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Gabriella Verra

Políticas púlbicas, sociales y educativas


TP 2 – Perspectivas teóricas sobre el Estado

d) Los textos y materiales audiovisuales estudiados nos instan a profundizar en la


caracterización, historización y análisis del Estado. El siguiente escrito intentará dar cuenta de
algunos elementos que nos permitan revisar y ampliar la definición colectiva de Estado que
propuso el grupo, si bien no la retomaremos acá por no hacer excesivamente extenso el
desarrollo.

En primera instancia, Julia Martínez explica que con el comienzo de las sociedades
excedentarias surgen y se consolidan paulatinamente algunas de las relaciones sociales que
signan el sistema de dominación actualmente vigente: la propiedad privada y la acumulación de
riquezas, el control unilateral de dichos recursos por la población masculina por ser quienes
producían la riqueza material en la división sexual del trabajo previamente instituida, y la voluntad
de dominio sobre otros territorios y otros pueblos. En otras palabras, surgen y se consolidan el
capitalismo, el patriarcado y el colonialismo que Boaventura de Sousa Santos nombra como
factores básicos de la dominación del siglo XVI a esta parte. Para la autora antes mencionada,
además, el patriarcado se materializa institucionalmente en la familia moderna, la escuela, las
iglesias, los medios de comunicación y el Estado. Podemos agregar a lo dicho que estas
instituciones funcionan de igual modo como cristalizadoras y reproductoras del colonialismo y del
capitalismo, siendo que, como propone Boaventura, estos tres modos de dominación se articulan
y se potencian en el mapa moderno de la opresión.
En esta misma línea, Thwaites Rey define al Estado moderno como una relación social
inherentemente capitalista y caracterizada por la dominación. Nace como institución centralizadora
del poder político y de la organización económica, enraizada en las relaciones de producción. Por
lo tanto, se constituye desde sus inicios como garante y articulador de la relación social capitalista
entre los propietarios de los medios de producción y los trabajadores. Retomando lo expuesto en
el párrafo anterior, podemos decir que se constituye asimismo como garante de las relaciones
sociales colonialistas y patriarcales simultáneamente. Como tal, expone la autora, tiene dos tareas
contradictorias en constante tensión: la legitimación mediante consensos con los grupos
dominados para lograr cierta estabilidad, y la coerción para disciplinar a estos grupos cuando
necesario.
Ahora bien, el rol que cumple el Estado capitalista, patriarcal y colonialista como articulador de
las relaciones de dominación no es estanco ni se agota en su sentido abstracto: se expresa
materialmente en los aparatos estatales y a través de las políticas públicas. Los primeros son
puestos en marcha en cada territorio por personas de carne y hueso, y se ven por tanto
atravesados por contradicciones y conflictos entre visiones e intereses de los distintos actores que
los componen; las segundas son definidas por la autora como la expresión de la toma de postura
del Estado y consecuente puesta en acto a través de los aparatos estatales, de “cuestiones
socialmente problematizadas” puestas en agenda por distintos actores sociales, económicos,
estatales. La autora alerta entonces que las funciones que cumple el Estado en su rol de
articulador y garante de las relaciones de dominación no son necesariamente unívocas,
coherentes ni transparentes a la teoría sino que se ven atravesadas por dinámicas, actores,
intereses y posturas muchas veces contradictorias en su puesta en práctica de dichas funciones.
Podemos pensar, por tanto, que existen vías por las cuales es posible inmiscuirse en las
estructuras del Estado para introducir dinámicas e imponer la problematización de “cuestiones”
que nos permitan avanzar en la conquista de derechos; en definitiva, vías por las cuales sea
posible ejercer la democracia. En este sentido, los Estados benefactores se han hecho eco
históricamente de las demandas de los sectores trabajadores y han propuesto por tanto la “sutura”
de las cuestiones problematizadas volviendo el reclamo una política estatal, en palabras de
Twhaites Rey. La autora alerta sobre el carácter profundamente contradictorio de estas políticas,
que a la vez que materializan conquistas necesarias, legitiman las relaciones de dominación y
congelan los problemas sociales convirtiéndolos en institución pública con lógica estatal. A la vez
que reduce las desigualdades las naturaliza, llevando a la desmovilización de los grupos
oprimidos. Boaventura alerta enfáticamente, asimismo, sobre estas naturalizaciones que llevan a
la “autocontención”, que tienen como consecuencia la reproducción del sistema de triple
dominación mediante la educación y el acallamiento de horizontes emancipatorios en que
podamos recuperar la humanidad. Frente a esto, propone aunar las luchas anticapitalistas,
anticolonialistas y antipatriarcales para ir a las fuentes del sistema de dominación, y ya no
conformarnos con eliminar sus excesos. Por su parte, Thwaites Rey nos insta a recuperar las
dimensiones humanas del Estado y de la política y a problematizar el monopolio estatal del poder
haciéndonos cargo de su ejercicio.
Estas últimas reflexiones nos proponen sin duda una mirada sobre las luchas emancipatorias
en América Latina, entre las cuales podemos nombrar los recientes levantamientos en Ecuador y
en Chile, en que las democracias capitalistas fueron puestas en jaque por un pueblo cansado y
dispuesto a retomar el poder político para reclamar que la democracia sea tal. Llama la atención,
en contraste, la aparente desmovilización de la sociedad argentina durante los cuatro últimos años
de gobierno neoliberal. Podemos pensar, horas después de la victoria de la fórmula del Frente de
Todos en las elecciones presidenciales, que el peronismo constituye sin dudas un factor
esperanzador para una parte considerable del pueblo trabajador, y, por consiguiente, un fuerte
factor de desmovilización. Cabe arriesgar, en un escenario en que un Estado anticapitalista
parece no ser viable en un futuro cercano, que una estrategia posible es respaldar las propuestas
de Estados capitalistas democráticos y benefactores, con sus límites y contradicciones, sin dejar
de recordarnos que otros horizontes deben ser imaginados y construidos, sirviéndonos de las
herramientas que un Estado de esas características puede brindarnos, pero contra él cuando
deba serlo.

BIBLIOGRAFÍA
▪ DE SOUSA SANTOS, B. (2017) “Contra la dominación”. Publicado en Diario Página 12, 16 de
octubre de 2017.
▪ MARTÍNEZ, J. E. (2011) “Patriarcado para principiantes”. Disponible en:
http://bibliotecalms.blogspot.com/2013/02/que-significa-patriarcado-patriarcado.html
▪ THWAITES REY, M. (2005) “Estado: ¿Qué Estado?”, en THWAITES REY, M. y LÓPEZ, A.
(eds.) Entre tecnócratas globalizados y políticos clientelistas. Derrotero del ajuste neoliberal en el
Estado argentino. Prometeo libros, Buenos Aires.

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