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Perú desde mediados de los años 1950 –jurídicamente en forma plena desde el 1967,
con la ratificación del Convenio de 1954 que interpreta como un tratado de límites– y la
sigue ejerciendo –en los términos del régimen jurídico aplicable al Mar Chileno, que
desde la reforma incorporada por la Ley 18.56539 es concordante con la Convención del
Mar–, por lo cual la Armada chilena, en los casos que naves pesqueras peruanas han
cruzado el paralelo y efectuado actividades de ese rubro, procede a detenerlos,
trasladándolos hasta el puerto de Arica, lugar donde se procede a confiscarles los
productos marinos obtenidos, se les impone a los armadores o tripulantes una sanción
pecuniaria y se dispone su deportación a su país de origen.
Como primer paso el Perú solicitó a Chile, nuevamente, durante los años 2000 y 2004,40
negociaciones tendientes a firmar un tratado de límites marítimos, ante lo cual Chile
respondió en el año 200441 que los acuerdos de 1952 y 1954 constituyen tratados de
límites marítimos entre ambos países. Asimismo, Perú señaló que haría uso de los
medios de solución pacífica previstos en el Derecho internacional, como los
procedimientos de conciliación, reiterando su invitación a utilizar los mecanismos
bilaterales, como la Comisión Mixta Permanente de Límites; la respuesta de Chile fue la
misma.
El Perú estuvo estudiando presentar el asunto ante la Corte Internacional de La Haya,
como estuvieron litigando, por un tema similar Nicaragua y Honduras, cuyo fallo
determinó la frontera marítima basado en la línea bisectriz.42 Ello por cuanto Perú
sostiene que es posible exigir, ante este tribunal internacional, la solución al diferendo
presentándose en forma unilateral, debido a que ambos países suscribieron el Tratado
Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá) de 1948,43 el cual establece que,
en caso de no llegarse a solución de acuerdo al procedimiento de conciliación conforme
a dicho tratado o por voluntad de las partes, y no habiéndose convenido un
procedimiento arbitral, cualquiera de los Estados parte tienen derecho a recurrir a la
Corte Internacional de Justicia, existiendo competencia obligatoria de ésta, tratándose
controversias de orden jurídico que verse, entre otras, sobre la interpretación de un
tratado y cualquier cuestión de Derecho internacional (artículo XXXI y XXXII del
Pacto de Bogotá de 1948, en concordancia con el artículo 36 del Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia).