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Por:
Eleonor Saray Fernández Saavedra
Charles Darwin fue un naturalista ingles, autor de “El Origen de las Especies”,
reconocido como uno de los científicos más importantes en la historia de la
humanidad.Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra, el 12 de
febrero de 1809. Hijo de Robert Waring Darwin, reconocido médico, y de
Susannah Wedgwood. Su abuelo paterno, Erasmus Darwin, fue también un
conocido médico, naturalista y poeta. Ya desde la infancia, Charles Darwin dio
muestras de un gusto por la historia natural poco común en un chico de su edad;
en especial desarrolló una gran
afición por coleccionar pequeñas
cosas como conchas, sellos,
monedas, minerales, etc. En octubre
de 1825 Darwin ingresó en la
Universidad de Edimburgo para
estudiar medicina por decisión de su
padre, sin embargo Darwin no
consiguió interesarse por la carrera.
Intentó entonces, por consejo de su
padre, seguir una carrera eclesiástica e ingresó en el “Christ's Collage” de
Cambridge en 1828.En Cambridge tampoco encontró la vocación, sin embargo
resultó clave al descubrir allí el mundo de la botánica, la entomología y la
geología. Conoció además al reverendo John Henslow, cuya amistad le
resultaría de gran importancia en el futuro, al proporcionarle la oportunidad de
embarcarse como naturalista con el capitán Robert Fitz Roy y acompañarle en
el viaje que éste se proponía realizar a bordo del “Beagle” alrededor del mundo.
La expedición recorrió Cabo Verde, América del Sur, las islas Galápagos, Tahití,
Nueva Zelanda, Australia, Mauricio y Sudáfrica. Durante el viaje Darwin observó
las semejanzas y diferencias entre las mismas y distintas especies, animales o
vegetales, en los lugares que iba visitando, lo que provocó que sospechara que
la teoría de la estabilidad de las especies podría ser puesta en entredicho.
Aquella fue la semilla de su posterior y tan controvertida teoría de la evolución
de las especies.
En diferentes momentos de mi vida he logrado tener amistades muy valiosas. Durante el colegio,
por ejemplo, entable relación con una niña que se convirtió en poco tiempo en mi mejor amigo, y
que muchos años después pasó a transformarse en un noviazgo muy dulce y lleno de recuerdos
inolvidables. No obstante, fue en la universidad donde encontré un círculo de amigos que aún
conservo, y con los cuales me reúno frecuentemente para una velada de juegos de mesa y otras
actividades similares.
Todo empezó en los primeros días del segundo ciclo. Estaba cursando la carrera de Ingeniería
civil y aún me encontraba en Estudios Generales. En esta etapa se podía conocer a alumnos de
diferentes especialidades, algo que me agradaba bastante. De este modo, y durante la clase de
filosofía, conocí a Javier, un joven de mi edad que le fascinaba leer sobre Kant, Hegel y otros
filósofos contemporáneos.
Fue así como el profesor de turno hizo grupos de trabajo para elaborar una monografía sobre el
positivismo. Por este motivo terminé conociendo la casa de Javier, que no se ubicaba lejos de la
universidad y tenía el espacio suficiente para los cinco integrantes que conformaban nuestro
grupo. Grata fue mi sorpresa cuando en la sala encontré un estante lleno de cajas con ilustraciones
de lo más llamativas. Yo siempre había sido un fanático de todo lo relacionado con la Edad Media,
así que al ver imágenes de dragones, magos, caballeros, y otras criaturas fantásticas envueltas
en épicas batallas, quedé al instante cautivado.
Al preguntarle a Javier qué era todo eso, comenzó su larga explicación sobre los juegos de rol.
Hasta ese momento era un mundo completamente desconocido para mí, pues lo más cercano que
había experimentado eran los juegos de cartas coleccionables. Uno de ellos en especial, llamado
“Magic: The Gathering”, años atrás había agotado mi dinero en búsqueda de crear la baraja
perfecta. En otras palabras, tenía una clara predisposición hacia este tipo de actividades.
Javier percibió rápidamente mi creciente interés, así que semanas después me invitó a una reunión
con sus amigos. Esta fue la primera velada de las que comenté al inicio, donde entre risas y
comentarios sobre películas, cómics, historia e incluso filosofía, conocí a más personas que
disfrutaban de esta clase de juegos.
Hoy en día tengo un poco más de treinta años y mantengo amistad con todos los antes
mencionados. Cada mes intentamos reunirnos uno o dos fines de semana, con el único objetivo
de lanzar dados y mover miniaturas que representan a héroes y monstruos en fantásticas
aventuras. Con el pasar del tiempo nos hicimos más exigentes, y empezamos a crear nuestras
propias historias y juegos. Sin lugar dudas, se trata de una experiencia que no cambiaría por nada.
¿POR QUÉ ESCOGI LA CARRERA DE INGENIERIA CIVIL?
Escogí esta carrera porque este país necesita de Ingeniero civiles! Tenemos que
solucionar los problemas de la sociedad para ser de este país un lugar agradable por
donde transitar, por las bellas y grandes contracciones, por donde tenga agua potable
un pueblo alejado, en fin.
METAS, ¿Por qué? ¿Para qué?
Si no nos marcamos metas corremos el riesgo de estancarnos y que un día nos
preguntemos ¿qué cosas interesantes he hecho en mi vida?, ¿qué me gustaría haber
intentado?, ¿qué cosas importantes he conseguido? Conseguir metas no tiene nada
que ver con conseguir éxitos. Más bien tiene que ver con aprender y vivir experiencias
nuevas que nos merecemos. Porque el éxito no es conseguir una simple medalla. El
éxito es la aventura de lo vivido y lo aprendido. El proceso de desarrollo de una meta
supone un gran desafío personal. Ponemos a prueba un sinfín de habilidades tales como:
iniciativa, resolución de problemas, creatividad, planificación, motivación,
concentración, orientación al logro, compromiso, productividad, gestión eficaz del
tiempo…. competencias tan valoradas hoy en día en cualquier ámbito profesional. Pero
sobre todo, nos lleva a la satisfacción personal para con nosotros mismos.
Confía en tus capacidades
Todas nuestras metas son:
– Grandes, por pequeñas que sean.
– Difíciles, por fáciles que parezcan.
– Personales, nuestras y de nadie más.
– Ilusionantes, y es que solo el hecho de ponerse una meta concreta y dar los primeros
pasos genera una sensación especial de bienestar y de, por qué no decirlo, ¡felicidad!
Sientes que puedes alcanzarla. Sientes una confianza creciente en tus propias
capacidades.
Pequeños pasos
Las metas comienzan con pequeños pasos en nuestro día a día y que nos llevan con toda
probabilidad a conseguir nuestro deseo u objetivo final (cambiar del trabajo, mejorar la
salud, las relaciones etc.). Realmente no se trata de hacer grandes cosas, pero sí de hacer
cosas de forma consciente que no habíamos hecho antes.
Muchas veces no damos estos pasos por miedo a perder la “seguridad”. Podemos vivir
la vida pensando «Virgencita, que me quede como estoy» o «mejor lo malo conocido
que lo bueno por conocer» o podemos dar un paso más allá e intentar descubrir nuevos
caminos que nos hagan ¡vibrar! Después de todo ¡solo tenemos una vida! Pues
aprovechémosla a tope. Si te da miedo perder la «seguridad», también perderás la
libertad de elegir. Seguridad y libertad no son buenas amigas. ¿Pero hay algo seguro
además de lo que ya sabemos? Disfruta del proceso. En realidad lo más valioso de
ponerse una meta no es conseguir el objetivo final, sino disfrutar durante el esfuerzo y
el aprendizaje. Por supuesto que conseguirlo es gratificante, pero es solo un momento.
El día en que digas «lo conseguí», todo habrá acabado. Y no se puede vivir
permanentemente del éxito momentáneo, hay que seguir. Por ello no puedes parar de
ponerte más metas al día siguiente, porque más allá de lograrlo, te sientes en esa nube
de motivación y energía deseoso de hacer cualquier cosa que te plantees.
Escribe, escribe, escribe
A lo largo de la vida vamos consiguiendo muchas metas sin apenas haberlas planificado
o decidido de forma consciente. Sin embargo, lo que queremos plantear es cómo
conseguir una meta que siempre hayas deseado, un sueño de tener, hacer, sentir…
cómo hacerlo bien desde el principio.