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EL GLTIMO VIERNES ioe ton omega EUs, ‘LIER Tlie de Lr mmcat, wd blr gue hee I Ninca sannisi fue Bilbo Bolan ocl maestro Agus- tn, si Faron las hobbits o fuimos nosotros. La cuestign es queen mi pueblo pasé lo que pas ‘Aqui donde vivimos caen algunas veces lluvias eo- tunes. Otras veces, en cambio, Hueve para siempre quel dia, cuando pass lo que pass, lavia de ese modo: para sempre. Pero mejor voy por el principio, Era marzo y empezaban las clases. El primer dia, el maestro Agustin nos dio la mano a cada uno, Claro, porque solamente éramos tre: Teruel, Cayetana y yoque me llarno Emilio. La escuela tenia en eotal veintisiete alunos. Tece, los mas chiquieos, Once los del medio, Tres, nosotros, los mas grandes. — Ne este libro? Si, claro que lo veiamos. Es la novela que vamos leer juntos... Cada vier nes, hasta final de afio. La novela se llamaba El hobbit Para empezar, no co- nociamos esa palabra. El maestro Agustin nos explicé ‘que se trataba de personas muy pequefias, que podian Iegarnos hasta la cineura. —sComo Los enanos de Blancanieves? —pregunts Cayetana. Parecidos. Peto Ios enanos son barbudes, y los hobbits no lo son —respondidel maestro con una son ssa enorme, a la que después nos acostumbramos Enseguida explicé que se trataba de personas sen- cillas y sensatas, amigos de la buena comida y de los colores estridentes. — Pero existen? —Cayetana hablé otra vex En esta ocasién el maestro se quedé pensando, Nunca los vi —aijoal final — Pero si existeran, nuestro mundo seria mis bello, Y bueno, tal como To haba prometido, el maestro cempezé con fa lectura el primer viernes de clases En un agujero en el sula,vioia un hobbit. No ws cagujero himedo, sci, repugnant, con restos de gusanos y color a fsngo, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenosa, sinnacdaen gue sentayse0 que comersera tin agujero-hobbi, yeso significa comodidad Cuando ef maestro lef su-voz se transformabs. Algunas veces nos oftecta ef libro para que leyé- amos nosotros. Pobre maestro, zquién iba a querer? ‘Ninguno. Bramos tres y todos ariscos,y todos secos ala hora de abr Ia boca. [Asi fue como empezamos a conocer a los hobbits. Ellos vivian en agujeros cémodos. Nosotros, en un pueblo alto y solitario adonde solamente Hegaba la Iluvia. Ab, y el auto destartalado, despintado, viejo y suidoso del maestro Agustin, 0 Ewtro Estenan Jofré era uno de los tres alumnos que, casi por milagro,asistéan a La escuela rural en el grupo que comprendia los dos tiltimos geados,sexto y séptimo, En aquel pueblo el trabajo era mucho, como era ‘mucha la pobreza. Adems, nadie entendia demasiado ppara qué servfan los cuentos en un lugar donde faltae hha el agua cosriente. Asi que apenas aprendian a sacar cuentas, muchos se olvidaban de la escuela. Emilio, en cambio, sigui6 asistiendo. Y casi nunca faltaba. No lo hacia por sensatex ni por amor alos cua- dernos,sino para alejasse de su abuela, Aqui agi... Debe estar aqui Ta anciana buscaba sin descanso: adentro de los za~ patos y de las ollas, atris de las etiquetas de las latas de tomate, en su corpifio, buscaba algo que les hubiese cambiado la vida ‘Afios ats, la mujer habia comprado un billete de loteria navidefta que terminaba en siete; la edad que para ese entonces, tenia Emilio, El 52.147. Yella gan6, Aside simple y de maravilloso. Como suele ganar la gente la loteria: sin esperaeo. a7 Cuando su corazén se tranquiliz6 y pudo respirar sin sofocarse, justo antes de empezar a sofiar con todo Jo que iban a comprarse, empezando por una cas, la mujer buscé el billete para darle muchos besos. Pero a billete de loterfa, 52.147, se negé a aparecer. Y sin billete, le dijeron, no habia premio. No habia plata, ni ‘casa, ni pax para la veje. Laabuela de Emilio Esteban Jofié habia perdido el billete que iba a hacerlos ricos. Al principio, pasé horas sentada en la silla de mim- bbre, mirando un punto fijo. Después, se pellizeé las piernas. Inservible, sos una vieja inservible” se decia. ‘Unas semanas mas tarde Fue peor: La abuela de En eapex6 a buscar el billeve en su casa y en la ealle, se agachaba a levantas los papeles que traia el viento,daba yuelta los bolsillos de los dos pantalones de su nieto,se asomaba al termo soto que servia como florero. —Aqui, aqui debe estar Buseé y siguié buscando... Por buscar, se olvidé de todos, hasta de Dios y de los santos a fos que siempre {es habia rezado. Emilio, que vivia con ella, solitos los dos en un ran~ ‘choamplio,secansé de pedirle por favor que se olvida- adel billeve Aqui, aqui, lo guardé aqui Con el tiempo, su nieto abandoné el intento de con- vencerla para que dejara de buscar y se sentara con él, ‘como antes. a tomar mate dulce cuando atardecia en las 88 debe estar aqui Emilio salia a hacer algunos trabajitos, se juntaba con loss dos pibes grandes que venian de la ciudad. Ya a mafiana.... A la mafiana era mejor ira la escuela que aguantar tanta locura triste. site A Terri in pacian Teruel, hijo de los Teruel mala fama, Para él solo haba apellido. Eh, Teruel! (Teruel, «a paps se cay de borracho! ‘Una mafiana, el maestro Agustin lo Hamé para que Jo ayudasa a empujar el autito, que se habia atascado antes de llegar a la escuela. Teruel era fuerte para sus Gracias... dijo el maestro cuando terminaton. ‘Yeestuvo a punto de pronunciar el nombre de su alum- tno. Pero como si hubiera adivinado, el muchacho lo detuyo con la mirada oscura... “Nise le ocurra, maes- tro. Yo soy Teruel”. ‘A Teruel le gustaba matar péjaros Y esa fue la res- ‘puesta que dio el dia queal maestro Agustin se le ocu- +716 hablar del futuro con sus tres alunos. — Nos, Emilio,con qué soviis? —Coon ser médico de locos —fue la respuesta vos, Cayetana? La tinica chica del curso sonri6, colorada. Yo, maestro... —y se reia netviosa—. Yo suefio 9 “Teruel se pinchaba wna ampolla que tenia en la pal- made la mano, ves? —Yo mato pajaros, maestro. El maestro camin6 hasta la mesita de madera pin- tada de verde donde dejaba sus cosas. Yescribis algo en Ja primera pagina del libro, —Hoy es viernes. Querés empezar vos a leer? Teruel negé con la cabeza, —Empexi,y yo sign. A mino me meta con esa porquerfa de cuento.Yo 10 soy un nene,enaesteo, v No ks rosin: samen si Cayetana cantaba bien, A lo ‘mejor era solamente su belleza, Cayetana era tan linda que cantaba bien. Peto zeta tan Linds? A lo mejor eran sus ojos auules Sus ojos exan tan azules que Cayetana parecia linda. (en verdad eran azules sus ojos? A lo mejor era su canto... Cayetana cantaba tan bien que sus ojos se vefan anules. Tratindose de Cayetana nada era seguro, excepto tuna cosa: resultaba Fieil quererla. ‘Aunque el hijo del patsén no la queefa, la mitaba. Porque mirar no es lo mismo que querer. Una siesta, la encontré sola y se leaceres sonriendo, —Sabés que en noviembre cumplo fos, cierto? 90 i, sefior —dijo la chica, que era apenas menor {que el hijo del duesio de las tierras donde su familia vivia ytrabajaba. — Vamos: hacer una fiesta grande aguien el campo. Cayetana sontié con los ojos,y el muchacho la mixé sin imide —Me dijeron que sos entonada, Y agreg —sQuerés cantar? —(Cimo,cantar? —Con la boca, me parece. Cayetana no sespondié a la burly él siguié: —Digo, si querés cantar en la fiesta Cayetana solo pudo asentit con Ta cabeza, timida y feliz. A partir de ese maravilloso instante, Cayetana na, haizo otra cosa que ensayar dos zambas y suplicarle a su madre que le comprara un par de sandalias blancas paraira la festa Lo inico que logtaba distraerla un momento, cada viernes, eran las aventuras de los hobbits, esos miste- riosos seres de baja estatura que vivian en agujeros. v Esrinamos nv ocronrs. Al afo le faltaba poco para terminar y al libro también. Parecia que el invierno le habia eaido mal al auto del maestro, porque cada vex andalsa peor: tosia para 2 arrancar y agonizaba para frenar.jPobre maestro Agus tin! El nos lea la novela con tanto entusiasmo que pa- recta duefio de un cero kildmetros, Cada viernes, El hobbit avanzaba varias paginas. Ahora pienso queeel maestro se salteaba algunas partes, pero lo disculpo. No debis' ser posible leer una novela de ciento ochenta y seis pdginas para tes alumnos, en tun pueblo que no tenfa agua corriente Debo. decir que todos nosotros, Teruel, Cayetana Yy yo. teniamos mas afios que los adecuados para ir a séptimo grado. Pero eso no importaba en mi pueblo. 'Y mucho menos le importaba al maestro Agustin, que siempre nos decia que para leer y perdonas, todas las edades exan buenas Por ese entonces, cada quien andaba en lo suyo. Bilbo Bolsin y sus compafieros de via habian encon- tradoel tesoro que custodiaba un dragén rojo y dorado. Cayetana ensayaba dos zambas para el cumpleafios del hijo del patron, Yo, cansado de fa locura de mi abuela, pasaba cada ‘yez mis tiempo con los de la ciudad porque hablaban distinto, enan zapatos que en el pueblo no se veian, y ademés me proponfan negocios para ganar mas plata queen fa loveria. Teruel, ,quién sabe? Callado, matando pijaros de colores. Y segtin las habladurfas del pueblo,condenado aaser un borrachin como su padte y sus hermanos. El tinico punto luminoso que puedo recordar de aquellos das eran los viernes, cuando el maestro ponia 92 su mejor vory el pueblo que habitabamos,sin agua co- sviente, sin piedad y sin suefios, se llenaba de hobbits. AU yack son enorme dragir aureoreyca, que derma profcnariente; de Tas faeces y navces le saa un ronguide, « hilachas de hue, pero fos faegos eran apenas unas brasas ameantes. Debajo del eueepo y las patas la larga cola enros- cade, y todo alrededor, extendiéndose lejos por los sueosici- sible, habla incon tables plas de precioos objeto oro kabrado y sin labrs gemas jaya y plata que la lu tea de rn VI —Gawisatis prams que com un billete de loterla Ie sepetian a Emilio los pibes de la ciudad. — Tanta? —Emilio pensé que si él conseguta esa ‘plata su abuela se iba a curae —Allé en la ciudad hay muchos gringos, y son Ficiles.

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