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CONTENIDO
PRIMERA SECCIÓN
ASENTANDO LOS CIMIENTOS PARA EDIFICAR
1. ¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS? 03
2. EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO 13
3. LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO 23
4. ¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD? 33
5. ENTENDIENDO CÓMO AMAR 40
SEGUNDA SECCIÓN
¿QUÉ TE IMPIDE ESTABLECER EL COMPAÑERISMO Y LA UNIDAD CON TU
CÓNYUGE?
6. NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA 54
7. ¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS? 63
8. ¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS? 74
9. PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER LOS CONFLICTOS 82
10. CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO 98
11. LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO 110
12. EL PERDÓN QUE PERDURA 119
TERCERA SECCIÓN
CLAVES PARA ESTABLECER RELACIÓN
13. ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL 130
14. ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA 138
15. ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO 153
16. ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN 163
17. ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO 178
18. ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL 188
19. ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL 199
20. EL AMOR REAVIVADO 209
APÉNDICE A:
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR? 216
APÉNDICE B:
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL? 224
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CÓMO APROVECHAR ESTE LIBRO AL MÁXIMO.
- Antes de leer el libro, te sugiero que ores y le pidas a Dios que abra tu corazón para que
puedas escuchar Su voz. Estoy completamente seguro de que Dios desea hablarte de una
manera muy personal. Jesús dijo, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
(Jn.10:27). Para poder seguir el consejo de Dios para tu matrimonio tienes que escuchar Su
voz. ¡Necesitas Su orientación! Sin embargo, esto requiere un corazón receptivo y
predispuesto a aceptar Su asesoramiento.
- Puedes leer este libro tú solo o con tu cónyuge. Lo importante es que los dos lean este
material. Tal vez necesites dos libros. ¿Por qué es importante que lo lean los dos? Porque
los dos reflexionan sobre la misma verdad bíblica y esto les ayuda a tener el mismo sentir,
tal como lo desea Dios. Pedro dijo, “En conclusión, sed todos de un mismo sentir,
compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal,
o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito
de heredar bendición” (IP 3:8-9 LBLA). Si no es posible leer el libro juntos, entonces
asegúrate de comunicarle a tu cónyuge las verdades que estás aprendiendo.
-- Contesta las preguntas del Manual de Estudio al final de cada capítulo. Estas preguntas
han sido diseñadas para examinar más a fondo los temas expuestos en cada capítulo y
para desafiarte a tomar ciertas medidas.
-- Cuando Dios te convenza de tu conducta pecaminosa, pídele perdón. Juan dijo, “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad” (1Jn.1:9). Pídele a tu pareja que te perdone. Luego, toma de
inmediato cualquier medida que Dios requiera para cambiar tu comportamiento. Al
abandonar tu conducta pecaminosa demuestras tu sinceridad respondiendo a la voz de
Dios.
-- Si estás asistiendo a una clase matrimonial, debes estar preparado para responder a las
preguntas en grupo del Manual de Estudio al final de cada capítulo. El platicar abiertamente
con otras parejas sobre las dificultades más comunes en tu matrimonio te alentará. Cuando
reconozcas que otras parejas han aplicado los principios bíblicos y han superado los
problemas que aquejan tu matrimonio, crecerá tu fe y tendrás la fortaleza necesaria para
perseverar en tu matrimonio.
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PRIMERA SECCIÓN
Cuando un contratista comienza a construir una casa, primero debe fijar cimientos
sólidos sobre los cuales edificar. Los cimientos son imprescindibles para la firmeza y
resistencia de la construcción. ¿Soportará la estructura la prueba del tiempo y las
tempestades que vendrán en contra de la casa o se desplomará? La casa entera depende
de la integridad estructural de estos cimientos.
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
“Si queréis y obedecéis…” Is. 1:19 (LBLA)
S
i estás empezando a leer este libro, tu matrimonio está en una de dos fases.
La primera fase representa los momentos de tu relación en los que parece que la
situación nunca cambiará. La desesperación y la angustia se han convertido en tus
compañeras, y te encuentras en un matrimonio muy diferente del que anticipabas cuando
pronunciaste tus votos matrimoniales. El vivir día tras día con tu cónyuge se ha vuelto una
de las cosas más difíciles que jamás hayas enfrentado. ¿Existe alguna esperanza para tu
matrimonio? ¿Es posible eliminar la desesperación y la angustia? ¿Hay alguna manera de
que los dos puedan llegar a un acuerdo sobre las cosas que los afectan? ¡Sí, la hay!
Te invito a que comiences una de las trayectorias más importantes que jamás hayas
tomado. Con el poder de Dios y los principios vivificantes de Su Palabra, sí se puede lograr
un cambio y estás a punto de descubrir cómo hacerlo.
Por otra parte, otros lectores simplemente quieren fortalecer y mejorar su relación
matrimonial. Su deseo es un esfuerzo admirable porque la pareja que diligentemente busca
una relación más estrecha y más íntima, la alcanza. Cuando entiendan claramente el plan
de Dios para su matrimonio, los dos crecerán y fortificarán su relación.
En estos primeros capítulos examinaremos el objetivo principal del matrimonio al
igual que algunos principios básicos e indispensables para forjar una relación duradera.
Un entendimiento preciso de estos conceptos despertará una esperanza en tu corazón y te
dará las herramientas necesarias para cimentar tu relación. La comparación de la
construcción de una casa es apropiada porque es algo que todos hemos visto y podemos
¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
entender la analogía. Un contratista que decide construir una casa, primero tiene que
asegurarse de que los cimientos sean sólidos. Hace esto para cerciorarse de que la casa
soportará todas las presiones internas y tensiones externas que pueda sufrir. Si en este
momento las paredes de tu matrimonio se están desmoronando por algunos problemas
complicados, necesitas fortalecer los cimientos. Si no tienes problemas considerables y
simplemente deseas una relación más estrecha con tu cónyuge, los principios que
aprenderás serán una manera de agregarle refuerzos de acero a la base firme de tu
matrimonio.
Puede que preguntes: “¿por dónde comienzo? ¿Qué debo hacer para fortalecer los
cimientos de mi matrimonio? ¿Cómo comienzo a eliminar la desesperación y la angustia
que hoy enfrento? Permíteme contar la historia de una pareja que en cierta ocasión
asesoré. Para proteger su anonimato, los llamaré Gary y Susan. Su historia ilustrará uno de
los componentes más fundamentales para el crecimiento de cualquier matrimonio. El
principio que se expone en este capítulo es fundamental para todos los otros principios que
se encuentran en este libro. Por cierto, estoy bastante seguro de que, en tu propio
matrimonio, hasta cierto punto, has tenido una conversación muy parecida.
Cuando entré a mi oficina, Gary y Susan estaban sentados tan alejados el uno del
otro como les permitía el espacio del cuarto. Cuando me senté en mi escritorio, ambos
miraban en dirección opuesta. Apenas me miraron. El silencio ciertamente cargado, me
indicó que tenían serios problemas. Esta era la primera sesión de asesoramiento con Gary y
Susan y por lo tanto les pedí que me explicaran su situación. Susan rompió a llorar mientras
decía, —Yo tenía tantos sueños y esperanzas de cómo sería la vida de casada, pero resultó
ser muy diferente. Cuando estábamos recién casados nos amábamos mucho. Ahora parece
que lo único que hacemos es pelear y reñir por todo. Cuando comenzamos pensé que
teníamos muchas cosas en común, pero ahora todas esas cosas han desaparecido. Nos
estamos distanciando más y más cada día y no sabemos qué hacer. ¿Qué nos está
pasando?
Lo miré a Gary y le pregunté, — ¿Ves tú la relación de la misma manera?
Gary asintió con la cabeza y dijo, —Sí, así están las cosas. No somos felices ahora,
pero no creo que esté tan mal como ella dice. Tenemos algunos problemas, pero creo que
podemos resolverlos.
—Y entonces— interrumpió Susan, — ¿Por qué no los hemos resuelto? Lo único
que me dices es, “los resolveremos,” pero, ¡no hacemos nada! Blablablá, es lo único que
escucho. Estoy harta de hablar. Ni siquiera quería venir hoy porque sabía que todo lo que
haríamos sería hablar más.
Pude ver que Susan estaba muy furiosa y frustrada por estos problemas
persistentes, entonces paré la conversación y les aseguré que yo exigiría mucho más que
palabras. Les expliqué a Gary y a Susan que el hablar era sólo el primer paso hacia un
cambio verdadero; era muy importante, pero más importante aún eran las acciones a seguir.
Luego les hice una pregunta que les hago a todas las parejas que me piden un consejo por
primera vez. —En la escala del 1 a 10, ¿cómo evaluarían su voluntad para tomar pasos
realistas y prácticos y así cambiar este matrimonio? Un 10 indicaría que están dispuestos a
hacer cualquier cosa que Dios les pida para cambiar su relación. Un 5 indicaría que tienen
un poco de voluntad, pero tienen dudas de la posibilidad de un cambio. Una evaluación de
uno indicaría que simplemente quieren abandonar el matrimonio y ni siquiera desean estar
aquí hoy.
La respuesta fue muy reveladora. Los dos se evaluaron con un 8 y un 9 en mi
escala. Aunque estaban muy frustrados y había mucha duda y enojo, esto me indicó que
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
ambos estaban dispuestos a tomar medidas realistas para cambiar su relación. Comencé
entonces a explicarles la importancia de esta actitud y de la buena voluntad.
Al emprender la lectura de este libro, quiero hacerte la misma pregunta. ¿Realmente
estás dispuesto a efectuar los cambios prácticos necesarios para establecer una relación
sólida con tu cónyuge? ¿Cómo te evaluarías en la escala del 1 al 10? Tu respuesta a esta
pregunta te indicará si este libro te será útil para efectuar cambios verdaderos en tu
matrimonio. Permíteme explicar la importancia de la buena voluntad para tomar una medida
práctica.
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
2. La buena disposición de los hijos de Israel fue esencial para la provisión de Dios.
El Antiguo Testamento describe los problemas y las pruebas del pueblo judío. Dios habló
mediante Sus profetas para tratar de hacer cambiar a Su pueblo y comunicarle la manera
de lograr ese cambio. El profeta Isaías habló abiertamente del ingrediente esencial para un
cambio verdadero. Él le informó al pueblo qué debía hacer para obtener la bendición de
Dios y Su provisión para la nación: “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si
no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo
ha dicho” (Is. 1:19-20).
Isaías le dio al pueblo judío un método simple y directo para progresar y edificar su
nación. Si ellos tan sólo quisieran y obedecieran, serían divinamente protegidos y
disfrutarían del fruto de la tierra. Dios nos dice, sin lugar a dudas, que lo más importante de
todo es la buena disposición del corazón para tomar medidas y obedecer la Palabra de
Dios. De hecho, esta actitud y la obediencia son los catalizadores perfectos que permiten
que continúen las bendiciones y el crecimiento. Dios también nos da claramente la otra
alternativa: Si se niegan y se rebelan, de seguro caerán en la ruina. Esta es la Palabra de
Dios para todo aquel que desea la bendición y la ayuda de Dios en su vida. ¡Obedece y ten
buena voluntad! Si quieres que Dios bendiga tu matrimonio, debes seguir Su plan y Sus
mandamientos. Las Escrituras hablan claramente sobre esto. Donde sea que le obedezcas
y le honres, habrá paz. Pero donde le desobedezcas y te rebeles, habrá tribulación y
angustia. Dios declara que Él le otorgará: “vida eterna a los que, perseverando en bien
hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y
no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo
ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra
y paz a todo el que hace lo bueno” (Ro. 2:7-10). ¿Recuerdas cuando Jesús se detuvo y lloró
por la ciudad de Jerusalén? Él anhelaba bendecir a Su pueblo, aun cuando sabía que
estaban a punto de rechazarlo. ¿Recuerdas lo que dijo? “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas
a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus
hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mt. 23:37).
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
Recuerda, Jesús contó la parábola de los dos hombres que construyeron su casa.
Un hombre edificó su casa sobre la arena, y el otro edificó su casa sobre la roca,
y “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon” contra ambas casas,
una casa permaneció y la otra cayó (Mt. 7:24-27). Jesús explicó que era una ilustración de
las diferentes maneras en que la gente responde a Sus enseñanzas. Él dijo: “Cualquiera,
pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca” (Mt. 7:24). Uno actuó y obedeció Sus enseñanzas, y el otro
hombre no lo hizo. ¿Cuál de esos dos ejemplos seguirás tú? ¿Oirás sin actuar, o actuarás
con sensatez y harás lo debido? Esto indicará si tu matrimonio está edificado sobre cimiento
firme, o si prevalecerán los elementos que intentan destruirlo.
Si quieres edificar un matrimonio duradero, tienes que dar el primer paso.
Hoy mismo dile a tu pareja que estás dispuesto a fortalecer tu matrimonio, y comienza a
hacer lo que Dios requiere para resolver tus diferencias. Dile a tu pareja que quieres
empezar de nuevo. Muchas veces, al dar el primer paso y verbalizar tu intención de
cambiar, se suaviza el corazón de tu cónyuge y responde de la misma manera.
Luego, pon manos a la obra y corrige tus propias faltas. Esto le demostrará a tu
pareja que sí hablas en serio. Tu cónyuge necesita ver que corriges tus faltas en lugar de
señalar con el dedo. ¿A qué faltas me refiero? En cada capítulo trataré asuntos especiales
que fortalecen o destruyen un matrimonio. Toma estas verdades y aplícalas en tu vida.
¿Qué sucede cuando decides obedecer a Dios? Notarás un cambio drástico en tu
vida personal y en tu relación con Dios. Mientras más te acerques a Él, tendrás más de Su
vida abundante; y Su amor te motivará para el siguiente paso. Esta es una bendición que el
Señor te concederá sin importar lo que haga tu cónyuge. Usa esta oportunidad para
avanzar y crecer en tu relación con Cristo. Si lo haces, Él te dará la fortaleza y la
tranquilidad para lidiar con todo lo que tienes por delante. Tu crecimiento personal influirá
tremendamente a tu cónyuge.
Debo agregar, sin embargo, que tu buena voluntad a tomar medidas no será
suficiente para resolver todos los problemas de tu relación. Realmente se necesitan dos
personas con buena voluntad para cambiar el matrimonio por completo. La buena
disposición de tu corazón y tus acciones tienen un límite. No puedes hacer cambiar a
alguien que se niega a poner algo de su parte. Lograrán cambios sólo si los dos tratan
sinceramente de resolver los conflictos. Esta es la clave que determina el éxito o el fracaso
de cualquier matrimonio. Incluso en un matrimonio estable, la buena voluntad para tomar
medidas determinará si tu relación matrimonial quedará estancada o progresará. Por lo
tanto, permíteme hacerte algunas preguntas:
1. ¿Estás dispuesto a rendirte por completo ante Él, y a recibir Su vida abundante?
2. ¿Estás dispuesto a permitir que la Palabra de Dios te enseñe la manera apropiada
de responderle a tu cónyuge?
3. ¿Estás dispuesto a hacer más y hablar menos?
4. ¿Estás dispuesto a hacer lo que Dios requiere de ti?
5. ¿Estás dispuesto a tratar tus propias faltas primero?
Si contestaste que “no” a alguna de estas preguntas, eso impedirá el progreso hacia
cualquier cambio en tu relación. La renuencia en cualquiera de estas áreas es un obstáculo
adicional para el cambio. ¿Estás dispuesto a pedirle a Dios que suavice y cambie tu
corazón con respecto a estas preguntas? Puede que estés muy molesto y endurecido, y tal
vez no estés seguro de querer hacer un esfuerzo por fortalecer tu matrimonio.
Consideremos por un momento cómo adquirir un corazón bien dispuesto, si no lo tienes.
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
hacerlo con sólo dos? Isaías declara: “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová
para salvar” (Is. 59:1). ¡Seguro que es capaz!
Las Escrituras nos dicen que Dios es el “que hizo todas las cosas” (He. 3:4), que la
iglesia se considera Su edificio o templo (Mt. 16:18; IP. 2:5). Tu propia vida también se
considera Su edificio o templo (1 Co. 6:19). Tu hogar y tu familia se consideran una
estructura que se puede edificar o derribar (Pr. 14:1). Dios es el Arquitecto Maestro y quiere
forjar un matrimonio feliz para ustedes dos. Él desea erigir ricamente tu vida, tu hogar, y tu
matrimonio para que sean un glorioso testimonio de Su gracia y Su poder. Por lo tanto, al
usar esta analogía de la edificación recuerda que “Si Jehová no edificare la casa, En vano
trabajan los que la edifican” (Sal. 127:1). ¡Continuemos fijando los cimientos para poder
edificar!
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
¿Estás listo para poner manos a la obra? Si es así, este manual de estudio te será
muy útil para ayudarte a crecer en tu matrimonio.
C. Haz una lista, en orden de importancia, de las cosas que quieres cambiar en tu
matrimonio.
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2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
5. ______________________________________________________
D. Después de cada una de estas, califica del 1 al 10 tu buena disposición para hacer ese
cambio (10 significa que estás totalmente dispuesto a hacer lo que Dios quiera para
lograr ese cambio).
E. Haz una lista de lo que Dios quiere que hagas para cambiar estas áreas de tu
matrimonio.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
5. ______________________________________________________
F. Haz una lista de las razones por las que no has tomado las medidas necesarias para
hacer estos cambios.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
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¿ESTÁS DISPUESTO A TOMAR MEDIDAS?
G. ¿Cuáles son los primeros pasos que debes tomar para restaurar la relación con tu
cónyuge?
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2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
5. ______________________________________________________
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EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
“Ella es tu compañera…” Mal. 2:14 (LBLA)
L
isa era una mujer muy inteligente, trabajaba en una empresa grande como jefe de
capacitación de todos los empleados. Una mujer muy capaz con una excelente fluidez
verbal y una personalidad encantadora, llena de energía y motivación. Su esposo,
Mike, también estaba en el apogeo de su carrera; mas era un hombre bastante callado y
reservado y le era difícil expresarle su amor a su esposa. Llevaban apenas un par de meses
de casados cuando empecé a ayudarlos. Tan pronto como los saludé, les pregunté por qué
habían buscado un consejero matrimonial.
Lisa respondió apresuradamente diciendo: —Steve, yo soy el tipo de persona que va
directamente al grano. El problema es que Mike quiere una ama de llaves, una niñera,
un segundo sueldo y una amante; pero no quiere una esposa o una compañera.
Y en particular, no quiere que yo tenga mis propias opiniones. De hecho, creo que a Mike le
gustaría que esté a su lado cuando quiere que haga algo por él, y que desaparezca el resto
del tiempo.
Volteé la vista hacia Mike, y observé la mirada llena de odio y disgusto que le dirigió
a Lisa. Él respondió rápidamente diciendo: —Bueno, ¿no es eso lo que debe hacer una
esposa? ¿No es ese tu deber, encargarte de todas las cosas de la casa? ¿No se supone
que eres mi ayuda idónea? Steve, eso es lo que dice la Biblia.
Lisa interrumpió para decir: —Sí, pero no soy tu sirvientita para saltar cuando digas
salta; se supone que soy tu amiga y amante, mas no soy ninguna de las dos. Mike, ¿te das
cuenta de que casi no nos comunicamos, ni hacemos las cosas que hacíamos cuando nos
conocimos? Por eso te digo repetidamente que me siento muy sola en este matrimonio.
Era evidente que tenían ideas muy desacertadas. Por consiguiente, procedí a
preguntarles a Mike y a Lisa si estaban dispuestos a hacer lo que Dios dictara, para poder
cambiar su relación. Ambos dieron una respuesta afirmativa, y entonces comencé con
algunas preguntas adicionales: —¿Saben ustedes cuál es el propósito del matrimonio?
En primer lugar, ¿saben por qué Dios instituyó el matrimonio y cuál es Su objetivo final para
la relación de ustedes? Ambos me miraron y moviendo la cabeza negaron saberlo.
Les dije que comenzaríamos con ese punto porque era el desacierto más sobresaliente que
detecté en nuestra conversación.
¿Te has preguntado alguna vez por qué estarás casado con tu cónyuge o cuál es el
propósito y diseño fundamental por el que Dios los unió? ¿Por qué te casaste con la
persona con quien vives, y cuál era la meta que tenías en mente en aquel entonces? Estas
son preguntas importantes que debes contestar si deseas forjar un matrimonio duradero.
Si no entiendes el propósito por el cual fue creado el matrimonio, le apuntarás al blanco
equivocado y con seguridad no acertarás el tiro. Estaba claro que Mike y Lisa no sabían
cuál era ese objetivo, ni cómo acertarlo. Mike en particular, no entendía por qué estaba
casado. Él consideraba el matrimonio como un contrato entre ellos en el que podía darle
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
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EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”
(Mt. 19:4-6). Los reprochó por no leer las Escrituras y por no basar sus acciones en estas
enseñanzas. Jesús les recordó el designio original de Dios para el matrimonio basado en el
propósito que Él claramente estableció. Él instituyó el matrimonio para crear una unión entre
dos personas sin la separación o el divorcio.
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo también citó este pasaje en su magnífica
instrucción sobre el matrimonio. Después de explicar las responsabilidades del esposo y la
esposa, él les recordó a ambos el propósito fundamental... ellos deben estar unidos “…y los
dos serán una sola carne” (Ef. 5:31).
Este pasaje se repite muchas veces en la Biblia y es lógico que éste sea el propósito
fundamental de Dios para el matrimonio. Es evidente que Él quiere tomar a dos personas
que se han entregado mutuamente, unirlas y hacerlas una sola. Por lo tanto, la unificación
es Su propósito principal para el matrimonio.
Dios amplía Su definición de la unificación usando una palabra mediante la cual se
obtiene esa unión: el compañerismo. Observa como Dios usa esta palabra cuando habla del
matrimonio y de Su abominación del divorcio, el cual destruye el propósito principal del
matrimonio. Él dijo por medio del profeta Malaquías: “Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová
ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella
tu compañera, y la mujer de tu pacto” (Mal. 2:14). Dios declara que la esposa debe ser una
compañera cariñosa, y debe tratársele con respeto. Igualmente, Salomón se refiere al
cónyuge como compañero cuando alerta a su hijo sobre el peligro de la mujer adúltera.
Él le informó a su hijo que la sabiduría lo protegería de la mujer inmoral, “De la ajena que
halaga con sus palabras, La cual abandona al compañero de su juventud, Y se olvida del
pacto de su Dios” (Pr. 2:16,17). La palabra compañero significa alguien con quien estás
enlazado o ligado, esto describe una unión. La Biblia explica que cuando dos creyentes se
aman se deben entrelazar de esta manera. Pablo oró por la iglesia Colosense: “que sean
consolados sus corazones, unidos en amor” (Col. 2:2). Si esto puede suceder entre
creyentes, cuánto más debería ocurrir entre un marido y su mujer quienes se entregaron
mutuamente y se prometieron compañerismo. De esto se trata el matrimonio. Dios toma a
un hombre y a una mujer y entrelaza sus corazones de tal manera que forma el
compañerismo más íntimo que jamás pudiera existir entre dos seres humanos.
Dios te ha llamado a vivir en comunión y compañerismo con Él, y desea que también
tengas esta misma comunión con tu cónyuge. Este es el gran misterio al que Pablo aludió
cuando comparó el matrimonio con la relación entre Cristo y la iglesia (Ef. 5:32). ¡No te
pierdas la obra de este misterio en tu matrimonio!
Si éste es el verdadero propósito de Dios para tu matrimonio, necesitas analizar
abiertamente todo aspecto de tu relación para identificar en qué áreas te estás uniendo y en
cuales te estás distanciando. Determina lo que haces para promover el objetivo que Dios
tiene para ustedes, y lo que haces para destruirlo. Lo peor que le puede suceder a una
pareja es que después de muchos años de matrimonio no hayan logrado la unidad,
el compañerismo y la intimidad que Dios tenía planeado. Sin embargo, hoy en día muchos
matrimonios se encuentran en ésta situación. Después de llevar muchos años juntos están
unidos en un solo cuerpo, pero se sienten aislados, distanciados y solos. ¡Esto no debe ser
así! Si este es el estado de tu matrimonio, aquí es donde debes empezar.
Comienza por hacer un inventario de tu relación y de tu comportamiento con tu
pareja. Estas acciones exponen tus verdaderas prioridades y revelan si realmente deseas
ese compañerismo. Este inventario te ayudará a determinar en qué áreas necesitas
cambiar. Debes considerar todo aspecto de tu relación, desde tu relación espiritual hasta tu
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EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
2. Aspectos de la comunicación:
● Cuando están juntos por la noche, ¿conversan sobre lo ocurrido durante el día?
● ¿Expresan libremente sus ideas y opiniones?
● ¿Se animan mutuamente?
● ¿Planean juntos su futuro y toman decisiones conjuntamente?
● ¿Expresan mutuamente sus deseos, temores, sufrimientos y metas?
● ¿Comparten algún tipo de recreo que facilite la comunicación, tal como caminar
juntos, andar en bicicleta, ir al gimnasio, etc.?
● ¿Salen de compras juntos y disfrutan la compañía del otro?
● ¿Fijan una noche a la semana para salir juntos?
● ¿Se comunican su amor verbalmente?
● ¿Hacen los quehaceres domésticos juntos?
● ¿Se escriben cartas o notas de amor?
3. Aspectos emocionales:
● ¿Se expresan sus sentimientos más profundos?
● ¿Se brindan mutuamente apoyo emocional?
● ¿Se ríen y lloran juntos libremente?
● ¿Aceptan sus diferencias emocionales?
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EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
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EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
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EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
EL PACTO
En los dos pasajes bíblicos que he mencionado, Dios relaciona la palabra “pacto”
con el compañerismo. “Ella [es] tu compañera, y la mujer de tu pacto” (Mal. 2:14).
En Proverbios 2:17 se hace referencia a la mujer inmoral “La cual abandona al compañero
de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios”.
El pacto que hicieron ante Dios los mantiene juntos y les da el tiempo necesario para
resolver sus diferencias y forjar el compañerismo. Sin este compromiso muchas parejas se
rendirían o abandonarían sus matrimonios sin permitir que se lleven a cabo esos cambios.
Como mencioné anteriormente, en algunos casos ninguno de los cónyuges está dispuesto a
cambiar o uno de ellos es más tardo en el proceso. El compromiso del pacto es el factor
aglutinante que mantiene a la pareja viviendo juntos hasta que se establezca otro vínculo
emocional, espiritual y físico en el matrimonio.
¿Recuerdas los votos que hiciste el día de tu boda? Tú hiciste una promesa,
un pacto ante Dios de que serías el compañero de tu pareja hasta que la muerte los separe;
Dios espera que cumplas esa promesa porque la hiciste delante de Él; y espera que
reconozcas el compromiso del pacto y que te esfuerces por cumplirlo.
¿Por qué? Porque a Él le agrada que te propongas, de corazón, cumplir con el
compromiso que tienes con tu pareja. El empeño por cumplir con tus votos matrimoniales es
precisamente lo que te ayudará a hacer lo necesario para forjar el compañerismo y
establecer una relación que enriquecerá tu matrimonio.
El deseo de agradar a Dios es mucho mayor que el de simplemente agradar a tu
pareja. Necesitas esta mayor motivación porque cuando las cosas no marchan bien en el
matrimonio, generalmente no hay motivación para agradar o para concederle algo a tu
cónyuge. En estas situaciones, la persona se deja dominar por sus sentimientos,
se distancia y busca su propia satisfacción; se aferra tanto a su propia satisfacción que elige
dejar el matrimonio. Mas cuando te entregas a Cristo y quieres agradarle, Él mismo te
ayuda a fomentar tu matrimonio con perseverancia y entusiasmo. El pacto que has hecho
ante Dios, el pacto de compañerismo, es la fuerza aglutinante en tu corazón que te
mantendrá en el matrimonio hasta lograr los cambios que anhelas.
¿Sabías que un pacto bíblico es el acuerdo más comprometedor conocido por el
hombre? En la época del Antiguo Testamento para sellar un pacto se sacrificaba un
becerro, se dividía en dos partes y las personas caminaban entre las partes mientras
repetían verbalmente el convenio. La muerte del animal era un símbolo de que el convenio
debía cumplirse bajo pena de muerte. Si lees Jeremías 34:8-22 puedes apreciar cuán
comprometedor era un pacto en los tiempos bíblicos; Dios dijo: “los hombres que
traspasaron mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en
mi presencia…los entregaré en mano de sus enemigos…y sus cuerpos muertos serán
comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra” (vv. 18, 20).
Dios dispuso que el pacto matrimonial fuera obligatorio hasta la muerte natural de
uno de los cónyuges. Jesús dijo: “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6).
Él lo designó de esta manera para que las personas no buscaran una salida del matrimonio
o una escapatoria del convenio; sino que se esforzaran por solucionar los conflictos entre
ellos. El pacto que hiciste ante Dios es el mejor motivo para permanecer comprometido en
tu matrimonio; y te dará el tiempo necesario para resolver los conflictos. Hoy mismo
promete en tu corazón que no buscarás una salida de tu matrimonio y que te dedicarás a
resolver los conflictos entre ustedes. Con la gracia de Dios comprométete a ser la
compañera de tu cónyuge.
19
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
20
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
A. ¿Cuál es el propósito del matrimonio que las Escrituras exponen y que se encuentra en la
página 14-16?
______________________________________________________________
_______________________________________________________________________
B. Haz una lista de algunas razones por las que te casaste con tu cónyuge.
1. ____________________________________________________________________
__________________________________________________________________
2. ____________________________________________________________________
__________________________________________________________________
3. ____________________________________________________________________
__________________________________________________________________
C. Haz un inventario de tu compañerismo y califícate del 1 al 10 (10 significa que estás muy
satisfecha en este aspecto).
1. Aspectos espirituales:
__ ¿Oran juntos por asuntos personales?
__ ¿Oran frecuentemente por su matrimonio?
__ ¿Asisten a la iglesia semanalmente y se sientan juntos?
__ ¿Conversan sobre lo que aprendieron del sermón durante el transcurso del día?
__ ¿Conversan sobre lo que cada uno está aprendiendo de la lectura de
las Sagradas Escrituras o sobre algún otro libro referente a la Biblia?
__ ¿Ministran juntos a su prójimo? ¿Son maestros de la escuela dominical?
¿Edifican a otros hermanos? ¿Dan de su tiempo para ayudar a otras
personas de una manera práctica?
2. Aspectos de la comunicación:
__ Cuando están juntos por la noche, ¿conversan sobre lo ocurrido durante el día?
__ ¿Expresan libremente sus ideas y opiniones?
__ ¿Se animan mutuamente?
__ ¿Planean juntos su futuro y toman decisiones conjuntamente?
__ ¿Se expresan mutuamente sus deseos, temores, sufrimientos y metas?
__ ¿Comparten algún tipo de recreo que facilite la comunicación, tal como
caminar juntos, andar en bicicleta, ir al gimnasio, etc.?
__ ¿Salen de compras juntos y disfrutan la compañía del otro?
__ ¿Reservan una noche a la semana para salir juntos?
__ ¿Se comunican su amor verbalmente?
__ ¿Hacen los quehaceres domésticos juntos?
__ ¿Se escriben cartas o notas de amor?
3. Aspectos emocionales:
__ ¿Se expresan sus sentimientos más profundos?
__ ¿Se brindan mutuamente apoyo emocional?
__ ¿Se ríen y lloran juntos libremente?
__ ¿Aceptan sus diferencias emocionales?
21
EL PROPÓSITO Y OBJETIVO DE TU MATRIMONIO
__ ¿Le demuestras gentileza en tus acciones para dejarle saber que lo amas?
__ ¿Atiendes a tu pareja cuando te pide ayuda?
__ ¿Se acarician a diario y se abrazan con un amor platónico?
__ ¿Se allegan con regularidad para tener relaciones sexuales?
¿Le agradan tus insinuaciones a tu pareja?
__ ¿Se expresan un cariño sincero durante sus relaciones sexuales
o es simplemente un acto físico con poca emoción?
D. ¿Cuáles son las tres razones principales por las que las parejas no captan el propósito y
objetivo de su matrimonio (Lee las páginas 17-18)?
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
E. Haz una lista de las razones por las que no tienes ese compañerismo con tu pareja.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
F. Lee y medita sobre los siguientes versículos y luego contesta las preguntas.
1. En Filipenses 4:3, ¿qué es lo que Pablo supone que un compañero fiel logrará?
____________________________________________________________________
____________________________________________________________________
2. En Apocalipsis 1:9, ¿cómo se describió Juan a sí mismo, y qué estaba dispuesto a
soportar por sus compañeros? ___________________________________________
____________________________________________________________________
____________________________________________________________________
3. En Salmos 119:63, ¿qué comprendió David acerca del compañerismo y dónde
determinó que podía encontrar el compañerismo verdadero? ___________________
____________________________________________________________________
____________________________________________________________________
G. Siéntate con tu cónyuge y platiquen sobre sus respuestas al cuestionario y sobre cómo
pueden estrechar su compañerismo.
22
3
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
“Mas el fruto del Espíritu es amor…” Gá. 5:22
E
ra la primera vez en su peregrinaje cristiano que Calvin y Diane acudían a una
sesión de asesoramiento. Nunca antes lo habían necesitado porque siempre
resolvían sus conflictos con rapidez, pero últimamente los dos habían comenzado a
acumular un número de contrariedades que ahora se acrecentaban entre ellos. Sin titubear
se culpaban el uno al otro por sus problemas conyugales.
—Algo ha cambiado entre nosotros —exclamó Calvin—, antes resolvíamos estos
conflictos con facilidad, pero ahora reñimos constantemente. Ella me critica por cualquier
tontería y yo le contesto de inmediato. En nuestro interior, los dos estamos muertos
espiritualmente. La motivación para resolver los problemas parece haber desaparecido. Es
como si me faltaran la fuerza y el amor necesarios para hacer lo que debo hacer. Algo anda
mal, pero no sé qué pueda ser.
Cuando Calvin terminó de hablar, lo que me llamó la atención fue su comentario de
que ambos percibían que estaban muertos espiritualmente. Me pareció que este sería el
lugar adecuado donde comenzar. Les pregunté si le dedicaban tiempo al estudio de las
Escrituras o a la oración personal. Calvin esquivó mi mirada y dijo, —Bueno, no mucho.
—¿Qué quiere decir eso? —pregunté—¿Una vez por semana, una vez por mes o
nada en absoluto? Calvin comenzó a incomodarse en su asiento. —Bueno, quiero decir
nada en absoluto. No he tenido ocasión para sentarme a leer la Biblia, y lo de la
oración…pues, oramos antes de cenar.
En ese momento Diane exclamó, —Sí, y tampoco hacemos eso con regularidad. Él
oraba conmigo casi todas las mañanas antes de salir a trabajar, pero hemos estado
peleando tanto que no tenemos ánimo para hacerlo. Steve, estamos muy distanciados. Algo
anda mal entre nosotros.
Entonces pregunté, — ¿Con qué frecuencia asisten a la iglesia?
Calvin volvió a gruñir, —Últimamente, no muy seguido.
Le hice las mismas preguntas a Diane y recibí respuestas muy parecidas.
Interrumpí mi entrevista y les dije, —Lo primero que necesitan cambiar es su
relación personal con Cristo. Este es el problema principal y el obstáculo más aparente en
su relación. Ambos necesitan volver a su primer amor para poder reavivar el amor en su
matrimonio. Primero necesitan renovar su relación con Él para poder renovar la relación
entre ustedes.
El problema entre Calvin y Diane es muy común. Ambos se alejaron de su relación
personal con Cristo y el resultado fue muy evidente y doloroso. Los dos carecían del amor y
la motivación para resolver los conflictos que tenían y ninguno de ellos hacía nada por
renovar su relación. Vivían juntos bajo el mismo techo, pero su relación estaba marchita. Su
endeble matrimonio auguraba problemas mayores. Antes de poder amarse de nuevo,
necesitaban ser llenos del amor de Cristo y de la vida que sólo Él puede proveer. De ahí
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
24
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
anhelas en tu matrimonio. Sin embargo, muchas veces cuando les explico esto a las
parejas, piensan que eso es demasiado religioso y doctrinal. Me dicen que su relación con
Dios no puede ser tan importante. Y tú ¿qué piensas? Permíteme explicar por qué tu
relación con Cristo afecta profundamente tu matrimonio, y por qué es clave para obtener la
fuerza, la motivación y el entendimiento necesarios para llegar a ser la compañera que Dios
quiere que seas.
25
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
26
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
correspondido. Es un amor desinteresado que se extiende al ser querido aun cuando éste
responda con odio. Dios continuará extendiéndote Su amor aunque nunca le respondas.
Este es el tipo de amor que el mundo necesita. Este es el tipo de amor que tu matrimonio
necesita.
Sin el amor ágape de Dios, jamás tendrás la capacidad de amar a tu cónyuge
desinteresadamente porque la naturaleza humana siempre busca la recompensa. Cuando
tu pareja no te corresponde ni hace concesiones, es natural que tú tampoco quieras hacer
concesiones. Tú responderás de la misma manera. Por eso necesitas la fuerza del amor de
Dios que hace concesiones aun cuando no es correspondido.
Esa es la razón por la cual necesitas una relación personal con Cristo. Él es el único
que te puede dotar de este tipo de amor. Sin embargo, existe algo que te separa y que te
impide recibir ese amor de Dios: tu independencia de Él, lo cual Dios considera un pecado.
Todas tus acciones pecaminosas y egoístas son el resultado directo de tu independencia de
Dios. Esa actitud que dice: lo puedo hacer sin Él.
La Biblia nos enseña que el “yo” verdadero es un espíritu que mora en nuestro
cuerpo. Ese yo también posee una mente, emociones y una personalidad que hace de cada
uno de nosotros una persona única. Sin embargo, la Biblia dice que tu espíritu (tu interior)
está muerto por causa del pecado (Ef. 2:1-3) y eso te separa de Dios. Esta separación de
Dios es lo que te hace sentir ese vacío por dentro y te da la sensación de que algo te falta.
Jesucristo es la respuesta a ese problema. Él vino a infundir vida nueva a un espíritu
muerto; no sólo una vida ordinaria, sino una vida abundante que llena ese vacío (Jn. 10:10).
Esta vida nueva es sumamente satisfactoria; nos ayuda y nos da la facultad necesaria para
vivir conforme a la voluntad de Dios. Es una verdadera aventura el lograr amarse y
perdonarse el uno al otro y vivir en armonía tal como Él lo desea.
Cristo murió para asumir, de una vez por todas, la pena por el pecado del hombre.
El Padre sólo te pide que reconozcas tu pecado en oración, que le pidas perdón y que estés
dispuesto a abandonar por completo tus costumbres pecaminosas y tu estilo de vida.
Si tú sabes que necesitas hacer esto, sigue los siguientes pasos:
1. Si crees que Dios existe, entonces acércate a Él en oración en este momento.
Habla con Él como hablarías con un amigo. No necesitas usar palabras espirituales
altisonantes porque Él ya conoce todos tus pensamientos y todas tus necesidades.
Él simplemente quiere que te humilles y que se lo pidas. Jesús dijo: “Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis, llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mt. 7:7-8).
2. Si crees que has pecado contra Dios y has quebrantado Su ley y quieres
realmente cambiar este tipo de vida, entonces pídele perdón y misericordia. La Biblia dice:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9).
3. Si crees en Cristo, invítalo en este momento a tomar control de tu vida.
La promesa en la Biblia dice: “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).
4. Pídele a Dios que te llene de Su Espíritu Santo, y que te ayude a amar y a servir a
los demás, en particular a tu cónyuge. Jesús exclamó: “Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc. 11:13).
5. Ahora, confiésale a alguien más la decisión que acabas de tomar. Esto es
importante porque Jesús declaró: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos. Y a
27
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
28
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
29
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
postras ante el Señor, comenzarás una verdadera aventura. Llegarás a ser la compañera
que tu cónyuge anhela porque día tras día serás transformada conforme a Su imagen.
30
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
A. Haz una lista de las razones por las que tu relación con Cristo tiene tanta importancia.
Véase páginas 25-26.
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
B. ¿De cuáles de estas razones carece tu vida, y cómo afecta eso tu matrimonio?
1. ______________________________________________________
2. ______________________________________________________
3. ______________________________________________________
4. ______________________________________________________
De acuerdo con Proverbios 8:34, ¿qué debes hacer para ser bendecido?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
2. ¿Buscas al Señor diariamente para que renueve tu interior con Su Espíritu? Esto es
lo que Pablo dijo que ocurría en su vida.
¿Cuál es el beneficio que 2 Corintios 4:16 revela para la persona que es renovada
día tras día? _________________________________________________________
___________________________________________________________________
3. ¿Le pides al Señor diariamente que supla tus necesidades y las necesidades de tu
cónyuge y de tu familia?
En el Salmo 88:9, ¿qué dice hacer David? _________________________________
___________________________________________________________________
En Mateo 6:11, ¿qué nos enseñó Jesús que hiciéramos? _____________________
___________________________________________________________________
31
LA CLAVE DE UN COMPAÑERISMO VERDADERO
4. ¿Cumples a diario los votos y las promesas que hiciste delante de Dios y de tu
cónyuge?
En el Salmo 61:7, ¿qué dice David que le ayuda a cumplir sus votos? ___________
___________________________________________________________________
¿Qué dice Hebreos 3:13 que debes hacer cada día? ________________________
___________________________________________________________________
Esto incluye alimentar a tu cónyuge o a tus hijos con la Palabra de Dios (Efesios
5:29).
En el Salmo 72:15, ¿qué dijo David que hacía diariamente por su hijo Salomón?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
C. Después de leer esta lista de control cotidiana, ¿qué cambios personales debes hacer
en tu vida para estrechar la comunión y el compañerismo con Dios?
______________________________________________________________________
______________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
32
4
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” Os. 4:6
E
ra mi segunda consulta matrimonial con Jerry y su esposa, Joan. Llevaban menos de
un año de casados y sin embargo ya tenían enormes desacuerdos. Este era el tercer
matrimonio de Jerry y el primero de Joan. Jerry comenzó a describir las diversas
peleas de esa semana y lo resumió todo diciendo, —No estamos de acuerdo en nada,
Steve. Ella cree que su manera de hacer las cosas es la correcta, pero yo siento que el
Señor me ha mostrado algo diferente.
Joan explotó, —Sí, lo sé. ¡Él Señor te mostró! Esas son palabras bonitas,
espirituales y muy convenientes que usas para justificarte y hacer sólo lo que tú quieres.
No te importa lo que la Biblia dice. Tú haces lo que te viene en gana y le echas la culpa a
Dios. Yo le muestro versículos bíblicos que son mandatos simples, directos y fáciles de
entender; él se encoge de hombros y dice que siente que Dios no le ha dicho que haga eso.
Steve, ¡ya estoy harta! Quisiera que usted viviera con nosotros para que nos dijera lo que
está bien y lo que está mal.
Los miré a los dos y les dije, —Espero que los dos estén hartos de esto. Espero que
estén tan hartos que buscarán una solución. Antes que nada, necesitan decidir cuál criterio
de la verdad emplearán. Cuando no están de acuerdo con la autoridad final, ¿cómo deciden
lo correcto en determinada circunstancia? Yo no puedo hacer esa determinación porque no
puedo vivir con ustedes. No pueden usar sus sentimientos sobre un supuesto mensaje de
Dios porque esos cambian constantemente. Tampoco pueden usar el criterio o el ejemplo
de sus padres. Luego les expliqué lo imprescindible que es emplear la Palabra de Dios
como la autoridad final en sus vidas y en su matrimonio.
Después de una larga conversación con ellos, determiné que la mayor parte del
problema residía en Jerry. Aunque conocía muchas Escrituras, Jerry seleccionaba y
escogía cómo y cuándo aplicarlas a su matrimonio. Al principio, lo único que tenía que decir
era “El Señor me mostró”, y su esposa accedía. Sin embargo, en poco tiempo Joan
reconoció que él decía eso para manipularla y obligarla a hacer lo que él quería.
Ella entonces comenzó a indicarle las Escrituras que contradecían sus acciones. A él no le
agradaron los desaires de ella y los problemas comenzaron a acumularse.
Uno de los problemas más grandes y más fundamentales en un matrimonio cristiano
es cómo establecer el criterio de la verdad, lo cual se debe determinar desde el principio.
¿Cómo distingues tus responsabilidades y las medidas que debes tomar? ¿Es la Biblia
verdaderamente tu criterio de la verdad o lo son tus sentimientos o lo que alguien te ha
dicho? Si la Biblia es tu criterio final de la verdad, ¿buscas con diligencia la sabiduría de
Dios para resolver tus problemas personales? ¿Aplicas la Palabra de Dios a estos
problemas y obedeces Sus mandamientos? Cuando Su Palabra es tu criterio final,
tus acciones reflejarán Sus mandatos.
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
34
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
prometan fidelidad. ¿Quién tiene la razón? ¿Cuál consejo has de seguir? Con cada año
nuevo llega una filosofía nueva y contradictoria que explica cómo alcanzar la felicidad en tu
matrimonio si sigues el plan de fulanito de tal.
¿Debes seguirlos a ellos? Te daré una analogía. Digamos que estás a punto de
comprar un auto en el concesionario local. El vendedor te dice que has escogido el mejor
auto en todo el lote, y te promete que si sigues sus instrucciones al pie de la letra, ese auto
funcionará a la perfección. Luego te menciona que hay un pequeño detalle, siete de cada
diez mañanas el auto no arrancará. ¿Qué pensarías? ¿Creerías que es el mejor auto del
lote? ¿Te valdrían de algo sus instrucciones si al final de cuentas la mayor parte del tiempo
el auto no arranca? ¡Por supuesto que no! ¿Comprarías el auto? ¡Espero que no!
No obstante, esto es exactamente lo que las personas hacen cuando escuchan y
creen en las filosofías de los hombres sobre el matrimonio. Sus consejos le dan resultado a
sólo tres de cada diez matrimonios. Eso comprueba que nuestra sociedad no sabe cómo
lograr un matrimonio feliz. A pesar de eso, los gurús del matrimonio continúan vendiendo
sus mercancías y la gente continúa comprándolas.
A estos gurús les concedo una cosa, ellos promueven una verdad a medias. No todo
lo que dicen está mal, pero no es toda la verdad. La gente sigue leyendo sus libros porque
contienen ciertas verdades. Algunas de las instrucciones te darán resultado, pero recibes
sólo parte del mensaje que necesitas para tener un matrimonio feliz. Mi consejo es este, con
todo libro que leas sobre el matrimonio o sobre cualquier otro tema, haz lo siguiente: ojea el
libro y observa a quien citan. ¿Citan la Palabra de Dios o a algún experto en la materia?
Quizá no haya cita alguna porque el autor mismo es el experto. Yo creo firmemente que el
experto sobre tu matrimonio y sobre tu persona es Dios y es Él a quien debemos citar.
Si existe alguien que sepa cómo lograr un matrimonio feliz, es Aquel que lo
estableció. Dios te ha dado el plano para ayudarte a construir un hogar que permanecerá
firme a pesar de todas las presiones que vendrán en su contra; te ha dado un manual de
instrucciones para reparar cualquier avería en el camino... la Biblia.
Si crees que tu matrimonio se malogró o si simplemente necesitas mantenimiento,
¿por qué no vuelves al Manual del Usuario? Pídele a Él que te demuestre lo que debes
eliminar y ajustar en tu vida.
Jesús dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a
un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre
la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un
hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”
(Mt. 7:24-27).
El hombre prudente escucha y obedece las palabras de Cristo. El hombre insensato
escucha y tiene otras prioridades. ¿Cuál de estos eres tú? ¿Escuchas la Palabra, pero no la
practicas? Debes entender que la obediencia a Su Palabra es lo único que te traerá la
estabilidad que deseas para tu hogar y tu matrimonio. Dios sabe cómo cambiarte a ti y a tu
cónyuge si le das una oportunidad. ¡Un hombre prudente le dará esa oportunidad!
El profeta Oseas reveló una de las causas del decaimiento de la nación de Israel y
finalmente de su destrucción. ¡Cuán parecido a muchos matrimonios actuales! Oseas
declaró: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4:6). El pueblo de Israel
rechazó el conocimiento de Dios como criterio de la verdad y buscó sus respuestas en el
hombre. Israel “quiso andar en pos de vanidades” (Os. 5:11), y como resultado, Dios
declaró que la estructura social de la nación se volvió “como polilla” (Os. 5:12). Cuando una
35
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
persona rechaza el conocimiento de Dios como criterio de la verdad, lo único que queda son
los preceptos humanos. Muchas personas piensan que los preceptos humanos son
inofensivos y que está bien mezclarlos con la verdad de Dios; en realidad, estos preceptos
se vuelven polilla y carcomen la estabilidad de las vidas de aquellos que confían o
dependen de ellos. Por lo tanto, toma el ejemplo de los hijos de Israel y ten cuidado con las
filosofías humanas que se han infiltrado en Su verdad. Pídele a Dios que te revele en Su
Palabra qué preceptos debes guardar, y que te dé el deseo de abandonar los otros.
2. Si la Biblia no es tu criterio, no sabrás qué cambios prácticos debes hacer,
ni cómo hacerlos. Existen dos grandes problemas en la vida cristiana que se relacionan con
los problemas del matrimonio. La mayoría de los creyentes nuevos se preguntan, “¿Qué
quiere Dios que haga?” Esta es una pregunta muy natural porque ellos han encontrado una
vida nueva en Cristo y desean seguirlo en cada aspecto de sus vidas. La pregunta que le
sigue es muy parecida, “¿Cómo llevo a cabo lo que Dios requiere de mí?” Es normal que
esta sea la segunda pregunta porque un creyente nuevo reconoce de inmediato que no
entiende, de manera práctica, cómo andar con el Señor.
La relación matrimonial es muy parecida. Muchas parejas se casan con poca o
ninguna orientación prenupcial. Han pasado meses preparándose para la ceremonia;
ordenando las flores y el pastel, planeando la recepción y la luna de miel, pero nunca antes
han estado casados, y por lo tanto, no saben qué esperar. Ambos cónyuges tienen una idea
general de lo que quieren del matrimonio. Los dos tienen muchas metas y expectativas,
pero muchas veces estas expectativas son contrarias a las de su cónyuge.
Si los cónyuges no emplean el mismo criterio de la verdad, estarán en desacuerdo
cuando surja el primer problema. ¿Quién tiene la razón? ¿Qué sería mejor? ¿Cuál debe ser
tu actitud? ¿Qué medida debes tomar? ¿Cómo lo lograrás? Las respuestas a todas estas
preguntas deben satisfacer a ambos cónyuges para mantener la armonía.
La Palabra de Dios provee las respuestas a estas preguntas. El Rey David dijo:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105). Si estudias Su
Palabra y la manera en que se relaciona en tu vida y tu matrimonio, ésta te iluminará.
Sin embargo, Dios requiere que ambos, el esposo y la esposa, tomen el camino que las
Escrituras indican (en actitud tanto como en acción). Dios ilumina tu camino al ayudarte a
entender Su voluntad y al permitir que Su Espíritu te capacite para llevarla a cabo.
Cuando los dos cónyuges están sujetos a Cristo significa que están convencidos de que
ninguno está obligando al otro y que cada uno está dispuesto a ceder a los mandatos de las
Escrituras.
Todos los matrimonios cristianos, tarde o temprano, sufren discordia conyugal
simplemente porque las opiniones y la voluntad de uno no concuerdan con las del otro.
Puede que lleve su tiempo, pero los problemas surgirán. Toda pareja necesita el criterio de
la Palabra de Dios para mantenerlos en orden. “Todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará” (Gá. 6:7). También, “No hay sabiduría, ni inteligencia, Ni consejo, contra
Jehová” (Pr. 21:30). Si estás sembrando tus propias ideas o las filosofías del hombre en tu
matrimonio, segarás una mísera cosecha. Este tipo de acción no es prudente.
Cuando Jesús batalló con los Saduceos por sus preguntas múltiples, les indicó que
habían cometido un error fatídico. Él dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de
Dios” (Mt. 22:29). Por favor, no cometas ese mismo error. Todos nos podemos equivocar
con respecto a la verdad y a lo que está bien o mal por no conocer la enseñanza de las
Escrituras sobre un tema en particular. Sin embargo, no es necesario que sigas cometiendo
ese error. Más bien, comienza a escudriñar Su Palabra en busca de las respuestas que
necesitas. Si no lo haces, te perderás el poderío que hace cumplir Sus promesas.
36
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
Las Escrituras revelan Su verdad, pero también producen fe en tu corazón para recibir Su
fuerza e implementar esa verdad. Sin la motivación de Su Palabra y Su poder para vivir una vida
piadosa, la relación de la pareja será superficial y falsa, como la que tenían los Saduceos.
Quiero darte ánimo y decirte que sí existe una solución para tu situación en
particular. Puedes cambiar el rumbo de tu matrimonio y establecer el tipo de relación que
anhelas. ¡Nunca es demasiado tarde! No están obligados a continuar con un matrimonio
superficial carente de Su vida y poder. Para cambiar, primero identifica en qué áreas de tu
vida usas tu propio criterio y quebrantas los preceptos de la Palabra de Dios.
Luego, rectifica esas áreas con los medios y métodos que Dios revela en Su Palabra.
Finalmente, de ahora en adelante, debes actuar de acuerdo con las instrucciones que las
Escrituras dictan. Estas medidas establecerán la relación que deseas. Los preceptos de
este libro están diseñados para ayudarte a lograrlo.
3. ¿Cómo te transformarás si no usas las Escrituras como criterio? Si deseas ver un
cambio en tu matrimonio, es sumamente importante que tú cambies. Así como expliqué en
el capítulo anterior, todo problema matrimonial tiene como origen un problema espiritual de
uno o de ambos cónyuges. Por lo tanto, es esencial que hagas cambios en tu vida.
¿Cómo logras esta transformación?
El medio principal de la transformación de tu vida es la Palabra de Dios.
En un capítulo más adelante explicaré en detalle cómo se lleva a cabo esto. Por ahora diré
simplemente que si siembras la Palabra de Dios en tu corazón y la obedeces, esa semilla
producirá un buen árbol y el buen fruto que deseas. ¿Cómo sucede esto?
Jesús les dijo a Sus discípulos que la clave para convertirse en un discípulo es Su
Palabra porque tiene el poder para transformar vidas. Él dijo: “Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres” (Jn. 8:31-32). Para ser discípulo de Cristo tienes que permanecer en Su verdad
y obedecerla. Nadie lo puede seguir a Él sin negarse a sí mismo y negar sus propias ideas y
filosofías de vida. La bendición en esta acción de abandono es que si conoces, obedeces y
crees en Su verdad, ésta te liberará. Acá es donde comienza la transformación.
Cuando aprendes las Escrituras, éstas naturalmente producen fe en tu corazón.
Pablo dijo: “Así que la fe es por el oír…la palabra de Dios” (Ro. 10:17). La semilla de la
Palabra de Dios germina y produce este pequeño retoño de fe que brota en tu corazón.
Al alimentar ese retoño con la Palabra, éste crece y se convierte en un árbol fuerte con
raíces profundas y un dulce fruto porque la fe te motiva para actuar. El apóstol Santiago dijo
que “la fe sin obras es muerta” (Stg. 2:20). La fe verdadera produce obras y acciones
conforme a tus creencias.
¿No son los actos de amor los que cambian la relación matrimonial? Este amor nace
al creer y recibir la Palabra de Dios como criterio de la verdad. Su verdad es la que te libera
y te capacita para creer y actuar conforme a Sus mandamientos. Esta nueva perspectiva
bíblica te motivará para resolver conflictos y forjar algo nuevo y mejor entre tú y tu cónyuge.
La Palabra de Dios es “viva y eficaz” y puede lograr cosas asombrosas en tu vida si
la empleas como tu criterio de la verdad (He. 4:12). Escudriña las Escrituras a diario y
aplícalas a tu manera de pensar, a tu perspectiva y a lo que valoras, y el fruto brotará
naturalmente en tu matrimonio. Deja que la Palabra te redarguya y cambie tu corazón;
y como consecuencia, tus acciones cambiarán. Yo sé que esto es lo que deseas, de otra
manera no estarías leyendo este libro. Así es como se establece un matrimonio duradero.
¿Por qué no comienzas en este momento? Cierra el libro por un momento y pídele al
Espíritu Santo que te revele esas actitudes y acciones que contradicen las Escrituras.
Luego, pídele que te dé una perspectiva bíblica y eterna.
37
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
A. Después de repasar este capítulo 4, escribe cuatro razones por las que las Escrituras
deben ser tu criterio de la verdad personal y de tu matrimonio. Lee las páginas 34-37.
1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
C. Lee los siguientes versículos y escribe lo que la verdad de Dios hará en tu vida.
1. ¿Qué acompaña a Su verdad (Salmo 57:3)? _______________________________
___________________________________________________________________
2. Si confías en Su verdad, ¿qué será ésta en tu vida (Salmo 91:1-4)?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
3. Si permaneces en Su verdad y la obedeces, ¿qué hará ésta por ti (Juan 8:31-32)?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
38
¿CUÁL ES TU CRITERIO DE LA VERDAD?
4. ¿En qué se basará el Señor cuando te juzgue en ese día (Salmo 96:13)?
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
5. Jesús oró para que Su verdad hiciera esto en tu vida (Juan 17:17).
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
6. ¿Dónde se encuentra la verdad de Dios (Juan 17:17)?________________________
___________________________________________________________________
7. Si obedeces la verdad, ¿qué le sucede a tu alma (1 Pedro 1:22)?
___________________________________________________________________
39
5
ENTENDIENDO CÓMO AMAR
“Si me amáis, guardad mis mandamientos” Juan 14:15
41
ENTENDIENDO CÓMO AMAR
esto, permitirás que el reflector de Su Palabra te compunja y te anime a tomar las medidas
que Él quiere que tomes. ¿Cómo actuará el amor de Dios si realmente mora en tu corazón?
1. El amor genera obras. Puede que esta primera definición parezca un poco
extraña, pero ataca la raíz de uno de los más grandes errores sobre el amor. El amor no es
un sentimiento cariñoso y dulce que milagrosamente aparece de la nada. El amor es más
que un sentimiento. Es una emoción que resulta de los esfuerzos de las dos personas.
Fácilmente nos olvidamos de lo mucho que nos esforzamos por fomentar nuestra relación
cuando comenzamos a salir juntos. Nos esforzábamos por mejorar nuestra apariencia y
emanar una fragancia agradable. Nos asegurábamos de llegar a tiempo a nuestra cita.
Procurábamos llevar a nuestra futura pareja a un lugar ameno para cenar. Mientras
cenábamos buscábamos la manera de conversar sobre cosas que le agradaban a ella y nos
cuidábamos de no discutir por cosas insignificantes. En otras ocasiones le traíamos
regalitos o flores, o preparábamos una cena especial. Ahora, reflexiona por un momento,
¿por qué hicimos todo eso? ¡Porque estábamos enamorados!
Sin embargo, después de casados, ¿continuaste esforzándote de la misma manera
en tu relación? Probablemente no por mucho tiempo. ¿Por qué? Porque comenzaste a
tomar por sentado el amor de tu cónyuge. Pensaste que todo eso no era necesario sin
entender que el verdadero amor requiere trabajo, y es un trabajo continuo.
Esta es la definición que Pablo le dio a la iglesia tesalonicense cuando les escribió
describiendo el amor: “la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra
constancia en la esperanza…” (1 Ts. 1:3 se agregó subrayado). En el libro de Hebreos el
autor le recuerda a la iglesia que “Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de
amor que habéis mostrado hacia su nombre…” (He. 6:10 se agregó subrayado). Ambos
versículos describen el amor como una obra que una persona hace por otra. Esto es porque
el amor bíblico es algo que haces antes de sentirlo. Cuando te esfuerzas por amar a tu
cónyuge como lo hacías al principio, el sentimiento de amor crece día tras día.
El mejor ejemplo de este tipo de amor es Jesús. Es importante reconocer que Él no
se quedó en el cielo gritando, “¡Los amo mucho a ustedes allá abajo!” No, Él vino a
demostrar el amor del Padre por medio de sus acciones y Sus palabras. Él se esforzó
mucho por revelarnos y demostrarnos el amor de Dios. “Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Su vida entera
fue una obra de amor hacia cada uno de nosotros. En muchas ocasiones predicó, viajó y
sanó a otros hasta quedar físicamente exhausto. Él dijo: “Me es necesario hacer las obras
del que me envió…” (Jn. 9:4). La obra de la cruz es la mejor demostración de que el amor
de Dios es un amor activo.
¿Sabías tú que Dios continúa obrando en tu vida para llevar a cabo Sus propósitos
en ti? Pablo dijo: “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad” (Fil. 2:13, se agregó subrayado). ¡Su amor continúa obrando!
Él ahora está obrando para cambiar tu concepto del amor verdadero y poder hacer un
cambio drástico en tu matrimonio. Él quiere infundir un deseo nuevo dentro de ti para que
ames a tu pareja y te esfuerces por fomentar esa relación. Al igual que Pablo, estoy seguro
de que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará…” (Fil. 1:6).
¿Es esa tu definición del verdadero amor? Si es así, debes esforzarte a diario por
demostrar tu amor con tus acciones y tus palabras. Pídele en este momento que te muestre
exactamente lo que puedes hacer para comenzar a demostrarle tu amor a tu pareja.
2. El amor te motiva a dar con abnegación. Un amor verdadero y piadoso no sólo se
esfuerza, sino que se esfuerza con sacrificio por sus seres queridos. En otras palabras, el
tipo de amor que estoy describiendo te costará muy caro. El amar de esta manera no es
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
nada fácil. Requerirá que le des de ti mismo a tu cónyuge cuando no quieras hacerlo,
cuando prefieras no levantarte del sofá. El amor requiere que abandones tu comodidad y
que hagas cosas que a veces te incomodan.
El amor es mucho más que un sentimiento. Esta es la razón por la que muchos no
andan en amor; lo han reducido a un simple sentimiento, y esta generación en particular ha
contribuido a ello. Sin embargo, el tener sentimientos contrarios no impidió que Jesús diera
de sí mismo con sacrificio. Recuerda Sus palabras antes de ofrecer Su vida en la cruz:
“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he
llegado a esta hora” (Jn. 12:27). Jesús no necesitaba emociones para demostrar Su amor.
Todo lo contrario, Su alma estaba turbada. Él estaba consciente de la inevitable separación
de Su Padre que estaba a punto de ocurrir, pero optó por abandonar Su comodidad por
nosotros.
El amor abnegado combate la raíz del conflicto en todo corazón humano: el egoísmo
versus el dar de sí mismo. La raíz de todo conflicto matrimonial es la lucha entre ¿a quién
amo más, a mí mismo o a mi cónyuge? Esto conlleva la pregunta: ¿qué estoy dispuesta a
sacrificar? El problema es que, por lo general, nos amamos a nosotros mismos mucho más
de lo que amamos a nuestra pareja. Nos preocupamos por suplir nuestras propias
necesidades más que por las necesidades de nuestra pareja. Por esa razón Jesús hizo la
comparación, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 22:39). Jesús reconoció la verdad
de que todos nos amamos a nosotros mismos. Estamos conscientes de todas nuestras
necesidades y nos encargamos de suplirlas. Esta perspectiva egocéntrica es lo que causa
el conflicto entre el albedrío de dos personas. Por lo tanto, Jesús nos instó a tomar un
rumbo diferente y a demostrarles a los demás el mismo cuidado que tenemos para nosotros
mismos. Él lo dijo para inspirar a todos en general, y sin embargo, ¿no es tu cónyuge tu
vecino más cercano?
Pablo les menciona esto a los esposos en su epístola a los efesios. Él comparó la
manera en que nos amamos a nosotros mismos y cómo debemos amar a nuestras
esposas. “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos.
El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia
carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Ef. 5:28-29
se agregó subrayado). ¿No haces todo lo posible por sustentar y apreciar tu cuerpo todos
los días? Lo bañas, le aplicas desodorante, lo perfumas, lo vistes para que se vea bien y lo
alimentas para satisfacer sus deseos. Hasta es posible que lo sometas a ejercicios para
mantenerlo en forma sacrificando otras cosas para llevar a cabo estas actividades.
Pablo declara que así es como “debes” amar a tu cónyuge. El amor verdadero se sacrifica,
alimenta y aprecia.
Observa otro ejemplo más del amor abnegado. Cuando Jesús les enseñó a Sus
discípulos que debían amar a sus enemigos, Él les dijo: “Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así
los gentiles?” (Mt. 5:46-47). Jesús consideraba el amor como algo extraordinario comparado
con lo que normalmente harías por aquellos que aprecias; lo consideraba algo fuera de lo
común. Obviamente tienes que sobrepasar lo normal para amar a tus enemigos.
No es nada del otro mundo si amas a los que te aman, hasta los que no son cristianos
hacen eso. ¿Qué pasa si en este momento tu cónyuge es tu enemigo? ¿Qué estás
haciendo para demostrarle cariño y para validar tus palabras de amor? Jesús te está
pidiendo que hagas algo extraordinario y te pregunta, “¿Haces más que los demás?”
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
Así es como Jesús te ha amado a ti. Él ha dado mucho más de lo necesario para
demostrar el amor que el Padre tiene por ti, y lo ha hecho de una manera impactante y
sorprendente. Él ha creado todas las cosas, especialmente este hermoso y asombroso
planeta para que vivas en él. Luego vino a este mundo en persona para que todos lo vieran
cara a cara y lo conocieran. Y aún más, dio Su vida como sacrificio supremo. Él te creó, te
trajo a este mundo y te dio la vida y las habilidades que tienes. Te buscó para comunicarte
Su amor y Su deseo de tener una relación contigo. Y envió personas para que compartieran
las buenas nuevas de Su amor y Su sacrificio en la cruz, y desde que lo recibiste a Él,
“a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lc. 12:32). Su ardiente deseo por dar de sí
mismo te habilita para experimentar la totalidad de su reino. ¡Ese es el verdadero amor!
Un amor que hace “más que los demás”. Él te da el ejemplo de cómo debes amar a tu
pareja. ¡Ama con abnegación!
3. El amor te motiva a conceder primero. Muchas veces me preguntan durante la
sesión de asesoramiento, “¿Por qué debo hacer esto, o dejar de hacer aquello?
¿De qué sirve, si mi cónyuge no me está demostrando el mismo amor o cuidado?”
Mi respuesta a esa pregunta es: el amor bíblico aprovecha la oportunidad de
conceder primero. Para amar verdaderamente a tu cónyuge, debes aprender a conceder
primero y así comprobar tu amor al cumplir con los pedidos de tu pareja. Por ejemplo,
“Cariño, ¿podrías consultar conmigo antes de ofrecerte a entrenar otro equipo de liga infantil
de béisbol?”, o “¿me podrías ayudar a trabajar en el jardín de vez en cuando?” En todos los
matrimonios hay pedidos como estos semanalmente. Por amor debes responder de tu
propia cuenta sin que te lo vuelva a pedir de nuevo. Cuando tu pareja te dice que quisiera
que tú iniciaras la conversación, un paseo juntos, devocionales familiares, la oración, o que
iniciaras relaciones íntimas, ella espera que recuerdes su pedido. Tu ser querido tiene la
esperanza de que tomarás la iniciativa ¡y lo harás! Así actúa el amor. Tu reacción a sus
pedidos y la atención a los detalles son magníficas maneras de demostrarle tu amor a tu
pareja, y te aseguro que ¡tu cónyuge tomará nota! Cuando inicias un gesto amoroso de este
tipo, convences a tu pareja de que tu amor es verdadero y te nace de corazón. Es más
importante de lo que te puedas imaginar.
Puede que pienses, Steve, yo no soy así. No me gusta hacer esas cosas.
¿Realmente tengo que hacer eso? Aquí es donde debes combinar el amor abnegado con la
iniciativa. Si el pedido de tu pareja es bíblico y razonable, tienes una gran oportunidad de
demostrarle tu amor. En la mayoría de los casos tu cónyuge no te pedirá algo inalcanzable.
Haz memoria de su pedido y sorprende a tu pareja con la iniciativa de tu amor.
El mejor ejemplo de la iniciativa del amor, es una vez más, Jesucristo. Él inició la relación
contigo; inició Su servicio abnegado al dar Su vida por ti. Jesús podría haber dicho, “Yo no
soy así. No quiero dar mi vida por ellos” Pero gracias a Dios, Él sí era así. Su naturaleza es
amor. Recuerda que Dios te ha dado Su naturaleza divina para asemejarte a Él, por lo
tanto, sí está en tu carácter el amar como Él ama: “todas las cosas que pertenecen a la vida
y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder…por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina” (2 P. 1:3-4). Pedro declara que el poder y la naturaleza divina están a tu
disposición para habilitarte a vivir con tu cónyuge y a amar con piedad. Tú puedes amar a tu
cónyuge cómo Dios quiere si estás dispuesto a creer en Su promesa y a entregarte
abnegadamente a tu relación.
¿Cuál será el resultado si inicias tu amor conyugal de esta manera? Naturalmente,
tu pareja se inspirará y te amará de la misma manera. Esto es lo que ocurrió en tu relación
con Cristo. Las Escrituras declaran que “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
primero” (1Jn. 4:19). Dios lo inició y nosotros respondimos. ¿Ves por qué este amor
iniciativo es tan importante? No obstante, de las parejas que asesoro puedo deducir que los
matrimonios de ahora carecen gravemente de este tipo de amor. Cada uno está esperando
que el otro dé una muestra de amor primero. Se nos ha olvidado la regla de reciprocidad
que dice: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos…” (Mt. 7:12). Este pasaje claramente indica que debemos
iniciar amor hacia los demás si queremos ser correspondidos.
¿Qué gestos cariñosos necesitas demostrarle a tu cónyuge? ¿Te acuerdas del
último pedido que te hizo tu pareja? Esto es lo que necesitas hacer para comenzar a
transformar tu relación y establecer un matrimonio duradero.
4. El amor te motiva a reprimir ciertas acciones. ¿Hay algunas cosas que tú haces
que irritan y fastidian a tu pareja? Cuando continúas haciendo estas cosas, tu cónyuge lo
percibe como algo deliberado, parecido al chirrido de las uñas sobre el pizarrón. Tú sabes
bien qué cosas son porque han discutido por cada una de ellas. ¿Por qué? Simplemente
porque no te has contenido. Considera los siguientes ejemplos: ¿Te ha pedido tu cónyuge
que no uses malas palabras porque le es ofensivo? ¿Te ha pedido que reprimas tus críticas
sarcásticas, o qué contengas tus arranques de ira? Tu pareja te hace estos y otros pedidos
muy a menudo, pero ¿te acuerdas de ellos y te contienes?
Cada vez que te olvidas de sus pedidos y no te contienes, tu esposo comienza a
dudar de tu amor. Muchas veces durante la sesión de asesoramiento he escuchado,
“Si realmente me ama, se acordaría de lo que le he pedido que haga”. La esposa tiene
razón al llegar a esa conclusión porque el amor se refrena. Si amas y aprecias a tu pareja,
debes recordar sus pedidos y debes contenerte.
Jesús le dijo a Sus discípulos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
(Jn. 14:15). Para guardar Sus mandamientos se requieren dos cosas. Primero,
los discípulos debían recordar y reprimir todo aquello que ofendía a Cristo. Segundo, por
amor debían recordar y hacer las cosas que agradaban a Dios. Así es como Jesús define el
verdadero amor. ¿Cuántas veces te ha dado tu pareja su “mandamiento” sobre ciertas
cosas? Ahí es donde comienzas a demostrar tu amor.
Dios es amor, y Él ha demostrado este amor al reprimir Sus acciones.
Él ha manifestado su amor comedido al frenar Su juicio sobre la humanidad.
Él hizo esto porque “se deleita en misericordia” y no en condenar (Mi. 7:18). Dios les volvió
a demostrar este amor comedido a los hijos de Israel cuando dijo, “Por amor de mi nombre
diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte” (Is. 48:9). Dios mismo se
contiene como resultado de Su gran amor. ¿No te agrada eso? Toda nuestra relación con Él
es una revelación de Su comedimiento. Su misericordia, paciencia y perseverancia
claramente demuestran ese hecho.
¿Qué cosas te ha comentado tu pareja que le son ofensivas? ¿Qué cosas te olvidas
de hacer que irritan a tu cónyuge y le hacen dudar de tu amor? Si deseas demostrarle tu
amor, debes reprimir ciertas costumbres ofensivas. Si te estás amoldando a la imagen de
Cristo, actuarás como Él actuó. Sí, esto cuesta trabajo, pero eso es amor.
5. El amor te motiva a dejar a un lado tu voluntad y tus deseos, y poner los deseos
de tu cónyuge primero. Otra característica del amor bíblico es una actitud servicial.
Jesús fue muy directo con Sus discípulos en todo aspecto de su relación con ellos; les dijo
que el que “quisiera ser el primero” había pasado por alto Su mensaje y Su ejemplo. Él dio a
entender claramente que para ser Su discípulo uno debe ser siervo de los demás. “Porque
el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate
por muchos” (Mr. 10:44-45).
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
La vida de Cristo fue un ejemplo continuo de cómo poner a los demás primero.
Su misión para salvarnos puso nuestras necesidades por encima de las Suyas. Él no vino a
que le sirvieran; dejó a un lado Su voluntad y puso la nuestra primero para cumplir la
voluntad de Su Padre. “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió” (Jn. 6:38). Jesús demostró el significado de negarse a sí mismo.
Esa actitud de “yo primero” debe desaparecer. Al entregarse, Cristo comprobó Su amor por
el Padre y por ti.
¿Estás demostrando tu amor de la misma manera? Tu cónyuge debe ser la primera
persona en este mundo que tienes en cuenta cuando tomas una decisión o medida.
Pablo explicó esta prioridad cuando dijo: “aprendan éstos primero a ser piadosos para con
su propia familia” (1 Tim. 5:4). La palabra piadosos significa “benignos o respetuosos”.
La primera prioridad de tu andar cristiano debe ser el demostrarle piedad y respeto a las
personas que viven en tu hogar. Debes dejar a un lado tus deseos personales y poner
primero las necesidades de tu familia, especialmente las de tu pareja. ¿Tiene tu esposa ese
lugar y esa prioridad en tu corazón? ¿Puede percibir tu esposo que abandonas tu voluntad y
tus deseos simplemente porque lo amas?
Al escribirle a la iglesia filipense, Pablo reitera que el aprecio por los demás es el
fruto y el comprobante de que el amor de Dios reina en nuestras vidas. Él dice: “completad
mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno
a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino
cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:2-4).
¿Practicas ese tipo de amor en tu hogar? ¿Consideras los intereses de tu cónyuge
primero? ¿Consideras, con toda humildad de corazón, las necesidades de tu pareja más
que las tuyas? Las palabras, “superiores a” en el tercer versículo pueden traducirse también
como “más importante que”. El amar a tu pareja más que a ti mismo es contrario al egoísmo
o a la mentalidad de “yo primero”. Dios quiere que ames a tu pareja de esta manera día tras
día. ¿Cómo serían las cosas en tu hogar si comenzaras a amar de este modo?
Más importante aún, ¿cómo serían las cosas en tu hogar si ustedes se amaran así?
¿No sería un placer estar casado?
6. El amor te motiva a comunicarte con tu cónyuge. Existen tres maneras de
comunicar el amor: con tu actitud, con tus palabras y con tus acciones. Estas tres maneras
deben estar presentes para que tu cónyuge vea y crea que tú la amas. Puedes decir las
palabras adecuadas, pero si tienes una mala actitud, invalidas todos tus comentarios.
Las palabras sin hechos que las respalden no tienen valor, y enfadarán a tu pareja porque
ella no habrá visto nada que respalde tus palabras. Los gestos de amor sin palabras que los
definan y expliquen serán ambiguos y deficientes. Tu pareja necesita escuchar tu
declaración de amor, observar tu amor en acción, y sentir que tu corazón motiva todo lo que
dices y haces.
Cuando Jesús expresaba amor, utilizaba todos los medios mencionados
anteriormente. Su actitud era humilde y mansa (Mt. 11:29), lo cual lo hacía muy accesible.
Los niños, las rameras y los leprosos se sentían muy cómodo con Él (Mt. 19:13-15;
Lc. 7:36-50; Lc. 17:12-19). En aquellos días ese tipo de persona no tenía la libertad de
acercarse a alguien importante. No obstante, sentían que podían acercarse a Jesús porque
Su actitud indicaba que se interesaba por ellos. Jesús reveló Sus emociones y Su amor
cuando lloró y se regocijó con la multitud (Jn. 11:35; Lc. 10:21). Cuando las personas se le
acercaban, inmediatamente percibían que Él se interesaba por ellas y que estaba atento a
sus necesidades.
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
En lugar de eso, deben comunicarse con cariño y decirse uno al otro cómo desean
ser amados y deben responder a esos pedidos (no me refiero a pedidos pecaminosos, o a
medidas contrarias a la ética o las enseñanzas bíblicas; esos pedidos, claramente, debes
rechazarlos). El amor se esforzará con ahínco por satisfacer pedidos normales, justos y
razonables. El amor sacrificado inicia o reprime acciones y le da prioridad a las necesidades
de la otra persona.
¿Le estás comunicando a tu cónyuge cómo deseas ser amado? Si quieres
establecer tu relación, debes hacerlo. ¿Respondes tú a estos pedidos? Si quieres que tu
relación crezca, debes hacerlo. El amor bíblico sí responde.
7. El amor siempre te motiva a buscar un compromiso o la reconciliación. De nuevo,
este es el ejemplo que Cristo nos dio con Su manera de amarnos. Con Su amor Él ha
buscado la reconciliación con todo el mundo; “no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9). La obra de Dios en la cruz fue Su ofrenda de
reconciliación para todos. Fue Su compromiso en lugar del juicio. “Dios muestra su amor
para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros… Porque si
siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más,
estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Ro. 5:8,10).
¡Qué demostración de amor, el buscar la reconciliación con cada uno de nosotros!
El amor de Dios siempre busca salvar lo que está perdido. La única manera de lograrlo es
encontrar una solución al problema que separa a Dios del Hombre. Nuestro pecado nos ha
separado del Padre, y la muerte de Su hijo resolvió este problema de una vez por todas.
Él nos vio en nuestro pecado y pudo haber dicho: “Qué lástima. Tienen un grave problema.
Cómo quisiera poder ayudarlos, pero... tú te lo guisas, tú te lo comes”. Él pudo habernos
dejado en nuestro pecado y separación, pero no lo hizo. Él resolvió el problema y luego nos
ofreció el compromiso de Su gracia y Su perdón en Cristo si abandonábamos nuestro
pecado y confiábamos en Él.
Es posible que a algunos de ustedes no les parezca bien la palabra compromiso,
permítanme explicar. Dios no transigió ni doblegó ninguna de Sus normas de justicia o
santidad; Él las satisfizo por completo con Su obra en la cruz. Ideó un compromiso al juicio
entregando a Su Hijo en nuestro lugar para salvarnos de la separación eterna en el lago de
fuego. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
Tú debes hacer lo mismo en tu matrimonio. Para obtener ese amor hacia tu cónyuge
debes dar de ti mismo con sacrificio, buscar un compromiso y la reconciliación para todos
los conflictos que los dividen. El amor busca una solución y un compromiso a cada uno de
tus problemas. El amor no te da la espalda y no te dice, “Tú te lo guisas, tú te lo comes”.
Si estás en medio de un serio conflicto puede que estés pensando, “Un momento
Steve, tú no sabes cuántas veces yo he buscado un compromiso y la reconciliación, pero mi
cónyuge no está dispuesto a hacerlo”. Sí, puede que eso sea cierto y concedo que existen
situaciones en las que un cónyuge frustra y resiste todo intento de reconciliación.
Debes estar seguro de que tú sí estás dispuesto, y buscas un compromiso en toda
situación. Por ahora continúa buscando a Dios pidiendo entendimiento para resolver los
problemas que los separan. Necesitas estar listo si tu cónyuge cambia de opinión en el
futuro y busca reconciliación. Necesitas tener la actitud adecuada y todas las herramientas
necesarias para lograrlo. Recuerda, el amor de Dios dentro de ti siempre procura resolver
los conflictos. Así es el corazón del Padre.
8. El amor te insta a no llevar cuentas. Las Escrituras declaran que el amor “no
guarda rencor” (1 Co. 13:5). La palabra guardar en este pasaje significa hacer inventario en
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
tu mente, enumerar o mantener una lista del mal que te hacen. En otras palabras, el amar
realmente a tu cónyuge quiere decir que no tendrás en tu mente un marcador con todos los
fracasos y fallas de tu pareja; si lo tienes, será imposible establecer una relación cariñosa.
Algunos de ustedes podrían pensar que esto es imposible. Cuando le recomiendo a
las parejas que tomen esta medida, me sorprende el número de cristianos que me ven con
una ceja alzada y me dicen que esta meta es inalcanzable. ¿Es posible? Sí lo es, ¿cómo lo
logras?
Primero, debes perdonar entera y completamente a tu pareja por el mal que te ha
hecho. El perdón es la clave fundamental para poder eliminar el inventario mental de los
fracasos de tu cónyuge. A los cristianos se les manda: “perdonáis a los hombres sus
ofensas” (Mt. 6:14). Cuando Jesús estaba en la cruz amándote a ti y a mí, Él optó por orar,
“Padre, perdónalos…” (Lc. 23:34). El amor abnegado perdona y cancela la deuda por
completo. Los pecados de tu pareja deben borrarse primero para ser extirpados del registro.
Segundo, para eliminar el marcador debes tomar control de tus pensamientos con
diligencia. La verdadera batalla se pelea en la mente y ahí es donde debes vencer.
Este es el error que cometió Caín. En el capítulo 4 de Génesis Dios explícitamente le
preguntó por qué insistía en su enojo contra su hermano Abel, y le dio un conocimiento
profundo de la naturaleza del pecado, especialmente en alimentar el rencor. Él dijo: “si no
haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo”
(Gn. 4:7 LBLA). El consejo que Dios le dio a Caín fue muy simple. Si él hubiera lidiado con
sus pensamientos de resentimiento y hubiera hecho el bien, ese pecado no lo hubiera
dominado. Sin embargo, al leer el resto de la historia vemos que Caín rechazó la Palabra de
Dios. Él continuó pensando maldades en su corazón lo cual finalmente lo llevó a asesinar a
su hermano. Asegúrate de ganar esta batalla en tu mente.
Si te acuerdas de algún pecado cometido en tu contra, es muy fácil enojarte de
nuevo. No obstante, cuando Dios perdona, Él promete: “nunca más me acordaré de sus
pecados y de sus iniquidades” (He. 8:12). La palabra acordaré en este versículo significa
“traer a la memoria o recordar”. Esta es una maravillosa promesa y un ejemplo que todos
debemos seguir en cuanto a toda afrenta que ocurra en nuestra relación. Dios no dice aquí
que Él se olvida de nuestros pecados, sino más bien que Él elige no recordarlos y no
usarlos en nuestra contra. Él no guarda resentimiento contra nosotros porque así es el
perdón verdadero. Cuando Él perdona, borra la infracción por completo y jamás la vuelve a
mencionar. Cubriré este tema en más detalle en un capítulo subsiguiente dedicado al
perdón.
No permitan que el guardar cuentas de los pecados de cada uno destruya su
relación amorosa. Perdónense mutuamente y demuéstrense su amor al no guardar en la
mente asuntos del pasado. La próxima vez que se te cruce por la mente una afrenta del
pasado, elige perdonar de nuevo y no medites sobre ello. La mente es una herramienta muy
poderosa, por lo tanto, úsala para el bien. Tal como lo dijo Pablo: “Por lo demás, hermanos,
todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad… y
el Dios de paz estará con vosotros” (Fil. 4:8,9). ¡Estas son las cosas que debes contemplar
en tu mente! Si lo haces, el Dios de paz estará contigo.
9. El amor te motiva a confiar en tu cónyuge. La confianza es uno de los ingredientes
más fundamentales en cualquier relación sólida y duradera. Pablo declaró que el amor “todo
lo cree”, revelando lo necesario que es la confianza en toda relación de amor (1 Cor. 13:7).
Para crecer en amor, la confianza se debe expresar verbalmente y todas tus acciones la
deben confirmar. Por otra parte, para fomentar la confianza entre ustedes, también deben
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
tratarse con cariño. El amor inspira confianza y la confianza te motiva a amar. Uno siempre
genera al otro.
No obstante, cuando las parejas vienen a una consulta y su relación consiste en
sospechas y celos, el problema siempre surge por la falta de amor. A veces la sospecha
nace cuando no se expresa el amor, y eso da lugar a la siguiente duda en la mente de tu
pareja, ¿me amará todavía esta persona? A veces los celos provienen de un problema
personal arraigado en las profundas inseguridades de uno de los cónyuges lo cual hace que
no esté dispuesto a recibir el amor expresado por el otro. En otras ocasiones existe una
falta de confianza porque uno de los cónyuges cometió adulterio, acostumbra a mentir o
consume estupefacientes. Todos estos destruyen la intensidad del amor y de la confianza
entre dos personas. Sin embargo, no quiero que me malentiendas. Si esta conducta abusiva
continúa descaradamente, Dios no requiere que le tengamos confianza. Las Escrituras nos
mandan no creerle a alguien cuando muestra odio o engaño. Salomón nos advierte, “El que
odia disimula con sus labios; Mas en su interior maquina engaño. Cuando hablare
amigablemente, no le creas…” (Pr. 26:24-25).
¿Cómo rompe el amor esta barrera, que aparenta ser insuperable, y cómo establece
la confianza de nuevo? Únicamente al poner en práctica cada una de las acciones de amor
que mencioné anteriormente en este capítulo. El amor encontrará el momento preciso para
que los dos platiquen acerca de esta falta de confianza y puedan reconciliarse y restaurar
su relación. La comunicación debe ser sincera y cariñosa; deben confesar toda trasgresión
que haya destruido la confianza, perdonar y decidir no volver a mencionarlo. Sólo entonces
volverá a tu relación el amor y el precioso fruto de la confianza.
¿Amas a tu cónyuge con este tipo de amor confiado? ¿Acostumbras a expresarle tu
confianza a tu cónyuge? Aún más, ¿vives de tal manera que tu pareja no tiene razón para
dudar de ti o de tu amor?
10. El amor te motiva a entregarte hasta que no haya más remedio. Esta es la
cualidad tolerante y sufrida del amor que se esfuerza y lucha por una relación.
Es la característica del amor que busca un remedio y espera, a pesar de los pronósticos,
que se encuentre una solución. El amor se compromete a seguir los principios antes
mencionados por el tiempo que sea necesario. El amor no se echa atrás hasta que es
evidente que no hay solución dada a la renuencia de la otra persona. El amor se retira para
esperar. Pablo describe esta cualidad cuando dice: “El amor es sufrido… todo lo sufre, todo
lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Co. 13:4, 7,8).
De nuevo, así es como Dios ha demostrado Su amor por nosotros.
Uno de los mejores ejemplos de esta cualidad del amor se encuentra en la historia
de la nación de Israel. Dios dijo que Él “los amó” y los escogió para ser “más que todos los
pueblos que están sobre la tierra”. Él no los escogió por alguna virtud de ellos, sino para
Sus propios propósitos (Dt. 7:6-8). La historia de Israel es una larga demostración de Su
cuidado, provisión, protección, redención y sufrimiento. A veces el pueblo correspondía al
amor de Dios guardando Sus mandamientos. Luego volvían a servirse a sí mismos y a sus
ídolos vanos. Su infidelidad resultaba en la corrección de Dios y su arrepentimiento. Ellos se
desviaban una y otra vez y sin embargo, Dios continuaba enviándoles a sus profetas para
corregirlos e instruirlos. Hicieron escarnio de algunos y otros fueron eliminados, aun así,
Dios continuó extendiendo Su mano hasta que “no hubo ya remedio” (2 Cr. 36:15,16).
Finalmente, el pueblo estaba “dado a ídolos,” como dijo el profeta Oseas lo cual demostró
que ellos ya no responderían a Su reprensión (Os. 4:17). Como castigo, Dios permitió que
los asirios y los babilonios los tomaran cautivos por su rebeldía. Su propósito al permitir el
50
ENTENDIENDO CÓMO AMAR
cautiverio fue aguardar con la esperanza de que se arrepintieran para que Él pudiera
regresarlos a su tierra.
Tal como Dios le demostró Su amor al pueblo de Israel, así ha declarado Su
devoción por ti. Él dice: “Nunca te dejaré ni te desampararé” (He. 13:5 LBLA).
Cuán benévola es esta promesa. Dios rara vez usa la palabra nunca porque muy pocas
veces es aplicable. En toda la Biblia se usa solamente ciento diez veces y Dios la usa sólo
treinta y siete veces en sus promesas a Su pueblo. Él usa esa palabra para recalcar Su
entrega de amor completa y total. Toma nota de este principio. Dios, quien te ama, nunca se
echará atrás en tu relación. Si alguien se aleja, no será Él, de eso puedes estar seguro.
Él se ha comprometido a perseverar y no darse por vencido. ¡Puedes contar con eso!
¿Tienes este tipo de dedicación y entrega para tratar de salvar tu matrimonio?
Este tipo de paciencia y dedicación es esencial si quieres encontrar las soluciones que
buscas en tu relación. Ambos deben estar dispuestos a perseverar y no darse por vencidos.
Irónicamente, a veces veo a un cónyuge darse por vencido mientras su pareja quiere
reconciliarse y establecer la relación. Con el tiempo, la persona indiferente cambia de
opinión, se compromete a buscar la reconciliación y se encuentra con que la otra persona
se dio por vencida. Y toda la situación comienza de nuevo del lado opuesto. No te rindas
muy pronto. Lleva tiempo ver un cambio en el corazón; debes ser realista con tus
expectativas. Tu cónyuge tardará en cambiar de actitud, así que no te apresures a tomar
medidas drásticas. El amor concede suficiente tiempo para la obra de Dios.
¿Ves ahora por qué el amor es esencial para establecer la relación y el
compañerismo que anhelas en tu matrimonio? El amor de Dios que mora en ti te dará la
facultad para hacer todo lo que Él requiere y hará que persistas cuando la situación se
ponga difícil. Si conoces y aplicas estos principios del amor en tu matrimonio, te ayudarán a
convertirte en una buena compañera para tu pareja. Si quieres comenzar, estos son los
pasos que debes seguir.
Medidas a tomar
1. Pídele a Dios que te revele tu definición del amor.
2. Pídele a Dios que cambie tu corazón y tus ideas que son contrarias a las de Él.
3. Pídele a Dios que te dé la facultad para comenzar a andar en amor.
Repaso
Repasemos antes de terminar esta sección. Cada uno de estos capítulos presenta
una piedra fundamental para la edificación de un matrimonio duradero.
1. Debes estar dispuesta a hacer todo lo que Dios requiere de ti y a esforzarte por
establecer tu relación. Esta actitud es esencial para emprender cualquier cambio.
2. Debes estar convencido de la meta bíblica principal que es la unidad y el
compañerismo. Debes proponerte alcanzar esta meta si quieres dar en el blanco.
3. Debes tener una relación personal con Cristo. Así es como obtienes el poderío
necesario.
4. Debes ceder a la autoridad de la Palabra de Dios y aceptarla como tu criterio de la
verdad. Esto te mostrará el plan de acción que necesitas para establecer el
compañerismo.
5. Necesitas una nueva definición del amor. Eso te dará la facultad para entender y
para tomar las medidas adecuadas en el momento indicado.
51
ENTENDIENDO CÓMO AMAR
Después de cada una de ellas, escribe por lo menos dos maneras en las que puedas
implementar, de una manera práctica, este tipo de amor hacia tu cónyuge.
1. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
2. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
3. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
4. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
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ENTENDIENDO CÓMO AMAR
5. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
6. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
7. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
8. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
9. _____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
10. ____________________________________________________
En la práctica, ¿cómo puedes implementar esta definición de amor con tu cónyuge?
a. __________________________________________________
__________________________________________________
b. __________________________________________________
__________________________________________________
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SEGUNDA SECCIÓN
6
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
“Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” Stg. 3:16
S
i un día vas al médico con fiebre muy alta y el médico determina que tienes una
grave infección interna, ¿qué haría él? ¿Trataría sólo los síntomas de tu enfermedad
y te enviaría a casa con una compresa de hielo, o te daría dos aspirinas y te diría
que le llames al día siguiente? ¡Seguro que no! Un buen médico haría mucho más.
Te sometería a un examen completo y a una serie de análisis para determinar la causa de
tu dolencia. Luego, tomaría medidas para atacar la causa del problema, tal como recetar
medicamentos o programar una cirugía. Un médico no trataría sólo los síntomas visibles.
De la misma manera, no quiero comenzar esta nueva sección tratando los síntomas,
sino la raíz misma que te impide establecer una unión y un compañerismo verdadero con tu
cónyuge. Si destruimos la raíz de un árbol deficiente, el fruto podrido naturalmente se
marchitará y morirá por sí solo. ¿No deseas sembrar un árbol nuevo que produzca el fruto
dulce de amor e intimidad entre ustedes? La única manera de lograr esto es poniéndole el
hacha a la raíz del árbol de tus malas costumbres. Juan Bautista dijo a los líderes religiosos
de su era, quienes tenían una abundancia de mal fruto en sus vidas, “Haced, pues, frutos
dignos de arrepentimiento” (Mt. 3:8). Luego les explicó cómo se logra el cambio y el
arrepentimiento. Él dijo, “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por
tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Mt. 3:10).
Es imprescindible que determines lo que impide tu relación y pongas el hacha a la raíz de
esa actitud o esa acción en particular. Dios quiere sembrar en tu corazón, con el poder de
Su Espíritu, una actitud nueva y amorosa hacia tu compañero la cual producirá el fruto que
anhelas.
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
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NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
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NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
se manifiesta de una manera atrevida y agresiva como cuando la persona insiste en salirse
con la suya. Es su voluntad o la de nadie. Es una demanda directa de yo primero.
A veces esta demanda descarada va acompañada de un arranque violento de ira para
lograr su propósito por medio de la intimidación.
En otras ocasiones el egoísmo es muy sutil. Puede tener la cara apacible de
manipulación mañosa con palabras mansas. Pero en realidad, sigue siendo una presión
constante para imponer su voluntad sobre ti. Se percibe también en la obstinada renuencia
a doblegarse o a comprometerse aún en los asuntos más insignificantes. Cuando esa
voluntad no se reconoce y no se asiente a ella, hay una actitud de indiferencia y
descontento hasta que la otra persona finalmente se rinde.
No importa si el egoísmo es descarado o sutil, sigue siendo la raíz de los problemas
entre ustedes. Amado, no te engañes. Cuando permites que reine en tu corazón la
intolerancia, la obstinación, la autojustificación y la falta de moderación, eso resulta en todo
tipo de consecuencias negativas en tu relación. Sólo al poner el hacha a la raíz de este
árbol podrás ver el fruto que anhelas en tu vida y en tu matrimonio. Nuevamente te sugiero
que te tomes unos momentos y hagas este ejercicio. Si tú y tu cónyuge están leyendo este
libro juntos, por favor escriban sus listas por separado. De esa manera podrán concentrarse
en su propio egoísmo y no en el de su pareja.
57
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
Más vale que seamos amables con ellos y les demos los mejores asientos. Santiago expuso
sus pensamientos e intenciones egoístas, las cuales eran todo lo contrario a lo que Cristo
representa.
Deja que el Espíritu Santo comience Su obra en ti. Él te revelará, fácil y
rápidamente, el egoísmo en tu corazón. Si te rindes ante Él, pondrás el hacha a la raíz del
árbol.
2. Ruega por la compunción del Espíritu Santo. Esto es lo que da inicio a todo
cambio y así comienza el proceso de salvación en tu corazón. Jesús dijo que cuando llegara
el Espíritu Santo, “él… convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8).
Su compunción hizo que primero reconocieras que el pecado te había separado de Dios, y
luego cambió tu manera de pensar y el rumbo de tu vida. Cuando de repente ves los malos
pensamientos e intenciones que tienes hacia tu pareja, este es el resultado de la obra del
Espíritu Santo que te compunge para efectuar un hermoso cambio en tu relación.
Pablo también enseñó que la compunción es el fruto de la Palabra de Dios en tu
corazón. Las Escrituras son útiles para “enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir
en justicia…” (2 Ti. 3:16). La palabra “redargüir” en este versículo significa “compungir”.
Por lo tanto, cuando estudies la Palabra recibirás doctrina o enseñanza. Mientras adoctrina,
la Palabra da origen a la compunción, da inicio a la corrección y finalmente te encamina
hacia la rectitud. Es por eso que en el capítulo 4 hice hincapié en cuán necesario es aceptar
la Palabra de Dios como el criterio de la verdad; si no lo haces, la obra de compunción no
se llevará a cabo.
Cuando menciono compunción, no me refiero a la condenación. La compunción es
ese dulce y tierno empujoncito del Señor que te lleva a rendirte voluntariamente ante Él.
Condenación es todo lo contrario y viene del acusador de los hermanos (Ap. 12:10).
Te aleja de Dios haciéndote creer que te pasaste del límite, que has pecado demasiado y
por lo tanto no puedes recibir Su perdón y no puedes cambiar. Debes entender la diferencia.
Comienza hoy pidiéndole al Señor que te muestre tus pensamientos egoístas y
cómo estos afectan a tu cónyuge. Pídele que te revele cómo es que tus acciones están
causando los conflictos y la falta de compañerismo. Pídele la compunción para cambiar por
dentro y por fuera, y comenzará a brotar un fruto muy diferente en tu relación.
58
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
Debes tomar una decisión sobre cada asunto en el que egoístamente te alejas de tu
pareja. Puede que estés tomando esa decisión al leer esto. En este momento estás en
medio de una batalla espiritual entre la compunción de Dios, tu voluntad y las mentiras de
Satanás. Reconoce sus mentiras y resístelas. Satanás no quiere que vivas una vida
abnegada. Y hasta que esta batalla disminuya debes optar continuamente por someterte a
la voluntad del Señor. Pídele a Dios que concuerde tus pensamientos con los Suyos y que
te llene con la victoria que Él promete. Recuerda, “Someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros” (Stg. 4:7).
4. Entrégate por completo al Señor. ¿De dónde obtienes el poder para continuar
firme en tu decisión de negarte a ti mismo? Lo obtienes al entregarte al Señor. Una entrega
total de tu corazón te capacitará para cambiar de una vida egoísta a una vida abnegada.
De esta manera se manifestará el poder del Espíritu Santo en tu vida. Esa entrega al Señor
te transforma de egoísta a dadivoso.
Cuando te sometes por completo a Cristo, Él viene y toma control de tu vida. Esto es
justo lo que Él ha estado esperando que hagas. Al entregarte a Él, te llenará de Su Espíritu
Santo y te habilitará para cambiar. El Espíritu Santo es el único que puede transformar un
corazón egoísta en un corazón dadivoso porque Él es más fuerte que la naturaleza
pecaminosa que hoy te controla. El Espíritu anhela transformarte y como dijo Pablo, esta es
Su obra: “somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu
del Señor” (2 Cor. 3:18). Si así es como ocurre la transformación, ¿le pides diariamente al
Señor que te llene de Su Espíritu Santo? Dios está predispuesto a cumplir ese deseo.
Jesús dijo, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
(Lc.11:13). ¿Se lo estás pidiendo?
El Espíritu Santo es el que te transforma en la imagen y semejanza de Cristo.
¿Es Cristo dadivoso? ¡Por supuesto que sí! Y con Su Espíritu obrando dentro de ti,
¡Él te hará dadivoso a ti también! Él te hará como Jesús.
Hay otra promesa de la Palabra de Dios, “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne” (Gá. 5:16). La carne es la que continuamente nos hace regresar a una
vida egoísta y lucha en contra de nosotros en cada paso del camino. ¿Por qué? Porque la
raíz de nuestra naturaleza humana es egoísta y rebelde. Es por eso que sientes esa
influencia constante todos los días de tu vida. Si a diario estás lleno de Su Espíritu y
caminas bajo Su control, Él dominará esa poderosa atracción hacia el egoísmo.
Para andar en el Espíritu tienes que optar por hacer morir las obras de tu naturaleza
egoísta. Pablo explicó cómo hacerlo, “si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el
Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Ro. 8:13). Pablo reconoce que tienes
que tomar una decisión. Observa que incluye la palabra si con cada opción. Con el poder
del Espíritu debes negar las obras de la carne y confiar que Su gracia habilitadora te
ayudará a vivir. Una cosa está muy clara, Su vida dentro de ti siempre te habilitará para
servir a los demás antes que a ti mismo.
El Espíritu Santo es capaz de lograr esta obra y obrará en ti si te entregas totalmente
a Él. No te pierdas esta transformación en tu vida. ¡Es emocionante y muy gratificante
observar el progreso! Deja que Él te cambie y te fortalezca. Él está esperando tu invitación.
59
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
obedecer el mandato del apóstol Santiago, “Confesaos vuestras ofensas unos a otros,
y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Stg. 5:16).
Si quieres sanar tu matrimonio, esto es lo que debes hacer. ¿Por qué es tan
importante este proceso? Porque un cristiano admite sus errores cuando ha ofendido a
alguien. ¿Qué ocurriría si le confesaras a tu pareja lo que Dios te ha mostrado acerca de tu
egoísmo? ¿Y si le pidieras perdón y Su intervención para efectuar un cambio en tu vida?
¿Cómo respondería tu pareja a este tipo de humildad y franqueza? ¿No crees que tu
cónyuge respondería amable y cariñosamente? ¿No crees que este gesto sanaría tu
relación y fomentaría una intimidad más estrecha y un amor más profundo?
Dios requiere este tipo de humildad y sinceridad en nuestras relaciones. Sin esto,
Él no bendecirá nuestros intentos por cambiar estas áreas de nuestra vida. Salomón
declaró, “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia” (Pr. 28:13). No permitas que el pecado del orgullo te impida dejar
por completo tu comportamiento egoísta.
Cuando le confiesas tus necesidades a tu cónyuge, no sólo adquieres una intimidad
más estrecha, también tendrás la ventaja adicional de su apoyo en la oración. Observa el
resto de Santiago 5:16, “La oración eficaz del justo puede mucho”. Al orar juntos lograrán
cosas notables que aún no han visto. ¡Fomentarán una intimidad más estrecha si oran
juntos por estos asuntos! No se pierdan este recurso para la unidad.
6. Opta por amar en toda circunstancia. Esta acción por sí sola puede influir tu
relación endeble más que cualquier otra. Cuando comienzas a demostrar amor en
circunstancias donde anteriormente actuabas con egoísmo, tu cónyuge inmediatamente
notará la diferencia. Al principio pensará que es una casualidad, pero después de un tiempo
comenzará a creer que verdaderamente has cambiado porque tus acciones lo llevarán a
esa conclusión.
El verdadero amor hacia tu esposa se manifestará en tu paciencia o en la suavidad
de lo que antes era un tono áspero de voz. Ese amor tomará control de las reacciones
impulsivas que te dominaban; cuando tu cónyuge note que ya no insistes en tu propio
parecer, sino que buscas complacerla, se ablandará su corazón. Tu ejemplo animará a tu
pareja a responder de la misma manera. El amor de Dios está diseñado para infundir más
amor. Pablo dijo, “considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras” (He. 10:24). La palabra “estimularnos” significa “provocar”. En otras palabras,
tus acciones de amor provocarán a otros a que respondan a ese amor, así como la ira y el
egoísmo provocan las obras de la carne.
Ahora, puede que estés pensando... Sí, puede que eso les dé resultado a algunas
personas, pero usted no conoce a mi esposa. Ella está tan endurecida y es tan indolente
que ¡nada la hará cambiar! Y sí, tengo que admitir que he visto a algunas personas luchar
larga y arduamente para resistir las demostraciones de amor de su pareja. Pero el amor es
el peor adversario de todos porque no hay razón justificada para pelearlo. Por otra parte,
si alguien guarda resentimiento y es agresivo, parecería que tiene una excusa perfecta para
no mostrar amabilidad (me refiero a una perspectiva humana y no espiritual). Sin embargo,
si tu cónyuge te demuestra amor no tienes excusa para continuar con un corazón
endurecido. Por lo tanto, no le des a tu pareja una excusa para continuar con su indolencia,
opta por amar a tu pareja en toda circunstancia. Esa es la mejor oportunidad que tienes
para ver un cambio en tu matrimonio.
Al amar sin condición habrás demostrado la entrega total que Dios requiere. Él te
pide que ames aún a tus enemigos. Si en este momento tu cónyuge es tu enemigo, igual se
60
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
te ordena que lo ames. Opta por hacerlo y tu obediencia le agradará al Señor. He visto
muchos matrimonios que parecían estar perdidos y han cambiado su rumbo porque una de
las personas estaba dispuesta a obedecer a Dios y a amar en cualquier circunstancia; y con
el tiempo el corazón del cónyuge renuente se suavizó. La reconciliación total puede ocurrir,
pero ¡requiere mucho trabajo! Esto es amor.
Como recordatorio de los gestos de un amor práctico, repasa el capítulo 5.
Esto te ayudará a determinar de qué manera Dios quiere que ames sin condición.
A. ¿Por qué el egoísmo es la causa fundamental de todos tus problemas? Lee las páginas
55-56. ________________________________________________________________
______________________________________________________________________
61
NO IGNORES LA RAÍZ DEL PROBLEMA
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________
8.______________________________________________________
D. Después de leer las medidas prácticas que puedes tomar para superar tu egoísmo en
las páginas 57-61, escribe cómo puedes cambiar el comportamiento egoísta que
mencionaste en la pregunta anterior.
1.______________________________________________________
______________________________________________________
2.______________________________________________________
______________________________________________________
3.______________________________________________________
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4.______________________________________________________
______________________________________________________
5.______________________________________________________
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6.______________________________________________________
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7.______________________________________________________
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8.______________________________________________________
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62
7
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” Jer. 29:11
teve y Donna llevaban aproximadamente tres años de casados cuando los asesoré
S por primera vez. Donna era muy sociable y comunicativa. Hablaba a mil por hora
sobre cualquier tema. Steve era todo lo contrario. Era un hombre muy callado y
reservado que no hablaba a menos que alguien le dirigiera la palabra. Apenas dijo una
palabra durante nuestras sesiones de asesoramiento.
Tuvieron dificultades en su matrimonio desde el principio. Donna quería que su
esposo participara más en las actividades sociales de ella. Quería que fuera más amigable
y que los domingos platicara más con la gente después del culto. Donna lo fastidió tanto
que él comenzó a guardar más y más resentimiento y finalmente se negó a participar en
absoluto en todo aspecto de su matrimonio. Ella estaba totalmente frustrada y preguntó,
—¿Por qué no puede él relacionarse con los demás igual que yo? Él no se interesa por mí y
no le importa nuestro matrimonio. De no ser así, ¡actuaría diferente! Ya me cansé de
esperar que este hombre cambie. Quiero terminar esta relación.
Cuando escuché el comentario de Donna entendí por dónde debía comenzar.
Las expectativas que Donna tenía de Steve eran totalmente inalcanzables. Esta era la
causa subyacente de sus conflictos. Era obvio que a Steve sí le importaba su matrimonio.
Él sí amaba a su esposa, pero guardaba mucho resentimiento por su constante acoso y por
sus desprecios. Él me dijo, —Ella no estará satisfecha hasta que yo cambie y sea como
ella. He tratado de ser más extrovertido y amistoso, pero ella nunca está conforme.
Por eso dejé de intentarlo.
En todas las sesiones de asesoramiento me aseguré de explicarles los cambios
razonables que podrían esperar en su matrimonio. Donna escuchaba con atención,
pero nunca llegó a aceptar la verdad ni las consecuencias de aferrarse a expectativas poco
realistas. Poco tiempo después se separaron y terminaron divorciándose.
¿Cuál era el problema? La renuencia de Donna a aceptar que ella era la mayor parte
del problema. Ella tenía expectativas poco realistas y se negaba a tomar medidas para
cambiar. Finalmente, Donna endureció su corazón simplemente porque la personalidad de
Steve era diferente a la de ella. Steve también tuvo la culpa porque reaccionó mal, guardó
resentimiento y se negó a seguir tratando de reconciliarse. Al reaccionar inapropiadamente
destruyeron su unidad y compañerismo, lo cual lentamente los distanció.
Y tú, ¿tienes expectativas poco realistas de tu pareja? Si es así, ¿cuáles son?
Más importante aún, ¿cómo determinas las expectativas que debes tener?
Muy a menudo las expectativas que uno tiene son la causa principal del conflicto
matrimonial; sin embargo, esa causa rara vez se percibe. Una expectativa es una enemiga
insidiosa porque permanece en tu mente como un pensamiento oculto y es muy difícil
reconocerla. La mayoría de los individuos piensa, “esto es lo que yo quiero; yo tengo la
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
razón y mi cónyuge necesita cambiar”. Esta expectativa genera un enojo lento que te
consume por dentro cuando las cosas no cambian. Finalmente, estas expectativas
inalcanzables crean una actitud de resentimiento y frustración que aumenta cada día y
causan un conflicto tras otro, hasta que al final, desesperado, te das por vencido.
Muchas veces parece que la pareja no cambia, pero en realidad las expectativas del
cónyuge no son realistas y no se conforman a la definición bíblica de un cambio.
He aquí una afirmación axiomática: las expectativas poco realistas siempre terminan
en desilusiones, lo cual resulta en enfado, frustración y finalmente desesperanza.
Estos resultados negativos entorpecen el compañerismo matrimonial e impiden la
estabilidad que anhelas.
Permíteme ilustrar este principio con el Antiguo Testamento. Este no es un ejemplo
matrimonial pero sí es un ejemplo en el que las expectativas estaban claramente definidas y
no se realizaron. Naamán era el comandante del ejército sirio. Él era un hombre importante
y honorable que había logrado muchas victorias militares. Pero Naamán padecía de lepra.
Un día una joven judía cautiva, una sierva de Naamán, notó su lepra y le habló a su amo de
un profeta de Dios en Israel que lo podía sanar. Él salió de inmediato en busca del profeta y
encontró a Eliseo. Cuando estaba en la puerta de la casa de Eliseo, el profeta envió a un
mensajero a decirle que se lavara siete veces en el río Jordán y sería sanado. Naamán se
enfureció porque Eliseo ni siquiera tuvo la amabilidad de salir a saludarlo, sino que envió a
uno de sus siervos. Naamán manifestó su expectativa cuando dijo, “He aquí yo decía para
mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su
mano y tocará el lugar, y sanará la lepra” (2 R. 5:11). A Naamán también le molestó que el
profeta no le dijera que se lavara en uno de los ríos más limpios de Damasco. Al final,
Naamán fue y se lavó en el Jordán después de que uno de sus siervos lo calmara.
Su siervo le rogó, “Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías?
¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” (2 R. 5:13). El comandante se humilló,
obedeció las instrucciones del profeta y fue sanado.
Este es un ejemplo perfecto de un hombre con expectativas poco realistas que no se
hicieron realidad y del disgusto que eso causó. Sin embargo, Naamán no llegó a la
desesperanza porque cuando él reconoció que sus expectativas eran poco realistas,
procedió adecuadamente. Él se humilló y obedeció la Palabra del Señor y encontró la
sanación que buscaba. La historia podría haber terminado de una manera muy diferente si
él no hubiera rectificado sus expectativas inalcanzables.
El matrimonio de Donna y Steve podría haber continuado si ellos hubieran
rectificado sus expectativas poco realistas, pero ellos no hicieron lo que hizo Naamán.
Ellos se deberían haber humillado y deberían haber concordado sus expectativas con la
Palabra de Dios.
¿Cuál será la historia de tu matrimonio? Si algún día alguien escribiera la historia de
tu relación, ¿qué diría? ¿documentaría que ustedes identificaron las expectativas
inalcanzables, que se humillaron y obedecieron la Palabra del Señor? Primero debes
identificar tus expectativas poco realistas y así podrás rectificarlas adecuadamente.
64
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
haz una pausa y escucha tus propias palabras y verás claramente tus expectativas.
Este paso es esencial para identificar las expectativas y determinar si son realistas o no.
Ahora veamos algunas expectativas que escucho frecuentemente.
Quiero describirlas de la misma manera que me las explican a mí. Esto te ayudará a
identificarlas mejor en tu propio corazón. Obviamente hay más de siete expectativas poco
realistas, pero estas son las más comunes. Cualquier expectativa puede ser poco realista si
excluyes el contrapeso de la verdad bíblica o si la llevas a un extremo egoísta.
1. “¿Por qué tiene mi cónyuge estos problemas?” Muchas veces las personas hacen
esta pregunta frustradas y desesperadas como si su pareja no debiera tener el más mínimo
problema. Los hombres y las mujeres tienen la esperanza poco realista de encontrar a
alguien que no tenga problemas. Es un duro despertar cuando dos personas se casan.
Después de mostrar su mejor comportamiento durante el noviazgo, de repente se dan
cuenta de que su cónyuge tiene defectos. La realidad de estar casado con una persona que
no es perfecta, inquieta, ya sea a uno de los cónyuges o a ambos. Te preguntarás,
¿la gente realmente espera la perfección? Seguro que sí, de otra manera, no harían esta
pregunta. Esa es la esperanza recóndita de muchas personas casadas. Tienen una
expectativa subliminal de que su pareja no tendrá ningún problema y todo irá viento en popa
como en el noviazgo. Las personas que vienen a verme se molestan mucho al darse
cuenta, después de casados, de que su pareja no es la persona que ellos esperaban.
Descubren que su cónyuge tenía problemas sexuales, problemas de comunicación,
problemas espirituales o una multitud de otras cosas desconocidas antes del matrimonio.
¿Cuál es la realidad? Tú te casaste con una persona que tiene problemas porque te
casaste con un pecador. Pablo dijo, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios” (Ro. 3:23). ¡Esa es la realidad! Los pecadores tenemos problemas, fracasos
y debilidades; así somos. Somos pecadores y no alcanzamos la gloria de Dios ni estamos a
la altura de Sus expectativas. Es por seguro, entonces, que no estaremos a la altura de las
expectativas que tenemos el uno del otro.
Algunas personas me han confesado que esta es la razón principal por la que se
han divorciado y se han vuelto a casar una y otra vez. Buscaban a alguien que no tuviera
ningún problema. Una mujer casada por cuarta vez me confesó, “ahora me doy cuenta de
que yo buscaba un hombre que no existe”. Otro hombre casado por tercera vez me dijo,
“lo único que he hecho en cada matrimonio es cambiar una serie de problemas por otra.
Mi primera esposa no era muy apasionada sexualmente, por eso me divorcié y me casé con
una que sí lo era. Pero ella tenía el problema de no decirme cómo y dónde gastaba nuestro
dinero. Mi esposa actual usa el dinero moderadamente, pero tenemos una relación
espiritual muy limitada”.
El hecho es que ¡en este planeta no hay personas perfectas con quien casarse!
Si más personas aceptaran esto, más de ellas intentarían resolver los conflictos
matrimoniales en lugar de seguir adelante en busca de “nuevos horizontes”.
2. “Con todos estos problemas, tal vez me casé con la persona equivocada”. Esta
conjetura desacertada es muy parecida a la anterior porque presupone que los matrimonios
decretados divinamente no tienen problemas. Si estudias las Escrituras y los matrimonios
decretados por medios divinos, notarás que las cosas no son así.
Considera el ejemplo de Adán y Eva. El matrimonio de ellos, con certeza, fue
decretado divinamente. Eva fue creada de la carne de Adán con el determinado propósito
65
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
de ser su ayuda idónea. Dios mismo le instruyó a Adán tomarla como esposa. No existe un
matrimonio más divinamente decretado que el de ellos.
Sin embargo, ¿tenían Adán y Eva un matrimonio perfecto? ¡No, y por eso es que no
tenemos matrimonios perfectos hoy en día! Eva desobedeció el mandato de Dios y luego
tentó a su propio esposo a pecar. Los dos trataron de evadir la culpa de su fracaso para no
aceptar la responsabilidad de su propio pecado. Su matrimonio tenía problemas y no
alcanzó la gloria de Dios, aunque había sido decretado divinamente.
Considera el matrimonio de Isaac y Rebeca. Al siervo de Abraham se le indicó
divinamente que fuera en busca de una esposa para su hijo Isaac. Por medio de una
multitud de acciones dirigidas por Dios, el siervo encontró una esposa para el hijo de su
amo. Al encontrarla, él adoró al Señor “que me había guiado por camino de verdad para
tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo” (Gn. 24:48). Si continúas leyendo el
resto de la historia, encontrarás muchos ejemplos de engaños, mentiras e incredulidad en
su matrimonio. Aunque Dios había decretado este matrimonio, hubo ocasiones en las que
Isaac y Rebeca estuvieron muy lejos de la perfección.
Examina el matrimonio de Abraham y Sara. Las Escrituras los consideran un hombre
y una mujer de fe (He. 11:8-12). A pesar de esto, Abraham tenía la debilidad de temerle al
hombre, lo cual lo llevó a mentir dos veces acerca de su esposa. Él dijo que Sara era su
hermana para protegerse de una supuesta amenaza contra su vida (Gn. 12:11-13; Gn. 20:1, 2).
Sara también tenía sus problemas. Ella se rió ante la improbabilidad de la promesa de Dios
respecto a un hijo en su vejez y luego mintió para encubrirlo (Gn. 18:12-15). Estas son las
dos personas que Dios escogió para procrear la nación de Israel y bendecir al mundo por
medio de su descendencia; pero ellos claramente eran personas imperfectas.
Estos ejemplos sirven para mostrarte que no hay matrimonios perfectos porque no
hay personas perfectas. No pierdas tu tiempo en el pasado tratando de determinar si ésta
era la persona perfecta con quien casarte. Por medio de Su gracia y Su poder, conviértete
en la persona que Dios quiere que seas. Deja a un lado tu egoísmo y ama a la persona con
la que estás casada. Esto podría motivar a tu pareja a hacer lo mismo y entonces tendrían
el matrimonio que tanto anhelan.
3. “¿Por qué somos tan diferentes?” La respuesta a esta pregunta es simple, porque
la gente es diferente y siempre lo será. Si esto no fuera así, todos seríamos robots,
exactamente iguales. Además, la mayoría de las personas está de acuerdo en que no
debemos ser iguales, pero al mismo tiempo, se enfada si su pareja no piensa ni actúa igual
que ellos.
No existen dos personas que sean iguales. Todos crecimos en familias diferentes,
bajo diferentes tipos de disciplina, con diferentes amigos, diferentes genes y diferentes
trasfondos geográficos y culturales. Cada uno ha vivido su propia vida y como resultado ha
alcanzado diferentes metas. Luego están las pronunciadas diferencias entre los hombres y
las mujeres; las diferencias físicas, emocionales y hormonales. Todas estas diferencias
naturalmente demuestran que tu cónyuge jamás será como tú. Este era el error principal en
el raciocinio de Donna. Recuerdas que ella preguntó, “¿Por qué él no se relaciona con otros
como lo hago yo?”
El apóstol Pablo supuso que habría diferencias en la manera de pensar y tomar
decisiones. Los primeros cristianos de su época tenían conflictos respecto al día que debían
adorar y qué comidas debían comer. El consejo que él les dio fue este: “Uno hace diferencia
entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en
su propia mente” (Ro. 14:5). Observa que Pablo naturalmente presupuso que la gente
66
¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
tendría sus propias convicciones sobre las áreas indefinidas de ciertas conductas.
En asuntos que no tratan la moralidad, Dios le permite a la gente formular sus propias
opiniones. Pablo básicamente explica que está bien tener creencias personales que difieren
en asuntos secundarios, y simplemente les insta a los creyentes a que no se juzguen entre
sí por esas diferencias (Ro. 14:3,4).
Por lo tanto, puedes suponer que tú verás muchas cosas diferentes a como las ve tu
cónyuge. Esta es una expectativa realista porque es la declaración bíblica de lo que uno
puede esperar. Está bien ver las cosas diferentes a como las ve tu cónyuge; la cuestión es,
¿lo juzgas o lo desprecias por su opinión? Si lo haces, es porque tienes expectativas poco
realistas. En lugar de eso, acepta esta diferencia como una oportunidad para aprender a
amar.
4. “¿Por qué mi cónyuge no me hace feliz?” He notado que cuando las personas
están descontentas o insatisfechas con su vida, su matrimonio nunca los satisface.
El buscar la felicidad en tu pareja es una expectativa poco realista y puede ser muy sutil
porque es natural que quieras tener a alguien a quien amar y que te corresponda. Pero si
estás descontento y tienes dificultades en tu propio andar con Cristo, tu cónyuge jamás te
hará feliz. La felicidad no se alcanza al perseguirla; es un producto derivado.
Tu descontento es el resultado de buscar en lugares equivocados y en cosas que nunca
satisfacen (Is. 55:1-3). No existe persona u objeto que pueda hacerte feliz. Si tienes la idea
ilusoria de que tu pareja te puede hacer feliz, comenzarás a pedirle a tu pareja más de lo
que te pueda dar. Sutilmente comenzarás a depender de tu cónyuge para el gozo en tu
vida. Sin embargo, ese vacío interno nunca se llenará porque ninguna experiencia física o
emocional puede satisfacer la extrema necesidad espiritual que tienes. Sólo una persona
puede satisfacer el vacío dentro de ti, y esa persona es el Señor Jesucristo.
La Biblia claramente dice dónde puedes encontrar la verdadera felicidad.
El rey David reconoció que podía encontrarla sólo en su relación con el Señor. Él explicó
que Dios, “sacia al alma menesterosa, Y llena de bien al alma hambrienta” (Sal. 107:9).
Él también dijo, “Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová” (Sal. 144:15). Salomón
dijo, “el que confía en Jehová es bienaventurado” (Prov. 16:20). Si te rindes completamente
ante el Señor y lo aceptas como tu Dios, si confías en Él, lo recibes, lo buscas y lo sigues,
serás más feliz que nunca. Esta es la felicidad que Jesús promete cuando dice: “Si sabéis
esto, seréis felices si lo practicáis” (Jn. 13:17 LBLA). Las Escrituras equiparan tu felicidad
con la estrechez de tu relación con Dios, y no con las personas que conoces o lo que
posees. Haz un examen de conciencia para estar seguro de que no esperas que tu cónyuge
te haga feliz. Si dependes de él, nunca encontrarás la felicidad que anhelas en tu vida ni
tampoco en tu matrimonio.
Examina tu corazón honestamente para determinar si tienes expectativas poco
realistas. Si permites que el Señor te satisfaga, entonces tendrás algo que ofrecer en tu
relación en lugar de sólo recibir. Esto nos lleva a la siguiente expectativa inalcanzable.
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¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
cambiaré”. Si esta es tu actitud, probablemente esperarás por mucho tiempo porque estás
quebrantando todos los principios bíblicos que yo conozco. Es poco realista esperar que tu
cónyuge sea dadivoso mientras tú te quedas sin hacer nada. En realidad, esta actitud es
egoísta y la Biblia denuncia este estilo de vida. Por ejemplo, Jesús predicó: “todas las cosas
que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”
(Mt. 7:12). En otras palabras, tienes que estar dispuesto a dar primero lo que quieres recibir.
Este es el verdadero amor. El autor de Hebreos también declaró que debemos
“estimularnos al amor y a las buenas obras” (He. 10:24). Es fácil estimular la ira de alguien,
pero el amor y las buenas obras son necesarias para estimular a los demás a que hagan lo
mismo. Si tomas estas medidas, tu demostración de amor será el mejor estímulo para que
tu pareja sea más dadivosa. Esta es la única manera práctica de lograr un cambio en tu
pareja.
Deja de lado esta expectativa inalcanzable y comienza a tomar medidas que
demuestren tu amor. Tu cónyuge se preguntará qué te estará pasando. Recuerda, no te
sientes a esperar que cambie tu cónyuge. ¡Toma tú la iniciativa!
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¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
Segundo, él usa la frase más y más para describir la misma obra de la transformación en tu
vida. Cuando Pablo oró por la iglesia filipense dijo, “esto pido en oración, que vuestro amor
abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento” (Fil. 1:9). A la iglesia
tesalonicense le instó a “que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene
conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más” (1 Ts. 4:1). En esos versículos se ve
claramente que Pablo no esperaba un cambio inmediato sino paulatino en las vidas de
aquellos a quienes les escribió. Esta también debe ser tu expectativa con respecto a
cualquier cambio; es una expectativa realista.
Si tú y tu cónyuge entienden esta verdad, le quitarán una enorme carga a tu
matrimonio y esto generará paciencia en tu corazón mientras le das tiempo al Señor para
obrar. Es razonable entender que, dada la naturaleza de tu pareja, él cambiará lentamente.
Yo le explico esto a las parejas en las sesiones prematrimoniales preparándolas para la
realidad de vivir con otro pecador. Por lo general, demuestro esto levantando dos de mis
dedos y alineándolos uno en frente del otro; les explico que hay algunas cosas en las que sí
pensarán igual, tales como ciertas metas espirituales, la formación de los hijos o los tipos de
recreación. Luego aparto los dedos cinco centímetros para ilustrar que hay muchas cosas
en las que estarán de acuerdo, pero no pensarán igual. Finalmente, aparto los dedos
sesenta centímetros para representar que también habrá algunas cosas en las que estarán
en desacuerdo, a tal punto que habrá conflictos. Todo matrimonio tiene temas de intensa
oposición. La mayoría de las parejas descubre estos temas después de la boda. Después
de esta ilustración, les explico, con los dedos separados sesenta centímetros, que estos
temas cambiarán muy poco y luego acerco los dedos a cuarenta y cinco centímetros de
distancia. Esta ayuda visual les da a las personas una expectativa realista del cambio que
pueden esperar en esas diferencias a lo largo de su vida matrimonial.
¿Y tú? ¿Tienes una perspectiva realista de los cambios para ti y para tu cónyuge?
Si es así, esto hará que se tengan más paciencia. Pero si estás esperando que tu cónyuge
cambie en un área en la que se encuentran en polos opuestos, terminarás muy
desilusionado y frustrado porque no sucederá. Esto me lleva a la última expectativa poco
realista.
7. “¿Por qué parece que estas cosas nunca cambian?” Considera el ejemplo de
Steve y Donna. Este es el ejemplo perfecto de por qué algunas cosas nunca cambian en
una relación. ¿Debió Donna esperar que Steve se convirtiera en una persona más sociable
como ella? No, al igual que Steve no podía esperar que Donna se convirtiera en una mujer
callada y reservada que nunca dice nada. Steve se relacionaba más con otros, pero la
expectativa de Donna era tan alta e inalcanzable que eso nunca la complació. Pequeños
cambios pueden ocurrir, pero la esencia de la persona y su personalidad se mantendrán
igual. Una persona callada y hogareña nunca se volverá abierta y sociable. Dios nos acepta
tal y como somos y domina nuestra personalidad con Su Espíritu Santo. Él cambia nuestro
carácter moral al darnos una nueva naturaleza que nos habilita para amarlo a Él y a los
demás, pero nuestra personalidad básica seguirá siendo la misma.
El mejor ejemplo de esta verdad se puede observar en el apóstol Pablo porque lo
vemos antes y después de que aceptara a Cristo. Antes de que Pablo conociera a Cristo en
el camino a Damasco tenía mucha motivación, era un individuo ambicioso, agresivo y con
mucho fervor por la ley de Dios. Su fervor era tal que persiguió a la iglesia despiadadamente
(Fil. 3:3-6). ¿Siguió Pablo siendo el mismo hombre con su personalidad básica después de
haber vuelto a nacer? Sí. Después de que Pablo llegara a Cristo, él continuó siendo un
hombre ambicioso y muy motivado. Anteriormente su ambición había sido ira y odio hacia
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¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
los cristianos, pero después lo motivaba una pasión nueva: su amor por Cristo y por el
Evangelio. Pablo dijo de su ambición y su motivación: “el amor de Cristo nos constriñe”
(2 Cor. 5:14). Él fue tan ferviente al seguir al Señor como lo había sido siguiendo la Ley.
En otra ocasión dijo: “prosigo a la meta” (Fil. 3:14). La palabra griega que Pablo usó para
“prosigo” significa “buscar o perseguir”. Antes de Cristo, él persiguió a la iglesia, pero ahora
perseguía a Cristo con el mismo fervor, aunque con un fin piadoso. La esencia del hombre
siguió siendo la misma, pero su carácter moral y su corazón fueron transformados
drásticamente.
Ten cuidado con tus expectativas. ¿Son verdaderamente realistas?
¿Estás esperando que cambie la esencia de la personalidad de tu cónyuge o que cambie su
carácter moral?
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¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
Después de leer esta lista, recuerda que tu cónyuge estará esperando que tú
también actúes de la misma manera. ¡Las expectativas son recíprocas! Si verbalmente
abofeteas a tu cónyuge con estas expectativas, más vale que estés preparada para
escuchar estas mismas palabras cuando te las dirija a ti.
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¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
B. Ahora determina si existe un fundamento bíblico para cada expectativa que anotaste.
Escribe la expectativa y cualquier versículo bíblico que la apoya.
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2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________
8.______________________________________________________
C. Lee los siguientes pasajes bíblicos para entender claramente el concepto de las
expectativas. Escribe lo que aprendes de estos versículos.
1. ¿Dónde debes poner tu mayor expectativa (Salmo 62:5)?
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2. ¿Cuál era una de las motivaciones más grandes para el crecimiento espiritual de
Pablo (Filipenses 1:20)?
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3. Así como Pablo comparó sus expectativas con sus esperanzas en Filipenses 1:20,
¿qué esperanza quiere Dios que tengas (Jeremías 29:11)?
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D. ¿Cuál es la fuente principal de las expectativas realistas? Lee las páginas 70-71.
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¿SON TUS EXPECTATIVAS REALISTAS?
F. Dile a tu cónyuge cuáles son las expectativas realistas que tienes de tu matrimonio.
Al comunicarse las expectativas realistas, llegarán a un mejor entendimiento mutuo.
Escribe las expectativas que quieres comunicarle a tu cónyuge.
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G. Finalmente, ora con tu cónyuge y pídanle a Dios que les dé paciencia uno con otro
mientras Él hace los cambios necesarios en sus corazones y en su conducta.
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
“Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo…
y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” 2 Co. 5:19
onflictos, conflictos, conflictos, pareciera que eso es lo único que tenemos en este
C matrimonio. Ya estoy harta del conflicto continuo. Las mismas cosas suceden una y
otra vez y nunca resolvemos nada. Cada vez que llegamos a una solución,
mi esposo no cumple con lo que acordó hacer. Tenemos que comenzar a resolver estos
problemas. Steve, seguro que otras parejas no pasan por esto, ¿o sí? ¿Es normal esto o
somos algún tipo de excepción peculiar? La frustración era evidente cuando Cindy comenzó
a contarme la historia de su matrimonio. Ella no entendía por qué estos conflictos seguían
sucediendo; aún más, no tenía la menor idea de cómo comenzar a resolverlos.
Su esposo, Frank, también estaba muy confundido respecto a su matrimonio.
Él no entendía el porqué de tanta conmoción. Él consideraba que los desacuerdos que
tenían eran bastante pequeños y realmente no era para tanto. La única razón por la que él
asistió a la sesión fue porque Cindy insistió. Frank manifestó su solución al problema
cuando puso la mano sobre el hombro de Cindy y le dijo: “Cariño, si no te alteraras tanto,
todo andaría bien. Tenemos un buen matrimonio”.
Cuando Frank dijo eso, me di cuenta de que tenía mucho trabajo por delante.
Era obvio que esta pareja no tenía un buen matrimonio. ¡Ni siquiera podían acordar,
si de hecho tenían un problema! Aunque hubieran acordado que su matrimonio tenía
problemas, no sabían cómo resolverlos. Cindy no sabía si los conflictos eran normales o si
eran la excepción.
Uno de los problemas más comunes en los matrimonios de ahora en día es la gran
confusión sobre cómo resolver los conflictos. Muchas parejas, al igual que Cindy y Frank,
no saben cómo resolver los desacuerdos entre ellos. Los conflictos no resueltos destruyen
la intimidad, la unidad y el compañerismo en cualquier matrimonio; y crean una inmensa
frustración en la relación, lo cual genera más conflictos entre las dos personas.
Los conflictos no resueltos se convierten en combustible para la llamarada del siguiente
conflicto, y muy a menudo se usan para subyugar al cónyuge. El nuevo desacuerdo
tampoco se resuelve y se convierte en más combustible para causar más destrucción en la
relación. Eso se convierte en un ciclo vicioso y cae en un espiral descendente. Si la pareja
no logra resolver los problemas, terminan por construir una pared entre ellos tan alta y tan
gruesa que al final destruyen la relación. Sin esa relación, la pareja concluye que no hay
razón para seguir juntos. Por eso es importante aprender a resolver los conflictos. Primero,
consideremos si es normal tener conflictos. Luego examinaremos las causas de los
conflictos en tu matrimonio. Finalmente, en los dos capítulos siguientes exploraremos cómo
conciliar y resolver los conflictos de una vez por todas para no caer en lo mismo una y otra
vez. Para crecer juntos y edificar el matrimonio que anhelas, debes entender y poner en
¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
práctica las cosas que estás a punto de aprender. A propósito, éstas también serán útiles y
eficaces para resolver conflictos en cualquier relación que tengas.
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los
humildes” (1 P. 5:5). Si la soberbia causa los conflictos, la humildad siempre te ayudará a
resolverlos.
3. El choque de dos albedríos independientes y contrarios suscita conflictos.
La mejor ilustración de este concepto ocurrió entre Pablo y Bernabé y se encuentra en el
libro de Hechos. Cuando estos hombres estaban a punto de emprender su segundo viaje
misionero, surgió una discusión sobre si debían llevar con ellos a Juan Marcos. Durante su
primer viaje, Juan Marcos los dejó repentinamente y regresó a su casa. Las Escrituras dicen
que Bernabé “quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos;
pero a Pablo no le parecía bien”. Dicen que “hubo tal desacuerdo entre ellos, que se
separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, y Pablo,
escogiendo a Silas, salió…” (Hch. 15:37-40 se agregó subrayado).
He aquí dos hombres que independientemente insistieron y estaban empecinados
en salirse con la suya y eso terminó su relación. Es importante destacar que ellos
resolvieron este conflicto más tarde ya que eran ministros de la reconciliación. Pablo declaró
en su última epístola que quería que Marcos viniera a Él porque “me es útil para el
ministerio” (2 Ti. 4:11).
Una vez más, la humildad y un corazón dispuesto a reconciliarse siempre buscarán
un acuerdo mutuo y una manera de restaurar la relación. Pablo y Bernabé por su propia
cuenta podrían haber llegado a un acuerdo para resolver el problema en lugar de insistir
obstinadamente en salirse con la suya. ¿Qué haces tú? ¿Eres tú el que arrogantemente
insiste en salirse con la suya o buscas humildemente llegar a un acuerdo y a la
reconciliación? La actitud de tu corazón determinará considerablemente la frecuencia de los
conflictos y qué tan pronto los resuelves.
4. Hay un sinfín de actitudes y acciones deshonestas que suscitan conflictos.
Cuando tienes actitudes como las tres que acabo de mencionar o actúas deshonestamente,
siempre tendrás conflictos con tu cónyuge. Las actitudes deshonestas engendran acciones
que ofenden a otros. He aquí unos ejemplos:
A. Si guardas resentimiento en tu corazón hacia tu cónyuge puedes estar segura de
que tarde o temprano estallarás. El enfado no permanece neutral en tu corazón.
Tiene que manifestarse de alguna manera hacia alguna persona, “El odio despierta
rencillas” (Pr. 10:12).
B. La disensión puede surgir simplemente por la manera en que se dirigen la palabra:
“Los labios del necio traen contienda” (Pr. 18:6). ¿Hablas con voz áspera, con
arrogancia o con jactancia? Si es así, eso dará lugar a contiendas.
C. Igualmente, la intolerancia y las críticas causan disensión, “Echa fuera al
escarnecedor, y saldrá la contienda, Y cesará el pleito y la afrenta” (Pr. 22:10).
La palabra “escarnecedor” en hebreo significa “juzgar a otro o burlarse de él”.
La palabra “afrenta” significa “mostrar desdén”. Si se juzgan el uno al otro, o
muestran desdén, saltarán chispas.
D. Cualquier abuso de sustancias reguladas, drogas o alcohol, inmediatamente causará
una contienda en el matrimonio. Salomón hace unas preguntas retóricas y luego da
la respuesta patente, “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las
rencillas?... para los que se detienen mucho en el vino…” (Pr. 23:29, 30).
E. Cuando hay mentiras, engaños o chismes es normal que resulten en disensión y
contiendas. Una sección de las Escrituras está dedicada totalmente a este tema.
Salomón declara que cuando chismorreas, tus palabras “penetran hasta las
entrañas” de una persona (Pr. 26:22). Esta afrenta “aparta al amigo” (Pr. 17:9).
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
de vivir sin inconvenientes y ceden a cualquier exigencia. Estos individuos detestan todo
tipo de conflicto y harán cualquier cosa para evitarlo sin considerar si está bien o mal.
Ellos sólo quieren que sus cónyuges los dejen en paz para no interrumpir sus propios
intereses, sus pasatiempos, programas de televisión o deportes. Esta motivación es egoísta
y deshonesta y cualquier acuerdo al que se llegue, no se cumplirá.
Además, están aquellos que harán cualquier cosa para agradar a su pareja, aunque
esto vaya en contra de su propia consciencia o quebrante la Palabra de Dios. Permiten que
su cónyuge sea abusivo y distante sin decir nada para mantener la paz en el hogar.
Al final, estas personas se cansan de tratar continuamente de agradar a sus respectivos
cónyuges sin que éste les responda.
Ninguno de estos métodos, ya sea agradar a tu cónyuge o complacerte a ti mismo,
es devoto porque estarías actuando en contra de los principios bíblicos de honestidad,
desinterés y responsabilidad. No está bien que te comportes egoístamente ni que permitas
que tu cónyuge lo haga porque eso no le agrada a Dios, y esta es la motivación más básica.
Todos hemos sido llamados a agradar a Dios. Este es el propósito sumo de toda
persona, eso nos impulsa a tomar medidas desinteresadas que podrían ser muy difíciles.
Lo hacemos porque amamos al Señor y anticipamos algún día escucharlo a Él decir:
“¡Bien hecho!”. Eso fue lo que motivó a Jesús a tomar decisiones difíciles y desinteresadas:
“yo hago siempre lo que le agrada” [al Padre] (Jn. 8:29). Y también: “Porque he
descendido…no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn. 6:38).
Si esa es tu motivación, tú también podrás tomar las decisiones difíciles, desinteresadas y
necesarias para reconciliar tus conflictos.
El deseo de agradar a Dios debe guiar todas las acciones en tu vida, especialmente
con respecto a tu cónyuge. Pablo le dijo a la iglesia tesalonicense que ésta era la
motivación suprema necesaria para vivir una vida cristiana, enseñándole cómo ellos debían
“andar y agradar a Dios” (1 Ts. 4:1 LBLA). Fíjate cómo Pablo relacionó su andar recto con el
deseo de agradar a Dios. Una vez más, él le encomendó a Timoteo que agradara “a aquel
que lo tomó por soldado” (2 Ti. 2:4). Cuando eliges como prioridad agradar a Dios primero,
no solamente atacas la raíz de todos los conflictos, también comienzas a sentir Su paz y Su
gozo en lo más profundo de tu alma.
¿De dónde sacas esta motivación cuando crees no tenerla? Es un resultado natural
de una relación de amor con el Dios viviente. Cuando estás enamorado de Él, quieres
obedecerle y darle el primer lugar en tu vida. Y repito, esta es la razón por la cual es
importante renovar tu relación con el Señor. Si has seguido leyendo este libro y aún no lo
has hecho, para y hazlo en este momento. ¡No verás ningún cambio en tu vida ni en tu
matrimonio si no te entregas a Él!
Antes de continuar con el siguiente capítulo, pídele al Padre la motivación para
agradarle a Él voluntariamente y de todo corazón. Al hacer esto, las acciones necesarias
para resolver todos los conflictos en tu matrimonio surgirán naturalmente. Todo lo que
tienes que pedirle es: “Dame la disposición, Señor, para agradarte en todas las cosas”.
Repaso
Hagamos un repaso antes de continuar. ¿Qué necesitamos para comenzar a
resolver los conflictos?
1. Puedes estar segura de que es normal que existan conflictos entre ustedes.
Lo que no es normal es permitir que continúen sin resolverlos.
2. Para resolver estos conflictos necesitas entender las causas y contrarrestarlas.
3. Finalmente, necesitas tener la motivación propicia para resolver esos conflictos.
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
Ahora, pasemos a los pasos prácticos necesarios para resolver los conflictos entre
ustedes dos.
A. ¿Cuáles son las causas de los conflictos que se encuentran en las páginas 76-78?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
C. En las páginas 78-79, ¿cuáles son las dos motivaciones más importantes para resolver
los conflictos?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
D. ¿Por qué a veces no tienes la motivación para resolver los conflictos con tu cónyuge?
_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
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¿QUÉ NECESITAS SABER ACERCA DE LOS CONFLICTOS?
2. Aun cuando tienes la buena voluntad, a veces surge este problema (Mateo 26:41).
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos;
si te oyere, has ganado a tu hermano” Mt. 18:15
A
hora que entiendes por qué tienes conflictos en tu relación y los motivos propicios
para resolverlos, la cuestión es: ¿qué pasos prácticos debes seguir para resolverlos?
Podrías estar de acuerdo con todas las verdades que mencioné en el capítulo
anterior y a la vez no entender exactamente cómo ponerlas en práctica. El saber cómo
hacer algo es lo que determina su éxito o su fracaso. En esto han fracasado las prédicas de
hoy en día. Te enseñan qué debes hacer, por qué debes hacerlo, pero muy pocos explican
cómo poner en práctica sus enseñanzas. Sin embargo, la Biblia está repleta de
explicaciones prácticas sobre cómo implementar sus enseñanzas. Si sinceramente quieres
remover los obstáculos que impiden la unidad y el compañerismo en tu matrimonio, este es
el capítulo para ti.
Lo que necesitas hacer ahora es preparar una lista de todos los conflictos
pendientes en tu matrimonio y tenerla a la mano mientras lees este capítulo. Contesta las
siguientes preguntas. Tus respuestas determinarán si realmente podrás solucionar por
completo tus problemas.
1. ¿Estás dispuesto a tomar medidas para resolver estos problemas? Hablamos de
esto detalladamente en el primer capítulo y por esa razón no le dedicaré mucho tiempo
aquí. No obstante, es fácil decir que quieres un compañerismo verdadero con tu cónyuge y
continuar con tu obstinación y no querer esforzarte para conseguirlo. Por lo tanto, lee tu lista
de conflictos pendientes y pregúntate si estás dispuesta a tomar medidas para resolver
cada uno de ellos.
Recuerda lo que dijo Isaías: “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada” (Is. 1:19-20 se agregó
subrayado). Isaías asoció estas dos cualidades por esta razón: la buena voluntad debe
resultar en obediencia o acción. No puede ser una buena voluntad a medias; eso sería
totalmente inadecuado para lograr un cambio duradero. Dios reconoce la diferencia y tu
cónyuge también la reconocerá. ¿Cómo sabes si tu buena voluntad es a medias?
Simplemente considera las medidas que estás dispuesto a tomar. Si estás dispuesto, sin
reservas, entonces obedecerás completamente todo lo que Dios requiere de ti.
Si las Escrituras te piden que tomes cierta medida que no quieres tomar, ¿lo harás?
Puede que pienses: Y, ¿qué pasa con mi cónyuge? ¿No debe hacer algo también?
Hablaremos de ese punto más adelante. Primero te debes encargar de tu propia actitud y
tus propias acciones.
Comienza por pedirle a Dios que te dé la buena voluntad para acercarte a tu
cónyuge en busca de la reconciliación. No tiene justificación el no tratar de reconciliarte con
tu pareja. Jesús no les permitió a sus discípulos ninguna excusa cuando eran conscientes
de que tenían asuntos pendientes en sus relaciones personales: “Por tanto, si traes tu
PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda
delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu
ofrenda” (Mt. 5:23-24). “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y
él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mt. 18:15). Estos versículos nos enseñan
que si alguien está molesto contigo, en ambas situaciones, se te manda a ir en busca de la
reconciliación. El énfasis recae en la palabra “vé”. Jesús no quiere que vengas a adorarlo a
Él cuando sabes que tienes un conflicto pendiente con tu hermano. A veces la razón por la
que no hay reconciliación es simplemente porque uno de los cónyuges o ambos se niegan a
dirigirse al otro. Obviamente no puedes comenzar a reconciliar nada hasta que se
encuentren cara a cara. Por eso es que necesitas comenzar por pedirle a Dios que te dé un
corazón dispuesto para dirigirte a tu cónyuge. La oración puede cambiar tu corazón hoy
mismo si se lo pides. Recuerda que Santiago nos exhortó: “no tenéis lo que deseáis, porque
no pedís” (Stg. 4:2). Antes de continuar con tu lectura, pídele a Dios la buena voluntad para
dirigirte a tu cónyuge y abordar los problemas que los separan.
2. ¿Estás dispuesto a tomar medidas cuanto antes? El tiempo que uno tarda para
resolver un conflicto es crítico. En mi experiencia como consejero me he dado cuenta de
que la mayoría de los cristianos puede discutir con sus cónyuges y dejar pasar días sin
resolver el asunto. He hablado con parejas que llevan años guardando resentimiento sin
tratar el problema. Una pareja que asesoré llevaba veintidós años de casados y continuaba
discutiendo sobre asuntos que surgieron en su luna de miel. ¡Eso no debe ser así!
Consideremos algunas de las razones por las que debes resolver los conflictos cuanto
antes.
Primero, debes resolver los conflictos cuanto antes porque es un mandato
indiscutible de Cristo. Observa el siguiente versículo en el pasaje que cité en Mateo:
“Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino”
(Mt. 5:25 se agregó subrayado). Jesús quiere que resuelvas pronto los conflictos con tu
adversario. Luego, Él te da un precepto genérico para tratar con cualquier adversario:
“Ponte de acuerdo… pronto”. Este precepto también incluiría a tu cónyuge, especialmente si
en este momento lo consideras tu adversario. Jesús quiere que procures la reconciliación y
el perdón lo antes posible para evitar que el conflicto empeore.
La segunda razón por la que debes actuar pronto es porque entre más tiempo dejas
pasar sin resolver el conflicto con tu pareja, más se endurece tu corazón. Pero no es
solamente tu corazón; el corazón de tu cónyuge también se endurece. Esta es la razón por
la que el autor de Hebreos exhortó con urgencia: “Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis
vuestros corazones, como en la provocación” (He. 3:15 se agregó subrayado). La dureza de
corazón ocurre al resistir la compunción y la voz de Dios día tras día. Hoy Dios te está
suplicando que reconcilies tus conflictos con Él y con tu cónyuge. No cabe duda de que
¡este llamado de Dios es para ti!
Asimismo, debes actuar pronto para reconciliarte con tu cónyuge porque el tiempo
distorsiona los hechos del conflicto en tu mente. Aunque pase poco tiempo, es difícil
recordar quién dijo o hizo algo y comienzas a discutir por los hechos distorsionados.
Esto no resuelve nada y crea más frustración. El mejor momento para resolver el conflicto
es hoy mismo.
Cuando no resuelves el conflicto surgen otros problemas que son el resultado
indirecto del problema original. Los conflictos secundarios surgen porque ya están molestos
el uno con el otro. El guardar resentimiento en tu corazón facilita el dar una punzada por
aquí y una puñalada por allá. Un conflicto sin resolver provoca un nuevo conflicto tras otro.
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
Todo conflicto que dejes pendiente, levanta una pared entre ustedes, lo cual no es propicio
para el compañerismo que buscas.
Por lo tanto, no esperes. Comienza hoy a resolver esos problemas del pasado y
mantén una cuenta corta de los problemas que surgen actualmente. ¡Resuélvelos a diario!
3. Debes estar dispuesto a ser completamente sincero. ¿Por qué es tan importante
la sinceridad para resolver conflictos? Para empezar, si no eres completamente sincero,
Dios no bendecirá tus esfuerzos para reconciliar esos asuntos pendientes. El rey David
reconoció esto cuando intentó continuar su relación con el Señor después de cometer
adulterio con Betsabé. Él trató de vivir como si nada hubiera ocurrido, disculpando sus
acciones y justificándose a sí mismo; sin embargo, sabía que las cosas no estaban bien con
Dios. Mientras ocultó su pecado deshonestamente y guardó silencio, David declaró:
“Se volvió mi verdor en sequedades de verano” (Sal. 32:1-5). En otras palabras, su vida
espiritual se marchitó. Una vez que David confesó su pecado con sinceridad, su espíritu fue
renovado y volvió a tener el gozo de la salvación. Él comprendió lo que Dios quería y lo
expresó en su salmo de arrepentimiento: “tú amas la verdad en lo íntimo…” (Sal. 51:6). Esto
es lo que Dios siempre busca en nuestros corazones.
El ejemplo de David revela que no existe la reconciliación con Dios si no admites la
verdad en tu corazón. Jesús conoce todos tus pensamientos, no hay nada que le puedas
ocultar. Él nos dice: “yo soy el que escudriña la mente y el corazón” (Ap. 2:23). Por lo tanto,
Él conoce tus intenciones y tus motivaciones. Si no eres completamente sincero con Dios y
con tu cónyuge, Él no bendecirá tus esfuerzos para reconciliarte con tu cónyuge. Dios no
podrá bendecir tu matrimonio, si lo hiciera, sería partícipe del engaño.
Al eludir tus faltas también impides la obra del Espíritu Santo en la reconciliación de
tu matrimonio porque Él es el “Espíritu de verdad”. El Espíritu quiere primeramente ayudarte
a ser sincero; Su comisión principal es guiarte “a toda la verdad” (Jn. 16:13). Cuando lo
logre, te podrá ayudar en tu relación matrimonial.
Jesús les reveló a sus discípulos una clave fundamental para su crecimiento y
madurez; les dijo que la Palabra de Dios se debía sembrar en la buena tierra de un “corazón
bueno y recto…” (Lc. 8:15). La sinceridad es esencial para poder crecer en tu relación con
Dios y con tu cónyuge.
Después de vivir contigo, tu pareja sabe si actúas con sinceridad y te conoce mejor
de lo que te imaginas. Cuando tu pareja vea que eres sumamente franco contigo mismo y
con Dios, esto le suavizará el corazón para poder hacer lo mismo. Pero si te niegas a ser
sincero, el resultado será todo lo contrario. El corazón de tu cónyuge se endurecerá y
perderá toda esperanza de una reconciliación.
Permíteme citar un ejemplo. Tenía un mes de asesorar a una pareja cuando un día
me llama la esposa por teléfono y me dice que ya no volverá a las sesiones de
asesoramiento. Cuando le pregunté la razón, me contestó, “Nada cambiará; él le ha estado
mintiendo todas las veces que hemos ido a verlo. Le mintió cuando usted le preguntó si
consumía drogas. Él fuma marihuana casi todos los días”. Ella agregó, “Así es él, y me doy
cuenta de que esto no dará resultado”. Ella colgó el teléfono y lo abandonó al siguiente día.
¿Qué fue lo que pasó? Esta mujer perdió toda esperanza de que hubiera un cambio
en su matrimonio porque sabía que su esposo no era sincero. Él participaba en el jueguito
de asesoramiento para apaciguarla. Ella sabía que su motivación no era la correcta,
y reconoció que él no tenía intenciones de cambiar. Aun después de haberlo desmentido,
él continuó mintiéndome. Tristemente, este matrimonio finalmente terminó en el divorcio.
He descubierto una y otra vez que cuando fracasa el asesoramiento matrimonial o el
matrimonio, por lo general la raíz del problema es la falta de sinceridad.
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
¿Eres sincero contigo mismo y con tu cónyuge respecto a tus faltas y fracasos en el
matrimonio? ¿Eres sincero con Dios? Si realmente quieres cambiar, pídele a Dios que te
motive a ser crudamente sincero acerca de los conflictos pendientes que enumeraste.
Confiésale a Dios tu insinceridad y después confiésasela a tu cónyuge.
4. ¿Estás dispuesto a contener tu ira? Aquí es donde comienza el verdadero
esfuerzo porque si no puedes controlar tu ira, no podrás ni siquiera comenzar a resolver los
conflictos que los desunen. La ira desenfrenada impide que sigan los pasos en el proceso
de la reconciliación; destruye y distancia a las parejas, nunca las une. Considera las
barbaridades que le dices a tu pareja cuando dejas que la ira te domine. Considera las
atrocidades que haces cuando te controlan la furia y el resentimiento. Después de calmarte,
quisieras poder retractar tus palabras, pero es demasiado tarde. Las palabras que dijiste y
la puñalada que diste hirieron profundamente procurando una muerte rápida. Tu lengua fue
como una navaja cortante pero ahora te das cuenta de que la mitad de las cosas que dijiste,
no las decías en serio. No fue tu intención romper la pared con el puño, ni tirar la lámpara,
pero lo hiciste porque te frustraste tanto que tu ira te dominó. Lo peor de todo es que no se
resolvió nada. Tuvieron que volver a hablar del tema.
¿Te suena? ¿Es así como se despliegan tus conflictos matrimoniales? Si luchas
para controlar tu ira, probablemente te has preguntado varias veces, “¿por qué me creó
Dios con esta ira? ¿Cuál es su propósito? ¿Es posible contenerla y controlarla?”
Estas preguntas son muy importantes, examinémoslas.
¿Es posible realmente contener la ira? ¡Sí, es posible! Puede que estés pensando:
es muy fácil decirlo, pero otra cosa es hacerlo. Reflexiona por un momento, muchas veces
has logrado controlar tu ira. Todos lo hemos hecho. Aun antes de ser cristiano
probablemente lo lograste muchas veces. ¿Alguna vez te ha tratado injustamente tu jefe?
Tal vez te habló con voz áspera, o no le pareció bien tu trabajo y te exigió que lo rehicieras.
¿No te enfureciste por dentro? Y, sin embargo, no estallaste ni reaccionaste con odio.
Te contuviste y lograste controlar y dominar tu ira hasta que se alejó tu jefe. Luego te
desahogaste con tu compañero de trabajo diciéndole exactamente lo que opinabas de tu
jefe.
¿Te ha pasado algo similar? Seguro que sí. Hasta la persona con la lengua más
mordaz ha tenido que cerrar el pico alguna vez. ¿Y qué te motivó a contener tu ira?
¿Qué te hizo detener y no explotar contra tu jefe? ¿No fue el hecho de que no querías
perder tu empleo? Por supuesto, no querías perder ese cheque al terminar la semana, por
eso controlaste tu ira. Fue una decisión muy simple porque querías conservar tu empleo.
Ahora la pregunta es, ¿por qué no haces eso en casa? ¿Por qué llegas a casa y al
menor desacuerdo arremetes contra la persona que amas más que a nadie? ¿Por qué de
repente no te puedes contener cuando se trata de tu cónyuge? El contener tu ira para
conservar tu matrimonio debe tener la misma prioridad que conservar tu empleo.
Es esencial que entiendas que, al no contenerte, destruyes lentamente tu relación y no
logras resolver tus conflictos. ¡Es imprescindible que controles tu ira! ¿Cómo lo logras?
Primero debes reconocer y admitir que tienes un problema. He aquí la sinceridad
que te mencioné anteriormente. ¿Puedes admitirle a Dios con toda sinceridad que tienes
problemas con tu ira? ¿Se lo admitirás a tu cónyuge? No puedes comenzar a resolver estos
problemas hasta que esto ocurra.
Segundo, si crees tener un problema en esta área, pídele a Dios que te motive para
contenerte. ¿Cómo? ¿Recuerdas que en el capítulo 5 mencioné cómo tu amor te motivará a
contener ciertas acciones? El amor es una motivación mayor que simplemente conservar tu
empleo y seguridad económica. El amor de Cristo debe controlarte en lugar de tu ira.
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
También tienes el poder del Espíritu Santo que te ayudará a contenerte. “Andad en
el Espíritu” y tendrás la capacidad de resistir los deseos de la carne (Gá. 5:16). El Espíritu
es tu ayuda; Él te ayudará a controlar tus emociones si se lo pides (Jn. 14:16).
Asimismo, la prudencia y la discreción te habilitan para contener tu ira. Salomón
dice: “La cordura del hombre detiene su furor…” (Pr. 19:11). ¿Por qué es cierto esto?
Porque al madurar con el correr de los años, te das cuenta de que cuando estallas no
consigues nada. Puede que te sientas mejor en el momento, pero ese sentimiento
rápidamente da lugar a la compunción o la condenación. La prudencia te dicta que procedas
lentamente y que obtengas toda la información, y después trates de resolver el problema.
Pídele a Dios que te enseñe a actuar con moderación por medio de Su amor,
Su poder y Su sabiduría. Quedarás sorprendido de los cambios que Él logrará en ti si tú
estás dispuesto a hacerlos.
Tercero, el contener tu ira es una opción. Es una opción terminar la conversación o
la discusión antes de que se vuelva desagradable. Es una opción tomarse un momento y
orar porque sientes que tu ira comienza a hervir por dentro. Es una opción alzar la mano y
decir: “Espera, los dos nos estamos enojando. Tomémonos un momento para calmarnos e
intentemos esta conversación de nuevo”. A veces todo lo que necesitas para controlar y
contener tu ira es pedir un tiempo muerto. Esto es lo que sugiere el libro de Proverbios.
Salomón dijo: “El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas; Deja, pues, la
contienda, antes que se enrede” (Pr. 17:14). Su analogía que compara la contienda con el
agua suelta es muy apropiada porque presenta una imagen que todos conocemos.
Comienza con un poco de irritación, pero, así como el agua que sale de una represa
finalmente termina por erosionar todos los límites y se forma en un torrente, así es la ira.
Cuando comienzas a dejarla escapar, erosiona todos los límites y causa tremendos daños.
¿No sientes que tu ira se intensifica cuando comienzas a expresarla? Por eso es que la
Palabra de Dios dice que dejes la contienda antes de que comience.
Observa otro proverbio que instruye la misma verdad: “Honra es del hombre dejar la
contienda; Mas todo insensato se envolverá en ella” (Pr. 20:3). Es muy fácil iniciar una riña,
¿no? Cualquier insensato puede hacerlo, pero sólo un hombre sensato y honorable puede
evitar que ese desacuerdo se convierta en un intercambio de palabras hirientes.
Cuarto, no cometas el error de caer al otro extremo; no interiorices toda tu ira.
A menudo las personas interpretan mal las amonestaciones de dejar contiendas antes de
que comiencen, y tratan de retener la ira por dentro. Sin embargo, esto hace que salga el
tiro por la culata y garantiza que habrá una mayor explosión en el futuro. El enfado no
permanece neutral en tu corazón; tiene que manifestarse de alguna manera. El retener tu
ira y expresársela con enfado a tu pareja está mal y no es bíblico. El apóstol Pablo advirtió:
“no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Ef. 4:26). Esto significa que no debes pasar ni un
solo día guardando ira en tu corazón. Véase también Sal. 37:8.
Ahora, puede que preguntes: “Si no puedo guardar ira en mi corazón y no puedo
permitir que estalle contra nadie, ¿qué hago con ella?” Deja que tu ira te motive a tomar
medidas bíblicas y justas. ¿Qué quiero decir con eso? Dios te creó con la habilidad para
enojarte. La ira no es una emoción perversa o pecaminosa. Fue creada divinamente para
bien y para motivarte a tomar acciones piadosas. La acción que tomes cuando estés
enfadado determinará si has cometido un pecado o no.
Si nunca nos enojáramos, perderíamos un fuerte motivador en nuestras vidas.
Permíteme citar unos ejemplos de lo que quiero decir. Las Escrituras documentan que
Jesús se enojó en ciertas ocasiones y no pecó. Marcos declara que los hipócritas religiosos
de Su época le tendían trampas: “Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
por la dureza de sus corazones...” (Mr. 3:5). Este es un ejemplo excelente del uso de la ira
conforme al diseño de Dios. Tienes que leer el resto del pasaje para ver que Jesús hizo lo
que debía hacer a pesar de que estaba enfadado. Primero le hizo una pregunta a los judíos
para instruirlos sobre lo que estaba permitido hacer el día de reposo, y luego extendió su
brazo para tocar y sanar al hombre con la mano seca. Él reprendió a los que estaban
equivocados e hizo lo correcto.
También en el Antiguo Testamento podemos ver que cuando Dios fue motivado por
su ira, siempre actuó justamente. Las Escrituras dicen que cuando los judíos cayeron en la
idolatría, a Dios lo “provocaron a ira con sus ídolos” (Dt. 32:21). Él reaccionaba enviándoles
profetas para reprenderlos oralmente. Luego enviaba contra la nación el castigo,
y finalmente el juicio. Aún más, Deuteronomio menciona que Él justamente los provocó a
celos acercándose a los gentiles para tratar de hacerlos regresar a Él. Sin embargo, a la vez
las Escrituras declaran que Él contuvo Su ira y decidió no eliminar a los judíos por completo
(Is. 48:9). Para entender plenamente la ecuanimidad de la enseñanza bíblica con respecto a
la ira, es importante que examines ambos aspectos de Su ejemplo: Dios mismo es motivado
por Su ira a tomar medidas justas y siempre realiza estas acciones con moderación.
Puesto que debemos ser como Cristo, las Escrituras nos mandan: “Airaos, pero no
pequéis” (Ef. 4:26). Por lo tanto, sí es posible enojarte y no pecar. ¿Por qué nos ordenaría
Dios a enojarnos? Porque necesitamos motivación para tomar medidas piadosas y justas.
Yo opino que como cristianos a veces somos demasiado pasivos. No nos enojan las cosas
que deberían enojarnos, es decir, las cosas que enojan a Dios. Debemos aborrecer las
cosas que Él aborrece y amar las cosas que Él ama. Si lo hiciéramos, todos seríamos
cristianos más entregados.
Ahora déjame explicar un poco más esta idea de enojarte y no pecar.
La única manera de enojarte y no pecar es de enojarte con el pecado. A eso me refiero
cuando digo que debemos odiar lo que Dios odia. Debemos dirigir nuestro enojo hacia el
pecado y debemos responder en obediencia a la Palabra de Dios.
Cuando Coré acusó a Moisés de haber tomado demasiada autoridad para sí mismo,
¿qué hizo éste? Él “se enojó en gran manera, y dijo a Jehová…” (Nm. 16:15).
Moisés, motivado por su enojo, inmediatamente se dirigió a Dios en oración. Él “se postró
sobre su rostro” ante el Señor (Nm. 16:4). Luego Moisés les “habló a Coré y a todo su
séquito”; él no fue con el chisme a los demás. Los desafió a presentarse delante del Señor y
dejar que Él decidiera entre ellos (Nm. 16:5-14). Y Moisés confió en que Dios lo reivindicaría
(Nm. 16:15-19). Todas estas reacciones muestran la manera piadosa de responder al enojo,
y todas conllevan moderación piadosa.
Igualmente, Nehemías controló su ira y actuó con justicia. Mientras gobernaba,
recibió noticias de que entre sus compatriotas se cobraban interés por la comida. Muchos
no tenían los medios para pagar los altos precios y se veían obligados a vender su tierra y a
vender a sus hijos como esclavos para poder comer. Después de escuchar esto Nehemías
declara: “me enojé en gran manera” (Neh. 5:1-13). Motivado por su ira, ¿qué medidas
tomó? Primero, dice él, “lo medité” (v.7). Convocó una gran asamblea y agregó: “reprendí a
los nobles y a los oficiales”. Él no pudo haberlo hecho de una manera arrogante o severa
porque ellos acogieron sus instrucciones y consejos. Él razonó con ellos en cuanto a lo que
era bueno y justo (v.8-13). El enojo debe motivarte a actuar moderadamente. No saltes del
sofá para inmediatamente discutir con tu cónyuge. Primero, considera seriamente lo que
debes hacer, lo que es justo. La moderación te ayuda a hacer esto. Si necesitas reprender a
tu pareja, hazlo con el motivo de razonar con ella en lugar de hacerlo a los gritos.
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
De la misma manera, la ira que providencialmente fue plantada en el corazón del rey
Saúl lo motivó a actuar con rectitud. Las Escrituras nos dicen que cuando los amonitas
llegaron a la ciudad de Jabes de Galaad, su intención era oprimir al pueblo de Dios y
hacerlos sus siervos. Y también querían humillarlos y deshonrarlos sacándoles el ojo
derecho. De acuerdo con 1 Samuel 11:1-15 “Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios
vino sobre él con poder; y él se encendió en ira en gran manera”. El Espíritu de Dios
encendió la ira en su corazón. ¿Cuál fue el resultado de esa ira? Él reunió a los israelitas y
resistió el mal de los amonitas al montar un ejército contra ellos y Dios hizo que los israelitas
salieran victoriosos de esa opresión. Saúl salvó al pueblo de Jabes de Galaad porque su ira
lo motivó a buscar la justicia.
De estos ejemplos bíblicos debes aceptar que el enojo te puede llevar a actuar
piadosamente. El problema es que, por lo general, tomamos medidas equivocadas:
explotamos con gritos e insultos; lanzamos acusaciones (y a veces muebles); tiramos un
puño contra la pared o tal vez a la cara. A veces sucede todo lo contrario, hacemos el vacío
y el resentimiento hierve en silencio y la distancia entre los dos crece más cada día.
Todas estas acciones son pecaminosas y debes arrepentirte delante de Dios y erradicarlas.
Le he dedicado mucho tiempo a este tema porque es una clave muy importante para
resolver conflictos. Si no puedes controlar tu ira, jamás podrás tomar los siguientes pasos.
Pídele a Dios que te enseñe a controlar tu ira y a tratar estos asuntos en tu corazón.
5. ¿Estás dispuesta a escuchar y a comprender antes de plantear tu opinión?
La habilidad para escuchar es posible sólo si tu enojo es controlado por el Espíritu Santo.
¿Cómo te sientes cuando tú tratas de comunicarte y tu pareja no te escucha?
¿No te frustras y te enojas porque él te está comunicando que tus ideas no tienen valor?
Si no escuchas, aumentará la distancia entre ustedes y ciertamente el conflicto continuará
sin resolverse.
¿Eres tú el que no sabe escuchar o al que no escuchan? ¿O son los dos, tú y tu
cónyuge, culpables de no saber escuchar lo que el otro dice? Es importante que contesten
esta pregunta porque saber escuchar es un paso crítico para poder resolver conflictos.
El saber escuchar es esencial si quieres razonar o comunicarte con tu cónyuge en base a lo
que él te ha comunicado. Si te niegas a escuchar, no puedes comprender, lo cual dificulta
llegar a un acuerdo sobre la causa del problema.
Cuando tu pareja expresa algo que le desagrada, ¿le interrumpes? ¿Tratas de
responder a los comentarios de tu pareja antes de que ella termine de hablar? ¿Estás
escuchando realmente o simplemente contemplando la respuesta que le darás? Estas son
indicaciones de que no estás prestando atención. Si no sabes escuchar, no podrás
comunicarte porque no habrás entendido bien lo que tu pareja te dijo. Si constantemente
escuchas a tu pareja decir, “No, eso no es lo que quiero decir”, o “Tú no me entiendes lo
que te digo”, ¡probablemente no entiendes! Eso significa que no sabes escuchar.
Si el Espíritu Santo te ha compungido por no saber escuchar, empieza por reconocer
que existe un problema. De nuevo, esto requiere la franqueza y la humildad que
mencionamos anteriormente. Si demuestras esas dos actitudes, no puedes fallar. De hecho,
son esenciales para escuchar y comprender a tu cónyuge.
Luego, pídele a Dios que te muestre por qué no sabes escuchar. Permíteme darte
algunas posibilidades bíblicas entre las cuales puedes escoger. Podría ser porque no
contienes tu enojo, tal como lo detallamos en la sección anterior. No cabe duda de que no
puedes escuchar a nadie cuando no controlas tus emociones. Tal vez estás demasiado
ocupado hablando. No puedes hablar y escuchar a la vez. Santiago dice que uno debe ser
“pronto para oír” y “tardo para hablar”, y al final esto lo hará “tardo para airarse” (Stg. 1:19).
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
Puede que no sepas escuchar por tu orgullo, pensando que siempre tienes la razón.
El libro de Proverbios dice que un burlador (lo que en hebreo significa un hablador
arrogante), “no escucha las reprensiones” (Pr. 13:1). ¿Tienes demasiado orgullo para saber
escuchar? En los Salmos David menciona otra razón por la cual no sabemos escuchar.
Ahí el corazón de Dios clama a su pueblo cuando dice, “¡Oh, si me hubiera oído mi
pueblo…!” (Sal. 81:13). David ya había explicado por qué los judíos no le prestaban atención
a Él; dijo que era por la “dureza de su corazón” (v.12). ¿Tienes un corazón endurecido?
Finalmente, el saber escuchar es una decisión. Es la determinación en tu corazón de
escuchar y comprender lo que tu ser querido te está diciendo. Moisés manifiesta este
principio cuando les instruye a los israelitas sobre los profetas falsos. Él explica que cuando
el pueblo encuentre un profeta falso entre ellos, el pueblo tendrá que elegir. Él ordenó:
“no consentirás con él, ni le prestarás oído” (Dt. 13:8). En otras palabras, el saber escuchar
es una decisión.
Si quieres aprender a escuchar, pídele al Señor que te compunja cada vez que
caigas en una de esas trampas. Entrégate a Su compunción y Su poderío entrará
inmediatamente en tu corazón para cambiar tu comportamiento. Intenta darle a tu cónyuge
la oportunidad de hablar mientras tú escuchas. Si se te dificulta, puede que tengas que
repetir lo que él o ella te acaba de decir. Pregúntale a tu pareja, “¿Es esto lo que quieres
decir?” Esto tiene dos objetivos: primero, te ayudará a entender perfectamente lo que tu
pareja está tratando de comunicarte, y segundo, convencerá a tu cónyuge de que realmente
deseas escuchar.
El saber escuchar te permite entender a tu cónyuge, lo cual es una clave
fundamental para resolver conflictos. Espero que desarrolles esta aptitud. Hablaremos
sobre la comunicación más detalladamente en un capítulo subsiguiente.
6. ¿Serás tú el primero en humillarte y confesar tus faltas? La humildad es un paso
muy importante que te permite resolver con diligencia los conflictos entre ustedes.
Cuando ambas partes toman este paso, ya no hay más discusión. Todo se soluciona
porque han reconocido sus faltas y nadie tiene que comprobar que el otro tiene la culpa.
Permíteme ilustrar esto al describir la dinámica de un conflicto típico. Tu pareja te
acusa de haberlo ofendido. Tú inmediatamente te enojas, te pones a la defensiva y estallas.
Niegas haber hecho algo malo y comienzas a acusar a tu cónyuge presentando tus propias
quejas. Te niegas a escuchar el punto de vista de tu esposo porque estás demasiado
ocupada echándoles la culpa a otros y justificando tus acciones con circunstancias
atenuantes. Tu pareja cree que en tu opinión no has hecho nada malo. Por lo tanto,
se empeña un poco más en convencerte de que esta afrenta sí ocurrió. Mientras tanto, el
enojo continúa aumentando entre los dos por la frustración, la falsedad y la renuencia a
escuchar. Luego tu cónyuge te hace recordar una de tus faltas anteriores y esto te enfurece
porque ahora te está echando en cara lo del pasado. Entonces tú lanzas una de las faltas
anteriores de tu cónyuge. Las acusaciones y los reproches que las contrarrestan vuelan de
un lado a otro a tal punto que ni siquiera recuerdan por qué comenzaron a pelear.
El volumen escala más y más hasta que uno de ustedes se da por vencido y se marcha
dando un portazo. ¿Te suena familiar?
Si te suena familiar, debes dejar ese comportamiento para fomentar el
compañerismo. ¿Cómo se podría haber evitado el conflicto antes de que tomara este
rumbo? Simplemente reconociendo tu falta, sincera y humildemente, y pidiendo perdón
desde el comienzo. Esta es la manera más fácil y más diligente de parar una contienda
antes de que empiece. Déjame explicar el porqué.
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
significa que debes tener esa actitud y ese deseo. Si le das rienda suelta a tus emociones,
gritas, reprochas y acusas, los resultados no serán muy fructíferos y no repararás la relación
con tu cónyuge; lo alejarás aún más.
Si tu cónyuge se niega a escucharte, tendrás que tomar el siguiente paso
mencionado en Mateo 18:16. Jesús dijo: “Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos,
para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”. He descubierto que la mejor
manera de implementar este versículo es llamar a tu pastor. Pídele que llame a tu cónyuge
para que puedan tratar de reconciliar el problema juntos. Varias personas me han
preguntado si esto es un abuso de confianza de su pareja al revelarle el problema al pastor.
De ninguna manera. Tienes el fundamento bíblico para esta acción en el versículo antes
mencionado. Debes tomar esta medida porque tu cónyuge se ha negado a escucharte y a
reconciliarse contigo. Este método muchas veces da buenos resultados. Jesús sabía
perfectamente lo que decía. Confía en Él y hazlo. En el apéndice de este libro trato en más
detalle la cuestión de un cónyuge indiferente.
Finalmente, otra razón por la que debes comunicarle las afrentas precisas es que tu
cónyuge no es adivino y no sabrá qué estás pensando a menos que se lo digas. En varias
ocasiones durante la consulta un esposo dice: “¿Por qué no me dijiste esto antes?”
La persona está totalmente sorprendida de que nunca antes se mencionó el tema. Tu pareja
no puede saber ni entender lo que piensas o sientes a menos que se lo digas.
Lo esencial en la reconciliación es que llega el momento en que ambas partes tienen
que dialogar francamente sobre las cosas que los ofenden. Esto facilita la comprensión y la
posibilidad de un verdadero cambio en la conducta.
9. ¿Estás dispuesta a buscar un acuerdo mutuo? El objetivo a nivel vertical es
agradar a Dios; el objetivo a nivel horizontal es llegar a un acuerdo con tu cónyuge.
¿Recuerdas el mandamiento de Jesús que estudiamos anteriormente? “Ponte de acuerdo
con tu adversario” (Mt. 5:25). Se llega a un acuerdo cuando eliges ceder y transigir en esas
áreas en las que has actuado obstinada y egoístamente. Esto agradará a Dios y le
demostrará tu amor a tu pareja. Un arreglo mutuo es la manera de ponerte de acuerdo con
tu cónyuge.
El profeta Amós hizo la pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de
acuerdo?” (Am. 3:3). Él reprendió al pueblo por su desobediencia y renuencia a aceptar su
pecado ante Dios. El apóstol Juan hace referencia a lo mismo. Él dice: “Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados…” (1 Jn. 1:9). La
palabra confesamos, en el lenguaje original, significa “asentir, convenir”. Cuando confiesas
tus pecados, estás de acuerdo con Dios, y esto te habilita para andar con Él. Dios nunca te
obligará a estar de acuerdo con Él ni te impondrá Su voluntad. Él espera que tú te acerques
voluntariamente y elijas abandonar tu vida egoísta y así llegar a un acuerdo con Él.
Lo mismo ocurre con tu cónyuge. Cuando los dos confiesen sus faltas,
inmediatamente estarán de acuerdo. Esta avenencia es lo que te permite encontrar un
arreglo mutuo y duradero donde anteriormente exigías salirte con la tuya. Un arreglo mutuo
es un cariñoso asentimiento a ceder y no exigir. El forzar e imponer tu voluntad no es nada
más que soberbia y egoísmo de tu parte, lo cual no conciliará nada entre ustedes.
La decisión de ceder es un ingrediente clave para llegar a un arreglo y para estar de
acuerdo en tu matrimonio. De hecho, no pueden llegar a un arreglo a no ser que al menos
uno de los cónyuges esté dispuesto a tomar el primer paso y a ceder con abnegación.
Cuando las parejas asienten, están haciendo concesiones necesarias para llegar a un
arreglo. Al hacer este tipo de concesiones desaparecerán los conflictos y regresará la
armonía en la relación.
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
Abraham y Lot ilustran bien este principio. Observa la medida que Abraham tomó
cuando surgió un conflicto entre estas dos familias por el pastizal de sus rebaños. Él le dijo
a Lot: “No haya ahora altercado entre nosotros dos… ¿No está toda la tierra delante de ti?
Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a
la derecha, yo iré a la izquierda” (Gn. 13:8,9). ¡Ese es un arreglo mutuo! Haz concesiones
para eliminar contiendas. Un arreglo podría incluir el concederle a tu pareja la oportunidad
de elegir y estar dispuesto a aceptar su decisión. El amor siempre busca la manera de
hacer este tipo de concesiones: “Porque de tal manera amó Dios… que ha dado a su Hijo
unigénito”, para poder eliminar la contienda y reconciliarnos con Él (Jn. 3:16). El amor
siempre toma medidas abnegadas para conciliar los conflictos.
¿Y tú? ¿Estás dispuesta a hacer este tipo de concesión con tu cónyuge? Por amor,
¿buscarás un plan para llegar a un arreglo con tu pareja y eliminar la contienda entre
ustedes? Si estás dispuesta, toma el problema más serio que los separa y pídele a Dios que
te muestre una manera creativa en la que tú puedas hacer concesiones. Esto podría incluir
tener que dejar alguna acción o tomar alguna medida para demostrar tu amor y tu deseo de
solucionar el problema. No esperes que tu cónyuge dé el primer paso, dalo tú.
Sin embargo, siempre debes recordar que el contrapeso en este tema es un arreglo
mutuo. Sólo debes transigir en cuestiones que no infringen la moralidad ni la Biblia. Nunca
transijas en cuestiones contrarias a las Escrituras o en las cuales las Escrituras plenamente
te mandan a actuar.
10. ¿Están dispuestos a orar juntos solícitamente buscando la reconciliación?
Dios le ruega a su pueblo: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y
ocultas que tú no conoces” (Jer. 33:3). Santiago dice: “La oración eficaz del justo puede
mucho” (Stg. 5:16). ¿Crees tú estas promesas? ¿Crees que Dios te contestará y te
mostrará las cosas que necesitas hacer? ¿Estás totalmente convencido de que orar juntos
realmente les ayudará en su matrimonio? Si crees que esto es cierto, entonces comiencen a
orar juntos hoy mismo.
¿Por qué es tan importante la oración para resolver los conflictos? Porque la oración
te reviste de humildad ante Dios y ante tu cónyuge. Tienes que ser sincero y totalmente
franco con Dios y con tu pareja cuando oras. Si no lo haces de esta manera, Dios y tu
cónyuge lo sabrán y tus oraciones no surtirán efecto.
Comienza y termina tus conversaciones en oración y te sorprenderá la armonía que
hallarás. Consecuentemente, llegarán a un acuerdo mutuo porque ese es el fruto de la
oración. Jesús instruyó que la oración auténtica acontece “si dos de vosotros se pusieren de
acuerdo en la tierra…” (Mt. 18:19 se agregó subrayado). No pases por alto el fruto de
armonía que la oración trae a tu relación. No pases por alto el poderío del Espíritu que es
tan necesario para cambiar una actitud o el comportamiento. ¡Tú necesitas lo que Él te
ofrece!
11. Debes tener paciencia y tolerancia. Nadie cambia de la noche a la mañana.
Por lo general, lleva años establecer las costumbres y la conducta que distancian a dos
personas y no hay nadie que pueda resolver esos problemas con una varita mágica.
Si no eres una persona paciente, muy pronto te desanimarás cuando las cosas no
cambien dentro del plazo que tú has determinado. Debes tener esas expectativas realistas
que mencionamos en el capítulo siete. La paciencia es la clave para vivir con la expectativa
razonable de que tu cónyuge cambiará lentamente.
El Padre es extremadamente realista en cuanto a la raza humana. Él sabe que
somos seres humanos caídos y entiende lo que necesitamos para cambiar. Su paciencia y
tolerancia son elementos clave en la salvación de la humanidad. Pedro dijo: “tened
93
PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación” (2P. 3:15). En otras
palabras, la paciencia de Dios nos concede el tiempo que necesitamos para acercarnos a Él
y ser salvos.
Lo mismo se puede decir de los matrimonios con problemas. A menos que ambas
partes tengan mucha paciencia y tolerancia, ese matrimonio no se salvará. Cuando tienes a
dos personas caídas en un matrimonio y las dos necesitan un enorme cambio en sus vidas,
sólo la paciencia y la tolerancia les proporcionarán el tiempo suficiente para llevar a cabo las
medidas necesarias.
¿Dónde consigues esa paciencia y tolerancia? De nuevo, este es el resultado directo
de tu relación personal con Cristo. La paciencia es un fruto del Espíritu Santo (Gá. 5:22).
Esta es la razón por la que debes establecer y mantener tu peregrinaje con Cristo.
Pablo oró por la iglesia colosense para que fueran “fortalecidos con todo poder según la
potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo” (Col. 1:11
LBLA). Es la fuerza de Su gloria la que te dará la disposición para esforzarte pacientemente
por un cambio y hacerlo con gozo. Pablo oró también por la iglesia romana para que
“el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir…”
(Ro. 15:5). ¿No quieres tú esta paciencia que Él promete y el consuelo que conlleva?
El tener un mismo sentir es el fruto preciado de la paciencia.
Así es como lo consigues: pídele a Dios que te llene del poder de Su Espíritu y que
te habilite para tolerar a tu cónyuge. ¡No renuncies a Sus promesas antes de darle a Dios
una verdadera oportunidad para obrar en tu vida! La mayoría de las personas que he visto
se dan por vencidas muy pronto. Recuerda que las Escrituras te instan a ser “imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”. Imita a Abraham quien
“habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa” (He. 6:12,15). Recuerda,
la reconciliación requiere este tipo de paciencia persistente para ver esa promesa hecha
realidad.
Por lo tanto, ¿creerás en la promesa de Dios de que con Él, “todo es posible”
(Mt. 19:26)? No prestes atención a los comentarios de aquellos que te aconsejan darte por
vencido. Necesitas paciencia para que después de hacer la voluntad de Dios, también
puedas heredar las promesas de Dios.
12. ¿Estás dispuesta a tomar medidas, aunque tu cónyuge no lo haga? Esto es lo
que Dios ha hecho contigo: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Él manifestó su amor por nosotros, aunque
estábamos en rebeldía. Si hemos de amar a los demás como Él nos ha amado, entonces
debemos hacer lo mismo (Jn. 13:34). Tu cónyuge podría hasta cierto punto resistirse al
cambio o podría actuar en plena rebeldía contra ti y contra Dios. Todo lo que Dios requiere
es que tomes la responsabilidad de cambiar lo que tú sabes que debes cambiar. Si haces lo
correcto, este será el mejor incentivo para que tu cónyuge cambie también.
Las Escrituras nos dicen que debemos “estimularnos al amor y a las buenas obras”
(He. 10:24). Jesús dijo: “las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos” (Mt. 7:12). Te desafío a que implementes este principio
en tu matrimonio y observa lo que ocurre. ¿Cómo quieres que te trate tu pareja? Comienza
a actuar de esa manera con tu cónyuge y lo estarás estimulando a amar y a hacer buenas
obras. Esta es una de las mejores medidas y la más positiva que puedes tomar en tu
matrimonio.
¿Estás totalmente convencida de que es necesario tomar medidas para cambiar las
cosas en tu matrimonio? No es suficiente estar consciente de lo que debes hacer, debes
actuar conforme a tu conocimiento. No es suficiente decirle a la persona que la amas, debes
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
demostrárselo en todo lo que haces. Con sólo leer este libro no resolverás tus problemas
matrimoniales ni forjarás tu relación. Una consulta con el mejor consejero matrimonial de la
ciudad tampoco lo logrará. En cierto momento tendrás que poner en práctica las
enseñanzas de este libro o lo que tu consejero te dice que hagas. Esa es la única manera
de solucionar los conflictos por completo. Permíteme ilustrar este principio.
Antes de la crucifixión, esa última noche que Jesús pasa con Sus discípulos, Juan
describe un incidente muy interesante. Él nos dice que Jesús sabía que su hora había
llegado para dejar este mundo, que todas las cosas le habían sido dadas en Sus manos y
que Él sería victorioso, vencería la cruz y regresaría con Su Padre. Él también sabía cuánto
había amado a Sus discípulos y que los había amado hasta el fin. Más Él estaba consciente
de que los discípulos no comprendían todo eso, especialmente la inmensidad de Su amor.
A Jesús no le bastó con entender todo esto, Él necesitaba demostrar con sus acciones lo
que sentía en su corazón. Por esa razón, dejó a un lado su vestimenta, se ciñó con una
toalla y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos. ¡Qué demostración de amor! Jesús no
sólo les dijo que los amaba, ¡se los demostró con ese acto extraordinario! Él tomó el lugar
del siervo más humilde y les lavó la suciedad de los pies (Jn. 13:1-20).
Esto es lo que hizo el Señor de gloria porque quería reconciliarse con el mundo. La
servidumbre de Jesús es una imagen del alma y del corazón de Dios tratando de comunicar
su intención primordial. Él tomó una acción que claramente manifestó lo mucho que amaba
a Sus discípulos. Jesús era un hombre de palabra y de acción. Él estaba convencido de que
la única manera que creeríamos en el amor del Padre sería si Él mismo moraba entre
nosotros y nos lo demostraba. Hizo todo esto mientras los hombres de este mundo
actuaban en rebeldía contra Él. Jesús incluso le lavó los pies a Judas, quien lo traicionó.
Después de que Jesús les lavara los pies a los discípulos, se volvió hacia ellos y les
dijo, “ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis…
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Jn. 13:15,17 se agregó
subrayado).
¿Te motiva esta convicción a actuar con amor, a dejar a un lado tu orgullo,
tu egoísmo y a servir a tu prójimo? ¿Tomarás estas medidas, aunque tu pareja no esté
dispuesta a responder de la misma manera? Si tomas estas medidas, estarás cumpliendo el
mandato de Cristo y Él se manifestará ante ti (Jn. 14:21). En otras palabras,
Él te recompensará con más de Sí mismo porque Él es nuestra vida y nuestra paz.
Cuando Jesús es tu vida (Col. 3:4), harás lo que Él ha hecho por ti. Perdonarás
como Él te ha perdonado. Servirás a tu cónyuge como Cristo te sirvió a ti. Aceptarás a tu
pareja como Cristo te aceptó a ti. Serás paciente como Dios ha sido paciente contigo.
Así es como lavas los pies de tu cónyuge, y así es como encuentras la felicidad. Si ya sabes
estas cosas, encontrarás la verdadera felicidad solamente si las haces. La obediencia a Sus
mandatos son los peldaños que te llevarán a la reconciliación y te darán la profundidad que
tanto anhelas en tu relación. Sigue Su ejemplo y comienza hoy a lavarle los pies a tu pareja.
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
A. En los últimos meses, ¿qué han hecho con sus desacuerdos? Para poder identificar las
áreas problemáticas, lee la pregunta, el versículo que le sigue y califícate usando:
S = Seguido, A = A veces, R = Rara vez.
B. ¿Qué debes hacer con los conflictos que parecen no tener solución?
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PASOS PRÁCTICOS PARA RESOLVER CONFLICTOS
2. Escribe tus faltas personales y tus fracasos con respecto a estos conflictos (Mt. 7:5).
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3. Pídele perdón a tu cónyuge por cada una de tus faltas y tus fracasos.
4. Platica con tu cónyuge sobre cómo los dos pueden ser más cariñosos, flexibles y
generosos en cada uno de los conflictos.
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10
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
“Agradó la propuesta a toda la multitud...” Hch. 6:5
H
ace muchos años, escuché por televisión una entrevista con Billy Graham.
Le hacían una gran variedad de preguntas acerca del estado de nuestra nación y
del mundo. El entrevistador luego comenzó a hacerle preguntas acerca del
matrimonio y el alto índice de divorcio aquí en nuestro país. El doctor Graham comenzó a
hablar de su propio matrimonio y de cómo debía ser un matrimonio cristiano.
Hizo comentarios muy personales acerca de su propio matrimonio. Lo que dijo ese día me
causó mucha impresión y nunca lo olvidaré.
Él dijo que al comienzo de su matrimonio él y su esposa, Ruth, tuvieron los conflictos
normales que toda pareja tiene al adaptarse a esos primeros años. Pero ahora, después de
muchos años de matrimonio, Cristo les ha conferido tanta armonía que él y su esposa rara
vez riñen. Dijo aún más, que ellos habían aprendido a resolver sus diferencias y a atenderse
el uno al otro con cariño.
Ahora, cuando escuché eso, ya no presté mucha atención al resto de la entrevista.
Estaba muy asombrado con el hecho de que Billy y Ruth Graham rara vez discutían.
Ese comentario me intrigó y me pregunté, ¿será posible eso? ¿Cómo pueden dos personas
llevar una vida en la que rara vez riñen? ¿Cómo puede una pareja lograr eso?
En ese entonces yo mismo era un recién casado y estaba pasando por mi propio
período de adaptación con mi esposa. Pero recuerdo que ese comentario me infundió
aliento. Me dio algo por lo cual esforzarme en mi propio matrimonio. Ahora puedo decir que
ese comentario de Billy Graham resultó ser cierto en mi matrimonio. Después de treinta y
ocho años de casados, sinceramente puedo decir que rara vez riño con mi esposa.
Por lo tanto, las verdades que estoy a punto de compartir contigo, realmente dan resultado.
En definitiva, se trata de aprender a solucionar los conflictos por completo y no sólo
resolverlos. Puede que te preguntes, ¿cuál es la diferencia? Permíteme explicarlo.
Figura 1: Los esposos se atacan mutuamente o se retiran uno del otro, impidiendo la
solución del problema.
Primero déjame explicar lo que quiero decir con ataque y retirada. Si tú eres un
atacante, eres el cónyuge agresivo y, por lo general, te pondrás a la ofensiva para culpar,
condenar, criticar o delatar a tu pareja. Esta conducta ofensiva se manifiesta con gritos de
rabia, alaridos, insultos; o el reproche de fracasos anteriores o el menosprecio hacia tu
cónyuge por no haber cambiado en absoluto. El propósito de atacar a tu pareja de esta
manera es herir profundamente para eliminar a tu rival antes de que ella te hiera a ti.
¡Ay, cuán profundo hiere la lengua! Rápidamente puede lastimar y destruir a la
persona que amas en un momento de ira. David dijo lo siguiente de aquellos que hablaron
mal de él, “Agravios maquina tu lengua; Como navaja afilada hace engaño” (Sal. 52:2).
Las palabras crueles de sus enemigos lo hirieron y lo ofendieron profundamente. Salomón
dijo lo mismo de la lengua, “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;
Mas la lengua de los sabios es medicina” (Pr. 12:18).
¿Cuál es el resultado de un ataque como este? Lentamente destruirás a tu cónyuge
día tras día. Pablo describió este método de ataque cuando le escribió a las iglesias de
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CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
Galacia, “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis
unos a otros” (Gá. 5:15). Él presenta la imagen de perros mordiéndose, desgarrándose y
destrozándose. Al final, una o ambas personas en la relación perecerán. Ese también será
el resultado en cualquier matrimonio en el que uno de los cónyuges, o ambos, trate al otro
de esta manera.
¿Atacas así a tu cónyuge? Puede que justifiques tus acciones con los problemas de
tu matrimonio, pero no eres consciente de lo que realmente está ocurriendo entre ustedes.
Estás despedazando a tu cónyuge lentamente, miembro por miembro y pieza por pieza.
Los ataques nunca solucionarán el problema porque la mayoría de las veces no se dirigen
al problema ya que están demasiado ocupados hiriéndose entre sí. De hecho, si atacas a tu
pareja en lo personal, los problemas aumentarán porque estarás ignorando el verdadero
problema, tu ataque.
La retirada es igual de perjudicial porque hace todo lo contrario. El cónyuge que se
retira es por lo general el individuo más callado en el matrimonio y esta acción parece ser el
mejor método de defensa para batallar con un cónyuge atacante. La persona que se retira
del conflicto guarda rencor y normalmente nunca menciona estas áreas conflictivas por
temor a las consecuencias. Esta esposa retiene todo el resentimiento y el dolor muy adentro
y se queda callada o se voltea y sale del cuarto. El atacante constantemente sigue al que se
retira, tratando de hablar del problema. La discusión se mueve de cuarto a cuarto sin que se
logre nada. A veces el que se retira es muy sutil en su táctica y usa palabras para retirarse.
Aquellos que se retiran a veces usan un juego de palabras para no permitir que la
conversación trate los verdaderos problemas. Algunas veces el que se retira aprende a
mentir para escabullirse y para no confrontar los problemas, y otras veces, el que se retira
simplemente se niega a hablar.
Vemos la retirada en las Escrituras en varios lugares. El profeta Jeremías habló de
la tendencia del hombre a retirarse de Dios cuando dijo, “Ellos me dieron la espalda, y no el
rostro; aunque les enseñaba… no escucharon ni aceptaron corrección” (Jer. 32:33 LBLA).
¿No es esto lo que a menudo le hacemos al Señor? Nos retiramos, le damos la espalda y
nos negamos a escucharlo. Sin embargo, hacemos lo mismo en nuestros matrimonios
cuando encaramos un conflicto. Le damos la espalda a nuestro cónyuge y huimos,
rehusándonos a tratar los problemas. No nos gusta la confrontación por eso nos retiramos
lo más pronto posible.
Desde el momento del primer pecado, el hombre ha tomado medidas para no tener
que encarar sus fallas. Después de que Adán y Eva pecaron, ¿qué fue lo que hicieron?
Huyeron y se escondieron de Dios en el huerto para evitar la confrontación por su
desobediencia. Leímos este versículo anteriormente, pero veamos la reacción de Adán y
Eva dentro de este concepto de ataque y retirada. Cuando Dios confrontó a Adán, él se
volvió y atacó a Dios para justificarse a sí mismo por su pecado. Adán dijo, “la mujer que me
diste”, básicamente le dijo a Dios, en realidad, mi pecado es tu culpa. Adán primero se retiró
y luego atacó tratando de culpar a Dios por su falta. Sí, es posible tomar estas dos acciones
en medio de un conflicto. Los hombres que discutieron con Esteban en el libro de Hechos
hicieron este doble papel de retirada y ataque. “Entonces ellos, dando grandes voces,
se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad,
le apedrearon” (Hch. 7:57-58). Este es un ejemplo desmesurado de hombres que primero
se negaron a escuchar tapándose los oídos y luego lo atacaron físicamente. Espero que
esto no esté ocurriendo en tu hogar.
Ten en cuenta que cada vez que dejas un conflicto para otro día, te estás retirando.
Cuando das la media vuelta y sales del cuarto en medio de un conflicto, te estás retirando.
100
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
Cada vez que te niegas a resolver un conflicto y te volteas en tu cama hacia la pared, te
estás retirando. Esto no solucionará nada porque por la mañana tienen que hablar de ello
de todas maneras. Estas dos acciones son totalmente inútiles para resolver o solucionar los
conflictos por completo.
Estas acciones son pecaminosas, aumentarán la distancia entre ustedes e
impedirán una solución final. Debes identificar cuál de estas acciones tiendes a tomar.
¿Eres tú la que ataca o la que se retira? Puede que tal como Adán, vaciles entre el ataque y
la retirada. Cuando los dos cónyuges son atacantes, por lo general, la relación conyugal es
muy tempestuosa. Si uno de los cónyuges es atacante y el otro se retira constantemente,
habrá menos conflictos, pero es muy frustrante porque uno de los cónyuges tendrá que
perseguir al otro para tratar los problemas. Si ambos se retiran, se necesita un incidente o
una situación muy grave para que estos dos lidien con el problema. Dos cónyuges que se
retiran, por lo general, pueden estar juntos por años aun cuando existan problemas muy
serios en su matrimonio, simplemente porque no tratan los problemas que tienen.
Si puedes identificar la manera en que tiendes a reaccionar, entonces es más fácil ir
ante Dios en oración y pedirle que cambie tu forma de pensar y tu comportamiento.
Cuando reconozcas la inutilidad de estas dos acciones, es más probable que cambies tu
rumbo. Recuerda, cuando se atacan y se retiran, están desobedeciendo todos los principios
que mencioné en el capítulo anterior. ¿Cuál es la alternativa a atacar o retirarse?
2. Decidan juntos combatir el problema. Al considerar la siguiente parte del diagrama
verás que, al tratar conflictos, la única acción productiva es combatir el problema.
Eso es lo que te permite resolverlo. Observa la siguiente parte del diagrama.
101
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
102
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
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CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
bien. Sin embargo, las cosas no son así. Si desisten en ese momento, están destinados a
repetir la misma conducta. Las circunstancias serán diferentes, pero el problema
subyacente será el mismo. El objetivo final no es simplemente resolver el conflicto sino más
bien, solucionar los puntos clave subyacentes de una vez por todas. ¿Cómo logras eso?
4. Encuentra una solución permanente. Tu propósito y objetivo principal debe ser
encontrar una solución permanente al conflicto. Este paso es esencial si quieres madurar en
tu relación hasta llegar al punto en el que rara vez discutan. Algún día podrías dar el mismo
testimonio que dio Billy Graham. ¿No es eso lo que quieres en tu matrimonio?
¿Cómo encuentras una solución permanente? Para encontrar una solución
permanente se requiere madurez espiritual dado el camino que debes recorrer para
encontrarla. Se requiere comunicación templada y una buena disposición para llegar a un
acuerdo mutuo con tu cónyuge. Se requiere franqueza y humildad para aceptar tus propias
faltas y reconocer que ya no eres una sola persona sino más bien una sola carne.
Es necesario que tengas en cuenta los sentimientos de tu cónyuge, sus pensamientos y sus
opiniones. Todas estas cualidades requieren que seas dadivoso y requieren un
conocimiento práctico de las Escrituras para facilitar las soluciones bíblicas.
También necesitas la disciplina personal para seguir adelante con el plan y así evitar que el
conflicto vuelva a ocurrir. El aprender a demostrarle ternura y afecto a tu cónyuge es lo que
soluciona un problema por completo y le impide que vuelva a ocurrir, lo cual conlleva una
armonía duradera en tu matrimonio. Ese tipo de madurez espiritual solamente se alcanza
con una relación comprometida y personal con Cristo. ¡De ahí es donde proviene el poder!
Nadie es capaz de actuar de esa manera con el poder de su carne. Ahora, veamos algunos
detalles para encontrar la solución.
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CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
Para encontrar la solución que necesitas, escudriña las Escrituras para aprender
exactamente lo que indican respecto al problema que has identificado. Por ejemplo, si estás
teniendo dificultades con demasiadas obligaciones y una carencia de prioridad para la
familia, necesitas entender cuáles son las prioridades que Dios considera importantes y los
consejos que Él nos da para este problema. Algunas veces encontrarás mandatos muy
directos y en otras ocasiones encontrarás principios generales o ejemplos.
Una vez que tengas este conocimiento, platica con tu pareja y de una manera
creativa traten de determinar cómo obedecer el mandato de Dios y cómo implementar
principios bíblicos para cambiar tu comportamiento. Tal vez sea necesario hablar con tu
pastor para entender claramente. Algunos conflictos son muy complicados y se necesita la
objetividad de un consejero bíblico ajeno a la situación. Mas recuerda que estos cambios de
comportamiento siempre requieren que la pareja llegue a un acuerdo mutuo y cariñoso para
poder encontrar una solución permanente. No te des por vencido antes de encontrarla.
Finalmente, deben tener la disciplina para esforzarse, llevar a cabo su plan y cumplir
las promesas que se hicieron. Acá es donde muchas soluciones permanentes fracasan y la
pareja regresa al mismo comportamiento que causó el conflicto original. Si acuerdan
mutuamente en una solución, es imprescindible que recuerden lo que dijeron que harían y
luego, háganlo.
Lo importante es que no desistan hasta que encuentren las soluciones permanentes.
Quiero darte una esperanza porque sí, realmente es posible encontrarlas. Tal como
mencioné anteriormente, probablemente ya han encontrado soluciones permanentes a
problemas por los que reñían de recién casados. Ya no riñen más por esos problemas.
¿Por qué? Posiblemente porque uno o los dos se han retirado y no han resuelto el
problema. Es muy probable que hayan escogido, prudente y cariñosamente, un arreglo
mutuo para solucionar el problema. Hicieron eso para demostrarse su amor y, por supuesto,
para dejar de reñir. Mi punto es este: si puedes hacer esto con un conflicto, puedes hacerlo
con todos tus desacuerdos y diferencias.
El problema surge cuando dejas de buscar una manera de solucionar por completo
los problemas recurrentes. Tal vez los dos se niegan obstinadamente a reconciliarse por
completo y a buscar la solución. Necesitas aplicar lo que has aprendido aquí y hacer lo que
Dios manda. Existe una solución permanente para todo conflicto entre ustedes.
Permíteme ilustrar con un ejemplo del libro de Hechos cómo la iglesia primitiva
practicó estos pasos para encontrar una solución permanente.
“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo
murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran
desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de
los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para
servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de
buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de
este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del
Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás
prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando,
les impusieron las manos. Y crecía la palabra del Señor, y el número de los
discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los
sacerdotes obedecían a la fe” (Hch. 6:1-7).
Hay mucho que aprender de esta historia sobre cómo los apóstoles resolvían los
conflictos en la iglesia primitiva. Observa que había mucho resentimiento y quejas por el
105
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
descuido de las viudas griegas. Sin duda, los griegos y los hebreos habían estado
discutiendo por este problema sin resultado alguno. Se estaban atacando unos a otros,
como lo comprueban los murmullos de desaprobación. Llevaron el conflicto ante los
apóstoles en busca de objetividad y ayuda para encontrar una solución. Los apóstoles
identificaron el verdadero problema y su causa; acordaron en que era el “descuido” de las
viudas griegas. Los apóstoles no perdieron tiempo discutiendo sobre si de hecho existía un
problema, más bien, rápida y francamente reconocieron lo que estaba ocurriendo. Ellos
podrían haberse atacado y culpado unos a otros, o podrían haberse retirado y negado que
existía un problema, pero no lo hicieron. Cuando los dos están a medio camino pueden al
menos reconocer el problema, y así combatirlo juntos. ¡Eso es exactamente lo que ellos hicieron!
Después de eso llegó la reconciliación y la solución permanente. ¿Cuál fue la
solución? Nombraron a siete hombres competentes para que se encargaran de ministrar a
estas viudas. La prudencia de los apóstoles se manifiesta en que cada uno de los siete
hombres que escogieron era griego. Los apóstoles no prometieron simplemente mejorar,
ni dieron un largo discurso sin hacer nada. Ellos aceptaron el problema y encontraron una
solución creativa para corregirlo. También tomaron medidas prácticas y determinadas para
evitar que ese problema surgiera de nuevo.
La solución del apóstol complació a todos. Lucas documentó, “agradó la propuesta a
toda la multitud”. Este debe ser el resultado de todo conflicto en el que se encuentra una
solución permanente. La razón por la que ambas partes quedaron satisfechas es porque
todos percibían la prudencia en la solución y todos estaban dispuestos a perdonar y a
trabajar juntos de nuevo. Esta satisfacción también debe ser el resultado de las soluciones a
tus problemas matrimoniales. Cuando verdaderamente soluciones un conflicto, ambos
cónyuges estarán satisfechos y se unirán de nuevo en amor y perdón al igual que la iglesia
primitiva.
Te daré otro ejemplo más práctico que será fácil de entender. Hace algunos años,
una pareja, muy molesta, me visitó pidiéndome consejo respecto a un problema.
El problema comenzó una noche cuando el esposo no llegó a casa después del trabajo.
Esa noche su esposa tenía la cena preparada y lo esperaba a las seis de la tarde, como era
de costumbre. Los niños estaban esperando y todos tenían hambre, pero papá no llegó.
La madre y los niños finalmente cenaron a las siete y media sin el padre. Él llegó a casa
cerca de las ocho esperando que todo estuviera normal. De más está decir que su esposa
estaba un poco molesta cuando él entró a la casa. Los dos hablaron acaloradamente,
luego esa misma noche se reconciliaron. El esposo explicó que había estado con unos
compañeros de trabajo. Él pidió perdón, se besaron e hicieron las paces. La esposa no
estaba molesta porque él salió, sino más bien porque no le dijo que llegaría tarde.
Unas semanas más tarde volvió a ocurrir lo mismo sólo que esta vez su esposa
estaba muy enojada. Se reconciliaron de nuevo y todo andaba bien hasta que un sábado
por la tarde el esposo fue a la ferretería y no regresó. Pasó fuera todo el resto del día.
Parecía que el esposo siempre se distraía y no llamaba. Él pedía perdón, pero continuaba
con la misma conducta ofensiva. Su relación se volvió muy tirante y decidieron buscar
asesoramiento.
Les expliqué que en cada ocasión habían resuelto el conflicto, pero no habían
solucionado el problema. Era necesario que establecieran un plan práctico para evitar que
el problema se repitiera. El no idear un plan garantizaba conflictos en el futuro.
Les di varias soluciones posibles, una de ellas requería que el esposo llamara si iba
a tardar más de media hora. Segundo, él no acostumbraba a llevar reloj, lo cual contribuía a
que perdiera la noción del tiempo, así que le pedí que se comprara uno. Finalmente, le
106
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
sugerí que pusiera una nota en el tablero del auto que le recordara la responsabilidad de
llamar a su esposa.
Esta solución funcionó muy bien. Regresaron meses después para decirme que no
habían tenido ni un solo problema desde nuestra cita. ¿Por qué? Pues, ¡porque
solucionaron el problema! Ellos tomaron medidas creativas y prácticas para evitar que
volviera a ocurrir.
¿Cuántos conflictos recurrentes tienen ustedes actualmente? ¿Por cuántos de esos
has pedido perdón varias veces? Lo que necesitan hacer es solucionar el problema por
completo formulando un plan práctico y así evitar que se repita de nuevo. Esto eliminará
una gran cantidad de resentimiento y frustración entre ustedes. Existe una solución
permanente para todo conflicto ¡si están dispuestos a buscarla!
Repaso
¿Qué se necesita para solucionar un conflicto por completo?
1. No ataques ni te retires.
2. Decidan mutuamente combatir el problema.
3. Resuelvan cada problema por separado usando los principios que se encuentran en
el capítulo anterior.
4. Encuentren una solución permanente aceptable para los dos.
107
CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
C. Escribe ¿por qué crees que eres el que ataca, el que se retira o un poco de ambos?
1.________________________________________________________
2.________________________________________________________
3.________________________________________________________
4.________________________________________________________
D. ¿En qué parte del proceso de solucionar el conflicto fallas tú? ¿Por qué?
__________________________________________________________
__________________________________________________________
__________________________________________________________
__________________________________________________________
F. ¿Por qué no han solucionado este conflicto? Escribe solamente tus propias faltas.
1._________________________________________________________
2._________________________________________________________
3._________________________________________________________
4._________________________________________________________
G. ¿Qué medidas puedes tomar para solucionar este conflicto por completo?
1. ________________________________________________________
________________________________________________________
2. ________________________________________________________
________________________________________________________
3. ________________________________________________________
________________________________________________________
4. ________________________________________________________
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CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO
NOTAS
109
11
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
“Si oyereis hoy Su voz, no endurezcáis vuestros corazones...” He. 3:7-8
H
e escrito extensamente sobre la necesidad de un corazón bien dispuesto y el
impacto que este tiene en la resolución de los conflictos. Ahora quiero mencionar
otra actitud esencial que facilita el comienzo de este proceso: blandura de corazón.
La blandura es la clave que facilita la buena voluntad para esforzarte en tu relación,
mientras que la dureza de corazón resulta en la renuencia a tomar las medidas descritas en
los últimos capítulos. Un corazón endurecido impide que las actitudes y acciones
adecuadas se hagan realidad en ti. Si te estás concentrando en todas las mecánicas
externas del cambio sin considerar la dureza de tu corazón, el cambio será muy pequeño,
si hubiera alguno. Sin embargo, percibirás un cambio drástico en tu vida y en tu matrimonio
si le permites a Dios que suavice tu corazón y te dé esa ternura hacia tu cónyuge.
Cuando Jesús habló de la causa de la disolución matrimonial, describió la dureza de
corazón como la razón principal. Cada vez que Jesús hablaba de un problema, siempre se
dirigía directamente a los asuntos subyacentes más importantes. Observa la gran
importancia que Jesús le da a este asunto del corazón cuando le preguntaron por qué
Moisés permitió el divorcio en el Antiguo Testamento: “Él les dijo: Por la dureza de vuestro
corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así”
(Mt. 19:8).
Según Jesús, el problema es muy simple, por la dureza de vuestro corazón.
¿Por qué te desenamoraste de tu cónyuge? ¿Por qué estás tan distanciado de tu pareja?
¿Por qué tienen tantos conflictos sin resolver en su matrimonio? Cuando hayas entendido
que la dureza de corazón es la causa de la discordia matrimonial, habrás encontrado la
clave para solucionar esos problemas persistentes. Entonces deberás lidiar con esa actitud
y asegurarte de que no surja de nuevo. Esto es esencial para encontrar la unidad y el
compañerismo que deseas y para crear un matrimonio que perdure. ¿Por qué se endureció
tanto tu corazón? ¿Qué pasos te llevaron a ese lamentable lugar? Más importante aún,
¿cómo lo rectificarás?
primeros cristianos y sus actitudes rebeldes hacia Cristo. Él les dijo, “Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación” (He. 3:15). En el Antiguo
Testamento este concepto se manifiesta en referencia a otros hombres. Moisés les declaró
a los hijos de Israel, “no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano
pobre” (Dt. 15:7). Por consiguiente, ya sea en referencia a Dios o a los demás, Dios te
manda a no endurecer tu corazón. Si no tienes otra opción, ¿cómo puede Dios exigir que
guardes este mandato? o ¿cómo te puede castigar justamente si lo desobedeces?
Consecuentemente, la actitud de tu corazón determina las decisiones que tomarás.
La condición de tu corazón es tan dura o tan blanda como las decisiones que has tomado.
Notarás en los siguientes versículos que la dureza de corazón es una serie de decisiones
que implican el rechazo de la corrección de Dios, la resistencia obstinada a los cambios que
tu cónyuge te ha pedido, el rechazo del testimonio de Dios y del hombre, y tu renuencia a
tratar tu propio pecado.
2. La soberbia y la renuencia a aceptar corrección causan dureza. La soberbia es
una de las causas básicas del conflicto que impide resolver la dureza de corazón.
La soberbia y la arrogancia te hacen pensar que tú siempre estás en lo cierto, y que no
necesitas que nadie te diga cómo vivir tu vida. Te hace creer que por tu parte todo anda
bien en tu matrimonio y que tu pareja tiene el problema. Salomón dijo: “Todo camino del
hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones” (Pr. 21:2).
Cuando piensas que siempre tienes la razón, demuestras soberbia. Ese fue el motivo por el
que Faraón endureció su corazón y rechazó la instrucción de Dios. Moisés le dijo,
“¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí?” (Éx. 10:3). Faraón tenía muchas
excusas para justificar su razonamiento. En su soberbia, rechazó la corrección de Dios y en
el proceso endureció su corazón.
La soberbia y la renuencia a aceptar la corrección de Dios hicieron que el pueblo
judío se endureciera y fuera sometido al cautiverio. Cuando Nehemías describió la historia
de Israel, declaró explícitamente la razón por la cual ellos se rebelaron en contra de los
mandatos de Dios: “Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz,
y no escucharon tus mandamientos. No quisieron oír” (Neh. 9:16-17). En este pasaje un
corazón arrogante está relacionado directamente con la dureza y la desobediencia.
Estas decisiones del corazón llevaron al pueblo de Dios al cautiverio. Asimismo, si permites
que la soberbia te endurezca, naturalmente desobedecerás. Si rechazas Su mandato a
reconciliarte, consecuentemente, no se resolverá nada en tu relación.
Otro buen ejemplo de cómo la soberbia te endurece se ve en la vida de
Nabucodonosor, el rey de Babilonia. El profeta Daniel explica el motivo principal por el cual
este famoso rey fue destituido de su trono: “Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su
espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su
gloria” (Dn. 5:20). La soberbia endureció el corazón del hombre y terminó robándole todo lo
que él valoraba. No permitas que te robe las relaciones familiares que tanto valoras.
3. La incredulidad en las promesas de Dios da lugar a la dureza de corazón.
En varias ocasiones he visto que la dureza se manifiesta de esta manera. Dos personas
vienen a una consulta y les explico el maravilloso propósito y diseño que Dios tiene para el
matrimonio. Les comunico las promesas de Dios y cómo Su poder es capaz de
transformarlos a ellos y transformar su relación. Muchas veces detecto en la cara de uno de
los cónyuges una incredulidad total ante la posibilidad de algún cambio. ¿Adivina que
sucede? Nada. No cambia nada a causa de la incredulidad; ésta endurece tu corazón y te
aparta de Dios, quien es tu única solución. La incredulidad te roba del poder transformador
de Dios e impide que intentes solucionar tus problemas. La incredulidad básicamente hace
111
LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
que te des por vencido, y que no tomes las medidas necesarias para efectuar un cambio;
por lo tanto, endureces tu postura. Cuando alguien trata de animarte a que te esfuerces por
tu matrimonio, resistes o rechazas sus palabras.
El mejor ejemplo bíblico de este proceso es ilustrado por los discípulos cuando
escucharon las noticias de la resurrección de Cristo. Después de Su muerte ellos estaban
desalentados y deprimidos. Los dos discípulos en el camino a Emaús dijeron: “nosotros
esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (Lc. 24:21). Ellos habían perdido
toda esperanza y carecían de fe. No se imaginaban que en ese momento ellos hablaban
con el Redentor mismo. Las mujeres llegaron temprano y les afirmaron a los discípulos que
el sepulcro estaba vacío y los ángeles habían declarado Su resurrección. Sin embargo, ellos
eligieron no creer en ese testimonio. “Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y
no las creían” (Lc. 24:11). La incredulidad hizo que las afirmaciones de las mujeres
parecieran un cuento de hadas.
¿Qué hizo Jesús cuando llegó a la escena? Él se dirigió directamente al grano del
problema, “…les reprochó su incredulidad y dureza de corazón” (Mr. 16:14b).
Les mostró Sus manos y sus pies para comprobar que Él era el mismo hombre que había
sido crucificado unos días antes. Y luego hizo lo más importante, les dio un estudio bíblico.
Él “les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24:45).
Repasó Moisés, los Salmos y los Profetas para que vieran el plan completo de Dios. Hizo
eso para fortalecer su convicción de que Él era el Mesías verdadero.
¿Cómo respondes tú cuando tus compañeros te dicen que tus problemas
matrimoniales sí tienen solución? ¿Te parece un cuento de hadas? ¿Resistes o rechazas
sus palabras? Si es así, entonces tu corazón está endurecido en la incredulidad. Te olvidas
de que existe un Cristo resucitado: “que es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros” (Ef. 3:20). No permitas que la incredulidad endurezca tu corazón. Ve a la palabra
de Dios y medita sobre Sus promesas. Escucha Su voz hoy. Te darás cuenta de que Él sí
puede, ¡para aquel que cree!
4. La renuencia al arrepentimiento resulta en dureza. En pocas palabras, si eliges no
arrepentirte de las acciones o actitud que Dios te ha mostrado, tu corazón se endurecerá
aún más. Esta renuencia al arrepentimiento es una oposición al Espíritu Santo, lo cual
naturalmente endurece a cualquiera. ¿Por qué da ese resultado? Porque cuando
encuentras la solución a tu problema en la Palabra de Dios y la rechazas y no te
arrepientes, endureces tu corazón ante la compunción del Espíritu. Esta compunción es la
batalla interna que luchas cuando debes decidir entre el bien y el mal en alguna
circunstancia. Dios no te obliga a hacer el bien. Él confía en que usarás la sabiduría que te
ha dado para pedir Su ayuda y tomar decisiones basadas en Su Palabra. Pero gracias a
Dios, Él trata de persuadirnos por medio de Su Espíritu.
Pablo compara la falta de arrepentimiento con la dureza de corazón. Él le indicó a la
iglesia en Roma cual era la raíz de su problema, “tu dureza y por tu corazón no arrepentido”
y les dijo que ellos menospreciaban “las riquezas de su benignidad” al negarse a volver y a
arrepentirse (Ro. 2:4-5). Dios en Su misericordia es muy paciente con cada uno de
nosotros. Pacientemente obra y trata de hacernos cambiar de opinión y hacer que
regresemos a Él, pero muchas veces no da resultado. En ese texto Pablo también explicó
que los romanos no tenían ningún concepto de la misericordia de Dios ni de Su propósito
final. Él explicó que es la misericordia y la paciencia de Dios que “te guía[n] al
arrepentimiento” (Ro. 2:4).
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LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
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LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
obra la realiza el Espíritu de Dios obrando dentro de ti. Jesús dijo: “si vosotros… sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo
a los que se lo pidan?” (Lc. 11:13). Todo lo que tienes que hacer es acercarte a Él y
pedírselo. Si lo haces en este momento, tu corazón comenzará a cambiar y se ablandará
cada día más. Cada vez que le pidas a Su Espíritu que obre en ti, sentirás el poder de Dios
suavizando tu corazón.
Es más, en el pasaje de Ezequiel después del cambio en sus corazones,
les promete habilitarlos para obedecer la Palabra y para andar conforme a sus estatutos.
La misma transformación ocurrirá en tu vida y en tu matrimonio. Cuando Dios haga Su obra
en tu vida y te llene de Su Espíritu desearás obedecer Su Palabra, y encontrarás la fuerza
para hacerlo. Te desafío a que te acerques a Él de todo corazón y verás lo que sucede.
La decisión es tuya. Él no te obligará a acercarte.
2. Toma la decisión de humillarte, de escuchar y responder a Su Palabra.
Al acercarte al Señor, debes hacerlo con una actitud de humildad y una buena voluntad
para escucharlo. Con humildad querrás escuchar lo que Dios te dirá sobre los problemas de
tu vida y tu matrimonio. Si tienes un corazón humilde para aceptar Su consejo, Su gracia
continuará ablandando tu corazón y logrará el cambio que deseas.
¿Cómo ocurre este proceso de humildad? Las Escrituras declaran: debes
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere
tiempo” (1 P. 5:6). Y vuelvo a repetir, esta es tu decisión. No obligues a Dios a que te
humille. Esa es la manera más brusca de hacer desaparecer la dureza. Muchas veces he
escuchado a algunas personas orar: “Señor, humíllame para poder servirte con más
lealtad”. El Señor lo hará, pero eso no es lo que Él quiere. Él quiere que tú mismo te
humilles.
El Antiguo Testamento incluye una perfecta ilustración de la relación entre la
humildad y un corazón blando. Josías ascendió a rey de Jerusalén después de muchos
años de idolatría y corrupción nacional. Él comenzó a buscar al Señor e intentó purificar el
templo y restaurar el verdadero culto de Dios. Un día, mientras los trabajadores limpiaban el
templo encontraron una copia antigua de la Ley de Dios. Uno de los escribas se la llevó al
rey Josías y se la leyó. Cuando el rey escuchó las palabras de Dios lloró y se rasgó sus
vestiduras con humildad y arrepentimiento.
Por medio de Hulda, la profetisa, Dios le dijo lo siguiente: por cuanto “tu corazón se
conmovió, y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus
moradores, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia,
yo también te he oído, dice Jehová” (2 Cr. 34:27).
Josías eligió humillarse y Dios asemejó esa decisión a un corazón blando.
Dios también relacionó su blandura de corazón con la buena voluntad de Josías para
escuchar la Palabra de Dios. La reacción de Dios a un corazón humilde, blando y dispuesto
a escuchar, como el de Josías, fue la promesa de que Él atendería su oración. Si quieres
que Dios atienda y responda a tus oraciones, esta es la actitud que necesitas tener.
¿Por qué responde Dios de esa manera a un corazón blando y humilde? Porque la
humildad es un reconocimiento sincero de tu necesidad ante Dios. La humildad se
manifiesta al confesar que no sabes cómo solucionar los problemas en tu matrimonio.
Para hacer eso, tienes que abandonar la actitud rígida de independencia y de soberbia.
Si quieres que Dios realice grandes milagros en tu vida y en tu matrimonio, la mejor postura
es una actitud humilde.
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LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
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LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
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LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
B. De estas cosas que endurecen el corazón, ¿cuáles te han afectado a ti y por qué?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
C. ¿Cómo puedes suavizar tu corazón? Lee los siguientes versículos y determina qué
debes hacer para tener un corazón blando.
Lee Daniel 5:20 y determina ¿qué endureció el corazón del rey Nabucodonosor?
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¿Existe alguien o algo que sea demasiado difícil para el Señor (Gn. 18:14)?
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______________________________________________________________________
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LIDIANDO CON UN CORAZÓN ENDURECIDO
D. Escribe las áreas en tu vida donde debes permitir que el Señor te suavice.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
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12
EL PERDÓN QUE PERDURA
“Sed benignos…misericordiosos, perdonándoos unos a otros” Ef. 4:32
E
n su libro, El Refugio Secreto, Corrie Ten Boom relata esta historia verídica que
ocurrió años después de haber terminado la Segunda Guerra Mundial:
“Fue en un culto en una iglesia en Munich que lo vi, el ex soldado de las
fuerzas especializadas alemanas que había montado guardia en la sala de baños en
Ravensbruck. En realidad, era el primero de mis carceleros que había visto desde entonces.
Y de repente el pasado acudió a mi memoria: la sala repleta de hombres que se burlaban y
reían, los montones de ropa, el rostro de Betsie pálido de dolor.
Aquel ex soldado se acercó a mi cuando ya quedaba poca gente en la iglesia, con el
rostro radiante y haciendo una inclinación. —¡Cómo le agradezco su mensaje, señorita!
—me dijo —. ¡Y pensar, que como usted lo dice, él ha lavado mis pecados!
Extendió su mano para estrechar la mía. Y yo, que tantas veces les había predicado
a los residentes en Bloemandaal la necesidad del perdón, me rehusé a darle la mano.
Pero en aquel mismo instante en que los pensamientos de venganza y de ira bullían
en mi corazón, me di cuenta de que eran pecado. El Señor Jesucristo había muerto por este
hombre; ¿iba yo a pedir más? Señor Jesús, dije orando, perdóname y ayúdame a
perdonarle.
Procuré esbozar una sonrisa, luché por extenderle la mano. Pero no podía.
No sentía nada, ni la más insignificante chispa de cordialidad o piedad. Y de nuevo
pronuncié en silencio una oración. ‘Señor Jesús, no puedo perdonarlo. Dame tu perdón’.
Y al estrecharle la mano ocurrió lo más increíble. Desde el hombro, a través del
brazo y por la mano parecía pasar una corriente de mí a él, mientras que en mi corazón
nacía para este extraño un amor que me sobrecogía.
Y fue así que descubrí que no es nuestro perdón ni tampoco nuestra bondad de la
que depende la sanidad del mundo, sino del perdón y la bondad de Dios. Cuando él nos
dice que amemos a nuestros enemigos, nos da, junto con el mandamiento, el amor mismo”.
Puede que no tengas que tratar a un enemigo o una ofensa tan grave como la de
Corrie Ten Boom, pero los pasos que conducen al perdón siempre serán los mismos.
Probablemente te mostrarás igual de renuente y reconocerás, al igual que ella, que careces
del poder para perdonar. Experimentarás la misma lucha interior sabiendo que debes
perdonar, pero no querrás hacerlo. Al tomar la decisión de extender su mano, ella sintió que
el Espíritu de Dios la tocó y le ayudó a hacer lo correcto. Así como Dios estaba dispuesto a
ayudarla, también está dispuesto a ayudarte a ti. Cuando el Padre te manda a que
perdones, Él también te da la fortaleza para lograrlo. El amor de Dios inundará tu alma, así
como sucedió con Corrie. Puede que pienses, ¿puede esto realmente ocurrir en mi vida?
Tu cónyuge probablemente te ha ofendido y te ha lastimado muchas veces. Y dime,
¿la has perdonado en realidad? ¿Estás seguro? Corrie probablemente pensó que había
EL PERDÓN QUE PERDURA
perdonado al guardia hasta que lo vio de pie ante ella, cara a cara. De repente,
ella reconoció que no tenía lo necesario para dar el paso hacia el perdón.
El perdón en el matrimonio es esencial si quieres que tu relación perdure.
Tu buena disposición para perdonar es lo que te motiva a tomar las medidas necesarias que
resultan en la reconciliación con tu pareja. El perdón también es la clave para encontrar
soluciones permanentes para todo problema que enfrentas. Veamos algunos de los puntos
fundamentales tocantes al perdón en tu matrimonio. Primero consideremos el concepto
básico del perdón, tal como por qué debes perdonar, y luego veremos cómo lograrlo.
Una de las razones principales por las que las parejas se distancian y siembran cizaña en la
relación es porque no perdonan completa y totalmente. Sin embargo, si aplicas los
principios que estás a punto de aprender, puedes restaurar tu relación y experimentar la
unidad y el compañerismo que una vez disfrutaron.
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EL PERDÓN QUE PERDURA
agradarle a Él por encima de todos los demás, incluso a ti mismo. El perdón es una
demostración ante Dios de que te interesa Su opinión y estás dispuesto a someterte a Su
autoridad y a Sus mandatos en tu vida. Si amas al Señor, entonces perdonarás a tu pareja.
Cuando simplificas el acto del perdón a la motivación básica del amor, logras
entender el valor del perdón en tu relación. La demostración de amor resuelve todo
conflicto. Es importante notar que el amor es lo que también motiva a Dios a perdonarte a ti.
Asaf explicó esta verdad cuando les describió el perdón de Dios a los judíos: “Pero él,
misericordioso, perdonaba la maldad…” (Sal. 78:38). La compasión de Dios lo motivó a
perdonar una y otra vez. Cuando Cristo clamó desde la cruz: “Padre, perdónalos…”,
Él demostró el gran amor que sentía por toda la humanidad, y en especial por aquellos que
acababan de crucificarlo (Lc. 23:34). ¡Cuán grande es el amor de Dios que Él pudo
perdonar aun cuando ellos lo rechazaban! Asimismo, las Escrituras instruyen que debes
perdonar al igual que Cristo te ha perdonado a ti (Ef. 4:32). Por lo tanto, cuando perdonas,
tú estás manifestando el mismo amor que Dios te ha manifestado a ti.
Jesús dijo: “améis unos a otros; como yo os he amado” (Jn. 13:34). Este es tu
llamado como cristiano y este es tu llamado como esposo o esposa. Al perdonar a tu
cónyuge demuestras tu obediencia a Su mandato por amor al Señor lo cual, con el tiempo,
se convierte en amor por tu pareja. Ese es un acto de amor.
3. Si tú no perdonas, no tienes derecho a pedirle a Dios que te perdone a ti.
En el Padre Nuestro, Jesús dijo claramente que debes perdonar, así como esperas que
Dios te perdone a ti. Jesús les enseñó a Sus discípulos a orar diciendo: “Y perdónanos
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt. 6:12).
El Señor presupuso que captaríamos la correlación y que si le pedíamos Su perdón,
naturalmente perdonaríamos a otros de la misma manera. Pero tristemente, en la mayoría
de los matrimonios las cosas no son así. La mayor parte de ellos quieren recibir perdón en
abundancia, pero son muy mezquinos cuando les toca concederlo. Y tú, ¿has entendido la
correlación del perdón en el Padre Nuestro?
Con Cristo este asunto es irrefutable. De hecho, Jesús manifestó claramente que
“si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará
vuestras ofensas” (Mr. 11:26). Puede que pienses que esta declaración es muy severa, pero
revela la importancia que Dios le da a tu obediencia a perdonar. Si tú no estás perdonando,
puedes estar segura de que en este momento Él no te está perdonando a ti.
No tienes derecho a pedir Su perdón ni a esperar ser perdonado si tú te niegas a
perdonar a tu pareja. Si has de cambiar, debes entender las graves consecuencias de no
querer perdonar y tienes que ver lo que Dios piensa acerca de esa actitud pecaminosa.
No dejes pasar ni un día más. Obedece Su mandato y perdona a tu cónyuge.
4. Si no perdonas, tú serás el verdadero perdedor. ¿Qué pierdes cuando te niegas a
perdonar? Primero, pierdes la comunión y la intimidad en tu relación con el Señor.
Como mencioné anteriormente, cuando eliges no perdonar, Dios se niega a perdonarte a ti.
Esto interpone de inmediato una gran distancia entre tú y el Padre. Dentro de poco tiempo
comienzas a sentir una sequedad espiritual. Esa es la mano disciplinaria de Dios tratando
de hacer que vuelvas a Él. Si te niegas a perdonar te privas de la paz y el gozo que Dios
quiere darte. Muchas veces tú eres la única persona a quien hieres al negarte a perdonar.
Es una correlación muy sencilla: no puedes ser feliz y negarte a perdonar a la vez. No da
resultado. Salomón observó esta verdad cuando dijo: “A su alma hace bien el hombre
misericordioso; Mas el cruel se atormenta a sí mismo” (Pr. 11:17). La misericordia hace bien
al alma. Por otra parte, si te niegas a perdonar, tú mismo te atormentas. Si quieres ser feliz,
debes ser misericordioso y debes perdonar a tu cónyuge al igual que tú has sido perdonado.
121
EL PERDÓN QUE PERDURA
La felicidad deriva de la obediencia a Dios. Jesús dijo: “Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis” (Jn. 13:17). Si sabes que debes perdonar, hazlo, y
experimentarás el gozo que resultará naturalmente. Segundo, al no querer perdonar, el que
pierde eres tú porque te privas de la unidad con tu cónyuge. No puedes tener la intimidad
que deseas si guardas resentimiento contra tu pareja. Así como vimos en el capítulo
anterior, negarse a obedecer los mandatos de Dios siempre resulta en la dureza de corazón
y destruye toda posibilidad de intimidad.
Pedro explicó la única manera en la que dos personas pueden llegar a tener esa
unidad. Él dijo: “sed todos de un mismo sentir, compasivos…” (1 P. 3:8). Tienen que tener
esa compasión mutua si han de ser de un mismo sentir. Esta bendición matrimonial requiere
la compasión y el perdón mutuo.
122
EL PERDÓN QUE PERDURA
prolongados que surgen repetidamente. Con cada incidente de la misma ofensa tu corazón
se endurece más y disminuye tu buena voluntad para perdonar. En pocas palabras,
no es que no puedes perdonar, sino que no quieres perdonar.
Cuando veas tu propio pecado, te será más fácil pedirle a Dios un corazón dispuesto
a perdonar. Él te lo concederá con sólo pedírselo. Recuerda: “Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13). Es para el agrado
de Dios que perdonas a tu cónyuge, por lo tanto, pídele a Él que comience Su obra para
darte esa buena disposición. No esperes más. La situación nunca se pondrá más fácil de lo
que es hoy.
3. Opta por obedecer Su mandato. Una vez que tengas un buen corazón y estés
dispuesta a perdonar, lo único que resta es que tomes la decisión y lo hagas. Jesús nos
mandó a cada uno de nosotros a perdonar “de todo corazón” (Mt. 18:35). Y es ahí donde
debes tomar la decisión. Antes de buscar la reconciliación con tu pareja, primero tienes que
buscarla en tu corazón. Cuando hayas decidido perdonar de corazón, entonces estarás
preparada para hablar de la ofensa con tu pareja.
Esta decisión en tu corazón no depende de tus sentimientos. De hecho, tu decisión
de perdonar probablemente será contraria a tus sentimientos. En lo personal, nunca he
deseado perdonar a nadie, pero lo hago porque sé que ese es el mandato. El saber que el
perdón es un mandato de Dios me da ánimo para pedir la buena voluntad, y me habilita
para decidir hacerlo.
De una cosa puedes estar seguro: si estás esperando que te nazca el deseo
irresistible de perdonar antes de tomar la decisión, nunca lo harás. El deseo de perdonar te
nace después de que tomas la decisión de perdonar, no antes. Los sentimientos de amor y
perdón son el resultado de la reconciliación con tu cónyuge. Reflexiona sobre las veces que
te has reconciliado con tu pareja en el pasado. Después de haberse perdonado,
¿no desapareció la rabia y el resentimiento que tenías dentro de tu corazón? Las lágrimas
comenzaron a correr y volvió la felicidad y el cariño a la relación. Ese fue el resultado de
haber actuado adecuadamente antes de tener el deseo de hacerlo. Las personas batallan
con este concepto de actuar antes de sentir el deseo porque nuestra cultura se deja guiar
por los sentimientos. Las personas hoy en día quieren hacer sólo lo que les gusta, o lo que
les parece fácil. Sin embargo, Jesús instruyó que debemos hacer todo lo contrario en
cuanto al perdón.
Para comprobar esto, necesitas leer el pasaje de Lucas 17:1-10 dentro de su
contexto. Jesús les enseñó a sus discípulos a perdonar aun cuando alguien peque contra
ellos siete veces en un día. Los discípulos anticipando gran dificultad para perdonar tantas
veces, le pidieron al Señor que les aumentara su fe. Él les dijo que no era necesario tener
más fe; todo lo que necesitaban era usar la fe que ya tenían. Luego, Jesús les contó una
historia para ilustrar cómo podían practicar su poca fe y elegir perdonar sin tener el deseo
de hacerlo. La historia era de un siervo que un día regresó a casa cansado de arar los
campos y de cuidar las ovejas de su amo. Obviamente este siervo ya no quería servir más
ese día. Pero el amo le pidió que le preparará la cena y se la sirviera antes de sentarse.
Jesús explica que el siervo hizo lo que le mandó su amo porque él se lo ordenó.
En otras palabras, este siervo actuó contrario a sus sentimientos simplemente porque se lo
ordenó su amo. Jesús les dijo a Sus discípulos: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho
todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos
hacer, hicimos” (Lc. 17:10).
La moraleja de la historia es que tu Amo te ha ordenado perdonar y no tienes la
opción de negarte a hacerlo. Tienes que tomar la decisión de perdonar sin considerar tus
123
EL PERDÓN QUE PERDURA
sentimientos simplemente porque sabes que eso le agrada a Dios. Una vez que hayas
hecho lo que Él te ha ordenado, te podrás sentar y festejar con el corazón satisfecho porque
habrás cumplido con tu deber. ¡Qué alegría saber que uno agrada al Señor! El perdón que
depende de tus sentimientos no es duradero porque está basado en emociones que
cambian repentinamente.
El perdón que está basado en la decisión de obedecer el mandato de Dios, aun
cuando no existe el deseo, siempre dura porque es motivado por la Palabra de Dios que no
cambia. Perdona porque se te ha ordenado que perdones, no porque tienes deseo de
perdonar, y así la reconciliación perdurará.
4. Elige hacer la promesa. Otro aspecto principal del perdón implica una segunda
decisión de tu parte. Cuando Dios perdona, Él te promete algo muy importante que tú
también debes prometer cuando perdonas a tu cónyuge. Dios dice: “Porque seré propicio a
sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (He. 8:12).
La palabra griega “acordaré” significa “tenerlo en mente, recordar o meditar sobre ello para
luego castigar”. Esta promesa también se ve en el Antiguo Testamento donde Dios declara:
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus
pecados” (Is. 43:25). La palabra hebrea en este pasaje que se traduce como “acordaré”
significa “mencionar o relatar de nuevo”. La promesa que Dios hace aquí es de vital
importancia. Él promete perdonar y no volver a mencionar tu pecado. No guarda tu pecado
en Su mente para usarlo más tarde. No es que se olvide de tu pecado; no puede hacer eso
porque es omnisciente y sabe todas las cosas. Él simplemente elige no usarlo en tu contra
ni volver a mencionarlo para condenarte o castigarte. ¡Qué promesa más gloriosa!
Cuando Dios perdona, Él promete que nunca te lo echará en cara.
Cuando tú perdonas, debes prometer lo mismo porque las Escrituras te mandan que
perdones: “como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef. 4:32). Puede que estés
pensando, ¿cómo logro hacer eso? He aquí tres maneras muy prácticas y particulares de
cómo puedes imitar la promesa que conlleva el perdón de Dios. (1) Cuando perdonas, estás
prometiendo no volver a condenar a tu cónyuge por sus faltas del pasado. Si vuelves a
mencionarlo, estarás rompiendo tu promesa. (2) Cuando perdonas, estás prometiendo no
relatar ni mencionar sus faltas a nadie más; eso sería chismorrear. (3) Cuando perdonas
estás prometiendo no recordar más ni darle más vueltas al asunto en tu mente.
Si contemplas estas ofensas en tu mente, la rabia y el resentimiento regresarán.
Este es el significado práctico de tu promesa: no le vuelvas a mencionar esos asuntos a tu
pareja, ni a otras personas, ni a ti mismo. Si no lo haces, estarás rompiendo la promesa que
le hiciste a tu pareja. Al cumplir con tu promesa, el pasado realmente quedará en el pasado
y tu relación crecerá y hasta florecerá. ¡Experimentarás un perdón duradero!
¿Qué debes hacer cuando reconoces que rompiste tu promesa de perdonar?
Primero, regresa a Dios y pídele perdón. Una vez más, elige perdonar a tu cónyuge de
corazón. A menudo tendrás que tomar esa decisión varias veces durante el día porque
estarás luchando contra tu propia voluntad que quiere la revancha. Si continúas eligiendo el
perdón y a la vez le pides a Dios que Su poder te dé la buena voluntad para perdonar,
superarás el resentimiento. Renuncia a tu deseo de venganza y pídele a Dios que llene tu
corazón con Su amor.
124
EL PERDÓN QUE PERDURA
en su corazón les impiden persistir. Considera las siguientes ideas falsas y determina si
alguna de ellas es una piedra de tropiezo para ti.
1. El perdonar no significa que la reconciliación sea automática. El simple hecho de
perdonar a tu cónyuge de corazón no significa que las cosas se hayan resuelto entre
ustedes. La decisión de perdonar de corazón es sólo el comienzo del proceso.
Ahora necesitas hablar con tu cónyuge y decirle a ella que te sientes dolido y ofendido.
Jesús dijo: “si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos” (Mt. 18:15).
Es posible que tu pareja esté consciente de la ruptura en la relación, pero si no lo está,
necesitas comunicárselo con el objetivo de reconciliarse. Jesús agregó que si tu hermano:
“te oyere, has ganado a tu hermano” (Mt. 18:15). La decisión de perdonar de corazón te
permite adquirir la motivación para acercarte a tu pareja y restaurar la relación.
Jesús también dijo en otro versículo que una vez que hables con la persona que te
ofendió: “si se arrepintiere, perdónale” (Lc. 17:3). Puede que digas: pensé que ya había
perdonado a esta persona en mi corazón. ¿Qué significa esto?
Este es un segundo aspecto del perdón: concederle oralmente el perdón a la
persona que te ofendió. Esto lo haces solamente cuando tu cónyuge reconoce su falta y te
pide perdón. Entonces le puedes decir: “te perdono”. Puedes conceder el perdón oralmente
porque en tu corazón ya lo habías perdonado.
Observa que las Escrituras no requieren solamente que alguien diga, “lo siento”.
Eso es porque el lamentarse es sólo parte del proceso de la reconciliación. Una persona
puede lamentar que haya surgido el problema, pero ese pesar debe incluir la súplica del
perdón de un corazón sinceramente arrepentido. Cuando consideras los ejemplos en las
Escrituras de aquellos que se reconciliaron es importante observar que reconocieron su
pecado y pidieron perdón. ¿Qué le dijo el hijo pródigo a su padre? “Padre, he pecado contra
el cielo y contra ti…” (Lc. 15:21). Cuando los hermanos de José buscaron la reconciliación
dijeron: “Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos” (Gn. 50:17).
¿Por qué es esencial pedir perdón? ¿Por qué no es suficiente pedir disculpas?
Porque una disculpa es sólo una expresión de tus sentimientos en referencia a la ofensa.
Mientras que cuando le pides a tu pareja que te perdone, le estás pidiendo que elija hacer
algo muy particular, que obedezca el mandato de Dios de perdonar, que borre la ofensa del
libro mayor, y que prometa olvidarlo por siempre. Eso es mucho más que simplemente
reconocer que lamentas lo ocurrido.
Pero, ¿qué sucede cuando tu esposo o esposa se niega a reconocer su falta?
¿Le debes decir a tu cónyuge que lo perdonas? Seguro que no; sencillamente porque la
ofensa no se ha aclarado. Aunque tú hayas perdonado de corazón, no puede haber una
reconciliación total hasta que tu pareja reconozca su falta. No expreses tu perdón hasta que
esto suceda. Permíteme dar un ejemplo que muestre por qué esta reacción es bíblica.
Considera por un momento la redención del mundo por medio de Jesucristo.
Cuando crucificaban a Jesús, Él oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
(Lc. 23:34). Allí en la cruz, Jesús compró los medios para el perdón del mundo entero. Por
el derramamiento de Su sangre, Cristo “entró… habiendo obtenido eterna redención” (He.
9:12). “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Cor. 5:19). ¿Significa eso
que el mundo entero ha sido perdonado y reconciliado con Dios? Seguro que no. Para que
ocurra una reconciliación completa entre el hombre y Dios, la persona tiene que reconocer y
arrepentirse de su pecado y pedirle perdón a Dios. Sólo entonces, Dios concede el perdón.
Él ya lo ha determinado en Su corazón. Él está presto para perdonar hoy debido a la
reconciliación que fue comprada hace dos mil años. Este mismo principio entra en juego en
la relación matrimonial. No le puedes decir a tu pareja que la perdonas si no ha reconocido
125
EL PERDÓN QUE PERDURA
su falta y no te ha pedido perdón. Pero, una vez que hayas perdonado de corazón, estarás
preparado para conceder oralmente el perdón cuando tu pareja reconozca su falta.
2. El perdonar no significa que la persona responsable lo merezca. Varias veces he
notado que los cónyuges se niegan a perdonar por esta idea errada. Las personas se
niegan a perdonar por varias razones, ninguna de las cuales es bíblica. Algunos eligen
perdonar cuando consideran que su cónyuge ha pagado lo suficiente por esa afrenta. Otros
esperan hasta ver si se vuelve a cometer la ofensa, tratando de determinar si la persona
responsable realmente aprendió la lección. Luego, cuando transcurre un período mágico, o
cuando les parece apropiado, conceden el perdón. Todo vuelve a la normalidad hasta el
siguiente conflicto, y el proceso comienza de nuevo.
En realidad, nadie es digno del perdón y nadie puede llegar a merecerlo.
Tú no merecías el perdón de Dios cuando Él te perdonó a ti, y no puedes ganártelo con una
obra buena que hagas en el futuro. Dios canceló tu deuda por completo simplemente por Su
misericordia, la borró de tu cuenta para siempre. Dios no esperó hasta que le naciera el
deseo de perdonarte. Él eligió perdonarte porque tú le pediste que te perdonara.
Este acto de perdón concuerda con Su Palabra que declara: “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados…” (1 Jn. 1:9).
Igualmente, tú no debes esperar hasta creer que tu pareja merezca que lo perdones.
Nadie es digno del perdón. Tu esposa nunca podrá prometer que no fallará en el futuro,
ni tú tampoco serás perfecto. No fijes normas arbitrarias, a las que ella nunca podrá
atenerse, para determinar si merece ser perdonada. Concede tu perdón basándote en el
mandato de Cristo y no en base a tus sentimientos ni en ninguna norma que tú hayas
ideado. Dios ha establecido el criterio de la confesión y el arrepentimiento, y tu criterio no
debe ser diferente. Sólo la máxima arrogancia y dureza de corazón le exigiría a un cónyuge
atenerse a normas que tú no logras satisfacer. Al contrario, se nos dice: “Sed, pues,
misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc. 6:36). La misericordia
es una dádiva que se otorga libremente.
3. El perdonar no significa que apruebes el comportamiento de tu cónyuge.
Muchas personas piensan que cuando perdonan repetidamente una ofensa le están
comunicando a su pareja que las transgresiones se pueden disculpar o que son aceptables.
¿Es cierto eso? ¡Por supuesto que no! Si eso fuera cierto, entonces cuando Dios te perdona
una y otra vez significaría que Él aprueba tu pecado y eso seguro que no es así. Cuando
Dios te perdona repetidas veces, te está comunicando Su amor y cumpliendo Su promesa
de mostrar misericordia. Dios odia el pecado, lo desprecia y lo encuentra ofensivo, pero
igual lo perdona. Es por eso que Jesús le dijo a la mujer que prendieron en el acto de
adulterio: “vete, y no peques más” (Jn. 8:11). Cuando Dios perdona, Él espera un cambio en
tu estilo de vida porque de eso se trata el arrepentimiento verdadero. Si Dios no demandara
un cambio en nuestra actitud y en nuestras acciones, estaría aprobando nuestro pecado.
Por lo tanto, si en tus conflictos matrimoniales odias lo que ha ocurrido entre
ustedes, perdona y luego demanda los cambios necesarios para evitar que vuelva a surgir
el mismo problema. Esto es lo que Pablo llamó: “obras dignas de arrepentimiento”
(Hch. 26:20). Para poder ver esos cambios se requiere que entablen serias conversaciones
en las que consideren soluciones prácticas. Ese fue el tema y el objetivo del capítulo 10,
“CÓMO SOLUCIONAR UN CONFLICTO POR COMPLETO”. Al resolver los conflictos por
completo, no te inquietará la idea de que estás aprobando el pecado de tu cónyuge.
Puede que esto requiera asesoramiento de tu pastor. Algunas veces una tercera persona
puede ser una gran ayuda al determinar si estás aprobando el pecado o no.
126
EL PERDÓN QUE PERDURA
Existe una solución para todo conflicto que te aleja de tu pareja si estás dispuesto a
buscarla. El negarte a perdonar y el guardar resentimiento en tu corazón no es parte de
ninguna solución y simplemente te causará más problemas. El perdón es el primer paso
para hacer realidad esos cambios. No te pierdas la bendición que Dios tiene para tu
matrimonio por no querer perdonar. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia” (Mt. 5:7).
Repaso
Si sabes que en tu corazón guardas resentimiento y quieres comenzar a resolver
esos conflictos, sigue los siguientes pasos:
1. Primero, elige perdonar porque es el mandato de Dios.
2. Pídele a Dios que te abra los ojos y te muestre tu propio pecado
3. Pídele a Dios que te perdone por tu dureza y renuencia a perdonar.
4. Pídele a Dios que te confiera Su perdón y compasión para con tu cónyuge.
5. Con humildad, ve y busca la reconciliación.
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EL PERDÓN QUE PERDURA
B. Escribe las razones por las que debes perdonar. Lee las páginas 120-122.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
D. Anota los pasos que debes tomar para realmente perdonar a tu cónyuge. Lee las
páginas 122-124.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
F. Anota los conceptos erróneos del perdón. Lee las páginas 124-127.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
128
EL PERDÓN QUE PERDURA
NOTAS
129
TERCERA SECCIÓN CLAVES PARA ESTABLECER TU RELACIÓN
Una vez que hayas eliminado los obstáculos que impiden el compañerismo y la
unidad en tu relación, será necesario fomentar la intimidad que anhelas. Existen principios
bíblicos claros y definidos que te permiten hacer esto al igual que un plano trazado le indica
a un contratista cómo construir una casa en las especificaciones correctas. ¿Cuáles son
estas pautas bíblicas que te ayudan a cimentar tu matrimonio para que resista la prueba del
tiempo? Continúa leyendo.
13
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
“Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová,
el que tiene misericordia de ti” Is. 54:10
as dicho alguna vez las siguientes palabras?: “Si no te gusta lo que hago, pues
¿H divórciate de mí” o “si no haces lo que te pido, me separo de ti”. Tristemente,
estas palabras son demasiado comunes en los hogares cristianos de hoy en día.
Y esto lo sé porque las escucho regularmente cuando asesoro a las parejas. Estas palabras
destructivas atacan los cimientos de tu compañerismo y hieren en lo más profundo del
corazón. Estas amenazas jamás deben salir de tus labios porque rechazan el pacto y el
compromiso que hiciste ante Dios. El solo hecho de contemplar pensamientos de divorcio
es extremadamente destructivo para tu relación. La amenaza de la ruina total de tu relación
socava y debilita uno de los bastiones más imprescindibles de tu matrimonio: la seguridad.
Comienzo esta última sección con el primer componente básico necesario para
fomentar la unidad y el compañerismo en el matrimonio. Esta piedra angular es la seguridad
de una entrega total. Tu cónyuge necesita saber que tú nunca abandonarás tu pacto
matrimonial. Esa debe ser tu promesa solemne “hasta que la muerte nos separe”. Ese es el
voto que hiciste ante Dios el día de tu boda y tu pareja espera que lo cumplas.
¿Le expresas con frecuencia a tu cónyuge tu entrega total y tu fidelidad? “Estoy totalmente
entregado a ti y a nuestro matrimonio, sin importar cuáles sean nuestras diferencias” o
“jamás dejaré de amarte ni de esforzarme por mejorar nuestro matrimonio”, esos son
comentarios que tu cónyuge anhela escuchar. Palabras como estas junto con las acciones
para respaldarlas son los componentes básicos más fundamentales para establecer un
matrimonio duradero. Existe una increíble seguridad en saber que tu pareja se interesa por
ti, tanto que está dispuesto a ceder, sacrificar y soportar lo que sea para permitir que el
amor se profundice.
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
131
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
132
ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
para ellos, es una declaración de que el statu quo no es aceptable. Este cónyuge está
declarando que él no puede continuar viviendo de la misma manera sin un cambio drástico
en la relación.
No es necesario que amenaces con el divorcio, quebrantando la Palabra de Dios,
para obtener la atención de tu pareja. Muchas veces pasamos de un extremo al otro; de no
mencionar los problemas (ocultándolos y negando su existencia) y rehusar la asesoría, al
extremo de simplemente darnos por vencidos y pedir el divorcio. A menudo somos seres
excesivos. Practica la moderación diciéndole a tu cónyuge, “llegó el momento de lidiar con
nuestros problemas y nuestras diferencias. Consultemos con un consejero”. Por favor,
reconoce que tu matrimonio es importante y merece que hagas un esfuerzo por fortalecerlo.
Si eso fue lo que motivó a tu cónyuge a usar la amenaza, escucha su clamor pidiendo un
cambio y entra en acción.
Otras personas usan el divorcio como amenaza porque es un juego de
manipulación. Quieren ver si pueden controlar o manipular a sus cónyuges haciéndolos más
sumisos. He visto a ambos cónyuges usar esta estrategia que es motivada por el deseo
egoísta de ejercer el control. Esa persona, en realidad, no quiere divorciarse. Simplemente
quiere que su pareja se rinda y deje de insistir con el tema en cuestión. Si determinas que la
motivación es el control y la manipulación, tienes que confrontar el problema firme y
amorosamente.
El control y la manipulación son formas sutiles de ejercer fuerza o presión. El amor
verdadero nunca crecerá en este tipo de ambiente porque el amor se entrega libremente,
jamás por fuerza o manipulación. El padre declaró que Su amor por el pueblo rebelde no
era obligatorio. Él dijo: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia” (Os. 14:4).
Las palabras, “de pura gracia”, significan “voluntariamente” o “por voluntad propia”.
Dios no estaba obligado a amarlos y Él jamás intentaría manipular a Su pueblo para que le
corresponda. Él te ama libremente y quiere que libremente recibas Su amor y le
correspondas.
Es importante observar que la Biblia termina con una invitación gratuita a recibir su
amor: “el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17). Una relación
matrimonial es igual. Por amor tienes que dar y recibir libremente y no por coacción o
manipulación. Uno de estos ambientes cultiva el crecimiento de amor mientras que el otro lo
destruye. Este problema se debe resolver antes de tratar cualquier otro. ¡No permitas que te
manipulen ni te controlen!; eso destruirá tu matrimonio y te destruirá a ti.
Otra razón por la que las personas usan el divorcio como amenaza es porque tienen
la intención de llevar a cabo su amenaza. De hecho la amenaza del divorcio es una manera
ambigua de dejarte saber que ese es el rumbo que llevan sin decir abiertamente que se
marchan de casa la semana siguiente. Esta es su manera de darte la noticia
paulatinamente. He visto eso muchas veces. Un cónyuge amenaza con el divorcio y el otro
inmediatamente quiere consultar con un consejero. El que amenazó está de acuerdo en
consultar a un consejero una o dos veces pero, en realidad, esta persona no tiene la menor
intención de reconciliarse. Más tarde, me doy cuenta de que él ya tenía planes de
marcharse y tal vez hasta tenía a otra persona esperándolo.
Es esencial que tomes en serio la amenaza del divorcio y reconozcas que existe un
grave problema entre ustedes. Esta amenaza socava el aspecto más fundamental de tu
relación. No trates de ocultar los problemas ni de negar su existencia. No jueguen entre
ustedes, sino traten los problemas en cuestión lo más pronto posible. Tu matrimonio
depende de ello. Si realmente quieres establecer un matrimonio duradero, no permitas que
nada socave tu compromiso con el pacto matrimonial.
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ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
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ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
A. Anota las razones por las que tu entrega a tu cónyuge es muy importante.
Lee las páginas 131-132.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
C. Si has usado el divorcio como amenaza, ¿cuáles de las razones en las páginas 132-133
se refieren a ti? Si tienes otras razones que no se encuentran en el libro, escríbelas aquí
y explícalas con precisión.
1. _____________________________________________________
_____________________________________________________
2. _____________________________________________________
_____________________________________________________
3. _____________________________________________________
_____________________________________________________
4. _____________________________________________________
_____________________________________________________
5. _____________________________________________________
_____________________________________________________
D. Escribe los pasos que se encuentran en las páginas 134-135 para dirimir estas
amenazas con tu cónyuge.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
E. Lee los siguientes versículos, identifica la enseñanza y cómo puedes implementar estas
verdades en tu matrimonio.
He. 13:5 _______________________________________________________________
______________________________________________________________________
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ASENTANDO LA SEGURIDAD POR MEDIO DE UNA ENTREGA TOTAL
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14
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
“Escuchad mi voz…y andad en todo camino que os mande,
para que os vaya bien” Jer. 7:23
U
nas cuantas semanas antes de que yo le entregara mi corazón a Cristo, un viejo
amigo me contaba sobre el plan que Dios tiene para mi vida. Me explicaba que la
verdadera felicidad sólo se alcanza al seguir la voluntad de Dios. Me negué a
aceptar su afirmación de que era necesario que cambiara mi rumbo y siguiera a Cristo. De
pronto, mi amigo interrumpió nuestra conversación y me preguntó directamente —Steve,
¿estás satisfecho con la vida que llevas?
Lo consideré por un momento y contesté, —No, realmente no.
Él continuó, —Y entonces, ¿qué pierdes con entregarle tu vida a Cristo? El rumbo
que llevas no ha producido el tipo de vida que realmente deseas, ¿por qué no haces un
cambio? ¿Por qué no le pides a Dios que te perdone y comienzas a vivir tu vida como Dios
manda? Obedécele a Él y Su Palabra, y veamos lo que sucede.
Ese día la conversación terminó mientras yo obstinadamente me negaba a admitir lo
que sabía era verdad.
Poco tiempo después de esa conversación finalmente le entregué mi corazón a
Cristo una noche mientras conducía mi auto. Nunca me he arrepentido de esa decisión,
ni un solo día. Jesucristo ha cumplido con todo lo que prometió en Su Palabra y más.
Él me ha dado la felicidad que yo anhelaba y que tanto había buscado en otras partes.
El vivir mi vida a Su manera ha sido la solución que había estado buscando.
Unos años más tarde me casé con mi esposa, Susan, y pasamos por el período
normal de adaptación con nuestros conflictos de recién casados. Pero una cosa era
evidente: cuando mi esposa y yo intentábamos vivir nuestras vidas conforme a los caminos
de Dios, vivíamos felices y en armonía. Hoy nuestro amor es más intenso de lo que me
imaginaba fuera posible. ¡Soy un hombre feliz!
Quiero desafiarte con la misma pregunta que mi amigo me hizo a mí. ¿Qué pierdes
con encaminar tu matrimonio hacia el plan de Dios? Si no eres feliz en tu matrimonio,
inténtalo a Su manera y verás lo que sucede. A aquellos que eligen obedecer enteramente
el plan de Dios en su vida personal, las Escrituras prometen que serán “arraigados y
sobreedificados en él” (Col. 2:7). Lo mismo ocurrirá en tu matrimonio cuando vives de
acuerdo con Sus preceptos. Se arraigarán y edificarán juntos en Cristo porque estarán
erigiendo su matrimonio sobre la roca firme e inmovible de Su Palabra.
necesita, sin excepción. Estos principios trascienden el tiempo, la cultura y todos los credos;
y son los preceptos de Dios para todas las parejas.
1. Tu cónyuge debe ser tu prioridad. En el plano vertical de tu vida, Cristo debe ser
tu prioridad espiritual. Anteriormente hablamos en detalle de lo importante que es buscar
“primeramente el reino de Dios y su justicia…” y de permitir que Cristo reine en tu corazón
(Mt. 6:33). En el plano horizontal, tu cónyuge debe tener prioridad sobre todas las otras
cosas en esta vida.
Desde el comienzo del tiempo, Dios ideó que tu esposo sería tu prioridad. Cuando
Dios celebró la primera boda en el huerto, claramente expresó Su intención para todos los
matrimonios subsiguientes. Él dijo, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y
se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24). La palabra “dejará” en este
versículo significa “dejar o abandonar”. La palabra “unirá” significa “aferrarse y adherirse
como pegamento” o también puede significar “seguir con empeño a otra persona”.
Este mandato se concibió para animar a todos los matrimonios a abandonar y renunciar a
su obligación dentro de una familia y a comenzar una estructura familiar totalmente nueva.
Esta pareja nueva se ha de amalgamar para formar una sola carne. Se deben seguir el uno
al otro con empeño tratando de ser el compañero principal del otro. El mando intrafamiliar y
el proceso de toma de decisiones deben pasar de la estructura familiar de los padres a la
del nuevo matrimonio. Es evidente que este mandato te insta a aferrarte a tu cónyuge y a
darle prioridad en tu vida. Debes seguir a tu cónyuge con empeño, dándole preferencia por
encima de todos y sobre todas las cosas.
Si las parejas obedecieran este mandato por completo, no existirían muchos de los
problemas matrimoniales. Sin embargo, a menudo he asesorado a parejas que han
quebrantado este principio, lo cual tiene repercusiones muy serias en su matrimonio.
Cuando permites que otra persona u otra cosa tenga prioridad en tu hogar, creas problemas
muy grandes. Permíteme citar dos ejemplos muy comunes en este proceso.
La interferencia de los suegros a menudo quebranta el principio de prioridad y causa
una gran discordia matrimonial. El problema comienza así: los padres, bienintencionados,
perciben una necesidad en el matrimonio de su hijo/a y entremeten en medio del problema
un consejo que no les han pedido. Ellos orientan a su hijo o hija tratando sinceramente de
ayudar, pero, por lo general, se encuentran con una fuerte resistencia del cónyuge.
¿Por qué? Porque es una invasión del principio dejará y se unirá. Estos suegros están
usurpando el derecho y la responsabilidad de la nueva unidad familiar que necesita tomar
decisiones sin presiones externas. Si el hijo adulto se deja influir más por la opinión de los
padres que por la de su cónyuge, se creará un enorme conflicto. Pero dices, “mi mamá y mi
papá también son familia”. Tienes razón, sí lo son; sin embargo, ellos ahora son tu familia
secundaria. Es cuestión de prioridad. Tu familia principal es tu cónyuge. Por ejemplo,
¿a quién le pides consejo primero, a tus padres o a tu pareja? ¿Qué opinión valoras más,
la de tus padres o la de tu cónyuge? Cuando hay una diferencia de opinión,
¿a quién escuchas primero, a tus padres o a tu esposa?
La solución a este problema es muy simple. De hoy en adelante, otórgale a tu pareja
el primer puesto en el plano horizontal de tu vida. Agradéceles amorosamente a tus padres
por su contribución y con delicadeza explícales que tú y tu cónyuge tomarán la decisión y
les informarás del resultado. Así es como discretamente trazas la línea divisora entre tu
familia y ellos. Si no haces eso sistemáticamente, tu pareja se sentirá traicionada y creerá
que valoras a tus padres más que a él.
Otra área en la que se quebranta el principio de prioridad es cuando nacen los hijos.
Este es un problema muy difícil y sutil porque ellos son parte de tu familia principal, y
139
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
consideras que sus necesidades son de alta prioridad. Antes de que nacieran los hijos, sólo
eran ustedes dos y se atendían mutuamente. Luego vino el bebé y se convirtieron en los
siervos fieles de esta criatura, satisfaciendo todas sus necesidades. Ahora tu atención está
dividida entre tu pareja y tu hijo. El tiempo a solas con tu pareja se esfumó. Es entonces
que, por lo general, las parejas comienzan a percibir cierta tensión en su relación. Siendo
padres nuevos se encuentran ajenos a las necesidades del otro porque simplemente están
abrumados por las nuevas exigencias del bebé. Ahora es muy difícil tener una conversación
sin que llore el bebé. Los paseos juntos son muy pocos, si es que los hay, porque los
padres nuevos, por lo general, no quieren dejar a su recién nacido con cualquiera;
o simplemente no hay dinero para esa cita romántica. La distancia entre el esposo y la
esposa aumenta, muchas veces inadvertidamente. En ese instante es necesario que uno o
ambos cónyuges reconozcan que se necesita un cambio para continuar la relación.
Sí, existe una solución a este dilema. Es importante recordar que los hijos están en
el hogar por un tiempo limitado. Llegará el día en que ellos se irán y establecerán sus
propias familias y ustedes estarán a solas de nuevo. Puesto que tu cónyuge permanece en
el hogar, él debe tener prioridad aun por encima de tus hijos. ¿Sabías que el porcentaje
más alto de divorcios no es sólo en los primeros cinco años de matrimonio, sino también
después de veinte años de casados? Y eso es porque a menudo después de veinte años de
casados, cuando todos los hijos se han ido, la pareja se da cuenta de que la relación entre
ellos es muy superficial. Estas parejas invirtieron todos sus esfuerzos en sus hijos y se
olvidaron de la prioridad de su propia relación. Ten cuidado, ¡que no te suceda eso!
¿Cómo lo puedes evitar?
Encontrarás la respuesta a esta pregunta en cada uno de los capítulos de esta
última sección del libro. Es imprescindible que hagas todo lo posible por darle a tu cónyuge
la más alta prioridad en tu lista. Adopta la costumbre de preguntarte, ¿qué necesita mi
pareja el día de hoy? Si les dedicas toda tu energía a tus hijos y a todos los que llegan a tu
casa, corres el riesgo de tener muy poco tiempo o energía para dedicarle a tu cónyuge
quien se sentirá traicionado. Si tu única prioridad son tus hijos y el tiempo dedicado a la
familia, la chispa entre ustedes como pareja lentamente se apagará. Una de las maneras en
que mi esposa y yo combatimos este problema fue dividiendo todas nuestras excursiones
en excursiones familiares y en pareja. Una semana salíamos a cenar con la familia y la
semana siguiente mi esposa y yo salíamos solos. Una noche salíamos a caminar con los
niños y el perro, y la próxima vez salíamos los dos solos. Íbamos a esquiar en familia, y la
próxima vez mi esposa y yo íbamos solos. Al seguir este plan, nadie se sentía abandonado.
No permitas que nada ni nadie les impida seguirse uno al otro con empeño.
No permitas que los padres, los hijos, el empleo o los amigos impidan que tu pareja sea tu
primer amor por encima de todos los demás en este mundo. Así es como Dios establece tu
relación para amoldarla a lo que Él diseñó.
2. Sométanse el uno al otro. El sometimiento es otra clave muy importante para un
matrimonio feliz. Para crear el matrimonio que Dios ideó, ambos cónyuges deben someterse
mutuamente tal como Pablo claramente explicó en sus enseñanzas sobre el matrimonio en
la epístola a los efesios. Al leer este pasaje, es importante observar que antes de dar las
instrucciones individuales a los esposos y las esposas, Pablo primero les explica esta
responsabilidad mutua: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:21). Por lo
general, cuando las personas comienzan a leer esta sección sobre el matrimonio, empiezan
con el versículo 22: “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor”
(LBLA). Pero al hacer eso sacan el pasaje de su contexto. Si realmente quieres establecer
tu matrimonio conforme al diseño de Dios, todos los mandatos bíblicos pertinentes deben
140
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
basarse en el sometimiento mutuo. Pablo comienza con este tema para que su importancia
no pase desapercibida. También es importante reconocer que todos los creyentes, casados
o solteros, deben tener esa actitud hacia los demás. Por lo tanto, el sometimiento mutuo es
una característica fundamental y necesaria en todas las relaciones humanas y en particular
en el matrimonio—la relación más íntima de todas. ¿Cómo se someten el uno al otro?
¿Y qué efecto tendrá eso en tu relación?
La palabra someter significa “sujetar, subordinar o ceder”. La primera pregunta que
debes hacer es, ¿qué es lo que debo someter o subordinar? La respuesta es,
¡tu propia persona! Tú eres el que tiene que ceder. Si tú simplemente sometieras el ‘yo’ que
siempre quiere salirse con la suya, ¡qué armonía reinaría en tu matrimonio!
¿No es el egoísmo el problema más grande en cualquier relación matrimonial? Lo ha sido
en la mía, y estoy seguro de que también lo ha sido en tu relación. En el capítulo 6 traté
este tema. Observa que Pablo, con mucha prudencia, se dirige a este problema
fundamental del ‘yo’ y a la necesidad de someterlo antes de mencionar los detalles para los
esposos y las esposas. Cuando se somete el egoísmo, la lucha por el poder entre la pareja
desaparece. La toma de decisiones es mucho más fácil porque ninguno de los cónyuges
está insistiendo en salirse con la suya. Todo aspecto de la relación se simplifica porque
tratan de llegar a un acuerdo y de ceder en lugar de controlar.
Quiero recalcar que ambos cónyuges se deben someter. El sometimiento no le
corresponde sólo a la mujer, como piensan algunos. El esposo debe someter su egoísmo al
igual que la esposa. La razón principal por la que el hombre no toma el liderazgo espiritual
en el hogar es el egoísmo, lo cual hace que se ame más a sí mismo que a su esposa.
Eso le impide que ame y valore a su esposa como Cristo amó a la iglesia. El egoísmo incita
al hombre a dictar y gritar órdenes en lugar de razonar con su esposa; es lo que alimenta la
resistencia a ayudarla con los quehaceres o con los niños después del trabajo.
Estas son sólo algunas de las maneras en las que el esposo debe dominar el ‘yo’.
Recuerda, Jesús se humilló, abdicó Su reputación y se entregó como siervo a la iglesia que
tanto amaba. Él rechazó todo interés propio como lo debe hacer todo matrimonio que
realmente quiera fortalecer su relación. Más adelante en este capítulo hablaré más a fondo
de este tema tocante a ambos cónyuges.
3. Sométanse mutuamente a Dios. Es importante reconocer porqué ambos
cónyuges se deben someter el uno al otro. Pablo dijo: “Someteos unos a otros en el temor
de Dios” (Ef. 5:21). Los dos, el esposo y la esposa, deben someterse simplemente porque
temen a Dios, o sea, como muestra de respeto y veneración a Dios. Recuerda, el poder
para realizar cualquier acto piadoso en el matrimonio proviene de la relación espiritual de
esa persona con Cristo. Eso es lo que te motiva y te habilita para actuar de una manera
totalmente diferente a tu naturaleza egoísta. Debido a que ustedes dos temen a Dios,
se someterán naturalmente a Él y a sí mismos.
Si ambos se someten a Dios, mantendrán el equilibrio perfecto en la relación
matrimonial. Si el esposo se somete a Dios, él nunca abusará de su autoridad como cabeza
del hogar, ni tomará una postura contraria a la Biblia. Él los guiará con un corazón servil
porque es un siervo de Cristo. Este esposo guiará a su familia con amor porque el Señor lo
guía. Él usará su autoridad apropiadamente porque está sometido a la autoridad de Cristo.
Si la esposa se somete a Dios, nunca permitirá que su esposo la controle ni la pisotee.
Ella se someterá solamente: “como conviene en el Señor” (Col. 3:18). Tampoco tratará de
controlar ni manipular a su esposo porque eso indicaría que no se ha sometido a Cristo.
El mutuo sometimiento a Dios cambiará drásticamente todo aspecto de tu relación
matrimonial.
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
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C. Es más, para guiar a tu esposa con amor debes convertirte en siervo en tu casa
conforme sea necesario. Puede que estés pensando: un momento, si yo soy la cabeza del
hogar, ¿por qué entonces tengo que ser siervo? Tienes razón. Tú eres la cabeza del hogar,
pero eso significa que has sido llamado a ser el siervo principal en tu hogar. Debes recordar
que aun la cabeza de la iglesia, Jesucristo: “no vino para ser servido, sino para servir”
(Mt. 20:28). Las Escrituras también nos enseñan que todos debemos servirnos unos a otros
por amor (Gá. 5:13). Por lo tanto, el servirle a tu esposa es una muestra de amor
manifestado al compartir los quehaceres de la casa cuando tu esposa necesita un
descanso, cuidar a los niños cuando ella quiera salir con una amiga, hacer mandados o
cocinar una comida. Uso estos ejemplos porque a menudo escucho quejas de las esposas
que sus esposos se niegan a hacer esas cosas. ¿Y tú? ¿Estás siguiendo el ejemplo de
Cristo y eres siervo en tu hogar?
D. Para guiar con cariño como lo hizo Cristo, también debes ministrar
espiritualmente a tu esposa. Eso es lo que hizo Cristo al amar a Sus discípulos.
Él les brindó liderazgo espiritual, consejos, oración y aliento. Cristo se entregó a sí mismo
por la iglesia: “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:26-27).
¿Cómo puedes seguir el ejemplo de Cristo en el liderazgo espiritual y consagrar a tu
esposa y a tu familia? Primero, debes tener una pasión por las cosas de Dios,
y en particular por Su Palabra. Recuerda, Jesús santificó a la iglesia con Su Palabra.
Antes de ministrar la Palabra de Dios a tu esposa y a tu familia, tú mismo debes ser un
estudiante de la Palabra y permitir que te santifique. Al rendirte ante las Escrituras,
te nacerá naturalmente el liderazgo espiritual porque te someterás a la autoridad de Dios al
aceptar Su instrucción. Luego, será algo muy natural para ti iniciar conversaciones sobre
temas espirituales con tu esposa y tus hijos. Cuando Dios se comunique contigo por medio
de Su Palabra, tú podrás compartir con tu esposa lo que estás aprendiendo y pedirle a ella
que te explique lo que está aprendiendo en su estudio de la Palabra. Al hacer eso, la
comunión espiritual entre ustedes florecerá y aumentará.
También puedes santificar a tu esposa orando con ella y por ella. Santiago dice:
“La oración eficaz del justo puede mucho” (Stg. 5:16). ¿Estás convencido de eso? Si es así,
hazla tu compañera de oración. Al orar uno por el otro y por los demás, la unidad que Dios
diseñó para tu matrimonio se convertirá en una realidad. También debes tomar el liderazgo
espiritual con tus hijos. Por la noche, cuando tus hijos se van a dormir, tantas veces como
sea posible, guíalos en oración. De la misma manera, varias veces por semana debes dirigir
devocionales con tus hijos. Si has de impartir la importancia de la Palabra de Dios a tus
hijos, ellos deben notar que la consideras lo suficientemente importante como para
comunicársela a ellos. Tú debes ser el que sugiere ir a la iglesia el domingo por la mañana y
entre semana. Al tomar el liderazgo espiritual de esta manera, no solamente seguirás el
ejemplo de Cristo, sino que Dios te usará para inculcar en tu familia una pasión por
Jesucristo.
E. Si quieres guiar a tu esposa con cariño, suplirás sus necesidades, la sustentarás
y la cuidarás como lo haces con tu propia persona. Pablo exhorta: “los maridos deben amar
a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como
también Cristo a la iglesia” (Ef. 5:28-29). ¿Cómo te cuidas tú? ¿Cuánto tiempo dedicas para
alimentar, asear y vestir tu propio cuerpo? Debes cuidar a tu esposa de la misma manera.
Tú provees lo necesario al salir a trabajar todos los días. La obra de amor que le
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
demuestras a ella y a tu familia es la manera en que les sirves y los sustentas. La nutrición
emocional también proviene de una comunicación comprensiva y de estar atento a sus
necesidades al llegar a casa después de un arduo día de trabajo. Ella ha estado platicando
con los niños la mayor parte del día; necesita conversar con adultos y necesita ánimo.
Dedicarle, aunque sea unos breves minutos para conversar, satisfará su carencia emocional.
Prestarle atención mientras ella relata los acontecimientos del día le demostrará que valoras
tu relación y la valoras a ella. ¿Le demuestras afecto a tu esposa de esta manera?
F. Para guiarla con delicadeza como lo hace Cristo, necesitas entender sus
necesidades. Pedro dio esta exhortación cuando dijo: “maridos, igualmente, convivid de
manera comprensiva…” (1 P. 3:7 LBLA). La palabra comprensiva significa “conocer por
investigación o estudio”. Para crecer en amor se requiere una increíble cantidad de
comprensión. ¿Cómo puedes amar a tu esposa si no conoces bien sus pensamientos y sus
necesidades? Solamente entonces podrás actuar conforme a ese conocimiento para amarla
y cuidarla. Si tú sabes lo que a ella le agrada o le desagrada, harás planes para realizar
ciertas acciones y para abstenerte de otras. El satisfacer sus necesidades demuestra tu
amor por ella de una manera práctica y verdadera. En el próximo capítulo hablaré de este
tema en más detalle.
G. Finalmente, para guiar a tu esposa con cariño la debes honrar como Pedro indicó:
“dando honor a la mujer…” (1 P. 3:7). Las palabras dando honor significan “enaltecer o
premiar su mérito”. Tu esposa se sentirá valorada cuando la ames como Dios manda.
Tus palabras y tus acciones le harán sentir que la aprecias mucho. ¿Percibe tu esposa que
la amas de esta manera? Eso es lo que significa amar a tu esposa como Cristo amó a la
iglesia. Si quieres saber si la amas de esta manera, pregúntale si ella siente que la valoras.
Comentaré más sobre este tema en el siguiente capítulo.
Esta es una indicación de que amas a tu esposa como la ama Cristo y por
consiguiente tendrás el matrimonio que tanto anhelas.
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
Con Su amor te atrae para que te acerques a Él así como atrajo al pueblo de Israel:
“Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor” (Os. 11:4).
Esta es una parte esencial del ejemplo de Cristo si decides ser el esposo que Dios
quiere que seas. Nunca jamás puedes imponerle tu liderazgo a tu esposa.
Ella voluntariamente se debe someter al igual que tú voluntariamente te sometes a Cristo.
¿Por qué te sometes voluntariamente al liderazgo de Cristo? ¿No será por Su corazón
tierno y el amor que demostró con el sacrificio de Su vida y Su muerte en la cruz?
No es necesario que Jesús te imponga Su voluntad porque tú ya estás convencido de Su
amor incondicional y de Su paciencia. También estás seguro de Su misericordia, en vista de
tus fracasos, y de que tú eres Su prioridad. Naturalmente te quieres rendir ante Su autoridad
sobre tu vida porque estás totalmente convencido de esto.
En lugar de imponerle tu voluntad a tu esposa, tú debes ser un ejemplo del liderazgo
de Cristo y debes amorosamente buscar la manera de llegar a un acuerdo sobre todos los
asuntos que los dividen. Pablo recomendó resolver los problemas sexuales de esta manera.
Él exhortó a los hombres y a las mujeres de la iglesia en Corinto a que no se negaran el uno
al otro: “a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento…” y luego, “volved a juntaros
en uno…” (1 Co. 7:5). La palabra consentimiento en este versículo significa “llegar a un
acuerdo”. Observa que Pablo no le sugiere al esposo que le imponga su voluntad a su
esposa para obtener su consentimiento. Él quería que las parejas cariñosamente
convinieran en una solución. Si es así como has de tomar decisiones en el aspecto más
íntimo de tu matrimonio, con mucha más razón debes usar este mismo método en los
aspectos más comunes. El amor intenta encontrar un acuerdo y nunca usa la fuerza.
Cuando tomas decisiones de esta manera, se evitan los comentarios de: “te lo advertí” que
se escuchan más tarde al darse cuenta de que fue una mala decisión. Evita las discusiones
en el futuro. No domines a tu esposa, más bien, invítala a participar en la toma de
decisiones. Te alegrará haberlo hecho.
B. El ser el jefe de familia no significa que debes controlar las decisiones personales
de tu esposa. Muchas mujeres me dicen que sus esposos tratan de dictar y de controlar
cada detalle de sus vidas. Si se niegan, se les acusa de ser insumisas. Por ejemplo, una
mujer me dijo que su esposo quería controlar el largo de su cabello. A otra esposa se le dijo
que, si no guardaba los platos en cierto armario, no era sumisa. Eso no es amor, es un
control egoísta y arrogante. Es importante recordar que ni Dios mismo trata de controlar
todas tus decisiones. Existe una multitud de cuestiones que no tienen que ver con la
moralidad y que Dios quiere que tú mismo decidas. Todo el capítulo catorce de la epístola a
los Romanos está dedicado a este tema. Ahí, Pablo habla sobre qué día de la semana se
debe rendir culto, y si se debe comer carne o vegetales. El capítulo revela el principio
fundamental: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada
uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Ro. 14:5). Si Jesucristo, que es la
cabeza del cuerpo, no pretende controlar todas nuestras decisiones, ¿cómo puede pensar
un hombre que él puede controlar a su esposa de esa manera? Eso impedirá el verdadero
amor entre ustedes. Esposos, concédanle a su esposa el respeto y la libertad para tomar
sus propias decisiones personales.
Si amas a tu esposa de esta forma, estarás siguiendo el modelo supremo del líder
de los servidores, Jesucristo. Tu esposa te corresponderá naturalmente porque el liderazgo
amoroso de Dios le es muy atractivo a la mujer. Tu esposa se someterá a tu liderazgo más
fácilmente si la guías de esta manera.
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
En primer lugar, el sometimiento es algo que todos tenemos que aprender en todo
aspecto de nuestras vidas. Tú como ciudadano, tienes que aprender a someterte a las leyes
de tu país o te meterán en la cárcel. Tienes que someterte a las reglas de tránsito o te
impondrán una multa. Como empleado, tienes que complacer a tu jefe y hacer lo que él
requiere que hagas. Como estudiante, tienes que entregarle tus deberes al maestro en su
debido tiempo. Aun como amigo, debes respetar el pedido de reprimir alguna conducta
ofensiva. Cuando consultas con tu médico y él diagnostica tu enfermedad, tienes que
decidir si te someterás a su tratamiento o no. Nadie se escapa del sometimiento. Debido a
las ideas adversas al sometimiento, comenzaré por definir lo que no es sometimiento.
A. El sometimiento no significa que eres inferior a tu esposo. Las Escrituras afirman
la igualdad total entre el hombre y la mujer. Pablo fue el que categórica y radicalmente elevó
a la mujer al mismo nivel que el hombre: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre;
no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3:28). Este
comentario de Pablo fue totalmente revolucionario en el primer siglo porque a las mujeres
se las consideraba enseres o propiedad personal de sus esposos. En vista de este pasaje,
no se le puede acusar a Pablo de ser machista.
El apóstol Pedro también consideraba a la esposa igual que a su esposo. Después
de afirmar que la esposa se debía someter a su esposo, él declara que las esposas son:
“coherederas de la gracia de la vida…” (1P. 3:1,7). No existen ciudadanos de segunda clase
en el reino de Dios. Es esencial que el esposo esté convencido de esto, o de otra manera
nunca estará dispuesto a atender a su esposa como lo manda Cristo. Si ella es inferior a él,
¿por qué debe atenderla como si fuera su propia carne?
Considera la definición del sometimiento en referencia a la relación de Jesucristo
con el Padre. Jesús era igual al Padre en todo aspecto y, sin embargo, se sometió
totalmente a Él. Pablo describe la armonía de esta igualdad y sometimiento cuando predicó
que Jesús “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo… se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte…” (Fil. 2:6-8). Jesús no consideró Su
igualdad con el Padre como algo que podía exigir o tomar por fuerza. Él voluntariamente
cedió su derecho para convertirse en siervo. Debido a la increíble unidad y la gloria de Su
relación, el Padre y el Hijo obraron juntos para llevar a cabo el plan de la salvación del
mundo. Tú también puedes adoptar esta misma actitud como ayudante de tu esposo
estando consciente de la igualdad con tu pareja, y a la vez, obrando sometidamente para
alcanzar el objetivo de Dios para tu hogar. El diseño y propósito para tu familia es formar
una descendencia devota y enseñarles el camino en el que deben andar (Mal. 2:15).
Un ejemplo aún más sorprendente de lo glorioso de la humildad de Cristo se puede
apreciar en la manera en que Él se sometió a Su madre y a su padre. Él era superior por Su
naturaleza misma, pero estaba dispuesto a someterse a ellos (Lc. 2:51). Someterse a
alguien cuando uno se considera su igual es una cosa, pero someterse cuando la
naturaleza misma es superior es muy distinto. Si Cristo pudo someterse de esa manera,
¡seguro que tú puedes someterte a tu igual! Por lo tanto, el sometimiento no te hace inferior
a tu esposo, así como Cristo no es inferior a Su Padre. Tú te sometes a tus iguales todos
los días en tu trabajo, ¿por qué es tan difícil hacerlo en casa?
B. El sometimiento no quiere decir que has de ser la esclava personal de tu esposo.
No puedes ser coheredera con tu esposo y esclava a la vez. Estas dos posiciones son
totalmente opuestas. El mismo Jesús no llamó a sus discípulos esclavos; los llamó amigos
(Jn. 15:15). Este es el tipo de relación que debe existir entre un esposo y su esposa porque
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
esta es la imagen de Cristo y Su iglesia. Un esclavo tiene que hacer todo lo que se le
ordena. Los amigos no dan órdenes; ellos piden.
En ninguna parte de las Escrituras encontrarás que el sometimiento a nivel humano
requiere obediencia incondicional. Existen límites al sometimiento. Pablo dice que una
esposa se debe someter sólo: “como conviene en el Señor” (Col. 3:18). La palabra conviene
significa “como corresponde en el Señor”. Esto quiere decir que cualquier pedido de tu
esposo tiene que estar en armonía con la Palabra del Señor. Si tu esposo te pide que hagas
algo que quebranta las Escrituras o tu consciencia ante Dios, las Escrituras requieren que
obedezcas a Dios en lugar del hombre. Este principio es totalmente bíblico. Véase Hechos
5:28,29; Romanos 14:21; Hechos 24:16.
El mejor modelo de tu sometimiento como esposa es la iglesia de Jesucristo. Como
lo dijo Pablo: “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén
a sus maridos en todo” (Ef. 5:24). Todo lo que tienes que hacer es preguntar, “¿Me pediría
Jesús que haga esto?” Si la respuesta es no, el sometimiento a Cristo requiere que
rechaces el pedido de tu esposo.
C. El sometimiento no significa que nunca abras la boca ni des tu opinión o consejo.
Eso no es lo que observamos de las mujeres devotas en las Escrituras. Permíteme citar
unos ejemplos. Sara, la esposa de Abraham, es un buen comienzo. La epístola de Pedro la
llama un buen ejemplo de la esposa sumisa. Cuando surgió un conflicto en su familia que
Abraham no resolvía, ella no se quedó callada. Sara vio al primogénito de Abraham, hijo de
Hagar, burlarse de Isaac, su hijo. Sara expresó su opinión y le pidió a su esposo que los
sacara de la casa de ella. Abraham se disgustó mucho por su pedido. Dios intervino y le
habló a Abraham diciéndole: “en todo lo que te dijere Sara, oye su voz” (Gn. 21:12).
Esta no es la imagen de una esclava servil que nunca abre la boca. Todo lo
contrario, Sara notó un problema muy serio en su hogar y sabía que era necesario actuar de
inmediato. Ella le informó a su esposo del problema y le dio su consejo. Abraham asintió al
consejo de Dios y los dos llegaron a un acuerdo sobre qué medida tomar. Obviamente, el
sometimiento no quiere decir que nunca digas nada y que no ofrezcas tu opinión o consejo
sobre algún tema. Lo que sí es esencial es que debes expresar tu opinión con la actitud
indicada.
Existen otros ejemplos que debes estudiar tocante a este tema. Observa lo que hace
la mujer virtuosa de Proverbios 31: “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está
en su lengua” (Pr. 31:26). Una buena mujer le habla a su esposo con prudencia y con
amabilidad. O puedes estudiar el ejemplo de cómo la esposa de Manoa aconsejó a su
esposo respecto a su problema con el temor. (Jue. 13:21-25). Priscila y su esposo le
ministraron la Palabra al gran predicador, Apolos (Hch. 18:26). Cada uno de estos ejemplos
revela la moderación del papel de una esposa devota.
Al analizar tu situación como mujer cristiana, recuerda que el modelo supremo es la
relación entre Cristo y su iglesia. Hazte las siguientes preguntas: ¿usaría yo esas palabras
con Jesús? ¿Le hablaría yo al Señor con la misma actitud con la que le hablo a mi esposo?
¡Este tipo de preguntas te dará moderación!
148
ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Ef. 5:33).
El sometimiento es una actitud, es el fruto de tu sometimiento a Dios y el fruto del Espíritu
Santo que reina en tu vida. Al rendirte ante el Señor Jesucristo, Su paciencia y Su ternura
naturalmente te controlarán; controlarán tu lengua y todas tus acciones. Cuando esta actitud
reina en tu vida, el resto es fácil.
B. El sometimiento significa que dominas el deseo de controlar a tu esposo. Cuidado
con la lucha por el poder que a menudo arrasa el hogar. Es la contienda por el control.
Para aquellas cuyos esposos no están tomando el papel de líder, la tentación de controlar
es mucho más grande. Tendrán que resistir su deseo de dominar y tomar el control, ya que
él no lo hace. A la misma vez, el verdadero sometimiento significa que no lucharás con tu
esposo cuando él trate de dirigir, simplemente porque quieres seguir ejerciendo el control.
Tú bien sabes cuándo está sucediendo eso. El sometimiento significa que refrenas esa
actitud cuanto antes, y le ofreces a tu esposo el aliento y el consejo que necesita para ser el
líder que corresponde.
Tú renuncias al control porque voluntariamente aceptas el puesto que Dios le ha
otorgado a tu esposo como cabeza de la familia; no porque él sea superior a ti, sino porque
Dios así lo dispuso. Recuerda, Pablo dijo: “el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo
es cabeza de la iglesia” (Ef. 5:23). Este concepto se originó al principio de los tiempos.
Después de la caída de Adán y Eva en el huerto, Dios le dijo a la mujer: “y él se
enseñoreará de ti” (Gn. 3:16). Esta es la razón por la que Dios manda a los hombres a ser
líderes en sus hogares y a las esposas a que se sometan a los hombres. El Padre
simplemente creó una cadena de mando parecida a la que existe en la Trinidad. Observa
que existe una cadena de mando que desciende de Dios Padre a la familia: “quiero que
sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la
cabeza de Cristo” (1 Co. 11:3). Es interesante notar en este contexto que incluso tu cuerpo
fue creado para sostener una sola cabeza para dirigir al cuerpo. ¿Por qué? Porque le
provee orden y armonía a tu cuerpo entero. ¿Te imaginas la magnitud de la lucha por el
poder si tuvieras dos cabezas peleando por el control? Asimismo, Dios en Su sabiduría
sabe lo que dará mejor resultado en la familia que Él creó.
Considera tu propia relación con Cristo por un momento. Espero que cuando te
sometas a Cristo no luches contra lo que Él quiere hacer en tu vida, y que voluntariamente
te sometas a Su puesto como Cabeza de la iglesia. De la misma manera, le debes ceder
este puesto a tu esposo, así como él le cede el puesto a Cristo. No puedes negar que es
fácil someterse a Cristo por la manera fenomenal en la que Él demostró Su amor por ti.
Si una pareja encuentra esa armonía, a pesar de que los medios de comunicación -los
portavoces de este mundo- clamen todo lo contrario, el gozo y el compañerismo que Dios
diseñó para el matrimonio se harán realidad y la lucha por el poder terminará.
C. El sometimiento es ser la ayuda que Dios te ha llamado a ser. A las esposas:
Dios te creó para ser la ayudante. Recuerda, este fue el propósito original de Dios. Él dijo:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18).
Ya expliqué que tu esposo necesita ayuda. Dios no habría creado a la mujer para ser su
ayuda si él no necesitara ayuda. Él creó una ayuda idónea para que el hombre no tuviera
que estar solo. La palabra idónea muestra la igualdad y el compañerismo que Dios diseñó
para el matrimonio del hombre y su mujer. Por lo tanto, si Dios te ha llamado a ayudar a tu
esposo, no seas un obstáculo que pelea por el control. Averigua en qué áreas tu esposo
necesita ayuda y dásela. Al hacer esto, te convertirás en el complemento perfecto para tu
cónyuge. Si él necesita apoyo, bríndaselo. Si necesita reprobación, dásela. Cuando él
necesite un consejo, provéele todos los datos y la información que puedas obtener sobre la
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
situación. Hazle saber lo que tú piensas acerca de ello, anímalo y ora con él. Sugiérele una
solución en la que los dos concuerden, y luego ayúdale a implementar la decisión.
En lo personal, yo me he dado cuenta de que mi esposa es mi mejor consejera.
Ella es muy perspicaz y me ha ayudado muchas veces con su hábil prudencia. Ella siente
mucha compasión por los demás y eso me ha moderado en ocasiones cuando podría haber
sido muy severo. Su aptitud para tomar decisiones está totalmente basada en la Palabra y
muchas veces me ha influido enormemente. Sería una tontería no aprovechar este increíble
recurso que vive bajo mi propio techo.
¿Cuál sería el resultado si organizaras tu matrimonio de esta manera? La lucha por
el poder desaparecería y brotaría un compañerismo tierno. Cuando respondan mutuamente,
los dos comenzarán a buscar la manera de ceder y de servirse el uno al otro en lugar de
sólo recibir. El amor comenzará a crecer más y más cada día, lo cual afianzará tu
matrimonio. Piénsalo, ¿qué pierdes con intentarlo? Te aseguro que, si pones en práctica
estos principios, no perderás nada, pero sí tendrás un matrimonio duradero.
A. ¿Cuáles son los principios bíblicos más básicos que todo matrimonio debe seguir?
Lee los siguientes versículos y anota lo que Dios declara que debes hacer.
1. Ef. 5:25 _________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
3. Ef.5:21 __________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
5. 1P.3:7 ___________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
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6. 1Co.7:3 __________________________________________________________
___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
B. De los principios que se encuentran en la sección A ¿con cuáles batallas y por qué?
1. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________
___________________________________________________________________
C. ¿Qué puedes hacer para cambiar tus acciones o tu actitud y seguir el plan de Dios para
tu matrimonio como lo dictan las Escrituras en la sección A?
1. ___________________________________________________________________
2. ___________________________________________________________________
3. ___________________________________________________________________
4. ___________________________________________________________________
5. ___________________________________________________________________
6. ___________________________________________________________________
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ASENTANDO TU RELACIÓN COMO DIOS MANDA
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15
ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
“Vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres,
como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor” 1 P. 3:7 (LBLA)
C “Sencillamente no entiendo. ¿Qué le pasa? ¿Por qué piensa así, o por qué ella le da
tanta importancia a eso?” A menudo también escucho: “Él no tiene la menor idea de
lo que le digo. Es como si habláramos de dos cosas totalmente distintas”.
Estos comentarios revelan una verdadera falta de comunicación entre dos personas lo cual
afecta enormemente la relación. Si ustedes no se comprenden, ¿cómo podrán establecer
un verdadero compañerismo y amistad? ¿Cómo pueden ser comprensivos, indulgentes,
considerados o tolerantes el uno con el otro cuando tienen muy poco conocimiento de lo
que realmente motiva a la otra persona? Al final, terminan en campos opuestos porque no
comprenden el modo de pensar ni los sentimientos del otro. La comprensión mutua es clave
para poder actuar juntos, alcanzar metas comunes y tener una amistad verdadera.
Es por eso que el apóstol Pedro exhortó a los esposos en referencia a las esposas:
“Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres,
como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la
gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas” (1 P. 3:7 LBLA). Pedro
creía que para vivir en armonía y poder honrar a tu esposa como coheredera de las
promesas de Dios era necesario que la comprendieras; él también advirtió que un fracaso
en esta área del matrimonio resultaría en una vida de oración frustrada o ineficaz, ya sea en
la vida personal o conyugal. La comprensión que le demuestras a tu cónyuge es
fundamental para establecer el tipo de relación piadosa que les permitirá vivir en paz y
madurar juntos. En este capítulo quiero examinar por qué las parejas no se comprenden.
Cuando hayas entendido por qué batallan, será más fácil determinar cómo adquirir la
comprensión necesaria para disfrutar las bendiciones que resultarán. Es importante
observar que este pasaje está dirigido a los esposos, esto indica que ellos tienen un mayor
problema en esta área y deben estar dispuestos a aceptar la instrucción incluida en el
pasaje. En mi experiencia, he notado que en general a los hombres les cuesta más
comprender a sus esposas. Sin embargo, esto no quiere decir que las esposas no tengan
dificultades. El hecho de que no haya una instrucción en particular para las esposas no
quiere decir que las mujeres se salven. Tanto el hombre como la mujer están sujetos a la
tentación (1 Co. 10:13), y ambos corren el riesgo de no saber comprender a su pareja.
instrucción de estos consejeros con el ejemplo de las Escrituras, encontrarás una gran
contradicción. La pregunta, ¿por qué?, se encuentra más de cuatrocientas veces en la
Biblia. Dios hizo la pregunta por primera vez cuando le preguntó a Caín, ¿Por qué te has
ensañado? (Gn. 4:6). Era una de las preguntas favoritas que Jesús usaba para cultivar el
crecimiento en aquellos a quienes ministraba. Él les preguntaba: “¿por qué os afanáis?”
(Mt. 6:28); “¿Por qué teméis?” (Mt. 8:26); “¿Por qué dudaste?” (Mt. 14:31) y en particular en
referencia a nuestro tema: “¿Cómo aún no entendéis?” (Mr. 8:21).
¿Por qué es de vital importancia preguntar, por qué? Porque cuando te haces esa
pregunta te ves obligado a razonar la cuestión para lograr entenderla y encontrar
soluciones. La comprensión resuelve la mitad de cualquier problema en tu matrimonio.
Una vez que entiendas por qué estás tomando cierta medida, la solución bíblica se
manifiesta claramente. Por ejemplo, si te das cuenta de que la razón por la que aún estás
furiosa con tu pareja es porque no lo has perdonado por completo, es muy razonable
concluir que tienes que tomar esa medida si quieres salir de ese estancamiento.
Te debes preguntar, ¿por qué tienes tan poca tolerancia para con tu cónyuge?
Cuando encuentres la respuesta, la solución será muy clara. ¿Qué razones dan las
Escrituras para explicar por qué los hombres y las mujeres tienen dificultad para
comprender?
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ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
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ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
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ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
2. Escudriña las Escrituras. Dios también nos imparte Su entendimiento para con
nuestras parejas por medio de Su Palabra. Si le pides sabiduría, Él te guiará a la fuente
principal del entendimiento de todas las cosas: la Biblia. Salomón afirmó que, si estudias el
libro de Proverbios, te servirá “Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones
prudentes” (Pr. 1:2). Si te quieres comprender a ti mismo y quieres comprender las
responsabilidades que Dios te ha dado, especialmente en tu matrimonio, simplemente
estudia la Palabra de Dios. Cuando comiences a comprenderte a ti mismo comenzarás
también a comprender a los demás, incluso a tu cónyuge. Las Escrituras te ayudan a
entender los conflictos comunes de nuestra naturaleza humana y las soluciones
providenciales para éstos. Al obedecer estas instrucciones celestiales, tu vida y tu
matrimonio naturalmente entrarán en armonía porque tú entenderás la verdad y actuarás
conforme a los caminos de Dios.
Aun después de leer los pasajes antes mencionados, muchos dudan que puedan
realmente comprender a su pareja. Las personas me dicen: “Steve, lo he intentado y
todavía no lo logro”. Para aquellos que tienen dificultades, permítanme afirmarles que
¡sí es posible! Es por eso que les insto a que busquen al Señor en oración y en Su Palabra.
Él te ayudará, ¡si se lo pides! Debes confiar en que sí es posible adquirir el conocimiento
necesario porque Dios te ayudó a rectificar el malentendido que tenías respecto a Él para
poder acercarte a Cristo. Juan declara: “sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha
dado entendimiento para conocer al que es verdadero…” (1 Jn. 5:20). Si Dios es capaz de
sacarte de las tinieblas y la confusión y de llevarte a Su maravillosa luz y a la claridad de Su
verdad, seguro que puede habilitarte para comprender a tu pareja. Confía en que lo hará.
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ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
susténtala así como lo haces con tu propio cuerpo. Ninguna persona sensata desatendería
ni trataría de destruir su propio cuerpo. Al contrario, a menudo nos aseguramos de
alimentarlo, asearlo y mimarlo para el provecho del alma.
De igual manera, si prestas atención a la reprensión de tu pareja, puedes llegar a
comprenderla mucho mejor. ¿Qué fue lo último que te reclamó tu cónyuge?
¿Prestaste atención y tomaste medidas? Si lo hiciste, te estás convirtiendo en una persona
prudente y comprensiva. Si continúas tomando medidas similares, las bendiciones de Dios
se manifestarán en el amor y la intimidad entre ustedes.
5. Recuerda las respuestas de tu pareja. Una pareja que asesoré hace años tenía un
grave problema por falta de comprensión. El esposo rara vez recordaba lo que su esposa le
había revelado. Ella le había comunicado a su esposo muchas cosas que le agradaban y le
desagradaban, pero él continuaba haciendo esas cosas que la irritaban. Tenían un conflicto
tras otro. Ella me dijo: “se lo he dicho muchas veces, pero ¡él elige no acordarse!
Estoy segura de eso porque veo que sí recuerda cosas que considera importantes.
Pero la próxima vez que el mismo conflicto surge entre nosotros, tengo que repetirle toda la
explicación de nuevo. Estoy totalmente frustrada. ¿Qué puedo hacer?”
La raíz del problema era la falta de voluntad para escuchar y recordar. Ese hombre
no se interesaba en recordar lo que su esposa le había dicho ni lo que le había pedido y,
por lo tanto, los problemas se volvían a repetir. La solución que les di requería un poco de
esfuerzo. Le dije a él que lo primero que necesitaba hacer era pedirles perdón a Dios y a su
esposa por su falta de sensibilidad. Luego, le expliqué que para ayudarse a recordar,
necesitaba escribir todas las cosas que le agradaban o desagradaban a su esposa al igual
que todo asunto que ella consideraba importante. Si ella le pedía algo, él tenía que escribirlo
en su libretita de bolsillo. Para ser imparcial, le pedí a la esposa que hiciera lo mismo.
La siguiente semana trajeron sus listas para repasarlas. Hicieron las listas bastante bien.
Como segunda tarea, les pedí que comenzaran a hacer las cosas enumeradas en sus
listas. Antes de hacer algo que afectaría a la otra persona, tenían que consultar la lista.
Eso les ayudaría a recordar, y a la larga, la conducta cambiaría. Problema resuelto.
La mayoría de las parejas no necesita llegar hasta ese extremo; ustedes deben usar
cualquier método que les dé resultado. Cuando recuerdas lo que tu cónyuge te pide y lo
haces, es inevitable que brote la comprensión mutua.
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ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
el pollino sobre el cual montaría (Mt. 21:3). Él también le dijo a los discípulos exactamente lo
que debían hacer cuando fueran ofendidos: si la persona “volviere a ti, diciendo:
Me arrepiento; perdónale” (Lc. 17:4). Incluso sus últimas palabras en el mundo fueron muy
precisas: “recibiréis poder… y me seréis testigos” (Hch. 1:8).
De la misma manera, dile a tu cónyuge exactamente lo que debe decir o hacer en el
futuro para comunicarte amor y consideración. Cada vez que hagas eso, fomentarás la
comprensión.
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ESTABLECIENDO LA COMPRENSIÓN, EL HONOR Y EL RESPETO
Su amor por otros hombres sin temor a que se le considerara débil o afeminado. Él les dijo
a Sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado…” (Jn. 15:9).
El honor más alto que le puedes dar a tu pareja es manifestarle que lo consideras la
persona más valiosa y preciada en tu vida. Cuando se comprendan mutuamente
reconocerás que tu pareja necesita escuchar eso a menudo.
También puedes honrar a tu cónyuge al apreciar y valorar sus ideas y opiniones.
En lugar de menospreciar las sugerencias de tu pareja, reconoce que tienen importancia y
valor. Una persona con entendimiento reconoce que no lo sabe todo y agradece la
contribución de sus amigos de confianza. Pablo dijo: “si alguno se imagina que sabe algo,
aún no sabe nada como debe saberlo” (1 Co. 8:2). No permitas que tu orgullo te impida
reconocer la importancia de las ideas de tu cónyuge. Y no toleres simplemente las ideas de
tu pareja, más bien, pídele su consejo cuando lo necesites. ¿Quién puede ser de más
confianza que tu compañero de vida que te conoce tan bien? El mejor confidente y
consejero es aquel que se preocupa por ti más que nadie.
Si honras a tu cónyuge, apreciarás y valorarás su parte y su labor en la familia.
A los esposos: debes entender que tu esposa ha estado atareada con los niños, lavando
ropa, cocinando y limpiando todo el día. Ella trabaja tan duro como tú. Si tu esposa trabaja
fuera de casa, su trabajo es aún más difícil. A las esposas: debes entender que tu marido
sale a trabajar todos los días para mantener a la familia. Muchas veces desempeña un
trabajo que no le agrada, pero lo soporta por tu bien, y por el bien de sus hijos.
Para honrarse uno al otro, comunícale frecuentemente a tu cónyuge que aprecias su labor y
que das gracias a Dios por tener una pareja fiel.
Finalmente, una de las mejores maneras de honrar a tu pareja es dándole
preferencia. La preferencia se demuestra al servir o dar de ti mismo de una manera
desinteresada cada vez que tu cónyuge te pide ayuda. Pablo explicó que la palabra honor
significa: poner a otros primero y darles prioridad antes que a ti mismo: “Amaos los unos a
los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”
(Ro. 12:10). Si cada uno de nosotros tomara esta medida en nuestros hogares, nuestros
respectivos cónyuges nunca dudarían que los apreciamos y valoramos. Tu estilo de vida
desinteresado demostrará de una manera clara y convincente que valoras a tu pareja más
que a tus propios deseos y anhelos. El rechazo del “yo” es el ingrediente necesario para
sanar y restaurar cualquier matrimonio.
Por supuesto que para que brote este fruto, ambos cónyuges deben darse
preferencia de la misma manera. Obviamente, si un cónyuge es dominante o quiere
egoístamente que le sirvan en lugar de servir, el otro cónyuge se ofenderá por ese desamor
y surgirán los conflictos. La única forma de establecer una relación que glorifique al Señor
es si ambos cónyuges se honran mutuamente.
Si quieres que tu matrimonio perdure, necesitas entendimiento. Búscalo con todo tu
corazón. Salomón dijo: “Sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Pr. 4:7).
Hónrense el uno al otro como coherederos de la gracia de la vida, y busquen el fruto que
resultará. Eso comprobará que realmente han adquirido un corazón comprensivo.
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D. Lee los siguientes versículos de las Escrituras y determina cómo puedes ser digno de
honra.
1. Pr. 18:12_____________________________________________________________
____________________________________________________________________
2. Pr. 21:21_____________________________________________________________
____________________________________________________________________
3. Pr. 22:4______________________________________________________________
____________________________________________________________________
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
“La muerte y la vida están en poder de la lengua” Pr. 18:21
L
a comunicación es una aptitud básica y necesaria para establecer y mantener
cualquier relación humana, y es de suma importancia en el matrimonio.
Cuando encuentres un matrimonio feliz, siempre verás a dos personas que han
aprendido a comunicarse. Igualmente, cuando encuentres un matrimonio infeliz, verás que
una de las causas del problema es el fracaso en la comunicación. Por lo tanto, es esencial
que aprendas a comunicarte mejor.
Todas las semanas escucho a alguien decir en las consultas: “yo simplemente
quiero a alguien que platique conmigo. Quiero que mi pareja sea mi mejor amigo y
compañero; alguien a quien le pueda revelar mi corazón y que haga lo mismo conmigo”.
Pero muchas veces el otro cónyuge no valora la comunicación o no tiene aptitud para
hacerlo. Si tú eres esa persona, por favor presta mucha atención en este capítulo.
La habilidad para comunicarse no sólo es necesaria sino indispensable para
establecer el tipo de relación que deseas. Para que el amor de ustedes crezca, deben
crecer el compañerismo y la habilidad para platicar. El verdadero compañerismo requiere un
nivel de comunicación que sólo se logra con mucho esfuerzo, conversando sobre todos los
aspectos importantes de la vida al igual que los cotidianos. La buena comunicación te
permite resolver los conflictos rápidamente, y fortalece tu matrimonio en lugar de
desintegrarlo.
Se dice que la comunicación es una parte vital del matrimonio. Al igual que la sangre
que corre por tus venas, la cual tiene una función vital, la comunicación es imprescindible
para la vida de tu matrimonio. La sangre transporta los gérmenes que te infectan con la
enfermedad y los glóbulos blancos que la combaten. Las Escrituras declaran que:
“La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Pr. 18:21). Tu comunicación establecerá
la vida o la muerte de tu relación. Todo depende de cómo te comunicas. La lengua es un
miembro pequeño del cuerpo pero tiene un enorme poder para cambiar el rumbo de tu
relación. Proverbios declara: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;
mas la lengua de los sabios es medicina” (12:18). ¿Cuál eres tú? ¿Ustedes se lastiman o se
hieren con la lengua, o la usan para sanar y fortalecer su matrimonio? Para lograr la
relación que deseas, tienes que aprender un método de comunicación que fortalezca tu
matrimonio. Esto requiere franqueza acerca de los problemas que tienen, y el deseo sincero
de buscar maneras de mejorar tu aptitud verbal.
En este capítulo quiero examinar las diferentes maneras en las que las parejas se
comunican, y quiero explorar aquello que impide la buena comunicación. Luego quiero
enumerar algunas maneras prácticas que te ayudarán a mejorar tu aptitud verbal.
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
algunas de estas ideas y opiniones. Por eso tu actitud es esencial al responder a las ideas
de tu pareja para que ella entre en confianza y vuelva a expresar sus ideas. Para tener éxito
en este nivel tienes que ejercer diferentes aptitudes de comunicación que te permitan
hablar, escuchar, concordar, condescender y aceptar las diferencias que puedan tener.
6. El corregir, reprender e instruir. Cuando una pareja intenta usar este nivel de
comunicación sin antes establecer los niveles anteriores, llega inmediatamente a un punto
muerto. Esto ocurre porque se necesita cierta profundidad en la relación para poder dar y
recibir corrección e instrucción. Si ustedes no platican regularmente de los acontecimientos
del día, si no se comunican sus ideas y pensamientos, si no muestran aprobación y buena
disposición para darse aliento, si no llegan a un acuerdo sobre sus planes para el futuro,
entonces no están asentando los cimientos necesarios para tratar los asuntos más difíciles.
Se necesita la confianza y la ternura de ambos cónyuges para facilitar las conversaciones
que pretenden instruir y reprender.
7. El expresar las esperanzas, temores, penas y metas personales. Frecuentemente
cuando asesoro a una pareja, uno de los cónyuges por desesperación expresa algún temor
o alguna pena del pasado. La otra persona luego dice: “yo no sabía eso. ¿Por qué nunca
me lo dijiste?” Esa es una buena pregunta. ¿Por qué no se lo dijo a su cónyuge?
Por lo general, se necesita un ambiente de amor, apoyo y aprobación para que alguien se
anime a revelar esas verdades sin ser criticado, burlado o humillado. Sin la aptitud de cada
nivel de comunicación y una actitud de amor, nadie se atreverá a expresar sus esperanzas
o sus temores. ¿No es este el grado de comunicación que deseas tener con tu cónyuge?
¿No deseas compartir tu corazón y tu vida con tu pareja y que ella tenga la libertad
de hacer lo mismo contigo? Este tipo de comunión es lo que Dios ideó para el matrimonio.
Eso es ser una sola carne. ¿Ya alcanzaste esa unidad y esa comunión con tu cónyuge? Si
no lo has logrado, algo lo está impidiendo.
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
(Tit. 3:2). La humildad es la actitud del corazón que evita que hables mal de alguien y
genera un espíritu tierno para poder comunicarte eficazmente.
Las Escrituras también nos dicen que: “Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a
los humildes” (1 P. 5:5). Si la soberbia hace que Dios te resista y causa una división en tu
relación con Él, ¿no crees que haría lo mismo en la relación con tu cónyuge? No permitas
que esta actitud controle tu corazón.
Otra actitud pecaminosa que destruye la comunicación es la amargura o el
resentimiento que está profundamente arraigado y envenena tu vida y tu matrimonio.
El apóstol Pedro observó esta actitud cuando le habló a Simón, el hechicero. Simón sintió
envidia y amargura por el éxito del ministerio de los discípulos. Cuando Simón quiso
comprar la unción espiritual, Pedro le dijo: “en hiel de amargura y en prisión de maldad veo
que estás” (Hch. 8:23). Si tienes una actitud llena de resentimiento y amargura, tu cónyuge
lo detectará cuando comiences a hablar. El tono de tu voz revelará el veneno y la falta de
perdón que llevas por dentro. Jesús dijo: “perdonad, si tenéis algo contra alguno…”
(Mr. 11:25). Un corazón dispuesto a perdonar es el único remedio para esta actitud.
Aun cuando digas la verdad, muchas veces tu pareja se ofenderá, se resentirá y te
considerará su enemigo. Pablo observó esta actitud con frecuencia cuando enviaba sus
epístolas. Él le comentó a la iglesia en Galacia: “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo,
por deciros la verdad?” (Gá. 4:16). Pablo percibió la actitud de resentimiento en la iglesia en
Corinto después de que los corrigió por su carnalidad. Pablo notó un problema en la actitud
de ellos cuando se comunicaron con Él…le cerraron su corazón. Pablo respondió:
“Nuestra boca, oh corintios, os ha hablado con toda franqueza. Nuestro corazón se ha
abierto de par en par. No estáis limitados por nosotros, sino que estáis limitados en vuestros
sentimientos. Ahora bien, en igual reciprocidad (os hablo como a niños) vosotros también
abrid de par en par vuestro corazón” (2 Co. 6:11-13 LBLA). Si guardas enojo y rencor contra
tu cónyuge, estás limitando la comunicación por tu falta de afecto. Cuando tu corazón está
endurecido y cerrado por el rencor, tu aptitud para la comunicación se verá afectada
enormemente. Necesitas un corazón abierto para tener una buena comunicación.
Pídele a Dios que te perdone y abra tu corazón hoy mismo para que la comunicación que
una vez disfrutaste con tu pareja pueda surgir de nuevo.
La indiferencia y la apatía también frustran tu aptitud para comunicarte. Jesús
describió esta actitud en la parábola del banquete de bodas. Él invitó a muchos: “Mas ellos,
sin hacer caso, se fueron” (Mt. 22:5). Esta es la misma actitud que muchos experimentan
cuando sus parejas tratan de platicar o de pasar un tiempo juntos. La indiferencia se
manifiesta cuando dices, “ahora no”, o cuando simplemente cambias de tema. Cuando tú no
haces caso al deseo de tu pareja de platicar o de pasar un tiempo juntos, le comunicas que
él no es importante para ti. Cuando le demuestras indiferencia a tu cónyuge, lo desalientas y
la distancia entre ustedes aumenta. Esta actitud constituye una bofetada para su orgullo.
El no darle importancia a tu relación y a tu intimidad, hiere y lastima profundamente a tu
pareja.
Por supuesto, no siempre es el momento oportuno para platicar. Si te ves obligado a
posponer una conversación o un tiempo juntos, debes comunicar tu interés sincero y tu
disposición a dedicar el tiempo necesario para fortalecer la relación. Luego, asegúrate de
que tú seas el que inicia la próxima conversación sobre ese tema. Tu cónyuge notará tu
iniciativa y creerá que realmente te interesa la relación y disfrutas las pláticas.
¿Reconoces alguna de estas actitudes en tu corazón? Si es así, esta actitud
suprimirá la buena comunicación. Tu pareja intuirá esa actitud y naturalmente la
comunicación entre ustedes será superficial. La Biblia dice que estas actitudes son
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
pecaminosas y nos exige que las abandonemos. Si lo haces, cambiará el ambiente de los
momentos que pasan juntos.
2. Mide tus palabras. Una vez que hayas examinado tu actitud o tu manera de
hablar, debes considerar qué dices. ¿Qué palabras usas? ¿Usas palabras ásperas?
¿Usas tus palabras para herir y tajar a tu cónyuge en medio de una discusión? Si es así, es
posible que ganes la discusión pero destruirás tu relación. Salomón dijo:
“La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor” (Pr. 15:1). David
también dijo que la lengua puede ser: “Como navaja afilada” que puede cortar y herir a la
persona profundamente (Sal. 52:2). ¿Tienes ese tipo de lengua?
Las palabras ásperas, las críticas y las reprimendas son tremendamente dañinas.
Reflexiona sobre tus sentimientos cuando una persona te critica severamente o te
menosprecia. ¿No te distancias de esa persona y te alejas de ella? Si le hablas así a tu
cónyuge, tendrás el mismo resultado. Pablo les ordenó a los esposos en particular: “amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” (Col. 3:19). Asimismo, este mandato
igualmente se le puede dar a las esposas. Claramente, la relación matrimonial no puede
florecer con el uso de palabras ásperas.
Es preferible que tus palabras sean amables. Cuando Salomón habla de la mujer
virtuosa, una de las características es: “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia
está en su lengua” (Pr. 31:26). El hablar con amabilidad y delicadeza no es muestra de
debilidad sino de fuerza porque revela a una persona con dominio propio. Las palabras
amables pueden ser convincentes y poderosas y pueden llegar al fondo del corazón.
Salomón dijo: “la lengua blanda quebranta los huesos” (Pr. 25:15). Cuando la verdad se
dice con delicadeza, no hay manera de defenderse. No puedes echarle la culpa a la manera
de decir las cosas; tienes que tratar lo que se dijo. De ahora en adelante, usa palabras
amables y dulces y el Señor las utilizará para llegar al fondo del corazón y desmoronar las
defensas de tu pareja.
Segundo, evita la mentira y el engaño porque lentamente socavan la relación.
Si tú mientes, cuentas la historia a medias o compones la versión para dar un buen aspecto,
tarde o temprano tu cónyuge se enterará. La confianza es esencial en tu relación.
La mentira y la verdad a medias socavan tu credibilidad. Tu cónyuge se preguntará si
alguna vez has dicho la verdad. Luego, cuando digas la verdad, no te creerá.
Cualquier mentira que le digas a tu pareja es como si tomaras un hacha y con ella partieras
el fondo de tu propio barco.
Si tienes dificultades con la mentira y el engaño, ora como lo hizo David:
“Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, Y de la lengua fraudulenta” (Sal. 120:2).
Haz lo que Pablo ordenó: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con
su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4:25). Abandona la mentira
por completo, pídele a Dios que te dé la compunción de Su Espíritu y que no te deje en paz
hasta que desistas. Cuando seas más sensible a Su compunción y reconozcas que estás a
punto de decir una mentira, elige decir la verdad. Esta es una disciplina diaria que requerirá
continua atención, pero sí es posible cambiar si realmente quieres hacerlo.
Como matrimonio, ustedes forman parte el uno del otro en todo aspecto; son una sola
carne. No se mientan.
Igualmente, la exageración destruye la buena comunicación. ¿Exageras al
conversar? ¿Escuchas de tus labios: “Tú siempre haces eso” o “Tú nunca haces lo que te
pido”? Las palabras siempre, nunca o cada vez que, actúan como combustible sobre el
fuego de una discusión. Estas palabras causarán una explosión de ira porque tu cónyuge
siempre recordará una ocasión en la que ella hizo lo que tú dices que nunca hace. La única
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
manera de evitar la exageración es seguir “la verdad en amor…” (Ef. 4:15). La verdad
podría ser que tu cónyuge muchas veces o rara vez hace esto o lo otro, en lugar de siempre
o nunca.
Al esforzarnos por decir la verdad, recordemos que debemos decir la verdad en
amor, porque ciertas verdades también pueden dificultar la comunicación enormemente.
Me refiero a los comentarios sobre las fallas anteriores de tu cónyuge que usas como
munición durante un conflicto. Estas palabras hieren profundamente, especialmente porque
son ciertas, pero son palabras que nunca debes usar para ganar una pelea.
Si has perdonado a tu cónyuge por una falla anterior, entonces está prohibido mencionarla.
¿Por qué? Porque Dios habla de tus pecados de esta manera: “Porque seré propicio a sus
injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (He. 8:12).
La palabra acordaré significa “mantener en la mente o recordar para después usarlo para
castigar”. Aquí Dios declara que una vez que te perdona, elige no recordar más tus pecados
y nunca los usa para condenarte. Nosotros debemos perdonar de la misma manera.
Por lo tanto, di la verdad acerca del tema en cuestión, y no menciones cosas del pasado.
Finalmente, el lenguaje ofensivo destruye la buena comunicación. He descubierto
que muchas parejas cristianas en medio de una pelea acalorada, se maldicen y se dicen
cosas muy ofensivas. Si esto ocurre en tu hogar, debes entender que estas palabras no se
olvidan fácilmente porque degradan a tu cónyuge y muestran una falta de amor y respeto.
Una vez dichas las palabras, no las puedes retirar. Por eso es que Pablo dijo: “dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de
vuestra boca” (Col. 3:8). También dijo: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca,
sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”
(Ef. 4:29). No derribes a tu ser querido, más bien edifícalo al hablar. Pídele a Dios que te dé
ese control de tu mente antes de abrir la boca. Ora como lo hizo David: “Pon guarda a mi
boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios” (Sal. 141:3). Si se lo pides a Dios,
Él contestará tu oración.
3. Controla tu conducta. Para tener una buena comunicación, tu conducta es tan
importante como tu actitud y tus palabras. Las Escrituras tienen mucho que decir sobre lo
que debes hacer para cultivar la buena comunicación. Veamos algunos ejemplos de esta
conducta.
¿Sabes escuchar o interrumpes cuando tu cónyuge te habla? Esta falta de respeto
frustra a tu pareja y tiende a provocar enojo. Santiago dijo que debes ser: “pronto para oír,
tardo para hablar, tardo para airarse” (Stg. 1:19). Cuando interrumpes es porque estás
pensando en cómo vas a responder en lugar de escuchar, y esto impide una conversación
positiva y agradable con tu pareja. Entre más pronto interrumpas a tu cónyuge para decir lo
que quieres, más animarás a tu cónyuge a hacer lo mismo. La conversación avanza con
más rapidez cuando ninguno de los dos está escuchando; y luego el volumen empieza a
aumentar. Al aumentar el volumen también aumenta el enojo hasta que ambas personas
sienten que no están logrando nada. Recuerda, entre más pronto hables, más pronto
inhibirás cualquier comunicación positiva.
Otro ejemplo similar a la interrupción es el completar la oración. Esto ocurre cuando
tu cónyuge hace una pausa para reflexionar sobre lo que está a punto de decir, y tú le
ayudas a completar la oración. Ese proceder es sumamente frustrante y revela que no estás
escuchando ni estás tratando de entender. Le indica a tu pareja que prejuzgaste sus
pensamientos y que crees que ya sabes lo que va a decir. Salomón dice: “Al que responde
palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio” (Pr. 18:13). Es preferible permitir que tu
cónyuge complete la oración y luego responder. Eso demostrará que sí te interesa, y que
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
estás escuchando para lograr entender y no sólo para tratar de comprobar que estás en lo
cierto.
La furia explosiva es otro escollo y a menudo se usa únicamente para controlar la
conversación. A veces una persona usa el enojo para manipular a su cónyuge a que haga lo
que ella quiere, sabiendo que éste se acobardará y dará marcha atrás en la pelea cuando
se desate la furia. Pero esta artimaña es muy insensata porque es posible que ganes la
pelea, pero al final corres el riesgo de perder la relación y la intimidad con tu cónyuge.
Sin embargo, existen ocasiones en las que la rabia no es una artimaña para
controlar a alguien. A veces una persona no tiene control sobre las emociones que bullen en
su interior, porque no desea hacerlo o no sabe cómo controlarlas. Esa persona está fuera
de control. La furia irracional es lo que llevó a la multitud religiosa a tratar de lanzar a
Jesucristo por el despeñadero de Nazaret. Estas personas religiosas estaban fuera de
control. Lucas dijo que todos en la multitud: “se llenaron de ira; y levantándose, le echaron
fuera de la ciudad… para despeñarle” (Lc. 4:28,29). Si tienes una furia explosiva y no la
controlas, dirás y harás cosas que normalmente no harías. Además, será imposible
mantener una conversación íntima y profunda con tu cónyuge. Nadie quiere revelarle los
asuntos más recónditos de su corazón a alguien que está fuera de control y lleno de rabia.
Recuerda: “la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg. 1:20). Tu ira y tu enojo nunca
resultarán en algo bueno o justo en tu relación matrimonial. De hecho, Proverbios 14:17
declara: “El que fácilmente se enoja hará locuras”. Cuando te dejas controlar por tu ira,
dices y haces locuras de las cuales te arrepientes más tarde. Algunas de estas locuras son:
el uso de groserías, la exageración, las críticas denigrantes y muchos de los problemas
antes mencionados en este capítulo. Si tú haces estas cosas, necesitas asesoramiento
determinado para ayudarte a controlar tu ira. Entre más pronto hagas esto, más pronto
comenzarás a comunicarte eficazmente. Dios quiere que controles tu ira en lugar de permitir
que ésta te domine a ti. Salomón nos enseñó que era imprescindible controlar la ira:
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el
que toma una ciudad” (Pr. 16:32). ¿Te has entregado al Espíritu Santo para alcanzar este
tipo de dominio propio?
Tercero, cuidado con la atribución de culpa. Mencioné este problema anteriormente,
pero permíteme agregar algunas palabras en referencia a la comunicación. La atribución de
culpa ocurre por lo general cuando tu cónyuge te advierte de una de tus faltas,
y tú rápidamente te justificas atribuyéndole la culpa a tu pareja o a alguien más.
Esto es lo que hicieron Adán y Eva cuando Dios los confrontó por su pecado. Ni Adán ni
Eva se hicieron responsables de sus propias acciones. Adán de un tirón culpó a Dios por
haberle dado esa mujer, y culpó a su esposa por haberle dado el fruto. Eva, básicamente
respondió: “El diablo me obligó”. ¿Cómo se resuelve este problema? Simplemente acepta la
responsabilidad por tus propias acciones. La atribución de culpa es el resultado de la
soberbia y la deshonestidad. Tú sabes lo que has hecho y tu cónyuge también; entonces,
¿por qué no lo admites? Si no aceptas personalmente la responsabilidad por lo que has
hecho, terminarás participando en el jueguito de atribución de culpa, lo cual retrasa la
resolución del problema. En este juego no hay ganador.
Finalmente, la renuencia a confesar tus faltas durante o después de una pelea
también impide la buena comunicación. Esta renuencia es el resultado del orgullo y para
vencerlo el apóstol Santiago sugiere: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará…
no murmuréis los unos de los otros… Confesaos vuestras ofensas unos a otros” (Stg. 4:10,11;
5:16). Dios requiere que humilde y francamente examines tus propias acciones y no
atribuyas la culpa a nadie. Cuando uno de los cónyuges da el primer paso y confiesa sus
170
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
propias faltas, eso, por lo general, suaviza el corazón de su pareja quien corresponde de
igual manera y así se restaura la comunicación.
Es posible que te preguntes: ¿Cómo cambio mis palabras, gestos y actitud
pecaminosa? Ánimo, ¡sí lo puedes lograr!
171
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
¿En qué aspecto de la comunicación con tu pareja estás fallando? Primero tienes que
admitir personalmente tus faltas si deseas ver algún cambio. Recuerda, no le atribuyas la
culpa a nadie al pensar: Yo no me enfurecería si él no fuera tan perezoso e indiferente;
o yo no mentiría tanto si ella dejara de investigar todos mis comentarios.
Acepta la responsabilidad de tus acciones y de tus faltas.
Luego, acércate a tu cónyuge, admítele tus faltas y pídele perdón. Dile que
realmente quieres cambiar en estas áreas. Tu pareja probablemente se sorprenderá cuando
le confieses tus faltas sin verte obligado a hacerlo. Al dar este paso, tu aptitud para
comunicarte progresará enormemente. Admitir y reconciliar tus faltas con tu cónyuge es un
gran adelanto. Pídele a tu pareja que ore por ti y contigo para que Dios te ayude a cambiar
en todo aspecto. El desarrollar la comunicación con tu pareja es una obra de amor que
requiere un esfuerzo diario.
3. Abandona las excusas. Existen muchísimas excusas que las personas usan para
no establecer una comunicación con su cónyuge. Yo creo haberlas escuchado todas.
Si una persona se niega a reconocer estas excusas, será imposible abandonarlas y la
comunicación en la relación no mejorará. Algunas de las excusas son similares a esta:
“No sé cómo comunicarme con los demás porque durante mi niñez nunca tuve un modelo
de conducta” o “Mi padre (o madre) era muy grosero de palabra, por eso me incomoda
hablar con alguien” o “no sé cómo comunicarme con los demás; nunca aprendí a hacerlo”.
¿Son válidos estos pretextos? ¡Por supuesto que no! Puede que pienses: Vaya, eso
me parece bastante severo. Debe haber algunas circunstancias atenuantes que liberen a la
persona de la obligación de comunicarse. Te daré un ejemplo de las Escrituras para explicar
por qué opino que no hay excusa válida. Recordarás que Moisés le dio a Dios la excusa de
un defecto en el habla como la razón por la que él no podía hablarle a Faraón y a los hijos
de Israel: “¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra… porque soy tardo en el habla
y torpe de lengua” (Ex. 4:10). A mí me pareció una buena excusa pero, ¿la aceptó Dios?
¡De ninguna manera! Él respondió con un mandato y luego con una promesa para animar a
Moisés a obedecer: “ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”
(v.12). Dios rechazó el “sí, pero”, y simplemente dijo: “Ve”. La promesa se encuentra en la
segunda parte de la oración y es muy valiosa para todo aquel que batalla con su aptitud
para la comunicación: “yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”.
¿Cumplió Dios esta promesa que le hizo a Moisés? ¡Seguro que sí! (Sin embargo, el Señor
permitió que Aaron le ayudara a Moisés cuando comenzó el ministerio del pueblo de Dios).
Al leer un poco más en el texto, notarás que Moisés termina siendo el único que se
comunica con los hijos de Israel y Aaron no vuelve a hablar por él (Ex. 35:4). Deuteronomio
comienza así: “Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel…” (Dt. 1:1).
La segunda vez que se dio la Ley, fue Moisés quien habló y no Aaron.
Claramente, Dios sabía que lo que parecía ser un buen pretexto, el problema físico
en el habla, era algo que Moisés podía superar, y debía hacerlo. Aaron fue sólo una
indulgencia temporal que Dios le concedió para motivar a Moisés a comunicarse.
Dios sabía que si Moisés simplemente elegía ser obediente, él aprendería a comunicarse
eficazmente. Obviamente, cuando leemos los libros que documentan sus palabras dirigidas
al pueblo, podemos apreciar que Moisés aprendió a comunicarse muy bien.
Por consiguiente, Dios puede superar cualquier problema que tengas en la
comunicación si le obedeces. Eso quiere decir que debes desistir de todas tus excusas y
orar para que Dios controle tu boca. Si tú eres el que batalla con la comunicación, comienza
hoy a pedirle a Dios que te demuestre qué debes comunicar, y cómo debes comunicárselo
a tu ser querido.
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
Exactamente, ¿qué tipo de comunicador quiere Dios que seas tú? ¿Qué harás y
cómo actuarás? Encontrarás la respuesta al observar a Jesucristo, tu modelo de conducta.
Reflexiona sobre Su ejemplo mientras le pides a Dios un cambio en tu propia vida. Jesús
era un hombre cuya actitud comunicaba que Él era accesible. Los niños se sentían muy
cómodos en Sus brazos, y los padres confiados 15). Jesús comunicaba Su humildad y
accesibilidad en todo lo que hacía y decía. Él dijo: “soy manso y humilde de corazón...”
(Mt. 11:29). Esta actitud es lo que lo hacía accesible.
Cristo también enseñó que esta humildad era esencial para todo aquel que deseaba
ser Su discípulo. En Mateo 18:2-4 se documenta: “llamando Jesús a un niño, lo puso en
medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es
el mayor en el reino de los cielos”. Es importante observar que cuando Jesús llamó al niño,
éste llegó voluntariamente. ¿Por qué? Por Su accesibilidad. Luego, Él exhortó a Sus
discípulos a tener una actitud humilde, como la de ese niño. ¿Es eso lo que tú le comunicas
a los demás? Cuando tu cónyuge se te acerca para platicar, ¿percibe esa humildad y
mansedumbre en ti?
Jesús no tenía ningún problema al expresar su amor oralmente. Él nos dio un
mandamiento nuevo: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado...” (Jn. 13:34).
Ahora, en el capítulo anterior mencioné este punto brevemente, pero es importante
recalcarlo de nuevo en nuestro contexto. Si Jesús es tu ejemplo de cómo y qué debes
comunicar con tu conducta, debes seguirlo con empeño. Me he dado cuenta de que los
hombres, en particular, creen que no es varonil decirles a los demás “te amo”. El decirle a
otros hombres que los amas, como lo hizo Jesús, es muy incómodo y muchos lo consideran
una flaqueza o una tendencia afeminada. Esto simplemente no es así. Si tú piensas eso,
entonces has de pensar que Jesús era débil o afeminado, y eso seguro que no es cierto.
Cuando observas la relación romántica documentada en el Cantar de los Cantares,
verás la mutua expresión oral de amor entre Salomón y su esposa. Él le dijo a ella: “He aquí
que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella” (Cnt. 1:15). De la misma manera, ella
le respondió diciéndole lo mucho que la atraía: “He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y
dulce” (Cnt. 1:16). Dos personas que se aman deben expresarse este tipo de tierno
intercambio. Hablaremos más a fondo sobre este tema en el siguiente capítulo:
Estableciendo el Romanticismo.
Jesús no se avergonzaba de exteriorizar sus emociones para comunicar lo que
opinaba de alguna situación. Él lloró abiertamente en más de una ocasión sin considerar
que alguien lo podría tomar por débil; lloró en la tumba de Lázaro (Jn. 11:35). Cuando Cristo
se detuvo a contemplar la ciudad de Jerusalén sabiendo la devastación que esta padecería,
lloró una vez más (Lc. 19:41). Él también demostró Su ira y la desaprobación de aquellos
que intentaban atraparlo con Sus propias palabras. En otra ocasión, los fariseos lo
observaron cuidadosamente para ver si rompía la tradición y sanaba a un hombre en el día
de reposo. Él miró a Su “alrededor con enojo” (Mr. 3:5). Cristo nunca tuvo temor de
enfrentarse a alguien y decirle la verdad, así como lo hizo con los hipócritas religiosos en
Mateo 23. Cada vez que Jesús se enfadaba y le hablaba a la multitud, siempre lo hacía con
mesura, nunca enfurecido. Él es nuestro ejemplo.
Algunos de ustedes se estarán preguntando por qué mencioné esto de reprender a
otros cuando estás enfadado. Puede que piensen: ¡Yo seguro que no necesito que me
animen a hacer eso! Pero es importante reconocer que algunas personas sí necesitan que
las animen. Éstas reprimen sus emociones y creen que no es espiritual manifestarlas.
Las que se adhieren a esto están permitiendo que sus emociones hiervan por dentro y las
174
ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
carcoman sin decir ni una palabra. Esa reacción no es bíblica y no es cristiana. El enojo no
desaparece al remeterlo; más bien te lleva al siguiente paso… la amargura. Los conflictos y
el enojo se deben resolver si tu matrimonio se ha de convertir en la unión que Dios diseñó,
una unión de compañerismo.
¿Estás siguiendo el ejemplo de Cristo? ¿Tienes la actitud tierna y humilde de Cristo
que invita a tu pareja a conversar contigo? ¿Le puedes expresar tu amor a tu cónyuge de
una manera genuina y calurosa? ¿Puedes expresar tus emociones abierta y
mesuradamente? Si quieres crecer en tu aptitud para la comunicación, debes seguir el
ejemplo de Cristo.
A. Primero, lee los siguientes problemas y los versículos que les siguen. Luego, para
identificar las áreas problemáticas califícate marcando al lado de cada pregunta una “F”
para frecuentemente, una “A” para a veces y una “R” para rara vez.
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
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ESTABLECIENDO LA COMUNICACIÓN
4. ____________________________________________________
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5. ____________________________________________________
____________________________________________________
6. ____________________________________________________
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3. Pídele perdón a tu pareja por cada una de tus faltas y tus fracasos.
C. Escribe las formas de comunicación no verbales que se encuentran en las páginas 164.
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3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
E. Anota los niveles de la comunicación verbal que se encuentran en las páginas 165-166.
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3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
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F. Escribe lo que puedes hacer para alcanzar un nivel de comunicación más íntimo.
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3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
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ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
“Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía;
Has apresado mi corazón con uno de tus ojos…” Cnt. 4:9
T
odo matrimonio comienza con cierta atracción romántica. Algunas parejas empiezan
despacio en su relación y el romance se intensifica al acercarse el día de la boda.
Otras tienen una explosión de emociones con una atracción instantánea que los
impulsa a una boda precipitada simplemente porque no pueden vivir separados. Ese es el
poder del romanticismo.
¿El romance continúa o se apaga lentamente con los años? ¿Se intensifica o es sólo
una emoción necesaria para llevarte al matrimonio? ¿Es necesario el romance para tener
un matrimonio feliz, o es posible vivir como compañeros? Si el romance se apagó,
¿se puede reavivar?
Yo creo que las Escrituras contestan cada una de estas preguntas. La mayoría de
ellas es fácil y simple de contestar al estudiar el libro más romántico de la Biblia, el Cantar
de los Cantares.
¿QUÉ ES EL ROMANTICISMO?
Una de las preguntas más importantes que tenemos que contestar es, ¿qué es el
romanticismo exactamente? Es esencial que definamos nuestros términos para determinar
si necesitamos ese romanticismo y cómo lo podemos obtener. Por consiguiente, definamos
la palabra romance conforme al mejor libro de consulta disponible, la Biblia. Tal como
mencioné anteriormente, en el Cantar de los Cantares Salomón y su esposa nos dejaron un
excelente ejemplo del romance.
Al leer el intercambio entre este hombre y su mujer, es obvio que un romance
primeramente se debe definir como un amor emocionante y embriagante. Salomón reveló
esto cuando dijo de su esposa: “Has cautivado mi corazón, hermana mía, esposa mía;
Has cautivado mi corazón con una sola mirada de tus ojos…” (Cnt. 4:9 LBLA). Él también
dijo ser cautivo de ella (7:5 LBLA). La palabra “cautivado” significa “ejercer irresistible
influencia en el ánimo”. Salomón quedaba cautivo con tan sólo una mirada de ella,
saboreando el romanticismo de la comunicación no verbal. Además, su esposa estaba igual
de cautivada por él. Ella declara: “¡Que me bese con los besos de su boca! Porque mejores
son tus amores que el vino... se estremecieron por él mis entrañas... A su sombra
placentera me he sentado” (1:2; 5:4; 2:3 LBLA). También agregó: “fuerte es como la muerte
el amor... Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar
el amor...” (8:6,7 RV). Esta mujer Sulamita comparó su amor con el efecto alegre que causa
el vino, sólo que mejor. Ella describió su amor como un ansia por estar con él; y al estar a
su lado sentía un gran placer. Su amor romántico era más que sólo un sentimiento.
Era más profundo que el placer. Era una llama y una pasión tan fuerte como la muerte.
Sus exclamaciones revelan el poder y la fuerza que el amor romántico produce.
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
La fuerza de esta pasión hace que el romance sea muy importante en el matrimonio.
El romance le da fuerza a tu relación, crea un lazo que los une hasta la muerte.
Es una fuerte atracción y deseo de estar con tu ser querido. Te deleitas con simplemente
estar sentado al lado de tu amada. Te encuentras fascinado y encaprichado con tu cónyuge.
Es una atracción emocional, intelectual y sexual hacia tu pareja; y sí necesitas esa fuerza
apasionada en tu matrimonio.
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ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
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ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
Si quieres despertar la amistad y el romanticismo, tienes que resolver los conflictos de una
vez por todas.
3. La amistad respeta los pedidos. Para entender este principio, permíteme usar una
analogía. Si un amigo continuamente te pide que le ayudes a reparar su portón y siempre te
niegas, ¿no crees que eso causaría cierta tirantez en la relación? Si le pides a tu amigo que
no fume cigarrillos en tu auto, y él continúa haciéndolo, ¿afectaría eso la relación? Seguro
que sí. ¿Por qué? Porque tú naturalmente supones que esta persona que dijo ser tu amigo
no se interesa por ti como alegó anteriormente. Esa es la verdadera amistad. Tú escuchas
los pedidos de tus amigos y los respetas por honor a la amistad.
Jesús enseñó este principio sobre la amistad cuando dijo: “Vosotros sois mis
amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14). Reconozco que nuestra amistad con
Cristo está en un nivel mucho más elevado que cualquier otra relación humana porque se
nos ha llamado a obedecerle en todo. Sin embargo, si desobedecemos a Cristo, Él dudará
de la sinceridad de nuestra profesión de amor y fe. Nuestra obediencia confirma nuestro
amor. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15).
El concepto básico es el mismo con respecto a nuestras amistades. Si amas a tu
amigo, harás todo lo posible por no ofenderlo o la amistad no durará mucho tiempo.
A diferencia de nuestra amistad con Cristo, a tu cónyuge no le debes la obediencia absoluta.
Sin embargo, más vale que respetes sus pedidos o la amistad entre ustedes morirá.
4. La amistad implica comunicación diaria. Aunque acabamos de contemplar la
comunicación en el capítulo anterior, estudiemos este tema más detalladamente en relación
con la amistad.
Los buenos amigos platican mucho. Tu mejor amigo es la persona con quién más
platicas. Este es el fruto natural de la amistad porque a los amigos les agrada estar juntos y
compartir todos los sucesos; se ríen y lloran juntos, y se consuelan mutuamente.
La amistad te da la oportunidad de abrirle tu corazón a tu amigo y de que él te abra el suyo.
Así es como Jesús describió la amistad: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe
lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os las he dado a conocer” (Jn. 15:15).
Jesús explicó que Su relación con los discípulos era más estrecha que la relación
entre un amo y su esclavo. Sí, somos sus siervos, sin embargo, también somos Sus amigos
porque Él nos ha “dado a conocer todas las cosas”. Todo lo que Él escuchó de Su Padre
nos lo ha comunicado a nosotros. En otras palabras, de acuerdo con Jesús, un amigo
verdadero es alguien a quien le puedes abrir tu corazón. Entre más platicas con una
persona, más se estrecha la amistad.
Lo contrario también es cierto. Si platicas muy poco con un amigo, naturalmente te
distanciarás de él. Piensa en los amigos que tuviste en el pasado y que se mudaron.
Si no te mantienes en contacto con ellos, ¿qué pasa? La distancia en kilómetros termina
causando una distancia en tu relación. Sin embargo, si te esfuerzas por escribir y llamar a tu
amigo con regularidad, la relación continúa.
Algunos me han dicho: “Sí Steve, mi esposa me cuenta todo; todo lo que hago mal.
Sí nos comunicamos, pero la comunicación siempre es negativa”. Cuando me hacen ese
comentario les recuerdo que Jesús también nos dice las cosas que hacemos mal en
nuestras vidas. La única diferencia es que lo hace con amor. Él dice la verdad en amor y tú
debes hacer lo mismo (Ef. 4:15). Pero recuerda, la verdad también reconoce la conducta
buena y provechosa.
El poder platicar con amor sobre los problemas que tienen es esencial para la
amistad. Los amigos deben hablar respetuosamente de sus conflictos y los deben resolver.
181
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
Cuando dos personas resuelven sus conflictos, su amistad se estrecha. Salomón dijo:
“Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama;
Pero importunos los besos del que aborrece” (Pr. 27:5-6). Un buen amigo a veces te
reprenderá y corregirá porque es tu amigo y no quiere que sufras. Si él percibe que estás a
punto de hacer algo que te puede lastimar, tratará de impedirlo por el cariño que siente por
ti. A veces eso causa dolor, pero es porque tu amigo te es fiel. Alguna vez te ha preguntado
algún amigo, “¿por qué no me dijiste ni me advertiste de esto?” Si te interesas por ellos,
tus amigos confían en que los reprenderás.
Una amistad significa que tienen la libertad de hablar de cualquier cosa,
ya sea buena o mala, y de animarse o reprenderse mutuamente según sea necesario.
Tienes que madurar en tu aptitud para decir la verdad en amor, y para resolver los conflictos
que surjan como resultado. Así es como crece la verdadera amistad.
5. Un amigo no intenta controlar todos los detalles de tu vida. Puede que estés
pensando, aquí es donde se desmorona tu comparación entre la amistad con Jesús y la
amistad con mi cónyuge. ¡Seguro que no! Sí, Jesús quiere rehacer tu vida cuando en ella
reinan el pecado y la inmoralidad, pero Él no intenta cambiar cuestiones que no afectan la
moral. Él deja que tú tomes esa decisión. El mejor ejemplo de esta libertad se manifiesta en
el libro de Romanos. Dios inspiró al apóstol Pablo para que documentara que cada individuo
debe decidir por sí mismo las cuestiones que no afectan la moral. Cuestiones como,
¿qué día se debe adorar? o ¿si deben comer carne o sólo legumbres? Él explicó que, si
Dios no dio un decreto para regir estas cosas, nadie más debe hacerlo; y agregó:
“Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Ro. 14:5).
Tu relación matrimonial conlleva una multitud de cuestiones que no afectan la moral
y que debes resolver todos los días. Es muy probable que las diferencias con tu pareja
sobre tus preferencias y aversiones personales causen ciertos conflictos. Los problemas
surgen cuando egoístamente quieres que tu cónyuge se conforme a tu propia imagen o lo
presionas para que haga todo a tu manera. Esta expectativa no es realista y destruirá tu
amistad.
Considera por un momento tu relación con tu mejor amigo (aparte de tu cónyuge).
¿Entrarías en el auto de tu amigo y comenzarías a decirle qué ruta debe tomar para llegar a
su destino? ¿Comentarías sobre su forma extraña de vestir, o le reprenderías por su
peinado? ¡Nunca! Si lo hicieras, dejarían de ser amigos por mucho tiempo.
Jamás intentarías cambiar cada detalle de la vida de tu amigo. Tú aceptas esos detalles
porque reconoces que esas decisiones son personales y no te corresponde a ti controlarlas.
Además, todos somos seres diferentes y el mundo sería muy aburrido si todos fuéramos
iguales.
¿Y entonces, por qué no aceptas las decisiones personales de tu cónyuge?
¿Es ella una amiga inferior? Me sorprende cómo le mostramos respeto, cortesía y
aceptación a nuestros amigos, vecinos y compañeros de trabajo, y luego vamos a casa y
actuamos totalmente diferente. ¿Por qué? Simplemente por nuestro egoísmo.
No digo que no intentes llegar a un acuerdo sobre las cuestiones que no afectan la
moral, especialmente si hay algo que ofende a tu cónyuge. Llegará el momento en que
tendrán que aceptar las diferencias que existen entre ustedes. Tu pareja jamás será igual
que tú, ni le gustará todo lo que te gusta a ti. Tu ser querido nunca actuará igual que tú,
y es poco realista esperar que lo haga.
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ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
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ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
afeitarse cuando llega a la casa del trabajo. Estas son las cosas que destruyen el romance
en el matrimonio.
El Cantar de los Cantares presenta una imagen muy diferente. La esposa de
Salomón arregló su cabello de una manera tan atractiva que él quedó cautivado:
“la cabellera suelta de tu cabeza es como hilos de púrpura; el rey está preso en tus trenzas”
(Cnt. 7:5 LBLA). Él comenta sobre el perfume de su aliento y como lo incita a besarla:
“el olor de tu boca como de manzanas, Y tu paladar como el buen vino” (Cnt. 7:8,9).
La fragancia de sus perfumes lo atraía tremendamente: “mejores son tus amores que el
vino. A más del olor de tus suaves ungüentos... ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana,
esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas
las especias aromáticas!” (Cnt. 1:2,3; 4:10). La Sulamita también menciona la apuesta
apariencia física de Salomón: “Mi amado... Señalado entre diez mil... Sus cabellos crespos,
negros como el cuervo. Sus ojos, como palomas... Que se lavan con leche... Sus labios,
como lirios que destilan mirra fragante... Su cuerpo, como claro marfil... Su paladar,
dulcísimo, y todo él codiciable” (Cnt. 5:10-16). Obviamente, de estos pasajes se puede
apreciar lo importante que son la apariencia física y la higiene personal para mantener vivo
el romance en tu matrimonio.
Asimismo, las caricias no sexuales son igual de importantes para el romance.
¿Le acaricias el hombro cuando se sientan juntos? Cuando te encuentras con tu pareja en
el pasillo de tu casa, ¿la abrazas y la besas en ese momento? Estas son las cosas que
mantienen vivo el romance en el matrimonio.
Estos son los gestos que ustedes deben hacer por instinto porque eso es lo que
hacen los matrimonios cuando están enamorados. Las caricias revelaron la verdad de que
Isaac y Rebeca no eran hermanos como él le había dicho al rey Abimelec. El rey miró por la
ventana un día y: “vio a Isaac que acariciaba a Rebeca su mujer”. El rey llamó a Isaac y le
dijo: “He aquí ella es de cierto tu mujer” (Gn. 26:8,9). La manera en que él acarició a
Rebeca le hizo saber al rey que había una atracción física e íntima entre ellos.
Cuando trato de explicar este concepto, algunos me preguntan: “¿Y tenemos que
estar acariciándonos en todo momento?” No, no estás obligado a hacerlo, pero espero que
desees demostrarle cariño físicamente a tu cónyuge. Yo creo que cuando se toman de la
mano, se masajean la espalda y los pies, se abrazan, se besan y se acarician cuando están
juntos, el romance se mantiene vivo y crece en la relación. Incluso, lee el Cantar de los
Cantares 1:2, 2:6.
Otra expresión física de amor es la relación sexual. En el Cantar de los Cantares la
unión sexual se describe con hermosos términos poéticos, tal como: “te daré mis amores”
(Cnt. 7:12) o el comer la dulce fruta de “su huerto” (Cnt. 4:16). Es importante notar que las
Escrituras describen el acto sexual como una expresión de amor entre un hombre y su
mujer. En el Nuevo Testamento Pablo escribió: “El marido cumpla con la mujer el deber
conyugal, y asimismo la mujer con el marido” (1 Co. 7:3). En la unión sexual el afecto debe
ser mutuo. Este concepto es esencial para mantener vivo el romance en tu matrimonio.
Si consideras tu relación sexual un deber que tienes que “soportar”, experimentarás muy
poco romance. Salomón habla más explícitamente de la relación sexual en los proverbios.
En estos le aconseja a su hijo que no se desvíe hacia las mujeres inmorales, sino que le
sea fiel a la esposa de su juventud, “que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te
embriague para siempre” (Pr. 5:19 LBLA). La palabra embriague evidentemente describe la
excitación del romance que debe formar parte de la relación sexual con tu pareja.
Las Escrituras declaran claramente que necesitas esta embriaguez romántica con tu
pareja en todas las etapas de tu matrimonio. Por lo tanto, ya sea que estés recién casada o
185
ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
lleves muchos años de casada, debes estar completamente satisfecha en la expresión física
de tu amor. De hecho, esta embriaguez romántica es lo que te brinda la satisfacción más
grande en tu relación sexual. ¡No te la pierdas!
Si tu matrimonio carece de romanticismo o tiene muy poco romance, es por causa
de los conflictos no resueltos o porque no has establecido una amistad verdadera con tu
cónyuge. Eso se puede remediar y el romance del que una vez gozaron se puede restaurar.
Lo sé por experiencia propia, después de treinta y ocho años de matrimonio,
sigo enamorado de mi esposa más que nunca. Estoy ansioso por llegar a casa por la noche
para verla y platicar con mi compañera. Debes creer que Dios puede hacer lo mismo
contigo. Pon en práctica estos principios y observa cómo florece el romance.
B. De acuerdo con la esposa de Salomón, ¿cuál es la clave del romance? Cnt. 5:16
_______________________________________________________
C. Escribe los componentes clave que establecen y fomentan la amistad. Lee las páginas
179-182.
1.______________________________________________________
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5.______________________________________________________
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ESTABLECIENDO EL ROMANTICISMO
E. ¿Qué puedes hacer para corregir estas deficiencias en tu aptitud para la amistad?
1.______________________________________________________
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3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
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18
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL
“El marido cumpla con la mujer el deber conyugal,
y asimismo la mujer con el marido” 1 Cor. 7:3
U
na buena relación sexual es imprescindible en un matrimonio feliz. Aunque el acto
sexual es sólo una pequeña parte del tiempo que la pareja pasa juntos, tiene un
impacto muy grande en la relación. Permíteme aportar una simple analogía para
ilustrarlo. La bujía de tu auto tiene un papel muy pequeño en el funcionamiento del motor,
pero sin ella tu auto no se movería. Aunque la bujía funcione, si está fallando, el viaje no
será muy bueno si un minuto tiene fuerza y al siguiente no. Eso obviamente afectaría el
rendimiento general de tu auto.
Esto también es cierto en tu relación sexual. Por ejemplo, cuando no hay intimidad
sexual en el matrimonio, se percibe una sensación de que algo “hace falta”. Tú reconoces
que existe cierta distancia en la relación. A veces cuando se prolonga esta distancia, eriges
una pared y comienzas a preguntarte si tu cónyuge todavía se interesa por ti. Si no hay
afecto, pasión e intimidad, tu relación carecerá de chispa y entusiasmo. Puedes continuar
fingiendo en tu matrimonio, pero te faltará el enamoramiento, la emoción y la energía.
Si esta distancia continúa, causará tensión, duda y conflictos en otras áreas y tu matrimonio
se volverá muy desagradable. Si no tienes la chispa que la intimidad sexual conlleva,
tu matrimonio no puede madurar sin complicaciones.
Por otra parte, un matrimonio con problemas también afectará tu relación sexual.
Cuando existen conflictos sin resolver, estos, tarde o temprano llegan al dormitorio.
Los conflictos sin resolver hacen que te distancies de tu cónyuge emocional, física y
espiritualmente. Cuando el resentimiento en tu relación aumenta, la distancia entre ustedes
se agranda y esto resulta en más tensión en el dormitorio. Si no resuelven estos conflictos,
lentamente llegan a un punto crítico. ¿Por qué? Porque no puedes separar tu vida
matrimonial de tu vida sexual. Por lo tanto, es esencial que reconozcas la gran influencia
que tu relación sexual tiene en tu matrimonio en general.
Ahora, puede que estés pensando: ¿cómo puedo cambiar este ciclo vicioso y
establecer una relación sexual sana? La respuesta comienza con un cambio en tu manera
de pensar. Debes considerar esta área de tu matrimonio en términos bíblicos, y permitir que
tus ideas se sujeten a la Palabra de Dios. Desde que empecé a asesorar a parejas
cristianas me he dado cuenta de que tienen muy poco conocimiento de las enseñanzas
bíblicas sobre la intimidad sexual. Sus conceptos están basados en lo que aprendieron de
materiales laicos, de sus amigos o, a veces, de las experiencias que tuvieron antes de
convertirse al cristianismo. Si tienes poco conocimiento de lo que las Escrituras instruyen
sobre el sexo, te será muy difícil obedecer los mandatos de Dios y recibir las bendiciones
que Él promete. Dios creó la relación sexual para unir a la pareja y para establecer y
fortalecer su relación, no para dividirlos. Su plan no se realizará a menos que lo entiendas.
ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL
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ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL
físicamente. El acto sexual los lleva a la unión más íntima posible. Ese es el diseño y el
objetivo de Dios.
Pero cuando te unes a tu cónyuge en la relación sexual, se produce algo más que
una unión física; también se unen emocionalmente. Nunca encontrarás una manera más
íntima para comunicarle tu entrega emocional y tu afecto. Si no hubiere una unión sexual en
el matrimonio, rara vez se intercambiarían las palabras tiernas de deseo y compañerismo.
Dios ha designado esos momentos que comparten juntos como un intercambio de amor
cargado de emoción.
Además, al madurar en tu expresión sexual de amor, alcanzas la unión espiritual.
Cuando amas a tu pareja físicamente, se produce una unión espiritual en tu relación porque
estás obedeciendo Su mandato de expresar tu amor de esta manera. Pablo dijo que todos
los creyentes que andan en amor permanecen firmes: “en un mismo espíritu, combatiendo
unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27). A continuación, él agrega que, si estos
creyentes se aman, ellos experimentarán la “comunión del Espíritu” (Fil. 2:1).
Como resultado de su amor y obediencia se convertían espiritualmente en uno solo o como
él lo describe: “unidos en espíritu” (Fil. 2:2 LBLA). Si la comunión del Espíritu y el estar
unidos en espíritu es el resultado de aquellos creyentes que se aman, ¿cuánto más
sucederá cuando el esposo y su esposa se expresan amor mutuamente? Este es el objetivo
que el Padre tenía en mente cuando diseñó la unión sexual para el matrimonio.
Él quiere que la pareja alcance esa inigualable unión y ese vínculo espiritual.
El amor sexual produce una unidad espiritual, emocional y física que debes valorar y
proteger. Es por eso que Pablo nos advierte sobre las relaciones adúlteras: “¿No sabéis que
vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los
haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una
ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se
une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación… ¿O ignoráis que vuestro cuerpo
es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros…?... glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:15-20).
Pablo claramente indica que lo que haces con tu cuerpo tiene importancia porque tu
cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Cuando te unes al Señor, te conviertes en un solo
espíritu con Él. Si unes tu cuerpo con una ramera, igualmente te estás uniendo
espiritualmente a esa persona. Por lo tanto, Dios te advierte que te conserves
exclusivamente para tu cónyuge. Así diseñó Dios la relación sexual y por eso la creó para el
matrimonio solamente. Su plan es ayudarte a formar un vínculo físico, emocional y espiritual
con tu ser querido.
3. Dios diseñó la relación sexual para que puedan dar y recibir placer. Esta idea
incomoda a algunos cristianos porque muchos piensan que todo tipo de placer no es
espiritual, o va en contra de la voluntad de Dios. La idea de que Dios diseñó la unión sexual
para el placer es totalmente ajena para ellos. Leen pasajes que describen individuos en los
últimos días como: “amadores de los deleites más que de Dios” y suponen que todo deleite
es perverso (2 Ti. 3:4). ¿Declara este pasaje que todo deleite es perverso o que está
prohibido en la cama matrimonial? ¡De ninguna manera! Este pasaje se contrasta con
aquellos que aman el placer más que a Dios. Las Escrituras lo dicen claramente, si una
persona vive para el placer, está muerta en vida (1 Ti. 5:6). Sin embargo, Dios quiere que
encontremos una manera piadosa y lícita de dar y recibir placer en la cama matrimonial.
Salomón describe el plan bíblico para el deleite sexual en el matrimonio. Él dice:
“Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa
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ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL
gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre”
(Pr. 5:18-19 LBLA).
Dios quiere que la relación sexual sea una experiencia agradable que motivará a las
parejas a allegarse regularmente para expresar su afecto y su unidad. Si Dios no hubiera
creado la intimidad sexual como una experiencia placentera entre un hombre y su mujer,
pocos participarían en ella. La palabra más importante en este texto es “embriague” que
significa “emborrache”. La metáfora es muy impactante. Es una imagen de excitación y
euforia. La Palabra de Dios claramente declara que ese es Su deseo para tu relación
sexual.
También observamos esta misma descripción de deleite en la unión sexual entre
Salomón y su esposa. La Sulamita describe su relación sexual con Salomón como: “dulce a
mi paladar” lo cual la sustenta y la conforta (Cnt. 2:3-5). Salomón habla de sus relaciones
sexuales de la misma manera: “Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has apresado
mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello. ¡Cuán hermosos son tus
amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores…!” (4:9,10).
Ellos estaban embriagados y se deleitaban el uno al otro. Eso es mejor que cualquier efecto
que el vino pueda producir.
Las Escrituras presentan categóricamente este tema y revelan los pensamientos y
sentimientos de Dios. No hay nada sucio, impío ni impuro en el placer de la cama
matrimonial. Incluso, el sentido común afirma que Dios diseñó tu cuerpo para disfrutar la
intimidad sexual dentro del matrimonio. ¿Crees tú que Dios te crearía con la capacidad
física de sentir placer en tu cama matrimonial, para después decirte que esto es perverso o
sucio? Sería ilógico. Cuando se dan placer, bendicen a Dios.
4. Dios diseñó la relación sexual en el matrimonio para engendrar hijos dentro de
una relación amorosa. Dejé este tema para el final porque los hijos son el fruto natural de
esta tierna intimidad entre un hombre y su esposa; no son el objetivo principal de la relación
sexual, son solamente un producto secundario. Si los hijos fueran el objetivo principal de la
unión sexual, entonces cada vez que la pareja se allega se engendraría un hijo. Pero los
hijos no se engendran en cada experiencia sexual, lo cual confirma que el objetivo principal
es proveer la oportunidad para expresar el afecto mutuo. Cuando “se funden en un solo ser”
y engendran un hijo, éste es tu propia carne y hueso, veintitrés cromosomas de cada uno de
los padres.
Así ha sido desde el principio: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a
luz a Caín…” (Gn. 4:1). El fruto de tu amor es un hijo que se convierte en otro ser querido
de tu familia. Si este hijo llega a un hogar donde los padres no se aman o no se expresan
afecto, algo hace falta. El amor no sólo nutre la relación con tu cónyuge, también nutre la
relación con tus hijos. En otras palabras, tus hijos se benefician directamente del romance
con tu cónyuge. No concentres tu atención en tus hijos. Un matrimonio feliz creará el mejor
ambiente para el crecimiento y la madurez de tus hijos.
Estas son las razones principales por las que Dios creó la relación sexual para el
matrimonio. Una relación sexual satisfactoria es fundamental para la unidad en tu
matrimonio y la expresión de amor. Si tienen problemas en su relación sexual, no los
ignoren. Estos problemas no desaparecerán por si solos. Recuerda, ataca el problema, no a
la persona. Dios diseñó el sexo y Él te demostrará cómo resolver cualquier problema que
tengas. Veamos algunos de los problemas más comunes y cómo resolverlos.
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ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL
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parejas no hablan de estas cosas. Simplemente las soportan día tras día infelices e
insatisfechas. Esto jamás debería ocurrir en la cama matrimonial.
Una relación sexual que satisface requiere mucho amor, comunicación, comprensión
y práctica. Déjale saber a tu pareja lo que te da placer en la cama matrimonial. Ten cuidado
con tus comentarios que no sean sólo negativos, “eso no me gusta”. También debes hacer
comentarios positivos tal como, “me gusta cuando tú me ________”. Esto le da a tu
cónyuge algo en particular que pueda hacer la próxima vez que estén juntos en lugar de
sentirse rechazada. Ten en cuenta que los dos tienen que estar de acuerdo con tus
pedidos. Ese es el mandato bíblico.
Dios quiere bendecir tu relación sexual. No te pierdas los placeres de este aspecto
esencial de tu relación. Estudia las Escrituras sobre el tema y permite que el Señor
transforme tus ideas y que las armonice con las de Él.
A. Anota las razones bíblicas por las que Dios creó el sexo. Lee las páginas 188-191.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
B. Estudia los siguientes pasajes y discierne la opinión de Dios y sus mandatos en cuanto
a tu relación sexual.
1. Pr.5:15-20____________________________________________
______________________________________________________
2. He.13:4______________________________________________
______________________________________________________
3. Cnt.4:9-10____________________________________________
______________________________________________________
4. Cnt.7:10-13___________________________________________
______________________________________________________
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ESTABLECIENDO LA RELACIÓN SEXUAL
C. Anota los problemas sexuales más comunes que se encuentran en las páginas 192-197.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
E. Anota las soluciones que debes tratar con tu cónyuge para llegar a tener una relación
sexual plena y más íntima.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
198
19
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
“Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre,
no sea que habiendo sido heraldo para otros,
yo mismo venga a ser eliminado” 1 Cor. 9:27
E
n los últimos dieciocho capítulos he tratado una multitud de temas que son
esenciales para alcanzar la unidad y el compañerismo que Dios predestinó para tu
matrimonio. En algunos de estos temas sólo necesitas un poco de estímulo,
mientras que en otros necesitas hacer cambios considerables. Por ahora, me interesa la
conducta que requiere cambios serios. ¿Cómo lograrás esos cambios en tu vida? ¿Qué te
permitirá cumplir con tus obligaciones y las promesas que le hiciste a tu cónyuge? ¿Qué te
hará cambiar tu conducta pecaminosa y actuar con rectitud? ¿Qué te permitirá lograr un
cambio duradero? La respuesta a estas preguntas es el autocontrol.
La falta de autocontrol es uno de los problemas ocultos en la mayoría de los
matrimonios porque es el problema fundamental en la vida de casi todas las personas.
Algunas batallan con esto más que otras. Pero he concluido que este es un factor muy
importante porque escucho la frustración y la angustia del cónyuge que me llama por
teléfono para decirme: “la última consulta estuvo muy buena, pero mi pareja no hizo ninguna
de las cosas que acordamos en su consultorio”. A menudo en las visitas subsiguientes
cuando les pregunto si tomaron alguna medida para resolver el problema, la respuesta es,
“bueno, no tuve tiempo” o alguna otra excusa. Después de escuchar estas respuestas una y
otra vez, he determinado que la falta de autocontrol es un obstáculo muy grande que impide
los cambios necesarios para mejorar el matrimonio. Está claro que para mejorar tu
matrimonio tienes que ejercer el autocontrol para poder cambiar. Ningún problema se
rectificará por sí solo. Sucederá solamente si sigues los pasos drásticos y te obligas a
actuar con rectitud.
¿Y tú, tienes este problema? ¿Te comprometes con tu cónyuge y luego no cumples
con tu promesa? Esto puede ser algo muy simple como mantener la casa limpia, ajustarse
al presupuesto o llamar si llegarás tarde a casa después del trabajo. Las situaciones más
complejas o difíciles son: controlar tu ira, dedicar tiempo para platicar, pedirle a tu cónyuge
que ore por ti o hacer devocionales con los niños. Para lograr un cambio verdadero y
perdurable cada uno de estos temas se debe abordar con autocontrol y dominio propio.
El autocontrol te ayuda a seguir adelante por el buen camino y a cumplir lo que has
prometido hacer. La disciplina es la clave que te impide regresar a la conducta pecaminosa
y egoísta, y es la razón por la que tienes una conducta nueva y piadosa.
Algunos podrían pensar que este problema no les atañe porque son personas muy
disciplinadas en la mayor parte de sus vidas. Saben medir su tiempo, logran hacer las cosas
de una manera ordenada y son personas centradas que no se distraen de sus metas.
No obstante, podrían ser totalmente indisciplinadas en otras áreas de sus vidas, como leer
la Biblia, orar con regularidad, luchar contra la lujuria o el enojo, no controlar la lengua
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
LA IMPORTANCIA DE DISCIPLINA
Para tratar eficazmente el problema de la disciplina, es esencial que entiendas la
importancia que la Biblia le confiere. Si no estás convencido de la importancia de este tema,
pasarás por alto este capítulo y lo considerarás un disparate de un legalista. Sin embargo,
la Palabra de Dios declara que el autocontrol y el dominio propio son muy importantes en tu
vida. Cuando percibas la importancia que Dios le da a este tema, reconocerás que no es
algo que puedas dejar para mañana. Examinemos algunas de estas pautas y veamos lo
que las Escrituras revelan acerca de este requisito en tu vida.
1. La disciplina es el objetivo y el propósito de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo le
escribió una carta a Timoteo en la que trató los muchos conflictos que éste enfrentaba, y le
dio un plan para ayudarlo a superarlos. Cuando Pablo estaba por terminar la exhortación a
Timoteo, le declaró su objetivo fundamental: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17).
La palabra “instruir” literalmente significa “entrenar o disciplinar”. Pablo le explicó lo poderosa
que es la Palabra de Dios para cambiar a las personas. La Palabra es capaz de compungir
y de iluminar las actitudes y motivaciones efectuando un cambio interno y externo. Cuando
la persona responde a esta compunción, el resultado es un cambio externo. Cada vez que
decides obedecer esta compunción y la corrección, estás practicando la disciplina y la
rectitud que te llevarán a una vida nueva y reformada. Finalmente, este cambio te prepara
para cualquier propósito al que el Señor te haya llamado porque practicas la disciplina y
obedeces la compunción y la corrección del Espíritu de Dios.
El autocontrol es el objetivo y el propósito final de la Palabra de Dios en tu vida.
En este pasaje Pablo revela los medios, el método y las expectativas de Dios. Su objetivo
es transformarte en un hombre o mujer que Él pueda usar para Su gloria. La falta de
autocontrol no es un defecto insignificante que puedas ignorar; es algo esencial para todo
creyente que desea crecer y madurar en Cristo. Es más, Jesús llamó discípulos,
que significa “alumno disciplinado”, a los que lo seguían diligentemente.
La disciplina personal también es esencial para tu matrimonio porque tu relación es
básicamente entre dos personas que desean vivir en armonía. Si no tienes disciplina o si
algún aspecto de tu vida personal está fuera de control, eso afectará tu matrimonio.
2. La disciplina es lo único que te transforma en una persona devota. En su primera
carta, Pablo le explica a Timoteo que la disciplina debe tener prioridad en su vida. El joven
Timoteo tuvo que luchar contra una variedad de doctrinas falsas que fomentaban la
impiedad en la iglesia. Pablo le advirtió que rechazara estas enseñanzas y que aceptara
sólo aquellas que fomentaban la piedad: “Desecha las fábulas profanas y de viejas.
Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la
piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”
(1 Ti. 4:7-8).
200
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
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ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
¿Hará Dios esto si se lo pides? Escucha la promesa de Jesús: “si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc. 11:13). Él desea bendecirte con la victoria de Su
Espíritu Santo sobre tu carne. Pero nunca sabrás cuánto lo desea, ¡hasta que se lo pidas!
Pídele en este momento que te quite tus viejas costumbres y deseos, y comenzarás a vivir
la vida que Él te promete.
4. Dios quiere conformarte a Su imagen. Es evidente con sólo darle un vistazo a las
Escrituras que Dios tiene un “determinado consejo”, un plan predestinado para el mundo
entero y Él lo llevará a cabo (Hch. 2:23). De una manera muy ordenada y estructurada,
Él hace que cada detalle se adapte a Sus propósitos y a Su voluntad. El plan de la salvación
de Dios era muy disciplinado, y Jesús lo comprobó con su campaña contra las obras del
diablo. Se puede observar en Su agonía en el huerto, en Su estrategia de silencio e
indefensión ante Poncio Pilato y los guardias Romanos, y en Su victoria final al vencer a la
muerte. El propósito y la voluntad de Dios de salvar a la humanidad habían sido planeados
y predichos en las Escrituras y finalmente se cumplieron con la colaboración del Hijo de
Dios. Se puede decir que Dios planeo Su obra y luego llevó a cabo Su plan. Dios declaró la
venida del Mesías y luego: “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo…”
(Gá. 4:4).
¿Por qué hizo eso? Porque Dios cumple toda palabra que promete sin importar lo
que haga el hombre. Aunque los hombres se rebelen contra Él, el Padre cumplirá Su plan
soberano independiente de ellos. Acerca de las predicciones de Dios sobre la rebelde
Babilonia, Jeremías declaró: “se cumplen los designios del SEÑOR…” (Jer. 51:29 LBLA).
Esta predicción, por supuesto, incluía el juicio por su rebeldía contra la voluntad de Dios
para sus vidas. Ezequiel también declaró el propósito de Dios al hacer cumplir Su Palabra:
“sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice…” (Ez. 37:14). Cuando Dios cumple Su Palabra,
centra nuestra atención en Su fidelidad. Lo que Él ha dicho, lo ha llevado a cabo.
La fidelidad a Su palabra es la mejor definición de Su carácter disciplinado.
Dios quiere transformarte en este tipo de persona. Quiere transformarte en un
hombre o mujer que cuando hable, prometa o acepte una obligación, la cumple. Dios no va
a declarar Su deseo de instruirte en la justicia disciplinada para luego no permitir que
alcances esa meta. Él quiere asemejarte a Sí mismo en todo aspecto de tu vida, y lo logrará
si tú reconoces que necesitas cambiar. ¿Te someterás a la enseñanza de la Palabra de
Dios sobre cada área en la que estés batallando? Al someter cada una de esas áreas al
control del Espíritu Santo, Él te habilitará para andar en disciplina.
202
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
pecaminosa se opone al control de la ley de Dios que gobierna la nueva naturaleza que
Dios te ha dado. Pablo describe esta lucha entre la naturaleza carnal del hombre y la ley de
Dios: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan
a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a
Dios” (Ro. 8:7-8). Esta batalla ocurre dentro de todo creyente y determina quién tiene
control, ¿el Espíritu Santo de Dios o tu naturaleza pecaminosa?
Pablo explica en más detalle: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el
del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis” (Gá. 5:17). En este pasaje Dios explica claramente y con exactitud qué impide
que las personas hagan lo que deban o desean hacer. Cuando accedes a tu naturaleza
pecaminosa, no te estás disciplinando en justicia. Estas dos características se excluyen
mutuamente. Tu carne siempre tratará de llevarte al exceso y al capricho en una o más
áreas de tu vida. Este era el problema de los fariseos. Jesús observó que a pesar de que en
su exterior parecían ser justos ante los hombres, por dentro estaban: “llenos de robo y de
injusticia” (Mt. 23:25). Esto ocurre simplemente porque tu naturaleza pecaminosa es más
fuerte que tu voluntad para resistirla (eso es, sin el poder del Espíritu Santo). Pablo reveló
su lucha personal cuando dijo: “el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro. 7:18).
Por lo tanto, ánimo, no estás solo, todos enfrentamos esta batalla.
Este estilo de vida indisciplinado y la batalla contra la naturaleza pecaminosa
también causan conflictos en el matrimonio. Todas las semanas en mi consultorio escucho
a las personas lamentarse y usar las mismas palabras de Pablo. Cuando animo a la esposa
que está tratando de mantener la casa organizada, y ella me dice: “Todos los días lo intento,
pero por alguna razón nunca lo logro. Me distraigo con otras cosas”. O cuando le pido a un
esposo que prepare un presupuesto para controlar sus gastos, a menudo escucho decir:
“No quiero estar limitado a un presupuesto. Es demasiado restrictivo”. La ira, la pereza y el
vivir más allá de nuestros medios son indicios de que estamos perdiendo la batalla entre
nuestra naturaleza pecaminosa y la voluntad de Dios. Cuando accedes a tus deseos
egoístas pierdes por completo el autocontrol y desaparece la esperanza de resolver estos
problemas.
2. Un estilo de vida indisciplinado elige obedecer los sentimientos por encima de lo
debido. Esta fue la causa de la caída del hombre. Cuando Adán y Eva estaban en el huerto,
Dios les mandó comer de todos los árboles del huerto excepto uno: “Y vio la mujer que el
árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar
la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió” (Gn. 3:6). Eva decidió acceder a lo que consideró
agradable y deseable en lugar de disciplinarse para hacer lo debido y lo que manda la ley
de Dios. Lo que es agradable y deseable es siempre lo más fácil y lo que te hace sentir bien
en el momento. Esta, por supuesto, fue la decisión mortal. Cada vez que accedes a lo que
es agradable y te hace sentir bien y desobedeces los mandatos de Dios, tú también estás
tomando una decisión mortal.
¿Te dejas dominar por los sentimientos y tomas decisiones basadas en lo que
sientes en el momento? ¿Resistes tus deseos en lugar de resistir los mandatos de Dios?
¿Escoges lo que es agradable y fácil en lugar de hacer algo que es desagradable?
El resistir tus deseos egoístas siempre será desagradable. Sin embargo, la alternativa es
contristar al Espíritu Santo y abandonar Su gozo y Su paz a cambio del fracaso constante.
El Espíritu Santo te llama y tus deseos carnales te llaman. ¿A cuál accederás? ¿Vivirás tu
vida controlada por los sentimientos o serás una persona dominada por el Espíritu y los
mandamientos? Recuerda que si pierdes tu vida de esta manera, en realidad la encuentras.
203
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
204
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
a este concepto falso: “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar
este refrán en Israel” (Ez. 18:3).
Dios explicó en más detalle por qué rechazó este proverbio: “He aquí que todas las
almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare,
esa morirá” (Ez. 18:4). Dios afirmó ser el dueño de todas las almas humanas. Toda persona
se presentará ante Él individualmente y cada uno cargará con la responsabilidad de su
propio pecado. Por lo tanto, el Padre no permitirá que culpes a tus padres ni a nadie más
por tus fracasos personales ni por los defectos en tu personalidad. Tú tienes que hacerte
responsable.
También observarás esta verdad ilustrada al leer los ejemplos de los padres y los
hijos que se encuentran en las Escrituras. Los hijos tienen la libertad de escoger su propio
camino en la vida. Por ejemplo, el rey piadoso Jotam engendró un hijo impío, Acaz. Éste en
cambio, engendró un hijo piadoso, Ezequías, quien engendró un hijo impío, Manasés.
Luego el hijo de Manasés, Amón, siguió los pasos de su padre e hizo lo malo ante el Señor.
Pero el hijo de Amón, Josías, se alejó de la maldad de su padre y vivió una vida justa.
Véase: 2 Crónicas capítulos 28-34.
Cada uno de estos ejemplos comprueba una cosa: no importa cuáles sean tus
antecedentes familiares, al final de cuentas, tú eres responsable de tus propias acciones.
Tú eres el que elige el camino en tu vida. Por lo tanto, no culpes a tus padres ni a nadie más
por tu falta de disciplina o tu estilo de vida impío. Dios no acepta esa excusa; Él te hace
responsable de tus propias acciones y del tipo de persona que eres. Sí, otras personas han
influenciado tu vida, pero esto no es una excusa para las decisiones que tomas en la
actualidad. Dios declaró por medio del profeta Isaías que quiere que sus seguidores:
“escojan lo que yo quiero” (Is. 56:4). Él quiere que gocemos de la vida y que nos liberemos
del “yo”.
¿Estás dispuesto a tomar esa decisión en este momento? ¿Le entregarás esta parte
de tu vida a Dios y le pedirás Su ayuda para cambiar tu vida indisciplinada? No importa
cuánto tiempo hace que vives una vida indisciplinada, Dios puede comenzar justo donde te
encuentras hoy. Lo único que Él requiere es tu buena voluntad y tu invitación a comenzar la
obra. Si estás dispuesto a hacerlo, ¿qué pasos debes tomar?
205
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
has negado a cambiar. Estas, por lo general, serán las mismas cosas por las que discuten
constantemente.
2. Luego, determina cuál es la parte más importante en tu lista. Esta es la que
tratarás primero. Este aspecto de tu matrimonio es el que necesita ayuda y ánimo
urgentemente. Un cambio en este aspecto le dará la esperanza a tu cónyuge de que
finalmente las cosas mejorarán. Eso también la motivará a comenzar a cambiar en su
propia vida.
3. Estudia las Escrituras que tratan esta área para determinar qué debes hacer.
Al estudiar la Palabra de Dios referente a este tema, adquirirás la perspectiva de Dios y
aprenderás qué medida debes tomar. Sin la sabiduría de Dios, andarás a tientas en las
tinieblas. Necesitas la perspectiva de Dios porque es posible que tu conducta ofensiva no
sea inmoral. Podrías estar peleando con tu pareja por decisiones personales; en dado caso,
sólo necesitas llegar a un compromiso. La Biblia tiene que ser la autoridad final en todas
estas cuestiones. Al obedecer a Dios, también lo complaces.
Te sugiero que compres una buena concordancia para hacer una búsqueda por toda
la Biblia del tema en particular. Si tienes una computadora, existen muchos programas a tu
disposición. Conforme vayas entendiendo lo que la Biblia enseña, podrás actuar
debidamente.
4. Pídele a Dios la compunción del Espíritu Santo para poder actuar. Cuando
determines lo que la Palabra de Dios dice acerca de tu problema, necesitarás Su
compunción para comenzar el cambio. Dios comienza a obrar en tu fuero interior por medio
de la compunción, y te demuestra lo que estás haciendo mal. Él te motiva a que hagas lo
debido y que persistas. La compunción es ese silbo apacible y delicado que te dice por
dentro, “No hagas eso; recuerda que a tu pareja no le agrada”.
La compunción evita que simplemente pases por el aro para aplacar a tu cónyuge.
Los cambios externos no perduran porque necesitas una motivación interna para seguir
adelante. Las personas fracasan en sus obligaciones simplemente porque están tratando de
reformarse a sí mismos en lugar de permitir que Dios los transforme de adentro para afuera.
Pídele a Dios que no te deje en paz hasta que cambies tu conducta.
5. Pídele a Dios el poder de Su Espíritu para hacer los cambios necesarios. Cuando
sepas lo que tienes que hacer, necesitarás la fuerza para hacerlo. ¿Cuántas veces has
deseado hacer lo debido, pero te faltaron los medios para hacerlo? Recuerda, tu naturaleza
egoísta y pecaminosa es más fuerte que tu voluntad a combatirla. Si te sometes al Espíritu,
el resultado es el dominio propio (Gá. 5:23 LBLA). Tu naturaleza pecaminosa es más fuerte
que tú, pero el Espíritu de Dios es aún más fuerte. Entre más te entregues al poder de Dios
en tu vida, recibirás más de Su fortaleza para obedecerle.
6. A diario debes tomar medidas tocantes a este tema sin importar cuales sean tus
sentimientos. Acá es donde se observa la verdadera disciplina. Tal como expliqué
anteriormente, el dejarse dominar por los sentimientos es una de las causas principales de
una vida indisciplinada. A diario tienes que abandonar tus sentimientos y escoger lo que es
debido, lo que Dios manda. Al obedecer la corrección interna del Espíritu de Dios,
naturalmente vivirás por encima de tus sentimientos.
¿Recuerdas que anteriormente en este capítulo expliqué el plan bíblico para efectuar
un cambio?: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17). Ten presente que la palabra
“instruir” en este texto literalmente significa “disciplinar”. Presta mucha atención al método
que Pablo revela aquí. La Biblia es útil para enseñar, redargüir, corregir e instruir.
206
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
Al final, eso te disciplina en la justicia y te capacita para toda buena obra. Ese es el método
que Dios usa para cambiarte y convertirte en una persona disciplinada. Comienza con la
Palabra de Dios, Su herramienta, que mantendrá y perfeccionará tu corazón y le dará el
aguijón que necesita para cambiarlo. Al obedecer diariamente y tomar la debida acción, te
estarás disciplinando. Si realmente quieres hacerlo, sí lo puedes lograr.
Nunca es demasiado tarde para empezar si sigues estos pasos hoy mismo.
7. Procede con la siguiente parte en tu lista. Continúa solamente después de haber
superado el problema más grande, y luego aplica los mismos pasos a los asuntos restantes.
Recuerda que esto no se arregla en un dos por tres. El convertirte en una persona
disciplinada te llevará el resto de tu vida. Dios aún no ha terminado Su obra en ti; le falta
mucho trabajo por hacer en ti y por medio de ti. Es esencial que tengas paciencia con tu
cónyuge y contigo mismo. Dios es sumamente paciente mientras obra para asemejar tu vida
a la de Él. ¡Deja que Él lo haga!
El resultado de una vida disciplinada ¡será una vida piadosa! Una vida piadosa es lo
que hace que vivas en armonía con tu cónyuge y resulta en un matrimonio pleno y feliz.
Si ignoras este capítulo, no habrá un cambio duradero en tu relación y nunca encontrarás la
satisfacción que anhelas. Dios te quiere disciplinar en la justicia. ¡Deja que Él comience la
obra!
A. Anota las cuatro razones por las que la disciplina es importante. Lee las páginas 200-202.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
207
ESTABLECIENDO EL AUTOCONTROL
B. Anota las razones por las que las personas viven una vida indisciplinada. Lee las
páginas 202-205.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
C. De las razones de una vida indisciplinada, ¿con cuáles has batallado tú y por qué?
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
E. Anota los siete pasos para cambiar tu vida indisciplinada que se encuentran en las
páginas 205-207.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________
F. Escribe los pasos concretos que tomarás para hacer los cambios necesarios en las
áreas donde careces de disciplina.
1.______________________________________________________
2.______________________________________________________
3.______________________________________________________
4.______________________________________________________
5.______________________________________________________
6.______________________________________________________
7.______________________________________________________
208
20
EL AMOR REAVIVADO
“Amaos los unos a los otros” Ro. 12:10
L
a intención de Dios para tu matrimonio es encender en tu corazón un amor ardiente
por tu cónyuge, y mantenerlo ardiendo apasionadamente a lo largo de los años.
Mi intención y el objetivo de este libro es encaminarte a ti y a tu pareja hacia esta
meta. Los métodos y principios que he mencionado en los capítulos anteriores son las
instrucciones indicadas para reavivar tu amor. Lo que quiero hacer en este capítulo es darte
una simple analogía que te ayudará a recordar cómo mantener vivo ese amor.
en un fuego de celos duro como el Seol. Cuando rechazas el amor de tu pareja las
repercusiones pueden ser muy severas. Tú decides el fruto de amor que cosecharás;
la crueldad de un amor celoso o la fuerza de un amor dadivoso.
La Sulamita observó que: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo
ahogarán los ríos” (Cnt. 8:7). Esto se debe a que el amor matrimonial es un compromiso y
no una emoción frágil que se destruye fácilmente. La fuerza de este amor hace que el
cónyuge persista cuando el matrimonio pasa por dificultades. Yo he observado muchos
matrimonios donde uno de los cónyuges lucha por años, se esfuerza pacientemente por
colaborar con su pareja de mal talante y ora para que Dios obre en la vida de ésta.
¿Por qué? Por la fuerza del amor. Estudiamos esta verdad anteriormente, pero merece
repetirse. “El amor es sufrido… Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”
(1 Co. 13:4,7). Este es el tipo de amor que soporta las inundaciones de muchas aguas que
intentan apagar el fuego de un matrimonio. La esposa de Salomón no decía que el fuego
del amor matrimonial nunca se extingue, simplemente que era muy difícil hacerlo.
Pero puede que te preguntes: “Si el amor no se extingue fácilmente, entonces,
¿por qué se ha apagado el fuego en mi matrimonio?” Esta pregunta es muy importante.
Para poder reavivar tu amor debes entender exactamente qué está destruyendo tu relación
sentimental.
210
EL AMOR REAVIVADO
seguro que se apagará. Puede que no se apague con el primer cubo de agua, pero si
continúas haciéndolo, seguro que lo extinguirás. ¿Qué está vertiendo agua en tu relación?
¿Usas palabras groseras? ¿Criticas a tu pareja o te burlas de ella? ¿Maltratas físicamente a
tu pareja? ¿Te niegas a tener relaciones sexuales para castigar a tu ser querido por su falta
de atención? ¿Eres severo o grosero? ¿Coqueteas con otras personas? ¿Has caído en el
adulterio? Estas acciones seguro que ahogarán el fuego del amor.
Pablo instruyó que si hacemos el mal a otros, apagamos al Espíritu Santo en
nuestras vidas. Él exhortó: “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal… No apaguéis al
Espíritu… Absteneos de toda especie de mal”. El mal hecho a cualquier persona apaga al
Espíritu Santo en tu vida porque es pecado y contrista el corazón de Dios. Estas acciones
también contristan a tu cónyuge y ¡extinguen el amor entre ustedes! Lee todo el contexto de
1 Ts. 5:15-22.
Asimismo, aunque las acciones por sí mismas no sean malas ni pecaminosas,
pueden apagar el amor en tu relación. Si haces algo sabiendo que eso ofende a tu cónyuge
y continúas haciéndolo, Pablo dice: “ya no andas conforme al amor” (Ro. 14:15).
Pablo explica este principio relacionándolo con los cristianos en Roma y su costumbre de
comer en la presencia de otros creyentes comida que éstos consideraban inmunda. Pablo
acordó que: “nada es inmundo en sí mismo”, pero que “es malo que el hombre haga
tropezar a otros con lo que come” (Ro. 14:14,20). La cuestión no era lo que se hacía, sino la
manera ofensiva en que se hacía.
Por lo tanto, debes considerar tu conducta hacia tu pareja. ¿Haces cosas malas o
inmorales? ¿O tal vez cosas que en sí son buenas, pero las haces de una manera
ofensiva? ¿Te comunicas de una manera dura o insensible o ignoras por completo los
pedidos de tu cónyuge? Tu manera de actuar determinará si estás atizando el fuego de
amor entre ustedes o tirándole un cubo de agua encima.
Si quieres un cambio en tu relación, no esperes más. ¡Comienza hoy mismo!
Tu relación sentimental no resiste el descuido continuo. Las llamas de tu amor soportan una
cantidad limitada de agua antes de que se apague el fuego. Aviva las brasas haciendo lo
que Dios manda.
La razón por la que muere el amor en el matrimonio no es un misterio.
Es simplemente porque no atizas el fuego o porque continuamente lo apagas. Cuando esta
situación no se rectifica, la pareja comienza lentamente a distanciarse y el amor
desaparece.
Tristemente, algunas parejas hacen las dos cosas. No hacen nada por atizar el
fuego de su amor y le tiran agua encima con regularidad. Puedes estar seguro de que una
relación de estas ¡no durará! ¿Cómo evitas ese declive? ¡Continúa leyendo!
211
EL AMOR REAVIVADO
212
EL AMOR REAVIVADO
CONCLUSIÓN
Amado amigo, si haces las cosas que he mencionado en las páginas de este libro,
tendrás el matrimonio que anhelas. Yo creo con todo mi corazón que lo mejor que Dios
tiene para ti está por venir. ¿Por qué creo esto? Porque las Escrituras revelan que Él desea
darnos más de lo que nos podemos imaginar. Recuerda que a Dios le encanta dar.
No somos capaces de comprender las riquezas de la gracia que Él tiene para cada uno de
nosotros. Pablo dijo lo siguiente de la capacidad del Padre: “Y a Aquel que es poderoso
para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros” (Ef. 3:20). ¿Qué es lo que deseas y has estado
pidiendo en tu vida y en tu matrimonio? Él quiere hacerlo realidad y es capaz de hacerlo
más abundantemente de lo que te imaginas. Pero la pregunta es, ¿crees eso tú?
Si crees en esto, entonces buscarás a Aquel que promete ser: “poderoso para
guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría”
(Jud. 24). Él es capaz de impartirte la gracia necesaria para que tengas todo lo que
necesitas en tu vida y en tu matrimonio (2 Cor. 9:8). No te pierdas esta increíble suficiencia
que Él te ofrece. Amado amigo, no permitas que este sea otro libro sobre el matrimonio que
abandonas en el estante y no lo pones en práctica. Deja que Dios realice Su obra milagrosa
en tu vida hoy mismo. Acércate a Él en este momento y permítele comenzar la obra. Nunca
olvides que ¡Él es capaz de hacerlo! Confía en que Él hará lo que sea necesario cuando le
entregues tu vida.
213
EL AMOR REAVIVADO
A. ¿Cuál es la analogía que la esposa de Salomón usó al declarar su amor por su esposo
en la página 209? El amor debe ser como ____________________________________
______________________________________________________________________
B. ¿Cuáles son las dos cosas que destruyen el amor en el matrimonio y que se encuentran
en las páginas 210-211?
1. _______________________________________________________
2. _______________________________________________________
C. De estas dos causas, ¿cuál es la responsable de que tu matrimonio no sea lo que debe
ser? Si son ambas, dilo. Menciona solamente tus propias faltas.
_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
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_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
_______________________________________________________
D. ¿En qué áreas no has actuado en amor y dónde has actuado pecaminosamente hacia
tu cónyuge? Debes ser concreto. Por ejemplo, ¿has ignorado el compañerismo
espiritual, emocional, recreativo, sexual o parental? O ¿has tomado medidas
pecaminosas en estas áreas y has rechazado a tu pareja?
3. _______________________________________________________
_______________________________________________________
4. _______________________________________________________
_______________________________________________________
5. _______________________________________________________
_______________________________________________________
6. _______________________________________________________
_______________________________________________________
7. _______________________________________________________
_______________________________________________________
8. _______________________________________________________
_______________________________________________________
214
EL AMOR REAVIVADO
E. ¿Qué medidas prácticas y cariñosas puedes tomar para cambiar lo que acabas de
escribir?
1. _______________________________________________________
_______________________________________________________
2. _______________________________________________________
_______________________________________________________
3. _______________________________________________________
_______________________________________________________
4. _______________________________________________________
_______________________________________________________
5. _______________________________________________________
_______________________________________________________
6. _______________________________________________________
_______________________________________________________
215
Apéndice A
S
i empezaste el libro leyendo el apéndice, te sugiero que te detengas y comiences con
el primer capítulo. La razón es muy simple. Si no lees e implementas los principios
de este libro, no le darás a tu matrimonio la oportunidad que se merece. No habrás
identificado en qué áreas necesitas cambiar ni habrás considerado las medidas piadosas
que debes tomar para motivar a tu cónyuge a que cambie. No le habrás dado a tu cónyuge
el tiempo necesario para efectuar los cambios antes de dar los pasos que recomiendo en
este capítulo. Es esencial que empieces a leer desde el primer capítulo y que pongas en
práctica todos los principios. Este apéndice es para ayudar a aquellos que ya hicieron lo
necesario y aún no ven resultados positivos. Entiendo que estarás frustrado con tu pareja,
pero esto es consecuencia de los problemas personales en la vida de los dos. Primero
tienes que ocuparte seriamente de tu propia vida. Si tu cónyuge no responde, el siguiente
consejo te será útil y de provecho. A la larga, espero que nadie necesite este apéndice. Por
lo tanto, comienza con el primer paso y no el último. Por favor, regresa al primer capítulo
ahora.
¿Por qué le di este título al apéndice? Desafortunadamente, he descubierto que
algunas personas simplemente no quieren hacer nada para estrechar su relación
matrimonial. A veces es porque el cónyuge que se niega a cambiar no es creyente, no
obstante, algunos cristianos también toman esta postura. Por lo tanto, estas cuestiones se
deben tratar para ayudarle al cónyuge con buena disposición a responder adecuadamente.
Hay dos preguntas que me hacen una y otra vez: “¿Por qué no cambia mi cónyuge, y qué
debo hacer?”
agradable, pero es la realidad. Tienes que aceptar el hecho de que tu cónyuge tiene que
estar dispuesto a cambiar.
2. A veces tú eres la razón por la que tu cónyuge no cambia. En este momento
tienes que ser crudamente sincero contigo mismo. ¿Estás cambiando como Dios te lo exige
o sigues viviendo de la misma manera simplemente esperando que tu cónyuge cambie?
¿Has pensado que tú podrías ser el obstáculo más grande que le impide cambiar a tu
pareja? Tu vida puede ser un aliento para tu pareja o una piedra de tropiezo. Las Escrituras
nos exhortan a “estimularnos al amor y a las buenas obras” (He. 10:24). Para estimular a tu
pareja al amor primero tienes que demostrarle tu amor. Si demuestras resentimiento y
rencor, incitarás a tu pareja a actuar rencorosamente. Si te niegas a cambiar, provocarás a
tu pareja a desafiarte. Es muy probable que tu cónyuge esté usando tu falta de voluntad
como excusa para seguir siendo obstinado e inflexible. Somos conscientes, sin embargo,
de que Dios no acepta esta excusa.
Recuerdo a un joven incrédulo que sentado en mi oficina confesó que no quería
tener nada que ver con Jesucristo por la conducta que veía en su esposa. Me dijo: “Si eso
es ser cristiano, no quiero tener nada que ver con eso”. Ese comentario abatió a su esposa,
pero mucho de lo que él dijo era cierto. Ella pasaba la mayor parte del tiempo molesta con
él por su falta de liderazgo en el matrimonio, lo criticaba severamente y luego lo presionaba
para que fuera a la iglesia.
Por consiguiente, examina tu vida cuidadosamente y considera cómo tu vida afecta
a tu pareja. Tus acciones avanzarán el proceso del cambio o lo impedirán. Esta es la razón
por la que el apóstol Pedro les advirtió a las esposas, casadas con incrédulos, que tuvieran
cuidado con su conducta. Él dijo: “mujeres, estad sujetas… de modo que, si algunos de
ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la
conducta de sus mujeres”. Además, las esposas necesitan cultivar “un espíritu tierno y
sereno, lo cual es precioso delante de Dios” (1 P. 3:1-4 LBLA). ¿Dirías tú que eres sumisa y
tierna o eres rebelde y exigente? ¿Has resuelto toda amargura o resentimiento en tu
corazón? ¿Estás refrenando las costumbres que ofenden a tu pareja? ¿Estás iniciando los
pasos necesarios para establecer la relación o estás esperando que tu cónyuge actúe
primero? Tus respuestas a estas preguntas determinarán si tú contribuyes a que tu pareja
se niegue a cambiar.
3. A veces quedan conflictos sin resolver. El rencor o resentimiento por asuntos no
resueltos a menudo es un gran obstáculo porque nadie quiere cambiar cuando aún está
molesto. Muchas veces la renuencia a cambiar se usa como castigo por algún pecado
verdadero o imaginario. Tu pareja lo considera una buena represalia por lo que has hecho.
El resentimiento siempre erige una pared que separa a las dos personas. Así que derrumba
esa pared y resuelve esos asuntos que impiden la buena disposición. Acuérdate de que tú
no tenías el deseo de cambiar tu vida hasta después de haber confesado tu pecado y
haberte reconciliado con Dios. Este principio es el mismo en cualquier relación.
La reconciliación siempre precede al cambio. Cristo vino a “expiar la iniquidad” para poder:
“traer la justicia perdurable” (Dn. 9:24). Por lo tanto, siempre debe haber una reconciliación
antes de poder percibir algún cambio.
Sin embargo, si no has visto los cambios que deseas, permíteme hacer una
sugerencia. Acércate a tu pareja y pregúntale: “¿Hay algo entre nosotros que aún no
hayamos resuelto?” Debes entender la postura de tu cónyuge con relación a esto.
Si no tienen conflictos pendientes, pueden entonces tachar esta posibilidad de la lista.
Si todavía tienen conflictos sin resolver, manos a la obra y resuélvanlos usando los
principios mencionados en los capítulos anteriores.
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?
tentaciones como guardar rencor en tu corazón, darte por vencida, o ser atraída por otra
persona que aparente ser más cariñosa y amable que tu cónyuge. Jesús nos dio la solución
para superar la tentación cuando nos dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación;
el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt. 26:41). ¿Reconoces lo
débil que eres en este momento? El soportar la prueba de vivir con un cónyuge indiferente
te pone en un lugar muy vulnerable.
La oración es la respuesta a esta flaqueza de tu carne, y te mantendrá en el buen
camino. Si tú no oras, no te sorprendas si caes en una de estas tentaciones. No seas como
el apóstol Pedro quien pensó que nunca caería en la tentación, “el que piensa estar firme,
mire que no caiga” (1 Co. 10:12).
Ora pidiendo sabiduría. Necesitas una cantidad increíble de sabiduría si tienes un
cónyuge indiferente. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:5). ¿Qué debes hacer y
cómo? ¿Cómo le debes hablar a tu pareja y qué le debes decir? Debes buscar el consejo
de Dios y pedirle que confirme Su plan en cada paso del camino. Necesitas el consejo que
sólo Dios te puede dar. El consejo de otras personas también es importante, pero tienes
que tomar lo que ellos te dicen y pedirle a Dios Su aprobación.
Finalmente, la oración no es sólo para ti y tu propia fortaleza, sino también para tu
ser querido. Es mediante la oración que encomiendas a tu cónyuge a las manos de Dios.
Si Jesús nos dijo que oráramos por aquellos que nos persiguen, ¡cuánto más debemos orar
por un cónyuge indiferente! Debes entregarlo al Padre y permitir que Él haga Su obra en el
corazón de tu pareja. De hecho, la oración pone más presión que todos los gritos, pleitos y
manipulación porque Dios obra en el corazón y en la mente. Cuando oras, Dios obra en el
fuero interno de tu pareja por medio del Espíritu Santo y eso es mucho más difícil de resistir.
Cuando guardas silencio, el Señor continúa hablándole claramente al corazón y a la mente
de tu pareja. Si tu cónyuge escucha Su voz y no endurece su corazón, Dios hará una buena
obra (He. 3:7). Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
(Jn. 10:27). Al orar, debes confiar en que Dios le está hablando a tu cónyuge.
¿Por qué debes confiar en esta verdad? Porque Él lo ha prometido. Ora para que tu pareja
opte por obedecer al Padre y rendirse ante Él.
3. Continúa en tu caminar cristiano. Muchas veces he visto a personas batallar con
un cónyuge indiferente y luego los veo perder toda la paciencia y renunciar a su relación
con el Señor. Sus cónyuges se niegan a orar, a asistir a la iglesia o a comunicarse y han
elegido continuar viviendo egoístamente. Por lo tanto, el cónyuge fiel sucumbe a la
tentación y se da por vencido. Poco tiempo después no veo a ninguno de los dos en la
iglesia. Cuando llamo para ver qué pasa, me dicen: “Dios no está haciendo nada. Mi pareja
no está cambiando. ¿Por qué voy a buscar al Señor?” Esta persona se ha dado por vencida
sin entender que Dios no obligará a un cónyuge indiferente a cambiar. Dios nos ha dado a
todos un libre albedrío y no lo violará. Él espera que la persona responda a Su invitación de
acercarse a Él. No culpes a Dios por lo que claramente es la rebeldía intencional de tu
pareja.
Además, si te das por vencido y abandonas tu andar cristiano, el que pierde eres tú.
No solamente perderás toda posibilidad de tener la relación matrimonial que anhelas,
también abandonarás al único que te ama y que ha determinado ayudarte en todo lo que
enfrentes en tu camino. Necesitas Su fuerza y Su sabiduría y las obtendrás solamente por
medio de una relación íntima y vivaz con Cristo. Recuerda la promesa de Dios: “los que
esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?
220
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?
Sin embargo, cuando asesoro a las parejas ocurre todo lo contrario. La amistad se vuelve más
estrecha. Cuando uno pasa horas amando, animando, riendo y llorando con un matrimonio,
es inevitable allegarse a ellos. Por consiguiente, déjate de excusas y busca asesoramiento.
¿Qué sucede si le sugieres a tu cónyuge buscar asesoramiento y ella se niega a
hacerlo? ¿Te olvidas de todo y te resignas a vivir con los problemas? No.
6. Tú, has la llamada. Primero, espera hasta tener otro conflicto y una vez más
pídele que te acompañe a una consulta matrimonial. Explícale que es evidente que las
cosas siguen igual y que no están resolviendo los problemas. Si esperas hasta que surja el
siguiente conflicto es muy difícil para tu cónyuge alegar que no es necesario. Tu pareja no
puede decir que todo anda bien, pero sí puede decir: “No es para tanto. Nosotros mismos lo
resolveremos”. Simplemente espera hasta el próximo conflicto y de nuevo, con delicadeza,
menciona el tema de asesoramiento matrimonial.
Si tu cónyuge continúa rechazando el asesoramiento, llama a tu pastor. Aunque tu
pareja se niegue a aceptar que necesita asesoramiento, tú lo necesitas. Este libro no puede
contestar todas las preguntas sobre las diferentes circunstancias que puedan surgir en un
matrimonio. Por eso es necesario que tu pastor se siente contigo y te dé un consejo
concreto y apropiado para tu situación.
¿Qué debes hacer si tu pareja te dice que no debes llamar a tu pastor ni buscar
asesoramiento personal? ¿Lo haces de todas maneras? Seguro que sí. ¿Qué pasa si se
molesta tu cónyuge porque revelarás información que lo hará verse mal? ¿Haces bien al
hablar con tu pastor cuando tu esposo se niega a ir? ¡Sí! Aquí está el fundamento bíblico.
Jesús dijo: “si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te
oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para
que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra” (Mt. 18:15-16). Es posible que tu
cónyuge, entre otras faltas, sea indiferente a tu matrimonio. Es tu responsabilidad hablar
con tu pareja primero y tratar de resolver ese conflicto entre los dos. Si no lo resuelves,
Jesús te da la libertad y el mandato de involucrar a alguien más.
Por lo tanto, no permitas que tu cónyuge mantenga tus problemas en las tinieblas
del secreto. Deja que la luz de la verdad, la honestidad y el consejo de la Palabra de Dios
resplandezcan en tu matrimonio. La exhortación de Jesús en el pasaje antes mencionado
demuestra claramente que algunos conflictos requieren asistencia independiente para
resolverlos por completo. Después de consultar con tu pastor, da el siguiente paso.
7. Pídele a tu pastor que hable con tu cónyuge. A pedido de los hombres y mujeres
que he asesorado, he hablado con muchos cónyuges indiferentes. He llamado por teléfono
a compañeros creyentes y no creyentes, no hay diferencia. Muchos de los cónyuges
incrédulos aceptan a Cristo después de sentarse a platicar de sus problemas matrimoniales.
Esta es una de las experiencias más satisfactorias que un pastor pueda tener en su
ministerio. Aunque el esposo o esposa no me pida ni me sugiera que llame a su pareja,
yo normalmente tomo la iniciativa y pregunto si me puedo comunicar con el otro cónyuge.
Por lo general, cuando llamo me responden favorablemente y la persona indiferente viene a
la consulta. En muchas ocasiones este ha sido el primer paso hacia una maravillosa
reconciliación. En algunas ocasiones el cónyuge viene a la consulta sólo para satisfacerme
y al final continúa siendo indiferente. Entonces uno o ambos me dicen: “Esto fue una
pérdida de tiempo”. Yo no estoy de acuerdo. Al menos, todo lo que se puede hacer, se hizo,
aunque no haya dado buen resultado. Aun cuando el compañero indiferente rechaza mi
invitación a la consulta, a menudo lo piensa mejor y cambia de opinión. Esto sucede porque
se dan cuenta de que no soy partidario de ninguno de ellos y que simplemente quiero
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?
ayudarles a resolver sus conflictos. Esto les da una chispa de esperanza que germina y
finalmente despierta el deseo de intentarlo de nuevo.
No puedes saber lo que ocurrirá hasta que lo intentes. ¿Tomarás las medidas que
las Escrituras requieren y buscarás la ayuda de una persona independiente? Si lo haces, no
importa cuál sea el resultado, sabrás que has hecho todo lo posible por buscar la
reconciliación.
Puede que te preguntes, “¿Qué hago si mi iglesia no ofrece asesoramiento
matrimonial o mi pastor se niega a llamar a mi cónyuge y no quiere mezclarse en esto?
Permíteme decir esto de la manera más discreta posible: Si es así, necesitas buscar una
iglesia que sí ofrezca asesoramiento matrimonial y un pastor que esté dispuesto a
mezclarse. Un pastor que se niega a dar asesoramiento o se niega a llamar a tu cónyuge
está desobedeciendo el mandato de Dios dirigido a los pastores de Su rebaño. Un ministro
debe tener un corazón dispuesto a apacentar y pastorear el rebaño de Dios (Hch. 20:28).
Si todos los cristianos han recibido el “ministerio de la reconciliación” y la “palabra de la
reconciliación”, ¡cuánto más debe un líder de la iglesia cumplir ese llamado! (2 Co. 5:18,19).
Todos los cristianos somos llamados a restaurar a nuestros hermanos cuando los vemos
caer en una falta, y a cumplir con el ministerio de la reconciliación cuando surge un conflicto
(Gá. 6:1; Mt. 5:9). Cada uno de nosotros tiene esa responsabilidad hacia nuestros
compañeros cristianos, pero este en particular, es el llamado de un ministro del rebaño de
Dios. Pablo le dijo a Timoteo que las Escrituras lo harían: “sabio para la salvación... a fin de
que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
(2 Ti. 3:15,17).
No obstante, en las iglesias grandes el pastor principal no siempre podrá ayudar a
todas las parejas que tengan dificultades matrimoniales. En tal caso, el pastor asociado, el
ministro matrimonial o uno de los ancianos puede ayudarte y darte el asesoramiento bíblico
que necesitas. Estas personas tienen la misma habilidad y están capacitadas para ayudarte
a ti y a tu cónyuge.
8. Toma la medida apropiada conforme a la respuesta de tu pareja. Esta medida
será diferente en cada situación. A veces se requiere más paciencia, a veces más acción.
En otras ocasiones se necesita más asesoramiento. Tu pastor es la persona más indicada
para aconsejarte sobre esto. Recuerda, si tomas la medida que las Escrituras requieren,
tendrás la mejor oportunidad de realizar un cambio verdadero y duradero.
9. En cuanto te sea posible, vive en paz con tu cónyuge. Este es un principio
esencial cuando tienes una relación complicada. Pablo dijo: “No paguéis a nadie mal por
mal… Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”
(Ro. 12:17,18). Cuando tu cónyuge es indiferente y no está dispuesto a cambiar en el
matrimonio, el rechazo te puede causar una profunda herida en el corazón y en el alma.
Es algo muy natural que en la carne quieras pagarle con maldad a alguien que te ha
lastimado y rechazado. Dios quiere darte un amor sobrenatural para responder a esta
ofensa y este rechazo. De tu parte, en cuanto dependa de ti, Dios quiere que busques la
paz con tu pareja. Esto es posible solamente si te entregas continuamente al Señor.
“Así que, hermanos, os ruego... que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo...
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento...” (Ro. 12:1,2). La única manera de vivir en paz con tu cónyuge es
presentándote ante Dios. No te conformes a este mundo. Debes permitir que diariamente el
Espíritu Santo te renueve y te transforme por dentro. Al entregarte primero a Dios, podrás
buscar un compromiso y solucionar las diferencias entre ustedes. La exhortación de Pablo
es: en cuanto dependa de ti; no seas tú el que crea los conflictos.
222
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE SE NIEGA A COOPERAR?
223
Apéndice B
M
uchas veces se me acerca alguien, por lo general después del culto, para hablar
conmigo. Esto de por sí no es fuera de lo común, pero las historias que escucho
muchas veces sí son fuera de lo común y a veces muy extrañas. Una esposa
describe la violencia de su esposo o el hecho de que vende drogas en la casa, o tal vez
describe el griterío de las borracheras nocturnas. En ocasiones, no es el esposo, sino la
esposa que está fuera de control. El esposo me cuenta que su esposa tiene una relación
adúltera, maltrata a los niños, o consume drogas o alcohol mientras él trabaja. La pregunta
que siempre me hacen, “¿Qué debo hacer? ¿Me separo o me someto? ¿Entrego a mi
cónyuge a la policía? ¿Qué dice la Biblia que debo hacer?” Si te encuentras en una de
estas penosas circunstancias, entiendo que tu situación es muy difícil y que urgentemente
necesitas un buen consejo para tomar las decisiones necesarias. En este apéndice te daré
algunos principios bíblicos para ayudarte a tomar una decisión prudente. Lo que no haré es
decirte específicamente cómo debes proceder. Existen demasiadas variables y particulares
únicos en tu situación que deben considerarse. Debes tomar los principios bíblicos que
expondré y ponerlos en práctica en tu situación personal moderándolos con el consejo de tu
pastor o de algún anciano de tu iglesia. Quiero sugerirte, desde el principio, que busques el
consejo de un líder espiritual de confianza que te pueda ayudar a sopesar cada decisión a
la luz de la Palabra de Dios.
¿Cuáles son los principios bíblicos que tratan las circunstancias extremas que
mencioné anteriormente?
1. Primero tienes que optar por agradar y obedecer a Dios, aunque tu cónyuge no lo
haga. Esta debe ser la motivación principal de tu corazón la cual te ayudará a tomar las
medidas necesarias dictadas por la Palabra de Dios. Tu cónyuge obviamente no está
haciendo lo correcto ante Dios, pero ¡tú sí debes hacerlo! Si honras a Dios con tu vida,
sucederá lo mejor que pueda suceder. Esto no significa que todo se resolverá y que todos
vivirán felices comiendo perdices; esa promesa no se encuentra en la Biblia. Jesús prometió
que en esta vida enfrentaríamos muchas tribulaciones, pero también dijo: “Estas cosas os
he hablado para que en mí tengáis paz” (Jn. 16:33). Todos enfrentamos dificultades en esta
vida, pero sólo aquel que honra y obedece a Dios recibirá la ayuda y la paz que Él brinda.
Dios prometió: “yo honraré a los que me honran…” (1 S. 2:30). Esta es una promesa
gloriosa y espero que tu corazón la capte. Dios quiere bendecirte. No importa lo que haga tu
cónyuge, Dios te honrará si tú lo honras a Él y le das prioridad en tu vida. Él te fortalecerá y
proveerá todo lo que necesitas; te guiará en los momentos más difíciles. Eso prometió
Jesús cuando le dijo a Sus discípulos: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:33). Búscalo a Él primero, procura
agradarle y obedecerle, y Él añadirá todo lo que necesites. ¡Esta es Su promesa!
Jesús declaró que la prioridad absoluta en su vida era honrar y agradar al Padre y
dijo: “el que me envió, conmigo está…yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29).
También agregó: “honro a mi Padre” (Jn. 8:49). ¿No te alegra que Jesús honrara a Dios?
Es por eso que llevó a cabo Su obra, la que lo motivó a sufrir y a sacrificar Su vida por ti.
Esta motivación de honrar y agradar al Padre es lo que te ayudará a hacer el sacrificio y a
tomar las medidas necesarias para tu matrimonio. No importan tus sentimientos o cuán
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
difíciles sean los pasos que te esperan, tu deseo de honrar a Dios en todo lo que haces te
mantendrá por buen camino.
¿Le darás prioridad al Padre? ¿Buscarás Su voluntad y Su dirección para tu vida y
tu matrimonio? ¿Obedecerás cuando Él te revele lo que quiere que hagas? Si es así,
tendrás la mejor posibilidad de salvar tu matrimonio. En estas situaciones extremas,
si te complaces a ti misma o si continúas tratando de complacer a tu cónyuge, el matrimonio
seguro que fracasará. Si has de tener un rayo de esperanza de algún cambio,
tienes que darle prioridad a Cristo y obedecer Su Palabra.
Por el bien de tu matrimonio, por tu propio bien, por el bien de tus hijos,
por tu testimonio como cristiano y por el amor de Dios, dile al Señor en oración que quieres
honrarlo en esta difícil situación; pregúntale qué quiere que hagas.
2. No encubras el pecado de tu cónyuge. Cuando uno de los cónyuges se acerca y
me dice lo mal que andan las cosas en el hogar, por lo general, es algo que él ha guardado
en secreto por un tiempo. Este comportamiento pecaminoso ha estado oculto, pero ahora la
situación lo ha vuelto intolerable. En algunas ocasiones me piden a mí que continúe
guardando el secreto. El esposo o la esposa me dice, “Pastor, necesito que mantenga esto
en confianza”. Obviamente la confidencialidad es importante y sería inapropiado revelarles
este problema a otras personas de la congregación, pero ocultar el comportamiento
pecaminoso tampoco está bien. Esta conducta se debe tratar con el cónyuge responsable
con delicadeza y de manera directa y personal o el matrimonio fracasará.
Puede que pienses que está mal que un cónyuge me revele ciertos secretos a mí.
Tal vez recuerdes el versículo que dice: “Trata tu causa con tu compañero, Y no descubras
el secreto a otro” (Pr. 25:9). Este versículo nos enseña el primer paso para lidiar con el
problema. Primero debes hablar personalmente con tu vecino o cónyuge acerca del
problema. En esta primera etapa del intento de reconciliación no le debes revelar el
problema a nadie más. Jesús dio esta instrucción cuando dijo: “si tu hermano peca contra ti,
vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mt. 18:15).
Observa qué dice Jesús que debes hacer si tu hermano no oye la reprimenda: “Mas si no te
oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y
publicano” (Mt. 18:16-17).
Es imprescindible que obedezcas la instrucción en este versículo. Si tu cónyuge
atiende tu reprimenda, no digas ni una palabra a nadie más. Si tu pareja abandona el
comportamiento pecaminoso, habrás resuelto el problema. Aun así, sugiero que le pidas a
tu pareja que juntos busquen asesoramiento y ayuda de un pastor. Una persona no deja su
conducta pecaminosa fácilmente, se requiere asesoramiento apropiado para lidiar con las
causas y encontrar soluciones permanentes.
Si tu cónyuge niega tener un problema y rechaza tu consejo, debes revelarle el
secreto a alguien más. Esa es la única manera de obedecer la instrucción de Jesús,
llevando a uno o dos testigos contigo. Si te encuentras en una situación extrema,
te recomiendo que llames al pastor de tu iglesia de inmediato. Una llamada telefónica de tu
pastor motivará a tu pareja a que enfrente sus problemas. Si tu cónyuge rechaza la llamada
de tu pastor y no se arrepiente, Jesús dijo que debes considerarlo un pagano o impío.
Eso significa que debes estimarlo como un incrédulo. ¿Por qué? Porque él constantemente
rechaza el consejo y a los mensajeros del Señor Jesucristo y voluntariamente practica el
pecado. Esa renuencia a abandonar el pecado es simplemente una renuencia a seguir y
obedecer a Cristo. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos... El que me ama,
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
mi palabra guardará... El que no me ama, no guarda mis palabras” (Jn. 14:15, 23, 24).
¿Y qué pasa entonces?
De ahí en adelante necesitas comenzar a evangelizar a tu pareja. ¿Por qué? Porque
tu cónyuge se ha rebelado en contra de Dios y de Su Palabra. No debes odiar a tu pareja
sino reconocer la verdadera necesidad y seguir compartiendo el mensaje de Cristo,
y cómo Él lo quiere restaurar. Al animar a tu cónyuge a regresar a la fe y a obedecerle a
Cristo, estarás combatiendo el verdadero problema y no sólo el síntoma.
Es de vital importancia que no ocultes estos serios problemas morales que están
destruyendo tu vida y la de tus hijos. Dios no quiere que trates de resolver esto tú sola ni
que intentes ocultar la iniquidad en tu hogar. Incluso, en el Antiguo Testamento, cuando el
pueblo ofrecía a sus hijos al dios Moloc, Dios dijo: “Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos
respecto de aquel varón... yo pondré mi rostro contra aquel varón y contra su familia”
(Lv. 20:1-5). Dios consideraba a todo aquel que lo toleraba igual de culpable y merecedor
del mismo castigo. También le dijo al pueblo judío: “ni lo encubrirás” (Dt. 13:8). Claramente
la intención de Dios es poner al descubierto una cuestión moral de este tipo. Salomón
también recalcó esta misma verdad cuando dijo: “El que encubre sus pecados no
prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Pr. 28:13). Si has
estado ocultando la conducta pecaminosa de tu pareja, primero necesitas confesárselo a
Dios y pedirle perdón. Luego, llama a tu pastor.
3. No enfrentes el problema tú sola. Existen muchas razones por las cuales
necesitas involucrar a personas de confianza en tu dilema. Los serios problemas en tu
hogar conllevan ideas y emociones muy confusas. Muchas veces se me acerca un esposo o
esposa y me dice: “Steve, estoy agotado. No sé si hago bien al hablar con usted. Mi esposa
se enfadaría mucho si supiera que estoy platicando con usted. Pero ya no puedo más.
No sé si ella realmente está tratando de cambiar. No sé si la amo o la odio. ¡Ayúdeme!”
Nadie debe lidiar con esta confusión por sí solo. Lo primero que se necesita es el
asesoramiento imparcial de una tercera persona que ministre la Palabra de Dios.
Su Palabra alumbra las tinieblas que envuelven, controlan y se apoderan de las familias que
tienen estos problemas. Su verdad destruirá las mentiras que tienes en la mente y te dará la
esperanza de que Dios sí puede aclarar esta confusión. Eso es lo que logra el
asesoramiento piadoso de un amigo o un pastor. Salomón dijo: “Los pensamientos son
frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman” (Pr. 15:22).
“Los pensamientos con el consejo se ordenan” (Pr. 20:18).
Si quieres triunfar en medio de esta confusión, debes buscar asesoramiento
prudente y piadoso. Eso fortalecerá tu corazón e impedirá tu fracaso en lo que
probablemente será la prueba más difícil de tu vida.
No menosprecies la ayuda y el aliento que puedes recibir del asesoramiento de otra
persona. Muchas personas en estas situaciones se pasan meses y años tratando de ocultar
los problemas y tratando de resolverlos ellas mismas. Esta no fue la intención de Jesús.
Recuerda Su consejo en Mateo 18:15-17.
4. Tú tienes que hacer algo sin importar lo que haga tu pareja. Puede que te
preguntes, “¿Por qué tengo que hacer algo? ¿Por qué no puedo esperar a ver si las cosas
cambian por sí solas?” Eso es lo que hacen muchas personas con la esperanza de que su
cónyuge abandone la conducta pecaminosa por su propia cuenta. No digo que esto nunca
sucede, pero cuando sucede, es definitivamente una excepción. En estas situaciones
graves, por lo general, se necesita la intervención del cónyuge y la ayuda de otras personas
para hacer que la pareja responsable se arrepienta, y así lograr un cambio en el matrimonio.
226
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
¿Por qué es así? Porque cuando una persona está atascada en una actividad
pecaminosa, es controlada por su propia naturaleza pecaminosa y está atrapada en las
mentiras que la cautivan y la hacen ir cuesta abajo. Las Escrituras instruyen que cuando un
hermano “fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gá. 6:1-2).
Tu cónyuge ha sido dominado y controlado por la conducta pecaminosa y necesita que
otros individuos espirituales lo restauren. Este pasaje instruye que los otros individuos
deben hacer algo sin importar lo que haga el hermano que vive en el pecado. Esa es la ley
de Cristo. Jesucristo tomó la iniciativa e hizo algo cuando cada uno de nosotros se
encontraba muerto en nuestros pecados. Él vino a rescatarnos y a redimirnos de la
esclavitud de nuestro pecado.
Si le estás agradecido a Jesús por lo que hizo por ti, ¿no deberías hacer lo mismo
tú? El pecado tiene atrapado a tu cónyuge y él necesita tu ayuda. Comienza el proceso de
restauración hoy mismo.
5. Si tu cónyuge no se arrepiente, el problema empeorará. ¿Por qué digo eso? Por el
testimonio de la Palabra de Dios y mis años de experiencia con muchas parejas que se
encuentran en estas circunstancias.
El testimonio de la Palabra de Dios es el más impactante. Pablo dijo que en los
últimos días el rumbo de los hombres malos iría “de mal en peor” (2 Ti. 3:13). Pablo sabía
que las Escrituras hablan de la corrupción y la depravación de la naturaleza del hombre.
Si la naturaleza humana se comporta con desenfreno, naturalmente se alejará de Dios y
finalmente su perversidad será cada vez más grande. Isaías comparó esta fuerza
descendiente de la naturaleza pecaminosa del hombre con una metáfora que todos
entendemos. Él dijo: “la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará”
(Is. 9:18).
La perversidad del pecado del hombre es ilustrada como un fuego que destruye todo
lo que encuentra en su camino. Todos entendemos que el fuego no para hasta devorar todo
lo que toca. Tienes que resistirlo y apagarlo o lo devorará todo. El libro de Proverbios
declara que esta es la naturaleza del fuego; nunca está satisfecho. “Tres cosas hay que
nunca se sacian; Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta! El Seol, la matriz estéril, La tierra que no
se sacia de aguas, Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!” (Pr. 30:15,16).
Esta metáfora es una ilustración de cómo el pecado de tu pareja puede aumentar
desaforadamente y devorar todo aspecto de su vida. Al comenzar cualquier conducta
pecaminosa, tu cónyuge piensa que puede dominarla sin saber que el pecado tiene un
poder creciente que constantemente toma más y más control. El pecado nunca se satisface
con el statu quo. El fruto prohibido que tu pareja desea, nunca será suficiente; siempre se le
antojará más.
¡El pecado crece, es posesivo y embustero! Te hace pensar: A esto lo tengo bajo
control, mientras que sutilmente todos los días cedes más control a su creciente y posesivo
poder. Esto es lo que Pablo llamó “el engaño del pecado” (He. 3:13). La palabra engaño
significa “falsedad”. El pecado nos engaña al hacernos creer que podemos violar las leyes
de Dios sin ninguna consecuencia. La vana ilusión del pecado nos convence de que no hay
consecuencias adversas, y de que somos más fuertes que el poder de la naturaleza
pecaminosa que arde en nuestro interior. ¡Esta es una mentira y una vana ilusión!
En realidad, entre más tiempo se deje vencer una persona por el pecado, más difícil
será resistirlo. Cada vez es más fácil justificar el comportamiento y continuar el lento
proceso hacia la esclavitud. Por esa razón Pablo le dijo a la iglesia en Éfeso: “despojaos del
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu
de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre...” (Ef. 4:22-24). Observa lo que Pablo dice
acerca de la naturaleza pecaminosa o del viejo hombre: “está viciado conforme a los deseos
engañosos”. El verbo está en el tiempo presente del griego, lo cual describe un proceso de
corrupción continuo. Si no te despojas del viejo hombre, la corrupción aumentará día a día.
Por lo tanto, si entiendes lo que las Escrituras instruyen sobre el pecado y su
progreso engañoso hacia la esclavitud, debes actuar. Tu cónyuge también debe actuar y
abandonar ese comportamiento que está destruyendo su vida y tu matrimonio. La iglesia a
la que asistes y tu pastor te deben ayudar a actuar. Puedes estar seguro de que entre más
esperes, más empeorará la situación.
6. Si no actúas, tu pareja te perderá el respeto. Puede que temas tomar alguna
medida en contra de tu cónyuge porque podría enfadarse, echarte de la casa, golpearte de
nuevo, irse de parranda o tener alguna otra consecuencia grave. Eso podría suceder.
Sin embargo, la alternativa de no hacer nada no es aceptable. Es posible que tomar una
medida bíblica tenga consecuencias momentáneas, pero a la larga, la situación
definitivamente mejorará. De hecho, tu cónyuge te respetará en secreto por haber actuado,
aunque puede que nunca te lo diga. Lo he visto con mis propios ojos.
La mayoría de nosotros respeta a la persona que adopta una postura basada en sus
convicciones. Consideramos flaquezas la desidia de una persona y la transigencia de sus
convicciones. Tu cónyuge sabe que su comportamiento está mal y perjudica al matrimonio,
pero se encuentra atrapado en las garras y el poder del pecado. Muchas personas me han
confesado, después de un tiempo, que por dentro deseaban que alguien los confrontara y
los ayudara a salir de su dilema. Cuando tu pareja ve que no haces nada, lo percibe como
una flaqueza; te pierde el respeto y tu relación se deteriora aún más.
En las Escrituras, el respeto es el resultado directo de una reprimenda cariñosa.
El autor de Hebreos observó este hecho cuando les recordó: “tuvimos a nuestros padres
terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos” (He. 12:9). ¿Por qué veneramos a
nuestros padres? Porque reconocemos que ellos nos corrigen por los errores patentes en
nuestra conducta; y esa amonestación la consideramos justa. Ellos nos aman tanto que nos
exigen que sigamos ciertas normas de conducta moral y que no transijamos nuestros
valores. Valoramos esa amonestación como evidencia de que nuestros padres se interesan
por nosotros. Si ellos nunca nos hubieran corregido, lo habríamos considerado una flaqueza
de su parte y una demostración de que no vale la pena defender sus normas de conducta
moral.
Si tomas la medida bíblica indicada para tratar el problema de tu pareja, tendrás la
mejor posibilidad de ver tu matrimonio sano y restaurado. A la larga, tu cónyuge
comprenderá que tu matrimonio te interesa tanto que estás dispuesto a tomar una postura
firme en cuanto a tus convicciones. Tu pareja te respetará por tu interés en tratar de salvar
la relación. Recuerda, tu mejor opción siempre será una medida bíblica. ¡No transijas en
eso!
7. Tu seguridad y la de tus hijos es de suma importancia. Existen situaciones en las
que la conducta pecaminosa de tu pareja se convierte en una directa amenaza para tu
seguridad y la de tus hijos. Me refiero a situaciones en las que tu cónyuge trafica drogas en
tu hogar, es violento contigo o con tus hijos o conduce en estado de ebriedad con la familia
en el auto. Esto no se debe permitir.
A Dios le interesa tu seguridad y la de tus hijos. Existen muchos pasajes bíblicos que
claramente revelan este hecho. Cuando los hijos de Israel estaban a punto de cruzar el río
Jordán y entrar a la Tierra Prometida, Moisés les reveló el plan que Dios tenía para ellos.
228
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
Les dijo que Dios quería que habitaran seguros (Dt. 12:10). Asimismo, el Señor quiere que
tú también habites segura. Él no quiere que tus hijos estén sujetos a amenazas o a
golpizas. Esta es una maldad del ser humano y Dios quiere protegerte de eso.
El rey David estaba convencido de que el Señor es un Dios que protege a los
oprimidos y necesitados. Él declaró: “Por la opresión de los pobres, por el gemido de los
menesterosos, Ahora me levantaré, dice Jehová; Pondré en salvo al que por ello suspira”
(Sal. 12:5). Debes creer que Dios quiere lo mismo para ti y tus hijos. Él se interesa por tu
seguridad y sabe que anhelas un lugar seguro, y te lo dará si le obedeces. Puedes llamar a
tu pastor para pedirle ayuda.
En estas situaciones, la sabiduría de Dios te motivará a tomar las medidas que te
proveerán un lugar seguro. Esto significa que debes escuchar lo que Él te dice.
Dios promete: “el que me oyere, habitará confiadamente Y vivirá tranquilo, sin temor del
mal” (Pr. 1:33). Si vives en temor de lo que ocurrirá, algo anda muy mal; este no es el plan
de Dios para tu hogar. No te conformes con poco.
8. ¿Qué motivación necesitas para hacer algo? A veces las personas no quieren
hacer nada hasta que ocurre un desastre. Si esto es lo que piensas, déjame hacerte la
siguiente pregunta: ¿Qué necesita hacer tu cónyuge para que tomes la medida adecuada?
¿Cuál es tu límite? ¿Cuánto es demasiado? Por favor, haz algo antes de que suceda un
desastre. Haz algo antes de que te vuelva a golpear. Haz algo antes de que vuelva a
maltratar a tus hijos. Toma alguna medida antes de que pierdas tu casa por falta de dinero.
A veces el pedir y rogar no es suficiente para cambiar el comportamiento de tu
pareja. En ciertas situaciones extremas, la única solución es marcharse. Permíteme citar un
ejemplo bíblico. En el Antiguo Testamento un hombre llamado Lot vivía en la ciudad de
Sodoma. Esta ciudad era sumamente perversa y Dios tenía planeado destruirla por
completo. Dios envió a dos ángeles a la ciudad para advertirles a Lot y a su familia que
salieran antes de la destrucción. Cuando los ángeles llegaron a la casa de Lot, los hombres
homosexuales de la ciudad golpearon a su puerta y le pidieron que sacara a los ángeles
para poder abusar de ellos. Lot inútilmente les suplicó: “Hermanos míos, os ruego que no
obréis perversamente”. Al final, los ángeles cegaron a los hombres, y como “él [Lot]
titubeaba”, “tomaron su mano y la mano de su mujer y la mano de sus dos hijas, porque la
compasión del SEÑOR estaba sobre él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad”
(Gn. 19:1-16 LBLA).
Si tú y tu pastor le rogaron en vano, no titubees. Dios te está mostrando compasión
al enviarte a aquellos que están tratando de sacarte de esta situación. Toma la mano de los
“ángeles” que Él te ha enviado y sal de allí.
9. ¿Cuándo debes someterte, y cuándo no? Esta es una pregunta que, por lo
general, hacen las esposas. “¿Me debo someter a la violencia de mi esposo? ¿Me debo
someter a él cuando sé que regularmente comete adulterio? ¿Me debo someter a él cuando
me pide que haga cosas contrarias a la Palabra de Dios?” La respuesta a estas preguntas
es ¡por supuesto que no! Dios no te ha llamado a que te sometas al pecado ni a este tipo de
maltrato.
Las Escrituras no describen el sometimiento como un acto incondicional. Dios fijó
límites y puntualizó el mandato del sometimiento. Tienes que entender y obedecer estos
límites si has de agradar a Dios en situaciones que están fuera de control. Veamos algunos
de estos principios.
El mandato de sumisión que Pablo le da a las esposas está modificado por las
palabras, como conviene. “[Mujeres] estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el
Señor” (Col. 3:18). ¿Qué significa esta frase? Las palabras “como conviene” significan
229
¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
“tomar la medida que la persona merece”. La medida bíblica siempre es la más adecuada.
Esto se refiere a cualquier medida que se conforma a los mandatos de las Escrituras.
Obviamente, esto excluye cualquier pedido para hacer algo que viole la Palabra de Dios.
Este mandato se modifica aún más con la frase “en el Señor”. El sometimiento al
que él se refiere debe ser adecuado y estar en armonía con el sometimiento a Dios.
Ahora toma esa definición y haz una simple comparación. Si la relación matrimonial es una
ilustración del amor y el sometimiento entre Cristo y Su iglesia, simplemente pregúntate,
¿a qué te pediría Cristo que te sometas? Para determinar a qué te debes someter siempre
debes considerar la cuestión en el contexto de Cristo y la iglesia. ¿Te golpearía Cristo y te
pediría que toleres su conducta? ¿Te pediría Él que hagas algo que viole Su Palabra y a la
vez pedirte que le obedezcas? ¡Seguro que no! Cristo jamás haría algo malo ni te pediría
que tú lo hagas. Esto estaría mal y el sometimiento no sería apropiado en estas
circunstancias. Permíteme citar otro ejemplo que ilustra este punto.
En el libro de los Hechos, los apóstoles se negaron a someterse a las autoridades.
Cierto día el concilio judío les ordenó que no hablaran ni enseñaran más en el nombre de
Jesús. ¿Cómo respondieron ellos? Ellos declararon: “Vosotros mismos juzgad si es justo
delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar
de decir lo que hemos visto y oído” (Hch. 4:19, 20 LBLA). Y ellos continuaron predicando a
Cristo por todas partes rechazando esta orden. Cuando el concilio se dio cuenta de que los
apóstoles no se habían sometido a sus órdenes, los llamaron y les preguntaron por qué no
obedecieron. Ellos respondieron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”
(Hch. 5:29).
He aquí un ejemplo perfecto de unos hombres que entendían el sometimiento que
corresponde al Señor. Los apóstoles sabían que estos gobernantes no debían contradecir el
mandato de Cristo, y por lo tanto, no era apropiado obedecerles. Ellos entendían que
debían obedecer las leyes de la nación y obedecer a sus gobernantes solamente si sus
leyes no contradecían las leyes de Cristo; reconocían que debían agradar y obedecer a
Cristo primero. Así es como conviene en el Señor.
Cuando alguien exige que tomes medidas contrarias a la Palabra o al mandato de
Cristo, debes obedecer a Dios antes que al hombre. Cuando te piden que te sometas o
permitas algo que no es bíblico o que es inmoral o impío, ante Dios tú tienes el derecho y la
responsabilidad de oponerte. Esa es la única medida apropiada delante de Dios.
Otra razón por la que no te debes someter en esta situación es porque tu cónyuge
no anda con Cristo. Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1).
Este es básicamente el mismo principio mencionado anteriormente. No sigas a tu pareja si
él no sigue a Cristo. Tú eres responsable personalmente ante Dios por tus propias acciones,
por lo tanto debes obedecer a Cristo. El seguir a Cristo en lugar del mandato de un cónyuge
desobediente es como conviene en el Señor.
Las Escrituras declaran claramente que si te encuentras en una relación con una
pareja fuera de control, desobediente o abusiva, debes huir si se niega a cambiar.
Permíteme dar algunos ejemplos de las Escrituras que ilustran este principio. Cuando el rey
Saúl estaba fuera de control y listo para matar a David, ¿qué hizo David? Él huyó de su
presencia; no se quedó allí como un súbdito sumiso a Saúl (1 S. 19:10). David usó el
sentido común y huyó de esa peligrosa situación. De la misma manera, si tu cónyuge está
lastimándote, el sentido común te dicta que huyas. El ejemplo de David te da la evidencia
bíblica de que el huir es aceptable ante Dios.
José es otro ejemplo. Cuando la esposa de Potifar lo presionó para tener relaciones
sexuales con ella, él se opuso vigorosamente. Día tras día ella lo presionaba, y día tras día
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
él se oponía. Finalmente, ella trató de obligarlo físicamente a acostarse con ella. ¿Qué hizo
José? ¿Se sometió a la mujer que tenía autoridad sobre él? No, él huyó de su presencia
dejando su ropa en las manos de ella (Gn. 39:1-12). Este es un ejemplo excelente de una
persona con autoridad que exige desobediencia a la Palabra de Dios. La conciencia de José
no se lo permitió. Él no se sometió, sino que huyó de la situación. Igualmente, si tu cónyuge
te está exigiendo u obligándote a hacer algo contrario a la Palabra de Dios, debes resistir,
y si es necesario, huir.
10. ¿Cuáles son tus opciones? Esta pregunta es muy difícil de contestar por la
cantidad de circunstancias posibles. No hay respuestas simples, pero este es un resumen
de tus opciones viables.
A. Primero, pídele asesoramiento a tu pastor o a un anciano de tu iglesia.
Necesitas el consejo de una tercera persona aparte de tus amigos y
parientes.
B. Luego, confronta a tu cónyuge conforme a los principios en Mateo 18:15-17.
He visto que este método ha dado resultado un sinnúmero de veces y es la
mejor manera de obtener resultados positivos. Si amas a tu cónyuge y
quieres restaurar la relación, no menosprecies este método.
C. Por cuanto sea posible, permanezcan juntos. Por lo general, las parejas
están prestas a marcharse y separarse. Yo no recomiendo eso a menos que
sea una situación peligrosa o conlleve violencia. Si es así, por supuesto,
la separación es un paso esencial. Pero si no hay violencia y no corres
peligro, quédate porque estarás más cerca de la situación y tendrás más
oportunidades para ministrar a tu cónyuge. Pablo insta a los cónyuges
creyentes a que continúen con su pareja con un propósito muy definido.
“Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué
sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?” (1 Co. 7:16).
Al permanecer en el hogar también tienes la mejor oportunidad de observar
si hay cambios verdaderos después del arrepentimiento. Es mucho más
difícil hacer eso si están separados.
D. Si alguien tiene que marcharse, que sea el cónyuge responsable. Si le tienes
que pedir a tu cónyuge que se marche de casa, es importante que le pidas a
tu pastor o a un anciano de tu iglesia que te acompañe. No trates de hacer
esto tú sola. Necesitas la ayuda y el aliento de otros. Este es el razonamiento
de Mateo 18:15-17. Es posible que tengas que obtener una orden judicial de
alejamiento para obligar a tu pareja a marcharse, especialmente si te
maltrata físicamente. El obtener una orden judicial de alejamiento no es
contrario a la Biblia. Cuando el apóstol Pablo pensó que corría el riesgo de
perder su vida injustamente, apeló su caso a César (Hch. 25:1-12).
Dios instituyó el sistema legal y lo designó para asistir en situaciones como
estas (Ro. 13:1-4). Recuerda, si la separación es inevitable, desde ese día en
adelante tus decisiones deben ser gobernadas por la meta de la
reconciliación como lo instruye 1 Corintios 7:10, 11. Procede así hasta que
esté claro que no hay más remedio.
E. Establece claramente las condiciones para la reconciliación y el regreso de tu
cónyuge. Platica con tu pastor y define en tu mente los pasos bíblicos que tu
cónyuge debe dar antes de que pueda regresar a casa. Por ejemplo,
si tu cónyuge está cometiendo adulterio, debes exigir que:
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
Uno de los errores más grandes que las personas cometen es permitir que
su pareja regrese a casa demasiado pronto. Se conmueven con algunas
lágrimas y palabras convincentes de arrepentimiento. Muchas veces la
misma situación ocurre en el transcurso de una semana y todo el proceso
comienza de nuevo porque el cónyuge que ha estado fuera de control no ha
tenido tiempo para recibir asesoramiento y tratar los problemas personales;
y por lo tanto, no tiene la menor idea de cómo cambiar y cómo perseverar en
ese cambio.
11. Confía sólo en un cambio continuo. Esto es esencial para la reconciliación en
casos extremos. En tu propia vida, haz memoria de las veces que prometiste hacer algo y
no cumpliste con tu palabra. Es fácil decir las cosas, pero es difícil llevarlas a cabo.
Es igual para todo ser humano en el mundo entero, incluso para tu pareja. Cuando un
cónyuge está fuera de casa y quiere regresar lo más pronto posible, dice o hace cualquier
cosa por regresar al hogar. Las palabras por sí solas no pueden efectuar cambios
duraderos y necesarios.
Les sugiero a aquellos que están pasando por estas circunstancias difíciles que
acepten y confíen en un cambio continuo solamente. Sólo así encontrarán la esperanza de
un cambio duradero. El movimiento se demuestra andando. Este refrán es veraz y bíblico.
Con respecto a la salvación, Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos” (Mt. 7:21 se agregó subrayado). Este pasaje revela que Dios no se deja engañar con
palabras religiosas ni argumentos ingeniosos. Él quiere ver medidas prácticas y no sólo
escuchar palabras. Jesús declaró que para entrar en Su morada tienes que hacer el bien y
no sólo de palabra. Este importante concepto te permitirá discernir una profesión falsa.
El apóstol Santiago también entendía que era fácil profesar la fe en Cristo.
Él exhortó: “la fe sin obras es muerta” (Stg. 2:20). Por lo tanto, si alguien profesa tener fe,
debe actuar debidamente para comprobarlo. Santiago dijo que los hombres deben ser
“hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”
(Stg. 1:22). Es fácil engañarnos a nosotros mismos. No importa que tu pareja reciba el
asesoramiento adecuado si ella no lo demuestra en su vida. Deja que tu pareja le ponga
piernas a su fe y que ande en su profesión por un tiempo. Luego, acompaña a tu cónyuge a
la consulta de asesoramiento y observa si expresa sinceridad y arrepentimiento. Recuerda,
un cambio verdadero se manifestará en su actitud, sus palabras y acciones. Eso es lo que
Dios requiere de todo aquel que viene a Él.
Cuando Pablo les predicó a los gentiles, les dijo “que se arrepintiesen y se
convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hch. 26:20). En otras
palabras, si el arrepentimiento es verdadero, habrá obras y acciones que lo comprueben.
La palabra dignas significa “una medida que corresponde a la profesión que se ha hecho”.
Puedes confiar sólo en las acciones. Así como dijo Salomón, el hombre habla con los pies
(Pr. 6:13).
Jesús enseñó este mismo principio respecto a sí mismo. Cuando les pedía a las
personas que creyeran en Él, les animaba a que examinaran dos cosas. “¿No crees que yo
soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mí propia
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¿QUÉ PASA SI TU CÓNYUGE ESTÁ FUERA DE CONTROL?
cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el
Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn. 14:10-11,
se agregó subrayado). Es muy interesante que el mismo Jesucristo no quería que las
personas creyeran sólo en Sus palabras. Él quería que observaran Sus obras para ver si las
dos coincidían. ¿Coincidían Sus obras con Sus palabras? ¿Coincidían Sus obras con las
Escrituras proféticas? Jesús confiaba en que un examen de Su vida basado en estos dos
criterios revelaría la verdad.
Por consiguiente, no le prestes mucha atención a lo que tu cónyuge te diga durante
el proceso de reconciliación, más bien, observa sus acciones cuando termine de hablar.
¿Coincide su conducta con sus palabras? ¿Coincide su conducta con la Palabra de Dios?
Si usas esta prueba, te evitarás muchos discursos y decepciones. Si exiges que tu pareja
tome medidas concretas, tienes la mejor posibilidad de ver un cambio duradero.
Que Dios te conceda la gracia para discernir la verdadera disposición de tu cónyuge
para tomar el sendero bíblico y lograr una verdadera reconciliación. Cuando se hayan
reconciliado, esfuércense por establecer una verdadera relación usando como guía los
últimos capítulos de este libro. ¡Estaré orando por ustedes!
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