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DE GÉNERO
Introducción ....................................................................................................................................................... 2
Marco normativo aplicable ............................................................................................................................... 4
Marco normativo internacional ..................................................................................................................... 4
Marco normativo nacional ............................................................................................................................ 8
Marco teórico aplicable................................................................................................................................... 20
Mujeres como motor del desarrollo económico y social .......................................................................... 21
Reasignación de roles sociales como medida para lograr la equidad laboral de las mujeres ............. 23
Desempleo en la mujer ............................................................................................................................... 25
Brechas salariales por razones de género ............................................................................................... 27
Informalidad concentrada en la Mujer ....................................................................................................... 30
Indicadores de goce efectivo de derechos ................................................................................................... 33
Matriz del Programa Nacional de Equidad Laboral con Enfoque Diferencial de Género....................... 338
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Introducción
En el marco de las funciones que la Ley 1257 de 2008 1 y el Decreto Reglamentario 4463 de
20112 le asignaron al Ministerio del Trabajo, este diseñó el Programa Nacional de Equidad
Laboral con Enfoque Diferencial de Género durante el primer semestre de 2012.
1
Colombia, Congreso de la República. Ley 1257 de 2008. Artículo noveno y décimo
2
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero
3
4th High Level Forum on Aid Effectiveness. Busan Partneship for Effective Development Co-operation. Final outcome
document.. 29 Nov-1 Dec, 2011, Busan, Korea.
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valores generales del hombre y la mujer a partir de su sexo4. Es decir, los roles sociales que
asumen los individuos a partir de sus características biológicas. Teniendo en cuenta que el
género es, por ende, un construcción social de gran importancia para la identidad y el rol de
cada individuo, el Programa Nacional de Equidad Laboral con Enfoque Diferencial de Género
para Mujeres busca modificar la concepción que tiene la sociedad colombiana sobre la mujer
hacia una concepción más justa y digna en la que se valore y reconozca la importancia del
género femenino como motor de desarrollo.
Ahora bien, en cumplimiento de los Objetivos del Milenio5, prioritarios para lograr un desarrollo
justo y equitativo, el Ministerio del Trabajo se propone generar un escenario que permita el
alcance de un mercado laboral incluyente de acuerdo a las obligaciones y definiciones
descritas. De esta manera, tiene como objetivo estratégico impulsar la igualdad y la no
discriminación por razones de género en el ámbito laboral y potenciar mayores oportunidades
laborales para las mujeres para su bienestar y desarrollo. Lo anterior, mediante el diseño,
implementación, validación y transferencia de herramientas que propendan por la igualdad y
equidad entre hombres y mujeres.
Cada uno de los anteriores cuenta con acciones específicas que lleven al cumplimiento de las
metas propuestas a largo plazo. Se establecieron indicadores de estructura, proceso y
4
PNUD; Consejería Presidencial de Colombia para la Equidad de la Mujer. Investigaciones sobre género y desarrollo en
Colombia. [documento en línea] [consultado el día 14 de julio de 2012] Disponible en: <
http://www.pnud.org.co/img_upload/9056f18133669868e1cc381983d50faa/01_64.pdf>
5
El primer Objetivo del Milenio es “Erradicar la Pobreza Extrema y el Hambre”, buscado generar empleo productivo y trabajo
decente para todos, incluyendo mujeres y jóvenes. En esa misma línea, el tercer objetivo busca, “Promover la igualdad de
género y el empoderamiento de la mujer”, teniendo en cuenta que su autonomía es un elemento esencial para garantizar el
pleno goce de sus derechos fundamentales.
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resultado los cuales tendrán una periodicidad anual, para el adecuado monitoreo de dichas
acciones y la vigilancia del cumplimiento del Programa. Adicionalmente, dada la diversidad de
temas abarcados dentro del Programa, y teniendo en cuenta su naturaleza transversal tanto
en el Viceministerio de Empleo y Pensiones como en el Viceministerio de Relaciones
Laborales, su implementación se hará en distintas fases, determinadas por los cronogramas
internos de las Direcciones del Ministerio del Trabajo, las agendas interinstitucionales, y las
prioridades de política.
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Por ejemplo, de acuerdo con el artículo vigésimo tercero de la Declaración Universal de los
derechos humanos de las Naciones Unidas, toda persona, sin distinción de sexo, tiene
derecho a trabajar y a recibir, como contraprestación, “a igual salario por trabajo igual”13. Del
mismo modo, el artículo séptimo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales –DESCs-, establece que toda persona tiene derecho “al goce de condiciones de
6
Naciones Unidas. Declaración Universal de los derechos humanos, artículo 23 y 25.
7
Ley 74 de 1968. “Por la cual se aprueban los ´Pactos Internacionales de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de
Derechos Civiles y Políticos, así como el Protocolo Facultativo de este último, aprobado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en votación unánime, en Nueva York, el 16 de diciembre de 1966”.
8
Ley 319 de 1996. “Por medio de la cual se aprueba el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador”, suscrito en San Salvador
el 17 de noviembre de 1998”.
9
Ley 248 de 1995. “Por medio de la cual se aprueba la Convención Internacional para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la mujer, suscrita en la ciudad de Belem Do Para, Brasil, el 9 de junio de 1994”.
10
Ley 51 de 1981. “Por medio de la cual se aprueba la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer”, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979 y
firmada en Copenhague el 17 de julio de 1980.
11
Ley 800 de 2003. “Por medio de la cual se aprueban la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional y el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y
Niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional”.
12
Ley 984 de 2005. “Por medio de la cual se aprueba el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas
las formas de Discriminación contra la Mujer”, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 6 de octubre de
1999.
13
Naciones Unidas. Declaración Universal de los derechos humanos, artículo 23
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trabajo equitativas y satisfactorias” 14. Gracias a esto, está internacionalmente prohibido hacer
diferenciación entre hombres y mujeres en el disfrute de sus derechos económicos, sociales y
culturales15; categoría en la cual suele encasillarse el derecho al trabajo sin perjuicio de que
este, como se verá más adelante, sea considerado un derecho fundamental en el Estado
colombiano. En un sentido similar, el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre
derechos humanos en materia de derechos económicos, sociales y culturales, que clasifica al
trabajo como un DESC, establece que es un deber de los países firmantes proteger tales
derechos a toda la población “sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social” 16. Más particularmente,
dicho instrumento instruye a los Estados a “adoptar las medidas que garanticen plena
efectividad al derecho al trabajo, en especial las referidas al logro del pleno empleo, a la
orientación vocacional y al desarrollo de proyectos de capacitación técnico-profesional (...)”17.
14
Naciones Unidas. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Artículo séptimo.
15
Naciones Unidas. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Artículo tercero.
16
OEA. Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre derechos humanos en materia de derechos económicos,
sociales y culturales, Artículo tercero
17
OEA. Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre derechos humanos en materia de derechos económicos,
sociales y culturales, Artículo sexto
18
OEA. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Artículo séptimo, literal
(c).
19
OEA. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Artículo octavo, literal
(a)
20
OEA. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Artículo octavo, literal
(e)
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La Organización Internacional del Trabajo -OIT-, por su parte, le exige al Estado tomar
acciones para promover la igualdad, erradicar la discriminación y luchar contra las brechas
salariales entre hombres y mujeres. Así lo ha descrito la Corte Constitucional al señalar que
dicha organización “insta a los Estados Parte a crear mecanismos que otorguen las
herramientas necesarias para procurar la igualdad real y efectiva de las mujeres en edad fértil,
igualdad ésta que para conseguirse requiere de la implantación de acciones afirmativas”24.De
estado forma, mediante el Convenio 100 de 1951, la OIT le ordena a Colombia “promover la
evaluación objetiva del empleo”25 y “promover y (…) garantizar la aplicación a todos los
trabajadores del principio de igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la
mano de obra femenina por un trabajo de igual valor”26 (paréntesis fuera del texto). Por otro
lado, mediante el Convenio 111 de 1964, se le ordena al Estado “formular y llevar a cabo una
política nacional que promueva, por métodos adecuados a las condiciones y a la práctica
nacionales, la igualdad de oportunidades y de trato en materia de empleo y ocupación, con
objeto de eliminar cualquier discriminación a este respecto” 27 y “promulgar leyes y promover
programas educativos que por su índole puedan garantizar la aceptación y cumplimiento de
esa política”28.
Mediante el Convenio 003 de 1919, el Convenio 103 de 1952, el Convenio 183 de 2000, la
Recomendación 095 de 1952 y la Recomendación 191 de 2000, la OIT construye un fuero de
maternidad a favor de la trabajadora en estado de embarazo, estipula unos estándares
mínimos sobre su licencia de maternidad y lactancia, determina a qué asistencia médica y a
21
OEA. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Artículo octavo, literal
(g)
22
OEA. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Artículo octavo, literal
(h)
23
Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer. Artículo segundo literal (e)
24
COLOMBIA, Corte Constitucional. Sentencia T-160 de 2006
25
OIT. Convenio 100 de 1951. Artículo tercero
26
OIT. Convenio 100 de 1951. Artículo segundo
27
OIT. Convenio 111 de 1964. Artículo segundo
28
OIT. Convenio 111 de 1964. Artículo tercero literal (b)
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qué prestaciones tiene derecho antes, durante y después del parto y establece cuáles son los
deberes del empleador a este respecto. Así, por ejemplo, mediante el Convenio 183 de 2000
la OIT, en aras de erradicar la discriminación contra la mujer en su lugar de trabajo, se prohibe
a todo empleador despedir a una mujer embarazada durante el tiempo que dure la licencia o
después de haberse reintegrado al trabajo cuando la causa del despido esté relacionada con
su maternidad29. De esta forma, se obliga a los Estados a “adoptar medidas apropiadas para
garantizar que la maternidad no constituya una causa de discriminación en el empleo, con
inclusión del acceso al empleo”30
Por último, la tercera directriz de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones
Unidas insta a Colombia a “promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la
mujer”31. Meta que, por supuesto, cubre diversos campos incluyendo el laboral.
Además de contar con rango constitucional en virtud del artículo 93 superior, varias de las
normas consagradas en los tratados internacionales referidos encuentran eco en otras
29
OIT. Convenio 183 de 2000. Artículo octavo
30
OIT. Convenio 183 de 2000. Artículo noveno
31
Naciones Unidas. Objetivos de Desarrollo del Milenio. Objetivo tercero
32
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia C-027 de 1993, Sentencia T-483 de 1999, Sentencia T-568 de 1999, y
Sentencia C-067 de 2003, entre otras.
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Los particulares, por su parte, están obligados a prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer en virtud del principio de solidaridad y a colaborar, en la medida de lo posible,
al goce efectivo del derecho al trabajo en igualdad de oportunidades. De acuerdo con la Corte
Constitucional, “todos los derechos fundamentales, deben también ser resguardados por los
particulares, y se convierten por ello en su responsabilidad constitucional (…) (pues) la
protección a la persona humana se concreta frente a los actos u omisiones tanto del estado
33
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-611 de 2001
34
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia C-575 de 1992
35
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-482 de 1993
36
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 2591 de 1991
37
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-611 de 2001 y Sentencia T-447 de 2008, entre otras
38
Colombia. Constitución Política de 1991. Artículo 334, inciso segundo
39
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-611 de 2001
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como de los particulares”40 (paréntesis fuera del texto). Siendo el Estado y los particulares
responsables de proteger los derechos fundamentales, es necesaria “una cooperación y un
apoyo mutuo entre las personas y los grupos sociales”41 con el fin de garantizar el goce
efectivo de dichos derechos.
Adicionalmente, el Código Sustantivo del Trabajo regula directa e indirectamente los derechos
al trabajo de la población femenina en sus artículos 10, 143, 238, 239, 240, 241y 267. En ellos
se consagra la igualdad entre trabajadores y trabajadoras, se reafirma que no puede haber
diferencias salariales por razones de género, se establecen los descansos y demás beneficios
a los que tiene derecho la mujer durante los tres meses posteriores al parto y durante su
periodo de lactancia, la estabilidad reforzada de la que es acreedora durante su embarazo y
los tratamientos preferenciales de los que debe ser objeto cuando se encuentra cerca a su
pensión42.
Con respecto a la discriminación laboral contra la mujer, con los años, la legislación
colombiana ha venido promulgando leyes inspiradas en la normativa internacional, en la
Constitución y en el Código Sustantivo del Trabajo que buscan prevenir, sancionar y erradicar
cualquier tipo de discriminación, inequidad y violencia hacia las mujeres en su lugar de
trabajo, así como también, reconocer la importancia de la participación femenina en el
mercado laboral y por ende, la necesidad de brindar y garantizar su trabajo en condiciones
dignas y justas.
Con el fin de proteger a la mujer campesina o rural y partiendo de una definición amplia de
esta y de la actividad rural, la Ley 731 de 2002 intenta mejorar sus condiciones de vida y
acelerar la equidad entre hombres y mujeres priorizando en aquellas de menores recursos 43.
En materia de empleo, la Ley le ordena al Gobierno Nacional y, más particularmente, al
Ministro del Trabajo “vigilar el cumplimiento de la legislación que establece igualdad de
condiciones laborales, con especial cuidado a que se haga efectivo el principio de igual
remuneración para trabajo igual en el sector rural, con el fin de eliminar las inequidades que al
respecto se presentan entre hombres y mujeres rurales”44. Acto seguido le comisiona la tarea
de crear instrumentos y mecanismos capaces de asegurar la efectiva y oportuna reclamación
del derecho al trabajo en igualdad de condiciones por parte de las mujeres rurales.
40
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-458 de 2009
41
COLOMBIA, Corte Constitucional. Sentencia T-120 de 2011
42
Código Sustantivo del Trabajo. Artículos 10, 143, 238, 239, 240, 241 y 267.
43
Colombia. Congreso de la República. Ley 731 de 2002. Artículo primero
44
Colombia. Congreso de la República. Ley 731 de 2002. Artículo vigésimo noveno
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Seguidamente, la Ley 823 de 2003, modificada por la Ley 1496 de 2011, establece el marco
institucional y orienta las políticas y acciones por parte del Gobierno para garantizar la
equidad y la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en los ámbitos públicos y
privados45. A través suyo se instruye al Gobierno a promover y garantizar el ejercicio pleno de
los derechos de las mujeres y el desarrollo de su personalidad, aptitudes y capacidades para
participar activamente en todos los campos de la vida nacional y en el progreso de la
Nación46. Dicho instrumento ordena la eliminación de “cualquier tipo de distinción por razón de
carácter intelectual o material de la labor, su forma o retribución, el género o sexo salvo las
excepciones establecidas por la Ley”47. Puntualiza afirmando cómo no pueden establecerse
diferencias al momento de definir el salario por motivos de género o sexo pues, de acuerdo
con el principio “salario igual a trabajo igual”, las situaciones similares deben ser tratadas de
manera similar. De esta forma, se le orden al Gobierno erradicar todos los obstáculos que
impidan tal goce efectivo y le solicita incorporar a todas las instancias y actuaciones del
Estado en todos los niveles y parajes las políticas y acciones de equidad de género e igualdad
de oportunidades. Finalmente, la Ley 823 instruye al Gobierno a promover y fortalecer el
acceso de las mujeres al trabajo urbano y rural y a la generación de ingresos en condiciones
de igualdad mediante acciones y programas para la no discriminación, la formación y la
capacitación laboral y a través de la divulgación, información y sensibilización a la sociedad
sobre los derechos laborales y económicos de las mujeres y sus mecanismos de protección 48,
entre otros.
Por su parte, la Ley 931 de 2004 protege el derecho al trabajo en condiciones iguales y más
específicamente, en situaciones donde la edad se constituya como factor de discriminación.
Así, se prohíbe que las convocatorias públicas o privadas contemplen limitantes de edad o
sexo, entre otros49. Las personas naturales o jurídicas que violen tal disposición serán
sancionadas con multas por parte del Ministerio de la Protección Social (hoy Ministerio del
Trabajo)50.
Dos años después, la Ley 1009 de 2006 creó el Observatorio de Asuntos de Género adscrito
a la Presidencia de la República con el ánimo de investigar, documentar, sistematizar, analizar
y generar información sobre la situación de las mujeres y la equidad de género en Colombia,
divulgar a nivel internacional, nacional y territorial la información descrita, contribuir al
45
Colombia, Congreso de la República. Ley 823 de 2003. Artículo primero
46
Colombia, Congreso de la República. Ley 823 de 2003. Artículo tercero
47
Colombia, Congreso de la República. Ley 1496 de 2011. Artículo segundo
48
Colombia, Congreso de la República. Ley 823 de 2003. Artículo quinto
49
Colombia, Congreso de la República. Ley 931 de 2004, artículo tercero
50
Colombia, Congreso de la República. Ley 931 de 2004, artículo cuarto
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crédito y a trabajos dignos y estables”57 (paréntesis fuera del texto). En este sentido, en
materia laboral, el Gobierno Nacional fue comisionado a ofrecer planes y programas de
capacitación gratuita y de desarrollo de proyectos emprendedores y microempresas
industriales, empresas comerciales y artesanales, familiares y de economía solidaria para
mujeres cabeza de familia58. Adicionalmente, la Ley le ordenó establecer incentivos para que
los actores privados creen, promocionen o desarrollen programas especiales de empleo, entre
otros59.
57
Colombia, Congreso de la República. Ley 82 de 1993. Artículo tercero
58
Colombia, Congreso de la República. Ley 82 de 1993. Artículo octavo
59
Colombia, Congreso de la República. Ley 82 de 1993. Artículo décimo
60
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-120 de 2011
61
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-247 de 2010
62
Colombia, Congreso de la República. Ley 1257 de 2008. Artículo noveno, numeral primero
63
Decreto 4463 de 2011. “Por medio de la cual se reglamenta parcialmente la Ley 1257 de 2008”.
64
Colombia, Congreso de la República. Ley 1257 de 2008. Artículo doce
65
Colombia, Congreso de la República. Ley 1257 de 2008. Artículo quince, primer numeral
66
Colombia, Congreso de la República. Ley 1257 de 2008. Artículo quince, tercer numeral
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La Ley 1257 fue reglamentada por el Decreto 4463 de 2011. Este buscó: 1. Definir las
acciones necesarias para promover el reconocimiento social y económico del trabajo
femenino. 2. Implementar mecanismos para hacer efectivo el derecho a la igualdad en materia
salarial. 3. Desarrollar campañas contra todo acto de discriminación y violencia contra la mujer
en el ámbito laboral en la esfera pública y privada68. De esta manera, y concretando la
obligación que el Congreso le impuso al Gobierno mediante los artículos noveno y décimo
segundo de la Ley 1257 de 2008 (normas anteriormente reseñadas), se le ordenó al Ministro
del Trabajo presentar, durante los próximos seis meses, el Programa de Equidad Laboral con
Enfoque Diferencial y de Género para las Mujeres 69. Dicho Ministerio, creado mediante la Ley
1444 de 2011 y reglamentado mediante el Decreto 4108 del mismo año, encuentra dentro de
sus objetivos y funciones la elaboración de políticas de generación de empleo e incremento
del nivel de empleabilidad de acuerdo a los compromisos y estándares internacionales
aplicables70. De esta forma, siendo el encargado por excelencia del Programa para la Equidad
de Género en materia laboral, fue comisionado a cumplir dicha labor con el apoyo de la Alta
Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer y con la colaboración del Servicio
Nacional de Aprendizaje (SENA) y de demás instituciones competentes 71. De acuerdo con tal
directriz, el Programa descrito, tema principal de este comunicado, debería cubrir los
siguientes objetivos:
“a) Difundir y sensibilizar a empleadores, trabajadores, personal de las áreas del talento
humano de las entidades públicas y empresas del sector privado del nivel nacional y territorial
en el conocimiento de las leyes, los convenios, tratados, acuerdos, normas y estándares
nacionales e internacionales que protegen a la mujer en materia laboral;
67
Colombia, Congreso de la República. Ley 1257 de 2008. Artículo quince, quinto numeral
68
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo primero y segundo
69
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero
70
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4108. Artículo primero y numeral tercero y décimo séptimo del artículo tercero
71
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero, numeral segundo
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f) Desarrollar ejes de investigación que incluyan diagnóstico, líneas de base e indicadores que
permitan visibilizar la situación de violencia y discriminación en el ámbito laboral de las
mujeres en Colombia, con el apoyo técnico del Observatorio de Asuntos de Género de la Alta
Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer;
g) Publicar en la página WEB del Ministerio del Trabajo los informes semestrales de
seguimiento al Programa de Equidad Laboral con Enfoque Diferencial y de Género para las
Mujeres, generados por la Dirección General de Protección Laboral o quien haga sus veces;
i) Incluir el tema de las condiciones laborales específicas de la mujer en las Agendas de los
Comités Paritarios de Salud ocupacional;
j) Dar a conocer los beneficios que traen a las empresas, el cumplimiento de la normatividad
existente de protección a las mujeres en materia laboral;
k) Adoptar una estrategia para vigilar y controlar que las políticas laborales de empleadores de
las empresas del sector público y privado garanticen la igualdad salarial entre mujeres y
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hombres de conformidad con el principio de salario igual por igual trabajo en el desempeño de
empleo, labor o cargo con funciones similares. La estrategia deberá incluir mecanismos de
sanción para los casos en que sea desconocida la igualdad salarial entre mujeres y hombres;
l) Incluir dentro de la categoría de riesgo profesional el daño generado por hechos de acoso
sexual y otras formas de violencia en contra de las mujeres en el ámbito laboral;
(...)
p) Trazar e implementar una política nacional con el objeto de incentivar a los empleadores de
las entidades públicas y empresas privadas para la contratación de mujeres en cargos de
dirección y coordinación;
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r) Determinar las fases para la puesta en marcha y seguimiento de cada una de las
actividades del Programa de Equidad Laboral con Enfoque Diferencial y de Género para las
Mujeres”72.
Adicionalmente y bajo disposición del mismo Decreto, el Ministerio adquirió la obligación de: 1.
Implementar el sello de compromiso social con las mujeres para destacar el compromiso de
ciertos empleadores con los derechos de las mujeres 73. 2. Crear una cultura de igualdad de
condiciones de trabajo, vinculación y remuneración salarial con enfoque diferencial y de
género para la mujer74. 3. Adoptar indicadores de cumplimiento y adelantar investigaciones y
estudios sobre las condiciones laborales de las mujeres 75. 4. Promover el dialogo y
participación de las trabajadoras, empleadores y representantes del Gobierno en los espacios
existentes y en aquellos que se creen76. 5. Generar acciones de inspección, vigilancia y
control en cuanto a la vulneración de los derechos laborales de las trabajadoras 77.
Por último, en el año 2011 el Código Penal fue reformado por la Ley 1482. Al título primero se
le agregó un capítulo que versa exclusivamente sobre actos de discriminación y que recoge
dos nuevos tipos penales: Actos de racismo o discriminación y hostigamiento por motivos de
raza, religión, ideología, política, u origen nacional, étnico o cultural. De acuerdo a lo anterior,
fue tipificado como delito con pena privativa de la libertad la obstrucción, la restricción, el
impedimento o la anulación del goce efectivo del derecho fundamental al trabajo, entre otros,
por razones de sexo y demás factores78. Así mismo, fue prohibida la promoción o la
instigación a cometer actos, conductas o comportamientos constitutivos de hostigamiento
orientados a causarle daño físico o moral a una persona, grupo de personas, comunidad o
pueblo, por razón de su sexo, entre otras79.
Si bien todo lo anterior es muestra de una voluntad política y jurídica por mejorar las
condiciones de la mujer en varios aspectos de la vida cotidiana, con un énfasis claro frente a
sus derechos laborales, la Corte Constitucional menciona que “pese a la obligatoriedad
jurídica implícita en la ratificación de dichos Convenios, se sigue discriminando a la mujer por
causa de su papel en la procreación y de los roles que históricamente se le asignan” 80. Lo
72
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero, numeral primero
73
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero, numeral tercero
74
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero, numeral cuarto
75
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero, numeral quinto
76
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo tercero, numeral se
77
Colombia, Gobierno Nacional. Decreto 4463 de 2011. Artículo cuarto
78
Colombia. Código Penal. Artículo ciento treinta y cuatro (A)
79
Colombia. Código Penal. Artículo ciento treinta y cuatro (B)
80
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-120 de 2011
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anterior, ha llevado a la Corte a proferir sentencias que buscan desarrollar, corregir y aclarar
cuando sea necesario, las normas constitucionales y ordinarias contenidas en todos los
anteriores instrumentos internacionales, leyes y decretos nacionales. Lo anterior, con el
propósito de desarrollar marcos normativos que le permitan a las mujer alcanzar la igualdad
real y efectiva, que desprende del artículo 13 superior, evidenciando y reconociendo que
hasta el momento, se necesitan de acciones afirmativas que promuevan un trato justo e igual
entre hombres y mujeres.
En el mismo sentido, la Corte estableció cómo “con base en la sola consideración del sexo de
una persona no resulta jurídicamente posible coartarle o excluirla del ejercicio de un derecho o
negarle el acceso a un beneficio determinado y siempre que esto ocurra, sin el debido
respaldo constitucional, se incurre en un acto discriminatorio que, en tanto arbitrario e
injustificado, vulnera el derecho contemplado en el artículo 13 superior” 82. A partir de lo cual
“se entenderán como sospechosas las diferenciaciones basadas en elementos innatos a los
sujetos, que no dependen de su voluntad y que hagan parte de su esencia como personas”83.
81
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-247 de 2010
82
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-326 de 1995
83
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-247 de 2010
84
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia C-410 de 1994
85
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-247 de 2010
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Gracias a esto, “a los miembros de uno y otro sexo les asiste la vocación y la capacidad para
desarrollar cualquier actividad. (…) Por ello, establecer, a priori, una distinción entre las tareas
específicamente reservadas a hombres o a mujeres con el fin de negar el acceso o la
permanencia de un grupo en el espacio que supuestamente corresponde al otro, implica
incurrir en una inadmisible diferencia de trato, contraria a la prohibición constitucional de
discriminar”87. La exclusión de ciertas actividades del análisis anterior a partir del sexo como
condición determinante para el ejercicio de una profesión, es un caso “excepcional y, por lo
mismo, debe ser objeto de una interpretación restrictiva” 88. Mientras no se esté ante dicho
caso, procede, incluso, la adopción de medidas de discriminación positiva en favor de la mujer
para contrarrestar las acciones que, de manera injustificada, impidan la igualdad material
mencionada entre ambos sexos. Dichas acciones, a diferencia de los tratos discriminatorios,
buscan equilibrar los efectos negativos de las diferencias encontrando su razón de ser en la
protección especial de derechos específicos que autorizan y justifican esa diferenciación 89.
La mujer en estado de embarazo, por su parte, siendo un posible sujeto de discriminación 90,
se hace acreedora de protección especial y reforzada a partir del artículo 43 y 53 de la
Constitución Política y de los artículos 239, 240 y 241 del Código Sustantivo del Trabajo pues
adquiere un fuero de maternidad91 a raíz del cual debe poder conservar su posición como
trabajadora y por ende, recibir un ingreso que le permita asumir sus gastos y los de quien está
por nacer. Según la Resolución 3941 de 1994 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,
existente en ese entonces, la prueba de embarazo sólo podrá adelantarse por los
empleadores que realicen actividades catalogadas como de Alto Riesgo. Según la Corte
Constitucional “la mujer embarazada tiene un derecho constitucional a una estabilidad laboral
reforzada, pues una de las manifestaciones más claras de discriminación sexual ha sido, y
sigue siendo, el despido injustificado de las mujeres que se encuentran en estado de gravidez,
debido a los eventuales sobrecostos o incomodidades que tal fenómeno puede implicar para
86
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia C-410 de 1994
87
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-026 de 1996
88
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-026 de 1996
89
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia C-401 de 2003 y Sentencia T-268 de 2005
90
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-987 de 2008
91
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-113 de 2008 y Sentencia C-470 de 1997, entre otras
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las empresas. Por ello, los distintos instrumentos internacionales han sido claros en señalar
que no es posible una verdadera igualdad entre sexos, si no existe una protección reforzada a
la estabilidad laboral de la mujer embarazada” 92.
En cuanto al despido de una mujer en estado de gravidez o durante los tres meses siguientes
al parto, el tribunal ha señalado cómo este acto carece de todo efecto “sin la correspondiente
autorización previa del funcionario competente. Esto significa que para que el despido sea
eficaz, el patrono debe obtener la previa autorización del funcionario del trabajo, para
entonces poder entregar la correspondiente carta de terminación del contrato. Y en caso de
que no lo haga, no sólo debe pagar la correspondiente indemnización sino que, además, el
despido es ineficaz”93. Siendo ineficaz, explica la corporación, debe proceder el reintegro de la
trabajadora94. Gracias a todo lo anterior, en el 2011 la Corte señaló que todavía era necesario,
por un lado, ofrecer protección constitucional reforzada a la mujer en estado de gravidez y,
por el otro, desarrollar acciones efectivas para eliminar toda práctica discriminatoria por razón
de la maternidad95.
92
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia C-470 de 1997
93
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia C-470 de 1997
94
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-056 de 2006
95
Colombia, Corte Constitucional. Sentencia T-120 de 2011
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Sin embargo, es necesario entender que los obstáculos y barreras de género aún están
presentes a la hora de acceder al mercado laboral, representando para las mujeres no sólo
falta de recursos para el desarrollo de su vida personal, y por ende la obtención de una
remuneración justa a cambio de su participación en la esfera laboral, sino también una “[…]
subvaloración (económica y social) de su trabajo y de su rol en la sociedad”96.
Como consecuencia de lo anterior, para que las mujeres puedan insertarse de manera
satisfactoria en el mercado laboral y, adicionalmente, cuenten con las condiciones necesarias
para competir en igualdad frente a los hombres, se hacen necesarias medidas adicionales al
marco legal. Es de vital importancia implementar acciones afirmativas que permitan “[…]
aumentar sus posibilidades de acceso al trabajo remunerado y oportunidades de generación
de ingresos, disminuir la invisibilidad del trabajo realizado en diversas esferas no reconocidas
(y) mejorar la calidad de sus empleos.”97 (Paréntesis fuera del texto).
96
Laís Abramo. “¿Inserción Laboral de las Mujeres en América Latina: Una Fuerza de Trabajo Secundaria?”. Organización
Internacional del Trabajo OIT. 2001. http://www.scielo.br/pdf/ref/v12n2/23969.pdf
97
Laís Abramo (editora). Trabajo decente y equidad de género en América Latina; Santiago, Oficina Internacional del Trabajo,
2006. Pp. 16.
98
Organización de los Estados Americanos y Comisión Interamericana de Mujeres. “Avance de la Igualdad de Género en el
Marco del Trabajo Decente”. 2011.
99
Alma Espino. Foro: “Respondiendo a la Crisis con Equidad de Género: El impacto de las medidas anticrisis en
Centroamérica”. 2009. Pp. 8.
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Recoger ese Dividendo de Género, sin embargo, requiere ir más allá de la eliminación de la
discriminación explícita, la cual ha sido abordada por medio de legislación a lo largo de los
años. Se requiere entonces una estrategia enfocada en la integración efectiva de las
experiencias, perspectivas y voces femeninas en las fábricas y empresas101. Una inclusión
justa y equitativa de la mujer en el mercado laboral no solo implica un paso a favor del goce
pleno de sus derechos, sino que la empodera como actor fundamental y motor de la
economía, al aumentar su poder de compra y garantizar su autonomía.
En la era digital y en la economía del conocimiento, el capital humano remplaza a los recursos
naturales como insumo esencial para el crecimiento; hoy más del 85% de la creación de valor
depende de activos intangibles (capital humano)102. El crecimiento económico constante de
los diferentes países depende de su capacidad de aprovechar la innovación y creatividad del
total de su población. Lo anterior, en la medida en que se reconozca que las mujeres son
indudablemente una fuerza creciente de talento humano, y más específicamente, que son
mujeres y hombres trabajando a la par, utilizando sus capacidades, experiencia y distintos
puntos de vista en la resolución de problemas complejos, lo que acelera los procesos de
innovación103 e impulsan la economía. Así, la encuesta realizada por Catalyst (2004) muestra
que entre 353 empresas de la lista Fortune 500, las compañías con más mujeres en cargos
gerenciales obtuvieron un retorno sobre su patrimonio 35% más alto que aquellas con menos
mujeres en estos puestos.
100
Greg Pellegrino, Sally D’Amato and Anne Weisberg. “The Gender Dividend: Making business case for investing in women”.
Deloitte.
101
Greg Pellegrino, Sally D’Amato and Anne Weisberg. “The Gender Dividend: Making business case for investing in women”.
Delloite. Women and Economic Growth. Pg. 4
102
Greg Pellegrino, Sally D’Amato and Anne Weisberg. “The Gender Dividend: Making business case for investing in women”.
Delloite. Why women, why now. Pg. 8
103
Ibid.
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En éste sentido, es deber del Estado crear políticas públicas que propendan por la inclusión
justa y equitativa de la mujer en el mercado laboral, en la medida en que éstas representan
una ventaja competitiva de las economías, que puede verse reflejada en un aumento de las
ventas, mercados expandidos y en una mejora en la contratación y retención de talento clave.
En América Latina, el trabajo de las mujeres ayudó a reducir la tasa de pobreza en hogares
compuestos por dos personas, del 40 al 26% en el 2007104, luego resulta ineficiente que el
51.1% de la población en edad de trabajar 105, no participe como sujeto activo en el
funcionamiento del mercado laboral.
Reasignación de roles sociales como medida para lograr la equidad laboral de las mujeres
La división sexual del trabajo, entendida como aquellas tareas y actividades social e
históricamente construidas y asignadas tanto a hombres como mujeres, está relacionada con
el proceso de adjudicación de roles sociales, en los cuales la mujer se ha caracterizado
primordialmente por su presencia vital en el quehacer doméstico y en las labores de cuidado
del hogar. Precisamente esta caracterización se ha constituido como una fuerte barrera de
entrada de la población femenina al mercado de trabajo, limitando su capacidad de competir
en condiciones igualitarias a las de los hombres.
Es importante señalar que autores como Poveda, afirman que se está enviando un doble
mensaje a la sociedad, en la medida en que estamos pasando de un modelo de división
104
Pages and Piras. The Gender Dividend: Capitalizing on Women´s Work.
105
Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE. Encuesta Nacional Integrada de Hogares. Datos II Trimestre
de 2012.
106
Alma Espino. Foro: “Respondiendo a la Crisis con Equidad de Género: El impacto de las medidas anticrisis en
Centroamérica”. 2009. Pp. 7.
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Por este motivo, es importante mencionar que, como producto de la división sexual del
trabajo, se pueden aumentar las desigualdades en materia de acceso y permanencia en el
mercado laboral, en la medida en que el rol social de cuidado del hogar dado a la mujer,
puede llegar a desincentivar procesos efectivos de contratación femeninos en ciertos casos, y
en otros, negar la oportunidad de ascenso a cargos directivos que de una u otra forma,
impliquen mayor responsabilidad y/o compromiso de su parte, en la medida en que los
empleadores “[…] anticipan un mayor ausentismo y una menor disponibilidad de las mujeres a
trabajar tiempo completo respecto de los trabajadores con los mismos niveles de
productividad”109. En este sentido, los patrones culturales que establecen estereotipos de
género a disciplinas específicas y que determinan roles sociales a hombres y mujeres,
terminan por limitar la participación laboral de la mujer e introducen nociones de inequidad en
la manera en que la sociedad, y particularmente, los empleadores valoran las características
individuales de sus trabajadores.
107
María Manuela Poveda. Comentario en Género y Empleo. Fundación Carolina. Documento de trabajo No. 32. 2009. Pp.
99.
108
Alison Vásconez. “Mujeres, mercado laboral y trabajo precario en Ecuador”. En Género y Empleo. Fundación Carolina.
Documento de trabajo No. 32. 2009. Pp. 63.
109
Laís Abramo (editora). Trabajo decente y equidad de género en América Latina; Santiago, Oficina Internacional del
Trabajo, 2006. Pp. 82.
110
Pilar Carrasquer. “El Empleo Femenino en España y Europa: Cambios y Continuidades”. En Género y Empleo. Fundación
Carolina. Documento de trabajo No. 32. 2009. Pp. 23.
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dedicado al cuidado del hogar y del trabajo, teniendo en cuenta que el impacto positivo de
estas políticas, depende de una orientación dirigida al total de la población –hombres y
mujeres-, con el propósito de impulsar una “inserción laboral digna para la mujer, con su
consecuente impacto en la disminución de los niveles de pobreza y en la utilización de todo su
potencial, hasta ahora subutilizado, al servicio del desarrollo.” 111
En razón a lo anterior, el impulso de una nueva ética de la igualdad que reconozca a la mujer
como un agente económico capaz y productivo en todas las áreas laborales, apunta a
modificar el imaginario social existente sobre roles sociales y a crear una noción de nuevas
masculinidades, fortaleciendo los elementos culturales que propenden por una verdadera
igualdad de oportunidades laborales para la mujer, y acatando las obligaciones
internacionales contraídas por el Estado colombiano, que encuentran su reflejo en la
Constitución Política, en la legislación nacional e internacional y en los diversos fallos
judiciales mencionados.
Desempleo en la mujer
Para el segundo trimestre del año 2012, las estadísticas del DANE muestran que Colombia
cuenta con 18.219.000 mujeres que representan el 51.1% del total de la población en edad de
trabajar. A pesar de representar más de la mitad de la población en condiciones de
desempeñar algún tipo de actividad laboral, las mujeres presentan una tasa de desempleo de
casi 6 puntos porcentuales por encima de la de los hombres (14.4% vs. 8.5%). Con respecto
al total de la población económicamente activa, las mujeres conforman el 43.03% frente al
56.9% representado por los hombres112.
Es preocupante ver que aun cuando las mujeres han mostrado un mayor interés por
desarrollarse profesionalmente, la diferencia en la tasa de desempleo entre hombres y
mujeres continúa siendo tan alta. De acuerdo con el último censo (2005), “las mujeres han
adquirido progresivamente un mayor nivel de estudio que los hombres: poseen una proporción
mayor de personas con estudios universitarios (12.7% frente al 11.0% de los hombres), así
como con una proporción mayor de mujeres con estudios medios (16.9% frente a 15.8%). De
forma correspondiente, una proporción mayor de hombres sólo ha adquirido estudios básicos
o declara no poseer estudios (se declaran sin estudios el 10.4% frente al 9.6% de las
111
Organización de los Estados Americanos y Comisión Interamericana de Mujeres. “Avance de la Igualdad de Género en el
Marco del Trabajo Decente”. 2011. Pp. 25.
112
Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE. Encuesta Nacional Integrada de Hogares. Datos II Trimestre
de 2012.
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Siguiendo lo afirmado por Abramo (2006), “tanto para hombres como para mujeres, las
mayores tasas de desempleo se registran en estratos bajos” 116. En América Latina, a inicios
de la década del 2000, el incremento en las tasas de desempleo llevó a que, “una de cada
cinco mujeres pobres que deseaban y necesitaban trabajar no lo podían hacer, a pesar de
estar buscando activamente trabajo”117. Adicionalmente, el que la población femenina no
pueda acceder fácilmente a empleos formales y de tiempo completo conlleva a que aquellas
mujeres que pertenecen a los estratos más pobres de la sociedad recurran a otras medias
laborales (informales o de subempleo) para obtener ingresos. Para la población femenina que
se caracteriza por tener “[…] un menor nivel educativo y de capacitación laboral, una mayor
tasa de fecundidad, la ausencia de servicios de apoyo pagados para el cuidado de los hijos, el
crecimiento de las jefaturas de hogar femeninas y la imperiosa necesidad de generar ingresos
para la subsistencia básica, [todos éstos son] factores que explican [su] masiva afluencia al
sector informal o la sobreoferta laboral en las actividades más precarias del sector formal” 118.
De acuerdo con el estudio realizado por la OEA, otro factor clave para el desempleo femenino
está relacionado con el tipo de ocupaciones por las cuales optan las mujeres. Es decir, existen
sectores “feminizados” en el mercado laboral, que concentran la mayor parte de ésta fuerza
113
Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer. Situación de las Mujeres en Colombia y en Chocó - Cifras e
Indicadores.
114
Laís Abramo. Trabajo Decente y Equidad de Género en América Latina. 2006. PP. 43
115
Pilar Carrasquer. El Empleo Femenino en España y Europa: Cambios y Oportunidades. En Género y Empleo. Fundación
Carolina. Documento de trabajo No. 32. 2009. Pp. 20.
116
Laís Abramo. Trabajo Decente y Equidad de Género en América Latina. 2006. PP. 41
117
Ibíd. Pp. 42.
118
Janina Fernández Pacheco. La Cohesión Social, las Mujeres Trabajadoras, el Empleo y los Ingresos. En Género y
Empleo. Fundación Carolina. Documento de trabajo No. 32. 2009. Pp. 31.
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de trabajo (servicios domésticos, sector manufacturero, floricultor, entre otros), así como
también existen sectores caracterizados por implementar mano de obra masculina (sector de
la construcción, por ejemplo) que terminan por bloquear la entrada de mano de obra femenina
como fuerza de trabajo activa. “Este tipo de segregación, en gran medida está condicionada
por las opciones elegidas en los sistemas de educación y formación profesional, en las cuales
influyen, por una parte, los estereotipos de género y los prejuicios dentro y fuera del mercado
de trabajo en relación a las supuestas habilidades, preferencias y características de los
trabajos “apropiados” para las mujeres y los hombres”. 119 Así, en Colombia la participación de
las mujeres por rama de actividad prevalece sobre la de los hombres en sectores como el de
comercio, hoteles y restaurantes (51.3% vs. 48.7%), de servicios comunales, sociales y
personales (69.2% frente a un 30.8%) y en el servicio doméstico (96.1% con respecto a un
3.9%)120, este último caracterizado “por sus extensas jornadas, bajas remuneraciones, escasa
cobertura de seguridad social y alto nivel de incumplimiento de las normas laborales”. 121
Las brechas salariales por razones de género en Colombia, muestran una tendencia positiva a
favor del género masculino, aun cuando la participación de la mujer en el mercado laboral ha
aumentado con el tiempo. Si bien el marco normativo colombiano establece la no
discriminación a la hora de acceder a un empleo por razones de sexo, y a su vez, enmarca el
respeto del principio de igualdad en materia de remuneración salarial, cuando hombres y
mujeres desempeñan una misma función, las brechas salariales entre éstos han variado muy
poco durante los últimos 20 años122. Estudios establecen que las diferencias salariales se
119
Ibíd. Pp. 31
120
Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas. Gran Encuesta Integrada de Hogares: Población ocupada según
sexo y ramas de actividad. Trimestre móvil Febrero – Abril de 2012.
121
Organización de los Estados Americanos y Comisión Interamericana de Mujeres. “Avance de la Igualdad de Género en el
Marco del Trabajo Decente”. 2011. Pp. 31.
122
Hoyos, Ñopo y Peña. The Persistent Gender Earnings Gap in Colombia, 1994 – 2006. Documentos CEDE, Universidad de
los Andes. 2010. Pp. 3
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deben a que la valoración que se le da una misma característica productiva difiere de estar
presente en un hombre o en una mujer, más no porque la distribución de dichas
características sea significativamente distinta entre sexos 123, es decir, que las brechas
salariales no están explicadas por los atributos que son observables en los individuos, sino
por criterios subjetivos de los empleadores.
Aunque la discriminación laboral en materia salarial se hace evidente cuando existe diferencia
en el trato a mujeres y hombres que estén desempeñando las mismas funciones y que tengan
atributos similares, es importante tener en cuenta que estas diferencias, no sólo corresponden
a factores de discriminación. De acuerdo con Galvis (2010) “Una parte del diferencial de
ingresos se explica por la existencia de diferentes grados de productividad originados en la
dotación de capital humano, habilidades y experiencia de cada individuo.124 Sin embargo,
estudios como el de Badel y Peña (2010), al utilizar metodologías de emparejamiento para
comparar hombres y mujeres con iguales características, encuentran que existe un residuo
de ese diferencial salarial que no es explicado por diferencias en la dotación de
características, y que podría ser adjudicado a la discriminación. El diferencial salarial atribuido
a discriminación en el mencionado estudio, sería en promedio del 20% en detrimento de la
mujer, y llegaría a aumentar a un 50% luego de hacer correcciones por sesgo de selección125.
Por otro lado, para América Latina, Martínez y Voorend (2009) afirman que
“independientemente de que las causas estén asociadas al mercado laboral o a la formación
de capital humano, las mujeres obtienen el 48% de las remuneraciones que obtienen los
hombres”.126
Utilizando cifras del DANE para el 2009 y abarcando las 13 principales ciudades tenidas en
cuenta en la Encuesta Nacional de Hogares, el estudio de Galvis, al evaluar las medias
simples de los salarios, encuentra que “[…] los hombres ganaban en promedio 14% más que
las mujeres, no obstante las mujeres trabajan en promedio menos horas que los hombres y
por ello la brecha salarial por hora es apenas del 9% en promedio.” 127 De igual forma, las
estadísticas del Observatorio para Asuntos de Género, de la Alta Consejería Presidencial para
la Equidad de la Mujer, reporta que para el mismo año, “las mujeres percibían en Colombia en
123
Badel y Peña. Descomponiendo la brecha salarial de género con ajuste de sesgo de selección. Revista de Análisis
Económico, vol. 25, nº 2; 2010.
124
Luis Armando Galvis. Diferenciales Salariales por Género y Región en Colombia: Una aproximación con regresión por
cuantiles. Documentos de Trabajo sobre economía regional. Banco de la República. Edición No. 131. 2010. Pp. 2.
125
Badel y Peña. Descomponiendo la Brecha Salarial de Género con Ajuste de Sesgo de Selección: El Caso Colombiano.
Revista de Análisis Económico. Vol. 25 No 2. Pp. 170
126
Martínez y Voorend. ¿Es posible (des)encadenar la desigualdad de género en América Latina?. En Género y Empleo. Pp.
148.
127
Luis Armando Galvis. Diferenciales Salariales por Género y Región en Colombia: Una aproximación con regresión por
cuantiles. Documentos de Trabajo sobre economía regional. Banco de la República. Edición No. 131. 2010. Pp. 1.
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torno a un 20% menos de ingresos laborales por mes, tanto por una cantidad menor de horas
trabajadas, como por discriminación laboral directa (menos salario por igual trabajo). En la
última década, se han apreciado oscilaciones en torno a esa cifra, pasando del 18.2% en el
año 2000 al 22.9% en el 2005 y disminuyendo al 20% en el 2009.” 128 Es importante recalcar
que el número de horas trabajadas a las que se hace referencia en los estudios previamente
citados, corresponden al número de horas en el sector formal, puesto que al incorporar al
cálculo, aquel trabajo realizado en el hogar y en el sector informal, la mujer trabaja 10.8 horas
semanales más que el hombre, según datos del DANE129.
Por otro lado, un estudio realizado por el Banco de la República (2010) 130 informa que en
Colombia, si existen diferencias salariales por género entre los recién graduados de pregrado.
Así, dependiendo del nivel de salarios y de la región en donde se estudie, las diferencias
salariales pueden variar entre 5 y 25% en detrimento de las mujeres131. El ingreso base de
cotización muestra una diferencia de 15.2% (1.253.000 para las mujeres y 1.444.000 para los
hombres). Por otro lado, el Observatorio Laboral del Ministerio de Educación Nacional,
encontró que la brecha de salarial entre los géneros tiene una tendencia decreciente aunque
persistente. En 2006, “los hombres ganaban un salario promedio de $1’837.740 y las mujeres
de $1’541.446. Ya para 2009, el salario para los hombres era de $1’742.706 y el de las
mujeres $1’523.594” 132, es decir el diferencial salarial se redujo de 16,1% a 12,6% en 3 años.
Particularmente, el estudio realizado por Hay Group en 2005 constató que “los cargos
directivos son ocupados en mayor proporción por hombres y que los cargos de nivel
profesional y de apoyo tienen la mayor concentración de mujeres”133. Con base en un estudio
realizado a 50 empresas nacionales y multinacionales del sector privado, el 84% de los
hombres ocupan cargos de alta gerencia, frente a un 16% de las mujeres, un 68% vs. un 32%
en gerencia media, reduciéndose en cargos técnicos con un 60% para los hombres y un 40%
para las mujeres y un 54% contra un 46% en labores de apoyo. Lo anterior significa que la
mayor diferencia salarial entre hombres y mujeres que ocupan un mismo nivel en la
organización se presenta en cargos gerenciales, con una mayor paridad en cargos para
128
Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer. Situación de las Mujeres en Colombia – Cifras e Indicadores.
2010.
129
Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas. Gran Encuesta Integrada de Hogares. 2011.
130
Juan David Barón. Diferencias de Género en los Salarios de los Graduados en Colombia. Banco de la República. Foro
Nacional de Seguimiento a Graduados – Ministerio de Educación Nacional. 2010.
131
Para este estudio se usaron los registros para los graduados de pregrado en la universidad en el año 2007, que trabajaron
en el sector formal durante el 2008. La muestra estaba compuesta por cerca de 56.000 personas.
132
Ministerio de Educación Nacional. Observatorio Laboral para la Educación.2010. Disponible en:
http://www.graduadoscolombia.edu.co/html/1732/article-238140.html
133
Alta Consejería Presidencial para la Mujer. Observatorio de Asuntos de Género. Boletín 12 Enero-Agosto 2010. Pp. 13.
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Si bien es cierto que la economía informal tiene graves consecuencias sobre la eficiencia
económica y el desarrollo social sostenible, la poca disponibilidad de datos pormenorizados
“especialmente en su dimensión empresarial y de género, lo ha convertido en un tema que
permanece relativamente inexplorado en Colombia”134. Según estudios de la Oficina
Internacional del Trabajo (ILO por sus siglas en inglés), el porcentaje de mujeres en el sector
informal en América Latina (50.1%), supera al del hombre (44.1%), consecuente con lo que
ocurre a nivel nacional (59.5% y 53.6%, respectivamente) 135. Esta diferencia podría aumentar
al contabilizar las labores del hogar y de consumo propio, actividades netamente femeninas
(ILO 2003).
134
Cárdenas y Mejía. Informalidad en Colombia: Nueva Evidencia. Fedesarrollo, Working Paper Series No.35; Marzo de
2007.
135
Datos del DANE Trimestre VI de 2011
136
Valenzuela, María. Informality and Gender in Latin América. Working Paper No. 60 Policy Integration Department,
International Labour Office, Geneva; August 2005.
137
La definición oficial de informalidad en Colombia, realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística,
considera trabajadores informales a personas ocupadas en firmas de tamaño igual o inferior a 10 trabajadores (incluyendo al
patrono y/o socio) que se encuentre ocupados en establecimientos o negocios en todas sus agencias, los empleados
domésticos, jornaleros o peones, trabajadores por cuenta propia excepto los profesionales patrones o empleadores en
empresas de diez trabajadores o menos y trabajadores familiares sin remuneración(DANE 2007). Sin embargo, a partir del
2007, la definición fue ajustada entendiendo a los trabajadores formales como todos aquellos que reciben pagos por concepto
de primas, vacaciones, subsidio de transporte o subsidios familiares, entre otros e informales los que no los obtienen.
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Ahora bien, la participación elevada de la mujer en el sector informal puede ser analizada
desde dos enfoques, la informalidad voluntaria e involuntaria 140. Por su parte, la informalidad
involuntaria, denominada informalidad de exclusión141, se da con la existencia de una serie de
barreras de acceso al mercado laboral. Djankov et al. afirman que en los países donde la
regulación de entrada es excesiva y pocos individuos pueden acceder a competir en el
mercado (bien sea por costo monetario o por el tiempo requerido)142, la informalidad aumenta.
Éste es el caso de Colombia, en donde la falta de capital para emprender proyectos
productivos propios, limita el desarrollo y la consolidación de una autonomía económica
femenina. Junto con eso, la persistencia del “mito de los costos laborales no salariales
asociados al género”143. Este argumenta que los costos monetarios en contratación de
mujeres son superiores que en el caso de los hombres, por causa de la protección de la
maternidad y al cuidado infantil, ha aportado significativamente a la creación de una cultura
empresarial con preferencias masculinas144, y al aumento de la participación de la mujer en la
economía informal.
Entre los determinantes de la informalidad, Núñez plantea que la entrada al sector informal en
Colombia es un acto voluntario y consciente del individuo (fenómeno denominado por el
138
Peña-Casas, R., Latta M. Working por in the European Union. Luxembourg: European Foundation for the Improvement of
Living and Working Conditions. 2004
139
Cárdenas, Mejía. Informalidad en Colombia: Nueva Evidencia. Fedesarrollo, Working Paper Series No.35. 2007
140
Se habla de la existencia de una informalidad de salida y de exclusión, siendo la primera una elección del mismo
trabajador. Escobar-Arango. Informalidad laboral y empresarial en Colombia; Departamento Administrativo Nacional de
Estadística. 2007
141
Ibíd. Pg. 16
142
Djankov, Simeon, et al. The Regulation of Entry; The Quarterly Journal of Economics. 2002
143
Laís Abramo (editora). Trabajo decente y equidad de género en América Latina; Santiago, Oficina Internacional del
Trabajo, 2006.
144
Ibíd. El Capítulo IV: Costos laborales y reproducción social en América Latina, sostiene que “ (…) los costos monetarios
directos para el empleador asociados a la protección de la maternidad y al cuidado infantil son muy reducidos. Como ya se ha
señalado, ellos representan, en los cinco países analizados, menos del 2% de la remuneración bruta mensual de las mujeres.
(…) Esto significa que constituye una noción infundada justificar, a partir de los costos de la protección a la maternidad y al
cuidado infantil, la persistencia de una serie de mecanismos de discriminación hacia las mujeres en el trabajo. Entre éstos, la
falta de iguales oportunidades de acceso al empleo.”
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Si bien es cierto que la mujer busca espacios laborales con condiciones flexibles que le
permitan responder de manera adecuada ante todas las facetas de su vida, la decisión de
salir del sector informal no puede ser atribuida en un 100 por ciento a su afán altruista y aun
instinto maternal que la obliga a renunciar a su desarrollo personal. Las empresas y la falta de
enfoque de género dentro de sus políticas, induce a las mujeres a optar por la informalidad, de
donde surge la “importancia de que las estrategias de recursos humanos de las empresas
incorporen entre sus objetivos la promoción de una mejor conciliación de la vida laboral,
doméstica, familiar y personal, que esté dirigida, explícitamente, a trabajadores de ambos
sexos”146.
La Oficina Internacional del Trabajo reconoce que los “cambios en la participación de mujeres
y hombres en el mercado de trabajo y en la familia, así como las expectativas y necesidades
económicas y culturales que se multiplican en la sociedad actual, entran en contradicción con
la organización del trabajo predominante. Se sigue partiendo del supuesto de la existencia de
una división sexual del trabajo no mercantil, que supone que hay siempre una mujer
disponible en el hogar para las tareas del cuidado, lo cual coloca a las mujeres en la categoría
de “trabajador anómalo”, y ubica al hombre como el trabajador “normal”. A su vez, ese
paradigma de “trabajador normal” es extremadamente parcial y disociado, ya que supone un
individuo que carece de una vida personal de la que preocuparse fuera del trabajo
remunerado y que, por ende, tiene una disposición total para éste y ninguna posibilidad ni
necesidad de realizar cualquier tipo de trabajo, esfuerzo o dedicación en el ámbito de la
familia. De lo anterior se deduce que no sólo se requiere una redistribución entre los sexos del
trabajo de reproducción y cuidado de las personas, sino que también es necesario que en el
ámbito laboral se tome en cuenta la vida extra laboral de los individuos, incorporando esta
dimensión en el rediseño de los procesos de trabajo y en las políticas de recursos humanos,
145
Ibíd. Capítulo III: Discriminación de Género en el Mercado Laboral de América Latina: La brecha de ingresos 2001; Thelma
Gálvez.
146
Ibíd. Capítulo IV: Costos Laborales y Reproducción Social en América Latina; Pg.151
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tanto para las mujeres como para los hombres. Esto podría repercutir positivamente en la
productividad del trabajo”147, como demuestran estudios realizados en países
Latinoamericanos como Chile, Brasil y México.
Los indicadores propuestos fueron diseñados de acuerdo con los estándares de las Naciones
Unidas sobre indicadores para vigilar el cumplimiento de los instrumentos internacionales de
derechos humanos149, los lineamientos para la elaboración de indicadores de progreso en
materia de derechos económicos, sociales y culturales de la Comisión Interamericana de
147
Ibíd. Capítulo IV: Costos Laborales y Reproducción Social en América Latina; Pg.149
148
Tokman y Martínez. Citados en Trabajo decente y equidad de género en América Latina; Santiago, Oficina Internacional
del Trabajo, 2006. Pg. 148
149
Naciones Unidas, Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. Informe sobre indicadores para vigilar el
cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Resolución del 11 de mayo de 2006
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articular y presentar reclamaciones sobre las entidades encargadas y formular las políticas y
programas públicos necesarios para facilitar la realización de los derechos humanos” 159.
Teniendo en cuenta que “los indicadores pueden materializarse en formas diversas”160 y que
existe una necesidad de “incorporar indicadores sobre inclusión-exclusión, que evidencien
situaciones de pobreza estructural, o patrones de intolerancia y estigmatización de sectores
sociales, entre otros componentes para evaluar contextos de inequidad” 161, el Ministerio
construyó indicadores cuantitativos y cualitativos 162 (también conocidos como metas o señales
de progreso163) y los organizó en tres grupos: indicadores de estructura, de proceso y de
resultado164. Atendiendo a las recomendaciones de la Comisión Interamericana de derechos
humanos165 y a la Procuraduría General166, cuando resultaba pertinente, los indicadores
fueron desagregados por género, edad, condición socioeconómica, identidad cultural o etnia y
procedencia geográfica.
Los parámetros cualitativos son parámetros "de actualidad" “ya que abarcan cualquier
información relacionada con la observancia o el ejercicio de un determinado derecho” 167. De
esta forma, suelen ser consagrados como metas o puntos de referencia pues a través suyo se
expresan los niveles de partida o los niveles de goce efectivo del derecho deseados y
159
Naciones Unidas, Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. Informe sobre indicadores para vigilar el
cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Resolución del 11 de mayo de 2006. Parágrafo 3
160
Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de derechos humanos. Lineamientos para la
elaboración de indicadores de progreso en materia de derechos económicos, sociales y culturales. Documento 14. 19 de julio
de 2008. Pág. 7-8
161
Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de derechos humanos. Lineamientos para la
elaboración de indicadores de progreso en materia de derechos económicos, sociales y culturales. Documento 14. 19 de julio
de 2008. Pág. 21
162
Naciones Unidas, Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. Informe sobre indicadores para vigilar el
cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Resolución del 11 de mayo de 2006. Parágrafo 8.
163
Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de derechos humanos. Lineamientos para la
elaboración de indicadores de progreso en materia de derechos económicos, sociales y culturales. Documento 14. 19 de julio
de 2008. Pág. 12, nota al pié.
164
Naciones Unidas, Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. Informe sobre indicadores para vigilar el
cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Resolución del 11 de mayo de 2006
165
Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de derechos humanos. Lineamientos para la
elaboración de indicadores de progreso en materia de derechos económicos, sociales y culturales. Documento 14. 19 de julio
de 2008
166
Maya, Edgardo José, Gómez, Carlos Arturo, Linares Patricia y Uprimny Rodrigo. <<El derecho a la salud en perspectiva
de derechos humanos y el Sistema de Inspección, Vigilancia y Control del Estado Colombiano en materia de Quejas en
Salud.>> Procuraduría General de la Nación. Mayo de 2008.
http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=derechos_sociales&publicacion=402 (último acceso: 21 de mayo de
2012). Pág. 65
167
Naciones Unidas, Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. Informe sobre indicadores para vigilar el
cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Resolución del 11 de mayo de 2006. Parágrafo 8.
Carrera 14 No. 99 – 33
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168
Naciones Unidas, Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. Informe sobre indicadores para vigilar el
cumplimiento de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Resolución del 11 de mayo de 2006. Parágrafo 12
169
Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de derechos humanos. Lineamientos para la
elaboración de indicadores de progreso en materia de derechos económicos, sociales y culturales. Documento 14. 19 de julio
de 2008. Pág. 7, nota al pié.
170
Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de derechos humanos. Lineamientos para la
elaboración de indicadores de progreso en materia de derechos económicos, sociales y culturales. Documento 14. 19 de julio
de 2008. Pág. 12
171
Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de derechos humanos. Lineamientos para la
elaboración de indicadores de progreso en materia de derechos económicos, sociales y culturales. Documento 14. 19 de julio
de 2008. Pág. 7, nota al pié.
172
Maya, Edgardo José, Gómez, Carlos Arturo, Linares Patricia y Uprimny Rodrigo. <<El derecho a la salud en perspectiva
de derechos humanos y el Sistema de Inspección, Vigilancia y Control del Estado Colombiano en materia de Quejas en
Salud.>> Procuraduría General de la Nación. Mayo de 2008.
http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=derechos_sociales&publicacion=402 (último acceso: 21 de mayo de
2012). Pág. 66
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