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Lucio Magarelli
Octubre 2019.
Seminario “La transformación urbana de Buenos Aires a través de cuatro gestiones municipales”- Arq. Lucio Magarelli
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Abstract
Seminario “La transformación urbana de Buenos Aires a través de cuatro gestiones municipales”- Arq. Lucio Magarelli
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La vivienda social y sus orígenes porteños
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En 1871, se produce la gran epidemia de fiebre amarilla en la ciudad, lo cual
produce una ola de modificaciones urbanas que fueron nombrada como
“higienistas”, ya que estuvieron a cargo de médicos, lo cual también sucedía a
nivel internacional.
En nuestra ciudad se destacan algunos médicos como Eduardo Wilde que
escribe “Estudio sobre las casa de inquilinato en Buenos Aires (1891)” o
Samuel Gache, el cual escribe “Les logements ouvrières á Buenos Aires
(1900)”, llevando la mirada de la problemática hacia las clases sociales bajas y
sus modos de hábitat, como los conventillos o barracas.
Desde el plano de la arquitectura, se destaca la participación de Domingo
Selva (1901), quien para ese momento, presenta en un congreso sanitarista,
“Consideraciones para la edificación obrera”3.
Hay que tener en cuenta, además, que las viviendas colectivas eran miradas
de reojo por el Estado, y no únicamente por políticas de higiene, sino también
por la condensación popular que representaban los patios de los conventillos,
el intercambio que se generaban eran vistos como peligrosos por los
mandatarios, en momentos en los cuales los movimientos anarquista y
socialista estaban en pleno auge. Preocupación que se volvió mayor aun tras la
huelga de inquilinos de 1907.
Hasta ese momento no existían las viviendas populares promulgadas por el
Estado. Las viviendas dedicadas a la clase obrera, en contados casos eran,
hasta 1905 por lo menos, de carácter patronal.
En 1905, cuando se declara la ley 4824, más conocida como la ley Yrigoyen 4,
cuando comienzan a plantearse las nuevas viviendas obreras.
Y la principal modificación en la estructura de las viviendas sociales por parte
del Estado se da en 1915, a partir de la creación de la Comisión de Casas
Baratas, la cual es impulsada por el monseñor y diputado católico por la
Provincia de Córdoba J. F. Cafferata, quien impulsaba el tema en el congreso
desde 1912, construyendo más de 977 unidades (según Ballent, A. (2004))
hasta 1943, cuando fue finalmente disuelta.
Posterior a ello se encuentran diversas políticas de Estado sobre la vivienda
popular, las cuales podemos resumir en las políticas propias del mandato de
Juan D. Perón (1946-1972), con algunos intervalos, y las políticas del plan
FONAVI (1970-1995),
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Otro actor social que tuvo mucha influencia en las viviendas sociales fue la
iglesia, quien a través de la Unión Popular Católica Argentina (UPCA) realizo la
Gran Colecta Nacional de 1919, y con lo recaudado en ese entonces,
construyo nada menos que 260 viviendas, o como las llamaran en ese
entonces “mansiones populares” o “mansiones para obreros”. (Ballent, A.,
2004, p. 178).
Hay que comprender que estas acciones se realizan en el periodo del Rerum
Novarum de 1891, donde el avance de las clases sociales bajas se veía como
inminente, y la colecta, bajo un mensaje propagandístico de carácter
apocalíptico se comprende también como el accionar de los sectores sociales
dominantes como un acto de supervivencia ante la inminente revolución social.
Tanto el discurso apocalíptico, como la explicación de las mansiones
populares, se expresan en La Paz Social del 5 de agosto-septiembre de 2019,
citado por Ballent, A. (2014):
“Cuantos ricos de Hungría darían hoy la mitad de lo que poseían antes, en los
tiempos de paz social, socavada hasta los más hondo de su base para recobrar
siquiera una parte de sus riquezas perdidas. (…) Dime, ¿Qué menos podrías
hacer, si te vieras acosado por una manada de fieras hambrientas que echarles
pedazos de carne para aplacar su furor y taparles la boca? ¡Los barbaros ya
están a las puertas de Roma!” (p.220)
“La mansión popular, además del gran número de habitaciones para familiares
mayores o menores, cuenta con todos los elementos de una pequeña y
hermosa ciudad: tiene capilla, escuela, salón de fiestas, biblioteca y sala
lectura, cooperativa de consumo, jardines, baños, lavadero, etcétera, todo a
disposición de todos. Un verdadero palacio social (…) Los comunistas, como
Fourier, con su falansterio, pero extremando las cosas como suelen hacer los
tales, había entrevisto esta solución, que ya en cierto grado se ha ensayado en
Italia, en Bélgica y en Alemania con excelentes resultados.”(p. 229)
La iglesia católica anteriormente había tenido un importante rol en la
generación de viviendas sociales en Argentina, tal es el caso del monseñor
Cafferata que además de ser el impulsor de la Ley Nacional de Comisión de
Casas Baratas (9677) en 1915, participó en la impulsión de la Ley Garzón
Maceda en 1907 en Córdoba, predecesora de la anteriormente mencionada.
Las unidades planteadas por la UPCA eran realmente mansiones, de
dimensiones alucinantes para ser concebidas como viviendas de obrero,
considerando que muchas de ellas incluso disponían de dependencia de
servicio.
De ello también habla Alejandro Bunge, en “La carestía de la vivienda”, citado
por Ballent, A. (2014, p. 235):
“Casitas destinadas a una familia obrera y que (…) deberán ser cuidadas por
una sola mujer (…) tienen (…) una planta baja con vestíbulo, comedor,
pasadizo y cocina; en el piso alto de los dormitorios (…). Me permito pensar
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que estos tres locales deben ser un solo local espacioso, que es el que sirve
para reunirse la familia”
Estas viviendas se ubicaron en Mataderos (20 unidades), Martínez (24
unidades), Flores (91 unidades), Barracas (64 unidades) y Berisso (58
unidades). Destacándose por su calidad las viviendas de Flores (Figura 4),
obra de Fermín Bereterbide, y el conjunto de Barracas Monseñor Espinosa
(Figura 5, 6, 7).
Solventando las falencias de la ocupación del Estado en la problemática de la
vivienda, además de las cooperativas, de carácter socialista, y la Iglesia, como
mecanismo de defensa ante la revolución, hay otro actor que suele destacarse
a la hora de generar viviendas, y son los patrones industriales, los capitalistas,
“dueños” e impulsores del mercado, los cuales eran, para el Estado argentino,
quienes debían ocuparse principalmente de la problemática de la vivienda
obrera.
Este accionar patronal puede verse principalmente en las industrias y en las
compañías ferroviarias en Buenos Aires.
Según Lupano, M. M. (2004), la vivienda de iniciativa patronal está enmarcada
en un contexto transnacional, la cual surge a raíz de los males en las
comunidades europeas a comienzos del siglo XIX.
La clase obrera reclamaba ante las condiciones infrahumanas en las cuales
vivían en consecuencia de la transformación de la ciudad industrial. Los
principales impulsores de este tipo de vivienda social fueron Inglaterra y
Estados Unidos con las Company Towns, quienes buscaban promulgar una
mejor relación del habitante con el medio ambiente instalando sus fábricas con
una villa obrera aledaña para su personal en nuevas urbanizaciones de escala
residencial baja.
En Argentina este proceso estuvo principalmente ligado a las industrias ligadas
a los recursos naturales, como los agroindustriales y las industrias extractivas,
quienes se ubicaban, lógicamente, en las áreas rurales.
Pero también esta operación encuentra nombradas reproducción en la periferia
de las áreas urbanas más consolidadas como Buenos Aires y Rosario.
Con ello el patrón se aseguraba la capacidad de organizar un mercado de
trabajo inexistente, lograr mayor control y efectividad en el traslado de la clase
obrera hacia las fábricas, y generar lazos identitarios con la familia,
principalmente los hijos, de los obreros.
Las empresas no construían únicamente las viviendas, sino que generaban
urbanizaciones en torno de ellas incluyendo diversos equipamientos
comunitarios, como capillas, escuelas, clubes, etc.
Dado por los modos de producción y distribución de la respectiva industria
porteña, los conjuntos edificados se representaban por un valor periférico y
aislado, cerrado en sí mismo.
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Pueden tomarse algunos casos como referencia: la fábrica de ladrillos de San
Isidro (1874), fábrica de carnes conservadas Higland Scott Conning Company
en Quilmes (1890), el barrio de la Cervecería Quilmes (1895) y fábrica de
tejidos Establecimientos Americanos Gratry en Buenos Aires (1909).
Y otro de los principales representantes del patronazgo, es el capital ferroviario,
según Lupano, M. M. (2004) (p. 190):
“Los ejemplos más representativos de vivienda ferroviaria fueron realizados por
las empresas británicas, que transfirieron tipologías, sistemas constructivos,
estilos arquitectónicos; se tomó como prototipo la vivienda rural inglesa
(cottage) del siglo XVIII.”
Estas viviendas eran urbanizaciones complejas que estaban caracterizadas por
la diferenciación jerárquica, las viviendas administrativas y del personal
dominante estaban implantadas en grandes lotes parquizados y se trataban de
grandes volúmenes aislados que disponían de gran calidad constructiva en
estilo Gótico Victoriano, y las viviendas destinadas al personal subalterno se
agrupaban en tiras o bloques que conforman colonias obreras.
Las viviendas ferroviarias, como las otorgadas por la compañía Ferrocarril del
Sud, construían viviendas en terrenos de su propiedad cercanos a los talleres,
y otorgaban las propiedades en usufructo a sus trabajadores hasta la jubilación
de los mismos.
Según Liernur, F. (2001) de 1880 a 1915 la red ferroviaria en el territorio
nacional aumento de 2.400 kilómetros a 33.700 kilómetros.
En consecuencia de ello, fundamentado en el aumento del desarrollo de la
economía agrícola y ganadera, se levantaron las primeras colonias obreras
independientes de los talleres de reparación.
Estas nuevas colonias tenían varios puntos en común, todas se encontraban
en áreas suburbanas o rurales pero próximas a las estaciones de los
ferrocarriles, una estructura urbana con crecimiento longitudinal caracterizada
por los roles jerárquicos, diferenciaciones tipológicas y estilísticas,
infraestructura de servicios (alumbrado, energía eléctrica, agua potable y red
cloacal) provistas por la empresa e independientes de la red general,
valoración de espacios verdes y equipamiento deportivo, social y cultural para
el personal ferroviario.
En Buenos Aires puede apreciarse una sola materialización de esta tipo de
vivienda social, y es la Colonia Solá en Barracas (1890) (Figura 8 y 9), la cual
se compone de viviendas colectivas en bloque con servicios sanitarios
comunes.
Pero en el resto de país se encontraron otras tipologías de colonia como la
vivienda individual de una sola planta, apareada o en tira (Remedios de
Escalada, Lanús (1907), la vivienda individual en dos plantas, apareada con
servicios sanitarios externos (conjunto New Liverpool, Bahía Blanca) y la
vivienda aislada, de partido compacto, prefabricada en chapa ondulada (barrio
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de Ingeniero Whyte). Incluso se pueden encontrar viviendas de origen
ferroviario en los ingenios de Tucumán de principios del siglo XIX.
Además, estas colonias consideraban la construcción de pabellones para el
personal soltero y en tránsito (maquinistas), y en todos los casos se utilizó un
sistema constructivo modulado y seriado, de volúmenes ornamentados de
acuerdo con el estilo Gótico Victoriano, rememorando y vinculando el estilo de
las viviendas con el origen del capital de inversión de las mismas.
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financiera, producto de la cancelación de las carreras de los jueves del Jockey
Club y numerosos conflictos jurídicos con los habitantes de las viviendas de la
comisión, que se negaban a pagar sus cuotas y organizaban revueltas.
Al final de la etapa la comisión concluye nuevas obras, 77 viviendas en el barrio
Alvear en 1926, 30 casas en el barrio Rawson en 1928, y el llamado a concurso
para la realización del conjunto ubicado en San Juan y Balcarce, finalmente
asignado a los arquitectos Levingston y Rodriguez Etcheto.
Durante los años 1930 y 1933, caracterizados como la cuarta etapa, no se
registran operaciones de la comisión en consonancia con el golpe militar y la
interrupción institucional de 1930. Quizás considerando irrelevante la
generación de nuevas viviendas durante estos años la comisión se dedicó
exclusivamente a la administración de los conjuntos ejecutados en los periodos
anteriores.
En la quinta etapa (1933-1938), a partir de la vuelta de la democracia, se
recupera la iniciativa en la organización de un debate nacional sobre el tema de
la vivienda, y a redefinir el rol del Estado en dicha problemática.
Cafferata propuso la creación de un congreso panamericano para tratar la
problemática de la vivienda, el cual fue asumido por la Unión Panamericana,
del cual se origina el concepto del derecho a la vivienda.
Rechazando, en la primera parte de la etapa, la construcción masiva por parte
del Estado, la comisión completo con nueve pabellones y 74 casas el barrio
Rawson en 1933, y se formuló el proyecto de 66 departamentos de dos
dormitorios y salas en San Juan y Balcarce.
Además, durante esta etapa se reflotó la generación de Juntas Honorarias en
las provincias, y en 1936 Cafferata presentó un proyecto para extender la
influencia de la comisión a territorios nacionales.
Durante la última etapa de la CNCB (1938-1942), la comisión deja por completo
el rol “pedagógico” de su formación y toma como política las construcciones
masivas y de alta densidad a partir del Estado, asumiendo que el plan de
orientar la iniciativa privada había fracasado.
La comisión promovió las viviendas rurales y los pequeños conjuntos en las
provincias, y en la ciudad de Buenos Aires, pese a que no representaba el ideal
de vivienda para ellos, pero ante la imposibilidad de desarrollar viviendas
individuales, generó intervenciones de alta densidad.
En 1937 se inauguró la Casa América de 95 departamentos en San Juan y
Bolívar (Figura 10), en 1938 se construyó una nueva casa colectiva en Parque
Patricios y en 1940 se proyectó el conjunto Martin Rodríguez en La Boca
(Figura 11).
Después de números debates sobre las políticas de vivienda y el accionar del
Estado, tras el derrocamiento del presidente Castillo en 1943, el Grupo de
Oficiales Unidos generó la Comisión Asesora de la Vivienda Popular, la cual se
ubicaría por encima de la CNCB.
Tras la formación de la Secretaria de Trabajo y Previsión a cargo del coronel
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Juan D. Perón, quedaron bajo su organismo la Comisión de Alquileres, la
Comisión Asesora de la Vivienda Popular y CNCB.
A partir del decreto 10102/44 la CNCB fue disuelta definitivamente, y en su
reemplazo se creó el Consejo de la Vivienda en 1944 y la Administración
Nacional de la Vivienda en 1945.
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Figuras
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Figura 3. Primera casa colectiva del Hogar Obrero, ubicada en Barracas, Martin
García 473 (1910). Fuente: lateja1.wordpress.com
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Figura 5. Barrio Monseñor Espinosa, planta general (1919). Fuente:
modernabuenosaires.org
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Figura 7. Barrio Monseñor Espinosa, vista general (1919). Fuente:
modernabuenosaires.org
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Bibliografía
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Notas
“Todo habitante de un país tiene derecho a una vivienda, como tiene derecho
de comer, de vestir, de trabajar, de aprender, de pensar (…) Solo el Estado
tiene o puede tener los recursos para asegurar a todos los habitantes una
vivienda confortable e higiénica, empezando por el mínimo de confort e higiene
compatible con la existencia. (…) En los Estados Unidos (…) la última
legislación destina fuertes subvenciones del Estado para la construcción de
viviendas, porque el glorioso tiempo de los building societies ya ha pasado, con
sus leyendas de casa propia con jardín y con pájaros, como los que hicieron la
ruina de centenares de miles de trabajadores y como en este país hicieron
también su agosto, dejando como herencia esas aglomeraciones funerarias de
Liniers, las poblaciones venecianas de Lomas, Gerli y Avellaneda. (…) Hay que
decir que el problema nuestro es dar viviendas a las clases que hoy viven de
salarios y sueldos (…) empezando por los menos favorecidos. (…) Los últimos
[los más pobres] deben ser los primeros.” (p. 272)
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Las mismas pueden apreciarse, por ejemplo, en Sarmiento, D. (1845)
Facundo: civilización y barbarie en las pampas argentinas. Santiago de Chile,
Chile. El Progreso.
Lo cual a su vez es sostenido por Alberdi, J. B. (1879), en su carta “Gobernar
es poblar”:
“Poblar es civilizar cuando se puebla con gente civilizada, es decir, con
pobladores de la Europa civilizada. Por eso he dicho en la Constitución que el
gobierno debe fomentar la inmigración europea. Pero poblar no es civilizar, sino
embrutecer, cuando se puebla con chinos y con indios de Asia y con negros de
África. Poblar es apestar, corromper, degenerar, envenenar un país, cuando en
vez de poblarlo con la flor de la población trabajadora de Europa, se le puebla
con la basura de la Europa atrasada o menos culta. Porque hay Europa y
Europa, conviene no olvidarlo; y se puede estar dentro del texto liberal de la
Constitución, que ordena fomentar la inmigración europea, sin dejar por eso de
arruinar un país de Sud América con sólo poblarlo de inmigrados europeos.”
3
Presentada en una conferencia de la Sociedad Científica Argentina el 2 de
agosto de 1901 y publicado en septiembre del mismo año.
4
El proyecto fue impulsado por Ignacio Irigoyen en 1904, y autorizaba a la
Municipalidad de Buenos Aires a emitir títulos de propiedades por 20 millones
de pesos para luego vendérselos a los trabajadores, la propuesta fue aprobada
al año siguiente con el carácter de ensayo, reduciendo el presupuesto a 2
millones de pesos.
5
Ley que data de 1910 que establece que el 75% de los ingresos recibidos en
las carreras de los jueves del Jockey Club de Buenos Aires serían destinados
para la construcción de casas para obreros.
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