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El hecho de que la Luna salga aproximadamente una hora más tarde cada
día se explica conociendo la órbita de la Luna alrededor de la Tierra. La
Luna completa una vuelta alrededor de la Tierra aproximadamente en unos
28 días. Si la Tierra no rotase sobre su propio eje, sería muy fácil detectar
el movimiento de la Luna en su órbita. Este movimiento hace que la Luna
avance alrededor de 12° en el cielo cada día. Si la Tierra no rotara, lo que
se vería sería la Luna cruzando la bóveda celeste de oeste a este durante
dos semanas, y luego estaría dos semanas ausente (durante las cuales la
Luna sería visible en el lado opuesto del Globo).
Sin embargo, la Tierra completa un giro cada día (la dirección de giro es
también hacia el este). Así, cada día le lleva a la Tierra alrededor de 50
minutos más para estar de frente con la Luna nuevamente (lo cual significa
que se puede ver la Luna en el cielo). El giro de la Tierra y el movimiento
orbital de la Luna se combinan, de tal forma que la salida de la Luna se
retrasa del orden de 50 minutos cada día.
Caras de la luna
La Luna gira sobre un eje de rotación que tiene una inclinación de 88,3° con
respecto al plano de la elíptica de traslación alrededor de la Tierra. Dado
que la duración de los dos movimientos es la misma, la Luna presenta a la
Tierra constantemente el mismo hemisferio.
Eclipse
Sin embargo, también pueden ocurrir eclipses fuera del sistema Tierra-
Luna. Por ejemplo, cuando la sombra de un satélite toca la superficie de un
planeta, cuando un satélite pasa por la sombra de un planeta o cuando un
satélite proyecta su sombra sobre otro satélite.
Para que ocurra esta alineación, es imprescindible que la Luna se encuentre en fase llena
o nueva. Así y todo, como el plano de translación de la Luna alrededor de la Tierra está
inclinado unos 5° respecto a la eclíptica, no siempre que hay luna llena o luna nueva se
produce un eclipse. A veces la Luna pasa por encima o debajo de la sombra terrestre,
por lo que no se produce eclipse lunar, mientras que al encontrarse en el punto opuesto
de la órbita, la sombra que proyecta pasa por encima o debajo de la Tierra. Con todo,
cuando la luna llena o nueva ocurre suficientemente cerca del nodo, es decir, cerca de la
intersección del plan. o de translación de la luna con la eclíptica, se produce un eclipse
solar o lunar respectivamente.
Los eclipses pueden predecirse de dos formas diferentes. La primera, que se hizo
posible con el desarrollo de la informática consiste en calcular con gran precisión las
órbitas de la Tierra y la Luna, calculando así las posiciones exactas de sus sombras en
cada momento, y registrando los momentos en que las sombras se proyectan sobre el
otro astro. La segunda forma, que es la que se ha utilizado desde la época de los asirios
y babilónicos hasta nuestros días, consiste en anotar las repeticiones cíclicas de estos
fenómenos. El ciclo más notable con que se repiten es, sin lugar a dudas, el llamado
ciclo Saros. Un Saros contiene 6585,3 días (18 años, 10 u 11 días y unas 8 horas), y tras
este período se repiten circunstancias orbitales casi idénticas, por lo que se produce un
eclipse muy similar, aunque desplazado unos 120° al oeste (por las 8 horas de
diferencia, que hacen que la Tierra haya girado 1/3 de revolución). Son unos de los
fenomenos mas inquietantes e interesantes porque solo pasan en un determinado tiempo
y por eso los cientificos tienen que aprovechar el tiempo que tienen para estudiar al
eclipse.
Los eclipses son imposibles en Mercurio y Venus, debido a que carecen de satélites.
Pero sí podemos observar como éstos se interponen entre la Tierra y el Sol.
En Marte, sólo son posibles eclipses parciales, porque ninguna de sus lunas tiene el
suficiente tamaño para cubrir el disco solar. Se han fotografiado eclipses parciales desde
la superficie del planeta y desde vehículos orbitándolo. La visión de Marte desde la
Tierra puede ser ocultada por la Luna de noche.
Los gigantes gaseosos, que poseen muchas lunas, muestran frecuentemente eclipses.
Los más destacados afectan a Júpiter, cuyas cuatro grandes lunas y su bajo eje de
inclinación, hacen los eclipses rutinarios. Es común observar las sombras de éstas sobre
las nubes jovianas