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CONTENIDO

PRIMERA SECCIÓN
ASENTANDO LOS CIMIENTOS PARA EDIFICAR
1. ¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS? 03
2. EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO 13
3. LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO 23
4. ¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD? 33
5. ENTENDIENDO CÓMO AMAR 40

SEGUNDA SECCIÓN
¿QUÉ TE IMPIDE ESTABLECER EL COMPAÑERISMO Y LA UNIDAD CON TU
CÓNYUGE?
6. NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA 54
7. ¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS? 63
8. ¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS? 74
9. PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER LOS CONFLICTOS 82
10. CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO 98
11. LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO 110
12. EL PERDÓN QUE PERDURA 119

TERCERA SECCIÓN
CLAVES PARA ESTABLECER RELACIÓN
13. ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL 130
14. ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA 138
15. ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO 153
16. ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN 163
17. ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO 178
18. ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL 188
19. ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL 199
20. EL AMOR REAVIVADO 209

APÉNDICE A:
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR? 216
APÉNDICE B:
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL? 224

1
CÓMO APROVECHAR ESTE LIBRO AL MÁXIMO.
- Antes de leer el libro, te sugiero que ores y le pidas a Dios que abra tu corazón para que
puedas escuchar Su voz. Estoy completamente seguro de que Dios desea hablarte de una
manera muy personal. Jesús dijo, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
(Jn.10:27). Para poder seguir el consejo de Dios para tu matrimonio tienes que escuchar Su
voz. ¡Necesitas Su orientación! Sin embargo, esto requiere un corazón receptivo y
predispuesto a aceptar Su asesoramiento.

- Puedes leer este libro tú solo o con tu cónyuge. Lo importante es que los dos lean este
material. Tal vez necesites dos libros. ¿Por qué es importante que lo lean los dos? Porque
los dos reflexionan sobre la misma verdad bíblica y esto les ayuda a tener el mismo sentir,
tal como lo desea Dios. Pedro dijo, “En conclusión, sed todos de un mismo sentir,
compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal,
o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito
de heredar bendición” (IP 3:8-9 LBLA). Si no es posible leer el libro juntos, entonces
asegúrate de comunicarle a tu cónyuge las verdades que estás aprendiendo.

-- Contesta las preguntas del Manual de Estudio al final de cada capítulo. Estas preguntas
han sido diseñadas para examinar más a fondo los temas expuestos en cada capítulo y
para desafiarte a tomar ciertas medidas.

-- Cuando Dios te convenza de tu conducta pecaminosa, pídele perdón. Juan dijo, “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad” (1Jn.1:9). Pídele a tu pareja que te perdone. Luego, toma de
inmediato cualquier medida que Dios requiera para cambiar tu comportamiento. Al
abandonar tu conducta pecaminosa demuestras tu sinceridad respondiendo a la voz de
Dios.

-- Si estás asistiendo a una clase matrimonial, debes estar preparado para responder a las
preguntas en grupo del Manual de Estudio al final de cada capítulo. El platicar abiertamente
con otras parejas sobre las dificultades más comunes en tu matrimonio te alentará. Cuando
reconozcas que otras parejas han aplicado los principios bíblicos y han superado los
problemas que aquejan tu matrimonio, crecerá tu fe y tendrás la fortaleza necesaria para
perseverar en tu matrimonio.

Que Dios te bendiga abundantemente, pastor Steve.

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PRIMERA SECCIÓN

ASENTANDO LOS CIMIENTOS PARA EDIFICAR

Cuando un contratista comienza a construir una casa, primero debe fijar cimientos
sólidos sobre los cuales edificar. Los cimientos son imprescindibles para la firmeza y
resistencia de la construcción. ¿Soportará la estructura la prueba del tiempo y las
tempestades que vendrán en contra de la casa o se desplomará? La casa entera depende
de la integridad estructural de estos cimientos.

Quiero tratar cinco componentes básicos necesarios para estribar tu matrimonio en


cimientos firmes. Esta base esencial te capacita para manejar hábilmente todos los
problemas y dificultades que ponen a prueba tu relación más importante. Las tempestades
de la vida vendrán y los vientos de adversidad soplarán y golpearán tu hogar, pero éste
permanecerá porque tu relación matrimonial estriba en un fundamento seguro.

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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
“Si queréis y obedecéis…” Is. 1:19 (LBLA)

S
i estás empezando a leer este libro, tu matrimonio está en una de dos fases.
La primera fase representa los momentos de tu relación en los que parece que la
situación nunca cambiará. La desesperación y la angustia se han convertido en tus
compañeras, y te encuentras en un matrimonio muy diferente del que anticipabas cuando
pronunciaste tus votos matrimoniales. El vivir día tras día con tu cónyuge se ha vuelto una
de las cosas más difíciles que jamás hayas enfrentado. ¿Existe alguna esperanza para tu
matrimonio? ¿Es posible eliminar la desesperación y la angustia? ¿Hay alguna manera de
que los dos puedan llegar a un acuerdo sobre las cosas que los afectan? ¡Sí, la hay!
Te invito a que comiences una de las trayectorias más importantes que jamás hayas
tomado. Con el poder de Dios y los principios vivificantes de Su Palabra, sí se puede lograr
un cambio y estás a punto de descubrir cómo hacerlo.
Por otra parte, otros lectores simplemente quieren fortalecer y mejorar su relación
matrimonial. Su deseo es un esfuerzo admirable porque la pareja que diligentemente busca
una relación más estrecha y más íntima, la alcanza. Cuando entiendan claramente el plan
de Dios para su matrimonio, los dos crecerán y fortificarán su relación.
En estos primeros capítulos examinaremos el objetivo principal del matrimonio al
igual que algunos principios básicos e indispensables para forjar una relación duradera.
Un entendimiento preciso de estos conceptos despertará una esperanza en tu corazón y te
dará las herramientas necesarias para cimentar tu relación. La comparación de la
construcción de una casa es apropiada porque es algo que todos hemos visto y podemos
¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

entender la analogía. Un contratista que decide construir una casa, primero tiene que
asegurarse de que los cimientos sean sólidos. Hace esto para cerciorarse de que la casa
soportará todas las presiones internas y tensiones externas que pueda sufrir. Si en este
momento las paredes de tu matrimonio se están desmoronando por algunos problemas
complicados, necesitas fortalecer los cimientos. Si no tienes problemas considerables y
simplemente deseas una relación más estrecha con tu cónyuge, los principios que
aprenderás serán una manera de agregarle refuerzos de acero a la base firme de tu
matrimonio.
Puede que preguntes: “¿por dónde comienzo? ¿Qué debo hacer para fortalecer los
cimientos de mi matrimonio? ¿Cómo comienzo a eliminar la desesperación y la angustia
que hoy enfrento? Permíteme contar la historia de una pareja que en cierta ocasión
asesoré. Para proteger su anonimato, los llamaré Gary y Susan. Su historia ilustrará uno de
los componentes más fundamentales para el crecimiento de cualquier matrimonio. El
principio que se expone en este capítulo es fundamental para todos los otros principios que
se encuentran en este libro. Por cierto, estoy bastante seguro de que, en tu propio
matrimonio, hasta cierto punto, has tenido una conversación muy parecida.
Cuando entré a mi oficina, Gary y Susan estaban sentados tan alejados el uno del
otro como les permitía el espacio del cuarto. Cuando me senté en mi escritorio, ambos
miraban en dirección opuesta. Apenas me miraron. El silencio ciertamente cargado, me
indicó que tenían serios problemas. Esta era la primera sesión de asesoramiento con Gary y
Susan y por lo tanto les pedí que me explicaran su situación. Susan rompió a llorar mientras
decía, —Yo tenía tantos sueños y esperanzas de cómo sería la vida de casada, pero resultó
ser muy diferente. Cuando estábamos recién casados nos amábamos mucho. Ahora parece
que lo único que hacemos es pelear y reñir por todo. Cuando comenzamos pensé que
teníamos muchas cosas en común, pero ahora todas esas cosas han desaparecido. Nos
estamos distanciando más y más cada día y no sabemos qué hacer. ¿Qué nos está
pasando?
Lo miré a Gary y le pregunté, — ¿Ves tú la relación de la misma manera?
Gary asintió con la cabeza y dijo, —Sí, así están las cosas. No somos felices ahora,
pero no creo que esté tan mal como ella dice. Tenemos algunos problemas, pero creo que
podemos resolverlos.
—Y entonces— interrumpió Susan, — ¿Por qué no los hemos resuelto? Lo único
que me dices es, “los resolveremos,” pero, ¡no hacemos nada! Blablablá, es lo único que
escucho. Estoy harta de hablar. Ni siquiera quería venir hoy porque sabía que todo lo que
haríamos sería hablar más.
Pude ver que Susan estaba muy furiosa y frustrada por estos problemas
persistentes, entonces paré la conversación y les aseguré que yo exigiría mucho más que
palabras. Les expliqué a Gary y a Susan que el hablar era sólo el primer paso hacia un
cambio verdadero; era muy importante, pero más importante aún eran las acciones a seguir.
Luego les hice una pregunta que les hago a todas las parejas que me piden un consejo por
primera vez. —En la escala del 1 a 10, ¿cómo evaluarían su voluntad para tomar pasos
realistas y prácticos y así cambiar este matrimonio? Un 10 indicaría que están dispuestos a
hacer cualquier cosa que Dios les pida para cambiar su relación. Un 5 indicaría que tienen
un poco de voluntad, pero tienen dudas de la posibilidad de un cambio. Una evaluación de
uno indicaría que simplemente quieren abandonar el matrimonio y ni siquiera desean estar
aquí hoy.
La respuesta fue muy reveladora. Los dos se evaluaron con un 8 y un 9 en mi
escala. Aunque estaban muy frustrados y había mucha duda y enojo, esto me indicó que

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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

ambos estaban dispuestos a tomar medidas realistas para cambiar su relación. Comencé
entonces a explicarles la importancia de esta actitud y de la buena voluntad.
Al emprender la lectura de este libro, quiero hacerte la misma pregunta. ¿Realmente
estás dispuesto a efectuar los cambios prácticos necesarios para establecer una relación
sólida con tu cónyuge? ¿Cómo te evaluarías en la escala del 1 al 10? Tu respuesta a esta
pregunta te indicará si este libro te será útil para efectuar cambios verdaderos en tu
matrimonio. Permíteme explicar la importancia de la buena voluntad para tomar una medida
práctica.

LA BUENA DISPOSICIÓN ES LA CLAVE PARA TODO CAMBIO


En los últimos treinta y ocho años, he asesorado a muchas parejas con sus
dificultades matrimoniales, y he concluido que una buena disposición es esencial para un
cambio verdadero. Los cónyuges primeramente deben estar dispuestos a sentarse a
platicar, y luego tomar medidas prácticas para solucionar el conflicto entre ellos de una vez
por todas. Más tarde explicaré con mayor detalle cómo hacer esto, pero por ahora debes
entender que tu deseo de hacer algo es esencial para establecer tu relación.
A través de los años he visto varias parejas con diversas circunstancias.
Por ejemplo, una pareja que buscó asesoramiento matrimonial tenía problemas pequeños
que fácilmente se podían resolver; sin embargo, el matrimonio terminó en la separación y el
divorcio. En otra ocasión, vino otra pareja con problemas muy serios y pensé: será un
milagro si este matrimonio sobrevive. Noté un cambio drástico en sus corazones, dejaron su
terquedad y estaban dispuestos a efectuar los cambios necesarios para salvar su
matrimonio. La relación pasó por una transformación gloriosa y salvaron su matrimonio.
Siendo aún un pastor joven luché para entender por qué sucedía esto. Luego un día caí en
la cuenta de que había una enorme diferencia; una pareja estaba dispuesta a platicar y
actuar, y la otra no.
Finalmente, llegué a creer que Dios puede estabilizar cualquier matrimonio si los dos
corazones están predispuestos. Esto es lo que Dios busca en un matrimonio y cuando lo
encuentra, Él hace milagros. No es una cuestión de la buena disposición de Dios para hacer
Su obra en tu matrimonio, sino de tu buena disposición para permitírselo. Es muy parecido
al leproso que se acercó a Jesús y le dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús
extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio” (Mt. 8:2-3). Jesús demostró que
estaba más que dispuesto a resolver el problema de este leproso. Él está listo, dispuesto, y
es capaz de hacer Sus poderosas obras hoy en día. ¿Estás dispuesto a llevarle tu
matrimonio y a pedirle ayuda, así como lo hizo el leproso, o esconderás tus problemas y te
negarás a tomar medidas? No hagas como muchos que he visto que esperan hasta que
están por dejar a su pareja para actuar. Si quieres ver Su obra milagrosa en tu relación,
tienes que estar dispuesto, cueste lo que cueste, a hacer todo lo que sea necesario tan
pronto como sea posible. Los conflictos que se interponen entre la intimidad y la amistad de
ustedes no desaparecerán por sí solos; debes tomar medidas para resolverlos.
¿Es ésta la disposición de tu corazón? Debe serlo, si realmente quieres un cambio
verdadero y perdurable en tu relación. Este es el primer paso que debes seguir para edificar
tu vida y lograr el matrimonio que tanto anhelas. La Biblia claramente establece este punto.
Veamos otros ejemplos de la importancia de una buena disposición para efectuar un cambio
verdadero.

1. La buena disposición determina el cambio más grande de todos. Jesús predicó la


verdad de Su Palabra a muchos, pero sin resultado alguno. Ellos no querían cambiar y como

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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

resultado, no alcanzaron la vida abundante que Él deseaba darles. Rechazaron su oferta.


Él les dijo: “no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40). Jesús no hablaba de
asuntos insignificantes que no tuvieran nada que ver con los problemas del hombre. Él iba
directamente al grano del asunto. Cuando los hombres lo rechazaron, abandonaron la vida
y la bendición que Él quería darles. Estaban más dispuestos a desobedecerle y rechazar Su
Palabra, que a caer humildemente a Sus pies. Jesús no pudo hacer nada sobre esto porque
el libre albedrío del hombre iba en contra de Su voluntad. Esto es lo que ocurrió al principio
cuando Adán y Eva intencionalmente se rebelaron en contra de Dios. Él no quiso obligarlos
a obedecerle, les dio la opción de aceptarlo o rechazarlo a Él y a Sus mandamientos. De la
misma manera, en la actualidad, Dios requiere que los seres humanos conscientemente
tomen la decisión de rendirse ante Él. Dios no obligó a Adán y Eva a continuar en comunión
con Él, ni los obligó a regresar. Igualmente, hoy en día, Él no le impone Su voluntad a nadie.
Cada persona debe voluntariamente elegir esa comunión con el Padre. Dios lo dice
claramente en el último llamado que hace a los hombres en la Biblia: “Y el Espíritu y la
Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome
del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17). No te pierdas las bendiciones de Dios por
tener un corazón endurecido y mal dispuesto. ¡El Padre quiere colmarte de bendiciones a ti
y a tu matrimonio! Pídele un corazón dispuesto a tomar las medidas necesarias para
cambiar tu relación matrimonial. Ahí es donde debes comenzar.

2. La buena disposición de los hijos de Israel fue esencial para la provisión de Dios.
El Antiguo Testamento describe los problemas y las pruebas del pueblo judío. Dios habló
mediante Sus profetas para tratar de hacer cambiar a Su pueblo y comunicarle la manera
de lograr ese cambio. El profeta Isaías habló abiertamente del ingrediente esencial para un
cambio verdadero. Él le informó al pueblo qué debía hacer para obtener la bendición de
Dios y Su provisión para la nación: “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si
no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo
ha dicho” (Is. 1:19-20).
Isaías le dio al pueblo judío un método simple y directo para progresar y edificar su
nación. Si ellos tan sólo quisieran y obedecieran, serían divinamente protegidos y
disfrutarían del fruto de la tierra. Dios nos dice, sin lugar a dudas, que lo más importante de
todo es la buena disposición del corazón para tomar medidas y obedecer la Palabra de
Dios. De hecho, esta actitud y la obediencia son los catalizadores perfectos que permiten
que continúen las bendiciones y el crecimiento. Dios también nos da claramente la otra
alternativa: Si se niegan y se rebelan, de seguro caerán en la ruina. Esta es la Palabra de
Dios para todo aquel que desea la bendición y la ayuda de Dios en su vida. ¡Obedece y ten
buena voluntad! Si quieres que Dios bendiga tu matrimonio, debes seguir Su plan y Sus
mandamientos. Las Escrituras hablan claramente sobre esto. Donde sea que le obedezcas
y le honres, habrá paz. Pero donde le desobedezcas y te rebeles, habrá tribulación y
angustia. Dios declara que Él le otorgará: “vida eterna a los que, perseverando en bien
hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y
no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo
ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra
y paz a todo el que hace lo bueno” (Ro. 2:7-10). ¿Recuerdas cuando Jesús se detuvo y lloró
por la ciudad de Jerusalén? Él anhelaba bendecir a Su pueblo, aun cuando sabía que
estaban a punto de rechazarlo. ¿Recuerdas lo que dijo? “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas
a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus
hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mt. 23:37).

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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

Él estaba dispuesto a proveerle a Su pueblo lo necesario, pero ellos no estaban dispuestos


a recibirlo. El corazón de Dios se quebrantó al ver la actitud rebelde y sus corazones de
piedra. Su renuencia les hizo perder todo lo que Él les quería dar. ¿Ves la importancia de la
buena disposición, para una persona, para una nación, y hasta para un matrimonio?
Tu actitud abrirá de par en par las puertas del depósito de bendiciones de Dios, o las
cerrará de un portazo.

3. La buena disposición es esencial para mantener tu matrimonio. Cuando el apóstol


Pablo le contestó a los Corintios la pregunta sobre el matrimonio y el divorcio, observa lo
que dijo ser clave para permanecer juntos, incluso con un cónyuge que no sea cristiano:
“Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la
abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella,
no lo abandone” (1 Co. 7:12-13).
Una vez más vemos que la buena disposición es la clave, y en este caso, dentro del
ámbito del matrimonio. El apóstol sabía que esta actitud es esencial para resolver cualquier
problema, por difícil que sea, aun cuando uno de los cónyuges no sea cristiano (porque un
impío probablemente tendrá más desacuerdos que un cónyuge creyente). Mas, si el
cónyuge incrédulo está dispuesto a continuar con el matrimonio, la pareja puede convivir
apaciblemente.
Si tienes un cónyuge cristiano, mi pregunta es la misma: ¿Estás dispuesto a vivir con
tu pareja y estás procurando hacer las paces con ella? ¿Estás dispuesto a resolver los
conflictos con tu pareja y a fomentar una relación nueva y más firme? ¿O quieres
simplemente hablar? Tu cónyuge anhela ver esta actitud en tu vida; ver y escuchar que
estás dispuesto a vivir en paz.
Tú también querrás ver esta actitud en tu pareja, lo cual es muy natural.
Sin embargo, no esperes hasta que tu ser querido demuestre esta disposición. ¿Por qué no
tomas el primer paso para empezar el proceso? ¿CUÁL ES TU PRIMER PASO?
El primer paso siempre implica acción. Es importante tener una buena disposición,
pero no es suficiente para lograr un cambio. Si realmente quieres ver un cambio en tu
relación, debes hacer algo para comprobarlo. Esto será diferente para cada pareja.
Permíteme explicar.
Era necesario que Gary y Susan hicieran algo más que sacar a relucir los problemas
una y otra vez. Necesitaban tomar medidas prácticas y específicas para resolver sus
conflictos. En esa primera consulta, Susan no se habría conformado con algo menos. No
obstante, para alguna otra pareja que no habla de sus conflictos, el primer paso podría ser
que ambos admitan que existe un problema. Para la pareja que está separada, el primer
paso podría ser que uno de ellos escriba una carta o haga una llamada telefónica para
comunicarle al otro que desea reconciliarse.
Tu primer paso siempre será tomar alguna medida. La acción es la segunda parte
del mandato de Isaías: “Si quisiereis y obedeciereis”. ¡Debes hacer algo! No esperes hasta
que la otra persona lo haga; tú toma la iniciativa. Humíllate y pídele perdón. Toma ese paso
difícil y admite tus faltas. Llámale por teléfono o escríbele una carta.
Las Escrituras constantemente nos instan a hacer esto. Sin importar cuál sea la
situación, cada uno de nosotros debe, en cierto momento, tomar alguna medida y hacer lo
que es justo. Santiago dice: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos” (Stg. 1:22). Si te engañas a ti mismo, platicarás con tu
pareja y la escucharás, pero no harás nada. No seas el tipo de persona que no toma
medidas y, por lo tanto, impide que su matrimonio cambie.

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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

Recuerda, Jesús contó la parábola de los dos hombres que construyeron su casa.
Un hombre edificó su casa sobre la arena, y el otro edificó su casa sobre la roca,
y “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon” contra ambas casas,
una casa permaneció y la otra cayó (Mt. 7:24-27). Jesús explicó que era una ilustración de
las diferentes maneras en que la gente responde a Sus enseñanzas. Él dijo: “Cualquiera,
pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca” (Mt. 7:24). Uno actuó y obedeció Sus enseñanzas, y el otro
hombre no lo hizo. ¿Cuál de esos dos ejemplos seguirás tú? ¿Oirás sin actuar, o actuarás
con sensatez y harás lo debido? Esto indicará si tu matrimonio está edificado sobre cimiento
firme, o si prevalecerán los elementos que intentan destruirlo.
Si quieres edificar un matrimonio duradero, tienes que dar el primer paso.
Hoy mismo dile a tu pareja que estás dispuesto a fortalecer tu matrimonio, y comienza a
hacer lo que Dios requiere para resolver tus diferencias. Dile a tu pareja que quieres
empezar de nuevo. Muchas veces, al dar el primer paso y verbalizar tu intención de
cambiar, se suaviza el corazón de tu cónyuge y responde de la misma manera.
Luego, pon manos a la obra y corrige tus propias faltas. Esto le demostrará a tu
pareja que sí hablas en serio. Tu cónyuge necesita ver que corriges tus faltas en lugar de
señalar con el dedo. ¿A qué faltas me refiero? En cada capítulo trataré asuntos especiales
que fortalecen o destruyen un matrimonio. Toma estas verdades y aplícalas en tu vida.
¿Qué sucede cuando decides obedecer a Dios? Notarás un cambio drástico en tu
vida personal y en tu relación con Dios. Mientras más te acerques a Él, tendrás más de Su
vida abundante; y Su amor te motivará para el siguiente paso. Esta es una bendición que el
Señor te concederá sin importar lo que haga tu cónyuge. Usa esta oportunidad para
avanzar y crecer en tu relación con Cristo. Si lo haces, Él te dará la fortaleza y la
tranquilidad para lidiar con todo lo que tienes por delante. Tu crecimiento personal influirá
tremendamente a tu cónyuge.
Debo agregar, sin embargo, que tu buena voluntad a tomar medidas no será
suficiente para resolver todos los problemas de tu relación. Realmente se necesitan dos
personas con buena voluntad para cambiar el matrimonio por completo. La buena
disposición de tu corazón y tus acciones tienen un límite. No puedes hacer cambiar a
alguien que se niega a poner algo de su parte. Lograrán cambios sólo si los dos tratan
sinceramente de resolver los conflictos. Esta es la clave que determina el éxito o el fracaso
de cualquier matrimonio. Incluso en un matrimonio estable, la buena voluntad para tomar
medidas determinará si tu relación matrimonial quedará estancada o progresará. Por lo
tanto, permíteme hacerte algunas preguntas:
1. ¿Estás dispuesto a rendirte por completo ante Él, y a recibir Su vida abundante?
2. ¿Estás dispuesto a permitir que la Palabra de Dios te enseñe la manera apropiada
de responderle a tu cónyuge?
3. ¿Estás dispuesto a hacer más y hablar menos?
4. ¿Estás dispuesto a hacer lo que Dios requiere de ti?
5. ¿Estás dispuesto a tratar tus propias faltas primero?

Si contestaste que “no” a alguna de estas preguntas, eso impedirá el progreso hacia
cualquier cambio en tu relación. La renuencia en cualquiera de estas áreas es un obstáculo
adicional para el cambio. ¿Estás dispuesto a pedirle a Dios que suavice y cambie tu
corazón con respecto a estas preguntas? Puede que estés muy molesto y endurecido, y tal
vez no estés seguro de querer hacer un esfuerzo por fortalecer tu matrimonio.
Consideremos por un momento cómo adquirir un corazón bien dispuesto, si no lo tienes.

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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

¿CÓMO ADQUIRIR UN CORAZÓN BIEN DISPUESTO?


Puede que sea necesario pedirle a Dios que te dé el deseo de tener buena voluntad.
Él es capaz de darte esa buena voluntad. Pídele que te persuada y te convenza por medio
del Espíritu Santo de que sí es posible reconciliarse y fortalecer tu matrimonio. Recuerda,
¡Él es capaz de lograr cualquier cosa si estás dispuesto a permitirle que obre en tu corazón!
Pablo dijo: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”
(Ef. 3:20). Ruégale a Él que comience a obrar en ti, que suavice tu corazón y que te dé
buena voluntad para actuar.
Esta oración es un acto de sumisión al Señor; te rindes para que Él haga Su obra
dentro de ti. Cuando te sometas, Él soplará dentro de ti el deseo de querer hacer todo lo
que Él requiere. En la iglesia primitiva cuando los creyentes de Jerusalén necesitaban
asistencia económica, el apóstol Pablo les pidió ayuda a todas las otras iglesias. Muchas de
las iglesias que contribuyeron tenían sus propios problemas económicos y pasaron grandes
necesidades. ¿Qué las motivó a contribuir con tanto sacrificio? Pablo atribuyó el origen de
su disposición al favor inmerecido de Dios. “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la
gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de
tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su
generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y
aún más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el
privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino
que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de
Dios” (2 Cor. 8:1-5).
Su generosidad, hasta el punto del sacrificio, comenzó cuando la gracia de Dios
empezó a obrar en sus corazones después de que ellos mismos se entregaron al Señor.
Cuando te rindes y te entregas a Él, Dios hace una obra que “es agradable delante de él”
(He. 13:21). “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su
buena voluntad” (Fil. 2:13). Literalmente, todo es posible para un Dios grande. Si te rindes
ante Él, te dará el deseo de hacer lo que debes hacer, y te concederá la facultad necesaria
para hacerlo. ¿Qué más puedes pedir?

¿EN REALIDAD ES POSIBLE EL CAMBIO?


Dios es capaz de cumplir todo lo que promete. Dios se especializa en
restauraciones. A Él le encanta enmendar personas quebrantadas, naciones y matrimonios.
Mira el ejemplo de la nación de Israel. Cuando la nación rechazó la promesa y la
advertencia de Isaías, esta se alejó de Dios. El resultado fue tal como lo predijo Isaías:
acaeció un gran desastre sobre el territorio; el pueblo fue invadido por sus enemigos,
y finalmente fueron llevados cautivos. Sus cosechas fueron devoradas por las langostas y
las orugas, y sus ciudades fueron reducidas a cenizas. Todo parecía ir mal para ellos.
Aun así, los profetas de Dios les dijeron que si regresaban al Señor, Él restauraría los años
que la langosta y la oruga habían devorado. Él prometió darles gloria en lugar de cenizas
(Jl. 2:25; Is. 61:3). El pueblo regresó a su Dios, y tal como lo había prometido, Él cumplió
con Su Palabra. Los regresó a su tierra fértil y los reincorporó a sus lugares legítimos.
Puede que al examinar tu matrimonio veas una relación en ruinas cubierta en
cenizas. O quizás no esté tan mal y tan sólo necesites afinar tu matrimonio un poco para
avivar la chispa del entusiasmo. Dios puede restaurar tu matrimonio y restaurarte a ti
conforme a Sus promesas. Si lo hizo por una nación de miles de personas, ¿no es capaz de

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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

hacerlo con sólo dos? Isaías declara: “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová
para salvar” (Is. 59:1). ¡Seguro que es capaz!
Las Escrituras nos dicen que Dios es el “que hizo todas las cosas” (He. 3:4), que la
iglesia se considera Su edificio o templo (Mt. 16:18; IP. 2:5). Tu propia vida también se
considera Su edificio o templo (1 Co. 6:19). Tu hogar y tu familia se consideran una
estructura que se puede edificar o derribar (Pr. 14:1). Dios es el Arquitecto Maestro y quiere
forjar un matrimonio feliz para ustedes dos. Él desea erigir ricamente tu vida, tu hogar, y tu
matrimonio para que sean un glorioso testimonio de Su gracia y Su poder. Por lo tanto, al
usar esta analogía de la edificación recuerda que “Si Jehová no edificare la casa, En vano
trabajan los que la edifican” (Sal. 127:1). ¡Continuemos fijando los cimientos para poder
edificar!

BUENA VOLUNTAD PARA ACTUAR.


Como mencioné anteriormente, no esperes hasta que tu cónyuge actúe. Tú debes
dar el primer paso y enderezar tu propia vida. Eso es lo único que te dará la felicidad que
anhelas. Jesús explicó que la obediencia a la verdad que ya conoces siempre te traerá
felicidad. Él lo dijo claramente cuando se dirigió a Sus discípulos esa última noche antes de
Su crucifixión. “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Jn. 13:17).
Si anhelas una relación verdaderamente feliz, toma las medidas que sabes que debes
tomar. Comienza con estas:

Medidas que debes tomar:


1. Pídele a Dios que te ayude a tener una relación más íntima con Él.
2. Pídele a Dios un corazón dispuesto a recibir Sus consejos y mandatos.
3. Pídele a Dios la buena voluntad para escuchar lo que tu cónyuge te dice.
4. Pídele a Dios que te ayude a corregir tus propias faltas.
5. Pídele a Dios que comience Su obra en tu cónyuge para darle la misma voluntad.
6. Toma la medida apropiada para tu relación en particular.

Ahora pasemos a la siguiente parte de los cimientos de tu relación. Te dará una


amplia perspectiva de tu matrimonio y te habilitará para ver el objetivo total de tu relación.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 1


Al comenzar a leer CASADOS Y CÓMO CONTINUAR ASÍ ¿cuál será tu primer paso
para resolver los problemas que aquejan tu matrimonio? La respuesta es muy simple.
La clave para efectuar los cambios que quieres ver en tu matrimonio se encuentra en un
corazón con buena disposición para llevarlos a cabo. Por consiguiente, ¿estás dispuesto a
hacer los cambios necesarios para transformar y mejorar tu matrimonio?
Por más de treinta y cinco años he asesorado a muchas parejas con problemas
matrimoniales y he concluido que un corazón bien dispuesto es esencial para efectuar un
cambio verdadero. Pero puede que te preguntes, ¿dispuesto a hacer qué? Ambos,
el esposo y la esposa tienen que primero estar dispuestos a sentarse a platicar, y luego a
tomar medidas prácticas para resolver los conflictos entre ellos. También tienen que estar
dispuestos a comenzar a establecer la relación de nuevo. Si tienen un matrimonio sólido,
tienen que estar dispuestos a esforzarse por mantener la relación y fortalecer las áreas
endebles de su relación.

10
¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

¿Estás listo para poner manos a la obra? Si es así, este manual de estudio te será
muy útil para ayudarte a crecer en tu matrimonio.

A. ¿Cuál es la clave para cualquier cambio y crecimiento personal que se encuentra en la


página 5? _______________________________________________________

B. Considera cómo la buena disposición de tu corazón afecta otros aspectos de tu vida y


tu relación con Dios. Lee los siguientes versículos y escribe lo que aprendes acerca de
la buena disposición.
Ex. 25:2 _________________________________________________
Lv. 26:21 ________________________________________________
Dt. 15:8 _________________________________________________
1Cr. 28:9 ________________________________________________
Pr. 31:13 ________________________________________________
Mt. 8:2-3 ________________________________________________
Mt. 11:14 ________________________________________________
Mt. 23:37 ________________________________________________
Mt. 26:41 ________________________________________________
1Co. 7:12-13 _____________________________________________
Stg. 3:17 ________________________________________________

C. Haz una lista, en orden de importancia, de las cosas que quieres cambiar en tu
matrimonio.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
5. ______________________________________________________

D. Después de cada una de estas, califica del 1 al 10 tu buena disposición para hacer ese
cambio (10 significa que estás totalmente dispuesto a hacer lo que Dios quiera para
lograr ese cambio).

E. Haz una lista de lo que Dios quiere que hagas para cambiar estas áreas de tu
matrimonio.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
5. ______________________________________________________

F. Haz una lista de las razones por las que no has tomado las medidas necesarias para
hacer estos cambios.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
5. ______________________________________________________

11
¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?

G. ¿Cuáles son los primeros pasos que debes tomar para restaurar la relación con tu
cónyuge?
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
5. ______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. ¿Por qué te impidió llegar a Cristo la mala disposición de tu corazón?
2. ¿Sin mencionar nombre alguno o información que pudiera identificar a la pareja, cita un
ejemplo de un matrimonio que fracasó debido a que uno de los cónyuges, o ambos, se
negaron a cambiar?
3. Describe las áreas en tu matrimonio en las que has actuado con renuencia y
obstinación, y cómo esa actitud ha perjudicado tu relación.

12
2
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
“Ella es tu compañera…” Mal. 2:14 (LBLA)

L
isa era una mujer muy inteligente, trabajaba en una empresa grande como jefe de
capacitación de todos los empleados. Una mujer muy capaz con una excelente fluidez
verbal y una personalidad encantadora, llena de energía y motivación. Su esposo,
Mike, también estaba en el apogeo de su carrera; mas era un hombre bastante callado y
reservado y le era difícil expresarle su amor a su esposa. Llevaban apenas un par de meses
de casados cuando empecé a ayudarlos. Tan pronto como los saludé, les pregunté por qué
habían buscado un consejero matrimonial.
Lisa respondió apresuradamente diciendo: —Steve, yo soy el tipo de persona que va
directamente al grano. El problema es que Mike quiere una ama de llaves, una niñera,
un segundo sueldo y una amante; pero no quiere una esposa o una compañera.
Y en particular, no quiere que yo tenga mis propias opiniones. De hecho, creo que a Mike le
gustaría que esté a su lado cuando quiere que haga algo por él, y que desaparezca el resto
del tiempo.
Volteé la vista hacia Mike, y observé la mirada llena de odio y disgusto que le dirigió
a Lisa. Él respondió rápidamente diciendo: —Bueno, ¿no es eso lo que debe hacer una
esposa? ¿No es ese tu deber, encargarte de todas las cosas de la casa? ¿No se supone
que eres mi ayuda idónea? Steve, eso es lo que dice la Biblia.
Lisa interrumpió para decir: —Sí, pero no soy tu sirvientita para saltar cuando digas
salta; se supone que soy tu amiga y amante, mas no soy ninguna de las dos. Mike, ¿te das
cuenta de que casi no nos comunicamos, ni hacemos las cosas que hacíamos cuando nos
conocimos? Por eso te digo repetidamente que me siento muy sola en este matrimonio.
Era evidente que tenían ideas muy desacertadas. Por consiguiente, procedí a
preguntarles a Mike y a Lisa si estaban dispuestos a hacer lo que Dios dictara, para poder
cambiar su relación. Ambos dieron una respuesta afirmativa, y entonces comencé con
algunas preguntas adicionales: —¿Saben ustedes cuál es el propósito del matrimonio?
En primer lugar, ¿saben por qué Dios instituyó el matrimonio y cuál es Su objetivo final para
la relación de ustedes? Ambos me miraron y moviendo la cabeza negaron saberlo.
Les dije que comenzaríamos con ese punto porque era el desacierto más sobresaliente que
detecté en nuestra conversación.
¿Te has preguntado alguna vez por qué estarás casado con tu cónyuge o cuál es el
propósito y diseño fundamental por el que Dios los unió? ¿Por qué te casaste con la
persona con quien vives, y cuál era la meta que tenías en mente en aquel entonces? Estas
son preguntas importantes que debes contestar si deseas forjar un matrimonio duradero.
Si no entiendes el propósito por el cual fue creado el matrimonio, le apuntarás al blanco
equivocado y con seguridad no acertarás el tiro. Estaba claro que Mike y Lisa no sabían
cuál era ese objetivo, ni cómo acertarlo. Mike en particular, no entendía por qué estaba
casado. Él consideraba el matrimonio como un contrato entre ellos en el que podía darle
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

órdenes a su esposa en lugar de tener una relación verdadera, llena de amor y


compañerismo.
En mi opinión, la insatisfacción de las parejas radica fundamentalmente en no poder
entender el propósito del matrimonio. Muchas parejas no fijan un blanco sobre el cual poner
su mira, y por lo tanto no distinguen las prioridades esenciales que deben tener en los
momentos que comparten juntos. No pueden ver la totalidad del objetivo de su matrimonio.
Sin tener este objetivo claramente establecido, la pareja no detectará las acciones que
lentamente destruirán su relación.
He descubierto que las personas se casan por diferentes razones, unas buenas y
otras malas. Algunas personas me han dicho que se sentían tan ansiosas por escapar del
control de sus padres que se casaron con la primera persona que les mostró interés y amor.
Una mujer me dijo que simplemente no quería trabajar más; que estaba cansada de luchar
como madre soltera manteniendo a sus hijos. Un hombre confesó algo similar al decirme
que se casó porque simplemente quería que alguien cuidara a sus hijos. Sí, estas personas
sentían amor y cariño por la pareja con quien se casaron, pero en ocasiones, estas otras
razones tomaban prioridad. Otros me han dicho que se casaron porque realmente amaban
a la persona. Aunque el amor es un buen motivo para casarse, éste no es el propósito del
matrimonio. Es simplemente el medio que le permite a la pareja lograr el propósito de Dios.
Veamos el propósito y el objetivo de Dios para tu relación. Esta es la segunda piedra del
cimiento sobre el cual estriba un matrimonio duradero.

¿CUÁLES EL PROPÓSITO DE TU MATRIMONIO?


Lo que explicaré a continuación no es el único propósito del matrimonio, pero sí el
más fundamental. Si no estableces este propósito, no lograrás alcanzar los otros objetivos.
Por lo tanto, consideremos el propósito que Dios tenía en mente cuando creó a Adán y Eva.
En el principio cuando Dios creó a Adán, dijo: “No es bueno que el hombre esté solo;
le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18). Así que creó una compañera idónea para
ayudarle. La palabra “idónea” significa que es la compañera o la otra mitad de una pareja.
La mujer fue creada para ser el complemento perfecto del esposo, al igual que un par de
guantes tiene dos parejas.
También es importante observar que si Dios creó una ayudante es porque Adán
necesitaba ayuda; más esto también es cierto para la mujer. Tampoco es bueno que ella
esté sola. Cada uno de nosotros puede afirmar que no es bueno vivir solo y que necesita
ayuda en diferentes áreas de su vida. Tu cónyuge es tu compañero que ha de ayudarte en
las áreas endebles de tu vida; te conoce mejor que nadie y se ajusta a tus carencias de una
manera muy especial. Tu cónyuge debe ser la persona que te ayude y motive mejor que
nadie porque te conoce perfectamente y se ha entregado a ti por amor.
Dios manifestó el propósito de esta unión matrimonial entre Adán y Eva cuando dijo:
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola
carne” (Gn. 2:24). El propósito y diseño de Dios para ellos era la unificación; y Él quería
hacerla una realidad en sus vidas. Su deseo era que alcanzaran una unión especial y única
entre sí, a nivel espiritual, emocional, intelectual y físico. Esta unión sería exclusiva y
satisfaría el plan que Dios tenía para ellos. La relación de “una sola carne” también era el
resultado de un proceso; ellos llegarían a ser una carne.
De igual manera, cuando los fariseos le preguntaron a Jesús si era lícito divorciarse,
Él les contestó con esta misma verdad fundamental acerca del matrimonio. “¿No habéis
leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre
dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son

14
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”
(Mt. 19:4-6). Los reprochó por no leer las Escrituras y por no basar sus acciones en estas
enseñanzas. Jesús les recordó el designio original de Dios para el matrimonio basado en el
propósito que Él claramente estableció. Él instituyó el matrimonio para crear una unión entre
dos personas sin la separación o el divorcio.
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo también citó este pasaje en su magnífica
instrucción sobre el matrimonio. Después de explicar las responsabilidades del esposo y la
esposa, él les recordó a ambos el propósito fundamental... ellos deben estar unidos “…y los
dos serán una sola carne” (Ef. 5:31).
Este pasaje se repite muchas veces en la Biblia y es lógico que éste sea el propósito
fundamental de Dios para el matrimonio. Es evidente que Él quiere tomar a dos personas
que se han entregado mutuamente, unirlas y hacerlas una sola. Por lo tanto, la unificación
es Su propósito principal para el matrimonio.
Dios amplía Su definición de la unificación usando una palabra mediante la cual se
obtiene esa unión: el compañerismo. Observa como Dios usa esta palabra cuando habla del
matrimonio y de Su abominación del divorcio, el cual destruye el propósito principal del
matrimonio. Él dijo por medio del profeta Malaquías: “Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová
ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella
tu compañera, y la mujer de tu pacto” (Mal. 2:14). Dios declara que la esposa debe ser una
compañera cariñosa, y debe tratársele con respeto. Igualmente, Salomón se refiere al
cónyuge como compañero cuando alerta a su hijo sobre el peligro de la mujer adúltera.
Él le informó a su hijo que la sabiduría lo protegería de la mujer inmoral, “De la ajena que
halaga con sus palabras, La cual abandona al compañero de su juventud, Y se olvida del
pacto de su Dios” (Pr. 2:16,17). La palabra compañero significa alguien con quien estás
enlazado o ligado, esto describe una unión. La Biblia explica que cuando dos creyentes se
aman se deben entrelazar de esta manera. Pablo oró por la iglesia Colosense: “que sean
consolados sus corazones, unidos en amor” (Col. 2:2). Si esto puede suceder entre
creyentes, cuánto más debería ocurrir entre un marido y su mujer quienes se entregaron
mutuamente y se prometieron compañerismo. De esto se trata el matrimonio. Dios toma a
un hombre y a una mujer y entrelaza sus corazones de tal manera que forma el
compañerismo más íntimo que jamás pudiera existir entre dos seres humanos.
Dios te ha llamado a vivir en comunión y compañerismo con Él, y desea que también
tengas esta misma comunión con tu cónyuge. Este es el gran misterio al que Pablo aludió
cuando comparó el matrimonio con la relación entre Cristo y la iglesia (Ef. 5:32). ¡No te
pierdas la obra de este misterio en tu matrimonio!
Si éste es el verdadero propósito de Dios para tu matrimonio, necesitas analizar
abiertamente todo aspecto de tu relación para identificar en qué áreas te estás uniendo y en
cuales te estás distanciando. Determina lo que haces para promover el objetivo que Dios
tiene para ustedes, y lo que haces para destruirlo. Lo peor que le puede suceder a una
pareja es que después de muchos años de matrimonio no hayan logrado la unidad,
el compañerismo y la intimidad que Dios tenía planeado. Sin embargo, hoy en día muchos
matrimonios se encuentran en ésta situación. Después de llevar muchos años juntos están
unidos en un solo cuerpo, pero se sienten aislados, distanciados y solos. ¡Esto no debe ser
así! Si este es el estado de tu matrimonio, aquí es donde debes empezar.
Comienza por hacer un inventario de tu relación y de tu comportamiento con tu
pareja. Estas acciones exponen tus verdaderas prioridades y revelan si realmente deseas
ese compañerismo. Este inventario te ayudará a determinar en qué áreas necesitas
cambiar. Debes considerar todo aspecto de tu relación, desde tu relación espiritual hasta tu

15
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

relación sexual, y discernir de qué manera afectan la unidad y el compañerismo. Ahora,


hagamos un inventario. Después de cada actividad califícate del 1 al 10 (10 representa muy
satisfecho):
1. Aspectos espirituales:
● ¿Oran juntos por asuntos personales?
● ¿Oran frecuentemente por su matrimonio?
● ¿Asisten a la iglesia semanalmente y se sientan juntos?
● ¿Conversan sobre lo que aprendieron del sermón durante el transcurso del día?
● ¿Conversan sobre lo que individualmente están aprendiendo de la lectura de las
Sagradas Escrituras o sobre algún otro libro referente a la Biblia?
● ¿Ministran juntos a su prójimo? ¿Son maestros de la escuela dominical? ¿Edifican a
otros hermanos? ¿Dan de su tiempo para ayudar a otras personas de una manera
práctica?

2. Aspectos de la comunicación:
● Cuando están juntos por la noche, ¿conversan sobre lo ocurrido durante el día?
● ¿Expresan libremente sus ideas y opiniones?
● ¿Se animan mutuamente?
● ¿Planean juntos su futuro y toman decisiones conjuntamente?
● ¿Expresan mutuamente sus deseos, temores, sufrimientos y metas?
● ¿Comparten algún tipo de recreo que facilite la comunicación, tal como caminar
juntos, andar en bicicleta, ir al gimnasio, etc.?
● ¿Salen de compras juntos y disfrutan la compañía del otro?
● ¿Fijan una noche a la semana para salir juntos?
● ¿Se comunican su amor verbalmente?
● ¿Hacen los quehaceres domésticos juntos?
● ¿Se escriben cartas o notas de amor?

3. Aspectos emocionales:
● ¿Se expresan sus sentimientos más profundos?
● ¿Se brindan mutuamente apoyo emocional?
● ¿Se ríen y lloran juntos libremente?
● ¿Aceptan sus diferencias emocionales?

4. Aspectos físicos y sexuales:


● ¿Le das regalitos a tu pareja simplemente para demostrarle tu amor?
● ¿Le demuestras gentileza en tus acciones para dejarle saber que lo amas?
● ¿Atiendes a tu pareja cuando te pide ayuda?
● ¿Se acarician a diario y se abrazan con un amor platónico?
● ¿Se allegan con regularidad para tener relaciones sexuales y le agradan tus
insinuaciones a tu pareja?
● ¿Se expresan un cariño sincero durante sus relaciones sexuales o es simplemente
un acto físico con poca emoción?

Cada uno de estos gestos es una manera de fomentar la unidad y el compañerismo.


Si tienes mala voluntad o no te interesan, te pierdes una faceta muy importante del
compañerismo con tu pareja. El propósito de este inventario no es desanimarte, sino
ayudarte a determinar en qué áreas te debes concentrar. A medida que haces eso,

16
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

comenzarás naturalmente a fomentar el compañerismo, la amistad y la relación que tanto


anhelas.

¿CÓMO SE LOGRA EL COMPAÑERISMO?


Utilizaré una analogía para explicar cómo lograr el compañerismo en la relación
matrimonial. Anteriormente expliqué la definición de la palabra compañerismo en hebreo,
que literalmente significa estar entrelazado con otra persona. En un matrimonio, el
compañerismo es algo así como tejer un hermoso suéter; la pareja debe entrelazar los hilos
de sus vidas cotidianas. Cada vez que eliges poner en práctica una de las actividades antes
mencionadas, tejes una hilera más del suéter. Cuando escoges diariamente el
compañerismo por encima del egoísmo y la independencia, emerge un diseño hermoso en
tu relación; pero este tejido requiere tiempo, cuidado, trabajo y mucha dedicación para
completar la tarea emprendida. El compañerismo debe tener prioridad en tu relación para
llevar a cabo el designio de Dios en tu matrimonio.
De igual forma, cada vez que eliges la independencia y el egoísmo, deshaces una
hilera del suéter que estás tejiendo. Esto explica cómo un matrimonio puede pasar muchos
años viviendo juntos y confesar en una sesión de asesoramiento que su relación no es lo
que antes fue; que son dos extraños viviendo juntos bajo el mismo techo. La causa de esta
infinita soledad es que no eligieron entrelazar sus vidas y han perdido completamente el
propósito de su matrimonio. ¡No cometan ese error!
¿Cuál de estas dos situaciones tienes en tu matrimonio? ¿Han establecido
prioridades que promueven la unidad y el compañerismo como objetivo final? ¿Buscan
tiempo diariamente para estar juntos y entrelazar sus vidas, o destruyen cualquier adelanto
al tener vidas separadas? Sólo ustedes lo saben y sólo ustedes pueden cambiarlo. Opten
por el compañerismo hoy mismo.

¿QUÉ REPRIME EL COMPAÑERISMO?


Esta pregunta es muy importante porque es esencial identificar qué reprime ese
compañerismo. Las parejas no establecen esta comunión entre sí por las mismas razones
que nosotros rechazamos la comunión con Dios. Recuerda cómo Pablo comparó la relación
matrimonial con nuestra unión con Cristo (Ef. 5:32). No necesitas indagar a fondo para
entender por qué las parejas no logran alcanzar esta comunión. Permíteme presentar tres
de las razones más sobresalientes:
1. Algunas personas eligen ser independientes o distantes. Jesús dijo que esa fue la
razón por la que los Fariseos rechazaron Su compañerismo: “y no queréis venir a mí para
que tengáis vida” (Jn. 5:40). De igual manera, me he dado cuenta de que a algunas
personas simplemente no les interesa la amistad o el compañerismo de su pareja. Quieren
que la pareja esté presente sólo cuando les conviene, o cuando egoístamente necesitan
algo de ella. Esta es una situación muy lamentable que solamente el compañero
independiente puede cambiar.
2. Algunas personas eligen criticar y contradecir. Al leer los Evangelios es evidente
que los fariseos siempre provocaban a Jesús. Constantemente criticaban lo que Él hacía o
decía. Sus actitudes y acciones claramente destruían cualquier posibilidad de amistad y
compañerismo con Jesús. Sin embargo, Jesús los buscaba. Lo invitaban a sus casas a
comer, pero en sus corazones lo despreciaban. En mi experiencia como consejero, he visto
a muchas personas que tienen esta actitud hacia su cónyuge. El constante ajetreo verbal y
las críticas que mutuamente se disparan a diario le impiden a la pareja establecer el
compañerismo y la intimidad en el matrimonio.

17
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

3. Algunas personas simplemente eligen otras prioridades. La Biblia nos enseña


que, si no apuntamos claramente hacia las prioridades correctas, no acertaremos al blanco.
Pablo expuso este principio mediante la carta que le escribió a Timoteo en la que revela el
propósito más importante de la vida cristiana: “Pues el propósito de este mandamiento es el
amor nacido de corazón limpio…de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a
vana palabrería” (1Ti. 1:5,6). La palabra “desviándose” en este versículo significa no apuntar
al blanco o no acertarlo. Pablo declaró que, si uno no pone la mirada sobre el mandato de
Dios, el amor, no acertará al blanco ni al diseño principal que Dios ha establecido para la
vida cristiana. En otras palabras, el amor debe ser la prioridad prominente de tu corazón; te
debe motivar para obedecer los mandamientos de Dios. Si no es así, no has puesto la
mirada sobre lo que realmente importa, y al final tu vida cristiana será vana palabrería de
dientes para afuera y nada más.
Este mismo concepto se aplica en el matrimonio. La prioridad en tu matrimonio debe
ser el compañerismo con tu pareja, de otra manera tus palabras de amor no tienen valor.
Si no fijas el compañerismo como tu meta y el propósito principal de tu matrimonio, no
acertarás al blanco que Dios ha planeado para tu matrimonio. Permíteme ilustrar este punto
con un ejemplo.
Supongamos por un momento que tu matrimonio es un enorme blanco. El propósito
del blanco es precisamente para saber dónde poner la mira. El compañerismo, que culmina
en la unidad, está en el punto central del blanco. Tu puntería se afina con las prioridades
que fijas y con las medidas que tomas para mantenerlas. Si te desvías y permites que otras
prioridades tomen el primer lugar, no alcanzarás esa unidad y tu matrimonio sufrirá las
consecuencias.
¿A qué otras prioridades me refiero? A tu trabajo, tus hijos, tus bienes o tus
aspiraciones, por nombrar algunas. Estas prioridades también son importantes, pero no
pueden preceder al objetivo de Dios, que es el compañerismo con tu cónyuge. Si te
preguntas, ¿qué le falta a tu matrimonio? No busques más; la principal carencia es el
compañerismo. Otras áreas han tomado mayor prioridad y estás
sacrificando tu relación sentimental. Identifica las otras prioridades y
regresa junto con tu cónyuge al punto central del blanco. No falles el
tiro; rectifica tu puntería hacia el propósito principal que Dios diseñó
para tu matrimonio.
Para acertar al blanco debes fijar tus ojos en él. Debes
centrar tu atención en el compañerismo y debes verificar con
regularidad que estés dando en el blanco. Los aspectos del
compañerismo que mencioné anteriormente sirven para determinar
con qué frecuencia aciertas al blanco.
Recuerdo a una pareja que recibió esta lista modelo y después de examinarla por un
momento dijeron: “De esta lista practicamos solamente una de las actividades. ¿Habrá
alguna esperanza para nuestro matrimonio?” En ese momento el temor se apoderó de ellos
e inmediatamente se preguntaron ¿qué los podría mantener juntos mientras lograban forjar
ese compañerismo y esa unión en su matrimonio? Esa es una buena pregunta, ¿qué
mantiene a una pareja juntos mientras intentan forjar la unión y el compañerismo que su
matrimonio necesita? Muchas veces la transición hacia el compañerismo ocurre lentamente
porque los cónyuges no están listos para hacer un cambio drástico. ¿Qué los mantiene
juntos durante ese período de transición?

18
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

EL PACTO
En los dos pasajes bíblicos que he mencionado, Dios relaciona la palabra “pacto”
con el compañerismo. “Ella [es] tu compañera, y la mujer de tu pacto” (Mal. 2:14).
En Proverbios 2:17 se hace referencia a la mujer inmoral “La cual abandona al compañero
de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios”.
El pacto que hicieron ante Dios los mantiene juntos y les da el tiempo necesario para
resolver sus diferencias y forjar el compañerismo. Sin este compromiso muchas parejas se
rendirían o abandonarían sus matrimonios sin permitir que se lleven a cabo esos cambios.
Como mencioné anteriormente, en algunos casos ninguno de los cónyuges está dispuesto a
cambiar o uno de ellos es más tardo en el proceso. El compromiso del pacto es el factor
aglutinante que mantiene a la pareja viviendo juntos hasta que se establezca otro vínculo
emocional, espiritual y físico en el matrimonio.
¿Recuerdas los votos que hiciste el día de tu boda? Tú hiciste una promesa,
un pacto ante Dios de que serías el compañero de tu pareja hasta que la muerte los separe;
Dios espera que cumplas esa promesa porque la hiciste delante de Él; y espera que
reconozcas el compromiso del pacto y que te esfuerces por cumplirlo.
¿Por qué? Porque a Él le agrada que te propongas, de corazón, cumplir con el
compromiso que tienes con tu pareja. El empeño por cumplir con tus votos matrimoniales es
precisamente lo que te ayudará a hacer lo necesario para forjar el compañerismo y
establecer una relación que enriquecerá tu matrimonio.
El deseo de agradar a Dios es mucho mayor que el de simplemente agradar a tu
pareja. Necesitas esta mayor motivación porque cuando las cosas no marchan bien en el
matrimonio, generalmente no hay motivación para agradar o para concederle algo a tu
cónyuge. En estas situaciones, la persona se deja dominar por sus sentimientos,
se distancia y busca su propia satisfacción; se aferra tanto a su propia satisfacción que elige
dejar el matrimonio. Mas cuando te entregas a Cristo y quieres agradarle, Él mismo te
ayuda a fomentar tu matrimonio con perseverancia y entusiasmo. El pacto que has hecho
ante Dios, el pacto de compañerismo, es la fuerza aglutinante en tu corazón que te
mantendrá en el matrimonio hasta lograr los cambios que anhelas.
¿Sabías que un pacto bíblico es el acuerdo más comprometedor conocido por el
hombre? En la época del Antiguo Testamento para sellar un pacto se sacrificaba un
becerro, se dividía en dos partes y las personas caminaban entre las partes mientras
repetían verbalmente el convenio. La muerte del animal era un símbolo de que el convenio
debía cumplirse bajo pena de muerte. Si lees Jeremías 34:8-22 puedes apreciar cuán
comprometedor era un pacto en los tiempos bíblicos; Dios dijo: “los hombres que
traspasaron mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en
mi presencia…los entregaré en mano de sus enemigos…y sus cuerpos muertos serán
comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra” (vv. 18, 20).
Dios dispuso que el pacto matrimonial fuera obligatorio hasta la muerte natural de
uno de los cónyuges. Jesús dijo: “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6).
Él lo designó de esta manera para que las personas no buscaran una salida del matrimonio
o una escapatoria del convenio; sino que se esforzaran por solucionar los conflictos entre
ellos. El pacto que hiciste ante Dios es el mejor motivo para permanecer comprometido en
tu matrimonio; y te dará el tiempo necesario para resolver los conflictos. Hoy mismo
promete en tu corazón que no buscarás una salida de tu matrimonio y que te dedicarás a
resolver los conflictos entre ustedes. Con la gracia de Dios comprométete a ser la
compañera de tu cónyuge.

19
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

Pero ¿qué pasa si tu pareja no responde o si continúa aprovechándose de ti o


maltratándote? ¿Existe alguna excepción a esta entrega total? Sí, pero trataré esa cuestión
en los últimos capítulos del libro. Por ahora, concéntrate en ser la compañera cariñosa que
prometiste ser. Concédele el tiempo necesario a tu pareja para que responda a tu amor y a
tu nueva actitud. Empieza a tomar medidas usando la lista del inventario que hicimos
anteriormente y observa lo que ocurre. No esperes hasta que tu cónyuge te demuestre
compañerismo. Recuerda que tú prometiste ese compañerismo cuando hiciste tus votos
matrimoniales. Por lo tanto, comienza a tomar las medidas que Dios requiere. Y luego fíjate
si detectas una nueva mirada de asombro y deleite en los ojos de tu pareja.
He visto a muchas parejas lograr cambios radicales cuando comprenden que Dios
los ha llamado al pacto de compañerismo. Reconocen sus faltas, dan media vuelta y siguen
el rumbo opuesto; ellos cuentan con el poder, la motivación y el conocimiento necesario
para lograr ese cambio radical. ¿Tienes tú ese poder y motivación, o dudas de tu capacidad
para hacer ese cambio tan drástico? Cuando leas el siguiente capítulo entenderás porqué
opino que cualquier persona puede ser esa compañía ideal y tener un matrimonio vivaz y un
compañerismo verdadero con su cónyuge. Tú tienes la misma oportunidad que cualquier
persona de tener este tipo de matrimonio. Y si eso deseas, por aquí debes comenzar:

Medidas que debes tomar:


1. Pídele a Dios que te muestre en qué áreas de tu matrimonio estás actuando
independiente y egoístamente.
2. Examina la lista del compañerismo e identifica dónde necesitas mejorar.
3. Pon en práctica al menos una de las actividades hoy mismo.
4. ¿Hay alguien con quién tengas más compañerismo que con tu cónyuge? ¿Hay algún
pariente, amigo o anhelo que haya tomado prioridad por encima de tu cónyuge?
Ahora opta por darle a tu cónyuge ese primer lugar.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 2


¿Te has preguntado alguna vez por qué estarás casado con tu cónyuge? ¿Cuál es
el diseño y el objetivo de tu unión matrimonial? ¿Cuál era tu objetivo cuando te casaste con
tu pareja? Estas preguntas son muy importantes y las debes contestar si realmente quieres
establecer un matrimonio duradero. Permíteme ilustrar porqué es importante entender el
propósito de tu matrimonio. La palabra griega que en las Escrituras se traduce como
pecado, tiene el significado de errar en el blanco. Por consiguiente, cuando pecas fallas al
blanco o sea el objetivo de los mandatos bíblicos. Dios quiere que intentes acertar el blanco
que Él te ha puesto. Sin embargo, si no sabes cuál es el blanco ni el objetivo, ¿cómo podrás
acertar o alcanzarlo? Si entiendes el objetivo del matrimonio, fijarás tus ojos en el punto
central del blanco. El propósito de tirar al blanco es para acertar justo en la diana. Pero si no
entiendes el propósito para el cual se diseñó el matrimonio, apuntarás al lugar equivocado y
seguro que no acertarás en la diana. Yo creo que la razón fundamental por la que las
parejas son infelices en su relación es porque no entienden el propósito de su matrimonio.
Muchas parejas no tienen un blanco al cual tirar a diario, y por lo tanto, se confunden en
cuanto a las prioridades esenciales en su matrimonio. Si no tienen este objetivo en mente,
la pareja no detectará las acciones que lentamente destruyen su relación.

20
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

A. ¿Cuál es el propósito del matrimonio que las Escrituras exponen y que se encuentra en la
página 14-16?
______________________________________________________________
_______________________________________________________________________

B. Haz una lista de algunas razones por las que te casaste con tu cónyuge.
1. ____________________________________________________________________
__________________________________________________________________
2. ____________________________________________________________________
__________________________________________________________________
3. ____________________________________________________________________
__________________________________________________________________

C. Haz un inventario de tu compañerismo y califícate del 1 al 10 (10 significa que estás muy
satisfecha en este aspecto).
1. Aspectos espirituales:
__ ¿Oran juntos por asuntos personales?
__ ¿Oran frecuentemente por su matrimonio?
__ ¿Asisten a la iglesia semanalmente y se sientan juntos?
__ ¿Conversan sobre lo que aprendieron del sermón durante el transcurso del día?
__ ¿Conversan sobre lo que cada uno está aprendiendo de la lectura de
las Sagradas Escrituras o sobre algún otro libro referente a la Biblia?
__ ¿Ministran juntos a su prójimo? ¿Son maestros de la escuela dominical?
¿Edifican a otros hermanos? ¿Dan de su tiempo para ayudar a otras
personas de una manera práctica?

2. Aspectos de la comunicación:
__ Cuando están juntos por la noche, ¿conversan sobre lo ocurrido durante el día?
__ ¿Expresan libremente sus ideas y opiniones?
__ ¿Se animan mutuamente?
__ ¿Planean juntos su futuro y toman decisiones conjuntamente?
__ ¿Se expresan mutuamente sus deseos, temores, sufrimientos y metas?
__ ¿Comparten algún tipo de recreo que facilite la comunicación, tal como
caminar juntos, andar en bicicleta, ir al gimnasio, etc.?
__ ¿Salen de compras juntos y disfrutan la compañía del otro?
__ ¿Reservan una noche a la semana para salir juntos?
__ ¿Se comunican su amor verbalmente?
__ ¿Hacen los quehaceres domésticos juntos?
__ ¿Se escriben cartas o notas de amor?

3. Aspectos emocionales:
__ ¿Se expresan sus sentimientos más profundos?
__ ¿Se brindan mutuamente apoyo emocional?
__ ¿Se ríen y lloran juntos libremente?
__ ¿Aceptan sus diferencias emocionales?

4. Aspectos físicos y sexuales:


__ ¿Le das regalitos a tu pareja simplemente para demostrarle tu amor?

21
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO

__ ¿Le demuestras gentileza en tus acciones para dejarle saber que lo amas?
__ ¿Atiendes a tu pareja cuando te pide ayuda?
__ ¿Se acarician a diario y se abrazan con un amor platónico?
__ ¿Se allegan con regularidad para tener relaciones sexuales?
¿Le agradan tus insinuaciones a tu pareja?
__ ¿Se expresan un cariño sincero durante sus relaciones sexuales
o es simplemente un acto físico con poca emoción?

D. ¿Cuáles son las tres razones principales por las que las parejas no captan el propósito y
objetivo de su matrimonio (Lee las páginas 17-18)?
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________

E. Haz una lista de las razones por las que no tienes ese compañerismo con tu pareja.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________

F. Lee y medita sobre los siguientes versículos y luego contesta las preguntas.
1. En Filipenses 4:3, ¿qué es lo que Pablo supone que un compañero fiel logrará?
____________________________________________________________________
____________________________________________________________________
2. En Apocalipsis 1:9, ¿cómo se describió Juan a sí mismo, y qué estaba dispuesto a
soportar por sus compañeros? ___________________________________________
____________________________________________________________________
____________________________________________________________________
3. En Salmos 119:63, ¿qué comprendió David acerca del compañerismo y dónde
determinó que podía encontrar el compañerismo verdadero? ___________________
____________________________________________________________________
____________________________________________________________________

G. Siéntate con tu cónyuge y platiquen sobre sus respuestas al cuestionario y sobre cómo
pueden estrechar su compañerismo.

Preguntas para dialogar en grupo


1. Dialoguen y hagan memoria de situaciones en las que no entendían el designio y
propósito de algún electrodoméstico o herramienta. ¿Cómo se sintieron cuando esto
ocurrió? ¿Se frustraron ante la situación? Si después de leer este capítulo reconocen
que no tenían claridad en cuanto al propósito y designio de Dios para su matrimonio,
¿se dan cuenta de cómo ese malentendido puede frustrar la relación matrimonial?
Conversen sobre este tema con el grupo.
2. Expresen sus opiniones sobre los mayores obstáculos que les impiden a las parejas
establecer un compañerismo verdadero. ¿Cuáles son los obstáculos principales en tu
matrimonio?
3. Dialoguen sobre cómo el compromiso de por vida y el pacto que hicieron como pareja
han fortalecido su matrimonio.

22
3
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
“Mas el fruto del Espíritu es amor…” Gá. 5:22

E
ra la primera vez en su peregrinaje cristiano que Calvin y Diane acudían a una
sesión de asesoramiento. Nunca antes lo habían necesitado porque siempre
resolvían sus conflictos con rapidez, pero últimamente los dos habían comenzado a
acumular un número de contrariedades que ahora se acrecentaban entre ellos. Sin titubear
se culpaban el uno al otro por sus problemas conyugales.
—Algo ha cambiado entre nosotros —exclamó Calvin—, antes resolvíamos estos
conflictos con facilidad, pero ahora reñimos constantemente. Ella me critica por cualquier
tontería y yo le contesto de inmediato. En nuestro interior, los dos estamos muertos
espiritualmente. La motivación para resolver los problemas parece haber desaparecido. Es
como si me faltaran la fuerza y el amor necesarios para hacer lo que debo hacer. Algo anda
mal, pero no sé qué pueda ser.
Cuando Calvin terminó de hablar, lo que me llamó la atención fue su comentario de
que ambos percibían que estaban muertos espiritualmente. Me pareció que este sería el
lugar adecuado donde comenzar. Les pregunté si le dedicaban tiempo al estudio de las
Escrituras o a la oración personal. Calvin esquivó mi mirada y dijo, —Bueno, no mucho.
—¿Qué quiere decir eso? —pregunté—¿Una vez por semana, una vez por mes o
nada en absoluto? Calvin comenzó a incomodarse en su asiento. —Bueno, quiero decir
nada en absoluto. No he tenido ocasión para sentarme a leer la Biblia, y lo de la
oración…pues, oramos antes de cenar.
En ese momento Diane exclamó, —Sí, y tampoco hacemos eso con regularidad. Él
oraba conmigo casi todas las mañanas antes de salir a trabajar, pero hemos estado
peleando tanto que no tenemos ánimo para hacerlo. Steve, estamos muy distanciados. Algo
anda mal entre nosotros.
Entonces pregunté, — ¿Con qué frecuencia asisten a la iglesia?
Calvin volvió a gruñir, —Últimamente, no muy seguido.
Le hice las mismas preguntas a Diane y recibí respuestas muy parecidas.
Interrumpí mi entrevista y les dije, —Lo primero que necesitan cambiar es su
relación personal con Cristo. Este es el problema principal y el obstáculo más aparente en
su relación. Ambos necesitan volver a su primer amor para poder reavivar el amor en su
matrimonio. Primero necesitan renovar su relación con Él para poder renovar la relación
entre ustedes.
El problema entre Calvin y Diane es muy común. Ambos se alejaron de su relación
personal con Cristo y el resultado fue muy evidente y doloroso. Los dos carecían del amor y
la motivación para resolver los conflictos que tenían y ninguno de ellos hacía nada por
renovar su relación. Vivían juntos bajo el mismo techo, pero su relación estaba marchita. Su
endeble matrimonio auguraba problemas mayores. Antes de poder amarse de nuevo,
necesitaban ser llenos del amor de Cristo y de la vida que sólo Él puede proveer. De ahí
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

proviene la motivación para el cambio y el deseo de reforzar el matrimonio en lugar de


debilitarlo al insistir en nuestra propia satisfacción. Para que tu matrimonio madure y crezca
en amor, tú mismo debes madurar, y tu amor por Cristo debe crecer.
Es natural que al acercarse a Cristo se acercarán el uno al otro. La intimidad de tu
amor por Cristo inevitablemente rebosará sobre tu matrimonio simplemente porque estarás
lleno del Espíritu Santo. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza...” (Gá. 5:22-23). ¿No son éstas las características
necesarias para lograr el matrimonio que anhelas? Para cumplir con tu compromiso
mientras tu matrimonio madura y sobrepasa los momentos difíciles, debes estar bajo el
dominio de Su Espíritu y así obtendrás el amor, la bondad, la benignidad, la paciencia, la
templanza y la fe necesarias. Al buscar el poder de Su Espíritu y Su señorío alcanzarás la
intimidad y la unidad con Él, lo cual sin duda alguna, resultará en la unidad entre ustedes.
Durante los primeros años de mi ministerio como consejero, mal entendí y no capté
la importancia de la vida espiritual en la pareja. En muchas ocasiones me pasé semanas y
meses aconsejando a las parejas, dándoles todos los principios importantes y los aspectos
prácticos para un buen matrimonio. Les explicaba los diferentes métodos para implementar
esos principios y simplemente no los ponían en práctica. Me quedaba atónito sin entender
por qué no hacían lo que les decía. Finalmente, un día todo se esclareció. Estaba en una
sesión de asesoramiento parecida a la de Calvin y Diane. Ese día caí en la cuenta de que la
pareja con la que hablaba era incapaz de hacer los cambios necesarios para restaurar su
matrimonio.
Ahora entiendo que muchos estaban dispuestos a hacer los cambios, pero no tenían
la facultad para cambiar debido a que tenían una relación superficial con el Señor o
carecían de ella. Era como darle a estas parejas un electrodoméstico y decirles que lo
usaran sin enchufarlo. Sin la corriente eléctrica, el aparato sería completamente inservible e
inútil. De igual manera, cuando una persona rompe su relación con Cristo debido a su
independencia, inmediatamente carece de fuerza, motivación y amor en el matrimonio.
Ahora que estoy consciente de esto, le pido a las parejas en la primera consulta que
detallen el tiempo que le dedican a sus devocionales y cómo ponen en práctica la Palabra
de Dios en sus vidas. He descubierto que en la mayoría de los casos la respuesta es similar
a la de Calvin y Diane. Por lo general, me dicen que no tienen una relación con Cristo o que
la relación es muy superficial. Ellos le dedican muy poco tiempo a sus devocionales
personales, a la oración y al estudio de la Palabra de Dios.
¿Y qué pasa con aquellos que asisten regularmente a la iglesia, que sí le dedican
tiempo a la oración y al estudio bíblico y aun así tienen muy poco compañerismo? ¿Es esa
una excepción? No, porque es necesario, más bien imprescindible, aplicar la palabra de
Dios a nuestras vidas. Una relación personal con Cristo está compuesta de dos elementos
esenciales, el oír y hacer las cosas que Dios manda. Somos llamados no sólo a escuchar la
Palabra de Dios sino también a ponerla en práctica en nuestras vidas. Muchas parejas
saben exactamente lo que deben hacer porque semana tras semana lo han escuchado en
la iglesia una y otra vez. No obstante, eligen no poner en práctica lo que han oído
simplemente por incredulidad, renuencia, altanería, resentimiento o egoísmo.
Si tú percibes que le falta algo a tu matrimonio y que las cosas no andan bien, no le
eches la culpa a tu pareja. Haz una pausa y mírate en el espejo, ¡la falta está en ti!
¿Se manifiesta el poder transformador de Dios en tu peregrinaje espiritual? ¿Te embelesa
el Señor y estás lleno de Su Espíritu Santo? ¿Pones en práctica lo que aprendes en el
estudio personal de las Escrituras? Si es así, esto influenciará enormemente tu vida y tu
matrimonio. No es posible ser hacedor de la Palabra y no alcanzar el compañerismo que

24
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

anhelas en tu matrimonio. Sin embargo, muchas veces cuando les explico esto a las
parejas, piensan que eso es demasiado religioso y doctrinal. Me dicen que su relación con
Dios no puede ser tan importante. Y tú ¿qué piensas? Permíteme explicar por qué tu
relación con Cristo afecta profundamente tu matrimonio, y por qué es clave para obtener la
fuerza, la motivación y el entendimiento necesarios para llegar a ser la compañera que Dios
quiere que seas.

¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE TU RELACIÓN CON CRISTO?


La relación personal con Cristo es vital porque Él es la fuerza que cambia y
transforma a las personas. Una verdad que he descubierto como consejero es que todo
problema matrimonial es en realidad un problema espiritual. Si estás batallando con la
dureza de tu corazón, el resentimiento, el engaño o la ira desenfrenada, ten en cuenta que
todos estos son problemas espirituales. Este comportamiento pecaminoso revela que Cristo
no tiene control de tu vida. El “yo” reina en tu vida. La intolerancia reina. La furia reina.
La única solución es permitir que Cristo reine en tu vida. ¿Cómo puedes alcanzar el
compañerismo y la unidad en tu relación cuando vives y respondes de una manera carnal?
¡No lo puedes hacer!
Ahora, haz una pausa y reflexiona sobre este punto por un momento.
¿Cuándo comenzaron los problemas interpersonales de la humanidad? ¿No fue en el
huerto cuando Adán y Eva decidieron vivir y actuar por su propia cuenta y desobedecieron
la Palabra manifiesta de Dios? Lo primero que hicieron después de la Caída fue culparse el
uno al otro. Luego surgieron la envidia, el resentimiento y finalmente el homicidio entre sus
hijos. Todos sus problemas familiares y matrimoniales comenzaron con el problema
espiritual de la independencia y desobediencia de Dios.
Para resolver un problema matrimonial es esencial que primero trates el problema
espiritual en tu propia vida. La clave para lograr el compañerismo que Adán y Eva tenían
antes de la Caída es tener la misma relación íntima que ellos tenían con el Creador.
Si quieres un matrimonio cristiano, necesitas a Cristo en el centro de tu relación. Pablo dijo:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí
mismo por ella” (Ef. 5:25). A las esposas les exhorta “a amar a sus maridos y a sus hijos”
(Tito 2:4). ¿Cómo adquieres el amor de Cristo para poder hacer esto? Sólo hay una manera
de adquirirlo. ¡Proviene de Dios! Necesitas pedírselo y recibirlo de Él todos los días.
Cuando la iglesia filipense tuvo conflictos en su congregación, Pablo dijo que
necesitaban tener comunión con el Espíritu de Dios. Él sabía que esto produciría en ellos el
amor de Cristo y los habilitaría para humillarse y experimentar la unidad en sus relaciones
interpersonales, lo cual facilitaría la reconciliación (Fil. 2:1-4). Cuando crezca tu amor por
Cristo, naturalmente crecerá tu amor por tu cónyuge. Juan dice: “El que ama a Dios, ame
también a su hermano” (1 Jn 4:21). Si no amas a tu hermano, o en este caso tu cónyuge,
pones en duda tu amor por Dios. Para amar realmente a tu pareja como Dios quiere que lo
hagas, necesitas volver a enamorarte de Dios. El amor de Dios es toda la motivación que
necesitas para ser la compañera que tu cónyuge anhela.
Tu relación con Cristo te ayudará a ir en contra de los deseos de tu carne. Pablo
dijo: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gá. 5:16). Si hay algo
que destruye el amor y la generosidad en tu matrimonio, es tu naturaleza egoísta y carnal.
El ser egoístas es muy natural para todos nosotros, pero se requiere una fuerza
sobrenatural para vivir contrario a nuestros deseos egoístas. Sin el poder de Dios en tu
corazón, no hay manera de amar a tu cónyuge con un amor abnegado. Jesús dijo:
“Separados de mí, nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Esto significa que necesitas a Cristo

25
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

desesperadamente. Él es el único que te puede dar la fuerza necesaria para amar de la


manera que Él requiere. Si nada de lo que esperabas está sucediendo en tu matrimonio,
podría ser porque estás tratando de hacerlo sin Él.
Además, es en tu relación personal con el Dios viviente donde comenzarás a
entender cómo ser un compañero verdadero para tu cónyuge. Al estudiar las Escrituras
para conocerlo mejor, empezarás a ver lo que hizo Jesús y cómo se comportó con los
demás. Las Escrituras te instruyen y te compungen, y al mismo tiempo despiertan en ti el
deseo de querer hacer lo que hizo Jesús. Con Su amor y Su poder obrando dentro de ti,
comienzas a hacer lo que Jesús hizo. Él es el modelo perfecto de un compañero. Él era el
comunicador eficaz que le abría Su corazón a todo aquel que quisiera oír. Era un hombre
que no se avergonzaba de Sus emociones, de Su ira refrenada ni de Su llanto abierto por la
ciudad de Jerusalén. Él ministró a los demás hasta el punto de lavarles los pies a Sus
discípulos, la tarea de un esclavo común. Aceptó las responsabilidades de su liderato y
siempre dio el primer paso para resolver conflictos. Finalmente, resolvió el conflicto mayor:
el pecado de toda la humanidad que nos impedía la comunión con el Padre.
Para obtener conocimiento y entender el concepto que Dios tiene de tu cónyuge,
estudia la Palabra a diario. Jesús es el modelo que buscas para tu vida. Pero Cristo es más
que un simple modelo en las páginas de la Biblia. Él puede venir hoy en el poder de Su
Espíritu para hacerte capaz de seguir Su ejemplo si le pides que venga y llene tu corazón.
Él es quien te dará la fuerza para ser el hombre o la mujer que quieres ser y la compañera
que tu pareja necesita. ¿No le quieres pedir que comience Su obra dentro ti en este
momento?

¿CÓMO ENTABLAR UNA RELACIÓN CON ÉL?


Quizá nunca te hayas considerado el tipo de persona que necesita una relación con
Dios. Puede que pienses que has llegado hasta este punto sin Dios, y piensas que también
puedes terminar el resto del camino sin Él. No obstante, cuando ves los apuros y las
dificultades en tu matrimonio, admites que es necesario un cambio. Tú sabes que necesitas
un amor más intenso y una relación más íntima con tu cónyuge y reconoces que el
verdadero compañerismo entre ustedes es muy limitado. Quizá puedas ver que necesitas el
perdón, la reconciliación y una multitud de cosas, pero ¿eres capaz de manejar todas estas
cosas en tu interior? Si fueras capaz, ya lo hubieses hecho, ¿o no? Pero no tienes la
relación que quieres, lo que significa que no puedes resolver tus problemas. Permíteme
explicar más detalladamente por qué Cristo es el único que te puede conferir la facultad
para vivir y amar como Dios manda.
Algunos idiomas tienen una sola palabra para definir el amor y se usa para referirse
a todo. Usan la misma palabra para expresar el amor por su esposa al igual que el amor por
su perro. Pero en el idioma griego se usan diferentes palabras para expresar amor.
La palabra griega, eros, se usa para describir el amor sexual. Esta es la raíz de la palabra
erótico. Fuera del señorío de Cristo, el amor eros es, por lo general, un amor egocéntrico.
Otra palabra griega que describe amor es phileo, la cual describe un amor fraternal o una
amistad. El amor fraternal es un amor recíproco; cuando alguien te ama con este tipo de
amor, por lo general, respondes de la misma manera. Tenemos el dicho, “favor con favor se
paga”. Este es el amor phileo.
Pero, la palabra griega más importante que describe el amor es ágape. Esta es la
palabra que Jesús usó cuando dijo: “Porque de tal manera amó [ágape] Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna” (Jn. 3:16). Este es un amor que continúa dando aun cuando no es

26
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

correspondido. Es un amor desinteresado que se extiende al ser querido aun cuando éste
responda con odio. Dios continuará extendiéndote Su amor aunque nunca le respondas.
Este es el tipo de amor que el mundo necesita. Este es el tipo de amor que tu matrimonio
necesita.
Sin el amor ágape de Dios, jamás tendrás la capacidad de amar a tu cónyuge
desinteresadamente porque la naturaleza humana siempre busca la recompensa. Cuando
tu pareja no te corresponde ni hace concesiones, es natural que tú tampoco quieras hacer
concesiones. Tú responderás de la misma manera. Por eso necesitas la fuerza del amor de
Dios que hace concesiones aun cuando no es correspondido.
Esa es la razón por la cual necesitas una relación personal con Cristo. Él es el único
que te puede dotar de este tipo de amor. Sin embargo, existe algo que te separa y que te
impide recibir ese amor de Dios: tu independencia de Él, lo cual Dios considera un pecado.
Todas tus acciones pecaminosas y egoístas son el resultado directo de tu independencia de
Dios. Esa actitud que dice: lo puedo hacer sin Él.
La Biblia nos enseña que el “yo” verdadero es un espíritu que mora en nuestro
cuerpo. Ese yo también posee una mente, emociones y una personalidad que hace de cada
uno de nosotros una persona única. Sin embargo, la Biblia dice que tu espíritu (tu interior)
está muerto por causa del pecado (Ef. 2:1-3) y eso te separa de Dios. Esta separación de
Dios es lo que te hace sentir ese vacío por dentro y te da la sensación de que algo te falta.
Jesucristo es la respuesta a ese problema. Él vino a infundir vida nueva a un espíritu
muerto; no sólo una vida ordinaria, sino una vida abundante que llena ese vacío (Jn. 10:10).
Esta vida nueva es sumamente satisfactoria; nos ayuda y nos da la facultad necesaria para
vivir conforme a la voluntad de Dios. Es una verdadera aventura el lograr amarse y
perdonarse el uno al otro y vivir en armonía tal como Él lo desea.
Cristo murió para asumir, de una vez por todas, la pena por el pecado del hombre.
El Padre sólo te pide que reconozcas tu pecado en oración, que le pidas perdón y que estés
dispuesto a abandonar por completo tus costumbres pecaminosas y tu estilo de vida.
Si tú sabes que necesitas hacer esto, sigue los siguientes pasos:
1. Si crees que Dios existe, entonces acércate a Él en oración en este momento.
Habla con Él como hablarías con un amigo. No necesitas usar palabras espirituales
altisonantes porque Él ya conoce todos tus pensamientos y todas tus necesidades.
Él simplemente quiere que te humilles y que se lo pidas. Jesús dijo: “Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis, llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mt. 7:7-8).
2. Si crees que has pecado contra Dios y has quebrantado Su ley y quieres
realmente cambiar este tipo de vida, entonces pídele perdón y misericordia. La Biblia dice:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9).
3. Si crees en Cristo, invítalo en este momento a tomar control de tu vida.
La promesa en la Biblia dice: “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).
4. Pídele a Dios que te llene de Su Espíritu Santo, y que te ayude a amar y a servir a
los demás, en particular a tu cónyuge. Jesús exclamó: “Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc. 11:13).
5. Ahora, confiésale a alguien más la decisión que acabas de tomar. Esto es
importante porque Jesús declaró: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos. Y a

27
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

cualquiera que Me niegue delante de los hombres, Yo también le negaré delante de mi


Padre que está en los cielos” Mt 10:32-33). Este es el primer paso para negarte a ti mismo y
seguirlo a Él. Mira el contexto de esta declaración en Mateo 10:38. Jesús declara que
negarse a sí mismo es esencial para ser Su discípulo.

¿CÓMO RESTAURAS TU RELACIÓN?


¿Qué debes hacer si ya has tenido una relación con Cristo, pero sientes que has
dejado a tu primer amor? Este es uno de los problemas fundamentales que causó grandes
dificultades en el matrimonio de Calvin y Diane. Yo les di el mismo consejo que Jesús le dio
a la iglesia de Éfeso: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por
tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras…” (Ap. 2:4-5). Si esta es
tu situación, haz lo siguiente para restaurar ese primer amor.
1. Primero necesitas hacer un poco de memoria. ¿Cómo andaba tu vida cuando
tenías una relación íntima con el Señor? ¿Recuerdas el amor, el gozo y el vigor que sentías
cuando andabas en Él? ¿Recuerdas los días cuando no veías la hora de abrir la Biblia para
pasar un tiempo valioso aprendiendo más sobre Él? Los miércoles y los domingos estabas
ansioso por alabar a Dios y llegabas a la iglesia con sed de crecer porque te encantaba
reunirte y fraternizar con el pueblo de Dios. Cuando solicitaban ayuda para servir a los
demás, tú gustosamente ofrecías tus talentos. En aquel tiempo, vivías y actuabas de
manera completamente diferente a tu vida actual. ¿Recuerdas cómo eran las cosas?
El apóstol Pedro dijo que el hacer memoria motivaría a una persona a actuar (2 P. 1:13
LBLA). Si ahora haces una pausa para recordar la relación que tenías con Cristo, esto te
motivará a dar el siguiente paso.
2. ¡Arrepiéntete! La palabra arrepentirse significa cambiar de opinión y cambiar el
rumbo de tu vida. El arrepentimiento es esencial para efectuar un cambio en tu relación con
el Señor. Una de las funciones del Espíritu Santo es guiarnos a la compunción por nuestro
pecado lo cual nos da la facultad para cambiar nuestro rumbo. Sin la asistencia del Espíritu
Santo somos incapaces de un arrepentimiento verdadero. Pues bien, deja que Él te guíe a
la compunción; ábrele tu corazón ampliamente. Permítele que te hable acerca de tus
pensamientos o de tu comportamiento. ¿Has culpado a Dios por tus problemas
matrimoniales? ¿Lo consideras rencoroso o indiferente? ¿Has guardado resentimiento en tu
corazón? ¿Te has rebelado contra Él, o eres desidioso en el estudio de Su palabra y en la
oración? Mientras Él te revela las partes tenebrosas de tu corazón, confiésale que lo
necesitas y pídele perdón. Reconoce nuevamente que Dios es “misericordioso y clemente,
Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Sal. 86:15). Él quiere perdonarte y
puede restaurarte hoy mismo. Recuerda que Su benignidad “te guía al arrepentimiento”
(Ro. 2:4).
3. Haz las primeras obras. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que debes volver
atrás, buscar a Dios, y comenzar a caminar con Él como lo hacías cuando recién llegaste a
la fe. Pídele a Dios que te dé apetencia por Su Palabra y dedícate de todo corazón a
estudiarla a diario. Todos los días dedica tiempo para orar y tener esa comunión con Aquel
que te sacó de las tinieblas y te llevó a Su luz. Deja que las buenas obras broten con
entusiasmo de tu corazón y de tus manos como muestra de tu amor por todo lo que Él ha
hecho. Sométete en cada área de tu vida como una ofrenda por el sacrificio que Él ha
hecho por ti. Estas fueron las primeras obras que hiciste cuando Él tenía prioridad en tu
corazón. Pablo le dio este mismo consejo a la iglesia en Colosas: “Por tanto, de la manera
que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Col. 2:6). Regresa y comienza a
caminar con Él como lo hiciste al principio, y el amor de Dios rebosará tu alma de nuevo.

28
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

El estar lleno de Su amor es el comprobante decisivo de que sí has renovado tu relación


con Cristo (Gá. 5:22). Jesús dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviereis amor los unos con los otros” (Jn. 13:35). Cuando hayas vuelto a tu primer amor,
comenzarás a sentir el poder del amor de Dios motivándote a cambiar en tu relación
matrimonial. Este cambio ocurrirá naturalmente en todo lo que digas y hagas. Puedes estar
seguro de que el amor de Dios te habilitará, como nunca antes, para amar a tu pareja y para
ser un fiel compañero de vida. No te conformes con la falta de perdón, el resentimiento,
la indiferencia o la independencia. ¡El Señor tiene mucho más para ti! Permítele a Cristo
controlar tus pensamientos y emociones, y como consecuencia, tus acciones cambiarán.

¿CÓMO TE TRANSFORMARÁ CRISTO EN UN MEJOR COMPAÑERO?


Dios quiere transformarte en un compañero que cariñosamente atiende las
necesidades de tu cónyuge. Dios es el único que puede transformarte en ese tipo de
cónyuge. El matrimonio que deseas es una obra de Dios de principio a fin. Recuerda que
Jesús dijo: “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6). Juntar a las dos personas
es obra de Dios, no tuya. Por cierto, con tus propios esfuerzos y en tu propia fuerza, no
puedes ser compañero de nadie. Él es el único que puede hacer que dos personas sean
una sola carne porque el matrimonio es una obra de Dios. Todos tus propios esfuerzos
serán en vano si no entiendes y no implementas esta verdad. Para que tu matrimonio
funcione como debe ser, debes permitir que Dios obre en tu vida todos los días. Recuerda
que “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad” (Fil. 2:13). Él quiere transformarte en una buena compañera, llena del fruto de Su
Espíritu. Por eso debes caminar muy cerca de Él y permitirle que obre en ti.
Al someterte a Cristo, cambiarás día tras día. Tú serás transformado “de gloria en
gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Co. 3:18). Mediante el
sometimiento, Dios lleva a cabo este poderoso cambio dentro de ti y te da la facultad para
vivir de una manera totalmente diferente. El Espíritu de Dios obrará dentro de ti y hará que
te acerques a tu cónyuge en amor. Es importante observar que este es el contexto del
capítulo cinco de Efesios. En el prólogo Pablo explica cómo debe funcionar un matrimonio:
“No os embriaguéis con vino… antes bien, sed llenos del Espíritu” (Ef. 5:18). Él instruye a
las parejas cómo deben tratarse el uno al otro en su matrimonio. Pablo comprendió que el
Espíritu de Dios es el arma secreta que nos da la facultad para amarnos unos a otros tal
como lo dijo en Gálatas 5:22, “Mas el fruto del Espíritu es amor…”
Cuando estás lleno del Espíritu de Dios, Él contiene tu egoísmo, tu arrogancia, tu ira
y todas las otras cosas que destruyen la relación entre dos personas. Tú desearás negarte
a ti mismo, lo cual te convertirá en un buen compañero para tu cónyuge. Tu pareja anhela
tener este tipo de compañerismo. Es muy fácil convertirse en ese tipo de hombre o mujer;
simplemente entrégate a Cristo y serás transformado a Su imagen y tu cónyuge estará
completamente satisfecho con su pareja. Recuerda que Jesús posee todas las
características que tu cónyuge desea. Él es tierno, un buen comunicador, un líder, sumiso a
Su Padre y dadivoso. Yo sé lo que estás pensando, ¿cómo puedo hacer todo eso? No soy
Jesucristo. ¡Es cierto! Con tu propia fuerza no puedes. Al someterte a Él, te transformarás
en esta persona. Estoy absolutamente seguro de que sí es posible, porque he observado
esta transformación muchas veces en las vidas de aquellos que he asesorado. Tengo
confianza en esto porque Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).
Tú también puedes hacer todo lo que Dios requiere de ti si estás dispuesto a creer en Sus
promesas y a entregarte a Él. Dios te convertirá en el amante, el líder y el comunicador que
necesitas ser porque Su poder morará dentro de ti. Si aplicas estas verdades a tu vida y te

29
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

postras ante el Señor, comenzarás una verdadera aventura. Llegarás a ser la compañera
que tu cónyuge anhela porque día tras día serás transformada conforme a Su imagen.

UNA LISTA DE COMPROBACIÓN PARA TU VIDA DIARIA


1. ¿Estudias y lees las Escrituras diariamente para tu crecimiento personal y para darte
ánimo? Esto es lo que hacían los cristianos en Berea. Ellos pasaban “escudriñando
cada día las Escrituras…” (Hch. 17:11). Salomón nos enseñó que debemos oír y
recibir del Señor todos los días. “Bienaventurado el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas” (Pr. 8:34).
2. ¿Buscas al Señor a diario para que Su Espíritu te renueve por dentro? Esto es lo que
Pablo dijo de su propia vida, “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro
hombre exterior se va desgastando, el interior, no obstante, se renueva de día en
día” (2 Co. 4:16).
3. ¿Le pides diariamente al Señor que supla tus necesidades y las necesidades de tu
cónyuge y tu familia? Este fue el ejemplo de David, un hombre conforme al corazón
de Dios. Él dijo: “Te he llamado, oh Jehová, cada día; He extendido a ti mis manos”
(Sal. 88:9). Jesús también le enseñó a los discípulos a orar de esta manera:
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11).
4. ¿Cumples a diario los juramentos y las promesas que has hecho ante Dios y tu
cónyuge? David dijo que esta era su obligación diaria: “Prepara misericordia y
verdad… Así cantaré tu nombre para siempre, Pagando mis votos cada día”
(Sal. 61:7, 8). Esto incluye tus votos matrimoniales… la promesa de amar, honrar y
respetar (o cualquier promesa que le hayas hecho a tu cónyuge).
5. ¿Intentas aplicar diariamente lo que Dios te ha enseñado y lo usas para animar a tu
cónyuge y a tu familia? Se nos instruye: “exhortaos los unos a los otros cada día”
(He. 3:13). Esto incluye sustentar a tu cónyuge y a tus hijos con la Palabra de Dios,
al igual que dar palabras de aliento cuando los miembros de tu familia están
desanimados o cuando merecen elogios por un trabajo bien hecho (Ef. 5:29).
David describe lo que hizo con su hijo Salomón: “Se orará por él continuamente;
Todo el día se le bendecirá” (Sal. 72:15). Es fácil decirle a tu cónyuge que está
haciendo algo mal; pero, ¿qué tal un poco de elogios y aliento? ¿Cuándo fue la
última vez que realmente elogiaste o alentaste a un ser querido?
6. ¿Te niegas a ti mismo diariamente y vives desinteresadamente con los que te
rodean? Este es el llamado de Dios para cada discípulo de Cristo. Jesús dijo:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame” (Lc. 9:23).
Este es el tipo de relación personal que cada uno de nosotros debe cultivar con
Cristo. Para cultivarla, es necesario que pongas de tu parte todos los días. Él está
esperando que hoy escuches Su voz y vengas a Él. Jesús dijo: “He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo” (Ap. 3:20).

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 3


¿Cuál es la clave fundamental para lograr el verdadero compañerismo con tu
cónyuge? Es muy sencillo, lo logras al estrechar tu relación personal con Cristo. Para poder
amarse mutuamente como Dios manda, necesitan estar llenos del amor de Cristo y de la
vida que sólo Él puede darles. La motivación para cambiar te nacerá cuando tengas la vida
y el poder de Dios dentro de ti. El amor de Dios en tu interior te dará el deseo de aportar

30
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

algo a tu matrimonio en lugar de aprovecharse uno del otro y de imponer tu voluntad.


Para que el amor en tu matrimonio crezca y madure, tu relación personal con Cristo tiene
que crecer y madurar.
Al acercarse a Cristo, naturalmente se acercarán el uno al otro. La intimidad de tu
relación de amor con Cristo rebosará en tu matrimonio porque estarás lleno del Espíritu
Santo. “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza” (Ga. 5:22,23). ¿No son estas las cualidades necesarias para el
matrimonio que deseas? Cuando estás bajo el control de Su Espíritu adquieres el amor, la
bondad, la benignidad, la prudencia de la mansedumbre, la templanza y la fe para guardar
tu pacto durante los momentos difíciles. Al buscar el poder de Su Espíritu y Su Señorío
sobre tu vida, alcanzarás la intimidad y la unidad con Él, la cual resultará en la unidad entre
ustedes.

A. Haz una lista de las razones por las que tu relación con Cristo tiene tanta importancia.
Véase páginas 25-26.

1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________

B. ¿De cuáles de estas razones carece tu vida, y cómo afecta eso tu matrimonio?
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________

Examina la lista de control de tu vida diaria


1. ¿Lees y estudias las Escrituras a diario para tu crecimiento y aliento personal?
Esto es lo que hacían los cristianos en Berea. Ellos se pasaban “escudriñando cada
día las Escrituras…” (Hechos 17:11).

De acuerdo con Proverbios 8:34, ¿qué debes hacer para ser bendecido?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

2. ¿Buscas al Señor diariamente para que renueve tu interior con Su Espíritu? Esto es
lo que Pablo dijo que ocurría en su vida.
¿Cuál es el beneficio que 2 Corintios 4:16 revela para la persona que es renovada
día tras día? _________________________________________________________
___________________________________________________________________

3. ¿Le pides al Señor diariamente que supla tus necesidades y las necesidades de tu
cónyuge y de tu familia?
En el Salmo 88:9, ¿qué dice hacer David? _________________________________
___________________________________________________________________
En Mateo 6:11, ¿qué nos enseñó Jesús que hiciéramos? _____________________
___________________________________________________________________

31
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO

4. ¿Cumples a diario los votos y las promesas que hiciste delante de Dios y de tu
cónyuge?

En el Salmo 61:8, ¿qué dice David que hace? ______________________________


___________________________________________________________________

En el Salmo 61:7, ¿qué dice David que le ayuda a cumplir sus votos? ___________
___________________________________________________________________

5. ¿Intentas diariamente utilizar lo que Dios te ha enseñado para animar a tu cónyuge y


a tu familia?

¿Qué dice Hebreos 3:13 que debes hacer cada día? ________________________
___________________________________________________________________

Esto incluye alimentar a tu cónyuge o a tus hijos con la Palabra de Dios (Efesios
5:29).

En el Salmo 72:15, ¿qué dijo David que hacía diariamente por su hijo Salomón?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

6. ¿Buscas diariamente negarte a ti mismo y vivir desinteresadamente con los que te


rodean? Este es el llamado de Dios para todo discípulo de Cristo. En Lucas 9:23,
¿qué dijo Jesús que era esencial si deseábamos seguirlo a Él?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

C. Después de leer esta lista de control cotidiana, ¿qué cambios personales debes hacer
en tu vida para estrechar la comunión y el compañerismo con Dios?
______________________________________________________________________
______________________________________________________________________
_____________________________________________________________________

D. Ora con tu cónyuge sobre estos cambios.

Preguntas para dialogar en grupo


1. ¿Cómo andaba tu vida cuando no caminabas con Dios?
¿Qué impacto tuvo la falta de esta relación en tus otras relaciones?
2. ¿Qué te hizo volver a esa intimidad con Cristo?
3. ¿Cómo ha influido la obra de Dios en tu corazón para transformarte en un mejor esposo
o esposa? ¿Cómo te ha cambiado Dios para poder cumplir con tus responsabilidades?

32
4
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” Os. 4:6

E
ra mi segunda consulta matrimonial con Jerry y su esposa, Joan. Llevaban menos de
un año de casados y sin embargo ya tenían enormes desacuerdos. Este era el tercer
matrimonio de Jerry y el primero de Joan. Jerry comenzó a describir las diversas
peleas de esa semana y lo resumió todo diciendo, —No estamos de acuerdo en nada,
Steve. Ella cree que su manera de hacer las cosas es la correcta, pero yo siento que el
Señor me ha mostrado algo diferente.
Joan explotó, —Sí, lo sé. ¡Él Señor te mostró! Esas son palabras bonitas,
espirituales y muy convenientes que usas para justificarte y hacer sólo lo que tú quieres.
No te importa lo que la Biblia dice. Tú haces lo que te viene en gana y le echas la culpa a
Dios. Yo le muestro versículos bíblicos que son mandatos simples, directos y fáciles de
entender; él se encoge de hombros y dice que siente que Dios no le ha dicho que haga eso.
Steve, ¡ya estoy harta! Quisiera que usted viviera con nosotros para que nos dijera lo que
está bien y lo que está mal.
Los miré a los dos y les dije, —Espero que los dos estén hartos de esto. Espero que
estén tan hartos que buscarán una solución. Antes que nada, necesitan decidir cuál criterio
de la verdad emplearán. Cuando no están de acuerdo con la autoridad final, ¿cómo deciden
lo correcto en determinada circunstancia? Yo no puedo hacer esa determinación porque no
puedo vivir con ustedes. No pueden usar sus sentimientos sobre un supuesto mensaje de
Dios porque esos cambian constantemente. Tampoco pueden usar el criterio o el ejemplo
de sus padres. Luego les expliqué lo imprescindible que es emplear la Palabra de Dios
como la autoridad final en sus vidas y en su matrimonio.
Después de una larga conversación con ellos, determiné que la mayor parte del
problema residía en Jerry. Aunque conocía muchas Escrituras, Jerry seleccionaba y
escogía cómo y cuándo aplicarlas a su matrimonio. Al principio, lo único que tenía que decir
era “El Señor me mostró”, y su esposa accedía. Sin embargo, en poco tiempo Joan
reconoció que él decía eso para manipularla y obligarla a hacer lo que él quería.
Ella entonces comenzó a indicarle las Escrituras que contradecían sus acciones. A él no le
agradaron los desaires de ella y los problemas comenzaron a acumularse.
Uno de los problemas más grandes y más fundamentales en un matrimonio cristiano
es cómo establecer el criterio de la verdad, lo cual se debe determinar desde el principio.
¿Cómo distingues tus responsabilidades y las medidas que debes tomar? ¿Es la Biblia
verdaderamente tu criterio de la verdad o lo son tus sentimientos o lo que alguien te ha
dicho? Si la Biblia es tu criterio final de la verdad, ¿buscas con diligencia la sabiduría de
Dios para resolver tus problemas personales? ¿Aplicas la Palabra de Dios a estos
problemas y obedeces Sus mandamientos? Cuando Su Palabra es tu criterio final,
tus acciones reflejarán Sus mandatos.
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?

En todo matrimonio que yo he asesorado existe uno de dos problemas. El primero


es que la pareja no ha establecido ningún criterio de la verdad simplemente porque no
entienden lo que la Biblia requiere de ellos. En algunas situaciones la razón es que uno de
los cónyuges, o posiblemente los dos, no son cristianos o son muy inmaduros en su fe y
usan su propio criterio para determinar sus acciones y sus responsabilidades. Este criterio
es el resultado de varios elementos de su experiencia personal. Algunos usan el criterio de
sus padres, otros usan como ejemplo el matrimonio de sus amigos; y otros viven conforme
a lo que les parece bien en el momento o lo que su cónyuge les permite. Estos matrimonios
basan su relación en la arena movediza de los sentimientos y las opiniones del hombre.
Por otra parte, hay parejas que tienen un buen entendimiento de la Palabra de Dios
y de sus requisitos, y, aun así, eligen ignorarlos. Ellos saben bien lo que deben hacer, pero
sus caprichos toman prioridad. Todo parece marchar bien hasta que surge un conflicto.
Y entonces, la cuestión es, ¿cuál opinión es la correcta? Cuando llegan a ese punto, la
pareja me pide un consejo, y así como Joan, quiere que yo les dé la “última palabra”
y resuelva el conflicto. Pero mi opinión no es “la última palabra” sobre ningún tema; sólo las
Escrituras tienen ese derecho y ese lugar. No importa mi opinión ni la opinión de cualquier
otra persona; lo que la Biblia declara debe ser el criterio final. Esto es lo que Jerry y Joan
necesitaban reconocer en medio de su conflicto. En resumidas cuentas, para recibir las
bendiciones que Su Palabra promete, la pareja debe obedecer lo que las Escrituras dictan.
En ambos casos el problema está muy claro. La razón por la que no logran resolver
sus conflictos es porque no emplean el mismo criterio de la verdad. Los dos básicamente
hacen lo que les parece bien a sí mismos. Si una pareja no puede resolver sus conflictos,
tampoco podrá establecer un matrimonio duradero. El emplear el mismo criterio de la
verdad es un fundamento esencial que tu matrimonio necesita para crecer, madurar y llegar
a tener la relación que quieres y necesitas.

¿PORQUÉ ES NECESARIO EMPLEAR UN CRITERIO DE LA VERDAD?


1. Si la Biblia no es tu criterio, estás a merced de la filosofía humana. ¿Sabe el
hombre cómo tener un matrimonio feliz sin las enseñanzas de las Escrituras? ¿Han logrado
mejorar los matrimonios las filosofías humanas de hoy en día? La respuesta es un enf ático
¡no!
Actualmente nuestro país (USA) tiene el índice más alto de divorcio que jamás se
haya visto en el historial de estadísticas. Alarmantemente, siete de cada diez matrimonios
terminan en el divorcio. El número de hogares con dos padres en la casa es más bajo que
nunca. Las familias con padres solteros son ahora la norma en lugar de la excepción.
¿Qué revela eso en cuanto a nuestros valores? Está claro que los hombres y las mujeres
han perdido su camino en la confusión de la filosofía y la opinión del hombre. Las
estadísticas comprueban este hecho. Jesús dijo: “No puede el buen árbol dar malos frutos,
ni el árbol malo dar frutos buenos” (Mt. 7:18). Este fruto del divorcio desenfrenado revela
que el criterio y la filosofía que usamos para tomar decisiones como pareja están viciados.
Permíteme presentar un ejemplo de la confusión y contradicción de las filosofías
humanas actuales. La opinión del hombre en cuanto al matrimonio está basada en un
criterio de moralidad variable. Un libro dice que para alcanzar la felicidad en tu matrimonio,
primero debes “encontrarte a ti mismo”. Otro libro te sugiere que tengas un matrimonio libre
en el cuál puedas tener relaciones sexuales con todas las parejas que quieras. De esa
manera, dicen ellos, mantendrás viva la pasión en tu matrimonio. Y aún más, otro libro
declara que la filosofía de un matrimonio libre está mal, pero sugiere un ensayo del
matrimonio en el cuál se pongan a prueba uno al otro antes de casarse, y después se

34
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?

prometan fidelidad. ¿Quién tiene la razón? ¿Cuál consejo has de seguir? Con cada año
nuevo llega una filosofía nueva y contradictoria que explica cómo alcanzar la felicidad en tu
matrimonio si sigues el plan de fulanito de tal.
¿Debes seguirlos a ellos? Te daré una analogía. Digamos que estás a punto de
comprar un auto en el concesionario local. El vendedor te dice que has escogido el mejor
auto en todo el lote, y te promete que si sigues sus instrucciones al pie de la letra, ese auto
funcionará a la perfección. Luego te menciona que hay un pequeño detalle, siete de cada
diez mañanas el auto no arrancará. ¿Qué pensarías? ¿Creerías que es el mejor auto del
lote? ¿Te valdrían de algo sus instrucciones si al final de cuentas la mayor parte del tiempo
el auto no arranca? ¡Por supuesto que no! ¿Comprarías el auto? ¡Espero que no!
No obstante, esto es exactamente lo que las personas hacen cuando escuchan y
creen en las filosofías de los hombres sobre el matrimonio. Sus consejos le dan resultado a
sólo tres de cada diez matrimonios. Eso comprueba que nuestra sociedad no sabe cómo
lograr un matrimonio feliz. A pesar de eso, los gurús del matrimonio continúan vendiendo
sus mercancías y la gente continúa comprándolas.
A estos gurús les concedo una cosa, ellos promueven una verdad a medias. No todo
lo que dicen está mal, pero no es toda la verdad. La gente sigue leyendo sus libros porque
contienen ciertas verdades. Algunas de las instrucciones te darán resultado, pero recibes
sólo parte del mensaje que necesitas para tener un matrimonio feliz. Mi consejo es este, con
todo libro que leas sobre el matrimonio o sobre cualquier otro tema, haz lo siguiente: ojea el
libro y observa a quien citan. ¿Citan la Palabra de Dios o a algún experto en la materia?
Quizá no haya cita alguna porque el autor mismo es el experto. Yo creo firmemente que el
experto sobre tu matrimonio y sobre tu persona es Dios y es Él a quien debemos citar.
Si existe alguien que sepa cómo lograr un matrimonio feliz, es Aquel que lo
estableció. Dios te ha dado el plano para ayudarte a construir un hogar que permanecerá
firme a pesar de todas las presiones que vendrán en su contra; te ha dado un manual de
instrucciones para reparar cualquier avería en el camino... la Biblia.
Si crees que tu matrimonio se malogró o si simplemente necesitas mantenimiento,
¿por qué no vuelves al Manual del Usuario? Pídele a Él que te demuestre lo que debes
eliminar y ajustar en tu vida.
Jesús dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a
un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre
la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un
hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”
(Mt. 7:24-27).
El hombre prudente escucha y obedece las palabras de Cristo. El hombre insensato
escucha y tiene otras prioridades. ¿Cuál de estos eres tú? ¿Escuchas la Palabra, pero no la
practicas? Debes entender que la obediencia a Su Palabra es lo único que te traerá la
estabilidad que deseas para tu hogar y tu matrimonio. Dios sabe cómo cambiarte a ti y a tu
cónyuge si le das una oportunidad. ¡Un hombre prudente le dará esa oportunidad!
El profeta Oseas reveló una de las causas del decaimiento de la nación de Israel y
finalmente de su destrucción. ¡Cuán parecido a muchos matrimonios actuales! Oseas
declaró: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4:6). El pueblo de Israel
rechazó el conocimiento de Dios como criterio de la verdad y buscó sus respuestas en el
hombre. Israel “quiso andar en pos de vanidades” (Os. 5:11), y como resultado, Dios
declaró que la estructura social de la nación se volvió “como polilla” (Os. 5:12). Cuando una

35
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?

persona rechaza el conocimiento de Dios como criterio de la verdad, lo único que queda son
los preceptos humanos. Muchas personas piensan que los preceptos humanos son
inofensivos y que está bien mezclarlos con la verdad de Dios; en realidad, estos preceptos
se vuelven polilla y carcomen la estabilidad de las vidas de aquellos que confían o
dependen de ellos. Por lo tanto, toma el ejemplo de los hijos de Israel y ten cuidado con las
filosofías humanas que se han infiltrado en Su verdad. Pídele a Dios que te revele en Su
Palabra qué preceptos debes guardar, y que te dé el deseo de abandonar los otros.
2. Si la Biblia no es tu criterio, no sabrás qué cambios prácticos debes hacer,
ni cómo hacerlos. Existen dos grandes problemas en la vida cristiana que se relacionan con
los problemas del matrimonio. La mayoría de los creyentes nuevos se preguntan, “¿Qué
quiere Dios que haga?” Esta es una pregunta muy natural porque ellos han encontrado una
vida nueva en Cristo y desean seguirlo en cada aspecto de sus vidas. La pregunta que le
sigue es muy parecida, “¿Cómo llevo a cabo lo que Dios requiere de mí?” Es normal que
esta sea la segunda pregunta porque un creyente nuevo reconoce de inmediato que no
entiende, de manera práctica, cómo andar con el Señor.
La relación matrimonial es muy parecida. Muchas parejas se casan con poca o
ninguna orientación prenupcial. Han pasado meses preparándose para la ceremonia;
ordenando las flores y el pastel, planeando la recepción y la luna de miel, pero nunca antes
han estado casados, y por lo tanto, no saben qué esperar. Ambos cónyuges tienen una idea
general de lo que quieren del matrimonio. Los dos tienen muchas metas y expectativas,
pero muchas veces estas expectativas son contrarias a las de su cónyuge.
Si los cónyuges no emplean el mismo criterio de la verdad, estarán en desacuerdo
cuando surja el primer problema. ¿Quién tiene la razón? ¿Qué sería mejor? ¿Cuál debe ser
tu actitud? ¿Qué medida debes tomar? ¿Cómo lo lograrás? Las respuestas a todas estas
preguntas deben satisfacer a ambos cónyuges para mantener la armonía.
La Palabra de Dios provee las respuestas a estas preguntas. El Rey David dijo:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105). Si estudias Su
Palabra y la manera en que se relaciona en tu vida y tu matrimonio, ésta te iluminará.
Sin embargo, Dios requiere que ambos, el esposo y la esposa, tomen el camino que las
Escrituras indican (en actitud tanto como en acción). Dios ilumina tu camino al ayudarte a
entender Su voluntad y al permitir que Su Espíritu te capacite para llevarla a cabo.
Cuando los dos cónyuges están sujetos a Cristo significa que están convencidos de que
ninguno está obligando al otro y que cada uno está dispuesto a ceder a los mandatos de las
Escrituras.
Todos los matrimonios cristianos, tarde o temprano, sufren discordia conyugal
simplemente porque las opiniones y la voluntad de uno no concuerdan con las del otro.
Puede que lleve su tiempo, pero los problemas surgirán. Toda pareja necesita el criterio de
la Palabra de Dios para mantenerlos en orden. “Todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará” (Gá. 6:7). También, “No hay sabiduría, ni inteligencia, Ni consejo, contra
Jehová” (Pr. 21:30). Si estás sembrando tus propias ideas o las filosofías del hombre en tu
matrimonio, segarás una mísera cosecha. Este tipo de acción no es prudente.
Cuando Jesús batalló con los Saduceos por sus preguntas múltiples, les indicó que
habían cometido un error fatídico. Él dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de
Dios” (Mt. 22:29). Por favor, no cometas ese mismo error. Todos nos podemos equivocar
con respecto a la verdad y a lo que está bien o mal por no conocer la enseñanza de las
Escrituras sobre un tema en particular. Sin embargo, no es necesario que sigas cometiendo
ese error. Más bien, comienza a escudriñar Su Palabra en busca de las respuestas que
necesitas. Si no lo haces, te perderás el poderío que hace cumplir Sus promesas.

36
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?

Las Escrituras revelan Su verdad, pero también producen fe en tu corazón para recibir Su
fuerza e implementar esa verdad. Sin la motivación de Su Palabra y Su poder para vivir una vida
piadosa, la relación de la pareja será superficial y falsa, como la que tenían los Saduceos.
Quiero darte ánimo y decirte que sí existe una solución para tu situación en
particular. Puedes cambiar el rumbo de tu matrimonio y establecer el tipo de relación que
anhelas. ¡Nunca es demasiado tarde! No están obligados a continuar con un matrimonio
superficial carente de Su vida y poder. Para cambiar, primero identifica en qué áreas de tu
vida usas tu propio criterio y quebrantas los preceptos de la Palabra de Dios.
Luego, rectifica esas áreas con los medios y métodos que Dios revela en Su Palabra.
Finalmente, de ahora en adelante, debes actuar de acuerdo con las instrucciones que las
Escrituras dictan. Estas medidas establecerán la relación que deseas. Los preceptos de
este libro están diseñados para ayudarte a lograrlo.
3. ¿Cómo te transformarás si no usas las Escrituras como criterio? Si deseas ver un
cambio en tu matrimonio, es sumamente importante que tú cambies. Así como expliqué en
el capítulo anterior, todo problema matrimonial tiene como origen un problema espiritual de
uno o de ambos cónyuges. Por lo tanto, es esencial que hagas cambios en tu vida.
¿Cómo logras esta transformación?
El medio principal de la transformación de tu vida es la Palabra de Dios.
En un capítulo más adelante explicaré en detalle cómo se lleva a cabo esto. Por ahora diré
simplemente que si siembras la Palabra de Dios en tu corazón y la obedeces, esa semilla
producirá un buen árbol y el buen fruto que deseas. ¿Cómo sucede esto?
Jesús les dijo a Sus discípulos que la clave para convertirse en un discípulo es Su
Palabra porque tiene el poder para transformar vidas. Él dijo: “Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres” (Jn. 8:31-32). Para ser discípulo de Cristo tienes que permanecer en Su verdad
y obedecerla. Nadie lo puede seguir a Él sin negarse a sí mismo y negar sus propias ideas y
filosofías de vida. La bendición en esta acción de abandono es que si conoces, obedeces y
crees en Su verdad, ésta te liberará. Acá es donde comienza la transformación.
Cuando aprendes las Escrituras, éstas naturalmente producen fe en tu corazón.
Pablo dijo: “Así que la fe es por el oír…la palabra de Dios” (Ro. 10:17). La semilla de la
Palabra de Dios germina y produce este pequeño retoño de fe que brota en tu corazón.
Al alimentar ese retoño con la Palabra, éste crece y se convierte en un árbol fuerte con
raíces profundas y un dulce fruto porque la fe te motiva para actuar. El apóstol Santiago dijo
que “la fe sin obras es muerta” (Stg. 2:20). La fe verdadera produce obras y acciones
conforme a tus creencias.
¿No son los actos de amor los que cambian la relación matrimonial? Este amor nace
al creer y recibir la Palabra de Dios como criterio de la verdad. Su verdad es la que te libera
y te capacita para creer y actuar conforme a Sus mandamientos. Esta nueva perspectiva
bíblica te motivará para resolver conflictos y forjar algo nuevo y mejor entre tú y tu cónyuge.
La Palabra de Dios es “viva y eficaz” y puede lograr cosas asombrosas en tu vida si
la empleas como tu criterio de la verdad (He. 4:12). Escudriña las Escrituras a diario y
aplícalas a tu manera de pensar, a tu perspectiva y a lo que valoras, y el fruto brotará
naturalmente en tu matrimonio. Deja que la Palabra te redarguya y cambie tu corazón;
y como consecuencia, tus acciones cambiarán. Yo sé que esto es lo que deseas, de otra
manera no estarías leyendo este libro. Así es como se establece un matrimonio duradero.
¿Por qué no comienzas en este momento? Cierra el libro por un momento y pídele al
Espíritu Santo que te revele esas actitudes y acciones que contradicen las Escrituras.
Luego, pídele que te dé una perspectiva bíblica y eterna.

37
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 4


Al identificar la base de tu criterio de la verdad podrás descubrir el problema más
fundamental en un matrimonio cristiano. Si no tienes un criterio de la verdad, ¿cómo
determinarás tus responsabilidades y las medidas que debes tomar en tu matrimonio?
Tu criterio de la verdad será la Palabra de Dios o una multitud de posibilidades, tales como
la influencia de tus padres, tus sentimientos, lo que alguien te ha dicho o tu propia versión
de lo que consideras bien o mal. ¿Es la Palabra de Dios realmente tu criterio de la verdad o
alguna de estas otras posibilidades? Si la Palabra de Dios es tu criterio de la verdad,
¿buscas diligentemente la sabiduría de Dios para resolver tus problemas matrimoniales?
¿Estás aplicando la Palabra de Dios a estos problemas y obedeces Su instrucción?
En todo matrimonio que he asesorado existe uno de dos problemas. El primero es
que la pareja no tiene un criterio de la verdad porque ninguno de los dos entiende lo que la
Biblia requiere de ellos. En ocasiones esto sucede porque uno o ambos no son creyentes o
son creyentes inmaduros que determinan sus acciones y sus responsabilidades conforme a
su criterio personal. Por otra parte, algunas parejas tienen un buen entendimiento de la
Palabra de Dios y sus requisitos, pero simplemente no los toman en cuenta. Ellos saben lo
que deben hacer, pero sus deseos egoístas tienen prioridad. Todo parece marchar de
maravilla hasta que surge un conflicto y con este la pregunta, ¿quién tiene razón? Entonces
la pareja viene a una consulta y quiere que yo resuelva el conflicto. Pero no es mi opinión ni
la de nadie más lo que importa, sino lo que declara la Palabra de Dios; ésta debe ser el
criterio definitorio. La pareja recibirá las bendiciones que Su Palabra promete solamente
cuando obedezca las enseñanzas de ésta.
En ambos casos el problema está muy claro. La razón por la que no han resuelto los
conflictos es porque no comparten el mismo criterio de la verdad al cual deben obedecer.
Las parejas hacen lo que les parece bien ante sus propios ojos. Si un matrimonio no logra
resolver los conflictos, no podrá establecer el compañerismo que tanto anhela.

A. Después de repasar este capítulo 4, escribe cuatro razones por las que las Escrituras
deben ser tu criterio de la verdad personal y de tu matrimonio. Lee las páginas 34-37.
1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________

B. Hasta ahora, ¿cuál ha sido tu criterio de la verdad y por qué?


______________________________________________________________________
______________________________________________________________________
______________________________________________________________________

C. Lee los siguientes versículos y escribe lo que la verdad de Dios hará en tu vida.
1. ¿Qué acompaña a Su verdad (Salmo 57:3)? _______________________________
___________________________________________________________________
2. Si confías en Su verdad, ¿qué será ésta en tu vida (Salmo 91:1-4)?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
3. Si permaneces en Su verdad y la obedeces, ¿qué hará ésta por ti (Juan 8:31-32)?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

38
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?

4. ¿En qué se basará el Señor cuando te juzgue en ese día (Salmo 96:13)?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
5. Jesús oró para que Su verdad hiciera esto en tu vida (Juan 17:17).
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
6. ¿Dónde se encuentra la verdad de Dios (Juan 17:17)?________________________
___________________________________________________________________
7. Si obedeces la verdad, ¿qué le sucede a tu alma (1 Pedro 1:22)?
___________________________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Sin dar muchos detalles, describe una ocasión en la que hayas hecho lo que te pareció
bien en tus propios ojos. ¿Cuál fue el fruto?
2. Menciona alguna situación en la que confundido por las enseñanzas bíblicas, tomaste
una decisión basada en la filosofía humana. ¿Cuál fue el resultado?
3. Menciona alguna situación en la que hayas tomado una decisión basada en la Palabra
de Dios. ¿Cuál fue el resultado?
4. ¿De qué manera ha transformado tu vida la verdad de la palabra de Dios?

39
5
ENTENDIENDO CÓMO AMAR
“Si me amáis, guardad mis mandamientos” Juan 14:15

ike exclamó, —¡Pero yo sí la amo! Steve, tú no me entiendes. Si no la amara, no

M me hubiera casado con ella; si no me importara nuestra relación, tampoco hubiera


permanecido casado.
Mike sacudió la cabeza con indignación porque yo sugerí que él no amaba a Mary,
su esposa. A medida que yo lo cuestionaba, la tensión seguía aumentando durante la
sesión de asesoramiento.
—Mike, ¿entonces, por qué tu esposa no puede ver ni sentir el amor que sientes por
ella? Si realmente estuvieras expresando el amor que sientes por ella, ¿no te parece que
ella se sentiría amada? ¿Está ella pasando algo por alto?
—Sí. Mike respondió molesto. Decidí tomar un enfoque más indirecto para que Mike
se calmara un poco. —Dime, ¿cómo defines el amor, y qué haces para demostrárselo a tu
esposa?
Él reflexionó por un momento y me dijo, —Esto es ridículo, Steve. ¡Todos sabemos
qué es el amor!
Le di un papel a cada uno y les pedí que escribieran algunas frases de dos o tres
palabras, todas las que les fuera posible, para definir cómo debían demostrarse amor el uno
al otro.
La respuesta fue muy iluminante. Mike escribió sólo dos definiciones del amor y
Mary escribió diez. Inmediatamente me di cuenta de que Mike no tenía idea de cómo
demostrarle amor a su esposa de una manera práctica. Mary, al contrario, entendía muy
bien cómo debía amar a su esposo.
Luego, para ser imparcial, le pregunté a Mary, —¿De todas las cosas que incluiste
en la lista, cuántas estás haciendo en realidad?
Se le llenaron los ojos de lágrimas y dijo avergonzada, —No muchas.
Mary se percató de mi intención. Ella reconoció que no estaba haciendo lo que debía
hacer; sabía cómo amar pero simplemente decidió no hacerlo.
Mike y Mary nos ofrecen un ejemplo de otro elemento fundamental de un matrimonio
sólido: el entender y definir el verdadero amor, y ponerlo en práctica. La mayoría de las
parejas cuyos matrimonios están estancados o aquejados de problemas tiene al menos uno
de estos problemas, o ambos. Uno de los cónyuges no comprende cómo funciona el
verdadero amor o simplemente elije no tomar las medidas necesarias para amar al otro.
El primer problema es por falta de información y entendimiento. Esto, por supuesto,
afecta la decisión de practicar actos de amor. Sin embargo, la mayoría de las personas
tiene mucha información sobre cómo debe amar a su cónyuge. El problema es que en el
ámbito de su voluntad, la rechaza. Elije no comportarse de acuerdo con lo que sabe, y esto
se debe a un resentimiento hacia su pareja o simplemente egoísmo.
ENTENDIENDO CÓMO AMAR

¿Puedes definir qué es el verdadero amor? ¿Puedes describir en términos prácticos


lo que debes hacer para demostrarle amor a tu cónyuge? Si es así, ¿haces esas cosas
regularmente? ¿Las haces aun cuando tu pareja no te demuestra amor? Estas son las
preguntas decisivas que debes responder si esperas restablecer tu relación.
La sociedad ha complicado este tema al redefinir el significado del verdadero amor y
cómo demostrarlo. La definición bíblica del amor ha sido distorsionada por Hollywood y la
psicología moderna por medio de un proceso que ha ocurrido tan lentamente que la
mayoría de las personas no se ha percatado. Permíteme citar algunos ejemplos.
En la mayor parte de las películas y los programas de televisión que Hollywood ha
producido en los últimos años, el amor es representado como un simple impulso de lujuria o
explotación sexual. El mensaje abrumador que escuchamos es, “si realmente me amas, te
acostarás conmigo”. No importa si eres soltero o casado. Si en realidad estás enamorado,
debes tomar a quien desees sin importar las consecuencias. Con el aluvión de ejemplos
defectuosos que vemos en la televisión todas las noches, muchas personas consideran el
amor monógamo y leal anticuado y aburrido. El amor, de acuerdo con Hollywood, está
basado en lo que nos hace sentir bien, y no en la verdad.
Asimismo, la psicología moderna, que predica principalmente la filosofía de la
realización personal, es igual de responsable. Carl Rogers, un psicólogo de mucha
influencia, propuso que no desarrollamos nuestro potencial total como seres humanos si no
hacemos lo que nosotros más valoramos. De acuerdo con Rogers, no logramos entender
nuestro valor como persona, y por consiguiente, tenemos poco o nada de autoestima.
Él declara que debemos hacer lo que nos conviene a nosotros mismos y así darle valor a
nuestra propia vida. Sólo entonces podremos darles a los demás algo que valga la pena.
Este tipo de amor implica “yo primero”, lo que en realidad es el egoísmo disfrazado de un
grato raciocinio.
Estas y otras filosofías actuales han socavado la definición bíblica del amor
verdadero. Estas ideas erróneas hacen que las dos personas se distancien y se vuelvan
más egocéntricas en el amor. Si se aceptan estos conceptos del amor, destruirán a la
pareja.
¿Cuál es el criterio de amor que usarás para decidir cómo actuar con tu cónyuge?
Si tuvieras que hacer una lista como la de Mike y Mary, ¿qué escribirías en ese papel?
Para establecer un matrimonio que perdure, es esencial identificar las acciones del amor
verdadero. Tu criterio debe seguir el ejemplo de Jesucristo, tal como lo revela la Palabra de
Dios. Pero como dije antes, sólo aquel hombre o mujer que se entrega voluntariamente al
Padre y lo ama sobre todas las cosas, obtiene este amor. Cuando amas al Señor con todo
tu corazón y amas a tu compañero de la misma manera, el resultado es un compañerismo
verdadero y una unión verdadera. Si quieres conocer el propósito que Dios ha diseñado
para tu matrimonio, debes entender Su definición del amor y debes actuar conforme a ésta.

¿CUÁL ES LA DEFINICIÓN BÍBLICA DEL AMOR?


¿Qué quieres decir cuando le dices “te amo” a tu cónyuge? ¿Qué harás si lo dices
con sinceridad? ¿Está en armonía tu definición del amor con el criterio ejemplar de la
verdad que es la Biblia? Cuando prometiste amar a tu cónyuge todos los días de tu vida,
¿entendiste el significado de eso? Probablemente no. Estabas tan cautivado por la emoción
del momento que jamás pensaste que tendrías algún problema con cumplir esa promesa.
Pero ahora entiendes que el amor es mucho más que sólo palabras. Al leer la siguiente
sección, compara tu concepto del amor con el concepto que Dios nos ha dado. Si haces

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ENTENDIENDO CÓMO AMAR

esto, permitirás que el reflector de Su Palabra te compunja y te anime a tomar las medidas
que Él quiere que tomes. ¿Cómo actuará el amor de Dios si realmente mora en tu corazón?
1. El amor genera obras. Puede que esta primera definición parezca un poco
extraña, pero ataca la raíz de uno de los más grandes errores sobre el amor. El amor no es
un sentimiento cariñoso y dulce que milagrosamente aparece de la nada. El amor es más
que un sentimiento. Es una emoción que resulta de los esfuerzos de las dos personas.
Fácilmente nos olvidamos de lo mucho que nos esforzamos por fomentar nuestra relación
cuando comenzamos a salir juntos. Nos esforzábamos por mejorar nuestra apariencia y
emanar una fragancia agradable. Nos asegurábamos de llegar a tiempo a nuestra cita.
Procurábamos llevar a nuestra futura pareja a un lugar ameno para cenar. Mientras
cenábamos buscábamos la manera de conversar sobre cosas que le agradaban a ella y nos
cuidábamos de no discutir por cosas insignificantes. En otras ocasiones le traíamos
regalitos o flores, o preparábamos una cena especial. Ahora, reflexiona por un momento,
¿por qué hicimos todo eso? ¡Porque estábamos enamorados!
Sin embargo, después de casados, ¿continuaste esforzándote de la misma manera
en tu relación? Probablemente no por mucho tiempo. ¿Por qué? Porque comenzaste a
tomar por sentado el amor de tu cónyuge. Pensaste que todo eso no era necesario sin
entender que el verdadero amor requiere trabajo, y es un trabajo continuo.
Esta es la definición que Pablo le dio a la iglesia tesalonicense cuando les escribió
describiendo el amor: “la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra
constancia en la esperanza…” (1 Ts. 1:3 se agregó subrayado). En el libro de Hebreos el
autor le recuerda a la iglesia que “Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de
amor que habéis mostrado hacia su nombre…” (He. 6:10 se agregó subrayado). Ambos
versículos describen el amor como una obra que una persona hace por otra. Esto es porque
el amor bíblico es algo que haces antes de sentirlo. Cuando te esfuerzas por amar a tu
cónyuge como lo hacías al principio, el sentimiento de amor crece día tras día.
El mejor ejemplo de este tipo de amor es Jesús. Es importante reconocer que Él no
se quedó en el cielo gritando, “¡Los amo mucho a ustedes allá abajo!” No, Él vino a
demostrar el amor del Padre por medio de sus acciones y Sus palabras. Él se esforzó
mucho por revelarnos y demostrarnos el amor de Dios. “Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Su vida entera
fue una obra de amor hacia cada uno de nosotros. En muchas ocasiones predicó, viajó y
sanó a otros hasta quedar físicamente exhausto. Él dijo: “Me es necesario hacer las obras
del que me envió…” (Jn. 9:4). La obra de la cruz es la mejor demostración de que el amor
de Dios es un amor activo.
¿Sabías tú que Dios continúa obrando en tu vida para llevar a cabo Sus propósitos
en ti? Pablo dijo: “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad” (Fil. 2:13, se agregó subrayado). ¡Su amor continúa obrando!
Él ahora está obrando para cambiar tu concepto del amor verdadero y poder hacer un
cambio drástico en tu matrimonio. Él quiere infundir un deseo nuevo dentro de ti para que
ames a tu pareja y te esfuerces por fomentar esa relación. Al igual que Pablo, estoy seguro
de que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará…” (Fil. 1:6).
¿Es esa tu definición del verdadero amor? Si es así, debes esforzarte a diario por
demostrar tu amor con tus acciones y tus palabras. Pídele en este momento que te muestre
exactamente lo que puedes hacer para comenzar a demostrarle tu amor a tu pareja.
2. El amor te motiva a dar con abnegación. Un amor verdadero y piadoso no sólo se
esfuerza, sino que se esfuerza con sacrificio por sus seres queridos. En otras palabras, el
tipo de amor que estoy describiendo te costará muy caro. El amar de esta manera no es

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ENTENDIENDO CÓMO AMAR

nada fácil. Requerirá que le des de ti mismo a tu cónyuge cuando no quieras hacerlo,
cuando prefieras no levantarte del sofá. El amor requiere que abandones tu comodidad y
que hagas cosas que a veces te incomodan.
El amor es mucho más que un sentimiento. Esta es la razón por la que muchos no
andan en amor; lo han reducido a un simple sentimiento, y esta generación en particular ha
contribuido a ello. Sin embargo, el tener sentimientos contrarios no impidió que Jesús diera
de sí mismo con sacrificio. Recuerda Sus palabras antes de ofrecer Su vida en la cruz:
“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he
llegado a esta hora” (Jn. 12:27). Jesús no necesitaba emociones para demostrar Su amor.
Todo lo contrario, Su alma estaba turbada. Él estaba consciente de la inevitable separación
de Su Padre que estaba a punto de ocurrir, pero optó por abandonar Su comodidad por
nosotros.
El amor abnegado combate la raíz del conflicto en todo corazón humano: el egoísmo
versus el dar de sí mismo. La raíz de todo conflicto matrimonial es la lucha entre ¿a quién
amo más, a mí mismo o a mi cónyuge? Esto conlleva la pregunta: ¿qué estoy dispuesta a
sacrificar? El problema es que, por lo general, nos amamos a nosotros mismos mucho más
de lo que amamos a nuestra pareja. Nos preocupamos por suplir nuestras propias
necesidades más que por las necesidades de nuestra pareja. Por esa razón Jesús hizo la
comparación, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 22:39). Jesús reconoció la verdad
de que todos nos amamos a nosotros mismos. Estamos conscientes de todas nuestras
necesidades y nos encargamos de suplirlas. Esta perspectiva egocéntrica es lo que causa
el conflicto entre el albedrío de dos personas. Por lo tanto, Jesús nos instó a tomar un
rumbo diferente y a demostrarles a los demás el mismo cuidado que tenemos para nosotros
mismos. Él lo dijo para inspirar a todos en general, y sin embargo, ¿no es tu cónyuge tu
vecino más cercano?
Pablo les menciona esto a los esposos en su epístola a los efesios. Él comparó la
manera en que nos amamos a nosotros mismos y cómo debemos amar a nuestras
esposas. “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos.
El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia
carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Ef. 5:28-29
se agregó subrayado). ¿No haces todo lo posible por sustentar y apreciar tu cuerpo todos
los días? Lo bañas, le aplicas desodorante, lo perfumas, lo vistes para que se vea bien y lo
alimentas para satisfacer sus deseos. Hasta es posible que lo sometas a ejercicios para
mantenerlo en forma sacrificando otras cosas para llevar a cabo estas actividades.
Pablo declara que así es como “debes” amar a tu cónyuge. El amor verdadero se sacrifica,
alimenta y aprecia.
Observa otro ejemplo más del amor abnegado. Cuando Jesús les enseñó a Sus
discípulos que debían amar a sus enemigos, Él les dijo: “Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así
los gentiles?” (Mt. 5:46-47). Jesús consideraba el amor como algo extraordinario comparado
con lo que normalmente harías por aquellos que aprecias; lo consideraba algo fuera de lo
común. Obviamente tienes que sobrepasar lo normal para amar a tus enemigos.
No es nada del otro mundo si amas a los que te aman, hasta los que no son cristianos
hacen eso. ¿Qué pasa si en este momento tu cónyuge es tu enemigo? ¿Qué estás
haciendo para demostrarle cariño y para validar tus palabras de amor? Jesús te está
pidiendo que hagas algo extraordinario y te pregunta, “¿Haces más que los demás?”

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ENTENDIENDO CÓMO AMAR

Así es como Jesús te ha amado a ti. Él ha dado mucho más de lo necesario para
demostrar el amor que el Padre tiene por ti, y lo ha hecho de una manera impactante y
sorprendente. Él ha creado todas las cosas, especialmente este hermoso y asombroso
planeta para que vivas en él. Luego vino a este mundo en persona para que todos lo vieran
cara a cara y lo conocieran. Y aún más, dio Su vida como sacrificio supremo. Él te creó, te
trajo a este mundo y te dio la vida y las habilidades que tienes. Te buscó para comunicarte
Su amor y Su deseo de tener una relación contigo. Y envió personas para que compartieran
las buenas nuevas de Su amor y Su sacrificio en la cruz, y desde que lo recibiste a Él,
“a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lc. 12:32). Su ardiente deseo por dar de sí
mismo te habilita para experimentar la totalidad de su reino. ¡Ese es el verdadero amor!
Un amor que hace “más que los demás”. Él te da el ejemplo de cómo debes amar a tu
pareja. ¡Ama con abnegación!
3. El amor te motiva a conceder primero. Muchas veces me preguntan durante la
sesión de asesoramiento, “¿Por qué debo hacer esto, o dejar de hacer aquello?
¿De qué sirve, si mi cónyuge no me está demostrando el mismo amor o cuidado?”
Mi respuesta a esa pregunta es: el amor bíblico aprovecha la oportunidad de
conceder primero. Para amar verdaderamente a tu cónyuge, debes aprender a conceder
primero y así comprobar tu amor al cumplir con los pedidos de tu pareja. Por ejemplo,
“Cariño, ¿podrías consultar conmigo antes de ofrecerte a entrenar otro equipo de liga infantil
de béisbol?”, o “¿me podrías ayudar a trabajar en el jardín de vez en cuando?” En todos los
matrimonios hay pedidos como estos semanalmente. Por amor debes responder de tu
propia cuenta sin que te lo vuelva a pedir de nuevo. Cuando tu pareja te dice que quisiera
que tú iniciaras la conversación, un paseo juntos, devocionales familiares, la oración, o que
iniciaras relaciones íntimas, ella espera que recuerdes su pedido. Tu ser querido tiene la
esperanza de que tomarás la iniciativa ¡y lo harás! Así actúa el amor. Tu reacción a sus
pedidos y la atención a los detalles son magníficas maneras de demostrarle tu amor a tu
pareja, y te aseguro que ¡tu cónyuge tomará nota! Cuando inicias un gesto amoroso de este
tipo, convences a tu pareja de que tu amor es verdadero y te nace de corazón. Es más
importante de lo que te puedas imaginar.
Puede que pienses, Steve, yo no soy así. No me gusta hacer esas cosas.
¿Realmente tengo que hacer eso? Aquí es donde debes combinar el amor abnegado con la
iniciativa. Si el pedido de tu pareja es bíblico y razonable, tienes una gran oportunidad de
demostrarle tu amor. En la mayoría de los casos tu cónyuge no te pedirá algo inalcanzable.
Haz memoria de su pedido y sorprende a tu pareja con la iniciativa de tu amor.
El mejor ejemplo de la iniciativa del amor, es una vez más, Jesucristo. Él inició la relación
contigo; inició Su servicio abnegado al dar Su vida por ti. Jesús podría haber dicho, “Yo no
soy así. No quiero dar mi vida por ellos” Pero gracias a Dios, Él sí era así. Su naturaleza es
amor. Recuerda que Dios te ha dado Su naturaleza divina para asemejarte a Él, por lo
tanto, sí está en tu carácter el amar como Él ama: “todas las cosas que pertenecen a la vida
y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder…por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina” (2 P. 1:3-4). Pedro declara que el poder y la naturaleza divina están a tu
disposición para habilitarte a vivir con tu cónyuge y a amar con piedad. Tú puedes amar a tu
cónyuge cómo Dios quiere si estás dispuesto a creer en Su promesa y a entregarte
abnegadamente a tu relación.
¿Cuál será el resultado si inicias tu amor conyugal de esta manera? Naturalmente,
tu pareja se inspirará y te amará de la misma manera. Esto es lo que ocurrió en tu relación
con Cristo. Las Escrituras declaran que “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó

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ENTENDIENDO CÓMO AMAR

primero” (1Jn. 4:19). Dios lo inició y nosotros respondimos. ¿Ves por qué este amor
iniciativo es tan importante? No obstante, de las parejas que asesoro puedo deducir que los
matrimonios de ahora carecen gravemente de este tipo de amor. Cada uno está esperando
que el otro dé una muestra de amor primero. Se nos ha olvidado la regla de reciprocidad
que dice: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos…” (Mt. 7:12). Este pasaje claramente indica que debemos
iniciar amor hacia los demás si queremos ser correspondidos.
¿Qué gestos cariñosos necesitas demostrarle a tu cónyuge? ¿Te acuerdas del
último pedido que te hizo tu pareja? Esto es lo que necesitas hacer para comenzar a
transformar tu relación y establecer un matrimonio duradero.
4. El amor te motiva a reprimir ciertas acciones. ¿Hay algunas cosas que tú haces
que irritan y fastidian a tu pareja? Cuando continúas haciendo estas cosas, tu cónyuge lo
percibe como algo deliberado, parecido al chirrido de las uñas sobre el pizarrón. Tú sabes
bien qué cosas son porque han discutido por cada una de ellas. ¿Por qué? Simplemente
porque no te has contenido. Considera los siguientes ejemplos: ¿Te ha pedido tu cónyuge
que no uses malas palabras porque le es ofensivo? ¿Te ha pedido que reprimas tus críticas
sarcásticas, o qué contengas tus arranques de ira? Tu pareja te hace estos y otros pedidos
muy a menudo, pero ¿te acuerdas de ellos y te contienes?
Cada vez que te olvidas de sus pedidos y no te contienes, tu esposo comienza a
dudar de tu amor. Muchas veces durante la sesión de asesoramiento he escuchado,
“Si realmente me ama, se acordaría de lo que le he pedido que haga”. La esposa tiene
razón al llegar a esa conclusión porque el amor se refrena. Si amas y aprecias a tu pareja,
debes recordar sus pedidos y debes contenerte.
Jesús le dijo a Sus discípulos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
(Jn. 14:15). Para guardar Sus mandamientos se requieren dos cosas. Primero,
los discípulos debían recordar y reprimir todo aquello que ofendía a Cristo. Segundo, por
amor debían recordar y hacer las cosas que agradaban a Dios. Así es como Jesús define el
verdadero amor. ¿Cuántas veces te ha dado tu pareja su “mandamiento” sobre ciertas
cosas? Ahí es donde comienzas a demostrar tu amor.
Dios es amor, y Él ha demostrado este amor al reprimir Sus acciones.
Él ha manifestado su amor comedido al frenar Su juicio sobre la humanidad.
Él hizo esto porque “se deleita en misericordia” y no en condenar (Mi. 7:18). Dios les volvió
a demostrar este amor comedido a los hijos de Israel cuando dijo, “Por amor de mi nombre
diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte” (Is. 48:9). Dios mismo se
contiene como resultado de Su gran amor. ¿No te agrada eso? Toda nuestra relación con Él
es una revelación de Su comedimiento. Su misericordia, paciencia y perseverancia
claramente demuestran ese hecho.
¿Qué cosas te ha comentado tu pareja que le son ofensivas? ¿Qué cosas te olvidas
de hacer que irritan a tu cónyuge y le hacen dudar de tu amor? Si deseas demostrarle tu
amor, debes reprimir ciertas costumbres ofensivas. Si te estás amoldando a la imagen de
Cristo, actuarás como Él actuó. Sí, esto cuesta trabajo, pero eso es amor.
5. El amor te motiva a dejar a un lado tu voluntad y tus deseos, y poner los deseos
de tu cónyuge primero. Otra característica del amor bíblico es una actitud servicial.
Jesús fue muy directo con Sus discípulos en todo aspecto de su relación con ellos; les dijo
que el que “quisiera ser el primero” había pasado por alto Su mensaje y Su ejemplo. Él dio a
entender claramente que para ser Su discípulo uno debe ser siervo de los demás. “Porque
el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate
por muchos” (Mr. 10:44-45).

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ENTENDIENDO CÓMO AMAR

La vida de Cristo fue un ejemplo continuo de cómo poner a los demás primero.
Su misión para salvarnos puso nuestras necesidades por encima de las Suyas. Él no vino a
que le sirvieran; dejó a un lado Su voluntad y puso la nuestra primero para cumplir la
voluntad de Su Padre. “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió” (Jn. 6:38). Jesús demostró el significado de negarse a sí mismo.
Esa actitud de “yo primero” debe desaparecer. Al entregarse, Cristo comprobó Su amor por
el Padre y por ti.
¿Estás demostrando tu amor de la misma manera? Tu cónyuge debe ser la primera
persona en este mundo que tienes en cuenta cuando tomas una decisión o medida.
Pablo explicó esta prioridad cuando dijo: “aprendan éstos primero a ser piadosos para con
su propia familia” (1 Tim. 5:4). La palabra piadosos significa “benignos o respetuosos”.
La primera prioridad de tu andar cristiano debe ser el demostrarle piedad y respeto a las
personas que viven en tu hogar. Debes dejar a un lado tus deseos personales y poner
primero las necesidades de tu familia, especialmente las de tu pareja. ¿Tiene tu esposa ese
lugar y esa prioridad en tu corazón? ¿Puede percibir tu esposo que abandonas tu voluntad y
tus deseos simplemente porque lo amas?
Al escribirle a la iglesia filipense, Pablo reitera que el aprecio por los demás es el
fruto y el comprobante de que el amor de Dios reina en nuestras vidas. Él dice: “completad
mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno
a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino
cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:2-4).
¿Practicas ese tipo de amor en tu hogar? ¿Consideras los intereses de tu cónyuge
primero? ¿Consideras, con toda humildad de corazón, las necesidades de tu pareja más
que las tuyas? Las palabras, “superiores a” en el tercer versículo pueden traducirse también
como “más importante que”. El amar a tu pareja más que a ti mismo es contrario al egoísmo
o a la mentalidad de “yo primero”. Dios quiere que ames a tu pareja de esta manera día tras
día. ¿Cómo serían las cosas en tu hogar si comenzaras a amar de este modo?
Más importante aún, ¿cómo serían las cosas en tu hogar si ustedes se amaran así?
¿No sería un placer estar casado?
6. El amor te motiva a comunicarte con tu cónyuge. Existen tres maneras de
comunicar el amor: con tu actitud, con tus palabras y con tus acciones. Estas tres maneras
deben estar presentes para que tu cónyuge vea y crea que tú la amas. Puedes decir las
palabras adecuadas, pero si tienes una mala actitud, invalidas todos tus comentarios.
Las palabras sin hechos que las respalden no tienen valor, y enfadarán a tu pareja porque
ella no habrá visto nada que respalde tus palabras. Los gestos de amor sin palabras que los
definan y expliquen serán ambiguos y deficientes. Tu pareja necesita escuchar tu
declaración de amor, observar tu amor en acción, y sentir que tu corazón motiva todo lo que
dices y haces.
Cuando Jesús expresaba amor, utilizaba todos los medios mencionados
anteriormente. Su actitud era humilde y mansa (Mt. 11:29), lo cual lo hacía muy accesible.
Los niños, las rameras y los leprosos se sentían muy cómodo con Él (Mt. 19:13-15;
Lc. 7:36-50; Lc. 17:12-19). En aquellos días ese tipo de persona no tenía la libertad de
acercarse a alguien importante. No obstante, sentían que podían acercarse a Jesús porque
Su actitud indicaba que se interesaba por ellos. Jesús reveló Sus emociones y Su amor
cuando lloró y se regocijó con la multitud (Jn. 11:35; Lc. 10:21). Cuando las personas se le
acercaban, inmediatamente percibían que Él se interesaba por ellas y que estaba atento a
sus necesidades.

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ENTENDIENDO CÓMO AMAR

Él no se avergonzaba de expresar su amor verbalmente. Jesús le dijo a los


discípulos, “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado” (Jn. 15:9). “Este es
mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Jn. 15:12).
Jesús llamó a los discípulos Sus amigos (Jn. 15:13-15), y con toda libertad les expresaba
Su amor verbalmente as a sus seres queridos. Lo que las personas escuchaban en Sus
palabras, también percibían en Su actitud.
Las obras de Cristo sirven de comprobante definitivo de Su amor. Él vino al mundo a
manifestar lo mucho que nos ama el Padre. Con cada actitud, palabra y acción,
Él demostraba el amor de Dios. Por último, Su muerte en la cruz fue la demostración
suprema de este amor. Jesús dirigió nuestra mirada a ese despliegue de amor cuando dijo:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:13).
La vida de Cristo demostró, de una vez por todas, la lealtad del amor de Dios, hasta el
punto de dar la vida de Su propio Hijo.
¿Amas tú de esa manera? ¿Puede tu cónyuge detectar estos tres aspectos del amor
en ti? ¿Puede ella sentir, escuchar y observar tu amor? Los tres son importantes si quieres
convencer a tu pareja de la veracidad de tu amor.
Hay otro punto esencial en la comunicación del amor. Observa que Jesús también
dijo cómo quería ser amado. Él fue muy directo con Sus discípulos cuando les dijo: “Si me
amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15). “Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24). Jesús les pidió que
simplemente lo amaran como Él los amaba a ellos; les dijo exactamente cómo lograrlo:
negándose a sí mismos para obedecerle a Él. Al amarlo con abnegación correspondemos a
Su amor.
Toda relación duradera ha establecido cómo se debe demostrar el amor. Considera
por un momento una amistad. Probablemente en cierto momento le mencionaste a tu amigo
algo que te agradaba o desagradaba, y él hizo o dejó de hacer lo que le pediste. Si tu amigo
se negó a responder, la relación se volvió tensa, se distanciaron y posiblemente terminaron
la amistad. Cuando le comunicas a tu amigo cómo quieres que te ame, naturalmente
esperas que si te aprecia, responderá favorablemente.
Lo mismo sucede en un matrimonio. ¿Te ha pedido recientemente tu esposa que te
sientes a platicar con ella, que seas el líder espiritual del hogar o que aprecies más sus
esfuerzos? ¿Te ha pedido últimamente tu esposo que tengas la casa en orden cuando él
regresa del trabajo, que seas más cariñosa, o que no gastes más de la cuenta al ir de
compras? Es totalmente aceptable que tu cónyuge te pida que lo ames de una manera en
particular. El amor verdadero es expresivo y procura complacer al ser querido. A veces es
fácil, y a veces requiere un sacrificio, pero el amor te motiva continuamente.
Si amas y aprecias a tu pareja, no te quedes esperando pacientemente a que él
averigüe cómo deseas ser amada. Tú debes decirle cómo pueden tener una relación más
íntima, y darle una idea de cómo demostrarte su amor. Cuando Jesús amó al mundo no se
quedó esperando a que nosotros nos diéramos cuenta. Estábamos ciegos a Su amor, por lo
tanto, Él vino a decirnos y a demostrarnos Su amor. Tú debes hacer lo mismo.
Sin embargo, muchas parejas tienen dificultades con su comunicación. Guardan su
decepción y sus deseos fallidos y rara vez los mencionan. Luego en un momento de ira y
frustración surge todo en un aluvión de acusaciones y contiendas. Una invectiva de ira no
es la manera apropiada de comunicar cómo quieres ser amado. Tu cónyuge no presta
atención porque estás lanzando acusaciones e insultos y eso empeora la situación aún
más.

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ENTENDIENDO CÓMO AMAR

En lugar de eso, deben comunicarse con cariño y decirse uno al otro cómo desean
ser amados y deben responder a esos pedidos (no me refiero a pedidos pecaminosos, o a
medidas contrarias a la ética o las enseñanzas bíblicas; esos pedidos, claramente, debes
rechazarlos). El amor se esforzará con ahínco por satisfacer pedidos normales, justos y
razonables. El amor sacrificado inicia o reprime acciones y le da prioridad a las necesidades
de la otra persona.
¿Le estás comunicando a tu cónyuge cómo deseas ser amado? Si quieres
establecer tu relación, debes hacerlo. ¿Respondes tú a estos pedidos? Si quieres que tu
relación crezca, debes hacerlo. El amor bíblico sí responde.
7. El amor siempre te motiva a buscar un compromiso o la reconciliación. De nuevo,
este es el ejemplo que Cristo nos dio con Su manera de amarnos. Con Su amor Él ha
buscado la reconciliación con todo el mundo; “no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9). La obra de Dios en la cruz fue Su ofrenda de
reconciliación para todos. Fue Su compromiso en lugar del juicio. “Dios muestra su amor
para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros… Porque si
siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más,
estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Ro. 5:8,10).
¡Qué demostración de amor, el buscar la reconciliación con cada uno de nosotros!
El amor de Dios siempre busca salvar lo que está perdido. La única manera de lograrlo es
encontrar una solución al problema que separa a Dios del Hombre. Nuestro pecado nos ha
separado del Padre, y la muerte de Su hijo resolvió este problema de una vez por todas.
Él nos vio en nuestro pecado y pudo haber dicho: “Qué lástima. Tienen un grave problema.
Cómo quisiera poder ayudarlos, pero... tú te lo guisas, tú te lo comes”. Él pudo habernos
dejado en nuestro pecado y separación, pero no lo hizo. Él resolvió el problema y luego nos
ofreció el compromiso de Su gracia y Su perdón en Cristo si abandonábamos nuestro
pecado y confiábamos en Él.
Es posible que a algunos de ustedes no les parezca bien la palabra compromiso,
permítanme explicar. Dios no transigió ni doblegó ninguna de Sus normas de justicia o
santidad; Él las satisfizo por completo con Su obra en la cruz. Ideó un compromiso al juicio
entregando a Su Hijo en nuestro lugar para salvarnos de la separación eterna en el lago de
fuego. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
Tú debes hacer lo mismo en tu matrimonio. Para obtener ese amor hacia tu cónyuge
debes dar de ti mismo con sacrificio, buscar un compromiso y la reconciliación para todos
los conflictos que los dividen. El amor busca una solución y un compromiso a cada uno de
tus problemas. El amor no te da la espalda y no te dice, “Tú te lo guisas, tú te lo comes”.
Si estás en medio de un serio conflicto puede que estés pensando, “Un momento
Steve, tú no sabes cuántas veces yo he buscado un compromiso y la reconciliación, pero mi
cónyuge no está dispuesto a hacerlo”. Sí, puede que eso sea cierto y concedo que existen
situaciones en las que un cónyuge frustra y resiste todo intento de reconciliación.
Debes estar seguro de que tú sí estás dispuesto, y buscas un compromiso en toda
situación. Por ahora continúa buscando a Dios pidiendo entendimiento para resolver los
problemas que los separan. Necesitas estar listo si tu cónyuge cambia de opinión en el
futuro y busca reconciliación. Necesitas tener la actitud adecuada y todas las herramientas
necesarias para lograrlo. Recuerda, el amor de Dios dentro de ti siempre procura resolver
los conflictos. Así es el corazón del Padre.
8. El amor te insta a no llevar cuentas. Las Escrituras declaran que el amor “no
guarda rencor” (1 Co. 13:5). La palabra guardar en este pasaje significa hacer inventario en

48
ENTENDIENDO CÓMO AMAR

tu mente, enumerar o mantener una lista del mal que te hacen. En otras palabras, el amar
realmente a tu cónyuge quiere decir que no tendrás en tu mente un marcador con todos los
fracasos y fallas de tu pareja; si lo tienes, será imposible establecer una relación cariñosa.
Algunos de ustedes podrían pensar que esto es imposible. Cuando le recomiendo a
las parejas que tomen esta medida, me sorprende el número de cristianos que me ven con
una ceja alzada y me dicen que esta meta es inalcanzable. ¿Es posible? Sí lo es, ¿cómo lo
logras?
Primero, debes perdonar entera y completamente a tu pareja por el mal que te ha
hecho. El perdón es la clave fundamental para poder eliminar el inventario mental de los
fracasos de tu cónyuge. A los cristianos se les manda: “perdonáis a los hombres sus
ofensas” (Mt. 6:14). Cuando Jesús estaba en la cruz amándote a ti y a mí, Él optó por orar,
“Padre, perdónalos…” (Lc. 23:34). El amor abnegado perdona y cancela la deuda por
completo. Los pecados de tu pareja deben borrarse primero para ser extirpados del registro.
Segundo, para eliminar el marcador debes tomar control de tus pensamientos con
diligencia. La verdadera batalla se pelea en la mente y ahí es donde debes vencer.
Este es el error que cometió Caín. En el capítulo 4 de Génesis Dios explícitamente le
preguntó por qué insistía en su enojo contra su hermano Abel, y le dio un conocimiento
profundo de la naturaleza del pecado, especialmente en alimentar el rencor. Él dijo: “si no
haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo”
(Gn. 4:7 LBLA). El consejo que Dios le dio a Caín fue muy simple. Si él hubiera lidiado con
sus pensamientos de resentimiento y hubiera hecho el bien, ese pecado no lo hubiera
dominado. Sin embargo, al leer el resto de la historia vemos que Caín rechazó la Palabra de
Dios. Él continuó pensando maldades en su corazón lo cual finalmente lo llevó a asesinar a
su hermano. Asegúrate de ganar esta batalla en tu mente.
Si te acuerdas de algún pecado cometido en tu contra, es muy fácil enojarte de
nuevo. No obstante, cuando Dios perdona, Él promete: “nunca más me acordaré de sus
pecados y de sus iniquidades” (He. 8:12). La palabra acordaré en este versículo significa
“traer a la memoria o recordar”. Esta es una maravillosa promesa y un ejemplo que todos
debemos seguir en cuanto a toda afrenta que ocurra en nuestra relación. Dios no dice aquí
que Él se olvida de nuestros pecados, sino más bien que Él elige no recordarlos y no
usarlos en nuestra contra. Él no guarda resentimiento contra nosotros porque así es el
perdón verdadero. Cuando Él perdona, borra la infracción por completo y jamás la vuelve a
mencionar. Cubriré este tema en más detalle en un capítulo subsiguiente dedicado al
perdón.
No permitan que el guardar cuentas de los pecados de cada uno destruya su
relación amorosa. Perdónense mutuamente y demuéstrense su amor al no guardar en la
mente asuntos del pasado. La próxima vez que se te cruce por la mente una afrenta del
pasado, elige perdonar de nuevo y no medites sobre ello. La mente es una herramienta muy
poderosa, por lo tanto, úsala para el bien. Tal como lo dijo Pablo: “Por lo demás, hermanos,
todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad… y
el Dios de paz estará con vosotros” (Fil. 4:8,9). ¡Estas son las cosas que debes contemplar
en tu mente! Si lo haces, el Dios de paz estará contigo.
9. El amor te motiva a confiar en tu cónyuge. La confianza es uno de los ingredientes
más fundamentales en cualquier relación sólida y duradera. Pablo declaró que el amor “todo
lo cree”, revelando lo necesario que es la confianza en toda relación de amor (1 Cor. 13:7).
Para crecer en amor, la confianza se debe expresar verbalmente y todas tus acciones la
deben confirmar. Por otra parte, para fomentar la confianza entre ustedes, también deben

49
ENTENDIENDO CÓMO AMAR

tratarse con cariño. El amor inspira confianza y la confianza te motiva a amar. Uno siempre
genera al otro.
No obstante, cuando las parejas vienen a una consulta y su relación consiste en
sospechas y celos, el problema siempre surge por la falta de amor. A veces la sospecha
nace cuando no se expresa el amor, y eso da lugar a la siguiente duda en la mente de tu
pareja, ¿me amará todavía esta persona? A veces los celos provienen de un problema
personal arraigado en las profundas inseguridades de uno de los cónyuges lo cual hace que
no esté dispuesto a recibir el amor expresado por el otro. En otras ocasiones existe una
falta de confianza porque uno de los cónyuges cometió adulterio, acostumbra a mentir o
consume estupefacientes. Todos estos destruyen la intensidad del amor y de la confianza
entre dos personas. Sin embargo, no quiero que me malentiendas. Si esta conducta abusiva
continúa descaradamente, Dios no requiere que le tengamos confianza. Las Escrituras nos
mandan no creerle a alguien cuando muestra odio o engaño. Salomón nos advierte, “El que
odia disimula con sus labios; Mas en su interior maquina engaño. Cuando hablare
amigablemente, no le creas…” (Pr. 26:24-25).
¿Cómo rompe el amor esta barrera, que aparenta ser insuperable, y cómo establece
la confianza de nuevo? Únicamente al poner en práctica cada una de las acciones de amor
que mencioné anteriormente en este capítulo. El amor encontrará el momento preciso para
que los dos platiquen acerca de esta falta de confianza y puedan reconciliarse y restaurar
su relación. La comunicación debe ser sincera y cariñosa; deben confesar toda trasgresión
que haya destruido la confianza, perdonar y decidir no volver a mencionarlo. Sólo entonces
volverá a tu relación el amor y el precioso fruto de la confianza.
¿Amas a tu cónyuge con este tipo de amor confiado? ¿Acostumbras a expresarle tu
confianza a tu cónyuge? Aún más, ¿vives de tal manera que tu pareja no tiene razón para
dudar de ti o de tu amor?
10. El amor te motiva a entregarte hasta que no haya más remedio. Esta es la
cualidad tolerante y sufrida del amor que se esfuerza y lucha por una relación.
Es la característica del amor que busca un remedio y espera, a pesar de los pronósticos,
que se encuentre una solución. El amor se compromete a seguir los principios antes
mencionados por el tiempo que sea necesario. El amor no se echa atrás hasta que es
evidente que no hay solución dada a la renuencia de la otra persona. El amor se retira para
esperar. Pablo describe esta cualidad cuando dice: “El amor es sufrido… todo lo sufre, todo
lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Co. 13:4, 7,8).
De nuevo, así es como Dios ha demostrado Su amor por nosotros.
Uno de los mejores ejemplos de esta cualidad del amor se encuentra en la historia
de la nación de Israel. Dios dijo que Él “los amó” y los escogió para ser “más que todos los
pueblos que están sobre la tierra”. Él no los escogió por alguna virtud de ellos, sino para
Sus propios propósitos (Dt. 7:6-8). La historia de Israel es una larga demostración de Su
cuidado, provisión, protección, redención y sufrimiento. A veces el pueblo correspondía al
amor de Dios guardando Sus mandamientos. Luego volvían a servirse a sí mismos y a sus
ídolos vanos. Su infidelidad resultaba en la corrección de Dios y su arrepentimiento. Ellos se
desviaban una y otra vez y sin embargo, Dios continuaba enviándoles a sus profetas para
corregirlos e instruirlos. Hicieron escarnio de algunos y otros fueron eliminados, aun así,
Dios continuó extendiendo Su mano hasta que “no hubo ya remedio” (2 Cr. 36:15,16).
Finalmente, el pueblo estaba “dado a ídolos,” como dijo el profeta Oseas lo cual demostró
que ellos ya no responderían a Su reprensión (Os. 4:17). Como castigo, Dios permitió que
los asirios y los babilonios los tomaran cautivos por su rebeldía. Su propósito al permitir el

50
ENTENDIENDO CÓMO AMAR

cautiverio fue aguardar con la esperanza de que se arrepintieran para que Él pudiera
regresarlos a su tierra.
Tal como Dios le demostró Su amor al pueblo de Israel, así ha declarado Su
devoción por ti. Él dice: “Nunca te dejaré ni te desampararé” (He. 13:5 LBLA).
Cuán benévola es esta promesa. Dios rara vez usa la palabra nunca porque muy pocas
veces es aplicable. En toda la Biblia se usa solamente ciento diez veces y Dios la usa sólo
treinta y siete veces en sus promesas a Su pueblo. Él usa esa palabra para recalcar Su
entrega de amor completa y total. Toma nota de este principio. Dios, quien te ama, nunca se
echará atrás en tu relación. Si alguien se aleja, no será Él, de eso puedes estar seguro.
Él se ha comprometido a perseverar y no darse por vencido. ¡Puedes contar con eso!
¿Tienes este tipo de dedicación y entrega para tratar de salvar tu matrimonio?
Este tipo de paciencia y dedicación es esencial si quieres encontrar las soluciones que
buscas en tu relación. Ambos deben estar dispuestos a perseverar y no darse por vencidos.
Irónicamente, a veces veo a un cónyuge darse por vencido mientras su pareja quiere
reconciliarse y establecer la relación. Con el tiempo, la persona indiferente cambia de
opinión, se compromete a buscar la reconciliación y se encuentra con que la otra persona
se dio por vencida. Y toda la situación comienza de nuevo del lado opuesto. No te rindas
muy pronto. Lleva tiempo ver un cambio en el corazón; debes ser realista con tus
expectativas. Tu cónyuge tardará en cambiar de actitud, así que no te apresures a tomar
medidas drásticas. El amor concede suficiente tiempo para la obra de Dios.
¿Ves ahora por qué el amor es esencial para establecer la relación y el
compañerismo que anhelas en tu matrimonio? El amor de Dios que mora en ti te dará la
facultad para hacer todo lo que Él requiere y hará que persistas cuando la situación se
ponga difícil. Si conoces y aplicas estos principios del amor en tu matrimonio, te ayudarán a
convertirte en una buena compañera para tu pareja. Si quieres comenzar, estos son los
pasos que debes seguir.

Medidas a tomar
1. Pídele a Dios que te revele tu definición del amor.
2. Pídele a Dios que cambie tu corazón y tus ideas que son contrarias a las de Él.
3. Pídele a Dios que te dé la facultad para comenzar a andar en amor.

Repaso
Repasemos antes de terminar esta sección. Cada uno de estos capítulos presenta
una piedra fundamental para la edificación de un matrimonio duradero.
1. Debes estar dispuesta a hacer todo lo que Dios requiere de ti y a esforzarte por
establecer tu relación. Esta actitud es esencial para emprender cualquier cambio.
2. Debes estar convencido de la meta bíblica principal que es la unidad y el
compañerismo. Debes proponerte alcanzar esta meta si quieres dar en el blanco.
3. Debes tener una relación personal con Cristo. Así es como obtienes el poderío
necesario.
4. Debes ceder a la autoridad de la Palabra de Dios y aceptarla como tu criterio de la
verdad. Esto te mostrará el plan de acción que necesitas para establecer el
compañerismo.
5. Necesitas una nueva definición del amor. Eso te dará la facultad para entender y
para tomar las medidas adecuadas en el momento indicado.

51
ENTENDIENDO CÓMO AMAR

¿Cuál es el siguiente paso? Cuando estés dispuesto a implementar las soluciones


de Dios para edificar tu relación y hayas establecido una relación con Él, necesitarás
aprender a resolver conflictos. Si no aprendes a hacer esto y a iniciar la reconciliación con
cada conflicto nuevo que surja, no podrás construir una relación nueva. Es esencial que
primero resuelvas los conflictos del pasado, de otra manera no podrás seguir adelante.
¿Cómo lo haces? ¿Qué pasos debes seguir? Este es el tema del siguiente capítulo.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 5


¿Puedes definir el amor verdadero y sus acciones? ¿Puedes describir en términos
prácticos lo que debes hacer para demostrarle amor verdadero a tu cónyuge? Si puedes
explicar las expresiones prácticas del amor, ¿las practicas regularmente? ¿Las practicas
aun cuando tu cónyuge no te está demostrando amor a ti? Estas son las preguntas
esenciales que debes contestar si quieres entender cómo amar y cómo establecer la
relación con tu pareja.

A. Escribe las definiciones bíblicas del amor que se encuentran en el capítulo 5.

Después de cada una de ellas, escribe por lo menos dos maneras en las que puedas
implementar, de una manera práctica, este tipo de amor hacia tu cónyuge.

1. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

2. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

3. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

4. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

52
ENTENDIENDO CÓMO AMAR

5. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

6. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

7. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

8. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

9. _____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

10. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Enumera las diez definiciones de lo que el amor te motiva a hacer.
2. Toma cada definición del amor y aplícalas a determinadas medidas que debes tomar en
tu relación. ¿Cómo pensarás, hablarás y actuarás?

53
SEGUNDA SECCIÓN

¿QUÉ TE IMPIDE ESTABLECER EL COMPAÑERISMO


Y LA UNIDAD CON TU CÓNYUGE?

Una vez que el contratista ha fijado los cimientos de la casa, el proceso de


edificación puede seguir su curso. Siempre surgen problemas al combinar los diferentes
materiales para construir un edificio. Igualmente, también surgen problemas cuando juntas a
dos personas muy diferentes y tratas de convertirlas en una sola carne.
En esta sección quiero abarcar los puntos fundamentales que se oponen al
crecimiento de la relación entre ustedes dos. ¿Qué cuestiones te impiden ser la compañera
y amiga de tu cónyuge? ¿Por qué existen tantos conflictos entre ustedes? ¿Y cómo pueden
resolver de una vez por todas los desacuerdos recurrentes? Comencemos con la raíz del
problema que impide el inicio de la edificación.

6
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
“Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” Stg. 3:16

S
i un día vas al médico con fiebre muy alta y el médico determina que tienes una
grave infección interna, ¿qué haría él? ¿Trataría sólo los síntomas de tu enfermedad
y te enviaría a casa con una compresa de hielo, o te daría dos aspirinas y te diría
que le llames al día siguiente? ¡Seguro que no! Un buen médico haría mucho más.
Te sometería a un examen completo y a una serie de análisis para determinar la causa de
tu dolencia. Luego, tomaría medidas para atacar la causa del problema, tal como recetar
medicamentos o programar una cirugía. Un médico no trataría sólo los síntomas visibles.
De la misma manera, no quiero comenzar esta nueva sección tratando los síntomas,
sino la raíz misma que te impide establecer una unión y un compañerismo verdadero con tu
cónyuge. Si destruimos la raíz de un árbol deficiente, el fruto podrido naturalmente se
marchitará y morirá por sí solo. ¿No deseas sembrar un árbol nuevo que produzca el fruto
dulce de amor e intimidad entre ustedes? La única manera de lograr esto es poniéndole el
hacha a la raíz del árbol de tus malas costumbres. Juan Bautista dijo a los líderes religiosos
de su era, quienes tenían una abundancia de mal fruto en sus vidas, “Haced, pues, frutos
dignos de arrepentimiento” (Mt. 3:8). Luego les explicó cómo se logra el cambio y el
arrepentimiento. Él dijo, “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por
tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Mt. 3:10).
Es imprescindible que determines lo que impide tu relación y pongas el hacha a la raíz de
esa actitud o esa acción en particular. Dios quiere sembrar en tu corazón, con el poder de
Su Espíritu, una actitud nueva y amorosa hacia tu compañero la cual producirá el fruto que
anhelas.
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

¿Qué impide el verdadero compañerismo y causa los conflictos entre ustedes,


dejándolos distanciados e infelices en su matrimonio? ¿Existe un factor principal causante
de todos los desacuerdos que están viviendo? Reflexiona por un momento sobre lo único
que las Escrituras requieren que hagamos para reconciliarnos con Dios y seguirlo a Él.
Jesús afirmó nuestra mayor necesidad al decir: “Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida,
la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mt. 16:24-25). Jesús
aclaró que los discípulos no podían continuar viviendo para sí, y al mismo tiempo seguirlo a
Él. El “yo” debe negarse hasta la muerte. Estos hombres fueron llamados a crucificar sus
vidas personales por respeto a Aquel que los llamó. Jesús sabe que el “yo” debe ser
destronado si has de entronarlo a Él como Señor de tu vida.
Una vida egoísta mantiene a una persona en conflicto con Dios y alejada de Él.
Si quieres seguir a Cristo, te será imposible vivir egoístamente. Es más, Pablo le explicó
esta misma verdad a la iglesia en Corinto, y la consideró una de las causas de los muchos
conflictos que ellos tenían. Él les instó que ya que Cristo “por todos murió…los que viven, ya
no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Cor. 5:15). Él explicó que
el vivir para sí es contrario a vivir para Cristo. El egoísmo es el factor principal que Dios
quiere tratar en la vida de cada uno. Solamente si renuncias a una vida de egoísmo puedes
comenzar a vivir para Él y verdaderamente servir a los demás.
El apóstol Santiago también le escribió a la iglesia explicando por qué los creyentes
en ese tiempo tenían tantas contiendas. Él declaró, “donde hay celos y contención, allí hay
perturbación y toda obra perversa” (Stg. 3:16). La palabra perturbación significa un estado
de inestabilidad y desorden en todas las relaciones. El egocentrismo es la causa de la
inestabilidad y el desorden en todas las relaciones. La envidia igualmente es muy
egocéntrica porque sólo se preocupa por obtener para sí lo que le pertenece a otro.
Recuerda que todo conflicto y afrenta que hayas tenido comienza con un enfoque en el yo.
Si quieres llegar a la raíz de los conflictos en tu relación aquí está: el egoísmo.
No cubras la herida con un curita, ni trates solamente los síntomas. Si quieres
determinar la raíz de todos los problemas en tu relación, comienza con esto. Ataca la raíz
de lo que está produciendo todo el mal fruto.

¿POR QUÉ EL EGOÍSMO ES LA RAÍZ DEL PROBLEMA?


La respuesta a esta pregunta es muy simple. El egocentrismo es contrario al amor.
Pablo le manifestó esta valiosa verdad a la iglesia de Corinto cuando les explicó que el
amor “no busca lo suyo” (1 Cor. 13:5). Cuando amas a alguien te preocuparás por su
bienestar más que por el tuyo propio. Pablo ya les había enseñado esta verdad a los
corintios cuando les ordenó: “Ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Co. 10:24).
Por lo tanto, el amor y el egoísmo no pueden coexistir; son como el agua y el aceite.
Siempre ten presente la siguiente verdad: la medida de amor por el prójimo equivale a la
medida de abnegación de sí mismo.
Todos los conflictos que tienes con tu cónyuge son el resultado de una sola cosa: el
egoísmo. Es la batalla entre tu egoísmo y el de tu pareja. Es una batalla entre albedríos;
¿quién se saldrá con la suya y quién lo logrará primero? Sin embargo, nadie gana esta
batalla porque el egoísmo siempre destruye.
Actualmente, el discernimiento de este mundo nos enseña que debemos conservar
el yo y ocuparnos de nuestra propia persona. Debes ser de carácter firme, independiente y
tener la autoestima alta. Incluso, existe una revista que se dedica a propagar este mensaje,

55
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

se llama Self (Yo). Sin embargo, si complaces al yo no ejerces el discernimiento que


proviene del cielo.
El énfasis del yo en la actualidad es una muestra del rechazo de los valores
piadosos. En la última epístola de Pablo, él predijo lo que acontecería en los días postreros.
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque
habrá hombres amadores de sí mismos…” (2 Ti. 3:1-2 se agregó subrayado). ¿No es este
un gesto indicativo de nuestros tiempos? Dios no quiere que sus hijos vivan así porque Él
sabe el daño que esta actitud causa en todas las relaciones humanas.
La Palabra de Dios nos enseña algo muy diferente: “Pero la sabiduría que es de lo
alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de
buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para
aquellos que hacen la paz” (Stg. 3:17,18). Para que reine la paz en tus relaciones, debes
vivir justamente. Él explica que vivir justamente significa ser amable, bondadoso y lleno de
misericordia hacia los demás. La sabiduría de Dios es contraria al egoísmo y produce un
fruto diferente. Es la naturaleza dadivosa de Dios que se expresa por medio de ti.
Nuestra naturaleza básica no es esa. Tu naturaleza y la mía son egoístas hasta la
médula. Pablo dijo, “todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Fil. 2:21).
Así eres tú en el fondo de tu alma al igual que tu cónyuge. No obstante, tu naturaleza se
puede transformar para que reflejes el amor de Dios y puedas dar desinteresadamente.
Explicaré cómo ocurre esto en un capítulo subsiguiente.
La segunda razón por la que creo que el egoísmo es el obstáculo principal para el
compañerismo deriva de mi experiencia personal en asesoramiento. En todas las parejas
que he asesorado, el egoísmo estaba en el centro de los problemas matrimoniales. No fui el
único en llegar a esa conclusión, por lo general, las parejas que he asesorado también lo
reconocieron.
Tengo un ejercicio que tarde o temprano doy de tarea a la mayoría de las parejas.
Los envió a casa y les digo que escriban una lista de todas las áreas en las que están
viviendo egoístamente y les pido que regresen la semana siguiente. Asienten con la cabeza
y acuerdan hacerlo. Sin falta, regresan con una lista bastante larga. Luego, simplemente
reviso sus listas y trato de mostrarles de qué manera sus acciones egoístas son la causa
principal de sus problemas.

¿DE QUÉ MANERA ESTÁS VIVIENDO EGOÍSTAMENTE?


Ahora tómate unos minutos y escribe tu propia lista. ¿De qué manera estás viviendo
egoístamente? ¿En qué áreas de tu vida has colocado en el trono al yo? ¿Cómo afecta tu
egoísmo la relación con tu cónyuge? Si tomas el tiempo para ser sincero contigo mismo y
aceptas mi desafío, te rendirá fruto abundante. Una advertencia, ten cuidado de no
enumerar las faltas de tu cónyuge. Concéntrate sólo en tu propio egoísmo. Recuerda,
“saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu
hermano” (Mt.7:5). Jesús manifestó claramente en este pasaje que primero debes
examinarte a ti mismo para poder ver claramente las faltas del otro. Esto es muy cierto, y en
particular en el matrimonio.
Una vez que hayas hecho tu lista, considera cómo tu egoísmo contribuye a tus
conflictos. Este ejercicio requiere franqueza y una revisión minuciosa del corazón.
Si te examinas con toda sinceridad podrás ver cómo tu egoísmo impide la intimidad y el
compañerismo con tu pareja.
Permíteme darte una idea de dónde comenzar a buscar. ¿Cómo es el egoísmo en el
matrimonio? El egoísmo tiene muchas caras, todas ellas son desagradables. A veces el yo

56
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

se manifiesta de una manera atrevida y agresiva como cuando la persona insiste en salirse
con la suya. Es su voluntad o la de nadie. Es una demanda directa de yo primero.
A veces esta demanda descarada va acompañada de un arranque violento de ira para
lograr su propósito por medio de la intimidación.
En otras ocasiones el egoísmo es muy sutil. Puede tener la cara apacible de
manipulación mañosa con palabras mansas. Pero en realidad, sigue siendo una presión
constante para imponer su voluntad sobre ti. Se percibe también en la obstinada renuencia
a doblegarse o a comprometerse aún en los asuntos más insignificantes. Cuando esa
voluntad no se reconoce y no se asiente a ella, hay una actitud de indiferencia y
descontento hasta que la otra persona finalmente se rinde.
No importa si el egoísmo es descarado o sutil, sigue siendo la raíz de los problemas
entre ustedes. Amado, no te engañes. Cuando permites que reine en tu corazón la
intolerancia, la obstinación, la autojustificación y la falta de moderación, eso resulta en todo
tipo de consecuencias negativas en tu relación. Sólo al poner el hacha a la raíz de este
árbol podrás ver el fruto que anhelas en tu vida y en tu matrimonio. Nuevamente te sugiero
que te tomes unos momentos y hagas este ejercicio. Si tú y tu cónyuge están leyendo este
libro juntos, por favor escriban sus listas por separado. De esa manera podrán concentrarse
en su propio egoísmo y no en el de su pareja.

¿CÓMO PUEDES VENCER EL EGOÍSMO?


Al reconocer tu egoísmo darás un enorme paso hacia la resolución de los conflictos
matrimoniales. Si logras hacerlo, has ganado la mitad del camino. No obstante, debes hacer
más que sólo reconocer tu actitud egoísta. Debes vencerla en tu relación cotidiana.
Dios quiere librarte de tu servidumbre al yo, para hacerte siervo de Él y de tu ser querido.
¿Cómo se logra este cambio en términos prácticos? He aquí la sugerencia de los
pasos a seguir.

1. Examina con candidez tus pensamientos y los motivos de tu corazón.


Es imprescindible hacer un inventario sincero del yo porque el egoísmo comienza en los
pensamientos y los motivos del corazón. Mucho antes de que pongas en acción el egoísmo
en tu vida, éste surgirá en el concepto que tienes de ti mismo y de tu cónyuge.
Esta es la razón por la que Jesús desafió a los escribas al decir, “¿Por qué pensáis
mal en vuestros corazones?” (Mt. 9:4). Jesús conocía la aberración de sus corazones y les
instaba a examinar su manera de pensar para que percibieran su error. La mentalidad de
una persona se forma conforme al contenido de su corazón (Mat. 15:19). Es por eso que
debes examinar tus pensamientos. Un escrutinio te permitirá ver si los motivos de tu
corazón son egoístas o no.
Además, debes considerar el concepto que tienes de tu propia persona.
Simplemente, presta atención a la manera en que te percibes a ti mismo y esto te iluminará.
Pablo dijo, “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”
(Gá. 6:3). ¿Te consideras superior a tu cónyuge, más perspicaz, más prudente?
Estos pensamientos revelan una mentalidad egoísta y arrogante que resultará en muchos
conflictos y muy poco compañerismo.
Permíteme darte otro ejemplo bíblico de cómo una actitud egoísta destruye
relaciones. El apóstol Santiago les escribió a los cristianos judíos acerca del problema que
tenían al favorecer a los ricos cuando se reunían en la iglesia. Él indicó que el problema
originaba en sus mentes. Él les dijo, “venís a ser jueces con malos pensamientos” (Stg. 2:4).
Ellos probablemente pensaron, estos creyentes adinerados nos pueden dar muchas cosas.

57
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

Más vale que seamos amables con ellos y les demos los mejores asientos. Santiago expuso
sus pensamientos e intenciones egoístas, las cuales eran todo lo contrario a lo que Cristo
representa.
Deja que el Espíritu Santo comience Su obra en ti. Él te revelará, fácil y
rápidamente, el egoísmo en tu corazón. Si te rindes ante Él, pondrás el hacha a la raíz del
árbol.

2. Ruega por la compunción del Espíritu Santo. Esto es lo que da inicio a todo
cambio y así comienza el proceso de salvación en tu corazón. Jesús dijo que cuando llegara
el Espíritu Santo, “él… convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8).
Su compunción hizo que primero reconocieras que el pecado te había separado de Dios, y
luego cambió tu manera de pensar y el rumbo de tu vida. Cuando de repente ves los malos
pensamientos e intenciones que tienes hacia tu pareja, este es el resultado de la obra del
Espíritu Santo que te compunge para efectuar un hermoso cambio en tu relación.
Pablo también enseñó que la compunción es el fruto de la Palabra de Dios en tu
corazón. Las Escrituras son útiles para “enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir
en justicia…” (2 Ti. 3:16). La palabra “redargüir” en este versículo significa “compungir”.
Por lo tanto, cuando estudies la Palabra recibirás doctrina o enseñanza. Mientras adoctrina,
la Palabra da origen a la compunción, da inicio a la corrección y finalmente te encamina
hacia la rectitud. Es por eso que en el capítulo 4 hice hincapié en cuán necesario es aceptar
la Palabra de Dios como el criterio de la verdad; si no lo haces, la obra de compunción no
se llevará a cabo.
Cuando menciono compunción, no me refiero a la condenación. La compunción es
ese dulce y tierno empujoncito del Señor que te lleva a rendirte voluntariamente ante Él.
Condenación es todo lo contrario y viene del acusador de los hermanos (Ap. 12:10).
Te aleja de Dios haciéndote creer que te pasaste del límite, que has pecado demasiado y
por lo tanto no puedes recibir Su perdón y no puedes cambiar. Debes entender la diferencia.
Comienza hoy pidiéndole al Señor que te muestre tus pensamientos egoístas y
cómo estos afectan a tu cónyuge. Pídele que te revele cómo es que tus acciones están
causando los conflictos y la falta de compañerismo. Pídele la compunción para cambiar por
dentro y por fuera, y comenzará a brotar un fruto muy diferente en tu relación.

3. Opta por rechazar tus pensamientos e intenciones egoístas. Después de que


determines en qué áreas estás viviendo egoístamente y eso te compunja, tendrás que
tomar una decisión. ¿Rechazarás tus deseos egoístas y optarás por vivir y actuar de una
manera diferente u optarás por rechazar la compunción? Una cosa es saber lo que no
debes hacer, y otra cosa es responder a la compunción y dejar de hacerlo. En realidad,
es simplemente una decisión.
A través de las Escrituras podemos ver que la clave para la vida verdadera depende
de tu elección. Recuerda que Josué instó a los hijos de Israel, “escogeos hoy a quién
sirváis” (Jos. 24:15 se agregó subrayado). Dios le rogó a su pueblo por medio del profeta
Isaías, “escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto” (Is. 56:4 se agregó subrayado).
Moisés les advirtió a los judíos, “Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la
maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Dt. 30:19 se agregó
subrayado).
El negarte a ti mismo y rechazar tus pensamientos egoístas es tu opción. Sólo tú
puedes tomar esa decisión. Todos los días debes optar por negarte a ti mismo, tomar tu
cruz y servirle a Cristo. Esto incluye servirle a tu cónyuge.

58
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

Debes tomar una decisión sobre cada asunto en el que egoístamente te alejas de tu
pareja. Puede que estés tomando esa decisión al leer esto. En este momento estás en
medio de una batalla espiritual entre la compunción de Dios, tu voluntad y las mentiras de
Satanás. Reconoce sus mentiras y resístelas. Satanás no quiere que vivas una vida
abnegada. Y hasta que esta batalla disminuya debes optar continuamente por someterte a
la voluntad del Señor. Pídele a Dios que concuerde tus pensamientos con los Suyos y que
te llene con la victoria que Él promete. Recuerda, “Someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros” (Stg. 4:7).

4. Entrégate por completo al Señor. ¿De dónde obtienes el poder para continuar
firme en tu decisión de negarte a ti mismo? Lo obtienes al entregarte al Señor. Una entrega
total de tu corazón te capacitará para cambiar de una vida egoísta a una vida abnegada.
De esta manera se manifestará el poder del Espíritu Santo en tu vida. Esa entrega al Señor
te transforma de egoísta a dadivoso.
Cuando te sometes por completo a Cristo, Él viene y toma control de tu vida. Esto es
justo lo que Él ha estado esperando que hagas. Al entregarte a Él, te llenará de Su Espíritu
Santo y te habilitará para cambiar. El Espíritu Santo es el único que puede transformar un
corazón egoísta en un corazón dadivoso porque Él es más fuerte que la naturaleza
pecaminosa que hoy te controla. El Espíritu anhela transformarte y como dijo Pablo, esta es
Su obra: “somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu
del Señor” (2 Cor. 3:18). Si así es como ocurre la transformación, ¿le pides diariamente al
Señor que te llene de Su Espíritu Santo? Dios está predispuesto a cumplir ese deseo.
Jesús dijo, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
(Lc.11:13). ¿Se lo estás pidiendo?
El Espíritu Santo es el que te transforma en la imagen y semejanza de Cristo.
¿Es Cristo dadivoso? ¡Por supuesto que sí! Y con Su Espíritu obrando dentro de ti,
¡Él te hará dadivoso a ti también! Él te hará como Jesús.
Hay otra promesa de la Palabra de Dios, “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne” (Gá. 5:16). La carne es la que continuamente nos hace regresar a una
vida egoísta y lucha en contra de nosotros en cada paso del camino. ¿Por qué? Porque la
raíz de nuestra naturaleza humana es egoísta y rebelde. Es por eso que sientes esa
influencia constante todos los días de tu vida. Si a diario estás lleno de Su Espíritu y
caminas bajo Su control, Él dominará esa poderosa atracción hacia el egoísmo.
Para andar en el Espíritu tienes que optar por hacer morir las obras de tu naturaleza
egoísta. Pablo explicó cómo hacerlo, “si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el
Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Ro. 8:13). Pablo reconoce que tienes
que tomar una decisión. Observa que incluye la palabra si con cada opción. Con el poder
del Espíritu debes negar las obras de la carne y confiar que Su gracia habilitadora te
ayudará a vivir. Una cosa está muy clara, Su vida dentro de ti siempre te habilitará para
servir a los demás antes que a ti mismo.
El Espíritu Santo es capaz de lograr esta obra y obrará en ti si te entregas totalmente
a Él. No te pierdas esta transformación en tu vida. ¡Es emocionante y muy gratificante
observar el progreso! Deja que Él te cambie y te fortalezca. Él está esperando tu invitación.

5. Confiesa tu egoísmo. Una vez que reconozcas tu egoísmo y comiences a


combatirlo ante Dios, llegará el momento de abordarlo con tu cónyuge. Mi sugerencia es

59
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

obedecer el mandato del apóstol Santiago, “Confesaos vuestras ofensas unos a otros,
y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Stg. 5:16).
Si quieres sanar tu matrimonio, esto es lo que debes hacer. ¿Por qué es tan
importante este proceso? Porque un cristiano admite sus errores cuando ha ofendido a
alguien. ¿Qué ocurriría si le confesaras a tu pareja lo que Dios te ha mostrado acerca de tu
egoísmo? ¿Y si le pidieras perdón y Su intervención para efectuar un cambio en tu vida?
¿Cómo respondería tu pareja a este tipo de humildad y franqueza? ¿No crees que tu
cónyuge respondería amable y cariñosamente? ¿No crees que este gesto sanaría tu
relación y fomentaría una intimidad más estrecha y un amor más profundo?
Dios requiere este tipo de humildad y sinceridad en nuestras relaciones. Sin esto,
Él no bendecirá nuestros intentos por cambiar estas áreas de nuestra vida. Salomón
declaró, “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia” (Pr. 28:13). No permitas que el pecado del orgullo te impida dejar
por completo tu comportamiento egoísta.
Cuando le confiesas tus necesidades a tu cónyuge, no sólo adquieres una intimidad
más estrecha, también tendrás la ventaja adicional de su apoyo en la oración. Observa el
resto de Santiago 5:16, “La oración eficaz del justo puede mucho”. Al orar juntos lograrán
cosas notables que aún no han visto. ¡Fomentarán una intimidad más estrecha si oran
juntos por estos asuntos! No se pierdan este recurso para la unidad.

6. Opta por amar en toda circunstancia. Esta acción por sí sola puede influir tu
relación endeble más que cualquier otra. Cuando comienzas a demostrar amor en
circunstancias donde anteriormente actuabas con egoísmo, tu cónyuge inmediatamente
notará la diferencia. Al principio pensará que es una casualidad, pero después de un tiempo
comenzará a creer que verdaderamente has cambiado porque tus acciones lo llevarán a
esa conclusión.
El verdadero amor hacia tu esposa se manifestará en tu paciencia o en la suavidad
de lo que antes era un tono áspero de voz. Ese amor tomará control de las reacciones
impulsivas que te dominaban; cuando tu cónyuge note que ya no insistes en tu propio
parecer, sino que buscas complacerla, se ablandará su corazón. Tu ejemplo animará a tu
pareja a responder de la misma manera. El amor de Dios está diseñado para infundir más
amor. Pablo dijo, “considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras” (He. 10:24). La palabra “estimularnos” significa “provocar”. En otras palabras,
tus acciones de amor provocarán a otros a que respondan a ese amor, así como la ira y el
egoísmo provocan las obras de la carne.
Ahora, puede que estés pensando... Sí, puede que eso les dé resultado a algunas
personas, pero usted no conoce a mi esposa. Ella está tan endurecida y es tan indolente
que ¡nada la hará cambiar! Y sí, tengo que admitir que he visto a algunas personas luchar
larga y arduamente para resistir las demostraciones de amor de su pareja. Pero el amor es
el peor adversario de todos porque no hay razón justificada para pelearlo. Por otra parte,
si alguien guarda resentimiento y es agresivo, parecería que tiene una excusa perfecta para
no mostrar amabilidad (me refiero a una perspectiva humana y no espiritual). Sin embargo,
si tu cónyuge te demuestra amor no tienes excusa para continuar con un corazón
endurecido. Por lo tanto, no le des a tu pareja una excusa para continuar con su indolencia,
opta por amar a tu pareja en toda circunstancia. Esa es la mejor oportunidad que tienes
para ver un cambio en tu matrimonio.
Al amar sin condición habrás demostrado la entrega total que Dios requiere. Él te
pide que ames aún a tus enemigos. Si en este momento tu cónyuge es tu enemigo, igual se

60
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

te ordena que lo ames. Opta por hacerlo y tu obediencia le agradará al Señor. He visto
muchos matrimonios que parecían estar perdidos y han cambiado su rumbo porque una de
las personas estaba dispuesta a obedecer a Dios y a amar en cualquier circunstancia; y con
el tiempo el corazón del cónyuge renuente se suavizó. La reconciliación total puede ocurrir,
pero ¡requiere mucho trabajo! Esto es amor.
Como recordatorio de los gestos de un amor práctico, repasa el capítulo 5.
Esto te ayudará a determinar de qué manera Dios quiere que ames sin condición.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 6


¿Qué impide el compañerismo verdadero, crea conflictos entre ustedes y los hace
sentir distantes e insatisfechos en su matrimonio? ¿Existe una causa fundamental de los
desacuerdos y problemas que tienen como pareja? Considera por un momento lo que las
Escrituras requieren de ti para reconciliarte con Dios y poder seguirlo a Él. Jesús lo dijo
directamente: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz,
y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida
por causa de mí, la hallará” (Mt. 16:24-25). Jesús estableció claramente que los discípulos
no podían continuar viviendo para sí mismos y a la vez seguirlo a Él. Tenían que negarse a
sí mismos, de ser necesario, hasta la muerte. Estos hombres fueron llamados a acercarse a
la cruz en sus vidas personales en nombre de Aquel que los llamó. Jesús sabía que el yo
tenía que ser destronado para que Él pudiera ser Señor de sus vidas. Lo mismo sucede
contigo.

A. ¿Por qué el egoísmo es la causa fundamental de todos tus problemas? Lee las páginas
55-56. ________________________________________________________________
______________________________________________________________________

B. Lee los siguientes versículos y escribe lo que aprendiste sobre el egoísmo.


1. En 2 Timoteo 3:2, ¿cuál es la primera característica de los últimos días que Pablo
menciona? __________________________________________________________
___________________________________________________________________
2. En Filipenses 2:19-21, ¿cuál fue el estilo de vida que Pablo observó en sus
contemporáneos? _____________________________________________________
___________________________________________________________________
3. En Filipenses 2:20, al vivir desinteresadamente, ¿qué es lo que Timoteo hace
naturalmente? _______________________________________________________
___________________________________________________________________
4. En 1 Corintios 13:5, ¿cómo define Pablo el amor? ___________________________
___________________________________________________________________
5. En 1 Corintios 10:24, ¿qué dijo Pablo que debías hacer en lugar de buscar tu propio
bien?_______________________________________________________________
___________________________________________________________________

C. Haz una lista de cómo estás viviendo egoístamente con tu pareja.


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

61
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

6.______________________________________________________
7.______________________________________________________
8.______________________________________________________

D. Después de leer las medidas prácticas que puedes tomar para superar tu egoísmo en
las páginas 57-61, escribe cómo puedes cambiar el comportamiento egoísta que
mencionaste en la pregunta anterior.
1.______________________________________________________
______________________________________________________
2.______________________________________________________
______________________________________________________
3.______________________________________________________
______________________________________________________
4.______________________________________________________
______________________________________________________
5.______________________________________________________
______________________________________________________
6.______________________________________________________
______________________________________________________
7.______________________________________________________
______________________________________________________
8.______________________________________________________
______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Comenta con el grupo cómo tu egoísmo dificultó una relación anterior, distinta a tu
matrimonio.
2. Sin mencionar nombres o detalles, cita un ejemplo de un matrimonio que fracasó por el
egocentrismo.
3. Comenta cómo tus pensamientos y tus intenciones egoístas han dificultado la relación
con tu cónyuge.

62
7
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” Jer. 29:11

teve y Donna llevaban aproximadamente tres años de casados cuando los asesoré

S por primera vez. Donna era muy sociable y comunicativa. Hablaba a mil por hora
sobre cualquier tema. Steve era todo lo contrario. Era un hombre muy callado y
reservado que no hablaba a menos que alguien le dirigiera la palabra. Apenas dijo una
palabra durante nuestras sesiones de asesoramiento.
Tuvieron dificultades en su matrimonio desde el principio. Donna quería que su
esposo participara más en las actividades sociales de ella. Quería que fuera más amigable
y que los domingos platicara más con la gente después del culto. Donna lo fastidió tanto
que él comenzó a guardar más y más resentimiento y finalmente se negó a participar en
absoluto en todo aspecto de su matrimonio. Ella estaba totalmente frustrada y preguntó,
—¿Por qué no puede él relacionarse con los demás igual que yo? Él no se interesa por mí y
no le importa nuestro matrimonio. De no ser así, ¡actuaría diferente! Ya me cansé de
esperar que este hombre cambie. Quiero terminar esta relación.
Cuando escuché el comentario de Donna entendí por dónde debía comenzar.
Las expectativas que Donna tenía de Steve eran totalmente inalcanzables. Esta era la
causa subyacente de sus conflictos. Era obvio que a Steve sí le importaba su matrimonio.
Él sí amaba a su esposa, pero guardaba mucho resentimiento por su constante acoso y por
sus desprecios. Él me dijo, —Ella no estará satisfecha hasta que yo cambie y sea como
ella. He tratado de ser más extrovertido y amistoso, pero ella nunca está conforme.
Por eso dejé de intentarlo.
En todas las sesiones de asesoramiento me aseguré de explicarles los cambios
razonables que podrían esperar en su matrimonio. Donna escuchaba con atención,
pero nunca llegó a aceptar la verdad ni las consecuencias de aferrarse a expectativas poco
realistas. Poco tiempo después se separaron y terminaron divorciándose.
¿Cuál era el problema? La renuencia de Donna a aceptar que ella era la mayor parte
del problema. Ella tenía expectativas poco realistas y se negaba a tomar medidas para
cambiar. Finalmente, Donna endureció su corazón simplemente porque la personalidad de
Steve era diferente a la de ella. Steve también tuvo la culpa porque reaccionó mal, guardó
resentimiento y se negó a seguir tratando de reconciliarse. Al reaccionar inapropiadamente
destruyeron su unidad y compañerismo, lo cual lentamente los distanció.
Y tú, ¿tienes expectativas poco realistas de tu pareja? Si es así, ¿cuáles son?
Más importante aún, ¿cómo determinas las expectativas que debes tener?
Muy a menudo las expectativas que uno tiene son la causa principal del conflicto
matrimonial; sin embargo, esa causa rara vez se percibe. Una expectativa es una enemiga
insidiosa porque permanece en tu mente como un pensamiento oculto y es muy difícil
reconocerla. La mayoría de los individuos piensa, “esto es lo que yo quiero; yo tengo la
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

razón y mi cónyuge necesita cambiar”. Esta expectativa genera un enojo lento que te
consume por dentro cuando las cosas no cambian. Finalmente, estas expectativas
inalcanzables crean una actitud de resentimiento y frustración que aumenta cada día y
causan un conflicto tras otro, hasta que al final, desesperado, te das por vencido.
Muchas veces parece que la pareja no cambia, pero en realidad las expectativas del
cónyuge no son realistas y no se conforman a la definición bíblica de un cambio.
He aquí una afirmación axiomática: las expectativas poco realistas siempre terminan
en desilusiones, lo cual resulta en enfado, frustración y finalmente desesperanza.
Estos resultados negativos entorpecen el compañerismo matrimonial e impiden la
estabilidad que anhelas.
Permíteme ilustrar este principio con el Antiguo Testamento. Este no es un ejemplo
matrimonial pero sí es un ejemplo en el que las expectativas estaban claramente definidas y
no se realizaron. Naamán era el comandante del ejército sirio. Él era un hombre importante
y honorable que había logrado muchas victorias militares. Pero Naamán padecía de lepra.
Un día una joven judía cautiva, una sierva de Naamán, notó su lepra y le habló a su amo de
un profeta de Dios en Israel que lo podía sanar. Él salió de inmediato en busca del profeta y
encontró a Eliseo. Cuando estaba en la puerta de la casa de Eliseo, el profeta envió a un
mensajero a decirle que se lavara siete veces en el río Jordán y sería sanado. Naamán se
enfureció porque Eliseo ni siquiera tuvo la amabilidad de salir a saludarlo, sino que envió a
uno de sus siervos. Naamán manifestó su expectativa cuando dijo, “He aquí yo decía para
mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su
mano y tocará el lugar, y sanará la lepra” (2 R. 5:11). A Naamán también le molestó que el
profeta no le dijera que se lavara en uno de los ríos más limpios de Damasco. Al final,
Naamán fue y se lavó en el Jordán después de que uno de sus siervos lo calmara.
Su siervo le rogó, “Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías?
¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” (2 R. 5:13). El comandante se humilló,
obedeció las instrucciones del profeta y fue sanado.
Este es un ejemplo perfecto de un hombre con expectativas poco realistas que no se
hicieron realidad y del disgusto que eso causó. Sin embargo, Naamán no llegó a la
desesperanza porque cuando él reconoció que sus expectativas eran poco realistas,
procedió adecuadamente. Él se humilló y obedeció la Palabra del Señor y encontró la
sanación que buscaba. La historia podría haber terminado de una manera muy diferente si
él no hubiera rectificado sus expectativas inalcanzables.
El matrimonio de Donna y Steve podría haber continuado si ellos hubieran
rectificado sus expectativas poco realistas, pero ellos no hicieron lo que hizo Naamán.
Ellos se deberían haber humillado y deberían haber concordado sus expectativas con la
Palabra de Dios.
¿Cuál será la historia de tu matrimonio? Si algún día alguien escribiera la historia de
tu relación, ¿qué diría? ¿documentaría que ustedes identificaron las expectativas
inalcanzables, que se humillaron y obedecieron la Palabra del Señor? Primero debes
identificar tus expectativas poco realistas y así podrás rectificarlas adecuadamente.

¿CUÁLES SON ALGUNAS DE LAS EXPECTATIVAS POCO REALISTAS?


Para identificar cualquier expectativa problemática, debes prestar atención a las
cosas que le dices a tu cónyuge en medio de un conflicto. “Si tú tan sólo ________,
entonces yo estaría contenta”. En algunas situaciones la expectativa nunca se expresa
verbalmente; existe en el pensamiento solamente. La próxima vez que estés enfadado,

64
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

haz una pausa y escucha tus propias palabras y verás claramente tus expectativas.
Este paso es esencial para identificar las expectativas y determinar si son realistas o no.
Ahora veamos algunas expectativas que escucho frecuentemente.
Quiero describirlas de la misma manera que me las explican a mí. Esto te ayudará a
identificarlas mejor en tu propio corazón. Obviamente hay más de siete expectativas poco
realistas, pero estas son las más comunes. Cualquier expectativa puede ser poco realista si
excluyes el contrapeso de la verdad bíblica o si la llevas a un extremo egoísta.

1. “¿Por qué tiene mi cónyuge estos problemas?” Muchas veces las personas hacen
esta pregunta frustradas y desesperadas como si su pareja no debiera tener el más mínimo
problema. Los hombres y las mujeres tienen la esperanza poco realista de encontrar a
alguien que no tenga problemas. Es un duro despertar cuando dos personas se casan.
Después de mostrar su mejor comportamiento durante el noviazgo, de repente se dan
cuenta de que su cónyuge tiene defectos. La realidad de estar casado con una persona que
no es perfecta, inquieta, ya sea a uno de los cónyuges o a ambos. Te preguntarás,
¿la gente realmente espera la perfección? Seguro que sí, de otra manera, no harían esta
pregunta. Esa es la esperanza recóndita de muchas personas casadas. Tienen una
expectativa subliminal de que su pareja no tendrá ningún problema y todo irá viento en popa
como en el noviazgo. Las personas que vienen a verme se molestan mucho al darse
cuenta, después de casados, de que su pareja no es la persona que ellos esperaban.
Descubren que su cónyuge tenía problemas sexuales, problemas de comunicación,
problemas espirituales o una multitud de otras cosas desconocidas antes del matrimonio.
¿Cuál es la realidad? Tú te casaste con una persona que tiene problemas porque te
casaste con un pecador. Pablo dijo, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios” (Ro. 3:23). ¡Esa es la realidad! Los pecadores tenemos problemas, fracasos
y debilidades; así somos. Somos pecadores y no alcanzamos la gloria de Dios ni estamos a
la altura de Sus expectativas. Es por seguro, entonces, que no estaremos a la altura de las
expectativas que tenemos el uno del otro.
Algunas personas me han confesado que esta es la razón principal por la que se
han divorciado y se han vuelto a casar una y otra vez. Buscaban a alguien que no tuviera
ningún problema. Una mujer casada por cuarta vez me confesó, “ahora me doy cuenta de
que yo buscaba un hombre que no existe”. Otro hombre casado por tercera vez me dijo,
“lo único que he hecho en cada matrimonio es cambiar una serie de problemas por otra.
Mi primera esposa no era muy apasionada sexualmente, por eso me divorcié y me casé con
una que sí lo era. Pero ella tenía el problema de no decirme cómo y dónde gastaba nuestro
dinero. Mi esposa actual usa el dinero moderadamente, pero tenemos una relación
espiritual muy limitada”.
El hecho es que ¡en este planeta no hay personas perfectas con quien casarse!
Si más personas aceptaran esto, más de ellas intentarían resolver los conflictos
matrimoniales en lugar de seguir adelante en busca de “nuevos horizontes”.

2. “Con todos estos problemas, tal vez me casé con la persona equivocada”. Esta
conjetura desacertada es muy parecida a la anterior porque presupone que los matrimonios
decretados divinamente no tienen problemas. Si estudias las Escrituras y los matrimonios
decretados por medios divinos, notarás que las cosas no son así.
Considera el ejemplo de Adán y Eva. El matrimonio de ellos, con certeza, fue
decretado divinamente. Eva fue creada de la carne de Adán con el determinado propósito

65
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

de ser su ayuda idónea. Dios mismo le instruyó a Adán tomarla como esposa. No existe un
matrimonio más divinamente decretado que el de ellos.
Sin embargo, ¿tenían Adán y Eva un matrimonio perfecto? ¡No, y por eso es que no
tenemos matrimonios perfectos hoy en día! Eva desobedeció el mandato de Dios y luego
tentó a su propio esposo a pecar. Los dos trataron de evadir la culpa de su fracaso para no
aceptar la responsabilidad de su propio pecado. Su matrimonio tenía problemas y no
alcanzó la gloria de Dios, aunque había sido decretado divinamente.
Considera el matrimonio de Isaac y Rebeca. Al siervo de Abraham se le indicó
divinamente que fuera en busca de una esposa para su hijo Isaac. Por medio de una
multitud de acciones dirigidas por Dios, el siervo encontró una esposa para el hijo de su
amo. Al encontrarla, él adoró al Señor “que me había guiado por camino de verdad para
tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo” (Gn. 24:48). Si continúas leyendo el
resto de la historia, encontrarás muchos ejemplos de engaños, mentiras e incredulidad en
su matrimonio. Aunque Dios había decretado este matrimonio, hubo ocasiones en las que
Isaac y Rebeca estuvieron muy lejos de la perfección.
Examina el matrimonio de Abraham y Sara. Las Escrituras los consideran un hombre
y una mujer de fe (He. 11:8-12). A pesar de esto, Abraham tenía la debilidad de temerle al
hombre, lo cual lo llevó a mentir dos veces acerca de su esposa. Él dijo que Sara era su
hermana para protegerse de una supuesta amenaza contra su vida (Gn. 12:11-13; Gn. 20:1, 2).
Sara también tenía sus problemas. Ella se rió ante la improbabilidad de la promesa de Dios
respecto a un hijo en su vejez y luego mintió para encubrirlo (Gn. 18:12-15). Estas son las
dos personas que Dios escogió para procrear la nación de Israel y bendecir al mundo por
medio de su descendencia; pero ellos claramente eran personas imperfectas.
Estos ejemplos sirven para mostrarte que no hay matrimonios perfectos porque no
hay personas perfectas. No pierdas tu tiempo en el pasado tratando de determinar si ésta
era la persona perfecta con quien casarte. Por medio de Su gracia y Su poder, conviértete
en la persona que Dios quiere que seas. Deja a un lado tu egoísmo y ama a la persona con
la que estás casada. Esto podría motivar a tu pareja a hacer lo mismo y entonces tendrían
el matrimonio que tanto anhelan.

3. “¿Por qué somos tan diferentes?” La respuesta a esta pregunta es simple, porque
la gente es diferente y siempre lo será. Si esto no fuera así, todos seríamos robots,
exactamente iguales. Además, la mayoría de las personas está de acuerdo en que no
debemos ser iguales, pero al mismo tiempo, se enfada si su pareja no piensa ni actúa igual
que ellos.
No existen dos personas que sean iguales. Todos crecimos en familias diferentes,
bajo diferentes tipos de disciplina, con diferentes amigos, diferentes genes y diferentes
trasfondos geográficos y culturales. Cada uno ha vivido su propia vida y como resultado ha
alcanzado diferentes metas. Luego están las pronunciadas diferencias entre los hombres y
las mujeres; las diferencias físicas, emocionales y hormonales. Todas estas diferencias
naturalmente demuestran que tu cónyuge jamás será como tú. Este era el error principal en
el raciocinio de Donna. Recuerdas que ella preguntó, “¿Por qué él no se relaciona con otros
como lo hago yo?”
El apóstol Pablo supuso que habría diferencias en la manera de pensar y tomar
decisiones. Los primeros cristianos de su época tenían conflictos respecto al día que debían
adorar y qué comidas debían comer. El consejo que él les dio fue este: “Uno hace diferencia
entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en
su propia mente” (Ro. 14:5). Observa que Pablo naturalmente presupuso que la gente

66
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

tendría sus propias convicciones sobre las áreas indefinidas de ciertas conductas.
En asuntos que no tratan la moralidad, Dios le permite a la gente formular sus propias
opiniones. Pablo básicamente explica que está bien tener creencias personales que difieren
en asuntos secundarios, y simplemente les insta a los creyentes a que no se juzguen entre
sí por esas diferencias (Ro. 14:3,4).
Por lo tanto, puedes suponer que tú verás muchas cosas diferentes a como las ve tu
cónyuge. Esta es una expectativa realista porque es la declaración bíblica de lo que uno
puede esperar. Está bien ver las cosas diferentes a como las ve tu cónyuge; la cuestión es,
¿lo juzgas o lo desprecias por su opinión? Si lo haces, es porque tienes expectativas poco
realistas. En lugar de eso, acepta esta diferencia como una oportunidad para aprender a
amar.

4. “¿Por qué mi cónyuge no me hace feliz?” He notado que cuando las personas
están descontentas o insatisfechas con su vida, su matrimonio nunca los satisface.
El buscar la felicidad en tu pareja es una expectativa poco realista y puede ser muy sutil
porque es natural que quieras tener a alguien a quien amar y que te corresponda. Pero si
estás descontento y tienes dificultades en tu propio andar con Cristo, tu cónyuge jamás te
hará feliz. La felicidad no se alcanza al perseguirla; es un producto derivado.
Tu descontento es el resultado de buscar en lugares equivocados y en cosas que nunca
satisfacen (Is. 55:1-3). No existe persona u objeto que pueda hacerte feliz. Si tienes la idea
ilusoria de que tu pareja te puede hacer feliz, comenzarás a pedirle a tu pareja más de lo
que te pueda dar. Sutilmente comenzarás a depender de tu cónyuge para el gozo en tu
vida. Sin embargo, ese vacío interno nunca se llenará porque ninguna experiencia física o
emocional puede satisfacer la extrema necesidad espiritual que tienes. Sólo una persona
puede satisfacer el vacío dentro de ti, y esa persona es el Señor Jesucristo.
La Biblia claramente dice dónde puedes encontrar la verdadera felicidad.
El rey David reconoció que podía encontrarla sólo en su relación con el Señor. Él explicó
que Dios, “sacia al alma menesterosa, Y llena de bien al alma hambrienta” (Sal. 107:9).
Él también dijo, “Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová” (Sal. 144:15). Salomón
dijo, “el que confía en Jehová es bienaventurado” (Prov. 16:20). Si te rindes completamente
ante el Señor y lo aceptas como tu Dios, si confías en Él, lo recibes, lo buscas y lo sigues,
serás más feliz que nunca. Esta es la felicidad que Jesús promete cuando dice: “Si sabéis
esto, seréis felices si lo practicáis” (Jn. 13:17 LBLA). Las Escrituras equiparan tu felicidad
con la estrechez de tu relación con Dios, y no con las personas que conoces o lo que
posees. Haz un examen de conciencia para estar seguro de que no esperas que tu cónyuge
te haga feliz. Si dependes de él, nunca encontrarás la felicidad que anhelas en tu vida ni
tampoco en tu matrimonio.
Examina tu corazón honestamente para determinar si tienes expectativas poco
realistas. Si permites que el Señor te satisfaga, entonces tendrás algo que ofrecer en tu
relación en lugar de sólo recibir. Esto nos lleva a la siguiente expectativa inalcanzable.

5. ¿Por qué mi cónyuge no es más dadivoso conmigo? Semanalmente hablo con


personas que están esperando recibir algo de su cónyuge y se preguntan, ¿por qué no
sucede nada? Es poco realista pensar que tu cónyuge debe ser el que tome la iniciativa,
especialmente cuando las Escrituras nos enseñan lo contrario. Cuando alguien menciona
esta expectativa, por lo general, le pregunto, “Ya que esperas que tu pareja ceda de esta
área, ¿en qué áreas estás cediendo tú?” La persona, por lo general, contesta: “Bueno, estoy
esperando que mi esposa demuestre que tiene un verdadero interés en mí y entonces

67
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

cambiaré”. Si esta es tu actitud, probablemente esperarás por mucho tiempo porque estás
quebrantando todos los principios bíblicos que yo conozco. Es poco realista esperar que tu
cónyuge sea dadivoso mientras tú te quedas sin hacer nada. En realidad, esta actitud es
egoísta y la Biblia denuncia este estilo de vida. Por ejemplo, Jesús predicó: “todas las cosas
que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”
(Mt. 7:12). En otras palabras, tienes que estar dispuesto a dar primero lo que quieres recibir.
Este es el verdadero amor. El autor de Hebreos también declaró que debemos
“estimularnos al amor y a las buenas obras” (He. 10:24). Es fácil estimular la ira de alguien,
pero el amor y las buenas obras son necesarias para estimular a los demás a que hagan lo
mismo. Si tomas estas medidas, tu demostración de amor será el mejor estímulo para que
tu pareja sea más dadivosa. Esta es la única manera práctica de lograr un cambio en tu
pareja.
Deja de lado esta expectativa inalcanzable y comienza a tomar medidas que
demuestren tu amor. Tu cónyuge se preguntará qué te estará pasando. Recuerda, no te
sientes a esperar que cambie tu cónyuge. ¡Toma tú la iniciativa!

6. “¿Por qué mi cónyuge no cambia más rápido?” Si en tu mente tienes la


expectativa de que cualquier cambio será rápido, sufrirás una gran desilusión.
Es poco realista pensar que sólo con un chasquido de tus dedos la vida de tu cónyuge
automáticamente cambiará. ¡Eso no sucederá! Jesús reconoció esta característica en el
hombre cuando le dijo a Sus discípulos, “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer
todo lo que los profetas han dicho!” (Lc. 24:25). Jesús fue realista al entender que la
humanidad y aún Sus discípulos escogidos eran tardos de corazón para hacer los cambios
necesarios y para cumplir con su llamado a ser embajadores en el mundo. Examínate a ti
mismo, ¿ves la misma tendencia a ser tardo para creer? ¿No eres tú tardo para cambiar tus
opiniones o tus acciones? ¿Cuántas veces te ha tenido que enseñar el Señor la misma
verdad una y otra vez? Luego llega el día en que acatas Su verdad sobre ese mismo tema
como si fuera un concepto totalmente nuevo. Muchas veces durante las sesiones menciono
un concepto en particular y el esposo o la esposa me dice: “Nunca lo consideré de esa
manera”. La otra pareja se molesta y declara: “Te he dicho lo mismo muchas veces.
¿Por qué no lo escuchaste cuando yo te lo dije?”
Así es la naturaleza del hombre. ¿Sabías que las Escrituras usan la metáfora de un
asno montés para describir al hombre natural y su tendencia a ser terco y rebelde? Job dijo
que los hombres eran como “asnos monteses en el desierto” (Job 24:5). Jeremías se refirió
a la nación rebelde de Israel como una “asna montés acostumbrada al desierto, que en su
ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá?” (Jer. 2:24). Él explica que los hijos
de Israel son controlados por el deseo de satisfacerse a sí mismos. Esta es la razón
principal por la que somos tardos de corazón para cambiar porque tenemos que luchar
contra la carne. Sin embargo, David declaró en los Salmos, “No seáis como el caballo,
o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno...”
(Sal. 32:9). Este pasaje significa que tenemos una opción. No estamos obligados a ser
tercos y a resistir el cambio conforme a nuestra inclinación natural. En lugar de eso,
podemos someternos al Espíritu de Dios, confiar en Él y dejar que nos enseñe. Lee todo el
contexto del Salmo 32 para ver esta exhortación.
Las Escrituras describen el crecimiento espiritual y la transformación usando dos
frases muy importantes que revelan este concepto de crecimiento tardío. Primero, Pablo
dice que el hombre interno “se renueva de día en día” (2 Co. 4:16). Esta es una obra de
Dios y la realiza a diario, no es una obra instantánea y no es una renovación única.

68
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

Segundo, él usa la frase más y más para describir la misma obra de la transformación en tu
vida. Cuando Pablo oró por la iglesia filipense dijo, “esto pido en oración, que vuestro amor
abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento” (Fil. 1:9). A la iglesia
tesalonicense le instó a “que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene
conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más” (1 Ts. 4:1). En esos versículos se ve
claramente que Pablo no esperaba un cambio inmediato sino paulatino en las vidas de
aquellos a quienes les escribió. Esta también debe ser tu expectativa con respecto a
cualquier cambio; es una expectativa realista.
Si tú y tu cónyuge entienden esta verdad, le quitarán una enorme carga a tu
matrimonio y esto generará paciencia en tu corazón mientras le das tiempo al Señor para
obrar. Es razonable entender que, dada la naturaleza de tu pareja, él cambiará lentamente.
Yo le explico esto a las parejas en las sesiones prematrimoniales preparándolas para la
realidad de vivir con otro pecador. Por lo general, demuestro esto levantando dos de mis
dedos y alineándolos uno en frente del otro; les explico que hay algunas cosas en las que sí
pensarán igual, tales como ciertas metas espirituales, la formación de los hijos o los tipos de
recreación. Luego aparto los dedos cinco centímetros para ilustrar que hay muchas cosas
en las que estarán de acuerdo, pero no pensarán igual. Finalmente, aparto los dedos
sesenta centímetros para representar que también habrá algunas cosas en las que estarán
en desacuerdo, a tal punto que habrá conflictos. Todo matrimonio tiene temas de intensa
oposición. La mayoría de las parejas descubre estos temas después de la boda. Después
de esta ilustración, les explico, con los dedos separados sesenta centímetros, que estos
temas cambiarán muy poco y luego acerco los dedos a cuarenta y cinco centímetros de
distancia. Esta ayuda visual les da a las personas una expectativa realista del cambio que
pueden esperar en esas diferencias a lo largo de su vida matrimonial.
¿Y tú? ¿Tienes una perspectiva realista de los cambios para ti y para tu cónyuge?
Si es así, esto hará que se tengan más paciencia. Pero si estás esperando que tu cónyuge
cambie en un área en la que se encuentran en polos opuestos, terminarás muy
desilusionado y frustrado porque no sucederá. Esto me lleva a la última expectativa poco
realista.

7. “¿Por qué parece que estas cosas nunca cambian?” Considera el ejemplo de
Steve y Donna. Este es el ejemplo perfecto de por qué algunas cosas nunca cambian en
una relación. ¿Debió Donna esperar que Steve se convirtiera en una persona más sociable
como ella? No, al igual que Steve no podía esperar que Donna se convirtiera en una mujer
callada y reservada que nunca dice nada. Steve se relacionaba más con otros, pero la
expectativa de Donna era tan alta e inalcanzable que eso nunca la complació. Pequeños
cambios pueden ocurrir, pero la esencia de la persona y su personalidad se mantendrán
igual. Una persona callada y hogareña nunca se volverá abierta y sociable. Dios nos acepta
tal y como somos y domina nuestra personalidad con Su Espíritu Santo. Él cambia nuestro
carácter moral al darnos una nueva naturaleza que nos habilita para amarlo a Él y a los
demás, pero nuestra personalidad básica seguirá siendo la misma.
El mejor ejemplo de esta verdad se puede observar en el apóstol Pablo porque lo
vemos antes y después de que aceptara a Cristo. Antes de que Pablo conociera a Cristo en
el camino a Damasco tenía mucha motivación, era un individuo ambicioso, agresivo y con
mucho fervor por la ley de Dios. Su fervor era tal que persiguió a la iglesia despiadadamente
(Fil. 3:3-6). ¿Siguió Pablo siendo el mismo hombre con su personalidad básica después de
haber vuelto a nacer? Sí. Después de que Pablo llegara a Cristo, él continuó siendo un
hombre ambicioso y muy motivado. Anteriormente su ambición había sido ira y odio hacia

69
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

los cristianos, pero después lo motivaba una pasión nueva: su amor por Cristo y por el
Evangelio. Pablo dijo de su ambición y su motivación: “el amor de Cristo nos constriñe”
(2 Cor. 5:14). Él fue tan ferviente al seguir al Señor como lo había sido siguiendo la Ley.
En otra ocasión dijo: “prosigo a la meta” (Fil. 3:14). La palabra griega que Pablo usó para
“prosigo” significa “buscar o perseguir”. Antes de Cristo, él persiguió a la iglesia, pero ahora
perseguía a Cristo con el mismo fervor, aunque con un fin piadoso. La esencia del hombre
siguió siendo la misma, pero su carácter moral y su corazón fueron transformados
drásticamente.
Ten cuidado con tus expectativas. ¿Son verdaderamente realistas?
¿Estás esperando que cambie la esencia de la personalidad de tu cónyuge o que cambie su
carácter moral?

¿CÓMO DETERMINAR QUÉ EXPECTATIVAS SON REALISTAS?


Primero debes determinar y definir cuáles son tus expectativas. Tus expectativas
son simplemente tus esperanzas, o aquellas cosas que anticipas y que esperas que tu
cónyuge haga. La palabra hebrea “esperar” literalmente significa “esperanza de realizar o
conseguir algo”. Eso es exactamente lo que Donna estaba haciendo. Ella tenía la esperanza
y esperaba que Steve fuera de cierta manera y que actuara de esa manera. Ella tenía la
esperanza de que al final él hiciera las mismas cosas que ella hacía, aunque eso fuera
contrario a su personalidad. ¡Con razón las esperanzas de Donna se vieron frustradas!
Dios desea ahorrarte el dolor innecesario y darte una expectativa realista que sí se
puede alcanzar. Él quiere que toda tu vida sea gobernada por esperanzas y deseos
piadosos que provengan directamente de la Palabra de Dios. Cuando los hijos de Israel
fueron tomados cautivos, Dios les dijo que quería darles “el fin que esperáis” (Jer. 29:11).
En ese entonces los babilonios habían invadido la nación. Dios le dio al pueblo una
expectativa y una esperanza al hacerles ciertas promesas acerca de su futuro.
Estas promesas le dieron al pueblo la esperanza que necesitaba en medio de la angustia en
la que vivía. Dios no les dio expectativas inalcanzables haciendo promesas desenfrenadas
que no pensaba cumplir. Eso les hubiera causado desesperación. Él les dijo, siendo
realista, que serían disciplinados con setenta años de cautiverio en Babilonia. Después de
cumplir los setenta años, los traería de regreso a su tierra y los restauraría (Jer. 25:11-12;
29:10).
La palabra de Dios, incluyendo Sus promesas y mandatos, es la fuente de todas
nuestras expectativas realistas tal como lo fue para los judíos cautivos. Estas promesas y
mandatos te darán una esperanza de lo que es posible en tu vida y en tu matrimonio.
La Biblia es la expectativa más realista que puedes encontrar.
Considera todas las expectativas que tienes de tu cónyuge y compáralas con la
Palabra de Dios. Si están en armonía con las Escrituras, entonces sí son adecuadas y
realistas. Si no armonizan, pídele a Dios que te demuestre lo que la Palabra recomienda
acerca de cada una de tus expectativas. Tus expectativas deben proceder de las Escrituras;
si proceden de ti, son egoístas.
Es esencial que determines el origen de tus ideas. A veces tus expectativas surgen
de lo que otras personas te dicen o de lo que tú presenciaste al crecer en tu familia.
¿Son bíblicas estas expectativas? Si has perdido toda esperanza, estás desesperado o
guardas resentimiento, las expectativas poco realistas podrían ser la clave. El fruto de la
Palabra de Dios es la esperanza (Ro. 15:4). Si no tienes esperanza, estás aceptando una
mentira. Escudriña las Escrituras para afirmar que tus convicciones y esperanzas
concuerden con la esperanza que Dios tiene para ti.

70
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

He aquí algunas expectativas realistas para ayudarte a escudriñar la Palabra:


1. La expectativa de que tu cónyuge se entregará a Cristo (Fil. 2:10,11).
2. La expectativa de que tu cónyuge se negará a sí mismo (Mt. 16:24).
3. La expectativa de que tu cónyuge buscará primero el reino de Dios (Mt. 6:33).
4. La expectativa de que tu cónyuge estará dispuesta a hacer un cambio (2Co. 3:18).
5. La expectativa de que tu cónyuge te amará como Cristo amó (Ef. 5:25).
6. La expectativa de que tu cónyuge se dirigirá a ti con respeto y te dará aliento (Ef. 4:29).
7. La expectativa de que tu cónyuge será una persona abnegada (1 Jn. 3:16).

Después de leer esta lista, recuerda que tu cónyuge estará esperando que tú
también actúes de la misma manera. ¡Las expectativas son recíprocas! Si verbalmente
abofeteas a tu cónyuge con estas expectativas, más vale que estés preparada para
escuchar estas mismas palabras cuando te las dirija a ti.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 7


Las expectativas que tienes de tu cónyuge, ¿son realistas o inalcanzables?
¿Cómo sabes si tus expectativas son adecuadas y realistas? ¿Cómo determinas qué
expectativas debes tener de tu pareja?
Muchas veces las expectativas son la causa principal del conflicto matrimonial, pero,
por lo general, pasan desapercibidas. ¿Por qué? Una expectativa es una enemiga insidiosa
porque la guardas en la mente y es sutil y muy difícil de reconocer. La mayoría de las
personas piensa: Esto es lo que quiero. Yo tengo la razón y mi cónyuge debe cambiar.
Esta expectativa crea un enojo lento que te consume por dentro cuando el cambio no
ocurre. Al final, estas expectativas inalcanzables crean una actitud de resentimiento y
frustración que aumenta día tras día. Esta actitud genera un conflicto tras otro hasta que
finalmente caes en la desesperación. Muchas veces tu cónyuge no cambia porque tus
expectativas no son realistas y no se conforman a la definición bíblica de cómo él o ella
debe cambiar. Lo que sí está muy claro es que las expectativas inalcanzables siempre
resultarán en expectativas frustradas que causan ira, frustración y desesperación.
Estos resultados negativos te impiden establecer el compañerismo y la estabilidad
matrimonial que anhelas en tu relación.

¿Cómo evitas tener esas expectativas inalcanzables?

A. Escribe algunas de las expectativas que tienes de tu cónyuge.


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2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
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8.______________________________________________________

71
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

B. Ahora determina si existe un fundamento bíblico para cada expectativa que anotaste.
Escribe la expectativa y cualquier versículo bíblico que la apoya.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________
8.______________________________________________________

C. Lee los siguientes pasajes bíblicos para entender claramente el concepto de las
expectativas. Escribe lo que aprendes de estos versículos.
1. ¿Dónde debes poner tu mayor expectativa (Salmo 62:5)?
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
2. ¿Cuál era una de las motivaciones más grandes para el crecimiento espiritual de
Pablo (Filipenses 1:20)?
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
3. Así como Pablo comparó sus expectativas con sus esperanzas en Filipenses 1:20,
¿qué esperanza quiere Dios que tengas (Jeremías 29:11)?
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________

D. ¿Cuál es la fuente principal de las expectativas realistas? Lee las páginas 70-71.
__________________________________________________________________

E. De las expectativas inalcanzables en las páginas 64-70, ¿cuáles tenías tú?


Si has concluido que tenías otras expectativas inalcanzables, inclúyelas en la lista.
1.______________________________________________________
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11._____________________________________________________
12._____________________________________________________

72
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?

F. Dile a tu cónyuge cuáles son las expectativas realistas que tienes de tu matrimonio.
Al comunicarse las expectativas realistas, llegarán a un mejor entendimiento mutuo.
Escribe las expectativas que quieres comunicarle a tu cónyuge.
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2. _______________________________________________________
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8. _______________________________________________________
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G. Finalmente, ora con tu cónyuge y pídanle a Dios que les dé paciencia uno con otro
mientras Él hace los cambios necesarios en sus corazones y en su conducta.

Preguntas para dialogar en grupo


1. En el transcurso de tu vida, ¿qué expectativas poco realistas has tenido que rectificar
con el pasar del tiempo?
2. ¿Qué te llevó a rectificar esas expectativas?
3. Sin mencionar nombres o detalles, platiquen sobre algún matrimonio que tenga
problemas por la obstinada resistencia a rectificar expectativas poco realistas. 4. Sin
revelar información que podría avergonzar a tu cónyuge, explica algunas de las
expectativas poco realistas en tu matrimonio y cómo las han rectificado.

73
8
¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
“Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo…
y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” 2 Co. 5:19

onflictos, conflictos, conflictos, pareciera que eso es lo único que tenemos en este

C matrimonio. Ya estoy harta del conflicto continuo. Las mismas cosas suceden una y
otra vez y nunca resolvemos nada. Cada vez que llegamos a una solución,
mi esposo no cumple con lo que acordó hacer. Tenemos que comenzar a resolver estos
problemas. Steve, seguro que otras parejas no pasan por esto, ¿o sí? ¿Es normal esto o
somos algún tipo de excepción peculiar? La frustración era evidente cuando Cindy comenzó
a contarme la historia de su matrimonio. Ella no entendía por qué estos conflictos seguían
sucediendo; aún más, no tenía la menor idea de cómo comenzar a resolverlos.
Su esposo, Frank, también estaba muy confundido respecto a su matrimonio.
Él no entendía el porqué de tanta conmoción. Él consideraba que los desacuerdos que
tenían eran bastante pequeños y realmente no era para tanto. La única razón por la que él
asistió a la sesión fue porque Cindy insistió. Frank manifestó su solución al problema
cuando puso la mano sobre el hombro de Cindy y le dijo: “Cariño, si no te alteraras tanto,
todo andaría bien. Tenemos un buen matrimonio”.
Cuando Frank dijo eso, me di cuenta de que tenía mucho trabajo por delante.
Era obvio que esta pareja no tenía un buen matrimonio. ¡Ni siquiera podían acordar,
si de hecho tenían un problema! Aunque hubieran acordado que su matrimonio tenía
problemas, no sabían cómo resolverlos. Cindy no sabía si los conflictos eran normales o si
eran la excepción.
Uno de los problemas más comunes en los matrimonios de ahora en día es la gran
confusión sobre cómo resolver los conflictos. Muchas parejas, al igual que Cindy y Frank,
no saben cómo resolver los desacuerdos entre ellos. Los conflictos no resueltos destruyen
la intimidad, la unidad y el compañerismo en cualquier matrimonio; y crean una inmensa
frustración en la relación, lo cual genera más conflictos entre las dos personas.
Los conflictos no resueltos se convierten en combustible para la llamarada del siguiente
conflicto, y muy a menudo se usan para subyugar al cónyuge. El nuevo desacuerdo
tampoco se resuelve y se convierte en más combustible para causar más destrucción en la
relación. Eso se convierte en un ciclo vicioso y cae en un espiral descendente. Si la pareja
no logra resolver los problemas, terminan por construir una pared entre ellos tan alta y tan
gruesa que al final destruyen la relación. Sin esa relación, la pareja concluye que no hay
razón para seguir juntos. Por eso es importante aprender a resolver los conflictos. Primero,
consideremos si es normal tener conflictos. Luego examinaremos las causas de los
conflictos en tu matrimonio. Finalmente, en los dos capítulos siguientes exploraremos cómo
conciliar y resolver los conflictos de una vez por todas para no caer en lo mismo una y otra
vez. Para crecer juntos y edificar el matrimonio que anhelas, debes entender y poner en
¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?

práctica las cosas que estás a punto de aprender. A propósito, éstas también serán útiles y
eficaces para resolver conflictos en cualquier relación que tengas.

¿ES NORMAL TENER CONFLICTOS?


¿Es normal tener conflictos? ¡Sí! Una de las cosas más interesantes al leer la Biblia
es que nunca se ocultan los pecados y las faltas de sus personajes. Puedes ver sus
grandes éxitos y sus amargos fracasos. Todos los personajes principales de la Biblia
tuvieron conflictos, lo cual revela que esto es algo muy común entre pecadores.
Estos hombres y mujeres tuvieron conflictos con Dios, con amigos y parientes. Déjame
darte unos cuantos ejemplos para que los estudies. Te recomiendo que leas estos pasajes
dentro de su contexto.
1. Abraham y Sara tuvieron un conflicto cuando el hijo de Agar, Ismael, se burló de
Isaac (Gn. 21:1-12).
2. Mical menospreció a su esposo, David, después de que él danzó con exuberancia
ante el Señor cuando introdujo el arca de Jehová en la ciudad de Jerusalén por
primera vez (2 S. 6:6-23).
3. Miriam y Aarón tuvieron un conflicto con Moisés porque éste tomó como esposa a
una mujer cusita (Nm. 12:1-16).
4. Pablo tuvo un conflicto por la hipocresía de Pedro y Bernabé cuando ellos se
negaron a comer con los gentiles por temor a ciertos judíos que llegaron de
Jerusalén (Gá. 2:11-14).
5. La iglesia primitiva tuvo un conflicto por la negligencia de los apóstoles al no cuidar
adecuadamente a ciertas viudas (Hch. 6:1-7).
Estas son sólo algunas de las situaciones que se encuentran en las Escrituras y nos
muestran que es normal tener conflictos, aun entre personas que Dios usa ampliamente.
Sin embargo, en cada uno de estos conflictos, con la excepción de uno, se encontró una
solución. Es importante observar que estos hombres y mujeres no permitieron que los
conflictos continuaran; los resolvieron.
Es normal que surjan conflictos entre pecadores. Frank y Cindy no eran una
excepción particular, y tú tampoco lo eres si es que tienes conflictos en tu matrimonio. Sus
conflictos eran muy comunes y es muy probable que los tuyos también lo sean. Lo que no
es normal es no resolverlos, ya que esto sería desobedecer patentemente la Palabra de
Dios. Tienes que resolver tus conflictos. El plan de Dios para tus relaciones y, en particular,
tu matrimonio siempre incluye armonía. Es interesante observar que, en los ejemplos de
conflictos matrimoniales antes mencionados, Abraham y Sara resolvieron sus diferencias,
pero David y Mical no lo hicieron. ¿Por qué? Simplemente por la manera en que trataron el
conflicto.
Dios quiere que aprendas a tratar adecuadamente los asuntos que los dividen.
A Dios le interesa la reconciliación y nos ha dado a cada uno de nosotros las herramientas
necesarias para reconciliarnos. Pablo declaró que “Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo… y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Co. 5:19).
Como cristianos, somos llamados a ser procuradores de la paz porque tenemos el
ministerio de la reconciliación. Nosotros tenemos la capacidad de resolver los conflictos en
nuestras relaciones y de asistir a otros a hacer lo mismo. Lo mejor de todo, tenemos la
Palabra de Dios, “la palabra de la reconciliación” que nos enseña cómo lograrlo.
Jesús instruyó al pueblo sobre los conflictos y afrentas y fue muy práctico al decir:
“Imposible es que no vengan tropiezos” (Lc. 17:1). Él reconoció que no es razonable
esperar que no surjan conflictos o afrentas en este mundo, estimó que sí es posible resolver

75
¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?

esas afrentas, y procedió a explicar la manera de hacerlo. Explicó lo importante que es


llevar la ofensa directamente ante el ofensor para buscar reconciliación y perdón.
Su intención es que seamos realistas y prácticos en cuanto a la posibilidad de una
verdadera reconciliación.
Debes empezar por entender que es normal que surjan conflictos y desacuerdos en
cualquier relación. No eres la excepción simplemente porque tienes desacuerdos.
Tu matrimonio tiene estos conflictos por razones muy particulares, y debes entender por
qué si has de tratarlos adecuadamente.

¿QUE SUSCITAN LOS CONFLICTOS?


¿Qué suscita los conflictos entre dos personas que realmente se aman? El entender
la causa del conflicto es el primer paso para poder resolverlo. Frank y Cindy no tenían la
menor idea de cuál era la causa de todos los problemas que tenían y, por lo tanto,
no podían comenzar a resolverlos. Cualquier cosa puede causar un conflicto entre tú y tu
cónyuge, sin embargo, las Escrituras nos alertan sobre ciertas actitudes y acciones.
Se nos advierte de estas áreas problemáticas para tomar consciencia de nosotros mismos y
poder tratarlas con diligencia. Veamos algunas de estas causas principales.
1. Los conflictos se suscitan a causa del egoísmo. El egoísmo es la causa principal
del conflicto entre marido y mujer. Cuando dos personas insisten en salirse con la suya,
naturalmente saltarán chispas; y se avendrán voluntaria y cariñosamente o surgirá un
conflicto. La solución se encuentra en acciones dadivosas y mutuo acuerdo. Traté este tema
a fondo en el capítulo 6, por lo tanto, seré breve.
Pablo estimaba que para tener un matrimonio sólido es absolutamente esencial
tratar el yo. Es importante prestarle atención al comienzo de su precepto clásico en el libro
de Efesios: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:21). La palabra “someteos”
en griego significa “subyugar”. Y ¿qué es lo que debemos subyugar? ¡A nosotros mismos!
Debes subyugar el yo que quiere gobernar y dominar tu vida y tu matrimonio.
Pablo les explica a ambos, esposos y esposas, cómo deben subyugarse a sí
mismos en su matrimonio. Él les dice a las esposas que se sujeten al liderazgo de sus
esposos como cabeza de la familia. Además, les dice a los esposos que se subyuguen a sí
mismos rechazando el egoísmo y sirviendo y cuidando a sus esposas como Cristo lo hace
por Su iglesia. Trataré el tema de la sumisión mutua más detalladamente en un capítulo
subsiguiente. Para entender la causa de los conflictos en tu relación, debes determinar en
qué áreas estás actuando egoístamente.
2. La soberbia suscita conflictos. Salomón estableció esto claramente cuando
escribió sus Proverbios. Él declaró, “la soberbia concebirá contienda” (Pr. 13:10). También
dijo, “El altivo de ánimo suscita contiendas” (Pr. 28:25). Esta es la actitud que está
causando las contiendas en tu hogar. Debes reconocerla en tu propio corazón y despojarte
de ella o los conflictos y las contiendas continuarán.
Piensa por un momento. Cuando le hablas a tu pareja, ¿lo haces con arrogancia y
con una actitud de superioridad? ¿Le comunicas con tu actitud que tú siempre tienes la
razón y que ella no sabe nada? ¿Te indignas y te niegas a escuchar cuando tu pareja pone
en duda tus acciones o tus intenciones? Has dicho alguna vez, “¿Quién se cree que es para
preguntarme eso?” Si lo has pensado o si has hecho alguna de estas cosas, quiere decir
que guardas soberbia y arrogancia en tu corazón. Esta actitud es la causa de la disensión.
Las Escrituras nos instan a actuar “mostrando toda mansedumbre para con todos los
hombres” (Tit. 3:2). La humildad te ayuda a someterte y a estar dispuesto a buscar la
reconciliación. Pedro relacionó estas dos actitudes cuando exhortó: “todos, sumisos unos a

76
¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?

otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los
humildes” (1 P. 5:5). Si la soberbia causa los conflictos, la humildad siempre te ayudará a
resolverlos.
3. El choque de dos albedríos independientes y contrarios suscita conflictos.
La mejor ilustración de este concepto ocurrió entre Pablo y Bernabé y se encuentra en el
libro de Hechos. Cuando estos hombres estaban a punto de emprender su segundo viaje
misionero, surgió una discusión sobre si debían llevar con ellos a Juan Marcos. Durante su
primer viaje, Juan Marcos los dejó repentinamente y regresó a su casa. Las Escrituras dicen
que Bernabé “quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos;
pero a Pablo no le parecía bien”. Dicen que “hubo tal desacuerdo entre ellos, que se
separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, y Pablo,
escogiendo a Silas, salió…” (Hch. 15:37-40 se agregó subrayado).
He aquí dos hombres que independientemente insistieron y estaban empecinados
en salirse con la suya y eso terminó su relación. Es importante destacar que ellos
resolvieron este conflicto más tarde ya que eran ministros de la reconciliación. Pablo declaró
en su última epístola que quería que Marcos viniera a Él porque “me es útil para el
ministerio” (2 Ti. 4:11).
Una vez más, la humildad y un corazón dispuesto a reconciliarse siempre buscarán
un acuerdo mutuo y una manera de restaurar la relación. Pablo y Bernabé por su propia
cuenta podrían haber llegado a un acuerdo para resolver el problema en lugar de insistir
obstinadamente en salirse con la suya. ¿Qué haces tú? ¿Eres tú el que arrogantemente
insiste en salirse con la suya o buscas humildemente llegar a un acuerdo y a la
reconciliación? La actitud de tu corazón determinará considerablemente la frecuencia de los
conflictos y qué tan pronto los resuelves.
4. Hay un sinfín de actitudes y acciones deshonestas que suscitan conflictos.
Cuando tienes actitudes como las tres que acabo de mencionar o actúas deshonestamente,
siempre tendrás conflictos con tu cónyuge. Las actitudes deshonestas engendran acciones
que ofenden a otros. He aquí unos ejemplos:
A. Si guardas resentimiento en tu corazón hacia tu cónyuge puedes estar segura de
que tarde o temprano estallarás. El enfado no permanece neutral en tu corazón.
Tiene que manifestarse de alguna manera hacia alguna persona, “El odio despierta
rencillas” (Pr. 10:12).
B. La disensión puede surgir simplemente por la manera en que se dirigen la palabra:
“Los labios del necio traen contienda” (Pr. 18:6). ¿Hablas con voz áspera, con
arrogancia o con jactancia? Si es así, eso dará lugar a contiendas.
C. Igualmente, la intolerancia y las críticas causan disensión, “Echa fuera al
escarnecedor, y saldrá la contienda, Y cesará el pleito y la afrenta” (Pr. 22:10).
La palabra “escarnecedor” en hebreo significa “juzgar a otro o burlarse de él”.
La palabra “afrenta” significa “mostrar desdén”. Si se juzgan el uno al otro, o
muestran desdén, saltarán chispas.
D. Cualquier abuso de sustancias reguladas, drogas o alcohol, inmediatamente causará
una contienda en el matrimonio. Salomón hace unas preguntas retóricas y luego da
la respuesta patente, “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las
rencillas?... para los que se detienen mucho en el vino…” (Pr. 23:29, 30).
E. Cuando hay mentiras, engaños o chismes es normal que resulten en disensión y
contiendas. Una sección de las Escrituras está dedicada totalmente a este tema.
Salomón declara que cuando chismorreas, tus palabras “penetran hasta las
entrañas” de una persona (Pr. 26:22). Esta afrenta “aparta al amigo” (Pr. 17:9).

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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?

Si eres embustero y le mientes a tu pareja, estás encubriendo el odio; eso revela el


desamor que tienes por tu cónyuge (Pr. 26:24-28).
F. Las contiendas son el resultado de una naturaleza carnal dominante. Pablo dijo que
las contiendas son la obra de la carne (Gá. 5:19, 20). Además, esta es la mejor
razón por la que debes entregarle el control de tu vida al Señorío de Cristo. Esta es
la manera más simple de traer armonía a tu relación matrimonial. Si andas en el
Espíritu, no satisfarás los deseos de la carne.

Obviamente, algunos de los conflictos que he mencionado son cuestiones de


moralidad. En esas cuestiones no te puedes avenir, pero sí debes tratarlas de una manera
firme y directa. Un cristiano devoto no podrá evitar ese tipo de conflictos.
Todas estas actitudes y acciones te alejan del compañerismo íntimo y grato que el
matrimonio debe proveer. ¿Tienes alguno de estos problemas en tu matrimonio? Si los
tienes, has encontrado el origen de tus conflictos. Tienes que tratar a fondo cada uno de
estos problemas para poder resolver los conflictos entre ustedes.

¿QUÉ MOTIVACIÓN NECESITAS PARA RESOLVERLOS CONFLICTOS?


La motivación es imprescindible para alcanzar la meta y resolver los conflictos
porque ésta te impulsa a tomar las medidas necesarias (y en la mayoría de los casos se
requieren muchas medidas). Necesitas la motivación apropiada que te ayude a perseverar
cuando el camino se ponga difícil.
Después de tantos años de asesorar parejas, he notado que la motivación es aún
más importante que saber los pasos que se deben tomar para resolver el problema. Una
persona puede saber lo que debe hacer, y a la vez no querer hacerlo. Cuando una persona
no tiene motivación, jamás tomará las medidas necesarias para resolver el problema.
Un buen ejemplo de la importancia de la motivación se puede apreciar en la historia
de un hombre que asesoré hace algunos años. Sam llevaba años de ser cristiano y tenía un
amplio conocimiento de las Escrituras. A pesar de eso, hacía muchos años que tenía varios
problemas con su esposa. Sam sabía exactamente lo que necesitaba hacer para resolver
estos conflictos, pero simplemente se negaba a hacerlo. No fue hasta que pasó por una
gran crisis con su socio que se motivó lo suficiente para resolver los conflictos con su
esposa. ¿Qué sucedió? Su socio hizo unas transacciones deshonestas, y Sam lo descubrió.
Él trató de resolver los problemas con su socio, pero esto no dio resultado. Me dijo que su
socio no estaba dispuesto a resolver el problema, y que estaba muy amargado porque Sam
puso en duda sus transacciones. Sam tuvo que perder su relación profesional antes de
reconocer el daño que él personalmente le estaba causando a su esposa al no querer
reconciliarse con ella. Sam finalmente solucionó todos los problemas con su esposa.
¡Sólo necesitaba un poco de motivación! Es una lástima que tuvo que perder su negocio
para reconocer lo que necesitaba en su matrimonio. Tú no tienes que esperar que ocurra
una calamidad. Si le ruegas a Dios, Él te dará la motivación necesaria.
¿Cuáles son las motivaciones o prioridades sobresalientes que necesitas para
resolver los conflictos?
1. Primero, debes estar dispuesto a resolver el conflicto. No repetiré este punto de
nuevo, pero déjame decir que, si quieres resolver los conflictos, tienes que estar dispuesto a
hacerlo. Pídele a Dios que suavice tu corazón; Él lo hará.
2. Tu motivación debe ser el deseo sincero de agradar a Dios sobre todas las cosas.
Muchas veces las personas tienen la motivación para avenirse y resolver los conflictos, pero
su raciocinio está equivocado. La motivación de algunas personas es simplemente el deseo

78
¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?

de vivir sin inconvenientes y ceden a cualquier exigencia. Estos individuos detestan todo
tipo de conflicto y harán cualquier cosa para evitarlo sin considerar si está bien o mal.
Ellos sólo quieren que sus cónyuges los dejen en paz para no interrumpir sus propios
intereses, sus pasatiempos, programas de televisión o deportes. Esta motivación es egoísta
y deshonesta y cualquier acuerdo al que se llegue, no se cumplirá.
Además, están aquellos que harán cualquier cosa para agradar a su pareja, aunque
esto vaya en contra de su propia consciencia o quebrante la Palabra de Dios. Permiten que
su cónyuge sea abusivo y distante sin decir nada para mantener la paz en el hogar.
Al final, estas personas se cansan de tratar continuamente de agradar a sus respectivos
cónyuges sin que éste les responda.
Ninguno de estos métodos, ya sea agradar a tu cónyuge o complacerte a ti mismo,
es devoto porque estarías actuando en contra de los principios bíblicos de honestidad,
desinterés y responsabilidad. No está bien que te comportes egoístamente ni que permitas
que tu cónyuge lo haga porque eso no le agrada a Dios, y esta es la motivación más básica.
Todos hemos sido llamados a agradar a Dios. Este es el propósito sumo de toda
persona, eso nos impulsa a tomar medidas desinteresadas que podrían ser muy difíciles.
Lo hacemos porque amamos al Señor y anticipamos algún día escucharlo a Él decir:
“¡Bien hecho!”. Eso fue lo que motivó a Jesús a tomar decisiones difíciles y desinteresadas:
“yo hago siempre lo que le agrada” [al Padre] (Jn. 8:29). Y también: “Porque he
descendido…no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn. 6:38).
Si esa es tu motivación, tú también podrás tomar las decisiones difíciles, desinteresadas y
necesarias para reconciliar tus conflictos.
El deseo de agradar a Dios debe guiar todas las acciones en tu vida, especialmente
con respecto a tu cónyuge. Pablo le dijo a la iglesia tesalonicense que ésta era la
motivación suprema necesaria para vivir una vida cristiana, enseñándole cómo ellos debían
“andar y agradar a Dios” (1 Ts. 4:1 LBLA). Fíjate cómo Pablo relacionó su andar recto con el
deseo de agradar a Dios. Una vez más, él le encomendó a Timoteo que agradara “a aquel
que lo tomó por soldado” (2 Ti. 2:4). Cuando eliges como prioridad agradar a Dios primero,
no solamente atacas la raíz de todos los conflictos, también comienzas a sentir Su paz y Su
gozo en lo más profundo de tu alma.
¿De dónde sacas esta motivación cuando crees no tenerla? Es un resultado natural
de una relación de amor con el Dios viviente. Cuando estás enamorado de Él, quieres
obedecerle y darle el primer lugar en tu vida. Y repito, esta es la razón por la cual es
importante renovar tu relación con el Señor. Si has seguido leyendo este libro y aún no lo
has hecho, para y hazlo en este momento. ¡No verás ningún cambio en tu vida ni en tu
matrimonio si no te entregas a Él!
Antes de continuar con el siguiente capítulo, pídele al Padre la motivación para
agradarle a Él voluntariamente y de todo corazón. Al hacer esto, las acciones necesarias
para resolver todos los conflictos en tu matrimonio surgirán naturalmente. Todo lo que
tienes que pedirle es: “Dame la disposición, Señor, para agradarte en todas las cosas”.

Repaso
Hagamos un repaso antes de continuar. ¿Qué necesitamos para comenzar a
resolver los conflictos?
1. Puedes estar segura de que es normal que existan conflictos entre ustedes.
Lo que no es normal es permitir que continúen sin resolverlos.
2. Para resolver estos conflictos necesitas entender las causas y contrarrestarlas.
3. Finalmente, necesitas tener la motivación propicia para resolver esos conflictos.

79
¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?

Ahora, pasemos a los pasos prácticos necesarios para resolver los conflictos entre
ustedes dos.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 8


Uno de los problemas más comunes en los matrimonios de hoy en día es la
confusión sobre cómo resolver los conflictos. Muchas parejas simplemente no saben cómo
resolver sus desacuerdos. Estos conflictos no resueltos destruyen la intimidad, la unidad y
el compañerismo en cualquier matrimonio; también causan frustración la cual genera más
conflictos. Los conflictos no resueltos encienden el fuego del siguiente conflicto.
Cuando surge un desacuerdo nuevo y no se resuelve, se convierte en más combustible
para el fuego que está destruyendo la relación. Rápidamente se convierte en un ciclo
vicioso que baja en espiral y destruye la relación por completo. Si la pareja se niega a
resolver los problemas, levanta una pared tan impenetrable que termina por romper su
relación. Si no existe una relación, la pareja concluye que no tienen ninguna razón para
seguir juntos. Es por eso que el aprender a resolver los conflictos cuando surgen es
importantísimo para tu matrimonio.

A. ¿Cuáles son las causas de los conflictos que se encuentran en las páginas 76-78?
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2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

B. ¿En cuáles de esas causas has caído tú?


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2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

C. En las páginas 78-79, ¿cuáles son las dos motivaciones más importantes para resolver
los conflictos?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________

D. ¿Por qué a veces no tienes la motivación para resolver los conflictos con tu cónyuge?
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E. Lee los siguientes versículos y anota lo que aprendes.


1. ¿Dónde encuentras la buena voluntad (2 Co. 8:12)?
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?

2. Aun cuando tienes la buena voluntad, a veces surge este problema (Mateo 26:41).
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3. ¿Cómo te hace actuar la sabiduría de Dios (Stg. 3:17)


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4. ¿Qué es lo que Jesús siempre hacía (Juan 8:29)?


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5. En Romanos 15:1-3, ¿cuál es la exhortación que da Pablo?


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Preguntas para dialogar en grupo:


1. Comenta cómo tu egoísmo ha causado conflictos con alguien diferente a tu cónyuge.
2. Comenta cómo tu soberbia ha causado conflictos con alguien diferente a tu cónyuge.
3. Comenta cómo tu voluntad obstinada e independiente ha causado conflictos con alguien
diferente a tu cónyuge.
4. Sin dar detalles que podrían avergonzar a tu cónyuge, comenta cómo estas tres
actitudes pecaminosas han creado conflictos en tu matrimonio.

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9
PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos;
si te oyere, has ganado a tu hermano” Mt. 18:15

A
hora que entiendes por qué tienes conflictos en tu relación y los motivos propicios
para resolverlos, la cuestión es: ¿qué pasos prácticos debes seguir para resolverlos?
Podrías estar de acuerdo con todas las verdades que mencioné en el capítulo
anterior y a la vez no entender exactamente cómo ponerlas en práctica. El saber cómo
hacer algo es lo que determina su éxito o su fracaso. En esto han fracasado las prédicas de
hoy en día. Te enseñan qué debes hacer, por qué debes hacerlo, pero muy pocos explican
cómo poner en práctica sus enseñanzas. Sin embargo, la Biblia está repleta de
explicaciones prácticas sobre cómo implementar sus enseñanzas. Si sinceramente quieres
remover los obstáculos que impiden la unidad y el compañerismo en tu matrimonio, este es
el capítulo para ti.
Lo que necesitas hacer ahora es preparar una lista de todos los conflictos
pendientes en tu matrimonio y tenerla a la mano mientras lees este capítulo. Contesta las
siguientes preguntas. Tus respuestas determinarán si realmente podrás solucionar por
completo tus problemas.
1. ¿Estás dispuesto a tomar medidas para resolver estos problemas? Hablamos de
esto detalladamente en el primer capítulo y por esa razón no le dedicaré mucho tiempo
aquí. No obstante, es fácil decir que quieres un compañerismo verdadero con tu cónyuge y
continuar con tu obstinación y no querer esforzarte para conseguirlo. Por lo tanto, lee tu lista
de conflictos pendientes y pregúntate si estás dispuesta a tomar medidas para resolver
cada uno de ellos.
Recuerda lo que dijo Isaías: “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada” (Is. 1:19-20 se agregó
subrayado). Isaías asoció estas dos cualidades por esta razón: la buena voluntad debe
resultar en obediencia o acción. No puede ser una buena voluntad a medias; eso sería
totalmente inadecuado para lograr un cambio duradero. Dios reconoce la diferencia y tu
cónyuge también la reconocerá. ¿Cómo sabes si tu buena voluntad es a medias?
Simplemente considera las medidas que estás dispuesto a tomar. Si estás dispuesto, sin
reservas, entonces obedecerás completamente todo lo que Dios requiere de ti.
Si las Escrituras te piden que tomes cierta medida que no quieres tomar, ¿lo harás?
Puede que pienses: Y, ¿qué pasa con mi cónyuge? ¿No debe hacer algo también?
Hablaremos de ese punto más adelante. Primero te debes encargar de tu propia actitud y
tus propias acciones.
Comienza por pedirle a Dios que te dé la buena voluntad para acercarte a tu
cónyuge en busca de la reconciliación. No tiene justificación el no tratar de reconciliarte con
tu pareja. Jesús no les permitió a sus discípulos ninguna excusa cuando eran conscientes
de que tenían asuntos pendientes en sus relaciones personales: “Por tanto, si traes tu
PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda
delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu
ofrenda” (Mt. 5:23-24). “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y
él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mt. 18:15). Estos versículos nos enseñan
que si alguien está molesto contigo, en ambas situaciones, se te manda a ir en busca de la
reconciliación. El énfasis recae en la palabra “vé”. Jesús no quiere que vengas a adorarlo a
Él cuando sabes que tienes un conflicto pendiente con tu hermano. A veces la razón por la
que no hay reconciliación es simplemente porque uno de los cónyuges o ambos se niegan a
dirigirse al otro. Obviamente no puedes comenzar a reconciliar nada hasta que se
encuentren cara a cara. Por eso es que necesitas comenzar por pedirle a Dios que te dé un
corazón dispuesto para dirigirte a tu cónyuge. La oración puede cambiar tu corazón hoy
mismo si se lo pides. Recuerda que Santiago nos exhortó: “no tenéis lo que deseáis, porque
no pedís” (Stg. 4:2). Antes de continuar con tu lectura, pídele a Dios la buena voluntad para
dirigirte a tu cónyuge y abordar los problemas que los separan.
2. ¿Estás dispuesto a tomar medidas cuanto antes? El tiempo que uno tarda para
resolver un conflicto es crítico. En mi experiencia como consejero me he dado cuenta de
que la mayoría de los cristianos puede discutir con sus cónyuges y dejar pasar días sin
resolver el asunto. He hablado con parejas que llevan años guardando resentimiento sin
tratar el problema. Una pareja que asesoré llevaba veintidós años de casados y continuaba
discutiendo sobre asuntos que surgieron en su luna de miel. ¡Eso no debe ser así!
Consideremos algunas de las razones por las que debes resolver los conflictos cuanto
antes.
Primero, debes resolver los conflictos cuanto antes porque es un mandato
indiscutible de Cristo. Observa el siguiente versículo en el pasaje que cité en Mateo:
“Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino”
(Mt. 5:25 se agregó subrayado). Jesús quiere que resuelvas pronto los conflictos con tu
adversario. Luego, Él te da un precepto genérico para tratar con cualquier adversario:
“Ponte de acuerdo… pronto”. Este precepto también incluiría a tu cónyuge, especialmente si
en este momento lo consideras tu adversario. Jesús quiere que procures la reconciliación y
el perdón lo antes posible para evitar que el conflicto empeore.
La segunda razón por la que debes actuar pronto es porque entre más tiempo dejas
pasar sin resolver el conflicto con tu pareja, más se endurece tu corazón. Pero no es
solamente tu corazón; el corazón de tu cónyuge también se endurece. Esta es la razón por
la que el autor de Hebreos exhortó con urgencia: “Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis
vuestros corazones, como en la provocación” (He. 3:15 se agregó subrayado). La dureza de
corazón ocurre al resistir la compunción y la voz de Dios día tras día. Hoy Dios te está
suplicando que reconcilies tus conflictos con Él y con tu cónyuge. No cabe duda de que
¡este llamado de Dios es para ti!
Asimismo, debes actuar pronto para reconciliarte con tu cónyuge porque el tiempo
distorsiona los hechos del conflicto en tu mente. Aunque pase poco tiempo, es difícil
recordar quién dijo o hizo algo y comienzas a discutir por los hechos distorsionados.
Esto no resuelve nada y crea más frustración. El mejor momento para resolver el conflicto
es hoy mismo.
Cuando no resuelves el conflicto surgen otros problemas que son el resultado
indirecto del problema original. Los conflictos secundarios surgen porque ya están molestos
el uno con el otro. El guardar resentimiento en tu corazón facilita el dar una punzada por
aquí y una puñalada por allá. Un conflicto sin resolver provoca un nuevo conflicto tras otro.

83
PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

Todo conflicto que dejes pendiente, levanta una pared entre ustedes, lo cual no es propicio
para el compañerismo que buscas.
Por lo tanto, no esperes. Comienza hoy a resolver esos problemas del pasado y
mantén una cuenta corta de los problemas que surgen actualmente. ¡Resuélvelos a diario!
3. Debes estar dispuesto a ser completamente sincero. ¿Por qué es tan importante
la sinceridad para resolver conflictos? Para empezar, si no eres completamente sincero,
Dios no bendecirá tus esfuerzos para reconciliar esos asuntos pendientes. El rey David
reconoció esto cuando intentó continuar su relación con el Señor después de cometer
adulterio con Betsabé. Él trató de vivir como si nada hubiera ocurrido, disculpando sus
acciones y justificándose a sí mismo; sin embargo, sabía que las cosas no estaban bien con
Dios. Mientras ocultó su pecado deshonestamente y guardó silencio, David declaró:
“Se volvió mi verdor en sequedades de verano” (Sal. 32:1-5). En otras palabras, su vida
espiritual se marchitó. Una vez que David confesó su pecado con sinceridad, su espíritu fue
renovado y volvió a tener el gozo de la salvación. Él comprendió lo que Dios quería y lo
expresó en su salmo de arrepentimiento: “tú amas la verdad en lo íntimo…” (Sal. 51:6). Esto
es lo que Dios siempre busca en nuestros corazones.
El ejemplo de David revela que no existe la reconciliación con Dios si no admites la
verdad en tu corazón. Jesús conoce todos tus pensamientos, no hay nada que le puedas
ocultar. Él nos dice: “yo soy el que escudriña la mente y el corazón” (Ap. 2:23). Por lo tanto,
Él conoce tus intenciones y tus motivaciones. Si no eres completamente sincero con Dios y
con tu cónyuge, Él no bendecirá tus esfuerzos para reconciliarte con tu cónyuge. Dios no
podrá bendecir tu matrimonio, si lo hiciera, sería partícipe del engaño.
Al eludir tus faltas también impides la obra del Espíritu Santo en la reconciliación de
tu matrimonio porque Él es el “Espíritu de verdad”. El Espíritu quiere primeramente ayudarte
a ser sincero; Su comisión principal es guiarte “a toda la verdad” (Jn. 16:13). Cuando lo
logre, te podrá ayudar en tu relación matrimonial.
Jesús les reveló a sus discípulos una clave fundamental para su crecimiento y
madurez; les dijo que la Palabra de Dios se debía sembrar en la buena tierra de un “corazón
bueno y recto…” (Lc. 8:15). La sinceridad es esencial para poder crecer en tu relación con
Dios y con tu cónyuge.
Después de vivir contigo, tu pareja sabe si actúas con sinceridad y te conoce mejor
de lo que te imaginas. Cuando tu pareja vea que eres sumamente franco contigo mismo y
con Dios, esto le suavizará el corazón para poder hacer lo mismo. Pero si te niegas a ser
sincero, el resultado será todo lo contrario. El corazón de tu cónyuge se endurecerá y
perderá toda esperanza de una reconciliación.
Permíteme citar un ejemplo. Tenía un mes de asesorar a una pareja cuando un día
me llama la esposa por teléfono y me dice que ya no volverá a las sesiones de
asesoramiento. Cuando le pregunté la razón, me contestó, “Nada cambiará; él le ha estado
mintiendo todas las veces que hemos ido a verlo. Le mintió cuando usted le preguntó si
consumía drogas. Él fuma marihuana casi todos los días”. Ella agregó, “Así es él, y me doy
cuenta de que esto no dará resultado”. Ella colgó el teléfono y lo abandonó al siguiente día.
¿Qué fue lo que pasó? Esta mujer perdió toda esperanza de que hubiera un cambio
en su matrimonio porque sabía que su esposo no era sincero. Él participaba en el jueguito
de asesoramiento para apaciguarla. Ella sabía que su motivación no era la correcta,
y reconoció que él no tenía intenciones de cambiar. Aun después de haberlo desmentido,
él continuó mintiéndome. Tristemente, este matrimonio finalmente terminó en el divorcio.
He descubierto una y otra vez que cuando fracasa el asesoramiento matrimonial o el
matrimonio, por lo general la raíz del problema es la falta de sinceridad.

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

¿Eres sincero contigo mismo y con tu cónyuge respecto a tus faltas y fracasos en el
matrimonio? ¿Eres sincero con Dios? Si realmente quieres cambiar, pídele a Dios que te
motive a ser crudamente sincero acerca de los conflictos pendientes que enumeraste.
Confiésale a Dios tu insinceridad y después confiésasela a tu cónyuge.
4. ¿Estás dispuesto a contener tu ira? Aquí es donde comienza el verdadero
esfuerzo porque si no puedes controlar tu ira, no podrás ni siquiera comenzar a resolver los
conflictos que los desunen. La ira desenfrenada impide que sigan los pasos en el proceso
de la reconciliación; destruye y distancia a las parejas, nunca las une. Considera las
barbaridades que le dices a tu pareja cuando dejas que la ira te domine. Considera las
atrocidades que haces cuando te controlan la furia y el resentimiento. Después de calmarte,
quisieras poder retractar tus palabras, pero es demasiado tarde. Las palabras que dijiste y
la puñalada que diste hirieron profundamente procurando una muerte rápida. Tu lengua fue
como una navaja cortante pero ahora te das cuenta de que la mitad de las cosas que dijiste,
no las decías en serio. No fue tu intención romper la pared con el puño, ni tirar la lámpara,
pero lo hiciste porque te frustraste tanto que tu ira te dominó. Lo peor de todo es que no se
resolvió nada. Tuvieron que volver a hablar del tema.
¿Te suena? ¿Es así como se despliegan tus conflictos matrimoniales? Si luchas
para controlar tu ira, probablemente te has preguntado varias veces, “¿por qué me creó
Dios con esta ira? ¿Cuál es su propósito? ¿Es posible contenerla y controlarla?”
Estas preguntas son muy importantes, examinémoslas.
¿Es posible realmente contener la ira? ¡Sí, es posible! Puede que estés pensando:
es muy fácil decirlo, pero otra cosa es hacerlo. Reflexiona por un momento, muchas veces
has logrado controlar tu ira. Todos lo hemos hecho. Aun antes de ser cristiano
probablemente lo lograste muchas veces. ¿Alguna vez te ha tratado injustamente tu jefe?
Tal vez te habló con voz áspera, o no le pareció bien tu trabajo y te exigió que lo rehicieras.
¿No te enfureciste por dentro? Y, sin embargo, no estallaste ni reaccionaste con odio.
Te contuviste y lograste controlar y dominar tu ira hasta que se alejó tu jefe. Luego te
desahogaste con tu compañero de trabajo diciéndole exactamente lo que opinabas de tu
jefe.
¿Te ha pasado algo similar? Seguro que sí. Hasta la persona con la lengua más
mordaz ha tenido que cerrar el pico alguna vez. ¿Y qué te motivó a contener tu ira?
¿Qué te hizo detener y no explotar contra tu jefe? ¿No fue el hecho de que no querías
perder tu empleo? Por supuesto, no querías perder ese cheque al terminar la semana, por
eso controlaste tu ira. Fue una decisión muy simple porque querías conservar tu empleo.
Ahora la pregunta es, ¿por qué no haces eso en casa? ¿Por qué llegas a casa y al
menor desacuerdo arremetes contra la persona que amas más que a nadie? ¿Por qué de
repente no te puedes contener cuando se trata de tu cónyuge? El contener tu ira para
conservar tu matrimonio debe tener la misma prioridad que conservar tu empleo.
Es esencial que entiendas que, al no contenerte, destruyes lentamente tu relación y no
logras resolver tus conflictos. ¡Es imprescindible que controles tu ira! ¿Cómo lo logras?
Primero debes reconocer y admitir que tienes un problema. He aquí la sinceridad
que te mencioné anteriormente. ¿Puedes admitirle a Dios con toda sinceridad que tienes
problemas con tu ira? ¿Se lo admitirás a tu cónyuge? No puedes comenzar a resolver estos
problemas hasta que esto ocurra.
Segundo, si crees tener un problema en esta área, pídele a Dios que te motive para
contenerte. ¿Cómo? ¿Recuerdas que en el capítulo 5 mencioné cómo tu amor te motivará a
contener ciertas acciones? El amor es una motivación mayor que simplemente conservar tu
empleo y seguridad económica. El amor de Cristo debe controlarte en lugar de tu ira.

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

También tienes el poder del Espíritu Santo que te ayudará a contenerte. “Andad en
el Espíritu” y tendrás la capacidad de resistir los deseos de la carne (Gá. 5:16). El Espíritu
es tu ayuda; Él te ayudará a controlar tus emociones si se lo pides (Jn. 14:16).
Asimismo, la prudencia y la discreción te habilitan para contener tu ira. Salomón
dice: “La cordura del hombre detiene su furor…” (Pr. 19:11). ¿Por qué es cierto esto?
Porque al madurar con el correr de los años, te das cuenta de que cuando estallas no
consigues nada. Puede que te sientas mejor en el momento, pero ese sentimiento
rápidamente da lugar a la compunción o la condenación. La prudencia te dicta que procedas
lentamente y que obtengas toda la información, y después trates de resolver el problema.
Pídele a Dios que te enseñe a actuar con moderación por medio de Su amor,
Su poder y Su sabiduría. Quedarás sorprendido de los cambios que Él logrará en ti si tú
estás dispuesto a hacerlos.
Tercero, el contener tu ira es una opción. Es una opción terminar la conversación o
la discusión antes de que se vuelva desagradable. Es una opción tomarse un momento y
orar porque sientes que tu ira comienza a hervir por dentro. Es una opción alzar la mano y
decir: “Espera, los dos nos estamos enojando. Tomémonos un momento para calmarnos e
intentemos esta conversación de nuevo”. A veces todo lo que necesitas para controlar y
contener tu ira es pedir un tiempo muerto. Esto es lo que sugiere el libro de Proverbios.
Salomón dijo: “El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas; Deja, pues, la
contienda, antes que se enrede” (Pr. 17:14). Su analogía que compara la contienda con el
agua suelta es muy apropiada porque presenta una imagen que todos conocemos.
Comienza con un poco de irritación, pero, así como el agua que sale de una represa
finalmente termina por erosionar todos los límites y se forma en un torrente, así es la ira.
Cuando comienzas a dejarla escapar, erosiona todos los límites y causa tremendos daños.
¿No sientes que tu ira se intensifica cuando comienzas a expresarla? Por eso es que la
Palabra de Dios dice que dejes la contienda antes de que comience.
Observa otro proverbio que instruye la misma verdad: “Honra es del hombre dejar la
contienda; Mas todo insensato se envolverá en ella” (Pr. 20:3). Es muy fácil iniciar una riña,
¿no? Cualquier insensato puede hacerlo, pero sólo un hombre sensato y honorable puede
evitar que ese desacuerdo se convierta en un intercambio de palabras hirientes.
Cuarto, no cometas el error de caer al otro extremo; no interiorices toda tu ira.
A menudo las personas interpretan mal las amonestaciones de dejar contiendas antes de
que comiencen, y tratan de retener la ira por dentro. Sin embargo, esto hace que salga el
tiro por la culata y garantiza que habrá una mayor explosión en el futuro. El enfado no
permanece neutral en tu corazón; tiene que manifestarse de alguna manera. El retener tu
ira y expresársela con enfado a tu pareja está mal y no es bíblico. El apóstol Pablo advirtió:
“no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Ef. 4:26). Esto significa que no debes pasar ni un
solo día guardando ira en tu corazón. Véase también Sal. 37:8.
Ahora, puede que preguntes: “Si no puedo guardar ira en mi corazón y no puedo
permitir que estalle contra nadie, ¿qué hago con ella?” Deja que tu ira te motive a tomar
medidas bíblicas y justas. ¿Qué quiero decir con eso? Dios te creó con la habilidad para
enojarte. La ira no es una emoción perversa o pecaminosa. Fue creada divinamente para
bien y para motivarte a tomar acciones piadosas. La acción que tomes cuando estés
enfadado determinará si has cometido un pecado o no.
Si nunca nos enojáramos, perderíamos un fuerte motivador en nuestras vidas.
Permíteme citar unos ejemplos de lo que quiero decir. Las Escrituras documentan que
Jesús se enojó en ciertas ocasiones y no pecó. Marcos declara que los hipócritas religiosos
de Su época le tendían trampas: “Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

por la dureza de sus corazones...” (Mr. 3:5). Este es un ejemplo excelente del uso de la ira
conforme al diseño de Dios. Tienes que leer el resto del pasaje para ver que Jesús hizo lo
que debía hacer a pesar de que estaba enfadado. Primero le hizo una pregunta a los judíos
para instruirlos sobre lo que estaba permitido hacer el día de reposo, y luego extendió su
brazo para tocar y sanar al hombre con la mano seca. Él reprendió a los que estaban
equivocados e hizo lo correcto.
También en el Antiguo Testamento podemos ver que cuando Dios fue motivado por
su ira, siempre actuó justamente. Las Escrituras dicen que cuando los judíos cayeron en la
idolatría, a Dios lo “provocaron a ira con sus ídolos” (Dt. 32:21). Él reaccionaba enviándoles
profetas para reprenderlos oralmente. Luego enviaba contra la nación el castigo,
y finalmente el juicio. Aún más, Deuteronomio menciona que Él justamente los provocó a
celos acercándose a los gentiles para tratar de hacerlos regresar a Él. Sin embargo, a la vez
las Escrituras declaran que Él contuvo Su ira y decidió no eliminar a los judíos por completo
(Is. 48:9). Para entender plenamente la ecuanimidad de la enseñanza bíblica con respecto a
la ira, es importante que examines ambos aspectos de Su ejemplo: Dios mismo es motivado
por Su ira a tomar medidas justas y siempre realiza estas acciones con moderación.
Puesto que debemos ser como Cristo, las Escrituras nos mandan: “Airaos, pero no
pequéis” (Ef. 4:26). Por lo tanto, sí es posible enojarte y no pecar. ¿Por qué nos ordenaría
Dios a enojarnos? Porque necesitamos motivación para tomar medidas piadosas y justas.
Yo opino que como cristianos a veces somos demasiado pasivos. No nos enojan las cosas
que deberían enojarnos, es decir, las cosas que enojan a Dios. Debemos aborrecer las
cosas que Él aborrece y amar las cosas que Él ama. Si lo hiciéramos, todos seríamos
cristianos más entregados.
Ahora déjame explicar un poco más esta idea de enojarte y no pecar.
La única manera de enojarte y no pecar es de enojarte con el pecado. A eso me refiero
cuando digo que debemos odiar lo que Dios odia. Debemos dirigir nuestro enojo hacia el
pecado y debemos responder en obediencia a la Palabra de Dios.
Cuando Coré acusó a Moisés de haber tomado demasiada autoridad para sí mismo,
¿qué hizo éste? Él “se enojó en gran manera, y dijo a Jehová…” (Nm. 16:15).
Moisés, motivado por su enojo, inmediatamente se dirigió a Dios en oración. Él “se postró
sobre su rostro” ante el Señor (Nm. 16:4). Luego Moisés les “habló a Coré y a todo su
séquito”; él no fue con el chisme a los demás. Los desafió a presentarse delante del Señor y
dejar que Él decidiera entre ellos (Nm. 16:5-14). Y Moisés confió en que Dios lo reivindicaría
(Nm. 16:15-19). Todas estas reacciones muestran la manera piadosa de responder al enojo,
y todas conllevan moderación piadosa.
Igualmente, Nehemías controló su ira y actuó con justicia. Mientras gobernaba,
recibió noticias de que entre sus compatriotas se cobraban interés por la comida. Muchos
no tenían los medios para pagar los altos precios y se veían obligados a vender su tierra y a
vender a sus hijos como esclavos para poder comer. Después de escuchar esto Nehemías
declara: “me enojé en gran manera” (Neh. 5:1-13). Motivado por su ira, ¿qué medidas
tomó? Primero, dice él, “lo medité” (v.7). Convocó una gran asamblea y agregó: “reprendí a
los nobles y a los oficiales”. Él no pudo haberlo hecho de una manera arrogante o severa
porque ellos acogieron sus instrucciones y consejos. Él razonó con ellos en cuanto a lo que
era bueno y justo (v.8-13). El enojo debe motivarte a actuar moderadamente. No saltes del
sofá para inmediatamente discutir con tu cónyuge. Primero, considera seriamente lo que
debes hacer, lo que es justo. La moderación te ayuda a hacer esto. Si necesitas reprender a
tu pareja, hazlo con el motivo de razonar con ella en lugar de hacerlo a los gritos.

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

De la misma manera, la ira que providencialmente fue plantada en el corazón del rey
Saúl lo motivó a actuar con rectitud. Las Escrituras nos dicen que cuando los amonitas
llegaron a la ciudad de Jabes de Galaad, su intención era oprimir al pueblo de Dios y
hacerlos sus siervos. Y también querían humillarlos y deshonrarlos sacándoles el ojo
derecho. De acuerdo con 1 Samuel 11:1-15 “Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios
vino sobre él con poder; y él se encendió en ira en gran manera”. El Espíritu de Dios
encendió la ira en su corazón. ¿Cuál fue el resultado de esa ira? Él reunió a los israelitas y
resistió el mal de los amonitas al montar un ejército contra ellos y Dios hizo que los israelitas
salieran victoriosos de esa opresión. Saúl salvó al pueblo de Jabes de Galaad porque su ira
lo motivó a buscar la justicia.
De estos ejemplos bíblicos debes aceptar que el enojo te puede llevar a actuar
piadosamente. El problema es que, por lo general, tomamos medidas equivocadas:
explotamos con gritos e insultos; lanzamos acusaciones (y a veces muebles); tiramos un
puño contra la pared o tal vez a la cara. A veces sucede todo lo contrario, hacemos el vacío
y el resentimiento hierve en silencio y la distancia entre los dos crece más cada día.
Todas estas acciones son pecaminosas y debes arrepentirte delante de Dios y erradicarlas.
Le he dedicado mucho tiempo a este tema porque es una clave muy importante para
resolver conflictos. Si no puedes controlar tu ira, jamás podrás tomar los siguientes pasos.
Pídele a Dios que te enseñe a controlar tu ira y a tratar estos asuntos en tu corazón.
5. ¿Estás dispuesta a escuchar y a comprender antes de plantear tu opinión?
La habilidad para escuchar es posible sólo si tu enojo es controlado por el Espíritu Santo.
¿Cómo te sientes cuando tú tratas de comunicarte y tu pareja no te escucha?
¿No te frustras y te enojas porque él te está comunicando que tus ideas no tienen valor?
Si no escuchas, aumentará la distancia entre ustedes y ciertamente el conflicto continuará
sin resolverse.
¿Eres tú el que no sabe escuchar o al que no escuchan? ¿O son los dos, tú y tu
cónyuge, culpables de no saber escuchar lo que el otro dice? Es importante que contesten
esta pregunta porque saber escuchar es un paso crítico para poder resolver conflictos.
El saber escuchar es esencial si quieres razonar o comunicarte con tu cónyuge en base a lo
que él te ha comunicado. Si te niegas a escuchar, no puedes comprender, lo cual dificulta
llegar a un acuerdo sobre la causa del problema.
Cuando tu pareja expresa algo que le desagrada, ¿le interrumpes? ¿Tratas de
responder a los comentarios de tu pareja antes de que ella termine de hablar? ¿Estás
escuchando realmente o simplemente contemplando la respuesta que le darás? Estas son
indicaciones de que no estás prestando atención. Si no sabes escuchar, no podrás
comunicarte porque no habrás entendido bien lo que tu pareja te dijo. Si constantemente
escuchas a tu pareja decir, “No, eso no es lo que quiero decir”, o “Tú no me entiendes lo
que te digo”, ¡probablemente no entiendes! Eso significa que no sabes escuchar.
Si el Espíritu Santo te ha compungido por no saber escuchar, empieza por reconocer
que existe un problema. De nuevo, esto requiere la franqueza y la humildad que
mencionamos anteriormente. Si demuestras esas dos actitudes, no puedes fallar. De hecho,
son esenciales para escuchar y comprender a tu cónyuge.
Luego, pídele a Dios que te muestre por qué no sabes escuchar. Permíteme darte
algunas posibilidades bíblicas entre las cuales puedes escoger. Podría ser porque no
contienes tu enojo, tal como lo detallamos en la sección anterior. No cabe duda de que no
puedes escuchar a nadie cuando no controlas tus emociones. Tal vez estás demasiado
ocupado hablando. No puedes hablar y escuchar a la vez. Santiago dice que uno debe ser
“pronto para oír” y “tardo para hablar”, y al final esto lo hará “tardo para airarse” (Stg. 1:19).

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

Puede que no sepas escuchar por tu orgullo, pensando que siempre tienes la razón.
El libro de Proverbios dice que un burlador (lo que en hebreo significa un hablador
arrogante), “no escucha las reprensiones” (Pr. 13:1). ¿Tienes demasiado orgullo para saber
escuchar? En los Salmos David menciona otra razón por la cual no sabemos escuchar.
Ahí el corazón de Dios clama a su pueblo cuando dice, “¡Oh, si me hubiera oído mi
pueblo…!” (Sal. 81:13). David ya había explicado por qué los judíos no le prestaban atención
a Él; dijo que era por la “dureza de su corazón” (v.12). ¿Tienes un corazón endurecido?
Finalmente, el saber escuchar es una decisión. Es la determinación en tu corazón de
escuchar y comprender lo que tu ser querido te está diciendo. Moisés manifiesta este
principio cuando les instruye a los israelitas sobre los profetas falsos. Él explica que cuando
el pueblo encuentre un profeta falso entre ellos, el pueblo tendrá que elegir. Él ordenó:
“no consentirás con él, ni le prestarás oído” (Dt. 13:8). En otras palabras, el saber escuchar
es una decisión.
Si quieres aprender a escuchar, pídele al Señor que te compunja cada vez que
caigas en una de esas trampas. Entrégate a Su compunción y Su poderío entrará
inmediatamente en tu corazón para cambiar tu comportamiento. Intenta darle a tu cónyuge
la oportunidad de hablar mientras tú escuchas. Si se te dificulta, puede que tengas que
repetir lo que él o ella te acaba de decir. Pregúntale a tu pareja, “¿Es esto lo que quieres
decir?” Esto tiene dos objetivos: primero, te ayudará a entender perfectamente lo que tu
pareja está tratando de comunicarte, y segundo, convencerá a tu cónyuge de que realmente
deseas escuchar.
El saber escuchar te permite entender a tu cónyuge, lo cual es una clave
fundamental para resolver conflictos. Espero que desarrolles esta aptitud. Hablaremos
sobre la comunicación más detalladamente en un capítulo subsiguiente.
6. ¿Serás tú el primero en humillarte y confesar tus faltas? La humildad es un paso
muy importante que te permite resolver con diligencia los conflictos entre ustedes.
Cuando ambas partes toman este paso, ya no hay más discusión. Todo se soluciona
porque han reconocido sus faltas y nadie tiene que comprobar que el otro tiene la culpa.
Permíteme ilustrar esto al describir la dinámica de un conflicto típico. Tu pareja te
acusa de haberlo ofendido. Tú inmediatamente te enojas, te pones a la defensiva y estallas.
Niegas haber hecho algo malo y comienzas a acusar a tu cónyuge presentando tus propias
quejas. Te niegas a escuchar el punto de vista de tu esposo porque estás demasiado
ocupada echándoles la culpa a otros y justificando tus acciones con circunstancias
atenuantes. Tu pareja cree que en tu opinión no has hecho nada malo. Por lo tanto,
se empeña un poco más en convencerte de que esta afrenta sí ocurrió. Mientras tanto, el
enojo continúa aumentando entre los dos por la frustración, la falsedad y la renuencia a
escuchar. Luego tu cónyuge te hace recordar una de tus faltas anteriores y esto te enfurece
porque ahora te está echando en cara lo del pasado. Entonces tú lanzas una de las faltas
anteriores de tu cónyuge. Las acusaciones y los reproches que las contrarrestan vuelan de
un lado a otro a tal punto que ni siquiera recuerdan por qué comenzaron a pelear.
El volumen escala más y más hasta que uno de ustedes se da por vencido y se marcha
dando un portazo. ¿Te suena familiar?
Si te suena familiar, debes dejar ese comportamiento para fomentar el
compañerismo. ¿Cómo se podría haber evitado el conflicto antes de que tomara este
rumbo? Simplemente reconociendo tu falta, sincera y humildemente, y pidiendo perdón
desde el comienzo. Esta es la manera más fácil y más diligente de parar una contienda
antes de que empiece. Déjame explicar el porqué.

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

Cuando confiesas tu falta, inmediatamente desarmas a tu cónyuge con humildad y


franqueza. Ya no es necesario que tu pareja compruebe esa falta. Le quitas las armas de
acusación y las pones sobre la mesa. Tu responsabilidad como cristiano es humillarte y no
obligar al otro a que te humille comprobando tu culpabilidad (Stg. 4:10).
Al confesar tus defectos te ahorras todo el tiempo que pasarías discutiendo si en
realidad existe una falta, y puedes llegar directamente al grano del problema. Ya no hay
más pleitos que parezcan ser interminables. Los pleitos terminan muy pronto en lugar de
durar días. Una pronta resolución ocurre cuando dos personas maduran en su relación. La
sinceridad humilde te permite ver claramente todos los aspectos del conflicto. En la mayoría
de los casos ambas partes son culpables, pero cuando no admiten sus propias debilidades
y le echan la culpa a su cónyuge, se forma un embrollo. Jesús reconoció que primero debes
tratar tus propias faltas antes de tratar las de otro: “¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame
sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu
propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mt. 7:4-5
se agregó subrayado). La imagen que Cristo presenta es muy expresiva e impactante.
Es ridículo practicar una intervención quirúrgica en el ojo de tu amigo cuando tienes una
enorme viga en tu propio ojo. Tu ceguera personal te imposibilita ver las cosas con la
debida perspectiva. Es pura hipocresía que nos rehusemos a mirarnos en el espejo y luego
usemos una lupa para ver las faltas de nuestro cónyuge. Hermanos y hermanas, hasta que
no vean sus propios defectos, son incapaces de hablarle a sus parejas de las faltas de ellos.
¿Qué es lo que hacemos en lugar de confesar nuestras propias faltas? Culpamos a
otros. Una de las características más básicas de la naturaleza pecaminosa del hombre es la
tendencia a echarles la culpa a los demás. Esto es lo primero que hicieron Adán y Eva
después de que pecaron en el huerto. Cuando Dios los encaró en ese día fatídico,
Adán dijo: “La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”.
La mujer respondió, “La serpiente me engañó, y yo comí” (Gn. 3:12,13 LBLA se agregó
subrayado). Adán culpó a Dios y a su compañera, aunque fue él quien eligió comer según
su libre albedrío. Luego Eva culpó al diablo por todo. Estos dos fueron los primeros en
echarles la culpa a los demás y nos entrenaron muy bien.
¿Evades tú las culpas de la misma manera? ¿Culpas a Dios? ¿Culpas a tu
cónyuge? ¿Culpas al diablo? No puedes resolver nada si no te haces responsable de tus
propias acciones y confiesas tus faltas. No esperes a que lo haga tu pareja.
Hazlo tú primero para que puedan comenzar a sanar.
7. ¿Estás dispuesto a perdonar verdaderamente? El perdón es imprescindible si
deseas restaurar tu matrimonio por completo y establecer la unidad y el compañerismo.
La renuencia a perdonar totalmente a tu cónyuge es una de las razones principales por la
que nunca se resuelven los conflictos. ¿No te has preguntado por qué guardas
resentimiento y enojo por el pasado? ¿Por qué explotas por la más pequeña infracción de
tus reglas? ¿Por qué te niegas a confesar tus propias faltas cuando te confrontan? ¿Por qué
no estás muy dispuesto a tomar las debidas acciones? ¿No te das cuenta de que tu actitud
implacable está al fondo de estas malas acciones?
El negarte a perdonar es uno de los obstáculos más grandes que impide la
reconciliación en cualquier relación. Cuando no estás dispuesto a perdonar es como si tus
pies estuvieran puestos en cemento y estás completamente inmóvil en tu posición.
No habrá ningún progreso y tu relación no mejorará. De hecho, una actitud implacable lenta
e imperceptiblemente destruye el resto de la relación. Ambos corazones se endurecen más
con cada día que pasa.

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

Muchas parejas se piden disculpas después de que termina el conflicto, pero el


perdón total y verdadero muchas veces no se concede. Sienten pesar por lo que ocurrió,
pero ninguno de los dos está dispuesto a perdonar conforme a las Escrituras.
Por lo general, nadie pide perdón y no hay un verdadero arrepentimiento para evitar que
surja el asunto de nuevo. La actitud implacable se manifiesta enseguida cuando uno de los
cónyuges o ambos usan los problemas del pasado como munición para el conflicto nuevo.
No debes hacer eso si quieres una relación duradera.
Observa el trato diferente que Dios te da a ti. ¿Recuerdas cómo comenzó tu relación
con el Señor? Fue conforme a Su misericordia y al perdón que Él te concedió libremente.
El perdón y la misericordia forman parte de la naturaleza de Dios. El profeta Miqueas
declara que Dios: “se deleita en misericordia” (Mi. 7:18). El rey David dijo: “Porque tú,
Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te
invocan” (Sal. 86:5). No es necesario que le tuerzas el brazo a Dios para obligarlo a que te
muestre misericordia y perdón. Él está listo para perdonar y se deleita en hacerlo, con tan
sólo pedírselo. No cabe duda de que se lo habrás pedido muchas veces, pero
¿estás dispuesto y listo para perdonar a los demás, especialmente a tu cónyuge?
¿Estás dispuesto a perdonar tal como tú has sido perdonado? Debes estar dispuesto a
permitir que Él viva por medio de ti. Pablo nos suplica: “sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en
Cristo” (Ef. 4:32 se agregó subrayado).
Si tienes una actitud implacable en tu corazón, los problemas entre ustedes no se
solucionarán del todo. Antes de acercarte a tu cónyuge en busca de la reconciliación,
toma la decisión hoy mismo y elige perdonar. Entonces estarás listo para perdonar cuando
tu pareja te lo pida. Sólo entonces habrás seguido el ejemplo de perdonar, así como tú has
sido perdonado.
8. ¿Estás dispuesto a comunicarte con cariño y a explicar la actitud o la acción
precisa que quieres que tu cónyuge cambie? Esta es una de las medidas más difíciles pero
necesarias para resolver el conflicto. No es fácil decirle a tu cónyuge que no te agrada la
manera en que te trata porque esperas que su reacción sea desagradable y molesta.
Para protegerte a ti mismo, eliges aguantar y negar, o exculpar la ofensa de tu pareja,
pero por dentro sabes que algún día tendrás que confrontar esto. Tarde o temprano tendrás
que hablar del tema con tu cónyuge. Déjame explicar cómo debes abordar el asunto.
Después de tomar los pasos del 1 al 7, debes informarle a tu esposo de qué manera
te ofendió. Por supuesto, esto se hace solamente si tu cónyuge no ha confesado sus
propias faltas. Si todavía no lo ha hecho, comienza la conversación con palabras blandas en
lugar de palabras ásperas porque, “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera
hace subir el furor” (Pr. 15:1). Lo que menos quieres en ese momento es hacer subir el
furor. Cuando hables con tu pareja respecto a la afrenta, usa palabras blandas que
favorezcan la reconciliación. Siempre hay dos versiones en un conflicto y debes considerar
las dos en su totalidad.
Ten cuidado al tomar esta medida. Primero, no seas ambiguo con tu cónyuge;
no hables de tus sentimientos, más bien, sé muy conciso y cita las palabras o las acciones
precisas que te han ofendido. Observa el ejemplo de Cristo cuando reprendió a la iglesia en
Éfeso. Él fue muy claro al mencionar sus faltas. Él dijo: “Pero tengo contra ti, que has
dejado tu primer amor” (Ap. 2:4). No se puede ser más claro y más directo que eso.
Segundo, debes tener el objetivo adecuado. Jesús les explicó a sus discípulos: “si tu
hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu
hermano” (Mt. 18:15 se agregó subrayado). El objetivo es ganar a tu hermano, y eso

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

significa que debes tener esa actitud y ese deseo. Si le das rienda suelta a tus emociones,
gritas, reprochas y acusas, los resultados no serán muy fructíferos y no repararás la relación
con tu cónyuge; lo alejarás aún más.
Si tu cónyuge se niega a escucharte, tendrás que tomar el siguiente paso
mencionado en Mateo 18:16. Jesús dijo: “Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos,
para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”. He descubierto que la mejor
manera de implementar este versículo es llamar a tu pastor. Pídele que llame a tu cónyuge
para que puedan tratar de reconciliar el problema juntos. Varias personas me han
preguntado si esto es un abuso de confianza de su pareja al revelarle el problema al pastor.
De ninguna manera. Tienes el fundamento bíblico para esta acción en el versículo antes
mencionado. Debes tomar esta medida porque tu cónyuge se ha negado a escucharte y a
reconciliarse contigo. Este método muchas veces da buenos resultados. Jesús sabía
perfectamente lo que decía. Confía en Él y hazlo. En el apéndice de este libro trato en más
detalle la cuestión de un cónyuge indiferente.
Finalmente, otra razón por la que debes comunicarle las afrentas precisas es que tu
cónyuge no es adivino y no sabrá qué estás pensando a menos que se lo digas. En varias
ocasiones durante la consulta un esposo dice: “¿Por qué no me dijiste esto antes?”
La persona está totalmente sorprendida de que nunca antes se mencionó el tema. Tu pareja
no puede saber ni entender lo que piensas o sientes a menos que se lo digas.
Lo esencial en la reconciliación es que llega el momento en que ambas partes tienen
que dialogar francamente sobre las cosas que los ofenden. Esto facilita la comprensión y la
posibilidad de un verdadero cambio en la conducta.
9. ¿Estás dispuesta a buscar un acuerdo mutuo? El objetivo a nivel vertical es
agradar a Dios; el objetivo a nivel horizontal es llegar a un acuerdo con tu cónyuge.
¿Recuerdas el mandamiento de Jesús que estudiamos anteriormente? “Ponte de acuerdo
con tu adversario” (Mt. 5:25). Se llega a un acuerdo cuando eliges ceder y transigir en esas
áreas en las que has actuado obstinada y egoístamente. Esto agradará a Dios y le
demostrará tu amor a tu pareja. Un arreglo mutuo es la manera de ponerte de acuerdo con
tu cónyuge.
El profeta Amós hizo la pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de
acuerdo?” (Am. 3:3). Él reprendió al pueblo por su desobediencia y renuencia a aceptar su
pecado ante Dios. El apóstol Juan hace referencia a lo mismo. Él dice: “Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados…” (1 Jn. 1:9). La
palabra confesamos, en el lenguaje original, significa “asentir, convenir”. Cuando confiesas
tus pecados, estás de acuerdo con Dios, y esto te habilita para andar con Él. Dios nunca te
obligará a estar de acuerdo con Él ni te impondrá Su voluntad. Él espera que tú te acerques
voluntariamente y elijas abandonar tu vida egoísta y así llegar a un acuerdo con Él.
Lo mismo ocurre con tu cónyuge. Cuando los dos confiesen sus faltas,
inmediatamente estarán de acuerdo. Esta avenencia es lo que te permite encontrar un
arreglo mutuo y duradero donde anteriormente exigías salirte con la tuya. Un arreglo mutuo
es un cariñoso asentimiento a ceder y no exigir. El forzar e imponer tu voluntad no es nada
más que soberbia y egoísmo de tu parte, lo cual no conciliará nada entre ustedes.
La decisión de ceder es un ingrediente clave para llegar a un arreglo y para estar de
acuerdo en tu matrimonio. De hecho, no pueden llegar a un arreglo a no ser que al menos
uno de los cónyuges esté dispuesto a tomar el primer paso y a ceder con abnegación.
Cuando las parejas asienten, están haciendo concesiones necesarias para llegar a un
arreglo. Al hacer este tipo de concesiones desaparecerán los conflictos y regresará la
armonía en la relación.

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

Abraham y Lot ilustran bien este principio. Observa la medida que Abraham tomó
cuando surgió un conflicto entre estas dos familias por el pastizal de sus rebaños. Él le dijo
a Lot: “No haya ahora altercado entre nosotros dos… ¿No está toda la tierra delante de ti?
Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a
la derecha, yo iré a la izquierda” (Gn. 13:8,9). ¡Ese es un arreglo mutuo! Haz concesiones
para eliminar contiendas. Un arreglo podría incluir el concederle a tu pareja la oportunidad
de elegir y estar dispuesto a aceptar su decisión. El amor siempre busca la manera de
hacer este tipo de concesiones: “Porque de tal manera amó Dios… que ha dado a su Hijo
unigénito”, para poder eliminar la contienda y reconciliarnos con Él (Jn. 3:16). El amor
siempre toma medidas abnegadas para conciliar los conflictos.
¿Y tú? ¿Estás dispuesta a hacer este tipo de concesión con tu cónyuge? Por amor,
¿buscarás un plan para llegar a un arreglo con tu pareja y eliminar la contienda entre
ustedes? Si estás dispuesta, toma el problema más serio que los separa y pídele a Dios que
te muestre una manera creativa en la que tú puedas hacer concesiones. Esto podría incluir
tener que dejar alguna acción o tomar alguna medida para demostrar tu amor y tu deseo de
solucionar el problema. No esperes que tu cónyuge dé el primer paso, dalo tú.
Sin embargo, siempre debes recordar que el contrapeso en este tema es un arreglo
mutuo. Sólo debes transigir en cuestiones que no infringen la moralidad ni la Biblia. Nunca
transijas en cuestiones contrarias a las Escrituras o en las cuales las Escrituras plenamente
te mandan a actuar.
10. ¿Están dispuestos a orar juntos solícitamente buscando la reconciliación?
Dios le ruega a su pueblo: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y
ocultas que tú no conoces” (Jer. 33:3). Santiago dice: “La oración eficaz del justo puede
mucho” (Stg. 5:16). ¿Crees tú estas promesas? ¿Crees que Dios te contestará y te
mostrará las cosas que necesitas hacer? ¿Estás totalmente convencido de que orar juntos
realmente les ayudará en su matrimonio? Si crees que esto es cierto, entonces comiencen a
orar juntos hoy mismo.
¿Por qué es tan importante la oración para resolver los conflictos? Porque la oración
te reviste de humildad ante Dios y ante tu cónyuge. Tienes que ser sincero y totalmente
franco con Dios y con tu pareja cuando oras. Si no lo haces de esta manera, Dios y tu
cónyuge lo sabrán y tus oraciones no surtirán efecto.
Comienza y termina tus conversaciones en oración y te sorprenderá la armonía que
hallarás. Consecuentemente, llegarán a un acuerdo mutuo porque ese es el fruto de la
oración. Jesús instruyó que la oración auténtica acontece “si dos de vosotros se pusieren de
acuerdo en la tierra…” (Mt. 18:19 se agregó subrayado). No pases por alto el fruto de
armonía que la oración trae a tu relación. No pases por alto el poderío del Espíritu que es
tan necesario para cambiar una actitud o el comportamiento. ¡Tú necesitas lo que Él te
ofrece!
11. Debes tener paciencia y tolerancia. Nadie cambia de la noche a la mañana.
Por lo general, lleva años establecer las costumbres y la conducta que distancian a dos
personas y no hay nadie que pueda resolver esos problemas con una varita mágica.
Si no eres una persona paciente, muy pronto te desanimarás cuando las cosas no
cambien dentro del plazo que tú has determinado. Debes tener esas expectativas realistas
que mencionamos en el capítulo siete. La paciencia es la clave para vivir con la expectativa
razonable de que tu cónyuge cambiará lentamente.
El Padre es extremadamente realista en cuanto a la raza humana. Él sabe que
somos seres humanos caídos y entiende lo que necesitamos para cambiar. Su paciencia y
tolerancia son elementos clave en la salvación de la humanidad. Pedro dijo: “tened

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación” (2P. 3:15). En otras
palabras, la paciencia de Dios nos concede el tiempo que necesitamos para acercarnos a Él
y ser salvos.
Lo mismo se puede decir de los matrimonios con problemas. A menos que ambas
partes tengan mucha paciencia y tolerancia, ese matrimonio no se salvará. Cuando tienes a
dos personas caídas en un matrimonio y las dos necesitan un enorme cambio en sus vidas,
sólo la paciencia y la tolerancia les proporcionarán el tiempo suficiente para llevar a cabo las
medidas necesarias.
¿Dónde consigues esa paciencia y tolerancia? De nuevo, este es el resultado directo
de tu relación personal con Cristo. La paciencia es un fruto del Espíritu Santo (Gá. 5:22).
Esta es la razón por la que debes establecer y mantener tu peregrinaje con Cristo.
Pablo oró por la iglesia colosense para que fueran “fortalecidos con todo poder según la
potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo” (Col. 1:11
LBLA). Es la fuerza de Su gloria la que te dará la disposición para esforzarte pacientemente
por un cambio y hacerlo con gozo. Pablo oró también por la iglesia romana para que
“el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir…”
(Ro. 15:5). ¿No quieres tú esta paciencia que Él promete y el consuelo que conlleva?
El tener un mismo sentir es el fruto preciado de la paciencia.
Así es como lo consigues: pídele a Dios que te llene del poder de Su Espíritu y que
te habilite para tolerar a tu cónyuge. ¡No renuncies a Sus promesas antes de darle a Dios
una verdadera oportunidad para obrar en tu vida! La mayoría de las personas que he visto
se dan por vencidas muy pronto. Recuerda que las Escrituras te instan a ser “imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”. Imita a Abraham quien
“habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa” (He. 6:12,15). Recuerda,
la reconciliación requiere este tipo de paciencia persistente para ver esa promesa hecha
realidad.
Por lo tanto, ¿creerás en la promesa de Dios de que con Él, “todo es posible”
(Mt. 19:26)? No prestes atención a los comentarios de aquellos que te aconsejan darte por
vencido. Necesitas paciencia para que después de hacer la voluntad de Dios, también
puedas heredar las promesas de Dios.
12. ¿Estás dispuesta a tomar medidas, aunque tu cónyuge no lo haga? Esto es lo
que Dios ha hecho contigo: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Él manifestó su amor por nosotros, aunque
estábamos en rebeldía. Si hemos de amar a los demás como Él nos ha amado, entonces
debemos hacer lo mismo (Jn. 13:34). Tu cónyuge podría hasta cierto punto resistirse al
cambio o podría actuar en plena rebeldía contra ti y contra Dios. Todo lo que Dios requiere
es que tomes la responsabilidad de cambiar lo que tú sabes que debes cambiar. Si haces lo
correcto, este será el mejor incentivo para que tu cónyuge cambie también.
Las Escrituras nos dicen que debemos “estimularnos al amor y a las buenas obras”
(He. 10:24). Jesús dijo: “las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos” (Mt. 7:12). Te desafío a que implementes este principio
en tu matrimonio y observa lo que ocurre. ¿Cómo quieres que te trate tu pareja? Comienza
a actuar de esa manera con tu cónyuge y lo estarás estimulando a amar y a hacer buenas
obras. Esta es una de las mejores medidas y la más positiva que puedes tomar en tu
matrimonio.
¿Estás totalmente convencida de que es necesario tomar medidas para cambiar las
cosas en tu matrimonio? No es suficiente estar consciente de lo que debes hacer, debes
actuar conforme a tu conocimiento. No es suficiente decirle a la persona que la amas, debes

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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

demostrárselo en todo lo que haces. Con sólo leer este libro no resolverás tus problemas
matrimoniales ni forjarás tu relación. Una consulta con el mejor consejero matrimonial de la
ciudad tampoco lo logrará. En cierto momento tendrás que poner en práctica las
enseñanzas de este libro o lo que tu consejero te dice que hagas. Esa es la única manera
de solucionar los conflictos por completo. Permíteme ilustrar este principio.
Antes de la crucifixión, esa última noche que Jesús pasa con Sus discípulos, Juan
describe un incidente muy interesante. Él nos dice que Jesús sabía que su hora había
llegado para dejar este mundo, que todas las cosas le habían sido dadas en Sus manos y
que Él sería victorioso, vencería la cruz y regresaría con Su Padre. Él también sabía cuánto
había amado a Sus discípulos y que los había amado hasta el fin. Más Él estaba consciente
de que los discípulos no comprendían todo eso, especialmente la inmensidad de Su amor.
A Jesús no le bastó con entender todo esto, Él necesitaba demostrar con sus acciones lo
que sentía en su corazón. Por esa razón, dejó a un lado su vestimenta, se ciñó con una
toalla y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos. ¡Qué demostración de amor! Jesús no
sólo les dijo que los amaba, ¡se los demostró con ese acto extraordinario! Él tomó el lugar
del siervo más humilde y les lavó la suciedad de los pies (Jn. 13:1-20).
Esto es lo que hizo el Señor de gloria porque quería reconciliarse con el mundo. La
servidumbre de Jesús es una imagen del alma y del corazón de Dios tratando de comunicar
su intención primordial. Él tomó una acción que claramente manifestó lo mucho que amaba
a Sus discípulos. Jesús era un hombre de palabra y de acción. Él estaba convencido de que
la única manera que creeríamos en el amor del Padre sería si Él mismo moraba entre
nosotros y nos lo demostraba. Hizo todo esto mientras los hombres de este mundo
actuaban en rebeldía contra Él. Jesús incluso le lavó los pies a Judas, quien lo traicionó.
Después de que Jesús les lavara los pies a los discípulos, se volvió hacia ellos y les
dijo, “ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis…
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Jn. 13:15,17 se agregó
subrayado).
¿Te motiva esta convicción a actuar con amor, a dejar a un lado tu orgullo,
tu egoísmo y a servir a tu prójimo? ¿Tomarás estas medidas, aunque tu pareja no esté
dispuesta a responder de la misma manera? Si tomas estas medidas, estarás cumpliendo el
mandato de Cristo y Él se manifestará ante ti (Jn. 14:21). En otras palabras,
Él te recompensará con más de Sí mismo porque Él es nuestra vida y nuestra paz.
Cuando Jesús es tu vida (Col. 3:4), harás lo que Él ha hecho por ti. Perdonarás
como Él te ha perdonado. Servirás a tu cónyuge como Cristo te sirvió a ti. Aceptarás a tu
pareja como Cristo te aceptó a ti. Serás paciente como Dios ha sido paciente contigo.
Así es como lavas los pies de tu cónyuge, y así es como encuentras la felicidad. Si ya sabes
estas cosas, encontrarás la verdadera felicidad solamente si las haces. La obediencia a Sus
mandatos son los peldaños que te llevarán a la reconciliación y te darán la profundidad que
tanto anhelas en tu relación. Sigue Su ejemplo y comienza hoy a lavarle los pies a tu pareja.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 9


La pregunta más importante que las personas me hacen acerca de los conflictos es,
¿qué pasos prácticos deben tomar para resolver estas diferencias? El saber cómo hacer
algo determina su éxito o su fracaso. La Biblia está llena de instrucciones prácticas que
dictan cómo implementar sus enseñanzas. Si realmente quieres remover los obstáculos que
impiden la unidad y el compañerismo en tu matrimonio, entonces contesta con sinceridad
las siguientes preguntas:

95
PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

A. En los últimos meses, ¿qué han hecho con sus desacuerdos? Para poder identificar las
áreas problemáticas, lee la pregunta, el versículo que le sigue y califícate usando:
S = Seguido, A = A veces, R = Rara vez.

1. Después de un conflicto, ¿te esfuerzas por buscar la reconciliación (Mt. 5:23-24)


(Mt. 18:15)?
2. ¿Buscas la reconciliación sin demora (Mt. 5:25) (Ef. 4:26)?
3. ¿Eres completamente sincero al hablar de los detalles del conflicto (Sal. 51:6)?
4. ¿Contienes tu enojo durante un conflicto (Pr. 20:3) (Pr. 17:14)?
5. ¿Tratas de escuchar y entender la opinión de tu cónyuge cuando tienen un
desacuerdo (Stg. 1:19) (Pr. 18:13)?
6. Después de una pelea, ¿te humillas y confiesas tus faltas primero (Stg. 5:16)
(Mt. 7:5) (Gn. 3:11-13)?
7. ¿Perdonas y te niegas a mencionar el tema de nuevo (He. 8:12) (Fil. 3:13)
(Ef. 4:31-32) (Mt. 6:14-15) (Sal. 66:18)?
8. ¿Le dices cariñosamente a tu pareja la conducta o la actitud exacta que quieres que
cambie (Mt. 18:15)?
9. ¿Continúan platicando hasta llegar a un acuerdo mutuo (Gn. 13: 7-13)?
10. ¿Oran juntos regularmente pidiendo el poder para cambiar (Stg. 5:16)?
11. ¿Eres paciente y benigno cuando las cosas no cambian tan pronto como quieres tú
(Gá. 5:22-23)?
12. ¿Tomas las medidas necesarias para cambiar, aunque tu pareja no lo haga (He.
10:24) (Jn. 13:15) (Mt. 7:12) (Ro. 5:8)?

B. ¿Qué debes hacer con los conflictos que parecen no tener solución?

Si no pueden encontrar una solución después de estudiar estos principios bíblicos,


busquen una o dos áreas en las que sí estén de acuerdo. Usen estas dos áreas como
punto de partida para resolver las otras (He. 3:12-13; Mt. 18:19; Am. 3:3). A veces se
requiere tiempo para suavizar los dos corazones. Oren y pídanle a Dios que suavice
sus corazones y sigan platicando hasta encontrar una solución. Aquí es donde se
necesita la paciencia. La terquedad, el egoísmo, el orgullo y la dureza de corazón son
las causas de todos los conflictos no resueltos, pero la buena voluntad para llegar a un
compromiso te llevará a la solución. Primero comienza por tratar la dureza de tu
corazón. Pídele a Dios que te revele dónde estás actuando con terquedad, orgullo y
egoísmo. Al ver tus propias faltas y tus fracasos, pídele perdón a Dios. Recuerda que
1 Juan 1:9 declara: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. La palabra confesar en el lenguaje
original significa “convenir con” Dios. Observa que para poder reconciliarte con Dios
tienes que estar de acuerdo con Él sobre tu pecado. Por lo tanto, el reconocer tus
propias faltas y estar de acuerdo con Dios te ayudará a confesarle tus faltas a tu
cónyuge lo cual facilitará la reconciliación y el acuerdo mutuo.

96
PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS

C. Pasos a seguir para resolver los conflictos.


1. En orden de severidad, anota los conflictos que generalmente tienes con tu cónyuge.
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2. Escribe tus faltas personales y tus fracasos con respecto a estos conflictos (Mt. 7:5).
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3. Pídele perdón a tu cónyuge por cada una de tus faltas y tus fracasos.

4. Platica con tu cónyuge sobre cómo los dos pueden ser más cariñosos, flexibles y
generosos en cada uno de los conflictos.

Preguntas para dialogar en grupo


1. Sin mencionar nombres o alguna información que pueda identificar a la pareja,
dialoguen sobre algún matrimonio que fracasó por haber quebrantado uno o más de los
principios bíblicos mencionados en este capítulo.
2. Sin divulgar información que pueda avergonzar a tu pareja, dialoguen sobre cómo
ustedes en su matrimonio han quebrantado uno o más de los principios de este capítulo.
¿De qué manera impidió esto la resolución del conflicto?
3. ¿De qué manera han superado y cambiado este comportamiento para resolver el
conflicto?

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10
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
“Agradó la propuesta a toda la multitud...” Hch. 6:5

H
ace muchos años, escuché por televisión una entrevista con Billy Graham.
Le hacían una gran variedad de preguntas acerca del estado de nuestra nación y
del mundo. El entrevistador luego comenzó a hacerle preguntas acerca del
matrimonio y el alto índice de divorcio aquí en nuestro país. El doctor Graham comenzó a
hablar de su propio matrimonio y de cómo debía ser un matrimonio cristiano.
Hizo comentarios muy personales acerca de su propio matrimonio. Lo que dijo ese día me
causó mucha impresión y nunca lo olvidaré.
Él dijo que al comienzo de su matrimonio él y su esposa, Ruth, tuvieron los conflictos
normales que toda pareja tiene al adaptarse a esos primeros años. Pero ahora, después de
muchos años de matrimonio, Cristo les ha conferido tanta armonía que él y su esposa rara
vez riñen. Dijo aún más, que ellos habían aprendido a resolver sus diferencias y a atenderse
el uno al otro con cariño.
Ahora, cuando escuché eso, ya no presté mucha atención al resto de la entrevista.
Estaba muy asombrado con el hecho de que Billy y Ruth Graham rara vez discutían.
Ese comentario me intrigó y me pregunté, ¿será posible eso? ¿Cómo pueden dos personas
llevar una vida en la que rara vez riñen? ¿Cómo puede una pareja lograr eso?
En ese entonces yo mismo era un recién casado y estaba pasando por mi propio
período de adaptación con mi esposa. Pero recuerdo que ese comentario me infundió
aliento. Me dio algo por lo cual esforzarme en mi propio matrimonio. Ahora puedo decir que
ese comentario de Billy Graham resultó ser cierto en mi matrimonio. Después de treinta y
ocho años de casados, sinceramente puedo decir que rara vez riño con mi esposa.
Por lo tanto, las verdades que estoy a punto de compartir contigo, realmente dan resultado.
En definitiva, se trata de aprender a solucionar los conflictos por completo y no sólo
resolverlos. Puede que te preguntes, ¿cuál es la diferencia? Permíteme explicarlo.

RESOLVIENDO UN CONFLICTO VS. SOLUCIONARLO POR COMPLETO


Existe una diferencia muy fundamental entre estos dos objetivos, y es mucho más
que un juego de palabras. Cuando resuelves un conflicto, todo lo que has hecho es conciliar
las partes. Cada uno ha reconocido sus propias faltas, ha pedido perdón y la guerra ha
terminado. El problema original está resuelto, pero ¿volverá a ocurrir lo mismo el día de mañana?
Estas dos personas, ¿volverán a pedir perdón por lo mismo una y otra vez? Si es
así, entonces el problema no se ha solucionado por completo. Para solucionar el problema
por completo, debes establecer cómo y por qué se desencadenó el conflicto en primer lugar.
Esto requiere que identifiques algunas de las cuestiones subyacentes y determines si son
problemas recurrentes. Luego debes idear un plan para no caer de nuevo en la misma
trampa. Esto implica tomar medidas y prácticas mutuamente aceptables para evitar un
problema en el futuro. Si los dos están tratando de no ofender, y buscan maneras de
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

amarse y de servirse el uno al otro, combatirán la raíz de todo problema, el egoísmo.


Al final, tendrán menos problemas, y el resultado será una verdadera armonía matrimonial.
Estas medidas son necesarias para solucionar problemas, ya sea en tu matrimonio, con tus
amistades o con tus compañeros de trabajo. Estoy seguro de que, si haces memoria,
recordarás ciertos conflictos en tu matrimonio que ya solucionaste. Estos son asuntos por
los cuales discutieron en el pasado, pero ahora no. ¿Por qué? Porque los solucionaron y ya
no dan lugar a contiendas.
Veamos los pasos a seguir para solucionar por completo los conflictos entre tú y tu
cónyuge. Quiero que consideremos detalladamente un conflicto típico que demuestre los
obstáculos a la reconciliación a corto plazo, y que continuemos con un plan bíblico para una
solución a largo plazo. Luego te mostraré cómo es que los apóstoles usaron estos mismos
principios para solucionar un grave conflicto en su época. Confío en que estudiarás estos
principios y los aplicarás en esa área de tu matrimonio en la que persiste el conflicto.

PASOS PARA SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO


1. Descubre qué impide el proceso de reconciliación y la solución de los problemas.
Existen dos prácticas básicas que le impiden a la pareja comenzar el proceso de
reconciliación. Ya sea que las personas se concentren en atacarse mutuamente, o elijan
retirarse uno del otro. Quiero mostrarte un diagrama gradual para ilustrar este proceso que
te ayudará a entenderlo. He adaptado mi diagrama a uno parecido que usó Jay Adams en
su libro, MANUAL DEL CONSEJERO CRISTIANO. Le he agregado a su idea original para
explicar más a fondo la diferencia entre resolver y solucionar un conflicto por completo.

Figura 1: Los esposos se atacan mutuamente o se retiran uno del otro, impidiendo la
solución del problema.

Primero déjame explicar lo que quiero decir con ataque y retirada. Si tú eres un
atacante, eres el cónyuge agresivo y, por lo general, te pondrás a la ofensiva para culpar,
condenar, criticar o delatar a tu pareja. Esta conducta ofensiva se manifiesta con gritos de
rabia, alaridos, insultos; o el reproche de fracasos anteriores o el menosprecio hacia tu
cónyuge por no haber cambiado en absoluto. El propósito de atacar a tu pareja de esta
manera es herir profundamente para eliminar a tu rival antes de que ella te hiera a ti.
¡Ay, cuán profundo hiere la lengua! Rápidamente puede lastimar y destruir a la
persona que amas en un momento de ira. David dijo lo siguiente de aquellos que hablaron
mal de él, “Agravios maquina tu lengua; Como navaja afilada hace engaño” (Sal. 52:2).
Las palabras crueles de sus enemigos lo hirieron y lo ofendieron profundamente. Salomón
dijo lo mismo de la lengua, “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;
Mas la lengua de los sabios es medicina” (Pr. 12:18).
¿Cuál es el resultado de un ataque como este? Lentamente destruirás a tu cónyuge
día tras día. Pablo describió este método de ataque cuando le escribió a las iglesias de

99
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

Galacia, “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis
unos a otros” (Gá. 5:15). Él presenta la imagen de perros mordiéndose, desgarrándose y
destrozándose. Al final, una o ambas personas en la relación perecerán. Ese también será
el resultado en cualquier matrimonio en el que uno de los cónyuges, o ambos, trate al otro
de esta manera.
¿Atacas así a tu cónyuge? Puede que justifiques tus acciones con los problemas de
tu matrimonio, pero no eres consciente de lo que realmente está ocurriendo entre ustedes.
Estás despedazando a tu cónyuge lentamente, miembro por miembro y pieza por pieza.
Los ataques nunca solucionarán el problema porque la mayoría de las veces no se dirigen
al problema ya que están demasiado ocupados hiriéndose entre sí. De hecho, si atacas a tu
pareja en lo personal, los problemas aumentarán porque estarás ignorando el verdadero
problema, tu ataque.
La retirada es igual de perjudicial porque hace todo lo contrario. El cónyuge que se
retira es por lo general el individuo más callado en el matrimonio y esta acción parece ser el
mejor método de defensa para batallar con un cónyuge atacante. La persona que se retira
del conflicto guarda rencor y normalmente nunca menciona estas áreas conflictivas por
temor a las consecuencias. Esta esposa retiene todo el resentimiento y el dolor muy adentro
y se queda callada o se voltea y sale del cuarto. El atacante constantemente sigue al que se
retira, tratando de hablar del problema. La discusión se mueve de cuarto a cuarto sin que se
logre nada. A veces el que se retira es muy sutil en su táctica y usa palabras para retirarse.
Aquellos que se retiran a veces usan un juego de palabras para no permitir que la
conversación trate los verdaderos problemas. Algunas veces el que se retira aprende a
mentir para escabullirse y para no confrontar los problemas, y otras veces, el que se retira
simplemente se niega a hablar.
Vemos la retirada en las Escrituras en varios lugares. El profeta Jeremías habló de
la tendencia del hombre a retirarse de Dios cuando dijo, “Ellos me dieron la espalda, y no el
rostro; aunque les enseñaba… no escucharon ni aceptaron corrección” (Jer. 32:33 LBLA).
¿No es esto lo que a menudo le hacemos al Señor? Nos retiramos, le damos la espalda y
nos negamos a escucharlo. Sin embargo, hacemos lo mismo en nuestros matrimonios
cuando encaramos un conflicto. Le damos la espalda a nuestro cónyuge y huimos,
rehusándonos a tratar los problemas. No nos gusta la confrontación por eso nos retiramos
lo más pronto posible.
Desde el momento del primer pecado, el hombre ha tomado medidas para no tener
que encarar sus fallas. Después de que Adán y Eva pecaron, ¿qué fue lo que hicieron?
Huyeron y se escondieron de Dios en el huerto para evitar la confrontación por su
desobediencia. Leímos este versículo anteriormente, pero veamos la reacción de Adán y
Eva dentro de este concepto de ataque y retirada. Cuando Dios confrontó a Adán, él se
volvió y atacó a Dios para justificarse a sí mismo por su pecado. Adán dijo, “la mujer que me
diste”, básicamente le dijo a Dios, en realidad, mi pecado es tu culpa. Adán primero se retiró
y luego atacó tratando de culpar a Dios por su falta. Sí, es posible tomar estas dos acciones
en medio de un conflicto. Los hombres que discutieron con Esteban en el libro de Hechos
hicieron este doble papel de retirada y ataque. “Entonces ellos, dando grandes voces,
se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad,
le apedrearon” (Hch. 7:57-58). Este es un ejemplo desmesurado de hombres que primero
se negaron a escuchar tapándose los oídos y luego lo atacaron físicamente. Espero que
esto no esté ocurriendo en tu hogar.
Ten en cuenta que cada vez que dejas un conflicto para otro día, te estás retirando.
Cuando das la media vuelta y sales del cuarto en medio de un conflicto, te estás retirando.

100
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

Cada vez que te niegas a resolver un conflicto y te volteas en tu cama hacia la pared, te
estás retirando. Esto no solucionará nada porque por la mañana tienen que hablar de ello
de todas maneras. Estas dos acciones son totalmente inútiles para resolver o solucionar los
conflictos por completo.
Estas acciones son pecaminosas, aumentarán la distancia entre ustedes e
impedirán una solución final. Debes identificar cuál de estas acciones tiendes a tomar.
¿Eres tú la que ataca o la que se retira? Puede que tal como Adán, vaciles entre el ataque y
la retirada. Cuando los dos cónyuges son atacantes, por lo general, la relación conyugal es
muy tempestuosa. Si uno de los cónyuges es atacante y el otro se retira constantemente,
habrá menos conflictos, pero es muy frustrante porque uno de los cónyuges tendrá que
perseguir al otro para tratar los problemas. Si ambos se retiran, se necesita un incidente o
una situación muy grave para que estos dos lidien con el problema. Dos cónyuges que se
retiran, por lo general, pueden estar juntos por años aun cuando existan problemas muy
serios en su matrimonio, simplemente porque no tratan los problemas que tienen.
Si puedes identificar la manera en que tiendes a reaccionar, entonces es más fácil ir
ante Dios en oración y pedirle que cambie tu forma de pensar y tu comportamiento.
Cuando reconozcas la inutilidad de estas dos acciones, es más probable que cambies tu
rumbo. Recuerda, cuando se atacan y se retiran, están desobedeciendo todos los principios
que mencioné en el capítulo anterior. ¿Cuál es la alternativa a atacar o retirarse?
2. Decidan juntos combatir el problema. Al considerar la siguiente parte del diagrama
verás que, al tratar conflictos, la única acción productiva es combatir el problema.
Eso es lo que te permite resolverlo. Observa la siguiente parte del diagrama.

Figura 2: Ataquen el problema en lugar de atacarse entre sí.

¿Cómo combates el problema? Primero, debes negarte a atacar o a retirarte de tu


cónyuge. Tomas esta decisión por voluntad propia porque entiendes que con atacar y
retirarte no logras nada, y animas a tu pareja a que haga lo mismo. En medio del conflicto
podrías decir algo como, “cariño, estás atacando (o te estás retirando), así no lograremos
nada”; de esa manera animas a tu pareja a que abandone ese método.
Para obtener el mejor resultado a largo plazo debes determinar el verdadero
problema. Podrías estar pensando, y esto, ¿cómo lo logramos? Es muy simple, pero no es
fácil. Tienes que preguntarte de qué manera contribuiste al conflicto. Esto implica que
tendrás que examinarte a ti mismo con toda franqueza para determinar tu culpa. Al igual
que David, pídele al Espíritu de la verdad que escudriñe tu corazón para revelar si hay en ti
“camino de perversidad” (Sal. 139:23-24). El Espíritu de Dios ciertamente te ayudará a

101
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

encontrar la verdad y al hacerlo, se manifestará tu culpa. ¡El punto donde tú fallaste es el


problema que tienes que combatir! Cuando combates el problema pones en práctica todos
los principios del capítulo anterior.
Si has fallado varias veces con alguna actitud o alguna acción, es importante que
reconozcas que este es un punto clave que probablemente ha causado otros conflictos
también. ¿Qué quiero decir con punto clave? Me refiero a cualquier punto que surja una y
otra vez como la raíz de un conflicto o como una falla en tu relación. Cuando un individuo no
puede reconocer el punto clave, está condenado a repetir el mismo patrón. Una de mis
responsabilidades principales como consejero matrimonial es ayudar a las personas a
reconocer los puntos clave y lo que la Biblia dicta que deben hacer con ellos.
Si las personas no cambian en cuanto a los puntos clave que las hacen tropezar, nunca
lograrán resolver nada.
Para que este concepto sea más útil, te daré un ejemplo de algunos puntos clave de
un matrimonio en particular. Dan y Paula llevaban ocho años de casados y tenían
problemas económicos muy serios. En nuestra primera sesión de asesoramiento, enseguida
les pregunté cómo es que terminaron en ese aprieto. Dan respondió que lo habían
despedido por consumir drogas en su trabajo. Después se deprimió y se negó a buscar
empleo, a pesar de que su esposa constantemente lo animaba a hacerlo. Las cuentas
comenzaron a acumularse y ellos pusieron todas sus deudas en las tarjetas de crédito hasta
que llegaron al límite. Finalmente, Dan consiguió trabajos de medio tiempo, pero los
ingresos no cubrían los gastos de su familia. Dan, batallando con el sentimiento de
culpabilidad por haber perdido su empleo y por no poder mantener a su familia, comenzó a
beber en secreto y a mentir para explicar la desaparición del dinero. Paula lo sorprendió en
varias mentiras, y esto finalmente hizo que vinieran a verme.
Después de asesorarlos por varios meses, descubrí que Dan tenía varios puntos
clave que él necesitaba solucionar. Primero, Dan acostumbraba a mentir. Paula me dijo que
en los primeros años de su matrimonio ella lo había sorprendido muchas veces mintiendo
descaradamente. Le expliqué a Dan que nada cambiaría a menos que él estuviera
dispuesto a ser totalmente sincero con Dios, con su esposa, consigo mismo y conmigo.
Segundo, Dan rehusaba enfrentar sus dificultades. Él simplemente negaba la
existencia del problema hasta que la situación estuviera fuera de control. Cuando él decidía
tratar un problema, no lo hacía de una manera bíblica. Le dije a Dan que esa era una de las
razones principales por las que tenía tantos problemas. Él necesitaba recibir las
instrucciones de Dios y seguir Sus soluciones para efectuar un cambio.
Tercero, Dan no tenía una relación verdadera y personal con Cristo. De joven creció
en la iglesia pero rara vez oraba o leía la Biblia. Le expliqué que su relación personal con
Cristo era lo que le daría la satisfacción interna y la felicidad que tanto buscaba en las
drogas y en el alcohol.
Paula también tenía puntos clave que tenía que tratar. Ella estaba tratando de ser
una buena esposa sumisa, y, por lo tanto, nunca lo confrontaba, aun cuando sabía que él le
estaba mintiendo. La única vez que le dijo algo fue cuando era tan obvio que le fue
embarazoso no confrontarlo. Por lo general, Paula rara vez confrontaba a su esposo.
Él le hablaba con palabras duras y ella lo aguantaba sin responder. Él no cumplía sus
promesas y ella no decía nada. Le expliqué a Paula que Dios requiere que ella confronte a
su esposo cuando él peca contra ella (Lc. 17:3; Mt. 18:15). Al final, Paula reconoció que
este es un punto clave y es lo que generó la inquietud y la ira que sentía contra Dan.

102
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

Paula también le dedicaba muy poco tiempo a la lectura de las Escrituras y a la


oración. Ella reconoció que este era otro punto clave que debía cambiar. Si deseas
encontrar una solución para tu matrimonio, debes identificar y tratar todos estos puntos.
¿Cuáles son los puntos clave en tu matrimonio que hacen que se repitan los mismos
conflictos? He aquí la manera de combatir el problema: identifica donde estas fallando. Si
has fallado muchas veces en un área en particular, puedes estar seguro de que este es un
punto clave en tu vida. Estos puntos se deben tratar si has de resolver los conflictos por completo.

Figura 3: Resolviendo el conflicto.

3. Resuelve el conflicto apremiante. Una vez que hayas comenzado a combatir el


problema identificando tus faltas, debes resolverlo por medio de la confesión, el perdón,
el arrepentimiento, la oración y todos los principios mencionados en el capítulo anterior.
Observa el diagrama.
Existen dos facetas en la resolución de un conflicto. Debes reconocer tu pecado ante
Dios y luego ante tu pareja. Por lo tanto, primero pídele a Dios que te perdone por tu parte
en el conflicto. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9). Pídele a Dios que limpie y purifique tu
corazón. Esto resuelve el conflicto con Dios.
Después, confiésale tu falta a tu cónyuge y pídele perdón. Santiago dice, “Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Stg. 5:16).
Si tu pareja también confiesa su falta y pide perdón, entonces podrán resolver el conflicto
por completo. Luego, oren juntos y pídanle a Dios un corazón tierno y la gracia necesaria
para tener una buena relación. Esto resolverá el conflicto con tu cónyuge.
Aun así, recuerda que la solución del conflicto es sólo el objetivo a corto plazo.
El objetivo a largo plazo es solucionar el problema por completo para cambiar la manera en
que se relacionen de allí en adelante. La mayoría de las parejas desisten cuando alcanzan
el objetivo a corto plazo y resuelven el conflicto apremiante, creyendo que todo anda bien
simplemente porque ya no están discutiendo. Piensan que ya que los dos han aceptado sus
culpas, han pedido perdón, se han abrazado y tal vez hasta derramado lágrimas, todo anda

103
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

bien. Sin embargo, las cosas no son así. Si desisten en ese momento, están destinados a
repetir la misma conducta. Las circunstancias serán diferentes, pero el problema
subyacente será el mismo. El objetivo final no es simplemente resolver el conflicto sino más
bien, solucionar los puntos clave subyacentes de una vez por todas. ¿Cómo logras eso?
4. Encuentra una solución permanente. Tu propósito y objetivo principal debe ser
encontrar una solución permanente al conflicto. Este paso es esencial si quieres madurar en
tu relación hasta llegar al punto en el que rara vez discutan. Algún día podrías dar el mismo
testimonio que dio Billy Graham. ¿No es eso lo que quieres en tu matrimonio?
¿Cómo encuentras una solución permanente? Para encontrar una solución
permanente se requiere madurez espiritual dado el camino que debes recorrer para
encontrarla. Se requiere comunicación templada y una buena disposición para llegar a un
acuerdo mutuo con tu cónyuge. Se requiere franqueza y humildad para aceptar tus propias
faltas y reconocer que ya no eres una sola persona sino más bien una sola carne.
Es necesario que tengas en cuenta los sentimientos de tu cónyuge, sus pensamientos y sus
opiniones. Todas estas cualidades requieren que seas dadivoso y requieren un
conocimiento práctico de las Escrituras para facilitar las soluciones bíblicas.
También necesitas la disciplina personal para seguir adelante con el plan y así evitar que el
conflicto vuelva a ocurrir. El aprender a demostrarle ternura y afecto a tu cónyuge es lo que
soluciona un problema por completo y le impide que vuelva a ocurrir, lo cual conlleva una
armonía duradera en tu matrimonio. Ese tipo de madurez espiritual solamente se alcanza
con una relación comprometida y personal con Cristo. ¡De ahí es donde proviene el poder!
Nadie es capaz de actuar de esa manera con el poder de su carne. Ahora, veamos algunos
detalles para encontrar la solución.

Figura 4: Encontrando una solución permanente

104
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

Para encontrar la solución que necesitas, escudriña las Escrituras para aprender
exactamente lo que indican respecto al problema que has identificado. Por ejemplo, si estás
teniendo dificultades con demasiadas obligaciones y una carencia de prioridad para la
familia, necesitas entender cuáles son las prioridades que Dios considera importantes y los
consejos que Él nos da para este problema. Algunas veces encontrarás mandatos muy
directos y en otras ocasiones encontrarás principios generales o ejemplos.
Una vez que tengas este conocimiento, platica con tu pareja y de una manera
creativa traten de determinar cómo obedecer el mandato de Dios y cómo implementar
principios bíblicos para cambiar tu comportamiento. Tal vez sea necesario hablar con tu
pastor para entender claramente. Algunos conflictos son muy complicados y se necesita la
objetividad de un consejero bíblico ajeno a la situación. Mas recuerda que estos cambios de
comportamiento siempre requieren que la pareja llegue a un acuerdo mutuo y cariñoso para
poder encontrar una solución permanente. No te des por vencido antes de encontrarla.
Finalmente, deben tener la disciplina para esforzarse, llevar a cabo su plan y cumplir
las promesas que se hicieron. Acá es donde muchas soluciones permanentes fracasan y la
pareja regresa al mismo comportamiento que causó el conflicto original. Si acuerdan
mutuamente en una solución, es imprescindible que recuerden lo que dijeron que harían y
luego, háganlo.
Lo importante es que no desistan hasta que encuentren las soluciones permanentes.
Quiero darte una esperanza porque sí, realmente es posible encontrarlas. Tal como
mencioné anteriormente, probablemente ya han encontrado soluciones permanentes a
problemas por los que reñían de recién casados. Ya no riñen más por esos problemas.
¿Por qué? Posiblemente porque uno o los dos se han retirado y no han resuelto el
problema. Es muy probable que hayan escogido, prudente y cariñosamente, un arreglo
mutuo para solucionar el problema. Hicieron eso para demostrarse su amor y, por supuesto,
para dejar de reñir. Mi punto es este: si puedes hacer esto con un conflicto, puedes hacerlo
con todos tus desacuerdos y diferencias.
El problema surge cuando dejas de buscar una manera de solucionar por completo
los problemas recurrentes. Tal vez los dos se niegan obstinadamente a reconciliarse por
completo y a buscar la solución. Necesitas aplicar lo que has aprendido aquí y hacer lo que
Dios manda. Existe una solución permanente para todo conflicto entre ustedes.
Permíteme ilustrar con un ejemplo del libro de Hechos cómo la iglesia primitiva
practicó estos pasos para encontrar una solución permanente.
“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo
murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran
desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de
los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para
servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de
buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de
este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del
Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás
prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando,
les impusieron las manos. Y crecía la palabra del Señor, y el número de los
discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los
sacerdotes obedecían a la fe” (Hch. 6:1-7).
Hay mucho que aprender de esta historia sobre cómo los apóstoles resolvían los
conflictos en la iglesia primitiva. Observa que había mucho resentimiento y quejas por el

105
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

descuido de las viudas griegas. Sin duda, los griegos y los hebreos habían estado
discutiendo por este problema sin resultado alguno. Se estaban atacando unos a otros,
como lo comprueban los murmullos de desaprobación. Llevaron el conflicto ante los
apóstoles en busca de objetividad y ayuda para encontrar una solución. Los apóstoles
identificaron el verdadero problema y su causa; acordaron en que era el “descuido” de las
viudas griegas. Los apóstoles no perdieron tiempo discutiendo sobre si de hecho existía un
problema, más bien, rápida y francamente reconocieron lo que estaba ocurriendo. Ellos
podrían haberse atacado y culpado unos a otros, o podrían haberse retirado y negado que
existía un problema, pero no lo hicieron. Cuando los dos están a medio camino pueden al
menos reconocer el problema, y así combatirlo juntos. ¡Eso es exactamente lo que ellos hicieron!
Después de eso llegó la reconciliación y la solución permanente. ¿Cuál fue la
solución? Nombraron a siete hombres competentes para que se encargaran de ministrar a
estas viudas. La prudencia de los apóstoles se manifiesta en que cada uno de los siete
hombres que escogieron era griego. Los apóstoles no prometieron simplemente mejorar,
ni dieron un largo discurso sin hacer nada. Ellos aceptaron el problema y encontraron una
solución creativa para corregirlo. También tomaron medidas prácticas y determinadas para
evitar que ese problema surgiera de nuevo.
La solución del apóstol complació a todos. Lucas documentó, “agradó la propuesta a
toda la multitud”. Este debe ser el resultado de todo conflicto en el que se encuentra una
solución permanente. La razón por la que ambas partes quedaron satisfechas es porque
todos percibían la prudencia en la solución y todos estaban dispuestos a perdonar y a
trabajar juntos de nuevo. Esta satisfacción también debe ser el resultado de las soluciones a
tus problemas matrimoniales. Cuando verdaderamente soluciones un conflicto, ambos
cónyuges estarán satisfechos y se unirán de nuevo en amor y perdón al igual que la iglesia
primitiva.
Te daré otro ejemplo más práctico que será fácil de entender. Hace algunos años,
una pareja, muy molesta, me visitó pidiéndome consejo respecto a un problema.
El problema comenzó una noche cuando el esposo no llegó a casa después del trabajo.
Esa noche su esposa tenía la cena preparada y lo esperaba a las seis de la tarde, como era
de costumbre. Los niños estaban esperando y todos tenían hambre, pero papá no llegó.
La madre y los niños finalmente cenaron a las siete y media sin el padre. Él llegó a casa
cerca de las ocho esperando que todo estuviera normal. De más está decir que su esposa
estaba un poco molesta cuando él entró a la casa. Los dos hablaron acaloradamente,
luego esa misma noche se reconciliaron. El esposo explicó que había estado con unos
compañeros de trabajo. Él pidió perdón, se besaron e hicieron las paces. La esposa no
estaba molesta porque él salió, sino más bien porque no le dijo que llegaría tarde.
Unas semanas más tarde volvió a ocurrir lo mismo sólo que esta vez su esposa
estaba muy enojada. Se reconciliaron de nuevo y todo andaba bien hasta que un sábado
por la tarde el esposo fue a la ferretería y no regresó. Pasó fuera todo el resto del día.
Parecía que el esposo siempre se distraía y no llamaba. Él pedía perdón, pero continuaba
con la misma conducta ofensiva. Su relación se volvió muy tirante y decidieron buscar
asesoramiento.
Les expliqué que en cada ocasión habían resuelto el conflicto, pero no habían
solucionado el problema. Era necesario que establecieran un plan práctico para evitar que
el problema se repitiera. El no idear un plan garantizaba conflictos en el futuro.
Les di varias soluciones posibles, una de ellas requería que el esposo llamara si iba
a tardar más de media hora. Segundo, él no acostumbraba a llevar reloj, lo cual contribuía a
que perdiera la noción del tiempo, así que le pedí que se comprara uno. Finalmente, le

106
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

sugerí que pusiera una nota en el tablero del auto que le recordara la responsabilidad de
llamar a su esposa.
Esta solución funcionó muy bien. Regresaron meses después para decirme que no
habían tenido ni un solo problema desde nuestra cita. ¿Por qué? Pues, ¡porque
solucionaron el problema! Ellos tomaron medidas creativas y prácticas para evitar que
volviera a ocurrir.
¿Cuántos conflictos recurrentes tienen ustedes actualmente? ¿Por cuántos de esos
has pedido perdón varias veces? Lo que necesitan hacer es solucionar el problema por
completo formulando un plan práctico y así evitar que se repita de nuevo. Esto eliminará
una gran cantidad de resentimiento y frustración entre ustedes. Existe una solución
permanente para todo conflicto ¡si están dispuestos a buscarla!

Repaso
¿Qué se necesita para solucionar un conflicto por completo?
1. No ataques ni te retires.
2. Decidan mutuamente combatir el problema.
3. Resuelvan cada problema por separado usando los principios que se encuentran en
el capítulo anterior.
4. Encuentren una solución permanente aceptable para los dos.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 10


¿Cuál es la diferencia entre resolver un conflicto y solucionarlo por completo?
Cuando se resuelve un conflicto, las dos personas se reconcilian. Las peleas terminan
porque el esposo y la esposa han reconocido sus propias faltas y se han pedido perdón.
El problema original se resolvió, pero el mismo conflicto puede surgir de nuevo otro día.
¿Se han dado cuenta de que se piden perdón por lo mismo una y otra vez? Si es así, el
problema no se ha solucionado por completo. Para solucionar un problema por completo,
primero tienes que descubrir cómo y por qué surgió el conflicto. Esto requiere que
identifiques los problemas subyacentes en tu corazón y que determines si alguno de ellos
se manifiesta en otros conflictos. Luego, tienes que formular un plan para no volver a caer
en la misma trampa.
Para encontrar una solución permanente, los dos tienen que acordar en algunas
medidas prácticas que puedan usar para evitar el conflicto en el futuro. Si los dos evitan
ofenderse y buscan maneras de amarse y servirse mutuamente, atacarán la raíz de todos
los problemas, el egoísmo. Al final tendrán menos conflictos porque habrán tratado y
solucionado los verdaderos problemas y no sólo los síntomas de estos. El resultado será
una verdadera armonía y un compañerismo marital que crecerá día tras día.

A. ¿Cuáles son los cuatro pasos necesarios para solucionar un conflicto?


Lee las páginas 99-105.
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107
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

B. ¿Eres tú el que ataca, el que se retira o un poco de ambos?

Atacas______ Te retiras______ Un poco de ambos______

C. Escribe ¿por qué crees que eres el que ataca, el que se retira o un poco de ambos?
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D. ¿En qué parte del proceso de solucionar el conflicto fallas tú? ¿Por qué?
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E. ¿Qué conflicto tienes con tu cónyuge repetidamente?


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F. ¿Por qué no han solucionado este conflicto? Escribe solamente tus propias faltas.
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G. ¿Qué medidas puedes tomar para solucionar este conflicto por completo?
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Preguntas para dialogar en grupo


1. Sin divulgar información que podría avergonzar a tu pareja, dialoguen sobre cómo los
ataques y retiradas han impedido que resuelvan o solucionen los conflictos.
2. Cuando finalmente combatieron el problema, ¿cómo les ayudó esto a resolver el
asunto?
3. Sin divulgar información que podría avergonzar a tu pareja, preséntale al grupo un
ejemplo de un conflicto que tuvieron y cómo lo solucionaron.

108
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO

NOTAS

109
11
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
“Si oyereis hoy Su voz, no endurezcáis vuestros corazones...” He. 3:7-8

H
e escrito extensamente sobre la necesidad de un corazón bien dispuesto y el
impacto que este tiene en la resolución de los conflictos. Ahora quiero mencionar
otra actitud esencial que facilita el comienzo de este proceso: blandura de corazón.
La blandura es la clave que facilita la buena voluntad para esforzarte en tu relación,
mientras que la dureza de corazón resulta en la renuencia a tomar las medidas descritas en
los últimos capítulos. Un corazón endurecido impide que las actitudes y acciones
adecuadas se hagan realidad en ti. Si te estás concentrando en todas las mecánicas
externas del cambio sin considerar la dureza de tu corazón, el cambio será muy pequeño,
si hubiera alguno. Sin embargo, percibirás un cambio drástico en tu vida y en tu matrimonio
si le permites a Dios que suavice tu corazón y te dé esa ternura hacia tu cónyuge.
Cuando Jesús habló de la causa de la disolución matrimonial, describió la dureza de
corazón como la razón principal. Cada vez que Jesús hablaba de un problema, siempre se
dirigía directamente a los asuntos subyacentes más importantes. Observa la gran
importancia que Jesús le da a este asunto del corazón cuando le preguntaron por qué
Moisés permitió el divorcio en el Antiguo Testamento: “Él les dijo: Por la dureza de vuestro
corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así”
(Mt. 19:8).
Según Jesús, el problema es muy simple, por la dureza de vuestro corazón.
¿Por qué te desenamoraste de tu cónyuge? ¿Por qué estás tan distanciado de tu pareja?
¿Por qué tienen tantos conflictos sin resolver en su matrimonio? Cuando hayas entendido
que la dureza de corazón es la causa de la discordia matrimonial, habrás encontrado la
clave para solucionar esos problemas persistentes. Entonces deberás lidiar con esa actitud
y asegurarte de que no surja de nuevo. Esto es esencial para encontrar la unidad y el
compañerismo que deseas y para crear un matrimonio que perdure. ¿Por qué se endureció
tanto tu corazón? ¿Qué pasos te llevaron a ese lamentable lugar? Más importante aún,
¿cómo lo rectificarás?

¿POR QUÉ TE ENDURECISTE TANTO?


Para poder cambiar un corazón endurecido, tienes que entender por qué se
endureció. No es un misterio. No es algo que ocurre por sí solo como si existiera un proceso
exclusivo en tu corazón sobre el cual no ejerces ningún control. Existe una relación muy
directa de causa y efecto.
1. Primeramente, la dureza de corazón es el resultado de una serie de decisiones.
Las Escrituras establecen esto claramente. Si la Palabra nos amonesta y nos pide que no
endurezcamos nuestros corazones, quiere decir que podemos escoger entre actuar de una
manera determinada o contenernos. Esta es una decisión que tomamos todos los días en
todo aspecto de nuestras vidas. Al autor de la epístola a los Hebreos le preocupaban los
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

primeros cristianos y sus actitudes rebeldes hacia Cristo. Él les dijo, “Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación” (He. 3:15). En el Antiguo
Testamento este concepto se manifiesta en referencia a otros hombres. Moisés les declaró
a los hijos de Israel, “no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano
pobre” (Dt. 15:7). Por consiguiente, ya sea en referencia a Dios o a los demás, Dios te
manda a no endurecer tu corazón. Si no tienes otra opción, ¿cómo puede Dios exigir que
guardes este mandato? o ¿cómo te puede castigar justamente si lo desobedeces?
Consecuentemente, la actitud de tu corazón determina las decisiones que tomarás.
La condición de tu corazón es tan dura o tan blanda como las decisiones que has tomado.
Notarás en los siguientes versículos que la dureza de corazón es una serie de decisiones
que implican el rechazo de la corrección de Dios, la resistencia obstinada a los cambios que
tu cónyuge te ha pedido, el rechazo del testimonio de Dios y del hombre, y tu renuencia a
tratar tu propio pecado.
2. La soberbia y la renuencia a aceptar corrección causan dureza. La soberbia es
una de las causas básicas del conflicto que impide resolver la dureza de corazón.
La soberbia y la arrogancia te hacen pensar que tú siempre estás en lo cierto, y que no
necesitas que nadie te diga cómo vivir tu vida. Te hace creer que por tu parte todo anda
bien en tu matrimonio y que tu pareja tiene el problema. Salomón dijo: “Todo camino del
hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones” (Pr. 21:2).
Cuando piensas que siempre tienes la razón, demuestras soberbia. Ese fue el motivo por el
que Faraón endureció su corazón y rechazó la instrucción de Dios. Moisés le dijo,
“¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí?” (Éx. 10:3). Faraón tenía muchas
excusas para justificar su razonamiento. En su soberbia, rechazó la corrección de Dios y en
el proceso endureció su corazón.
La soberbia y la renuencia a aceptar la corrección de Dios hicieron que el pueblo
judío se endureciera y fuera sometido al cautiverio. Cuando Nehemías describió la historia
de Israel, declaró explícitamente la razón por la cual ellos se rebelaron en contra de los
mandatos de Dios: “Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz,
y no escucharon tus mandamientos. No quisieron oír” (Neh. 9:16-17). En este pasaje un
corazón arrogante está relacionado directamente con la dureza y la desobediencia.
Estas decisiones del corazón llevaron al pueblo de Dios al cautiverio. Asimismo, si permites
que la soberbia te endurezca, naturalmente desobedecerás. Si rechazas Su mandato a
reconciliarte, consecuentemente, no se resolverá nada en tu relación.
Otro buen ejemplo de cómo la soberbia te endurece se ve en la vida de
Nabucodonosor, el rey de Babilonia. El profeta Daniel explica el motivo principal por el cual
este famoso rey fue destituido de su trono: “Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su
espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su
gloria” (Dn. 5:20). La soberbia endureció el corazón del hombre y terminó robándole todo lo
que él valoraba. No permitas que te robe las relaciones familiares que tanto valoras.
3. La incredulidad en las promesas de Dios da lugar a la dureza de corazón.
En varias ocasiones he visto que la dureza se manifiesta de esta manera. Dos personas
vienen a una consulta y les explico el maravilloso propósito y diseño que Dios tiene para el
matrimonio. Les comunico las promesas de Dios y cómo Su poder es capaz de
transformarlos a ellos y transformar su relación. Muchas veces detecto en la cara de uno de
los cónyuges una incredulidad total ante la posibilidad de algún cambio. ¿Adivina que
sucede? Nada. No cambia nada a causa de la incredulidad; ésta endurece tu corazón y te
aparta de Dios, quien es tu única solución. La incredulidad te roba del poder transformador
de Dios e impide que intentes solucionar tus problemas. La incredulidad básicamente hace

111
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

que te des por vencido, y que no tomes las medidas necesarias para efectuar un cambio;
por lo tanto, endureces tu postura. Cuando alguien trata de animarte a que te esfuerces por
tu matrimonio, resistes o rechazas sus palabras.
El mejor ejemplo bíblico de este proceso es ilustrado por los discípulos cuando
escucharon las noticias de la resurrección de Cristo. Después de Su muerte ellos estaban
desalentados y deprimidos. Los dos discípulos en el camino a Emaús dijeron: “nosotros
esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (Lc. 24:21). Ellos habían perdido
toda esperanza y carecían de fe. No se imaginaban que en ese momento ellos hablaban
con el Redentor mismo. Las mujeres llegaron temprano y les afirmaron a los discípulos que
el sepulcro estaba vacío y los ángeles habían declarado Su resurrección. Sin embargo, ellos
eligieron no creer en ese testimonio. “Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y
no las creían” (Lc. 24:11). La incredulidad hizo que las afirmaciones de las mujeres
parecieran un cuento de hadas.
¿Qué hizo Jesús cuando llegó a la escena? Él se dirigió directamente al grano del
problema, “…les reprochó su incredulidad y dureza de corazón” (Mr. 16:14b).
Les mostró Sus manos y sus pies para comprobar que Él era el mismo hombre que había
sido crucificado unos días antes. Y luego hizo lo más importante, les dio un estudio bíblico.
Él “les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24:45).
Repasó Moisés, los Salmos y los Profetas para que vieran el plan completo de Dios. Hizo
eso para fortalecer su convicción de que Él era el Mesías verdadero.
¿Cómo respondes tú cuando tus compañeros te dicen que tus problemas
matrimoniales sí tienen solución? ¿Te parece un cuento de hadas? ¿Resistes o rechazas
sus palabras? Si es así, entonces tu corazón está endurecido en la incredulidad. Te olvidas
de que existe un Cristo resucitado: “que es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros” (Ef. 3:20). No permitas que la incredulidad endurezca tu corazón. Ve a la palabra
de Dios y medita sobre Sus promesas. Escucha Su voz hoy. Te darás cuenta de que Él sí
puede, ¡para aquel que cree!
4. La renuencia al arrepentimiento resulta en dureza. En pocas palabras, si eliges no
arrepentirte de las acciones o actitud que Dios te ha mostrado, tu corazón se endurecerá
aún más. Esta renuencia al arrepentimiento es una oposición al Espíritu Santo, lo cual
naturalmente endurece a cualquiera. ¿Por qué da ese resultado? Porque cuando
encuentras la solución a tu problema en la Palabra de Dios y la rechazas y no te
arrepientes, endureces tu corazón ante la compunción del Espíritu. Esta compunción es la
batalla interna que luchas cuando debes decidir entre el bien y el mal en alguna
circunstancia. Dios no te obliga a hacer el bien. Él confía en que usarás la sabiduría que te
ha dado para pedir Su ayuda y tomar decisiones basadas en Su Palabra. Pero gracias a
Dios, Él trata de persuadirnos por medio de Su Espíritu.
Pablo compara la falta de arrepentimiento con la dureza de corazón. Él le indicó a la
iglesia en Roma cual era la raíz de su problema, “tu dureza y por tu corazón no arrepentido”
y les dijo que ellos menospreciaban “las riquezas de su benignidad” al negarse a volver y a
arrepentirse (Ro. 2:4-5). Dios en Su misericordia es muy paciente con cada uno de
nosotros. Pacientemente obra y trata de hacernos cambiar de opinión y hacer que
regresemos a Él, pero muchas veces no da resultado. En ese texto Pablo también explicó
que los romanos no tenían ningún concepto de la misericordia de Dios ni de Su propósito
final. Él explicó que es la misericordia y la paciencia de Dios que “te guía[n] al
arrepentimiento” (Ro. 2:4).

112
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

No endurezcas tu corazón al no querer arrepentirte de algo que Dios te está


mostrando en tu fuero interior. Si tienes soberbia en tu corazón, rebeldía contra Sus
mandatos o guardas resentimiento contra tu cónyuge, opta por arrepentirte de esas cosas
en este mismo momento. Si no lo haces, te empecinarás y agravarás tu relación
matrimonial. No tendrás un buen resultado. Deja que Su misericordia y la paciencia que ya
has experimentado te lleven a un arrepentimiento total. ¡La decisión es tuya! Si has tomado
medidas pecaminosas o inapropiadas, has dicho palabras que desagradan a Dios,
o si guardas resentimiento hacia tu cónyuge, arrepiéntete de esas cosas. Si te niegas a
lidiar con estos pecados, terminarás con un corazón endurecido porque estás luchando
contra el Espíritu de la verdad y contra tu propia consciencia. Entre más tiempo dejes pasar,
más se endurecerá tu corazón y será más difícil ablandarlo. Recuerda, “Si oyereis hoy su
voz, no endurezcáis vuestros corazones” (He. 3:15). ¿Escuchas la urgencia en el corazón
de Dios? Toma las medidas necesarias para cambiar tu matrimonio hoy mismo.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS DE UN CORAZÓN ENDURECIDO?


Tómate un momento y responde a las preguntas. Estas te ayudarán a determinar si
tu corazón está endurecido.
1. ¿Te niegas a humillarte ante Dios?
2. ¿Te niegas a obedecer el mandato de Dios de amar y perdonar?
3. ¿Rechazas la reprensión de tu cónyuge?
4. ¿Has perdido la esperanza de que tu matrimonio pueda cambiar?
5. ¿Estás rechazando el testimonio de aquellos que dicen que Dios puede cambiar las
cosas?

Si respondiste sí a alguna de estas preguntas, entonces tienes un corazón duro y


probablemente se endurece más cada día. Esta no es una situación sin esperanza. Sí, se
puede hacer algo al respecto.

¿CÓMO ADQUIRIR UN CORAZÓN BLANDO?


Sí, es posible adquirir un corazón blando, no importa lo duro que esté. He visto
personas que años después de su divorcio, se humillan ante Dios y su pareja, se reconcilian
y se vuelven a casar. ¿Cómo es posible eso? Es el resultado de dos personas que hacen
todo lo contrario a las cosas que las endurecieron. Si ciertas opciones y decisiones
endurecen tu corazón, es lógico que las acciones y decisiones contrarias lo ablanden.
Esto es exactamente lo que enseñan las Escrituras. Veamos cómo lograrlo.
1. Toma la decisión de regresar a Dios y pídele un corazón nuevo. Él es el único que
puede cambiar tu corazón, porque es el único que obra en tu interior. Él es el mejor
cardiocirujano en todo el universo y es capaz de obrar en tu vida hoy mismo. Recuerda, es
Su labor ablandar tu corazón. Eso no depende de tu habilidad, es más bien ¡la de Él! Todo
lo que tú tienes que hacer es ceder y permitirle que obre.
Esta es la promesa que Dios les hizo a los hijos de Israel antes de que regresaran
de su cautiverio. Les prometió una cirugía del corazón espiritual y milagrosa. “Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu,
y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”
(Ez. 36:26-27).
¡Qué gloriosa promesa! ¿Te podría pasar lo mismo a ti? ¿Quieres que Él te quite el
corazón de piedra? Simplemente acércate a Él, y eso es exactamente lo que hará; esta

113
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

obra la realiza el Espíritu de Dios obrando dentro de ti. Jesús dijo: “si vosotros… sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo
a los que se lo pidan?” (Lc. 11:13). Todo lo que tienes que hacer es acercarte a Él y
pedírselo. Si lo haces en este momento, tu corazón comenzará a cambiar y se ablandará
cada día más. Cada vez que le pidas a Su Espíritu que obre en ti, sentirás el poder de Dios
suavizando tu corazón.
Es más, en el pasaje de Ezequiel después del cambio en sus corazones,
les promete habilitarlos para obedecer la Palabra y para andar conforme a sus estatutos.
La misma transformación ocurrirá en tu vida y en tu matrimonio. Cuando Dios haga Su obra
en tu vida y te llene de Su Espíritu desearás obedecer Su Palabra, y encontrarás la fuerza
para hacerlo. Te desafío a que te acerques a Él de todo corazón y verás lo que sucede.
La decisión es tuya. Él no te obligará a acercarte.
2. Toma la decisión de humillarte, de escuchar y responder a Su Palabra.
Al acercarte al Señor, debes hacerlo con una actitud de humildad y una buena voluntad
para escucharlo. Con humildad querrás escuchar lo que Dios te dirá sobre los problemas de
tu vida y tu matrimonio. Si tienes un corazón humilde para aceptar Su consejo, Su gracia
continuará ablandando tu corazón y logrará el cambio que deseas.
¿Cómo ocurre este proceso de humildad? Las Escrituras declaran: debes
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere
tiempo” (1 P. 5:6). Y vuelvo a repetir, esta es tu decisión. No obligues a Dios a que te
humille. Esa es la manera más brusca de hacer desaparecer la dureza. Muchas veces he
escuchado a algunas personas orar: “Señor, humíllame para poder servirte con más
lealtad”. El Señor lo hará, pero eso no es lo que Él quiere. Él quiere que tú mismo te
humilles.
El Antiguo Testamento incluye una perfecta ilustración de la relación entre la
humildad y un corazón blando. Josías ascendió a rey de Jerusalén después de muchos
años de idolatría y corrupción nacional. Él comenzó a buscar al Señor e intentó purificar el
templo y restaurar el verdadero culto de Dios. Un día, mientras los trabajadores limpiaban el
templo encontraron una copia antigua de la Ley de Dios. Uno de los escribas se la llevó al
rey Josías y se la leyó. Cuando el rey escuchó las palabras de Dios lloró y se rasgó sus
vestiduras con humildad y arrepentimiento.
Por medio de Hulda, la profetisa, Dios le dijo lo siguiente: por cuanto “tu corazón se
conmovió, y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus
moradores, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia,
yo también te he oído, dice Jehová” (2 Cr. 34:27).
Josías eligió humillarse y Dios asemejó esa decisión a un corazón blando.
Dios también relacionó su blandura de corazón con la buena voluntad de Josías para
escuchar la Palabra de Dios. La reacción de Dios a un corazón humilde, blando y dispuesto
a escuchar, como el de Josías, fue la promesa de que Él atendería su oración. Si quieres
que Dios atienda y responda a tus oraciones, esta es la actitud que necesitas tener.
¿Por qué responde Dios de esa manera a un corazón blando y humilde? Porque la
humildad es un reconocimiento sincero de tu necesidad ante Dios. La humildad se
manifiesta al confesar que no sabes cómo solucionar los problemas en tu matrimonio.
Para hacer eso, tienes que abandonar la actitud rígida de independencia y de soberbia.
Si quieres que Dios realice grandes milagros en tu vida y en tu matrimonio, la mejor postura
es una actitud humilde.

114
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

Acércate a Él humildemente. Ofrécele tu corazón. Pídele que te dé un corazón


blando hacia Su Palabra y hacia tu cónyuge. Si quieres que Dios escuche y responda a tu
oración, humíllate como lo hizo Josías, y observa lo que sucede.
Asimismo, al acercarte a Cristo con el corazón humilde y blando, permítele que te
corrija y te reprenda todos los días con Su Palabra mientras esperas en Él. Eso es
importante porque “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de
dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12). La Palabra de Dios es
Su instrumento cortante de precisión y logra penetrar hasta lo más profundo de los
pensamientos y las motivaciones de tu corazón. Así es como Dios llega a tu corazón
endurecido y lo ablanda. Cuando Él comience a hacer Su obra en ti, comenzará el cambio.
¿Cómo lo logra?
La Palabra de Dios reprende y compunge tu corazón. Al igual que una espada,
tiene la habilidad de apuñalarte el corazón justo en el área en que estás fallando: tus
pensamientos, tus actitudes o tus acciones. Jeremías dijo que la Palabra de Dios era “como
martillo que quebranta la piedra” (Jer. 23:29). Lo opuesto a la dureza es el quebrantamiento.
La Palabra de Dios tiene la capacidad de perforar y quebrantar el corazón más endurecido.
Si aceptas Su reprensión y Su compunción, el resultado será un corazón blando.
Es más, la Palabra de Dios tiene la capacidad de instruirte sobre cómo corregir el
problema que te acaba de revelar. Su reprimenda e instrucciones son todo lo que necesitas
para rectificar el problema y andar en rectitud. Pablo dijo: “Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17).
Es importante reconocer que la Palabra de Dios, si la aprovechas, naturalmente te
compungirá y corregirá tu vida. Así estarás preparado para la labor que tu relación necesita.
En otras palabras, si oyes la Palabra de Dios, esta te llevará al arrepentimiento; te
corregirá y día tras día impedirá el endurecimiento. Es por eso que el tiempo que le dedicas
a diario al estudio de las Escrituras es imprescindible. Las Escrituras evitan que se
endurezca tu corazón y te preparan para cualquier necesidad que se presente.
El escuchar la Palabra, sin embargo, procura más que el arrepentimiento y la
corrección. También produce fe y esperanza para todas las necesidades que enfrentarás en
tu relación. ¿Recuerdas que anteriormente mencioné que la incredulidad es la causa
principal de la dureza de corazón? Tu costumbre cotidiana de escuchar la Palabra con
humildad evita la incredulidad. La Palabra genera la esperanza y la fe que necesitas para
tratar los problemas en tu matrimonio de forma constructiva. Pablo dijo, “Así que la fe es por
el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Ro. 10:17).
La fe y la esperanza son indispensables para resolver todos los conflictos en
cualquier relación. Debes creer que existe una solución para tus conflictos y que Dios tiene
las respuestas que necesitas. ¿Tienes tú esa fe y esa esperanza el día de hoy?
¿Le permitirás a Dios que ablande tu corazón para poder llenarlo de fe? ¿Le permitirás a Él
que use Su instrumento cortante? Lee Su Palabra hoy mismo y al hacerlo, pídele que te
demuestre la condición de tu corazón. Al escuchar Su voz por medio de Su Palabra,
tu corazón se ablandará. ¡No te pierdas el milagro!
3. Opta por mostrar compasión, misericordia y perdón. Estas actitudes en realidad
son consecuencia de los dos temas antes mencionados. Cuando te acercas al Señor en
humildad y le pides un corazón nuevo, Él te da aspiraciones nuevas, ablanda tu corazón y
te llena del fruto de Su Espíritu... el amor (Gá. 5:22). Su amor dentro de ti se manifestará en
la compasión, la misericordia y el perdón. Cuando eliges perdonar y mostrarle misericordia

115
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

a tu cónyuge, a pesar de tus emociones, se derrite la dureza de tu corazón. No puedes


mostrar misericordia y perdonar con un corazón endurecido. ¡Es imposible hacer las dos
cosas!
Pablo dijo: “sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef. 4:32). Cuando perdonas,
eliges cambiar la dureza de tu corazón por la blandura. Este es el acto de amor que
expliqué en el capítulo 5.
El apóstol Pedro describió este mismo acto de amor cuando dijo: “Finalmente, sed
todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos,
amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,
bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1 P. 3:8-9).
Este es el consejo de Dios para mantener un corazón blando: necesitan demostrarse
cariño. Esta opción evita que un desacuerdo con tu cónyuge escale a un conflicto mayor en
el que pasen días sin hablarse. ¿Alguna vez has tenido un desacuerdo como ese? En el
que no hablas con amabilidad ni usas palabras suaves, sino más bien insultas a tu cónyuge
de la misma manera que ella te insultó a ti y la conversación pronto vira fuera de control.
Si en lugar de eso eliges demostrar compasión y amor, la conversación entera tomará un
rumbo totalmente diferente.
No importa cómo se encuentra tu corazón hoy, Dios puede suavizarlo y ablandarlo
de nuevo. Simplemente escucha Su voz al estudiar Su Palabra y opta por no endurecer tu
corazón. No permitas que la soberbia o la incredulidad impidan que Dios te transforme por
completo. Recuerda, ¡no hay nada que sea demasiado difícil para el Señor!

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 11


Cuando Jesús habló de la causa del fracaso matrimonial, describió la dureza del
corazón como el problema principal. Jesús siempre se dirigía a las razones más importantes
y subyacentes cuando hablaba de cualquier problema. Observa la gran importancia que
Jesús le da al estado del corazón cuando le preguntaron por qué Moisés permitió el divorcio
en el Antiguo Testamento: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a
vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mt. 19:8).
Aquí Jesús define la raíz del problema, la dureza de sus corazones. ¿Por qué te
desenamoraste de tu cónyuge? ¿Por qué existe esa distancia entre tú y tu cónyuge?
¿Por qué tienen tantos conflictos sin resolver en su matrimonio? Cuando entiendas que la
dureza de corazón es una de las causas principales de la discordia matrimonial, habrás
encontrado la clave para solucionar estos problemas persistentes. Tienes que batallar
contra esta actitud y guardar tu corazón para que no se vuelva a endurecer de nuevo. Se
necesita un corazón blando para alcanzar la unidad y el compañerismo que deseas y para
tener un matrimonio que durará toda la vida.
¿Por qué se endureció tanto tu corazón? ¿Qué medidas te llevaron a este triste
lugar y, más importante aún, cómo puedes cambiar la actitud de tu corazón?

A. ¿Qué cosas endurecen el corazón? Lee las páginas 110-113.


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

116
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

B. De estas cosas que endurecen el corazón, ¿cuáles te han afectado a ti y por qué?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

C. ¿Cómo puedes suavizar tu corazón? Lee los siguientes versículos y determina qué
debes hacer para tener un corazón blando.

Ef. 4:32 _______________________________________________________________


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1P. 3:8-9 ______________________________________________________________


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2R. 22:19 ______________________________________________________________


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En el Salmo 95:8 ¿qué decisión debes tomar con respecto a tu corazón?


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En Proverbios 28:14 ¿qué decisión determina si una persona alcanzará la felicidad en


su vida?
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En Proverbios 29:1 ¿qué le pasa a la persona que rechaza la reprimenda?


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______________________________________________________________________

Lee Daniel 5:20 y determina ¿qué endureció el corazón del rey Nabucodonosor?
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______________________________________________________________________

Por lo tanto, ¿qué debes hacer si quieres un corazón blando?


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______________________________________________________________________

¿Existe alguien o algo que sea demasiado difícil para el Señor (Gn. 18:14)?
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117
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO

D. Escribe las áreas en tu vida donde debes permitir que el Señor te suavice.
1.______________________________________________________
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3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Descríbele al grupo una ocasión en tu vida en la que endureciste tu corazón. ¿Qué
decisiones tomaste que causaron ese resultado?
2. ¿Qué decisiones tomaste que ablandaron tu corazón hacia Dios?
3. Si en este momento tu corazón está endurecido hacia tu cónyuge, ¿le pedirás al grupo
que ore por ti para ablandarlo?

118
12
EL PERDÓN QUE PERDURA
“Sed benignos…misericordiosos, perdonándoos unos a otros” Ef. 4:32

E
n su libro, El Refugio Secreto, Corrie Ten Boom relata esta historia verídica que
ocurrió años después de haber terminado la Segunda Guerra Mundial:
“Fue en un culto en una iglesia en Munich que lo vi, el ex soldado de las
fuerzas especializadas alemanas que había montado guardia en la sala de baños en
Ravensbruck. En realidad, era el primero de mis carceleros que había visto desde entonces.
Y de repente el pasado acudió a mi memoria: la sala repleta de hombres que se burlaban y
reían, los montones de ropa, el rostro de Betsie pálido de dolor.
Aquel ex soldado se acercó a mi cuando ya quedaba poca gente en la iglesia, con el
rostro radiante y haciendo una inclinación. —¡Cómo le agradezco su mensaje, señorita!
—me dijo —. ¡Y pensar, que como usted lo dice, él ha lavado mis pecados!
Extendió su mano para estrechar la mía. Y yo, que tantas veces les había predicado
a los residentes en Bloemandaal la necesidad del perdón, me rehusé a darle la mano.
Pero en aquel mismo instante en que los pensamientos de venganza y de ira bullían
en mi corazón, me di cuenta de que eran pecado. El Señor Jesucristo había muerto por este
hombre; ¿iba yo a pedir más? Señor Jesús, dije orando, perdóname y ayúdame a
perdonarle.
Procuré esbozar una sonrisa, luché por extenderle la mano. Pero no podía.
No sentía nada, ni la más insignificante chispa de cordialidad o piedad. Y de nuevo
pronuncié en silencio una oración. ‘Señor Jesús, no puedo perdonarlo. Dame tu perdón’.
Y al estrecharle la mano ocurrió lo más increíble. Desde el hombro, a través del
brazo y por la mano parecía pasar una corriente de mí a él, mientras que en mi corazón
nacía para este extraño un amor que me sobrecogía.
Y fue así que descubrí que no es nuestro perdón ni tampoco nuestra bondad de la
que depende la sanidad del mundo, sino del perdón y la bondad de Dios. Cuando él nos
dice que amemos a nuestros enemigos, nos da, junto con el mandamiento, el amor mismo”.

Puede que no tengas que tratar a un enemigo o una ofensa tan grave como la de
Corrie Ten Boom, pero los pasos que conducen al perdón siempre serán los mismos.
Probablemente te mostrarás igual de renuente y reconocerás, al igual que ella, que careces
del poder para perdonar. Experimentarás la misma lucha interior sabiendo que debes
perdonar, pero no querrás hacerlo. Al tomar la decisión de extender su mano, ella sintió que
el Espíritu de Dios la tocó y le ayudó a hacer lo correcto. Así como Dios estaba dispuesto a
ayudarla, también está dispuesto a ayudarte a ti. Cuando el Padre te manda a que
perdones, Él también te da la fortaleza para lograrlo. El amor de Dios inundará tu alma, así
como sucedió con Corrie. Puede que pienses, ¿puede esto realmente ocurrir en mi vida?
Tu cónyuge probablemente te ha ofendido y te ha lastimado muchas veces. Y dime,
¿la has perdonado en realidad? ¿Estás seguro? Corrie probablemente pensó que había
EL PERDÓN QUE PERDURA

perdonado al guardia hasta que lo vio de pie ante ella, cara a cara. De repente,
ella reconoció que no tenía lo necesario para dar el paso hacia el perdón.
El perdón en el matrimonio es esencial si quieres que tu relación perdure.
Tu buena disposición para perdonar es lo que te motiva a tomar las medidas necesarias que
resultan en la reconciliación con tu pareja. El perdón también es la clave para encontrar
soluciones permanentes para todo problema que enfrentas. Veamos algunos de los puntos
fundamentales tocantes al perdón en tu matrimonio. Primero consideremos el concepto
básico del perdón, tal como por qué debes perdonar, y luego veremos cómo lograrlo.
Una de las razones principales por las que las parejas se distancian y siembran cizaña en la
relación es porque no perdonan completa y totalmente. Sin embargo, si aplicas los
principios que estás a punto de aprender, puedes restaurar tu relación y experimentar la
unidad y el compañerismo que una vez disfrutaron.

¿POR QUÉ DEBES PERDONAR?


Esta es una pregunta que debes contestar primero porque necesitarás un fuerte
motivador en tu corazón para tomar lo que podría ser un duro paso hacia el perdón.
Las razones por las que debes perdonar muchas veces son el incentivo que algunos
necesitan para tomar los debidos pasos. Acuérdate de Corrie Ten Boom. Ella sabía y había
predicado sobre la necesidad de perdonar y esto es lo que la motivó a que finalmente le
extendiera su mano al que abusó de ella. Tú también lo harás si permites que estas razones
penetren en tu corazón.
1. Debes perdonar porque es el mandato de Dios. Acá es donde debes comenzar.
Muchas parejas piensan que el perdón es sólo una opción que tienen a su disposición;
algo que pueden acoger o rechazar. Pero eso no es así. La Palabra de Dios declara que
tienes que perdonar a todo aquel que te ofende. Este mandato, por supuesto, incluye a tu
cónyuge. Jesús dijo: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno…”
(Mr. 11:25). Este mandato lo abarca todo, cualquier cosa y cualquier persona. Jesús incluye
todo asunto y toda persona en nuestras vidas para que nadie encuentre una manera de
escabullirse o una escapatoria para no perdonar. Todos debemos llegar a la misma
conclusión de que Jesús lo dijo en serio. Tienes que perdonar todo, y a todo aquel que te
ofende.
Pablo también manifestó este mandato cuando les ordenó a los creyentes en
Colosas que perdonaran. Él los animó a que se soportaran y perdonaran unos a otros:
“si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros” (Col. 3:13). De nuevo se nos dicta que tenemos que perdonar a todo
aquel que nos ofende.
Las Escrituras declaran claramente que el perdón no es una opción, sino más bien
un mandato definitivo y una responsabilidad para todo creyente que ha sido ofendido.
Tú tienes que perdonar al igual que Cristo te perdonó a ti. Este es tu llamado como
cristiano. No hay excepciones o excusas que le puedas dar al Señor para explicar por qué
elegiste desobedecer este mandato.
¿Obedecerás el mandato de Dios y perdonarás todo aquello y a todo aquel que te
haya ofendido? ¿Elegirás perdonar a tu cónyuge por todo lo que te ha hecho?
¿Has obedecido este mandato todos los días? Si no lo has hecho, esta es una de las
causas que impiden el compañerismo en tu relación.
2. Debes perdonar porque esta es una expresión de tu amor por el Señor. Jesús
dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15). En último caso, el perdón es
una expresión de tu amor por el Señor, un acto de obediencia a Dios porque deseas

120
EL PERDÓN QUE PERDURA

agradarle a Él por encima de todos los demás, incluso a ti mismo. El perdón es una
demostración ante Dios de que te interesa Su opinión y estás dispuesto a someterte a Su
autoridad y a Sus mandatos en tu vida. Si amas al Señor, entonces perdonarás a tu pareja.
Cuando simplificas el acto del perdón a la motivación básica del amor, logras
entender el valor del perdón en tu relación. La demostración de amor resuelve todo
conflicto. Es importante notar que el amor es lo que también motiva a Dios a perdonarte a ti.
Asaf explicó esta verdad cuando les describió el perdón de Dios a los judíos: “Pero él,
misericordioso, perdonaba la maldad…” (Sal. 78:38). La compasión de Dios lo motivó a
perdonar una y otra vez. Cuando Cristo clamó desde la cruz: “Padre, perdónalos…”,
Él demostró el gran amor que sentía por toda la humanidad, y en especial por aquellos que
acababan de crucificarlo (Lc. 23:34). ¡Cuán grande es el amor de Dios que Él pudo
perdonar aun cuando ellos lo rechazaban! Asimismo, las Escrituras instruyen que debes
perdonar al igual que Cristo te ha perdonado a ti (Ef. 4:32). Por lo tanto, cuando perdonas,
tú estás manifestando el mismo amor que Dios te ha manifestado a ti.
Jesús dijo: “améis unos a otros; como yo os he amado” (Jn. 13:34). Este es tu
llamado como cristiano y este es tu llamado como esposo o esposa. Al perdonar a tu
cónyuge demuestras tu obediencia a Su mandato por amor al Señor lo cual, con el tiempo,
se convierte en amor por tu pareja. Ese es un acto de amor.
3. Si tú no perdonas, no tienes derecho a pedirle a Dios que te perdone a ti.
En el Padre Nuestro, Jesús dijo claramente que debes perdonar, así como esperas que
Dios te perdone a ti. Jesús les enseñó a Sus discípulos a orar diciendo: “Y perdónanos
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt. 6:12).
El Señor presupuso que captaríamos la correlación y que si le pedíamos Su perdón,
naturalmente perdonaríamos a otros de la misma manera. Pero tristemente, en la mayoría
de los matrimonios las cosas no son así. La mayor parte de ellos quieren recibir perdón en
abundancia, pero son muy mezquinos cuando les toca concederlo. Y tú, ¿has entendido la
correlación del perdón en el Padre Nuestro?
Con Cristo este asunto es irrefutable. De hecho, Jesús manifestó claramente que
“si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará
vuestras ofensas” (Mr. 11:26). Puede que pienses que esta declaración es muy severa, pero
revela la importancia que Dios le da a tu obediencia a perdonar. Si tú no estás perdonando,
puedes estar segura de que en este momento Él no te está perdonando a ti.
No tienes derecho a pedir Su perdón ni a esperar ser perdonado si tú te niegas a
perdonar a tu pareja. Si has de cambiar, debes entender las graves consecuencias de no
querer perdonar y tienes que ver lo que Dios piensa acerca de esa actitud pecaminosa.
No dejes pasar ni un día más. Obedece Su mandato y perdona a tu cónyuge.
4. Si no perdonas, tú serás el verdadero perdedor. ¿Qué pierdes cuando te niegas a
perdonar? Primero, pierdes la comunión y la intimidad en tu relación con el Señor.
Como mencioné anteriormente, cuando eliges no perdonar, Dios se niega a perdonarte a ti.
Esto interpone de inmediato una gran distancia entre tú y el Padre. Dentro de poco tiempo
comienzas a sentir una sequedad espiritual. Esa es la mano disciplinaria de Dios tratando
de hacer que vuelvas a Él. Si te niegas a perdonar te privas de la paz y el gozo que Dios
quiere darte. Muchas veces tú eres la única persona a quien hieres al negarte a perdonar.
Es una correlación muy sencilla: no puedes ser feliz y negarte a perdonar a la vez. No da
resultado. Salomón observó esta verdad cuando dijo: “A su alma hace bien el hombre
misericordioso; Mas el cruel se atormenta a sí mismo” (Pr. 11:17). La misericordia hace bien
al alma. Por otra parte, si te niegas a perdonar, tú mismo te atormentas. Si quieres ser feliz,
debes ser misericordioso y debes perdonar a tu cónyuge al igual que tú has sido perdonado.

121
EL PERDÓN QUE PERDURA

La felicidad deriva de la obediencia a Dios. Jesús dijo: “Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis” (Jn. 13:17). Si sabes que debes perdonar, hazlo, y
experimentarás el gozo que resultará naturalmente. Segundo, al no querer perdonar, el que
pierde eres tú porque te privas de la unidad con tu cónyuge. No puedes tener la intimidad
que deseas si guardas resentimiento contra tu pareja. Así como vimos en el capítulo
anterior, negarse a obedecer los mandatos de Dios siempre resulta en la dureza de corazón
y destruye toda posibilidad de intimidad.
Pedro explicó la única manera en la que dos personas pueden llegar a tener esa
unidad. Él dijo: “sed todos de un mismo sentir, compasivos…” (1 P. 3:8). Tienen que tener
esa compasión mutua si han de ser de un mismo sentir. Esta bendición matrimonial requiere
la compasión y el perdón mutuo.

¿CÓMO LOGRAN PERDONARSE UNO AL OTRO?


El saber cómo perdonarse es de suma importancia. ¿Cómo se logra? Si tomas los
siguientes pasos serás capaz de perdonar, y perdonarás a tu cónyuge cada vez que él te
falle.
1. Pídele a Dios que te abra los ojos para ver tu propio pecado. Esta es una verdad
que, en lo personal, me ayuda a perdonar pronto. Cuando mi corazón está endurecido y no
quiero perdonar, hago lo siguiente: le pido a Dios que me abra los ojos y me muestre el
perdón que Él me ha concedido a mí. Esto es muy práctico porque muchas veces uno se
niega a perdonar por su santurronería. Pensamos, ¿cómo se atreve a hacerme eso a mí?
Olvidándonos que nosotros hemos pecado muchas veces contra nuestros cónyuges.
No podemos ver la viga en nuestro propio ojo que distorsiona el pecado de los demás.
Jesús dijo: “¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para
sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mt. 7:5).
Para convertirte en una persona que perdona fácilmente, pídele a Dios que te revele
tu propio pecado al igual que Su abundante perdón. Cuando veas la viga en tu propio ojo, tu
actitud hacia tu pareja cambiará drásticamente. Así es como Jesús le instruyó a Pedro que
debía perdonar: “setenta veces siete”; le contó la historia de un hombre a quien se le exigió
que pagara una deuda que era imposible pagar. Él le pidió a su acreedor más tiempo para
saldar la deuda. Conmovido, su amo decidió dejarlo libre y le perdonó el total de la deuda.
Este siervo que había sido perdonado luego salió y se negó a perdonarle a otro hombre una
deuda muy pequeña. Su amo regresó y le preguntó: “¿No debías tú también tener
misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” (Mt. 18:33).
Esta es una buena pregunta. Si tú realmente reconoces lo mucho que Dios te ha
perdonado, ¿no deberías demostrarle la misma compasión a tu cónyuge? Pídele a Dios que
te abra los ojos para ver tu pecado y la magnitud de Su perdón en tu propia vida.
Esto te dará un corazón más tierno hacia tu pareja.
El apóstol Pablo relaciona la compasión en tu corazón con el hecho de que has sido
perdonado. Él dijo: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef. 4:32). La blandura de
corazón, por lo general, se manifiesta cuando consideras el perdón de Dios en tu vida
porque te reviste de humildad a la luz de tus propios fracasos. Haz una pausa en este
momento y reflexiona sobre la manera en que Dios te ha perdonado. Pero no lo hagas sólo
una vez, medita sobre eso a diario para poder perdonar a tu cónyuge continuamente.
2. Pídele a Dios un corazón bien dispuesto. Muchas veces una de las razones por
las que te niegas a perdonar es que simplemente no quieres hacerlo. Prefieres guardar
resentimiento y castigar a tu cónyuge por su falla. Esto ocurre en particular con conflictos

122
EL PERDÓN QUE PERDURA

prolongados que surgen repetidamente. Con cada incidente de la misma ofensa tu corazón
se endurece más y disminuye tu buena voluntad para perdonar. En pocas palabras,
no es que no puedes perdonar, sino que no quieres perdonar.
Cuando veas tu propio pecado, te será más fácil pedirle a Dios un corazón dispuesto
a perdonar. Él te lo concederá con sólo pedírselo. Recuerda: “Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13). Es para el agrado
de Dios que perdonas a tu cónyuge, por lo tanto, pídele a Él que comience Su obra para
darte esa buena disposición. No esperes más. La situación nunca se pondrá más fácil de lo
que es hoy.
3. Opta por obedecer Su mandato. Una vez que tengas un buen corazón y estés
dispuesta a perdonar, lo único que resta es que tomes la decisión y lo hagas. Jesús nos
mandó a cada uno de nosotros a perdonar “de todo corazón” (Mt. 18:35). Y es ahí donde
debes tomar la decisión. Antes de buscar la reconciliación con tu pareja, primero tienes que
buscarla en tu corazón. Cuando hayas decidido perdonar de corazón, entonces estarás
preparada para hablar de la ofensa con tu pareja.
Esta decisión en tu corazón no depende de tus sentimientos. De hecho, tu decisión
de perdonar probablemente será contraria a tus sentimientos. En lo personal, nunca he
deseado perdonar a nadie, pero lo hago porque sé que ese es el mandato. El saber que el
perdón es un mandato de Dios me da ánimo para pedir la buena voluntad, y me habilita
para decidir hacerlo.
De una cosa puedes estar seguro: si estás esperando que te nazca el deseo
irresistible de perdonar antes de tomar la decisión, nunca lo harás. El deseo de perdonar te
nace después de que tomas la decisión de perdonar, no antes. Los sentimientos de amor y
perdón son el resultado de la reconciliación con tu cónyuge. Reflexiona sobre las veces que
te has reconciliado con tu pareja en el pasado. Después de haberse perdonado,
¿no desapareció la rabia y el resentimiento que tenías dentro de tu corazón? Las lágrimas
comenzaron a correr y volvió la felicidad y el cariño a la relación. Ese fue el resultado de
haber actuado adecuadamente antes de tener el deseo de hacerlo. Las personas batallan
con este concepto de actuar antes de sentir el deseo porque nuestra cultura se deja guiar
por los sentimientos. Las personas hoy en día quieren hacer sólo lo que les gusta, o lo que
les parece fácil. Sin embargo, Jesús instruyó que debemos hacer todo lo contrario en
cuanto al perdón.
Para comprobar esto, necesitas leer el pasaje de Lucas 17:1-10 dentro de su
contexto. Jesús les enseñó a sus discípulos a perdonar aun cuando alguien peque contra
ellos siete veces en un día. Los discípulos anticipando gran dificultad para perdonar tantas
veces, le pidieron al Señor que les aumentara su fe. Él les dijo que no era necesario tener
más fe; todo lo que necesitaban era usar la fe que ya tenían. Luego, Jesús les contó una
historia para ilustrar cómo podían practicar su poca fe y elegir perdonar sin tener el deseo
de hacerlo. La historia era de un siervo que un día regresó a casa cansado de arar los
campos y de cuidar las ovejas de su amo. Obviamente este siervo ya no quería servir más
ese día. Pero el amo le pidió que le preparará la cena y se la sirviera antes de sentarse.
Jesús explica que el siervo hizo lo que le mandó su amo porque él se lo ordenó.
En otras palabras, este siervo actuó contrario a sus sentimientos simplemente porque se lo
ordenó su amo. Jesús les dijo a Sus discípulos: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho
todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos
hacer, hicimos” (Lc. 17:10).
La moraleja de la historia es que tu Amo te ha ordenado perdonar y no tienes la
opción de negarte a hacerlo. Tienes que tomar la decisión de perdonar sin considerar tus

123
EL PERDÓN QUE PERDURA

sentimientos simplemente porque sabes que eso le agrada a Dios. Una vez que hayas
hecho lo que Él te ha ordenado, te podrás sentar y festejar con el corazón satisfecho porque
habrás cumplido con tu deber. ¡Qué alegría saber que uno agrada al Señor! El perdón que
depende de tus sentimientos no es duradero porque está basado en emociones que
cambian repentinamente.
El perdón que está basado en la decisión de obedecer el mandato de Dios, aun
cuando no existe el deseo, siempre dura porque es motivado por la Palabra de Dios que no
cambia. Perdona porque se te ha ordenado que perdones, no porque tienes deseo de
perdonar, y así la reconciliación perdurará.
4. Elige hacer la promesa. Otro aspecto principal del perdón implica una segunda
decisión de tu parte. Cuando Dios perdona, Él te promete algo muy importante que tú
también debes prometer cuando perdonas a tu cónyuge. Dios dice: “Porque seré propicio a
sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (He. 8:12).
La palabra griega “acordaré” significa “tenerlo en mente, recordar o meditar sobre ello para
luego castigar”. Esta promesa también se ve en el Antiguo Testamento donde Dios declara:
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus
pecados” (Is. 43:25). La palabra hebrea en este pasaje que se traduce como “acordaré”
significa “mencionar o relatar de nuevo”. La promesa que Dios hace aquí es de vital
importancia. Él promete perdonar y no volver a mencionar tu pecado. No guarda tu pecado
en Su mente para usarlo más tarde. No es que se olvide de tu pecado; no puede hacer eso
porque es omnisciente y sabe todas las cosas. Él simplemente elige no usarlo en tu contra
ni volver a mencionarlo para condenarte o castigarte. ¡Qué promesa más gloriosa!
Cuando Dios perdona, Él promete que nunca te lo echará en cara.
Cuando tú perdonas, debes prometer lo mismo porque las Escrituras te mandan que
perdones: “como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef. 4:32). Puede que estés
pensando, ¿cómo logro hacer eso? He aquí tres maneras muy prácticas y particulares de
cómo puedes imitar la promesa que conlleva el perdón de Dios. (1) Cuando perdonas, estás
prometiendo no volver a condenar a tu cónyuge por sus faltas del pasado. Si vuelves a
mencionarlo, estarás rompiendo tu promesa. (2) Cuando perdonas, estás prometiendo no
relatar ni mencionar sus faltas a nadie más; eso sería chismorrear. (3) Cuando perdonas
estás prometiendo no recordar más ni darle más vueltas al asunto en tu mente.
Si contemplas estas ofensas en tu mente, la rabia y el resentimiento regresarán.
Este es el significado práctico de tu promesa: no le vuelvas a mencionar esos asuntos a tu
pareja, ni a otras personas, ni a ti mismo. Si no lo haces, estarás rompiendo la promesa que
le hiciste a tu pareja. Al cumplir con tu promesa, el pasado realmente quedará en el pasado
y tu relación crecerá y hasta florecerá. ¡Experimentarás un perdón duradero!
¿Qué debes hacer cuando reconoces que rompiste tu promesa de perdonar?
Primero, regresa a Dios y pídele perdón. Una vez más, elige perdonar a tu cónyuge de
corazón. A menudo tendrás que tomar esa decisión varias veces durante el día porque
estarás luchando contra tu propia voluntad que quiere la revancha. Si continúas eligiendo el
perdón y a la vez le pides a Dios que Su poder te dé la buena voluntad para perdonar,
superarás el resentimiento. Renuncia a tu deseo de venganza y pídele a Dios que llene tu
corazón con Su amor.

CONCEPTOS ERRÓNEOS DEL PERDÓN


Existen muchas ideas falsas acerca del perdón. He descubierto que a menudo las
personas quieren cumplir con su promesa de perdonar, pero estas ideas falsas que guardan

124
EL PERDÓN QUE PERDURA

en su corazón les impiden persistir. Considera las siguientes ideas falsas y determina si
alguna de ellas es una piedra de tropiezo para ti.
1. El perdonar no significa que la reconciliación sea automática. El simple hecho de
perdonar a tu cónyuge de corazón no significa que las cosas se hayan resuelto entre
ustedes. La decisión de perdonar de corazón es sólo el comienzo del proceso.
Ahora necesitas hablar con tu cónyuge y decirle a ella que te sientes dolido y ofendido.
Jesús dijo: “si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos” (Mt. 18:15).
Es posible que tu pareja esté consciente de la ruptura en la relación, pero si no lo está,
necesitas comunicárselo con el objetivo de reconciliarse. Jesús agregó que si tu hermano:
“te oyere, has ganado a tu hermano” (Mt. 18:15). La decisión de perdonar de corazón te
permite adquirir la motivación para acercarte a tu pareja y restaurar la relación.
Jesús también dijo en otro versículo que una vez que hables con la persona que te
ofendió: “si se arrepintiere, perdónale” (Lc. 17:3). Puede que digas: pensé que ya había
perdonado a esta persona en mi corazón. ¿Qué significa esto?
Este es un segundo aspecto del perdón: concederle oralmente el perdón a la
persona que te ofendió. Esto lo haces solamente cuando tu cónyuge reconoce su falta y te
pide perdón. Entonces le puedes decir: “te perdono”. Puedes conceder el perdón oralmente
porque en tu corazón ya lo habías perdonado.
Observa que las Escrituras no requieren solamente que alguien diga, “lo siento”.
Eso es porque el lamentarse es sólo parte del proceso de la reconciliación. Una persona
puede lamentar que haya surgido el problema, pero ese pesar debe incluir la súplica del
perdón de un corazón sinceramente arrepentido. Cuando consideras los ejemplos en las
Escrituras de aquellos que se reconciliaron es importante observar que reconocieron su
pecado y pidieron perdón. ¿Qué le dijo el hijo pródigo a su padre? “Padre, he pecado contra
el cielo y contra ti…” (Lc. 15:21). Cuando los hermanos de José buscaron la reconciliación
dijeron: “Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos” (Gn. 50:17).
¿Por qué es esencial pedir perdón? ¿Por qué no es suficiente pedir disculpas?
Porque una disculpa es sólo una expresión de tus sentimientos en referencia a la ofensa.
Mientras que cuando le pides a tu pareja que te perdone, le estás pidiendo que elija hacer
algo muy particular, que obedezca el mandato de Dios de perdonar, que borre la ofensa del
libro mayor, y que prometa olvidarlo por siempre. Eso es mucho más que simplemente
reconocer que lamentas lo ocurrido.
Pero, ¿qué sucede cuando tu esposo o esposa se niega a reconocer su falta?
¿Le debes decir a tu cónyuge que lo perdonas? Seguro que no; sencillamente porque la
ofensa no se ha aclarado. Aunque tú hayas perdonado de corazón, no puede haber una
reconciliación total hasta que tu pareja reconozca su falta. No expreses tu perdón hasta que
esto suceda. Permíteme dar un ejemplo que muestre por qué esta reacción es bíblica.
Considera por un momento la redención del mundo por medio de Jesucristo.
Cuando crucificaban a Jesús, Él oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
(Lc. 23:34). Allí en la cruz, Jesús compró los medios para el perdón del mundo entero. Por
el derramamiento de Su sangre, Cristo “entró… habiendo obtenido eterna redención” (He.
9:12). “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Cor. 5:19). ¿Significa eso
que el mundo entero ha sido perdonado y reconciliado con Dios? Seguro que no. Para que
ocurra una reconciliación completa entre el hombre y Dios, la persona tiene que reconocer y
arrepentirse de su pecado y pedirle perdón a Dios. Sólo entonces, Dios concede el perdón.
Él ya lo ha determinado en Su corazón. Él está presto para perdonar hoy debido a la
reconciliación que fue comprada hace dos mil años. Este mismo principio entra en juego en
la relación matrimonial. No le puedes decir a tu pareja que la perdonas si no ha reconocido

125
EL PERDÓN QUE PERDURA

su falta y no te ha pedido perdón. Pero, una vez que hayas perdonado de corazón, estarás
preparado para conceder oralmente el perdón cuando tu pareja reconozca su falta.
2. El perdonar no significa que la persona responsable lo merezca. Varias veces he
notado que los cónyuges se niegan a perdonar por esta idea errada. Las personas se
niegan a perdonar por varias razones, ninguna de las cuales es bíblica. Algunos eligen
perdonar cuando consideran que su cónyuge ha pagado lo suficiente por esa afrenta. Otros
esperan hasta ver si se vuelve a cometer la ofensa, tratando de determinar si la persona
responsable realmente aprendió la lección. Luego, cuando transcurre un período mágico, o
cuando les parece apropiado, conceden el perdón. Todo vuelve a la normalidad hasta el
siguiente conflicto, y el proceso comienza de nuevo.
En realidad, nadie es digno del perdón y nadie puede llegar a merecerlo.
Tú no merecías el perdón de Dios cuando Él te perdonó a ti, y no puedes ganártelo con una
obra buena que hagas en el futuro. Dios canceló tu deuda por completo simplemente por Su
misericordia, la borró de tu cuenta para siempre. Dios no esperó hasta que le naciera el
deseo de perdonarte. Él eligió perdonarte porque tú le pediste que te perdonara.
Este acto de perdón concuerda con Su Palabra que declara: “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados…” (1 Jn. 1:9).
Igualmente, tú no debes esperar hasta creer que tu pareja merezca que lo perdones.
Nadie es digno del perdón. Tu esposa nunca podrá prometer que no fallará en el futuro,
ni tú tampoco serás perfecto. No fijes normas arbitrarias, a las que ella nunca podrá
atenerse, para determinar si merece ser perdonada. Concede tu perdón basándote en el
mandato de Cristo y no en base a tus sentimientos ni en ninguna norma que tú hayas
ideado. Dios ha establecido el criterio de la confesión y el arrepentimiento, y tu criterio no
debe ser diferente. Sólo la máxima arrogancia y dureza de corazón le exigiría a un cónyuge
atenerse a normas que tú no logras satisfacer. Al contrario, se nos dice: “Sed, pues,
misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc. 6:36). La misericordia
es una dádiva que se otorga libremente.
3. El perdonar no significa que apruebes el comportamiento de tu cónyuge.
Muchas personas piensan que cuando perdonan repetidamente una ofensa le están
comunicando a su pareja que las transgresiones se pueden disculpar o que son aceptables.
¿Es cierto eso? ¡Por supuesto que no! Si eso fuera cierto, entonces cuando Dios te perdona
una y otra vez significaría que Él aprueba tu pecado y eso seguro que no es así. Cuando
Dios te perdona repetidas veces, te está comunicando Su amor y cumpliendo Su promesa
de mostrar misericordia. Dios odia el pecado, lo desprecia y lo encuentra ofensivo, pero
igual lo perdona. Es por eso que Jesús le dijo a la mujer que prendieron en el acto de
adulterio: “vete, y no peques más” (Jn. 8:11). Cuando Dios perdona, Él espera un cambio en
tu estilo de vida porque de eso se trata el arrepentimiento verdadero. Si Dios no demandara
un cambio en nuestra actitud y en nuestras acciones, estaría aprobando nuestro pecado.
Por lo tanto, si en tus conflictos matrimoniales odias lo que ha ocurrido entre
ustedes, perdona y luego demanda los cambios necesarios para evitar que vuelva a surgir
el mismo problema. Esto es lo que Pablo llamó: “obras dignas de arrepentimiento”
(Hch. 26:20). Para poder ver esos cambios se requiere que entablen serias conversaciones
en las que consideren soluciones prácticas. Ese fue el tema y el objetivo del capítulo 10,
“CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO”. Al resolver los conflictos por
completo, no te inquietará la idea de que estás aprobando el pecado de tu cónyuge.
Puede que esto requiera asesoramiento de tu pastor. Algunas veces una tercera persona
puede ser una gran ayuda al determinar si estás aprobando el pecado o no.

126
EL PERDÓN QUE PERDURA

Existe una solución para todo conflicto que te aleja de tu pareja si estás dispuesto a
buscarla. El negarte a perdonar y el guardar resentimiento en tu corazón no es parte de
ninguna solución y simplemente te causará más problemas. El perdón es el primer paso
para hacer realidad esos cambios. No te pierdas la bendición que Dios tiene para tu
matrimonio por no querer perdonar. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia” (Mt. 5:7).

Repaso
Si sabes que en tu corazón guardas resentimiento y quieres comenzar a resolver
esos conflictos, sigue los siguientes pasos:
1. Primero, elige perdonar porque es el mandato de Dios.
2. Pídele a Dios que te abra los ojos y te muestre tu propio pecado
3. Pídele a Dios que te perdone por tu dureza y renuencia a perdonar.
4. Pídele a Dios que te confiera Su perdón y compasión para con tu cónyuge.
5. Con humildad, ve y busca la reconciliación.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 12


Si quieres tener un matrimonio duradero, es esencial perdonar. Tu buena voluntad
para perdonar es lo que te motiva a tomar las medidas necesarias que te llevarán a la
reconciliación con tu cónyuge. El perdón también es la clave que te ayuda a encontrar la
solución a todos los problemas que enfrentas. La falta de perdón es una de las razones
principales por las que las parejas se distancian y se contradicen. Sin embargo, si aplican
los principios que las Escrituras enseñan, pueden restaurar su relación y regresar a la
unidad y el compañerismo de los que una vez gozaron.

A. Busca los siguientes versículos y anota lo que aprendes.


Mt. 18:21-22 ___________________________________________________________
______________________________________________________________________
Mt. 18:35 ______________________________________________________________
______________________________________________________________________
Lc. 17:3-4 _____________________________________________________________
______________________________________________________________________
Ef. 4:32 _______________________________________________________________
______________________________________________________________________
Mr. 11:25 ______________________________________________________________
______________________________________________________________________
Mr. 11:26 ______________________________________________________________
______________________________________________________________________
1Jn. 1:9 _______________________________________________________________
______________________________________________________________________
Sal. 86:5 ______________________________________________________________
______________________________________________________________________
Is. 43:25 ______________________________________________________________
______________________________________________________________________
2Co.2:7-10 _____________________________________________________________
______________________________________________________________________
Lc. 23:34 ______________________________________________________________
______________________________________________________________________

127
EL PERDÓN QUE PERDURA

B. Escribe las razones por las que debes perdonar. Lee las páginas 120-122.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

C. ¿Cuáles de estas razones has desechado y por qué?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

D. Anota los pasos que debes tomar para realmente perdonar a tu cónyuge. Lee las
páginas 122-124.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

E. ¿Cuáles de estos pasos no has implementado y por qué?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

F. Anota los conceptos erróneos del perdón. Lee las páginas 124-127.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Sin mencionar el nombre de la persona ni los detalles del conflicto, cuéntale al grupo
sobre alguien con quien tuviste un conflicto, le guardaste resentimiento y te negaste a
perdonar. ¿Qué excusas usaste para justificar tu conducta?
2. Cuando decidiste perdonar a esa persona, ¿cuál fue el resultado en tu vida? ¿Y cómo
restauró eso la relación?
3. Sin divulgar información que podría avergonzar a tu cónyuge, explica cómo el
perdonarse mutuamente les ha permitido que continúen juntos en esta relación.

128
EL PERDÓN QUE PERDURA

NOTAS

129
TERCERA SECCIÓN CLAVES PARA ESTABLECER TU RELACIÓN

Una vez que hayas eliminado los obstáculos que impiden el compañerismo y la
unidad en tu relación, será necesario fomentar la intimidad que anhelas. Existen principios
bíblicos claros y definidos que te permiten hacer esto al igual que un plano trazado le indica
a un contratista cómo construir una casa en las especificaciones correctas. ¿Cuáles son
estas pautas bíblicas que te ayudan a cimentar tu matrimonio para que resista la prueba del
tiempo? Continúa leyendo.

13
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
“Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová,
el que tiene misericordia de ti” Is. 54:10

as dicho alguna vez las siguientes palabras?: “Si no te gusta lo que hago, pues
¿H divórciate de mí” o “si no haces lo que te pido, me separo de ti”. Tristemente,
estas palabras son demasiado comunes en los hogares cristianos de hoy en día.
Y esto lo sé porque las escucho regularmente cuando asesoro a las parejas. Estas palabras
destructivas atacan los cimientos de tu compañerismo y hieren en lo más profundo del
corazón. Estas amenazas jamás deben salir de tus labios porque rechazan el pacto y el
compromiso que hiciste ante Dios. El solo hecho de contemplar pensamientos de divorcio
es extremadamente destructivo para tu relación. La amenaza de la ruina total de tu relación
socava y debilita uno de los bastiones más imprescindibles de tu matrimonio: la seguridad.
Comienzo esta última sección con el primer componente básico necesario para
fomentar la unidad y el compañerismo en el matrimonio. Esta piedra angular es la seguridad
de una entrega total. Tu cónyuge necesita saber que tú nunca abandonarás tu pacto
matrimonial. Esa debe ser tu promesa solemne “hasta que la muerte nos separe”. Ese es el
voto que hiciste ante Dios el día de tu boda y tu pareja espera que lo cumplas.
¿Le expresas con frecuencia a tu cónyuge tu entrega total y tu fidelidad? “Estoy totalmente
entregado a ti y a nuestro matrimonio, sin importar cuáles sean nuestras diferencias” o
“jamás dejaré de amarte ni de esforzarme por mejorar nuestro matrimonio”, esos son
comentarios que tu cónyuge anhela escuchar. Palabras como estas junto con las acciones
para respaldarlas son los componentes básicos más fundamentales para establecer un
matrimonio duradero. Existe una increíble seguridad en saber que tu pareja se interesa por
ti, tanto que está dispuesto a ceder, sacrificar y soportar lo que sea para permitir que el
amor se profundice.
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL

¿PORQUÉ ES IMPORTANTE TU ENTREGA?


Cuando te entregas a tu cónyuge, ¿qué sucede entre ustedes? ¿Cuál es el fruto que
nace en tu matrimonio? ¿Qué le indica esto a tu pareja?
1. Es una declaración de amor y fidelidad hacia tu cónyuge. Cuando le declaras tu
entrega total, estás tomando una postura de amor que tu cónyuge comprenderá fácilmente.
Sólo el verdadero amor se entrega de esa manera. Pablo describe el amor que produce
este tipo de entrega como aquel que: “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta” (1 Co. 13:7). De hecho, este tipo de amor “nunca deja de ser” (v.8). Esta es la
seguridad que tu cónyuge necesita, que tu relación no fracasará porque te has
comprometido a creer, esperar y a soportar ¡hasta el final!
Cuando Dios declaró Su compromiso mediante Su pacto con la nación de Israel en
el Antiguo Testamento, Él les afirmó: “Porque los montes se moverán, y los collados
temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará”
(Is. 54:10). Todo lo que conocemos algún día desaparecerá, pero Su amor jamás se
acabará, y Él no romperá Su pacto con Su pueblo. Por eso es que a menudo lees en las
Escrituras la promesa: “No te desampararé, ni te dejaré” (He. 13:5; Dt. 31:8; Jos. 1:5).
Dios claramente ha manifestado que Su cuidado y Su amor ¡jamás cambiarán! Él se ha
comprometido a amarte a ti y a mí hasta conformarnos completamente a la imagen de Su
Hijo.
Tenemos que estar seguros de este mensaje cuando enfrentamos dificultades en
nuestro andar cristiano. Necesitamos saber que Dios no nos abandonará ni se escabullirá
cuando tengamos algún problema. Necesitamos tener la seguridad de que Él se ha
comprometido a ayudarnos hasta el fin para cambiar y enderezar por completo nuestras
vidas. Todos nosotros consideramos esto una prueba fundamental de Su amor y nos da
seguridad y confianza saber que Él lo dice en serio: “estando persuadido de esto, que el
que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”
(Fil. 1:6).
Asimismo, cuando tú le haces esta promesa a tu cónyuge con palabras y hechos, él
la considerará una prueba irrefutable de tu amor. Le da la garantía y la seguridad de que te
has comprometido totalmente a resolver todos los problemas; y de que tu amor: todo lo
sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Les provee a los dos un fundamento
firme para poder establecer su relación. ¿Por qué no le haces esta promesa a tu amado
hoy? Dile a tu pareja, “nunca te dejaré ni te abandonaré. Me he entregado a ti hasta que Él
nos conforme a la imagen de Cristo”. Este es el compromiso de un matrimonio duradero.
2. Es una declaración de tu fidelidad a la Palabra de Dios. Cuando amenazas a tu
cónyuge con el divorcio, en realidad estás proponiendo quebrantar la Palabra de Dios que
declara: “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6). También estás demostrando
que no crees en las Escrituras que dicen: “Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9). Sí, puede que hoy te encuentres en circunstancias
sumamente difíciles, pero el quebrantar la Palabra de Dios y rechazar Su promesa de
fortaleza no solucionará ninguna de ellas.
Todo lo contrario, lo que necesitas hacer es comprometerte a seguir las soluciones
de Dios y no rechazarlas. Las soluciones de Dios se encuentran en Su Palabra. Decide en
tu corazón obedecer cualesquiera que sean los requisitos en las Escrituras para mejorar tu
relación. Comprométete por completo a ser generoso y a amar a tu cónyuge con la fortaleza
que Dios te confiere por medio de Su gracia. Esto agradará al Señor y le dará a tu cónyuge
la esperanza de que, en tu relación, lo mejor está por venir. Así es como te comprometes a
seguir las soluciones de Dios.

131
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL

Cuando cumples la promesa y el pacto del matrimonio, en realidad estás declarando


que confías en que Dios puede solucionar cualquier problema en tu vida. Estás afirmando
que tus votos matrimoniales ante Dios sí tienen valor. No fueron sólo palabras vanas
repetidas por el bien del pastor. Les estás diciendo a todos: no me complaceré a mí mismo,
sino a Dios que me manda no divorciarme.
Deja que tu corazón se percate del mandato contra la separación y de la promesa
que Dios te fortalecerá. Él es capaz de hacer realidad Sus promesas. Confía en que lo hará.
Comprométete a cumplir Su Palabra y comunícaselo a tu cónyuge.
3. Es la actitud necesaria para resolver los problemas por completo. He descubierto
que cuando uno o ambos cónyuges consideran o usan el divorcio como amenaza, sucede
algo muy imperceptible. Ninguno de los dos busca respuestas ni se esfuerza por solucionar
los problemas en el matrimonio. Eso es porque uno de ellos o ambos están fascinados
buscando la manera de abandonar la relación. Nadie puede tratar de resolver los problemas
sinceramente, y a la vez buscar una escapatoria a su compromiso matrimonial.
No puedes hacer las dos cosas. Es imposible establecer algo cuando estás considerando o
amenazando con destruirlo todo.
La entrega total a tu matrimonio es lo único que te habilitará para solucionar todos
los problemas que los dividen. Su promesa duradera motiva a Dios a transformar cada
aspecto de tu vida y a conformarlo a Sus preceptos. Pablo declara que “a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados” (Ro. 8:28). ¿Cómo podemos estar seguros de esto? En el siguiente versículo
Pablo revela cuánto tiempo hace que Dios se comprometió a realizar esta obra en ti:
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo…” (Ro. 8:29). Hace mucho tiempo que Dios te conoce y se ha
dedicado a llevar a cabo Su plan en tu vida desde antes de que nacieras. Él se
comprometió a tener una relación contigo y por lo tanto se ha dedicado a conformarte a Su
imagen en todo aspecto.
Al entregarte completamente a tu matrimonio, también te comprometes a solucionar
todos los problemas que los dividen. Con esa actitud de amor, de entrega a Su Palabra, y la
promesa perdurable de tu relación, serás conformado y transformado en el hombre o mujer
que Dios quiere que seas. Tu matrimonio también tendrá la seguridad y la fortaleza
necesaria para resistir la prueba del tiempo.

¿POR QUÉ SE USA EL DIVORCIO COMO AMENAZA?


La respuesta a esta pregunta es difícil de determinar por la diversidad de las
personas y la variedad de circunstancias matrimoniales. Algunos ya desistieron de tratar de
reparar su matrimonio, mientras que otros realmente buscan ayuda. Lo que sí está
absolutamente claro es que cuando alguien usa el divorcio como amenaza es una
indicación de que la relación tiene problemas fundamentales. La mención del divorcio te
debe indicar que la promesa más esencial en tu relación está en grave peligro. Se debe
hacer algo lo más pronto posible para evitar que esa amenaza se convierta en realidad.
Para responder a la pregunta de por qué se usa el divorcio como amenaza, permíteme citar
algunos ejemplos de lo que he presenciado. Examínate para ver si te has dejado influir por
alguno de estos ejemplos.
Algunas personas usan el divorcio como amenaza y clamor para que su cónyuge
reconozca que su relación tiene problemas serios. Es una manifestación de su infelicidad y
su deseo de un cambio verdadero. Es muy posible que este cónyuge esté muy cansado de
hablar de los problemas sin encontrar soluciones. La amenaza del divorcio no es un juego

132
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL

para ellos, es una declaración de que el statu quo no es aceptable. Este cónyuge está
declarando que él no puede continuar viviendo de la misma manera sin un cambio drástico
en la relación.
No es necesario que amenaces con el divorcio, quebrantando la Palabra de Dios,
para obtener la atención de tu pareja. Muchas veces pasamos de un extremo al otro; de no
mencionar los problemas (ocultándolos y negando su existencia) y rehusar la asesoría, al
extremo de simplemente darnos por vencidos y pedir el divorcio. A menudo somos seres
excesivos. Practica la moderación diciéndole a tu cónyuge, “llegó el momento de lidiar con
nuestros problemas y nuestras diferencias. Consultemos con un consejero”. Por favor,
reconoce que tu matrimonio es importante y merece que hagas un esfuerzo por fortalecerlo.
Si eso fue lo que motivó a tu cónyuge a usar la amenaza, escucha su clamor pidiendo un
cambio y entra en acción.
Otras personas usan el divorcio como amenaza porque es un juego de
manipulación. Quieren ver si pueden controlar o manipular a sus cónyuges haciéndolos más
sumisos. He visto a ambos cónyuges usar esta estrategia que es motivada por el deseo
egoísta de ejercer el control. Esa persona, en realidad, no quiere divorciarse. Simplemente
quiere que su pareja se rinda y deje de insistir con el tema en cuestión. Si determinas que la
motivación es el control y la manipulación, tienes que confrontar el problema firme y
amorosamente.
El control y la manipulación son formas sutiles de ejercer fuerza o presión. El amor
verdadero nunca crecerá en este tipo de ambiente porque el amor se entrega libremente,
jamás por fuerza o manipulación. El padre declaró que Su amor por el pueblo rebelde no
era obligatorio. Él dijo: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia” (Os. 14:4).
Las palabras, “de pura gracia”, significan “voluntariamente” o “por voluntad propia”.
Dios no estaba obligado a amarlos y Él jamás intentaría manipular a Su pueblo para que le
corresponda. Él te ama libremente y quiere que libremente recibas Su amor y le
correspondas.
Es importante observar que la Biblia termina con una invitación gratuita a recibir su
amor: “el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17). Una relación
matrimonial es igual. Por amor tienes que dar y recibir libremente y no por coacción o
manipulación. Uno de estos ambientes cultiva el crecimiento de amor mientras que el otro lo
destruye. Este problema se debe resolver antes de tratar cualquier otro. ¡No permitas que te
manipulen ni te controlen!; eso destruirá tu matrimonio y te destruirá a ti.
Otra razón por la que las personas usan el divorcio como amenaza es porque tienen
la intención de llevar a cabo su amenaza. De hecho la amenaza del divorcio es una manera
ambigua de dejarte saber que ese es el rumbo que llevan sin decir abiertamente que se
marchan de casa la semana siguiente. Esta es su manera de darte la noticia
paulatinamente. He visto eso muchas veces. Un cónyuge amenaza con el divorcio y el otro
inmediatamente quiere consultar con un consejero. El que amenazó está de acuerdo en
consultar a un consejero una o dos veces pero, en realidad, esta persona no tiene la menor
intención de reconciliarse. Más tarde, me doy cuenta de que él ya tenía planes de
marcharse y tal vez hasta tenía a otra persona esperándolo.
Es esencial que tomes en serio la amenaza del divorcio y reconozcas que existe un
grave problema entre ustedes. Esta amenaza socava el aspecto más fundamental de tu
relación. No trates de ocultar los problemas ni de negar su existencia. No jueguen entre
ustedes, sino traten los problemas en cuestión lo más pronto posible. Tu matrimonio
depende de ello. Si realmente quieres establecer un matrimonio duradero, no permitas que
nada socave tu compromiso con el pacto matrimonial.

133
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL

¿QUÉ DEBES HACER SI HAS AMENAZADO CON EL DIVORCIO?


Si tú has considerado o amenazado a tu cónyuge con el divorcio, ¿qué debes hacer
ahora? ¿Destruiste todo o es posible cambiar el rumbo del matrimonio? ¿Existe una salida
de este ciclo descendente de amenazas mutuas? ¡Seguro que sí! Esto es lo que debes
hacer:
1. Primero, pídele a Dios que te perdone. Tus pensamientos (o amenazas)
quebrantan la Palabra de Dios y la promesa que hiciste el día de tu boda; por lo tanto,
pídele al Señor que te perdone. El profeta Malaquías declaró ante las personas que se
divorciaban: “el SEÑOR ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud… Prestad
atención, pues, a vuestro espíritu; no seas desleal con la mujer de tu juventud. Porque yo
detesto el divorcio dice el SEÑOR, Dios de Israel…” (Mal. 2:14-16 LBLA). Ten en cuenta
que el Señor es testigo de todo pensamiento y amenaza; y Él percibe cuando no tienes un
espíritu íntegro. Así pues, debes primero prestarle atención a tu espíritu y debes tener un
corazón recto ante el Señor. Si tu corazón no es recto ante Dios en este aspecto,
no recibirás la suficiente gracia para cumplir tu compromiso con Él y con tu cónyuge.
Primero, reconoce tu fracaso ante el Señor y Su poder se manifestará en lo que
sobrevenga. Recuerda, “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad” (Fil. 2:13). Tu matrimonio es una obra de Dios; por lo tanto,
permítele obrar dentro de ti.
2. Pídele perdón a tu cónyuge. Luego, debes resolver este asunto con tu pareja.
Cuando reconoces tus faltas sincera y humildemente, conmueves el corazón de tu cónyuge.
Muchas veces este reconocimiento resulta en un cambio total en la relación.
Lo he presenciado muchas veces en mi oficina con parejas pidiéndose perdón y
derramando lágrimas. No te pierdas este milagro por tu soberbia o tu renuencia a reconocer
tu propio pecado.
3. Comprométete con tu cónyuge. Una vez que le hayas pedido perdón,
comprométete de inmediato con tu pareja. Intenta buscar soluciones en lugar de
escapatorias. Dile que te propones resolver todos los problemas sin considerar el pasado.
Dile a tu ser querido que el divorcio no cabe en la vida de dos cristianos que conocen
personalmente a Aquel que reconcilió al mundo consigo mismo. Continúa expresando con
frecuencia tu dedicación hacia tu cónyuge y tu matrimonio. Tu pareja ciertamente apreciará
las constantes manifestaciones de amor y la seguridad que éstas proveen.
4. Toma medidas que demuestren que hablas en serio. Muchas veces las parejas
que están contemplando o amenazando con el divorcio comienzan a tomar medidas de
separación. Por ejemplo, algunas parejas empiezan a dormir en dormitorios separados o
abren cuentas bancarias por separado. Algunas comienzan a asistir a otra iglesia y a
frecuentar a un grupo distinto de amigos. Estas circunstancias tienen que cambiar si quieres
armonizar tus acciones con tus palabras. Tal como he sugerido anteriormente, siempre
debes hacer “obras dignas de arrepentimiento” (Hch. 26:20).
Recuerda que el propósito fundamental de tu matrimonio es la unidad y el
compañerismo. Con este propósito en mente, organiza todo aspecto de tu vida y tu relación
para que coincidan con este objetivo. Estos cambios fortalecerán tu relación. Escribe una
lista de todas las medidas que han alimentado la separación, y cámbialas para alimentar el
compañerismo. También podría ser importante buscar asesoramiento bíblico para tratar
directamente con algunos de los problemas más persistentes.

134
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL

5. Determina no volver a usar la palabra divorcio con respecto a tu pareja.


Para cumplir con esta resolución, primero tienes que tratar la supuesta opción del divorcio.
Si tú piensas y meditas sobre la idea del divorcio, tarde o temprano la palabra saldrá de tu
boca. Cuando las ideas de la separación comienzan a inundar tu mente, detenlas.
Muchos cristianos que he asesorado cuestionan si es realmente posible controlar los
pensamientos. ¿Puedes tú controlar lo que piensas? Quiero afirmar categóricamente que
¡sí puedes! Tienes que tomar una decisión sobre lo que tú contemplarás en la mente. Pablo
hizo esto cuando estuvo en Roma. Él fue encarcelado por acusaciones falsas y podría
haber tenido pensamientos llenos de indignación y de rabia (confieso que yo hubiera tenido
mucha dificultad con esto). ¿Y tú, qué hubieras pensado en su lugar? Escribiendo desde la
prisión, Pablo les sugirió a los miembros de la iglesia filipense que tomaran la decisión de
controlar sus pensamientos así como él aprendió a hacerlo. Él les dijo: “todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad… esto haced;
y el Dios de paz estará con vosotros” (Fil. 4:8,9). Él eligió meditar sobre las cosas que le
importaban a Dios desde Su punto de vista, a pesar de su entorno, y no permitir que otros
pensamientos entraran en su mente. El resultado fue una paz verdadera y plena libertad.
Eso es exactamente lo que tú debes hacer. Si tus pensamientos no coinciden con la
Palabra de Dios, recházalos. Si no lo haces, tarde o temprano te apartarán del camino
recto. Las ideas de separación, de odio o de venganza claramente no provienen de Dios.
En lugar de eso, medita sobre el perdón de Dios, la manera en que debes demostrar amor,
la fidelidad y veracidad de Su Espíritu que mora dentro de todo creyente; y lo dispuesto que
Dios está a cambiar tu vida. Considera lo que puedes hacer para mejorar tu relación en
lugar de terminarla. Tus pensamientos son muy importantes para la paz propia y la paz en
tu matrimonio. Si le das ese control al Espíritu, Él edificará tu relación en lugar de romperla.
Entrégate a tu cónyuge y a tu matrimonio porque eso es lo que Dios quiere que hagas por tu
propio bien y por amor a Él.
Puede que pienses: ¿no existe alguna excepción a una entrega total? ¿Qué pasa si
mi cónyuge cae en el adulterio o se divorcia de mí? ¿Qué hago entonces? Responderé a
estas y otras preguntas en el apéndice de este libro. Por el momento, presupongo que
ambos cónyuges están dispuestos a fortalecer la relación y no a destruirla.
En conclusión, te sugiero que resuelvas por completo todos estos problemas.
Si lo haces, le darás a tu relación una inmensa seguridad. Tu cónyuge necesita saber que tú
te has entregado totalmente a tu matrimonio. Y él también necesita escucharlo de tus
propios labios y ver que tus acciones confirmen tus intenciones. El ímpetu de esa promesa
te habilitará para establecer un matrimonio duradero. Comprométete con tu ser querido
¡hoy mismo!

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 13


¿Le comunicas tu entrega total y tu fidelidad a tu pareja regularmente? ¿Escucha tu
cónyuge, “me he entregado totalmente a ti y a nuestro matrimonio sin importar nuestras
diferencias” o escucha “si no te parece bien lo que yo hago, pues divórciate de mí”?
El comentario que le comuniques a tu pareja le infundirá una increíble confianza en tu
dedicación o le romperá el corazón porque sabrá que no te has entregado a tu matrimonio.
Créeme, tu cónyuge anhela ver y escuchar tu entrega al matrimonio por medio de tus
acciones. Las palabras de una cariñosa entrega junto con las acciones que las respaldan,
forman un componente básico y esencial para establecer un matrimonio duradero.
Te inspirará una enorme confianza saber que tu pareja te quiere tanto que está dispuesto a

135
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL

dar de sí mismo, a sacrificarse y a perseverar aun cuando tengan grandes diferencias en su


matrimonio.

A. Anota las razones por las que tu entrega a tu cónyuge es muy importante.
Lee las páginas 131-132.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________

B. Si te es difícil entregarte a tu cónyuge, escribe por qué.


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

C. Si has usado el divorcio como amenaza, ¿cuáles de las razones en las páginas 132-133
se refieren a ti? Si tienes otras razones que no se encuentran en el libro, escríbelas aquí
y explícalas con precisión.
1. _____________________________________________________
_____________________________________________________
2. _____________________________________________________
_____________________________________________________
3. _____________________________________________________
_____________________________________________________
4. _____________________________________________________
_____________________________________________________
5. _____________________________________________________
_____________________________________________________

D. Escribe los pasos que se encuentran en las páginas 134-135 para dirimir estas
amenazas con tu cónyuge.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

E. Lee los siguientes versículos, identifica la enseñanza y cómo puedes implementar estas
verdades en tu matrimonio.
He. 13:5 _______________________________________________________________
______________________________________________________________________

Sal. 36:5 _______________________________________________________________


______________________________________________________________________

Is. 41:10 _______________________________________________________________


______________________________________________________________________

136
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL

Gn. 28:15 ______________________________________________________________


______________________________________________________________________

Mt. 24:35 ______________________________________________________________


______________________________________________________________________

Dt. 31:8 _______________________________________________________________


______________________________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Descríbele al grupo lo que significa para ti la promesa de tu pareja de no divorciarse.
2. ¿Qué efecto tendría este sentido de seguridad en los otros aspectos de tu relación?
3. ¿De qué otra manera puedes manifestar tu promesa a tu cónyuge y en tu matrimonio?

137
14
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
“Escuchad mi voz…y andad en todo camino que os mande,
para que os vaya bien” Jer. 7:23

U
nas cuantas semanas antes de que yo le entregara mi corazón a Cristo, un viejo
amigo me contaba sobre el plan que Dios tiene para mi vida. Me explicaba que la
verdadera felicidad sólo se alcanza al seguir la voluntad de Dios. Me negué a
aceptar su afirmación de que era necesario que cambiara mi rumbo y siguiera a Cristo. De
pronto, mi amigo interrumpió nuestra conversación y me preguntó directamente —Steve,
¿estás satisfecho con la vida que llevas?
Lo consideré por un momento y contesté, —No, realmente no.
Él continuó, —Y entonces, ¿qué pierdes con entregarle tu vida a Cristo? El rumbo
que llevas no ha producido el tipo de vida que realmente deseas, ¿por qué no haces un
cambio? ¿Por qué no le pides a Dios que te perdone y comienzas a vivir tu vida como Dios
manda? Obedécele a Él y Su Palabra, y veamos lo que sucede.
Ese día la conversación terminó mientras yo obstinadamente me negaba a admitir lo
que sabía era verdad.
Poco tiempo después de esa conversación finalmente le entregué mi corazón a
Cristo una noche mientras conducía mi auto. Nunca me he arrepentido de esa decisión,
ni un solo día. Jesucristo ha cumplido con todo lo que prometió en Su Palabra y más.
Él me ha dado la felicidad que yo anhelaba y que tanto había buscado en otras partes.
El vivir mi vida a Su manera ha sido la solución que había estado buscando.
Unos años más tarde me casé con mi esposa, Susan, y pasamos por el período
normal de adaptación con nuestros conflictos de recién casados. Pero una cosa era
evidente: cuando mi esposa y yo intentábamos vivir nuestras vidas conforme a los caminos
de Dios, vivíamos felices y en armonía. Hoy nuestro amor es más intenso de lo que me
imaginaba fuera posible. ¡Soy un hombre feliz!
Quiero desafiarte con la misma pregunta que mi amigo me hizo a mí. ¿Qué pierdes
con encaminar tu matrimonio hacia el plan de Dios? Si no eres feliz en tu matrimonio,
inténtalo a Su manera y verás lo que sucede. A aquellos que eligen obedecer enteramente
el plan de Dios en su vida personal, las Escrituras prometen que serán “arraigados y
sobreedificados en él” (Col. 2:7). Lo mismo ocurrirá en tu matrimonio cuando vives de
acuerdo con Sus preceptos. Se arraigarán y edificarán juntos en Cristo porque estarán
erigiendo su matrimonio sobre la roca firme e inmovible de Su Palabra.

EL DISEÑO DE DIOS PARA EL MATRIMONIO


¿Cuál es el diseño de Dios para tu matrimonio? ¿Cómo lo disciernes? La sencillez
del diseño de Dios se manifiesta en todas las Escrituras que tratan la relación matrimonial.
Veamos estos pasajes para conocer los caminos de Dios y aprender cómo implementarlos
en tu vida. En este capítulo quiero presentar los conceptos básicos que todo matrimonio
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

necesita, sin excepción. Estos principios trascienden el tiempo, la cultura y todos los credos;
y son los preceptos de Dios para todas las parejas.
1. Tu cónyuge debe ser tu prioridad. En el plano vertical de tu vida, Cristo debe ser
tu prioridad espiritual. Anteriormente hablamos en detalle de lo importante que es buscar
“primeramente el reino de Dios y su justicia…” y de permitir que Cristo reine en tu corazón
(Mt. 6:33). En el plano horizontal, tu cónyuge debe tener prioridad sobre todas las otras
cosas en esta vida.
Desde el comienzo del tiempo, Dios ideó que tu esposo sería tu prioridad. Cuando
Dios celebró la primera boda en el huerto, claramente expresó Su intención para todos los
matrimonios subsiguientes. Él dijo, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y
se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24). La palabra “dejará” en este
versículo significa “dejar o abandonar”. La palabra “unirá” significa “aferrarse y adherirse
como pegamento” o también puede significar “seguir con empeño a otra persona”.
Este mandato se concibió para animar a todos los matrimonios a abandonar y renunciar a
su obligación dentro de una familia y a comenzar una estructura familiar totalmente nueva.
Esta pareja nueva se ha de amalgamar para formar una sola carne. Se deben seguir el uno
al otro con empeño tratando de ser el compañero principal del otro. El mando intrafamiliar y
el proceso de toma de decisiones deben pasar de la estructura familiar de los padres a la
del nuevo matrimonio. Es evidente que este mandato te insta a aferrarte a tu cónyuge y a
darle prioridad en tu vida. Debes seguir a tu cónyuge con empeño, dándole preferencia por
encima de todos y sobre todas las cosas.
Si las parejas obedecieran este mandato por completo, no existirían muchos de los
problemas matrimoniales. Sin embargo, a menudo he asesorado a parejas que han
quebrantado este principio, lo cual tiene repercusiones muy serias en su matrimonio.
Cuando permites que otra persona u otra cosa tenga prioridad en tu hogar, creas problemas
muy grandes. Permíteme citar dos ejemplos muy comunes en este proceso.
La interferencia de los suegros a menudo quebranta el principio de prioridad y causa
una gran discordia matrimonial. El problema comienza así: los padres, bienintencionados,
perciben una necesidad en el matrimonio de su hijo/a y entremeten en medio del problema
un consejo que no les han pedido. Ellos orientan a su hijo o hija tratando sinceramente de
ayudar, pero, por lo general, se encuentran con una fuerte resistencia del cónyuge.
¿Por qué? Porque es una invasión del principio dejará y se unirá. Estos suegros están
usurpando el derecho y la responsabilidad de la nueva unidad familiar que necesita tomar
decisiones sin presiones externas. Si el hijo adulto se deja influir más por la opinión de los
padres que por la de su cónyuge, se creará un enorme conflicto. Pero dices, “mi mamá y mi
papá también son familia”. Tienes razón, sí lo son; sin embargo, ellos ahora son tu familia
secundaria. Es cuestión de prioridad. Tu familia principal es tu cónyuge. Por ejemplo,
¿a quién le pides consejo primero, a tus padres o a tu pareja? ¿Qué opinión valoras más,
la de tus padres o la de tu cónyuge? Cuando hay una diferencia de opinión,
¿a quién escuchas primero, a tus padres o a tu esposa?
La solución a este problema es muy simple. De hoy en adelante, otórgale a tu pareja
el primer puesto en el plano horizontal de tu vida. Agradéceles amorosamente a tus padres
por su contribución y con delicadeza explícales que tú y tu cónyuge tomarán la decisión y
les informarás del resultado. Así es como discretamente trazas la línea divisora entre tu
familia y ellos. Si no haces eso sistemáticamente, tu pareja se sentirá traicionada y creerá
que valoras a tus padres más que a él.
Otra área en la que se quebranta el principio de prioridad es cuando nacen los hijos.
Este es un problema muy difícil y sutil porque ellos son parte de tu familia principal, y

139
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

consideras que sus necesidades son de alta prioridad. Antes de que nacieran los hijos, sólo
eran ustedes dos y se atendían mutuamente. Luego vino el bebé y se convirtieron en los
siervos fieles de esta criatura, satisfaciendo todas sus necesidades. Ahora tu atención está
dividida entre tu pareja y tu hijo. El tiempo a solas con tu pareja se esfumó. Es entonces
que, por lo general, las parejas comienzan a percibir cierta tensión en su relación. Siendo
padres nuevos se encuentran ajenos a las necesidades del otro porque simplemente están
abrumados por las nuevas exigencias del bebé. Ahora es muy difícil tener una conversación
sin que llore el bebé. Los paseos juntos son muy pocos, si es que los hay, porque los
padres nuevos, por lo general, no quieren dejar a su recién nacido con cualquiera;
o simplemente no hay dinero para esa cita romántica. La distancia entre el esposo y la
esposa aumenta, muchas veces inadvertidamente. En ese instante es necesario que uno o
ambos cónyuges reconozcan que se necesita un cambio para continuar la relación.
Sí, existe una solución a este dilema. Es importante recordar que los hijos están en
el hogar por un tiempo limitado. Llegará el día en que ellos se irán y establecerán sus
propias familias y ustedes estarán a solas de nuevo. Puesto que tu cónyuge permanece en
el hogar, él debe tener prioridad aun por encima de tus hijos. ¿Sabías que el porcentaje
más alto de divorcios no es sólo en los primeros cinco años de matrimonio, sino también
después de veinte años de casados? Y eso es porque a menudo después de veinte años de
casados, cuando todos los hijos se han ido, la pareja se da cuenta de que la relación entre
ellos es muy superficial. Estas parejas invirtieron todos sus esfuerzos en sus hijos y se
olvidaron de la prioridad de su propia relación. Ten cuidado, ¡que no te suceda eso!
¿Cómo lo puedes evitar?
Encontrarás la respuesta a esta pregunta en cada uno de los capítulos de esta
última sección del libro. Es imprescindible que hagas todo lo posible por darle a tu cónyuge
la más alta prioridad en tu lista. Adopta la costumbre de preguntarte, ¿qué necesita mi
pareja el día de hoy? Si les dedicas toda tu energía a tus hijos y a todos los que llegan a tu
casa, corres el riesgo de tener muy poco tiempo o energía para dedicarle a tu cónyuge
quien se sentirá traicionado. Si tu única prioridad son tus hijos y el tiempo dedicado a la
familia, la chispa entre ustedes como pareja lentamente se apagará. Una de las maneras en
que mi esposa y yo combatimos este problema fue dividiendo todas nuestras excursiones
en excursiones familiares y en pareja. Una semana salíamos a cenar con la familia y la
semana siguiente mi esposa y yo salíamos solos. Una noche salíamos a caminar con los
niños y el perro, y la próxima vez salíamos los dos solos. Íbamos a esquiar en familia, y la
próxima vez mi esposa y yo íbamos solos. Al seguir este plan, nadie se sentía abandonado.
No permitas que nada ni nadie les impida seguirse uno al otro con empeño.
No permitas que los padres, los hijos, el empleo o los amigos impidan que tu pareja sea tu
primer amor por encima de todos los demás en este mundo. Así es como Dios establece tu
relación para amoldarla a lo que Él diseñó.
2. Sométanse el uno al otro. El sometimiento es otra clave muy importante para un
matrimonio feliz. Para crear el matrimonio que Dios ideó, ambos cónyuges deben someterse
mutuamente tal como Pablo claramente explicó en sus enseñanzas sobre el matrimonio en
la epístola a los efesios. Al leer este pasaje, es importante observar que antes de dar las
instrucciones individuales a los esposos y las esposas, Pablo primero les explica esta
responsabilidad mutua: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:21). Por lo
general, cuando las personas comienzan a leer esta sección sobre el matrimonio, empiezan
con el versículo 22: “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor”
(LBLA). Pero al hacer eso sacan el pasaje de su contexto. Si realmente quieres establecer
tu matrimonio conforme al diseño de Dios, todos los mandatos bíblicos pertinentes deben

140
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

basarse en el sometimiento mutuo. Pablo comienza con este tema para que su importancia
no pase desapercibida. También es importante reconocer que todos los creyentes, casados
o solteros, deben tener esa actitud hacia los demás. Por lo tanto, el sometimiento mutuo es
una característica fundamental y necesaria en todas las relaciones humanas y en particular
en el matrimonio—la relación más íntima de todas. ¿Cómo se someten el uno al otro?
¿Y qué efecto tendrá eso en tu relación?
La palabra someter significa “sujetar, subordinar o ceder”. La primera pregunta que
debes hacer es, ¿qué es lo que debo someter o subordinar? La respuesta es,
¡tu propia persona! Tú eres el que tiene que ceder. Si tú simplemente sometieras el ‘yo’ que
siempre quiere salirse con la suya, ¡qué armonía reinaría en tu matrimonio!
¿No es el egoísmo el problema más grande en cualquier relación matrimonial? Lo ha sido
en la mía, y estoy seguro de que también lo ha sido en tu relación. En el capítulo 6 traté
este tema. Observa que Pablo, con mucha prudencia, se dirige a este problema
fundamental del ‘yo’ y a la necesidad de someterlo antes de mencionar los detalles para los
esposos y las esposas. Cuando se somete el egoísmo, la lucha por el poder entre la pareja
desaparece. La toma de decisiones es mucho más fácil porque ninguno de los cónyuges
está insistiendo en salirse con la suya. Todo aspecto de la relación se simplifica porque
tratan de llegar a un acuerdo y de ceder en lugar de controlar.
Quiero recalcar que ambos cónyuges se deben someter. El sometimiento no le
corresponde sólo a la mujer, como piensan algunos. El esposo debe someter su egoísmo al
igual que la esposa. La razón principal por la que el hombre no toma el liderazgo espiritual
en el hogar es el egoísmo, lo cual hace que se ame más a sí mismo que a su esposa.
Eso le impide que ame y valore a su esposa como Cristo amó a la iglesia. El egoísmo incita
al hombre a dictar y gritar órdenes en lugar de razonar con su esposa; es lo que alimenta la
resistencia a ayudarla con los quehaceres o con los niños después del trabajo.
Estas son sólo algunas de las maneras en las que el esposo debe dominar el ‘yo’.
Recuerda, Jesús se humilló, abdicó Su reputación y se entregó como siervo a la iglesia que
tanto amaba. Él rechazó todo interés propio como lo debe hacer todo matrimonio que
realmente quiera fortalecer su relación. Más adelante en este capítulo hablaré más a fondo
de este tema tocante a ambos cónyuges.
3. Sométanse mutuamente a Dios. Es importante reconocer porqué ambos
cónyuges se deben someter el uno al otro. Pablo dijo: “Someteos unos a otros en el temor
de Dios” (Ef. 5:21). Los dos, el esposo y la esposa, deben someterse simplemente porque
temen a Dios, o sea, como muestra de respeto y veneración a Dios. Recuerda, el poder
para realizar cualquier acto piadoso en el matrimonio proviene de la relación espiritual de
esa persona con Cristo. Eso es lo que te motiva y te habilita para actuar de una manera
totalmente diferente a tu naturaleza egoísta. Debido a que ustedes dos temen a Dios,
se someterán naturalmente a Él y a sí mismos.
Si ambos se someten a Dios, mantendrán el equilibrio perfecto en la relación
matrimonial. Si el esposo se somete a Dios, él nunca abusará de su autoridad como cabeza
del hogar, ni tomará una postura contraria a la Biblia. Él los guiará con un corazón servil
porque es un siervo de Cristo. Este esposo guiará a su familia con amor porque el Señor lo
guía. Él usará su autoridad apropiadamente porque está sometido a la autoridad de Cristo.
Si la esposa se somete a Dios, nunca permitirá que su esposo la controle ni la pisotee.
Ella se someterá solamente: “como conviene en el Señor” (Col. 3:18). Tampoco tratará de
controlar ni manipular a su esposo porque eso indicaría que no se ha sometido a Cristo.
El mutuo sometimiento a Dios cambiará drásticamente todo aspecto de tu relación
matrimonial.

141
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

Puesto que veneras al Señor, ¿comenzarás a tomar estas medidas?


¿Te rendirás ante Cristo y a la vez, someterás el egoísmo que demuestras hacia tu
cónyuge? ¿Permitirás que muera el egoísmo para establecer una relación duradera?
4. El esposo debe guiar con amor. Caballeros, si quieren el mejor matrimonio
posible, Dios les ofrece la manera de lograrlo—conviértete en un líder cariñoso.
Pablo les explica esta responsabilidad a los efesios: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella…” (v.5:25). Justo antes de
ese comentario les dijo: “el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
iglesia…” (v.5:23). Observa que en este contexto existe una relación directa entre amar y
dirigir. Un esposo debe guiar y organizar su hogar con amor porque se interesa por su
familia. El amor es claramente el contrapeso y la clave de ese liderazgo. Es más,
en 1 Ti. 3:4 Pablo define detalladamente esta posición y sus responsabilidades. Cuando
describe las cualidades del liderazgo de la iglesia, él requiere que el hombre sea el líder de
su propio hogar, alguien que “gobierne bien su casa”. La palabra “gobernar” significa
“manejar, cuidar o dirigir”. Por lo tanto, al rol del esposo en el hogar se le llama
apropiadamente, líder amoroso.

CÓMO DEBE GUIAR UN ESPOSO


Puede que pienses, ¿cómo puedo en la práctica, amar a mi esposa como lo hace
Cristo?
A. Esto se logra al seguir el ejemplo de Cristo. Jesús dijo: “ejemplo os he dado, para
que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Jn. 13:15). No obstante, cuando le
explico esta verdad a los hombres, muchos responden: “Yo sólo soy un hombre, ¿cómo
espera Dios que yo haga lo que Él hizo?” Sí, es cierto. Tú eres sólo un hombre, pero hay
algo más. También debes recordar que, si has vuelto a nacer, eres un hombre habilitado por
Su poderoso Espíritu Santo. Dios eligió llenarte con Su Espíritu para lograr una obra
sobrenatural en tu vida. Él tiene la capacidad de cambiarnos totalmente para que seamos:
“hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Ro. 8:29). Puedes estar seguro de que Dios te
habilitará para llevar a cabo lo que Él te mande hacer.
Sin embargo, el plan y el objetivo de Dios de conformarte a la imagen de Su Hijo se
logran solamente al entregarte por completo a Su Espíritu. Pablo explica cómo sucede esto:
“nosotros todos, mirando… la gloria del Señor, somos transformados… en la misma
imagen… por el Espíritu del Señor” (2 Co. 3:18). Cuando te entregas a Él, el Espíritu de
Dios realiza Su obra de transformación dentro de ti. Pedro también predicó que el alma de
una persona se purifica: “por la obediencia a la verdad” (1 P. 1:22). Por lo tanto, el Espíritu
Santo te ayudará como esposo a obedecer todo lo que Dios requiere de ti. Confía en que al
contemplar diariamente la gloria de los ejemplos de Cristo por medio de Su Palabra y al
entregarle tu corazón y obedecerle a Dios, Él te habilitará para amar como Cristo nos amó.
A ti te corresponde una parte y a Él la otra.
La decisión de rendirte no se toma una sola vez, sino continuamente. Pablo nos
enseñó que el hombre interno debe ser renovado: “de día en día” (2 Co. 4:16).
Si diariamente buscas la transformación de Dios y la renovación de tu corazón, pídele que
te revele dónde y cómo te quiere cambiar para que puedas ser más fiel al ejemplo de Cristo.
B. Para guiar a tu esposa con delicadeza, como Cristo guía a la iglesia, debes lidiar
con tu egoísmo tal como lo mencioné anteriormente. No puedes amar y ser dominado por el
egoísmo a la misma vez. Tu egoísmo debe morir. Si amas a tu esposa como lo requiere
Dios, debes estar dispuesto a dar tu vida por ella en todas las cosas prácticas de la vida.

142
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

C. Es más, para guiar a tu esposa con amor debes convertirte en siervo en tu casa
conforme sea necesario. Puede que estés pensando: un momento, si yo soy la cabeza del
hogar, ¿por qué entonces tengo que ser siervo? Tienes razón. Tú eres la cabeza del hogar,
pero eso significa que has sido llamado a ser el siervo principal en tu hogar. Debes recordar
que aun la cabeza de la iglesia, Jesucristo: “no vino para ser servido, sino para servir”
(Mt. 20:28). Las Escrituras también nos enseñan que todos debemos servirnos unos a otros
por amor (Gá. 5:13). Por lo tanto, el servirle a tu esposa es una muestra de amor
manifestado al compartir los quehaceres de la casa cuando tu esposa necesita un
descanso, cuidar a los niños cuando ella quiera salir con una amiga, hacer mandados o
cocinar una comida. Uso estos ejemplos porque a menudo escucho quejas de las esposas
que sus esposos se niegan a hacer esas cosas. ¿Y tú? ¿Estás siguiendo el ejemplo de
Cristo y eres siervo en tu hogar?
D. Para guiar con cariño como lo hizo Cristo, también debes ministrar
espiritualmente a tu esposa. Eso es lo que hizo Cristo al amar a Sus discípulos.
Él les brindó liderazgo espiritual, consejos, oración y aliento. Cristo se entregó a sí mismo
por la iglesia: “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:26-27).
¿Cómo puedes seguir el ejemplo de Cristo en el liderazgo espiritual y consagrar a tu
esposa y a tu familia? Primero, debes tener una pasión por las cosas de Dios,
y en particular por Su Palabra. Recuerda, Jesús santificó a la iglesia con Su Palabra.
Antes de ministrar la Palabra de Dios a tu esposa y a tu familia, tú mismo debes ser un
estudiante de la Palabra y permitir que te santifique. Al rendirte ante las Escrituras,
te nacerá naturalmente el liderazgo espiritual porque te someterás a la autoridad de Dios al
aceptar Su instrucción. Luego, será algo muy natural para ti iniciar conversaciones sobre
temas espirituales con tu esposa y tus hijos. Cuando Dios se comunique contigo por medio
de Su Palabra, tú podrás compartir con tu esposa lo que estás aprendiendo y pedirle a ella
que te explique lo que está aprendiendo en su estudio de la Palabra. Al hacer eso, la
comunión espiritual entre ustedes florecerá y aumentará.
También puedes santificar a tu esposa orando con ella y por ella. Santiago dice:
“La oración eficaz del justo puede mucho” (Stg. 5:16). ¿Estás convencido de eso? Si es así,
hazla tu compañera de oración. Al orar uno por el otro y por los demás, la unidad que Dios
diseñó para tu matrimonio se convertirá en una realidad. También debes tomar el liderazgo
espiritual con tus hijos. Por la noche, cuando tus hijos se van a dormir, tantas veces como
sea posible, guíalos en oración. De la misma manera, varias veces por semana debes dirigir
devocionales con tus hijos. Si has de impartir la importancia de la Palabra de Dios a tus
hijos, ellos deben notar que la consideras lo suficientemente importante como para
comunicársela a ellos. Tú debes ser el que sugiere ir a la iglesia el domingo por la mañana y
entre semana. Al tomar el liderazgo espiritual de esta manera, no solamente seguirás el
ejemplo de Cristo, sino que Dios te usará para inculcar en tu familia una pasión por
Jesucristo.
E. Si quieres guiar a tu esposa con cariño, suplirás sus necesidades, la sustentarás
y la cuidarás como lo haces con tu propia persona. Pablo exhorta: “los maridos deben amar
a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como
también Cristo a la iglesia” (Ef. 5:28-29). ¿Cómo te cuidas tú? ¿Cuánto tiempo dedicas para
alimentar, asear y vestir tu propio cuerpo? Debes cuidar a tu esposa de la misma manera.
Tú provees lo necesario al salir a trabajar todos los días. La obra de amor que le

143
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

demuestras a ella y a tu familia es la manera en que les sirves y los sustentas. La nutrición
emocional también proviene de una comunicación comprensiva y de estar atento a sus
necesidades al llegar a casa después de un arduo día de trabajo. Ella ha estado platicando
con los niños la mayor parte del día; necesita conversar con adultos y necesita ánimo.
Dedicarle, aunque sea unos breves minutos para conversar, satisfará su carencia emocional.
Prestarle atención mientras ella relata los acontecimientos del día le demostrará que valoras
tu relación y la valoras a ella. ¿Le demuestras afecto a tu esposa de esta manera?
F. Para guiarla con delicadeza como lo hace Cristo, necesitas entender sus
necesidades. Pedro dio esta exhortación cuando dijo: “maridos, igualmente, convivid de
manera comprensiva…” (1 P. 3:7 LBLA). La palabra comprensiva significa “conocer por
investigación o estudio”. Para crecer en amor se requiere una increíble cantidad de
comprensión. ¿Cómo puedes amar a tu esposa si no conoces bien sus pensamientos y sus
necesidades? Solamente entonces podrás actuar conforme a ese conocimiento para amarla
y cuidarla. Si tú sabes lo que a ella le agrada o le desagrada, harás planes para realizar
ciertas acciones y para abstenerte de otras. El satisfacer sus necesidades demuestra tu
amor por ella de una manera práctica y verdadera. En el próximo capítulo hablaré de este
tema en más detalle.
G. Finalmente, para guiar a tu esposa con cariño la debes honrar como Pedro indicó:
“dando honor a la mujer…” (1 P. 3:7). Las palabras dando honor significan “enaltecer o
premiar su mérito”. Tu esposa se sentirá valorada cuando la ames como Dios manda.
Tus palabras y tus acciones le harán sentir que la aprecias mucho. ¿Percibe tu esposa que
la amas de esta manera? Eso es lo que significa amar a tu esposa como Cristo amó a la
iglesia. Si quieres saber si la amas de esta manera, pregúntale si ella siente que la valoras.
Comentaré más sobre este tema en el siguiente capítulo.

Esta es una indicación de que amas a tu esposa como la ama Cristo y por
consiguiente tendrás el matrimonio que tanto anhelas.

LO QUE UN LÍDER DEBE HACER


Antes de dejar la responsabilidad del esposo y pasar a explicar el siguiente paso en
el diseño de Dios para tu matrimonio, déjame citar algunos ejemplos de lo que la cabeza del
hogar no debe hacer.
A. El ser la cabeza del hogar no significa que eres el dictador supremo. Esto sería
contrario al ejemplo que has visto en Jesucristo como siervo y líder cariñoso. Jesús nunca
les impuso Su voluntad a Sus discípulos ni tampoco te la ha impuesto a ti porque eso sería
contrario al amor. La coacción es para esclavos, no para amigos. Cuando Cristo intuyó que
el pueblo lo iba a tomar por fuerza y lo coronaría rey, se marchó. Él no tenía nada que ver
con eso porque no usaba esos métodos. Él quería que las personas lo recibieran
voluntariamente porque Su verdad los había persuadido, y no porque alguien los había
obligado. Las Escrituras declaran que la sabiduría que viene de lo alto es: “pacífica, amable,
condescendiente…” (Stg. 3:17 LBLA).
Jesucristo es un ejemplo de esta sabiduría divina. El amor verdadero y la coacción
no pueden coexistir; se excluyen mutuamente. Cristo siempre hizo de la relación con Él una
invitación y una decisión personal. La última invitación en la Biblia declara: “el que tiene sed,
venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17). El Padre llama
y espera que te avengas a Su verdad. Las Escrituras nos enseñan que: “Si confesamos
[estamos de acuerdo con Él respecto a] nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados” (1 Jn. 1:9). Él no te obligará a acercarte a Él, ni te forzará a arrepentirte.

144
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

Con Su amor te atrae para que te acerques a Él así como atrajo al pueblo de Israel:
“Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor” (Os. 11:4).
Esta es una parte esencial del ejemplo de Cristo si decides ser el esposo que Dios
quiere que seas. Nunca jamás puedes imponerle tu liderazgo a tu esposa.
Ella voluntariamente se debe someter al igual que tú voluntariamente te sometes a Cristo.
¿Por qué te sometes voluntariamente al liderazgo de Cristo? ¿No será por Su corazón
tierno y el amor que demostró con el sacrificio de Su vida y Su muerte en la cruz?
No es necesario que Jesús te imponga Su voluntad porque tú ya estás convencido de Su
amor incondicional y de Su paciencia. También estás seguro de Su misericordia, en vista de
tus fracasos, y de que tú eres Su prioridad. Naturalmente te quieres rendir ante Su autoridad
sobre tu vida porque estás totalmente convencido de esto.
En lugar de imponerle tu voluntad a tu esposa, tú debes ser un ejemplo del liderazgo
de Cristo y debes amorosamente buscar la manera de llegar a un acuerdo sobre todos los
asuntos que los dividen. Pablo recomendó resolver los problemas sexuales de esta manera.
Él exhortó a los hombres y a las mujeres de la iglesia en Corinto a que no se negaran el uno
al otro: “a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento…” y luego, “volved a juntaros
en uno…” (1 Co. 7:5). La palabra consentimiento en este versículo significa “llegar a un
acuerdo”. Observa que Pablo no le sugiere al esposo que le imponga su voluntad a su
esposa para obtener su consentimiento. Él quería que las parejas cariñosamente
convinieran en una solución. Si es así como has de tomar decisiones en el aspecto más
íntimo de tu matrimonio, con mucha más razón debes usar este mismo método en los
aspectos más comunes. El amor intenta encontrar un acuerdo y nunca usa la fuerza.
Cuando tomas decisiones de esta manera, se evitan los comentarios de: “te lo advertí” que
se escuchan más tarde al darse cuenta de que fue una mala decisión. Evita las discusiones
en el futuro. No domines a tu esposa, más bien, invítala a participar en la toma de
decisiones. Te alegrará haberlo hecho.
B. El ser el jefe de familia no significa que debes controlar las decisiones personales
de tu esposa. Muchas mujeres me dicen que sus esposos tratan de dictar y de controlar
cada detalle de sus vidas. Si se niegan, se les acusa de ser insumisas. Por ejemplo, una
mujer me dijo que su esposo quería controlar el largo de su cabello. A otra esposa se le dijo
que, si no guardaba los platos en cierto armario, no era sumisa. Eso no es amor, es un
control egoísta y arrogante. Es importante recordar que ni Dios mismo trata de controlar
todas tus decisiones. Existe una multitud de cuestiones que no tienen que ver con la
moralidad y que Dios quiere que tú mismo decidas. Todo el capítulo catorce de la epístola a
los Romanos está dedicado a este tema. Ahí, Pablo habla sobre qué día de la semana se
debe rendir culto, y si se debe comer carne o vegetales. El capítulo revela el principio
fundamental: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada
uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Ro. 14:5). Si Jesucristo, que es la
cabeza del cuerpo, no pretende controlar todas nuestras decisiones, ¿cómo puede pensar
un hombre que él puede controlar a su esposa de esa manera? Eso impedirá el verdadero
amor entre ustedes. Esposos, concédanle a su esposa el respeto y la libertad para tomar
sus propias decisiones personales.
Si amas a tu esposa de esta forma, estarás siguiendo el modelo supremo del líder
de los servidores, Jesucristo. Tu esposa te corresponderá naturalmente porque el liderazgo
amoroso de Dios le es muy atractivo a la mujer. Tu esposa se someterá a tu liderazgo más
fácilmente si la guías de esta manera.

145
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

EL PAPEL DE LA ESPOSA DEL PLAN DE DIOS PARA MATRIMONIO


Las esposas deben ser una ayuda cariñosa. Después de que Dios creó a Adán dijo:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18 se agregó
subrayado). La palabra “ayuda” significa una “persona enviada para apoyar y asistir a otra”.
Desde el principio, Dios reconoció que el hombre necesitaba ayuda de otra persona. Por lo
tanto, la mujer fue creada para ser su ayuda idónea y para llevar a cabo el diseño especial
que sólo ella podía realizar. Dios la creó con ciertas aptitudes emocionales, intelectuales y
físicas capacitándola para ser la ayuda y compañera que su esposo necesitaba.
Este rol de ayudante de tu esposo, ¿significa que eres inferior a él?
¿No se sobreentiende como una posición de segunda clase en la relación matrimonial?
¡Seguro que no! Las Escrituras revelan que Dios es nuestra Ayuda y obviamente Él no es
inferior a nosotros sólo porque nos quiere ayudar (Sal. 54:4). Tu posición de ayudante no es
degradante en lo más mínimo. Al contrario, tu papel es de alguien que viene al lado de su
esposo para trabajar en equipo en el llamado de Dios, ya sea en la familia, el ministerio, etc.
Para formar parte de un equipo victorioso necesitas la ayuda de todo jugador o el equipo
entero fracasa, y esto es lo que se necesita en un matrimonio victorioso.
Recuerda, Dios no creó a Eva superior ni inferior a Adán. La hizo comparable e igual
a él. La palabra “idónea” significa “adecuada y apropiada para algo”. La mujer fue creada
para ser el complemento perfecto de su esposo.
Para llevar a cabo el diseño que Dios tiene para ti como esposa, es importante
entender dónde y cómo debes complementar a tu esposo. Es decir, tienes que determinar
dónde tu esposo necesita tu apoyo y ayuda como miembro del equipo. Para sentir la
satisfacción que Dios diseñó para ti como esposa, es esencial que encuentres esta
necesidad y la suplas. Es muy probable que la necesidad sea diferente cada día, pero Dios
te quiere dar ojos para percibirla y un corazón deseoso para suplirla. Tal vez en este
momento tu esposo necesite tu aliento espiritual porque está pasando por una batalla en su
vida personal. ¿Podría él usar tu consejo sobre alguna decisión difícil que está a punto de
tomar en su empleo o negocio? ¿Necesita tu esposo ayuda para organizar las cosas en el
hogar? Tú eres la más indicada para ayudarle porque tú lo conoces mejor que nadie.
Salomón afirmó esta verdad cuando dijo: “Mejores son dos que uno… ¡ay del solo!”
(Ec. 4:9,10).
¿Qué otras responsabilidades tiene una ayudante piadosa? Dios también te ha
llamado a un papel de dulce sometimiento. Pablo instruyó que las mujeres jóvenes deben:
“amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas,
sujetas a sus maridos” (Tit. 2:4,5). “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como
al Señor” (Ef. 5:22). Aquí Pablo describe a una mujer que primeramente está sometida al
Señor. Para poder alcanzar un perfecto equilibrio en la relación matrimonial, tanto el esposo
como la esposa deben someterse a Cristo primero y luego el uno al otro. Este es el contexto
de estos versículos. Si esta enseñanza se saca de su contexto, no es viable en la vida de
ninguna pareja.

SOMETIMIENTO: BUENO Y MALO


Antes de mencionar tus responsabilidades como esposa, quiero dirigirme al
concepto del sometimiento. Reconozco que la palabra sometimiento les causa escalofríos a
muchas mujeres. Algunas la consideran una mala palabra, y me atrevería a decir que los
músculos del cuello se están comenzando a tensar. Si la idea del sometimiento te
incomoda, es probable que tu experiencia no haya sido bíblica. ¿Estás dispuesta a explorar
este tema de nuevo?

146
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

En primer lugar, el sometimiento es algo que todos tenemos que aprender en todo
aspecto de nuestras vidas. Tú como ciudadano, tienes que aprender a someterte a las leyes
de tu país o te meterán en la cárcel. Tienes que someterte a las reglas de tránsito o te
impondrán una multa. Como empleado, tienes que complacer a tu jefe y hacer lo que él
requiere que hagas. Como estudiante, tienes que entregarle tus deberes al maestro en su
debido tiempo. Aun como amigo, debes respetar el pedido de reprimir alguna conducta
ofensiva. Cuando consultas con tu médico y él diagnostica tu enfermedad, tienes que
decidir si te someterás a su tratamiento o no. Nadie se escapa del sometimiento. Debido a
las ideas adversas al sometimiento, comenzaré por definir lo que no es sometimiento.
A. El sometimiento no significa que eres inferior a tu esposo. Las Escrituras afirman
la igualdad total entre el hombre y la mujer. Pablo fue el que categórica y radicalmente elevó
a la mujer al mismo nivel que el hombre: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre;
no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3:28). Este
comentario de Pablo fue totalmente revolucionario en el primer siglo porque a las mujeres
se las consideraba enseres o propiedad personal de sus esposos. En vista de este pasaje,
no se le puede acusar a Pablo de ser machista.
El apóstol Pedro también consideraba a la esposa igual que a su esposo. Después
de afirmar que la esposa se debía someter a su esposo, él declara que las esposas son:
“coherederas de la gracia de la vida…” (1P. 3:1,7). No existen ciudadanos de segunda clase
en el reino de Dios. Es esencial que el esposo esté convencido de esto, o de otra manera
nunca estará dispuesto a atender a su esposa como lo manda Cristo. Si ella es inferior a él,
¿por qué debe atenderla como si fuera su propia carne?
Considera la definición del sometimiento en referencia a la relación de Jesucristo
con el Padre. Jesús era igual al Padre en todo aspecto y, sin embargo, se sometió
totalmente a Él. Pablo describe la armonía de esta igualdad y sometimiento cuando predicó
que Jesús “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo… se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte…” (Fil. 2:6-8). Jesús no consideró Su
igualdad con el Padre como algo que podía exigir o tomar por fuerza. Él voluntariamente
cedió su derecho para convertirse en siervo. Debido a la increíble unidad y la gloria de Su
relación, el Padre y el Hijo obraron juntos para llevar a cabo el plan de la salvación del
mundo. Tú también puedes adoptar esta misma actitud como ayudante de tu esposo
estando consciente de la igualdad con tu pareja, y a la vez, obrando sometidamente para
alcanzar el objetivo de Dios para tu hogar. El diseño y propósito para tu familia es formar
una descendencia devota y enseñarles el camino en el que deben andar (Mal. 2:15).
Un ejemplo aún más sorprendente de lo glorioso de la humildad de Cristo se puede
apreciar en la manera en que Él se sometió a Su madre y a su padre. Él era superior por Su
naturaleza misma, pero estaba dispuesto a someterse a ellos (Lc. 2:51). Someterse a
alguien cuando uno se considera su igual es una cosa, pero someterse cuando la
naturaleza misma es superior es muy distinto. Si Cristo pudo someterse de esa manera,
¡seguro que tú puedes someterte a tu igual! Por lo tanto, el sometimiento no te hace inferior
a tu esposo, así como Cristo no es inferior a Su Padre. Tú te sometes a tus iguales todos
los días en tu trabajo, ¿por qué es tan difícil hacerlo en casa?
B. El sometimiento no quiere decir que has de ser la esclava personal de tu esposo.
No puedes ser coheredera con tu esposo y esclava a la vez. Estas dos posiciones son
totalmente opuestas. El mismo Jesús no llamó a sus discípulos esclavos; los llamó amigos
(Jn. 15:15). Este es el tipo de relación que debe existir entre un esposo y su esposa porque

147
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

esta es la imagen de Cristo y Su iglesia. Un esclavo tiene que hacer todo lo que se le
ordena. Los amigos no dan órdenes; ellos piden.
En ninguna parte de las Escrituras encontrarás que el sometimiento a nivel humano
requiere obediencia incondicional. Existen límites al sometimiento. Pablo dice que una
esposa se debe someter sólo: “como conviene en el Señor” (Col. 3:18). La palabra conviene
significa “como corresponde en el Señor”. Esto quiere decir que cualquier pedido de tu
esposo tiene que estar en armonía con la Palabra del Señor. Si tu esposo te pide que hagas
algo que quebranta las Escrituras o tu consciencia ante Dios, las Escrituras requieren que
obedezcas a Dios en lugar del hombre. Este principio es totalmente bíblico. Véase Hechos
5:28,29; Romanos 14:21; Hechos 24:16.
El mejor modelo de tu sometimiento como esposa es la iglesia de Jesucristo. Como
lo dijo Pablo: “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén
a sus maridos en todo” (Ef. 5:24). Todo lo que tienes que hacer es preguntar, “¿Me pediría
Jesús que haga esto?” Si la respuesta es no, el sometimiento a Cristo requiere que
rechaces el pedido de tu esposo.
C. El sometimiento no significa que nunca abras la boca ni des tu opinión o consejo.
Eso no es lo que observamos de las mujeres devotas en las Escrituras. Permíteme citar
unos ejemplos. Sara, la esposa de Abraham, es un buen comienzo. La epístola de Pedro la
llama un buen ejemplo de la esposa sumisa. Cuando surgió un conflicto en su familia que
Abraham no resolvía, ella no se quedó callada. Sara vio al primogénito de Abraham, hijo de
Hagar, burlarse de Isaac, su hijo. Sara expresó su opinión y le pidió a su esposo que los
sacara de la casa de ella. Abraham se disgustó mucho por su pedido. Dios intervino y le
habló a Abraham diciéndole: “en todo lo que te dijere Sara, oye su voz” (Gn. 21:12).
Esta no es la imagen de una esclava servil que nunca abre la boca. Todo lo
contrario, Sara notó un problema muy serio en su hogar y sabía que era necesario actuar de
inmediato. Ella le informó a su esposo del problema y le dio su consejo. Abraham asintió al
consejo de Dios y los dos llegaron a un acuerdo sobre qué medida tomar. Obviamente, el
sometimiento no quiere decir que nunca digas nada y que no ofrezcas tu opinión o consejo
sobre algún tema. Lo que sí es esencial es que debes expresar tu opinión con la actitud
indicada.
Existen otros ejemplos que debes estudiar tocante a este tema. Observa lo que hace
la mujer virtuosa de Proverbios 31: “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está
en su lengua” (Pr. 31:26). Una buena mujer le habla a su esposo con prudencia y con
amabilidad. O puedes estudiar el ejemplo de cómo la esposa de Manoa aconsejó a su
esposo respecto a su problema con el temor. (Jue. 13:21-25). Priscila y su esposo le
ministraron la Palabra al gran predicador, Apolos (Hch. 18:26). Cada uno de estos ejemplos
revela la moderación del papel de una esposa devota.
Al analizar tu situación como mujer cristiana, recuerda que el modelo supremo es la
relación entre Cristo y su iglesia. Hazte las siguientes preguntas: ¿usaría yo esas palabras
con Jesús? ¿Le hablaría yo al Señor con la misma actitud con la que le hablo a mi esposo?
¡Este tipo de preguntas te dará moderación!

Ahora veamos lo que significa el sometimiento. ¿Qué harás y cómo actuarás si te


sometes a tu esposo?
A. El sometimiento es una actitud. Así como el esposo debe tener una actitud de
amor, respeto y ternura, la esposa también debe tener la misma actitud. Este es el
sometimiento mutuo. Pablo concluye su enseñanza sobre el matrimonio en Efesios con la
exhortación a amarse y respetarse mutuamente en el hogar. Él dijo: “cada uno de vosotros

148
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Ef. 5:33).
El sometimiento es una actitud, es el fruto de tu sometimiento a Dios y el fruto del Espíritu
Santo que reina en tu vida. Al rendirte ante el Señor Jesucristo, Su paciencia y Su ternura
naturalmente te controlarán; controlarán tu lengua y todas tus acciones. Cuando esta actitud
reina en tu vida, el resto es fácil.
B. El sometimiento significa que dominas el deseo de controlar a tu esposo. Cuidado
con la lucha por el poder que a menudo arrasa el hogar. Es la contienda por el control.
Para aquellas cuyos esposos no están tomando el papel de líder, la tentación de controlar
es mucho más grande. Tendrán que resistir su deseo de dominar y tomar el control, ya que
él no lo hace. A la misma vez, el verdadero sometimiento significa que no lucharás con tu
esposo cuando él trate de dirigir, simplemente porque quieres seguir ejerciendo el control.
Tú bien sabes cuándo está sucediendo eso. El sometimiento significa que refrenas esa
actitud cuanto antes, y le ofreces a tu esposo el aliento y el consejo que necesita para ser el
líder que corresponde.
Tú renuncias al control porque voluntariamente aceptas el puesto que Dios le ha
otorgado a tu esposo como cabeza de la familia; no porque él sea superior a ti, sino porque
Dios así lo dispuso. Recuerda, Pablo dijo: “el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo
es cabeza de la iglesia” (Ef. 5:23). Este concepto se originó al principio de los tiempos.
Después de la caída de Adán y Eva en el huerto, Dios le dijo a la mujer: “y él se
enseñoreará de ti” (Gn. 3:16). Esta es la razón por la que Dios manda a los hombres a ser
líderes en sus hogares y a las esposas a que se sometan a los hombres. El Padre
simplemente creó una cadena de mando parecida a la que existe en la Trinidad. Observa
que existe una cadena de mando que desciende de Dios Padre a la familia: “quiero que
sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la
cabeza de Cristo” (1 Co. 11:3). Es interesante notar en este contexto que incluso tu cuerpo
fue creado para sostener una sola cabeza para dirigir al cuerpo. ¿Por qué? Porque le
provee orden y armonía a tu cuerpo entero. ¿Te imaginas la magnitud de la lucha por el
poder si tuvieras dos cabezas peleando por el control? Asimismo, Dios en Su sabiduría
sabe lo que dará mejor resultado en la familia que Él creó.
Considera tu propia relación con Cristo por un momento. Espero que cuando te
sometas a Cristo no luches contra lo que Él quiere hacer en tu vida, y que voluntariamente
te sometas a Su puesto como Cabeza de la iglesia. De la misma manera, le debes ceder
este puesto a tu esposo, así como él le cede el puesto a Cristo. No puedes negar que es
fácil someterse a Cristo por la manera fenomenal en la que Él demostró Su amor por ti.
Si una pareja encuentra esa armonía, a pesar de que los medios de comunicación -los
portavoces de este mundo- clamen todo lo contrario, el gozo y el compañerismo que Dios
diseñó para el matrimonio se harán realidad y la lucha por el poder terminará.
C. El sometimiento es ser la ayuda que Dios te ha llamado a ser. A las esposas:
Dios te creó para ser la ayudante. Recuerda, este fue el propósito original de Dios. Él dijo:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18).
Ya expliqué que tu esposo necesita ayuda. Dios no habría creado a la mujer para ser su
ayuda si él no necesitara ayuda. Él creó una ayuda idónea para que el hombre no tuviera
que estar solo. La palabra idónea muestra la igualdad y el compañerismo que Dios diseñó
para el matrimonio del hombre y su mujer. Por lo tanto, si Dios te ha llamado a ayudar a tu
esposo, no seas un obstáculo que pelea por el control. Averigua en qué áreas tu esposo
necesita ayuda y dásela. Al hacer esto, te convertirás en el complemento perfecto para tu
cónyuge. Si él necesita apoyo, bríndaselo. Si necesita reprobación, dásela. Cuando él
necesite un consejo, provéele todos los datos y la información que puedas obtener sobre la

149
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

situación. Hazle saber lo que tú piensas acerca de ello, anímalo y ora con él. Sugiérele una
solución en la que los dos concuerden, y luego ayúdale a implementar la decisión.
En lo personal, yo me he dado cuenta de que mi esposa es mi mejor consejera.
Ella es muy perspicaz y me ha ayudado muchas veces con su hábil prudencia. Ella siente
mucha compasión por los demás y eso me ha moderado en ocasiones cuando podría haber
sido muy severo. Su aptitud para tomar decisiones está totalmente basada en la Palabra y
muchas veces me ha influido enormemente. Sería una tontería no aprovechar este increíble
recurso que vive bajo mi propio techo.
¿Cuál sería el resultado si organizaras tu matrimonio de esta manera? La lucha por
el poder desaparecería y brotaría un compañerismo tierno. Cuando respondan mutuamente,
los dos comenzarán a buscar la manera de ceder y de servirse el uno al otro en lugar de
sólo recibir. El amor comenzará a crecer más y más cada día, lo cual afianzará tu
matrimonio. Piénsalo, ¿qué pierdes con intentarlo? Te aseguro que, si pones en práctica
estos principios, no perderás nada, pero sí tendrás un matrimonio duradero.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 14


¿Quieres implementar el plan de Dios para el matrimonio en tu hogar o quieres
continuar a tu manera? Tu respuesta influirá mucho en tu matrimonio. Dios es el creador de
la vida, la humanidad y el matrimonio. Él sabe lo que funciona mejor.
Por consiguiente, ¿cuál es el plan de Dios para tu matrimonio? ¿Cómo lo
determinas? Las Escrituras que tratan el matrimonio revelan la sencillez del plan de Dios.
Comencemos a estudiar estos pasajes y observa cuál es el plan de Dios y cómo lo puedes
implementar en tu vida.

A. ¿Cuáles son los principios bíblicos más básicos que todo matrimonio debe seguir?
Lee los siguientes versículos y anota lo que Dios declara que debes hacer.
1. Ef. 5:25 _________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

2. Ef. 5:22 _________________________________________________________


___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

3. Ef.5:21 __________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

4. Ef. 5:33 _________________________________________________________


___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

5. 1P.3:7 ___________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

6. 1Co.7:3 __________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

B. De los principios que se encuentran en la sección A ¿con cuáles batallas y por qué?
1. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

C. ¿Qué puedes hacer para cambiar tus acciones o tu actitud y seguir el plan de Dios para
tu matrimonio como lo dictan las Escrituras en la sección A?
1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________

D. Al esposo: anota las maneras prácticas de cómo debes guiar a tu esposa.


Lee las páginas 142-144.
1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________
7. ___________________________________________________________________

E. ¿En qué áreas estás fallando como esposo al no dirigir?


1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________
7. ___________________________________________________________________

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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA

F. A la esposa: describe el sometimiento como se encuentra en las páginas 148-150.


1. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________

G. A la esposa: ¿en qué áreas estás fallando al no someterte a tu esposo?


1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________
7. ___________________________________________________________________

H. A la esposa: escribe las maneras prácticas de cómo puedes comenzar a someterte a tu


esposo en las áreas en las que estás fallando.
1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________
7. ___________________________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Sin mencionar nombres o detalles, platica con el grupo sobre cómo otras prioridades
destruyeron la intimidad en tu matrimonio o en el matrimonio de algún amigo.
2. Dialoguen sobre los obstáculos más grandes que han dificultado el sometimiento mutuo
en tu matrimonio.
3. ¿Cómo es que el sometimiento a Dios y tu diario andar con Él te han transformado en el
esposo o esposa que Él te ha llamado a ser?
4. Esposas, platiquen con el grupo acerca de las cualidades que consideran más
importantes en un esposo y líder, y expliquen el porqué.
5. Esposos, platiquen con el grupo acerca de las cualidades que consideran más
importantes en una esposa y ayudante, y expliquen el porqué.

152
15
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
“Vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres,
como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor” 1 P. 3:7 (LBLA)

on frecuencia al asesorar a las parejas, escucho el siguiente comentario:

C “Sencillamente no entiendo. ¿Qué le pasa? ¿Por qué piensa así, o por qué ella le da
tanta importancia a eso?” A menudo también escucho: “Él no tiene la menor idea de
lo que le digo. Es como si habláramos de dos cosas totalmente distintas”.
Estos comentarios revelan una verdadera falta de comunicación entre dos personas lo cual
afecta enormemente la relación. Si ustedes no se comprenden, ¿cómo podrán establecer
un verdadero compañerismo y amistad? ¿Cómo pueden ser comprensivos, indulgentes,
considerados o tolerantes el uno con el otro cuando tienen muy poco conocimiento de lo
que realmente motiva a la otra persona? Al final, terminan en campos opuestos porque no
comprenden el modo de pensar ni los sentimientos del otro. La comprensión mutua es clave
para poder actuar juntos, alcanzar metas comunes y tener una amistad verdadera.
Es por eso que el apóstol Pedro exhortó a los esposos en referencia a las esposas:
“Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres,
como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la
gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas” (1 P. 3:7 LBLA). Pedro
creía que para vivir en armonía y poder honrar a tu esposa como coheredera de las
promesas de Dios era necesario que la comprendieras; él también advirtió que un fracaso
en esta área del matrimonio resultaría en una vida de oración frustrada o ineficaz, ya sea en
la vida personal o conyugal. La comprensión que le demuestras a tu cónyuge es
fundamental para establecer el tipo de relación piadosa que les permitirá vivir en paz y
madurar juntos. En este capítulo quiero examinar por qué las parejas no se comprenden.
Cuando hayas entendido por qué batallan, será más fácil determinar cómo adquirir la
comprensión necesaria para disfrutar las bendiciones que resultarán. Es importante
observar que este pasaje está dirigido a los esposos, esto indica que ellos tienen un mayor
problema en esta área y deben estar dispuestos a aceptar la instrucción incluida en el
pasaje. En mi experiencia, he notado que en general a los hombres les cuesta más
comprender a sus esposas. Sin embargo, esto no quiere decir que las esposas no tengan
dificultades. El hecho de que no haya una instrucción en particular para las esposas no
quiere decir que las mujeres se salven. Tanto el hombre como la mujer están sujetos a la
tentación (1 Co. 10:13), y ambos corren el riesgo de no saber comprender a su pareja.

¿PORQUE CARECEMOS DE COMPRENSIÓN?


Para entender a qué se debe tu falta de comprensión hacia tu pareja, debes hacer
una pregunta de suma importancia... ¿por qué? Muchos consejeros seculares sugieren que
no uses esa palabra al examinarte a ti mismo o a otras personas porque dicen que las
personas se ponen a la defensiva y se sienten acorraladas. Sin embargo, si comparas la
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

instrucción de estos consejeros con el ejemplo de las Escrituras, encontrarás una gran
contradicción. La pregunta, ¿por qué?, se encuentra más de cuatrocientas veces en la
Biblia. Dios hizo la pregunta por primera vez cuando le preguntó a Caín, ¿Por qué te has
ensañado? (Gn. 4:6). Era una de las preguntas favoritas que Jesús usaba para cultivar el
crecimiento en aquellos a quienes ministraba. Él les preguntaba: “¿por qué os afanáis?”
(Mt. 6:28); “¿Por qué teméis?” (Mt. 8:26); “¿Por qué dudaste?” (Mt. 14:31) y en particular en
referencia a nuestro tema: “¿Cómo aún no entendéis?” (Mr. 8:21).
¿Por qué es de vital importancia preguntar, por qué? Porque cuando te haces esa
pregunta te ves obligado a razonar la cuestión para lograr entenderla y encontrar
soluciones. La comprensión resuelve la mitad de cualquier problema en tu matrimonio.
Una vez que entiendas por qué estás tomando cierta medida, la solución bíblica se
manifiesta claramente. Por ejemplo, si te das cuenta de que la razón por la que aún estás
furiosa con tu pareja es porque no lo has perdonado por completo, es muy razonable
concluir que tienes que tomar esa medida si quieres salir de ese estancamiento.
Te debes preguntar, ¿por qué tienes tan poca tolerancia para con tu cónyuge?
Cuando encuentres la respuesta, la solución será muy clara. ¿Qué razones dan las
Escrituras para explicar por qué los hombres y las mujeres tienen dificultad para
comprender?

1. Aversión a escuchar. En el capítulo 6 estudiamos detalladamente este tema como


la causa de todos los problemas interpersonales. Salomón declaró en Proverbios 18:2:
“El necio no se deleita en la prudencia, sino sólo en revelar su corazón” (Pr. 18:2 LBLA).
Cuando una persona se interesa más por expresar sus propios pensamientos en lugar de
escuchar a los demás, es imposible llegar a un verdadero entendimiento con ella porque su
enfoque está en sí misma. Si interrumpes a tu cónyuge antes de escuchar todo lo que te
quiere decir, tu egoísmo te está motivando. Lo que le estás comunicando a tu cónyuge es
simplemente: no me importa lo que quieras decir, y tengo poco interés en entender lo que
piensas. Debes escuchar a tu cónyuge. Si en tu corazón reina una actitud egoísta, ustedes
nunca lograrán comprenderse.
Si tienes este problema, debes ser totalmente franco contigo mismo y con Dios.
Pídele a Dios que te dé la compunción necesaria para contenerte en la próxima discusión.
Cuando intuyes que sólo te interesa que te escuchen, reconoce que eso es egoísmo y
muérdete la lengua. Comienza a escuchar verdaderamente y primero trata de comprender
lo que tu cónyuge te está tratando de comunicar. El escuchar desinteresadamente es la
herramienta que produce la comprensión. Si no eres muy comprensivo con tu pareja, este
es un buen lugar para comenzar tu examen de conciencia.

2. Falta de comunicación. Muchas veces durante la consulta, escucho al esposo o a


la esposa decir: “Bueno, no te lo había dicho antes…” y luego revelan un viejo
resentimiento. O después de que uno de los cónyuges explica el porqué de cierta acción,
el otro cónyuge dice, “ahora que me lo explicas, entiendo por qué tomaste esa acción”.
Cuando escucho esos comentarios, inmediatamente reconozco que esa pareja tiene mucho
trabajo por delante, si han de llegar a comprenderse. Una buena comunicación siempre
resulta en buena comprensión; y la falta de comunicación siempre resulta en
malentendidos. La franqueza y una explicación detallada le permiten a tu pareja comprender
por qué haces las cosas que haces.
Salomón dijo: “Hijo mío, presta atención a mi sabiduría, inclina tu oído a mi
prudencia…” (Pr. 5:1 LBLA). Para adquirir comprensión debes encontrar tiempo para

154
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

comunicarte y debes prestar atención al escuchar. Si no hablas con tu cónyuge y no le


prestas atención, no tendrás conciencia ni entendimiento, y no podrás comprender sus
pensamientos o sentimientos.

3. Omisión de valiosa información. Una vez que estés dispuesto a escuchar,


si realmente pones atención, tienes que recordar lo que has escuchado. Poco a poco tu
cónyuge te revelará ciertas preferencias personales, tal como actitudes o gestos que
aprecia o que la irritan. Ella te comunicará continuamente los lugares que le gustaría visitar,
o ciertos gestos que considera románticos. Serás bendecido si recuerdas estas
“revelaciones” y si actúas en consecuencia con amor y deseo de agradar.
Cuando no lo haces, tu cónyuge supone acertadamente que tu amor es sólo de palabra.
Jesús les explicó esta idea a los discípulos cuando habló de la levadura
(o hipocresía) de los fariseos. Como no entendieron el significado, Jesús les preguntó:
“¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?
¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas
cestas recogisteis?” (Mt. 16:8,9). Fíjate que recordar y comprender están directamente
relacionados. Estaban perplejos tratando de determinar cómo conseguir pan porque no
recordaban Su gran poder cuando milagrosamente alimentó a los cinco mil al comienzo de
Su ministerio.
A menudo en el matrimonio, uno de los cónyuges no capta la idea y se preocupa por
cosas que no tienen nada que ver con lo que realmente irrita a su pareja.
Es como si estuvieran hablando de dos cosas completamente diferentes. Al conversar,
no logran entenderse. Es como si dos personas trataran de escuchar una radioemisión en
distintas frecuencias. Por supuesto que escucharán diferentes mensajes.
Así es la comunicación si no recuerdas lo que aprendiste de tu cónyuge anteriormente.
¿Te suena familiar esto? ¿Sientes que están en distintas frecuencias cuando
intentan comunicarse? ¿Estás convencida de que muchas veces tu cónyuge no tiene la
menor idea de lo que estás diciendo? O tal vez tú eres la que no comprende. Si es así,
podría ser simplemente porque no recuerdas las cosas importantes. Si realmente te interesa
lo que tu pareja piensa y lo que siente, debes concentrarte y hacer un esfuerzo por recordar
lo que te dice. El premio que recibirás vale la pena.

4. Dureza de corazón. Una de las causas principales de la falta de comprensión es


la dureza de corazón. Marcos explica este concepto al comentar cómo se maravillaron los
discípulos al ver a Jesús caminar sobre el agua y calmar la tormenta. Ellos no comprendían
cómo Él controlaba los elementos físicos de la naturaleza. ¿Por qué se asombraron tanto?
¿No acababan de presenciar cómo Él alimentó milagrosamente a los cinco mil (Mr. 6:37-
44)? Marcos atribuye su asombro a la falta de entendimiento por la condición de sus
corazones endurecidos. “Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto
estaban endurecidos sus corazones” (6:52). Por esa misma razón no entendieron cómo
calmó el mar. No tenían corazones blandos delante de Dios y lo demostraban con sus
constantes discusiones sobre quién era el mayor entre ellos.
Cuando te comunicas egoístamente o te olvidas de las cosas que tu cónyuge te ha
revelado, ambos corazones se endurecen y guardan resentimiento. Solamente si escuchas,
recuerdas y actúas sobre lo que tu pareja ha expresado podrás mantener una tierna
afinidad con ella. Si no lo haces, la dureza continuará aumentando en tu relación y el
corazón de tu cónyuge guardará resentimiento porque no la escuchas ni la comprendes.
El resultado será una distancia entre ustedes que aumentará con cada día que continúes

155
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

haciendo lo mismo. Debes renunciar inmediatamente a esa dureza de corazón si quieres


establecer la comprensión que deseas. Si tú reconoces que esta es la condición de tu
corazón, pídele a Dios que te dé un corazón blando para entenderlo a Él y a tu cónyuge.
No esperes ni un solo momento porque con cada día que dejas pasar, aumenta la dureza
de tu corazón.

¿CÓMO LOGRAS COMPRENDER A TU CÓNYUGE?


Si el orgullo y la falta de comunicación impiden la comprensión, es lógico que si
tomas medidas contrarias a estas, sí llegarán a comprenderse. La comprensión se adquiere
cuando dos personas continuamente se hablan, escuchan y responden mutuamente con
amor. Tu relación crecerá en proporción a la comprensión entre ustedes.
Cuando dos personas se comprenden, se enamoran más y forjan un matrimonio duradero.
Por consiguiente, ¿cómo podemos invertir el proceso y adquirir comprensión?

1. Humíllate y ruégale a Dios. Yo creo que la humildad es la mejor manera de


adquirir esa comprensión para con tu cónyuge ya que es el ejemplo más claro en las
Escrituras. Cuando Salomón fue ungido rey de Israel, Dios se manifestó ante él y le
preguntó qué deseaba. Salomón humildemente reconoció: “yo soy joven, y no sé cómo
entrar ni salir…Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo…”
(1 R. 3:7,9). Al Señor le agradó que Salomón reconociera su carencia y pidiera ayuda, por lo
tanto, Dios le afirmó: “he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado
corazón sabio y entendido” (10-12).
Dios escuchó la súplica de un corazón comprensivo... ¡y la concedió! Con el tiempo,
Salomón llegó a ser uno de los hombres más sabios que jamás haya vivido. El libro de
Proverbios contiene una gran parte de su sabiduría y perspicacia. La súplica de Salomón
pidiendo entendimiento y la respuesta que recibió son un buen ejemplo y estímulo para
cada uno de nosotros. A Dios le agrada cuando nos humillamos y reconocemos que no
tenemos lo que necesitamos y se lo pedimos a Él. Incluso ahora, le agradaría al Padre si tú
le pidieras un corazón entendido para fortalecer tu matrimonio, porque Él desea
concedértelo. ¿Estás dispuesto a pedírselo? El primer paso es reconocer tu carencia y pedir
Su ayuda.
Para motivarte a pedir esa comprensión, primero debes ver que Él es la fuente
principal de toda la comprensión que necesitas para tu cónyuge. David dijo: “Grande es el
Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito” (Sal. 147:5).
Si Su entendimiento es infinito, entonces es capaz de darle lo necesario a quien Él escoja.
Dios conoce a tu cónyuge mejor que nadie, pero quiere que humildemente le pidas ayuda.
Santiago dice: “no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Stg. 4:2). No permitas que esa
sea la razón por la que careces de comprensión. Puedes estar seguro de que Dios está
más dispuesto a dar, que nosotros a pedir y recibir. Pablo estaba absolutamente seguro de
que la voluntad de Dios era dotarnos de entendimiento en todo aspecto de nuestras vidas.
“Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo” (2 Ti. 2:7). Él anhela darte
entendimiento en todas las cosas para que lleves una vida devota y llena de amor.
Debes creer que las promesas de Dios son para ti y para tu matrimonio. Si lo crees,
encontrarás el ánimo que necesitas para pedirle al Señor este entendimiento. Recuerda:
“los que buscan a Jehová entienden todas las cosas” (Pr. 28:5).

156
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

2. Escudriña las Escrituras. Dios también nos imparte Su entendimiento para con
nuestras parejas por medio de Su Palabra. Si le pides sabiduría, Él te guiará a la fuente
principal del entendimiento de todas las cosas: la Biblia. Salomón afirmó que, si estudias el
libro de Proverbios, te servirá “Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones
prudentes” (Pr. 1:2). Si te quieres comprender a ti mismo y quieres comprender las
responsabilidades que Dios te ha dado, especialmente en tu matrimonio, simplemente
estudia la Palabra de Dios. Cuando comiences a comprenderte a ti mismo comenzarás
también a comprender a los demás, incluso a tu cónyuge. Las Escrituras te ayudan a
entender los conflictos comunes de nuestra naturaleza humana y las soluciones
providenciales para éstos. Al obedecer estas instrucciones celestiales, tu vida y tu
matrimonio naturalmente entrarán en armonía porque tú entenderás la verdad y actuarás
conforme a los caminos de Dios.
Aun después de leer los pasajes antes mencionados, muchos dudan que puedan
realmente comprender a su pareja. Las personas me dicen: “Steve, lo he intentado y
todavía no lo logro”. Para aquellos que tienen dificultades, permítanme afirmarles que
¡sí es posible! Es por eso que les insto a que busquen al Señor en oración y en Su Palabra.
Él te ayudará, ¡si se lo pides! Debes confiar en que sí es posible adquirir el conocimiento
necesario porque Dios te ayudó a rectificar el malentendido que tenías respecto a Él para
poder acercarte a Cristo. Juan declara: “sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha
dado entendimiento para conocer al que es verdadero…” (1 Jn. 5:20). Si Dios es capaz de
sacarte de las tinieblas y la confusión y de llevarte a Su maravillosa luz y a la claridad de Su
verdad, seguro que puede habilitarte para comprender a tu pareja. Confía en que lo hará.

3. Hazle preguntas a tu cónyuge. No es sólo a Dios que debes pedirle un corazón


comprensivo, sino también a tu pareja. Recuerda 1 Pedro 3:7, “vivid con ellas sabiamente”.
La palabra “sabiamente” significa “conocer por investigación o indagación”. Esto significa
que a diario debes averiguar y aprender más acerca de tu cónyuge. El comprender a tu
pareja es, por supuesto, un proceso de toda la vida. Es el fruto del tiempo que pasan juntos
como compañeros y de la buena comunicación. Un cónyuge devoto se interesará en
averiguar detalles sobre la vida espiritual de su pareja y sus dificultades personales, las
necesidades y los temores que ésta enfrenta. Un interés genuino incluye escuchar
cuidadosamente y recordar lo que se dijo para usarlo de referencia en el futuro.
Esto es lo que hacen las parejas que valoran el compañerismo y la amistad verdadera.

4. Escucha a tu cónyuge. Si sabes escuchar y cariñosamente quieres agradar a tu


pareja, la comprensión se adquiere fácilmente. Cada vez que surja un conflicto y tu pareja te
diga que esto o lo otro le ofende, presta atención. Salomón nos da una exhortación muy
impactante sobre este tema: “El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma;
Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento” (Pr. 15:32). Lo único que tienes que
hacer es escuchar humildemente a tu cónyuge, y prestar atención a la reprensión. Así actúa
el amor. Si rechazas la petición válida de tu pareja de ser más cariñoso o más sensible en
algún aspecto, estarás menospreciando tu propia alma. Tu rechazo alejará más a tu
cónyuge, creará aún más conflictos y terminará por destruir la paz en tu alma y en tu hogar.
Escucha el raciocinio que Pablo usa para mandar al esposo que ame a su esposa:
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que
ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino
que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Ef. 5:28-29). Pablo está
tratando de destacar lo siguiente: ya que eres una sola carne con tu pareja, ámala, cuídala y

157
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

susténtala así como lo haces con tu propio cuerpo. Ninguna persona sensata desatendería
ni trataría de destruir su propio cuerpo. Al contrario, a menudo nos aseguramos de
alimentarlo, asearlo y mimarlo para el provecho del alma.
De igual manera, si prestas atención a la reprensión de tu pareja, puedes llegar a
comprenderla mucho mejor. ¿Qué fue lo último que te reclamó tu cónyuge?
¿Prestaste atención y tomaste medidas? Si lo hiciste, te estás convirtiendo en una persona
prudente y comprensiva. Si continúas tomando medidas similares, las bendiciones de Dios
se manifestarán en el amor y la intimidad entre ustedes.

5. Recuerda las respuestas de tu pareja. Una pareja que asesoré hace años tenía un
grave problema por falta de comprensión. El esposo rara vez recordaba lo que su esposa le
había revelado. Ella le había comunicado a su esposo muchas cosas que le agradaban y le
desagradaban, pero él continuaba haciendo esas cosas que la irritaban. Tenían un conflicto
tras otro. Ella me dijo: “se lo he dicho muchas veces, pero ¡él elige no acordarse!
Estoy segura de eso porque veo que sí recuerda cosas que considera importantes.
Pero la próxima vez que el mismo conflicto surge entre nosotros, tengo que repetirle toda la
explicación de nuevo. Estoy totalmente frustrada. ¿Qué puedo hacer?”
La raíz del problema era la falta de voluntad para escuchar y recordar. Ese hombre
no se interesaba en recordar lo que su esposa le había dicho ni lo que le había pedido y,
por lo tanto, los problemas se volvían a repetir. La solución que les di requería un poco de
esfuerzo. Le dije a él que lo primero que necesitaba hacer era pedirles perdón a Dios y a su
esposa por su falta de sensibilidad. Luego, le expliqué que para ayudarse a recordar,
necesitaba escribir todas las cosas que le agradaban o desagradaban a su esposa al igual
que todo asunto que ella consideraba importante. Si ella le pedía algo, él tenía que escribirlo
en su libretita de bolsillo. Para ser imparcial, le pedí a la esposa que hiciera lo mismo.
La siguiente semana trajeron sus listas para repasarlas. Hicieron las listas bastante bien.
Como segunda tarea, les pedí que comenzaran a hacer las cosas enumeradas en sus
listas. Antes de hacer algo que afectaría a la otra persona, tenían que consultar la lista.
Eso les ayudaría a recordar, y a la larga, la conducta cambiaría. Problema resuelto.
La mayoría de las parejas no necesita llegar hasta ese extremo; ustedes deben usar
cualquier método que les dé resultado. Cuando recuerdas lo que tu cónyuge te pide y lo
haces, es inevitable que brote la comprensión mutua.

6. Provee información explícita. Cuando platiquen sobre algún problema, debes


explicar exactamente qué actitud o acción te ha ofendido, y debes expresar en concreto lo
que tú hubieras preferido. Si no provees esta información explícita, estarás hablando en
términos muy generales y ambiguos. Por ejemplo, si sientes que tu cónyuge no te ama,
posiblemente le digas: “yo sé que no te importo”. Sería más productivo si le dices
directamente: “cuando te hablo y no me miras ni me respondes, siento que no te importo”.
O si quieres comentar sobre el comportamiento, no digas: “quisiera que fueras más cariñoso
conmigo”, porque eso es muy impreciso. En lugar de eso, dile: “cariño, si me hablaras
tiernamente y quisieras compartir más tiempo conmigo como lo hacías antes de casados,
sentiría que todavía te importo”.
Dios es muy explícito cuando nos dice lo que quiere que hagamos y que no
hagamos. Él dice muy claramente: “Vosotros no habéis de hacer esto” (2 R. 17:12).
El Padre no es ambiguo ni impreciso porque Él quiere que entendamos Su parecer sobre
esos asuntos. Él tampoco nos da instrucciones imprecisas. Jesús les dijo a los discípulos:
“si alguien os dijere algo, decid…” y les dio las palabras exactas que debían usar al buscar

158
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

el pollino sobre el cual montaría (Mt. 21:3). Él también le dijo a los discípulos exactamente lo
que debían hacer cuando fueran ofendidos: si la persona “volviere a ti, diciendo:
Me arrepiento; perdónale” (Lc. 17:4). Incluso sus últimas palabras en el mundo fueron muy
precisas: “recibiréis poder… y me seréis testigos” (Hch. 1:8).
De la misma manera, dile a tu cónyuge exactamente lo que debe decir o hacer en el
futuro para comunicarte amor y consideración. Cada vez que hagas eso, fomentarás la
comprensión.

7. Continúa platicando. Como lo dije anteriormente, el compañerismo es el propósito


fundamental de tu matrimonio y el compañerismo verdadero requiere mucha comunicación.
No existe un sustituto para estas dos prioridades. Cuando un matrimonio piensa que ellos
pueden tener vidas independientes y aun así crecer en su relación, tendrán un duro
despertar el día que surja un serio conflicto, o cuando los hijos se vayan de la casa.
Es entonces cuando las parejas me preguntan: “¿Cómo nos distanciamos tanto?
¿A dónde se fue nuestro amor? La respuesta es muy simple; cada uno de los temas que he
mencionado en esta sección requiere la comunicación constante. Si un matrimonio
mantiene a través de los años una comunicación cariñosa, jamás se distanciará.
Puedes estar seguro de ese compañerismo porque entre más se comuniquen, más crecerá
la comprensión entre ustedes.

¿CUÁL ES EL RESULTADO DE UNA MAYOR COMPRENSIÓN?


El resultado más notable de una mejor comprensión es que tu matrimonio y tu hogar
serán más firmes, estables y seguros. En Proverbios 24:3, Salomón afirma: “Con sabiduría
se edificará la casa, Y con prudencia se afirmará”. La palabra hebrea traducida como
“afirmará” significa “ser firme y estable” lo cual es consecuencia de un creciente amor y
compañerismo entre ustedes. Dios quiere bendecirte a ti y a tu cónyuge. Sin embargo, eso
sólo ocurrirá si siguen las pautas que se encuentran en la Biblia. La comprensión es una
clave fundamental para establecer un matrimonio duradero. No te pierdas la bendición.
Ahora, indaguemos por qué tu matrimonio se hace más firme. Hemos considerado
1 Pedro 3:7. Él dice: “vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer…” ¿Qué significa
la frase dando honor? ¿Qué es el honor y cómo se lo das a alguien? El honor es una
palabra que ha perdido todo su significado en la cultura de hoy. Rara vez escuchamos a
alguien usarla en referencia a una relación. Sin embargo, debemos definir esta palabra
porque Pedro explica que es una consecuencia natural de vivir juntos y de comprenderse
mutuamente.
En este contexto la palabra significa valorar y apreciar a alguien, o mostrarle respeto
a una persona. Pedro explicó por qué debes comprender a tu pareja, y dijo cuál sería el
resultado si lo haces. Al honrar y respetar a tu cónyuge naturalmente buscarás un mejor
entendimiento para poder suplir sus necesidades. A medida que crece tu entendimiento,
se profundizará el compañerismo y tu pareja percibirá que lo aprecias. El sentirse apreciado
y valorado ayuda a crear una relación firme y estable que no flaqueará.
En términos prácticos, ¿cómo se honra al cónyuge? Primero, debes expresar con
palabras que tu pareja es la persona que más aprecias y valoras en todo el mundo.
Esta manifestación de amor le permite a tu cónyuge escuchar uno de los comentarios más
importantes que se pueda decir entre un hombre y su mujer. ¿Cuándo fue la última vez que
le dijiste eso a tu pareja? Cuando se lo dijiste, ¿lo aceptó tu cónyuge y creyó en tu
sinceridad? O quizá esos sentimientos no se expresan por temor o vergüenza. Jesús nunca
tuvo temor ni se avergonzó de decirles a las personas que las amaba. Incluso, Él expresó

159
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

Su amor por otros hombres sin temor a que se le considerara débil o afeminado. Él les dijo
a Sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado…” (Jn. 15:9).
El honor más alto que le puedes dar a tu pareja es manifestarle que lo consideras la
persona más valiosa y preciada en tu vida. Cuando se comprendan mutuamente
reconocerás que tu pareja necesita escuchar eso a menudo.
También puedes honrar a tu cónyuge al apreciar y valorar sus ideas y opiniones.
En lugar de menospreciar las sugerencias de tu pareja, reconoce que tienen importancia y
valor. Una persona con entendimiento reconoce que no lo sabe todo y agradece la
contribución de sus amigos de confianza. Pablo dijo: “si alguno se imagina que sabe algo,
aún no sabe nada como debe saberlo” (1 Co. 8:2). No permitas que tu orgullo te impida
reconocer la importancia de las ideas de tu cónyuge. Y no toleres simplemente las ideas de
tu pareja, más bien, pídele su consejo cuando lo necesites. ¿Quién puede ser de más
confianza que tu compañero de vida que te conoce tan bien? El mejor confidente y
consejero es aquel que se preocupa por ti más que nadie.
Si honras a tu cónyuge, apreciarás y valorarás su parte y su labor en la familia.
A los esposos: debes entender que tu esposa ha estado atareada con los niños, lavando
ropa, cocinando y limpiando todo el día. Ella trabaja tan duro como tú. Si tu esposa trabaja
fuera de casa, su trabajo es aún más difícil. A las esposas: debes entender que tu marido
sale a trabajar todos los días para mantener a la familia. Muchas veces desempeña un
trabajo que no le agrada, pero lo soporta por tu bien, y por el bien de sus hijos.
Para honrarse uno al otro, comunícale frecuentemente a tu cónyuge que aprecias su labor y
que das gracias a Dios por tener una pareja fiel.
Finalmente, una de las mejores maneras de honrar a tu pareja es dándole
preferencia. La preferencia se demuestra al servir o dar de ti mismo de una manera
desinteresada cada vez que tu cónyuge te pide ayuda. Pablo explicó que la palabra honor
significa: poner a otros primero y darles prioridad antes que a ti mismo: “Amaos los unos a
los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”
(Ro. 12:10). Si cada uno de nosotros tomara esta medida en nuestros hogares, nuestros
respectivos cónyuges nunca dudarían que los apreciamos y valoramos. Tu estilo de vida
desinteresado demostrará de una manera clara y convincente que valoras a tu pareja más
que a tus propios deseos y anhelos. El rechazo del “yo” es el ingrediente necesario para
sanar y restaurar cualquier matrimonio.
Por supuesto que para que brote este fruto, ambos cónyuges deben darse
preferencia de la misma manera. Obviamente, si un cónyuge es dominante o quiere
egoístamente que le sirvan en lugar de servir, el otro cónyuge se ofenderá por ese desamor
y surgirán los conflictos. La única forma de establecer una relación que glorifique al Señor
es si ambos cónyuges se honran mutuamente.
Si quieres que tu matrimonio perdure, necesitas entendimiento. Búscalo con todo tu
corazón. Salomón dijo: “Sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Pr. 4:7).
Hónrense el uno al otro como coherederos de la gracia de la vida, y busquen el fruto que
resultará. Eso comprobará que realmente han adquirido un corazón comprensivo.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 15


Al asesorar a las parejas, a menudo escucho decir: “Yo simplemente no lo entiendo.
¿Qué le pasa? ¿Por qué piensa así?” o “¿Por qué ella le da tanta importancia a eso?”.
También escucho decir: “Él no tiene la menor idea de lo que le digo. Es como si habláramos
de dos temas totalmente distintos”. Este tipo de comentarios revela una verdadera falta de
comprensión entre las dos personas, lo cual causa grandes dificultades para establecer la

160
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

relación. Si no se comprenden, ¿cómo crecerán juntos en un compañerismo verdadero y en


la amistad? ¿Cómo puedes ser comprensivo, complaciente, considerado o tolerante cuando
tienes muy poco entendimiento de lo que realmente motiva a tu cónyuge? Al final, terminan
en campos opuestos porque no entienden lo que el otro piensa o siente. El comprenderse
mutuamente es una clave muy importante que les permite trabajar juntos para alcanzar
objetivos comunes, lograr una verdadera amistad y demostrarse mutuo respeto.

A. Lee los siguientes versículos de las Escrituras y determina cómo se adquiere el


entendimiento.
Pr. 1:5 ________________________________________________________________
______________________________________________________________________

Pr. 2:2 ________________________________________________________________


______________________________________________________________________

Pr. 2:6 ________________________________________________________________


______________________________________________________________________

Pr. 9:10 _______________________________________________________________


______________________________________________________________________

Pr. 14:29 ______________________________________________________________


______________________________________________________________________

Pr. 15:32 ______________________________________________________________


______________________________________________________________________

B. ¿Cómo puedes comprender mejor a tu cónyuge? Lee la página 156-159.


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________

C. ¿Cómo puedes implementar los principios en las secciones A y B en situaciones


particulares en tu matrimonio?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________

161
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO

D. Lee los siguientes versículos de las Escrituras y determina cómo puedes ser digno de
honra.
1. Pr. 18:12_____________________________________________________________
____________________________________________________________________
2. Pr. 21:21_____________________________________________________________
____________________________________________________________________
3. Pr. 22:4______________________________________________________________
____________________________________________________________________

E. ¿Cuáles son algunas maneras prácticas de demostrarle respeto a tu pareja?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. Sin divulgar detalles confidenciales ni mencionar algún tema sobre el cual estén en
desacuerdo, dialoga con el grupo sobre lo difícil que es para ti comprender a tu pareja.
¿Ha interferido tu orgullo?
¿Has fallado en la comunicación?
¿Has olvidado información importante o has endurecido el corazón?
2. Sin divulgar detalles confidenciales ni mencionar algún tema sobre el cual estén en
desacuerdo, dialoga con el grupo sobre algún área en la que hayas logrado comprender
a tu cónyuge.
3. ¿Qué efecto ha tenido esta nueva comprensión en tu matrimonio?

162
16
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
“La muerte y la vida están en poder de la lengua” Pr. 18:21

L
a comunicación es una aptitud básica y necesaria para establecer y mantener
cualquier relación humana, y es de suma importancia en el matrimonio.
Cuando encuentres un matrimonio feliz, siempre verás a dos personas que han
aprendido a comunicarse. Igualmente, cuando encuentres un matrimonio infeliz, verás que
una de las causas del problema es el fracaso en la comunicación. Por lo tanto, es esencial
que aprendas a comunicarte mejor.
Todas las semanas escucho a alguien decir en las consultas: “yo simplemente
quiero a alguien que platique conmigo. Quiero que mi pareja sea mi mejor amigo y
compañero; alguien a quien le pueda revelar mi corazón y que haga lo mismo conmigo”.
Pero muchas veces el otro cónyuge no valora la comunicación o no tiene aptitud para
hacerlo. Si tú eres esa persona, por favor presta mucha atención en este capítulo.
La habilidad para comunicarse no sólo es necesaria sino indispensable para
establecer el tipo de relación que deseas. Para que el amor de ustedes crezca, deben
crecer el compañerismo y la habilidad para platicar. El verdadero compañerismo requiere un
nivel de comunicación que sólo se logra con mucho esfuerzo, conversando sobre todos los
aspectos importantes de la vida al igual que los cotidianos. La buena comunicación te
permite resolver los conflictos rápidamente, y fortalece tu matrimonio en lugar de
desintegrarlo.
Se dice que la comunicación es una parte vital del matrimonio. Al igual que la sangre
que corre por tus venas, la cual tiene una función vital, la comunicación es imprescindible
para la vida de tu matrimonio. La sangre transporta los gérmenes que te infectan con la
enfermedad y los glóbulos blancos que la combaten. Las Escrituras declaran que:
“La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Pr. 18:21). Tu comunicación establecerá
la vida o la muerte de tu relación. Todo depende de cómo te comunicas. La lengua es un
miembro pequeño del cuerpo pero tiene un enorme poder para cambiar el rumbo de tu
relación. Proverbios declara: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;
mas la lengua de los sabios es medicina” (12:18). ¿Cuál eres tú? ¿Ustedes se lastiman o se
hieren con la lengua, o la usan para sanar y fortalecer su matrimonio? Para lograr la
relación que deseas, tienes que aprender un método de comunicación que fortalezca tu
matrimonio. Esto requiere franqueza acerca de los problemas que tienen, y el deseo sincero
de buscar maneras de mejorar tu aptitud verbal.
En este capítulo quiero examinar las diferentes maneras en las que las parejas se
comunican, y quiero explorar aquello que impide la buena comunicación. Luego quiero
enumerar algunas maneras prácticas que te ayudarán a mejorar tu aptitud verbal.
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

¿QUÉ MÉTODOS USAS PARA COMUNICARTE?


Existen dos métodos básicos que se usan en la comunicación: verbal y no verbal.
Estos son los únicos métodos útiles para comunicarle a tu cónyuge tus pensamientos y
sentimientos. Examinemos brevemente estos dos métodos.
Tu cónyuge entiende perfectamente tu comunicación no verbal y ésta es una
manera muy importante de expresar el amor o el desamor. He aquí algunos gestos en
particular.
1. Un guiño, una sonrisa o una mirada. ¿Qué le comunicarías a tu pareja si en una
fiesta le sonríes dulcemente, o le guiñas el ojo desde el otro extremo del salón?
¿Qué te comunicaría tu cónyuge si se niega a responder a tu sonrisa y frunce el ceño?
¿No te comunicaría con ese gesto que no le interesa tu expresión de amor? Los dos se
habrán comunicado de una manera muy impactante y sin decirse ni una sola palabra.
Todos los días te comunicas de esta manera, ya sea que lo reconozcas o no.
Los gestos no verbales indican gráficamente lo que guardas en tu corazón, y tu pareja
puede descifrar tu actitud aun antes de que digas una palabra. Para llegar a ser un buen
comunicador, debes tener en mente que tus expresiones faciales—negativas y positivas—
tus gestos y tus miradas—o la manera de evadirlas—pueden afectar tu relación.
2. Un roce de mano. Al estar sentada en la iglesia, ¿has sentido alguna vez el brazo
de tu cónyuge sobre tu hombro acariciándote? O tal vez tu cónyuge te masajea el cuello
mientras conduces el auto. ¿No comunican estos gestos el cariño de tu pareja de una
manera muy impactante? O tal vez ocurre todo lo contrario. Al caminar por el
supermercado, extiendes la mano para tomarle la mano a tu pareja y ella se aleja de ti.
¿Qué te comunica con eso? Seguramente que a ella no le interesa tu afecto.
Una vez más, se están comunicando muy bien sin decir una sola palabra.
3. Un abrazo o un beso sin insinuación sexual. Digo un abrazo sin insinuación
porque esa es la razón por la que algunas personas se alejan de sus cónyuges cuando las
quieren abrazar. Muchas mujeres me dicen que los abrazos de sus esposos generalmente
se vuelven caricias sexuales casi de inmediato. La esposa percibe esto como un gesto
exigente y le molesta; por lo tanto, resiste todo contacto con su esposo por temor a que sea
solamente una formalidad para satisfacer sus deseos sexuales. A los hombres: si piensas
que esto sucede en tu matrimonio, trata de cambiar. La próxima vez que entres al cuarto,
dale un beso y un tierno abrazo a tu esposa sin ninguna insinuación sexual y observa cómo
te responde. ¿No crees que esto demostraría que te interesas por ella y no sólo por tus
necesidades físicas?
4. Una carta de amor, una tarjeta o flores. Estos gestos espontáneos se hacen con
el simple propósito de decir “te amo”. ¿Por qué después de casados las personas no suelen
hacer eso? Tal vez porque no se aprecian más. Ellos suponen que el amor crecerá sin
esforzarse por la relación, cuando en realidad es todo lo contrario. Existen muchísimas
maneras simples y económicas de expresar tu amor. Estos gestos sirven para comunicar
que la relación todavía te importa.
5. Haz algo que le agrade a tu cónyuge sin que te lo pida. En esto puedes mostrar
creatividad. Prepara una lista de todas las cosas que sabes que le agradan a tu cónyuge y
hazlas una por una. Averigua lo que le gusta hacer para divertirse. ¿Qué puedes hacer en
casa para ayudarla? Estas ideas pueden abarcar cosas grandes y pequeñas en cualquier
aspecto de tu matrimonio, tales como tu relación espiritual y hasta tu relación sexual.
Cuando tu cónyuge te dice: “quisiera que de vez en cuando tú…” ¡ese es el comentario que
debes recordar! Así es como se cultiva la comprensión. No le menciones a tu cónyuge que
piensas implementar algunas de tus ideas, simplemente hazlo cuando menos lo espere.

164
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

Esto le comunica convincentemente que estás prestando atención y quieres demostrarle tu


amor.
Antes de continuar, considera qué le comunicas con tus gestos no verbales.
¿Qué le dices a tu cónyuge? “¿Te quiero mucho y mi amor por ti sigue creciendo,
o esta relación está estancada y no te valoro?”
Pasemos a la comunicación verbal. Estas son las palabras que ustedes
intercambian. ¿Cómo se comunican verbalmente? Existen diferentes niveles de intensidad
que deben examinar para encontrar el modelo de ustedes como pareja. Al repasar estos
diferentes niveles de comunicación pregúntate, ¿con qué frecuencia alcanzas los niveles
más profundos y con qué frecuencia permaneces en el primer o segundo nivel?
1. El nivel común. Este es el nivel de comunicación más superficial. Sin embargo,
la mayor parte de las conversaciones entre marido y mujer ocurren en este nivel.
Un ejemplo de este nivel común es la pregunta: “¿cómo te va?” y la respuesta: “pasándola”.
Este intercambio es como un saludo o un apretón de manos verbal y no requiere una
respuesta profunda. No hay nada malo con este tipo de comunicación siempre y cuando
puedan llegar a un nivel más profundo de inmediato. Lo triste es que muchas parejas pasan
demasiado tiempo comunicándose de esta manera. Si gruñes por detrás del periódico todas
las mañanas, o gritas por encima del ruido del televisor: “¡ya voy!”, debes reconocer que no
hay mucha profundidad en tu conversación.
2. El intercambio de los sucesos y acontecimientos del día. En el matrimonio,
la mayoría de las conversaciones ocurren a este nivel. “Hoy corté el césped.
¿Y tú, qué hiciste?” Este tipo de comunicación es el intercambio de información.
Simplemente estás dando a conocer los sucesos del día con muy poco sentimiento o
reflexión personal sobre los acontecimientos. De nuevo, este tipo de comunicación no tiene
nada de malo porque tienes que intercambiar los sucesos para el buen funcionamiento de la
familia. Pero recuerda que este es un nivel de comunicación muy superficial porque puedes
dar a conocer los sucesos sin revelar nada personal.
3. El compartir ideas y opiniones. Este es un nivel de comunicación mucho más
profundo porque comienzas a compartir tus pensamientos y opiniones sobre los sucesos del
día. Para dar este paso, tienes que confiar en que tu cónyuge escuchará lo que dices y
aceptará tus opiniones. Cuando dos personas se honran de esta manera, la comunicación
florece y ambos maduran en su aptitud verbal. Recuerda, este nivel de comunicación
requiere que tu cónyuge te preste atención, y que responda cariñosamente. No compartirás
tus ideas u opiniones a menos que tengas la libertad de expresar tus opiniones y te sientas
segura en tu relación.
4. El dar y recibir apoyo moral. Este nivel de comunicación es un poco más
profundo. La manera apropiada de responder a las ideas y opiniones de tu cónyuge es
dando y recibiendo apoyo moral. Le demostrarás que puedes escuchar y dar apoyo o
criticarás sus ideas, pensamientos y opiniones. Tu renuencia a escuchar y recibir impedirá
tu comunicación enormemente. Por otra parte, tu demostración de amor al recibir y
escuchar profundizará la comunicación. Aunque no estés de acuerdo con las ideas y las
opiniones de tu cónyuge, puedes responder con amor y pedirle cariñosamente a tu pareja
que considere tu punto de vista, y que posiblemente tome una medida diferente.
5. La toma de decisiones y la planificación para el futuro. Cuando ustedes
intercambien ideas y opiniones y respondan con aprobación, amor y palabras alentadoras,
será posible proceder al próximo nivel de comunicación. ¿Por qué? Porque la toma de
decisiones y la planificación para el futuro requieren el intercambio de muchas ideas,
opiniones, y la buena disposición para cambiar. Al principio no estarás de acuerdo con

165
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

algunas de estas ideas y opiniones. Por eso tu actitud es esencial al responder a las ideas
de tu pareja para que ella entre en confianza y vuelva a expresar sus ideas. Para tener éxito
en este nivel tienes que ejercer diferentes aptitudes de comunicación que te permitan
hablar, escuchar, concordar, condescender y aceptar las diferencias que puedan tener.
6. El corregir, reprender e instruir. Cuando una pareja intenta usar este nivel de
comunicación sin antes establecer los niveles anteriores, llega inmediatamente a un punto
muerto. Esto ocurre porque se necesita cierta profundidad en la relación para poder dar y
recibir corrección e instrucción. Si ustedes no platican regularmente de los acontecimientos
del día, si no se comunican sus ideas y pensamientos, si no muestran aprobación y buena
disposición para darse aliento, si no llegan a un acuerdo sobre sus planes para el futuro,
entonces no están asentando los cimientos necesarios para tratar los asuntos más difíciles.
Se necesita la confianza y la ternura de ambos cónyuges para facilitar las conversaciones
que pretenden instruir y reprender.
7. El expresar las esperanzas, temores, penas y metas personales. Frecuentemente
cuando asesoro a una pareja, uno de los cónyuges por desesperación expresa algún temor
o alguna pena del pasado. La otra persona luego dice: “yo no sabía eso. ¿Por qué nunca
me lo dijiste?” Esa es una buena pregunta. ¿Por qué no se lo dijo a su cónyuge?
Por lo general, se necesita un ambiente de amor, apoyo y aprobación para que alguien se
anime a revelar esas verdades sin ser criticado, burlado o humillado. Sin la aptitud de cada
nivel de comunicación y una actitud de amor, nadie se atreverá a expresar sus esperanzas
o sus temores. ¿No es este el grado de comunicación que deseas tener con tu cónyuge?
¿No deseas compartir tu corazón y tu vida con tu pareja y que ella tenga la libertad
de hacer lo mismo contigo? Este tipo de comunión es lo que Dios ideó para el matrimonio.
Eso es ser una sola carne. ¿Ya alcanzaste esa unidad y esa comunión con tu cónyuge? Si
no lo has logrado, algo lo está impidiendo.

¿QUÉ IMPIDE LA BUENA COMUNICACIÓN?


Para poder efectuar cambios duraderos en la comunicación, debes identificar dónde
andas mal. La Biblia claramente explica qué cosas obstruyen la buena comunicación,
y cómo puedes cambiarlas. Es el manual de instrucciones para que las relaciones funcionen
como Dios las diseñó. La Palabra de Dios explica cómo superar los problemas de
comunicación para poder disfrutar de un matrimonio feliz. Y entonces, ¿por dónde debes
comenzar?
1. Controla tu actitud. Tu actitud es esencial para comunicarte eficazmente con los
demás, y determinar lo que dices y haces. Si no tienes la actitud adecuada, tus palabras
siempre te saldrán mal. Es posible que tengas toda la razón en lo que dices, pero muchas
veces es la manera en que se lo dices que ofende a tu pareja. Veamos algunas de las
actitudes a las que me refiero.
¿Tienes una actitud arrogante o de superioridad cuando le hablas a tu pareja?
¿Le das a entender que tú siempre tienes la razón y que ella no sabe nada? ¿Te indignas y
te niegas a escuchar cuando tu cónyuge pone en duda tus acciones o tus motivos?
Has pensado alguna vez, “¡quién se cree que es para preguntarme tal cosa!”
Las Escrituras nos enseñan que esta actitud de un corazón arrogante es muy
destructiva para cualquier relación, y muy problemática para un matrimonio. Salomón
declaró: “El hombre arrogante suscita rencillas…” (Pr. 28:25 LBLA). ¿Es esta actitud la
causa de los conflictos en tu comunicación matrimonial? Si es así, considera lo que Pablo le
pidió a Tito que les enseñara a los cretenses: “Que a nadie difamen, que no sean
pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres”

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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

(Tit. 3:2). La humildad es la actitud del corazón que evita que hables mal de alguien y
genera un espíritu tierno para poder comunicarte eficazmente.
Las Escrituras también nos dicen que: “Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a
los humildes” (1 P. 5:5). Si la soberbia hace que Dios te resista y causa una división en tu
relación con Él, ¿no crees que haría lo mismo en la relación con tu cónyuge? No permitas
que esta actitud controle tu corazón.
Otra actitud pecaminosa que destruye la comunicación es la amargura o el
resentimiento que está profundamente arraigado y envenena tu vida y tu matrimonio.
El apóstol Pedro observó esta actitud cuando le habló a Simón, el hechicero. Simón sintió
envidia y amargura por el éxito del ministerio de los discípulos. Cuando Simón quiso
comprar la unción espiritual, Pedro le dijo: “en hiel de amargura y en prisión de maldad veo
que estás” (Hch. 8:23). Si tienes una actitud llena de resentimiento y amargura, tu cónyuge
lo detectará cuando comiences a hablar. El tono de tu voz revelará el veneno y la falta de
perdón que llevas por dentro. Jesús dijo: “perdonad, si tenéis algo contra alguno…”
(Mr. 11:25). Un corazón dispuesto a perdonar es el único remedio para esta actitud.
Aun cuando digas la verdad, muchas veces tu pareja se ofenderá, se resentirá y te
considerará su enemigo. Pablo observó esta actitud con frecuencia cuando enviaba sus
epístolas. Él le comentó a la iglesia en Galacia: “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo,
por deciros la verdad?” (Gá. 4:16). Pablo percibió la actitud de resentimiento en la iglesia en
Corinto después de que los corrigió por su carnalidad. Pablo notó un problema en la actitud
de ellos cuando se comunicaron con Él…le cerraron su corazón. Pablo respondió:
“Nuestra boca, oh corintios, os ha hablado con toda franqueza. Nuestro corazón se ha
abierto de par en par. No estáis limitados por nosotros, sino que estáis limitados en vuestros
sentimientos. Ahora bien, en igual reciprocidad (os hablo como a niños) vosotros también
abrid de par en par vuestro corazón” (2 Co. 6:11-13 LBLA). Si guardas enojo y rencor contra
tu cónyuge, estás limitando la comunicación por tu falta de afecto. Cuando tu corazón está
endurecido y cerrado por el rencor, tu aptitud para la comunicación se verá afectada
enormemente. Necesitas un corazón abierto para tener una buena comunicación.
Pídele a Dios que te perdone y abra tu corazón hoy mismo para que la comunicación que
una vez disfrutaste con tu pareja pueda surgir de nuevo.
La indiferencia y la apatía también frustran tu aptitud para comunicarte. Jesús
describió esta actitud en la parábola del banquete de bodas. Él invitó a muchos: “Mas ellos,
sin hacer caso, se fueron” (Mt. 22:5). Esta es la misma actitud que muchos experimentan
cuando sus parejas tratan de platicar o de pasar un tiempo juntos. La indiferencia se
manifiesta cuando dices, “ahora no”, o cuando simplemente cambias de tema. Cuando tú no
haces caso al deseo de tu pareja de platicar o de pasar un tiempo juntos, le comunicas que
él no es importante para ti. Cuando le demuestras indiferencia a tu cónyuge, lo desalientas y
la distancia entre ustedes aumenta. Esta actitud constituye una bofetada para su orgullo.
El no darle importancia a tu relación y a tu intimidad, hiere y lastima profundamente a tu
pareja.
Por supuesto, no siempre es el momento oportuno para platicar. Si te ves obligado a
posponer una conversación o un tiempo juntos, debes comunicar tu interés sincero y tu
disposición a dedicar el tiempo necesario para fortalecer la relación. Luego, asegúrate de
que tú seas el que inicia la próxima conversación sobre ese tema. Tu cónyuge notará tu
iniciativa y creerá que realmente te interesa la relación y disfrutas las pláticas.
¿Reconoces alguna de estas actitudes en tu corazón? Si es así, esta actitud
suprimirá la buena comunicación. Tu pareja intuirá esa actitud y naturalmente la
comunicación entre ustedes será superficial. La Biblia dice que estas actitudes son

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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

pecaminosas y nos exige que las abandonemos. Si lo haces, cambiará el ambiente de los
momentos que pasan juntos.
2. Mide tus palabras. Una vez que hayas examinado tu actitud o tu manera de
hablar, debes considerar qué dices. ¿Qué palabras usas? ¿Usas palabras ásperas?
¿Usas tus palabras para herir y tajar a tu cónyuge en medio de una discusión? Si es así, es
posible que ganes la discusión pero destruirás tu relación. Salomón dijo:
“La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor” (Pr. 15:1). David
también dijo que la lengua puede ser: “Como navaja afilada” que puede cortar y herir a la
persona profundamente (Sal. 52:2). ¿Tienes ese tipo de lengua?
Las palabras ásperas, las críticas y las reprimendas son tremendamente dañinas.
Reflexiona sobre tus sentimientos cuando una persona te critica severamente o te
menosprecia. ¿No te distancias de esa persona y te alejas de ella? Si le hablas así a tu
cónyuge, tendrás el mismo resultado. Pablo les ordenó a los esposos en particular: “amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” (Col. 3:19). Asimismo, este mandato
igualmente se le puede dar a las esposas. Claramente, la relación matrimonial no puede
florecer con el uso de palabras ásperas.
Es preferible que tus palabras sean amables. Cuando Salomón habla de la mujer
virtuosa, una de las características es: “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia
está en su lengua” (Pr. 31:26). El hablar con amabilidad y delicadeza no es muestra de
debilidad sino de fuerza porque revela a una persona con dominio propio. Las palabras
amables pueden ser convincentes y poderosas y pueden llegar al fondo del corazón.
Salomón dijo: “la lengua blanda quebranta los huesos” (Pr. 25:15). Cuando la verdad se
dice con delicadeza, no hay manera de defenderse. No puedes echarle la culpa a la manera
de decir las cosas; tienes que tratar lo que se dijo. De ahora en adelante, usa palabras
amables y dulces y el Señor las utilizará para llegar al fondo del corazón y desmoronar las
defensas de tu pareja.
Segundo, evita la mentira y el engaño porque lentamente socavan la relación.
Si tú mientes, cuentas la historia a medias o compones la versión para dar un buen aspecto,
tarde o temprano tu cónyuge se enterará. La confianza es esencial en tu relación.
La mentira y la verdad a medias socavan tu credibilidad. Tu cónyuge se preguntará si
alguna vez has dicho la verdad. Luego, cuando digas la verdad, no te creerá.
Cualquier mentira que le digas a tu pareja es como si tomaras un hacha y con ella partieras
el fondo de tu propio barco.
Si tienes dificultades con la mentira y el engaño, ora como lo hizo David:
“Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, Y de la lengua fraudulenta” (Sal. 120:2).
Haz lo que Pablo ordenó: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con
su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4:25). Abandona la mentira
por completo, pídele a Dios que te dé la compunción de Su Espíritu y que no te deje en paz
hasta que desistas. Cuando seas más sensible a Su compunción y reconozcas que estás a
punto de decir una mentira, elige decir la verdad. Esta es una disciplina diaria que requerirá
continua atención, pero sí es posible cambiar si realmente quieres hacerlo.
Como matrimonio, ustedes forman parte el uno del otro en todo aspecto; son una sola
carne. No se mientan.
Igualmente, la exageración destruye la buena comunicación. ¿Exageras al
conversar? ¿Escuchas de tus labios: “Tú siempre haces eso” o “Tú nunca haces lo que te
pido”? Las palabras siempre, nunca o cada vez que, actúan como combustible sobre el
fuego de una discusión. Estas palabras causarán una explosión de ira porque tu cónyuge
siempre recordará una ocasión en la que ella hizo lo que tú dices que nunca hace. La única

168
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

manera de evitar la exageración es seguir “la verdad en amor…” (Ef. 4:15). La verdad
podría ser que tu cónyuge muchas veces o rara vez hace esto o lo otro, en lugar de siempre
o nunca.
Al esforzarnos por decir la verdad, recordemos que debemos decir la verdad en
amor, porque ciertas verdades también pueden dificultar la comunicación enormemente.
Me refiero a los comentarios sobre las fallas anteriores de tu cónyuge que usas como
munición durante un conflicto. Estas palabras hieren profundamente, especialmente porque
son ciertas, pero son palabras que nunca debes usar para ganar una pelea.
Si has perdonado a tu cónyuge por una falla anterior, entonces está prohibido mencionarla.
¿Por qué? Porque Dios habla de tus pecados de esta manera: “Porque seré propicio a sus
injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (He. 8:12).
La palabra acordaré significa “mantener en la mente o recordar para después usarlo para
castigar”. Aquí Dios declara que una vez que te perdona, elige no recordar más tus pecados
y nunca los usa para condenarte. Nosotros debemos perdonar de la misma manera.
Por lo tanto, di la verdad acerca del tema en cuestión, y no menciones cosas del pasado.
Finalmente, el lenguaje ofensivo destruye la buena comunicación. He descubierto
que muchas parejas cristianas en medio de una pelea acalorada, se maldicen y se dicen
cosas muy ofensivas. Si esto ocurre en tu hogar, debes entender que estas palabras no se
olvidan fácilmente porque degradan a tu cónyuge y muestran una falta de amor y respeto.
Una vez dichas las palabras, no las puedes retirar. Por eso es que Pablo dijo: “dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de
vuestra boca” (Col. 3:8). También dijo: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca,
sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”
(Ef. 4:29). No derribes a tu ser querido, más bien edifícalo al hablar. Pídele a Dios que te dé
ese control de tu mente antes de abrir la boca. Ora como lo hizo David: “Pon guarda a mi
boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios” (Sal. 141:3). Si se lo pides a Dios,
Él contestará tu oración.
3. Controla tu conducta. Para tener una buena comunicación, tu conducta es tan
importante como tu actitud y tus palabras. Las Escrituras tienen mucho que decir sobre lo
que debes hacer para cultivar la buena comunicación. Veamos algunos ejemplos de esta
conducta.
¿Sabes escuchar o interrumpes cuando tu cónyuge te habla? Esta falta de respeto
frustra a tu pareja y tiende a provocar enojo. Santiago dijo que debes ser: “pronto para oír,
tardo para hablar, tardo para airarse” (Stg. 1:19). Cuando interrumpes es porque estás
pensando en cómo vas a responder en lugar de escuchar, y esto impide una conversación
positiva y agradable con tu pareja. Entre más pronto interrumpas a tu cónyuge para decir lo
que quieres, más animarás a tu cónyuge a hacer lo mismo. La conversación avanza con
más rapidez cuando ninguno de los dos está escuchando; y luego el volumen empieza a
aumentar. Al aumentar el volumen también aumenta el enojo hasta que ambas personas
sienten que no están logrando nada. Recuerda, entre más pronto hables, más pronto
inhibirás cualquier comunicación positiva.
Otro ejemplo similar a la interrupción es el completar la oración. Esto ocurre cuando
tu cónyuge hace una pausa para reflexionar sobre lo que está a punto de decir, y tú le
ayudas a completar la oración. Ese proceder es sumamente frustrante y revela que no estás
escuchando ni estás tratando de entender. Le indica a tu pareja que prejuzgaste sus
pensamientos y que crees que ya sabes lo que va a decir. Salomón dice: “Al que responde
palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio” (Pr. 18:13). Es preferible permitir que tu
cónyuge complete la oración y luego responder. Eso demostrará que sí te interesa, y que

169
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

estás escuchando para lograr entender y no sólo para tratar de comprobar que estás en lo
cierto.
La furia explosiva es otro escollo y a menudo se usa únicamente para controlar la
conversación. A veces una persona usa el enojo para manipular a su cónyuge a que haga lo
que ella quiere, sabiendo que éste se acobardará y dará marcha atrás en la pelea cuando
se desate la furia. Pero esta artimaña es muy insensata porque es posible que ganes la
pelea, pero al final corres el riesgo de perder la relación y la intimidad con tu cónyuge.
Sin embargo, existen ocasiones en las que la rabia no es una artimaña para
controlar a alguien. A veces una persona no tiene control sobre las emociones que bullen en
su interior, porque no desea hacerlo o no sabe cómo controlarlas. Esa persona está fuera
de control. La furia irracional es lo que llevó a la multitud religiosa a tratar de lanzar a
Jesucristo por el despeñadero de Nazaret. Estas personas religiosas estaban fuera de
control. Lucas dijo que todos en la multitud: “se llenaron de ira; y levantándose, le echaron
fuera de la ciudad… para despeñarle” (Lc. 4:28,29). Si tienes una furia explosiva y no la
controlas, dirás y harás cosas que normalmente no harías. Además, será imposible
mantener una conversación íntima y profunda con tu cónyuge. Nadie quiere revelarle los
asuntos más recónditos de su corazón a alguien que está fuera de control y lleno de rabia.
Recuerda: “la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg. 1:20). Tu ira y tu enojo nunca
resultarán en algo bueno o justo en tu relación matrimonial. De hecho, Proverbios 14:17
declara: “El que fácilmente se enoja hará locuras”. Cuando te dejas controlar por tu ira,
dices y haces locuras de las cuales te arrepientes más tarde. Algunas de estas locuras son:
el uso de groserías, la exageración, las críticas denigrantes y muchos de los problemas
antes mencionados en este capítulo. Si tú haces estas cosas, necesitas asesoramiento
determinado para ayudarte a controlar tu ira. Entre más pronto hagas esto, más pronto
comenzarás a comunicarte eficazmente. Dios quiere que controles tu ira en lugar de permitir
que ésta te domine a ti. Salomón nos enseñó que era imprescindible controlar la ira:
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el
que toma una ciudad” (Pr. 16:32). ¿Te has entregado al Espíritu Santo para alcanzar este
tipo de dominio propio?
Tercero, cuidado con la atribución de culpa. Mencioné este problema anteriormente,
pero permíteme agregar algunas palabras en referencia a la comunicación. La atribución de
culpa ocurre por lo general cuando tu cónyuge te advierte de una de tus faltas,
y tú rápidamente te justificas atribuyéndole la culpa a tu pareja o a alguien más.
Esto es lo que hicieron Adán y Eva cuando Dios los confrontó por su pecado. Ni Adán ni
Eva se hicieron responsables de sus propias acciones. Adán de un tirón culpó a Dios por
haberle dado esa mujer, y culpó a su esposa por haberle dado el fruto. Eva, básicamente
respondió: “El diablo me obligó”. ¿Cómo se resuelve este problema? Simplemente acepta la
responsabilidad por tus propias acciones. La atribución de culpa es el resultado de la
soberbia y la deshonestidad. Tú sabes lo que has hecho y tu cónyuge también; entonces,
¿por qué no lo admites? Si no aceptas personalmente la responsabilidad por lo que has
hecho, terminarás participando en el jueguito de atribución de culpa, lo cual retrasa la
resolución del problema. En este juego no hay ganador.
Finalmente, la renuencia a confesar tus faltas durante o después de una pelea
también impide la buena comunicación. Esta renuencia es el resultado del orgullo y para
vencerlo el apóstol Santiago sugiere: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará…
no murmuréis los unos de los otros… Confesaos vuestras ofensas unos a otros” (Stg. 4:10,11;
5:16). Dios requiere que humilde y francamente examines tus propias acciones y no
atribuyas la culpa a nadie. Cuando uno de los cónyuges da el primer paso y confiesa sus

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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

propias faltas, eso, por lo general, suaviza el corazón de su pareja quien corresponde de
igual manera y así se restaura la comunicación.
Es posible que te preguntes: ¿Cómo cambio mis palabras, gestos y actitud
pecaminosa? Ánimo, ¡sí lo puedes lograr!

¿CÓMO DESARROLLAS TU APTITUD PARA LA COMUNICACIÓN?


¿Quieres verdaderamente aprender a comunicarte con los demás? ¿Estás dispuesto
a examinar tus faltas con sinceridad? Si es así, con Dios todo es posible porque Él
transforma a Su pueblo a diario. Veamos algunos de los métodos más importantes que
forjan tu aptitud para comunicarte con los demás y que logran hacer los cambios que
quieres ver.
1. Establece una relación íntima con Dios y busca Su ayuda para cambiar.
Una relación dinámica con el Señor es lo que te da el poder para cambiar en las áreas en
las que estás fallando. Cuando Dios te llena con Su amor y te enseña Su Palabra,
no puedes evitar tener mucho que contar. Esta intimidad con Dios inspirará la comunicación
más importante entre ustedes dos—el compartir las cosas espirituales. Cuando los
discípulos fueron llenos del Espíritu Santo, viajaron por todas partes hablando de Cristo.
Cuando se les ordenó que no hablaran más en Su nombre, ellos respondieron:
“no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hch. 4:20). Dios obraba en sus
vidas y ellos tenían que contárselo a alguien. David sintió esa misma compulsión por
comunicar lo que Dios estaba haciendo en su vida. Él dijo: “Venid, oíd todos los que teméis
a Dios, Y contaré lo que ha hecho a mi alma” (Sal. 66:16). ¿Qué está haciendo el Señor en
tu vida? ¿Estás compartiendo eso con tu pareja? El tipo de relación que tienes con el Señor
naturalmente afectará tu relación con los demás y en especial con tu cónyuge. La verdadera
comunicación con tu pareja comienza con la relación y comunión que tienes con Cristo.
Si no andas con Cristo y nunca te has rendido ante Él, esta es la razón principal por
la que tienes dificultades en tu matrimonio y en tu aptitud para la comunicación.
Él puede hacer un cambio drástico en tu vida, pero nunca lo experimentarás si no tienes
una relación personal con Él. Puedes iniciar esta relación reconociendo tu pecado en
oración, y pidiéndole a Dios que te perdone y tome control de tu vida. Si tú realmente
quieres cambiar, Él te puede ayudar. Tómate unos minutos en este momento y comunícate
con Él en oración; pídele que tome control de tu vida. ¡No te arrepentirás!
Si eres creyente, cuidado con la devoción esporádica o la falta de ella porque
cuando estás pasando por una sequía espiritual no tienes fuerza ni gozo para
comunicárselo a los demás. Permíteme ilustrar. Haz memoria de alguna ocasión en la que
enfrentabas una batalla espiritual y te encontraste con otro creyente.
¿Qué hiciste? ¿Corriste hacia esa persona con el deseo irresistible de conversar con ella o
diste la media vuelta alejándote para no verte obligado a hablarle? La respuesta es obvia.
Cuando estás desilusionado o deprimido, no quieres hablar con nadie; es lo que menos
deseas. Si no creces espiritualmente, lo mismo ocurrirá en casa. No tendrás el deseo de
comunicarte con tu pareja. Naturalmente te alejarás de tu cónyuge.
Por lo tanto, regresa al Señor y pídele Su ayuda. Renueva tu relación con Él y
comenzarán a fluir de nuevo el deseo, la fuerza y el amor que necesitas para comunicarte
con tu cónyuge. Cuando tengas una relación estable con el Señor, los cambios que deseas
se manifestarán.
2. Admite tus faltas. Esto requerirá una sinceridad despiadada en tu propio corazón.
Ahora tómate un momento y reflexiona sobre tus actitudes, tus palabras y tus acciones.

171
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

¿En qué aspecto de la comunicación con tu pareja estás fallando? Primero tienes que
admitir personalmente tus faltas si deseas ver algún cambio. Recuerda, no le atribuyas la
culpa a nadie al pensar: Yo no me enfurecería si él no fuera tan perezoso e indiferente;
o yo no mentiría tanto si ella dejara de investigar todos mis comentarios.
Acepta la responsabilidad de tus acciones y de tus faltas.
Luego, acércate a tu cónyuge, admítele tus faltas y pídele perdón. Dile que
realmente quieres cambiar en estas áreas. Tu pareja probablemente se sorprenderá cuando
le confieses tus faltas sin verte obligado a hacerlo. Al dar este paso, tu aptitud para
comunicarte progresará enormemente. Admitir y reconciliar tus faltas con tu cónyuge es un
gran adelanto. Pídele a tu pareja que ore por ti y contigo para que Dios te ayude a cambiar
en todo aspecto. El desarrollar la comunicación con tu pareja es una obra de amor que
requiere un esfuerzo diario.
3. Abandona las excusas. Existen muchísimas excusas que las personas usan para
no establecer una comunicación con su cónyuge. Yo creo haberlas escuchado todas.
Si una persona se niega a reconocer estas excusas, será imposible abandonarlas y la
comunicación en la relación no mejorará. Algunas de las excusas son similares a esta:
“No sé cómo comunicarme con los demás porque durante mi niñez nunca tuve un modelo
de conducta” o “Mi padre (o madre) era muy grosero de palabra, por eso me incomoda
hablar con alguien” o “no sé cómo comunicarme con los demás; nunca aprendí a hacerlo”.
¿Son válidos estos pretextos? ¡Por supuesto que no! Puede que pienses: Vaya, eso
me parece bastante severo. Debe haber algunas circunstancias atenuantes que liberen a la
persona de la obligación de comunicarse. Te daré un ejemplo de las Escrituras para explicar
por qué opino que no hay excusa válida. Recordarás que Moisés le dio a Dios la excusa de
un defecto en el habla como la razón por la que él no podía hablarle a Faraón y a los hijos
de Israel: “¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra… porque soy tardo en el habla
y torpe de lengua” (Ex. 4:10). A mí me pareció una buena excusa pero, ¿la aceptó Dios?
¡De ninguna manera! Él respondió con un mandato y luego con una promesa para animar a
Moisés a obedecer: “ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”
(v.12). Dios rechazó el “sí, pero”, y simplemente dijo: “Ve”. La promesa se encuentra en la
segunda parte de la oración y es muy valiosa para todo aquel que batalla con su aptitud
para la comunicación: “yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”.
¿Cumplió Dios esta promesa que le hizo a Moisés? ¡Seguro que sí! (Sin embargo, el Señor
permitió que Aaron le ayudara a Moisés cuando comenzó el ministerio del pueblo de Dios).
Al leer un poco más en el texto, notarás que Moisés termina siendo el único que se
comunica con los hijos de Israel y Aaron no vuelve a hablar por él (Ex. 35:4). Deuteronomio
comienza así: “Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel…” (Dt. 1:1).
La segunda vez que se dio la Ley, fue Moisés quien habló y no Aaron.
Claramente, Dios sabía que lo que parecía ser un buen pretexto, el problema físico
en el habla, era algo que Moisés podía superar, y debía hacerlo. Aaron fue sólo una
indulgencia temporal que Dios le concedió para motivar a Moisés a comunicarse.
Dios sabía que si Moisés simplemente elegía ser obediente, él aprendería a comunicarse
eficazmente. Obviamente, cuando leemos los libros que documentan sus palabras dirigidas
al pueblo, podemos apreciar que Moisés aprendió a comunicarse muy bien.
Por consiguiente, Dios puede superar cualquier problema que tengas en la
comunicación si le obedeces. Eso quiere decir que debes desistir de todas tus excusas y
orar para que Dios controle tu boca. Si tú eres el que batalla con la comunicación, comienza
hoy a pedirle a Dios que te demuestre qué debes comunicar, y cómo debes comunicárselo
a tu ser querido.

172
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

4. Compartan tiempo juntos. Cuando hayas tratado las flaquezas en tu actitud,


tus palabras ofensivas, tu conducta inapropiada; y hayas abandonado tus excusas y pedido
la fuerza y ayuda de Dios, podrás entonces buscar la oportunidad de comunicarte con tu
pareja. ¿Buscas tiempo para comunicarte con tu cónyuge? Lo hacías antes de casados.
Aprovechabas toda oportunidad para hablarle por teléfono. Salían juntos y platicaban por
horas. ¿Recuerdas lo romántico y divertido que era platicar con ella? Esto es lo que debe
suceder de nuevo. ¿Cómo?
Necesitas comenzar a salir regularmente con tu pareja. ¿Por qué no hablas con ella
y haces los arreglos hoy mismo? Luego, mañana, haz un esfuerzo especial para llamarla
sólo para decirle, “te amo”. Platica con tu esposa acerca de tu cita y de lo ansioso que estás
por compartir un tiempo juntos. Después de la cena, apaga el televisor y siéntate con tu
pareja a charlar acerca del día. Salgan a pasear en bicicleta o a caminar juntos.
El no buscar tiempo para estar juntos es una de las razones fundamentales por la que se
distancian las parejas. Le das prioridad a otras cosas y lentamente y sin percibirlo,
la distancia entre ustedes se agranda. Este alejamiento se puede detener, pero tienes que
montar guardia y darle la más alta prioridad al tiempo que pasan juntos.
Salomón y su esposa captaron la idea. Salomón le pidió a su esposa: “Levántate, oh
amiga mía, hermosa mía, y ven… Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; Porque dulce es la
voz tuya, y hermoso tu aspecto” (Cnt. 2:10,14). ¿Quieres tener el tipo de romance que
Salomón y su esposa tenían? Entonces sigue los mismos pasos que ellos siguieron y
cultivarás una comunicación verdadera. ¿Te parece dulce la voz de tu cónyuge?
Lo puede ser, si haces el mismo esfuerzo que hiciste antes de casarte.
¡Tu pareja se merece tu tiempo y tu esfuerzo!
5. Aliento y elogios. Si deseas establecer una buena comunicación con tu pareja,
haz lo siguiente: cuando estén juntos, elógialo. Si alientas la conducta piadosa, cariñosa y
responsable, edificarás a tu pareja y fomentarás la comunicación en general.
Las Escrituras nos dicen que debemos exhortarnos los unos a los otros cada día
(He. 3:13), y usar palabras edificantes (Ef. 4:29). Salomón declaró que: “La mujer que teme
a Jehová, ésa será alabada” (Pr. 31:30). Esto por supuesto, también incluye a los hombres.
Todos necesitamos reconocimiento y aprecio. Pero la cuestión es, ¿haces tú eso? Algún día
Jesucristo te dirá a ti: “Bien, buen siervo y fiel” (Mt. 25:21). Si Jesús considera esas palabras
importantes, ¿no deberías hacer lo mismo tú?
¿Con qué frecuencia usas palabras alentadoras o dices “bien hecho”? Todos los
días debe haber algo que tu cónyuge hace bien, algo que demuestre responsabilidad o
cariño. Busca esas cosas y dile a tu cónyuge que las aprecias. Si las palabras pesadas o
punzantes destruyen la comunicación, imagínate lo que harán los elogios y el aprecio.
Busca tiempo para platicar y estar juntos. Debes usar palabras amables y alentadoras en
lugar de pesadas y punzantes. Eso cultivará tu comunicación más de lo que te imaginas.
Recuerda: “Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia…” (Ec. 10:12).
Por lo tanto, debes ser sabio. ¡Ve, elogia y alienta a tu ser querido hoy mismo!
6. Usa a Cristo como ejemplo. Tal como lo dije anteriormente, Jesús es nuestro
ejemplo de todo lo que debemos hacer y decir. Él es el Verbo de Dios (Jn. 1:1) que fue
enviado para comunicarse con el hombre. Él era Dios mismo en carne y hueso; un hombre
verdadero en todo aspecto, con todas las mismas tentaciones y aflicciones que tú y yo
enfrentamos día tras día. Él nos reveló el ejemplo perfecto del diseño original de un ser
humano. Una parte muy importante de este ejemplo es que Él fue un gran comunicador.
Si Dios quiere que tú te: “conformes a la imagen de Su Hijo” (Ro. 8:29), entonces es lógico
que Él te quiera transformar en un buen comunicador.

173
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

Exactamente, ¿qué tipo de comunicador quiere Dios que seas tú? ¿Qué harás y
cómo actuarás? Encontrarás la respuesta al observar a Jesucristo, tu modelo de conducta.
Reflexiona sobre Su ejemplo mientras le pides a Dios un cambio en tu propia vida. Jesús
era un hombre cuya actitud comunicaba que Él era accesible. Los niños se sentían muy
cómodos en Sus brazos, y los padres confiados 15). Jesús comunicaba Su humildad y
accesibilidad en todo lo que hacía y decía. Él dijo: “soy manso y humilde de corazón...”
(Mt. 11:29). Esta actitud es lo que lo hacía accesible.
Cristo también enseñó que esta humildad era esencial para todo aquel que deseaba
ser Su discípulo. En Mateo 18:2-4 se documenta: “llamando Jesús a un niño, lo puso en
medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es
el mayor en el reino de los cielos”. Es importante observar que cuando Jesús llamó al niño,
éste llegó voluntariamente. ¿Por qué? Por Su accesibilidad. Luego, Él exhortó a Sus
discípulos a tener una actitud humilde, como la de ese niño. ¿Es eso lo que tú le comunicas
a los demás? Cuando tu cónyuge se te acerca para platicar, ¿percibe esa humildad y
mansedumbre en ti?
Jesús no tenía ningún problema al expresar su amor oralmente. Él nos dio un
mandamiento nuevo: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado...” (Jn. 13:34).
Ahora, en el capítulo anterior mencioné este punto brevemente, pero es importante
recalcarlo de nuevo en nuestro contexto. Si Jesús es tu ejemplo de cómo y qué debes
comunicar con tu conducta, debes seguirlo con empeño. Me he dado cuenta de que los
hombres, en particular, creen que no es varonil decirles a los demás “te amo”. El decirle a
otros hombres que los amas, como lo hizo Jesús, es muy incómodo y muchos lo consideran
una flaqueza o una tendencia afeminada. Esto simplemente no es así. Si tú piensas eso,
entonces has de pensar que Jesús era débil o afeminado, y eso seguro que no es cierto.
Cuando observas la relación romántica documentada en el Cantar de los Cantares,
verás la mutua expresión oral de amor entre Salomón y su esposa. Él le dijo a ella: “He aquí
que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella” (Cnt. 1:15). De la misma manera, ella
le respondió diciéndole lo mucho que la atraía: “He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y
dulce” (Cnt. 1:16). Dos personas que se aman deben expresarse este tipo de tierno
intercambio. Hablaremos más a fondo sobre este tema en el siguiente capítulo:
Estableciendo el Romanticismo.
Jesús no se avergonzaba de exteriorizar sus emociones para comunicar lo que
opinaba de alguna situación. Él lloró abiertamente en más de una ocasión sin considerar
que alguien lo podría tomar por débil; lloró en la tumba de Lázaro (Jn. 11:35). Cuando Cristo
se detuvo a contemplar la ciudad de Jerusalén sabiendo la devastación que esta padecería,
lloró una vez más (Lc. 19:41). Él también demostró Su ira y la desaprobación de aquellos
que intentaban atraparlo con Sus propias palabras. En otra ocasión, los fariseos lo
observaron cuidadosamente para ver si rompía la tradición y sanaba a un hombre en el día
de reposo. Él miró a Su “alrededor con enojo” (Mr. 3:5). Cristo nunca tuvo temor de
enfrentarse a alguien y decirle la verdad, así como lo hizo con los hipócritas religiosos en
Mateo 23. Cada vez que Jesús se enfadaba y le hablaba a la multitud, siempre lo hacía con
mesura, nunca enfurecido. Él es nuestro ejemplo.
Algunos de ustedes se estarán preguntando por qué mencioné esto de reprender a
otros cuando estás enfadado. Puede que piensen: ¡Yo seguro que no necesito que me
animen a hacer eso! Pero es importante reconocer que algunas personas sí necesitan que
las animen. Éstas reprimen sus emociones y creen que no es espiritual manifestarlas.
Las que se adhieren a esto están permitiendo que sus emociones hiervan por dentro y las

174
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

carcoman sin decir ni una palabra. Esa reacción no es bíblica y no es cristiana. El enojo no
desaparece al remeterlo; más bien te lleva al siguiente paso… la amargura. Los conflictos y
el enojo se deben resolver si tu matrimonio se ha de convertir en la unión que Dios diseñó,
una unión de compañerismo.
¿Estás siguiendo el ejemplo de Cristo? ¿Tienes la actitud tierna y humilde de Cristo
que invita a tu pareja a conversar contigo? ¿Le puedes expresar tu amor a tu cónyuge de
una manera genuina y calurosa? ¿Puedes expresar tus emociones abierta y
mesuradamente? Si quieres crecer en tu aptitud para la comunicación, debes seguir el
ejemplo de Cristo.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 16


La comunicación es una de las aptitudes básicas necesarias para mantener
cualquier relación humana, en particular, en el matrimonio. Cuando encuentras un
matrimonio feliz, siempre hallarás a dos personas que saben cómo comunicarse.
Igualmente, cuando encuentras un matrimonio fracasado, una de las causas siempre será el
desmoronamiento de la comunicación. Por lo tanto, es esencial que aprendas a comunicarte
mejor.

A. Primero, lee los siguientes problemas y los versículos que les siguen. Luego, para
identificar las áreas problemáticas califícate marcando al lado de cada pregunta una “F”
para frecuentemente, una “A” para a veces y una “R” para rara vez.

1. Tu actitud Tu actitud es esencial para comunicarte eficazmente y es la base de lo


que dices y haces. Si no tienes la actitud adecuada, tu cónyuge siempre
malentenderá tus palabras. Podrías tener toda la razón en lo que dices, pero
muchas veces es tu manera de decirlo que causa la mala reacción de tu pareja.
__ ¿Le hablas a tu cónyuge de una manera arrogante o degradante (Pr. 14:3)
(Pr. 8:13) (Pr. 25:15)?
__ ¿Demuestras amargura o resentimiento en tu tono de voz (Hch. 8:23)?
__ ¿Demuestras indiferencia o no le das importancia a los asuntos que tu cónyuge
quiere platicar contigo (Mt. 22:5)?
__ ¿Haces pedidos de una manera autoritaria (Pr. 25:15)?
__ ¿Le faltas el respeto a tu pareja o no le demuestras cortesía cuando le
contestas (Ef. 5:33) (1 P.3:7)?

2. Tus palabras Después de examinar tu actitud y tu manera de hablar, considera lo


que dices. Tus palabras fortalecerán o destruirán a tu pareja.
__ ¿Hieres a tu pareja con palabras cortantes (Pr. 15:1) (Sal. 52:2)?
__ ¿Dices mentiras o usas palabras deshonestas al discutir (Sal. 120:2) (Ef. 4:25)?
__ ¿Usas palabras cargadas de odio cuando no estás de acuerdo (Sal. 109:3)?
__ ¿Usas halagos para conseguir lo que quieres (Pr. 2:16)?
__ ¿Maldices o usas palabras groseras cuando te enojas (Col. 3:8) (Ef. 4:29,31)?
__ ¿Exageras al usar las palabras “tú siempre” o “tú nunca” para explicar lo que
estás tratando de decir (Ef. 4:15) (Ef. 4:25)?
__ ¿Criticas a tu cónyuge y te burlas de él para callarlo (Lc. 6:37)?
__ ¿Usas el silencio para castigar o manipular a tu pareja (Hch. 7:57)?

175
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

3. Tus acciones Las acciones que se demuestran cuando se comunican, mejorarán o


impedirán su aptitud para comunicarse eficazmente. Considera las siguientes
acciones.
__ ¿Tuerces las palabras de tu pareja para confundirla cuando sabes que ha dicho
la verdad pero tú no lo quieres admitir (Sal. 56:5)?
__ ¿Atacas y menosprecias a tu cónyuge cuando pelean (Pr. 12:18)?
__ ¿Te niegas a platicar cuando surge un conflicto (Mt. 5:25)?
__ ¿Interrumpes a tu pareja o terminas sus oraciones (Pr. 18:13)?
__ ¿Repites lo mismo una y otra vez para imponer tus opiniones y tu punto de vista
(Mt. 6:7)?
__ ¿Dominas la conversación con palabrería para tratar de reprimir el punto de
vista de tu cónyuge (Mt. 6:7)?
__ ¿Le señalas a tu pareja sus faltas antes de confesar las tuyas (Mt. 7:5)?
__ Cuando salen a relucir tus faltas, ¿le echas la culpa a los demás o a las
circunstancias (Gn. 3:9-13)?
__ ¿Has descuidado la comunicación con tu cónyuge (Cnt. 2:10-14)?
__ ¿Sacas las faltas anteriores de tu pareja para ganar una pelea (Fil. 3:13)
(He. 8:12)?
__ ¿Explotas de furia para manipular y controlar la conversación (Pr. 16:32)?
__ ¿Te niegas a escuchar por la furia que guardas en tu corazón (Stg. 1:19-20)?
__ ¿Te niegas a escuchar por tu orgullo empecinado (Hch. 15:36-39)?
__ ¿Enojas a tu pareja para luego acusarlo de su falta de autocontrol (Pr. 20:2)?

B. Pasos para resolver los problemas en la comunicación.


1. En orden de severidad, anoten sus problemas de comunicación. (Para ayudarte a
identificar las áreas problemáticas, consulta las secciones sobre tu actitud, tus
palabras y tus acciones).
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2. ____________________________________________________
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3. ____________________________________________________
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4. ____________________________________________________
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5. ____________________________________________________
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6. ____________________________________________________
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2. Ahora que has identificado estos problemas en tu comunicación, escribe algunas


maneras prácticas de cómo puedes implementar cambios concretos.
1. ____________________________________________________
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2. ____________________________________________________
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3. ____________________________________________________
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176
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN

4. ____________________________________________________
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5. ____________________________________________________
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6. ____________________________________________________
____________________________________________________

3. Pídele perdón a tu pareja por cada una de tus faltas y tus fracasos.

C. Escribe las formas de comunicación no verbales que se encuentran en las páginas 164.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

D. De estas formas de comunicación no verbales, ¿cuáles necesitas practicar más?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

E. Anota los niveles de la comunicación verbal que se encuentran en las páginas 165-166.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________

F. Escribe lo que puedes hacer para alcanzar un nivel de comunicación más íntimo.
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3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. ¿Qué actitud o conducta te mantiene a ti y a tu cónyuge en un nivel de comunicación
superficial? ¿Qué asuntos necesitas resolver en tu vida personal?
2. ¿Qué métodos positivos han encontrado para evitar los obstáculos en la comunicación
mencionados en este capítulo?

177
17
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
“Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía;
Has apresado mi corazón con uno de tus ojos…” Cnt. 4:9

T
odo matrimonio comienza con cierta atracción romántica. Algunas parejas empiezan
despacio en su relación y el romance se intensifica al acercarse el día de la boda.
Otras tienen una explosión de emociones con una atracción instantánea que los
impulsa a una boda precipitada simplemente porque no pueden vivir separados. Ese es el
poder del romanticismo.
¿El romance continúa o se apaga lentamente con los años? ¿Se intensifica o es sólo
una emoción necesaria para llevarte al matrimonio? ¿Es necesario el romance para tener
un matrimonio feliz, o es posible vivir como compañeros? Si el romance se apagó,
¿se puede reavivar?
Yo creo que las Escrituras contestan cada una de estas preguntas. La mayoría de
ellas es fácil y simple de contestar al estudiar el libro más romántico de la Biblia, el Cantar
de los Cantares.

¿QUÉ ES EL ROMANTICISMO?
Una de las preguntas más importantes que tenemos que contestar es, ¿qué es el
romanticismo exactamente? Es esencial que definamos nuestros términos para determinar
si necesitamos ese romanticismo y cómo lo podemos obtener. Por consiguiente, definamos
la palabra romance conforme al mejor libro de consulta disponible, la Biblia. Tal como
mencioné anteriormente, en el Cantar de los Cantares Salomón y su esposa nos dejaron un
excelente ejemplo del romance.
Al leer el intercambio entre este hombre y su mujer, es obvio que un romance
primeramente se debe definir como un amor emocionante y embriagante. Salomón reveló
esto cuando dijo de su esposa: “Has cautivado mi corazón, hermana mía, esposa mía;
Has cautivado mi corazón con una sola mirada de tus ojos…” (Cnt. 4:9 LBLA). Él también
dijo ser cautivo de ella (7:5 LBLA). La palabra “cautivado” significa “ejercer irresistible
influencia en el ánimo”. Salomón quedaba cautivo con tan sólo una mirada de ella,
saboreando el romanticismo de la comunicación no verbal. Además, su esposa estaba igual
de cautivada por él. Ella declara: “¡Que me bese con los besos de su boca! Porque mejores
son tus amores que el vino... se estremecieron por él mis entrañas... A su sombra
placentera me he sentado” (1:2; 5:4; 2:3 LBLA). También agregó: “fuerte es como la muerte
el amor... Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar
el amor...” (8:6,7 RV). Esta mujer Sulamita comparó su amor con el efecto alegre que causa
el vino, sólo que mejor. Ella describió su amor como un ansia por estar con él; y al estar a
su lado sentía un gran placer. Su amor romántico era más que sólo un sentimiento.
Era más profundo que el placer. Era una llama y una pasión tan fuerte como la muerte.
Sus exclamaciones revelan el poder y la fuerza que el amor romántico produce.
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

La fuerza de esta pasión hace que el romance sea muy importante en el matrimonio.
El romance le da fuerza a tu relación, crea un lazo que los une hasta la muerte.
Es una fuerte atracción y deseo de estar con tu ser querido. Te deleitas con simplemente
estar sentado al lado de tu amada. Te encuentras fascinado y encaprichado con tu cónyuge.
Es una atracción emocional, intelectual y sexual hacia tu pareja; y sí necesitas esa fuerza
apasionada en tu matrimonio.

LA NECESIDAD DEL ROMANTICISMO


La necesidad del romanticismo en el matrimonio es evidente cuando escucho a las
parejas derramar sus corazones en mi consultorio. Tanto los hombres como las mujeres me
hacen la misma pregunta una y otra vez: “¿cómo podemos recuperar el amor y la intimidad
de recién casados?” Las parejas reconocen que algo les hace falta por la distancia que
perciben entre ellos. Si el romance fuera algo innecesario en la relación matrimonial,
entonces, ¿por qué hay tantas personas que añoran esa experiencia con su pareja?
A pesar de ese razonamiento, algunos conferenciantes cristianos descartan la importancia
del romanticismo en el matrimonio. Esta perspectiva es el resultado de una falta de
conocimiento de las Escrituras y lo que éstas revelan en el Cantar de los Cantares.
Otra clara indicación de que nuestra sociedad ansía el romanticismo es el gran
número de ventas de novelas románticas. Una conocida editorial de novelas románticas
anunció que en 1991 se vendieron más de doscientos millones de libros. ¡Y eso es sólo una
editorial! Cito este ejemplo no porque apruebo el contenido de muchos de estos libros,
ya que no cultivan valores bíblicos, sino para demostrar lo sedienta que está nuestra cultura
actual. Las muchas novelas cristianas románticas indican que el corazón de un creyente
también anhela el romance.

¿DÓNDE COMIENZA EL ROMANCE?


Una vez más, la respuesta se encuentra en el Cantar de los Cantares. En el quinto
capítulo, la novia Sulamita declara la atracción que siente por Salomón. Ella describe con
lujo de detalle lo bello que es el cabello negro de él, lo fuerte y musculosas que son sus
manos y piernas, y otros rasgos atractivos. Sin embargo, su atracción romántica no está
limitada a su apariencia física. Ella concluye su descripción con el aspecto más importante y
más valioso de su relación cuando dice: “Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable.
Tal es mi amado, tal es mi amigo…” (Cnt. 5:10-16).
Es importante observar que la Biblia relaciona la amistad con el romance
matrimonial. La amistad da lugar al romance. ¿No fue así como comenzó tu matrimonio?
Conociste a tu cónyuge, disfrutaste de su compañía y así nació una amistad.
Al pasar tiempo juntos, la amistad se convirtió en una relación que floreció. La atracción y la
amistad se intensificaron y dieron lugar al amor y al romance. Este romance finalmente los
llevó al matrimonio.
Sin embargo, después de casados la mayoría de las parejas no continúa haciendo
las cosas que iniciaron la amistad. Empiezan a dar por sentada su amistad y la relación
pierde su vigor y entusiasmo. Esto es lo que ocurrió en la mayoría de los matrimonios que
he asesorado en los últimos treinta y ocho años de mi ministerio.
Para despertar el romanticismo tienes que comenzar con la amistad. La amistad es
el terreno sobre el cual se cultiva el romance. Si te dedicas a renovar la amistad,
reanudarás el lazo de amor y renacerá el romance que tu matrimonio carece.
¿Cómo se establece una amistad? Veamos algunos de los elementos clave.

179
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

1. Debes ser su amigo. La sabiduría de Salomón se manifiesta en el simple consejo


de la amistad: “En todo tiempo ama el amigo” (Pr. 17:17). El amor es más que un
sentimiento o una emoción; es tu conducta, una entrega total. El amor siempre es amigable
con los demás. Por lo tanto, el amor práctico establece y mantiene la verdadera amistad.
¿Le demuestras este aspecto fiel de la amistad a tu cónyuge? o ¿eres independiente,
resentido y criticón? Tu comportamiento hacia tu pareja influye su reacción. La Biblia
declara: “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gá. 6:7). Por consiguiente,
primero debes considerar tus propias acciones para determinar si eres un buen amigo.
Jesús enseñó este principio recíproco cuando dijo: “las cosas que queráis que los hombres
hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos…” (Mt. 7:12). Cristo fue el
ejemplo perfecto cuando inició la amistad y la reconciliación entre Dios y la humanidad.
El problema es que muchas parejas dan indicios de que realmente no desean esa
amistad. A menudo escucho comentarios como el siguiente: “Mi esposo nunca le hablaría a
sus compañeros de trabajo como me habla a mí. Ellos no se lo soportarían. ¿Por qué
piensa él que me puede tratar de esa forma?” Esta es una buena pregunta. La verdad es
que si tratáramos a nuestros compañeros de trabajo como tratamos a nuestro cónyuge,
no tendríamos muchos amigos. En realidad, ¿no deberías tratar a tu cónyuge mejor que a
tus amigos? Si tu pareja tiene prioridad absoluta en tu vida, debes actuar en consecuencia.
Por lo tanto, no esperes hasta que tu cónyuge actúe amistosamente; da tú el primer
paso. Debes hacer todo lo que las Escrituras y los buenos modales requieren, y debes ser
amigable. Este es el primer paso hacia la amistad. Cuando lo des, estoy seguro de que
recibirás una grata sorpresa.
2. Los amigos siempre intentan resolver los conflictos. La Biblia declara que en un
tiempo tú fuiste enemigo de Dios, pero Él: “ahora os ha reconciliado” (Col. 1:21). Esta obra
se llevó a cabo porque Jesús quería tener una relación contigo. Él declaró: “Nadie tiene
mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:13). Su muerte en la
cruz fue la demostración suprema del amor de Dios y Su ofrecimiento de amistad.
¡Él quería reconciliarse contigo! Y Su vida también confirmó ese hecho. La multitud
reconoció que Él era: “amigo de publicanos y de pecadores” (Mt. 11:19). Jesús era amigable
con aquellos que los fariseos despreciaban para intentar reconciliarse con los que se habían
alejado de Él. Así vivía Su vida.
Para poder ser amigo de tu compañera matrimonial, así debes vivir tu vida.
Cuando se distancian, deben continuamente buscar la reconciliación. El momento en que
comiences a guardar resentimiento y amargura en tu corazón, la amistad y la intimidad
desaparecerán. Esto ocurre en todas las amistades. No puedes ser amigo de alguien y
guardarle rencor a la vez porque el resentimiento destruye la relación. La amistad no
continuará y no crecerá a menos que se resuelva el conflicto.
Pablo exhortó a los cristianos a que mantuvieran una cuenta breve de los conflictos
que surgían entre ellos. Él dijo: “no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Ef. 4:26).
No obstante, eso es lo que comúnmente ocurre en el matrimonio. Las parejas se acuestan
enfadadas y se despiertan igual de disgustadas. Perciben la distancia entre ellos, pero en
unos cuantos días se les olvida. Sin embargo, por debajo de la superficie el problema
todavía existe. Los conflictos continúan sin resolverse, la distancia aumenta y la amistad se
rompe.
Sí, algunos conflictos son difíciles de resolver, pero sí es posible hacerlo. Regresa y
lee los capítulos que ayudan a resolver los conflictos y procura resolver los que tienes
pendientes. Examina tu propio corazón para determinar qué áreas requieren más cambios.

180
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

Si quieres despertar la amistad y el romanticismo, tienes que resolver los conflictos de una
vez por todas.
3. La amistad respeta los pedidos. Para entender este principio, permíteme usar una
analogía. Si un amigo continuamente te pide que le ayudes a reparar su portón y siempre te
niegas, ¿no crees que eso causaría cierta tirantez en la relación? Si le pides a tu amigo que
no fume cigarrillos en tu auto, y él continúa haciéndolo, ¿afectaría eso la relación? Seguro
que sí. ¿Por qué? Porque tú naturalmente supones que esta persona que dijo ser tu amigo
no se interesa por ti como alegó anteriormente. Esa es la verdadera amistad. Tú escuchas
los pedidos de tus amigos y los respetas por honor a la amistad.
Jesús enseñó este principio sobre la amistad cuando dijo: “Vosotros sois mis
amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14). Reconozco que nuestra amistad con
Cristo está en un nivel mucho más elevado que cualquier otra relación humana porque se
nos ha llamado a obedecerle en todo. Sin embargo, si desobedecemos a Cristo, Él dudará
de la sinceridad de nuestra profesión de amor y fe. Nuestra obediencia confirma nuestro
amor. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15).
El concepto básico es el mismo con respecto a nuestras amistades. Si amas a tu
amigo, harás todo lo posible por no ofenderlo o la amistad no durará mucho tiempo.
A diferencia de nuestra amistad con Cristo, a tu cónyuge no le debes la obediencia absoluta.
Sin embargo, más vale que respetes sus pedidos o la amistad entre ustedes morirá.
4. La amistad implica comunicación diaria. Aunque acabamos de contemplar la
comunicación en el capítulo anterior, estudiemos este tema más detalladamente en relación
con la amistad.
Los buenos amigos platican mucho. Tu mejor amigo es la persona con quién más
platicas. Este es el fruto natural de la amistad porque a los amigos les agrada estar juntos y
compartir todos los sucesos; se ríen y lloran juntos, y se consuelan mutuamente.
La amistad te da la oportunidad de abrirle tu corazón a tu amigo y de que él te abra el suyo.
Así es como Jesús describió la amistad: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe
lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os las he dado a conocer” (Jn. 15:15).
Jesús explicó que Su relación con los discípulos era más estrecha que la relación
entre un amo y su esclavo. Sí, somos sus siervos, sin embargo, también somos Sus amigos
porque Él nos ha “dado a conocer todas las cosas”. Todo lo que Él escuchó de Su Padre
nos lo ha comunicado a nosotros. En otras palabras, de acuerdo con Jesús, un amigo
verdadero es alguien a quien le puedes abrir tu corazón. Entre más platicas con una
persona, más se estrecha la amistad.
Lo contrario también es cierto. Si platicas muy poco con un amigo, naturalmente te
distanciarás de él. Piensa en los amigos que tuviste en el pasado y que se mudaron.
Si no te mantienes en contacto con ellos, ¿qué pasa? La distancia en kilómetros termina
causando una distancia en tu relación. Sin embargo, si te esfuerzas por escribir y llamar a tu
amigo con regularidad, la relación continúa.
Algunos me han dicho: “Sí Steve, mi esposa me cuenta todo; todo lo que hago mal.
Sí nos comunicamos, pero la comunicación siempre es negativa”. Cuando me hacen ese
comentario les recuerdo que Jesús también nos dice las cosas que hacemos mal en
nuestras vidas. La única diferencia es que lo hace con amor. Él dice la verdad en amor y tú
debes hacer lo mismo (Ef. 4:15). Pero recuerda, la verdad también reconoce la conducta
buena y provechosa.
El poder platicar con amor sobre los problemas que tienen es esencial para la
amistad. Los amigos deben hablar respetuosamente de sus conflictos y los deben resolver.

181
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

Cuando dos personas resuelven sus conflictos, su amistad se estrecha. Salomón dijo:
“Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama;
Pero importunos los besos del que aborrece” (Pr. 27:5-6). Un buen amigo a veces te
reprenderá y corregirá porque es tu amigo y no quiere que sufras. Si él percibe que estás a
punto de hacer algo que te puede lastimar, tratará de impedirlo por el cariño que siente por
ti. A veces eso causa dolor, pero es porque tu amigo te es fiel. Alguna vez te ha preguntado
algún amigo, “¿por qué no me dijiste ni me advertiste de esto?” Si te interesas por ellos,
tus amigos confían en que los reprenderás.
Una amistad significa que tienen la libertad de hablar de cualquier cosa,
ya sea buena o mala, y de animarse o reprenderse mutuamente según sea necesario.
Tienes que madurar en tu aptitud para decir la verdad en amor, y para resolver los conflictos
que surjan como resultado. Así es como crece la verdadera amistad.
5. Un amigo no intenta controlar todos los detalles de tu vida. Puede que estés
pensando, aquí es donde se desmorona tu comparación entre la amistad con Jesús y la
amistad con mi cónyuge. ¡Seguro que no! Sí, Jesús quiere rehacer tu vida cuando en ella
reinan el pecado y la inmoralidad, pero Él no intenta cambiar cuestiones que no afectan la
moral. Él deja que tú tomes esa decisión. El mejor ejemplo de esta libertad se manifiesta en
el libro de Romanos. Dios inspiró al apóstol Pablo para que documentara que cada individuo
debe decidir por sí mismo las cuestiones que no afectan la moral. Cuestiones como,
¿qué día se debe adorar? o ¿si deben comer carne o sólo legumbres? Él explicó que, si
Dios no dio un decreto para regir estas cosas, nadie más debe hacerlo; y agregó:
“Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Ro. 14:5).
Tu relación matrimonial conlleva una multitud de cuestiones que no afectan la moral
y que debes resolver todos los días. Es muy probable que las diferencias con tu pareja
sobre tus preferencias y aversiones personales causen ciertos conflictos. Los problemas
surgen cuando egoístamente quieres que tu cónyuge se conforme a tu propia imagen o lo
presionas para que haga todo a tu manera. Esta expectativa no es realista y destruirá tu
amistad.
Considera por un momento tu relación con tu mejor amigo (aparte de tu cónyuge).
¿Entrarías en el auto de tu amigo y comenzarías a decirle qué ruta debe tomar para llegar a
su destino? ¿Comentarías sobre su forma extraña de vestir, o le reprenderías por su
peinado? ¡Nunca! Si lo hicieras, dejarían de ser amigos por mucho tiempo.
Jamás intentarías cambiar cada detalle de la vida de tu amigo. Tú aceptas esos detalles
porque reconoces que esas decisiones son personales y no te corresponde a ti controlarlas.
Además, todos somos seres diferentes y el mundo sería muy aburrido si todos fuéramos
iguales.
¿Y entonces, por qué no aceptas las decisiones personales de tu cónyuge?
¿Es ella una amiga inferior? Me sorprende cómo le mostramos respeto, cortesía y
aceptación a nuestros amigos, vecinos y compañeros de trabajo, y luego vamos a casa y
actuamos totalmente diferente. ¿Por qué? Simplemente por nuestro egoísmo.
No digo que no intentes llegar a un acuerdo sobre las cuestiones que no afectan la
moral, especialmente si hay algo que ofende a tu cónyuge. Llegará el momento en que
tendrán que aceptar las diferencias que existen entre ustedes. Tu pareja jamás será igual
que tú, ni le gustará todo lo que te gusta a ti. Tu ser querido nunca actuará igual que tú,
y es poco realista esperar que lo haga.

182
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

¿CÓMO DESPERTAR EL ROMANCE?


Cuando hayas reanudado la amistad con tu cónyuge, el terreno estará propicio para
cultivar el romance. Veamos algunas claves que te permitirán desarrollar la intimidad del
romance en tu matrimonio.
1. El romance florece cuando pasan tiempo juntos. Todos los conceptos que inspiran
la amistad requieren que pasen tiempo juntos. No hay nada que sustituya esta actividad.
Los amigos siempre pasan mucho tiempo juntos. Así es como comienzan la mayoría de las
relaciones y es el motivo por el cual las personas se enamoran y se casan; ya que la
amistad se convierte naturalmente en un romance.
Al leer el Cantar de los Cantares, es muy obvio que existe un apasionado romance
entre el esposo y su esposa. También tenían una estrecha amistad como expliqué
anteriormente. Es evidente que un ingrediente clave en su amistad y romance es que
pasaban mucho tiempo juntos: “Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía,
hermosa mía, y ven… Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz… Lo busqué… Lo llamé…Ven,
oh amado mío, salgamos al campo, Moremos en las aldeas” (Cnt. 2:10,14; 5:6; 7:11).
¿De qué manera le das prioridad al tiempo que ustedes pasan juntos? Observa que
no pregunté, ¿cuándo le quieres dar prioridad? ¿Cómo le puedes dar prioridad hoy mismo?
Todos tenemos excusas que aparentan ser buenas. “Este mes estoy muy atareado con el
trabajo y los niños, sería mejor el próximo mes” ¡No, no sería mejor! Si hoy no le das
prioridad al tiempo que pasan juntos, nunca lo harás. Nunca te alcanzarán las horas del día
para hacer todo lo que tienes que hacer, y si no buscas un tiempo para tu pareja,
la excluirás. Te sugiero que hoy le digas a tu cónyuge, “Ven conmigo a caminar por el parque
o ven conmigo a almorzar o cenar o ven conmigo y sentémonos en la veranda a platicar”.
¿Todavía buscas tiempo para salir juntos? ¿Te agrada escuchar la voz de tu pareja?
Si quieres más romanticismo en tu matrimonio, entonces compartan más tiempo juntos y
verás lo que sucede. Si no lo haces, ahogarás el romance en tu matrimonio.
2. El romance florece con las palabras que se dicen. Al leer el Cantar de los
Cantares es obvio que esta pareja platicaba mucho. Ellos constantemente intercambiaban
palabras tiernas y cariñosas que explicaban por qué estaban tan enamorados.
Tal como mencioné en el capítulo sobre la comunicación, las palabras pueden fortalecer a
tu pareja, o pueden herir, matar y destruir como una navaja de afeitar.
Observa las palabras que la Sulamita le dijo a su esposo: “He aquí que tú eres
hermoso, amado mío, y dulce… Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil”
(Cnt. 1:16:5:10). Salomón le contesto con estas palabras, “He aquí que tú eres hermosa,
amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas… Como el lirio entre los espinos,
Así es mi amiga entre las doncellas…Toda tú eres hermosa, amiga mía, Y en ti no hay
mancha… ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso!” (Cnt. 1:15; 2:2; 4:7; 7:6).
¿Acostumbras a decirle ese tipo de palabras a tu cónyuge todos los días? ¿Cuándo
fue la última vez que elogiaste a tu esposa por su belleza y por lo importante que es en tu
vida? ¿Cuándo fue la última vez que le mencionaste a tu esposo lo apuesto que es y cuanto
aprecias el hecho de que él sale a trabajar todos los días? Estas son palabras que se deben
intercambiar continuamente. Estas palabras son los cimientos del romance. Si recuerdas,
estas son las cosas que se decían cuando salían juntos antes de casarse. ¿Por qué no las
dicen más? O bien, no amas a tu cónyuge como antes o simplemente te has vuelto
perezoso y no expresas tu amor.
Si tus palabras conllevan críticas, enfado o sarcasmo, estás ahogando el romance
en tu matrimonio. Los conflictos que dan lugar a este tipo de palabras se deben resolver,
y así regresará el romance. Igualmente, si tú no respondes verbalmente o si eres indiferente

183
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

con tu cónyuge, también destruirás el romance. Si te preguntas por qué tu pareja no es


romántica, aquí tienes tres razones. Necesitas dedicar más tiempo a usar palabras que
fortalezcan en lugar de palabras que destruyan, y luego observa lo que sucede.
Te sorprenderá cómo estos problemas ordinarios impiden el romance.
Sigue el ejemplo que dan las Escrituras para cultivar el romance en el matrimonio.
Aplica este principio lo más pronto posible. Cuando se reúnen al final del día, pídele a tu
pareja que te acompañe y comiencen a platicar. O acércate, toma a tu esposa entre tus
brazos, mírala a los ojos y dile: “sólo quería decirte que te amo”. Este sería un buen
comienzo de una noche romántica. No te molestes si tu esposa no reacciona
inmediatamente. Si no actúas así regularmente, le llevará un tiempo a tu pareja responder
de la misma manera. Por tus acciones tu cónyuge probablemente pensará que simplemente
quieres relaciones sexuales. Tienes que comunicarle que lo que realmente quieres es estar
con ella para reanudar tu relación. Cuando tu esposa entienda que quieres su compañía
porque te interesas por ella, el romance en tu matrimonio florecerá.
3. El romance florece cuando actúas sin deliberación y por instinto. Si hay algo que
ahoga el romance en el matrimonio es la rutina porque destruye la magia del romance.
Es mucho más fácil tener costumbres seguras y predecibles que ser romántico. El romance
requiere creatividad para planear una grata sorpresa. En otras ocasiones requiere que
actúes por instinto… que ya entrada la noche se suban al auto y salgan a tomar un helado.
Al estudiar el matrimonio de Salomón y su esposa, no se detecta una rutina.
Él le trae regalos (1:11) y de repente la invita a caminar para apreciar la fragancia de las
flores primaverales (2:10-13). Igualmente, ella trata de intensificar la excitación sexual al
romper la rutina: “Ven, oh amado mío, salgamos al campo, Moremos en las aldeas.
Levantémonos de mañana a las viñas; Veamos si brotan las vides, si están en cierne,
Si han florecido los granados; Allí te daré mis amores” (7:11-12).
Cuán interesantes, espontáneos y creativos son los ejemplos que se encuentran en
las Escrituras. Regalitos inesperados, invitaciones para apreciar las flores y una esposa que
le pide a su esposo irse de viaje juntos a un lugar imprevisto para hacer el amor. ¡Eso es el
romance! ¿Cuándo fue la última vez que le compraste un regalito a tu esposa cuando no se
lo esperaba, o la llevaste a dar un paseo sólo los dos? Tal vez no tengan un campo cerca
donde apreciar la fragancia de las flores, pero puedes traer flores de la floristería.
Es probable que tampoco te sientas muy a gusto haciendo el amor en un campo pero,
¿por qué no planear una escapada romántica a un hotel el fin de semana? Recuerda, todos
estos ejemplos provienen de las Escrituras de una relación que obviamente era muy
romántica. Si tú tomas estas medidas, lo mismo ocurrirá en tu relación.
4. El romance se cultiva con las demostraciones físicas de amor. La demostración
física del afecto en el matrimonio es muy importante y no se debe desatender;
es igual de importante para el romance como cualquier otro tema mencionado en este
capítulo. Somos seres verbales, por lo tanto Dios decretó que usemos palabras para
expresar nuestro amor. Somos seres sociables y Dios decretó que expresemos nuestro
amor compartiendo el tiempo juntos. Somos seres espirituales y Dios nos dio el Espíritu
Santo para satisfacer nuestro deseo del amor espiritual. Pero también somos seres físicos y
por lo tanto, es lógico que necesitemos expresiones físicas de amor.
Una manera de expresarle físicamente tu amor a tu cónyuge es manteniendo una
apariencia atractiva. Esto implica toda tu apariencia y tu higiene personal. A menudo, ambos
cónyuges me dicen que su respectiva pareja se ha descuidado físicamente. El hombre llega
a casa y su esposa no se ha bañado ni se ha peinado desde que él salió por la mañana.
La esposa me dice que su esposo ha aumentado cincuenta libras o se niega a bañarse o

184
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

afeitarse cuando llega a la casa del trabajo. Estas son las cosas que destruyen el romance
en el matrimonio.
El Cantar de los Cantares presenta una imagen muy diferente. La esposa de
Salomón arregló su cabello de una manera tan atractiva que él quedó cautivado:
“la cabellera suelta de tu cabeza es como hilos de púrpura; el rey está preso en tus trenzas”
(Cnt. 7:5 LBLA). Él comenta sobre el perfume de su aliento y como lo incita a besarla:
“el olor de tu boca como de manzanas, Y tu paladar como el buen vino” (Cnt. 7:8,9).
La fragancia de sus perfumes lo atraía tremendamente: “mejores son tus amores que el
vino. A más del olor de tus suaves ungüentos... ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana,
esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas
las especias aromáticas!” (Cnt. 1:2,3; 4:10). La Sulamita también menciona la apuesta
apariencia física de Salomón: “Mi amado... Señalado entre diez mil... Sus cabellos crespos,
negros como el cuervo. Sus ojos, como palomas... Que se lavan con leche... Sus labios,
como lirios que destilan mirra fragante... Su cuerpo, como claro marfil... Su paladar,
dulcísimo, y todo él codiciable” (Cnt. 5:10-16). Obviamente, de estos pasajes se puede
apreciar lo importante que son la apariencia física y la higiene personal para mantener vivo
el romance en tu matrimonio.
Asimismo, las caricias no sexuales son igual de importantes para el romance.
¿Le acaricias el hombro cuando se sientan juntos? Cuando te encuentras con tu pareja en
el pasillo de tu casa, ¿la abrazas y la besas en ese momento? Estas son las cosas que
mantienen vivo el romance en el matrimonio.
Estos son los gestos que ustedes deben hacer por instinto porque eso es lo que
hacen los matrimonios cuando están enamorados. Las caricias revelaron la verdad de que
Isaac y Rebeca no eran hermanos como él le había dicho al rey Abimelec. El rey miró por la
ventana un día y: “vio a Isaac que acariciaba a Rebeca su mujer”. El rey llamó a Isaac y le
dijo: “He aquí ella es de cierto tu mujer” (Gn. 26:8,9). La manera en que él acarició a
Rebeca le hizo saber al rey que había una atracción física e íntima entre ellos.
Cuando trato de explicar este concepto, algunos me preguntan: “¿Y tenemos que
estar acariciándonos en todo momento?” No, no estás obligado a hacerlo, pero espero que
desees demostrarle cariño físicamente a tu cónyuge. Yo creo que cuando se toman de la
mano, se masajean la espalda y los pies, se abrazan, se besan y se acarician cuando están
juntos, el romance se mantiene vivo y crece en la relación. Incluso, lee el Cantar de los
Cantares 1:2, 2:6.
Otra expresión física de amor es la relación sexual. En el Cantar de los Cantares la
unión sexual se describe con hermosos términos poéticos, tal como: “te daré mis amores”
(Cnt. 7:12) o el comer la dulce fruta de “su huerto” (Cnt. 4:16). Es importante notar que las
Escrituras describen el acto sexual como una expresión de amor entre un hombre y su
mujer. En el Nuevo Testamento Pablo escribió: “El marido cumpla con la mujer el deber
conyugal, y asimismo la mujer con el marido” (1 Co. 7:3). En la unión sexual el afecto debe
ser mutuo. Este concepto es esencial para mantener vivo el romance en tu matrimonio.
Si consideras tu relación sexual un deber que tienes que “soportar”, experimentarás muy
poco romance. Salomón habla más explícitamente de la relación sexual en los proverbios.
En estos le aconseja a su hijo que no se desvíe hacia las mujeres inmorales, sino que le
sea fiel a la esposa de su juventud, “que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te
embriague para siempre” (Pr. 5:19 LBLA). La palabra embriague evidentemente describe la
excitación del romance que debe formar parte de la relación sexual con tu pareja.
Las Escrituras declaran claramente que necesitas esta embriaguez romántica con tu
pareja en todas las etapas de tu matrimonio. Por lo tanto, ya sea que estés recién casada o

185
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

lleves muchos años de casada, debes estar completamente satisfecha en la expresión física
de tu amor. De hecho, esta embriaguez romántica es lo que te brinda la satisfacción más
grande en tu relación sexual. ¡No te la pierdas!
Si tu matrimonio carece de romanticismo o tiene muy poco romance, es por causa
de los conflictos no resueltos o porque no has establecido una amistad verdadera con tu
cónyuge. Eso se puede remediar y el romance del que una vez gozaron se puede restaurar.
Lo sé por experiencia propia, después de treinta y ocho años de matrimonio,
sigo enamorado de mi esposa más que nunca. Estoy ansioso por llegar a casa por la noche
para verla y platicar con mi compañera. Debes creer que Dios puede hacer lo mismo
contigo. Pon en práctica estos principios y observa cómo florece el romance.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 17


Todo matrimonio comienza con cierta cantidad de atracción romántica. Algunas
parejas empiezan lentamente y el romance crece al llegar el día de la boda. Otras tienen
una explosión de emociones con una inmediata atracción que los impulsa a una boda
apresurada simplemente porque no soportan estar separados. Este es el poder del
romance. Pero la pregunta es, ¿todavía existe esa atracción romántica entre ustedes?
Muchos piensan que la atracción romántica no es necesaria para tener un matrimonio feliz,
mientras que otros creen que es esencial. Busquemos las respuestas en la Palabra de Dios.

A. ¿Cuál es la definición del romance conforme al Cantar de Los Cantares?


Cnt.4:9_________________________________________________
_______________________________________________________
Cnt.7:5_________________________________________________
_______________________________________________________
Cnt.1:2_________________________________________________
_______________________________________________________
Cnt.2:3_________________________________________________
_______________________________________________________
Cnt.5:4_________________________________________________
_______________________________________________________
Cnt.8:6-7_______________________________________________
_______________________________________________________

B. De acuerdo con la esposa de Salomón, ¿cuál es la clave del romance? Cnt. 5:16
_______________________________________________________

C. Escribe los componentes clave que establecen y fomentan la amistad. Lee las páginas
179-182.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

186
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO

D. De estos componentes de la amistad, ¿cuáles no practicas en tu matrimonio?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

E. ¿Qué puedes hacer para corregir estas deficiencias en tu aptitud para la amistad?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

F. Escribe las maneras de establecer el romance en tu matrimonio que se encuentran en


las páginas 183-185.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

G. ¿De cuáles de estas aptitudes románticas careces tú?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

H. ¿Qué puedes hacer para cambiar y ser más romántica?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. ¿Cómo comenzó el romance en tu relación antes de casados?
2. ¿Cuáles son algunas cosas que han apagado el romance en tu relación?
3. ¿De qué otra manera puedes comenzar a establecer el romance? Pista: Pídele a tu
cónyuge que escriba una lista de las cosas que considera románticas.

187
18
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL
“El marido cumpla con la mujer el deber conyugal,
y asimismo la mujer con el marido” 1 Cor. 7:3

U
na buena relación sexual es imprescindible en un matrimonio feliz. Aunque el acto
sexual es sólo una pequeña parte del tiempo que la pareja pasa juntos, tiene un
impacto muy grande en la relación. Permíteme aportar una simple analogía para
ilustrarlo. La bujía de tu auto tiene un papel muy pequeño en el funcionamiento del motor,
pero sin ella tu auto no se movería. Aunque la bujía funcione, si está fallando, el viaje no
será muy bueno si un minuto tiene fuerza y al siguiente no. Eso obviamente afectaría el
rendimiento general de tu auto.
Esto también es cierto en tu relación sexual. Por ejemplo, cuando no hay intimidad
sexual en el matrimonio, se percibe una sensación de que algo “hace falta”. Tú reconoces
que existe cierta distancia en la relación. A veces cuando se prolonga esta distancia, eriges
una pared y comienzas a preguntarte si tu cónyuge todavía se interesa por ti. Si no hay
afecto, pasión e intimidad, tu relación carecerá de chispa y entusiasmo. Puedes continuar
fingiendo en tu matrimonio, pero te faltará el enamoramiento, la emoción y la energía.
Si esta distancia continúa, causará tensión, duda y conflictos en otras áreas y tu matrimonio
se volverá muy desagradable. Si no tienes la chispa que la intimidad sexual conlleva,
tu matrimonio no puede madurar sin complicaciones.
Por otra parte, un matrimonio con problemas también afectará tu relación sexual.
Cuando existen conflictos sin resolver, estos, tarde o temprano llegan al dormitorio.
Los conflictos sin resolver hacen que te distancies de tu cónyuge emocional, física y
espiritualmente. Cuando el resentimiento en tu relación aumenta, la distancia entre ustedes
se agranda y esto resulta en más tensión en el dormitorio. Si no resuelven estos conflictos,
lentamente llegan a un punto crítico. ¿Por qué? Porque no puedes separar tu vida
matrimonial de tu vida sexual. Por lo tanto, es esencial que reconozcas la gran influencia
que tu relación sexual tiene en tu matrimonio en general.
Ahora, puede que estés pensando: ¿cómo puedo cambiar este ciclo vicioso y
establecer una relación sexual sana? La respuesta comienza con un cambio en tu manera
de pensar. Debes considerar esta área de tu matrimonio en términos bíblicos, y permitir que
tus ideas se sujeten a la Palabra de Dios. Desde que empecé a asesorar a parejas
cristianas me he dado cuenta de que tienen muy poco conocimiento de las enseñanzas
bíblicas sobre la intimidad sexual. Sus conceptos están basados en lo que aprendieron de
materiales laicos, de sus amigos o, a veces, de las experiencias que tuvieron antes de
convertirse al cristianismo. Si tienes poco conocimiento de lo que las Escrituras instruyen
sobre el sexo, te será muy difícil obedecer los mandatos de Dios y recibir las bendiciones
que Él promete. Dios creó la relación sexual para unir a la pareja y para establecer y
fortalecer su relación, no para dividirlos. Su plan no se realizará a menos que lo entiendas.
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

¿POR QUÉ CREÓ DIOS LA RELACIÓN SEXUAL?


Dios diseñó el acto sexual con un propósito muy particular. Él tiene un plan y un
objetivo muy definido y lo manifiesta en Su Palabra. ¿Entiendes tú los objetivos bíblicos que
Él dictó? Si no entiendes el diseño y el propósito de algún objeto creado por el hombre,
seguro que lo emplearás mal. Por ejemplo, si tomas uno de los mejores cuchillos de la
cocina de tu esposa y lo llevas al garaje para cortar alambre, cuando lo devuelvas,
¿funcionará igual? O si llevas la batidora afuera y la usas para cultivar el jardín, ¿cuánto
tiempo crees que te durará? Obviamente, estos productos fueron hechos con un propósito
totalmente diferente. Si tú no entiendes ese propósito, el aparato no funcionará bien.
Lo mismo ocurre con tu relación sexual. Si no entiendes el propósito que Dios diseñó
para el sexo, tampoco funcionará bien. Si tratas de forzar algo que el diseñador no planeó,
habrá dificultades.
¿Es esta la situación en tu relación sexual? ¿Batallan al hacer el amor o anda todo
bien? ¿Te obligas constantemente a cumplir con tu deber o lo consideras un tierno
intercambio de amor? Examina conmigo la sabiduría de Dios al predestinar la relación
sexual dentro del matrimonio.
1. Dios diseñó la intimidad sexual para la expresión de amor y afecto. Dios diseñó
muchas maneras de expresarle amor a tu cónyuge. De hecho, ¿no es esa la razón por la
que te casaste? Fuiste al altar porque amabas profundamente a tu cónyuge y prometiste
expresarle ese amor por el resto de tu vida. La relación sexual es la manera más íntima en
la que dos personas pueden revelar su amor mutuamente.
Observa lo que las Escrituras instruyen sobre el diseño de Dios para tu relación
sexual: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el
marido” (1 Co. 7:3). Pablo declaró que la intimidad sexual es uno de los medios principales
por el cual le expresas afecto a tu cónyuge. Es una manera de expresarle el afecto que le
corresponde a tu pareja porque juraste y prometiste amarlo por el resto de tu vida.
Prometiste suplir las necesidades espirituales, emocionales y físicas de tu ser querido.
Igualmente, la esposa de Salomón describe el afecto por su esposo como la causa
implícita de su pasión sexual: “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma”
(Cnt. 3:1). Observa que fue el amor lo que motivó a la Sulamita a acercarse a su esposo
para tener relaciones. Este pasaje revela que ella no consideraba acercarse a su esposo de
esa manera algo impío o impropio. Ella simplemente buscaba a su ser querido.
Cuando no existe el amor entre dos personas, la relación sexual siempre tendrá
dificultades. Si la intimidad sexual es una obligación, una molestia o un deber, el ingrediente
que hace falta es el amor que conlleva el deseo de expresarse afecto. Si haces el amor
mecánicamente y detestas cada momento, tú sabes que algo tiene que cambiar.
¿Pero cómo? El cambio tiene que comenzar en tu corazón. Pídele a Dios el amor que
necesitas y un cambio de actitud hacia este acto sagrado para que lo consideres una
oportunidad para expresarle amor y afecto a tu pareja. ¿No deseas dejar de fingir? Puedes
volver a tener la intimidad de la que una vez gozaste si permites que Dios cambie tu interior.
El amor satisface solamente si lo das y lo expresas hacia otra persona. Pídele a Él hoy
mismo que renueve tu amor. Luego, comienza a expresárselo a tu cónyuge. Esta actitud
será la fuerza y la motivación interna que le dará el toque mágico al acto sexual.
2. Dios diseñó la relación sexual para unir a la pareja. Dios dijo: “Por tanto, dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24).
Cuando se allegan en la unión sexual, obviamente existe una conexión física porque
literalmente están conectados. Se han acercado para expresar su amor verbal y

189
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

físicamente. El acto sexual los lleva a la unión más íntima posible. Ese es el diseño y el
objetivo de Dios.
Pero cuando te unes a tu cónyuge en la relación sexual, se produce algo más que
una unión física; también se unen emocionalmente. Nunca encontrarás una manera más
íntima para comunicarle tu entrega emocional y tu afecto. Si no hubiere una unión sexual en
el matrimonio, rara vez se intercambiarían las palabras tiernas de deseo y compañerismo.
Dios ha designado esos momentos que comparten juntos como un intercambio de amor
cargado de emoción.
Además, al madurar en tu expresión sexual de amor, alcanzas la unión espiritual.
Cuando amas a tu pareja físicamente, se produce una unión espiritual en tu relación porque
estás obedeciendo Su mandato de expresar tu amor de esta manera. Pablo dijo que todos
los creyentes que andan en amor permanecen firmes: “en un mismo espíritu, combatiendo
unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27). A continuación, él agrega que, si estos
creyentes se aman, ellos experimentarán la “comunión del Espíritu” (Fil. 2:1).
Como resultado de su amor y obediencia se convertían espiritualmente en uno solo o como
él lo describe: “unidos en espíritu” (Fil. 2:2 LBLA). Si la comunión del Espíritu y el estar
unidos en espíritu es el resultado de aquellos creyentes que se aman, ¿cuánto más
sucederá cuando el esposo y su esposa se expresan amor mutuamente? Este es el objetivo
que el Padre tenía en mente cuando diseñó la unión sexual para el matrimonio.
Él quiere que la pareja alcance esa inigualable unión y ese vínculo espiritual.
El amor sexual produce una unidad espiritual, emocional y física que debes valorar y
proteger. Es por eso que Pablo nos advierte sobre las relaciones adúlteras: “¿No sabéis que
vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los
haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una
ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se
une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación… ¿O ignoráis que vuestro cuerpo
es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros…?... glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:15-20).
Pablo claramente indica que lo que haces con tu cuerpo tiene importancia porque tu
cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Cuando te unes al Señor, te conviertes en un solo
espíritu con Él. Si unes tu cuerpo con una ramera, igualmente te estás uniendo
espiritualmente a esa persona. Por lo tanto, Dios te advierte que te conserves
exclusivamente para tu cónyuge. Así diseñó Dios la relación sexual y por eso la creó para el
matrimonio solamente. Su plan es ayudarte a formar un vínculo físico, emocional y espiritual
con tu ser querido.
3. Dios diseñó la relación sexual para que puedan dar y recibir placer. Esta idea
incomoda a algunos cristianos porque muchos piensan que todo tipo de placer no es
espiritual, o va en contra de la voluntad de Dios. La idea de que Dios diseñó la unión sexual
para el placer es totalmente ajena para ellos. Leen pasajes que describen individuos en los
últimos días como: “amadores de los deleites más que de Dios” y suponen que todo deleite
es perverso (2 Ti. 3:4). ¿Declara este pasaje que todo deleite es perverso o que está
prohibido en la cama matrimonial? ¡De ninguna manera! Este pasaje se contrasta con
aquellos que aman el placer más que a Dios. Las Escrituras lo dicen claramente, si una
persona vive para el placer, está muerta en vida (1 Ti. 5:6). Sin embargo, Dios quiere que
encontremos una manera piadosa y lícita de dar y recibir placer en la cama matrimonial.
Salomón describe el plan bíblico para el deleite sexual en el matrimonio. Él dice:
“Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa

190
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre”
(Pr. 5:18-19 LBLA).
Dios quiere que la relación sexual sea una experiencia agradable que motivará a las
parejas a allegarse regularmente para expresar su afecto y su unidad. Si Dios no hubiera
creado la intimidad sexual como una experiencia placentera entre un hombre y su mujer,
pocos participarían en ella. La palabra más importante en este texto es “embriague” que
significa “emborrache”. La metáfora es muy impactante. Es una imagen de excitación y
euforia. La Palabra de Dios claramente declara que ese es Su deseo para tu relación
sexual.
También observamos esta misma descripción de deleite en la unión sexual entre
Salomón y su esposa. La Sulamita describe su relación sexual con Salomón como: “dulce a
mi paladar” lo cual la sustenta y la conforta (Cnt. 2:3-5). Salomón habla de sus relaciones
sexuales de la misma manera: “Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has apresado
mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello. ¡Cuán hermosos son tus
amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores…!” (4:9,10).
Ellos estaban embriagados y se deleitaban el uno al otro. Eso es mejor que cualquier efecto
que el vino pueda producir.
Las Escrituras presentan categóricamente este tema y revelan los pensamientos y
sentimientos de Dios. No hay nada sucio, impío ni impuro en el placer de la cama
matrimonial. Incluso, el sentido común afirma que Dios diseñó tu cuerpo para disfrutar la
intimidad sexual dentro del matrimonio. ¿Crees tú que Dios te crearía con la capacidad
física de sentir placer en tu cama matrimonial, para después decirte que esto es perverso o
sucio? Sería ilógico. Cuando se dan placer, bendicen a Dios.
4. Dios diseñó la relación sexual en el matrimonio para engendrar hijos dentro de
una relación amorosa. Dejé este tema para el final porque los hijos son el fruto natural de
esta tierna intimidad entre un hombre y su esposa; no son el objetivo principal de la relación
sexual, son solamente un producto secundario. Si los hijos fueran el objetivo principal de la
unión sexual, entonces cada vez que la pareja se allega se engendraría un hijo. Pero los
hijos no se engendran en cada experiencia sexual, lo cual confirma que el objetivo principal
es proveer la oportunidad para expresar el afecto mutuo. Cuando “se funden en un solo ser”
y engendran un hijo, éste es tu propia carne y hueso, veintitrés cromosomas de cada uno de
los padres.
Así ha sido desde el principio: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a
luz a Caín…” (Gn. 4:1). El fruto de tu amor es un hijo que se convierte en otro ser querido
de tu familia. Si este hijo llega a un hogar donde los padres no se aman o no se expresan
afecto, algo hace falta. El amor no sólo nutre la relación con tu cónyuge, también nutre la
relación con tus hijos. En otras palabras, tus hijos se benefician directamente del romance
con tu cónyuge. No concentres tu atención en tus hijos. Un matrimonio feliz creará el mejor
ambiente para el crecimiento y la madurez de tus hijos.
Estas son las razones principales por las que Dios creó la relación sexual para el
matrimonio. Una relación sexual satisfactoria es fundamental para la unidad en tu
matrimonio y la expresión de amor. Si tienen problemas en su relación sexual, no los
ignoren. Estos problemas no desaparecerán por si solos. Recuerda, ataca el problema, no a
la persona. Dios diseñó el sexo y Él te demostrará cómo resolver cualquier problema que
tengas. Veamos algunos de los problemas más comunes y cómo resolverlos.

191
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

RESOLVIENDO LOS PROBLEMAS SEXUALES MÁS COMUNES


Los problemas sexuales son tan comunes como cualquier otro problema en el
matrimonio. Prácticamente puedo garantizarte que en cierto momento en tu matrimonio
tendrás algún conflicto en tu relación sexual simplemente porque son dos individuos
independientes. No obstante, la mayoría de las personas no quieren hablar de los
problemas sexuales hasta que no soportan más. Esto no debería ser así, pero lo es.
La verdad es que los problemas sexuales que tenemos, por lo general, son muy parecidos
porque todos somos similares. Pablo dijo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no
sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir,
sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”
(1 Co. 10:13). En el futuro tu vecino le hará frente a los mismos problemas que ustedes
enfrentan hoy. Pero muchas personas piensan, equivocadamente, que ellas son las únicas
que tienen problemas.
Otra verdad fundamental en este versículo es que Dios es fiel y te permitirá
encontrar una solución o una salida. Él quiere que encuentres la manera de resolver los
problemas que tienes. Considera las siguientes situaciones y determina si te encuentras en
alguna de ellas.
1. “Mi cónyuge no me encuentra atractiva ni me desea” ¿Por qué ocurre esto?
Existen muchas razones posibles. Veamos las más comunes.
A. La atracción y el deseo sexual se desvanecen cuando la pareja tiene
conflictos que aún no ha resuelto. Esta es la razón más común por la cual un
cónyuge no siente atracción ni deseo. Cuando guardas resentimiento o
amargura contra tu pareja es muy difícil, si no imposible, dar o recibir amor.
Si no deseas tener relaciones sexuales con tu pareja, o él no desea tener
relaciones contigo, acá es donde debes empezar a buscar la causa. Si no te
gusta el sexo, podría ser que te desagrade tu pareja por las cosas que te ha
hecho. No le puedes expresar amor sexual a alguien a quien le guardas
rencor o resentimiento. El amor y la amargura no pueden salir del mismo
manantial. Santiago preguntó: “¿Acaso alguna fuente echa por una misma
abertura agua dulce y amarga?” (Stg. 3:11). La respuesta es, no. Tienes que
resolver los conflictos y eso naturalmente influirá en tu relación sexual.
B. La atracción y el deseo sexual se desvanecen conforme a la calidad de la
relación que tienes con tu cónyuge. Es muy difícil tener intimidad sexual con
alguien con quien no tienes una relación. Si no existe la comunicación,
el cariño o las caricias, no tienes una conexión espiritual ni el apoyo
emocional de tu cónyuge, naturalmente no tendrás esa intimidad.
Este vacío en tu relación, por supuesto, también afectará tu dormitorio.
No puedes tener intimidad con tu pareja si no tienes una amistad verdadera.
¿Recuerdas lo que la Sulamita dijo que le atraía de su esposo?
“Este es mi amado y éste es mi amigo…” (Cnt. 5:16 LBLA). ¿Tienes una
amistad con tu cónyuge? Si no la tienes, comienza a rectificar ese aspecto de
tu matrimonio y las relaciones íntimas se intensificarán.
C. La atracción y el deseo sexual se desvanecen por las experiencias hirientes
del pasado. Muchas personas no consideran la unión sexual un acto de amor
sino de violencia por el abuso sexual que sufrieron en el pasado. Si has sido
víctima de abuso sexual infantil o de violación, tienes que asegurarte de
resolver por completo todos estos asuntos delante de Dios. ¿Cómo puedes
estar seguro de que los has resuelto por completo? Hazte las siguientes

192
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

preguntas: ¿Guardo resentimiento contra Dios por este abuso? ¿Guardo


resentimiento contra la persona o personas que cometieron la ofensa?
¿Me siento culpable por algún aspecto de esta violencia? Si contestaste que
sí a alguna de estas preguntas, no los has resuelto por completo.
La amargura y la culpabilidad son dos indicaciones de que esto no es algo del
pasado y que todavía te afecta. Te sugiero que busques el consejo bíblico de
tu pastor para aprender a perdonar por completo y dejar esto en el pasado de
una vez por todas. Pídele a Dios que te ayude a entender los pasos bíblicos
que debes tomar para llegar a una verdadera solución. Si no resuelves
terminantemente estas experiencias hirientes de tu pasado, contaminarán tu
relación sexual y distorsionarán tu concepto de la intimidad sexual.
Cuando resuelvas el pasado, podrás establecer tu relación actual.
Tu cónyuge no cometió ningún acto de violencia contra ti, por lo tanto, no le
hagas pagar el precio. Si consideras la relación sexual algo impuro o sucio,
deja que Dios transforme tu mente. No permitas que tu pasado o la opinión
de otros amancille tus ideas. Dios predestinó que la cama matrimonial sería
un hermoso intercambio entre dos personas que se aman. Cuando terminó
de crear al hombre y a la mujer, les dijo: “Fructificad y multiplicaos”. Él vio Su
obra y dijo que era buena (Gn. 1:26-31). No debemos llamar sucio o perverso
algo que Dios dice que es bueno. Tienes que pedirle a Dios que cambie tus
ideas para que coincidan con las de Él. Las ideas correctas se convertirán en
actitudes correctas y finalmente en una vida correcta.
D. La atracción y el deseo sexual se desvanecen por el egoísmo. Como lo he
mencionado muchas veces en este libro, el egoísmo es el problema
subyacente en cualquier conflicto. Los problemas sexuales en el matrimonio
casi siempre incluyen cierto grado de egoísmo que las parejas tienen que
combatir. El egoísmo es contrario al amor, y la expresión de amor es esencial
para una relación sexual plena. Si tú eres la que siente poca atracción hacia
tu cónyuge, haz una pausa y determina si este es el problema.
¿Prefieres simplemente que tu pareja no te moleste con las relaciones
sexuales? ¿Prefieres hacer algo diferente? ¿Prefieres dormir o leer hasta
muy entrada la noche? ¿Las insinuaciones sexuales de tu cónyuge son una
molestia para ti? Si es así, eso es egoísmo. Tu pareja nunca debe ser una
molestia. Si eso está ocurriendo, tu amor es muy superficial. En ocasiones he
presenciado la manifestación del egoísmo cuando uno de los cónyuges dice,
“no me importa lo que digan todos esos versículos bíblicos. No me gusta el
sexo y no voy a consentir”. Obviamente, esta es una persona con un corazón
muy endurecido que egoístamente ha decidido rechazar la Palabra de Dios a
cambio de su propia voluntad.
Si estos pensamientos han entrado en tu mente, mi sugerencia es
que renueves tu relación con el Señor. Cuando careces de amor para tu
pareja, acá es donde debes empezar. Tal como lo he mencionado una y otra
vez, tu relación de amor con Cristo influirá directamente tu relación de amor
con tu cónyuge. Si te has distanciado de Dios, estarás distanciado de tu
pareja. No puedes dar lo que no tienes. Si amas al Señor, tendrás amor en
abundancia para tu cónyuge. Juan lo dijo de esta manera: “El que ama a
Dios, ame también a su hermano” (1 Jn. 4:21). Al enamorarte de Cristo,

193
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

le demostrarás amor a tu pareja. Al renovar tu intimidad con Cristo,


podrás tener esa intimidad con tu ser querido.
E. A veces el deseo sexual se desvanece por los medicamentos que estás
tomando. Los estudios científicos más recientes confirman que los
medicamentos recetados y aun los no recetados pueden alterar tu deseo
sexual enormemente. Si estás tomando algún medicamento con regularidad,
debes consultar con tu médico sobre los efectos secundarios que éste podría
tener en tu deseo o potencia sexual.
F. A veces el deseo sexual oscila por los cambios hormonales. El desarrollo y
apetito sexual en los hombres y las mujeres están directamente relacionados
con los niveles de la hormona masculina, la testosterona, y la hormona
femenina, el estrógeno. No hay mucho que se pueda hacer para cambiar los
niveles hormonales en el matrimonio. Sin embargo, si los dos entienden eso,
evitarán muchos malentendidos. Uno de los cónyuges podría decir:
“Sólo me quieres para el sexo” o el otro extremo: “¿Por qué no me deseas?
¿No te importo?”. Ambos comentarios revelan lo que podría ser un
malentendido. El problema podría ser simplemente la cantidad de hormonas
que bullen dentro de tu pareja, o la falta de estas. Es posible que no tenga
nada que ver con el amor que tu cónyuge siente por ti, ni si te considera un
objeto sexual o no. El conflicto podría deberse a las hormonas que corren por
la sangre de tu pareja.
Esto no invalida el hecho de que tú y tu cónyuge deben optar por
actuar con amor al iniciar las relaciones sexuales o al decidir contenerse.
Pero este conocimiento de las hormonas te ayudará a entender por qué
existe una gran diferencia entre los apetitos sexuales de ustedes.

2. “Discutimos constantemente sobre la frecuencia de las relaciones sexuales”.


Este es otro problema muy común que las parejas deben resolver de común acuerdo.
Las Escrituras exponen este problema en particular y proveen una solución viable.
Para encontrar esta solución debes entender las verdades bíblicas que te permitirán tomar
la medida debida.
A. Debes entender que tu cuerpo no te pertenece. ¿Entiendes y aceptas esta
verdad? Cuando te casaste renunciaste al derecho y a la autoridad exclusiva
sobre tu cuerpo. Esto es lo que la Biblia instruye: “La mujer no tiene potestad
sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad
sobre su propio cuerpo, sino la mujer” (1 Co. 7:4). Cuando aceptaste el pacto
matrimonial delante de Dios, acordaste a concederle a tu cónyuge acceso
sexual a tu cuerpo. De una vez por todas renunciaste al derecho de negarle
tu cuerpo a tu pareja. Ese es otro aspecto de lo que significa convertirse en
una sola carne con tu cónyuge. Tanto el esposo como la esposa tienen
igualdad de acceso al cuerpo de su cónyuge.
B. Debes entender que no pueden privarse el uno al otro de las relaciones
sexuales. Pablo explica en más detalle: “No os neguéis el uno al otro, a no
ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos
sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os
tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia” (1 Co. 7:5). Este es un
mandato directo de las Escrituras. Los individuos que se niegan a tener
relaciones con su cónyuge están desobedeciendo la enseñanza patente de la

194
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

Palabra de Dios. Pablo declara que la abstención de relaciones sexuales es


permisible sólo por un tiempo limitado y por acuerdo mutuo con tu pareja.
Con respecto a la frecuencia de las relaciones sexuales, la solución es llegar
a un acuerdo mutuo. La decisión no la dicta uno de los cónyuges,
se determina por medio de un afable acuerdo en el que ambos se comprometen.
Así es como se deben tomar todas las decisiones en un matrimonio.
C. La solución es el amor. El amor es la solución de cualquier problema en tu
matrimonio, incluso los problemas relacionados con la frecuencia de las
relaciones sexuales. El amor te motivará naturalmente a buscar una solución
y a llegar a un acuerdo con tu cónyuge. He asesorado a parejas que son tan
diferentes, y sus apetitos sexuales son tan distintos que a veces me pregunto
por qué Dios juntaría a esas dos personas. Cuando te encuentras con un
matrimonio en el que uno de los cónyuges quiere tener relaciones todas las
noches y a su pareja no le interesa el sexo en absoluto, es inevitable pensar,
¿cómo se resolverá esto? ¿Cómo pueden estos dos llegar a un acuerdo en el
que puedan estar en armonía en su relación sexual? La respuesta es muy
simple: Dios juntó a dos personas distintas para que aprendan a amarse.
Para aquellos que tienen un apetito sexual disminuido, el amor te motivará a
satisfacer las necesidades de tu pareja aun cuando no tengas voluntad ni
deseo. Cuando comiences a satisfacer a tu cónyuge sexualmente, el amor
que le expresas hará que el momento sea agradable. Ese será tu
compromiso de amor… el ceder.
Para aquellos que tienen un apetito sexual intenso, el amor también
te ayudará a no imponerle tu voluntad a tu pareja. Aprenderás a buscar un
acuerdo al dulcemente ceder tu derecho simplemente porque te preocupas
por tu pareja. A veces, el amor refrenará tus acciones y tus deseos, mientras
que en otras, te motivará a tomar medidas contrarias a tus sentimientos y tus
deseos. Esta solución ha dado resultado en muchos matrimonios.
Las personas que tienen apetitos sexuales muy diferentes aprenden a
amarse en este aspecto íntimo de su matrimonio. Aprenden a ceder cuando
tienen sentimientos contradictorios simplemente porque eligen amarse.
Si tienes dificultades con la frecuencia de las relaciones, siéntate con
tu pareja y tranquilamente exprésale tus necesidades. Busquen un acuerdo
mutuo sobre la frecuencia de sus relaciones íntimas. Luego, pídele a Dios el
amor necesario para refrenar tus deseos, o el amor necesario para responder
cuando no tienes el deseo. Ambas situaciones son difíciles. Sin embargo,
el Espíritu Santo es capaz de dominarte y motivarte a actuar con cariño si le
pides Su ayuda.

3. “Nuestras relaciones sexuales carecen de pasión; se han vuelto una rutina”.


La rutina es parte de la vida y a diario tienes que aceptarla. La rutina puede ser muy útil
para llevar a cabo alguna tarea que tienes que repetir. Sin embargo, cuando la rutina entra
furtivamente en una relación personal, puede causar ciertos problemas. Cuando hablamos
del romanticismo notamos que la rutina puede destruir rápidamente la pasión entre dos
personas. Esto también ocurre en la vida sexual. Permíteme aportar una ilustración.
Piensa en la cena más deliciosa que te puedas imaginar con todos tus platillos favoritos.
Si la comieras todas las noches por un mes, ¿no te cansarías y pedirías un poco de
variedad? Seguro que sí, porque sabes que hay otros platillos que te gustan y que te

195
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

encantaría comer. Obviamente, nunca permitiríamos que nuestros hábitos alimenticios se


estancaran de esta manera. Entonces, ¿por qué permitir que esto suceda en tu vida sexual?
¿Y realmente sucede esto? ¡Claro que sí! El aburrimiento en el dormitorio es el problema
sexual más común que he escuchado en mi consultorio a través de los años. Las parejas
caen en esta trampa fácilmente al tener relaciones sexuales de la misma manera,
en el mismo lugar, semana tras semana y año tras año. Esto apaga el entusiasmo y el
deseo en tu relación sexual.
La Biblia revela otro ejemplo en el Cantar de los Cantares. Al leer la descripción de
la relación sexual entre Salomón y su esposa, ¿qué observaste? Los pasajes revelan que
ellos eran impetuosos y no cayeron en esta trampa. Hicieron el amor en su dormitorio
(1:4; 3:1). Hicieron el amor en su viaje al Líbano (4:8-10). Fueron a sus viñedos e hicieron el
amor en el campo (7:11,12). Salomón también menciona sus relaciones a la sombra del
manzano (8:5). Pero la revelación más interesante de su pasión se encuentra en Cantares
6:13-7:10. En este pasaje parece que la Sulamita le baila sensualmente a su esposo antes
de hacer el amor. Le llama: “…la danza de los dos coros” (6:13 LBLA). Mientras Salomón la
ve bailar, describe su cuerpo con todo lujo de detalle. En el texto se deduce claramente que
ella está desnuda o lleva muy poca ropa mientras baila. Los movimientos de ella se dan a
entender por la descripción que él nos da de los contornos de sus muslos y su rapidez como
la de una gacela (7:1,3). ¡Esto se encuentra en la Biblia! Seguro que todo este proceder
impidió que la rutina infectara su matrimonio.
Ahora, puede que no te agrade la idea de bailar sensualmente delante de tu esposo
o de hacer el amor bajo las estrellas en un campo, pero a lo que me refiero es esto:
el ejemplo bíblico demuestra que la relación sexual entre un hombre y su mujer no debe ser
aburrida. Necesitas aplicar estas ideas a tu propio matrimonio y convertirte en una amante
más creativa. Usa tu imaginación. Estoy seguro de que algo se te ocurrirá para salir de la
rutina en tu relación sexual. Si lo haces, puedes estar segura de que la chispa y el
entusiasmo regresarán a tu vida sentimental.

4. “Mi cónyuge no me satisface”. Este problema, por lo general, surge de dos


problemas básicos que fácilmente se resuelven si ambos están dispuestos a resolverlos.
Primero, cuando tu cónyuge te dice que no lo satisfaces, muchas veces es por la
falta de conocimiento de los aspectos prácticos del sexo. El remedio es simplemente leer
algunos de los excelentes libros cristianos que tratan el tema de la intimidad sexual. Muchas
parejas a las que les he recomendado estos libros regresan después a decirme que nunca
antes habían entendido las cosas que estaban aprendiendo. Me confiesan que necesitaban
la instrucción fisiológica y un conocimiento general de cómo excitar a su pareja. Si no estás
satisfecha en tu relación sexual, lee alguno de los buenos libros disponibles hoy en día y
haz tu tarea. Unas sugerencias: EL ACTO MATRIMONIAL por Tim La Haye (Zondervan) o
EL PLACER SEXUAL ORDENADO POR DIOS por el Dr. Ed Wheat (Revell).
Segundo, si tu cónyuge te dice que no lo satisfaces, este problema también puede
ser una simple falta de comunicación. El sexo es un tema muy delicado. Muchas parejas no
están dispuestas a hablar de los problemas, especialmente si su pareja no los satisface.
Sin embargo, sin la comunicación este problema no se puede resolver. La solución es
decirle a tu cónyuge lo que te da o no te da placer aunque se lo tengas que comunicar
durante las relaciones mismas. Este tipo de libertad y comunicación es esencial para lograr
la satisfacción mutua que deseas. Tu pareja estará muy dispuesta a hacer lo que le pidas si
sabe lo que tienes en mente. Tienes que decirle a tu cónyuge si deseas un cambio.
¿Por qué vas a tolerar algo que no te da placer? No obstante, me sorprende cuántas

196
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

parejas no hablan de estas cosas. Simplemente las soportan día tras día infelices e
insatisfechas. Esto jamás debería ocurrir en la cama matrimonial.
Una relación sexual que satisface requiere mucho amor, comunicación, comprensión
y práctica. Déjale saber a tu pareja lo que te da placer en la cama matrimonial. Ten cuidado
con tus comentarios que no sean sólo negativos, “eso no me gusta”. También debes hacer
comentarios positivos tal como, “me gusta cuando tú me ________”. Esto le da a tu
cónyuge algo en particular que pueda hacer la próxima vez que estén juntos en lugar de
sentirse rechazada. Ten en cuenta que los dos tienen que estar de acuerdo con tus
pedidos. Ese es el mandato bíblico.
Dios quiere bendecir tu relación sexual. No te pierdas los placeres de este aspecto
esencial de tu relación. Estudia las Escrituras sobre el tema y permite que el Señor
transforme tus ideas y que las armonice con las de Él.

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 18


Una buena relación sexual es una parte vital de cualquier matrimonio.
Aunque el acto sexual constituye una pequeña parte del tiempo que la pareja comparte,
influye enormemente todo aspecto de la relación. Permíteme ilustrarlo con una analogía.
La bujía de tu auto cumple una función muy pequeña en el funcionamiento total del motor,
pero sin ella tu auto no andaría bien. Aun cuando la bujía funcione, si de vez en cuando
falla, el viaje es muy incómodo; el motor anda por un momento y luego se apaga.
Claramente, cuando una bujía falla, afecta el funcionamiento de todo el auto.
Lo mismo ocurre con tu relación sexual. Por ejemplo, cuando no tienes relaciones
íntimas con tu cónyuge, tienes la sensación de que “falta” algo. Percibes una distancia entre
ustedes. A veces cuando la distancia se prolonga, se convierte en una pared y comienzas a
dudar del amor de tu cónyuge. Si no hay afecto, pasión e intimidad, la chispa y el
entusiasmo de tu relación se apagarán. Puedes continuar con las formalidades de tu
matrimonio, pero te faltará el enamoramiento, la emoción y la energía. Si esta distancia
continúa, creará tensión, duda y conflictos en otras áreas y tu matrimonio se volverá muy
incómodo. Sin la chispa que la intimidad sexual conlleva, tu matrimonio no llegará a ser lo
que Dios diseñó.

A. Anota las razones bíblicas por las que Dios creó el sexo. Lee las páginas 188-191.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

B. Estudia los siguientes pasajes y discierne la opinión de Dios y sus mandatos en cuanto
a tu relación sexual.
1. Pr.5:15-20____________________________________________
______________________________________________________
2. He.13:4______________________________________________
______________________________________________________
3. Cnt.4:9-10____________________________________________
______________________________________________________
4. Cnt.7:10-13___________________________________________
______________________________________________________

197
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL

C. Anota los problemas sexuales más comunes que se encuentran en las páginas 192-197.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

D. ¿Cuáles de estos problemas o malentendidos han afectado tu relación sexual?


1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

E. Anota las soluciones que debes tratar con tu cónyuge para llegar a tener una relación
sexual plena y más íntima.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. ¿Qué diferencia observas entre el propósito bíblico de la relación sexual y lo que el
mundo propaga?
2. ¿Por qué es tan difícil para la pareja hablar de este aspecto de su relación?

198
19
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
“Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre,
no sea que habiendo sido heraldo para otros,
yo mismo venga a ser eliminado” 1 Cor. 9:27

E
n los últimos dieciocho capítulos he tratado una multitud de temas que son
esenciales para alcanzar la unidad y el compañerismo que Dios predestinó para tu
matrimonio. En algunos de estos temas sólo necesitas un poco de estímulo,
mientras que en otros necesitas hacer cambios considerables. Por ahora, me interesa la
conducta que requiere cambios serios. ¿Cómo lograrás esos cambios en tu vida? ¿Qué te
permitirá cumplir con tus obligaciones y las promesas que le hiciste a tu cónyuge? ¿Qué te
hará cambiar tu conducta pecaminosa y actuar con rectitud? ¿Qué te permitirá lograr un
cambio duradero? La respuesta a estas preguntas es el autocontrol.
La falta de autocontrol es uno de los problemas ocultos en la mayoría de los
matrimonios porque es el problema fundamental en la vida de casi todas las personas.
Algunas batallan con esto más que otras. Pero he concluido que este es un factor muy
importante porque escucho la frustración y la angustia del cónyuge que me llama por
teléfono para decirme: “la última consulta estuvo muy buena, pero mi pareja no hizo ninguna
de las cosas que acordamos en su consultorio”. A menudo en las visitas subsiguientes
cuando les pregunto si tomaron alguna medida para resolver el problema, la respuesta es,
“bueno, no tuve tiempo” o alguna otra excusa. Después de escuchar estas respuestas una y
otra vez, he determinado que la falta de autocontrol es un obstáculo muy grande que impide
los cambios necesarios para mejorar el matrimonio. Está claro que para mejorar tu
matrimonio tienes que ejercer el autocontrol para poder cambiar. Ningún problema se
rectificará por sí solo. Sucederá solamente si sigues los pasos drásticos y te obligas a
actuar con rectitud.
¿Y tú, tienes este problema? ¿Te comprometes con tu cónyuge y luego no cumples
con tu promesa? Esto puede ser algo muy simple como mantener la casa limpia, ajustarse
al presupuesto o llamar si llegarás tarde a casa después del trabajo. Las situaciones más
complejas o difíciles son: controlar tu ira, dedicar tiempo para platicar, pedirle a tu cónyuge
que ore por ti o hacer devocionales con los niños. Para lograr un cambio verdadero y
perdurable cada uno de estos temas se debe abordar con autocontrol y dominio propio.
El autocontrol te ayuda a seguir adelante por el buen camino y a cumplir lo que has
prometido hacer. La disciplina es la clave que te impide regresar a la conducta pecaminosa
y egoísta, y es la razón por la que tienes una conducta nueva y piadosa.
Algunos podrían pensar que este problema no les atañe porque son personas muy
disciplinadas en la mayor parte de sus vidas. Saben medir su tiempo, logran hacer las cosas
de una manera ordenada y son personas centradas que no se distraen de sus metas.
No obstante, podrían ser totalmente indisciplinadas en otras áreas de sus vidas, como leer
la Biblia, orar con regularidad, luchar contra la lujuria o el enojo, no controlar la lengua
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

criticona o no controlar los pensamientos. Si este es el caso, en el exterior aparentarás ser


muy disciplinado, pero en realidad, batallas mucho con otros asuntos. Yo creo que todos
batallamos con el autocontrol de una manera u otra. Es fácil determinar dónde es que
necesitas practicar el autocontrol. Pregúntate en qué áreas de tu vida fallas
constantemente. La raíz de ese problema siempre será una cuestión de dominio propio y
autocontrol. La pregunta es, ¿crees realmente que esto es algo que tienes que tratar ahora
o esperarás hasta que se acumulen tantos conflictos que te verás obligado a hacerlo?

LA IMPORTANCIA DE DISCIPLINA
Para tratar eficazmente el problema de la disciplina, es esencial que entiendas la
importancia que la Biblia le confiere. Si no estás convencido de la importancia de este tema,
pasarás por alto este capítulo y lo considerarás un disparate de un legalista. Sin embargo,
la Palabra de Dios declara que el autocontrol y el dominio propio son muy importantes en tu
vida. Cuando percibas la importancia que Dios le da a este tema, reconocerás que no es
algo que puedas dejar para mañana. Examinemos algunas de estas pautas y veamos lo
que las Escrituras revelan acerca de este requisito en tu vida.
1. La disciplina es el objetivo y el propósito de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo le
escribió una carta a Timoteo en la que trató los muchos conflictos que éste enfrentaba, y le
dio un plan para ayudarlo a superarlos. Cuando Pablo estaba por terminar la exhortación a
Timoteo, le declaró su objetivo fundamental: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17).
La palabra “instruir” literalmente significa “entrenar o disciplinar”. Pablo le explicó lo poderosa
que es la Palabra de Dios para cambiar a las personas. La Palabra es capaz de compungir
y de iluminar las actitudes y motivaciones efectuando un cambio interno y externo. Cuando
la persona responde a esta compunción, el resultado es un cambio externo. Cada vez que
decides obedecer esta compunción y la corrección, estás practicando la disciplina y la
rectitud que te llevarán a una vida nueva y reformada. Finalmente, este cambio te prepara
para cualquier propósito al que el Señor te haya llamado porque practicas la disciplina y
obedeces la compunción y la corrección del Espíritu de Dios.
El autocontrol es el objetivo y el propósito final de la Palabra de Dios en tu vida.
En este pasaje Pablo revela los medios, el método y las expectativas de Dios. Su objetivo
es transformarte en un hombre o mujer que Él pueda usar para Su gloria. La falta de
autocontrol no es un defecto insignificante que puedas ignorar; es algo esencial para todo
creyente que desea crecer y madurar en Cristo. Es más, Jesús llamó discípulos,
que significa “alumno disciplinado”, a los que lo seguían diligentemente.
La disciplina personal también es esencial para tu matrimonio porque tu relación es
básicamente entre dos personas que desean vivir en armonía. Si no tienes disciplina o si
algún aspecto de tu vida personal está fuera de control, eso afectará tu matrimonio.
2. La disciplina es lo único que te transforma en una persona devota. En su primera
carta, Pablo le explica a Timoteo que la disciplina debe tener prioridad en su vida. El joven
Timoteo tuvo que luchar contra una variedad de doctrinas falsas que fomentaban la
impiedad en la iglesia. Pablo le advirtió que rechazara estas enseñanzas y que aceptara
sólo aquellas que fomentaban la piedad: “Desecha las fábulas profanas y de viejas.
Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la
piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”
(1 Ti. 4:7-8).

200
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

La palabra ejercítate literalmente significa “adiéstrate en una actividad” como lo hace


un atleta para los Juegos Olímpicos. Pablo usó una analogía gráfica para ilustrar con
exactitud el significado de la disciplina y cómo lograrla. Un atleta debe entrenar todos los
días fortaleciendo su cuerpo para la prueba final en la competencia que le espera.
A diario se niega a sí mismo muchas de las actividades normales y lícitas para poder
destacar en su evento deportivo. La comparación se aplica perfectamente a nuestras vidas
espirituales y en particular a nuestros matrimonios. Si una persona está motivada y se
disciplina deliberadamente para triunfar en un evento deportivo y recibir premios mundanos,
¿cuánto más debería entrenarse y disciplinarse un creyente para destacarse en la piedad y
cosechar los beneficios en su matrimonio? La piedad es útil para todo y te garantiza que
tendrás la vida y el poder de Dios en tu hogar. ¡Esto es lo que necesita tu matrimonio!
Necesita dos cónyuges disciplinados y piadosos, llenos del poder del Espíritu Santo que los
capacita para toda buena obra. Puedes estar seguro de que dos personas piadosas y
disciplinadas siempre disfrutarán de un matrimonio feliz.
3. La falta de disciplina puede destruir tu vida. A menudo platico con personas que
no pueden entender por qué cayeron en el adulterio, por qué consumen estupefacientes o
por qué han destruido sus vidas de una manera u otra. El factor clave que contribuye a cada
uno de estos problemas es la falta de autocontrol que, de una manera sutil pero eficaz,
destruye vidas. Pablo consideraba la disciplina algo esencial en su propia vida para evitar
caer en el pecado. Una vez más usó la ilustración de un atleta y dijo: “Y todo el que compite
en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible”. Luego explicó cómo recibir esa corona, “golpeo mi cuerpo y lo
hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”
(1 Co. 9:25-27 LBLA).
¡Qué entendimiento nos da sobre el secreto del éxito de Pablo! Él era consciente de
lo importante que es controlar los apetitos de la carne para obtener la corona de triunfador.
¿Crees que el dominio propio tiene la misma importancia en tu vida? Si es así, entonces
tienes que comenzar a tratar esas áreas en tu vida que están fuera de control. ¿Qué estás
haciendo con los pensamientos indisciplinados, con la costumbre de malgastar dinero,
la falta de comunión cristiana, la mala dieta alimenticia, el mal uso de tu tiempo, tu lengua
cruel y censuradora y tu ira explosiva? ¿Estás cumpliendo con tus obligaciones y las
promesas que has hecho? Estas son sólo algunas de las cosas que directamente afectarán
tu salud espiritual y tu matrimonio. Tu batalla en estas y en otras áreas de tu vida siempre
será la disciplina. Es una lucha constante practicar el dominio propio y mantener los apetitos
y deseos egoístas bajo el control del Espíritu Santo. Pablo sometió su cuerpo, y si tú no
haces lo mismo, quedarás descalificado y nunca lograrás las metas que estás tratando de
alcanzar en tu vida y en tu matrimonio.
Todos los meses hablo con parejas que están al borde del divorcio y este es uno de
los problemas clave que atormenta esos matrimonios. Sin duda, habrás observado los
problemas causados por la falta de disciplina en las vidas de tus amigos. Si no quieres
terminar igual que ellos, disciplina tu cuerpo y tu mente; somételos. Pablo explicó cómo
hacer esto cuando le escribió a la iglesia en Roma: “si vivís conforme a la carne, moriréis;
mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Ro. 8:13).
La respuesta se encuentra en tu sometimiento al Espíritu de Dios. Tus apetitos son
más fuertes que tu voluntad a resistirlos. Para poder superarlos necesitas una fuerza y un
poder más grande que tú. Al invitar al Espíritu de Dios a que entre y tome posesión de tu
vida, descubrirás el deseo y la fuerza necesarias para despojarte de tu persona natural.
Al hacer esto, el “yo” deja de tener control sobre ti y lo reemplazan el gozo y la paz de Dios.

201
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

¿Hará Dios esto si se lo pides? Escucha la promesa de Jesús: “si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc. 11:13). Él desea bendecirte con la victoria de Su
Espíritu Santo sobre tu carne. Pero nunca sabrás cuánto lo desea, ¡hasta que se lo pidas!
Pídele en este momento que te quite tus viejas costumbres y deseos, y comenzarás a vivir
la vida que Él te promete.
4. Dios quiere conformarte a Su imagen. Es evidente con sólo darle un vistazo a las
Escrituras que Dios tiene un “determinado consejo”, un plan predestinado para el mundo
entero y Él lo llevará a cabo (Hch. 2:23). De una manera muy ordenada y estructurada,
Él hace que cada detalle se adapte a Sus propósitos y a Su voluntad. El plan de la salvación
de Dios era muy disciplinado, y Jesús lo comprobó con su campaña contra las obras del
diablo. Se puede observar en Su agonía en el huerto, en Su estrategia de silencio e
indefensión ante Poncio Pilato y los guardias Romanos, y en Su victoria final al vencer a la
muerte. El propósito y la voluntad de Dios de salvar a la humanidad habían sido planeados
y predichos en las Escrituras y finalmente se cumplieron con la colaboración del Hijo de
Dios. Se puede decir que Dios planeo Su obra y luego llevó a cabo Su plan. Dios declaró la
venida del Mesías y luego: “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo…”
(Gá. 4:4).
¿Por qué hizo eso? Porque Dios cumple toda palabra que promete sin importar lo
que haga el hombre. Aunque los hombres se rebelen contra Él, el Padre cumplirá Su plan
soberano independiente de ellos. Acerca de las predicciones de Dios sobre la rebelde
Babilonia, Jeremías declaró: “se cumplen los designios del SEÑOR…” (Jer. 51:29 LBLA).
Esta predicción, por supuesto, incluía el juicio por su rebeldía contra la voluntad de Dios
para sus vidas. Ezequiel también declaró el propósito de Dios al hacer cumplir Su Palabra:
“sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice…” (Ez. 37:14). Cuando Dios cumple Su Palabra,
centra nuestra atención en Su fidelidad. Lo que Él ha dicho, lo ha llevado a cabo.
La fidelidad a Su palabra es la mejor definición de Su carácter disciplinado.
Dios quiere transformarte en este tipo de persona. Quiere transformarte en un
hombre o mujer que cuando hable, prometa o acepte una obligación, la cumple. Dios no va
a declarar Su deseo de instruirte en la justicia disciplinada para luego no permitir que
alcances esa meta. Él quiere asemejarte a Sí mismo en todo aspecto de tu vida, y lo logrará
si tú reconoces que necesitas cambiar. ¿Te someterás a la enseñanza de la Palabra de
Dios sobre cada área en la que estés batallando? Al someter cada una de esas áreas al
control del Espíritu Santo, Él te habilitará para andar en disciplina.

¿POR QUÉ CONTINÚA VIVIENDO UNA VIDA INDISCIPLINADA?


Muchas personas me dicen que son conscientes de su vida indisciplinada y que esto
está destruyendo su matrimonio. No obstante, sinceramente no entienden por qué
continúan viviendo de esa manera. Para poder lidiar directamente con las causas de esa
conducta, tienes que saber cuáles son para poder atacar la raíz del problema. Si atacas los
síntomas solamente, el resultado será más fracasos y frustración. No cortes sólo el fruto de
la rama, corta la raíz del árbol. Y entonces, ¿por qué continúas viviendo una vida
indisciplinada?
1. Un estilo de vida indisciplinado es la decisión de vivir egoístamente al ceder a tu
naturaleza pecaminosa. ¿No te das cuenta de que tu naturaleza humana se rebela contra la
idea misma de alguna moderación o disciplina? ¿No has percibido la batalla que bulle en tu
interior al leer este capítulo? Esta es tu naturaleza humana que lucha contra la ley de Dios
la cual exige moderación y disciplina. Cada fibra de tu ser, cada parte de tu naturaleza

202
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

pecaminosa se opone al control de la ley de Dios que gobierna la nueva naturaleza que
Dios te ha dado. Pablo describe esta lucha entre la naturaleza carnal del hombre y la ley de
Dios: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan
a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a
Dios” (Ro. 8:7-8). Esta batalla ocurre dentro de todo creyente y determina quién tiene
control, ¿el Espíritu Santo de Dios o tu naturaleza pecaminosa?
Pablo explica en más detalle: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el
del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis” (Gá. 5:17). En este pasaje Dios explica claramente y con exactitud qué impide
que las personas hagan lo que deban o desean hacer. Cuando accedes a tu naturaleza
pecaminosa, no te estás disciplinando en justicia. Estas dos características se excluyen
mutuamente. Tu carne siempre tratará de llevarte al exceso y al capricho en una o más
áreas de tu vida. Este era el problema de los fariseos. Jesús observó que a pesar de que en
su exterior parecían ser justos ante los hombres, por dentro estaban: “llenos de robo y de
injusticia” (Mt. 23:25). Esto ocurre simplemente porque tu naturaleza pecaminosa es más
fuerte que tu voluntad para resistirla (eso es, sin el poder del Espíritu Santo). Pablo reveló
su lucha personal cuando dijo: “el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro. 7:18).
Por lo tanto, ánimo, no estás solo, todos enfrentamos esta batalla.
Este estilo de vida indisciplinado y la batalla contra la naturaleza pecaminosa
también causan conflictos en el matrimonio. Todas las semanas en mi consultorio escucho
a las personas lamentarse y usar las mismas palabras de Pablo. Cuando animo a la esposa
que está tratando de mantener la casa organizada, y ella me dice: “Todos los días lo intento,
pero por alguna razón nunca lo logro. Me distraigo con otras cosas”. O cuando le pido a un
esposo que prepare un presupuesto para controlar sus gastos, a menudo escucho decir:
“No quiero estar limitado a un presupuesto. Es demasiado restrictivo”. La ira, la pereza y el
vivir más allá de nuestros medios son indicios de que estamos perdiendo la batalla entre
nuestra naturaleza pecaminosa y la voluntad de Dios. Cuando accedes a tus deseos
egoístas pierdes por completo el autocontrol y desaparece la esperanza de resolver estos
problemas.
2. Un estilo de vida indisciplinado elige obedecer los sentimientos por encima de lo
debido. Esta fue la causa de la caída del hombre. Cuando Adán y Eva estaban en el huerto,
Dios les mandó comer de todos los árboles del huerto excepto uno: “Y vio la mujer que el
árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar
la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió” (Gn. 3:6). Eva decidió acceder a lo que consideró
agradable y deseable en lugar de disciplinarse para hacer lo debido y lo que manda la ley
de Dios. Lo que es agradable y deseable es siempre lo más fácil y lo que te hace sentir bien
en el momento. Esta, por supuesto, fue la decisión mortal. Cada vez que accedes a lo que
es agradable y te hace sentir bien y desobedeces los mandatos de Dios, tú también estás
tomando una decisión mortal.
¿Te dejas dominar por los sentimientos y tomas decisiones basadas en lo que
sientes en el momento? ¿Resistes tus deseos en lugar de resistir los mandatos de Dios?
¿Escoges lo que es agradable y fácil en lugar de hacer algo que es desagradable?
El resistir tus deseos egoístas siempre será desagradable. Sin embargo, la alternativa es
contristar al Espíritu Santo y abandonar Su gozo y Su paz a cambio del fracaso constante.
El Espíritu Santo te llama y tus deseos carnales te llaman. ¿A cuál accederás? ¿Vivirás tu
vida controlada por los sentimientos o serás una persona dominada por el Espíritu y los
mandamientos? Recuerda que si pierdes tu vida de esta manera, en realidad la encuentras.

203
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

3. Un estilo de vida indisciplinado permite que las circunstancias gobiernen. La vida


está llena de todo tipo de circunstancias adversas y nadie se libra de ellas. Hay pruebas
financieras, pruebas en el trabajo y pruebas con los hijos (estas son sólo algunas) que
requieren que tomes decisiones. ¿Harás lo debido y te controlarás? ¿Cederás a Su Espíritu
y obedecerás los mandatos de Dios? O ¿decidirás ceder a las circunstancias, explotar
enfurecido y en desobediencia? Si estás acostumbrado a vivir conforme a tus sentimientos
o a actuar egoístamente, optarás por permitir que las circunstancias controlen tus
emociones y tus decisiones; eso es mucho más fácil que tener que luchar contra tus
sentimientos y las circunstancias difíciles que enfrentes.
Salomón entendió esta tendencia en el hombre cuando dijo: “Dice el perezoso:
El león está fuera; Seré muerto en la calle” (Pr. 22:13). En otras palabras, el hombre
perezoso encontró una supuesta circunstancia y la usó como excusa para no actuar
debidamente. Él usó la circunstancia adversa (el león en la calle) como la razón que
buscaba para liberarse de su obligación. Es más fácil quedarse en casa que tener que
enfrentar el problema. En realidad, fue su pereza que le impidió actuar debidamente.
Las circunstancias eran sólo una buena excusa.
¿Así lidias con tus problemas matrimoniales? ¿Usas las circunstancias como excusa
para eludir tu responsabilidad hacia tu pareja? Si es así, el cambio que deseas en tu
matrimonio jamás sucederá. El cambio ocurrirá solamente si ambos cónyuges acceden de
una manera disciplinada y con dedicación.
Por lo general, tu cónyuge no se deja engañar con tus excusas. Si continúas
actuando de esta manera, tu cónyuge te perderá el respeto y dudará de tu interés por un
cambio genuino en tu matrimonio. Finalmente, tu pareja perderá la esperanza de que
puedan lograr un verdadero cambio.
4. No culpes a los demás por tu estilo de vida indisciplinado. No puedes usar tu
niñez, tus amistades o tu cónyuge como excusa para explicar por qué no tienes disciplina.
Este es uno de los comentarios más comunes que escucho en mi consultorio: Si mis amigos
no me tentaran, podría ser más diligente; Si mis padres me hubieran educado de una
manera diferente…; Si mi esposa hiciera lo que debe hacer... Todas estas son excusas
indirectas que usas para culpar a otra persona o a la situación. Esta actitud retrasa
cualquier solución a tu problema. Sí, otras personas te han afectado e influenciado,
pero no las puedes culpar por tu conducta de hoy. Al final de cuentas, tú eres el
responsable. Debes ser sincero contigo mismo. Nadie te puede obligar a llevar una vida
egoísta o justa. ¡Tú tomas las decisiones!
He asesorado a muchas personas con todo tipo de antecedentes en los últimos
treinta y ocho años y he descubierto que los hijos de padres indisciplinados crecen y llegan
a ser personas piadosas y fructíferas. También he visto lo contrario. Esto confirma el hecho
de que cada uno de estos hijos fue dotado por el Creador con un libre albedrío.
Lo que determina el éxito o el fracaso en la vida de una persona son las decisiones que
toma en la actualidad, y no las influencias del pasado. Lo mismo es cierto para ti en el
contexto de tu matrimonio. Tienes que aceptar la responsabilidad personal por tus actitudes
y acciones, y debes tomar las debidas medidas hoy mismo.
Incluso hace muchos años, Dios habló de aquellos que culpan a sus padres por sus
pecados personales. Él usó al profeta Ezequiel para informarles a los judíos que ese
concepto estaba mal. El pueblo había comenzado a usar un proverbio que contenía esta
idea: “Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera”
(Ez. 18:2). En otras palabras, ellos creían que si sus padres hacían algo malo (comían uvas
agrias), sus hijos serían castigados (tendrían la dentera). Sin embargo, Dios le puso un alto

204
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

a este concepto falso: “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar
este refrán en Israel” (Ez. 18:3).
Dios explicó en más detalle por qué rechazó este proverbio: “He aquí que todas las
almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare,
esa morirá” (Ez. 18:4). Dios afirmó ser el dueño de todas las almas humanas. Toda persona
se presentará ante Él individualmente y cada uno cargará con la responsabilidad de su
propio pecado. Por lo tanto, el Padre no permitirá que culpes a tus padres ni a nadie más
por tus fracasos personales ni por los defectos en tu personalidad. Tú tienes que hacerte
responsable.
También observarás esta verdad ilustrada al leer los ejemplos de los padres y los
hijos que se encuentran en las Escrituras. Los hijos tienen la libertad de escoger su propio
camino en la vida. Por ejemplo, el rey piadoso Jotam engendró un hijo impío, Acaz. Éste en
cambio, engendró un hijo piadoso, Ezequías, quien engendró un hijo impío, Manasés.
Luego el hijo de Manasés, Amón, siguió los pasos de su padre e hizo lo malo ante el Señor.
Pero el hijo de Amón, Josías, se alejó de la maldad de su padre y vivió una vida justa.
Véase: 2 Crónicas capítulos 28-34.
Cada uno de estos ejemplos comprueba una cosa: no importa cuáles sean tus
antecedentes familiares, al final de cuentas, tú eres responsable de tus propias acciones.
Tú eres el que elige el camino en tu vida. Por lo tanto, no culpes a tus padres ni a nadie más
por tu falta de disciplina o tu estilo de vida impío. Dios no acepta esa excusa; Él te hace
responsable de tus propias acciones y del tipo de persona que eres. Sí, otras personas han
influenciado tu vida, pero esto no es una excusa para las decisiones que tomas en la
actualidad. Dios declaró por medio del profeta Isaías que quiere que sus seguidores:
“escojan lo que yo quiero” (Is. 56:4). Él quiere que gocemos de la vida y que nos liberemos
del “yo”.
¿Estás dispuesto a tomar esa decisión en este momento? ¿Le entregarás esta parte
de tu vida a Dios y le pedirás Su ayuda para cambiar tu vida indisciplinada? No importa
cuánto tiempo hace que vives una vida indisciplinada, Dios puede comenzar justo donde te
encuentras hoy. Lo único que Él requiere es tu buena voluntad y tu invitación a comenzar la
obra. Si estás dispuesto a hacerlo, ¿qué pasos debes tomar?

¿CÓMO PUEDES HACER EL CAMBIO?


Permíteme decir desde el principio que el cambio de una vida indisciplinada no será
fácil ni agradable. No existe un camino fácil para alcanzar una vida disciplinada y piadosa.
Si fuera fácil, todos viviríamos así. Pero es más fácil vivir una vida disciplinada y piadosa
que vivir en rebeldía y experimentar la confusión y el conflicto que esto causa. Puedes estar
seguro de que el fruto de una vida disciplinada resultará en armonía en tu hogar.
Tu andar con el Señor será mucho más fácil porque no te opondrás constantemente
a Su compunción. Cuando te rebelas contra Dios y Sus propósitos, es como si nadaras en
contra de la corriente. Es mucho más fácil nadar con la corriente que en contra de ella.
El autocontrol es como nadar con la corriente.
¿Cómo puedes comenzar a cambiar para vivir de manera disciplinada? Si sigues los
siguientes pasos, tu vida y tu matrimonio cambiarán ¡para siempre!
1. Primero, determina dónde te hace falta la disciplina. No puedes cambiar algo si no
sabes qué necesitas cambiar. Te recomiendo que hagas una lista de todas las cosas que le
prometiste a Dios o a tu pareja que cambiarías y que aún no has cambiado. También,
enumera esas cosas que tu cónyuge te ha pedido que cambies y que tú egoístamente te

205
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

has negado a cambiar. Estas, por lo general, serán las mismas cosas por las que discuten
constantemente.
2. Luego, determina cuál es la parte más importante en tu lista. Esta es la que
tratarás primero. Este aspecto de tu matrimonio es el que necesita ayuda y ánimo
urgentemente. Un cambio en este aspecto le dará la esperanza a tu cónyuge de que
finalmente las cosas mejorarán. Eso también la motivará a comenzar a cambiar en su
propia vida.
3. Estudia las Escrituras que tratan esta área para determinar qué debes hacer.
Al estudiar la Palabra de Dios referente a este tema, adquirirás la perspectiva de Dios y
aprenderás qué medida debes tomar. Sin la sabiduría de Dios, andarás a tientas en las
tinieblas. Necesitas la perspectiva de Dios porque es posible que tu conducta ofensiva no
sea inmoral. Podrías estar peleando con tu pareja por decisiones personales; en dado caso,
sólo necesitas llegar a un compromiso. La Biblia tiene que ser la autoridad final en todas
estas cuestiones. Al obedecer a Dios, también lo complaces.
Te sugiero que compres una buena concordancia para hacer una búsqueda por toda
la Biblia del tema en particular. Si tienes una computadora, existen muchos programas a tu
disposición. Conforme vayas entendiendo lo que la Biblia enseña, podrás actuar
debidamente.
4. Pídele a Dios la compunción del Espíritu Santo para poder actuar. Cuando
determines lo que la Palabra de Dios dice acerca de tu problema, necesitarás Su
compunción para comenzar el cambio. Dios comienza a obrar en tu fuero interior por medio
de la compunción, y te demuestra lo que estás haciendo mal. Él te motiva a que hagas lo
debido y que persistas. La compunción es ese silbo apacible y delicado que te dice por
dentro, “No hagas eso; recuerda que a tu pareja no le agrada”.
La compunción evita que simplemente pases por el aro para aplacar a tu cónyuge.
Los cambios externos no perduran porque necesitas una motivación interna para seguir
adelante. Las personas fracasan en sus obligaciones simplemente porque están tratando de
reformarse a sí mismos en lugar de permitir que Dios los transforme de adentro para afuera.
Pídele a Dios que no te deje en paz hasta que cambies tu conducta.
5. Pídele a Dios el poder de Su Espíritu para hacer los cambios necesarios. Cuando
sepas lo que tienes que hacer, necesitarás la fuerza para hacerlo. ¿Cuántas veces has
deseado hacer lo debido, pero te faltaron los medios para hacerlo? Recuerda, tu naturaleza
egoísta y pecaminosa es más fuerte que tu voluntad a combatirla. Si te sometes al Espíritu,
el resultado es el dominio propio (Gá. 5:23 LBLA). Tu naturaleza pecaminosa es más fuerte
que tú, pero el Espíritu de Dios es aún más fuerte. Entre más te entregues al poder de Dios
en tu vida, recibirás más de Su fortaleza para obedecerle.
6. A diario debes tomar medidas tocantes a este tema sin importar cuales sean tus
sentimientos. Acá es donde se observa la verdadera disciplina. Tal como expliqué
anteriormente, el dejarse dominar por los sentimientos es una de las causas principales de
una vida indisciplinada. A diario tienes que abandonar tus sentimientos y escoger lo que es
debido, lo que Dios manda. Al obedecer la corrección interna del Espíritu de Dios,
naturalmente vivirás por encima de tus sentimientos.
¿Recuerdas que anteriormente en este capítulo expliqué el plan bíblico para efectuar
un cambio?: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17). Ten presente que la palabra
“instruir” en este texto literalmente significa “disciplinar”. Presta mucha atención al método
que Pablo revela aquí. La Biblia es útil para enseñar, redargüir, corregir e instruir.

206
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

Al final, eso te disciplina en la justicia y te capacita para toda buena obra. Ese es el método
que Dios usa para cambiarte y convertirte en una persona disciplinada. Comienza con la
Palabra de Dios, Su herramienta, que mantendrá y perfeccionará tu corazón y le dará el
aguijón que necesita para cambiarlo. Al obedecer diariamente y tomar la debida acción, te
estarás disciplinando. Si realmente quieres hacerlo, sí lo puedes lograr.
Nunca es demasiado tarde para empezar si sigues estos pasos hoy mismo.
7. Procede con la siguiente parte en tu lista. Continúa solamente después de haber
superado el problema más grande, y luego aplica los mismos pasos a los asuntos restantes.
Recuerda que esto no se arregla en un dos por tres. El convertirte en una persona
disciplinada te llevará el resto de tu vida. Dios aún no ha terminado Su obra en ti; le falta
mucho trabajo por hacer en ti y por medio de ti. Es esencial que tengas paciencia con tu
cónyuge y contigo mismo. Dios es sumamente paciente mientras obra para asemejar tu vida
a la de Él. ¡Deja que Él lo haga!
El resultado de una vida disciplinada ¡será una vida piadosa! Una vida piadosa es lo
que hace que vivas en armonía con tu cónyuge y resulta en un matrimonio pleno y feliz.
Si ignoras este capítulo, no habrá un cambio duradero en tu relación y nunca encontrarás la
satisfacción que anhelas. Dios te quiere disciplinar en la justicia. ¡Deja que Él comience la
obra!

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 19


La falta de disciplina es uno de los problemas ocultos en muchos matrimonios
porque es un problema fundamental en la vida de casi todo ser humano. Algunas personas
tienen más problemas que otras. Llegué a la conclusión de que la disciplina es un factor
muy importante para lograr un cambio duradero, al escuchar la frustración y la angustia de
un cónyuge que me llama para decirme “la última consulta estuvo genial, pero mi pareja no
hizo ni una de las cosas que acordamos en su consultorio”. A menudo en las visitas
subsiguientes cuando pregunto si se hizo algo para resolver el problema la respuesta es,
“Bueno, no. No tuve tiempo” o alguna otra excusa. Después de escuchar estas mismas
respuestas una y otra vez, he concluido que la falta de disciplina es un gran obstáculo para
la mejora del matrimonio. Está muy claro que para cambiar tu matrimonio tienes que tener
disciplina. Ningún problema se corregirá por sí solo; ocurrirá solamente si tomas pasos
drásticos y te disciplinas hacia la rectitud.
¿Es este tu problema? ¿Le haces promesas a tu cónyuge que no cumples?
Estas podrían ser muy simples tales como llamar a casa si llegarás tarde del trabajo, no
gastar más del presupuesto o mantener la casa limpia. Las cuestiones más complejas y
difíciles incluyen controlar tu ira, dedicar tiempo para platicar juntos, pedirle a tu cónyuge
que ore por ti, hacer devocionales con tus hijos. Cada una de estas situaciones debe
enfrentarse con disciplina y autocontrol si has de ver un cambio verdadero y duradero.
La disciplina te hace que lleves a cabo lo que debes hacer o lo que has prometido hacer.
Igualmente, la disciplina es la razón principal por la que no regresas a tu conducta
pecaminosa y egoísta, y continúas con tu nueva conducta piadosa.

A. Anota las cuatro razones por las que la disciplina es importante. Lee las páginas 200-202.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

207
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL

B. Anota las razones por las que las personas viven una vida indisciplinada. Lee las
páginas 202-205.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

C. De las razones de una vida indisciplinada, ¿con cuáles has batallado tú y por qué?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

D. ¿En qué responsabilidades de tu matrimonio careces de disciplina lo cual causa


problemas?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________

E. Anota los siete pasos para cambiar tu vida indisciplinada que se encuentran en las
páginas 205-207.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________

F. Escribe los pasos concretos que tomarás para hacer los cambios necesarios en las
áreas donde careces de disciplina.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________

Preguntas para dialogar en grupo


1. ¿Por qué es tan difícil el autocontrol para la mayoría de las personas?
2. ¿Puedes identificar algún desacuerdo en particular que surja por la falta de disciplina?
3. En otras áreas de tu vida, ¿qué ventajas has observado cuando decides disciplinarte?
Haz memoria de algún problema que superaste en el pasado y comparte lo que
aprendiste.

208
20
EL AMOR REAVIVADO
“Amaos los unos a los otros” Ro. 12:10

L
a intención de Dios para tu matrimonio es encender en tu corazón un amor ardiente
por tu cónyuge, y mantenerlo ardiendo apasionadamente a lo largo de los años.
Mi intención y el objetivo de este libro es encaminarte a ti y a tu pareja hacia esta
meta. Los métodos y principios que he mencionado en los capítulos anteriores son las
instrucciones indicadas para reavivar tu amor. Lo que quiero hacer en este capítulo es darte
una simple analogía que te ayudará a recordar cómo mantener vivo ese amor.

EL AMOR COMO EL FUEGO


Las Escrituras revelan que el amor entre un hombre y su mujer es como el fuego.
Así es como la Sulamita describe la relación con su esposo en el Cantar de los Cantares:
“fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de
fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos”
(Cnt. 8:6-7). La Sulamita nos da esta analogía gráfica para que podamos intuir la fuerza y la
intensidad de su amor. Es evidente que su amor por Salomón era como un fuego
apasionado en su corazón. Ella compara su amor con las dos fuerzas más poderosas que
conocía: el poder de la muerte y el poder de las llamas. Estas dos metáforas describen
cabalmente la fuerza y la pasión del amor matrimonial.
Primero, considera la comparación entre el amor y el poder de la muerte.
Esta es una ilustración que todos podemos entender porque la muerte es muy poderosa y
devoradora. Tarde o temprano la muerte les llega a todos porque persigue a toda criatura y
nunca se da por vencida. Igualmente, el amor persigue a su ser querido. Cristo demostró la
tenacidad del amor hasta el punto de la muerte. Su intenso amor lo impulsó a sacrificar su
vida por la humanidad. El amor que te tiene a ti es firme y persistente, y Él continúa
persiguiéndote. En este momento, “los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para
mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él” (2 Cr. 16:9).
¿Estás dispuesto a recibir este tipo de amor que persigue, persiste y nunca se da por
vencido? Dios quiere conferirte un amor fuerte y persistente hacia tu cónyuge; un amor
totalmente entregado y tan fuerte como la muerte.
Considera la segunda ilustración del amor como un fuego que arde en el alma.
Isaías describe nuestra salvación o nuestra relación de amor con Dios como el fuego o “una
antorcha” dentro de la persona (Is. 62:1). Este fuego que Dios enciende en tu alma es
básicamente el amor que sientes por Él. El mandamiento mayor dice: “Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mt. 22:37). Tu corazón
se convierte en una antorcha que arde con el fuego de Su amor. Si sientes este amor por
Dios en tu corazón, se manifestará en la relación con tu cónyuge (1 Jn. 4:21).
La idea del amor como una llama vehemente también puede usarse en tu contra.
Si no correspondes al amor de tu pareja o si abusas de su confianza, el amor se convierte
EL AMOR REAVIVADO

en un fuego de celos duro como el Seol. Cuando rechazas el amor de tu pareja las
repercusiones pueden ser muy severas. Tú decides el fruto de amor que cosecharás;
la crueldad de un amor celoso o la fuerza de un amor dadivoso.
La Sulamita observó que: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo
ahogarán los ríos” (Cnt. 8:7). Esto se debe a que el amor matrimonial es un compromiso y
no una emoción frágil que se destruye fácilmente. La fuerza de este amor hace que el
cónyuge persista cuando el matrimonio pasa por dificultades. Yo he observado muchos
matrimonios donde uno de los cónyuges lucha por años, se esfuerza pacientemente por
colaborar con su pareja de mal talante y ora para que Dios obre en la vida de ésta.
¿Por qué? Por la fuerza del amor. Estudiamos esta verdad anteriormente, pero merece
repetirse. “El amor es sufrido… Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”
(1 Co. 13:4,7). Este es el tipo de amor que soporta las inundaciones de muchas aguas que
intentan apagar el fuego de un matrimonio. La esposa de Salomón no decía que el fuego
del amor matrimonial nunca se extingue, simplemente que era muy difícil hacerlo.
Pero puede que te preguntes: “Si el amor no se extingue fácilmente, entonces,
¿por qué se ha apagado el fuego en mi matrimonio?” Esta pregunta es muy importante.
Para poder reavivar tu amor debes entender exactamente qué está destruyendo tu relación
sentimental.

¿POR QUÉ MUERE EL AMOR?


En algún momento tú has estado ante un fuego y sabes muy bien cómo apagarlo.
Sólo existen dos formas de hacerlo.
La primera es el descuido. Si no lo cuidas, atizas ni le echas leña al fuego,
¿qué pasa? Lentamente el fuego se apaga. No necesitas hacer nada para que esto ocurra,
y lo mismo sucede en tu matrimonio. La falta de amor y de atención hacia tu cónyuge
seguro que destruirá tu relación sentimental. Cuando repetidamente haces muy poco por
demostrar tu amor, la conclusión natural es que realmente no te importa la relación.
Por lo tanto, si quieres que tu amor se muera, sigue sin hacer nada. Dentro de poco,
el calor del amor entre ustedes morirá, y el fuego que una vez ardió se enfriará.
Seamos realistas. Es fácil descuidar el mantenimiento necesario para conservar las brasas
encendidas. Por ejemplo, ¿reconoces con regularidad el empeño de tu pareja y sus logros
en el trabajo o en el hogar? ¿Le agradeces cuando te complace al recordar algún pedido?
¿Has desatendido la oración con tu pareja y has dejado de interceder por ella?
¿Cuándo fue la última vez que salieron juntos o que hicieron algo especial sin ninguna
razón en particular? Cada una de estas acciones atiza el fuego de tu amor y hace que arda
y que resplandezca. Si desatiendes estas cosas, el fuego lentamente ¡se extinguirá!
Cada demostración de amor que desatiendes es una indicación del descuido de tu
relación. Las Escrituras te exhortan a amar de una manera diferente. Pablo dice: “Amaos los
unos a los otros…En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu,
sirviendo al Señor” (Ro. 12:10,11). La frase, fervientes en espíritu, significa “estar caliente o
hirviendo”. Acá el amor es representado como un fuego abrasador que arde dentro de tu
corazón para servir al Señor, todo lo contrario a la pereza o a la negligencia.
Si Dios nos anima a que seamos más diligentes en nuestro amor por nuestro
hermano ¡con cuánto más fervor debemos amar a nuestra pareja! ¿Le demuestras
amabilidad y el debido afecto a tu cónyuge? Si lo haces, el fuego entre ustedes jamás se
apagará. Arderá y resplandecerá más y será más intenso con cada día que pase.
Aparte del descuido, hay otra manera de extinguir el fuego. Tus acciones
deliberadas también apagan el fuego. Puedes deliberadamente echarle agua al fuego y

210
EL AMOR REAVIVADO

seguro que se apagará. Puede que no se apague con el primer cubo de agua, pero si
continúas haciéndolo, seguro que lo extinguirás. ¿Qué está vertiendo agua en tu relación?
¿Usas palabras groseras? ¿Criticas a tu pareja o te burlas de ella? ¿Maltratas físicamente a
tu pareja? ¿Te niegas a tener relaciones sexuales para castigar a tu ser querido por su falta
de atención? ¿Eres severo o grosero? ¿Coqueteas con otras personas? ¿Has caído en el
adulterio? Estas acciones seguro que ahogarán el fuego del amor.
Pablo instruyó que si hacemos el mal a otros, apagamos al Espíritu Santo en
nuestras vidas. Él exhortó: “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal… No apaguéis al
Espíritu… Absteneos de toda especie de mal”. El mal hecho a cualquier persona apaga al
Espíritu Santo en tu vida porque es pecado y contrista el corazón de Dios. Estas acciones
también contristan a tu cónyuge y ¡extinguen el amor entre ustedes! Lee todo el contexto de
1 Ts. 5:15-22.
Asimismo, aunque las acciones por sí mismas no sean malas ni pecaminosas,
pueden apagar el amor en tu relación. Si haces algo sabiendo que eso ofende a tu cónyuge
y continúas haciéndolo, Pablo dice: “ya no andas conforme al amor” (Ro. 14:15).
Pablo explica este principio relacionándolo con los cristianos en Roma y su costumbre de
comer en la presencia de otros creyentes comida que éstos consideraban inmunda. Pablo
acordó que: “nada es inmundo en sí mismo”, pero que “es malo que el hombre haga
tropezar a otros con lo que come” (Ro. 14:14,20). La cuestión no era lo que se hacía, sino la
manera ofensiva en que se hacía.
Por lo tanto, debes considerar tu conducta hacia tu pareja. ¿Haces cosas malas o
inmorales? ¿O tal vez cosas que en sí son buenas, pero las haces de una manera
ofensiva? ¿Te comunicas de una manera dura o insensible o ignoras por completo los
pedidos de tu cónyuge? Tu manera de actuar determinará si estás atizando el fuego de
amor entre ustedes o tirándole un cubo de agua encima.
Si quieres un cambio en tu relación, no esperes más. ¡Comienza hoy mismo!
Tu relación sentimental no resiste el descuido continuo. Las llamas de tu amor soportan una
cantidad limitada de agua antes de que se apague el fuego. Aviva las brasas haciendo lo
que Dios manda.
La razón por la que muere el amor en el matrimonio no es un misterio.
Es simplemente porque no atizas el fuego o porque continuamente lo apagas. Cuando esta
situación no se rectifica, la pareja comienza lentamente a distanciarse y el amor
desaparece.
Tristemente, algunas parejas hacen las dos cosas. No hacen nada por atizar el
fuego de su amor y le tiran agua encima con regularidad. Puedes estar seguro de que una
relación de estas ¡no durará! ¿Cómo evitas ese declive? ¡Continúa leyendo!

¿CÓMO REAVIVAR TU AMOR?


Muchas veces las parejas me preguntan, “¿Existe alguna esperanza de renovar el
amor que un día tuvimos?” Se preguntan si es posible reavivar el fuego matrimonial.
Ellos piensan: han ocurrido demasiadas cosas que no se pueden cambiar. Le hemos tirado
demasiada agua al fuego para que regrese el amor. ¡Eso no es así! Cuando comienzas a
dudar de la posibilidad de renovar tu amor, confirmas que vas por buen camino porque eso
revela tu buena voluntad a tratar de encontrar una solución. ¡Sí, puedes hacer algo!
¡Sí, hay esperanza! Y entonces, ¿qué debes hacer?
Cada uno de los principios que te daré es un resumen de lo que he tratado de
comunicar en este libro. El objetivo de los capítulos anteriores es explicar exactamente
cómo restaurar y cimentar tu amor y tu compañerismo. Estos principios han contribuido

211
EL AMOR REAVIVADO

repetidamente a la restauración de varios matrimonios. Por lo tanto, quiero repasar


brevemente los puntos clave que reavivarán el fuego de tu amor, lo que básicamente es un
breve resumen del contenido de este libro.
1. Regresa a tu primer amor con Cristo. En un matrimonio con dificultades, ambos
cónyuges necesitan una renovación espiritual. Cuando existen conflictos sin resolver,
siempre habrá resentimiento. Donde hay resentimiento, no hay perdón. Cuando no hay
perdón, siempre hay dureza de corazón. Con estas actitudes, es inevitable que una persona
tenga dificultades en su relación con Dios. No puedes decir que amas a Dios y a la vez
odias a tu cónyuge (1 Jn. 4:20). La dureza de corazón hacia tu pareja naturalmente te
distanciará de Dios y esto destruirá cualquier posibilidad de un cambio. Jesús dijo:
“separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Si deseas reavivar tu relación sentimental
con tu cónyuge, necesitas regresar a tu primer amor con Cristo (Ap. 2:4,5). ¡Lo necesitas a
Él! Recuerda, Dios es amor (1 Jn. 4:7,8). Él es la fuente suprema de todo el amor que
necesitas para reavivar tu relación. No puedes dar algo que no tienes y eso significa que
necesitas que Dios te dé el amor que careces en tu relación. Primero, resuelve con Él ese
resentimiento que guardas en tu corazón. Pídele perdón por tu dureza, por tu falta de
voluntad y por no perdonar a tu ser querido. Pídele que te llene con Su amor y con Su
Espíritu Santo. ¡El fruto de Su Espíritu es amor (Gá. 5:22)!
Cuando te hayas reconciliado con Él, percibirás el poder de Su amor obrando dentro
de ti. Podrás entonces tomar las medidas que Dios requiere de ti. Aquí es donde adquieres
tu fuerza porque: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su
buena voluntad” (Fil. 2:13). Debes tener una buena relación con el Señor, esta te dará el
poder necesario para tener una buena relación con tu cónyuge.
2. Luego, platica con tu cónyuge y resuelve los conflictos que los desunen.
¿Por dónde comienzas? Recuerda lo que expliqué en el capítulo 9, ¡comienza contigo
mismo! Jesús dijo: “saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar
la paja del ojo de tu hermano” (Mt. 7:5). Él sabía que este principio debe ser una prioridad
para reconciliar los conflictos.
Cuando hayas identificado tus faltas, habla con tu pareja y pídele perdón por cada
una de ellas. No comiences por señalar las faltas de tu pareja, comienza con las tuyas
(Stg. 5:16). Este gesto inmediatamente suavizará el corazón de tu cónyuge y, por lo
general, lo motivará a preparar una lista similar. Si esto no ocurre, con delicadeza sugiérele
que considere sus propias faltas y que examine su conciencia como lo hiciste tú. Aliéntalo
diciéndole que quieres mejorar tu relación y explícale que si resuelven estos conflictos,
renacerá el amor en la relación.
3. Estimula a tu cónyuge con actos deliberados y piadosos. Pablo dijo:
“considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (He. 10:24).
Por lo general, nos estimulamos a la ira y a las malas obras. Para estimular a tu cónyuge a
amar se requiere un acto de amor de tu parte. Para realizar este acto de amor es necesario
que el amor de Dios reine en tu corazón y domine tu egoísmo y desesperanza.
Recuerda, el amor estimula a otros a amar y también resuelve el problema del
descuido que mencioné anteriormente. La palabra “estimular” significa “despertar”. Todo
acto de amor es como echarle leña al fuego y eso, sin duda, despertará el amor entre
ustedes. Entre más actos deliberados hagas, más arderá el fuego. El calor de este tipo de
relación naturalmente los atraerá y los unirá. Estarás ansioso por regresar a casa para ver a
tu cónyuge porque el amor entre ustedes se habrá reavivado.

212
EL AMOR REAVIVADO

4. Abandona cualquier acto deliberado y pecaminoso. Si quieres que el fuego de


amor comience a arder de nuevo, tienes que dejar de echarle agua al fuego.
Eso le demostrará a tu cónyuge ¡que hablas en serio! El arrepentimiento verdadero se
manifiesta con un cambio en tu vida. Si estás haciendo algo contrario a la Palabra de Dios,
tienes que dejar de hacerlo. Donde estés actuando egoístamente, debes hacer lo contrario.
Pablo nos exhortó a que vivamos: “haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hch. 26:20).
Esto significa que debes parar todo maltrato físico y verbal. Pídele a Dios que
controle tu ira explosiva. Restablece las relaciones sexuales. Si estás liado con otra
persona, ¡corta la relación hoy mismo! Así se demuestra el arrepentimiento verdadero.
Para poder reavivar el amor entre ustedes es necesario que tomes estas medidas piadosas.
5. Diariamente debes practicar el mantenimiento preventivo. A menudo las parejas
comienzan a resolver sus diferencias y luego uno de ellos regresa a las viejas costumbres.
Esto apaga el amor entre ellos y todo el proceso destructivo comienza de nuevo. Tienes que
hacer todo lo posible para evitar eso.
Mientras avivas el fuego al prestar atención y mantenerte alerta, también tienes que
cuidar de tu matrimonio y actuar amable y cariñosamente. Esta es una labor diaria.
Así responde el amor… se esfuerza. Recuerda, Pablo lo llamó el: “trabajo de vuestro amor”
(1 Ts. 1:3). Si amas a tu cónyuge, le dedicarás tu tiempo y te esforzarás por estrechar tu
relación con él. Dios te ama mucho y ha estado obrando por mucho tiempo para hacer que
te acerques a Él. La cruz fue Su obra de amor por ti, y Él continúa obrando al colmarte de
beneficios diariamente (Sal. 68:19). Dios quiere que hagas lo mismo con tu cónyuge. Juntos
aticen el fuego y diariamente resuelvan los conflictos que surjan. Demuéstrale tu amor hoy
mismo.

CONCLUSIÓN
Amado amigo, si haces las cosas que he mencionado en las páginas de este libro,
tendrás el matrimonio que anhelas. Yo creo con todo mi corazón que lo mejor que Dios
tiene para ti está por venir. ¿Por qué creo esto? Porque las Escrituras revelan que Él desea
darnos más de lo que nos podemos imaginar. Recuerda que a Dios le encanta dar.
No somos capaces de comprender las riquezas de la gracia que Él tiene para cada uno de
nosotros. Pablo dijo lo siguiente de la capacidad del Padre: “Y a Aquel que es poderoso
para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros” (Ef. 3:20). ¿Qué es lo que deseas y has estado
pidiendo en tu vida y en tu matrimonio? Él quiere hacerlo realidad y es capaz de hacerlo
más abundantemente de lo que te imaginas. Pero la pregunta es, ¿crees eso tú?
Si crees en esto, entonces buscarás a Aquel que promete ser: “poderoso para
guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría”
(Jud. 24). Él es capaz de impartirte la gracia necesaria para que tengas todo lo que
necesitas en tu vida y en tu matrimonio (2 Cor. 9:8). No te pierdas esta increíble suficiencia
que Él te ofrece. Amado amigo, no permitas que este sea otro libro sobre el matrimonio que
abandonas en el estante y no lo pones en práctica. Deja que Dios realice Su obra milagrosa
en tu vida hoy mismo. Acércate a Él en este momento y permítele comenzar la obra. Nunca
olvides que ¡Él es capaz de hacerlo! Confía en que Él hará lo que sea necesario cuando le
entregues tu vida.

213
EL AMOR REAVIVADO

MANUAL DE ESTUDIO CAPÍTULO 20


La intención de Dios para tu matrimonio es encender en tu corazón un fuego
abrasador de amor por tu cónyuge y mantenerlo ardiendo apasionadamente durante todos
los años que vivan juntos. Mi objetivo principal al escribir este libro y el manual de estudio
es guiarte a ti y a tu pareja hacia la meta final de un reavivamiento de su amor. Los métodos
y los principios bíblicos que he incluido en los capítulos anteriores de este manual de
estudio han sido diseñados para estrechar tu relación matrimonial. En esta última lección
quiero que recuerdes una simple analogía que te ayudará a mantener un amor tenaz.

A. ¿Cuál es la analogía que la esposa de Salomón usó al declarar su amor por su esposo
en la página 209? El amor debe ser como ____________________________________
______________________________________________________________________

B. ¿Cuáles son las dos cosas que destruyen el amor en el matrimonio y que se encuentran
en las páginas 210-211?
1. _______________________________________________________
2. _______________________________________________________

C. De estas dos causas, ¿cuál es la responsable de que tu matrimonio no sea lo que debe
ser? Si son ambas, dilo. Menciona solamente tus propias faltas.
_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
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_______________________________________________________
_______________________________________________________

D. ¿En qué áreas no has actuado en amor y dónde has actuado pecaminosamente hacia
tu cónyuge? Debes ser concreto. Por ejemplo, ¿has ignorado el compañerismo
espiritual, emocional, recreativo, sexual o parental? O ¿has tomado medidas
pecaminosas en estas áreas y has rechazado a tu pareja?
3. _______________________________________________________
_______________________________________________________
4. _______________________________________________________
_______________________________________________________
5. _______________________________________________________
_______________________________________________________
6. _______________________________________________________
_______________________________________________________
7. _______________________________________________________
_______________________________________________________
8. _______________________________________________________
_______________________________________________________

214
EL AMOR REAVIVADO

E. ¿Qué medidas prácticas y cariñosas puedes tomar para cambiar lo que acabas de
escribir?
1. _______________________________________________________
_______________________________________________________
2. _______________________________________________________
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3. _______________________________________________________
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4. _______________________________________________________
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5. _______________________________________________________
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6. _______________________________________________________
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Preguntas para dialogar en grupo


1. ¿Qué prácticas apagan el fuego en tu matrimonio?
2. ¿Qué prácticas atizan el fuego de amor en tu matrimonio?

215
Apéndice A

¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

S
i empezaste el libro leyendo el apéndice, te sugiero que te detengas y comiences con
el primer capítulo. La razón es muy simple. Si no lees e implementas los principios
de este libro, no le darás a tu matrimonio la oportunidad que se merece. No habrás
identificado en qué áreas necesitas cambiar ni habrás considerado las medidas piadosas
que debes tomar para motivar a tu cónyuge a que cambie. No le habrás dado a tu cónyuge
el tiempo necesario para efectuar los cambios antes de dar los pasos que recomiendo en
este capítulo. Es esencial que empieces a leer desde el primer capítulo y que pongas en
práctica todos los principios. Este apéndice es para ayudar a aquellos que ya hicieron lo
necesario y aún no ven resultados positivos. Entiendo que estarás frustrado con tu pareja,
pero esto es consecuencia de los problemas personales en la vida de los dos. Primero
tienes que ocuparte seriamente de tu propia vida. Si tu cónyuge no responde, el siguiente
consejo te será útil y de provecho. A la larga, espero que nadie necesite este apéndice. Por
lo tanto, comienza con el primer paso y no el último. Por favor, regresa al primer capítulo
ahora.
¿Por qué le di este título al apéndice? Desafortunadamente, he descubierto que
algunas personas simplemente no quieren hacer nada para estrechar su relación
matrimonial. A veces es porque el cónyuge que se niega a cambiar no es creyente, no
obstante, algunos cristianos también toman esta postura. Por lo tanto, estas cuestiones se
deben tratar para ayudarle al cónyuge con buena disposición a responder adecuadamente.
Hay dos preguntas que me hacen una y otra vez: “¿Por qué no cambia mi cónyuge, y qué
debo hacer?”

¿POR QUÉ NO CAMBIA MI CÓNYUGE?


Esta es una buena pregunta y merece una respuesta. ¿Por qué uno de los cónyuges
se niega a efectuar los cambios que las Escrituras requieren? Si sabes la respuesta a esta
pregunta, será mucho más fácil determinar qué debes hacer. Yo creo que existen varias
razones por las cuales un cónyuge se niega a cambiar para llegar a tener un matrimonio
feliz. Veamos algunas de ellas.
1. A veces tu cónyuge simplemente no quiere cambiar. Por eso es que comencé
este libro con el tema de la buena disposición. Algunas personas saben lo que deben hacer,
pero simplemente eligen no hacerlo. Estas personas están satisfechas con las cosas como
están y tienen la intención de continuar viviendo egoístamente. No hay nada que puedas
decir o hacer para hacerlos cambiar porque les gusta vivir para sí mismos. Jesús dijo de los
fariseos: “no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Jn. 5:40). Los fariseos preferían el
statu quo. No tenían ninguna intención de negarse a sí mismos para seguir a Cristo, aun
cuando el mismo Hijo de Dios se encontraba entre ellos. Él hizo milagros, los amó, siempre
dijo la verdad y aun así lo rechazaron. Esto revela la dureza del corazón del hombre y la
capacidad de rechazar al testigo más calificado que jamás haya vivido, Jesucristo.
Esta es una de las razones por las que tu cónyuge podría mostrarse renuente al
cambio. Es posible que ella tenga el mismo corazón obstinado, soberbio y rebelde. Puedes
estar seguro de que, aunque Jesús llegara a tu casa y personalmente hablara con tu pareja,
ella no cambiaría. En este caso, no hay mucho que puedas hacer. Esta noción no es
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

agradable, pero es la realidad. Tienes que aceptar el hecho de que tu cónyuge tiene que
estar dispuesto a cambiar.
2. A veces tú eres la razón por la que tu cónyuge no cambia. En este momento
tienes que ser crudamente sincero contigo mismo. ¿Estás cambiando como Dios te lo exige
o sigues viviendo de la misma manera simplemente esperando que tu cónyuge cambie?
¿Has pensado que tú podrías ser el obstáculo más grande que le impide cambiar a tu
pareja? Tu vida puede ser un aliento para tu pareja o una piedra de tropiezo. Las Escrituras
nos exhortan a “estimularnos al amor y a las buenas obras” (He. 10:24). Para estimular a tu
pareja al amor primero tienes que demostrarle tu amor. Si demuestras resentimiento y
rencor, incitarás a tu pareja a actuar rencorosamente. Si te niegas a cambiar, provocarás a
tu pareja a desafiarte. Es muy probable que tu cónyuge esté usando tu falta de voluntad
como excusa para seguir siendo obstinado e inflexible. Somos conscientes, sin embargo,
de que Dios no acepta esta excusa.
Recuerdo a un joven incrédulo que sentado en mi oficina confesó que no quería
tener nada que ver con Jesucristo por la conducta que veía en su esposa. Me dijo: “Si eso
es ser cristiano, no quiero tener nada que ver con eso”. Ese comentario abatió a su esposa,
pero mucho de lo que él dijo era cierto. Ella pasaba la mayor parte del tiempo molesta con
él por su falta de liderazgo en el matrimonio, lo criticaba severamente y luego lo presionaba
para que fuera a la iglesia.
Por consiguiente, examina tu vida cuidadosamente y considera cómo tu vida afecta
a tu pareja. Tus acciones avanzarán el proceso del cambio o lo impedirán. Esta es la razón
por la que el apóstol Pedro les advirtió a las esposas, casadas con incrédulos, que tuvieran
cuidado con su conducta. Él dijo: “mujeres, estad sujetas… de modo que, si algunos de
ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la
conducta de sus mujeres”. Además, las esposas necesitan cultivar “un espíritu tierno y
sereno, lo cual es precioso delante de Dios” (1 P. 3:1-4 LBLA). ¿Dirías tú que eres sumisa y
tierna o eres rebelde y exigente? ¿Has resuelto toda amargura o resentimiento en tu
corazón? ¿Estás refrenando las costumbres que ofenden a tu pareja? ¿Estás iniciando los
pasos necesarios para establecer la relación o estás esperando que tu cónyuge actúe
primero? Tus respuestas a estas preguntas determinarán si tú contribuyes a que tu pareja
se niegue a cambiar.
3. A veces quedan conflictos sin resolver. El rencor o resentimiento por asuntos no
resueltos a menudo es un gran obstáculo porque nadie quiere cambiar cuando aún está
molesto. Muchas veces la renuencia a cambiar se usa como castigo por algún pecado
verdadero o imaginario. Tu pareja lo considera una buena represalia por lo que has hecho.
El resentimiento siempre erige una pared que separa a las dos personas. Así que derrumba
esa pared y resuelve esos asuntos que impiden la buena disposición. Acuérdate de que tú
no tenías el deseo de cambiar tu vida hasta después de haber confesado tu pecado y
haberte reconciliado con Dios. Este principio es el mismo en cualquier relación.
La reconciliación siempre precede al cambio. Cristo vino a “expiar la iniquidad” para poder:
“traer la justicia perdurable” (Dn. 9:24). Por lo tanto, siempre debe haber una reconciliación
antes de poder percibir algún cambio.
Sin embargo, si no has visto los cambios que deseas, permíteme hacer una
sugerencia. Acércate a tu pareja y pregúntale: “¿Hay algo entre nosotros que aún no
hayamos resuelto?” Debes entender la postura de tu cónyuge con relación a esto.
Si no tienen conflictos pendientes, pueden entonces tachar esta posibilidad de la lista.
Si todavía tienen conflictos sin resolver, manos a la obra y resuélvanlos usando los
principios mencionados en los capítulos anteriores.

217
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

4. A veces no hay ningún cambio porque tu cónyuge no se ha entregado a Cristo.


Si los dos cónyuges en un matrimonio no están completamente entregados a Cristo, nunca
alcanzarán el tipo de matrimonio que realmente desean. El tener una relación verdadera
con Dios nos hace cambiar a diario. Él se encarga de cambiar vidas todos los días del año.
Antes de mandar que amáramos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, Jesús dijo:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”
(Mt. 22:37). Si amas al Señor con todo tu corazón, no puedes evitar amar a tu prójimo.
Cuando te enamoras del Señor Jesucristo, Él te llena con Su Espíritu y Éste te llena con Su
amor (Ro. 5:5). El amor hace que tú y tu cónyuge se esfuercen por cambiar.
Nadie puede obligar a otro a cambiar su vida. El cambio tiene que ser motivado por
un deseo interno de dar de ti mismo y de servir a otra persona. Tú y tu cónyuge tienen que
desearlo, tienen que clamar y pedírselo a Dios conscientes de que sólo cuando Su amor
capture sus corazones podrán ser el hombre o la mujer que Dios quiere que sean.
Si estos cambios no están ocurriendo como tú esperabas, aquí es donde debes empezar.

¿QUÉ PUEDES HACER TÚ?


Tu reacción a un cónyuge indiferente es muy importante. Como mencioné
anteriormente, tú puedes ser un estímulo o un obstáculo en este proceso. ¿Cómo debes
responder y qué debes hacer? ¿Cuál es la actitud bíblica que agrada a Dios?
1. Paciencia. Sí, yo sé que esto suena muy simplista. Es muy fácil decirle a alguien
que tenga paciencia. Sin embargo, si andas con el Señor, la fuente de tu poder es la fuerza
del Espíritu Santo. Sí puedes ser paciente. Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” (Fil. 4:13). Tienes el poder del Espíritu Santo que mora dentro de ti, y el fruto del
Espíritu es paciencia y benignidad (Gá. 5:22). Él te dará la paciencia que necesitas si se lo
pides.
¿Por qué debes responder con paciencia? Porque así es como Dios te trató a ti
cuando no estabas dispuesto a cambiar alguna actitud o costumbre. Reflexiona por un
momento sobre las veces que le has sido indiferente al Señor y a Su compunción.
¿Te expulsó Él de Su reino? ¡Seguro que no! Él es paciente (2 P. 3:9). Probablemente está
esperando pacientemente que tú cambies en esta área. Por lo tanto, demuéstrale a tu
cónyuge la misma paciencia que tú has recibido: “el Dios de la paciencia y de la consolación
os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús” (Ro. 15:5).
2. Oración. La oración es una ayuda esencial en circunstancias difíciles,
especialmente cuando te quieres dar por vencido. Jesús instruyó sobre “la necesidad de
orar siempre, y no desmayar” (Lc. 18:1). No te pierdas la bendición y la fuerza que Dios te
dará mediante la oración. Antes que nada, la oración te cambiará a ti alentándote para que
no te desanimes, y hará que tu cónyuge sienta la presión del Espíritu Santo.
Dios quiere que entres en comunión con Él; quiere que vengas y descanses en Él.
Dios ordenó: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar” (Mt. 11:28). Si tú estás cargado con el peso de tu matrimonio, acércate a Él en
este momento y ¡deja que te dé reposo! Cuando tengas Su reposo en tu corazón, podrás
soportar todo lo que enfrentes sin importar lo que tu pareja haga o no haga. La oración te
confiere la paciencia, el consuelo y la fuerza que necesitas. Sin la oración, perderás toda
posibilidad de obtener la fuerza y la paz interna que urgentemente necesitas en este
momento. “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará” (Sal. 55:22). David exhortó:
“Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová” (Sal. 27:14).
La oración no solamente te sostiene y te fortalece, sino que también te protege de las
tentaciones que naturalmente surgen al vivir con un cónyuge indiferente. Me refiero a

218
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

tentaciones como guardar rencor en tu corazón, darte por vencida, o ser atraída por otra
persona que aparente ser más cariñosa y amable que tu cónyuge. Jesús nos dio la solución
para superar la tentación cuando nos dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación;
el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt. 26:41). ¿Reconoces lo
débil que eres en este momento? El soportar la prueba de vivir con un cónyuge indiferente
te pone en un lugar muy vulnerable.
La oración es la respuesta a esta flaqueza de tu carne, y te mantendrá en el buen
camino. Si tú no oras, no te sorprendas si caes en una de estas tentaciones. No seas como
el apóstol Pedro quien pensó que nunca caería en la tentación, “el que piensa estar firme,
mire que no caiga” (1 Co. 10:12).
Ora pidiendo sabiduría. Necesitas una cantidad increíble de sabiduría si tienes un
cónyuge indiferente. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:5). ¿Qué debes hacer y
cómo? ¿Cómo le debes hablar a tu pareja y qué le debes decir? Debes buscar el consejo
de Dios y pedirle que confirme Su plan en cada paso del camino. Necesitas el consejo que
sólo Dios te puede dar. El consejo de otras personas también es importante, pero tienes
que tomar lo que ellos te dicen y pedirle a Dios Su aprobación.
Finalmente, la oración no es sólo para ti y tu propia fortaleza, sino también para tu
ser querido. Es mediante la oración que encomiendas a tu cónyuge a las manos de Dios.
Si Jesús nos dijo que oráramos por aquellos que nos persiguen, ¡cuánto más debemos orar
por un cónyuge indiferente! Debes entregarlo al Padre y permitir que Él haga Su obra en el
corazón de tu pareja. De hecho, la oración pone más presión que todos los gritos, pleitos y
manipulación porque Dios obra en el corazón y en la mente. Cuando oras, Dios obra en el
fuero interno de tu pareja por medio del Espíritu Santo y eso es mucho más difícil de resistir.
Cuando guardas silencio, el Señor continúa hablándole claramente al corazón y a la mente
de tu pareja. Si tu cónyuge escucha Su voz y no endurece su corazón, Dios hará una buena
obra (He. 3:7). Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
(Jn. 10:27). Al orar, debes confiar en que Dios le está hablando a tu cónyuge.
¿Por qué debes confiar en esta verdad? Porque Él lo ha prometido. Ora para que tu pareja
opte por obedecer al Padre y rendirse ante Él.
3. Continúa en tu caminar cristiano. Muchas veces he visto a personas batallar con
un cónyuge indiferente y luego los veo perder toda la paciencia y renunciar a su relación
con el Señor. Sus cónyuges se niegan a orar, a asistir a la iglesia o a comunicarse y han
elegido continuar viviendo egoístamente. Por lo tanto, el cónyuge fiel sucumbe a la
tentación y se da por vencido. Poco tiempo después no veo a ninguno de los dos en la
iglesia. Cuando llamo para ver qué pasa, me dicen: “Dios no está haciendo nada. Mi pareja
no está cambiando. ¿Por qué voy a buscar al Señor?” Esta persona se ha dado por vencida
sin entender que Dios no obligará a un cónyuge indiferente a cambiar. Dios nos ha dado a
todos un libre albedrío y no lo violará. Él espera que la persona responda a Su invitación de
acercarse a Él. No culpes a Dios por lo que claramente es la rebeldía intencional de tu
pareja.
Además, si te das por vencido y abandonas tu andar cristiano, el que pierde eres tú.
No solamente perderás toda posibilidad de tener la relación matrimonial que anhelas,
también abandonarás al único que te ama y que ha determinado ayudarte en todo lo que
enfrentes en tu camino. Necesitas Su fuerza y Su sabiduría y las obtendrás solamente por
medio de una relación íntima y vivaz con Cristo. Recuerda la promesa de Dios: “los que
esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no

219
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is. 40:31). Pídele Su fuerza renovadora hoy


mismo.
También he visto situaciones en las que uno de los cónyuges se esfuerza por salvar
el matrimonio, espera y ora por años, pero se da por vencido. Luego, el cónyuge indiferente
cambia y quiere tratar de salvar el matrimonio, pero ahora han cambiado de lugar.
La persona que luchó todos esos años es ahora el cónyuge indiferente en el matrimonio.
Tristemente, eso ocurre más veces de lo que te imaginas. Todo esto se podría haber
evitado si la persona que pacientemente estuvo esperando hubiera mantenido su corazón
dispuesto y receptivo a los mandatos de Dios.
Felizmente, también puedo decir que he observado situaciones en las que el
cónyuge que pacientemente ora y persevera finalmente ve a su pareja ceder bajo la presión
del Espíritu. ¡Qué satisfacción más grande! ¡Sí, sucede! Yo sé que es difícil, pero si esperas
y perseveras en la fe tienes la mejor probabilidad de ver el cambio duradero que deseas.
4. Controla tu lengua. Mientras te entregas a la oración también puedes hablar con
tu cónyuge acerca de su indiferencia. Sin embargo, tienes que tener mucho cuidado con lo
que dices y cómo lo dices. Tienes que escoger tus palabras cuidadosamente para que no
fastidien. El presionar a alguien, por lo general, no da resultado. Haz memoria de lo que
sentiste cuando alguien trató de obligarte a hacer algo que no querías hacer.
¿No te empecinaste y resististe aún más? ¡Seguro que sí! Eso es exactamente lo que tu
cónyuge siente también. Recuerda, tus palabras distanciarán más a tu pareja o la invitarán
a cambiar.
Mide tus palabras y no te vuelvas criticón ni cortante. En particular, cuidado con tu
actitud al hablar porque las palabras revelan la verdadera intención del corazón. Si oras con
regularidad por tu lengua, te será posible decirle a tu cónyuge la verdad en amor (Ef. 4:15).
Al hablar de esta manera le demostrarás a tu pareja que te interesa más la relación que
ganar el pleito. Tu vida y tu amor son testimonios muy impactantes que resultarán en un
ambiente muy favorable para el cambio.
Además, al hablar con la verdad tendrás que expresarle cariñosamente tu
frustración... porque esa es la verdad. Comunícale a tu pareja exactamente lo que sientes.
Explícale el vacío y lo distante que te sientes por dentro por estos problemas que no han
resuelto. Tienes que ser muy preciso y darle ejemplos y circunstancias en las que las
obligaciones o promesas no se cumplieron. También, tienes que saber escoger el momento
propicio para iniciar esta conversación. No hables de estas cosas cuando tu pareja está
cansada después de un largo día o bien entrada la noche. Espera hasta que los dos estén
descansados y de buen humor.
5. Pídele a tu cónyuge que te acompañe a una consulta matrimonial. Especialmente
para cuestiones que se han prolongado, es importante que tome parte tu pastor para que
los asesore de una manera imparcial y concreta. “Donde no hay dirección sabia, caerá el
pueblo” (Pr. 11:14). He visto muchos matrimonios que lamentablemente fracasan porque
eligieron mantener los problemas matrimoniales en secreto y se negaron a buscar
asesoramiento. Espero que tú no cometas este error.
¿Por qué necesitas que tu pastor tome parte ahora? Porque lo que has estado
haciendo no te ha dado resultado y necesitas a una persona independiente que les dé
ánimo y ponga las cosas en marcha. ¿Conoces a una persona mejor capacitada para
ayudarte en tu matrimonio que alguien que conoce la Palabra de Dios y se interesa por
ustedes? A veces las personas no quieren consultar con su pastor por temor a que eso
destruirá la amistad. Algunos me han dicho: “vacilé en mencionar estos problemas porque
no quería arriesgar nuestra amistad al sacar los trapos sucios de nuestro matrimonio”.

220
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

Sin embargo, cuando asesoro a las parejas ocurre todo lo contrario. La amistad se vuelve más
estrecha. Cuando uno pasa horas amando, animando, riendo y llorando con un matrimonio,
es inevitable allegarse a ellos. Por consiguiente, déjate de excusas y busca asesoramiento.
¿Qué sucede si le sugieres a tu cónyuge buscar asesoramiento y ella se niega a
hacerlo? ¿Te olvidas de todo y te resignas a vivir con los problemas? No.
6. Tú, has la llamada. Primero, espera hasta tener otro conflicto y una vez más
pídele que te acompañe a una consulta matrimonial. Explícale que es evidente que las
cosas siguen igual y que no están resolviendo los problemas. Si esperas hasta que surja el
siguiente conflicto es muy difícil para tu cónyuge alegar que no es necesario. Tu pareja no
puede decir que todo anda bien, pero sí puede decir: “No es para tanto. Nosotros mismos lo
resolveremos”. Simplemente espera hasta el próximo conflicto y de nuevo, con delicadeza,
menciona el tema de asesoramiento matrimonial.
Si tu cónyuge continúa rechazando el asesoramiento, llama a tu pastor. Aunque tu
pareja se niegue a aceptar que necesita asesoramiento, tú lo necesitas. Este libro no puede
contestar todas las preguntas sobre las diferentes circunstancias que puedan surgir en un
matrimonio. Por eso es necesario que tu pastor se siente contigo y te dé un consejo
concreto y apropiado para tu situación.
¿Qué debes hacer si tu pareja te dice que no debes llamar a tu pastor ni buscar
asesoramiento personal? ¿Lo haces de todas maneras? Seguro que sí. ¿Qué pasa si se
molesta tu cónyuge porque revelarás información que lo hará verse mal? ¿Haces bien al
hablar con tu pastor cuando tu esposo se niega a ir? ¡Sí! Aquí está el fundamento bíblico.
Jesús dijo: “si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te
oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para
que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra” (Mt. 18:15-16). Es posible que tu
cónyuge, entre otras faltas, sea indiferente a tu matrimonio. Es tu responsabilidad hablar
con tu pareja primero y tratar de resolver ese conflicto entre los dos. Si no lo resuelves,
Jesús te da la libertad y el mandato de involucrar a alguien más.
Por lo tanto, no permitas que tu cónyuge mantenga tus problemas en las tinieblas
del secreto. Deja que la luz de la verdad, la honestidad y el consejo de la Palabra de Dios
resplandezcan en tu matrimonio. La exhortación de Jesús en el pasaje antes mencionado
demuestra claramente que algunos conflictos requieren asistencia independiente para
resolverlos por completo. Después de consultar con tu pastor, da el siguiente paso.
7. Pídele a tu pastor que hable con tu cónyuge. A pedido de los hombres y mujeres
que he asesorado, he hablado con muchos cónyuges indiferentes. He llamado por teléfono
a compañeros creyentes y no creyentes, no hay diferencia. Muchos de los cónyuges
incrédulos aceptan a Cristo después de sentarse a platicar de sus problemas matrimoniales.
Esta es una de las experiencias más satisfactorias que un pastor pueda tener en su
ministerio. Aunque el esposo o esposa no me pida ni me sugiera que llame a su pareja,
yo normalmente tomo la iniciativa y pregunto si me puedo comunicar con el otro cónyuge.
Por lo general, cuando llamo me responden favorablemente y la persona indiferente viene a
la consulta. En muchas ocasiones este ha sido el primer paso hacia una maravillosa
reconciliación. En algunas ocasiones el cónyuge viene a la consulta sólo para satisfacerme
y al final continúa siendo indiferente. Entonces uno o ambos me dicen: “Esto fue una
pérdida de tiempo”. Yo no estoy de acuerdo. Al menos, todo lo que se puede hacer, se hizo,
aunque no haya dado buen resultado. Aun cuando el compañero indiferente rechaza mi
invitación a la consulta, a menudo lo piensa mejor y cambia de opinión. Esto sucede porque
se dan cuenta de que no soy partidario de ninguno de ellos y que simplemente quiero

221
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

ayudarles a resolver sus conflictos. Esto les da una chispa de esperanza que germina y
finalmente despierta el deseo de intentarlo de nuevo.
No puedes saber lo que ocurrirá hasta que lo intentes. ¿Tomarás las medidas que
las Escrituras requieren y buscarás la ayuda de una persona independiente? Si lo haces, no
importa cuál sea el resultado, sabrás que has hecho todo lo posible por buscar la
reconciliación.
Puede que te preguntes, “¿Qué hago si mi iglesia no ofrece asesoramiento
matrimonial o mi pastor se niega a llamar a mi cónyuge y no quiere mezclarse en esto?
Permíteme decir esto de la manera más discreta posible: Si es así, necesitas buscar una
iglesia que sí ofrezca asesoramiento matrimonial y un pastor que esté dispuesto a
mezclarse. Un pastor que se niega a dar asesoramiento o se niega a llamar a tu cónyuge
está desobedeciendo el mandato de Dios dirigido a los pastores de Su rebaño. Un ministro
debe tener un corazón dispuesto a apacentar y pastorear el rebaño de Dios (Hch. 20:28).
Si todos los cristianos han recibido el “ministerio de la reconciliación” y la “palabra de la
reconciliación”, ¡cuánto más debe un líder de la iglesia cumplir ese llamado! (2 Co. 5:18,19).
Todos los cristianos somos llamados a restaurar a nuestros hermanos cuando los vemos
caer en una falta, y a cumplir con el ministerio de la reconciliación cuando surge un conflicto
(Gá. 6:1; Mt. 5:9). Cada uno de nosotros tiene esa responsabilidad hacia nuestros
compañeros cristianos, pero este en particular, es el llamado de un ministro del rebaño de
Dios. Pablo le dijo a Timoteo que las Escrituras lo harían: “sabio para la salvación... a fin de
que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
(2 Ti. 3:15,17).
No obstante, en las iglesias grandes el pastor principal no siempre podrá ayudar a
todas las parejas que tengan dificultades matrimoniales. En tal caso, el pastor asociado, el
ministro matrimonial o uno de los ancianos puede ayudarte y darte el asesoramiento bíblico
que necesitas. Estas personas tienen la misma habilidad y están capacitadas para ayudarte
a ti y a tu cónyuge.
8. Toma la medida apropiada conforme a la respuesta de tu pareja. Esta medida
será diferente en cada situación. A veces se requiere más paciencia, a veces más acción.
En otras ocasiones se necesita más asesoramiento. Tu pastor es la persona más indicada
para aconsejarte sobre esto. Recuerda, si tomas la medida que las Escrituras requieren,
tendrás la mejor oportunidad de realizar un cambio verdadero y duradero.
9. En cuanto te sea posible, vive en paz con tu cónyuge. Este es un principio
esencial cuando tienes una relación complicada. Pablo dijo: “No paguéis a nadie mal por
mal… Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”
(Ro. 12:17,18). Cuando tu cónyuge es indiferente y no está dispuesto a cambiar en el
matrimonio, el rechazo te puede causar una profunda herida en el corazón y en el alma.
Es algo muy natural que en la carne quieras pagarle con maldad a alguien que te ha
lastimado y rechazado. Dios quiere darte un amor sobrenatural para responder a esta
ofensa y este rechazo. De tu parte, en cuanto dependa de ti, Dios quiere que busques la
paz con tu pareja. Esto es posible solamente si te entregas continuamente al Señor.
“Así que, hermanos, os ruego... que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo...
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento...” (Ro. 12:1,2). La única manera de vivir en paz con tu cónyuge es
presentándote ante Dios. No te conformes a este mundo. Debes permitir que diariamente el
Espíritu Santo te renueve y te transforme por dentro. Al entregarte primero a Dios, podrás
buscar un compromiso y solucionar las diferencias entre ustedes. La exhortación de Pablo
es: en cuanto dependa de ti; no seas tú el que crea los conflictos.

222
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?

Observa la frase, si es posible, en el versículo 18. Esta insinúa que habrá


circunstancias en las que no será posible vivir en paz con tu cónyuge. A veces se dan
situaciones extremas en las que tu cónyuge se niega a vivir en paz contigo. Te acorrala
hasta el punto en que no puedes vivir en armonía con esa persona. Me refiero a una
situación intolerable en la que la pareja es violenta, malgasta el dinero del hogar al dejarse
dominar por las drogas o el alcohol, o continuamente comete adulterio. No hay nada que
puedas hacer para cambiar ese comportamiento. Lo único que resta es cuidar tu actitud y
tomar las medidas que las Escrituras requieren. En el Apéndice B trataré en más detalle
cómo debes responder a algunas de estas circunstancias extremas.
En cuanto dependa de ti, haz todo lo posible por resolver los conflictos que los
desunen. Luego, encomiéndate al Señor y encomienda a tu pareja. Entrégate a Él y pídele
que lleve a cabo la obra que sea necesaria.

223
Apéndice B

¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

M
uchas veces se me acerca alguien, por lo general después del culto, para hablar
conmigo. Esto de por sí no es fuera de lo común, pero las historias que escucho
muchas veces sí son fuera de lo común y a veces muy extrañas. Una esposa
describe la violencia de su esposo o el hecho de que vende drogas en la casa, o tal vez
describe el griterío de las borracheras nocturnas. En ocasiones, no es el esposo, sino la
esposa que está fuera de control. El esposo me cuenta que su esposa tiene una relación
adúltera, maltrata a los niños, o consume drogas o alcohol mientras él trabaja. La pregunta
que siempre me hacen, “¿Qué debo hacer? ¿Me separo o me someto? ¿Entrego a mi
cónyuge a la policía? ¿Qué dice la Biblia que debo hacer?” Si te encuentras en una de
estas penosas circunstancias, entiendo que tu situación es muy difícil y que urgentemente
necesitas un buen consejo para tomar las decisiones necesarias. En este apéndice te daré
algunos principios bíblicos para ayudarte a tomar una decisión prudente. Lo que no haré es
decirte específicamente cómo debes proceder. Existen demasiadas variables y particulares
únicos en tu situación que deben considerarse. Debes tomar los principios bíblicos que
expondré y ponerlos en práctica en tu situación personal moderándolos con el consejo de tu
pastor o de algún anciano de tu iglesia. Quiero sugerirte, desde el principio, que busques el
consejo de un líder espiritual de confianza que te pueda ayudar a sopesar cada decisión a
la luz de la Palabra de Dios.
¿Cuáles son los principios bíblicos que tratan las circunstancias extremas que
mencioné anteriormente?
1. Primero tienes que optar por agradar y obedecer a Dios, aunque tu cónyuge no lo
haga. Esta debe ser la motivación principal de tu corazón la cual te ayudará a tomar las
medidas necesarias dictadas por la Palabra de Dios. Tu cónyuge obviamente no está
haciendo lo correcto ante Dios, pero ¡tú sí debes hacerlo! Si honras a Dios con tu vida,
sucederá lo mejor que pueda suceder. Esto no significa que todo se resolverá y que todos
vivirán felices comiendo perdices; esa promesa no se encuentra en la Biblia. Jesús prometió
que en esta vida enfrentaríamos muchas tribulaciones, pero también dijo: “Estas cosas os
he hablado para que en mí tengáis paz” (Jn. 16:33). Todos enfrentamos dificultades en esta
vida, pero sólo aquel que honra y obedece a Dios recibirá la ayuda y la paz que Él brinda.
Dios prometió: “yo honraré a los que me honran…” (1 S. 2:30). Esta es una promesa
gloriosa y espero que tu corazón la capte. Dios quiere bendecirte. No importa lo que haga tu
cónyuge, Dios te honrará si tú lo honras a Él y le das prioridad en tu vida. Él te fortalecerá y
proveerá todo lo que necesitas; te guiará en los momentos más difíciles. Eso prometió
Jesús cuando le dijo a Sus discípulos: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:33). Búscalo a Él primero, procura
agradarle y obedecerle, y Él añadirá todo lo que necesites. ¡Esta es Su promesa!
Jesús declaró que la prioridad absoluta en su vida era honrar y agradar al Padre y
dijo: “el que me envió, conmigo está…yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29).
También agregó: “honro a mi Padre” (Jn. 8:49). ¿No te alegra que Jesús honrara a Dios?
Es por eso que llevó a cabo Su obra, la que lo motivó a sufrir y a sacrificar Su vida por ti.
Esta motivación de honrar y agradar al Padre es lo que te ayudará a hacer el sacrificio y a
tomar las medidas necesarias para tu matrimonio. No importan tus sentimientos o cuán
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

difíciles sean los pasos que te esperan, tu deseo de honrar a Dios en todo lo que haces te
mantendrá por buen camino.
¿Le darás prioridad al Padre? ¿Buscarás Su voluntad y Su dirección para tu vida y
tu matrimonio? ¿Obedecerás cuando Él te revele lo que quiere que hagas? Si es así,
tendrás la mejor posibilidad de salvar tu matrimonio. En estas situaciones extremas,
si te complaces a ti misma o si continúas tratando de complacer a tu cónyuge, el matrimonio
seguro que fracasará. Si has de tener un rayo de esperanza de algún cambio,
tienes que darle prioridad a Cristo y obedecer Su Palabra.
Por el bien de tu matrimonio, por tu propio bien, por el bien de tus hijos,
por tu testimonio como cristiano y por el amor de Dios, dile al Señor en oración que quieres
honrarlo en esta difícil situación; pregúntale qué quiere que hagas.
2. No encubras el pecado de tu cónyuge. Cuando uno de los cónyuges se acerca y
me dice lo mal que andan las cosas en el hogar, por lo general, es algo que él ha guardado
en secreto por un tiempo. Este comportamiento pecaminoso ha estado oculto, pero ahora la
situación lo ha vuelto intolerable. En algunas ocasiones me piden a mí que continúe
guardando el secreto. El esposo o la esposa me dice, “Pastor, necesito que mantenga esto
en confianza”. Obviamente la confidencialidad es importante y sería inapropiado revelarles
este problema a otras personas de la congregación, pero ocultar el comportamiento
pecaminoso tampoco está bien. Esta conducta se debe tratar con el cónyuge responsable
con delicadeza y de manera directa y personal o el matrimonio fracasará.
Puede que pienses que está mal que un cónyuge me revele ciertos secretos a mí.
Tal vez recuerdes el versículo que dice: “Trata tu causa con tu compañero, Y no descubras
el secreto a otro” (Pr. 25:9). Este versículo nos enseña el primer paso para lidiar con el
problema. Primero debes hablar personalmente con tu vecino o cónyuge acerca del
problema. En esta primera etapa del intento de reconciliación no le debes revelar el
problema a nadie más. Jesús dio esta instrucción cuando dijo: “si tu hermano peca contra ti,
vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mt. 18:15).
Observa qué dice Jesús que debes hacer si tu hermano no oye la reprimenda: “Mas si no te
oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y
publicano” (Mt. 18:16-17).
Es imprescindible que obedezcas la instrucción en este versículo. Si tu cónyuge
atiende tu reprimenda, no digas ni una palabra a nadie más. Si tu pareja abandona el
comportamiento pecaminoso, habrás resuelto el problema. Aun así, sugiero que le pidas a
tu pareja que juntos busquen asesoramiento y ayuda de un pastor. Una persona no deja su
conducta pecaminosa fácilmente, se requiere asesoramiento apropiado para lidiar con las
causas y encontrar soluciones permanentes.
Si tu cónyuge niega tener un problema y rechaza tu consejo, debes revelarle el
secreto a alguien más. Esa es la única manera de obedecer la instrucción de Jesús,
llevando a uno o dos testigos contigo. Si te encuentras en una situación extrema,
te recomiendo que llames al pastor de tu iglesia de inmediato. Una llamada telefónica de tu
pastor motivará a tu pareja a que enfrente sus problemas. Si tu cónyuge rechaza la llamada
de tu pastor y no se arrepiente, Jesús dijo que debes considerarlo un pagano o impío.
Eso significa que debes estimarlo como un incrédulo. ¿Por qué? Porque él constantemente
rechaza el consejo y a los mensajeros del Señor Jesucristo y voluntariamente practica el
pecado. Esa renuencia a abandonar el pecado es simplemente una renuencia a seguir y
obedecer a Cristo. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos... El que me ama,

225
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

mi palabra guardará... El que no me ama, no guarda mis palabras” (Jn. 14:15, 23, 24).
¿Y qué pasa entonces?
De ahí en adelante necesitas comenzar a evangelizar a tu pareja. ¿Por qué? Porque
tu cónyuge se ha rebelado en contra de Dios y de Su Palabra. No debes odiar a tu pareja
sino reconocer la verdadera necesidad y seguir compartiendo el mensaje de Cristo,
y cómo Él lo quiere restaurar. Al animar a tu cónyuge a regresar a la fe y a obedecerle a
Cristo, estarás combatiendo el verdadero problema y no sólo el síntoma.
Es de vital importancia que no ocultes estos serios problemas morales que están
destruyendo tu vida y la de tus hijos. Dios no quiere que trates de resolver esto tú sola ni
que intentes ocultar la iniquidad en tu hogar. Incluso, en el Antiguo Testamento, cuando el
pueblo ofrecía a sus hijos al dios Moloc, Dios dijo: “Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos
respecto de aquel varón... yo pondré mi rostro contra aquel varón y contra su familia”
(Lv. 20:1-5). Dios consideraba a todo aquel que lo toleraba igual de culpable y merecedor
del mismo castigo. También le dijo al pueblo judío: “ni lo encubrirás” (Dt. 13:8). Claramente
la intención de Dios es poner al descubierto una cuestión moral de este tipo. Salomón
también recalcó esta misma verdad cuando dijo: “El que encubre sus pecados no
prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Pr. 28:13). Si has
estado ocultando la conducta pecaminosa de tu pareja, primero necesitas confesárselo a
Dios y pedirle perdón. Luego, llama a tu pastor.
3. No enfrentes el problema tú sola. Existen muchas razones por las cuales
necesitas involucrar a personas de confianza en tu dilema. Los serios problemas en tu
hogar conllevan ideas y emociones muy confusas. Muchas veces se me acerca un esposo o
esposa y me dice: “Steve, estoy agotado. No sé si hago bien al hablar con usted. Mi esposa
se enfadaría mucho si supiera que estoy platicando con usted. Pero ya no puedo más.
No sé si ella realmente está tratando de cambiar. No sé si la amo o la odio. ¡Ayúdeme!”
Nadie debe lidiar con esta confusión por sí solo. Lo primero que se necesita es el
asesoramiento imparcial de una tercera persona que ministre la Palabra de Dios.
Su Palabra alumbra las tinieblas que envuelven, controlan y se apoderan de las familias que
tienen estos problemas. Su verdad destruirá las mentiras que tienes en la mente y te dará la
esperanza de que Dios sí puede aclarar esta confusión. Eso es lo que logra el
asesoramiento piadoso de un amigo o un pastor. Salomón dijo: “Los pensamientos son
frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman” (Pr. 15:22).
“Los pensamientos con el consejo se ordenan” (Pr. 20:18).
Si quieres triunfar en medio de esta confusión, debes buscar asesoramiento
prudente y piadoso. Eso fortalecerá tu corazón e impedirá tu fracaso en lo que
probablemente será la prueba más difícil de tu vida.
No menosprecies la ayuda y el aliento que puedes recibir del asesoramiento de otra
persona. Muchas personas en estas situaciones se pasan meses y años tratando de ocultar
los problemas y tratando de resolverlos ellas mismas. Esta no fue la intención de Jesús.
Recuerda Su consejo en Mateo 18:15-17.
4. Tú tienes que hacer algo sin importar lo que haga tu pareja. Puede que te
preguntes, “¿Por qué tengo que hacer algo? ¿Por qué no puedo esperar a ver si las cosas
cambian por sí solas?” Eso es lo que hacen muchas personas con la esperanza de que su
cónyuge abandone la conducta pecaminosa por su propia cuenta. No digo que esto nunca
sucede, pero cuando sucede, es definitivamente una excepción. En estas situaciones
graves, por lo general, se necesita la intervención del cónyuge y la ayuda de otras personas
para hacer que la pareja responsable se arrepienta, y así lograr un cambio en el matrimonio.

226
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

¿Por qué es así? Porque cuando una persona está atascada en una actividad
pecaminosa, es controlada por su propia naturaleza pecaminosa y está atrapada en las
mentiras que la cautivan y la hacen ir cuesta abajo. Las Escrituras instruyen que cuando un
hermano “fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gá. 6:1-2).
Tu cónyuge ha sido dominado y controlado por la conducta pecaminosa y necesita que
otros individuos espirituales lo restauren. Este pasaje instruye que los otros individuos
deben hacer algo sin importar lo que haga el hermano que vive en el pecado. Esa es la ley
de Cristo. Jesucristo tomó la iniciativa e hizo algo cuando cada uno de nosotros se
encontraba muerto en nuestros pecados. Él vino a rescatarnos y a redimirnos de la
esclavitud de nuestro pecado.
Si le estás agradecido a Jesús por lo que hizo por ti, ¿no deberías hacer lo mismo
tú? El pecado tiene atrapado a tu cónyuge y él necesita tu ayuda. Comienza el proceso de
restauración hoy mismo.
5. Si tu cónyuge no se arrepiente, el problema empeorará. ¿Por qué digo eso? Por el
testimonio de la Palabra de Dios y mis años de experiencia con muchas parejas que se
encuentran en estas circunstancias.
El testimonio de la Palabra de Dios es el más impactante. Pablo dijo que en los
últimos días el rumbo de los hombres malos iría “de mal en peor” (2 Ti. 3:13). Pablo sabía
que las Escrituras hablan de la corrupción y la depravación de la naturaleza del hombre.
Si la naturaleza humana se comporta con desenfreno, naturalmente se alejará de Dios y
finalmente su perversidad será cada vez más grande. Isaías comparó esta fuerza
descendiente de la naturaleza pecaminosa del hombre con una metáfora que todos
entendemos. Él dijo: “la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará”
(Is. 9:18).
La perversidad del pecado del hombre es ilustrada como un fuego que destruye todo
lo que encuentra en su camino. Todos entendemos que el fuego no para hasta devorar todo
lo que toca. Tienes que resistirlo y apagarlo o lo devorará todo. El libro de Proverbios
declara que esta es la naturaleza del fuego; nunca está satisfecho. “Tres cosas hay que
nunca se sacian; Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta! El Seol, la matriz estéril, La tierra que no
se sacia de aguas, Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!” (Pr. 30:15,16).
Esta metáfora es una ilustración de cómo el pecado de tu pareja puede aumentar
desaforadamente y devorar todo aspecto de su vida. Al comenzar cualquier conducta
pecaminosa, tu cónyuge piensa que puede dominarla sin saber que el pecado tiene un
poder creciente que constantemente toma más y más control. El pecado nunca se satisface
con el statu quo. El fruto prohibido que tu pareja desea, nunca será suficiente; siempre se le
antojará más.
¡El pecado crece, es posesivo y embustero! Te hace pensar: A esto lo tengo bajo
control, mientras que sutilmente todos los días cedes más control a su creciente y posesivo
poder. Esto es lo que Pablo llamó “el engaño del pecado” (He. 3:13). La palabra engaño
significa “falsedad”. El pecado nos engaña al hacernos creer que podemos violar las leyes
de Dios sin ninguna consecuencia. La vana ilusión del pecado nos convence de que no hay
consecuencias adversas, y de que somos más fuertes que el poder de la naturaleza
pecaminosa que arde en nuestro interior. ¡Esta es una mentira y una vana ilusión!
En realidad, entre más tiempo se deje vencer una persona por el pecado, más difícil
será resistirlo. Cada vez es más fácil justificar el comportamiento y continuar el lento
proceso hacia la esclavitud. Por esa razón Pablo le dijo a la iglesia en Éfeso: “despojaos del

227
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu
de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre...” (Ef. 4:22-24). Observa lo que Pablo dice
acerca de la naturaleza pecaminosa o del viejo hombre: “está viciado conforme a los deseos
engañosos”. El verbo está en el tiempo presente del griego, lo cual describe un proceso de
corrupción continuo. Si no te despojas del viejo hombre, la corrupción aumentará día a día.
Por lo tanto, si entiendes lo que las Escrituras instruyen sobre el pecado y su
progreso engañoso hacia la esclavitud, debes actuar. Tu cónyuge también debe actuar y
abandonar ese comportamiento que está destruyendo su vida y tu matrimonio. La iglesia a
la que asistes y tu pastor te deben ayudar a actuar. Puedes estar seguro de que entre más
esperes, más empeorará la situación.
6. Si no actúas, tu pareja te perderá el respeto. Puede que temas tomar alguna
medida en contra de tu cónyuge porque podría enfadarse, echarte de la casa, golpearte de
nuevo, irse de parranda o tener alguna otra consecuencia grave. Eso podría suceder.
Sin embargo, la alternativa de no hacer nada no es aceptable. Es posible que tomar una
medida bíblica tenga consecuencias momentáneas, pero a la larga, la situación
definitivamente mejorará. De hecho, tu cónyuge te respetará en secreto por haber actuado,
aunque puede que nunca te lo diga. Lo he visto con mis propios ojos.
La mayoría de nosotros respeta a la persona que adopta una postura basada en sus
convicciones. Consideramos flaquezas la desidia de una persona y la transigencia de sus
convicciones. Tu cónyuge sabe que su comportamiento está mal y perjudica al matrimonio,
pero se encuentra atrapado en las garras y el poder del pecado. Muchas personas me han
confesado, después de un tiempo, que por dentro deseaban que alguien los confrontara y
los ayudara a salir de su dilema. Cuando tu pareja ve que no haces nada, lo percibe como
una flaqueza; te pierde el respeto y tu relación se deteriora aún más.
En las Escrituras, el respeto es el resultado directo de una reprimenda cariñosa.
El autor de Hebreos observó este hecho cuando les recordó: “tuvimos a nuestros padres
terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos” (He. 12:9). ¿Por qué veneramos a
nuestros padres? Porque reconocemos que ellos nos corrigen por los errores patentes en
nuestra conducta; y esa amonestación la consideramos justa. Ellos nos aman tanto que nos
exigen que sigamos ciertas normas de conducta moral y que no transijamos nuestros
valores. Valoramos esa amonestación como evidencia de que nuestros padres se interesan
por nosotros. Si ellos nunca nos hubieran corregido, lo habríamos considerado una flaqueza
de su parte y una demostración de que no vale la pena defender sus normas de conducta
moral.
Si tomas la medida bíblica indicada para tratar el problema de tu pareja, tendrás la
mejor posibilidad de ver tu matrimonio sano y restaurado. A la larga, tu cónyuge
comprenderá que tu matrimonio te interesa tanto que estás dispuesto a tomar una postura
firme en cuanto a tus convicciones. Tu pareja te respetará por tu interés en tratar de salvar
la relación. Recuerda, tu mejor opción siempre será una medida bíblica. ¡No transijas en
eso!
7. Tu seguridad y la de tus hijos es de suma importancia. Existen situaciones en las
que la conducta pecaminosa de tu pareja se convierte en una directa amenaza para tu
seguridad y la de tus hijos. Me refiero a situaciones en las que tu cónyuge trafica drogas en
tu hogar, es violento contigo o con tus hijos o conduce en estado de ebriedad con la familia
en el auto. Esto no se debe permitir.
A Dios le interesa tu seguridad y la de tus hijos. Existen muchos pasajes bíblicos que
claramente revelan este hecho. Cuando los hijos de Israel estaban a punto de cruzar el río
Jordán y entrar a la Tierra Prometida, Moisés les reveló el plan que Dios tenía para ellos.

228
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

Les dijo que Dios quería que habitaran seguros (Dt. 12:10). Asimismo, el Señor quiere que
tú también habites segura. Él no quiere que tus hijos estén sujetos a amenazas o a
golpizas. Esta es una maldad del ser humano y Dios quiere protegerte de eso.
El rey David estaba convencido de que el Señor es un Dios que protege a los
oprimidos y necesitados. Él declaró: “Por la opresión de los pobres, por el gemido de los
menesterosos, Ahora me levantaré, dice Jehová; Pondré en salvo al que por ello suspira”
(Sal. 12:5). Debes creer que Dios quiere lo mismo para ti y tus hijos. Él se interesa por tu
seguridad y sabe que anhelas un lugar seguro, y te lo dará si le obedeces. Puedes llamar a
tu pastor para pedirle ayuda.
En estas situaciones, la sabiduría de Dios te motivará a tomar las medidas que te
proveerán un lugar seguro. Esto significa que debes escuchar lo que Él te dice.
Dios promete: “el que me oyere, habitará confiadamente Y vivirá tranquilo, sin temor del
mal” (Pr. 1:33). Si vives en temor de lo que ocurrirá, algo anda muy mal; este no es el plan
de Dios para tu hogar. No te conformes con poco.
8. ¿Qué motivación necesitas para hacer algo? A veces las personas no quieren
hacer nada hasta que ocurre un desastre. Si esto es lo que piensas, déjame hacerte la
siguiente pregunta: ¿Qué necesita hacer tu cónyuge para que tomes la medida adecuada?
¿Cuál es tu límite? ¿Cuánto es demasiado? Por favor, haz algo antes de que suceda un
desastre. Haz algo antes de que te vuelva a golpear. Haz algo antes de que vuelva a
maltratar a tus hijos. Toma alguna medida antes de que pierdas tu casa por falta de dinero.
A veces el pedir y rogar no es suficiente para cambiar el comportamiento de tu
pareja. En ciertas situaciones extremas, la única solución es marcharse. Permíteme citar un
ejemplo bíblico. En el Antiguo Testamento un hombre llamado Lot vivía en la ciudad de
Sodoma. Esta ciudad era sumamente perversa y Dios tenía planeado destruirla por
completo. Dios envió a dos ángeles a la ciudad para advertirles a Lot y a su familia que
salieran antes de la destrucción. Cuando los ángeles llegaron a la casa de Lot, los hombres
homosexuales de la ciudad golpearon a su puerta y le pidieron que sacara a los ángeles
para poder abusar de ellos. Lot inútilmente les suplicó: “Hermanos míos, os ruego que no
obréis perversamente”. Al final, los ángeles cegaron a los hombres, y como “él [Lot]
titubeaba”, “tomaron su mano y la mano de su mujer y la mano de sus dos hijas, porque la
compasión del SEÑOR estaba sobre él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad”
(Gn. 19:1-16 LBLA).
Si tú y tu pastor le rogaron en vano, no titubees. Dios te está mostrando compasión
al enviarte a aquellos que están tratando de sacarte de esta situación. Toma la mano de los
“ángeles” que Él te ha enviado y sal de allí.
9. ¿Cuándo debes someterte, y cuándo no? Esta es una pregunta que, por lo
general, hacen las esposas. “¿Me debo someter a la violencia de mi esposo? ¿Me debo
someter a él cuando sé que regularmente comete adulterio? ¿Me debo someter a él cuando
me pide que haga cosas contrarias a la Palabra de Dios?” La respuesta a estas preguntas
es ¡por supuesto que no! Dios no te ha llamado a que te sometas al pecado ni a este tipo de
maltrato.
Las Escrituras no describen el sometimiento como un acto incondicional. Dios fijó
límites y puntualizó el mandato del sometimiento. Tienes que entender y obedecer estos
límites si has de agradar a Dios en situaciones que están fuera de control. Veamos algunos
de estos principios.
El mandato de sumisión que Pablo le da a las esposas está modificado por las
palabras, como conviene. “[Mujeres] estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el
Señor” (Col. 3:18). ¿Qué significa esta frase? Las palabras “como conviene” significan

229
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

“tomar la medida que la persona merece”. La medida bíblica siempre es la más adecuada.
Esto se refiere a cualquier medida que se conforma a los mandatos de las Escrituras.
Obviamente, esto excluye cualquier pedido para hacer algo que viole la Palabra de Dios.
Este mandato se modifica aún más con la frase “en el Señor”. El sometimiento al
que él se refiere debe ser adecuado y estar en armonía con el sometimiento a Dios.
Ahora toma esa definición y haz una simple comparación. Si la relación matrimonial es una
ilustración del amor y el sometimiento entre Cristo y Su iglesia, simplemente pregúntate,
¿a qué te pediría Cristo que te sometas? Para determinar a qué te debes someter siempre
debes considerar la cuestión en el contexto de Cristo y la iglesia. ¿Te golpearía Cristo y te
pediría que toleres su conducta? ¿Te pediría Él que hagas algo que viole Su Palabra y a la
vez pedirte que le obedezcas? ¡Seguro que no! Cristo jamás haría algo malo ni te pediría
que tú lo hagas. Esto estaría mal y el sometimiento no sería apropiado en estas
circunstancias. Permíteme citar otro ejemplo que ilustra este punto.
En el libro de los Hechos, los apóstoles se negaron a someterse a las autoridades.
Cierto día el concilio judío les ordenó que no hablaran ni enseñaran más en el nombre de
Jesús. ¿Cómo respondieron ellos? Ellos declararon: “Vosotros mismos juzgad si es justo
delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar
de decir lo que hemos visto y oído” (Hch. 4:19, 20 LBLA). Y ellos continuaron predicando a
Cristo por todas partes rechazando esta orden. Cuando el concilio se dio cuenta de que los
apóstoles no se habían sometido a sus órdenes, los llamaron y les preguntaron por qué no
obedecieron. Ellos respondieron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”
(Hch. 5:29).
He aquí un ejemplo perfecto de unos hombres que entendían el sometimiento que
corresponde al Señor. Los apóstoles sabían que estos gobernantes no debían contradecir el
mandato de Cristo, y por lo tanto, no era apropiado obedecerles. Ellos entendían que
debían obedecer las leyes de la nación y obedecer a sus gobernantes solamente si sus
leyes no contradecían las leyes de Cristo; reconocían que debían agradar y obedecer a
Cristo primero. Así es como conviene en el Señor.
Cuando alguien exige que tomes medidas contrarias a la Palabra o al mandato de
Cristo, debes obedecer a Dios antes que al hombre. Cuando te piden que te sometas o
permitas algo que no es bíblico o que es inmoral o impío, ante Dios tú tienes el derecho y la
responsabilidad de oponerte. Esa es la única medida apropiada delante de Dios.
Otra razón por la que no te debes someter en esta situación es porque tu cónyuge
no anda con Cristo. Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1).
Este es básicamente el mismo principio mencionado anteriormente. No sigas a tu pareja si
él no sigue a Cristo. Tú eres responsable personalmente ante Dios por tus propias acciones,
por lo tanto debes obedecer a Cristo. El seguir a Cristo en lugar del mandato de un cónyuge
desobediente es como conviene en el Señor.
Las Escrituras declaran claramente que si te encuentras en una relación con una
pareja fuera de control, desobediente o abusiva, debes huir si se niega a cambiar.
Permíteme dar algunos ejemplos de las Escrituras que ilustran este principio. Cuando el rey
Saúl estaba fuera de control y listo para matar a David, ¿qué hizo David? Él huyó de su
presencia; no se quedó allí como un súbdito sumiso a Saúl (1 S. 19:10). David usó el
sentido común y huyó de esa peligrosa situación. De la misma manera, si tu cónyuge está
lastimándote, el sentido común te dicta que huyas. El ejemplo de David te da la evidencia
bíblica de que el huir es aceptable ante Dios.
José es otro ejemplo. Cuando la esposa de Potifar lo presionó para tener relaciones
sexuales con ella, él se opuso vigorosamente. Día tras día ella lo presionaba, y día tras día

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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

él se oponía. Finalmente, ella trató de obligarlo físicamente a acostarse con ella. ¿Qué hizo
José? ¿Se sometió a la mujer que tenía autoridad sobre él? No, él huyó de su presencia
dejando su ropa en las manos de ella (Gn. 39:1-12). Este es un ejemplo excelente de una
persona con autoridad que exige desobediencia a la Palabra de Dios. La conciencia de José
no se lo permitió. Él no se sometió, sino que huyó de la situación. Igualmente, si tu cónyuge
te está exigiendo u obligándote a hacer algo contrario a la Palabra de Dios, debes resistir,
y si es necesario, huir.
10. ¿Cuáles son tus opciones? Esta pregunta es muy difícil de contestar por la
cantidad de circunstancias posibles. No hay respuestas simples, pero este es un resumen
de tus opciones viables.
A. Primero, pídele asesoramiento a tu pastor o a un anciano de tu iglesia.
Necesitas el consejo de una tercera persona aparte de tus amigos y
parientes.
B. Luego, confronta a tu cónyuge conforme a los principios en Mateo 18:15-17.
He visto que este método ha dado resultado un sinnúmero de veces y es la
mejor manera de obtener resultados positivos. Si amas a tu cónyuge y
quieres restaurar la relación, no menosprecies este método.
C. Por cuanto sea posible, permanezcan juntos. Por lo general, las parejas
están prestas a marcharse y separarse. Yo no recomiendo eso a menos que
sea una situación peligrosa o conlleve violencia. Si es así, por supuesto,
la separación es un paso esencial. Pero si no hay violencia y no corres
peligro, quédate porque estarás más cerca de la situación y tendrás más
oportunidades para ministrar a tu cónyuge. Pablo insta a los cónyuges
creyentes a que continúen con su pareja con un propósito muy definido.
“Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué
sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?” (1 Co. 7:16).
Al permanecer en el hogar también tienes la mejor oportunidad de observar
si hay cambios verdaderos después del arrepentimiento. Es mucho más
difícil hacer eso si están separados.
D. Si alguien tiene que marcharse, que sea el cónyuge responsable. Si le tienes
que pedir a tu cónyuge que se marche de casa, es importante que le pidas a
tu pastor o a un anciano de tu iglesia que te acompañe. No trates de hacer
esto tú sola. Necesitas la ayuda y el aliento de otros. Este es el razonamiento
de Mateo 18:15-17. Es posible que tengas que obtener una orden judicial de
alejamiento para obligar a tu pareja a marcharse, especialmente si te
maltrata físicamente. El obtener una orden judicial de alejamiento no es
contrario a la Biblia. Cuando el apóstol Pablo pensó que corría el riesgo de
perder su vida injustamente, apeló su caso a César (Hch. 25:1-12).
Dios instituyó el sistema legal y lo designó para asistir en situaciones como
estas (Ro. 13:1-4). Recuerda, si la separación es inevitable, desde ese día en
adelante tus decisiones deben ser gobernadas por la meta de la
reconciliación como lo instruye 1 Corintios 7:10, 11. Procede así hasta que
esté claro que no hay más remedio.
E. Establece claramente las condiciones para la reconciliación y el regreso de tu
cónyuge. Platica con tu pastor y define en tu mente los pasos bíblicos que tu
cónyuge debe dar antes de que pueda regresar a casa. Por ejemplo,
si tu cónyuge está cometiendo adulterio, debes exigir que:

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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

1) rompa la relación adúltera de inmediato.


2) reconozca que su conducta es un pecado y que pida perdón.
3) acuerde a buscar asesoramiento personal.
4) participe en asesoramiento matrimonial.

Uno de los errores más grandes que las personas cometen es permitir que
su pareja regrese a casa demasiado pronto. Se conmueven con algunas
lágrimas y palabras convincentes de arrepentimiento. Muchas veces la
misma situación ocurre en el transcurso de una semana y todo el proceso
comienza de nuevo porque el cónyuge que ha estado fuera de control no ha
tenido tiempo para recibir asesoramiento y tratar los problemas personales;
y por lo tanto, no tiene la menor idea de cómo cambiar y cómo perseverar en
ese cambio.
11. Confía sólo en un cambio continuo. Esto es esencial para la reconciliación en
casos extremos. En tu propia vida, haz memoria de las veces que prometiste hacer algo y
no cumpliste con tu palabra. Es fácil decir las cosas, pero es difícil llevarlas a cabo.
Es igual para todo ser humano en el mundo entero, incluso para tu pareja. Cuando un
cónyuge está fuera de casa y quiere regresar lo más pronto posible, dice o hace cualquier
cosa por regresar al hogar. Las palabras por sí solas no pueden efectuar cambios
duraderos y necesarios.
Les sugiero a aquellos que están pasando por estas circunstancias difíciles que
acepten y confíen en un cambio continuo solamente. Sólo así encontrarán la esperanza de
un cambio duradero. El movimiento se demuestra andando. Este refrán es veraz y bíblico.
Con respecto a la salvación, Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos” (Mt. 7:21 se agregó subrayado). Este pasaje revela que Dios no se deja engañar con
palabras religiosas ni argumentos ingeniosos. Él quiere ver medidas prácticas y no sólo
escuchar palabras. Jesús declaró que para entrar en Su morada tienes que hacer el bien y
no sólo de palabra. Este importante concepto te permitirá discernir una profesión falsa.
El apóstol Santiago también entendía que era fácil profesar la fe en Cristo.
Él exhortó: “la fe sin obras es muerta” (Stg. 2:20). Por lo tanto, si alguien profesa tener fe,
debe actuar debidamente para comprobarlo. Santiago dijo que los hombres deben ser
“hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”
(Stg. 1:22). Es fácil engañarnos a nosotros mismos. No importa que tu pareja reciba el
asesoramiento adecuado si ella no lo demuestra en su vida. Deja que tu pareja le ponga
piernas a su fe y que ande en su profesión por un tiempo. Luego, acompaña a tu cónyuge a
la consulta de asesoramiento y observa si expresa sinceridad y arrepentimiento. Recuerda,
un cambio verdadero se manifestará en su actitud, sus palabras y acciones. Eso es lo que
Dios requiere de todo aquel que viene a Él.
Cuando Pablo les predicó a los gentiles, les dijo “que se arrepintiesen y se
convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hch. 26:20). En otras
palabras, si el arrepentimiento es verdadero, habrá obras y acciones que lo comprueben.
La palabra dignas significa “una medida que corresponde a la profesión que se ha hecho”.
Puedes confiar sólo en las acciones. Así como dijo Salomón, el hombre habla con los pies
(Pr. 6:13).
Jesús enseñó este mismo principio respecto a sí mismo. Cuando les pedía a las
personas que creyeran en Él, les animaba a que examinaran dos cosas. “¿No crees que yo
soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mí propia

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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?

cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el
Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn. 14:10-11,
se agregó subrayado). Es muy interesante que el mismo Jesucristo no quería que las
personas creyeran sólo en Sus palabras. Él quería que observaran Sus obras para ver si las
dos coincidían. ¿Coincidían Sus obras con Sus palabras? ¿Coincidían Sus obras con las
Escrituras proféticas? Jesús confiaba en que un examen de Su vida basado en estos dos
criterios revelaría la verdad.
Por consiguiente, no le prestes mucha atención a lo que tu cónyuge te diga durante
el proceso de reconciliación, más bien, observa sus acciones cuando termine de hablar.
¿Coincide su conducta con sus palabras? ¿Coincide su conducta con la Palabra de Dios?
Si usas esta prueba, te evitarás muchos discursos y decepciones. Si exiges que tu pareja
tome medidas concretas, tienes la mejor posibilidad de ver un cambio duradero.
Que Dios te conceda la gracia para discernir la verdadera disposición de tu cónyuge
para tomar el sendero bíblico y lograr una verdadera reconciliación. Cuando se hayan
reconciliado, esfuércense por establecer una verdadera relación usando como guía los
últimos capítulos de este libro. ¡Estaré orando por ustedes!

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