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I.CONTEXTO -PROBLEMA
De otro lado, hoy estamos cogidos por una preocupación sobre las
cosas que nos rodean, que no es ajena al lenguaje, preocupación compartida
con la que tenemos por la comunicación, que tampoco es ajena a la realidad de
los hombres y las cosas con quienes compartimos esta hora de la cultura y del
mundo. Como las ideas y las cosas alcanzan en la actualidad definiciones y
extensión semántica variables y distintas, es natural que toda reflexión sobre
enseñanza lingûística se vea rozada por una colateral preocupación por la
enseñanza paralela del mundo y de las cosas que el lenguaje describe y ayuda
a conservar para generaciones sucesivas. Es decir, mi reflexión acepta que
nada del mundo nos es ajeno y que -por eso mismo preocuparnos del lenguaje
no es despreocuparnos de lo otro, sino que en lo otro también estamos desde
que el lenguaje lo roza y lo trata, lo descubre y perenniza, lo alimenta y recrea,
lo describe u olvida decisivamente. Es decir, lo otro es lo mismo. El lenguaje
que debemos enseñar, y sobre el que debemos meditar, es éste con que
vivimos, que esta hecho de una materia cuyo prestigio exaltan las gramáticas y
cuya extraordinaria sustancia viven en sus mismas raíces hasta los
analfabetos, hombres simples y taciturnos que hacen hermosamente su vida
con el trabajo sin escritura amasando en palabras viejas y modernas su
destino, su tristeza o su felicidad.
Una gran preocupación nos asalta frente a los numerosos cambios en los
Carteles de Alcance de los ISPs en el area de Comunicación. La advierte todo
docente, y puede rastrearla en las preguntas con que a veces nos suelen
sorprender los profesores ¿Quo vadis?. Todos nos hemos visto, por eso,
asediados por dos tipos de consultas:a) para qué sirve la enseñanza de la
lengua (comunicación actualmente); b) ¿cuál es la escuela o la corriente
lingûística que debe primar para la enseñanza del área de comunicación, cuál
es la mejor. Para un profesor empeñado en realizar un buen trabajo son
preguntas capitales. El sólo planteamiento ya evidencia una confusión en el
punto de partida. Por eso las respuestas suelen defraudar la expectativa, y a
veces hasta transforman en perplejidad la voluntad de renovación. Una teoría -
nos dice Cisneros- no es nunca un punto de partida sino de Ilegada: a ella
deben acceder las aIumnos movidos por las revelaciones que depare una seria
observación científica, en ella deben encontrarse después de haber recorrido el
territorio con ojos físicos y ojos mentales.
3. PROPUESTA
BIBLIOGRAFÍA