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Reino de Hungría es el nombre oficial que recibió el Estado húngaro entre 1920 y

1946 hasta que, tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, se transformó en la


Segunda República Húngara. A pesar de ser un reino, no tenía rey, sino regente, el
antiguo almirante austrohúngaro Miklós Horthy. Tras el largo periodo de regencia
conservadora (1920-1944), el país quedó dominado por la Alemania nazi en 1944;
después de la ocupación militar de marzo, el regente fue reemplazado por Ferenc
Szálasi, fascista del Partido de la Cruz Flechada, en octubre. Expulsadas las
fuerzas alemanas por las soviéticas en 1944-1945, el país quedó controlado por la
URSS.

Tras la derrota militar de la República Soviética Húngara a finales del verano de


1919, dado que los conservadores eran partidarios de restaurar en el trono húngaro
al antiguo emperador mientras que el Ejército y los radicales de derecha rechazaban
la vuelta de los Habsburgo, se decidió la implantación temporal de una regencia en
marzo de 1920.1 El régimen del regente Horthy se caracterizó por su carácter
conservador,2 chovinistamente nacionalista y furibundamente anticomunista.3 La
regencia se sostuvo sobre una alianza inestable de conservadores y
ultraderechistas.4 La política exterior se caracterizó por el revisionismo —la
revisión total o parcial de los tratados de paz para obtener condiciones más
favorables para las partes perjudicadas— y el antibolchevismo —pilar del régimen
contrarrevolucionario e internamente convertido en antisemitismo y rechazo de la
democracia—.5 En noviembre se ratificó el Tratado de Trianon, impuesto por los
vencedores de la guerra mundial, a pesar del rechazo general a las duras cláusulas
—el país perdía alrededor de dos tercios de su población y territorio—.6 La
política de entreguerras estuvo dominada en Hungría por la obsesión de la clase
política por las pérdidas territoriales sufridas con el Tratado de Trianon, que
dejaban fuera de las nuevas fronteras del reino a más de tres millones de magiares,
mayoritarios en algunos territorios limítrofes.7 El revisionismo territorial no
solo concentró las energías políticas de la nación, sino que también sirvió para
justificar la falta de reformas internas.8 El fin del periodo de inestabilidad
interna que siguió a la caída de la república soviética comenzó con el nombramiento
como presidente del Gobierno de Bethlen,910 candidato de consenso entre
conservadores y los radicales de derecha.11 Con una política exterior pacífica y
habiendo puesto fin a la inestabilidad interna, logró el ingreso del país en la
Sociedad de Naciones en 1922.12 La estabilidad política lograda le permitió pronto
negociar créditos extranjeros que mejoraron la situación económica.13 Con el apoyo
de Horthy, el control de las elecciones y el dominio del partido gubernamental que
tenía asegurado el Gobierno, pudo gobernar sin oposición durante una década en la
cúspide de un sistema que no solo se apoyaba en el partido, sino también en la
Administración del Estado, el clero, la banca o la aristocracia rural.14 El sistema
político era parlamentario, pero no democrático, sino autoritario.15 Estaba
dominado por la nobleza latifundista y el funcionariado, a menudo también de origen
aristocrático.16 Tras un corto periodo expulsados del poder por las revoluciones de
la posguerra, en 1919 lo retomaron, restaurando el sistema político y social
anterior a la contienda mundial.16 Los trabajadores urbanos y campesinos, dos
tercios de la población total, carecían de toda influencia en el gobierno de la
nación.16 La neutralización de los socialistas hizo que la radicalización popular a
finales de década siguiente se encauzase a través del fascismo.17

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