Sunteți pe pagina 1din 3

Unánimes "homothumadón" (ομόφωνη)

Gr. homothumadón de homo : igual, y thumos: mente, voluntad,


propósito (alma, corazón)
En Mateo 18:19 el Señor habló sobre dos o tres que se ponen de acuerdo
acerca de algo que piden en oración. Aquí, el vocablo griego para “ponerse
de acuerdo” no es tan enfático como la palabra griega que se tradujo
como “unánimes”. La palabra griega traducida “unánimes” es
homothumadón, una palabra que denota gran énfasis y que tiene una
amplia gama de significados. El vocablo homo significa “igual” y thumos
significa “mente, voluntad, propósito (alma, corazón)”. En la versión china
de la Biblia, esta palabra se tradujo usando un término chino que significa
ser de una misma mente y una misma voluntad. De hecho, la versión King
James, en el idioma inglés, en Romanos 15:6 traduce esta palabra,
“unánimes”, como one mind, esto es, una misma mente.
En el libro de Hechos vemos que los ciento veinte oraron juntos con el
mismo pensamiento, con una misma mente, una misma voluntad y un
mismo propósito que embargaba y poseía su alma y corazón. Siempre
que oremos, ciertamente debemos ejercitar nuestro espíritu, pero
además, debemos ser de una misma mente y voluntad, teniendo un
mismo propósito, lo cual debe embargar y poseer nuestra alma y corazón.
Esto significa que la totalidad de nuestro ser participa en ello. Después de
la ascensión del Señor, los ciento veinte llegaron a ser un grupo de
personas que compartían una misma mente, una misma voluntad y un
único propósito, lo cual embargaba y poseía su alma y corazón. La
unanimidad de la que ellos disfrutaban implicaba que ellos habían llegado
a ser uno en todas las áreas de su ser. Ningún otro libro de la Biblia usa
la palabra unánimes tanto como el libro de Hechos.
En Hechos los tres factores principales para propagar el evangelio con un
impacto significativo fueron la oración, el Espíritu y la Palabra. De acuerdo
con la Biblia y según la historia, estos tres elementos conforman el único
camino mediante el cual el evangelio llega a ser prevaleciente. Yo dediqué
mucho tiempo a considerar si correspondía o no a la enseñanza contenida
en las Escrituras que la iglesia usase un salón de reuniones y personal de
la iglesia para establecer una escuela en lugar de dedicar el tiempo para
salir a visitar personas con oración, con el Espíritu y con la Palabra,
dedicando así cada pulgada de su salón de reuniones a la predicación del
evangelio. He recalcado en el pasado que valerse de otros métodos
además de la oración, la Palabra y el Espíritu para promover el evangelio,
es un mero ardid.
La unanimidad es la clave y el pulso vital de la oración, el Espíritu y la
Palabra. Es posible que ustedes oren mucho, procuren experimentar el
bautismo del Espíritu Santo y adquieran mucho conocimiento bíblico, pero
si carecen de la unanimidad no podrán ver la bendición del Señor. He
conocido personas que se preocupaban mucho por orar, por obtener el
bautismo del Espíritu Santo y por recibir la Palabra, pero que, aun así,
fomentaban disensiones; no había entre ellos unanimidad.
...La unanimidad revelada en el Nuevo Testamento es un asunto de gran
importancia. Por eso Pablo indicó a los santos en Roma que debían
preocuparse por ser unánimes entre ellos (Ro. 15:5-6). Ocurrieron
muchos problemas en la iglesia en Corinto, y el verdadero factor causante
de todos esos problemas fue la disensión. Algunos decían ser de Pablo y
sentían gran aprecio por él. Otros decían ser de Apolos y probablemente
sentían gran aprecio por la manera en que Apolos enseñaba la Biblia.
Incluso había otros que sentían gran aprecio por Pedro (1 Co. 1:12). Esto
es discordia, disensión. La epístola de Pablo a los corintios nos presenta
más problemas que cualquier otra epístola. Podemos identificar por lo
menos diez problemas que se describen en 1 Corintios, todos los cuales
tenían la misma fuente, a saber, la discordia, ya que los corintios tenían
opiniones divergentes y no hablaban una misma cosa (1:10).
En estas epístolas dirigidas a los corintios, Pablo no usó el término
unanimidad, pero sí recalcó la necesidad de hablar una misma cosa. El
hecho de que una persona diga ser de Pablo y otra diga ser de Apolos, da
a entender que ellas no hablan una misma cosa. Todos tenemos que decir
“soy de Cristo”. Decir “soy de Pablo” o “soy de Apolos” es hacer lo mismo
que hizo Pedro en el monte de la transfiguración al decir que edificaría
tres tiendas: una para Moisés, otra para Elías y una tercera para Jesús.
Ante ello, “apareció una nube que los cubrió, y vino de la nube una voz:
‘Este es Mi Hijo, el Amado; a Él oíd’. Y de pronto, al mirar alrededor, no
vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo” (Mr. 9:7-8). Es necesario
que todos nosotros hablemos una misma cosa. ¿Por qué habríamos de
mencionar a Pablo, a Apolos o a Cefas? Por ello, Pablo le preguntó a los
corintios: “¿Está dividido Cristo?” (1 Co. 1:13). En la segunda epístola que
Pablo dirigió a la iglesia en Corinto, él también les encargó: “Tened el
mismo pensamiento” (13:11). Asimismo, en su carta a los filipenses Pablo
encargó a los santos que tuvieran el mismo pensamiento (2:2; 4:2).

S-ar putea să vă placă și