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Historia

Según recoge Victoria Sherrow (2001), los arqueólogos han encontrado


muestras de que en culturas como la mesopotámica o la babilonica, los
habitantes ricos incorporaban una habitación a sus casas destinada
exclusivamente para el baño. Los pobres también se bañaban, pero solían
hacerlo en los canales y ríos.

Para el ritual del baño se usaban jabones hechos con grasa animal u otro
tipo de aceites. Las culturas árabe y griega fueron incorporando fragancias
y otro tipo de sustancias que dejaban un buen olor en el cuerpo.

Más tarde, con la cultura india, griega y romana se popularizarían los baños
públicos, convirtiendo esta actividad en una forma de entretenimiento para
la alta sociedad.

De esta cultura por el aseo personal se deduce que la higiene personal no


siempre se ha utilizado para prevenir las enfermedades, sino que la
limpieza del cuerpo tiene otros atributos culturales.

Los baños tenían un sentido místico, servía para sentirse bien con uno
mismo. Era un acto social y a la vez íntimo, pues en algunas culturas se
practicaba en una habitación independiente y en otras servía como excusa
para socializarse. Por último, se buscaba el buen olor corporal, otorgándole
a esta actividad un componente estético.

Actualidad e importancia
Este tipo de elementos presentes en la higiene personal siguen vigentes en
la cultura actual. Por ejemplo, ir bien aseado es fundamental para
conseguir un buen trabajo y para mantener unas buenas relaciones
sociales.

Además, según un estudio de Paaschen y otros (2014), el uso de elementos


de aseo personal como desodorantes o colonias puede mejorar la
percepción de uno mismo, teniendo un efecto psicológico positivo.

No obstante, hay que tener cuidado con esto, ya que lo estético no siempre
está relacionado con lo que es sano o bueno para nuestro cuerpo. A veces,
un exceso de higiene también puede derivar en infecciones o
enfermedades.

8 hábitos para mantener una buena higiene


personal

1- Lávate las manos con frecuencia


Las manos son una de las fuentes principales a la hora de contraer y
contagiar infecciones. Es muy importante tomar algunas medidas
preventivas de higiene, realizando un correcto lavado de manos antes de
comer o después de ir al baño. Este aseo debe aumentarse cuando estamos
enfermos o cuando entramos en contacto con alguien enfermo.

Según la organización Globalhandwashing, más de un millón de niños


mueren al año por enfermedades como la neumonía o la diarrea,
enfermedades que se pueden prevenir con una buena higiene de las
manos.

El lavado de las manos con jabón es una manera fácil de prevenir


infecciones y un método barato y, en su mayoría, accesible para todo el
mundo.

Es importante lavarse las manos de manera correcta. Os pongo como


ejemplo el procedimiento que establece una agencia del Departamento de
Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, la Organización de
Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease
Control and Prevention, CDC).

Esta organización dice que hay varios momentos clave en lo que hay que
lavarse las manos, además de los que cité arriba. Por ejemplo, al acariciar
a algún animal, antes, durante y después de cocinar o al tocar la basura.

El proceso adecuado para lavarse las manos según el CDC se divide en


cuatro pasos:

1. Mojarse las manos con agua limpia, ya sea templada o fría, cerrar
el grifo y aplicar jabón.
2. Frotar las manos con el jabón, haciendo espuma, juntando palma
con palma y después en la parte trasera de la mano, así como
entre los dedos y las uñas. Este proceso debe durar al menos 20
segundos.
3. Enjuagar las manos bajo el agua del grifo.
4. Secar las manos con una toalla de papel o bajo un secador.

La higiene de las manos no solo es muy importante en la actividad diaria,


sino que cada vez son más los protocolos y las políticas para extender una
buena higiene de esta parte del cuerpo entre los profesionales sanitarios.

Según la Organización Mundial de la Salud (World Health Organization),


miles de pacientes mueren al día por infecciones derivadas del tratamiento
de los profesionales sanitarios.

Además del agua y el jabón, existe un desinfectante a base de alcohol que


la piel absorbe sin necesidad de ser enjuagada. Estos desinfectantes son
muy útiles para llevarlos a la calle o a algún sitio donde no hay un baño
cerca. Sin embargo, el método más útil sigue siendo el tradicional, ya que
esta sustancia no elimina todos los tipos de gérmenes.

2- Mantén tu piel limpia e hidratada


Para tener una buena higiene corporal es recomendable ducharse una vez
al día. Aunque se suele creer que la ducha es el mejor remedio para
mantener una buena higiene, hay que tomarla con cautela, pues hay
algunos hábitos que pueden perjudicar la salud de nuestra piel.

Según la American Academy of Dermatology, los niños de 6 a 11 años no


tienen por qué ducharse a diario, aunque sí un mínimo de una o dos veces
a la semana y cuando suden o se ensucien por alguna actividad física o por
nadar en algún sitio público.

Es a partir de la adolescencia cuando se establece el rito de una ducha


diaria. Aunque esta actividad suele aportar muchos beneficios psicológicos,
no lo es tanto para nuestra piel si no se usan los productos adecuados.

Un exceso de higiene, los componentes químicos de los productos o una


temperatura del agua demasiado alta puede fomentar la aparición de
afecciones de la piel como la piel seca o la dermatitis atópica.

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