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Artículo el ante nombres femeninos: el agua, el hacha

El artículo femenino la toma obligatoriamente la forma el cuando se antepone a


sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica (gráficamente a- o ha-), con muy
pocas excepciones (véase más abajo); así, decimos el águila, el aula o el hacha (y no la
águila, la aula o la hacha). Aunque esta forma es idéntica a la del artículo masculino,
en realidad se trata, en estos casos, de una variante formal del artículo femenino. El
artículo femenino la deriva del demostrativo latino illa, que, en un primer estadio de su
evolución, dio ela, forma que, ante consonante, tendía a perder la e inicial: illa > (e)la +
consonante > la; por el contrario, ante vocal, incluso ante vocal átona, la forma ela
tendía a perder la a final: illa > el(a) + vocal > el; así, de ela agua > el(a) agua > el
agua; de ela arena > el(a) arena > el arena o de ela espada > el(a) espada > el espada.
Con el tiempo, esta tendencia solo se mantuvo ante sustantivos que comenzaban por /a/
tónica, y así ha llegado a nuestros días. El uso de la forma el ante nombres femeninos
solo se da cuando el artículo precede inmediatamente al sustantivo, y no cuando entre
ambos se interpone otro elemento: el agua fría, pero la mejor agua; el hacha del
leñador, pero la afilada hacha. En la lengua actual, este fenómeno solo se produce ante
sustantivos, y no ante adjetivos; así, aunque en la lengua medieval y clásica eran
normales secuencias como el alta hierba o el alta cumbre, hoy diríamos la alta hierba o
la alta cumbre: «Preocupa la actitud de la alta burocracia» (Tiempos [Bol.] 11.12.96).
Incluso si se elide el sustantivo, sigue usándose ante el adjetivo la forma la: «La Europa
húmeda [...] no tiene necesidad de irrigación, mientras que la árida, como España, está
obligada a hacer obras» (Tortolero Agua [Méx. 2000]). Ante sustantivos que
comienzan por /a/ átona se usa hoy, únicamente, la forma la: la amapola, la habitación.
Ha de evitarse, por tanto, el error frecuente de utilizar la forma el del artículo ante los
derivados de sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica, cuando esa forma
derivada ya no lleva el acento en la /a/ inicial; así, debe decirse, por ejemplo, la agüita,
y no el agüita. Este mismo error debe evitarse en el caso de sustantivos femeninos
compuestos que comienzan por /a/ átona, pero cuyo primer elemento, como palabra
independiente, comienza por /a/ tónica; así, por ejemplo, debe decirse la aguamarina, y
no el aguamarina.

Hay algunas excepciones al uso de la forma el del artículo ante sustantivos


femeninos que comienzan por /a/ tónica. A este respecto ha de tenerse en cuenta lo
siguiente:

a) Se usa la y no el ante los nombres de las letras a, hache y alfa: «La p con la a, pa»
(País [Esp.] 1.6.85); «La hache es muda» (Miguel Perversión [Esp. 1994]); Apretando
estas tres teclas se obtiene la alfa con iota suscrita; ante los nombres propios de
mujer, cuando llevan artículo: «Era la Ana de los días gloriosos» (Aguilera Caricia
[Méx. 1983]); y ante las siglas, cuando el núcleo de la denominación no abreviada
(normalmente, la palabra representada por la primera letra de la sigla) es un sustantivo
femenino que no comienza por /a/ tónica: «La APA [= Asociación de Padres de
Alumnos] ha tomado esta decisión» (Mundo [Esp.] 1.3.94), ya que asociación es un
sustantivo femenino cuya /a/ inicial es átona.
b) En el caso de los sustantivos que comienzan por /a/ tónica y designan seres
sexuados, si tienen una única forma, válida para ambos géneros, se mantiene el uso de
la forma la del artículo cuando el referente es femenino, ya que este es el único modo
de señalar su sexo: la árabe, la ácrata. Si se trata, en cambio, de sustantivos de dos
terminaciones, una para cada género, la tradición nos ha legado el uso de la forma el
del artículo ante el nombre femenino, como en el caso de ama o aya: «Ya vienen hacia
ustedes el ama de llaves y dos mozos» (Montaño Andanzas [Méx. 1995]); «La señora
paseaba con el aya y el doncel don Domènec, en las plácidas tardes de otoño» (Faner
Flor [Esp. 1986]). Sin embargo, en los sustantivos que, teniendo asimismo dos
terminaciones, han comenzado a usarse solo recientemente en femenino, los hablantes,
de forma espontánea, tienden a usar la forma la del artículo, pues se carece, en estos
casos, de tradición heredada; es el caso de la palabra árbitra, con la que los hablantes
usan, espontáneamente, la forma la y no el: «Pilar Guerra Lorenzo, la árbitra de 16
años que el pasado sábado fue agredida salvajemente en Valladolid, [...] medita no
volver a dirigir ningún partido» (País [Esp.] 4.2.99). Es muy probable que la razón de
que los hablantes digan, espontáneamente, la árbitra (y no el árbitra) sea que, perdida
ya toda conciencia de que la forma el ante nombres femeninos procede, por evolución,
de un femenino ela, en el sistema actual, la forma el se asocia exclusivamente con el
género masculino y la con el femenino; quizá por ello, en los nuevos usos, cuando el
sustantivo se refiere a seres sexuados, tiende a rechazarse la aplicación de la antigua
norma.

c) Cuando el artículo acompaña a topónimos femeninos que comienzan por /a/ tónica,
el uso es fluctuante. Con los nombres de continente se emplea la forma el: «Los
pueblos del África subsahariana no habían desarrollado movimientos nacionalistas»
(Tusell Geografía [Esp. 1995]); en el caso de las ciudades o los países, en cambio, se
emplea con preferencia la forma la, que incluso forma parte del nombre propio en el
caso de La Haya: «El Tribunal de La Haya rechazó la apelación libia» (Expreso
[Perú] 15.4.92); «En la Ámsterdam lluviosa de ayer, este no era el único asunto»
(Mundo [Esp.] 12.9.95); «Lo expulsaron de la Austria católica» (Paso Palinuro [Méx.
1977]).

Fuente: Diccionario panhispánico de dudas (RAE y ASALE, Santillana, 2005).

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