); en el
vello púbico, pase una barbotina -grasa o arcilla mezclada con mantequilla-.
para crear una especie de masilla que protegerá las pilosidades a la vez que
les da volumen; luego, utilice generosamente el yeso; recuerde que la dura-
ción del fraguado podrá reducirse si añade un poco de sal (hay otros peque-
ños secretos técnicos de este estilo); ahora, aplique de una sola vez -con
cuidado, pero lo más deprisa posible- el yeso líquido; espere a que se caliente
y se retraiga, que se enfríe y se endurezca; desmolde. Ya está.
O más bien, no. No del todo. Pues, ante la gran forma negativa conse-
guida de esta manera, en resumidas cuentas, lo único que ve es un agujero:
aire y oscuridad. Más tarde -después de que se haya secado del todo y tras
una nueva operación de engrase- habrá que verter en esta forma en hueco
otro yeso que, una vez endurecido, dará por fin el positivo restituido, lo que
se suele llamar el vaciado del natural de una mujer tumbada en una sábana.
En el S. XIX, muchos artistas y artesanos procedieron de este modo.504 Pero
Adolphe Víctor Geoffroy-Dechaume lo hizo en un grado especial, desde 1840,
503 MORGAINE, M., Posthumes, película en blanco y negro, 16 mm, 1994. Estas
palabras son pronunciadas en off sobre las imágenes superpuestas de un Saint-Denis
yacente y de un vientre vivo del que se perciben los movimientos respiratorios.
504 Cfr. sobre todo PINET, H., "Empreintes en tout genre ou l'inquiétante étrangeté".
Photographies, na 8,1985, pp.25-29. PINGEOT, A., dir.. Le Corps en morceaux, Paris: Musée
d'Or- say-RMN, 1990, pp.171-202. DIDI-HUBERMAN, G., '"Figée à son insu dans un moule
magique...' Anachronisme du moulage, histoire de la sculpture, archéologie de la moder-
nité", Cahiers du Musée national d'Art moderne, na 54, invierno de 1995, pp.81-113. Id.,
L'Empreinte, Paris: Centre Georges Pompidou, 1997, pp.73-105.
54. Adolphe Victor Geoffroy-Dechaume, Vaciados del natural de cuerpos femeninos, hacia 1847-
1848. Yeso. Fondo Geoffroy-Dechaume. París, Musée des Monuments français. Foto G. D.-H.
507 GONCOURT, Edmond de, Journal des Goncourt, IV. 1878-1884: mémoires de la vie litté-
raire, París: Charpentier y Fasquelle, 1892, p.38 (10 de octubre de 1878). Reed. R. Ricatte,
Journal. Mémoires de la vie littéraire. II. 1866-1886, París: Robert Laffont, 1989, p.799.
55. Adolphe Victor Geoffroy-Dechaume, Vaciado del natural de cuerpo femenino, hacia 1847-1848
(detalle). Yeso. Fondo Geoffroy-Dechaume. París, Musée des Monuments français. Foto G. D.-H.
508 Cfr. HEGEL, George Wilhelm Friedrich, Esthétique (1835), trad. S. Jankélévitch, Paris:
Au- bier-Montaigne, 1964, VII, pp.92-93, que sigue, aquí, las opiniones ya emitidas por
teóricos como Le Blond (1756), T. Mayer (1758) o J. H. Lambert (1772).
509 LE NORMAND-ROMAIN, A., "Le moulage sur nature: objet de plaisir ou document de
travail?", art. cit., p.134.- S H A N G R I L A T E X T O S A P A R T E
CONTRACAMPO 241
FALENAS
líquido emitido "de una sola colada", y cuyo estado sucesivo, pastoso, des-
prenderá un calor característico, antes de enfriarse en el momento en el que
va tomando forma.510
Y es entonces cuando sobreviene el momento, tal vez, más mágico de
todo este proceso: ofrece el "documento" -incluso el emblema- de un placer
recíproco, en todo caso de una emoción que nace en el propio modelo bajo
la influencia del yeso endureciéndose y enfriándose. Es el momento en el que
lo natural -la joven- se estremece en su vaciado. Cuando el yeso está fraguado,
lo primero en quedar fijado, perennizado, fetichizado en la impronta es esa
naturaleza trémula de la piel. Ese es uno de los rasgos más fascinantes de los
yesos realizados por Geoffroy-Dechaume: cada vez, la piel del modelo ha
reaccionado, respondido. Las areolas de los senos se han endurecido. La piel
se ha cubierto por entero de carne de gallina (fig. 56). De ese modo, la
emoción tegumentaria atrae, de golpe, la mirada de cerca, la emoción visual
y la empatia del espectador.
Esa es la imagen de la impronta: es una magia de la textura orgánica.
Es lo que, en la expresión vaciado del natural, nos hace sentir, visual y
táctilmente, la adherencia del material-vaciado y la sustancia-natural. Es lo
que da a los objetos vaciados su incomparable aire de vida. ¿Por qué
incomparable? Porque el efecto "carne de gallina" no es el resultado de una
imitación y una construcción de detalles: es un efecto que alcanza de repente
al cuerpo entero (como cuando se tiene calor o cuando uno se sonroja de
vergüenza o de placer) y que, por
510 Al lector solo le sorprenderá esta lectura "espermática" del vaciado si olvida el
principio aristotélico -dominante durante siglos, no solo en el campo embriológico, sino
también en todo campo, sobre todo estético, en el que forma y materia debían pensarse
juntos- según el cual el esperma "coagula", endurece y da forma a la sustancia matricial.
Es el paradigma de toda sustancia que hace "fraguar" una forma (el yeso, pero también la
caseína de la leche, la levadura, etc.). Sobre el aspecto teórico de estos problemas, cfr.
sobre todo SI- MONDON, Gilbert, L'individu et se genèse physico-biologique (l'individuation
à la lumière des notions deforme et d'information), Paris: PUF, 1964 [trad. cast.: La
individuación a la luz de las nociones deforma y de información, Buenos Aires: Cactus,
2009, trad. P. 1res].
56. Adolphe Victor Geoffroy-Dechaume, Vaciado del natural de cuerpo femenino, hacia 1847-1848
(detalle). Yeso. Fondo Geoffroy-Dechaume. París, Musée des Monuments français. Foto G. D.-FÍ.
medio de la técnica del vaciado "de una sola colada" se consigue, en una sola
operación textural, en todas partes en el yeso y de una sola pieza.
Nunca he visto que una escultura -quiero decir una obra tridimensional
trabajada per via di levare sobre un material duro como el mármol o la ma-
dera- ofrezca semejante efecto de estremecimiento carnal. Si esta escultura
existiera, habría que imaginar que el artista, cual orfebre, ha tenido que rea-
lizar por separado cada "punto de escalofrío", tarea infinita, mucho más que
tediosa. Mientras que la carne de gallina de los yesos de Geoffroy-Dechaume
se ha conseguido "de un sola colada", en unos segundos y sobre toda la su-
perficie de la piel. Ese escalofrío no es, pues, un detalle. Es la marca fenome-
nología global, la invasora Stimmung, la orgánica textura del modelo vivo en
cuanto que reacciona al yeso, y del cual el yeso habrá sabido guardar toda la
impronta. Eso no se imita, no se reproduce: eso se produce, simplemente. Y,
en el tiempo en el que eso se produce, el mismo material mantiene la huella
"de una sola colada", en el mismo lugar-es decir, en la superficie de contacto
de la piel y el yeso- en el que eso se ha producido.
La falta de aire
tanto, desvalorizadora- del vaciado, cfr. JANSON, H. W., "Realism in Sculpture. Limits and
Limitations", The European Realist Tradition, dir. WE1SBERG, G. P., Bloomington: Indiana
University Press, 1982, pp.290-301 (criticado por DIDI-HUBERMAN, G., L'Empreinte, op.
cit., pp.76-77).
513 Cfr. FREUD, Sigmund, "L'inquiétante étrangeté" (1919), trad. B. Féron, L'Inquiétante
étrangeté et autres essais, Paris: Gallimard, 1985, pp.209-263 [trad. cast.: Lo siniestro, Bar-
celona: Olañeta, 1979 - N. del T.: Como se recordará, en las traducciones francesas de
Freud se emplea la expresión "inquiétante étrangeté" para Unheimliche; en castellano,
según las ediciones, se usará "lo insólito" (ed. Amorrortu) o "lo siniestro" (Biblioteca
Nueva)].
poder entrar en el molde con la arcilla [o, en este caso, yeso], hacerse
a la vez molde y arcilla [yeso], vivir y sentir su operación común para
poder pensar la adquisición de forma en sí misma. [...] El hombre que
trabaja prepara la mediación, pero no la realiza: la mediación se realiza
a sí misma luego de que las condiciones han sido creadas; igualmente,
aunque el hombre esté muy cerca de esta operación, no la conoce. [...]
Lo que falta es lo esencial, el centro activo de la operación técnica que
permanece velado.514
514 SIMONDON, G., Du mode d'existence des objets techniques, Paris: Aubier-Montaigne,
1969, p.243 [trad. cast.: El modo de existencia de los objetos técnicos, Buenos Aires: Pro-
meteo libros, 2007, trad. M. Martínez, P. Rodríguez, p.259].
515 DIDI-HUBERMAN, G., "Ressemblance mythifiée et ressemblance oubliée chez Vasari:
la légende du portrait 'sur le vif'", Mélanges de l'École française de Rome-ltalie et Médi-
terranée, CVI, 1994-2, pp.383-432.
57. Adolphe Victor Geoffroy-Dechaume, Vaciado del natural de cuerpo femenino, hacia 1847-
1848 (detalle). Yeso. Fondo Geoffroy-Dechaume. París, Musée des Monuments français. Foto G.
D.-H.
516 Cfr. BARTHE, G. y LAURENT, J., "Geoffroy-Dechaume et le moulage sur nature vivante",
art. cit., p.142.
517 Cfr. BAUDRY, M.-T. (dir.). Principes d'analyse scientifique. La sculpture: méthode et
vocabulaire, Paris: Imprimerie nationale, 1990, p.563: "Molde a hueco perdido. Molde que
solo puede servir una vez para reproducir un modelo original, una escultura en material
duro [...] o una parte del cuerpo humano. Las piezas-perdidas que lo componen son efec-
tivamente destruidas en el momento de la extracción de la prueba que sirve para fabricar".
romántico con... un "trozo de ceniza negra coagulada que llevaba una im-
pronta hueca", vestigio de Pompeya:
[...] el más joven de los tres, parado ante una vitrina, no parecía oír las
exclamaciones de sus compañeros, sumido como estaba en una con-
templación profunda. Lo que examinaba con tanta atención era un
trozo de ceniza negra coagulada en la que había una impronta hueca:
parecía un fragmento de molde de estatua, roto por la fundición; el ojo
entrenado de un artista habría reconocido fácilmente el corte de un
seno admirable y de un perfil de un estilo tan puro como el de una
estatua griega. Es sabido, y cualquier guía de viaje lo indica, que esa
lava, una vez que se enfría en torno al cuerpo de una mujer, conserva
su contorno encantador. Gracias al capricho de la erupción que
destruyó cuatro ciudades, esa noble forma, pulverizada hace casi dos
mil años, llegó hasta nosotros. Mientras tantos imperios han
desaparecido sin dejar huella, ¡la redondez de un pecho consigue
atravesar los siglos! Este sello de belleza, puesto por el azar en la
escoria de un volcán, no se ha borrado.518
518 GAUTIER, T., Arria Marcella. Souvenir de Pompéi (1852), ed. B. Auzanneau, París: Le
Livre de Poche, 1999, p.16.
519 Cfr. SOLARI, G. y LEONE, E., Le rovine di Pompel, Nápoles: De Angelis, 1875.
que la gran forja del Vesubio jadea y echa humo muy cerca de allí".520 Descu-
bre luego la ciudad en ruinas como una "ciudad resucitada que ha sacudido
una esquina de su mortaja de ceniza", pero siempre sumida en una "ligera
niebla casi imperceptible".521 Cogido en el polvo de sus sueños, recorrerá las
calles "con andar de sonámbulo".522 En la villa de Arrio Diomedes, derramará
"una lágrima con dos mil años de retraso" por el destino de "esta mujer por
la que sentirá un profundo amor retrospectivo".523 La grisalla, el aire de una
noche de luna llena será el rito de paso -visual, táctil, atmosférico- a un mundo
fantasmal en el que la ninfa, por fin, se le aparecerá "viva": así verá de repente
cómo respira, "sube y baja ese bello seno, cuyo molde admiraba esa misma
mañana a través del cristal de un armario del museo".524 Pero, al final, todo
volverá a las cenizas, al polvo y a lo informe. Es decir, a lo negativo por
excelencia: "Las vestiduras que la envolvían se replegaron sobre sí mismas,
como si los contornos que las sostenían se hubieran desplomado, y el desdi-
chado paseante nocturno no viera ya a su lado, en el lecho del festín, más que
un pequeño montón de cenizas mezcladas con unos huesos calcinados".525
Sin duda puede sacarse de esta parábola una enseñanza sobre la na-
turaleza dialéctica del vaciado: la textura del yeso positivo nos ofrece el don
de un "aire de vida", es cierto. Pero es un aire-apariencia, un aire sin aire,
ahogado en su propio material. Sin respiración, por lo tanto sin flotación, sin
supervivencia posible. Mientras que la oquedad del "molde perdido", al que
le falta esta apariencia -porque aquí se invierte, porque aquí desemeja en
negativo-, deja circular todavía un aire-sustancia del que la imagen tomará
todo su poder de obsesión.526 Para sobrevivir, los fantasmas necesitan a veces
que los fijen en una forma de yeso. Pero también necesitan aire, tiempo: ¿no
serían el aire y el tiempo, al igual que el yeso, verdaderos materiales para la
impronta?
{2001)
527 BLANCHOT, M., "Roman et poésie", Journal des débats, 7-8 de julio de 1941, p. 3
(citado por BIDENT, C., Maurice Blanchot, partenaire invisible. Essai biographique, Seyssel:
Champ Vallon, 1998, p. 147. Agradezco a Christophe Bident que pusiera a mi disposición
el texto completo de este artículo).
528 Id., "La solitude essentielle" (1953), L'Espace littéraire, Paris: Gallimard, 1955 (ed.
1998), p. 31 [trad, cast.: "La soledad esencial", El espacio literario, Madrid: Editora
Nacional, 2002, trad. V. Palant, J. Jinkis, p.29].
253 CONTRACAMPO - SHAN G RI LA TEXTOS APARTE
FALENAS
534 Asombro expresado por BIDENT, C., Maurice Blanchot, op. cit., pp.309-311 y 328-333.
Sobre las relaciones entre lo imaginario y la literatura en Blanchot, cfr. sobre todo COLLIN,
F. , Maurice Blanchot et la question de l'écriture, París: Gallimard, 1971, pp.160-189 ("À
quelles conditions la littérature est-elle possible?"-"L'imaginaire"). SCHULTE NORDHOLT,
A.-L., Maurice Blanchot. L'écriture comme expérience du dehors, Ginebra: Droz, 1995,
pp.193-225 ("L'écriture, expérience de l'imaginaire"). ANTONIOLI, M., L'écriture de Mau-
rice Blanchot. Fiction et théorie, Paris: Kimé, 1999, pp.70-94 ("L'étrangeté littéraire-imagi-
naire et mimésis").
535 BLANCHOT, M., "Vaste comme la nuit", art. cit., p.471.
536 Id., "Parler, c'est ne pas voir" (1960), L'Entretien infini, op. cit., p.40.
537 Id., "Vaste comme la nuit", art. cit., p.467.
538 Ib., pp.471 y 476-477.
lo neutro.544
544 Ib., pp.476-477. Cfr. id, "Parler, ce n'est pas voir", art. cit., p.42.: "También es difícil
hablar rigurosamente de la imagen. La imagen es la duplicidad de la revelación. La imagen
es lo que vela al revelar, el velo que revela velando de nuevo en la indecisión ambigua de
la palabra revelar. La imagen es imagen en esta duplicidad, no el doble del objeto, sino el
desdoblamiento inicial que permite a continuación a la cosa ser figurada".
545 Id., "La solitude essentielle", art. cit., p.28.
546 Ib., p.29.
547 Ib., pp.28-29. Cfr. id., "Parler, ce n'est pas voir", art. cit., pp.39-41: "-Por lo tanto, ver
es aprehender inmediatamente a distancia-... inmediatamente a distancia y por la
distancia. Ver es servirse de la separación, no como mediadora, sino como medio de
inmediación, como in-mediadora. [...] La fascinación se produce cuando, lejos de
aprehender a distancia, somos aprehendidos por la distancia, asediados por ella...". Es lo
que Foucault llamaba la atracción: "La atracción es para Blanchot lo que, sin duda, es para
Hay que entender entonces la imagen -con los parecidos que cons-
tantemente provoca, hace proliferar, obrar en ella- como una modificación
fundamental de la temporalidad. La imagen transforma la repercusión de la
aparición en reiteración de la fascinación: "La mirada encuentra así en lo que
la posibilita el poder que la neutraliza, que no la suspende ni la detiene, sino
que, al contrario, le impide terminar alguna vez, la arranca de todo comienzo,
hace de ella [...] la mirada de lo incesante y de lo interminable". En ese mo-
mento, el parecido "se apodera de 1a vista y la hace interminable".548
A la estética clásica le habría gustado salvar las apariencias: por eso
"idealiza el instante", o quiere poner las imágenes del arte "a salvo de las
cosas perecederas". Pero las imágenes tienen un devenir ineludible que las
hace y las deshace interminablemente, para hacer de su propia desaparición
-o del momento en el que desaparecen de vista temporalmente-el objeto de
una memoria, de una supervivencia, de una "eterna reiteración" en expresión
de Blanchot, en 1951, en el doble frente de la ficción y la reflexión estética.549
Más allá de Malraux-al que sin embargo comenta-, el autor de La sentencia
de muerte habrá comprendido, de entrada, la imagen en el ritmo de una
temporalidad que no es ni lo "atemporal", ni lo "absoluto", ni lo "eterno", sino
la experiencia impura de la reiteración: un (kierkegaardiano) "temblor" del
tiempo acompañado por una (nietzscheana) "eterna repetición".550
A partir de ahí van a separarse apariencias y parecidos, sosiegos y ame-
nazas, bellezas simples y bellezas complicadas con peligros. A partir de ahí
debe comprenderse -en el recorrido mismo que nos proponen los museos, o
a pesar de su cronología- que "el arte está ligado a todo lo que pone al hombre
en peligro [...]. Por eso la sangre, la angustia, la muerte son en Goya el trabajo
del arte". Casi parece que estemos leyendo a Bataille. En todo caso, la imagen
según Blanchot ya no es solo -como en Sartre- un acto "capaz de negar la
nada": es también "la mirada de la nada sobre nosotros".551 Toda la dialéctica
de las "dos versiones del imaginario" está dicha en esas pocas palabras. Será
puesta a prueba -y no por casualidad- en el ejemplo bataillano de Lascaux:
donde, "con la figuración del hombre [...], el hombre por vez primera nace de
su obra, pero [...] se siente, también, gravemente amenazado por ella y tal
vez ya tocado de muerte"; donde el origen del arte es "él mismo siempre
remitido al no-origen"; donde "la juventud de lo que siempre empieza y no
hace más que empezar" en la imagen prehistórica consagra a la muerte
misma como interminable "volver a empezar".552
Si del mundo de los parecidos se puede decir que es "vasto como la
noche", es primero porque nunca se ha terminado del todo con un parecido:
siempre remite al menos a otro. Pero es también por un conjunto de razones
más antropológicas (que constituyen un sistema o, mejor aún, que son "ver-
siones" de un mismo fenómeno). Por un lado, el parecido plantea un interro-
gante a lo vivo y su genealogía, al deseo y su fuerza; en este sentido, dirá
Blanchot, la imagen "es una felicidad" inagotable. "Sí, la imagen es una
felicidad, pero cerca de ella reside la nada, aparece en su límite, y toda la
potencia de la imagen, sacada del abismo en el que se fundamenta, no puede
expresarse más que llamándola".553 Por lo tanto, la semejanza también nos
interroga desde la muerte: la ¡maga es siempre la imagen del que o de la que
ya no existe. Sin embargo, la propia muerte es inagotable e interminable para
los vivos.
Sin duda, nadie lo siente mejor que quien está soñando: su punto de
vista es, teóricamente-lo cual quiere decir, aquí: imposiblemente-, el mejor
puesto para observar de qué es capaz una imagen, o un parecido. ¿Acaso no
se teje el sueño por entero con un interminable responsorio de parecidos en
el que imágenes de deseo e imágenes de muerte, deseos de la imagen y
muertes de la imagen forman parte de la misma coreografía enigmática?
Así pues, si se puede decir del reino de la imagen que es "vasto como
la noche", es sobre todo por su perpetua manera de remitir-de modo repe-
titivo- de parecido a parecido. Unos rasgos remiten a otros rasgos y crean,
pasando de uno a otro primero cercanos entre sí, y luego cada vez más
El parecido como tal no sería, pues, nada más que su propio movi-
miento, interminable, de un parecido a otro: del rostro que aparece al rostro
que vuelve y de este al fascinante "eso" sin rostro; de la persona a lo neutro;
de la forma aislable al medio que lo ocupa todo. Entre ambos se tienden los
58. Anónimo alemán, Santa Isabel, mediados del S. XIII. Caliza. Bamberg, Catedral.
Según Malraux, A., Le Musée imaginaire de la sculpture mondiale, Paris: Gallimard, 1952,1, fig. 554.
una mortaja. Había que "magullarle la cara" como dice Blanchot, para que
surgiera el inmenso "Alguien sin rostro". Finalmente, era preciso que un ros-
tro de madre pudiera rimar visualmente con una máscara de muerte. Hasta
"los colores se descomponen", observa Blanchot acerca de esta estatua, an-
teriormente policromada, "y esta disolución es la recompensa del arte, así
reconciliado con la ausencia".559
Esa es la duplicidad de la imagen, ese "doble sentido inicial que lleva
consigo el poder de lo negativo", y de la cual el texto sobre "Las dos versiones
de lo imaginario" da una formulación tan compleja como concentrada. La
referencia freudiana permitirá, entre otras cosas, superar las triviales oposi-
ciones entre lo imaginario (como ficción) y lo real (como verdad):
559 BLANCHOT, M., "Le musée, l'art et le temps", art. rit. p.45.
560 Id., "Les deux versions de l'imaginaire", art. cit., pp.352-354.
59. Anónimo griego de Asia Menor (Xanthos), Tumba de las Nereidas (detalle), fin de los S. V-IV a.
C. Mármol. Londres, British Museum. Foto G. D-H.
Por eso los parecidos, por un lado, nos encantan y, por otro, nos in-
quietan. Una imagen sería siempre algo como la doncella y la muerte reunidas
en una sola cosa fascinante [fig. 60). Blanchot lo expresa al hablar de la
"felicidad de la imagen" -su femenino poder de "sosegar, de humanizar la
nada informe que empuja hacia nosotros el residuo imposible de eliminar del
mortal (es decir, personal y alcanzable) sería a la Eurídice muerta (es decir,
impersonal e infernal) lo que la imagen-forma es a la imagen-medio, o lo que
el parecido- encantamiento es al parecido-disolución.
Pero precisamente, esa es la manera -dialéctica- en la que Blanchot
construye algunos de sus personajes literarios (claro está que con vistas a al-
canzar el poder impersonal que, en resumidas cuentas, los hará fascinantes).
Desde la primera línea de En el momento preciso, una joven abre la puerta:
conmoción del encuentro. "Mi sorpresa fue mayúscula, inextricable, desde
luego mucho mayor que si la hubiera encontrado por casualidad".565 Había
conocido antes a esa joven. Pero al reaparecer,
Ha pasado el tiempo y, sin embargo -pero habría que decir: por eso
mismo-, el parecido está ahí, parecido de una mujer con la joven que fue.
Las pasiones han hecho su obra, y sin embargo -y por eso mismo- el rostro de
esta mujer presenta hoy un parecido tan paradójico como supremo, situado
a media distancia entre la "sonrisa más alegre" y la "más fría reserva". Ahora
bien, todo ello surge de repente, en lo que tarda en abrirse una puerta: en el
instante de una aparición que hace brotar, por interposición, o imposición, de
un parecido, un recuerdo "más que viejo", probablemente "descompuesto"
como los pigmentos en la estatua de Bamberg. Si esta mujer que abre la
puerta es "extrañamente parecida" es porque ofrece a la mirada, entre pura
juventud y trabajo del tiempo, una figura reminiscente, o que vuelve, de lo
interminable.
Ya La sentencia de muerte multiplica estas paradojas, como si el pare-
cido marcara cada vez un congelamiento de la imagen, suspendido entre la
joven y la muerte.* ¿Una mujer "vivía de galantería"? El narrador supone "que
habrá muerto".567 Si los amantes se acercan, surge una "barrera" para sepa-
rarlos, "la de la mortaja sobre un cuerpo silencioso, la de la ropa [...] impreg-
nada de insensibilidad, con sus pliegues cadavéricos y su inercia metálica" o
de piedra.568
Pero, naturalmente, en el relato de Blanchot, lo que concentrará todo
ese drama -tanto temporal como visual- del parecido será la muerte de J.
Enferma, presa ya en el trabajo de su agonía, la joven comienza a parecerse a
su propia adolescencia: "el principal efecto de la enfermedad eran unas fac-
ciones de adolescente".569 Después de su muerte, volverá a encontrar-en un
anacronismo postrero- esa belleza de ninfa que sin embargo ya había aban-
donado: "Después de morir, parece que los seres hermosos vuelven a ser, por
un instante, jóvenes y hermosos".570 Entre las dos, habrá una hendidura en el
parecido de la joven, pura y cerrada sobre sí misma, que se derrumbará en el
parecido, impuro y abierto, de una "boca abierta sobre el ruido de la ago
567 Id, L'Arrêt de mort, París: Gallimard, 1948, p.9 [trad. cast.: La sentencia de muerte,
Valencia: Pre-textos, 2002, trad. M. Arranz, p.8].
568 Ib., p.113.
569 Ib., p.12.
570 Ib., p.28.
Estaba algo más rígida de lo que hubiera imaginado, con la cabeza apo-
yada en una pequeña almohada y, por esta razón, en un estado de in-
movilidad más propio de una persona yacente que de una persona
viva. El rostro grave, severo incluso. Los labios, apretados, recordaban
la violencia de los dientes que, cerrados en el último segundo, todavía
no se habían aflojado. Los párpados también estaban cerrados. La piel,
de una blancura admirable en contraste con la larga cabellera, me so-
brecogió. Ya no era más que una estatua; una estatua viva. [...] Las idas
y venidas por la habitación parecían por completo ajenas a aquel
cuerpo inconsciente, ajeno él mismo a su propia agonía [...], que estaba
a punto de convertirse en un cadáver. [...] Dos o tres minutos más
tarde, su pulso se alteró, palpitó bruscamente, se detuvo, volvió a latir
lentamente y se paró de nuevo; aquello se repitió varias veces; final-
mente se aceleró aunque era ya casi imperceptible, y se 'desparramó
como si fuera arena'.
No puedo escribir nada más. Podría añadir que, durante aquellos ins-
tantes, J. continuó mirándome con la misma mirada afectuosa e in-
dulgente y que aquella mirada no se ha borrado todavía, pero
desgraciadamente esto no es seguro.573
Tal vez el reino de la imagen empiece cuando una joven está muerta.
Su mirada ha de durar, "pero desgraciadamente esto no es seguro" (y la ima-
gen se debe a ese mismo equívoco). Su parecido se va a transmitir, y "eter-
namente, ella está allí" (lo cual quiere decir que no está aquí, por lo tanto que
la aparición que repitamos no será del todo la suya). En la medida en que La
sentencia de muerte es un relato de supervivencia575, puede decirse que
despliega la afinidad esencial de la imagen con el tiempo, con lo "espantosa-
mente antiguo"576 de su petición. Como es sabido, no hay nada más antiguo
que la muerte y las ¡magos encuentran en ella una razón de su antigüedad;
pero Aby Warburg, en su arqueología de la Ninfa, también mostró que no hay
nada más antiguo que la propia joven.577
La imagen se parece ["ressemble"] a lo que la ha solicitado -el rostro
de un muerto o una muerta, por ejemplo-, pero no lo reúne ["rassemble"]. Lo
deja en su dispersión inicial, en su equívoco fatal, en su necesaria inacce-
sibilidad. Hay así, en La sentencia de muerte, una proporcionalidad exacta
entre la solidificación de la imagen y la disolución de la vida. En casa del mé-
dico, guardián de las predicciones mortales, el narrador ve "claramente los
rasgos de un rostro de mujer hermosísimo, e incluso soberbio" en la trama de
una fotografía de la Sábana Santa colgada en la pared; luego, se trata de un
"vaciado muy hermoso de las manos de J.", con sus líneas "completamente
sorprendentes, entrecortadas, enmarañadas", reveladoras de una "suerte
trágica"; finalmente, se evocará el deseo de "hacer embalsamar" a la joven
muerta, "[siendo] consideradas esas prácticas malsanas, por no decir más".578
61. Anónimo francés. La Desconocida del Sena, hacia 1898-1900. Yeso. Marbach, Schiller-
Nationalmuseum. Foto D. R.
La paradoja de esta efigie radica tal vez en que se reprodujo tanto que,
al final, sus rasgos casi se borraban -empezando por las pestañas, los párpa-
dos, el pelo- en un extraño efecto de veladura lechosa. Se supone que La
Desconocida del Sena era un pobre cadáver de joven ahogada convertida en
vaciado y, a partir de entonces, susceptible de regresar a ese "medio
absoluto, allí donde la cosa se convierte otra vez en imagen".55 Medio
absoluto en el que los rostros se ahogan en esa especie de leche calcárea que
se endurece y da lugar a imágenes. En el que desaparecer (dispersarse como
vida) equivale a parecerse (solidificarse como imagen). Cuando Blanchot
afirma que la obra se despliega fundamentalmente en el "espacio de la
muerte"56, ¿acaso no deja
55. BLANCHOT, M., "La solitude essentielle", art. cit. p.31.56. Id., L'Espace littéraire, op.
cit., pp.103-209 ("L'oeuvre et l'espace de la mort").
56. Id., L'Espace littéraire, op. cit., pp.103-209 ("L'oeuvre et l'espace de la mort").
entender que ese espacio "vasto como la noche" está habitado precisamente
por una semejanza que se ha desensamblado de la vida?
Las figuras vivientes, los hombres, no tienen semejanza. Hay que es-
perar la apariencia cadavérica, esa idealización por la muerte y esa
eternización del fin, para que un ser capte esa belleza primordial que
es su propia semejanza, esa verdad de él mismo en un reflejo. Un re-
trato, nos hemos ido dando cuenta poco a poco de ello, no es parecido
porque se hiciera semejante al rostro, sino porque la semejanza no
comienza y no existe sino con el retrato y solo en él, es su obra, su gloria
o su desgracia, está unida a la condición de obra, expresando el hecho
de que el rostro no está ahí, que está ausente, que no aparece sino a
partir de la ausencia que es precisamente la semejanza, y esa ausencia
es también la forma de la que el tiempo se apodera, cuando se aleja el
mundo y del mundo ya no permanece sino esta separación y este
alejamiento.581
586 BLANCHOT, M., "Les deux versions de l'imaginaire", art. cit., pp.346-347.
595 Ib., pp.168 (con esta observación en una nota: "Además, habría que establecer
una relación con el análisis que propone Blanchot de la imagen como parecido mortuorio")
y 171- 177.
596 Ib., p.150. El texto de origen es el de Kant, Critique de la raison pure (1781-1787),
trad. A. Tremesaygues y B. Pacaud, París: PUF, 1944 (ed. 1971), pp. 150-156 ("Du
schématisme des concepts purs de l'entendement"), donde el esquematismo es expuesto
a través de los ejemplos del triángulo y la sucesión numérica [trad. cast.: Crítica de la razón
pura, Madrid: Alfaguara, 1986, trad. P. Ribas].
597HEIDEGGER, M., Kant et le problème de la métaphysique, op. cit., p.152.
598 En realidad, me parece que Jean-Luc Nancy deja la cuestión en suspenso: por un lado,
concluye su obra sobre el Einbildung heideggeriano y el papel crucial que desempeña la
imagen-esquema; por otro, el primer texto de su volumen ("L'image-le distinct") sugiere
que su pensamiento sigue otro camino. Cfr. NANCY, J.-L, Au fond des images, op. cit.,
pp.11- 33. Además, descubro que mi hipótesis sobre la cuestión de la imagen coincide con
el análisis que propuso Leslie Hill de la "discusión" entre Blanchot y Heidegger sobre la
cuestión del acto poético. Cfr. HILL, L., Blanchot: Extreme Contemporary, Londres-Nueva
York: Rout- ledge, 1997, pp.77-91. Id., '"Ein Gespräch': Blanchot depuis Heidegger jusqu'à
Hölderlin", Revue des sciences humaines, na 253,1999, pp.187-208.
599 OTT, U y PFÄFFUN, F (dir.), Archiv der Gesichter, op. cit., pp.330-331 (Hegel) y 353
(Nietzsche).
Basta con volver a mirar la mascarilla de Nietzsche (fig. 63) para perci-
bir en ella un trabajo omnipresente de los accidentes, de las diferencias im-
previsibles: afectan al todo tanto como al detalle, a la estructura como a la
textura. Se entiende que ese objeto haya estado lo más cerca posible del pa-
recido cadavérico, se entiende también que ya nada se parecerá a ese objeto,
porque ese parecido no podrá ser instituido -en los manuales de filosofía, por
ejemplo- como la imagen-síntesis de Friedrich Nietzsche. Demasiado sin-
gular, no puede ser unificada. Demasiado cercana al despojo, no puede ser
más que una imagen-arrancamiento. ¿A qué se debe? Sobre todo a que, en
esa cara, reinaban las pilosidades -esas pesadillas del idealismo601- imposibles
de moldear como tales, imposibles de erigir en efigie y que, en la máscara,
desaniman o desfiguran toda veleidad de retrato: allí donde reinaba el vello
(en la cara), aquí fatalmente reina el arrancamiento (en la imagen).
¿Pensaba Blanchot todavía la imagen desde el ángulo del Einbildung?
Más bien, ¿no habría que llevar la imagen hacia la diseminación interminable
y hacia ese "pensamiento del afuera" que tal vez exigiera pensar algo así
como una Ausbildung de los parecidos, más allá del sentido común de la
palabra -una Herausbildung, más bien? ¿No habría que establecer la hipótesis
de que Blanchot, en este punto, más bien recordó una lección de Sartre que,
en La imaginación, solo había visto el esquematismo kantiano como un
bricolaje hábil pero poco productivo para dar cuenta de la fecundidad
imaginaria?
601 Desde el famoso texto de Platón, Parménides, 130c, donde "la Idea del hombre" se
encuentra enfrentada a "pelo, barro y basuras y cualquier otra cosa de lo más despreciable
y sin ninguna importancia" [trad. cast.: en Diálogos, V, Madrid: Gredos, 1988, trad. M. I.
Santa Cruz, p.43].
(2003)
12
Grisalla
602 SARTRE, J.-P., L'Imagination (1936), París: PUF, 1971, pp.70 y 162 [trad. cast.: La
imaginación, Barcelona: Edhasa, 2006, trad. C. Dragonetti, pp.98, 218-219].
603 LACLOTE, M. y CUZIN, J.-P. (dir.), Petit Larousse de la peinture, Paris: Larousse,
1979,1, p.770. [N. de! T.: La "pintura en camafeo" es una pintura en un solo color,
generalmente siena, en dos o tres tonos; también se dice "pintura en camaïeu"].
604 URBACH, Z., "Notes on Bruegel's Archaism. His Relation to Early Netherlandish
Painting and Other Sources", Acta Historiae Artium, XXIV, 1978, pp.237-256.
605 Cfr. PERROT, F., "Jean Fouquet et le panneau LG du musée de Cluny à Paris", Wiener
Jahrbuch für Kunstgeschichte, XLVI-XLVII, 1993-1994, pp.549-555.
[...] si desmenuzas una cosa cualquiera, podrás ver que, cuanto más
pequeñas se hacen sus partes, más se va desvaneciendo el color, hasta
extinguirse del todo; así sucede cuando una tela de púrpura se desga-
rra en menudos fragmentos: la púrpura, aunque sea de Fenicia, la más
viva de todas, si la destejes hilo a hilo, perece toda ella.606
Sin embargo, esta división física del color reúne en un mismo reino del
gris las cosas minúsculas y las cosas atmosféricas, las cosas vistas desde muy
cerca y las cosas vistas desde muy lejos. Lucrecio decía ya de esta decolora-
ción que se sitúa a medio camino entre la visibilidad y la invisibilidad.607 En
ambos casos, son la materia y el tiempo los que Imponen su poder soberano
de disociación, de descomposición. Leonardo venía a decir lo mismo cuando
especulaba sobre el "color del aire "-entre azul y ceniza, como dirá más ade-
lante Francis Ponge a propósito del cielo de Provenza608-y el
606 LUCRECIO, De la nature, II, 826-831, trad. A. Ernout, París: Les Belles Lettres, 1964-
1966, I, p.72 [trad, cast.: De la naturaleza, Barcelona: Bosch, 1993, trad. E. Valenti Fiol,
p.213].
607 lb., I, 265-328 (trad, cit., I, pp.11-13).
608 DA VINCI, Leonardo, Traité de la peinture, trad. A. Chastel, París: Berger-Levrault,
En cuanto a los colores de los cuerpos muy alejados, sus partes umbrías
no ofrecen diferencia. [...] Por lo tanto, a gran distancia, todas las
sombras de colores diferentes aparecerán oscuras por igual.609
Cuatro siglos después, Paul Klee hará del famoso "punto gris" -como él
lo llamaba- el "punto fatídico entre lo que deviene y lo que muere"610: noción
"cosmogenética" que reúne en sí la esencia del chróma (el color) y la del
chronos (el tiempo). Una imagen en grisalla no ofrece, pues, nada neutro por-
que su colorido, al pulverizar el orden diferenciado de los colores, agita algo
parecido a un viento material que es a la vez un viento del tiempo. Es por lo
tanto una latencia, no una privación, un ser-menos, un no-poder, lo que dice
la palabra "decoloración" sino, al contrario, una potencia, una "carne" del
color, en el sentido que Merleau-Ponty da a esa palabra:
Cierto [gris] es también un fósil sacado del fondo de los mundos ima-
ginarios [...], una especie de estrecho entre horizontes exteriores y ho-
rizontes interiores siempre abiertos, algo que toca suavemente y hace
resonar a distancia diversas regiones del mundo cromático, [...] [algo]
que no es cosa, sino posibilidad, latencia y carne de las cosas.611
Así pues, grisalla: color pasado, descolorido, desmenuzado, pulveri-
zado, descompuesto -pero en el que siempre aparece cierto colorido. Es ma-
teria agitada por el viento del tiempo. Se puede, se debe especificar esta
hipótesis en la historia: se verá entonces que cada época ofrece sus propias
configuraciones simbólicas para recrear, cada vez de modo diferente, ese
1987, pp.202-204 [trad. cast.: Tratado de pintura, Madrid: Akal, 1993, trad. A. González
García, p.265]. Cfr. PONGE, Francis, "La Mounine, ou note après coup sur un ciel de
Provence", La Rage de l'expression (1952), ed. J.-M. Glelze y B. Veck, Œuvres complètes, I,
Paris: Gallimard, 1999, pp.412-432.
609 DA VINCI, L., Les Carnets, ed. E. MacCurdy, trad. L. Servlcen, Paris: Gallimard, 1942, II,
pp.294-295.
610 KLEE, P., Théorie de l'art moderne (1912-1935), trad. P.-H. Gonthler, Paris: Denoël,
1964 (ed. "Folio", 1998), p.56 [trad. cast.: Teoría del arte moderno, Buenos Aires: Cactus,
2007, trad. P. Iseo, p.55].
611 MERLEAU-PONTY, Maurice, Le Visible et ¡'invisible, París: Gallimard, 1964, p.175 (pero
el ejemplo escogido aquí por Merleau-Ponty es el rojo) [trad. cast.: Lo visible y lo invisible,
Barcelona: Seix-Barral, 1970, trad. J. Escudé, pp.165-166].
612 Cfr. ARISTOTELES, De i'ame, II, 7, 418b. Trad. J. Tricot, Paris: Vrin, 1972, pp.107-109.
613 Cfr. ZAKIN, H. J., French Cistercian Grisaille Glass, Nueva York: Garland, 1979.
diré que esta división existe con tal fuerza que se disemina por todos los ór-
denes de tamaño a los que la mirada del devoto se enfrenta en su experiencia
de las imágenes.
Si nos adentramos en un lugar sagrado medieval, pasando del muro de
la iglesia al altar y al retablo, descubrimos cómo esta división cromática se
asentó en los S. XIV y XV. A partir de un análisis del famoso Frontal de Narbona
(Louvre, hacia 1370), Molly Smith mostró el estrecho vínculo de la grisalla con
la liturgia de Cuaresma: en ese momento, las imágenes sagradas, según un
texto de 1404, deben ser "pintadas de negro con imagen".615 Se desarrollará
luego la tradición de pintar en grisalla las caras exteriores de los retablos que
se cierran en algunas ocasiones, para "dar un color plomizo", por decirlo así,
a toda la atmósfera visual de las iglesias. Nos encontramos con el Bosco como
maestro indiscutible de este género, por ejemplo en su Misa de San Gregorio
que componen los postigos cerrados del retablo de la Epifanía, y sobre todo
en su Tercer día de la Creación, que componen los paneles cerrados del Jardín
de las delicias (fig. 65).
Pero al pasar del retablo cerrado a sus caras interiores volvemos a en-
contrarnos con el mismo tipo de división cromática: en Van Eyck, Adán y Eva
están situados en nichos minerales en los que el drama de Caín y Abel -sus
propios hijos, es decir su propio destino genealógico- está representado en
grisalla. En los paneles centrales de los retablos de Van der Weyden, Dieric
Bouts o Petrus Christus, la historia religiosa (el tema principal) está rodeada
sistemáticamente de bordes escultóricos que a menudo deben ser interpre-
tados en términos de figura, es decir, de comentario exegético, refiriéndose
la escena representada del Nuevo Testamento a sus "prototipos" del Antiguo
Testamento. Esas grisallas de borde -como sin duda las habría llamado Louis
Marin- invaden todas las coordenadas espaciales del retablo: arriba, en los
lados, en la parte baja de la imagen...
Encontramos las mismas características cuando se pasa de la visión de
lejos a la visión de cerca, es decir, del espacio de la iglesia al espacio del libro
de devoción privada. Mucho antes del Libro de Horas de María de Bor- goña
y sus grisallas de borde, el Libro de Horas de Juana de Évreux (hacia
615SMITH, M. T., "The Use of Grisaille as a Lenten Observance", Marsyas. Studies in the
History of Art, VIII, 1957-1959, p.45.
65. Jerónimo Bosco, La creación del mundo, 1503-1504 (envés del Jardin de las Delicias). Óleo sobre
tabla. Madrid, Museo Nacional del Prado. Foto D. R.
616 Cfr. CAVALCA, Domenico, Lo specchio della Croce, XXXVI, ed. T. Sante Centi, Bolonia:
Edizione Studio domenicano, 1992, p.282. Sobre la grisalla en los libros de devoción, cfr.
FIERO, G. K., Devotional Illumination in Early Netherlandish Manuscripts. A Study of the
Grisaille Miniatures in Thirteen Related Fifteenth Century Dutch Books of Hours, Ph. D.,
Florida State University, 1970.
tiempo -como el famoso dibujo que hizo San Juan de la Cruz después de una
visión y que una de sus discípulas, la hermana Ana María de Jesús, llevó du-
rante años pegado a su cuerpo- se convierte en grisalla por el simple desgaste
de su pátina. Se convierte pues en una reliquia, y muchas veces las reliquias
son vagas huellas monocromas o bien informes cosas grisáceas.
Pero, sobre todo, las reliquias constituyen objetos anacrónicos por ex-
celencia, en los que dos elementos fundamentales de nuestro problema -al
menos hasta ahora- están reunidos en un mismo poder aurático: una materia
(por ejemplo, tierra de Palestina) es afirmada en su mayor proximidad cuando
el tiempo es afirmado en su mayor alejamiento (cuanto más antigua es la
reliquia, mayor es su eficacia). Es santidad pasada que sigue estando presente
y sigue siendo poderosa en su resto material, su polvo. La grisalla -expresión
cromática de su desgaste- será pues su colorido predilecto.
617 N. del T.: Trenzado entre “temps passé" ("tiempo pasado"), "temps plus-que-passé"
("tiempo-más-que-pasado, pretérito-pluscuampasado") y “temps trépassé" ("tiempo di-
funto", que suena como "tiempo muy pasado").
FALENAS
66. Andrea Mantegna, Judith, hacia 1495-1500. Temple sobre tela. Dublin, The National Gallery of
Ireland. Foto G. D.-H.
618 HEINE, Heinrich, "Les dieux en exil" (1853), De l'Allemagne, ed. P. Grappin, Paris: Galli-
mard, 1998, pp.405-406 [trad, cast.: Los dloses en el exllio, Barcelona: Bruguera, 1984,
trad. P. Gâlvez, pp.312-318],
619 Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., L'image survivante. Histoire de l'art et temps des fantômes
selon Aby Warburg, Paris: Éditions de Minuit, 2002 [trad, cast.: La imagen superviviente,
trad. cit.].
620 Cfr. STOICHITA, V. I., L'instauration du tableau. Métapeinture à l'aube des Temps mo-
dernes, Paris: Klincksieck, 1993.
67. Johannes Vermeer, Mujer tocando el laúd junto a una ventana, 1662-1633
(detalle). Óleo sobre tela. Nueva York, The Metropolitan Museum of Art. Foto G.
D.-H.
Pero aquí es donde surge un nuevo problema. Warburg describía la
grisalla, con toda razón, como una puesta en práctica cromática de la
distancia. Sin embargo, hay que observar que esta misma distancia -esta
distancia temporal, incluso sensorial-vuelve a situarnos en el punto más
próximo de la experiencia pictórica en la medida en que estaría relacionada
con lo que Aristóteles llamaba lo diáfano o lo que Merleau-Ponty llama-en
una cita anterior- "un fósil traído del fondo de los mundos imaginarios [...]
[una] posibilidad, [una] latencia, [la] carne de las cosas".
IMo voy a intentar aquí articular filosófica o fenomenològicamente
esta paradoja, como realmente se merece. Me gustaría simplemente
mostrar, con algunos ejemplos, cómo esta obra cromática de la puesta a
distancia se sitúa en lo más íntimo, e incluso en lo más carnal de la práctica
del colorido. Digo bien colorido, y no color, porque estamos en Venecia: con
una diferencia de sesenta y cuatro años de trabajo, vemos a Tiziano empezar,
en 1511, con la especie de grisalla del Santo de Padua, y terminar luego con
su famosa Pietà de 1575 casi anegada en pintura gris... Vemos a Tintoretto
en su estudio para la Alegoría de las Musas y su gran cuadro religioso de 1566,
El traslado del cuerpo de San Marcos... También vemos todo eso en los
esbozos pintados de Rubens y Rembrandt, antes de los de David o Géricault...
622 GOETHE, J. W., Le traité des couleurs (1810), trad. H. Bideau, París: Triades, 1973,
pp.75- 76,133-135,145, 253 [trad, cast.: "Esbozo de una teoría de los colores", Obras
completas, I, Madrid: Aguilar, 1987, trad. R. Cansinos Assens, p.505].
623 Ib., p.97.
Es Rainer Maria Rilke quien más tarde ofrecerá las expresiones más be-
llas, las más pertinentes -lo más materiales posible, lo más psíquicas posible-
de todos esos fenómenos: hablará del paisaje en términos de reaparición y
de "acción terrible y opresiva"; definirá la atmósfera en términos de "contacto
a distancia"; reconocerá que, en la grisalla, "no hay nada insignificante o inútil
[...], todo cuenta, todo forma parte"; evocará "la existencia de lo terrible en
cada parcela del aire", algo que "se respira con su transparencia" y de lo cual
"solo los sueños pueden ofrecer el dibujo"21... Nos encontramos aquí en el
corazón del problema. Es un crepúsculo de lo visible lo que hace que surja la
dimensión visual de la grisalla: material como el polvo, psíquica como una
obsesión. En todo caso, así es, del lado de lo gris y de la impureza, como
introduciría las observaciones psicoanalíticas de Pierre Fédida sobre los
"blancos" de lo visible y lo que tan acertadamente llama el "soplo indiferen-
ciado de la imagen".22
Pero, antes de profundizar en esta dimensión esencialmente psíquica
de la grisalla, me gustaría comentar una pequeña dificultad histórica: se ha
dicho a menudo que, si Ingres, Odilon Redon y Gustave Moreau habían prac-
ticado la grisalla, era por un rechazo activo del impresionismo. Nada más
falso: basta con mirar la famosa serie de la Catedral de Rouen por Monet, o
los dibujos de Seurat (con pluma o lápiz Conté (fig. 69)), para darse cuenta de
que todo el espacio visual es en cierto modo arrastrado por un soplo de polvo,
un soplo del que Mallarmé, al hablar del impresionismo en general, ya dijo lo
esencial: a saber, que aquí la magia del arte deviene sortilegio del aire (cito el
famoso texto de 1876, muy bien comentado por Jean Clay, sobre "Los Im-
presionistas y Édouard Manet"):
623 Cfr. FÉDIDA, P., "Le souffle Indistinct de l'image" (1993), Le Site de l'étranger. La si-
tuation psychanalytique, Paris: PUF, 1995, pp.187-200 [trad, cast.: El sitio de lo ajeno, trad.
cit.].
69. Georges Seurat, El paseo, hacia 1883. Tinta sobre papel. Wuppertal, Von der Heydt-Museum.
Foto D. R.
comprender esta configuración enigmática. Parece ser que todo gira en torno a
un mismo problema: la impersonalidad de la grisalla es aquello mismo que indica
su cualidad psíquica fundamental.
Sin duda alguna, el problema es arduo. Basta con indicar, al menos, lo
FALENAS
siguiente: los sueños no son sino viento, aire; son el no-yo por excelencia, puesto
que nos arrastran en el soplo indiferenciado del ello y se nos presentan muy a
menudo como impersonales (Freud lo analizó al hablar de la disyunción entre
afecto y representación: es muy posible que esta noche sueñe con este micrófono
como si fuera una imagen conmovedora o, por el contrario, que sueñe la muerte
de un ser querido con una indiferencia afectiva total). Y a pesar de todo eso, los
sueños vienen directamente de nuestra carne, e incluso solo se representan a
través de ella. A partir de entonces, se comprenderá mejor por qué los sueños
son descritos tan a menudo como grisallas: Gerolamo Cardana cuenta uno,
magnífico, en su Depropria vita líber escrito en 1575.624 Se pueden ver algunos
sueños famosos, pintados por Füssli en 1791.
La grisalla romántica es un una grisalla esencialmente demoniaca: el
maestro absoluto sigue siendo, por supuesto, Goya, pintor de la noche y del
viento, pintor del torbellino de los monstruos del no-yo, pintor de la deses-
peración cantada en cante jondo y del silencio de quienes se hunden como
animales. Sus Parcas de la Quinta del Sordo hilan, si se permite la expresión, el
destino de las pulsiones, en cuyo horizonte (y sobre eso se cierra la Me-
tapsicología de Freud, que Panofsky tendría que haber leído más atentamente)
surge la melancolía.
Así, muchas veces, la grisalla romántica intenta captar algo de nuestros
sueños: anega sus figuras en una atmósfera de decoloración psíquica. Se ve en la
extraordinaria serie de Max Klinger sobre el sueño del guante (1881), pero antes
que él en Ingres con su famoso Sueño de Osián del museo de Mon- tauban (1813).
De modo más sorprendente -pero en el fondo, más riguroso-, la grisalla ofrece un
medio de inmersión psíquica que parece permitir a los pintores avanzar sin miedo
por territorios más turbios, más peligrosos (quiero decir, susceptibles de
censura): es el reino de los fantasmas, bastante perversos en Füssli, bastante
violentos en Géricault, descaradamente obscenos en Hans Bellmer unos cien años
después... Ya Hoffmann había descrito en un relato fantástico un "mágico
claroscuro" en el cual no solo "las esculturas y las pinturas [...] adquirían
movimiento y vida" sino que también "las figuras de las virtudes pintadas en el
muro parecían envejecer, mientras que las de los vicios parecían rejuvenecer"26...
Finalmente, la grisalla se agita sola, en el libre juego del pigmento líquido
624 CARDANO, Girolamo, De propria vita liber (1575), ed. A. Ingegno, Milán: Serra e Riva, 1982,
pp.117-118 [trad, cast.: Mi vida, Madrid: Alianza, 1991, trad. F. Socas, pp.217-221].
624 HOFFMANN, E. T. A., "La cour d'Artus", op. cit., p.255.
tratado por presión, por impronta, por dendrita (como en los experimentos re-
alizados con acuarela por George Sand en 1873). Como es sabido, Victor Hugo
utilizaba los posos de café, la tinta de sus poemas y de sus pensamientos, para
producir en la misma hoja esas huellas directas de materia gris -seguido muy de
cerca por los magos del revelador fotográfico que quieren hacer evidentes los
halos diáfanos del pensamiento. De manera lógica, vendrán luego las "cal-
comanías del deseo", como las llamó André Bretón en 1936 (fig. 70).
Me parece que hay algo absolutamente fascinante en estas últimas
imágenes: es su carácter a la vez fluido y mineral, diáfano y, sin embargo, en-
durecido. Estos son, pues, los "fósil[esj traído[s] del fondo de los mundos ima-
ginarios", de los que hablaba Merleau-Ponty. No movimientos fosilizados, sino
fósiles en movimiento. La doble dimensión de la grisalla -material y psíquica- está
ahí, al alcance de la mano, o más bien al alcance de la sensación.
Sin embargo, en el S. XIX y a principios del S. XX, nada lo encarna mejor que
la lava endurecida de los volcanes que lo han destruido todo a su alrededor, pero
que también lo han sepultado todo, y por lo tanto, hasta cierto punto, han
contribuido a preservarlo. Es el caso de Pompeya. Ahí es donde Théophile Gautier
sitúa un precioso relato titulado Arria Marcella: un joven se enamora de un "trozo
de ceniza negra coagulada que tiene una impronta" -la impronta de una joven,
por supuesto. Siente un amor "retrospectivo", escribe Gautier: un amor
forzosamente anacrónico. "Con un retraso de dos mil años, una lágrima" cae de
sus ojos. Luego va errando por Pompeya, en una "ligera niebla" y en la grisalla de
una noche de luna llena -grisalla que precisamente hará surgir el espectro de sus
sueños (igual que se dice la mujer de sus sueños). Poco importa el final.625 Basta
con recordar los términos en los que,
625 GAUTIER, Théophile, Arria Marcella. Souvenirde Pompéi (1852), París: Le Livre de Poche,
1994.
626 FREUD, S., Le Délire et les rêves dans la Gradiva de W. Jensen (1907), trad. P. Arthex y R.-M.
Zeitiîn, Paris: Gallimard, 1986 [trad. cast.: "El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen",
Psicoanálisis del arte, Madrid: Alianza, 1970).
627 Id., "L'inquiétante étrangeté" (1919), trad. B. Féron, L'inquiétante Étrangeté et autres es-
sais, Paris: Gallimard, 1985, pp.209-263 [trad. cast.: Lo siniestro, trad. cit.].
71. Marcel Duchamp y Man Ray, Criando polvo, 1920. Copia con sales de plata. Foto ADAGP, París.
Giuseppe Penone realiza en grisalla la cartografía por contacto de un
cráneo humano o la impronta de un bosque... Claudio Parmiggiani sopla polvo y
(2001)
13
Azul y ceniza
Un hombre se inclina sobre ella (cubrir). Ella le acoge en lo más profundo (abrir). Trae
un niño al mundo (abrir). Le cambia los pañales, le alimenta, le protege entre sus faldas,
le acompaña en el camino de la vida (cubrir). Cuando la enfermedad la ataca (abrir), el
hombre y el niño la atienden, le prodigan todo tipo de cuidados (cubrir). Cuando muere-
grito mudo (abrir)-, el hombre y el niño la envuelven en una mortaja (cubrir) y la
depositan en un agujero de tierra (abrir) que sellan para siempre por encima de su
cuerpo (cubrir). Y así sucesivamente bajo la capa del cielo que no deja de abrirse, azul, y
de cubrirse, gris, por encima de su cabeza.
El otro día, cielo cubierto. Entré en una pequeña librería a la que voy de vez en
cuando a dar una vuelta, y pedí... una mortaja. El librero no pareció sorprendido (ni
siquiera tuve que pronunciar la palabra, enseguida comprendió de qué se trataba). Es
un profesional de ojo preciso -como mi tío, antaño, en su tiendecita de impermeables-,
que rápidamente me midió con la mirada, y luego fue a buscar la talla adecuada en un
estante, no lejos de los libros de Kafka. Me dio un pequeño paquete con un tejido
doblado en una bolsa de plástico transparente. Ya tengo mi mortaja. Después de todo,
qué fácil resulta comprarse una mortaja, la mortaja de uno mismo, en una buena
librería. En una mesa cogí Los hundidos y los salvados en su reciente edición de bolsillo,
lo pagué todo y me marché.
628 El Rav Yehochoua Gronstein, cuya paciencia ante mis preguntas intempestivas agradezco, así
como sus correcciones técnicas y sus propuestas de modificaciones que, la verdad sea dicha, no
siempre he seguido.
decide.
Una figura en la tierra para envolver lo que se desfigura. Figura radical. ¿Por qué
radical? Porque es radicular. Arrugado, tendido en el suelo [fig. 72), un talit descompone
sus hermosas rayas paralelas en redes, en rizomas entremezclados. Por un lado, está la
hermosa ordenación simétrica del manto, que convierte este objeto en un signo visual
de la verdad cuyo nombre hebreo, emet, se organiza también como una simetría
perfecta {aleph, primera letra; mem, letra central; tav, última letra). Pero por otro, el
talit es impuro, intrincado o complejo, como suelen ser, en general, las verdaderas
raíces. La palabra vendría de un antiguo verbo arameo formado por las tres consonantes
tet-lamed-lamed, que significa "cubrir".629 Pero también se indica que esa palabra no
pertenece, como tal, al hebreo bíblico: no aparece hasta la época romana. Su misma
etimología no sería semítica, aunque se haya difundido por toda la cuenca mediterránea
a través del tallis de los campesinos egipcios, luego turcos, marroquíes o argelinos, el
thalis de los coptos, el tríclix latino que significa un tejido de tres lizos, de donde procede
el término francés "trei- llis" ["enrejado"], por no hablar del telliz español.630 Incluso el
629 Cfr. BIRNBAUM, P., Encyclopaedia of Jewish Concepts, Nueva York: Hebrew Publishing
Company, 1979, pp.244-245.
630 Cfr. GUNZBOURG, D. de, "Origine du mot talit", Revue des études juives, XX, 1890, pp.16-22.
631 Cfr. ROTH, C., "Tallit", Encyclopaedia judaica, XV, Jerusalén-Nueva York: Keter-Macmi- llan, 1971,
col. 743. REIF, S. C., Judaism and Hebrew Prayer. New Perspectives on Jewish Liturgical History,
Cambridge-Nueva York: Cambridge University Press, 1993, pp.110,135 y 273. KIRSHENBLATT-
GIMBLETT, B y GROSSMAN, C. (dir.), Fabric of Jewish Life. Textiles from the Jewish Museum Collections,
Nueva York: The Jewish Museum, 1977, pp.70-87.
632 Cfr. LOEWE, H. y MONTEFIORE, C. G., A Rabbinic Anthology, Nueva York: Schocken Books, 1974,
pp.353-354.
"Me puse mi sudario igual que una joven se pone su vestido de novia. Me tumbé
a esperar. Y entonces ocurrió todo..." Pero el texto se interrumpe en una laguna.635 "Es
totalmente cierto que escribo esto porque estoy desesperado a causa de mi cuerpo y
del futuro de este cuerpo", había anotado Kafka al principio de su Diario.636 Algo más
tarde, el 1 de octubre de 1911, día del Gran Perdón, observaba a los judíos piadosos de
la Altneuschul (la sinagoga más antigua de Praga e incluso de Europa) en el momento
633 Cfr. HAULOTTE, E., Symbolique du vêtement selon la Bible, Paris: Aubier-Montaigne, 1966, pp. 17-
20 y 191-199.
634 MOPSIK, C., Les Grands Textes de la cabale: les rites qui font Dieu. Pratiques religieuses et efficacité
théurglque dans la cabale des origines au milieu du XVIIIe siècle, Lagrasse: Ver- dier, 1993, p.210.
635 KAFKA, F., "Personne ne lira jamais ce que j'écris" (1916-1917), Œuvres complètes, II, ed. C. David,
Paris: Gallimard, 1980, p.457.
636 ld.,Journaux, ed. C. David, trad. M. Robert, París: Gallimard, 1984, p.4 (año 1909) [trad, cast.:
Diarios (1910-1923), Barcelona: Lumen, 1990, trad. F. Formosa, p.8].
del Kol Nidrei: "Inclinados sobre el libro de rezos, con el manto de las plegarias sobre la
cabeza, se han encogido todo lo posible [...], unos arabescos formados con una
prolongación, fina como un cabello, de esas mismas palabras".637 Como si el talit solo
cubriera a los hombres para encogerlos mejor frente a una palabra que, por su parte,
invade el espacio y el tiempo con su ropaje sin fin. Por otra parte, ¿no observaba Kafka
todo eso desde la sombra y los flecos de su propio talit? En todo caso, es sorprendente
que unos días más tarde haya anotado esa extraña sensación de superficie corporal, no
cubierta de flecos, sino tendida desde el interior mediante toda una red de hilos en
movimiento que convergen hacia algo parecido a un ovillo visceral: "Sensación de tener
en medio del cuerpo un ovillo que se enrolla rápidamente con innumerables hilos que
vienen de la superficie de mi cuerpo".638 ¿No serían nuestras arrugas -roces de nuestro
tejido epidérmico, ideogramas misteriosos del tiempo que se nos asigna- el resultado de
esta cruel máquina interior?
de las cuales solo en este texto - constituye, además, una extrañeza gramatical, pues el
masculino singular designa una cosa plural-, la noción de fleco se encuentra, por una
parte en el vocabulario visionario, como subraya Rachi explícitamente, y por otra parte
en el vocabulario mesiánico: "Y allí se posó sobre mí la mano del Señor", puede leerse
primero en Ezequiel. "Tendió una especie de mano y tomó un mechón de mis cabellos
(tsitsith). El espíritu me levantó entre la tierra y el cielo y, en visión divina, me llevó a
Jerusalén".640 Luego, en Zacarías: "En aquellos días [de la llegada del Mesías], diez
hombres de todas las lenguas de las gentes tomarán de la orla (del manto) a un judío,
diciéndole: Nos vamos con vosotros...".641
¿Por qué flecos, a nosotros que ya no somos profetas ni se nos asigna el tiempo
mesiánico? ¿Por qué flecos, a nosotros que ya no tenemos "alas" (knafin)? Hacen falta
flecos para mirarlos. ¿Y eso por qué? Hay que mirarlos para acordarse: "[que] aten los
flecos de cada borde con un cordón, para acordarse de todos los mandamientos de Yavé;
para que los pongan por obra, sin irse detrás de los deseos de su corazón y de sus ojos,
a los que se prostituyen; porque así, acordándoos de mis preceptos y poniéndolos por
obra, seréis santos a vuestro Dios".642 Problema: los flecos están hechos para ser vistos,
pero los ojos, se dice también, "arrastran a la infidelidad". Doble es, pues, el poder de la
mirada: poder del deseo, poder de la memoria. "El ojo ve, el corazón desea y el cuerpo
comete la falta", comenta Rachi.643 Los flecos estarían presentes para que el ojo vea, el
corazón recuerde y el cuerpo ejecute los mandamientos de la Alianza.
Se necesitará toda una casuística para intentar-pero en el fondo, ¿es posible?: ese
es el verdadero problema- distinguir la mirada que se acuerda de la mirada que desea.644
Incluso en Rachi, la palabra tsitsith se refiere al verbo tsyts, "ver" o "espiar", tal como se
lee en el Cantar de los Cantares: "Mi amado [...] está ya detrás de nuestros muros,
atisbando por las ventanas, espiando entre las celosías".645 ¿Se puede utilizar contra el
deseo el recuerdo de un poema del deseo?
Los hombres piadosos tienen un gesto magnífico: aprietan los flecos de su manto
contra los ojos. Entonces, ¿hay que cubrirse de la mirada-deseo para abrirse a la mirada-
memoria? Además, ¿qué se ve mirando solamente los flecos? Miro: es una mezcla de
libre y atado, de espaciamiento y sutura (fig. 73). Es flotante, suelto como un mechón
de cabellos al viento, pero también está compuesto y ligado meticulosamente por toda
una serie de nudos. Los hilos sueltos (anaf forman una condición necesaria para la
utilización del
645 Comentario de Números, XV, 38 (ed. cit., p.125). Cfr. Cantar de los Cantares, II, 9.
chal: solo se lo pondrán después de haber comprobado que no hay ningún fleco
enredado. Sin embargo, cada hilo de esta cabellera está retorcido sobre sí mismo (pethil)
y secretamente "unido" en la medida en la que está desdoblado: los ocho flecos de cada
esquina están formados, de hecho, por cuatro hilos utilizados en la mitad de su
extensión (se dice un gedil, pero está hecho de dos, para dos gedilim que están hechos
de cuatro646).
Luego, los nudos: "Se pasan cuatro hilos de lana, tejidos y trenzados es-
pecialmente para ello, a través de un agujero hecho en cada una de las esquinas y fijados
por un nudo doble; se enrolla entonces alrededor de esos hilos uno de ellos, más largo
que los otros, dando sucesivamente siete, ocho, once y trece vueltas, separadas entre sí
por un nudo doble".647 A las tres técnicas necesarias para todo judío piadoso --la
escritura, la matanza ritual y la circuncisión-, Rabí Hanania ben Chelemiya añadía la de
anudar las filacterias, cantar las bendiciones y ponerse los flecos rituales.648
En todo nudo está presente la obsesión del número. Hay cuatro flecos en las
cuatro esquinas del talit porque hay cuatro letras en el nombre divino, porque hay
cuatro ángulos en el trono celeste, porque hay cuatro sentidos para cada partícula de la
Escritura (pshat-remes-derash-sod, que forman en acróstico la palabra pardes, el jardín
del paraíso649), etc. Hay cinco nudos porque la Torá está compuesta por cinco libros, o
el versículo inicial del shema
646 Cfr. KAPLAN, A., Tzitzith: A Thread of Light, Nueva York-Brooklyn: NCSY-Mesorah Publications,
1984, pp.9-17.
647 GUGENHEIM, E., Le Judaïsme dans la vie quotidienne, Paris: Albin Michel, 1961, p.15. En el rito
sefaradí, la secuencia es de diez, cinco, seis y luego cinco vueltas.
648 Aggadoth du Talmud de Babylone, trad. A. Elkaïm-Sartre, París: Verdier, 1982, p.1276 (Houlin, §5).
649 Cfr. BEN CHORIN, S., Le Judaïsme en prière. La liturgie de la synagogue (1980), trad. M. Beauvallet
y A. Winogradsky, París: Le Cerf, 1984, p.51. MOPSIK, C., Les Grands Textes de la Cabale, op. cit., pp.209-
210.
está compuesto por cinco palabras, la última de las cuales (echad) dice el Uno, a
saber, precisamente la manera en la que un nudo sabe reunir lo múltiple, etc. Hay ocho
hilos en cada fleco porque tienen que pasar ocho días antes de que el padre pueda
circuncidar a su hijo, etc. Y los flecos recuerdan los 613 mandamientos -el primero de
los cuales supone el deseo: deber de reproducirse, y el último la memoria: deber de
copiar la Sagrada Escritura-, por ser el valor numerológico de la palabra tsitsith de 600,
a lo cual basta con añadir los 8 hilos y los 5 nudos.650
También se podría discutir hasta el infinito sobre el lugar del agujero en la esquina
(y no, según se precisa, sobre la esquina), el orden de inserción y el número exacto de
los hilos en el fleco, los pliegues del tejido, la torsión de los hilos, lo que es conveniente
pensar en el momento en el que se hacen los nudos, lo que hay que hacer con las partes
del tejido que no tienen más que tres esquinas, o que tienen cinco... Se recurrirá a la
autoridad de Rami bar Chama, Rav Yehudah, Rabbi Chiya Bar Hameduri, Rabbi Shmuel,
Rav Ashi, Rav Nachman, Rav Yosef, Rabbi Yishmael, Reish Lakish y otros muchos... Todos
ellos polemizarán con fervor. Todos admitirán que, en muchos casos, la verdad puede
quedar en suspenso.651 Como el propio Rabah bar Bar Hana, cuando se dio cuenta de
que uno de sus flecos estaba roto mientras subía por una escalera: se quedó ahí,
suspendido entre cielo y tierra, hasta que le arreglaron el fleco (pero la historia no dice
cómo ocurrió652).
Otra historia cuenta cómo Rabah bar Bar Hana se fue al desierto, guiado por un
camellero, para ver a los muertos del Éxodo: "Parecían personas a las que el sueño había
sorprendido en plena embriaguez; estaban tumbados boca arriba [...] Corté la esquina
de flecos de uno de sus vestidos, pero nos resultó Imposible marcharnos. El camellero
me dijo: 'A lo mejor les has quitado algún objeto; devuélveselo, pues es bien sabido que
si alguien les quita algo ya no puede separarse de ellos'".653 Mucho después, cuando se
650 Cfr. Comentario de Números, XV, 39 (ed. cit., p. 125). KAPLAN, A., Tzltzith, op. cit., pp.69- 84. Le
Livre des 613 commandements (Sefer Ha'Hinou'h), trad. R. Samuel, París: Keren Ha- sefer ve-Halimoud,
1999, pp.7 y 508-510.
651 Menahot, op. cit., 38a-44a.
652 Aggadoth du Talmud de Babylone, op. cit., p.233 (Chabbat, §171).
653 Ib., p. 958 (Baba Bathra, § 958).
antropomorfismo y, tal vez también, por lo que tiene de explosivo. Pero este valor
corporal -la mecha, el mechón de pelo-está ya presente, etimológicamente, en la pala-
bra "frange", que viene del latín fimbriae, "bordes de un vestido" y "trenzas de una
cabellera". Aunque tsitsith sugiera una mecha destrenzada, tal vez me quede con
"frange" que, además, tiene la ventaja de connotar la indeterminación (la "franja
imprecisa" entre dos mundos, dos seres o dos estados), la belleza (el
antiguo/rongersignificaba "decorar") y, finalmente, la rotura (frangere en latín:
"destrozar").657
Se dice que "el que no lleve los flecos [será] rechazado por el cielo".658 Tal vez
esta frase oculte una paradoja dolorosa. Pues hace mucho que ya nadie lleva los flecos
tal como se prescribe en el libro de los Números: "Diles que de generación en generación
se hagan flecos en los bordes de sus mantos y aten los flecos de cada borde con un
cordón de color de jacinto (tekhé- let)".659 Compruebo que los flecos de mi talit son
desesperadamente uniformes: el azul ha desaparecido. ¿Hay que entender que las
hermosas
657 REY, A. (dir.), Dictionnaire historique de la langue française, Paris: Dictionnaires Le Robert, 1992,
pp.828 y 837. [N. del T.: En la version de Nácar-Colunga, aparece siempre traducido como "fleco" (del
latín, “fiuccus", "copo de lana, pelo de los paños"); "franja" procede del francés, y este del latín
"fimbria", propiamente "borde de un vestido", según Coraminas, Breve diccionario etimológico de la
lengua castellana, Madrid: Gredos, 1967).
658 Aggadoth du Talmud de Babylone, op. cit., p.320 (Pessahim, § 74).
* N. del T.: Este "azur", que da título al capítulo, es un "azul" más poético que el simple "bleu" y designa
también el "cielo", el "aire", o es algo que se dice de todo "matiz de un bello azul".
rayas del tejido -ya sean negras o azules y de las que, de todas formas, no habla
ningún texto antiguo- forman el simple recuerdo gráfico, el recuerdo desdichado de una
prescripción bíblica a la que, desde hace muchas generaciones, ya nadie ha sabido
responder?
¿No podría decirse que este color había de ser olvidado por el hecho de que era
un color imposible? ¿O que era un color imposible debido al hecho de que fue el color
mismo de lo imposible? ¿Color más allá y más allá de todo color? ¿Colora distancia-
distancia infranqueable-y color mismo de esa distancia? ¿Color de una "travesía de las
apariencias" destinado a "llevarnos de lo sensible a lo invisible"?662 Se piensa en la
dantas de los teólogos escolásticos: exigían que el color de las alas de los ángeles fuera
a la vez ultra-rojo por su fuego de gloria y ultra-blanco por su pureza absoluta. No es
casualidad que fuera en el S. XIII -período en el que, en todo Occidente, el simbolismo
de los colores, sobre todo el del azul, se modifica profundamente663- cuando los
cabalistas desarrollaron toda una reflexión sobre el sentido del tekhelet: la palabra va
entonces asociada a takhelyt, "la meta", como si el azul fuera el color de lo último; pero
también a kelyl, "el todo", y a kalah, "aniquilar".664 ¿Sería pues el tekhelet para los
colores -en tanto que potencias teúrgicas- a la vez su origen, su totalidad, su meta y su
nada?
En el S. XIII, Ramban escribe acerca del tekhelet: "De lejos todo parecerá como
teñido de este color".665 Resulta difícil no pensar en las especulaciones futuras del pintor
que habrá buscado los colores mismos del aire y la distancia: "Por la variedad del aire
podemos conocer las diversas distancias [...]. Tú sabes que en un aire de uniforme
densidad, las cosas más distantes {/'ultime cose viste), como las montañas, parecen, por
culpa de la gran cantidad de aire interpuesto entre tu ojo y la montaña, azules (azzurra),
casi del color del aire cuando el sol está al oriente. Darás, pues, al edificio más cercano
su propio color (suo colore); y al más lejano lo harás menos perfilado y más azulado
(meno profilato e più azzurro). Aquel que deseas mostrar aún más lejano, lo harás tanto
más azulado; y al que tiene que estar cinco veces más lejos, hazlo cinco veces más azul
Pero este color supone a la vez lo más lejano y lo más interior: azul más allá del
horizonte, pero también azul visceral. En el libro del Éxodo, el tekhelet establece un
vínculo entre la sangre (sacrificial) y el cielo (hacia donde va el sacrificio): efectivamente,
Moisés coge la sangre del animal y la derrama como signo de la alianza; en ese preciso
momento, aparece Dios, del que solo se describe que "bajo sus pies había como un
pavimento de baldosas de zafiro, brillantes como el mismo cielo".667 Cuando el libro de
los Números instituya los flecos rituales como signo de la memoria de un poder que "ha
sacado [a los judíos] de la tierra de Egipto"668, el hilo azul estaría ahí para recordar el
mar Rojo (azul como el agua, rojo como las plagas) tanto como el cielo de la alianza (azul
como el zafiro celeste, rojo como la sangre del sacrificio exigido). Todas las exégesis del
tekhelet repiten incansablemente esta secuencia mne- motécnica que asocia el mar del
exilio con el cielo de la gloria, dando la sangre de la alianza una condición no dicha, pero
necesaria, a este mismo pasaje:
666 DA VINCI, Leonardo, Traité de la peinture, trad. A. Chastel, Paris: Berger-Levrault, 1987, p.201
(traducción modificada) [trad. cast.: Tratado de pintura, Madrid: Akal, 1993, trad. A. González García,
pp.263-264].
667 Éxodo, XXIV, 8-10.
668 Números, XV, 41 (ed. cit., p.127).
"¿Por qué se escogió el azul [para el hilo de los flecos] en lugar de otro color
cualquiera? Porque este color se parece al del mar, el color del mar al del cielo, el color
del cielo al del zafiro, y el zafiro al trono de gloria, pues se dijo: 'bajo sus pies había como
un pavimento de baldosas de zafiro, brillantes como el mismo cielo' [Éxodo, XXIV, 10], y
también: 'había una piedra de apariencia de zafiro a modo de trono' [Ezequiel, I, 26]’’.669
Cubierto de azul (aunque fuera por un solo hilo en cada esquina del manto)
significaría pues: abierto a la memoria (el exilio, el sacrificio, la alianza, la gloria). Ello
significaría: que accede a la mirada justa. La mirada-deseo no discierne, queda absorta
a su pesar en lo que mira; la mirada-memoria, gracias al filtro de la ley -los flecos son
ese filtro, esa rejilla, ese enrejado-, permite discernir, no perderse en las redes -otros
flecos- de la carne. Cuando avisaron a Sem, el antepasado de Abraham, que Noé estaba
ebrio, fue a recubrir su desnudez yendo de espaldas para no verla.670 Los comentarios
midrásicos dicen que Sem fue entonces recompensado por su gesto con el ritual del talit
y con la bendición que vincula oración y recubrimiento. ¿Permitirían los flecos azules
que la mirada soportara el brillo de color zafiro del trono celeste tanto como protegerían
contra la fulguración nocturna de nuestra propia carne?
Noche del deseo, día de la memoria. Es al amanecer cuando hay que cubrirse con
el talit, y es en ese momento cuando a la mirada le llega el discernimiento: "¿A partir de
cuándo se hace la lectura de la oración del shema por la mañana? Cuando se puede
distinguir entre el tekhelet y el blanco".671
©
Según el Zohar, para comprender todos estos misterios bastaría con mirar
una simple llama y discernir lo que, en ella, permanece siempre indiscernible
porque está siempre ¡nterpenetrado, igual que al amanecer el día está penetrado
por la noche a la que sin embargo expulsa: "Que quien quiera conocer la ciencia
669 Aggadoth du Talmud de Babylone, op. cit., p.1266 (Menahot, § 6). Cfr. ib., p.770 (Sota, § 53). Le
Bahir. Le livre de la clarté, trad. J. Gottfarstein, París: Verdier, 1983, p.78. Muchas otras referencias en
HERCENBERG, B. D., "La transcendance du regard", art. cit., pp.392-399.
670 Génesis, IX, 21-23.
671 Citado por HERCENBERG, B. D., "La transcendance du regard", art. cit., p.395.
de la unión sagrada contemple la llama que sube de una brasa o de una lámpara
encendida. Pues esta llama solo puede alzarse si reposa en un sustrato [material]
más tosco. Ven y mira: en la llama que sube hay dos luces, una es una luz de color
blanco, y la otra una luz de la que forman parte el negro y el azul. Esa luz blanca
está por encima y se alza de manera rectilínea; la luz azul o negra se encuentra
por debajo de la blanca y le sirve de trono; la luz blanca está depositada sobre él,
y como se tocan mutuamente, son una sola [...] Pues a eso se refiere el secreto
del tekhelet. Ese trono azul- negro está anclado abajo en otra materia, y al entrar
en contacto se enciende y la empuja a unirse a la luz blanca superior. Algunas
veces, ese azul-negro se vuelve rojo. Pero la luz blanca que está por encima no
cambia nunca y, por el contrario, permanece constantemente blanca. Sin
embargo, a veces la luz azul cambia para volverse, unas veces, negra, y otras, roja.
Forma parte de dos regiones: hacia lo alto participa de esa luz blanca y hacia abajo
participa de esa materia que le es dada".672
Azul dúplice: azul impuro. En la parte alta procede de la luz que hace
posible; en la parte baja, de un "sustrato más tosco" que lo hace posible. Hace
que se adhiera lo que Aristóteles separaba: lo celeste, que ni se corrompe ni
cambia ("la luz blanca no cambia nunca") y lo sublunar, que se altera, que puede
incluso destruirse al cambiar ("la luz azul cambia algunas veces"). El tekhelet no
es pues "imposible" en el sentido de un puro más allá: lo que en él desafía a las
cosas normalmente situadas corresponde a su ambivalencia física extraordinaria
más que a sus cualidades metafísicas. Quiero decir, simplemente, su capacidad
de cambiar: de virar al rojo por un lado, al negro por otro. Gershom Scholem veía
en ello la imagen misma de un paradójico "poder oscuro de la shekhina", la
presencia divina.673
672 Zohar, I, 50b-51a. Traducido y comentado por SCHOLEM, G., "La symbolique des cou-
leurs", art. cit., pp.186-187.
673 Ib., p.188.
molusco muy raro llamado halazon o hilazon, ya no se sabe muy bien.674 Hay
quien dice que "su cuerpo se parece al mar", analogía misteriosa donde las
haya.675 Otros dicen que este animal de las profundidades, escondido en la arena,
solo sube a la superficie -único momento en el que se le puede pesqar- una vez
cada setenta años, lo cual permite asociar el tekhelet con el verbo kalah,
"engullir".676 El tratado Baba Bathra cuenta la historia de un cesto que flota en el
mar, al que los peces impiden que alguien se acerque: es el cesto destinado al
tekhelet de los "justos del mundo que han de venir".677
678 LACAZE-DUTHIERS, H. de, "Mémoire sur la pourpre", Annales des sciences naturelles.
Zoologie, 4e série, VI, 1859, pp.5-86. Citado y comentado por HERCENBERG, B. D., "La trans-
cendance du regard", art. cit., pp.406-408.
679 Ib., pp.406-407.
680 Cfr. POSNER, R., KAPLOUN, U y COHEN, S., La Prière juive, trad. E. Gourevitch, Jerusa- lén:
Keter, 1985, pp.61-62.
Cubierto con el manto: abierto al azul. Pero el azul no era mayor que el
ancho de un solo hilo. Peor aún, ese hilo desapareció en tiempos de plagas y
dispersiones. Peor aún, volvió a desaparecer en tiempos de cenizas futuras, esas
cenizas que todavía nos recubren.
o
Azul y ceniza. El mismo azul puede ser de ceniza. Entonces, abrir y cubrir
obran para el mismo misterio. "Autoridad terrible de los cielos. Intensidades muy
oscuras. Menos azul que pétalos de violetas azules. Azul ceniciento. Impresión
trágica, casi fúnebre. Las urnas [...] agravan esta impresión, la vuelven más
patética. Hay mudas súplicas al cielo para que se muestre menos cerrado. [...]
Ninguna respuesta. Es magnífico".683
"Nada se parece más a la noche que aquel día azul ceniza. Es el día de la
muerte, el día de la eternidad. [...] Algo resplandeciente velado, espléndido
velado, brillante velado, radiante velado. Lo curioso es que lo resplandeciente en
cuestión está velado por el exceso mismo de su resplandor. [...] Un azul de mina
de plomo. Allí se diseminan cenizas en lugar de gotas. [...] Hay como cenizas
dispersas en el azul y también un olor comparable al de la pólvora. [...] Ese día
equivale a noche, aquel día azul es ceniza. [...] Cada cosa está como al borde de
un precipicio. Está al borde de una sombra, tan nítida y tan negra que parece
excavar el suelo. Cada cosa está al borde de su precipicio".58
Un hombre en su talit -fantasma de rayas, indio o mariposa- me parece
siempre, él también, al borde de su precipicio, igual que el pobre diablo de Kafka
se encuentra para siempre en el umbral de su propia sentencia. Como nuestro
abuelo Jonás antes de sumergirse en el vientre del tren que le lleva hacia
Auschwitz, aquel 29 de abril de 1944.
683 PONGE, F., "La Mounine, ou note après coup sur un ciel de Provence" (1941), Œuvres
complètes, I, ed. B. Beugnot, Paris: Gallimard, 1999, p.412 [trad, cast.: "La Mounine o Nota
aplazada sobre un cielo de Provenza", La soñadora materia, Barcelona: Galaxia Gutenberg,
2006, trad. M. Casado, p.333; para las citas siguientes: pp.337-357].
cubiertos con ese hermoso talit que no les protege de nada, implorando, con los
brazos alzados, bajo las balas. En otra parte, se puede ver rezando a Rabbi Moshe
Isaac Hangeman, con sus filacterias en la frente, su manto en torno al cuerpo,
descalzo, con la cabeza inclinada hacia el suelo en el que yacen los cadáveres de
los suyos (aquí también, los verdugos se están riendo). En otra fotografía le vemos
en el suelo, unos segundos después: alza los brazos, probablemente en el
momento en el que le ejecutan, las rayas negras de su chal ocupan todo el primer
plano. El azul está lejos, la sangre está ahí, la ceniza tardará poco. O también este
niño del gueto de Varso- via: le han vestido con una blusa de trabajo y una gorra
demasiado grande para él, llora tirando de una carreta en la que tal vez descanse
el paquete rayado de su padre.684 Al liberar Auschwitz, los ejércitos rusos
encontrarán montones inmensos de talits {fig. 74) y Primo Levi, en su escrupuloso
Informe sobre las condiciones del campo, anotará que "muchos calcetines y
calzoncillos habían sido cortados en esos talits [...] llevados en las maletas de
muchos deportados y empleados como señal de desprecio".685
684 Cfr. ARAD, Y. (dir.), The Pictorial History of Holocaust, Jerusalen: Yad Vashem, 1990, pp.63,
76, 80-81,163.
685 LEVI, P., Rapport sur Auschwitz (1945-1946), trad. C. Petitjean, Paris: Kime, 2005, p.56.
Tejido con rayas: una marca de infamia en Occidente. El "tejido del dia-
blo".687 O, como decían en los campos: los rayados. "Cuando al llegar a Bu-
chenwald vimos los primeros rayados llevando piedras o tirando de una carreta a
la que estaban atados por una cuerda, con la cabeza afeitada bajo el sol de agosto,
no esperábamos que hablaran. Esperábamos otra cosa, tal vez un mugido o un
gorjeo. Había entre ellos y nosotros una distancia que no podíamos superar, que,
desde hacía mucho, los SS colmaban con el desprecio. Ni pensábamos en
acercarnos a ellos".688
686 Citado por WIEVIORKA, A., L'ère du témoin, París: Pion, 1998, p.105.
687Cfr. PASTOUREAU, M., L'Étoffe du diable. Une histoire des rayures et des tissus rayés, Paris:
Le Seuil, 1991 [trad. cast.: Las vestiduras del diablo, Barcelona: Océano, 2005, trad. M. Oliver,
A. Sunyer].
688ANTELME, R., L'Espèce humaine, París: Gallimard, 1957, pp.100-101 [trad. cast.: La especie
humana, Madrid: Arena, 2001, trad. T. Richelet].
689 Cfr. Célébrations dans la tourmente. La résistance spirituelle dans les ghettos et les
camps de concentration. Témoignages (1970), trad. E. Rozen y J. Aronowicz, Paris: Verdier,
1993.
Llegada de Hitler al poder. "El Moisés [...] no verá nunca la luz, [parece que
para siempre] condenado al sueño eterno" (a Stefan Zweig, 5 de noviembre de
1935). El 6 de mayo de 1936, Freud tiene ochenta años. En esa época, rechaza el
homenaje de un volumen de Festchrift, que le sugiere Ernest Jones. "Nostalgia
del paso a la nada" (a Stefan Zweig, 18 de mayo de 1936). Recidiva del cáncer,
cuatro operaciones de la mandíbula ese año. "Navidad: dolores" (Kürzeste
Chronik, 24 de diciembre de 1936). A principios de 1937, Freud escribe un ensayo
690 Todos los hechos, palabras y extractos de la correspondencia de Freud proceden de JONES,
E., La Vie et l'œuvre de Sigmund Freud, III. Les dernières années, 1919-1939 (1957), trad. L.
Flournoy, Paris: PUF, 1969, pp.212-282. GAY, P., Freud, une vie, Il (1988), trad. T. Jolas, Paris:
Hachette, 1991 (ed. 2002), pp. 342-432. SCHUR, M., La Mort dans la vie de Freud (1972), trad.
B. Bost, Paris: Gallimard, 1975, pp.523-623.
691 FREUD, S., "L'analyse avec fin et l'analyse sans fin" (1937), trad. J. Altounian y otros. Ré-
sultats, Idées, problèmes, II. 1921-1938, Paris: PUF, 1985, pp.231-268 [trad, cast.: "Análisis
terminable e interminable", Introducción al narcisismo y otros ensayos, Madrid: Alianza, 1973,
trad. R. Rey Ardid).
con Martin, llevada a la Gestapo. El médico MaxSchur les había dado, como
tenían decidido, la "dosis suficiente" de Veronal. A la siete de la tarde, les dejan
marchar. Obligan a Freud a pagar la repatriación de las existencias de sus obras
completas almacenadas en Suiza, para que sean debidamente destruidas por el
fuego.
692 Agradezco a Michael Molnar, director de investigación en el Freud Museum (Londres), que
me confirmara este hecho.
693 REIK, T., Gebetmantel und Gebetriemen der Juden. Ein psychoanalytischer zur hebräischen
Archäologie, Viena: Internationaler psychoanalytischer Verlag, 1931.
muerte. Unos le reprochan haber ofrecido una nueva arma a Goebbels, otros
quieren mandarle a un campo de concentración.694 En junio, la cara del anciano
desprende tal olor-debido a la necrosis del tejido por el tumor- que el perro de la
casa se niega a acercarse a su amo y se refugia en el lado opuesto. "Trágico". El 1
de agosto de 1939, Freud renuncia a la práctica del psicoanálisis. El 27 de agosto:
"Guerra: pánico" (Kürzeste Chronik). El 1 de septiembre, los alemanes invaden
Polonia. El 3 se declara la guerra. "Mi última guerra".
694 Sobre El hombre Moisés [trad, cast.: Moisés y la religión monoteísta, trad, cit], cfr. YE-
RUSHALMI, Y. H., Le Moïse de Freud. Judaïsme terminable et interminable (1991), trad. J.
Carnaud, París: Gallimard, 1993.
Es en medio de las alertas aéreas y los más agudos dolores físicos cuando
Freud escoge-y por supuesto, no hay ninguna ligereza, ninguna casualidad en esa
elección- leer su último libro. Se trata de la novela filosófica de Balzac La piel de
zapa. "Justo el libro que necesitaba; habla de encogimiento y de muerte por
inanición". Casi medio siglo antes, en 1896, Freud había observado la agonía de
su propio padre como un "encogimiento" tan regular como inexorable. Pero ese
encogimiento (el espacio se va reduciendo, el cuerpo se va encerrando sobre sí
mismo) también había sido reconocido como la ocasión de una paradoja
temporal, una apertura de la memoria: "Cuando murió [mi padre] hacía mucho
que su vida había concluido; pero ante su muerte todo el pasado volvió a
despertarse en mi intimidad".695 Probablemente Freud envolvió a su padre en un
talitantes detener su famoso sueño Se ruega cerrar los ojos y elaborar su primera
teoría de la memoria inconsciente.696
La piel de zapa no empieza con una frase, sino con un simple trazado: un
enigma gráfico. Como una letra de hebreo que, en cierto modo, se hubiera
soltado por sí misma. Una línea extraña en todo caso, descabellada, errática. Un
trozo de mecha, un hilo caído en el suelo (fig. 75). Balzac saca esta línea del
Tristram Shandy de Laurence Sterne.697 Según Philaréte Chasle, que escribió en
1831 la introducción general a las Novelas y cuentos filosóficos de Balzac, esta
línea daría el mismo fraseado, o el grafo, de "la vida con sus ondulaciones
extrañas, su recorrido vagabundo y su aspecto serpentino".7*
75. Laurence Sterne, "Haciendo con el bastón un molinete", dibujo reproducido en Vida y opiniones de
Tristrám Shandy, caballero, 1759. Recogido por Honoré de Balzac, La piel de zapa, 1831.
695 FREUD, S., La naissance de la psychanalyse. Lettres à Wilhelm Fliess, notes et plans (1887-
1902), trad. A. Berman, Paris: PUF, 1936 (ed. revisada, 1973), p.151 [trad, cast.: Los orígenes
del psicoanálisis, Madrid: Alianza, 2007, trad. R. Rey Ardid, p.208].
696 lb., pp.151-156.
697 BALZAC, H. de, La Peau de chagrin (1831), ed. P. Citron, dirigida por P.-G. Castex, La Co-
médie humaine, X. Études philosophiques, Paris: Gallimard, 1979, p.57. El dibujo se encuentra
en el capítulo CCCXII de la novela de Sterne (y no en el capítulo CCCXXII, como indica Balzac)
[trad, cast.: La piel de zapa (y otras obras), Barcelona: Carrùggio, 1979, trad. J. C. Acerete, pp.60;
pp.40, 47-49, 201, 204, etc., para las citas siguientes].
Recuerda el peligro de una cavidad del terreno, o la serpiente que surge del
bastón de Moisés; las arrugas de un rostro en el que el héroe de Balzac tendrá
que leer las "huellas de viejas torturas"698; o también las finas venas visibles en
los párpados de una mujer, como una escritura secreta del amor.699
Desde este punto de vista, podría decirse que La piel de zapa es una novela
de la línea encarnada: extravagante, arriesgada como un hilo abandonado;
indescifrable como una escritura del Oriente mítico (a medio camino entre el
sánscrito y el árabe, según la ambigüedad organizada por
Balzac700); es una novela del destino, eficaz como una fórmula cabalística, puesto
que el argumento central de la novela es un "pacto" que vincula el trozo de piel
grabada con el cuerpo del héroe, la letra inscrita con su destino: "Usted ha
firmado un pacto. Todo está dicho. Ahora sus deseos serán satisfechos
completamente, pero a costa de su vida. El círculo de sus días, representado por
esta piel, se estrechará según la fuerza y el número de sus deseos, desde el más
pequeño al más grande".701 Al final del relato, el protagonista mostrará a la mujer
amada lo que le queda de piel: "Esto es un talismán que cumple mis deseos, y
representa mi vida. Mira lo que me queda de él. Si me sigues mirando, voy a
morir".702 Para salvarle, también ella querrá morir "estrangulándose con su chal";
pero para salvarla, el romperá el chal y morirá pegado a su cuerpo. Ella sobrevivirá
como un fantasma, loca, extraviada, "Alternativamente ondina o sílfide, aquella
fluida criatura revoloteaba en el aire como una palabra buscada en vano, que
corre por la memoria sin dejarse alcanzar".703
Sin duda, a Freud le gustó este relato y volvió a leerlo porque compartía
íntimamente su base filosófica: imposible desenredar el deseo de la memoria y la
muerte. Imposible desenredar la memoria del deseo y la muerte. Imposible
desenredar la muerte de cualquier cosa viva. Todo ello unido fomenta nuestras
704 Cfr. KAPLAN, A., Tzitzith, op. eit., pp. IX-XI y 43-52.
708 Citado por WHITE, B., Walter Benjamin: une biographie (1985), trad. A. Bernold, Paris: Le
Cerf, 1988, p.253.
709 Citado por FITTKO, L., "Der alte Benjamin, Flucht über die Pyrenäen", Merkur, XXXVI, 1982,
ne 403, p.40.
710 Cfr. SCHEURMANN, I., "Nouveaux documents sur la mort de Walter Benjamin", Pour Walter
Benjamin, dir. I. y K. Scheurmann, Bonn: AsKI-Inter Nationes, 1994, pp.284-285.
710 BENJAMIN, W., "Sur le concept d'histoire" (1940), trad. M. de Candillac revisada por P.
Rusch, Œuvres, III, París: Gallimard, 2000, p.431. El subrayado es mío [trad, cast.: "Tesis de
filosofía de la historia", Discursos Interrumpidos I, Madrid: Taurus, 1989, trad. J. Aguirre,
pp.180-181],
vencer".88
(2003)
711 Id., carta a Herbert Belmore (finales de junio de 1916), Correspondance, 1.1910-1928, ed.
G. Scholem y T. W. Adorno, trad. G. Petitdemange, París: Aubier-Montaigne, 1979, p.122.
712 RILKE, Rainer Maria, "Vois..." (1915) (esbozo), trad. M. Petit, Œuvres poétiques et théâ-
trales, ed. G. Stieg, Paris: Gallimard, 1997, p.1746.
713 BENJAMIN, Walter, Origine du drame baroque allemand (1928), trad. S. Mullery A. Hirt,
Paris: Flammarion, 1985, p.28 [trad. cast.: "El origen del Trauerspiel alemán", Obras, Madrid:
Abada, 2006, l/l, trad. A. Brotons Muñoz, p.227].
714 BLANCHOT, Maurice, La Folie du jour, Montpellier: Fata Morgana, 1973, p.21.
* N. de T.: El verbo "brûler", eje del capítulo, suele traducirse por "arder", cuando es intransitivo,
y por "quemar" cuando es transitivo, salvo excepciones, además de utilizarse en expresiones
varias. De modo que habrá que tener en cuenta este vaivén entre "lo que arde y se consume al
quemarse" y "lo que (nos) quema al arder".
715 ARISTÓTELES, Poética, 1,1447a, trad. J. Hardy, París: Les Belles Lettres, 1932, p.29.
nos concierna). Habría que saber, pues, en qué sentidos diferentes arder
constituye hoy en día, para la imagen y la imitación, una "función" paradójica,
sería mejor decir una disfunción, una enfermedad crónica o recurrente, un
malestar en la cultura visual: por consiguiente, algo que requiere una poética
capaz de incluir su propia sintomatología3
716 KANT, Immanuel, Qu'est-ce que s'orienter dans la pensée (1786), trad. A. Philonenko, Paris:
Vrin, 1959 [trad. cast.: ¿Cómo orientarse en el pensamiento?, trad. C. Correas, Buenos Aires:
Quadrata, 2005].
717 Id., Critique de la raison pure (1781-1787), trad. A. Tremesaygues y B. Pacaud, París:
PUF, 1944 (ed. 1971), pp.150-156 [trad, cast.: Crítica de la razón pura, trad, cit.], comentado
por NANCY, J.-L., Au fond des images, Paris: Galilée, 2003, pp.147-154.
Imaginemos, pues, la imagen con los rasgos de una falena, de una mariposa. Hay
personas muy serias que creen que no tienen nada que aprender de esos
animalillos y a las que, por consiguiente, nunca se les ocurriría perder el tiempo
observando a una mariposa que pasa. Ello precisamente en la medida en que la
mariposa no hace más que pasar y, por lo tanto, remite más al accidente que a la
sustancia. Mucha gente cree que lo que no dura es menos verdadero que lo que
dura o que lo que es duro. Una mariposa es tan deleznable, dura tan poco.
Y además es algo bonito, es "estético", como suele decirse. Pero "estético"
no siempre es un cumplido en boca de los profesionales de la verdad, sobre todo
de la verdad histórica, filosófica, política o religiosa. "Estético" es un poco la
guinda en el pastel de lo real; sería, pues, decorativo y no esencial. Entonces se
dirá que la mariposa es muy poca cosa, lo cual es cierto. Peor aún, que desvía
nuestra mirada de lo esencial: si su propia forma es tan fascinante, ¿no es señal
de que lleva consigo las potencias de lo falso? Sería, pues, preferible dejarla
pasar, y pasar a otra cosa más seria.
Sin embargo, también hay personas más propensas a mirar, a observar,
incluso a contemplar. Atribuyen a las formas una fuerza de verdad. Piensan que
el movimiento es más real que la inmovilidad, la transformación de las cosas tal
vez más rica en lecciones que las cosas en sí. Esas personas se preguntan si el
accidente no manifestará la verdad con tanta exactitud -pues para ellos, ambas
cosas van unidas-como la propia sustancia. Entonces, aceptan tomarse, y no
perder, el tiempo de mirar una mariposa que pasa, quiero decir, una imagen que
sorprenden en el cimacio de un museo o entre las páginas de un álbum de
fotografías. Algunas veces van al estudio o al laboratorio, siguen la fabricación de
la imagen, observan la crisálida, esperan, con los
ojos muy abiertos, las latericias de la forma largo tiempo prisionera. A veces
j sorprenden un momento de la gestación, ven cómo algo se va formando:
emoción por descubrir eso. Luego, la imagen deviene madura -como la fa- I
lena deviene ¡mago-, y emprende el vuelo. Otra emoción (fig. 76-77).
\ Pero
la paradoja ya está presente. Pues en el momento en el que por
i fin se pueden ver las bellezas, las formas, los colores que ofrece, se pone a
aletear: ya solo se la ve de forma discontinua. Luego, echa a volar para siem-
pre, es decir, se marcha. Entonces, la perdemos de vista: la paradoja se agu-
diza. Su esplendor coloreado se convierte en un pobre punto negro,
minúsculo en el aire. Después, ya no se ve nada, o más bien: solo se ve el aire.
Otro tipo de emoción.
Uno quiere seguirla, para mirarla. Se pone uno mismo en
movimiento: emoción. En ese momento, una de dos. Si uno es cazador nato, o fetichista, I
o se encuentra angustiado por tener que perderla, querrá atraparla lo antes
posible. Se corre, se apunta, se lanza la red: atrapada. Otro tipo de emoción. Uno asfixia esa
maravilla en un tarro con éter. De vuelta a casa, clava la falena con un alfiler, delicadamente,
en un pequeño panel de corcho. La cubre con un cristal. Ahora ya se puede ver
perfectamente la reticulación de las formas, la organización de las simetrías, el contraste
de los colores: nueva emoción. Pero enseguida se cae en la cuenta -pronto o al cabo de
mucho tiempo, pese a la alegría del trofeo, pese a la lozanía, siempre viva, de los colores-
de que a esa imagen le falta sin embargo lo esencial: su vida, sus movimientos, sus aleteos,
sus recorridos imprevisibles, y hasta el aire que constituía un medio para todo eso. La
emoción decae, o tal vez cambia. Uno se desquita con la erudición, colecciona, compra más
alfileres y más paneles de corcho, vive en el olor a éter, clasifica, se convierte en experto.
Uno posee imágenes. Puede volverse loco por ellas.
Si uno no es cazador nato y todavía no tiene intención de convertirse en experto o
de poseer algo, más modestamente querrá seguir a la imagen con la mirada. Entonces, uno
se pone en movimiento: emoción. Corre todo el día, sin red, en pos de la imagen. Se admira
en ella precisamente lo que se escapa, el aleteo, los motivos que es imposible fijar, que van
y vienen, que aparecen y desaparecen a merced de un recorrido imprevisible. Emociones
singulares. Pero se hace de noche. Es cada vez más difícil distinguir la imagen. Desaparece.
Emoción. Esperamos. Nada. Volvemos a casa. Encendemos una vela en la mesa y, de
repente, la imagen reaparece. Emoción. Uno se siente casi feliz. Pero pronto
comprendemos que la imagen no nos quería, no nos seguía, no da vueltas a nuestro
alrededor, sin duda nos ignora completamente. Lo que desea es la llama. Va y viene hacia
ella, se acerca, se aleja, se acerca un poco más. Y al poco tiempo, de repente, se inflama.
Profunda emoción. Queda en la mesa un copo de ceniza minúsculo.
De modo que ya no se puede hablar de imágenes sin hablar de cenizas. Las imágenes
forman parte de lo que los pobres mortales se inventan para plasmar sus temblores (de
deseo o de temor) y sus progresivas destrucciones. Por lo tanto, desde un punto de vista
antropológico es absurdo oponer las imágenes a las palabras, los libros de imágenes a los
libros sin más. Todos juntos constituyen, para cada cual, un tesoro o una tumba de la
memoria, ya sea ese tesoro un simple copo o bien esté trazada esa memoria en la arena
antes de que una ola la disuelva. Ya sabemos que toda memoria está siempre amenazada
por el olvido, todo tesoro amenazado por el saqueo, toda tumba amenazada por la
profanación. Por eso, cada vez que abrimos un libro -importa poco que sea el Génesis o Las
ciento veinte jornadas de Sodoma-, tal vez tendríamos que dedicar unos segundos a
reflexionar sobre las condiciones que hicieron posible el simple milagro de que ese texto
esté aquí, ante nosotros, que haya llegado hasta nosotros. Ha tenido que superar tantos
obstáculos. Se han quemado tantos libros y tantas bibliotecas.721 Y, de la misma manera,
cada vez que posamos nuestra mirada en una imagen, tendríamos que pensar en las
condiciones que impidieron su destrucción, su desaparición. Es tan fácil, ha sido tan
corriente, en cualquier época, destruir las imágenes.722
Cada vez que intentamos construir una interpretación histórica -o una "arqueología"
en el sentido de Michel Foucault-, debemos tener cuidado de no identificar el archivo del
que disponemos, por proliferante que sea, con los hechos y milagros de un mundo del que
no da sino meros vestigios. Lo propio del archivo es su laguna, su naturaleza horadada. Y a
menudo, las lagunas son resultado de censuras deliberadas o inconscientes, de destruccio-
nes, de agresiones, de autos de fe. A menudo el archivo es gris, no solo por el tiempo que
ha pasado sino por las cenizas de todo lo que le rodeaba y se ha quemado. Es al descubrir
la memoria del fuego en cada hoja que no se ha quemado cuando hacemos la experiencia
-que tan bien describe Walter Benjamín, él, cuyo texto sin duda unos fascistas arrojaron al
fuego, ese texto que para él era más preciado que cualquier otra cosa y en el que estaba
trabajando cuando se suicidó- de una barbarie documentada en cada documento de la
cultura. "La barbarie está escondida en el concepto mismo de cultura", escribe.723 Ello es
tan cierto que incluso lo opuesto es válido: ¿no tendríamos que reconocer, en cada
documento de la barbarie algo así como un documento de la cultura que ofrece, no su
historia simplemente dicha, sino una posibilidad de arqueología crítica y dialéctica? No se
puede hacer una "simple" historia de la partitura de Beethoven encontrada en Auschwitz
junto a una lista de músicos destinados a ejecutar la Sinfonía n9 5 antes de ser ejecutados,
721 Cfr. POLASTRON, L. X., Livres enfeu. Histoire de la destruction sansfln des bibliothèques, Paris: Denoël,
2004.
722 Cfr. FREEDBERG, D., Iconoclasts and their Motives, Maarsen: Schwartz, 1985. Ml- CHALSKI, S. (dir.), Les
Iconoclasmes. L'art et les révolutions: actes du 2T congrès international d'histoire de l'art, IV, Estrasburgo:
Société alsacienne pour le Développement de l'histoire de l'art, 1992. SCRIBNER, B. (dir.), Bilder und
Bildersturm im Spätmittelalter und in der frühen Neuzeit, Wiesbaden: Fiarrassowitz, 1990. BESANÇON, A.,
L'Image interdite. Une histoire intellectuelle de Ticonoclasme, Paris: Fayard, 1994. GAMBONI, D., Un
Iconoclasme moderne: théorie et pratiques contemporaines du vandalisme, Zurich-Lausana: Institut suisse
pour l'étude de l'art-Éditions d'en-bas, 1983. Id., The Destruction of Art. Iconaclasm and Vandalism Since
the French Revolution, Londres: Reaktion Books, 1997. LATOUR, B. y WEIBEL, P. (dir.), Iconoclash. Beyond
the Image Wars in Science, Religion and Art, Karlsruhe- Cambridge: ZKM-MIT Press, 2002.
723 BENJAMIN, W., Paris, capitale du XIXe siècle. Le livre des passages (1927-1940), trad. J. Lacoste, Paris:
Le Cerf, 1989, p.485 [trad, cast.: El libro de los pasajes, trad. cit.].
724 Cfr. MICKENBERG, D„ GRANOF, C. y HAYES, P. (dir.), The Last Expression. Art and Auschwitz, Evanston:
Northwestern University Press, 2003, p.121.
725 WARBURG, A., "L'art du portrait et la bourgeoisie florentine", art. cit., pp.101-135. Cfr. DIDI-
HUBERMAN, G., "Ressemblance mythifiée et ressemblance oubliée chez Vasari: la légende du portrait 'sur
le vif'", Mélanges de l'École française de Rome - Italie et Méditerranée, CVI, 1994-2, pp.383-432.
726 WARBURG, A., Gesammelte Schriften, ll-l. Der Bilderatlas Mnemosyne, ed. M. Warnke y C. Brink, Berlin:
Akademie Verlag, 2000, pp.132-133 [trad. cast.: Atlas Mnemosyne, Madrid: Akal, 2010, ed. esp. de F.
Checa, pp.132-133],
727 Cfr. sobre todo LAZZARINI, A., Il miracolo di Bolsena. Testimonianze e documenti nei secoli XIII e XIV,
Roma, 1952. FRANCASTEL, P., "Un mystère parisien illustré par Uccello: le mi- racle de l'hostie à Urbin"
(1952), Œuvres, II. La réalité figurative. Éléments structurels de sociologie de l'art, Paris: Denoel-Gonthier,
1965, pp.295-303. POLIAKOV, L., Histoire de l'antisémitisme, I. Du Christ aux juifs de cour, Paris: Calman-
Lévy, 1955, pp.140-187.
brimiento de los campos nazis por parte "del mundo civilizado"-, el contenido espantoso del
pacto que unía a un dictador fascista con el inofensivo "pastor" de los católicos.728
728 Cfr. SCHOELL-GLASS, C., Aby Warburg und der Antisemitismus. Kulturwissenschaft als Geistpolitik,
Francfort: Fischer, 1998, pp.220-246.
729 BENJAMIN, W., "Paralipomènes et variantes à L'Œuvre d'art à l'époque de sa reproduction mécanisée"
(1936), trad. J.-M. Monnoyer, Écrits français, Paris: Gallimard, 1991, p.180. Id., "Sur le concept d'histoire"
(1940), ib., p.343.
730 Id., Paris, capitale du XIXe siècle, op. cit., p.476.
731 SCHERER, J. Le "Livre" de Mallarmé, París: Gallimard, 1978.
732 Cfr. DIDI-HUBERMAN, G., Devant le temps. Histoire de l'art et anachronisme des images, Paris: Éditions
de Minuit, 2000, pp.85-155 [trad. cast.: Ante el tiempo, trad. cit.]. ZUMBUSCH, C., Wissenschaft: in Bildern.
Symbol und dialektsches Bild in Aby Warburgs Mnemosyne-Atlas und Walter Benjamin Passagen-Werk,
Berlin: Akademie Verlag, 2004.
Por supuesto, todo ello no quiere decir que bastaría con hojear un álbum de
fotografías "de época" para comprender la historia que pueden documentar. Las nociones
de memoria, montaje y dialéctica están ahí para indicar que las imágenes no son ni
inmediatas, ni fáciles de comprender. Además, ni siquiera están "en presente" como se suele
creer de manera espontánea. Y es precisamente porque las imágenes no están "en presente"
por lo que son capaces de hacer visibles relaciones temporales más complejas que implican
la memoria en la historia. Más tarde, Gilíes Deleuze lo dirá a su manera: "Me parece evidente
que la imagen no está en presente. [...] La propia imagen es un conjunto de relaciones de
tiempo en las que el presente solamente se deriva, ya sea como mínimo común múltiplo, ya
sea como mínimo común divisor. Las relaciones de tiempo nunca se ven en la percepción
ordinaria pero sí en la imagen, en cuanto es creadora. Hace sensibles, visibles, las relaciones
de tiempo irreductibles al presente".23 También por eso, aunque candente, la cuestión exige
una paciencia -forzosamente dolorosa- para que ciertas imágenes sean miradas, interro-
gadas, en nuestro presente, para que la historia y la memoria sean escuchadas, interrogadas,
en las imágenes.
O
Ejemplo: Walter Benjamin en su presente -ya sombrío- de 1930. Se acaba de publicar
Guerra y guerreros, obra concebida por Ernst Jünger.733 Se trata de la Gran Guerra, como
suele decirse. Benjamin observa inmediatamente que el elemento fascista de ese volumen
corre parejo con una especie de estetización recurrente, "una transposición desbocada",
dice, "de las tesis del arte por el arte al campo de la guerra". Y sin embargo -o por eso mismo-
, no dejará el arte y la imagen en manos de sus enemigos políticos. Además, Jünger y sus
acólitos "manifiestan, sorprendentemente, escaso interés" por la imagen angustiante por
excelencia que, en 1930, sigue obsesionando a todo el mundo, tanto en Alemania como en
Francia: la de las máscaras de gas, es decir, de los ataques químicos en los que había quedado
bruscamente abolida "la distinción entre civiles y combatientes" y, con ella, "los cimientos
fundamentales [del] derecho internacional".734
Esta guerra, dice entonces Benjamin, fue a la vez química (por sus medios),
imperialista (por los elementos en juego) e incluso deportiva (por su "lógica de los récords
de destrucción" llevada "hasta el absurdo") (fig. 79-80). Ahora bien, es a partir de ese
montaje de órdenes de realidad diferentes que Benjamin se encuentra en condiciones de dar
una legibilidad filosófica e histórica nueva de la guerra a partir de la "disparidad patente
entre los medios gigantescos de la técnica y el ínfimo trabajo de elucidación moral de que
733 JÜNGER, E. (dir.), Krieg und Krieger, Berlin: Junker & Dünnhaupt, 1930.
734 BENJAMIN, W., "Théories du fascisme allemand. À propos de l'ouvrage collectif Guere et guerriers,
publié sous la direction d'Ernst Jünger" (1930), trad. P. Rusch, Œuvres, II, Paris: Gallimard, 2000, p.201.
son objeto".25 No sería exacto afirmar que la situación no ha cambiado desde entonces. Y sin
embargo, la nuestra se parece tanto a esa -incluidos los récords- que hay que comprender lo
siguiente: a partir de su "imagen dialéctica", Benjamin liberó imaginativamente armónicos
temporales, estructuras inconscientes, largas duraciones a partir del minúsculo fenómeno
cultural que representaba la publicación de ese libro en 1930. Tomando a Jünger a con-
trapelo, hizo legible algo de la guerra imperialista de 1914-1918 que -para nosotros- arroja
luz sobre algo de las guerras imperialistas de hoy.
79. El pueblo de Passchendaele (Flandes) antes de ser bombardeado, 1917. Fotógrafo desconocido.
80. ES pueblo de Passchendaele (Flandes) después de ser bombardeado, 1917. Fotógrafo desconocido.
"Signo secreto. Se trasmite de boca en boca una frase de Schuler.735
Todo conocimiento, dice, debe contener una pizca de contrasentido, como los
diseños de los tapices o los frisos ornamentales de la Antigüedad, que siempre
presentaban una ligera irregularidad. Con otras palabras: lo decisivo no es la
progresión de conocimiento en conocimiento, sino la fisura en el interior de
cada uno de ellos. Marca imperceptible de autenticidad que los distingue de
las mercancías en serie elaboradas según un patrón".736 Podría llamarse
síntoma a ese "signo secreto". ¿No es el síntoma la fisura en los signos, la pizca
de contrasentido y de no-saber de donde un conocimiento puede extraer su
momento decisivo?
735 A. Schüler (1865-1923) era un arqueólogo especialista en los cultos y misterios de la Antigüedad pagana.
Cfr. SCHÜLER, A., Gesammelte Schriften, I. Cosmogonische Augen, ed. B. Müller, Paderbon: Igel-Verlag, 1997.
736 BENJAMIN, W., "Brèves ombres [II]" (1933), trad. M. de Gandillac revisada por P. Rusch, Œuvres, II, op.
cit., p.349 [trad. cast.: "Sombras breves", Discursos interrumpidos I, trad. cit.).
737 VALÉRY, P., Mauvaises pensées et autres (1941), ed. J. Hytier, Œuvres, II, Paris: Galli-
mard, 1960, p.812.
738 RAY, M., "L'âge de la lumière", Minotaure, ns 3-4,1933, p.l.
739 BENJAMIN, W., "Adrienne Mesurât" (1928), trad. R. Rochlitz, Œuvres, II, op. cit.,
p.110.
740 Id., "Sur le pouvoir de l'imitation" (1933), trad. M. de Gandillac revisada por P. Rusch,
ib., pp.359-363.
741 Sobre esta oposición metodológica, cfr. DIDI-HUBERMAN, G., "Question de détail,
question de pan" (1985), Devant l'image. Question posée aux fins d'une histoire de l'art,
Paris: Éditions de Minuit, 1990, pp.271-318 [trad, cast.: Ante la imagen, trad. cit.]. Id., "Pour
Saber mirar una imagen sería, en cierto modo, llegar a ser capaz de
distinguir dónde arde, dónde su posible belleza reserva el lugar de un "signo
secreto", de una crisis no resuelta, de un síntoma. Dónde no se ha enfriado la
ceniza. Pero hay que recordar que, para Benjamín, la época de la imagen en
los años '30 es, ante todo, la de la fotografía: no la fotografía que sería admi-
tida caritativamente en el territorio de las bellas artes ("la fotografía como
arte"), sino la fotografía que modifica completamente ese mismo territorio
("el arte como fotografía"743). Además, es en el momento preciso en el que
enuncia esta tesis cuando Benjamin encuentra sus palabras más duras para
con la "fotografía creativa", habiéndose convertido el "elemento creativo" -
como se dice hoy en día por todas partes- en ese "fetiche cuyos rasgos no
deben su vida más que a los juegos de luz de la moda".744
Contra la fotografía de arte y su divisa “El mundo es hermoso"745, el
arte fotográfico se dedica, si es bien comprendido, a romper ese límite de
toda representación, aunque sea realista, y cuya formulación Benjamin toma
prestada a Bertolt Brecht: "Una simple réplica de la realidad nos dice sobre la
realidad menos que nunca. Una foto de las fábricas Krupp o de la A.E.G.
apenas nos instruye sobre tales instituciones".746 A ello, la obra de Atget -que
hay que considerar en su conjunto, es decir como un sistema de dos caras,
puramente documental por un lado y proto-surrealista por otro- responderá
con una capacidad nueva para "desmaquillar la realidad".747 La edad de la
que apela esa lejanía.750 Pero, por otro lado, Benjamín admite su fascinación
por la "trama muy particular de espacio y tiempo", por la "irrepetible
aparición de una lejanía, por cerca que esta pueda estar", que se manifiestan
en el "gris tierno" de los daguerrotipos relucientes, la fotografía conmovedora
del joven Kafka o también las imágenes tan melancólicas de David Octavius
Hill.751
En ese momento, dice, "la técnica más exacta puede dar a sus pro-
ducciones un valor mágico". El "equivalente técnico" del aura de las cosas, a
saber, el mezzotinto, la grisalla de las copias antiguas o también esa "aureola
a veces delimitada [...] por la forma oval, ahora ya pasada de moda, en la que
se recortaba entonces la fotografía", todo ello termina produciendo un au-
téntico fenómeno de aura intrínseca, "implicado" en el medio fotográfico.752
Aura "secularizada", claro está: ya no es la presencia mítica del dios o de la
ninfa lo que nos hace temblar ante la imagen, sino, de manera más trivial y
más crucial, lo real histórico del lugar fotografiado o bien, "en esa pescadora
de Newhaven, que baja los ojos con un pudor tan indolente, tan seductor, ese
algo que no puede silenciarse y reclama imperiosamente el nombre de la que
vivió aquí, la que todavía es real en este cliché y está todavía aquí realmente,
sin querer jamás entrar del todo en el arfe".753
¿De dónde procede ese elemento irreductible de la fotografía? No
tanto de un "eso-ha-sido", comprendido como el puro "noema" de la
fotografía, cuanto de una conjunción notable -sin embargo poco destacada
en los comentarios de este texto tan famoso- presente en el instrumento
fotográfico, todo él construido entre una realidad y un inconsciente. Lo real está
ahí, delante del objetivo, pero el fotógrafo está igual de implicado (lo cual, en
situación de guerra, puede resultar fatal). Cuando la mirada del operador se
acurruca en el visor, se pone en situación de abstraer o de "explicar" una
realidad que, sin embargo, le "implica" desde todas partes. Es necesario el
inconsciente (algunas veces también la inconsciencia) para gestionar eso. Así
es como el espacio se encontrará, en la imagen fotográfica, "elaborado de
manera inconsciente", como inconsciente es la temporalidad fotográfica,
según Benjamín: esa "chispita minúscula de azar, de aquí y ahora", de la que
tenemos, ante nosotros, una frágil huella visual. ¿Cuál es el resultado de todo
ello? Benjamín lo llama un "agujero", que hay que comprender literalmente
El fuego con el que arde la imagen provoca sin duda "agujeros" persis-
tentes, pero él mismo es pasajero, tan frágil y discreto como el fuego en el
que arde una falena que se acercó demasiado a una vela. Hay que mirar
durante mucho tiempo la danza de la falena para tener la oportunidad de
sorprender ese breve momento. Lo más fácil, lo más corriente es no ver nada.
Además, es bastante fácil hacer visible el fuego en el que se quema una
imagen: los dos medios más destacados consisten o bien en "anegar" la
imagen en un fuego mayor, un auto de fe de imágenes, o bien en "asfixiar" la
imagen en la masa mucho más grande de los clichés en circulación. Destruir y
multiplicar son las dos maneras de hacer invisible una imagen: por la nada,
por el demasiado.
Sabemos que cuando se iban acercando los ejércitos aliados, los nazis
procedieron, en los campos de concentración y exterminio, a la destrucción
sistemática de sus archivos fotográficos. Las cuarenta mil imágenes que hoy
quedan en la documentación de Auschwitz-Birkenau no son más que los res-
tos, que algunos prisioneros salvaron del fuego, de una inmensa iconografía
del genocidio.755 En 1945, un superviviente del Sonderkommando de
Auschwitz,
758 Id., "Qu'est-ce que l'acte de création?" (1987), Deux régimes de fous, op. cit., pp.300-
301 [trad. cast.: "¿Qué es el acto de creación?, Dos regímenes de locos, trad. cit., p.268].
759 BAQUÉ, D., Pour un nouvel art politique. De l'art contemporain au documentaire, Paris:
Flammarion, 2004, p.177 (y en général, pp.175-200).
760 Cfr. MÜLLER, F., Trois ans dans une chambre à gas d'Auschwitz (1979), trad. P.
Desolneux, Paris: Pygmalion, 1980. HILBERG, R., La Destruction des juifs d'Europe (1985),
trad. M.-F. de Paloméra y A. Charpentier, Paris: Fayard, 1988.
761 BENJAMIN, W., "Petite histoire de la photographie", art. cit., pp.313-314 (que cita a
GOETHE, J. W., Maximen und Reflexionen, na 509, Werke, XII, ed. W. Weber y otros,
Munich: Beck, 1973, p.435).
Discours, parcours et Freud, Paris: Gallimard, 1970, pp.155-172 [trad, cast.: "Experimentar,
comprender e interpretar en el psicoanálisis", Articulas y conferencias escogidas, trad. M.
Martín Casero, Madrid: Gredos, 1973, pp.247-259], MALDINEY, H., "Comprendre" (1961),
Regard, parole, espace, Lausana: L'Âge d'Homme, 1973, pp.27-86.
Tres semanas después del final del genocidio de 1994, el artista chileno
Alfredo Jaar decidió ir a Ruanda con su máquina de fotos y gran cantidad de
carretes en su bolsillo. Mientras armaba un importante archivo de imágenes
en el terreno de las matanzas -encontrándose sin duda con un buen número
de reporteros gráficos enviados por las agencias del mundo entero- pensó en
las limitaciones, no de su trabajo como tal sino del posible devenir de ese
trabajo, sobre todo su problemática legibilidad en el contexto social del arte
y la información. Esos miles de imágenes no eran solo un resultado: suponían
el proceso, no podían separarse del propio viaje, de los encuentros con los
supervivientes, de "las emociones, las palabras y los pensamientos" de esos
supervivientes.766 Para explicar-para que, llegado el caso, un aficionado al
arte, en una galería, pudiera explicarse íntimamente en una situación
semejante- había que implicar ese proceso, esas emociones, esas palabras y
esas ideas en la presentación de las propias imágenes.
765 DELEUZE, G., "La peinture enflamme l'écriture" (1981), Deux régimes defous, op. cit.,
p. 172 [trad, cast.: "La pintura inflama la escritura", Dos regímenes de locos, trad, cit.,
p.172],
766 JAAR, A., citado por GALLO, R., "Representation of Violence, Violence of Representa-
tion", Trans, n9 3-4,1997, p.57. Cfr. también JAAR, A. y ALTAIO, V., Let There Be Light: The
Rwanda Project, 1994-1998, Nueva York: Distributed Art Publishers, 1998.
83. Alfredo Jaar, The Eyes ofGutete Emerita, 1996. Tablera luminoso, diapositìvas. New York, Galerie
Lelong. Foto A. Jaar.
767 Cfr. BALKEN, D. B., Alfredo Jaar: Lament of the Images, Cambridge: List Visual Arts Cen-
ter-Massachusetts Institute of Technology, 1999.
768 HORNE, S., "Acts of Responsability: An Interview with Alfredo Jaar", Parachute, n9 69,
1993, p.29. NINACS, A.-M., "Le regard responsable: correspondance avec Alfredo Jaar", Le
Mois de la photo à Montréal 1999: le souci du document, dir. P. Blache, M.-J. Jean y A.-M.
Ninacs, Montreal: Vox-Editions Les 400 Coups, 1999, pp.53-61, que cita sobre todo estas
frases del artista: "[...] hay que preguntarse cómo una imagen que representa el
sufrimiento, perdida en un mar de consumo, puede todavía afectarnos. Por desgracia, en
la mayoría de los casos, no lo consigue. [...] Por eso mis instalaciones me parecen ejercicios
fútiles, utópicos, que solo son necesarios para mi propia supervivencia. ¿Son 'reales' estos
ejercicios? Sí. ¿Colman el vacío, el espacio entre la realidad de la que se originan y su
representación? No. Pero no por eso son menos reales. [...] Lo que consiguen las obras más
logradas: te proponen una experiencia estética, te informan y exigen de ti una reacción. Y
es el poder que tiene la obra de afectar tanto tus sentidos como tu razón, un equilibrio muy
complejo, casi imposible de alcanzar, lo que determina la intensidad de tu reacción".
64. Cfr. CLEARWATER, B., "Alfredo Jaar", Art Press, na 150,1990, p.88. COHEN HADRIA, M„
"Alfredo Jaar: éblouissement de l'obvie", ib., na 261, 2000, pp.42-43.
comprar la exclusividad de los derechos sobre todas las imágenes vía satélite
disponibles de Afganistán y los países vecinos.770 Como si la guerra ya no con-
sistiera solo en prender fuego a pueblos y ciudades, sino en sofocar el contra-
fuego político latente en cada imagen de la historia.
770Cfr. ATHANASSOPOULOS, V., "Alfredo Jaar: une autre version de l'invisible", Art Press,
hors-série "Censures", 2003, pp.30-33.
84. Claudio Parmiggiani, Sema titolo, 2005 (detalle). Hollín, humo, fragmentos de alas de mariposa
sobre tela. Roma, Gallería dell'Oca. Foto C. Abate.
dice "quemar los puentes" o "quemar las naves"). Arde con el dolor del que
procede y que ofrece a quien se tome su tiempo para interesarse por ella.
Finalmente, la imagen arde por la memoria, es decir que sigue ardiendo, in-
cluso cuando ya solo es ceniza: una manera de expresar su vocación esencial
para la supervivencia, para el pese a todo.
Pero, para saberlo, para sentirlo, hay que atreverse, hay que acercar la
cara a la ceniza. Y soplar suavemente para que la brasa, por debajo, empiece
a emitir de nuevo su calor, su fulgor, su peligro. Como si, de la imagen gris, se
alzara una voz: "¿Pero no ves que todavía ardo?"
(2004)
pp.327-368.
7. "Sous le regard des mots": prólogo al libro de WINKELVOSS, K., Rilke, la pensée
des yeux, Paris-Asnières: Université de la Sorbonne Nouvelle-Institut d'Allemand
d'Asnlères, 2004, pp.5-16.
13. "Azur et cendre" (2003): publicado en Ouvrir, couvrir, Lagrasse: Verdier, 2004,
pp.41-81.
Falenas
Ensayos sobre la aparición 2
Georges Didi-Huberman
Fasmas
Ensayos sobre la aparición 1
Georges Didi-Huberman
Cortezas
"Para pintar esta mariposa", escribe Vincent a Theo, "tendría que matarla".
Aparece y desaparece. Palpita y erra. Va fatalmente hacia la llama. Tus ojos
abiertos son la red que no podrá cazarla, jamás. Pedrería viva, forma móvil,
movimiento entrecortado. Primero larva humillada en su cruz, luego crisálida-
ninfa arropada en el lienzo de su sepulcro; finalmente, ¡mago resucitada. Su
mimetismo es una calamidad; su lujo, una hendidura en la función. Disuelta como
el viento, la bruma o la tormenta en una pintura de William Turnen Agujero hacia
adelante, resplandor y suplicio de lo dislocado; próxima y ausente como una
miniatura, o la huella de un rostro en la santa sábana. La falena vuelve de tu
infancia antigua, nace de tu tristeza laboriosa, alza tu vista. Difumina tus párpados
para contemplarte. Desoscurece el límite. "La historia del arte es una historia de
fantasmas para mayores", escribe Aby Warburg. Arma su atlas mental en el asilo,
rompe la imagen-síntesis, se acuna en la imagen-estela luminosa, en una epidemia
imprevisible de semejanzas, imposibles de atar en la cronología y asfixiar en la
nomenclatura. "Aperturas opacas", escribe Blanchot. En Pompeya, los trozos de
ceniza negra atesoran una impronta. La lava endurecida del volcán entierra y
guarda. Este es un libro sobre la potencia terrible de la cera, el yeso, la grisalla, el
sitio imposible donde la imagen quema. Sobre Rilke temblando en sus cuadernos.
Sobre el papel como un polen de carne.
En este segundo y último volumen de sus Ensayos sobre la aparición, Geor- ges
Didi-Huberman traza las líneas hacia una teoría crítica de la imagen, desde las
pinturas rupestres a las instalaciones contemporáneas: Recoge lo menor, detecta
síntomas. Busca, como un arqueólogo, las señales'de lo que sobrevive entre
nosotros.
9788494367274
18. BENJAMIN, Walter, "L'œuvre d'art à l'ère de sa reproductivité technique" (1936), trad. M. de Gandillac,
L'Homme, le langage et la culture, Paris: Denoël-Gonthier, 1971, p.145 [trad. cast.: "La obra de arte en la
época de su reproductibilidad técnica", Discursos interrumpidos I, trad. cit., p.24]. Para un comentario de
esta formula y una comparación con otras expresiones empleadas por Benjamin, cfr. DIDI-HUBERMAN, G.,
Ce que nous voyons, ce qui nous regarde, Paris: Éditions de Minuit, 1992, pp.103-123 [trad. cast.: Lo que
vemos, lo que nos mira, trad. cit.].
21. Id., Paris, capitale du XIXE siècle. Le livre des passages, ed. R. Tiedemann, trad. J. Lacoste, Paris: Le Cerf,
1989, p.464: "Huella y aura. La huella es la aparición de una cercanía,
cera liquescens) ["Mi corazón es como cera que se derrite dentro de mis entrañas", XXII, 15, en Nácar-
Colunga], que serán retomadas por San Francisco de Asís en sus Antifonarios (cfr. FRANCISCO DE ASÍS, écrits,
ed. K. Esser, trad. col., París: Le Cerf-Éditions franciscaines, 1981, pp.302-303).
26. Cfr. LANZA, B. y AZZAROLI, M. L., (dir.), La ceroplastica nella scienza e nell'arte. Atti del I Convegno della
Specola, Florencia: Olschki, 1977. Id., Le cere anatomiche della Specola, Flo-
9. BALZAC, H. de, Le Chef-d'œuvre inconnu (1831-1837), en DIDI-HUBERMAN, G., La peinture incarnée, Paris:
Éditions de Minuit, 1985, p.139. [trad, cast.: BALZAC, La obra maestra desconocida", en DIDI-HUBERMAN,
G., La pintura encarnada, Valencia: Pre-textos, 2007, trad. M. Arranz, p.175],
* N. del T.: El autor realiza un juego aliterativo inicial de imposible traducción sobre "ressemblance"
("semejanza, parecido"): "La ressemblance rassemble, reconnue, reclose, la ressemblance...". Si bien puede
alternarse "semejanza" y "parecido", se usará siempre el verbo "parecer, -se" en lugar de "semejar", que "no
tiene uso terciopersonal" (María Mo- liner).
40. Ib., pp.8-9.
62. LÉVINAS, E., "Le regard du poète" (1956), Sur Maurice Blanchot, Montpellier: Fata Mor- gana, 1975,
pp.19-25 [trad. cast.: "La mirada del poeta". Sobre Maurice Blanchot, Madrid: Trotta, 2000, trad. J. M. Cuesta
Abad, pp.39-46],
* N. del T.: La "dépouille" es el "despojo"{“dépouille mortelle"restos mortales") y también la "camisa, piel
(que pierden algunos animales)". "Dépouiller" es "despojar", pero también "desollar", "quitar la piel", entre
otras cosas.
18. BALZAC, Honoré de. Le Chef-d'œuvre inconnu (1831-1837), en DIDI-HUBERMAN, G., La Peinture incarnée,
Paris: Éditions de Minuit, 1985, p.153 [trad. cast.: La obra maestra des-
24. Ib., pp.94 y 98.
6. Deuteronomio, XXII, 11: "No lleves vestido tejido de lana y lino a la vez".
33. Números, XV, 38 (ed. cit., p.125).
69. FREUD, S., "Ein Wort zum Antisemitismus" (1938), Gesammelte Werke. Nachtragsband. Texte aus den
Jahren 1885-1938, ed. A. Richards e I. Grubich-Simitis, Francfort: Fischer, 1999, pp.779-781 [trad, cast.: "Un
comentario sobre el antisemitismo", Moisés y la religión monoteísta, Madrid: Alianza, 2010, trad. R. Rey
Ardid, p.178].
74. Ib., p.1189.
5. DIDI-HUBERMAN, G., "Imitation, représentation, fonction. Remarques sur un mythe épis- témologique"
(1992), L'Image. Fonctions et usages des images dans l'Occident médiéval, dir. J. Baschet y J.-C. Schmitt, Paris:
Le Léopard d'Or, 1996, pp.59-86.
26. Ib., pp.199-201.
53. DURAND, R., "Le document, ou le paradis perdu de l'authenticité". Art Press, nB 251, 1999, pp.33 y 36.
57. Cfr. BINSWANGER, L., "Apprendre par expérience, comprendre, interpréter en psychanalyse" (1926),
trad. R. Lewinter, Analyse existentielle, psychiatrie clinique et psychanalyse.