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UNA CONVERSACION CON DIOS

Por

Juan Carlos Febres Velásquez

INTRODUCCION

Una de las grandes interrogantes de esta vida es si se puede tener el


conocimiento de Dios como nuestro Padre y de Jesús como nuestro señor,
salvador y maestro.

La Biblia nos explica cómo conocer a Dios: ”Y en esto sabemos que nosotros le
hemos conocido: si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le he conocido,
pero no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él;
pero el que guarda su palabra, en él el amor de Dios verdaderamente se ha
perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece
en él, debe andar como él anduvo”. (1 Juan 2:3–6)

El apóstol Santiago dijo: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los
demonios creen, y tiemblan. (Santiago 2:19).

El élder Brockbank de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días


dijo justo antes de compartir estos pasajes realmente me llamó la atención:

“Nosotros podemos recibir la vida eterna y la salvación de conocer al único Dios


verdadero, y a Jesucristo, a quien él ha enviado. Muchos creen que hay un Dios,
muchos dicen que saben que hay un Dios, pero muchos de ellos no actúan como
si conocieran a Dios. Hay una gran diferencia en creer o saber que hay un Dios y
en conocer a Dios. Cuando decimos que conocemos a Dios, ello conlleva una
gran responsabilidad, y un apóstol nos ha dado información para comprobar
nuestro conocimiento de Dios”.
La pregunta es ¿Cómo? ¿Qué ayudas tenemos?, supongamos por un instante
creyente so no creyentes que tuviésemos 15 minutos delante del Señor, una
entrevista personal que nos diría, que nos respondería a nuestras preguntas o que
nos preguntaría?

Las preguntas actúan como generadores y organizadoras del saber, éstas


despiertan nuestro deseo de conocer cosas nuevas, nos ayudan a reflexionar
sobre el propio saber y el proceso de aprendizaje. Las preguntas, en definitiva,
dan sentido a nuestro peregrinaje en la vida.

¿Cómo y por qué aprendemos?, ¿qué vale la pena saber?, ¿quién y cómo puede
ayudarles?, ¿dónde y con quién aprendemos?, ¿cómo se construye el saber?...
Preguntas como estas son las que nos plantea cada día nuestro deseo de
acercarnos a Dios, muchos afirman con una pregunta ¿Nos basta lo que
sabemos?, la respuesta es NO.

En el Concilio Vaticano I: DS 3015 se dijo “Mediante la razón natural, el hombre


puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de
conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias
fuerzas, el de la Revelación divina”. Por una decisión enteramente libre, Dios se
revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente
que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela
plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al
Espíritu Santo.

Y la manera que lo hace es a través de la reflexión, la meditación, las preguntas


sinceras

La primera condición que debemos cumplir es la creencia, San Agustín decía “Nisi
credidentis non intelligetis. A menos que creas no entenderás”.

Thomas S. Monson, dijo “La vida no es sólo una temporada de prueba, sino
también una escuela para desarrollar la comprensión a través del estudio y la
experiencia. “Contemplad a Dios y vivid”, Liahona, julio de 1998, págs. 56–63;
También El islam enseña que El hombre no puede conocer a Dios más que
conociéndose a sí mismo, no puede conocer a Dios sin amarlo, y no puede amarlo
sin conocerlo. Por lo demás, todo ello no es posible sino porque Dios ha dado al
hombre la facultad de «conocerlo» y de «amarlo», pues Dios es la fuente de todo
conocimiento y de todo amor.

El Corán afirma sin equívoco que: “A aquellos que creen y hacen buenas obras, el
Todo-Misericordioso les otorgará Su Amor” (Corán XIX, 96)

El Hinduismo enseña básicamente en cuanto a la relación con Dios o (Dioses)


Primero, en contra de una acción demeritoria, el remedio inmediato será hacer el
bien y evitar el mal;. Muy pocos sostendrán que esto por sí solo conduzca a la
liberación final; pero todos lo exigen al menos en la etapa preparatoria. Segundo,
En contra del deseo, el remedio consiste en controlar y someter las propias
pasiones, tendiendo hacia una actividad desinteresada por medio de la práctica
ascética y/ o purificar y trascender todos los deseos con un firme amor de Dios. El
amor de Dios implicará o bien fácilmente conducirá al verdadero conocimiento por
la connaturalidad del amor y la gracia de Dios. y Tercero. Contra la ignorancia hay
que adquirir el verdadero conocimiento de la realidad y, en particular, el
conocimiento del verdadero yo, destruyendo así el egoísmo de raíz

Por los siglos, el hombre siempre le ha hecho preguntas a Dios. Muchas de ellas
están registradas en las escrituras.

Moisés estaba lleno de preguntas cuando Dios hablo con él desde el arbusto
(Éxodo. 3) David le hacía preguntas a Dios con frecuencia, muchas de esas
preguntas están registradas en el libro de los Salmos.

En el nuevo testamento encontramos 70 veces una designación similar a maestro


cuando se referían a Jesús. Los evangelios enseñan que “la gente maravillaba al
escuchar sus enseñanzas, y que Jesús enseñaba con una notable autoridad en
contraste con otros rabinos contemporáneos”
En el nuevo testamento tenesmo 225 preguntas con la finalidad de enseñar,
interrogaciones simples pero que plantean verdaderos dilemas humanos. ¿Por
qué lloras’, ¿Qué buscáis?, ¿me amas? ¿Quién es tu prójimo?

Aprender a preguntar es signo de madurez, nos ayuda a quebrar las falsas


seguridades, salir de nuestra zona cómoda y dejar de pensar que está todo bien,
que hacemos lo suficiente, entonces nos permite tomar distancia de uno mismo y
descubrir lo aun alejado que estamos de él.

El hombre ha logrado en muchos aspectos progresos increíbles pero en muchos


casos ha perdido el rumbo de su senda, como los tres monos sabios no quieren
ver hacia donde van, no quieren oír sobre su estilo de vida o como viven su vida
ni quieren hablar de religiosidad..

Ya en su momento Pascal nos legó su apuesta “Usted tiene dos cosas que
perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad,
su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las
que debe huir: el error y la miseria. Su razón no resulta más perjudicada al elegir
la una o la otra, puesto que es necesario elegir. Ésta es una cuestión vacía. Pero
¿su bienaventuranza? Vamos a sopesar la ganancia y la pérdida al elegir cruz (de
cara o cruz) acerca del hecho de que Dios existe. Tomemos en consideración
estos dos casos: si gana, lo gana todo; si pierde, no pierde nada. Apueste a que
existe sin dudar.”

Blaise Pascal (1670). Pensamientos. III, §233

JCF

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