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El cerebro y la metrópoli
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Se dispara entonces un vertiginoso travelling -esta vez de aproximación- en
cuyo comienzo Tayler Durden nombra con precisión la posición a la que el
film nos convoca:
Voz narradora: Tenemos butacas de primera fila para asistir a este teatro de destrucción
masiva.
Tenemos butacas de primera fila en este teatro de destrucción masiva: tal
será, no tres minutos, sino tres años más tarde, nuestra posición ante el
espectáculo televisivo de la destrucción de las Torres Gemelas.
Arrastrados por el turbulento descenso de la cámara, descendemos desde
la elevada planta del rascacielos en el que se encuentran los personajes
hasta un aparcamiento en el subsuelo de la ciudad donde se halla una
furgoneta cargada de explosivos dispuestos para arrasar el centro de
Manhattan.