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Análisis
Narratológico de
Pedro Páramo
Estudiante: Ramírez Martel, Jean Paul
Introducción
Pedro Paramo, escrita por Juan Rulfo es una de las novelas más
trascendentales de las letras hispanas, tanto por su profundo contenido como
por las técnicas narrativas que se emplea para articular la narración. La novela,
a menudo catalogada como precursora del realismo mágico, se desarrolla en el
pueblo de Comala, hasta donde Juan Preciado llega en busca de su padre,
Pedro Paramo, quien los abandono a él y su madre.
“Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las
puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano
que se llamaba esta yerba? «La capitana, señor. Una plaga que nomás
espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted».”
(1955:p.9)
“El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio.
Sonaba: plas plas y luego otra vez plas en mitad de una hoja de laurel que
daba vueltas y rebotes metida en la hendidura de los ladrillos.(…) Al
recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras, irisaba todo de
colores, se bebía el agua de la tierra, jugaba con el aire dándole brillo a
las hojas con que jugaba el aire.” (1955:12)
—Nada, mamá.
—Si sigues allí va a salir una culebra y te va a morder.
“La cosa es que el tal Osorio le pronosticó a tu madre, cuando fue a verlo,
que “esa noche no debía repegarse a ningún hombre porque estaba brava
la luna”. »Dolores fue a decirme toda apurada que no podía. Que
simplemente se le hacía imposible acostarse esa noche con Pedro
Páramo. Era su noche de bodas. Y ahí me tienes a mí tratando de
convencerla de que no se creyera del Osorio, que por otra parte era un
embaucador embustero.” (1955:p.16)
“La voz sacude los hombros. Hace enderezar el cuerpo. Entreabre los
ojos. Se oyen las gotas de agua que caen del hidrante sobre el cántaro
raso. Se oyen pasos que se arrastran… Y el llanto. Entonces oyó el llanto.
Eso lo despertó: un llanto suave, delgado, que quizá por delgado pudo
traspasar la maraña del sueño, llegando hasta el lugar donde anidan los
sobresaltos.” (1955:22)
Y su voz me respondió:
—¿Dónde estás?
—No, hijo, no te veo. Su voz parecía abarcarlo todo. Se perdía más allá
de la tierra.
Luego, Juan Preciado decide quedarse allí hasta el día siguiente, tomando
en consideración que en la pensión de Damiana tampoco contaba con una mejor
comodidad. La narración en este punto se vale nuevamente de una analepsis
externa para relatar a partir de un narrador heterodiegético la forma en la que
Pedro Paramo decide contraer matrimonio con la madre de Juan Preciado.
“Digo para siempre. Tengo memoria de haber visto algo así como nubes
espumosas haciendo remolino sobre mi cabeza y luego enjuagarme con
aquella espuma y perderme en su nublazón. Fue lo último que vi.”
(1955:p.48)