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Libro VII

de la República

Platón, Atenas

Trabajo realizado por Fidel Guzmán Herradura

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Biografía
Uno de los filósofos griegos más conocidos a lo largo de los siglos es sin duda Platón, del
que se siguen estudiando hoy en día sus textos y teorías. Se le considera el padre de la
filosofía académica.

Nació en Atenas en el año 427 antes de Cristo en el seno de una familia de aristócratas.
Desde pequeño tuvo interés por la política, pero finalmente se decantó por la filosofía
gracias a la influencia del filósofo Sócrates, a quien siguió durante años, enfrentándose
incluso a sofistas como Protágoras.

Cuando Sócrates murió en el año 399 antes de Cristo, decidió alejarse por completo de la
política aunque temas relacionados con la materia siempre estuvieran en su mente, lo que
le permitió teorizar sobre el modelo ideal de organización de un Estado.
Comenzó a viajar por Oriente y por el sur de Italia. Durante su viaje tuvieron lugar algunos
acontecimientos destacables, como que conoció a los discípulos de Pitágoras y fue hecho
prisionero por unos piratas hasta que le rescataron, tras lo cual regresó a su ciudad natal,
Atenas.

En el año 387 antes de Cristo fundó una escuela donde se enseñaría filosofía a las
afueras de la ciudad. El lugar escogido estaba junto al jardín de un héroe clásico,
Academo, de donde procede el término de Academia.
En este centro se reunían sabios; uno de los más conocidos sería Aristóteles años más
tarde. También actuó como residencia de estudiantes, biblioteca, organizaba seminarios
especializados para desarrollar el conocimiento y plantó las bases para las actuales
instituciones universitarias.
Dentro de este centro no sólo se estudiaba, sino que también se investigaba sobre las
más diversas materias, ya que en aquellos tiempos la filosofía abarcaba casi la totalidad
de los saberes.

Allí se fueron creando las áreas específicas que darían lugar a las diferentes ramas del
saber, como son la ética, la lógica o incluso la física.

Allí se fueron creando las áreas específicas que darían lugar a las diferentes ramas del
saber, como son la ética, la lógica o incluso la física. Sus puertas estuvieron abiertas
durante siglos hasta que Justiniano mandó clausurarla en el año 529 después de Cristo.

Platón falleció en el año 347 antes de Cristo, en Atenas.

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Obras de Platón
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han
conservado casi completos. La mayor parte están escritos en forma dialogada; de hecho,
Platón fue el primer autor que utilizó el diálogo para exponer un pensamiento filosófico, y
tal forma constituía ya por sí misma un elemento cultural nuevo: la contraposición de
distintos puntos de vista y la caracterización psicológica de los interlocutores. La
legitimación de un conocimiento residía en el libre intercambio de puntos de vista y no en
la simple enunciación.

Los veintiséis diálogos platónicos probadamente auténticos (de los cuarenta y dos
transmitidos por la Antigüedad) pueden clasificarse en tres grupos. Los diálogos del
llamado período socrático (396-388), entre los que se incluyen la Apología, Critón,
Eutifrón, Laques, Cármides, Ión, el Hipias menor y tal vez Lisis (que quizá sea posterior),
revelan claramente la influencia de los métodos de Sócrates y se distinguen por que
comienzan abruptamente, sin preámbulos preparatorios. Todas estas obras son anteriores
al primer viaje de Platón a Sicilia, y en ella dominan los diálogos investigadores a la
manera socrática.

Dentro de los diálogos del siguiente periodo, llamado constructivo o sistemático,


pertenecen a una fase de transición ‘Protágoras’, ‘Menón' (que anunció la doctrina de las
Ideas), ‘Gorgias', ‘Menéxenes’, ‘Crátilo’ y ‘Eutidemo’. Los grandes diálogos de esta etapa
son el ‘Fedón’, cuyo tema es la inmortalidad del alma; ‘El banquete’, en el que seis
oradores debaten sobre el amor; ‘La República’, el texto platónico más sistemático, fruto
de largos años de trabajo, que presenta tres líneas principales de argumentación (ético-
política, estético-mística y metafísica) combinadas en un todo; y el ‘Fedro’, que mediante
la forma de diálogo dramático debate aspectos relativos a la belleza y el amor, y contiene
momentos de honda poesía. Estos diálogos, en los que se muestra en su apogeo la
fuerza expresiva de Platón, no son ensayos filosóficos propiamente dichos, sino obras
literarias que tratan temas filosóficos, y por ello no se limitan a un solo tema o asunto.
Los diálogos del período tardío o revisionista, por último, fueron escritos a partir del
momento de la fundación de la Academia. Si bien carecen de los méritos dramáticos y
literarios que caracterizaron a los diálogos precedentes, presentan en cambio una mayor
sutileza y madurez de juicio, ya que en ellos se expresa más el pensador decidido a
presentar la definitiva exposición de su pensamiento filosófico que el artista. En el
‘Parménides’, Platón revisa la doctrina de las Ideas; en el ‘Teeteto’ combate el
escepticismo de ‘Protágoras’ acerca del conocimiento, al tiempo que exalta la vida
contemplativa del filósofo; en el Timeo expone el mito de la creación del mundo por obra
del ‘Demiurgo’; en el ‘Filebo’ trata las relaciones entre el Bien y el placer, y en ‘Las leyes’
intenta adaptar más a la realidad su doctrina del Estado ideal, tomando como referencia
las constituciones y legislaciones de varias ciudades griegas.

Una característica del estilo platónico que revela una admirable conjunción entre
pensamiento y expresión es su empleo del mito para hacer más evidente el pensamiento
filosófico. Sin duda el más célebre de ellos es el mito de la caverna utilizado en ‘La
República’; pero también son conocidos el del juicio de ultratumba, que aparece en
‘Gorgias’, y el de ‘Epimeteo’, en ‘Protágoras’.

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Comentario de la obra
La República de Platón es un tratado de construcción de un sistema político utópico,
perfecto, y a la vez un tratado de saneamiento político con aplicación a los regímenes
existentes en su tiempo.

El Libro VII está escrito en forma de diálogo, y se divide en tres partes: la primera es la
alegoría de la Caverna; después se trata la aplicación de esta alegoría a los filósofos
gobernantes; acaba explicando los estudios y la educación que deben llevar acabo estos
filósofos para llegar al nivel más superior de conocimiento, y poder entonces gobernar.

En la Alegoría de la Caverna, Platón nos trata de explicar cuál es la situación del hombre
griego a la hora conocer.

Los esclavos están situados de cara a la pared, detrás de ellos se encuentra un fuego, y
detrás de éste, un camino por donde circular personas. En la pared se ven reflejadas
sombras, pero no de los cuerpo de los hombre sino de los objetos y animales que
transportan, ya que hay situado un biombo a forma de tabique entre este camino y el
fuego. Los esclavos pueden ver estas sombras, y también pueden oír los ecos de las
voces de los hombres que pasan por el camino. El único trabajo de los esclavos es
intentar adivinar la procedencia de las voces. Aquí Platón nos da a entender que estos
esclavos se encuentran en la parte más baja del nivel de conocimiento. Son ignorantes,
se encuentran en la parte más baja del mundo sensible, y por tanto sólo pueden ver
sombras, ni siquiera imágenes claras. Además se entregan elogios a los que mejor
distinguen las sombras, así no son ambiciosos en cuanto a conocer.

Platón explica que pasaría si uno de esos esclavos fuera liberado de sus cadenas y
pudiera ascender hasta la superficie de la tierra. Primero conocería las imágenes de las
personas que deambulan por el camino y de las que antes sólo podía conocer sus
sombras. Cuando saliera de la caverna, le dolerían bastantes los ojos, y se producirían
cambios en él. Primeramente tendría que observar la realidad reflejada en el agua y en la
noche, para poder después ver las cosas claras con la luz iluminadora del sol. Después
tendría que regresar a la caverna para explicar a los otros esclavos lo que había
conocido, y estos no lo creerían y acabarían odiándolo o incluso matándolo. Aquí Platón
trata de explicar los cambios que se producirían en un hombre cuando se liberara de su
ignorancia y tratara de ponerle cura teniendo ambición por conocer. Después de conocer
las sombras, el hombre conocería las cosas más reales y más verdaderas. En el paso del
mundo sensible al mundo inteligible, el hombre experimenta una serie de cambios tanto
físicos como en el alma. En el mundo sensible tiene que conocer con los ojos. Ahora, en
el mundo inteligible tiene que conocer con el alma. Una vez se encontrase en el mundo
inteligible, tendría que aprender a pensar y a utilizar la razón y a abstraerse de lo visible.
Comenzaría conociendo las matemáticas hasta llegar al punto más alto del conocimiento:
conocer las esencias de las ideas y más concretamente conocer la Idea de Bien. Así
como el sol es cauda de toda percepción en el mundo sensible, la Idea de Bien es causa
de toda percepción en el mundo inteligible.

Después de conocer esto, el hombre sentirá una gran satisfacción al saber que existe otro
mundo mejor. El conocimiento consigue hacer a un hombre virtuoso, y por tanto le hace
feliz. Pero al llegar a este punto de la dialéctica, el hombre tiene que poner en práctica sus
conocimientos e intentar enseñar a los otros hombres ignorantes que existe un mundo
más satisfactorio al que pueden llegar mediante el uso de la razón y adquiriendo una serie
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de conocimientos. Pero Platón nos advierte de que tenemos que tener cuidado al intentar
poner en práctica nuestro conocimiento, ya que podemos cegarnos y confundirnos. El
contacto con los demás ignorantes puede embrutecernos, y al poner en práctica nuestros
conocimientos podemos equivocarnos, y los demás nos pueden odiar. Platón compara
esto con lo que le ocurrió a Sócrates y lo que provocó su asesinato. Sócrates intentó
iluminar y liberar a los jóvenes atenienses prisioneros de la ignorancia. Por estos, los
gobernantes atenienses le acusaron de corromper a la juventud y acabó siendo
asesinado.

Platón acaba esta alegoría diciendo que del mismo modo que el Sol es causa del
nacimiento y generación de las cosas en el mundo visible y, sin embargo, él no es
generado en el mismo sentido o del mismo modo que lo son las cosas sensibles: así
también el bien es, por un lado, la fuente y la causa de la verdad y del conocimiento ya
que permite que, mediante su luz, el alma pueda acceder a la verdad; y por otro, es
también causa del mundo de las esencias o ideas, pero a su vez estaría situado por
encima de las mismas ideas.

Esta es la explicación de la alegoría y de su posterior práctica de los gobernantes. Los


gobernantes tienen que ser sabios, filósofos, tienen que encontrase en el mundo
inteligible y conocer la Idea de Bien. Además tienen que poner en práctica la dialéctica
que han aprendido, y tienen que enseñar a la población ignorante los conocimientos que
poseen. Pero también advierte a éstos de los problemas que pueden tener al encontrarse
en el nivel de la inteligencia y conocer la Idea del Bien. Puede que cuando se encuentren
allí no quieran descender hasta los ignorantes, pero está en su obligación poner en
práctica sus conocimientos. Eso es parte de la dialéctica que han aprendido. Si no ponen
en práctica sus conocimientos, pueden olvidarse de ellos y embrutecerse. De este modo,
descenderían a la oscuridad de nuevo, es mucho peor ir de la ignorancia al conocimiento,
que ir del conocimiento y la sabiduría a la ignorancia.

Platón critica la educación que imparten los sofistas, ya que éstos no llevan su
conocimiento al alma, no se encuentran en el mundo inteligible, no conocen la Idea de
Bien, sino que se basan en la retórica y la oratoria para poder así persuadir a los
ciudadanos y conseguir sus votos.

A partir de aquí, Platón comienza a hablar sobre la educación que tienen que recibir los
futuros gobernantes por parte del Estado. La educación es la causante de que el alma
reciba esos conocimientos y se sitúe en el mundo inteligible. También advierte que
cuando pensamos, al igual que podemos encontrar la verdad, también podemos
equivocarnos. La comprensión es limitada, conocer no es comprender. Sócrates decía
que los malos son los ignorantes, ya que no conocen lo que es la justicia y el Bien; pero
Platón opina que los malos son los que han sido educados en la maldad. Aquí Platón
remarca el hecho de comprender y de llegar a obtener las virtudes. Los placeres del
cuerpo tienen que ir en detrimento del alma (el cuerpo es la cárcel del alma, dualismo).
Por tanto, esos placeres tienen que ser educados. La inteligencia y el alma son de
carácter divino, y por tanto tienen que sobreponerse a los placeres del cuerpo.

Platón propone una educación ascética. Expone que a hay que eliminar la naturaleza
mala de los jóvenes y hay que potenciar lo bueno. No podrá nunca gobernar el que no
conozca la idea del Bien , pero tampoco llegará a gobernar nunca el Estado aquel que,
aun conociendo la Idea del Bien, no quiere ponerla en práctica intentando iluminar a los
ignorantes. Los hombres tienen que cumplir con su trabajo dictatorialmente en beneficio
de la polis. Cuando cada hombre cumpla con su función, se conseguirá justicia. Los

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trabajadores tienen que trabajar; los guardianes tienen que vigilar a los trabajadores y
tienen que inculcarles valores morales; y los filósofos tienen que gobernar. Por tanto, hay
que prescindir de los gustos para cumplir con las obligaciones y con el deber.

El filósofo debe gobernar el Estado porque ha sido educado para ello. La educación ha
sido llevada por medio del Estado, y por tanto, el filósofo debe gobernar por y para el
Estado. Tiene que hacerlo aunque no quiera, ya que tienen que devolver al Estado la
educación y el favor que ha hecho por ellos. Además se debe gobernar por turnos, cada
cierto tiempo uno, y debe gobernar el que no tenga interés en ello, porque así gobernará
mejor, ya que su único interés será gobernar lo mejor posible y no llenarse los bolsillo con
el dinero público. El filósofo conoce la justicia, la verdad y la belleza, y por tanto
comprenderá mejor lo que pasa en el mundo sensible.

Ahora Platón explica cuales son las materias en las que deberán ser instruidos para
alcanzar el mundo inteligible. Los gobernantes deberán haber hecho el servicio militar.
Deben haber participado en la infantería (falange). Allí aprenderán a proteger al
compañero. Esta es una de las bases de la democracia ateniense: todos debemos
protegernos unos a otros a favor de todos y del estado.

Después se les enseñará gimnasia y música. La gimnasia está destinada a mejorar las
condiciones físicas y el cuerpo. Mediante la música, los aprendices participan en un coro,
y allí conocen los acordes armoniosos característicos de la música griega. A través de
estos acordes, los futuros gobernantes aprenderán que todos son iguales, que ninguno
destaca por encima del otro, que cada uno cumple con su función, otra base de la
democracia ateniense.

Después se le enseñará las ciencias de las matemáticas. Las matemáticas eran para el
gobernante un estudio indispensable y necesario, tanto para organizar las tropas de los
ejércitos, como para organizar el Estado. Las matemáticas son ciencias puras, y por tanto
nos conducen a conocer las esencias de las cosas, a conocer las ideas que rigen el
mundo sensible. Las matemáticas ayudan a percibir ese dualismo entre alma y cuerpo.
Las matemáticas se encuentran en el mundo inteligible y ayudan al alma a razonar y
obtener el conocimiento de la inteligencia.

Dentro de las matemáticas se deberá aprender:



- Aritmética: nos eleva el alma, obligándola a discurrir sobre los números en sí. Tres
números importantes: 1, 2 y 3. La aritmética ayuda al guerrero a ordenar sus tropas, y al
filósofos a calcular a y a conocer la esencia de los número y la verdad.

- Geometría: eleva el alma hacia el conocimiento de la configuración matemática de los


cuerpos (canon de belleza). Ayuda al guerrero a desplegar sus tropas en la batalla. Al
filósofo ayuda a conocer lo que siempre es, la esencia. Conduce al alma hacia la verdad.

- Estereometría: eleva el alma hacia el conocimiento de los cuerpos sólidos (esfera, cubo,
pirámide, cono...)

- Astronomía: eleva el alma hacia el conocimiento de los astros hacia la comprensión de


un universo cerrado y finito.

- Armonía: a partir de los acordes que se oyen hay que elevarse al examen de los número
armónicos (y de los que no lo son) para buscar lo bello y lo bueno. También hacen
conocer el lugar que debe ocupar cada ciudadano en la sociedad.

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El gobernante únicamente llegará a dominar la dialéctica si conoce estos estudios
matemáticos. El experto es matemáticas es experto en la dialéctica. La dialéctica funciona
con la intuición, mientras que las matemáticas funcionan con supuestos. La intuición es
una solución instantánea a un problema. La dialéctica nos permite captar la verdadera
realidad, nos permite conocer las esencias, las ideas. El dialéctico es el que alcanza la
razón de la esencia.

Con respecto a la dialéctica, Platón también critica a los sofistas, ya que estos llegan a
conocer el Bien por casualidad, mediante opiniones, sin llegar a tener un conocimiento
verdadero ni intuición.

Platón busca jóvenes perfectos para ser educados. Busca jóvenes valientes, viriles, que
quieran aprender y que además tengan capacidad para ello. Tienen que tener buena
memoria, ser perseverantes y amantes del trabajo. Aquí Platón no acepta para ser
educados a los que sólo les motive el trabajo físico, rechazando el uso del razonamiento,
o al contrario. El gobernante además debe decir siempre la verdad en todos los sentidos,
ya que es responsable tanto de lo que hace como de lo que dice. Si la persona es mala
no debe ser educada, ya que no conocerá la Idea del Bien y gobernara de manera injusta.

El valor del Libro VII de la República es que la educación debe ser universal, para todos
los jóvenes, y no restringiéndola a grupos aristócratas y acomodados como lo hacen los
sofistas, que únicamente enseñan a hijos de ricos.

El Estado se apodera de los niños a los siete años. A esta edad se les empieza a enseñar
las matemáticas, pero sin obligación sino jugando con ellos. También hay que
acostumbrarlos a que conozcan la sangre y la muerte, y hay que llevarlos a la batalla.
También se les enseñará ya la gimnasia. Con veinte años se hará una primera elección:
los más aptos seguirán el aprendizaje, y los menos aptos se dedicaran a la artesanía o al
trabajo. A los treinta años se hará otra selección: los más aptos en los estudios y en la
guerra pasarán a ser guardianes y comenzarán la práctica de su dialéctica. La dialéctica
lleva al conocimiento de las ideas o realidades primeras inteligibles, que existen antes de
las cosas y separadamente de ellas, y por las cuales las cosas son lo que son. La
dialéctica se ocupa de conocer lo que las ideas son en sí mismas.

El guardián debe llevar una vida ascética, dejando a un lado los placeres para dedicarse
en alma al razonamiento. Los guardianes deberán poner en práctica toda la dialéctica
aprendida y deberán encargarse de controlar los valores morales de la población. Es en
esa práctica en donde se verá cuales son los futuros gobernantes. A los cincuenta años
se hará la última elección. Los más aptos y los que mejor se manejan en la dialéctica
pasarán a poder gobernar el Estado, que lo harán por turnos, y los menos patos, se
quedarán como guardianes.

Platón también considera que las mujeres pueden llegar a tener estos mismos
conocimientos que los hombres, y pueden por tanto llegar a ser gobernadoras.

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