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Era el cuarto hijo de Richard Simeon († 1784) y Elizabeth Hutton. Por la familia de
su padre, descendía de los Simeons de Pyrton, Oxfordshire, casa de la que John
Hampden tomó esposa en 1619. Su madre era de la misma familia que Matthew
Hutton, arzobispo de York (1595) y el posterior Matthew Hutton, que también sería
arzobispo de York en 1747. Su hermano mayor fue Sir John Simeon, primer barón.
Fue educado primero en Eton, de donde marchó con una beca a King's College,
Cambridge, siendo miembro del consejo rector en 1782 y al año siguiente titular de
Holy Trinity Church en la misma ciudad. Sus primeras impresiones religiosas las
trazó al día de ayuno guardado en Eton en 1776 por la guerra americana. Pero fue
al ir a Cambridge cuando leyó Whole Duty of Man, de Law, que se produjo un
cambio espiritual en su vida. Enseguida fue conocido por sus convicciones
religiosas, procurando influenciar a sus amigos, instruir a los criados en su casa
durante las vacaciones y siendo su meta servir a Dios en el ministerio. El 26 de
mayo de 1782 fue ordenado diácono por el obispo de Ely. Poco después conoció a
John Venn y luego al padre de éste, Henry Venn, por quien fue grandemente
influenciado. Al año siguiente fue ordenado sacerdote y obtuvo su graduación en
filosofía y letras. Al principio trabajó en la parroquia de St. Edwards, Cambridge,
pero el beneficio de Holy Trinity, Cambridge, estaba vacante y Simeon (por
iniciativa de su padre) fue designado allí, donde permaneció hasta su muerte.
Predicó su primer sermón el 4 de enero de 1783. Sus feligreses, que hubieran
deseado otro candidato, al principio le fueron hostiles y su reputación de piedad
provocó desfavorables comentarios de los estudiantes universitarios, quienes
interrumpían sus sermones, boicoteaban los cultos y molestaban a quienes
asistían a la iglesia. Por la calle recibía burlas, lo mismo que sus coadjutores,
aunque algunos de ellos, como James Scholefield, eran conocidos por su
distinción académica. No obstante, Simeon perseveró y fue ganando poco a poco
apoyo, ejerciendo el ministerio durante 45 años. Fue tres veces uno de
los deanes de King College; segundo administrador desde 1798 a 1805 y vice-
preboste desde 1790 a 1792. Pero su tenaz persistencia en principios distintivos le
hizo ser conocido más allá de Cambridge, siendo un reconocido dirigente entre los
eclesiásticos evangélicos. En 1788 un memorial de Charles Grant (1746-1823) y
otros civiles indios atrajo su atención para abrir obra misionera en la India. Cuando
Grant fue director de East Indian Company, Simeon fue su consejero confidencial
en la designación de capellanes e indujo a algunos de sus más capaces
coadjutores a acometer esa obra, entre ellos Henry Martyn. Henry Kirke White
estuvo también entre quienes recibieron ayuda o guía de Simeon, quien fue uno
de los fundadores de Church Missionary Society en 1797 y amigo de la Sociedad
Bíblica, en los días cuando era vista con sospecha por muchos eclesiásticos.
Simeon llegó a ser en Cambridge objeto casi de veneración, ejerciendo influencia
durante más de medio siglo después de su muerte. El obispo Charles
Wordsworth dijo que Simeon 'tuvo una gran número de seguidores jóvenes -más
en número y no menos devotos que los que siguieron a Newman- y durante
mucho más tiempo.'
Charles Simeon puede ser considerado el fundador de la facción evangélica
dentro de la Iglesia anglicana, si bien sus propias cartas y fragmentos
autobiográficos muestran que estuvo firmemente asociado a esa Iglesia, a sus
doctrinas distintivas y a su liturgia. Su predicaciónevangélica encontró al principio
oposición, pero hizo muchos convertidos y ejerció amplia influencia. Fundó una
sociedad para adquirir beneficios, poniendo a muchos de sus simpatizantes en
puntos estratégicos. Publicó una traducción de Essay on the Composition of a
Sermon (Londres, 1801) de Claude, a la que añadió notas y un centenar de
bosquejos de sermones, publicando posteriormente los tales (2.536 en número)
sobre toda la Biblia (Horæ Homileticæ, 17 volúmenes, Londres, 1819-28; nueva
edición con adiciones de otras obras, 21 volúmenes, 1840); Memorial Sketches of
Rev. David Brown, with a Selection of his Sermons Preached at Calcutta (1831) y
un gran número de sermones ocasionales.
La historia es su historia
Este es el primero en una serie de cuatro artículos sobre grandes predicadores que
vivían desde el comienzo de la Revolución Americana hasta el final del Gran
Despertamiento, aproximadamente 1835. Exploraremos las vidas de Carlos
Simeon, Asahel Nettleton, Eduardo Payson, y Carlos Finney. El pastor del siglo 21
tiene una herencia rica en estos hombres de Dios. Su falta de egoísmo y servicio
fiel a Dios y a sus congregaciones nos inspira todavía hoy.
Nuestro primero estudio es sobre la vida de Carlos Simeon. Su pasión por Cristo,
su vida devocional, y las horas largas que pasaba a solas con Dios en estudio lo
convirtieron en un predicador poderoso y un siervo dedicado a Dios.
LA JUVENTUD DE SIMEON
En 1782, la iglesia Anglicana ordenó a Carolo Simeon cuando tuvo 23 años. Como
Whitefield antes que él, y después Spurgeon, sus poderes en el púlpito eran
inmediatamente evidentes.
¿Quién era este hombre joven que podía llenar las iglesias vacías a los 23 años?
¿Por qué es importante para los pastores del siglo 21?
SU CONVERSIÓN
Buscando paz con Dios él empezó a leer la Biblia y otros libros espirituales. Esta
agonía de conciencia continuó por varias semanas; no podía encontrar un alivio.
Finalmente, al leer un libro por el Obispo Wilson sobre la Cena de Señor, él
entendió la realidad de la expiación de Cristo. Él entendió que sus pecados fueron
puestos sobre Él que había muerto en su lugar. "Desde esta hora," él escribió, "la
paz fluyó en una abundancia rica en mi alma; y en la mesa del Señor en nuestra
capilla yo tenía al acceso más dulce a Dios por medio de mi Salvador bendito."2
Como Lutero y Spurgeon, las experiencias agonizas de su conversión le
impresionaron con el poder de la cruz, y nunca podía olvidarlas. Por esta razón la
expiación era el tema constante de sus enseñanzas. Uno de sus biógrafos lo
describió así: "Para él, Cristo era el centro de todos los asuntos del hombre
pecaminoso; y todos los que le escuchaban, para él, eran pecadores, por los cuales
el Evangelio era el único remedio. Cristo era el Evangelio; y la fe personal en Él,
una persona viva, era el secreto del Evangelio."3
MINISTERIO RECHAZADO
Unos meses después del éxito de sus predicaciones mencionadas, él fue nombrado
pastor de Trinity Church en Cambridge. Probablemente fue seleccionado debido a
la influencia de su padre, su piedad obvia y sus dones de predicar. El
nombramiento de Simeon a los 23 años no era normal. Trabajos como este
normalmente eran reservados para hombres más grandes con más experiencia. Y
esto es como pensaron también los miembros de esta iglesia antigua y influyente.
Ellos querían un hombre más grande. Era tanto su decepción con el
nombramiento de Simeon que decidieron boicotear los servicios.
En estos días, los miembros de la iglesia compraban sus bancas. Los enemigos de
Simeon usaron este poder contra él. Boicoteaban el ministerio de Simeon y
aseguraban que otros también hacían lo mismo al encerrar y cerrar con llave sus
bancas.
En un punto difícil de su vida, Simeon buscó la ayuda de Dios para una palabra de
ánimo. Abrió su Biblia al azar a Marcos 15:21: "Y obligaron a uno que pasaba,
Simón de Cirene ...que venía del campo, a que le llevase la cruz." Simeon significa
Simón. El mensaje era claro. Él tenía que llevar su cruz. Lo hizo con gratitud.
TEMPORADAS DE ÉXITO
Simeon se quedó en Trinity Church por 54 años, hasta la edad de 77. Él ministró
sin rencor ni venganza y fue decidido en ser un testigo continuo para Cristo a pesar
de la resistencia. Él era fiel en el lugar donde Cristo lo plantó.
Cuando él murió a los 77 años, Simeon había ganado sus enemigos con amor. Él
había ganado el respeto y amor del pueblo, profesores, y estudiantes. Fue
estimado por Inglaterra como uno de los líderes cristianos más destacados. Su
biógrafo notó, "Probablemente nunca hubo un funeral en Cambridge como el de
Simeon; porque no solamente hubo una asistencia enorme y un respeto profundo,
pero también hubo corazones innumerables que sentían que habían perdido a un
padre, y todos recordaron el contraste de los días anteriores."7
SUS LOGROS
Cuando le preguntaban acerca de los requisitos más importantes para tener eficacia
pastoral, él respondía sin indecisión, "Solamente se necesita tres cosas - humildad,
humildad, y humildad."11
Él luchaba día y noche para saber mejor su pecado, no para condenarse a sí mismo,
sino para acercarse más a Cristo. "Simeon llegó a conocerse y conocer su pecado
profundamente," notó Juan Piper. "Él describió su proceso de madurar en el
ministerio como un crecimiento para abajo."12
Tan obsesionados que somos con el auto-estima, las mentes modernas lucharían
con la espiritualidad de Simeon. Pero su enfoque en el pecado y humildad es
exactamente lo que la iglesia necesita hoy. El poder en el púlpito es un resultado
directo del tipo de auto–humillación interna y profunda que marcó la vida de
Simeon. Él escribió cosas como, "Nunca he pensado que las circunstancias del
perdón de Dios eran una razón para perdonarme a mí mismo: al contrario, yo
siempre he razonado que es mejor detestarme aun más, en proporción de lo que yo
sabía que Dios era pacificado hacia mí. ...Hay solamente dos objetivos que yo he
deseado comprender durante estos 40 años; uno es mi propia bajeza; y el otro es la
gloria de Dios en la cara de Jesucristo: y yo siempre he enseñado que deben
ser observados juntos ."13
La historia es su historia.
Dios cumplirá su palabra
20 enero, 2018Solo Sana Doctrina
I. Algunos piensan que Dios miente. Dios nos ha dicho en fuertes y repetidas declaraciones
que “tenemos que nacer de nuevo”: pero esto no lo creen para nada:
1. Los profanos
Se convencen a sí mismos que la severidad en la religión que implica el nuevo nacimiento no es
necesario; y que irán al cielo a su manera.
2. Los farisaicos
Consideran la regeneración como un sueño de devotos débiles; y se quedan satisfechos con “la
forma externa de piedad” sin experimentar “el poder de ella”.
3. Los eruditos hipócritas de la religión
Estos, habiendo cambiado su credo junto con su conducta exterior, se creen cristianos, a pesar
de que su fe no “vence al mundo”, ni “obra por amor”, ni “purifica sus corazones”.
No cabe duda de que todas estas personas creen que Dios puede mentir: porque si realmente
creyeran que “las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”antes de poder entrar
en el reino de Dios, se preocuparían por saber si tal cambio ha ocurrido en ellos; no estarían
tranquilos hasta tener una evidencia bíblica de que realmente son “nuevas criaturas en Cristo
Jesús”. Pero como esto no es de ninguna manera el caso de ellos; es evidente que “no creen
el registro de Dios” y, en consecuencia, por más dura que parezca la expresión, “hacen de Dios
un mentiroso”. Mientras que algunos no vacilan en tener estos deshonrosos pensamientos
acerca de Dios,
II. Otros temen que pueda mentir. Esto es común entre las personas:
1. Bajo convicción de pecado
Cuando los hombres están profundamente convencidos de pecado, les resulta muy difícil
descansar simplemente en las promesas del evangelio. Dios promete no echar fuera a nadie que
acuda a él por medio de Cristo Jesús; de lavarles los pecados más negros y de
colmarlos de todas las bendiciones de la salvación gratuitamente “sin dinero y sin precio”.
Ahora bien, esto parece demasiado bueno como para ser verdad: no pueden concebir cómo
Dios pueda “justificar al impío” y, por lo tanto, se esfuerzan por llegar a ser píos primero, a
fin de ser justificados: y si no pueden acercarse primero con algún pago en sus manos, se
quedan atrás, y caen en temores desalentadores.
Existe un temor o celo santo que es de alta estima para todos, por más eminentes y
maduros que sean. Pero hay un temor atormentador y servil que brota de la falta de fe,
que retrasa grandemente nuestro progreso en la vida divina. Nos preguntamos: ¿Este
temor surge de una aprehensión de nuestra propia falta de fe o de la de Dios? Si lo
que dudamos es la fidelidad de Dios, sepamos que son “sin arrepentimiento las
mercedes y la vocación de Dios” (Rom. 11:29) y que “el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). Pero si desconfiamos
de nuestra propia fidelidad, reflexionemos de quién depende nuestra fidelidad:
si dependemos totalmente de nosotros mismos, ¿quién entre nosotros será salvo?
Gracias sean dadas a Dios, pues el que ha sido el autor de nuestra fe, se ha
comprometido a consumarla; (He. 12:2) y ha
prometido no sólo que no se alejará de nosotros, sino que pondrá su temor en nuestros
corazones a fin de que no nos alejemos de él (Jer. 32:39, 40). Entonces afirmemos que
“Dios es verdadero” (Juan 3:33).
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Charles Simeon (1759-1836): predicador y escritor evangélico anglicano que tuvo una
influencia duradera sobre el pensamiento evangélico británico; la experiencia angustiosa de su
conversión le impresionó para siempre con el poder de la Cruz. Predicó teniendo tres
propósitos: “humillar al pecador, exaltar al Salvador, promover la santidad”. Nació en Reading,
Inglaterra.