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La Grecia continental tuvo algunos tiranos notables en las ciudades comerciales. La ciudad de Megara, situada en el istmo, estuvo bajo la dominación del tirano Teágenes desde aproximadamente el 640 a. C. en adelante. Hizo construir un acueducto que llevaba agua dulce a la ciudad, ejemplo del modo en que los tiranos se hacían populares mediante la ejecución de proyectos útiles.
En la cercana Corinto, situada a unos 50 kilómetros al sudoeste de Megara, hubo un caso aún más brillante de tiranía: el
La Grecia continental tuvo algunos tiranos notables en las ciudades comerciales. La ciudad de Megara, situada en el istmo, estuvo bajo la dominación del tirano Teágenes desde aproximadamente el 640 a. C. en adelante. Hizo construir un acueducto que llevaba agua dulce a la ciudad, ejemplo del modo en que los tiranos se hacían populares mediante la ejecución de proyectos útiles.
En la cercana Corinto, situada a unos 50 kilómetros al sudoeste de Megara, hubo un caso aún más brillante de tiranía: el
La Grecia continental tuvo algunos tiranos notables en las ciudades comerciales. La ciudad de Megara, situada en el istmo, estuvo bajo la dominación del tirano Teágenes desde aproximadamente el 640 a. C. en adelante. Hizo construir un acueducto que llevaba agua dulce a la ciudad, ejemplo del modo en que los tiranos se hacían populares mediante la ejecución de proyectos útiles.
En la cercana Corinto, situada a unos 50 kilómetros al sudoeste de Megara, hubo un caso aún más brillante de tiranía: el
La Grecia continental tuvo algunos tiranos notables en las
ciudades comerciales. La ciudad de Megara, situada en el istmo,
estuvo bajo la dominación del tirano Teágenes desde aproximadamente el 640 a. C. en adelante. Hizo construir un acueducto que llevaba agua dulce a la ciudad, ejemplo del modo en que los tiranos se hacían populares mediante la ejecución de proyectos útiles. En la cercana Corinto, situada a unos 50 kilómetros al sudoeste de Megara, hubo un caso aún más brillante de tiranía: el de Cipselo, quien llegó a ser tirano por el 655 a. C. y treinta años más tarde transmitió el cargo a su hijo, Periandro. Periandro tuvo aún más éxito y era más capaz que su padre; bajo su gobierno Corinto llegó a la cumbre de su importancia y se convirtió en la ciudad más culta de la Grecia continental. Fue también la qué mayor éxito comercial tuvo. Bajo Periandro la cultura floreció. El poeta Aríón fue invitado a su corte. (Sobre este poeta se tejieron luego muchas leyendas, como aquella de que, habiendo sido lanzado al mar por unos piratas, fue llevado a tierra por un delfín.) Por entonces, los griegos empezaron a construir templos de piedra, ya no de madera, y los corintios llevaron a un elevado nivel la técnica de la construcción con piedra. No usaban arcos, sino que sustentaban los techos pesados sobre una línea de pilares. Corinto abrió el camino, ideando pilares robustos y simples, con acanaladuras o estrías verticales que corrían a todo lo largo de ellos, para hacerlos parecer más altos y gráciles, y sin ornamentos en su parte superior. Esos pilares pertenecen al orden dórico. En Jonia se hicieron pilares más altos y esbeltos, con algún ornamento en la parte de arriba. Constituían el orden jónico. (En siglos posteriores, los pilares aún más altos y esbeltos y ornamentados al extremo fueron llamados el «orden Corintio», pero ellos aparecieron cuando el arte griego empezó a declinar.) Periandro murió en 586 a. C., después de reinar con éxito suficiente como para ser incluido entre los Siete Sabios. Tenía fama de haber gobernado con gran crueldad, particularmente al final de su vida, pero los testimonios provienen en gran parte de los oligarcas a quienes exilió, los cuales, muy naturalmente, eran parciales en contra de él. Le sucedió un sobrino que pronto fue derrocado y con el cual llegó a su fin la tiranía en Corinto. Por el 600 a. C., el tirano Clístenes gobernó la ciudad de Sición, situada a unos 15 kilómetros al noroeste de Corinto, Clístenes obtuvo un importante triunfo al norte del golfo de Corinto. Ello ocurrió del siguiente modo: la ciudad focense de Crisa, cercana a Delfos, trató de apoderarse del oráculo en 590 a. C., lo cual pronto dio origen a la «Primera Guerra Sacra», pues los miembros del grupo de ciudades-Estado que controlaban Delfos se unieron para castigar a Crisa. Clístenes dirigió las fuerzas que derrotaron a Crisa. La ciudad culpable fue destruida completamente y se pronunció una maldición contra quienquiera que la reconstruyese o cultivase su territorio. En conmemoración de la victoria, Clístenes creó los juegos Píticos (véase página 34), alrededor del 582 a. C. Samos Tal vez el más notable de los primeros tiranos fue Polícrates, quien llegó a ser tirano de la isla de Samos por el 535 a. C. Durante años tuvo mucho éxito y triunfó en todas sus empresas. Se hizo construir un centenar de barcos y dirigió correrías piratas a lo largo y lo ancho del mar Egeo, del cual se hizo dueño. Como era habitual en los tiranos, Polícrates estimuló la cultura y las obras públicas. Hizo construir un acueducto, para lo cual contrató a un hombre de Megara, Eupalino. Los griegos siempre valoraron el pensamiento abstracto y prestaron poca atención a sus propias realizaciones como ingenieros prácticos, de modo que es poco lo que ha llegado hasta nosotros sobre hombres como Eupalino, lo cual es muy de lamentar. Polícrates selló una alianza con el rey del Egipto Saíta. Este rey era por entonces Ahmés II, quien gobernó de 569 a 525 a. C. Es más conocido por la forma griega de su nombre, Amosis. Amosis era un admirador de la cultura griega. Tuvo una guardia de corps griega, envió dones al templo de Delfos y permitió que la estación comercial de Naucratis se convirtiera en una ciudad. Le complacía estar aliado a un gobernante griego inteligente y poderoso, cuya flota podía serle útil. Pero Amosis sentía una supersticiosa intranquilidad por la invariable buena fortuna de Polícrates. El rey egipcio pensaba que los dioses preparaban algo horrible para el tirano, para restaurar el equilibrio. Por ello, Amosis aconsejó a Polícrates (según una historia que los griegos contaban posteriormente) que arrojase alguna cosa de valor. Esto sería para él una pequeña adversidad que, al restaurar el equilibrio, aquietaría a los dioses e impediría que ocurriese algo realmente malo. Polícrates atendió al consejo, tomó un valioso anillo y lo arrojó al mar. Algunos días más tarde, se llevó a palacio un pescado para la mesa del tirano y, al ser abierto, se encontró el anillo en él. Al oír esto, Amosis comprendió que Polícrates estaba condenado y rompió la alianza. Alrededor del 522 a. C., Polícrates cayó en una emboscada en tierra firme jónica, fue capturado por un enemigo y recibió una cruel muerte. (Amosis no se enteró de esto, pues había muerto tres años antes.) El reinado de Polícrates tuvo una consecuencia importante para la historia de la ciencia. Cuando se convirtió en tirano, el filósofo Pitágoras (según una tradición) sintió que ya no podía permanecer en su isla natal, pues era un oligarca por sus simpatías. Abandonó Samos en 529 a. C. y emigró a la ciudad de Crotona, en el Sur de Italia. Llevó consigo la tradición científica de los jonios, y allí, en el occidente griego, echó raíces, aunque Pitágoras rompió con la completa y sencilla claridad de Tales y fundó, en cambio, un culto caracterizado por el secreto, el ascetismo y el misticismo. Con todo, Pitágoras y sus seguidores lograron realizar importantes avances científicos. Fueron los primeros en estudiar la «teoría de números»; investigaron las relaciones entre los números y demostraron, por ejemplo, que la raíz cuadrada de 2 no puede ser representada mediante una fracción exacta. Luego iniciaron el estudio del sonido. Demostraron que las cuerdas de los instrumentos musicales dan sonidos de altura cada vez mayor cuando más cortas son y que las notas producidas por dos cuerdas son particularmente armoniosas si las longitudes están relacionadas entre sí de ciertas maneras muy simples. También estudiaron astronomía y fueron los primeros en sostener que la Tierra es una esfera. Hasta especularon que podría desplazarse por los cielos. También se supone que Pitágoras descubrió el famoso teorema según el cual la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa. Pero el movimiento pitagórico no se limitó a la ciencia y la matemática. Logró un importante poder político y ejerció una influencia favorable a la oligarquía. Cuando se expulsó a los oligarcas de Crotona, también Pitágoras fue exiliado. El pitagorismo perduró dos siglos más como movimiento político, pero se debilitó continuamente. En este período de la historia griega, las tiranías no duraban mucho, entre otras razones porque, mientras un rey recibía el sustento de la ley, la tradición y la religión, el tirano no podía apelar a nada de esto. Había alcanzado el poder por la fuerza y podía ser expulsado por la fuerza. Por ello, los tiranos debían estar siempre vigilantes y ser recelosos, y con frecuencia gobernaban con gran dureza y crueldad. (Esta es la razón de que la palabra «tirano» haya llegado a designar hoy a un gobernante particularmente malvado.) Asimismo, Esparta, el Estado militarmente más poderoso de Grecia, se opuso firmemente a las tiranías. Esparta había sido y siguió siendo oligárquica, y era hostil a todo debilitamiento de las oligarquías en cualquier parte. Fue la influencia espartana lo que ayudó a poner fin a las tiranías en Corinto y Megara. Esparta también causó el fin de una tiranía en Atenas. Este suceso resultó ser de la mayor importancia en la historia de Grecia y, en verdad, del mundo, y a él volveremos más adelante.