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Alfred Schütz

La construcción significativa
del mundo social
Introducción a la sociología comprensiva

Prólogo de Joan-Carles Melich para la .presente edición


Título original: Der sinnhafte Aufbau der sozialen Welt
Publicado en alemán por Springer Verlag, Viena

Traducción de Eduardo J. Prieto

Cubierta de Mario Eskenazi

La anterior edición de esta obra apareció


en Editorial Paidós con el título «Fenomenología
del mundo social»

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© by Ilse Schütz
· © 1993 de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S. A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paidós, SAICF,
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Vivaldi, 5 - 08110 Monteada i Reixach (Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain


SUM ARI O

Prólogo a la edición española de Joaa-Carlés Melich .................. 1-x1


Agradecimientos .
;...........................................................
.............. ..... 9
Introducción a la edición inglesa . . .. ... .
........... ............. .. . ........ ... ...... 11
Prefacio del autor . .. . . . .
....... . . . . .. .
..... .... .......... ................. .................. . . 27
Prefacio a la segunda edición alemana ... .. . . .....................
.............. 29
Glosario .............................................................................................. 31

I. LA FORMULACIÓN DE NUESTRO PROBLEMA: Los CONCEPTOS METODO-


LÓGICOS DE MAX WEBER .. .............. ... .. ..........•...•....... ..................... 33

l . Examen preliminar del problema ... ............................ ......... 33


2. El concepto de acción significativa de Max Weber . ...... .... 45
3. El carácter pre-dado del yo del otro y el postulado de la com-
prensión del significado subjetivo . ............. ........ ......
.. ......... 50
4. Crítica de los conceptos de comprensión «observacional» y
«motivacional» de Max Weber ............................................. 55
S. Significado subjetivo y objetivo .......................... . ................ 61
6. Transición al análisis del proceso constituyente. Clarifica-
ción del concepto de «atribuir significado a un acto» .. .. . . 68

Observación .................................................................................. 73

II. LA CONSTITUCIÓN DE LA VIVENCIA SIGNIFICATIVA EN LA CORRIENTE DE


LA CONCIENCIA DE QUIEN LA CONSTITUYE ...... ...... . ....... ...... .......
....... 75

7. El fenómeno de ia duración interna. Retención y reproduc-


ción .. . . . .
............................... . .
. .......... .... .. ................. ............. ..... 75
8. Las vivencias de asignación de significado de Husserl y
el concepto de conducta ................................................ .... 83
9. El concepto de acción. Proyecto y pretensión ......... ........ 87
10. ta acción consciente y su evidencia ......... ....................... 92
11. La acción rnlumaria y el problema de la elección ........ 95
12. Sumario: La esencia del significado en su sentido primor-
dial ···-----·--············································································· 98
13. La amplificación del primer concepto de significado: la
modificación atencional del significado ..............:........... 101
14. l"na mayor amplificación: las configuraciones de viven­
cias. El contexto de significado y el contexto de experien-
cia .......................................................................................... 104
15. La construcción del mundo de la experiencia y su orde-
namiento en esquemas ............... .......... .............................. 108
16. Los esquemas de la experiencia como esquemas interpre­
tativos. La autoexplicación y la interpretación. Problema
e interés ...... .. ........................ .. .......... .. ......... ....................... .. 112
17. El contexto motivacional como contexto de significado.
A) El «motivo-para» ............ ..... ....................................... .... 115
18. El contexto motivacional como contexto de significado.
B) El auténtico «motivo-porque» ................... ................... 120

l!I. FUNDAMENTOS DE UNA TEORÍA DE LA COMPRENSIÓN INTERSUB-


JETIVA ............... ............. . ............................................ .. . ... . ........ .. . . 127

19. La tesis general del yo del otro en la percepción natural 127


20. La corriente de la conciencia de otro como simultánea con
la mía .................................................................................... 132
21. Las ambigüedades en la noción ordinaria de comprensión
de la otra persona ... .... .. .. .. .. ..... .. ... ............. ......................... 137
22. La naturaleza de la comprensión intersubjetiva auténtica 142
23. Movimiento expresivo y acto expresivo ..... . ..................... 145
24. El signo y el sistema de signos .... . .................................... 147
25. Establecimiento de significado e interpreta.ción de signi-
ficado .............................................................. . ................... .. 155
26. El contexto significativo de la comunicación. Recapitula-
ción ........................................... . ....... . ..... ..................... ......... 158
27. El significado subjetivo y objetivo. Producto y evidencia 161

28. Excursus: Algunas aplicaciones de la teoría del significa­


do objetivo y subjetivo. en el campo de las ciencias de la
cultura ........ ......................................... ........... . .......... .... . ...... 165
JV. LA ESTRUCTURA DEL Ml)NDO SOCIAL: EL DOMINIO DE LA REALIDAD SO­
CIAL DIRECTAMENTE VIVENCIADA, EL DE LOS CONTEMPORÁNEOS Y EL
DE LOS PREDECESORES • •• . ............. .. ... .....•....••... ................. ............. 169

[A] INTRODUCCIÓN ... .......... .. ...............................................


. ... . 169

29. Examen preliminar del problema . ....... . . .. ....... . . ... .. . .


. .. .. .... 169

[B] CONDUCTA SOCIAL, ACCIÓN SOCIAL, RELACIÓN SOCIAL . 174


30. El concepto de «acción social» de Max Weber. La
orientación-otro y el actuar-sobre-el-otro .... ....... ........ ... . . 174
31. El concepto de relación social de Weber. Relación de
orientación e interacción social . ... .. . .... ... ....... . . .... . . ..
... . ... . . 180
32. El contexto motivacional de la interacción social . .. ... . .. 189

[C] EL MUNDO DE LA REALIDAD SOCIAL DIRECTAMENTE Vl-


VENCIADA ..........................................................................
... 192

33. La situación cara a cara y la relación-nosotros ...... . . .. .. . 192


34. A nálisis de la relación cara a cara ..... . . .................. . .. ... .... 196
35. La observación social directa ............................................ 201

[D] EL MUNDO DE LOS CONTEMPORÁNEOS COMO UNA ESTRUC-


TURA DE TIPOS IDEALES . .. ...
. .. .. ..... .... . . . ...... . ....
. . .. . . . . .. . ..
... . . . 205
36. La transición de la experiencia social directa a la indirec-
ta. Las relaciones sociales continuas . . .. . .. . . .. ... ..... . . ..... ... .. 205
37. El contemporáneo como tipo ideal. La naturaleza de la
relación-ellos ........................................................................ 209
38. La constitución del esquema interpretativo típico-ideal 215
39. Grados de anonimidad en el mundo de los contemporá-
neos. La concretez del tipo ideal . ..................................... 222
40. Relaciones sociales entre contemporáneos y observación
social indirecta ...................................................................
. 230

[E] EL MUNDO DE LOS PREDECESORES Y EL PROBLEMA DE LA


HISTORIA .. ....................................................
...•.................... 235

41. El pasado como una dimensión del mundo social . . ... .. . . 235

V. ALGUNOS PROBLEMAS BÁSICOS DE LA SOCIOLOGÍA COMPRENSIVA .... 243

42. Resumen de nuestras conclusiones hasta este punto . . .. 243


43. La observación social indirecta y el problema del conoci-
miento en las ciencias sociales . . . . ... . . . . ..... 248
.... .... . .. . .... ...... . . .

44. La función del tipo ideal en la sociología de Weber..... 252


45. Adecuación causal . . . .. ... ...
.. . . .. .
... ... . 257
............... ..... ........ ..........

46. La adecuación de significado . . .... . .. ... ..


. ... 261
..... ........... ... ... .. ..

47. Probabilidad objetiva y subjetiva . .. . . 264


..................... .. ........ .

48. La preferencia de la sociología comprensiva por los tipos


de acción racional .. . .
..... . ... . . 266
. ....... ..................... .. . ...... ..........

49. El significado objetivo y subjetivo de las ciencias sociales 268


50. Conclusión: Una ojeada a otros problemas conexos . 275 .. ...

BIBLIOGRAFÍA SELECTA ••••••••••••••••••·•••••••••••••••·••••••••••••••·•·•••••••••••••••••••••• 278


ALFRED SCHÜTZ: UNA FENOMENOLOGÍA DE LA
INTERSUBJETIVIDAD EN EL MUNDO DE LA VIDA
COTIDIANA

LA CUESTIÓN de la intersubjetividad ha sido considerada básica en la fi­


losofía contemporánea. Desde el capítulo IV de la Fenomenología del
Espíritu de Hegel, el pensamiento de los dos últimos siglos1 no ha aban­
donado la reflexión acerca de las condiciones de posibilidad de la interac­
ción sujeto-sujeto. De ahí que la intersubjetividad, y con ella el problema
del «solipsismo», alcance ahora uno de sus puntos más controvertidos.
Sin embargo, es obvio que la preocupación acerca de una temática no
conlleva su solución. La filosofía contemporánea, y más concretamente
la filosofía fenomenológica, ha encontrado enormes dificultades para
explicar y comprender los modos y las formas de acceso a la subjetivi­
dad del otro, del «alter-ego». Husserl, sin ir más lejos, realiza enormes
piruetas intelectuales en sus Meditaciones Cartesianas2 para descubrir
una salida a su «solipsismo trascendental». A Heidegger le sucede lo mis­
mo en Ser y Tiempo, y no acaba más que superficialmente de compren­
der al «Dasein» como «Mitsein»3• Sartre, en El ser y la nada, sostiene
que toda relación de alteridad es cosificadora, porque el «para-sí» no
puede contemplar más que un «en-sí», y nunca es capaz de reconocer
a otro «para-sí»4• No deja de resultar curioso que fuera precisamente

1 Como veremos este interés por el problema de la relación intersubjetiva en la


filosofía contemporánea se agudiza con los pensadores de tendencia fenomenológica
(Husserl, Heidegger, Sartre, Merleau-Ponty, Levinas... y, por supuesto, Alfred Schütz).
2 Véase Husserl, Cartesianische Meditationen. Bine Einleitung in die Phiino­
menologie (traducción castellana en Ediciones Paulinas y en FCE), concretamente la
«V Meditación»: «Descubrimiento de la esfera del ser trascendental corno intersub­
jetividad monadológica». Husserl volverá insistentemente sobre el terna en su obra
Zur Phiinomenologie der Intersubjektivitiit, 3 vols. publicados en la serie Husserlia­
na núms. XIII, XIV y XV.
3 Véase el capítulo IV de la primera sección (primera parte) de Sein und Zeit
titulado «El "ser en el mundo" como "ser con" y "ser sí mismo". El "uno"». A mi
jµicio el análisis del Mitsein («ser-con») por parte de Heidegger es uno de los más
·

flojos de la tradición fenomenológica.


4 Escribe Sartre: «Esa mujer que veo venir hacia mí, ese hombre que pasa por
la calle, ese mendigo que oigo cantar desde mi ventana, son para mí objetos, no cabe
duda.» (L 'etre et le néant, París, Gallimard, 1988, pág. 298). (Hay traducción castella­
na en Alianza Editorial).
11

Merleau-Ponty el filósofo que mejor llegara a interpretar este dramáti­


co análisis sartriano de la relación de alteridad.5 En los últimos años
la fenomenología más fructífera y original respecto a la intersubjetivi­
dad ha sido, sin duda. la del pensador lituano Emmanuel Levinas6•
La obra de Alfred Schütz (1899-1959) debe inscribirse en este con­
texto de p reoc upación por la intersubjetividad. En una época como la
actual en la que la cuestión de la comunicación se ha convertido en bá­
sica en ciencias humanas, la obra de Schütz se nos antoja un manantial
casi inagotable de ideas y sugerencias, de riqueza filosófica, antropológi­
ca y sociológica7• Los escritos de Schütz poseen un transfondo común,
una reflexión fundamental: ¿cómo llegamos a conocer el yo del otro?8
y ¿qué máscaras adopta la interacción social en la vida cotidiana?
Para responder a este interrogante, Schütz utilizará el método fe­
nomenológico, hasta el punto de que su obra se puede calificar como una
«filosofía fenomenológica de la acción social» o, si se quiere, corno
una «sociología fenomenológica», aunque él subtitule el libro que el lec­
tor tiene en sus manos «Introducción a la sociología comprensiva», sin
duda haciendo referencia a Max Weber9• Husserl, Weber y Bergson10
son los tres grandes puntos de referencia de Schütz. Así lo expresa él
mismo:

Tengo hacia estos grandes filósofos (Bergson y Husserl) la más profun­


da admiración, y por ello estoy consciente de que en gran medida el pre-

5 «Para una filosofía que se instala en la visión pura, en la visión panorámica,


no puede haber encuentro con los demás: porque la mirada domina, sólo puede do­
minar cosas y si tropieza con hombres, los transforma en muñecos que se mueven
mecánicamente. (... ) Si realmente el otro es otro, es decir si es un para sí en el sentido
pleno en que yo lo soy para mí, nunca ha de serlo a mis ojos, ese otro para-sí nunca
ha de caer bajo mi mirada, nunca ha de haber percepción del otro, el otro ha de ser
mi negación o mi destrucción.» (Merleau-Ponty, Lo visible y lo invisible, Barcelona,
'Seix Barral, 1966, págs. 104- 105).
6 La obra más importante de Levinas es Totalidad e Infinito. Ensayo sobre la
exterioridad, Sígueme, Salamanca, 1977. Me permito recomendar al lector no inicia·
do en la difícil obra del pensador lituano un par de lecturas más asequibles: El tiem­
po y el otro, Barcelona, Paidós, 1933 y Ética e infinito, Madrid, Visor, 1991.
7 La obra de Jürgen Habermas es hoy por hoy un claro ejemplo de esta preo­
cupación común a las distintas filosofías y ciencias sociales. No estaría de más re­
cordar que uno de los autores más citados por el pensador de Francfort en su Teoría
de la acción comunicativa es precisamente Alfred Schütz. Volveremos sobre esta cues­
tión al final de esta introducción.
8 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 49: «Con todo,
debe plantearse la cuestión referente a cómo logramos conocer el yo del otro, tan
pronto como nos ponemos a estudiar el significado subjetivo de la conducta de otros.»
9 Véase Weber, M., Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva,
México, FCE, 1987.
10
Sobre la influencia de Bergson con Schütz véase: Theorie der Lebensformen.
(Frühe Manuskripte aus der Bergson-Periode), Francfort, Suhrkamp, 1981. Sin embargo
creo que se puede sostener en general que, a excepción de las referencias relativas
a la temporalidad, el influjo de Bergson en las obras de Schütz es mucho menor que
la de Max Weber o Edmund Husserl.
111

sente estudio y toda mi meditación dependen de la obra por ellos reali­


zada y de la de Max Weber.0

Pero ¿qué toma concretamente Schütz de cada uno de ellos? De Max


Weber, en primer lugar, un aspecto metodológico muy importante que,
además coincide con la fenomenología; a saber: las ciencias sociales
(Geisteswissenschaften) deben abstenerse de formular juicios de valor12•
La sociología, entonces, deja de ser especulación metafísica para con­
vertirse en descripción/comprensión de la acción social.1� Junto a la
neutralidad científica, Schütz toma de Weber su categoría de «acción
social»14 que parcialmente modificará, los «tipos ideales»15, su «reduc­
ción» de todas las clases de relaciones y estructuras sociales a las for­
mas más simples y elementales de conducta individual16, y su concep­
to de «comprensión» (verstehen)17 La «Comprensión» debe entenderse
••

en un doble sentido: la que tiene lugar entre los partícipes de la acción


social18 , y la propia del sociólogo: Así:

'.f odas estas estructuras de significado son comprendidas por el actor


social, lo cual sólo puede significar que éste basa su acción en la compren­
sión que tiene de la conducta de otros. Y según el punto de vista de Weber,
la comprensión de esta conducta social, es decir, su «interpretación», es
a su vez la tarea propia de la sociología.19

La fenomenología de Edmund Husserl es la segunda gran influen­


cia que Schütz reconoce en su obra.20 No es exagerado sostener que la

11Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. �·


12En su libro El problema de la realidad social, Amorrortu, Buenos Aires, pág.
p
62, Schütz afirma al respecto: «Esa actitud del es ecialista en ciencias sociales es
la de un mero observador neutral del mundo social. No toma parte en la situación
observada, que no tiene para él interés práctico, sino solamente cognoscitivo. Aqué­
lla no es el teatro de sus actividades, sino sólo el objeto de su contemplación.»
13 Véase Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág.,�
14 Recordemos la definición weberiana de «acción social»: «Por "acción" debe
entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya
en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a
ella un sentido subjetivo. La "acción social", por tanto, es una acción en donde el sen­
tido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándo­
se por ésta en su desarrollo.» (Economía y sociedad, pág. 5).
15 Véase Schütz, La construcción significativa del mundo social, págs. 213-215.
16 Ibíd, pág. 36.
17 Véase El problema de la realidad social, págs. 36-37. v La construcción sig­
nificativa del mundo social, págs. 245-246.
18 Para Max Weber, cam.o bien advertirá Schütz, la «Sociología comprensiva»
debe ocuparse de interpretar la acción social y, por lo tanto, de las vivencias cons­
cientes del actor. (Véasé: Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág.
254).
19 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 47.
2º Schütz reconoce las dificultades de los sociólogos frente al método y la fi­
losofía fenomenológica. Véase El problema de la realidad social, pág. 111.
IV

obra de nuestro autor es, sin lugar a dudas, una de las aportaciones más
ricas y originales que ha conocido la fenomenología en su dimensión
social, así como una de las más interesantes y estimulantes respecto a
la cuestión de la intersubjetividad. Pero ¿cuál es el objeto de estudio
de la «fenomenología de la acción social»? El propio Schütz lo aclara:

... el objetivo que estudiaremos es el ser humano que mira el mundo desde
una actitud natural. Nacido en un mundo social, se encuentra con sus con­
géneres y da por sentada la existencia de éstos sin cuestionarla, así como
da por sentada la existencia de los objetos naturales que encuentra.21

El lector observará que, pese a no manifestarlo e�plícitamente, se


encuentra ya aquí el interés de nuestro autor por comprender el mun­
do de la vida (Lebenswelt) que Husserl desarrollará en una obra publi­
cada póstumamente: La crisis de las ciencias europeas y la fenomenolo­
gía trascendental.22 En el libro que presentamos no aparecen
evidentemente referencias a la Crisis de Husserl dado que Schütz no tuvo
oportunidad de acceder a este texto cuando escribió La construcción
significativa del mundo social, así como tampoco a las Meditaciones car­
tesianas que vieron la luz en 1931.23 Esta última obra posee gran inte­
rés para abordar el problema de la intersubjetividad desde el punto de
vista fenomenológico, especialmente la « V Meditación»24 En trabajos
posteriores, concretamente en los recogidos bajo el título de Collected
Papers25, y en su obra póstuma culminada por Thomas Luckmann26,
Schütz se referirá al «mundo de la vida», hasta el punto de poder uno
sostener que toda su obra no es más que un intento obsesivo por com­
prender las relaciones intersubjetivas en este «mundo de la vida». Apo­
yándose en Husserl, entenderá Schütz por Lebenswelt:

... esa realidad que la persona alerta, normal y madura encuentra dada de
manera directa en la actitud natural.27

21 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 128.


22 Husserl, E.: La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascenden­
tal, Barcelona, Crítica, 1991.
23 «Sólo me resultaron accesibles las Meditaciones cartesianas de Husserl (Pa­
rís, 1931) después de haber completado la presente obra, y por,lo tanto no puedo apo­
yarme en esa obra al presentar los puntos de vista de Husserl.» (La construcción sig­
nificativa del mundo social, pág. 73).
24
Después han aparecido en la colección Husserliana los tres volúmenes de­
dicados a la «fenomenología de la intersubjetividad» que recogen textos husserlia­
nos comprendidos entre 1905 y 1935. (Véase: Husserl, Zur Phii.nomenologie der lnter­
subjektivitii.t, Den Haag, Nijhoff, 1973; Husserliana vols. XIII, XIV y XV).
25 Schütz, Collected Papers I: The problem of social reality, Nijhoff. (Trad. cast.:
El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu); y Collected Papers 11:
Studies in social theory, Nijhoff. (Trad. cast.: Estudios sobre teoría social, Buenos Aires,
Amorrortu).
26 Schütz/Luckmann, Strukturen der Lebenswelt, Francfort, Suhrkamp, (Trad.
cast.: Las estructuras del mundo de la vida, Buenos Aires, Amorrortu).
27 Schütz/Luckmann, Las estructuras del mundo de la vida, pág. 41.
V

Subrayarnos aquí la «actitud natural» (natürliche Einstellung) de


los miembros que interaccionan en el mundo de la vida, «actitud» que,
por otro lado, es un concepto esencial en fenomenología. Pero además
Schütz insistirá en otra característica del Lebenswelt todav ía más im­
portante, si cabe, que la anterior: la inters\lbjetividad. Si ésta es condi­
ción de posibilidad del mundo de la vida, parece que el solipsismo que­
da, definitivamente, fuera de combate. Veamos a título de ejemplo
algunos párrafos de distintas obras de Schütz en las que nuestro autor
muestra esta condición intersubjetiva del mundo de la vida:

...el mundo de mi vida cotidiana no es en modo alguno mi mundo privado,


sino desde el comienzo un mundo intersubjetivo, compartido con mis se­
mejantes, experimentado e interpretado por otros; en síntesis, es un mun­
do común a todos nosotros.28

O también:

El mundo de la vida cotidiana no es un mundo privado, sino comparti­


do con mis semejantes.29

La intersubjetividad del mundo de la vida no se demuestra; es un


presupuesto que se convierte en la condición de posibilidad del mismo
Lebenswelt:

...presupongo simplemente, que otros hombres también existen en este mun­


do mío, y, en verdad, no sólo de manera corporal y entre otros objetos, sino
más bien como dotados de una conciencia que es esencialmente igual a la
mía. Así, desde el comienzo, mi mundo cotidiano es no mi mundo privado,
sino más bien un mundo intersubjetivo.30

La preocupación de Schütz a partir de ahora consistirá en clasifi­


car, organizar y comprender las formas de relación intersubjetiva en
el mundo de la vida. Esta es la parte más original de su pensamiento
y la que convierte a Alfred Schütz en un clásico de la filosofía social.
Para desvelar la interacción en el Lebenswelt Schütz parte del con­
cepto weberiano de «acción social». Más arriba ya hemos recordado qué
entendió Max Weber en su obra Economía .y sociedad por «acción so­
cial»: la «acción social» es una «acción significativa». Schütz advierte
que según Weber no es suficiente el mero contacto físico entre dos per­
sonas para que una acción pueda ser calificada de «Social». Un ejemplo
weberiano nos aclara esta diferencia importante:

No toda clase de contacto entre los hombres tiene carácter social; sino
sólo una acción con sentido propio dirigida a la acción de o�ros. Un choque

28 Schütz, El problema de la realidad social, pág. 280.


29 Schütz, Estudios sobre teoría social, pág. 33.
30 Schütz/Luckmann, Las estructuras del mundo de la vida, pág. 26.
VI

de dos ciclistas, por ejemplo, es un simple suceso de igual carácter que un


fenómeno natural. En cambio, aparecería ya una acción social en el inten­
to de evitar el encuentro, o bien en la riña o consideraciones amistosas sub­
siguientes al encoatronazo.31

En definitiYa: una acción es social si entre los miembros que inte­


raccionan tiene lugar una interpretación. Así lo manifiesta Schütz:

Weber requiere entonces que la persona que realiza illla acción social
este consciente de mucho más que de la pura existencia del otro. Debe dar­
se cuenta del significado de la conducta del otro e interpretarlo.32

A partir de aquí, Schütz establece una interesante diferencia entre


cacción» (Handeln), «acto» (Handlung) y «conducta« (Verhalten). La «ac­
ción» se caracteriza, frente al «acto» y la «conducta», por estar ligada
al «proyecto».33 La «acción» es inseparable del «proyecto preconcebi­
do», mientras que el «acto» es la «acción cumplida».34 Un texto de
Schütz muestra con claridad esta relación:

...un acto es siempre algo realizado y puede considerárselo independiente­


mente del sujeto que actúa y de sus vivencias(...) En contraste con el acto,
la acción está ligada al suceso. Mientras el acto se cumple, por así decirlo,
de forma anónima, la acción constituye una serie de vivencias que se for­
man en la conciencia concreta e individual de algún actor, sea yo mismo
·
u otro.35

En La construcción significativa del mundo social Schütz explica


también la diferencia entre «acto», «acción» y «conducta» a partir del
tiempo.36 El «ek-stasis» propio de la acción es el futuro, mientras que
la conducta y el acto carecen de esta dimensión.37 Llegados a este pun­
to Schütz debe enfrentarse finalmente al objeto último de su trabajo:
la caracterización de las formas de interacción en la vida cotidiana.

31 Weber, Economía y sociedad, pág. 19.


32 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 46.
33 Al lector estudioso de la obra de Martín Heidegger le puede resultar de in­
terés la relación que el propio Schütz establece entre el concepto de «acción» (Han­
deln) y el «proyecto» (Entwurf) de Heidegger. Véase La construcción significativa del
mundo social, pág. 89. .

34 Véase Schütz, El problema de la realidad social, pág. 49.


35 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 69.
36 «Toda acción ocurre en el tiempo, o más precisamente en la conciencia tem­
poral interna, en la durée. Es una realización inmanente a la duración. El acto, en
cambio, es lo cumplido transcendente a la duración.• (Schütz, La construcción signi­
ficativa del mundo social, pág. 69).
37 « ... toda acción es una actividad espontánea orientada hacia el futuro. Esta
orientación hacia el futuro no es de ninguna manera peculiar de la conducta.» (Schütz,
La construcción significativa del mundo social, pág. 87). De nuevo se puede observar
aquí el influjo fenomenológico, concretamente de Husserl, que el propio Schütz re­
conoce unos párrafos después.
VII

Ha quedado ya establecido que la realidad del otro es incuestiona­


ble, dado que no es posible experimentarme a mí mismo sin él.38 Pero
¿cómo percibo al otro? Mi experiencia inmediata y pre-predicativa (la
de la «actitud natural») del otro no es, como en la fenomenología de Sar­
tre, la de un simple objeto u organismo,_sino la de un «semejante».39
Evidentemente, no es fácil acceder al yo del otro, a sus vivencias, pero
esto no niega la posibilidad de la sociología comprensiva sino todo lo
contrario. Sobre estas dificultades escribe Schütz:

... yo tendría que ser capaz de recordar todas las vivencias del otro y, por
lo tanto, de haber vivenciado esas vivencias en el mismo orden en que él
lo hizo; y finalmente debería haberle otorgado exactamente el mismo gra­
do de atención que él les acordó. En síntesis, mi corriente de conciencia
tendría que coincidir con la del otro, lo cual equivale a decir que yo tendría
que ser la otra persona (...).
Parecería que estas conclusiones llevaran a la negación__ de la posibili­
dad de una sociología comprensiva y, más aún, a negar que alguien pueda
llegar a comprender la experiencia de otra persona. Pero éste no es de nin­
guna manera el caso. No estamos afirmando que las vivencias de otro per­
manezcan inaccesibles en principio para mí ni que carezcan para mí de sig­
nificado. Más bien, la cuestión reside en que el significado que doy a las
vivencias de otro no puede ser exactamente el mismo que el significaado
que les da el oLro cuando procede a interpretarlas.40

Para Schütz, entonces, será posible acceder al otro, sin inferencia,


sin analogía. Pero para ello andamos necesitados de una clasificación
de las relaciones de alteridad. En primer lugar, Schütz distingue «tres
mundos»: el de los antepasados o predecesores (Vorwelt), el de los con­
temporáneos (Mitwelt) y el de los sucesores (Folgewelt). Respecto al pri­
mero, sólo puedo ser un observador y no un actor; con los sucesores,
en cambio, es posible establecer influjos, pero ellos no pueden hacer
lo propio conmigo.41 Sin embargo, y como el lector tendrá ocasión de
comprobar, Schütz centra la mayor parte de sus esfuerzos en caracte­
rizar el mundo presente, el de los contemporáneos, dado que, a su jui­
cio, es el más interesante a nivel social. Aquí es donde nuestro autor
establece la importante distinción entre «congéneres» o «asociados» (Mit­
menschen) y los «meros contemporáneos» (Nebenmenschen). Los prime­
ros viven «conmigo», los segundos, en cambio, «a través mío»:

38 «Yo me experimento a mí mismo a través de usted, y usted se experimenta


a sí mismo a través de mí.» (Schütz, Estudios sobre teoría social, pág. 41).
39 «No se experimenta al cuerpo del Otro como un organismo, sino como un
semejante; su conducta manifiesta no es experimentada como un suceso en el espacio­
tiempo del mundo exterior, sino como la acción de nuestro semejante.» (Schütz, El
problema de la realidad social, pág. 77).
40 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 129.
41 Ibíd., pág. 173.
VIII

El mundo social de los contemporáneos coexiste conmigo y es simultá­


neo con mi duración. :S:o obstante, aun viviendo con él, no vivo a través de
él como cuestión de experiencia directa. Llamemos « congé neres » (Mitmens­
chen) a los otros :�.-oes del mundo de la realidad social directamente viven­
ciada, y ccontemporáneos (Nebenmenschen) a los otros yoes del mundo de
los contemporáneos. Puedo decir entonces que al vivir con mis congéneres,
los \ivencio directamente a ellos y a sus vivencias. Pero de mis contempo­
ráneos diremos que, aunque viva entre ellos, no capto en forma directa e
in.mediata sus vivencias sino que, en cambio, infiero sobre la base de evi­
dencia directa las vivencias típicas que deben tener.42

La diferencia entre «congéneres» y «contemporáneos» permite a


Schütz alcanzar el clímax de su descripción fenomenológica. La expe­
riencia del otro como «contemporáneo» es predicativa. Quiere esto de­
cir que él no es visto nunca como alguien personal. Sé que existe, pero
no puedo vivenciarlo en persona, sino solamente de modo indirecto. El
otro, en relación de meros «contemporáneos» no es un «tÚ».43 El otro
es anónimo.44 Schütz señala que en la acción entre «contemporáneos»
interviene un «elemento de· duda»; a saber: supongo que el otro respon­
derá de algún modo a mi interacción, pero poco más. Este modo de re­
lación entre «contemporáneos» queda bautizado por Schütz como
«Orientación-Ellos»45 Las características del otro en la «Orientación­
Ellos» son las de los «tipos-ideales». Pero la «Orientación-Ellos» puede
mutarse en «Orientación-Tú». Aparece entonces la «relación cara a cara».
Aquí el otro se me aparece de modo directo, como persona46, como tú.47
Envejecemos juntos. El otro, aquí, no se me da predicativamente, sino
pre-predicativamente, y sus características no se obtienen por inferencia:

Cuando dos personas se encuentran de esta manera una al alcance de


la experiencia directa de la otra, digo que están en la situación «cara a cara».
La situación cara a cara presupone una simultaneidad real que dos corrien­
tes de conciencia separadas tienen una con otra.48

42 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 172.


43 Ibíd, págs. 209-211.
44 Véase Schütz, Estudios sobre teorla social, pág. 52. Creo que podría ser in­
teresante poner en relación la descripción de los «contemporáneos» de Schütz con
la llamada «acción dramática» de Erving Goffman. (Véase Goffman, E.: La presenta­
ción de la persona en la vida cotidiana, Madrid, Amorrortu Murguía 1987.)
- ,

45 «El término "Orientación-Ellos" sirve para llamar la atención hacia la ma­


nera peculiar en que aprehendo las experiencias conscientes de mis contemporáneos.
En efecto, las aprehendo como procesos anónimos.,, (Schütz, La construcción signifi­
cativa del mundo social, pág. 212).
46 El concepto de persona no posee en Schütz ninguna connotación moral.
47 «...el tú es esa conciencia cuyos actos intencionales puedo ver mientras ocu­
rren como distintos de los míos propios y, sin embargo, simultáneos con ellos.» (Schütz,
La construcción significativa del mundo social, pág. 133).
48 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 192.
IX

A diferencia de la «Orientación-Ellos» ahora tengo una experiencia


inmediata de mi semejante.49 El difícil· escollo del solipsismo con el que
tropezaba la fenomenología (pienso básicamente en Husserl y Heideg­
ger) que impedía explicar el modo de acceso a las vivencias del otro que­
da aquí solventado. La situación «cara a cara» me permite experimen­
tar directamente a mi semejante, compartir con él un sector de tiempo
y espacio, simultanear nuestros flujos de conciencia y descubrirlo como
único. 50 Sintetizaremos a continuación en cinco puntos las caracterís­
ticas de la relación «cara a cara»:51

l. Para que se dé la situación «cara a cara» debe darse la


«Orientación-Tú».
2. La «Orientación-Tú» tiene lugar desde el momento en que el otro
se me aparece como persona, es experimentado como persona.
3. La «Orientación-Tú» no es un juicio por analogía.
4. El semejante siempre es particular.
5. La «Orientación-Tú» puede ser unilateral o recíproca. Es unila­
teral si el otro ignora mi presencia. Es recíproca si toma en cuenta mi
existencia. En este caso nos encontramos en una situación social.52

Respecto a este último punto, hay que tener en cuenta que la


«Orientación-Tú» recíproca es calificada por Schütz de «relación noso­
tros pura» (reine Wirbeziehung):

Llamaremos «relación nosotros pura» a la relación cara a cara en la


cual los partícipes están conscientes uno de otro y participan simpática­
mente uno en la vida del otro, por más breve que sea esta relación.53

Las posibles aplicaciones de este análisis fenomenológico son enor­


mes. Por nuestra parte, se nos antoja abierto todo el ámbito filosófico
y sociológico de la educación en la vida cotidiana54; esto es, los proce­
sos de construcción de la mismidad, la enculturación, los grados de so­
cialización, la interacción en el aula... Pero también se puede dirigir ha­
cia terrenos próximos a la sociología de la religión, la ética, la política,
·etcétera.

49 Véase Schütz, Estudios sobre teoría social, pág. 40.


50 Véase Schütz, El problema de la realidad social, pág. 46.
51 Me apoyo en la obra de Schütz; Estudios sobre teoría social, págs. 35-36.
52 «Las relaciones sociales en la situación cara a cara se caracterizan por la
reciprocidad de las «Orientaciones-Tú» de los dos copartícipes.» (Schütz, Estudios
sobre teoría social, pág. 43).
53 Schütz, La construcción significativa del mundo social, pág. 193.
54 Para comprobar cómo es posible aplicar el modelo de Alfred Schütz al es­
tudio de la educación en la vida cotidiana, véase Melich, J. C., Del extraño al cómpli·
ce. La educación en la vida cotidiana, Barcelona, Anthropos, 1994.
X

Sin duda podríamos referirnos a muchos otros matices y aspectos


de la situación cara a cara y de la «relación nosotros» que Schütz reali­
za tanto en este libro que presentamos como en los otros que escribió
a lo largo de su \ida, pero la. s limitaciones de una introducción no lo
hacen posible. No obstante, no me gustaría terminar sin mostrar -aun­
que sea brevemente- algunas de las derivaciones que las tesis de nues­
tro autor han producido en otras teorías filosóficas y sociológicas; es
el caso, por ejemplo, de la llamáda «sociología del conocimiento» o in­
cluso de la «teoría crítica».
El análisis de la relación cara a cara que Alfred Schütz realiza en
La construcción significativa del mundo social y en Las estructuras del
mundo de la vida reaparece con fuerza en uno de los textos más impor­
tantes de la literatura sociológica de los últimos años. Me refiero a La
construcción social de la realidad de Peter Berger y Thomas Luck­
mann.ss Todo el primer capítulo de este libro («Los fundamentos del co­
nocimiento en la vida cotidiana») está basado en los escritos de Schütz.
Cuestiones como la intersubjetividad, la temporalidad y, sobre todo, los
análisis de la relación cara a cara están fundadas en las investigaciones
de nuestro autor. En uno de los apartados más interesantes de este ca­
pítulo titulado «La interacción social en la vida cotidiana», Berger y
Luckmann escriben:

La experiencia básica que tengo de los otros es la que se produce en


la situación cara a cara (lace to face) que es el prototipo de la interacción
social de la que derivan todos los otros modos de relación.
En la situación cara a cara, el otro se me presenta de forma vivida, en
un presente que ambos compartimos. Y sé que a lo largo de este presente
vivido yo estoy presente ante él. Mientras dure esta situación, mi «aquí y
ahora» y el suyo estarán estrechamente y contínuamente entrelazados. De
tal forma que tendrá lugar un contínuo intercambio entre mi expresividad
y la suya (...)
En la situación cara a cara el otro es completamente real.56

Tanto Berger como Luckmann han aplicado cada uno por su cuen­
ta las tesis de Schütz básicamente al estudio del fenómeno religiosos7
dando lugar a obras de notable interés, aunque, evidentemente, su pro-

SS Véase Berger y Luckmann, The social constructíon of reality. A treatise in


the sociology of knowledge, publicado por primera vez en el año 1966. ( Hay traduc­
ción castellana en Amorrortu con el título La construcción social de la realidad).
S6 Berger/Luckmann, The social constructíon of reality, pág. 43.
s7 El lector podrá comprobarlo en libros tales como: de Peter Berger, Para una
teoría sociológica de la religión, Barcelona, Kairós, 197 1; y de Thomas Luckmann, La
religión invisible. El problema de la religión en la sociedad moderna, Salamanca, Sí­
gueme, 1973.
XI

ducción no se ha reducido al ámbito de la sociología de la reÍigión, sino


que abarca la teoría sociológica en general. 58
También la teoría crítica y, más concretamente, Jürgen Habermas,
se ha referido a los estudios del Lebenswelt realizados por Alfred Schütz.
En su Teoría de la acción comunicativa. Habermas intenta una propuesta
sociológica que consiste, como es sabido, en una síntesis entre «Siste­
ma» y «mundo de la vida». Para caracterizar este último, el pensador
de Francfort no duda en citar repetidamente a Schütz, 59 y sobre la obra
que presentamos -La construcción significativa del mundo social-, Ha­
bermas escribe:

En el contexto de la sociología alemana de los años veinte fue Alfred


Schütz quien más a fondo y concienzudamente desarrolló las implicacio­
nes del acceso en términos de comprensión a la realidad simbólicamente
preestructurada.60

Frente a todo ello únicamente le queda al lector que todavía desco­


noce la magnífica obra de Alfred Schütz tener el placer de acceder a
ella. Probablemente, en lenguaje de Schütz, solamente podríamos esta­
blecer con él una relación de «antepasados». Pero, quizás, también sea
posible, por una vez, y gracias a la vivencia y actualidad de sus escri­
tos, interaccionar con él «cara a cara».

Joan-Carles Melich
Universidad Autónoma de Barcelona.
Otoño de 1 993

58 Véase, por ejemplo, de Peter Berger, La reinterpretación de la sociología. En­


sayo sobre el método y la vocación sociológicos, Madrid, Espasa-Calpe, 1985. De Tho­
mas Luckmann recomendamos su obra más reciente, todavía no tradueida al caste­
llano: Theorie des sozialen Handelns, Berlín/Nueva York, Walter de Gruyter, 1992,
en la �ue el influjo de Alfred Schütz resulta evidente.
5 Véase Habermas, Teoría de la acción comunicativa, Vol. 1, Madrid, Taurus,
1988, -gág. 119.
6 Ibíd., pág. 170.
AGRADECIMIENTOS

EsTE libro es una traducción de la obra de Alfred Schütz, titulada Der


sinnhafre Aufbau der sozialen Welt, que publicó por primera vez en
Viena Julius Springer en 1932, y luego reimprimió sin alteraciones la
Springer-Verlag en 1960. Es la obra sistemática más importante de
Schütz, y presenta su tentativa de proporcionar un fundamento feno­
menológico a los conceptos básicos de las ciencias sociales.
El desarrollo del pensamiento posterior de Schütz puede encon­
trarse en sus Collected Papers, publicados en tres volúmenes por Mar­
tinus Nijhoff, La Haya, en 1962, 1964 y 1966, edición que estuvo a
cargo de Maurice Natanson, Arvid Brodersen e Ilse Schütz, respectiva­
mente. Thomas Luckmann realizó una adaptación en inglés del capí·
tulo 4 de la presente obra, que apareció en el segundo volumen de
Collected Papers.
En el momento de su muerte, acaecida en 1959, Schütz estaba pre­
parando una formulación sistemática final de su posición. Este manus­
crito, editado por Thomas Luckmann, se publicará en alemán con el
título Die Strukturen der Lebenswelt e irá seguido por una traducción
inglesa.
Los traductores han tratado en todo momento de seguir la termi­
nología establecida por Schütz en sus publicaciones en inglés, o de lo
contrario, la que se usa en Collected Papera. Donde Schütz utiliza
términos alternativos, nos hemos sentido autorizados para proceder a
discreción. Ya que muchos lectores desearán seguir la argumentación
de Schütz más detenidamente leyendo las muchas citas que incluye
en el contexto, hemos utilizado estas últimas traducciones inglesas fá­
ciles de obtener, tomándonos la libertad de corregirlas sólo en los casos
en que juzgamos que de otro modo no se advertiría lo que Schütz
quería decir. A este respecto, nuestra decisión se basó en lo que creí­
mos que sería una ventaja importante para el lector, al poner a su al­
cance algunos de los escritos de Husserl o Weber que quizá sólo llegue
a conocer a través de esta obra.
Deseamos expresar nuestro agradecimiento, ante todo, a Ilse Schütz,
que nos alentó amablemente y nos ayudó en forma concreta en cada
etapa de nuestro trabajo. Tenemos una deuda especial con el profesor
Helmut Wagner, nuestro colega en el Hobart College y en el William
10

Smith, ex alumno de Schütz. que leyó e l primer capítulo, formuló


una cantidad de sugerencias que hemos adoptado y nos prestó su eru­
dita ayuda en muchos otros puntos. El profesor Thomas Luckmann, ex
colega nuestro en los mismos establecimientos, nos dio también muy
útiles consejos, tanto generales como específicos. También recibimos
detallado y prolijo asesoramiento del profesor Fred Kersten de la Uni­
versidad de �fontana. Otros estudiosos que nos ayudaron en determi­
nados puntos o que tuvieron la bondad de hacernos conocer sus suge­
rencias fueron nuestros colegas, los profesores Daniel Petrizzi y John
S. Klein, y Eugene Miller y Perrell Payne; también el profesor Kurt
H. Wolff, de la Universidad de Brandeis, Cathy Walsh, Oiga y Hans
Frank y Robin Trail. Por supuesto, ninguna de estas personas es res­
ponsable de los errores que pueda haber en el producto final. Nuestro
colega, el profesor Donald Scherer, nos dio una ayuda muy valiosa de
naturaleza indirecta. Y no podemos olvidar la concienzuda asistencia
que nos prestaron, por un período de dos años y medio, Muriel Hodge,
Edna Farnsworth y otros miembros de las bibliotecas de los colleges
Hobart y William Smith, y también el personal de la biblioteca de la
Universidad de Cornell. Agradecemos a Jane Corcoran y a Rosemary
Currie por la extraordinaria competencia y paciencia con q1,1e nos aten­
dieron como secretarias y estenógrafas.
Debemos a los colleges Hobart y William Smith nuestro recono­
cimiento por la beca que nos acordaron, que facilitó grandemente
nuestro trabajo.
Deseamos finalmente dar gracias muy especiales al profesor James
M. Edie, ex colega nuestro y actual editor de los Estudios de Fenome­
nología y Filosofía Existencial de la Universidad Northwestem y al pro­
fesor Lewis White Beck, de la Universidad de Rochester. El amable
estímulo que nos brindaron nos decidió a emprender la traducción
del presente libro.

GEORGE wALSH
FREDERICK LEHNERT
Geneva, Nueva York
Septiembre de 1966
INTRODUCCION *

SE VA reconociendo gradualmente a Alfred Schütz como uno de los más


importantes filósofos de la ciencia social del siglo xx. El reconocimien­
to de su importancia coincide con una conciencia -que se extiende
mucho más allá del mundo universitario- del carácter fundamental de
los problemas que él examinó. Dos de estos problemas son el papel
que desempeña la obietividad respecto de la subjetividad en las cien­
cias sociales, y la m1turaleza de la acción humana. Este libro contiene
un análisis exhaustivo de Tas dos cuestiones desde el punto de vista
fenomenológico. Pero va mucho más lejos. Presenta un análisis filo­
sófico de la naturaleza de la ciencia social como tal, y suscita una
cuestión fundamental, a la vez que la contesta: la referente a si las
ciencias sociales pueden proporcionarnos una auténtica comprcnsi6n de
los seres humanos, y en qué medida.
El problema de la objetividad :respecto de la subjetividad va sur­
giendo con dramática importancia en nuestra cultura contemporánea.
Si el conocimiento objetivo de los seres humanos sólo puede lograrse
considerándolos como "tipos" que uno no debe "plegar, estirar o muti­
lar" ¿no es entonces precisamente la objetividad, por definición, una
actitud y enfoque que no logra aferrar la realidad humana? ¿No debe
lograrse la verdadera comprensión de los seres humanos más bien en
un encuentro cara a cara, en la relación interpersonal, en el "diálogo",
en el "compromiso"? Alfred Schütz examina este problema, que es
hoy tan urgente, pero no lo hace de la manera profética con que se lo
expresó con tanta frecuencia, como en el caso de Buber -por más
valioso que pueda resultar tal enfoque-, sino de una manera que es
sistemática, exhaustiva y analítica. El problema de la naturaleza de
la acción humana, que está por supuesto vinculado con el de Ja liber­
tad, recibe hoy especial atención de más de una escuela filosófica.
Forma parte de la cuestión más general respecto de qué es lo que
distingue al ser humano como tal, y en ese sentido pertenece a la
antropología filosófica. Schütz, en un análisis original y ampli.o, vincula
la acción con el resto de nuestra experiencia, con el significado y con
nuestra conciencia del tiempo. Su contribución en este sector, incluida

"' Esta introducción pertenece a Ja versión en inglés, publicada por North­


westem University Press, 1967, que hemos creído de interés incluir en esta edi­
ción. [E.]
12

su distinción, ya clá.sica, entre "'motivos-para" y "motivos-porque", esti­


muló una considerable discusión filosófica.1
Der sinnhafte Aufbau der sozialen Welt ( "La construcción signi­
ficativa del mundo social") consiste en sustancia en un estudio feno­
menológico de los conceptos básicos de las ciencias sociales. Pero la
forma en que está moldeado es la de un "prefacio" fenomenológico "a
la sociología comprensiva", es decir, la sociología de Max Weber. Esa
forma es lo que hace que el libro resulte algo difícil para el lector
angloamericano, cuya familiaridad con Weber puede limitarse a sus
estudios históricos monumentales y concretos. De manera parecida, el
lector que ignora la fenomenología experimentará, a su vez, dificulta­
des. Seria imposible, dentro del alcance de una introducción de esta
naturaleza, exponer los conceptos básicos de Husserl o de Weber, y
mucho menos presentar los de ambos. Por suerte Schütz es un expo­
sitor magistral, y si se sigue cuidadosamente su argumentación dará
hasta al lector menos informado, si tiene la tenacidad necesaria, una
comprensión elemental de las dos posiciones de que se trata. Como
a lo largo del libro hemos utilizado traducciones inglesas de Husserl y
de Weber que pueden conseguirse con facilidad, es posible encontrar
todas las citas, leerlas en su contexto y utilizarlas como punto de par­
tida para estudios posteriores.
Puesto que el propósito de esta Introducción es prestar toda la
ayuda posible al lector que se aproxima por primera vez a Schütz,
la dividiremos en tres partes, de desigual longitud. La primera tratará
brevemente de la vida de Schütz y de su carrera intelectual, la segunda
esbozará, aunque en breves trazos, los antecedentes del problema que
implica la distinción entre las Geisteswissenschaften [ciencias del espí­
ritu] y las Naturwissenschaften [ciencias de la naturaleza], tal como
las conciben Dilthey y la Escuela Alemana del Sudoeste, y la tercera
proporcionará una sinopsis analítica de los primeros cuatro capítulos
de Schütz. El material de la segunda parte está destinado a orientar
al lector respecto de la manera en que Schütz plantea el problema en
el capítulo I. La tercera parte servirá como guía para ayudar al lector
a abrirse camino a través de una argumentación extremadamente com­
plicada pero progresiva. Esta sinopsis carece, por supuesto, de signi- ·

ficado sin el texto, pero creo que resultará valiosa para el lector como
medio de referencia entre partes del libro e instrumento que le per­
mitirá controlar su progreso. Una vez captados los conceptos del capí­
tulo IV, se comprenderá la posición metodológica fundamental de
Schütz, y se desarroUará sin dificultades la argumentación contenida
·

en el importante capítulo final.


El enfoque expositivo de esta Introducción resulta necesario por
el hecho de que el libro presupone un conocimiento previo del cual no

1 Cf. Lewis W. Beclc, "Agent, Actor, Spectator and Critic", The Monist,
XLIX, n9 2.
13

puede disponer el lector angloamericano d e hoy. Esto ocurre mucho


menos con los escritos posteriores de Schütz. La Introducción es, enton­
ces, una mera herramienta que el lector puede utilizar o dejar de lado,
según sus necesidades.

I. Vida y carrera de Schütz

Alfred Schütz nació en Viena en 1899. Estudió leyes y ciencias socia­


les en la Universidad de Viena. Entre sus maestros se contaban eru­
ditos de fama, como Hans Kelsen, el filósofo del Derecho, y Ludwig
von Mises, el economista de la escuela marginalista austríaca, que luego
llegaron a ser bien conocidos en Estados Unidos. Estudió también
bajo la dirección de eminentes sociólogos como Fricdrich von Wieser
y Othmar Spann. Schütz se interesó desde muy temprano en la obra
del más grande de los sociólogos alemanes, Max Weber, especialmente
en el intento que éste realizó de establecer un fundamento metodoló­
gico coherente para las ciencias sociales. La primera formulación que
Weber hizo de su posición al respecto 2 suscitó una crítica agudamente
polémica por parte del maestro de Schütz, Ludwig von Mises.3 Schütz
consideró que esta crítica se justificaba en parte, pero que también
señalaba el camino hacia un concepto más defendible de los "tipos
ideales", en pos del cual 'Veber mismo parecía estar trabajando. La
percepción de los problemas lógicos implicados en el concepto de tipos
ideales y en otras ideas claves de Weber impulsó a Schütz a realizar
un análisis filosófico exhaustivo de toda la posición metodológica de
este autor. Comenzó a ver que su posición tenía serias ambigüe­
dades. El enfoque de Weber se basaba en su concepto fundamental de
significado ( Sinn ) , que se suponía característico de la acción humana,
por oposición a la mera conducta reactiva, y que también se suponía
abierto a la comprensión interpretativa ( Verstehen) por parte del soció­
logo. Schütz encontró que este concepto, y todas las ideas que depen­
dían de él, eran ambivalentes. Al buscar una teoría. coherente del
significado, la encontró en Husserl. Aplicando a la acción el concepto
de significado de Husserl, pudo reformular los fundamentos de la
sociología comprensiva, o sea en otras palabras, darle un fundamento
fenomenológico. El presente libro expone el resultado de esta tarea.
Aunque recibió de Husserl el aporte principal, Schütz aprovechó tam­
bién a fondo el análisis que hace Bergson acerca de la manera en que la
corriente de la conciencia es modificada por el fenómeno de la aten­
ción. En este punto Schütz estaba atraído por el dualismo de Bergson
entre vida y pensamiento, que él compartía en cierta medida. Sin

2 Cf. '"Objectivity' in Social Science and Social Policy", en Max Weber on


the Methodology of the Social Sciences, trad. y comp. por Edward A. Shils y Henry
A. Finch ( Glencoe, Ill., 1949 ) .
s Una idea de la posición de Mises puede darla su obra Human Action (New
Haven, 1963 ) , págs. 30-32, 59-64, y especialmente págs. 61-62, 251-55 y 126. ,
14

embargo, era básicamente un fenomenólogo y d e ninguna manera se


sentía orientado hacia la metafísica bergsoniana. Cuando Schütz ter­
minó la obra, dedicó un ejemplar de ella a Husserl, que le contestó
el 3 de mayo de 1932: "Estoy ansioso por conocer a un fenomenólogo
tan serio y completo, uno de los pocos que han penetrado el núcleo
de la significación de la obra de toda mi vida, cuyo acceso es infortu­
nadamente tan difícil, y que promete continuarla como representativa
de la auténtica philosophia perennis, único futuro posible para la filo­
sofía.• Aunque Schütz visitó frecuentemente desde entonces a Husserl
en Friburgo y participó en muchas discusiones del círculo fenomeno­
lógico de esa ciudad, y aunque mantuvo correspondencia con Husserl
basta la muerte de éste, no pudo aceptar, por razones personales, el
ofrecimiento de un cargo como ayudante suyo. Schütz dejó Austria
antes de la ocupación nazi y permaneció en París un año antes de emi­
grar a Estados Unidos. Llegó allí en julio de 1939 y poco después
ocupó un cargo en la Facultad de Graduados de la Nueva Escuela de
Investigación Social de Nueva York. Fue también designado miembro
del consejo de redacción de Philosophy and Phenomenological Re­
search. En su nueva vida en Estados Unidos no sólo tuvo el placer de
mantener un contacto constante con colegas que habían estudiado con
Husserl, tales como Aron Gurwitsch y Dorion Cairns, sino que también
encontró otras fuentes de inspiración. Una de ellas fue el pensamiento
del eminente pragmatista George Herbert Mead, cuyo interés por el
análisis del significado en la interacción social corría parejo con el de
Schütz, aunque había llegado a él por un camino completamente dife­
rente. Schütz amplió su espíritu en el ambiente norteamericano, y
pudo sintetizar hasta un grado único el rigor y la disciplina de su
pasado europeo con la mayor informalidad y apertura a la experiencia
que caracterizaban a su nuevo ambiente. Esto, combinado con una
personalidad cálida y encantadora, hizo de él un objeto de admiración
y afecto para sus discípulos y colegas. La carrera de Schütz se vio
interrumpida por su prematura muerte, en 1959, cuando estaba prepa­
rando una formulación final de su posición tal como se había desarro­
llado en los muchos años transcurridos desde la publicación de este
libro.

11. La distinción entre las ciencias del esptritu


y las ciencias de la naturaleza

El siglo XIX había asistido a un gran florecimiento en Alemania de la


erudición histórica, la economía y el estudio de las lenguas y las insti­
tuciones. No es sorprendente que comenzaran a suscitarse problemas
básicos acerca de la "falta de certeza" y, por lo tanto, del carácter
supuestamente no científico de estos estudios, en contraste con las
ciencias naturales. Se formularon también otras cuestiones igualmente
15

básicas acerca de las relaciones recíprocas de tales disciplinas y las


que tenían con la filosofía. ¿Se- ocupaba alguna de ellas, o todas, por
ejemplo, de leyes generales? ¿Podían ser realmente objetivas y estar
libres de supuestos de valor ( wertfrei) ? Algunos se sintieron atraídos
hacia la respuesta de los positivistas y de sus aliados, tal como la
expresa John Stuart Mili en la rotunda declaración que estampó al
comienzo del libro VI de su System of Logic: "El estado de atraso en
que se encuentran las ciencias morales sólo puede remediarse aplicán­
doles los métodos de la ciencia física, debidamente ampliados y gene­
ralizados."
Aunque la "lógica de las ciencias morales" de Mill y toda la ideo­
logía que la rodea resultaba, como hemos dicho, atractiva para algunos
espíritus, encontraba sin embargo oposición de una naturaleza real­
mente básica y fundamental. Los líderes de esta oposición fueron
Wilhelm Dilthey, Wilhelm Windelband y Heinrich Rickert. El primero
era un pensador esencialmente solitario, que combinaba en su perspec­
tiva elementos del humanismo romántico de Lessing, Novalis y Goethe
con elementos del neokantismo. Los otros dos eran líderes de la así
llamada "Escuela Alemana del Sudoeste ( o de Baden ) ", que debido al
extremo énfasis que ponía sobre la actividad de la mente en el cono­
cimiento y sobre la prioridad del valor, se llama a veces neofichteana.
Las primeras obras en que hicieron conocer sus puntos de vista carac­
terísticos fueron: Dilthey, Einleitung in die Geisteswissenschaften, 1883;
Windelband, Geschichte und Naturwissenschaften, 1894; y Rickert, Die
Grenzen der naturwissenschaftlichen Begriffsbildung, 1902.
Estos tres pensadores estaban de acuerdo en que existe una dife­
rencia fundamental entre las ciencias naturales, por una parte, y dis­
ciplinas tales como la historia, la jurisprudencia y la economía, por
la otra. Pero disentían respecto de la naturaleza de la diferencia. Dilthey
y Rickert son los más importantes de los tres, y a ellos limitaremos
nuestra atención.
Dilthey sostenía que la distinción era de contenido. Por esta razón,
insistía en utilizar el término Geisteswissenschaften. La historia, la
economía y la jurisprudencia estudian el espíritu del hombre ( Geist)
en contraste con la física y la química, que estudian procesos externos.
Por supuesto, el objeto · de estas "ciencias del espíritu" es el espíritu
del hombre como algo objetivo ( objektiver Geist) , o sea, como un
sistema de productos culturales e instituciones, junto con los signifi­
cados que ambos tienen. Pero lo importante desde el punto de vista
de Dilthey, es que el espíritu es fundamental. A su vez, lo más impor­
tante en el espíritu es la Erlebnis: la experiencia vivida o inmediata, la
vivencia. Esta vida interna e íntima alcanza una expresión exterior
( Ausdruck) , como ocurre en el arte. Interpretando esta expresión exte­
rior en función de lo que yace detrás de ella, llegamos a comprender
( verstehen) a los otros. Lo hacemos reconstituyendo nuestra propia
experiencia interna "en" la otra persona al "interpretarla". La com-
16

prens1on es entonces u n "redescubrimiento del yo en el tú" (das


Verstehen ist ein ·wiederfinden des Ich im Du) .4 Esta comprensión de
los otros es, entonces, el paradigma, por decirlo así, del conocimiento
que caracteriza a las ciencias sociales.
Aunque es posible que Dilthey ejerciera cierta influencia sobre
Schütz, parece haberse tratado más bien de sugerencias aisladas, puesto
que Schütz estaba de acuerdo con Weber en que el enfoque básico
de Dilthey no era científico.
Sin embargo, Rickert influyó en medida considerable sobre Weber.
Debemos tratar ahora de esbozar ( aunque sea en forma inadecuada,
como es forzoso tratándose de unos pocos párrafos ) la posición funda­
mental de Rickert.5 Rickert rechazaba el término Geisteswissenschaften
y lo sustituía por Kulturwissenschaften. El objeto de los estudios cul­
turales no es el espíritu como tal, señalaba, pues el espiritu puede
estudiarse igualmente mediante los procedimientos de la psicología
experimental. Ese objeto lo constituyen más bien los productos cultu­
rales y las instituciones. Son estas dos cosas y sus significados lo que
tratan de comprender las ciencias culturales, y no procesos psicológicos
internos. En realidad, las ciencias naturales y las culturales son mera­
mente dos modos distintos de imponer la trama del conocimiento con­
ceptual a una "multiplicidad inconmensurable" en su origen. Cuando
se organizan los datos en función de leyes generales abstractas, tene­
mos las ciencias naturales. Cuando se los organiza en función de la
comprensión de datos individuales concretos que están imbuidos de
significado, el resultado son las ciencias culturales.
Pero tales significados no pueden comprenderse sino en función
de valores. Las ciencias culturales deben, por lo tanto, ocuparse de
valores. Mas sólo pueden hacerlo adecuadamente en función d e una
ciencia objetiva de los valores. Esta, a su vez, sólo puede provenir de
una filosofía de la historia. Los valores no son reales, sino que tienen
meramente validez ( Geltung) . En cierto sentido, el valor puede con­
siderarse como el opuesto polar de la actualidad. En función del valor
enfocamos la actualidad y la organizamos. Nuestros valores determinan
nuestro punto de vista.
La influencia de Rickert sobre Weber reside fundamentalmente
en el concepto de la actualidad considerada como una multiplicidad no
organizada, que se enfoca luego desde el punto de vista de ciertos
intereses o valores y se organiza así en un sistema conceptual. Sin
embargo, Weber insistía -como muestra claramente Schiitz- en el
hecho de que en un sentido totalmente distinto la ciencia es perfec­
tamente objetiva y libre de valores ( wertfrei) . Una cosa es formular

4 Wilhelm Dilthey, Gesammelte Schriften ( Stuttgart y Gotinga, 1958), vn,


191. [Hay versión castellana: Obras. México, Fondo de Cultura Económica, 1944
y siguientes.] .
5 Cf. Heinrich Rickert, Science aná. History, trad. de George Reisman, comp.
por Arthur Goodard {Princeton, Van Nostrand, 1962) .
17

preguntas en términos de un valor o interés, y otra completamente dis­


tinta es contestarlas en tales términos.
La estructura general del marco intelectual en el que plantea
Schütz sus problemas básicos debería resultar ahora clara hasta cierto
punto. Podemos pasar ya a nuestro estudio sinóptico de las tesis prin­
cipales que Schütz presenta en sus primeros cuatro capítulos.

111. Síntesis de las tesis fundamentales de Schütz 6

El libro de Schütz se divide en cinco capítulos. El capítulo 1 se ocupa


de los antecedentes sociológicos de los problemas básicos que él se
propone enfrentar. La primera cuestión planteada es la referente a
la na,turaleza de la sociología y a la metodología apropiada para esa
ciencla. Schütz esboza brevemente las maneras de plantear la cuestión
y las diversas respuestas ofrecidas en la sociología alemana hasta la
época de Max Weber. Analiza luego críticamente los conceptos fun­
damentales que se encuentran en la introducción metodológica a la
obra Wirtschaft und Gesellschaft de Weber. Acepta el axioma de Weber
de que las ciencias sociales deben estar libres del valor. También
acepta el individualismo metodológico de Weber y su afirmación de
que los fenómenos sociales deben entenderse propiamente en función
de tipos ideales. Y no sólo acepta sino que acentúa el punto de vista de
Weber, según el cual las ciencias sociales se ocupan esencialmente
de la acción social, definiendo el concepto "social'' en función de una
relación entre la conducta de dos o más personas, y el concepto de
..acción" como conducta a la cual se adjudica un significado subjetivo.
Una acción social es, entonces, una acción que se orienta hacia la con­
ducta pasada, presente o futura de otra persona o personas. El modo
específico de orientación es su significado subjetivo; la venganza cons­
tituye un ejemplo. Pero la coincidencia de Schütz con el punto de vista
fundamental de Weber hace tanto más profundo su disentimiento con
lo que él considera como ambigüedades sistemáticas de los conceptos
básicos de este último. No nos proponemos dar aquí un esbozo deta­
llado de la crítica que Schütz hace de Weber. Es necesario, más bien,
leer todo el libro, y analizar con detención las partes de él que se
ocupan directamente de Weber, antes de poder apreciar la plena fuerza
de la argumentación. Baste decir que si bien coincide con Weber en
que la función esencial de la ciencia social es ser comprensiva, es decir,
comprender el significado subjetivo de la acción social, Weber no ha
logrado formular claramente, según Schütz, las características esencia-

6 Esta sección debe mucho, tanto en inspiración como en detalle, al resumen


justamente famoso de Alfred Stonier y Karl Bode, titulado: "A New Approach to the
Methodology of the Social Sciences", Economica, IV ( 1937), págs. 406-23. Sin em­
bargo, difiere de éste en el enfoque y se aparta radicalmente de él en algunos puntos
de terminología.
18

les de la comprensión ( Verstehen) , del significado subjetivo ( gemeinter


Sinn), ni de la acción ( Handeln) . Opina Schütz que esta imprecisión
es tan considerable que debilita seriamente los fundamentos de la
sociología comprensiva. En efecto, el concepto de significado subjetivo
está formulado en forma tan ambigua que no resulta en absoluto claro
si el punto de vista que se busca es el del actor mismo o el del obser­
vador sociológico anónimo. En la medida en que el sello de calidad
d e la ciencia es la objetividad ¿c6mo puede buscar la ciencia social
el significado subjetivo? ¿Siendo objetiva acerca de lo que es por natu­
raleza subjetivo? Pero la tentativa misma de hacerlo implica una mul­
titud de problemas. En primer lugar está la insistencia de Weber en
que l� objetividad en las ciencias sociales sólo es posible mediante
el uso de tipos ideales. ¿Pero cómo pueden penetrar los conceptos típi­
cos ideales en el significado subjetivo de los individuos? ¿Cómo puede
llevarnos el concepto de "empresario" a comprender lo que tenía en
su mente un mercader bostoniano del siglo xvm cuando compraba un
barco? ¿Y mejora en algo la situación agregar el adjetivo "calvinista"
detrás del sustantivo "empresario"? Y luego está la cuesti6n de la uni­
dad que hay que entender, es decir, la acción. ¿Cuándo comienza la
acción y cuándo termina? En suma, ¿en qué lapso se ubica? ¿Podemos
descubrirlo limitándonos a observar los movimientos físicos de una per­
sona, cuando gira la perilla de una puerta, por ejemplo? ¿Está "abrien­
do la puerta"? Pero podría ser un cerrajero que "prueba el cerrojo". O
un actor que ensaya su parte en una obra. O un hombre que ejercita
simplemente su muñeca. ¿Cuánto tiempo tenemos que esperar hasta
poder decir que hemos "observado su acción"? Quizá sería mejor pre­
guntar al hombre qué está haciendo con la cerradura. Hasta podría
contestar que no sabía que estaba haciéndola girar. Y ásí, si no le
hubiésemos preguntado, nunca habríamos sabido que no se trataba en
absoluto d e una verdadera acción sino de un segmento de conducta de ·
alguien cuya mente estaba en otra parte. ¿Es posible que ni siquiera
podamos definir un espécimen de objeto unitario de una ciencia de
la acción, sin abandonar con ello el papel de observadores y transfor­
marnos en participantes en una relación social? ¿Qué se gana y qué
se pierde con tal cambio de papel? Si nos transformamos en partici­
pantes ¿perdemos nuestra objetividad? Si nos mantenemos como meros
observadores ¿perdemos el objeto mismo de nuestra ciencia, es decir,
el significado subjetivo de la acción? ¿Hay alguna manera de escapar
de este dilema? ¿Cuál es el status epistemológico de la interview? ·Para
comprender el significado subjetivo de una acción, ¿debemos compren­
der su motivo? ¿Pero con la palabra "motivo" queremos significar el
equilibrio de factores ambientales hereditarios que hay detrás de la
acción, o el plan que el agente tenía en su mente en el momento
de la acci6n? ¿En qué sentido es "libre" un individuo? ¿Está su acción
en cierto modo determinada por su tipo ideal, o hay un sentido en el
cual pueda ser "transcendente al tipo"?
19

Todas éstas son preguntas que Schütz formula a los conceptos


básicos de la sociología comprensiva, y encuentra que tales concep­
tos no logran proporcionar una explicación coherente . de sí mismos.
Constituye obviamente una explicación externa y mecánica de la acción
decir que ésta es un mero "curso de conducta" al cual, de alguna ma­
nera, "se adjudica significado subjetivo", Puesto que ni siquiera pode­
mos trazar el esquema temporal de la conducta externa sin presuponer
ya su significado, resulta claro que es esencial realizar una investiga­
ci6n filosófica exhaustiva de la naturaleza de la acción para poder for­
mular de modo coherente la materia propia de las ciencÚlS sociales y
su metodología.
Ahora bien, puesto que Schütz coincide con Weber en que la acción
se define mediante el significado, el primer paso positivo de su teoría
consiste en establecer un concepto de significado. En esta etapa confía
en gran medida en Husserl. Su originalidad se hace visible en la etapa
siguiente, cuando procede a definir el concepto más específico de "el
significado de una acción".
Con elementos tomados de Husserl, pero también en gran medida
de Bergson, Schütz se ocupa en el capítulo II de la "corriente de la
conciencia", en su búsqueda del origen del significado. "Aquí y sólo
aquí -dice-, en el estrato más profundo de la experiencia que es
accesible a la reflexión, debe buscarse la fuente última de los fenó­
menos del significado [Sinn] y la comprensión [Verstehen]." Lo que
se da primordialmente a la conciencia es una corriente ininterrumpida
de vivencias ( Erlebnisse) , de cualidades heterogéneas sin límites o
contornos que crecen, disminuyen y se transforman gradualmente unas
en otras. Los contenidos de esta corriente de la conciencia no tienen
significado en sí mismos. Sin embargo, pueden dividirse en pasivos y
. activos. Un ejemplo de vivencia pasiva sería una sensación de rojo.
Un ejemplo de vivencia activa sería el dirigir la atención a la sensación
de rojo, o quizás el reconocimiento de ella como algo experimentado
antes. Schütz, siguiendo a Husserl, utiliza el término "conducta"
( Verhalten) para designar a tales vivencias "espontáneas". También
se refiere constantemente a ellas como "Actos" ( Akte) , palabra que en
este sentido escribiremos siempre con mayúscula.
Todas esas vivencias, sean pasivas o activas, carecen de significado
e identidad discreta. En el momento en que realmente se las vivencia,
no nos son dadas como entidades separadas y distintas. Sin embargo,
una vez que han retrocedido un poco hacia el pasado, es decir, que
han "transcurrido", podemos darnos vuelta y aplicar sobre ellas uno
de los actos de reflexión, reconocimiento, identificación, etcétera, men­
cionados anteriormente. Una vez que la vivencia ha sido captada en el
"cono de luz" que emana del yo, "se destaca" de la corriente de la
duración y se vuelve clara y distinta, es decir, una entidad discreta. En
ese momento y en virtud del acto de dirigirse-hacia ( Zuwendung) la
experiencia adquiere significado ( Sinn ) . El proceso de dotar de sig-
20

nificado puede compararse a la preparación de un objeto para verlo


en el microscopio. Así como el espéc!men pierde algo cuando se pre­
para el portaobjetos, es decir, la vida misma, también en la asunción
de significado la experiencia pierde algo de su concretez viviente,
inmersa en la duración. Y es importante comprender que no sólo las
vivencias pasivas sino también las activas pueden enfocarse así y con­
gelarse bajo el rayo de la atención. Por lo tanto, de una original duali­
dad dentro de la corriente de la conciencia, es decir, la existente entre
vivencias pasivas y activas, Schütz ve surgir otra dualidad, entre viven­
cias que son significativas o portadoras de significado y las que care­
cen de él.
El yo no puede adscribir significado a ninguna de sus vivencias
mientras están ocurriendo realmente. Existen, en verdad, algunas viven­
cias, las más cercanas al núcleo de la propia personalidad, a las cuales
uno puede no adscribir nunca significado. Pero es posible atribuirlo
a la mayoría de las vivencias en forma retrospectiva. Sin embargo,
también podemos felizmente asignar significado en forma prospectiva
a vivencias futuras. No podemos reproducir aquí el tratamiento extre­
madamente complejo que hace Schütz del problema referente a cómo
anticipamos las vivencias futuras. Sin embargo, la visión del futuro
resulta esencial para el concepto de acción ( Handeln) . La acción es
conducta dirigida hacia la realización de un determinado fin futuro.
Pero, como hemos visto, lo que se representa como determinado, es
decir, como completo y bien definido, debe poseer un elemento de
pretericidad. El fin de la acción debe poseer entonces un elemento
de futuridad y un elemento de pretericidad. Schütz toma un término de
la gramática para expresar esta situación compleja. Dice que represen­
tamos el fin de la acción "en el tiempo futuro perfecto" ( modo futuri
exacti) . Esto significa que el fin, o acción completada, se representa
como pasada y terminada pese a que sólo la estamos anticipando. Un
ejemplo sería el de salir de casa para visitar a un amigo. La visita
al amigo se representa como pasada y terminada aunque sólo estemos
en camino hacia su casa. Schütz llama a la visita así representada el
"acto" ( Handlung) , palabra que en este sentido escribiremos síempre
con minúscula. Aparece así otra dualidad: la existente entre la acción
en curso y el acto cumplido. Tomando un término de Heidegger,
Schütz llama al acto completado, representado así en el tiempo futuro
perfecto, "proyecto ( Entwurf) de la acción". "Lo proyectado -dice
Schütz- es el acto que constituye el fin de la acción y que llega a
ser por obra de la acción."
El proyecto es entonces un complejo o contexto de significación
( Sinnzusammenhang) dentro del cual cualquiera de las fases de la
acción en curso encuenh·a su significado. Es conveniente considerar
el propósito de toda la acción, dejando de lado cualquiera de sus fases.
Al primero se le llama el "motivo-para" ( Um-zu-Mo#v) de la acción.
Schütz lo distingue netamente, a su vez, del "motivo-porque" (\Veil-
21

Motiv) , o sea un hecho que yace en mi pasado y me llev6 a proyectar


este acto particular. El motivo-porque sólo se capta retrospectivamente;
mientras que mi acto completado yace ahora realmente en el pasado,
su motivo-porque se ve como ubicado aun más atrás en el pasado o,
como dice Schütz, se lo representa en el tiempo pluscuamperfecto
(modo plusquampe1jecti) . Por ejemplo,. si yo abro mi paraguas cuan­
do comienza a llover, mi motivo-porque es la percepción de la lluvia
agregada a mi conocimiento acerca del efecto que ésta produce sobre
la ropa, etcétera. El motivo-para, por otro lado, es "mantenerme seco".
Todo el tratamiento que hace Schütz de la distinción entre las dos
clases de motivos resulta particulam1ente interesante en vista de la
discusión actual acerca de la naturaleza de la acción humana 7 en vincu­
lación con el problema del determinismo y el libre albedrío.
En el capítulo 111 Schütz trata el problema de la comprensión
intersubjetiva. Acentúa que él no se propone dar una solución a la
crucial cuestión filosófica referente a cómo sabemos que existen otras
mentes, que es el problema transcendental de la intersub¡etividad. A
Schütz le interesa más bien la manera en que nos enteramos de las
vivencias de los demás . una vez que hemos postulado y dado por sen­
tada la tesis general del yo del otro. Nos interesa aquí el modo de
comprensión de lo que es otro o ajeno a nosotros ( Fremdverstehen ) .
Ahora bien, es importante notar aquí que Schütz traza una distinción
tajante entre la genuina comprensión de la otra persona y la concep­
tualización abstracta de sus acciones o pensamientos, como de tal o
cual tipo. Esta distinción corresponde seguramente a una que todos
hacemos en la vida diaria. La caricatura del trabajador social en la
famosa canción incluida en la película "Amor sin barreras" ( West Side
Story) constituye una expresiva descripción de la comprensión de los
seres humanos que se limita a este segundo tipo de enfoque. Com­
prender meramente la clase general de acción que otro está realizando
sólo equivale a ordenar las propias experiencias en categorías, o sea
a lo que Schütz llama "autoelucidación" ( Selbstauslegung) . Por otro
lado, la comprensión auténtica de la otra persona es una cosa más
concreta. Es un tipo de percepción. Esto no significa que podamos
intuir directamente las vivencias de otra persona. Lo que quiere decir
es que podemos captar intencionalmente esas vivencias porque supo­
nemos que las expresiones faciales y los gestos del otro son un "campo
de expresión" de su vida interna. Esto es lo que Schütz llama la "pre­
sencia corporal" o "carácter corporalmente dado" del partícipe. El
factor cmcial es, en este caso, la simultaneidad. Sentimos que la
corriente de la conciencia de la otra persona está fluyendo a lo largo
de una trayectoria que es temporalmente paralela a la nuestra. Los
dos flujos de duración están sincronizados y en la interacción social

7 Cf. Lewis W. Beck, op. cit. Para un tratamiento general desde el punto de
vista de lá filosofía analítica, véase Stuart Hampshire, Thought and Action {Nueva
York, 1960).
22

pueden engranarse. Esta es la esencia de la relación interpersonal, y


resulta básica para nuestro conocimiento de las demás personas. Por
supuesto, estamos en cierta desventaja en nuestro conocimiento de la
vida interna de los demás. En cierto sentido, este conocimiento es
indirecto y discontinuo. Pero Schütz hace la interesante observación
de que existe otro sentido en · el cual podemos conocer mejor a los
demás que a nosoh·os mismos. En efecto, podemos "observar" las viven­
cias de los demás cuando ocurren realmente, mientras que tenemos
que esperar, en el caso de las nuestras, a que transcurran para escu­
driñarlas cuando se retiran hacia el pasado. Nadie puede verse en
acción, así como tampoco puede conocer el "estilo" de su propia per­
sonalidad.
El Fremdverstehen es, entonces, la verdadera comprensión del sig­
nificado subjetivo. Según hemos visto, debemos distinguirlo cuidado­
samente de la comprensión del significado objetivo. Todos los objetos
culturales o "productos" pueden interpretarse objetiva o subjetivamente.
Si uno formula, por ejemplo, el juicio 2 + 2 = 4, este juicio interesa
tanto desde el punto de vista de su "contenido" lógico, que es una
proposición matemática intemporal, como desde el punto de vista de
por qué esta determinada persona formula esta particular afirmación
en este momento dado del tiempo. Sólo comprendiendo los motivos
del hablante captamos su significado subjetivo.
La distinción entre significado objetivo y subjetivo tiene impli­
caciones definidas para la metodología de las ciencias culturales. El
contenido significativo de un producto cultural es independiente de su
creador. Se lo considera como algo que puede crearse o actualizarse
repetidamente por obra de cualquiera o de todos. Esto es lo que
Schütz, siguiendo a Husserl, llama "la idealidad del 'puedo-hacerlo­
de-nuevo' " El creador de tal producto es concebido como "uno" anóni­
,

mo. Los conceptos y leyes de la economía pura tienen este carácter


anónimo. En cambio, los conceptos ck la historia económica, tales
como "capitalismo occidental" o "sistcm� ele castas", sólo pueden com­
prenderse en función de los motivos de individuos o grupos particula­
res. Los primeros conceptos mencionados tienen validez universal; los
últimos no. Al presentar esta tesis, Schütz trata de tomar una posición
intermedia entre las perspectivas polémicamente opuestas de Max
\Veber y Ludwig von Mises. Lo que surge hasta ahora es que todas
las ciencias culturales se ocupan de productos significativos y que algu­
nas de ellas comprenden estos productos de una manera más objetiva
y anónima que las otras. Es cuestión diferente saber si alguna de las
ciencias culturales capta realmente el significado subjetivo en sí mismo.
Esto nos lleva al cuarto capítulo, de fundamental importancia, que
nos da una fenomenología del mundo social en su verdadero sentido.
Sólo se la formula en esbozo, por supuesto, ya que Schütz no estaba
poniendo en este libro más que los fundamentos de investigaciones de
detalle que esperaba que él u otros realizaran con posterioridad.
23

Como había mostrado Weber, el mundo social se comprende pro­


piamente en función del concepto de "acción social", que Schütz define
ahora como una acción cuyo motivo-para contiene alguna referencia
a la corriente de la conciencia de otro. El motivo de la acción puede
consistir simplemente en observar y comprender al otro, o en actuar
sobre el otro. La comunicación es un ejemplo de este último tipo de
acción social. Si la situación es tal que existe una probabilidad obje­
tiva de una transacción intencional recíproca o "referencia cruzada",
en ese caso existe una relación social. Hay tres tipos básicos de rela­
ción social: una en la cual los dos partícipes se observan meramente
uno a otro, una segunda en la cual el primer partícipe actúa sobre el
segundo mientras este último observa simplemente al primero, y una
tercera en la cual los dos partícipes actúan uno sobre otro. Sin em­
bargo, hay un cuarto caso, en el cual una persona observa a la otra
sin tratar de actuar sobre ella de ninguna manera, y esta segunda
persona no percibe la presencia de la primera. En tal caso no se trata
de una relación social sino de observación social en sentido estricto.
Llegamos ahora al punto más complejo de la contribución teórica
de Schütz. El cree que nuestra experiencia social integra un vasto
mundo ( soziale Welt) que constituye una trama inmensamente com­
plicad a de dimensiones, relaciones y modos de conocimiento. Ante
todo, distingue entre realidad social directamente vivenciada y reali­
dad social que se encuentra más allá del horizonte de la experiencia
directa. La realidad social directamente vivenciada ( Umwelt ) con­
siste en mis consociados inmediatos, que yo estoy percibiendo directa­
mente en el sentido ya observado. Aquellos a quienes no percibo
directamente se dividen en tres clases. Primero está el mundo de mis
contemporáneos ( Mitwelt) , luego el mundo de mis predecesores ( Vor­
welt ) , y finalmente el mµndo de mis sucesores ( Folgewelt) . Mis con­
temporáneos se distinguen de los otros dos por el hecho de que es
en principio posible que lleguen a ser mis consociados.
Los modos de nuestra relación con los demás difieren grande­
mente según los reinos sociales en que estos últimos 'ñabitan". Por
ejemplo, hacia un consociado tengo lo que Schütz llama una "orienta­
ción-tú" ( Dueinstellung) . Si existe reciprocidad, resulta una situación
cara-a-cara, y tenemos una "relación-nosotros" ( Wirbeziehung) . Den·
tro del mundo de la realidad social directamente vivenciada existe
una vinculación única entre observación y relaciones sociales. Ante
todo, puedo observar por supuesto a mis consociados en simultaneidad,
y esto me da una ventaja sobre cualquiera que esté realizando obser­
vaciones meramente indirectas sobre ellos. Por ejemplo, estar presente
mientras un amigo habla es muy distinto de leer su carta. No sólo
puedo captar el significado objetivo de sus palabras, sino que me es
posible oír el tono de su voz y observar sus gestos y otros movimientos
corporales. Pero la diferencia no consiste puramente en que tenga
ante mí estos síntomas concretos. Existe una ventaja adicional: puedo
24

mirarlo a los ojos y preguntarle qué quiere decir. En otras palabras,


puedo transformar la observación social directa en una relación
- social
directa.
Mi conocimiento de mis contemporáneos, predecesores y sucesores
es, por otro lado, indirecto. En cuanto a mis contemporáneos, coexisten
conmigo en el tiempo objetivo, sin duda, pero debo representármelos
en una casi-simultaneidad más bien que percibirlos en una simulta­
neidad real. No veo sus movimientos corporales reales sino sólo sus
productos, tales como cartas, �tcétera. No puedo comprenderlos con
una captación directa ( in Selbsthabe ) sino a distancia y mediante un
proceso inferencia! peculiar. Interpretamos los productos como resul­
tado de tal o cual proceso interno, de tal o cual emoción, de tal o
cual motivo-para, e interpretamos a los contemporáneos en cuestión
como personas de tal o cual tipo. En síntesis, al interpretar la conducta
de nuestros contemporáneos, recurrimos a tipo_s ideales, sean tipos de
curso-de-acción o tipos personales. El uso de tipos ideales no entra,
entonces, en escena cuando pasamos de la observación precientífica
a la científica, sino más . bien cuando pasamos de la experiencia social
directa a la indirecta.
Mis contemporáneos no son, por lo tanto, personas totalmente con­
cretas para mí. Su grado de concretez puede variar. Mi amigo, a
quien yo vi la semana pasada y que acaba de enviarme una carta, es
casi tan concreto para mí como si estuviera presente en persona. Pero
el empleado de correos que sellará mi carta y cuya existencia solamente
supongo cuando la echo en el buzón, es casi completamente "anónimo".
Con un contemporáneo tenemos sólo una relación a distancia, una
relación-ellos,8 basada en una correspondiente orientación-ellos relati­
vamente abstracta, que a su vez resulta posible por el uso de tipos
ideales.
Los tipos ideales pueden ordenarse en una escala de anonimidad
creciente. Existe, por ejemplo, mi amigo ausente, su hermano, que él
me ha descripto, el profesor cuyos libros he leído, el empleado de
correos, el parlamento canadiense, entidades abstractas como Canadá
mismo, las reglas de la gramática inglesa, o los principios básicos de
la jurisprudencia. A medida que los tipos se hacen más abstractos,
nos vamos alejando, por supuesto, cada vez más de los complejos sig­
nificativos subjetivos reales o de los contextos de individuos reales.
Hacemos cada vez más uso de contextos objetivos de significado. Pero
éstos se refieren, por su naturaleza misma, a contextos significativos
subjetivos de mayor o menor anonimidad. Llegamos al final a la res­
puesta a esta pregunta crucial: "¿Qué es la ciencia social?" La ciencia
social, responde Schütz, es un contexto objetivo de significado cons-

s El término que utiliza Schütz es Ihrbeziehung; Ihr es pronombre ceremo­


nial de segunda persona en alemán, por oposici6n a Du. Siguiendo a Lnckmann he­
mos expresado el "distanciamiento" que ese uso implica valiéndonos de la tercera
persona, "ellos".
25

truido a partir de los contextos subjetivos de significado y referido a


ellos. La herramienta fundamental de la ciencia social, como afirmaba
Weber, es el tipo ideal. Aunque el tipo ideal está presente en todos
los casos de comprensión indirecta de otra persona, tiene una función
especial en la ciencia social. Debe adaptarse a toda una jerarquía
de otros conceptos objetivos que constituyen el complejo total del cono­
cimiento científico.
El lector tiene ya a su disposición un esbozo del aparato concep­
tual que Schütz aplica, en su capítulo final, al tratamiento de ios
problemas básicos de la sociología comprensiva", El esbozo sólo cons­
tituye, por supuesto, una guía y para comprenderlo se requiere una
lectura cuidadosa del texto. Sin embargo, una vez captado el aparato
conceptual en sí mismo, se verá que las propuestas reaHzadas por
Schütz para aclarar las ambivalencias que yacen en la raíz de los con-:
ceptos de Max Weber se deducen muy fácilmente y son bien· dignas
del exhaustivo análisis fenomenológico que las ha precedido. El lector
tendrá entonces a su disposición un verdadero prolegómeno fenome­
nológico a las ciencias sociales.

GEORGE WALSH
Geneva, Nueva York
Enero de 1967
PREFACIO DEL AUTOR

Esm · estudio se basa en el acentuado interés que durante muchos años


dediqué a los escritos teóricos de Max: Weber. En ese lapso llegué a
convencerme de que si bien el enfoque de Weber era correcto y éste
había determinado en forma concluyente el punto de partida ade­
cuado de la filosofía de las ciencias sociales, sin embargo sus análisis
no profundizaban bastante como para establecer los únicos fundamen­
tos sobre los cuales deben resolverse muchos problemas importantes
de las ciencias humanas. Sobre todo, requiere análisis exhaustivo el
concepto central de Weber referente a la significación subjetiva. Cuan­
do él lo dejó, era poco más que el título de una cantidad de impor­
tantes problemas que no examinó en detalle, aunque es difícil que
no le fueran familiares. Casi todos esos problemas están estrechamente
vinculados con el fenómeno de la vivencia de tiempo ( o sentido interno
del tiew.po ) , que sólo puede estudiarse mediante la más rigurosa refle­
xión filosófica. Sólo después de haber captado la naturaleza de la con­
ciencia interna del tiempo podemos abordar la complicada estructura
de los conceptos de las ciencias humanas. Entre esos conceptos están
los. de la interpretación de las vivencias de uno mismo y de los demás,
el establecimiento y la interpretación del significado, el símbolo y el
síntoma, el motivo y el proyecto, la adecuación del significado y la
adecuación causal y, sobre todo, la naturaleza de la formación de con­
ceptos de tipos ideales, sobre la cual se basa la actitud misma de las
ciencias sociales hacia su objeto propio. Todo eso debe acompañarse
con investigaciones muy detalladas y laboriosas que, sin embargo, son
inevitables para poder aclarar el tema básico de la metodología de las
ciencias sociales. Sólo tal clarificación de la naturaleza hasta ahora
oscura del fenómeno en que se enraíza el ser social puede garantizar
una captación precisa del método científico de las ciencias sociales.
Sólo una teoría filosóficamente fundada del método puede exorcizar
los pseudoproblemas que actualmente obstaculizan la investigación
en las ciencias sociales y especialmente en la sociología.
En esta obra he tratado de rastrear las raíces de los problemas
de las ciencias sociales haciéndolos remontar a los hechos fundamen­
tales de la vida consciente. De importancia fundamental para esta
investigación son los estudios de Bergson y Husserl sobre el sentido
28

interno del tiempo. Sólo en la obra de estos dos pensadores, especial­


mente en la fenomenología transcendental de Husserl, se ha estable­
cido un fundamento suficientemente profundo sobre cuya base puede
aspirarse a resolver el problema del significado.
Tengo hacia estos grandes filósofos la más profunda admiración,
y por ello estoy consciente de que en gran medida el presente estudio y
toda mi meditación dependen de la 9bra por ellos realizada y de la
de Max Weber.
Deseo expresar mi profunda gratitud al profesor Tomoo Otaka
de la Universidad de Keijo, en Japón, por la profunda comprensión
que ha mostrado hacia mi pensamiento y por su activa ayuda, sin la
cual hubiera sido en verdad problemática la aparición de este libro,
en tiempos tan difíciles. También deseo agradecer a Félix Kaufmann,
profesor de la Universidad de Viena, que compartió y promovió estos
estudios en sus etapas iniciales, siempre con el interés más infatigable,
me prestó el laborioso servicio de leer las pruebas y, finalmente, cons­
tituyó para mí una fuente constante de estímulo.

ALFRED SCHÜTz
Viena
Marzo de 1932
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION ALEMANA

VEINTISIETE años después de aparecida la primera edición, que entre­


tanto se hallaba agotada desde hacía mucho tiempo, el autor decidió
publicar una segunda edición. El factor determinante de esta decisión
fue el reconocimiento del hecho de que después de casi tres décadas
el libro aún tenía una significación que trascendía la puramente his­
tórica. Más bien, resultaba claro que sus métodos e ideas podían enri­
quecer aun más la investigación contemporánea en las ciencias sociales.
El autor se proponía actualizar el libro mediante una presentación
de conjunto de los desarrollos ocurridos desde la primera edición. Su
muerte inesperada le impidió realizar este propósito. El editor, por
lo tanto, somete al público una segunda edición no alterada, pues está
convencido de que arrojará importante luz sobre los problemas básicos
que enfrenta en la actualidad la sociología.

hs: SCBÜ'rz

Nueva York
Octubre de 1959
GLOSARIO

Akt Acto
Anzeichen indicación
Aufbau construcción
Chance probabilidad
Ego yo
Einstellungsbeziehung relación de orientación
Entwurf proyecto
Erfahrung experiencia
Erfahrungsvorrat repositorio de conocimientos (disponibles)
Erfahrungszusammenhang contexto de experiencia\
Erlebnis vivencia
Erzeugnis producto
Folgewelt mundo de los sucesores
Fremdeinstellung orientación-otro
Fremdverstehen comprensión intersubjetiva
Fremdwirken actuar-sobre-el-otro
Gegenstand objeto ( y derivativos)
Gegenstiindlichkeit objetividad
Geisteswissenschaften ciencias culturales
Gleichzeitigkeit simultaneidad
Handeln acción
Handlung acto
Ich yo
Ihrbeziehung relación-ellos (lit., relación-usted )
Je-Meinigkeit autopertenencia
Kausaladiiquanz adecuación causal
Kundgeben comunicación
Mitwelt mundo de (meros) contemporáneos
natürUche Anschauung intuición natural o percepción
Naturwissenschaften ciencias naturales
Obfekt objeto
Obfektivation objetivación
Schema esquema
Selbstauslegung autoexplicación
Selbsthabe captación inmediata o aprehensión de la
cosa misma
Sinn significado ( en la terminología de Hus­
serl, estrictamente = sentido)
Sinnadiiquanz adecuación de significado
Sinndeutung interpretación de significado
Sinngebend dotación de significado
Sinnhaft significativo
Sinnsetzung establecimiento de significado
Sinnzusammenhang contexto de significado
soziale Beziehung relación social
32

soziale Umwelt mundo de la realidad social directamente


vivenciado o mundo de los consociados
Sozialwelt mundo social
Um-zu-Motiv motivo-para
umweltliche Beobachtung observación social directa
umweltliche Situation situación cara a cara
umweltliche soziale Beziehung relación cara a cara
Verhalten (en los escritos posteriores de Schütz en
inglés: conduct) conducta
Verstehen comprensión
verstehen comprender
verstehende Sozfologie sociología compreñsiva
· Vorgegebenheit carácter pre-dado
Vorwelt mundo de los predecesores
Weil-Motiv motivo-porque
Wirbeziehung relación-nosotros
Wirkensbeziehung interacción social
Zeichen signo
Zeugnis evidencia
I

LA FORMULACION DE NUESTRO PROBLEMA :


LOS CONCEPTOS METODOLOGICOS DE MAX WEBER

l. Examen preliminar del problema

UNO DE los fenómenos más notables de los pasados cincuenta años en


la historia intelectual de Alemania fue la controversia acerca del carác­
ter científico de la sociología. El estudio sistemático de la relación del
individuo con la sociedad estuvo caracterizado, desde el comienzo mis­
mo, por una acerba discusión tanto respecto de su procedimiento propio
como de sus fines. El debate no se limitó, como en otros campos, a
las cuestiones de la verdad de una u otra teoría o de la corrección de
este o aquel método. Lo que se cuestionaba era más bien toda la
materia de las ciencias sociales como algo único por derecho propio
y que hubiera tenido existencia anterior en la experiencia precientífica.
En un sector, por ejemplo, encontramos que los fenómenos sociales
son tratados exactamente como si fueran fenómenos naturales, es decir,
causalmente determinados por hechos físicos. En otro sector, sin em­
bargo, encontramos el más agudo contraste entre las dos clases de
fenómenos. Los fenómenos sociales se tratan en este caso como perte­
necientes a un mundo de espíritu objetivo, 1 mundo que es con segu­
ridad, inteligible, pero no bajo la forma de leyes científicas. Muy a
menudo la actitud del científico social hacia su tema está determinada
por sus propios presupuestos metafísicos, éticos o políticos, o por jui­
cios de valor de cualquier clase. Estos presupuestos pueden tener una
existencia tácita o ser formulados abiertamente. A medida que el cien­
tífico prosigue su investigación, se encuentra embrollado en problemas
cuya solución parece necesaria para que su obra tenga algún sentido.
¿Interesa a la ciencia social el ser mismo del hombre, o sólo le preocu­
pan sus diferentes modos de conducta social? ¿Es la sociedad anterior

1 [El concepto de espíritu objetivo ( obfektiver Geist) a que nos referimos aquí
es el de Dilthey. Significa la totalidad del medio cultural, dotado de su propia
forma y estructura interna. Es el objeto específico ele las Geisteswissenschaften, es
decir, de las ciencias humanas o culturales. Véase en la Introducción un examen de
este concepto.]
34

al individuo, de modo que aparte del . todo social el individuo no existe


en absoluto? ¿O debemos expresarlo de otra manera y decir que sólo
existe el individuo y que las organizaciones sociales, incluida la socie­
dad misma, son meras abstracciones, es decir, ''.funciones" de la con­
ducta de individuos aislados? ¿El ser social del hombre determina su
conciencia, o. la conciencia de éste determina su ser social? ¿Puede
reducirse la historia del hombre y su cultura a leyes, tales como las
de la economía? ¿O, por lo contrario, podemos decir que las así lla­
madas "leyes" económicas y sociológicas expresan meramente las pers­
pectivas históricas de la época en la cual se las formuló? No resulta
sorprendente que muchos científicos sociales, enfrentados con todos estos
dilemas, traten de enfrentarlos prematuramente mediante pseudosolu­
ciones ingenuas nacidas de distorsiones subjetivas que pueden ser tem­
peramentales, políticas, o a lo sumo metafísicas.
Ahora bien, las soluciones a priori de esta naturaleza difícilmente
concuerden con el principio básico de la investigación científica que
nos requiere simplemente comprender y describir los hechos que tene­
mos ante nosotros. El propósito por el cual debe guiarse toda investi­
gación social digna del nombre de ciencia, es el de ver el mundo de
los hechos sociales con una mirada no prejuiciada, clasificar esos hechos
bajo conceptos de una manera honesta y lógica y someter a análisis
exacto el material así obtenido.
La aceptación de este propósito conduce a plantear un requeri­
miento que debe satisfacer cualquier teoría acerca del origen de la
sociedad humana. Fue incontestable mérito de Simmel haber visto
este problema e intentado su solución. La metodología de Simmel es
sin duda, en muchos aspectos, confusa y no sistemática. Como resul­
tado, proyecta continuamente en los fenómenos específicos que inves­
tiga sus propios preconceptos teóricos acerca de la naturaleza de la
sociedad. En sus estudios especializados, Simmel realizó contribucio­
nes duraderas y valiosas, aunque muy pocos de sus conceptos básicos
sobrevivieron al escrutinio crítico, ni siquiera su concepto clave de
efecto recíproco ( Wechselwirkung) .2 Sin embargo," la idea básica
de Simmel ha resultado fructífera y se la utiliza aún. Es la noción de
que todos los fenómenos sociales concretos deberían remontarse a los
modos de conducta individual, y que la forma social particular de
tales modos debería comprenderse mediante descripción detallada.3

2 [Simmel concibe los impulsos de los individuos -tales como el hambre y el


amor- como el contenido de la vida social. Por otro lado, efectos recíprocos como
la competición, la dominación, la cooperación y la solidaridad, son las formas actua-
lizantes de la vida social. Véase nota 3.] .
s "Designo como contenido, como material, por así decirlo, de la sociación
(Vergesellschaftung), todo lo que está presente en los individuos ( que son los datos
concretos inmediatos de toda realidad histórica ) en forma de impulso, interés, propó­
sito, inclinación, estado psíquico, movimiento, todo lo que está presente en ellos
de tal modo que engendra efectos mediatos sobre otros o recibe tales efectos. . . . La
sociación es entonces la forma (realizada en innumerables maneras diferentes ) en
que los individuos llegan juntos a constituir unidades que satisfacen sus intereses."
35

p
La "sociología com rensiva" ( verstehende Soziologie) de Max
\Veber parte de la misma idea básica. Esto no implica cuestionar la
originalidad de la enorme contribución de Weber, ni siquiera afirmar
su dependencia de Simmel. Por lo contrario, la obra de Weber, al
reunir como lo hace, muchas de las corrientes de su época, es en todo
sentido el producto único de un genio asombroso. Es él quien dio
a la sociología alemana actual su dirección, en la medida en que cons­
tituye una ciencia y no una ideología, y quien facilitó a esa ciencia
las herramientas que necesitaba para cumplir su tarea. Las obras más
importantes de la sociología alemana contemporánea, por ejemplo, las
de Scheler, Wiese, Freyer y Sander, serían inconcebibles si Weber no
hubiera puesto antes los fundamentos.
' 'Ahora bien ¿en qué consiste la gran realización de Max Weber?
En primer lugar, fue uno de los primeros en proclamar que las ciencias
sociales deben abstenerse de formular juicios de valor. Emprendió la
J;>atalla contra las ideologías políticas y morales que con demasiada
facilidad influyen sobre el juicio del científico social� sea esta influencia
consciente o no. Con el mismo temperamento, definió la tarea de la
sociología no como especulación metafísica sino como descripción sim­
ple y cuidadosa de la vida social. "Para él la sociología ya 'no es la
fisolofía de lá existencia humana. Es la ciencia particular de la con­
ducta humana y sus consecuencias." 4
La estructura lógica de su sociología 5 corresponde a esa posición
básica. A partir de los conceptos de acción social y de relación social
( �eziehmy�), deriva por medio de descripciones y tipificacio­
nes siemp!eñüevas las dos. categorías de "relación comunal" ( Verge­
meinschaftung) y "relación asociativa" (Vergesellsch_..aftun¡; ) .6 �
-
(Sirnmel, Soziologie, 2� ed., Munich, 1922). [Traducción inglesa de Kurt H. Wolff,
The Sociology of Georg Simmel ( Glencoe, Ill. , 1950 ) . Otros dos capítulos de la
obra de Simmel, traducidos por Albion W. Srnall, aparecieron en el American Jour­
nal of Sociology, xv ( 1909 ) , 289-320; xvr ( 1910 ) , 372-91. Respecto al punto a que
nos referimos aquí, cf. Simmel ( trad. Small) , "The Problem of Sociology", Ameri­
can /ournal of Sociology, xv ( 1909 ) , 296-97. Una traducción más literal, pero idio­
máticamente menos elegante, de Vergesellschaftung es "societalización". Cf. Theo­
dore Abel, Systematic Sociology in Germany, Nueva York, 1929.]
4 Karl Jaspers, Die geistige Situation der Zeit (Berlín y Leipzig, 1931 ) , pá­
gina 137. [Trad. ingl. Man. in the Modern Age, por Eden y Cedar Paul ( Londres,
1951 ) , pág. 151.]
5 De las obras de Max Weber, las más importantes para nuestras finalidades
son su libro principal, Wirtschafr und Gesellschaft, l� ed. ( Tubinga, 1922 ) . [Hay
versión castellana: Economía- y- -sociedad. México, Fondo de Cultura Económica,
1957.] Infortunadamente quedó inconcluso, y los trabajos incluidos en el volumen
Gesammelte Aufsatze zur Wissenschaftslehre ( Tubinga, 1922) . [La parte I de
Wirtschafr und Gesellschafr, vol. I hasta la pág. 180, fue traducida por A. M. Hen­
derson y Ialcott ]'arsons con el título de The Theory of Social and Economic Orga­
nization ( Glencoe;·-:rn:; 1957 ) . Utilizaremos esta traducción (mencionándola sim­
plemente con las letras "T.I." ) para transcribir las citas que Schütz hace de Weber.]
6 ["Una relación social se llamará 'comunal' si -y en la medida en que- la
orientación de la acción social . . . se base en un sentimiento subjetivo de las partes,
sea afectual o tradicional, por el cual se perciban como vinculadas. Una relación so-
36

mediante la introducción del concepto de orden, deduce los tipos par­


ticulares de grupos de asociamiento y asociaciones compulsivas.7 La
manera en que Weber utiliza este aparato lógico para aplicarlo al
estudio de la economía, el gobierno, la ,ley y la religión como fenóme­
nos sociales, no puede describirse aquí en detalle. Lo que nos interesa
es el hecho de que 'Veber reduce todas las clases de relaciones y
estructuras sociales, todas las obbjetivaciones culturales, todos los domi­
nios del espíritu objetivo, a las formas más elementales de conducta
individual. Todos los complejos fenómenos del mundo social retienen
sin duda su significado, pero éste es precisamente el que los individuos
implicados atribuyen a sus propios actos. La acción del individuo y
el significado a que ésta apunta son lo único sujeto a la comprens_ión.
Además, sólo mediante tal comprensión de la acción individual puede
la ciencia social acceder al significado de cada relación y estructura
social, puesto que éstas están, en último análisis, constituidas por la
acción del individuo en el mundo social.
El proyecto de reducir el "mundo del espíritu objetivo" a la con­
ducta de los individuos nunca se había llevado a cabo tan radicalmente
como lo hizo Max Weber en su formulación inicial del fin de la socio­
logía comprensiva,, Esta ciencia debe estudiar la conducta social inter­
pretando su significado subjetivo tal como se lo encuentra en las inten­
ciones de los individuos. · El propósito, entonces, es el de interpretar
las acciones de los individuos en el mundo social y la manera en que
éstos dan . significado a los fenómenos sociales. Pero para lograr este
propósito, no basta observar la conducta de un solo individuo o reunir
estadísticas acerca de la de grupos de individuos, como nos lo haría
creer un tosco empirismó. Más bien, eLQropósito específico de la socio­
logía requiere un método especial para seleccionar los materiales per­
tinentes para las cuestiones peculiar.es que ésta suscita. Esta selección
resulta posible mediante la formulación de ciertas frases gramaticales

cial, en cambio, se llamará 'asociativa' si -y en la medida en que la orientaci6n de


la acción social que en ella se produce se basa en una adaptación racionalmente
motivada de intereses , . . ,. sea que el fundamento del juicio racional lo constituyan
valores absolutos o razones de conveniencia. Es sobremanera común, aunque dei nin­
gún modo inevitable, que el tipo asociativo de relación se base en un acuerdo racio­
nal por mutuo consenti!lliento. , . . Ejemplos de relaciones asociativas son: a) el
intercambio racional del tnercado libre; b) la asociación voluntaria basada en el pro­
pio interés, y e) la asociación voluntaria motivada por una adhesión a un conjunto
de valores absolutos comunes, por ejemplo la secta racional. Ejemplos de relaciones
comunales son: una hermandad religiosa, una relación erótica, una relaci6n de leal­
tad personal, una comunidad nacional, el espíritu de cuerpo de una unidad militar" ·

(Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, I, 21-22; T. l., págs. 136-37).]


7 ["Una 'asociación voluntaria' ( Verein) es un grupo de asociamiento ( Ver­
band) originado en un acuerdo voluntario, y en el cual el orden establecido sólo
pretende tener autoridad sobre los miembros en virtud de un acto personal de
adhesión.
"Una 'asociación compulsiva' (Anstalt) es un grupo de asociamiento cuyo or­
den establecido ha sido exitosamente impuesto, dentro de una esfera específica de
actividad, sobre todos los individuos que se adapten a ciertos criterios específicos . . ;
..

el caso típico de una asociación compulsiva es el Estado " (ibíd.; T. l., pág. 151).]
. . •
37

teóricas conocidas como "tipos ideales". Estos tipos ideales no equi­


valen, de ninguna manera, a promedios estadísticos, porque se los
selecciona de acuerdo con la clase de pregunta que se formula en cada
oportunidad, y se los constmye de acuerdo con los requerimientos
metodológicos de estas preguntas. Tampoco son, sin embargo, fantas­
mas vacíos o meros productos de la fantasía, pues deben ser verificados
mediante el material histórico concreto que comprende los datos del
científico social. Mediante este método de construcción y verificación
de los tipos ideales, puede interpretarse estrato por estrato el signifi­
cado de los fenómenos sociales particulares como significado al que
tienden subjetivamente los actos humanos. De esta manera puede
develarse la estructura del mundo social como una estructura de sig­
nificados intencionales e inteligibles.
Pero pese a la impresión que produce el concepto de "sociología
comprensiva" de Weber, se basa en una serie de supuestos tácitos. Es
cuestión de urgente necesidad identificar estos supuestos y formularlos
claramente, pues sólo un análisis radical de los elementos auténticos
y básicos de la acción social puede proporcionar un fundamento con­
fiable para los futuros progresos de las ciencias sociales. Sólo cuando
se le. hizo clara esta necesidad, y aun entonces con evidente resistencia,
Max Weber se ocupó . de los fundamentos teóricos de la sociología,
puesto que prefería mucho más trabajar en problemas concreto.s. Sólo
le interesaban los problemas epistemológicos en la medida en que
repercutían directamente sobre la investigación especializada o propor­
cionaban herramientas adecuadas para realizarla. Una vez que tenía
a su disposición estas herramientas, perdía interés en los problemas
más fundamentales.8 A pesar de las significativas contribuciones que
realizó Weber a la metodología, de su incorruptible visión de la tarea
de formación de conceptos en las ciencias sociales, y de su admirable
instinto filosófico que le permitía establecer la posición crítica correcta
en cuestiones epistemológicas, s e preocupó muy poco por consolidar
sistemáticamente sus resultados mediante un punto de vista filosófico
seguro y de alcance general. Tenía de hecho muy escaso interés en
esclarecer los supuestos filosóficos incluso de sus conceptos principales .
. . :Es en este punto donde resultan evidentes las limitaciones teóricas
de ·weber. Interrumpe su análisis del mundo social cuando llega a lo
que él supone que son los elementos básicos e irreductibles de los fenó­
menos sociales. Pero s e equivoca en este supuesto. Su concepto del
acto significativo del individuo -idea clave de la sociología compren­
siva- de ninguna manera define un elemento primitivo, como él cree
que lo hace. Es, por lo contrario, una simple etiqueta para designar
una zona muy compleja y ramificada que requiere mucho más estudio.
Weber no establece distinción entre la acción considerada como algo
en curso y el acto completado, entre el significado del productor de un

8 Cf. Marianne Weber, Max Weber, ein Lebensbild (Tubinga, 1926), por
·

ejemplo la pág. 322. [2"' ed., Heidelberg, 1950.]


38

objeto cultural y el significado del objeto producido, entre el significado


de mi propia acción y el significado de la acción de otro, entre mi
propia vivencia y la de otro, entre mi comprensión de mí mismo y la
que tengo de otra persona. No se pregunta cómo se- constituye el sig­
nificado de un actor o qué modificaciones sufre ese significado para
los que participan con él en el mundo social o para un observador no
participante. No trata de identificar la relación única y fundamental
que existe entre el mí mismo y el yo de otro, relación cuyo esclareci­
miento resulta esencial para comprender con exactitud en qué consiste
conocer a otra persona. Weber distingue, sin duda, entre el significado
de una acción al que se apunta subjetivamente y su significado objeti­
vamente cognoscible. Pero no reconoce más distinciones en este sen­
tido y presta tan poca atención a las maneras en que \In intérprete
modifica el significado como a las perspectivas conceptuales en que se
nos dan nuestros congéneres humanos. ; Pero, de hecho, existen dife­
rencias radicales en la estructura significativa de mi propia conducta,
la conducta de mis consociados,9 que yo vivencio inmediatamente, y la
de aquellos que son meramente mis contemporáneos o aun mis prede­
cesores, cuyo conocimiento es para mí totalmente indirecto.10 Lejos de
ser homogéneo, el mundo social se nos da en un complejo sistema
de perspectiva: mi partícipe y yo, por ejemplo, tenemos una experien­
cia recíproca íntima y rica cuando conversamos, mientras que a un
observador distante le aparecemos rodeados por un aura de "chatura"
y "anonimidad". El individuo toma en cuenta estos escorzos de la pers­
pectiva cuando realiza los actos de establecer e interpretar el signifi­
cado,11 y tales fenómenos de perspectiva son, por lo tanto, de interés
directo para las ciencias sociales. No nos referimos aquí a las diferen­
cias existentes entre los puntos de vista personales desde los cuales
diferentes personas miran el mundo, sino a la diferencia fundamental
que hay entre mi interpretación de mis propias vivencias ( autointer­
pretación) y mi interpretación de las vivencias de otra persona. Lo
que se ofrece a ambos, al yo actuante y al observador que interpreta,
no es sólo el simple acto significativo y el contexto o configuración de
significado al que éste pertenece, sino todo el mundo social en pers­
pectivas plenamente diferenciadas. Sólo mediante esta introvisión pode­
mos comprender cómo se capta el yo del otro como un tipo ideal, en
el sentido que acabamos de examinar.
No hay duda de que Weber vio todos estos problemas, pero sólo
los analizó en la medida en que le parecía necesario para sus propias
finalidades. Dio ingenuamente por sentados los fenómenos significati-

9 [Umwelt (mis congéneres directamente vivenciados por mí, con los cuales
tengo una relación cara a cara ) . Schütz, cuando escribía en inglés, utilizaba tanto
"associates" ( asociados) como "consociates" ( consociados ) .] -
10 [El Mitwelt ( mundo de mis contemporáneos) y el Vorwelt ( mundo de mis
predecesores ) se conocen indirectamente, en contraste con el Umwelt. Estos con­
ct>ptos están desarrollados sistemáticamente en el capítulo IV.]
11 [Véase la nota 26, en la pág. 42.]
39

vos del mundo social como una cuestión de acuerdo intersub;etivo,


exactamente de la misma manera en que todos nosotros suponemos, en
la vida diaria, la existencia de un mundo externo sometido a leyes, que
se adecua a los conceptos d e nuestra comprensión. En efecto, en el
simple proceso de vivir vivenciamos directamente nut;stros actos como
significativos, y damos por sentado, como parte de nuestra perspectiva
natural del mundo, que los demlts vivencian también directamente sus
acciones como significativas exactamente de la misma manera en que
lo haríamos nosotros si estuviéramos en su lugar. Creemos también
que nuestras interpretaciones de los significados de las acciones de

otros son, en conjunto, correctas. Pero cuando se admiten en el apa­
rato de una ciencia, en forma no crítica, supuestos del sentido común,
éstos encuentran la manera de tomarse la revancha. Tal cosa puede
ocurrir cuando se introducen subrepticiamente equívocos dentro de
los conceptos básicos de esa ciencia, que producen un efecto adverso
sobre la iI;ivestigación. O puede suceder cuando no se logra ver que
fenómenos aparentemente diversos son en realidad del mismo tipo, falla
producida porque no se ha penetrado más allá de las apariencias, hasta
llegar a las raíces de los fenómenos en cuestión. Si bien este peligro
pende sobre cualquier ciencia, su amenaza se vuelve especialmente
grave en el caso de la sociología. En efecto, la tarea del sociólogo con­
siste en realizar un estudio científico de los fenómenos sociales. Ahora
bien, si los fenómenos sociales están constituidos en parte por conceptos
del sentido común, resulta claro que no beneficiará a la sociología el
que ésta se abstenga de un examen científico de tales ideas "evidentes
' . ,,
por s1 mismas .
Es en este punto donde resulta visible la complicada relación que
existe entre las ciencias sociales y su objeto propio. La estructura del
mundo social es significativa no sólo para quienes viven en ese mundo,
sino también para sus intérpretes científicos. Al vivir en el mundo,
vivimos con otros y para otros, y orientamos nuestras vidas hacia
ellos. Al vivenciarlos como otros, como contemporáneos y congéneres,
como predecesores y sucesores, al unirnos con ellos en la actividad y
el trabajo común, influyendo sobre ellos y recibiendo a nuestra vez su
influencia, al hacer todas estas cosas, comprendemos la conducta de
los otros y suponemos que ellos comprenden Ja nuestra. En estos actos
de establecimiento e interpretación de significados se construye para
nosotros, en grados variados de anoniinidad, en una mayor o menor
intimidad de vivencia, en múltiples perspectivas que se entrecruzan, el
significado estructural del mundo social, que es tanto nuestro mundo
( estrictamente hablando, mi mundo ) como el mundo de los otros.
Ahora bien, este mismo mundo social que vivenciamos inmediata­
mente como significativo, lo es también desde el punto de vista del
científico social. Pero el contexto de significado en el cual éste inter­
preta ese mundo es el de un escrutinio sistematizador más bien que
el de la vivencia viva. Sin embargo, sus datos son los significados ya
40

constituidos de los participantes activos en. el mundo social. A· estos


datos ya significativos deben referirse, en última instancia, sus concep·
tos científicos : a los actos significativos de hombres y mujeres, indi­
viduales, a la experiencia cotidiana que tienen unos de otros, a su
comprensión de los significados del otro, a su iniciación de nueva con­
ducta significativa por su propia cuenta. Le interesarán, además, los
conceptos · que la . gente tiene acerca del significado de su propia con­
ducta y de la conducta de los demás, y los. que tiene acerca del signi­
ficado de las producciones humanas de todas clases. Vemos así que
los datos de las ciencias sociales poseen, cuando aún se encuentran
en el estadio precientífico, aquellos elementos de significado y estruc�
tura inteligible que aparecen más tarde en forma más o menos explí­
cita, con pretensiones de validez categorial, en la ciencia interpreta­
tiva misma.
La conducta humana ya es entonces significativa cuando ocurre, y
es inteligible en el nivel de la vida diaria, aunque, sin duda, en una
forma vaga y confusa. La vaguedad se aclara en varias etapas_ en
cada una de las cuales ocurre un reordenamiento de la estructura sig­
nificativa. Esto se produce tomando el contenido significativo ya clari­
ficado y reinterpretándolo en función de su sustrato en la vivencia. Dos
ejemplos de los muchos niveles de interpretación del significado son,
en un extremo de la escala, el simple hecho de "tener significado" que
comprobamos en la vida diaria y, en el otro, la comprensión extrema­
damente refinada del significado que observamos en los tipos ideales
de la sociología comprensiva.
Es cuestión de urgente necesidad en este momento que la filosofía
de las ciencias sociales esclarezca las complejas relaciones existentes
entre las diferentes dimensiones del mundo social, las someta a un
análisis tan radical como para llegar a sus fundamentos mismos, y fije
los límites entre sus diferentes estratos: En verdad, la controversia
acerca del objeto propio y de la metodología de las ciencias sociales
es precisamente el resultado de la confusión acerca de estas cuestiones.
En efecto, lo que ocurre en la actualidad en sociología es que cada
una de las diferentes escuelas de pensamiento elige uno de estos nive­
les de interpretación como punto de partida, desarrollJ luego una me­
todología adecuada para ese nivel e inicia toda una nueva línea de
investigación. El nivel o estructura de significado que constituía el
punto de partida se define en seguida como el contenido exclusivo, o
por lo menos esencial, de la sociología.
Si damos un vistazo a los grandes sistemas de la sociología ale­
mana contemporánea ( siguiendo, por ejemplo, la adecuada exposición
de Freyer) ,12 encontramos que el mundo del espíritu objetivo ( Dil­
they) ,13 o el todo social como contenido de la mente ( Spann ) 14 o, de

12 Soziologie als Wirklichkeitswissenschaft (Leipzig, 1930).


13 "Einleitung in die Geisteswissenschaften: Der Aufbau der geschichtlichen
Welt", Gesammelte Schriften, vols. I y IX ( Leipzig, 1923) .
14 Gesellschaftslehre, 1 � ed. ( Berlín, 1914); Kategorienlehre (Jena, 1924).
41

lo contrario, el concepto formal de · efecto recíproco (Simmel) 15 se


definen en cada caso como el tema propio de la sociología. Uno parte
del concepto fundamental de la unidad total de la cultura y procede
a estudiar la formación de las culturas históricamente . dadas (Alfred
Weber) ,16 otro parte de las relaciones sociales entre individuos y pro ­
cede a describir la naturaleza del grupo y del sistema ·social que en
él se basa (Wiese ) , 17 y un tercero considera todo el proceso so�ial
como un movimiento de masa y desarrolla a partir de allí la idea de
progreso ( Franz Oppenheimer ) .18 Hay además quien toma como tema
de la sociología el desarrollo de las ideologías durante el curso de la
historia y la consolidación de esas ideologías como modos de vida
( Mannheim) . 19 Contra todas estas especulaciones, la sociología del
conocimiento de Max Scheler 20 ocupa un lugar especial porque sólo
representa una zona pequeña de un sistema de sociología material y
cultural planeada en gran escala por su autor.
En todos estos casos se convierten en objeto de observación ciertas
estructuras significativas dentro del mundo social. Son, sin duda, esen­
cialmente inteligibles y, como tales, accesibles a la interpretación cien­
tífica. Pero el hecho es que cada una de estas estructuras significativas
puede reducirse además a ciertos elementos a partir de los cuales se
ha constituido. Esos elementos no son sino procesos de establecimiento
y de comprensión de significado que ocurren dentro de los individuos,
procesos de interpretación de la conducta de otras personas y procesos
de autointerpretación. Pero esos procesos no han recibido aún la aten•
ción que merecen. Además de ello, prácticamente no se ha percibido
el problema consistente en hacer remontar todas las estructuras signi­
ficativas en cuestión a un solo elemento básico.
Algunos autores han Visto sin duda este último problema. Trata­
ron de definir el tema propio de la sociología a partir, precisamente,
de una solución de estos problemas fundamentales. Este es el caso de
Litt,21 que comienza con las vivencias conscientes del individuo y luego
procede a través de la relación-tú ( Du-Beziehung) hasta llegar al
círculo cultural cerrado ( Kulturkreis) . Lo mismo puede decirse de
Freyer,22 cuando trata de derivar el mundo del espíritu objetivo a
partir de la acción del individuo. Sobre todo, debemos mencionar
respecto de esto a Sander, que en un profundo y muy importante estu-

15 Soziologie.
16 Ideen zur Staats- und Kultursoziologie (Karlsruhe, 1917).
17 Soziologie, vols. 1 y 11 ( Munich, 1924) . [Adaptación inglesa Systematic
Sociology, por Howard Becker (Nueva York, 1932 ) .]
18 System der Soziologie, vol. 1 (Jena, 1922-23 ) .
1 9 Ideologie und Utopie (Bonn, 1929 ) . [T.I., Ideology and Utopia, por Lewis
Wirth y Edward A. Shils ( Nueva York, 1936) .] [Hay versión castellana: Ideología
y utopía. Madrid, Aguilar, 1958.]
20 Die Wissensformen und die Gesellschaft (Leipzig, 1926) .
21 Individuum und Gemeinschaft, 3'- ed. ( Leipzig, 1926) .
22 Theorie des obfektiven Geistes ( Leipzig, 1923) .
42

dio 23 toma como punto de partida la filosofía de Rehmke,24 que postula


la conciencia mpmentánea del yo solitariO y luego trata primero de
deducir relaciones comunales y asociativas y, finalmente, el Estado, la
economía y la ley, deducción que se cumple a partir de un análisis
de la tendencia y la volición.
Es evidente que las obras de estos estudiosos dejan sin resolver el
problema del significado, concepto que parece abarcar muchas cosas
diferentes, sea que ocurra en la literatura filosófica o en la de las cien­
cias sociales.20 Este concepto requiere un análisis radical. Sin embar­
go, la realización de tal análisis exige una preparación filosófica amplia.
La materia a abarcar incluye todo el ámbito de las vivencias propias
y de las ajenas. Además, aun un examen superficial muestra clara­
mente que el problema del significado es un problema temporal: no
un problema de tiempo físico, que es divisible y mensurable, sino un
problema de tiempo histórico. Este último consiste siempre en un fluir
de tiempo, lleno, sin duda, con hechos físicos, pero dotado de la natu­
raleza de una "conciencia temporal interna", una conciencia de la propia
duración. Es dentro de esta duración donde el significado de las viven­
cias de una persona se constituye para eIIa a medida que las va vi­
venciando. Aquí, y sólo aquí, en el estrato más profundo de la vivencia
que es accesible a la reflexión, debe buscarse la fuente última de los
fenómenos de "significado" ( Sinn) y "comprensión" ( Verstehen) . Este
estrato vivencia! sólo puede develarse en la autoconciencia estricta­
mente filosófica. Por lo tanto, quien quiera analizar los conceptos
básicos de las ciencias sociales debe estar dispuesto a embarca,rse en
un laborioso viaje filosófico, pues la estructura significativa del mundo
social sólo puede deducirse a partir de las características más primiti­
vas y generales de la conciencia. La investigación de esos estratos pro­
fundos se ha abierto felizmente ahora merced a los grandes descubri­
mientos filosóficos de Bergson y Husserl. La filosofía de la duración
de Bergson y la fenomenología transeendental de Husserl hicieron por
fin posible la solución de los enigmas del establecimiento y la inter­
pretación del significado.26

23 Allgemeine Soziologie ( Jena, 1930) . .


24 [Cf. Johann Rehmke, Philosophie als Gntndwissenschaft, 2'1 ed. ( Leipzig,
1929) .]
25 Cf. los nueve significados diferentes de la palabra "significado" que ha esta­
blecido H. Gomperz sobre la base de ejemplos tomados de la literatura más reciente.
Confróntese con esto el éoncepto radicalmente diferente de "significado" en Heideg­
ger ( Sein und Zeit [Halle, 1927] , especialmente págs. 144 y sigs., 147, 151 y sigs.
[T.I., Being and Time, por J. Macquarrie y E. Robinson ( Nueva York, 1962 ) , pági­
nas 183-4, 187-8, 193] ) , o en las muy importantes obras de Paul Hofmann ("Das
Verstehen von Sinn und seine Allgemeingültigkeit'', Jahrbuch für Charakterologie,
vol. VI; "Metaphysik oder verstehende Sinn-Wissenschaft", suplemento a Kant Stu­
dien, 1929 ) .
26 [ Sinnsetzung, "establecimiento d e significadó' es · el Acto por e l cual un
individuo da significado a un cierto trozo de conducta, un signo o un objeto cultural.
Sinndeutung "interpretación de significado" es la comprensión de lo que quiere
·decir el individuo que establece tal significado.] ·
43

Este libro, que parte de los problemas suscitados por Max Weber,
se apoya, sin reservas, en las conclusiones firmes a que llegaron los
dos filósofos antes mencionados. Trata de determinar la naturaleza
precisa del fenómeno del significado, y de hacerlo mediante un análisis
de la función constitutiva. Sólo después de haber captado con segu­
ridad el concepto del significado como tal, podremos analizar paso a
paso la estructura significativa del mundo social. Siguiendo este pro­
cedimiento estaremos en condiciones de fondear el aparato metodoló­
gico de la sociología comprensiva en un punto mucho más profundo
que aquel al que había llegado Max Weber.
Hemos podido, pues, delimitar nuestro propósito y la manera en
que esperamos lograrlo. El propósito es el esclarecimiento del con­
cepto básico de sociología comprensiva de Max Weber. Comenzaremos
mostrando la necesidad de realizar un análisis más amplio de conceptos
tales como "comprensión directa y comprensión motivacional'',27 "sig­
nificado subjetivo y objetivo", y "acción significativa y conducta signi­
ficativa". A partir de este último par de conceptos, trataremos, en el
capítulo II, la manera en que se constituye el significaQ.o en la vivencia
individual del yo solitario. Al hacerlo así, rastrearemos el significado
hasta su punto mismo de origen, en la conciencia temporal íntima, en
la duración del yo que vive la vivencia. Apoyados firmemente en el
concepto de la duración de Bergson, y aun más en el análisis que hace
Husserl de la constitución de la vivencia subjetiva -a partir de los
fenómenos de retención y reproducción- describiremos la naturaleza
de las vivencias discretas, de las conductas que surgen de la actividad
espontánea, y de la acción de acuerdo con un proyecto preconcebido.
Así, estableceremos un concepto inicial de significado sobre el cual se
basarán nuestros posteriores argumentos. El próximo paso consistirá
en llamar la atención hacia el fenómeno de modificación atencional y
analizar el "contexto significativo" ( Sinnzusammenhang) en el proceso
temporal de ejecutar sintéticamente un acto complejo. Mostraremos de
esta manera cómo el yo construye, a partir de su corriente de la con­
ciencia ya vivenciada, un mundo complejo de vivencias. Al mismo
tiempo, explicaremos los esquemas interpretativos dentro de los cuales
el yo organiza sus vivencias en el proceso de autointerpretación.2ª La
última parte del capítulo II se dedicará a la consideración del contexto
motivacional, el complicado y peculiar contexto de significado que está
implicado en la acción.
En el capítulo III pasaremos de la autocomprensión a la compren•

27 ["Aktuelles und motivationsmassiges Verstehen'', Wirtschaft und Gesell­


schaft, págs. 3-4 (T. l., págs. 94-95) . Si vemos que un hombre apunta un fusil
hacia otro, tenemos una comprensión directa de lo que está haciendo; si luego nos
dicen que es miembro de un pelotón de fusilamiento, hemos adquirido una com­
prensión motivacional de por qué lo está haciendo.]
28 [ Skh selbst fnterpretierend. Schütz utiliza los términos "autointerpreta­
ción" y "autocomprensión" para sigruficar la interpretación o comprensión de la pro­
pia experiencia de uno.]
44

sión de los otros. Al hacerlo así, estableceremos la distinción funda­


mental entre comprender nuestras propias vivencias de la otra persona
y comprender las vivencias de la otra persona. Trataremos de rastrear
las relaciones existentes entre estos dos tipos de comprensión, aten­
diendo sobre todo al hacerlo a la teoría del signo ( Zeichen ) y la indi­
cación ( Anzeichen ) , del producto ( Erzeugnis) y de la prueba ( Zeug­
nis) . Luego daremos una definición precisa de los conceptos de signi­
ficado subjetivo y objetivo, que según demostramos en el capítulo I
constituyen los conceptos básicos de la sociología comprensiva. Con
este propósito realizaremos un análisis del establecimiento y la inter­
pretación del significado. Mostraremos después, en una breve digre­
sión, que el doble papel que cumplen entonces las ciencias culturales
como ciencias del significado subjetivo y objetivo, tiene sus raíces en la
naturaleza fundamental del pensamiento humano mismo. Por último,
en el capítulo IV, analizaremos nuestro conocimiento de las demás
personas y, sobre esa base, presentaremos una teoría general de la
estructura del mundo social y, nor lo tanto, del objeto propio de las
ciencias sociales. Volviendo una vez más a Weber, someteremos a
examen exhaustivo los conceptos de acción social y relación social
y determinaremos el complejo total de hechos denotado por esos dos
términos. Resultará entonces claro que estos fenómenos varían de
naturaleza según ocurran en los mundos de los asociados, los contem­
poráneos, los predecesores o los sucesores. El · resto del capítulo IV
tratará en su mayor parte de los cambios sufridos por el establecimiento
del significado, la interpretación del significado, el contexto motiva­
cional y la perspectiva de comprensión en los mundos o sectores recién
mencionados. Esto constituye el núcleo central del libro. El contraste
radical que allí estableceremos entre la comprensión de los asociado�
y contemporáneos de una persona, por una parte, y la construcción de
tipos ideales a partir de ella, por la otra, esclarecerá la diferencia exis­
tente entre vida significativa en el mundo social e interpretación sig­
nificativa de esa vida mediante las ciencias sociales. Mostraremos
también en el capítulo IV la diferencia que existe entre sociología e
historia, definida la primera como la ciencia del mundo de los contem­
poráneos, y la segunda como la ciencia del mundo de los predecesores.
.
Sólo después de lograr u�a comprensión de la estructura peculiar
del mundo de los contemporáneos, que es el solO objeto de las ciencias
sociales, podemos abordar los problemas metodológicos del segundo.
Esto resulta especialmente cierto en lo que respecta a los problemas
metodológ:i:tos de·.Ia sociología comprensiva. En el capítulo V se anali­
zan los coñceptos básicos de la sociología comprensiva, especialmente
los de adecuación significativa y adecuación causal, de probabilidad
subjetiva y objetiva y de lo racional, sobre la base de la comprensión
precisa del método de los tipos ideales ya logrado. De esta manera
se demuestra el carácter mutuamente confirmatorio de las categorías de
Weber. Luego, al final, podremos pronunciar el veredicto definitivo
45

acerca del objeto y la metodología propios de la sociología compren­


siva, que era el problema con el cual· comenzamos.
Habremos completado así el círculo, y difícilmente sea accidental,
sino que más bien corresponderá a la naturaleza de las cosas, el hecho
de que hayamos tenido que terminar por donde comenzamos, con la
obra del hombre cuyo pensamiento penetró más profundamente en
la estructura del mundo social : Max Weber.

2. El concepto de acción significativa de Max Weber

Según Weber, la tarea de la sociología comprensiva consiste en com­


prender e interpretar la acción social. La acción social es aquella que

en virtud del significado subjetivo que le atribuye el individuo ( o individuos) actuan­


tes, toma cuenta de la conducta de los otros y de acuerdo con ello orienta su propio
curso .. • En el concepto de "acción" se incluye toda conducta humana a la que el
individuo actuante atribuya un significado subjetivo, y en la medida en que lo hace.
La acción, en este sentido, puede ser manifiesta o puramente interna o subjetiva;
puede consistir en intervenir positivamente en una situación, o en abstenerse deli­
beradamente de hacerlo, o prestar aquiescencia pasiva a esa situación.29

Estas definiciones básicas de Weber merecen un examen muy detenido.


Comencemos nuestra crítica con la definición que da Weber del
concepto de acción. La acción es significativa para el que actúa; eso
es lo que distingue la acción de la mera conducta. Hasta aquí, no
hay una referencia social necesaria. Toda acción dirigida hacia un
objeto es ipso facto significativa. Cuando mojo mi pluma en la tinta
o acerco la lámpara de mi escritorio, actóo en forma significativa.
Podemos trasladar ahora este concepto inicial de significado a,, la esfera
social y aplicarlo a la acción social que, como hemos visto, es acción
basada en la conducta de otros.
Consideremos brevemente la diferencia específica de la acc10n
social. Ante todo, esta última, por su significado subjetivo mismo, debe
basarse en la conducta de otro ser humano. Pero esto significa que
nos encontramos ahora frente a un nivel diferente de significado. El
individuo puede ya actuar en forma significativa, aparte de cualquier
implicación social. Pero en el momento en que entre en relaciones
sociales, sus acciones asumen un significado más. Están entonces enfo­
cadas sobre otro : un "tú". En este nuevo estadio, la ácción sólo puede
comprenderse presuponiendo la existencia de ese "tú". Sin embargo,
según el punto de vista de Weber; no es suficiente que una acción
establezca el contacto con otra persona para que se la califique de
acción social.

29 Weber, Wirtschaft 1md Gesellschaft, pág. 1 [T.I., pág. 88] .


46

No todo tipo de contacto entre seres humanos tiene un carácter social; este
carácter se limita, más bien, a los casos en que la conducta del actor está orientada
significativamente bada la de otros. Por ejemplo, un mero choque de dos cidistas
puede compararse con un evento. natural. Por otro lado, sus tentativas para evitar
el choque, o los insultos, golpes o discusión amistosa que pueden seguir a éste,
constituiiian "acción" social.30

\Veber requiere entonces que la persona que realiza una acción social
esté consciente de mucho más que de la pura existencia del otro. Debe
darse cuenta del significado de la conducta del otro e interpretarlo.
Pero aquí llegamos a un tercer nivel de significado. Una cosa es tener
la vivencia "eso es un congénere'', y otra totalmente distinta tener la
vivencia "esa persona se está comportando de tal o cual manera, y
yo voy a actuar en consecuencia". Estas dos vivencias pertenecen, de
hecho, a dos dominios diferentcs de significado. Weber lo expresa
claramente cuando al explicar el concepto de "el otro", observa:

Los otros pueden ser personas individuales y ser conocidas para el actor como
tal, o constituir una pluralidad indefinida y ser totalmente desconocidos como indi­
viduos. Así, la "moneda" es el medio de intercambio que el actor acepta en pago,
porque orienta su acción según la expectativa de que un número muy grande pero
desconocido de individuos con los que él no tiene relación personal estarán dispuestos
a aceptarla en el intercambio, en alguna ocasión futura.si

En este caso la proposición "eso es un congénere" no .es captada temá­


ticamente 32 sino que se da por sentada 33 por parte del actor, sobre
la base de su experiencia social. En cambio, el significado que se
desarrolla temáticamente en esta situación es la referencia a la "con­
ducta" de otros, que resultan ser aquí seres anónimos.
Un cuarto nivel de significado se agrega con el postulado de que
la acción social debe orientarse hacia la conducta de otro. Debemos
posponer para más adelante 3 4 el esclarecimiento del significado d e
ese concepto muy poco claro, el d e "orientarse", que u n crítico 3 5 ínter-

30 Ibíd., pág. 11 [T.I., pág. 113].


31 Ibíd., pág. 11 [T.I., pág. 112] .
3 2 ["Captar algo temáticamente" es mantenerlo en el centro de la atención.
En este caso Schütz da a la expresión el mismo sentido que Husserl. Véase Husserl,
Ideas, § 122 c, pág. 344. En el curso del libro indicaremos la obra de Husserl, Ideen
zu einer reinen Phiinomenologie und phiinomenologischen Philosophie , 3" ed. ( Halle,
1928 ) , simplemente con "Ideen'. La traducción inglesa de \V. R. Boyce Cibson
( Nueva York y Londres, 1931) se indicará con "Ideas".]
;¡;¡ Este término (fraglos gegeben ) . que definiremos con mayor precisión más
adelante, fue utilizado por Scheler en vinculación con el desarrollo de la "cosmo­
visión relativamente natural"; cf. su obra Wissensformen u nd Gesellsclwft, pág. 59.
Felix Kaufmmm utilizó a su vez ese concepto en su análisis del valor, en su libro
Die 11hilosophischen Grundprobleme cler Lehre von der Strafrechtsschuld ( Leipzig
y Viena, 1929 ) .
34 Véase más adelante, cap. II, apartado 17.
3 11 Sander, quien piensa que \Veber quiere significar con "orientación" que el
47

pretó en parte equivocadamente. Todas estas estructuras de significado


son comprendidas por el actor social, lo cual sólo puede significar que
éste basa su acción en la comprensión que tiene de la conducta de
otros. Y según el punto de vista de Weber, la comprensión de esta
conducta social, es decir, su "interpretación'', es a su vez la tarea pro­
pia de la sociología. Sin embargo, este trabajo de interpretación ocurre
en otro nivel de significado, que es el quinto.
El análisis realizado hasta aquí deja aún tres . amplios sectores de
problemas no resueltos que corresponden al concepto de acción social.
Estos son:

l. ¿Qué significa decir que el actor atribuye un significado a su


acción?
2. ¿De qué manera se da el yo del otro al yo, como algo significativo?
3. ¿De qué manera comprende el yo la conducta de los otros, a) en
general, b) en función del significado subjetivo de los otros?

Estas cuestiones no pertenecen como tales a las ciencias sociales. Se


refieren, más bien, a ese sustrato de objetos de las ciencias sociales
que hemos examinado con anterioridad, es decir, al nivel en el cual
el mundo social se constituye en actos de la vida diaria con los otros
(esto es, actos en los cuales se establecen e interpretan los significa­
dos ) . No estamos aún preparados para realizar un análisis exhaus­
tivo de estos problemas, sino que tendremos que contentarnos con unos
pocos resultados imprecisos de validez meramente provisional.
Weber retoma reiteradamente el problema de cómo debe definirse
la conducta significativa y cómo proceder para distinguirla de la caren­
te de significado. Habla de los límites fluctuantes de la conducta
significativa y menciona como caso límite el de la conducta afectual :

La conducta puramente afectual se encuenh·a también en el límite de la que


podemos considerar "significativamente" orientada, y a menudo rebasa la línea.
Puede consi�tir, por ejemplo, en una reacción incontrolada ante algún estímulo excep­
cional. Es un caso de sublimación cuando la acción afectualmente determinada
ocurre en forma de descarga consciente de tensión emocional. Cuando esto sucede,
la conducta se encamina por lo común, aunque no siempre, hacia la racionalización
'
en uno u otro de los sentidos mencionados anteriormente, o en ambos,36

Debemos distinguir la conducta afectual, que carece por lo tanto


de significado -puesto que se encuentra más allá de los límites de la
conducta "consciente" ( ¡nótese bien! ) de la acción afectual. La acción
-

objeto de todo acto social consiste en hacer que alguien se comporte de una cierta
manera mediante la propia conducta física ( neto expresivo ) . Véase su artículo
"Gegenstand der reinen Gesellschaftslehre", Archiv für Sozialwissensclwften, LIV,
329-423, especialmente 33.5.
:io Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 12 [T.I., pág. 116] .
48

afectual tiene en común con la acción . basada racionalmente en un


valor elegido, el hecho de que su significado

no reside en el logro de un resultado ulterior a él, sino en la ejecución del tipo espe­
cífico de acción por sí mismo. Ejemplos de acción afectual son la satisfacción de
un impulso directo de venganza, de gratificación sensual, de devoción a una persona
o ideal, de arrobamiento contemplativo o, . por último, de abreacción de tensiones
emocionales. Tales impulsos pertenecen a esta categoría, cualquiera que sea el grado
de sordidez o sublimidad que posean.3 7

La conducta afectual y, en cierta medida, la que se basa en la


elección racional de valores están cercanas a los límites exteriores de
lo significativo. Pero no son los únicos tipos de conducta que se encuen­
tran en este caso. Existen también "ciertas uniformidades empíricas . . •

es decir, ciertos tipos de acción, que corresponden a un significado


subjetivo típicamente apropiado, atribuible a algunos actores . . . que
se repiten con frecuencia en el mismo individuo o las realizan simul­
táneamente muchos individuos distintos",38 tales como la costumbre,
el uso, etcétera, e igualmente la "conducta tradicional", que Weber
considera como

muy cercanas al límite de lo que puede llamarse justificadamente acción orientada


en forma significativa, y ubicadas incluso a menudo, más allá de esa línea. En efec­
to, se trata con mucha frecuencia de reacciones casi automáticas a los estímulos
habituales que guían la conducta en una trayectoria que se ha seguido repetida­
mente.39

Las afirmaciones citadas revelan cuán vagamente define Weber el


concepto de acción como conducta significativa. Son evidentes los
motivos en que se basa la formulación del concepto tal como él la
realizó. En primer lugar, cuando Weber habla de conducta signifi­
cativa, está pensando en conducta racional y, lo que es más, en "con­
ducta orientada hacia un sistema de fines individuales discretos" ( zwec­
kratiorwl ) , El piensa que ese tipo de conducta es el arquetipo de la
acción. En verdad, esta orientación teleológica de la acción es en
todos los casos en Weber el modelo de construcción significativa, y
con buen motivo, desde el punto de vista de la sociología comprensiva.40
En segundo lugar, la clasificación de la conducta en tipos dife­
rentes, tales como la orientada racionalmente por fines, la orientada
racionalmente por valores, la emocional y la tradicional, presupone en

37 Loe. cit.
38 Ibíd., pág. 14 [T.I., pág. 120].
3 9 lbíd., pág. 12 [T.I., pág. 116] .
�o Véase el capítulo V, apartado 48, más abajo; compárese a este respecto
\Valther, "ifax Weber als Soziologe", Jahrbuch für Saziologie, 11 (Karlsruhe, 1926) ,
1-6.'5 . ··�pecialmente 3 5 y sigs.; también Crab, Der Begriff des Rationalen i n der
Saziologie .\fax ·webers (Karlsruhe, 1927) , especialmt>nte págs. 25-35.
49

sí inisma que el significado de una acción es idéntico al motivo de la


acción. Eso, como veremos, lleva a Weber a muchas contradicciones.
Sin duda, las experiencias de la vida cotidiana parecen apoyar la tesis
de Weber. Al examinar mi trabajo diario, las acciones que realizo du­
rante todo el día, sea solo o en compañía de otros, y al preguntarme
cuál es el significado de todas estas acciones, llegaré sin duda a la
conclusión de que la mayoría de ellas son automáticas. Esta conclu
sión parece bastante convincente porque yo encuentro que muchas de
estas acciones no tienen en absoluto significado o, a lo sumo, lo tienen
muy vago. Sin embargo, una cosa es el significado de una acción
y otra muy distinta, el grado de claridad con que captamos ese signi­
ficado. Hay algo que muestra que la mayoría de mis acciones tienen
en verdad significado, y es que, cuando las aíslo del flujo de la expe­
riencia y las considero atentamente, encuentro que tienen significado
en el sentido de que soy capaz de hallar en ellas un significado sub­
yacente. Es entonces ·erróneo utilizar el criterio de significatividad para
distinguir la acción de la conducta simplemente reactiva, si se atribuye
a la palabra significatividad su amplio sentido ordinario. Aun mi con­
ducta tradicional o afectual tiene alguna clase de significado. En ver­
dad, cuando observo con atención, descubro que ninguna de mis viven­
cias está enteramente desprovista de significado. Y vemos así que es
inútil decir que lo que distingue la acción de la conducta es el hecho
de que la primera es significativa desde el punto de vista subjetivo
y la segunda no lo es. Por el contrario, cada una es significativa a su
manera. Esto nos enfrenta de inmediato con la difícil cuestión de la
diferencia existente entre el significado de la acción y el de la mera
conducta. Y, por supuesto, se añade a éste otro problema, el de la
naturaleza d e la acción como tal. Hemos de ocuparnos de todas estas
cuestiones en una serie de aspectos. Sin embargo, la simple mención
de ellos bastará para mostrar cuán profundamente debemos llegar para
poder realizar un análisis adecuado del concepto de significado.
El segundo problema que hemos mencionado -la manera en que
el yo del otro se nos da en forma significativa- no lo trata en absoluto
Weber. El presupone la existencia significativa del yo del otro como
algo simplemente dado en todos los casos en que habla de la interpre­
tación de la conducta de otros. Para su manera de concebir el pro­
blema, difícilmente sea necesario un análisis exacto del modo en que
se construye en mi conciencia el yo del otro. Con todo, debe plan­
tearse la cuestión referente a cómo logramos conocer el yo del otro, tan
pronto como nos ponemos a estudiar el significado subjetivo de la con­
ducta de otros.
50

. 3. El carácter pre-dado del yo del otro y el postulado


de la comprensión del significado subfetivo
El postulado de la investigación del significado que se oculta detrás
de las acciones del otro, y al que éste apunta subjetivamente, presu­
pone una teoría de la cognoscibilidad del yo del otro y, junto con
ella, una teoría del carácter pre-dado de este último. Sólo se justifica
que pregunte qué quiere significar otra persona cuando supongo a ) que
realmente quiere significar algo, y b ) que yo puedo averiguar lo tjfie es,
tal como puedo averiguar el signíffc ado de mi propia conductav Pero
debemos acentuar, aun antes de comenzar con nuestro proyecto, que
el significado subjetivo de la conducta de otra persona no tiene por
qué ser idéntico al significado que su conducta externa percibida tiene
para mí como observador. Pero este punto requiere pruebas.' Si las
vivencias de otra persona me fueran tan accesibles como me son las mías
-sea mediante empatía o, como pensaba Scheler, mediante alguna
clase de "intuición interna"- 41 entonce� su vivencia, es decir, el signi­
ficado a que apunta su conducta, resultaría directamente evidente 42
para mí al observarlo. Más aún, su conducta sólo podría tener para
mí el significado que él le atribuía subjetivamente; resulta claramente
absurdo que pueda tener otro, de carácter objetivo. Ahora bien, es
evidente -y lo demostraremos más adelante- 43 que este supuesto de
una penetración empática total en las vivencias de otra persona, im­
plica una teoría contradictoria con los caracteres legales esenciales de
la conciencia. De una naturaleza totalmente distinta es la teoría que
nos dice que "al comienzo nos son dados el cuerpo de la otra persona
y sus cambios y movimientos o, más estrictamente, las apariencias de
éstos, y que sobre la base de tales datos llegamos a postular su inte­
rioridad y su existencia como un otro yo".44 Esta línea de pensamiento

4 1 Scheler, Wesen und Formen der Sympathie, 2"' ed. ( Bonn, 1923) , pág. 288
[T.I., The Nature of Sympathy, por Peter Heath (New Haven, 1954 ) , pág. 249] :
"Así, la percepción interna representa una polaridad entre actos, y esos actos son
capaces de referirse a nosotros mismos y a otros. Esta polaridad es intrínseca­
mente capaz de abarcar la i:-ida interna de otros y la mía propia, tal como me abarca
a mí mismo y a mi propia experiencia en general Ibíd., págs. 296 y sigs. [T.I.,
• • • "

págs. 256 y sigs.] : "Lo que afirmamos es . . que en la medida en que concieme al

acto y a su naturaleza y al ámbito de hechos que aparecen dentro de él, cada uno
puede aprehender la experiencia de sus congéneres tan directamente ( o indirecta­
mente) como la suya propia." Véase también Litt, Individuum und Gemeinschaft,
págs. 100 y sigs.
42 [Erfassbar in Selbsthabe, literalmente, "comprensible en la posesión inme­
diata de la cosa misma". Cf. el uso del término Selbsthabe por Husserl, en "Klarheit
der Selbsthabe", Formale und Transzendentale Logik ( Halle, 1929 ) , § 16 c.]
43 Cf. cap. 111, t;partado 19, más abajo.
44 Las objecioneJ de Scheler a esta teoría (Wesen und Fcwmen der Sympathie,
págs. 281 y sigs. [T.I., págs. 243 y sigs.] ) son enteramente justificadas. Es sin duda
totalmente imposible inferir la existencia del yo del otro sólo a partir de la aparien­
cia de su cuerpo y sin suponer que se da en sí misma toda la unidad psicofísica.
Véase más abajo, cap. III, apartado 19.
51

lleva, en última instancia, a la conclusión de que nunca vivenciamos


la mente de otro, sino sólo objetos físicos; que el concepto de la "mente
de otro" es episternológicarnente superlluo desde el punto de vista de la
ciencia; y que las afirmaciones acerca de la mente de otro no tienen
científicamente sentido, puesto que carecen de contenido empírico. Esta
posición fue defendida por Camap en algmíos de sus escritos.45 Parece
hacer justicia al hecho de que mis propias acciones y conducta se me
dan corno mis vivencias, mientras que las acciones y conducta de otro
no se me dan como sus vivencias. Más bien, la conducta y acciones de
otra persona se me dan como secuencias de hechos que ocurren en
el mundo físico, como cambios percibidos en el objeto físico que yo
llamo su cuerpo. Sin embargo, para comprender ese objeto como el
cuerpo de alguien, debo ya haber presupuesto la existencia del otro
yo que anima el cuerpo en cuestión. La referencia implícita al cuerpo
de otro sólo ocurre generalmente en la medida en que observo en for­
ma directa su acción y conducta y las miro como una secuencia de
hechos físicos que ocurren ante mí. Sin embargo, la conducta y acción
de los otros se me revelan no ,sólo a través de sus movimientos corpo­
rales, sino también por los resultados de esos movimientos, por ejem­
plo, ondas sonoras, cambios que ocurren en otros objetos, etcétera. Y
puedo plantearme la cuestión referente a qué es lo que produjo esos
cambios y mediante qué proceso ocurrieron. Ahora bien, encuentro
que todos estos hechos externos son inteligibles. Tienen significado
para mí. Pero el significado que descubro en ellos no tiene por qué
ser en absoluto idéntico al que tenía en su mente la persona que los
produjo. En efecto, estas objetivaciones de significado que hallo en
el mundo externo son meras "indicaciones" ( Anzeichen) del significado
a que apunta el actor o el productor del objeto en cuestión. Hemos
adoptado el uso del término "indicación" en el sentido técnico que le
da Husserl en las Investigaciones lógicas: 4 6 decimos que tenemos una
indicación en todos los casos en que

cualquier clase de objetos o estados de cosas cuya existencia es conocida para al­
guien, indica a esa persona la existencia de otros objetos o estados de cosas, en el
sentido de que su creencia en la existencia de los primeros es el motivo de una

45 Rudolf Carnap, Logischer Aufbau der Welt ( Berlín, 1928) , especialmente


págs. 185 y sigs., y Scheinprobleme in der Philosophie ( Berlín, 1928 ) , especialmente
págs. 18 y sigs. Es posible criticar el concepto .de Camap dentro de su propio sis­
tema. El apela a Ja evidencia de la lógica formal sin comprender que la validez
intersubjetiva misma de esta última presupone la existencia de otras mentes.
4G Husserl, Logwche Untersuc1mngen, 4" ed. ( Halle, 1928 ) , II, 1, 25.
[Cf. el examen que hace Schiitz del concepto de indicación en su artículo
"Symbol, Reality and Society", Collected Papers of Alfred Schütz, ed. �faurice
Natanson ( La Haya, 1962) , I, 310. Cf. también el análisis de Farber, The Foun­
dation of Phenomenology, 2" ed. (Nueva York, 1962) . Farber utiliza el término
"mark" (marca) para significar lo mismo que Schiitz con "indicación", Schütz
utili� la palahm "mark" ( marca) en un sentido un poco distinto. Cf. Collected
Papers, I, 308.]
52

creencia o sospecha respecto de la existencia de los segundos. La clase de motivo


a que nos referimos aquí 110 es la de una introvisión racional en la vinculación exis­
tente entre cosas.47

En la exposición siguiente descartaremos, en bien de la simplici­


dad, aquellos productos de acción que se remontan a la acción misma
y se limitan a la consideración de los cambios ocurridos en el cuerpo
de la otra persona que hacen visible la acción de ésta para el observa­
dor. Esos cambios funcionan como indicaciones de la vida interna de
la otra persona, pues su cuerpo no es un mero objeto físico, como un
palo o una piedra, sino un campo de expresión de las vivencias de esa
unidad psicofísica que llamamos el yo del otro.
Pero el término "campo de expresión" aplicado al cuerpo no es
bastante preciso. Husserl mismo ha señalado, en sus Investigaciones
lógicas, las ambigüedades del término "expresión".48 Basta para nues­
tro propósito indicar que en la literatura sociológica 49 toda acción de
otra persona es interpretada a veces como una expresión de su viven­
cia. Sin embargo, cuando se lo utiliza de esa manera, el término "expre­
sión" oculta una ambigüedad. Puede significar: 1 ) que la conducta
externa de la otra persona funciona como una indicación de su viven­
cia íntima, o 2) que ésta "trata deliberadamente de expresar algo"
actuando de cierta manera. Muchas cosas que son expresiones en el
primer sentido -el enrojecimiento de cólera, por ejemplo-, difícil­
mente lo sean en el segundo. Por el mismo motivo, una persona puede
tratar de expresar deliberadamente algo y no lograr "darle salida", de
modo que el observador no tiene ninguna indicación verdadera de su
estado subjetivo.no
Esta distinción es de gran importancia. Es posible referirse al
cuerpo como campo de expresión en la medida en que los cambios
corporales puedan ser interpretados regularmente como la conciencia
interna del sujeto que "llega a expresarse" en el primer sentido indi-
47 [Es un motivo "opaco" ( Schütz, op. cit., I, 311 ) . La relación entre la
indicación y lo que es indicado consiste en la "referencia" ( Hinweis) , no en la "im­
plicación". Tiene su origen en la asociación. Cf. Husserl, Logische Untersuchungen,
II, 1, págs 25-30.]
.

48 [Logische Untersuchttngen, II, 23-105, passim. Cf. también Farber, Foun­


dation of Phenomenology, cap VIII.]
.

49 Véase, por ejemplo, Freyer, Theorie des obfektiven Geistes, págs. 14 y sigs ;.

Litt, op. cit., págs. 97 y sigs., 141 y sigs., 182 y sigs.; y, con anterioridad, Sander,
"Gegenstand der reinen Gesellschaftslehre", págs. 338, 354. Por otro lado, en su
Allgemelne Soziologie, Sander distinguió, en un agudo estudio, las múltiples facetas
del significado implícito en el concepto "expresión".
50 Reservamos para un tratamiento posterior otro sentido más del término
"expresión", que es el de expresión simbólica, como ocurre por ejemplo en el caso
del lenguaje. No lo hacemos aquí en parte por el deseo de evitar complicaciones in­
necesarias, y en parte porque todo símbolo tal presupone un acto simlJólico, y los
actos simbólicos sólo son otros casos más de conducta exterior. Lo que aq1ú nos inte­
resa es el problema general de cómo uno infiere las vivencias de otra persona, dada
su conducta exterior.
53

cado más arriba.51 Pero esto implica tan sólo decir que los cambios
corporales percibidos en él son indicaciones de su estado subjetivo. �o
implica de ninguna manera que esos cambios sean "expresiones" en
cualquier sentido voluntario o que el_, individuo esté "expresando una
intención". Sería totalmente incorrecto decir que mediante el acto de
aserrar la madera, el leñador expresa su deseo de voltear árboles. En
efecto, toda intención expresada es un mensaje, y esto presupone un
receptor del mensaje. Por lo tanto, sólo podemos hablar de "expresión"
en nuestro segundo sentido, si lo que se ·expresaba se entendía como
alguna clase de comunicación.52
¿Qué es lo que de hecho se expresa en el campo de expresión de
la otra persona? ¿Es la vivencia del otro? ¿Es quizás el significado a
que apunta subjetivamente?
Scheler se explica muy claramente respecto de este punto:
Creemos con certeza que conocemos directamente la alegría de otra pe1·sona
por su risa, su pesar y dolor por sus lágrimas, su vergüenza por su rubor, sus súplicas
porque extiende las manos, su amor por su mirada de afecto, su cólera porque rechi­
na los dientes, sus amenazas porque cierra el puño, y el contenido de sus pensa­
mientos por el sonido de sus palabras.53

Supongamos que Scheler tiene razón, y que ciertos contenidos de la


conciencia de la otra persona, tales como la alegría, el pesar, el do­
lor, la vergüenza, la súplica, el amor, la cólera y las amenazas se nos
dan directamente a través de actos de percepción interna y sin ninguna
clase de proceso inferencia!. ¿Se deduce de ello que el significado
sub¡etivo de Ja otra persona se nos da también de esta simple manera?
¿Quiere decir que nosotros percibimos directamente Ja intención que
yace detrás de esos actos de ruego o amenaza? Seguramente se requie­
re aquí una distinción. Si "significado subjetivo" ( gemeinter Sinn) es
un término que denota simplemente la actitud manifiesta exhibida
por la otra persona -ruego o amenaza, por ejemplo-, es perfecta­
mente posible decir que percibo en forma directa esa actitud. Hasta
puedo afirmar, si se quiere, que la intuyo en un simple acto de "per­
cepción interna". Pero si el término "significado subjetivo" denota por
qué la otra persona exhibe esa actitud -su intención, por ejemplo, de
provocarme a acciones irracionales mediante sus amenazas-, es sin1-
plemente falso que se me revele en forma directa ningún significado
subjetivo de esa clase. Más bien, ese movimiento corporal que he
111 Sólo en un sentido limitado podemos referimos a un cambio patológico que
ocurre en el cuerpo de otro, como indicación de su vivencia: su dolor físico, por
ejemplo, o su estado de ánimo. La formulación que hicimos en el texto es necesaria­
mente imprecisa y provisional.
52 Ignoramos aquí el caso trivial y excepcional en que uno "se comunica con­
sigo mismo" tomando notas.
líS Wesen und Formen der Sympathie, págs. 301 y sigs. [T.I.• Heath, pági­
nas 260 y sigs.].
54

aprehendid o cQmo una amenazl'i, sólo se mé da directamente como


un estado objetivo de cosas, como algo a interpretar. Ahora bien, cuan­
do interpreto la agitación de un puño comn 1.ma �.menaza, introduzco,
sin darme cuenta, un contexto muy estructurado de significado.54 Pero
aunque la conciencia de la amenaza fuera todo lo directa e inmediata
que se quis iera, estaría aún muy lejos de constituir un conocimiento
intuitivo del significado subjetivo de la otra persona.
Cuando Scheler, en el pasaje citado antes, habla de intuir la expe­
riencia de la otra persona, limita sus ejemplos a los así llamados "mo­
mentos expresivos". ¿Pero qué ocurre con otras acciones o clases d e
conducta? Cuando observo a u n leñador mientras trabaja ¿percibo
directamente sus vivencias? Si es así, ¿,qué vivencias? ¿Sus vivencias
de esfuerzo al manejar el hacha? ¿O el motivo, quizá, por el cual la
maneja? Estas cuestiones encierran profundos problemas que encara­
remos en su momento. Procederemos ahora, sin embargo, a realizar
un reconocimiento preliminar de la zona en que se encuentran, exami­
nando los conceptos de Weber acerca de la comprensión observacio­
nal y motivacional.
Weber distingue entre dos tipos de comprensión·

La primera es . la comprensión observacional directa ( aktuelles Verstelie11 ) del


significado subjetivQ- (gemeinter Si1111) 55 del acto dndo como tal, incluidas las expre­
siones verbales. Comprendemos así por observación directa, en este sentido, el sig­
nificado- de la proposición 2 X 2 = 4 cuando la oímos _o la leemos. Este es un caso
de comprensión racional directa de ideas. . - Comprendemos también una expresión de
rabia que se manifiesta mediante la exp�esión facial, exclamaciones o movimientos
irracionales. Esto es comprensión observacional directa de reacciones emocionales irra­
cionales. Podemos comprender, de una manera observacional similar, la acción de
un leñador o de alguien que aferra un picaporte para cerrar una puerta o apunta un
arma hacia un animal. Esto es comprensión observacional racional de acciones. Sin
embargo, la comprensión puede ser de otra clase, a saber, comprensión explicati­
va ( erkliirendes Verstehen ) . _Así, comprendemos en términos de motivo (motiva­
tio11smiissig) el significado que un actor atribuye a la proposición dos por dos igual
a cuatro, cuando la formula o la escribe, porque comprendemos lo que le hace

hacer eso en ese preciso momento y en esas circunstancias. La comprensión se al­


canza, en este sentido, si sabemos que la persona está efectuando un balance en un ,

54 [Sinnzusammenhang es un tém1ino utilizado por Weber y por Schütz para


referirse a "una pluralidad de elementos que forman un todo coherente en el nivel
de significado. Existen varios modos posibles de relación· significativa entre tales
elementos, tales como la coherencia lógica, la armonía estética de un estilo o la
adecuación de los medios a un fin" { Hertderson y Parsons, op. cit., pág. 95 n. ) . "Con­
texto" y "complejo'' de significado son traducciones adecuadas; "configuración" y
"matriz", que utiliza Luckmann, quizá sean el mejor equivalente cuando Schütz
habla más técnicamente. Véase Luckmann en Schütz, Collected Papers, II, 63.]
vi> [Henderson y Parsons traducen gemeinter Sinn de dos modos diferentes al
verter este pasaje: 1 ) como :mbjective meaning ( significado subjetivo) , y 2 ) mmo
intended meaning (significado a que se apunta ) . Esto se adecua perfectamente
a lo que Schütz señala al comienzo del apartado 4. ]
55

libro mayor haciendo una demostraci6n científica, o está realizando alguna otra tarea "
de la cual este acto en · particular sería una parte apropiada. Esto es comprensión
racional de la motivaci6n, que consiste en ubicar el acto en un contexto de signifi­
cado ( Sinnzusammenhang} inteligible y más indusivo. Así, comprendemos la ac­
ci6n de cortar la madera o de apuntar un rev6lver en funci6n del motivo que se
añade a la observación directa, si sabemos que el leñador trabaja por un salario
o está cortando leña para su propia chimenea o, quizá, lo hace por divertirse. Pero
también podría estar "abreaccionando" un acceso de rabia, y así la situación sería
irracional . . , En todos los casos mencionados anteriormente el acto particular ha
sido colocado en una secuencia de motivación ( Sinnzusammenhang) comprensible,
cuya comprensi6n puede tratarse como una explicación del curso real de la con­
ducta. Así, para una ciencia que se ocupa del significado subjetivo de la acción, la
explicación requiere que se capte el complejo de significado ( Sinnzusammenhang)
al cual pertenece un curso real de acción comprensible así interpretado. En todos
esos casos, aunque los procesos sean en gran medida afectuales, el significado sub­
jetivo ( subfektlver Sinn) de la acción, incluido también el de los complejos signifi­
cativos pertinentes, recibirá el nombre de signiticado "a que se apunta" ( gemeinter
Sinn) . Esto implica apartarse del uso ordinario, que sólo habla de intención, en este
sentido, en el caso de acción que persigue racionalmente un propósito.li6

Esta tesis, muy ilustrativa, merece un examen más detenido.

4. Crítica de los conceptos de comprensión "observacional"


y "motivacional" de Max Weber

Por el pasaje precedente debería resultar claro que Weber utiliza ]a


expresión "significado a que se apunta" en dos sentidos diferentes. En .
el primer caso, se refiere al significado subjetivo que la acción tiene
para el actor. Según Weber, este significado subjetivo puede compren­
derse "observacionalmente", es decir, puede ser captado por observa­
ción directa. Pero en el segundo, se refiere a la trama más amplia de
significado a la cual pertenece una acción "así interpretada" ( es decir,
interpretada de acuerdo con su significado subjetivo) . Este contexto
más amplio de significado ·es develado por la comprensión motivacio-
·

nal o esclarecedora.
Consideremos la comprensi6n observacional y, bajo ese rubro,
comencemos por la comprensión observacional de "estados afectivos"
y "pensamientos". ¿Cómo podemos llegar a comprender el significado
subjetivo de esas vivencias mediante observación directa? Es muy
difícil determinar, como acentúa Weber mismo,5 7 si una acción afec­
tual dada constituye conducta significativa y, por lo tanto, acción genui-

56 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 3 [T. l., págs. 96-98); cf. tam­
bién el punto 3, ibíd., así como el ensayo de Weber, "über einige Kategorien der
Verstehenden Soziologie", Gesammelte Aufsiitze zur Wissemchaftslehre, especial­
mente págs. 408 y sigs.
117 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 12 [T.I., pág. 116].
56

na. Supongamos que yo "percibo internamente" la explosión de cólera


de A, como diría Scheler. O, para utilizar la terminología de Weber,
supongamos que en un acto de comprensión observacional capto el
aspecto del rostro de A y sus gestos como una explosión de cólera.
¿Pero he determinado con ello si A está simplemente reaccionando, y
su conducta "sobrepasa la línea de lo que puede considerarse signifi­
cativamente orientado", si "consiste en una reacción incontrolada ante
un estímulo excepcional", o si A sufre tan sólo un acceso de mal humor
y el único significado que la explosión tiene para él es la abreacción
de sus sentimientos reprimidos? La observación directa no me da la
respuesta a esta cuestión. Si bien sé que A está enojado, sigue siendo
oscuro para mí lo que ese enojo significa para él subjetivamente.
Ahora bien, esto vale también para la "comprensión observacional"
de pensamientos, como ocurre en el caso del juicio 2 X 2 = 4. Husserl
ha distinguido recientemente dos sentidos diferentes del significado de
un juicio.58 Primero está el contenido del juicio ( Urteilsinhalt) : "que
2 X 2 = 4". En segundo lugar, está la actitud epistémica ( subjektiv
.doxisch Setzungsmodus) que la persona que utiliza o profiere el juicio
tiene respecto del contenido de éste. Puede, por ejemplo, sostener que
es en verdad cierto o sólo lo es probablemente; puede sólo sospechar
que es cierto; o suponerlo simplemente cierto a los fines del razona­
miento. O, por último, puede negarlo. Debe notarse que el contenido
del juicio sigue siendo el mismo a través de todos estos cambios de
actitud epistémica. Ahora bien, es esta misma actitud epistémica la
que, según Weber, determina lo que "quiere significar" el que emite
el juicio. En otras palabras, lo que él significa cuando lo emite consiste
en s i realmente lo cree, o sólo sospecha que es cierto, y todo lo demás.
Y, sin embargo, esa actitud epistémica es precisamente lo que no se
puede determinar mediante la observación directa.
Encontramos una dificultad paralela cuando encaramos la com­
prensión observacional de un acto. Weber diría que comprendo me­
diante observación directa el significado de la conducta de un hombre
cuando lo veo realizar actos tales como cortar madera, tomar la perilla
de una puerta para ( ¡obsérvese bien! ) cerrarla, o apuntar un rifle a
un animal. Weber menciona estos movimientos observados del cuerpo
de la otra persona como el substrato de la comprensión o�servacional.
Sin embargo, es obvio que ya han sido comprendidos e interpretados
tan pronto como se les llama "corte de madera", "toma de la perilla", o
"apuntar el arma". ¿Qué ocurre si el hombre que maneja el hacha no
está realmente cortando madera sino que tan sólo parece hacerlo? ¿Qué
sucede si el hombre que toma la perilla de la puerta no lo ha hecho
para cerrarla sino que la sujeta para repararla? ¿Qué sucede si el
cazador no está apuntando en absoluto, sino que solamente observa
al animal a través de la mira telescópica de su rifle? Es bien evidente

58 Formale und transzendentale Logtk, págs. 192 y sigs. [El resto de este
párrafo es una paráfrasis.]
57

que la comprensión observacional de la conducta exterior de la otra


persona no basta para contestar estas preguntas. Son cuestiones de
significado subjetivo que no pueden contestarse observando simple­
mente la conducta de alguien, .como Weber parece pensar. Por lo
contrario, observamos primero la conducta corporal y luego la ubicamos
en un contexto más amplio de significado. Una manera en que pode­
mos hacerlo es dando a la conducta en cuestión un nombre. Pero ese
contexto de significado no tiene por qué ser, y de hecho no puede ser,
idéntico al contexto de significado que reside en la mente del actor
mismo. Llamémosle contexto objetivo de significado, por oposición al
contexto subjetivo de significado · del actor.
Examinemos ahora la comprensión motivacional. Weber dice que
ésta consiste en comprender el contexto significativo a que pertenece
una acción, una vez comprendido el significado subjetivo de la acción
en sí mismo. Pero en el mismo pasaje afirma que este contexto signi­
ficativo es aquél dentro del cual la acción constituiría una parte apro­
piada desde nuestro punto de vista. Esto es confuso, si no directamente
contradictorio, pues no tenemos ninguna manera de saber si el con­
texto significativo ·que consideramos apropiado es el mismo que el actor
tiene en su mente. Esta es una cuestión sobre la cual volveremos más
adelante. Baste decir por el momento que hemos probado la imposi.
bilidad de la comprensión motivacional sobre la única base de la obser­
vación. Es imprescindible disponer de datos derivados de alguna otra
fuente. Para comprender los motivos de una persona no bastará "eva­
luar" sus acciones sobre la base de una "instantánea" separada del
contexto. La comprensión motivacional requiere, en cambio, un cierto
monto de conocimiento del pasado y futuro del actor. Veamos el caso
de los dos hombres del ejemplo de Weber. Uno de ellos trabaja en
una ecuación matemática, el otro está cortando madera. La informa­
ción que resultaría esencial acerca del pasado de los dos hombres
podría ser que el primero se ha propuesto demostrar algo dentro de
la ciencia y que el segundo ha sido empleado como leñador. La infor­
mación que resultaría esencial acerca del futuro de los dos hombres
podría ser que el científico considera que esta determinada ecuación
es importante para su demostración y que el empleador está dispuesto
a pagar por esta determinada parte de la tarea del leñador. El cono­
cimiento del pasado de los dos hombres es necesario para que yo
pueda encontrar un contexto significativo inteligible en el cual ubicar
sus acciones. El conocimiento del futuro de los dos hombres es esencial
para determinar si sus acciones en el sentido subjetivo que éstas tie·
nen para ellos resultan adecuadas al contexto significativo que ya he
reconocido.
En estos dos casos estoy buscando el "motivo", Por motivo entiende
Weber "un complejo de . . . significado 59 que al actor mismo o al obser-

r.o [Omitimos aquí la palabra "subjective" ( subjetivo) que sólo aparece en


la versión inglesa.]
58

vador le parece fundamento adecuado (o significativo ) para la con­


ducta en cuestión''.00 �Nebér aplica aquí con mucha lógica al contexto
significativo, que sin mayor elaboración llama el "motivo", la distin­
ción que ya trazó entre el significado subjetivo y objetivo de una
acción. Ahora bien ¿qué significa d ecir que el motivo es "un complejo
que al actor le parece fundamento significativo para su conducta"? Es
obvio que significa otra vez dos cosas. Primero, a mí se me presenta,
como fundamento significativo de mi conducta, una serie de eventos
futuros cuya ocurrencia me propongo producir. Estoy orientando mi
conducta hacia ese fin. Pero hay un segundo sentido en el cual hablo
a veces de fundamento significativo de mi conducta. En este caso
me refiero a mis experiencias pasadas que me lleWtron a comportarme
como lo hago. En el primer caso considero mi conducta como el medio
de cumplir cierto fin deseado. Si estoy tratando de encontrar un mo­
tivo en este sentido, me planteo la siguiente pregunta: "¿Cuáles de
todos los hechos futuros que espero que ocurran, se distinguen del
resto por el hecho de que mi expectativa de que ocurran constituye,
o constituye conjuntamente, el significado de mi conducta?" En el
segundo caso, considero mi conducta presente como el resultado de
experiencias pasadas, como el efecto de "causas" precedentes. Si estoy
buscando mi motivo en este sentido, me formulo la siguiente pre­
gunta : "¿Cuáles de todas mis experiencias pasadas se distinguen del
resto por el hecho de que constituyen, o constituyen conjuntamente, el
significado de mi conducta?" Nótese que en ambos casos el motivo
que se busca se encuentra fuera del lapso temporal de la conducta real.
Weber no logra distinguir entre estas dos cuestiones del todo
diferentes, y los resultados de esa falla, según veremos, son de vasto
alcance. Además, no contesta a la pregunta referente a si el significado
que la acción tiene para un actor, es idéntico al que se le aparece
a éste como su motivo, es decir, al complejo de significación que éste
considera como fundamento significativo de su conducta. En otras
palabras, cuando hemos descubierto un motivo de un hombre ¿hemos
descubierto el significado a que apunta su acción? El uso ordinario
parecería indicar que sí. Cuando he descubierto lo que un hombre
trata de hacer y lo que en su pasado lo ha llevado a tratar de hacerlo,
¿no he descubierto el significado de su acción? Por cierto, si le pre­
gunto qué se propone al actuar de tal o cual manera, contestará común­
mente de uno o dos modos. Dirá "estoy haciéndolo para . . ." o "estoy
haciéndolo porque . ". Sin embargo, debemos aclarar que estas for­
. .

mulaciones son meras abreviaciones de "experiencias de significado"


muy complejas del actor, y que la formulación del "motivo" de ninguna
manera da una explicación exhaustiva de la estructura total del "signi­
ficado a que se apunta". Por lo contrario, el actor da por sentado el
significado de su acción: es autoevidente para él en el sentido propio
del término. Si se pregunta a sí mismo cuáles eran sus motivos, toma

oo Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 5 [T.I. , págs. 98-99].


59

como punto de partida ese significado autoevidente y luego busca


experiencias pasadas que sean pertinentes para su acción o aconteci­
mientos futuros hacia los cuales ésta pueda conducrr. Por lo tanto, cabe
decir que el actor debe conocer ya el significado a que apunta su
acción antes de que pueda preguntarse por el motivo de ésta. Obsér­
vese cómo se aplica esto a los ejemplos de Weber. Cuando un hombre
embarcado en la formulación de una demostración científica utiliza
para ese fin la proposición 2 X 2 = 4, esa proposición puede ser ya
significativa antes de que la seleccione como uno de los pasos que lo
llevan a su conclusión. De la misma manera, el hombre que busca
empleo como leñador debe saber de antemano qué clase de tarea es
ésta antes de llegar a la conclusión de que puede ganarse la vida
con ella.
Este es (;)l estado del problema referente a la persona que busca
el contexto subjetivo de significado al cual pertenece su acción desde
su punto de vista. ¿Pero qué ocurre con el contexto de significado que
al observador se le aparece como base significativa de la conducta
de la persona observada? La comprensión motivacional de Weber tiene
como objeto el descubrimiento de motivos. Ahora bien, ya hemos
demostrado que el motivo de una acción no puede comprenderse a
menos que se conozca primero el significado de esa acción. Pero es el
actor quien tiene ese conocimiento, no el observador. Al observador
le falta el punto de partida autoevidente de que dispone el actor. Todo
lo que puede hacer es partir del significado objetivo del acto tal
como lo ve, tratando este significado objetivo como si fuera, en forma
incuestionable, el significado a que apunta el actor. Weber ve esto
con bastante claridad cuando dice que la comprensión motivacional
debe buscar el contexto de significado que es apropiado desde nuE's­
tro punto de vista ( o que tiene sentido para nosotros ) , dentro del
cual encaja la acción, interpretada de acuerdo con el significado a
que apunta el actor. Sin embargo, este así llamado significado "a que
se apunta" nos da tan poca información en el caso de la comprensión
motivacional como en el de la observacional. En ninguno de los dos
avanzamos más allá de la interpretación del significado objetivo.
La distinción que establece Weber entre comprensión observacio­
nal y motivacional es por cierto arbitraria y no encuentra ninguna base
lógica en su propia teoría. Ambos tipos de comprensión parten de. un
contexto objetivo de significado. La comprensión del significado sub­
jetivo no tiene cabida en ninguno de los dos. Podemos tratar a la com­
prensión observacional, cuando se ocupa de la significación subjetiva,
como si fuera una investigación de los motivos. En tal caso, debemos
estar dispuestos a aceptar la respuesta que obtenemos en un punto
conveniente de corte, puesto que la investigación del motivo lleva
siempre a un regreso al infinito. Por ejemplo, el leñador está mane­
jando el hacha para cortar la madera en trozos. Inversamente, podemos
tratar la comprensión motivacional como si fuera observacional. Esto
60

se hace considerando todas las formulaciones acerca del motivo como


si fueran una formulación de lai; vivencias del observador respecto de
las circunstancias que rodean el acto. Estas experiencias deben orde­
narse, por supuesto, en una serie continua y abarcar un lapso suficiente.
. Tal serie podría consistir en la observación de la firma del contrato
de trabajo, del manejo del hacha, del corte de la madera y del cobro
. del sueldo. Todas estas observaciones se agruparían luego como un
acto unificado del sujeto sometido a observación: "trabajar para una
compañía maderera".
Sin embargo, hay un aspecto epistemológico válido en el fondo
de la discusión entre comprensión observacional y motivacional. En
la vida diaria vivenciamos directamente los actos de otro. Interpreta­
mos los hechos externos que llamamos "acto de otro" como indicaciones
de una corriente de conciencia ubicada fuera de la nuestra. En la
medida en que hacemos esas cosas, podemos "comprender" los hechos
en cuestión, interpretando las indicaciones a medida que ocurren, y
presenciar así directamente la acción tal como se desarrolla, presen­
ciarla "en el modo de la actualidad". La comprensión observacional
se enfoca entonces sobre la acción mientras ésta ocurre, y nosotros,
como seres que viven al mismo tiempo que el actor y comparten su
presente, participamos vivencialmente en el curso mismo de su acción.
Por lo tanto, la comprensión observacional o directa consiste simple­
mente, en esencia, en la comprensión que ejercitamos en la vida diaria
en nuestras relaciones directas con las demás personas. Sin embargo, y
precisamente por esa razón, la inferencia que va de la conducta mani­
fiesta al significado a que se apunta, ubicado detrás de ella, no resulta
en absoluto una cosa neta y clara. 61
La comprensión motivacional, por otra parte, no está vinculada
con el mundo de la realidad social directamente vivenciada ( Umwelt) .
Puede tomar como objeto cualquier acción de los mundos más distantes
de los contemporáneos ( Mitwelt) , o los predecesores ( Vorwelt) , o
aun, en cierta medida, de los sucesores ( F olgewelt) . 62 En efecto, esta
clase de comprensión no toma como punto de partida una acción en
curso. Más bien, como demostraremos más adelante, su objeto es el
acto cumplido. Este puede considerarse como algo realmente comple­
tado en el pasado o como algo cuya forma futura completada se entrevé
en un momento dado. Puede considerárselo como motivo en función
del origen o motivo en función del fin, según dijimos más arriba. Ade­
más, . debe notarse que la comprensión motivacional parte de la base
de un significado objetivo establecido, que constituye simplemente una
indicación de la existencia de un significado subjetivo. Esta es una razón
más para que se pueda obtener un grado tanto mayor de claridad y
exactitud científica en la comprensión motivacional. De esto debemos
a su vez concluir que la "comprensión interpretativa", que define a

61 Husserl, Logische Untersuchungen, II, 25.


62 Estos términos se definirán con precisión en el cap. IV.
61

la sociología comprensiva, no puede ser comprens1on observacional.


Más bien, el método científico para establecer el significado subjetivo
es la comprensión motivacional, mientras la clase de comprensión pro-
pia 9e la vida diaria es de carácter observácional. .
Pero con esto no terminan; de ninguna manera, nuestros probie­
mas. Hemos visto que el significado a que se apunta es inaferrable no
sólo por el simple acto cotidiano de "captar el significado", sino tam­
bién por las dos clases de comprensión. Hemos visto, además, que la
conducta externa es meramente una "indicación" de la existencia del
significado subjetivo, y que todos los contextos de significado sólo se
nos dan en forma objetiva. En la medida en que hemos trazado una
neta distinción entre significado subjetivo y objetivo, debemos analizar
más detenidamente estos dos conceptos para poder seguir adelante.

5. Significado subjetivo y objetivo

Hasta ahora hemos estado utilizando el término "significado objetivo"


en un sentido puramente negativo, es decir, para referirnos a un signi­
ficado distinto del subjetivo que reside en la mente del actor. Es el
momento de formular en detalle el significado positivo que asignamos
al término.
Supongamos que M1 sea el significado que una determinada acción
A tiene para un determinado actor X, y que la acción A se manifiesta
mediante algún movimiento corporal de X. Digamos que A es obser­
vado por su amigo F y por el sociólogo S. Supongamos, además, que
la acción: A tiene sentido para ambos observadores. Los dos vincularán
entonces el curso externo de la acción A, que toman como una indi­
cación de las vivencias subjetivas de X, con un significado. Sin em­
bargo, ya hemos demostrado que el significado M1 a que apunta X
con su acción, no puede descubrirse ni mediante la comprensión obser­
vacional ni mediante la motivacional. Lo que ocurrirá entonces es que
F interpretará, sobre la base de su experiencia práctica, la acción exter­
na A como dotada del significado M2, y S asignará además a la acción,
sobre. la base de los constructos típicos ideales de la sociología com­
prensiva, un tercer significado, M3. Mientras en la terminología de
Weber, M1 sería el significado subjetivo o aquel al que A apuntaba
con su propio acto, M2 y M3 constituirían el significado objetivo de
este acto. Pero después de todo, M2 sólo es el significado objetivo relativo
a F, y M3 sólo es el significado objetivo relativo a S. Por lo tanto, la
calificación de M2 y M3 como contenidos significativos objetivos equi­
vale meramente a decir que son distintos de M1• De hecho, puesto
que M1 sólo puede inferirse a partir de la evidencia de la conducta
exterior de X, el significado a que apunta puede ser considerado como
un concepto límite con el cual M2 y M3 nunca coincidirían, aun en
condiciones óptimas de interpretación.
Tratemos de aclarar el concepto de significado objetivo tal como
62

se ejemplifica en M2 y M3• Debe eliminarse de inmediato una inter­


pretación, según la cual M2 es el significado subjetivo que F da al acto
A de X, y que M3 es el significado subjetivo que le da S. Tal interpre­
tación se apartaría enteramente de lo que piensa Weber cuando utiliza
la expresión "significado subjetivo o al cual se apunta". En efecto, es
obvio que una acción sólo tiene un significado subjetivo: el del actor
mismo. Es X quien da significado subjetivo a su acción, y los únicos
significados subjetivos que le dan F y S en esta situación, son los sig­
nificados subjetivos que dan a sus propias acciones, es decir, sus accio­
nes consistentes en observar a X. Es obvio que existen tantos enigmas
en torno del problema del significado subjetivo que es muy difícil
esperar, en esta etapa inicial de la discusión, que logremos una com­
prensión clara de su naturaleza.
F y S ven, por supuesto, la acción A como un hecho del mundo
exterior. Como viven en ese mundo, tratan de comprenderlo. No sólo
viven en sus vivencias subjetivas, sino que reflexionan sobre ellas. No
sólo tienen una vivencia directa del mundo, sino que piensan y hablan
de sus vivencias, utilizando conceptos y juicios. De este modo, expli­
can ellos sus vivencias del mundo, comprendiéndolas mediante esque­
mas interpretativos. El mundo y la manera en que lo vivencian tienen
sentido para ellos tal como lo tienen para usted, para mí y para
cualquier ser racional. Este uso de los términos "sentido" o "signifi­
cado" sólo quiere decir que un ser racional asume una cierta actitud
hacia_ un objeto cualquiera con el que se enfrenta. Puesto que F y S
vivencian el curso de la acción como un hecho de su mundo, la expe­
rimentan pre-predicativamente, y proceden a explicarla, es decir, a
"interpretar" esta experiencia suya; y el significado que tal vivencia
tiene para ellos es meramente una explicación de un aspecto de su
propia experiencia.
Pero los fenómenos del mundo externo no sólo tienen significado
para usted y para mí, para F y para S, sino para cualquiera que viva
en él. Sólo hay un mundo externo, el mundo público, y se da igual­
mente a todos nosotros. Por lo tanto, todo acto mío mediante el cual
doto al mundo de significado se remonta a algún acto de dotación de
significado ( Sinngebung) 63 de parte de usted con respecto al mismo
mundo. El significado se constituye, por lo tanto, como un fenómeno
intersubjetiva. El problema de cómo puede deducirse transcendental­
mente la intersubjetividad de todo conocimiento y pensamiento excede
el ámbito del presente estudio, aunque su análisis esclarecería por
completo el concepto de significado subjetivo. Este problema de toda
fenomenología del conocimiento, que es el más difícil y fundamental,
lo formuló Husserl en su Lógica formal y transcendental,84 pero de
ninguna manera lo resolvió.

63 [Husserl, Logimhe Untet'suchungen, 11, 37. Cf. también Farber, The Foun­
dation of Phenomenology, págs. 227 y 232-36.]
04 Especialmente § 96, págs. 210 y sigs. Cf. también Husserl, 'Méditations
63

Cuando hablamos de significa,do objetivo, no sÓlo. nos referimos


a los contextos amplios de significado que acabamos de examinar. Nos
proponemos también atribuir significado objetivo a ciertas objetivida­
des ideales ( idealen Gegenstiindlichkeiten) , tales como los signos y las
expresiones. Al hacerlo así, queremos ··decir que esas objetividades idea­
les son significativas e inteligibles por sí mismas -por así decirlo, en
su naturaleza anónima-, prescindiendo del hecho de que alguien las
piense, de que alguien las utilice. Por ejemplo, la expresión 2 X 2 = 4
tiene un significado objetivo aparte de lo que pase en la mente de
cualquiera o de todos los que la usan. Una expresión lingüística puede
ser entendida como un complejo objetivo de significado sin referencia
a los hablantes de ese lenguaje. Un tema de la Novena Sinfonía tiene
significación en sí mismo, dejando totalmente de lado la cuestión de
lo que Beethoven trató de expresar con él. En este caso el término
"significado objetivo" significa una unidad de significado considerada
como objeto ideal. Pero en la medida en que una expresión puede ser
considerada en función de lo que s,ign1f,ica ( Bedeutung) , se la puede
tener por verdaderamente objetiva. En sus Investigaciones Lógicas
·

Husserl nos enseñó a distinguir entre el "sigñificador" ( Bedeuten)


como acto, y "lo que es significado" ( Bedeutung) , el último de los
cuales constituye una unidad ideal en contraste con la multiplicidad
de todos los actos posibles de significar. La distinción establecida por
Husserl entre expresiones "esencialmente subjetivas y ocasionales'',
por una parte, y expresiones · "objetivas'', por la otra, es sólo un caso
especial de esta introvisión general y fundamental.65 "Una expresión
es ob¡etiva si impone su significado por la mera acción del contenido
manifestado en sonidos, y puede comprenderse sin tener en cuenta
la persona que la pronuncia o las circunstancias en que se la pronun­
cia.'' Por otro lado, una expresión es esencialmente subjetiva y ocasio­
nal cuando es "tal que su significado ocasional y real debe orientarse
con respecto a la persona que habla y a su situación".66
Ahora bien, la cuestión reside en saber si este sentido del término
"significado objetivo" es el mismo en que pensábamos al identificar
el significado objetivo de la acción A con las dos interpretaciones d e
significado, M2 y M3, que F y S daban d e esa acción . . Este no es evi­
dentemente el caso, ni lo sería aunque la acción de X fuera la mani­
festación de una expresión dotada de significado objetivo, tal como
una frase. En efecto, en .último análisis F y S no están interesados en
lo que X tiene que decir, o sea, en el contenido de su formulación
considerada como una objetividad ideal. Más bien, cualquier obser-

cartésiennes, Meditación V [T.I. del texto alemán, Cartesian Meditations, por Dorion
Cairns ( La Haya, 1960) ] .
65 [Remitimos al lector al conciso resumen de los puntos de vista de Husserl
sobre estas cuestiones que se encuentra en Farber, The Foundation of Phenomeno­
,

logy, págs. 237 y sigs.; cf. también págs. 231-32.]


oo. Logische Untersuchungen, II, 80. [Véase la trad. ingl. de las palabras de

Husserl, en Farber, op. cit., pág. 237.]


64

vador del mundo social se interesa en la interpretación del fenómeno


por el cual X manifiesta esta formulación aquí, ahora, y de tal o cual
manera. ( Por manifestación queremos significar los movimientos de
los labios, las ondas sonoras, los significados léxicos y los significados
de las oraciones. ) Esta interpretación consiste en tomar la manifesta­
ción como un signo de que X está experimentando ciertas vivencias cons­
cientes, de las cuales sería un ejemplo el hecho de tener una intención.
Desde este punto de vista, el contenido preciso de la manifestación es
sólo de interés indirecto. Lo que F y S desean saber es si X lo dijo y
por qué. En la terminología que hemos establecido hasta ahora, sería
más adecuado decir que la manifestación de la formulación realizada
aquí y ahora por X es objetivamente significativa. ·· .

Ahora bien, las objetividades ideales ( idealen Gegenstii.ndlich­


keiten ) que constituyen el contenido significativo de las expresiones y
de los grandes sistemas del lenguaje, el arte, la ciencia, el mito, etcé­
tera, de los que son parte inseparable, desempeñan sin duda un papel
propio y específico en la interpretación que cada uno hace de la con­
ducta de las demás personas. Todas esas interpretaciones presuponen
el uso de esquemas interpretativos. Esto vale también para el caso en.
que se explica el significado objetivo observable por parte de F y S
cuando ocurre la acción A. La interpretación de tales cursos de acción
se produce regularmente según esquemas disponibles de antemano,
aunque sean seleccionados por F y S y, por lo tanto, relativos a ellos.
, Nuestro análisis, hasta aquí sumario y superficial, debe dirigirse
ahora hacia un nivel más profundo. Los dos conceptos de significado
subjetivo y objetivo 67 sufrirán durante este proceso una modificación
de gran alcance, y sólo al final del capítulo 111 estaremos en condicio­
nes de dar una definición satisfactoria de cada uno de ellos. En este
punto nos contentaremos con agregar unas pocas observaciones preli­
minares acerca de la orientación de nuestras investigaciones.
Nuestro tratamiento de, los diferentes sentidos del término "signi­
ficado objetivo" ha dejado en claro que llamamos "significativas" a las
objetivaciones reales e ideales del mundo que nos rodea, tan pronto
como enfocamos nuestra atención sobre ellas. 68 Sabemos desde que

67 Para que no haya ninguna confusión con un concepto que se puede encon­
trar en una cantidad de autores contemporáneos, debe notarse que nuestro uso del
término "significado objetivo" carece de implicancias axiológicas. El hecho de que
el significado objetivo pueda presuponer ocasionalmente valores objetivos ( objektit;e
Werte) , y de que las objetividades ( Gegenstandlichkeiten) ideales estén constitui­
das a partir de valores objetivos, son cuestiones que exceden el ámbito de este
estudio.
us ["Sobald wir sie in spezifischen Zuwendtmgen un.seres Bewusstseins auffas­
sen," Husserl emplea el tém1ino Zuwendung para significar un "volverse hacia" o
..dirigir la mirada hacia" el objeto intencional, que con ello es "conocido de una
manera general". Está presente en todo acto de aprehensión, evaluación, fantasía,
etcétera, pero "no es en sí mismo un acto propiamente dicho". Es "lo perceptivo en
la percepción, lo fantasioso en la fantasía, lo aprobatorio en la aprobación, lo volitivo
en la voluntad, etcétera" (Ideas, § 37; T. l., págs. 121-22) .]
65

Husserl escribió Ideas 69 que la dotación de significado es el acto por


el cual se "animan" las vivencias puramente sensoriales ( "datos hilé­
ticos") . Lo que ante una mirada sumaria se presenta como significativo
ya se ha constituido como tal a raíz de una operación intencional
previa de nuestra conciencia. El tratamiento más profundo que da
Husserl a esta cuestión se encuentra en su Lógica formal y transcenden­
tal, aunque en esa obra se ocupa de la esfera de las objetividades lógi­
cas. Explica Husserl el proceso por el cual se origina el significado y
observa que la intencionalidad es en realidad una síntesis de diferentes
operaciones,

que están incluidas en la unidad intencional existente en un momento dado, y en la


manera en que se dan en cada ocasión, como una se-rie sedimentada de estratos [sedi­
mentierte Geschichte] , una serie de estratos que, sin embargo, en cada caso puede
develarse mediante un riguroso método de investigación,70
Cada estructura de significado puede analizarse en función de la estratificación
de significado que le es esencial. . . . Todas las unidades intencionales tienen un
origen intencional, son unidades "constituidas" y en cada caso uno puede somete1
las unidades "completadas" a un análisis en función de su origen total y, por supues­
to, de su forma esencial, que debe captarse eidéticamente,71
Mientras el "análisis estatico" está gobernado por la unidad del objeto [ Gegen­
stand] a que se apunta y de esa manera, por el modo n o claro en que se da, siguien­
do su referencia como modificación intencional, resiste la clarificación, el análisis
intencional genético se dirige, en cambio, a todo el contexto concreto en que se
ubica cada conciencia y su objeto intencional como tal,72

Este fenómeno de constitución puede estudiarse en el análisis de la


intenci9nalidad genética y, a partir de una comprensión de esa inten­
cionalidad, es posible rastrear la génesis del significado. Inversamente,
toda objetividad que pueda considerarse como un contenido signifi­
cativo ya dado y constituido, es susceptiblé de análisis en función de
su estratificación significativa. El yo solitario puede adoptar uno
de estos dos puntos de vista. Por un lado, puedo considerar al mundo
que se me presenta como completo, constituido y que debe darse por
sentado. Cuando lo hago, excluyo de mi percepción las operaciones
intencionales de mi conciencia, dentro de las cuales ya se han consti­
tuido sus significados. En tales oportunidades, tengo ante mí un mundo
de objetos reales e ideales, y puedo afirmar que ese mundo es signi­
ficativo no sólo para mí sino también para usted, para nosotros y para
cualquiera. Esto ocurre precisamente porque yo no presto atención
a los actos de conciencia que una vez les dieron significado, sino por­
que ya presupongo, como dada sin cuestión, una serie d e contenidos

69 Ideen, págs. 172 y sigs. [T.I., págs. 247 y sigs.].


70 Formale und Transzendentale Logik, pág. 217.
71 Ibíd., págs. 184-85,
72 Ibíd., pág. 277.
66

significativos muy complejos. La estructura significativa abstraída de


esta manera de su génesis es algo que puedo considerar como dotado
de un significado objetivo, como significativo en sí mismo, del mismo
modo que la proposición 2 X 2 = 4 es significativa independientemen­
te del lugar, la oportunidad o la persona que la afirma. Por otro lado,
puedo dirigir mi mirada hacia las operaciones intencionales de mi con­
ciencia que confirieron originariamente los significados. Entonces ya
no tengo ante mí un mundo completo y constituido, sino un mundo
que sólo se está constituyendo ahora y que se va constituyendo siempre
de nuevo en la corriente de duración de mi yo: no un mundo de ser,
sino un mundo que está deviniendo y muriendo, o, mejor dicho, un
mundo en surgimiento. Como tal, es significat�vo para mí en virtud
de esos actos intencionales de asignación de significado de los cuales
me vuelvo consciente al contemplarlos en forma reflexiva. Y como
mundo que se está constituyendo, nunca completado, sino siempre en
proceso de formación, señala el hecho más básico de mi vida cons­
ciente, mi percepción del curso o pasaje real de mi vida, mi duración;
para utilizar la palabra de Bergson, mi durée,73 o, según la terminolo­
gía de Husserl, mi conciencia temporal interna.74 En la vida diaria, al
tomar como tomo la posición de la actitud ( o punto de vista) natural,75
vivo dentro de los actos mismos de asignación de significado y sólo
soy consciente de la objetividad constituida en ellos, es decir, el sig­
nificado objetivo. Sólo después que yo, "mediante un esfuerzo peno­
so'', como dice Bergson, me aparto del mundo de los objetos ( Gegen­
stiinde) y dirijo mi mirada a mi corriente interna de conciencia, sólo
después que "pongo entre paréntesis" 76 el mundo natural y no atiendo
más que a mis experiencias conscientes dentro de la reducción feno­
menológica, me vuelvo consciente de este proceso de constitución. El
problema del significado objetivo y subjetivo es completamente desco­
nocido para el yo solitario que toma la actitud natural. Sólo llega a
luz después de realizada la reducción fenomenológica; y en la medida
en que concierne al dominio de los aspectos lógicos y a la antítesis
correspondiente de lógica "formal" y "transcendental", ha sido formu­
lado con incomparable maestría por Husserl.

73 Essai sur les données immédiates de la conscience (París, 1889 ) [T.I., Time
and Free Will, por F. L. Pogson (Nueva York, 1912; también 1960 ) ) ; Matiere et
mémoire (París, 1896) [T.I., Matter and Memory, por N. M. Paul y W. Scott Pal­
mer (Nueva York, 1959 ) ] ; L'Evolution créatrice (París, 1907) , [T.I., Creative Evo­
lution, por Arthur Mitchell (Nueva York, 1911 ) ) ; L'Energie spirituelle (París, 1920)
[T.I., Mind Energy, por H. Wildon Carr (Nueva York, 1920 ) ] ; Introduction d la
métaphysique (París, -1903) [T.I., Introduction to Metaphysics, por T. E. Hulme
( 1955 ) ] ; y finalmente, Durée et simultanéité (París, 1922) .
74 Vorlesungen zur Phiinomenologie des inneren Zeitbewusstseins (ed. Heideg­
ger); Suppl. VIII, Jahrbuch für Philosopme und phiinomenologische Forschung, volu-·
men IX (Halle, 1928) [T.I., The Phenomenology of Internal Time Consciousness,
por James S. Churchill (Bloomington, Ind., 1964). Este tema será tratado en detalle
en el capítulo siguiente.
75 [Cf. Husserl, Ideas, § l; T. l., pág. 51.)
76 [Ibíd., §§ 31-32; T.I., págs. 107-11.]
(:7

La distinci6n entre las dos maneras de enfocar lo significativo,


que acabo de señalar, no es sin embargo idéntica a la que establecemos
entre significado objetivo y subjetivo. Hemos encontrado este último
problema en el curso de un análisis de la interpretaci6n significativa
del mundo social. El "significado" no era para nosotros el "predicado"
genérico de mi conciencia intencional, sino que tenía una connotación
social específica. Cuando pasamos a la esfera social, se agrega, de
hecho, al par de conceptos "significado objetivo y subjetivo" una nueva
significación, sociol6gicamente importante. Por un lado, puedo aten­
der a los fenómenos del mundo externo, que se me presentan como
indicaciones de la conciencia de otras personas, e interpretarlos por
sí mismos. Cuando lo hago, digo de ellos que tienen significado obje­
tivo. Pero por otro lado, puedo mirar más allá y a través de estas
indicaciones externas, para penetrar en el proceso constituyente que
ocurre dentro de la conciencia viva de otro ser racional. Lo que me
interesa entonces es el significado subjetivo. Lo que llamamos el mun­
do del significado objetivo se abstrae, por lo tanto, en la esfera social,
de los procesos constituyentes de una conciencia que asigna significado,
sea la de uno mismo o la de otro. Esto da por resultado el carácter
anónimo del contenido significativo que se predica de él, y también
su invariancia respecto de toda conciencia que le ha dado significado
mediante su propia intencionalidad. En contraste con esto, cuando
hablamos de significado subjetivo en el mundo social, nos referimos
a los procesos constituyentes que ocurren en la conciencia de la per­
sona que produjo lo que es objetivamente significativo. Aludimos
entonces al "significado a que apunta" esa persona, sea que dé cuenta
de estos procesos constituyentes o no. El mundo del significado sub­
jetivo nunca es, por lo tanto, anónimo, pues sólo constituye en esencia
algo que depende de la intencionalidad operante de una conciencia-yo
-la mía o la de algún otro- y aun se encuentra dentro de ella. Aho­
ra bien, en el mundo social puede plantearse en principio la cuestión
-y esto mediante una técnica especial que aún debemos describir­
referente a cuál es el significado subjetivo de un dato cualquiera de
contenido significativo objetivo que atribuimos a la mente de otro.
Además, puede afirmarse que es posible comprender el contenido sig­
nificativo con un grado máximo de claridad. Podemos satisfacer este
requerimiento si, con la expresión "significado subjetivo'', sólo quere­
mos significar la referencia de objetividades constituidas ( Gegenstand­
lichkeiten) a la conciencia de otros.77 Por otra parte, no tendremos
éxito si con la expresión "significado subjetivo" queremos indicar el
"significado a que apuntan" otras personas. Este último concepto sigue
siendo limitativo, aun en condiciones óptimas de interpretación. Lo
demostraremos más adelante.78 Todo esto requiere un estudio exhaus-

77 O, en la esfera del yo solitario, al "significado a que se apunta", que se


constituye ca.da vez en la propia conciencia.
78 Véase el capítulo III, a.parta.do 19, más a.bajo.
68

tivo que realizaremos en el capítulo Ill. ·'Ba_!te decir aquí, enfática­


�ente, que la captación máxima posible 'ele significado subjetivo · en
el mundo social no puede esperarse en el nivel de sentido común. En la
vida ordinaria detenemos el proceso por el cual interpretamos los sig­
nificados de otras personas, cuando lo ya descubierto basta para con­
testar a nuestras preguntas básicas; en síntesis, nos detenemos en el
punto que tiene pertinencia directa con la respuesta que nosotros mis­
mos daremos. La investigación del significado subjetivo de otra per­
sona se abandonará, muy probablemente, si su acción se nos vuelve
evidente como contenido objetivo, de una manera que nos exime de
tomarnos otras molestias. Esto es, quizá, más obviamente cierto en lo
que respecta a la así llamada acción estrictamente "racional",79 por
parte de la persona que observamos. En tales casos el significado mani­
fiesto nos es suficiente para responder en forma apropiada; por lo
tanto, no tratamos de interpretar la conducta de la otra persona más allá
de un nivel relativamente superficial. En los demás casos, si abrigarnos
alguna duda acerca del significado objetivo de la conducta de una
persona, nos preguntamos : "¿Que' se propone esta persona.?"; etcetera.
'
En esa medida, podemos decir que toda interpretación de significado
del mundo social está "pragmáticamente determinada".

6. Transición al análisis del proceso constituyente. Clarificación


del concepto de "atribuir significado a un acto"

Para esclarecer la esencia de la sociología comprensiva, hemos tomado


como punto de partida la definición que da Weber acerca de la acción
social. En nuestra primera etapa hemos analizado la afirmación: "El
actor atribuye un significado a su acción". Realizamos parte de ese
análisis en el apartado 2, pero nos resultó necesario hacer una disgresión
para esclarecer los conceptos de significado objetivo y subjetivo. Pode­
mos retomar ahora el hilo principal de nuestra argumentación.
Ante todo, debemos señalar una ambigüedad que encierra el tér­
mino "acción". Esta palabra puede significar, ante todo, el acto ya
constituido ( Hanálung) , considerado como una unidad completada,
un producto terminado, una Objetividad. Pero en segundo lugar puede
significar la acción en el curso mismo en que se constituye, y, como
tal, un flujo, una secuencia en curso de hechos, un proceso de produc­
ción de algo, una realización. Toda acción, sea mía o d·e otra persona,
puede presentárseme bajo estos dos aspectos. Mi acción tal como ocu­
rre se me presenta como una serie de vivencias existentes y presentes,
vivencias que nacen y mueren. La acción a que tiendo (intendiertes)
se me presenta como una serie de vivencias futuras. Mi acto terminado,
completado ( que es mi acción luego de expirada) se me presenta
como una serie de vivencias terminadas que contemplo en mi memo-

79 [Cf. Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, T. l., pág. 9.2.]


69

ria. El significado de mi acción no consiste sólo en las vivencias de


conciencia que· tengo mientras la acción está en curso, sino también
en aquellas vivencias futuras que constituyen la acción a que tiendo,
y en aquellas pasadas que constituyen mi acci6n completada. Podemos
utilizar en este punto la distinci6n que hicimos al final del parágrafo
precedente, entre contenidos significativos que ya están constituidos y
contenidos significativos aún en proceso de constitución. La distinción
puede ampliarse ahora específicamente para abarcar la acción, ·de
manera de diferenciar entre la acción en progreso ( actio) y el acto ya
terminado y constituido ( actum) , que la primera ha producido.
En forma similar, deberíamos distinguir entre la acción de otra
persona y su acto. Las vivencias conscientes de otra persona, en las
cuales se constituye su acción, se nos presentan como hechos del mun­
do exterior. Estos pueden consistir en sus movimientos corporales o en
los cambios producidos en el mundo exterior por tales movimientos.
En todo caso, interpretamos esos movimientos o cambios como indi­
caciones de las vivencias conscientes de otra persona. Ahora bien,
podemos considerar esas indicaciones sea como la actio de la otra per­
sona o como su actum, según que nuestra atención se enfoque sobre su
conducta, mientras sucede ante nuestros ojos, o sobre la objetividad
del acto ( Handlungsgegenstiindlichkeit) producido y constituido por esa
conducta.
Por lo tanto, un acto es siempre algo realizado ( ein Gehandeltwor­
den-sein ) y puede considerárselo independientemente del sujeto que
actúa y de sus vivencias. Todo acto presupone una acción, pero esto
no significa, de ninguna manera, que la referencia a la acción deba
entrar en el examen del acto. En contraste con el acto, la acción está
ligada al suceso. Mientras el acto se cumple, por así decirlo, en forma
anónima, la acción constituye una serie de vivencias que se forman
en la conciencia concreta e individual de algún actor, sea yo mismo
u otro.
Ya hemos visto que sólo estudiando la estructura de la configura­
ción significativa en la corriente de una conciencia-yo podemos llegar
a comprender la profunda diferencia que existe entre el significado
objetivo y el subjetivo. El significado se remite a la conciencia tempo­
ral interna, a la durée en la cual se constituyó originariamente y en su
sentido más genérico. Esta afirmación queda confirmada en nuestro
análisis de los conceptos de acción y acto. Toda acción ocurre en el
tiempo, o más precisamente en la conciencia temporal interna, en la
durée. Es una realización inmanente a la duración. El acto, en cam­
bio, es lo cumplido transcendente a la duración.
Aclarado este punto, podemos volver a la cuestión referente a qué
quiere decir Weber cuando afirma que el actor atribuye significado
a su acción. ¿Atribuye el actor significado a su acción o a su acto
en el sentido en que hemos definido esos términos? En otras palabras7
70

¿son los procesos conscientes ql.le se constituyen en su durée aquello


a lo cual él atribuye significado,. o es el hecho completado y constituido?
Antes de responder a esta cuestión, debemos señalar que hablamos ·
metafóricamente cuando decimos que un significado se "atribuye" a ·
un acto. Esto también es cierto respecto de Max Weber. En efecto,
aunque el concepto de acción de Weber, como el de Sander,80 contiene
una cantidad de ambigüedades, hay algo en él que es seguro, y es el
hecho de que para Weber "acción" no significaba el evento típico o
el movimiento corporal por parte del acto. Ni creía él que el significado
fuera algo que el individuo en cuestión "aplicaba" a su movimiento
corporal, en el sentido de colocarlo en una trayectoria paralela, en una
especie de armonía preestablecida. La definición que da Weber de la
acción incluye también, en realidad, la conducta o actividad interna 81
de una persona, en la medida en que ésta pueda ser considerada apro­
piadamente como significativa. Según hemos demostrado, no debe
entenderse que de acuerdo con esa tesis toda conducta que no sea
acción carezca por lo tanto de significado. Weber quiere decir obvia­
mente que la acción, a diferencia de la conducta en general, tiene una
clase específica de significado.
La primera característica que se nos presenta como manera posible
de diferenciar entre acción y conducta es la naturaleza voluntaria de
la acción, en contraste con la naturaleza automática de la conducta. Si
esto hubiera sido lo que Weber pensaba cuando definió la acción como
conducta significativa, el significado consistiría en elección, en deci­
sión, en la libertad para comportarse de una cierta manera mientras
no se está forzado a proceder de otra. Sin embargo, sólo atenderíamos
con esto a uno de los dos significados del término "libre elección". Ese
término abarca hechos conscientes muy complejos, y tales hechos re­
quieren estudio sistemático. El fenómeno de la "voluntad" no debe­
ría quedar de ninguna manera sin analizar, como una vaga etiqueta
que se utiliza para describir una posición metafísica. Más bien, el
análisis de la conducta voluntaria debe realizarse sin referencias a
problemas metafísicos.
Una segunda diferencia superficial distingue la acción como con­
ducta que es consciente, de la conducta inconsciente o reactiva. En
este caso, el significado "atribuido" a la conducta consistiría precisa­
mente en la conciencia de esa conducta. Sin embargo, lo que "se
conoce" en esa ('onciencia es evidentemente Ja verdad acerca de la

80 Sander, "Dt·r Gcgenstand der reinen Gesellschaftslehre", págs. 367 y sigs.


81 [lnnerliches Verlwlten. En sus escritos posteriores Schütz distingue entre .
"behavior" ( comportamiento ) y "conduct" ( conducta ) . Hace notar que el primer
término "incluye en el uso actual también las manifestaciones subjetivamente no
si¡,>'nificativas de espontaneidad, tales como los reflejos" ( Collected Papers, 1, 211).
Cuando está presente el significado subjetivo, Schütz prefiere el término "conduct11-".
Sin embargo, como Schütz en la presente obra analiza el concepto de Verhalten de
Weber, hemos preferido b·aducir con "behavior", aun en los casos en que tengamos
que referimos a "inner behavior" (conducta interna ) , sobre todo porque resultaría
aun más chocante la expresión "inner conduct".]
71

conducta tal como s e revela a aquel cuya conducta . constituye. Hus­


serl ha mostrado en su L6gica formal y transcendental cuán difícil
resulta develar esa verdad. Por ejemplo, constituye un problema com­
plicado averiguar si la conducta de una persona le es simplemente
conocida en una manera particular de darse, o si existen más bien
diferentes modos o tiempos en que se da la conducta pasada, presente
y futura ( es decir, a que se tiende) . Este problema debe esclarecerlo
ineludiblemente quien se proponga analizar la conducta significativa:
El breve examen que dejamos expuesto debería bastar para mos­
trar que se requiere un análisis del proceso constituyente ( Konstitutions­
analyse ) , para poder comprender el concepto de acción significativa.
En una palabra, debemos examinar la formación y estructura de aquellas
vivencias que dan significado a una acción. Sin embargo, esta investi­
gación debe proceder en un nivel aun más profundo. En efecto, incluso
lo que llamamos conducta es ya significativo en un sentido más pri­
mitivo del término. La conducta como vivencia difiere de todas las
otras vivencias por el hecho de que presupone una actividad del yo.
Por lo tanto, su significado se establece en Actos dentro de los cuales
el yo asume una actitud o posición después de otra. Sin embargo,
puedo atribuir también significado a aquellas de mis vivencias que
no implican actividad (Aktivitiit). Aun el hecho de que me vuelva cons­
ciente del significado de una vivencia presupone que la percibo y la
"selecciono" de entre todas mis otras vivencias. En cada mome:nto
de su duración el yo está consciente de su estado corporal, sus sensa­
ciones, sus percepciones, sus Actos de toma de actitud y su estado
emocional. Todos esos componentes constituyen el "así" ( So ) de cada
Ahora ( letzt) de la vida consciente del yo. Si digo que una de esas
. vivencias es significativa, sólo lo hago porque al prestarle atenci6n la
he "seleccionado" y distinguido de la plenitud de vivencias que coexis­
ten . con ella, la preceden y la siguen. Llamaremos experiencias "dis­
cretas" ( wohlumgrenztes) a las que han sido "seleccionadas" de esta
manera, y diremos que les "atribuimos un significado". Acabamos de
definir el sentido primero y más primitivo de la palabra "significado".
Nótese, sin embargo, que nosotros mismos utilizamos la expresión
"atribuir un significado a", metáfora que antes habíamos objetado. El
curso posterior de nuestras investigaciones justificará plenamente nues­
tra actitud negativa respecto de esa metáfora. El significado de una
vivencia no es de ninguna manera una nueva vivencia adicional y
secundaria que "se adjudique" de algún modo a la primera. Tampoco
es en absoluto un predicado de una vivencia individual, conclusión que
sugerirían usos tales como "tener significado", "transmitit significado"
y "significativo", Anticipándonos a la exposición, diremos que el signi­
ficado es una cierta manera de dirigir la mirada hacia un aspecto de
una vivencia que nos pertenece. Se "selecciona" así ese aspecto, que
se vuelve discreto mediante un Acto reflexivo. El significado indica,
por lo tanto, una actitud peculiar por parte del yo hacia el flujo de
72

su propia duración. Esto sigue siendo cierto en todos los estadios


niveles de significado. Por lo tanto, es completamente errónea la teoría
que sostiene que la conducta de alguien se distingue de su vivencia
consciente de esa conducta, y que el significado sólo pertenece a esta
última. La dificultad reside fundamentalmente en el lenguaje que, por
ciertas razones profundas, hipostasía como conducta determinadas
vivencias de las cuales nos volvemos conscientes y luego predica de
esta conducta, como significado, la manera misma de dirigir la mirada
hacia las vivencias, que las transformó justamente en conducta. Exac­
tamente de la misma manera, la acción es sólo una hipóstasis lingüís­
tica de vivencias a las cuales hemos prestado atención y cuyo significado
( supuestamente aplicado a ellas ) no es niás que la manera particular
o "cómo" ( Wie) de este acto de atención (Zuwendung) .
Nuestro análisis de la acción significativa nos ha remitido así al
problema de cómo se constituye el significado de una experiencia en
la conciencia temporal interna. Ninguna ciencia que aspire a propor­
cionar una descripción radical del fenómeno del significado, incluida
una explicación de su origen, puede dejar de estudiar este difícil pro­
blema. Las investigaciones que emprenderemos ahora nos proporcio­
narán las respuestas a una serie de cuestiones no resueltas hasta aquí :
la cuestión referente a qué es genéricamente el significado; qué clase
específica de significado corresponde a la conducta y a la acción; si
el significado corresponde a la acción en curso o al acto cumplido;
cómo se constituye el significado objetivo a partir del "significado a
que se apunta", etcétera. Estas investigaciones servirán como estudios
preparatorios para una comprensión exacta del concepto de Weber
referente al "significado subjetivo de la conducta del yo del otro". Al
mismo tiempo, mostraremos cuán fundamentalmente importante es este
concepto para los Actos interpretativos de la vida cotidiana, así como
para los métodos de las ciencias sociales. La realización d e Weber
muestra una inspiración tanto mayor por el hecho de que él, que durante
muchos años fue el heredero en filosofía de las enseñanzas de la Escuela
Alemana del Sudoeste, reconoció sin embargo, en forma totalmente
independiente, la significación del problema del significado a que se
apunta, como principio fundamental y básico de conocimiento del
mundo social. Nos proponemos además, en las consideraciones que
siguen, dar a la sociología comprensiva el fundamento filosófico de
que ha carecido hasta ahora y establecer con firmeza su posición básica
sobre las conclusiones seguras de la filosofía moderna.
En este proceso nos referiremos a la obra de dos filósofos cuyos
estudios se centraron en el problema del significado interno del tiempo.
El primero es ( Bergson, cuyo Essai sur les données inmédiates de la
conscience, aparecido ya en 1888, constituyó -con una argumentación
muy convincente- en punto focal de todo un sistema filosófico, el fenó�
meno de la duración interna. El segundo es Husserl, quien ya en sud
Vorlesungen über die Phanomenologie des inneren Zeitbewusstseins,
73

obra presentada en parte en una serie de conferencias en 1904 y publi­


cada finalmente por Heidegger en 1928, y también en trabajos poste­
riores, 82 dio descripciones fenomenológicas sistemáticas de la génesis
del significado.

Observación

Para dejar en claro la índole de las investigaciones que siguen desde


el punto de vista de la fenomenología, debe notarse que :
Nuestros estudios del proceso constituyente en l a conciencia tem­
poral interna se llevarán a cabo dentro de la "reducción fenomenoló­
gica". Por lo tanto, presuponen encerrar entre paréntesis ( desvincu­
lar ) 83 el mundo natural y, junto con ello, la adopción de un cambio
completo de actitud ( la epokhé) respecto de la tesis del "mundo que­
me-es-dado-como-estando ahí ( wie sie sich mir als daseiende gibt) ",
La descripción que hace Husserl de este cambio de actitud se encuen­
tra en el primer capítulo de la segunda parte de sus Ideas.84 Sin
embargo, nuestro análisis sólo se realizará dentro de la reducción feno­
menológica en la medida en que esto resulte necesario para poder
comprender claramente la conciencia temporal interna.
El propósito de esta obra, que consiste en analizar el fenómeno
del significado en la vida social ordinaria ( mundanen) , no requiere
que se alcance un conocimiento transcendental que vaya más allá de
esa esfera, o que sigamos manteniéndonos dentro de la zona de la
reducción fenomenológica transcendental. En la vida social ordinaria
ya no nos interesan los fenómenos constituyentes tal como se estudian
dentro de la esfera de la reducción fenomenológica. Sólo nos interesan
los fenómenos correspondientes a éstos dentro de la actitud natural.
Una vez que hayamos comprendido mediante la descripción eidética
el "problema del desarrollo interno ( Zeitigung) de la esfera temporal
inman�nte",85 podremos aplicar nuestras conclusiones, sin riesgo de
error, a los fenómenos de la actitud natural. Con una condición, sin
embargo: que nos mantengamos, como "psicólogos fenomenológicos",
"en el terreno de la apariencia interna como manifestación de lo que
es peculiar a lo psíquico".86 Aun entonces no nos proponemos como
fin una ciencia de los hechos d e esta esfera interna de la apariencia,
sino una ciencia de la esencia (Wesenswissenschaft) .87 Lo que busca-

82 S61o me resriltaron accesibles las Méditations cartésiennes de Husserl (Pa­


rís, 1931) después de haber completado la presente obra, y por lo tanto no puedo
apoyarme en esa obra al presentar los puntos de vista de Husserl.
83 Véase más arriba, apartado 5.
84 Págs. 48-57 [T.I., págs. 101-11] . •

85 Husserl, "Nachwort zu meinen 'Ideen' ", Jahrbuch für Philosophie und


phanóñienologische Forschung, XI (Halle, 1930) , págs. 549-70, eSPecialmente 553.
86 Ibíd., pág. 554.
87 [Un estudio des(.Tiptivo de las apariencias como tales, no como ejemplifi­
caciones de leyes psicológicas.]
74

mos de esta manera es la estructura invariable, única, a priori de la


mente, en particular de una sociedad compuesta por mentes vivientes.88
Sin embargo, puesto que todos los análisis realizados dentro de la reduc­
ción fenomenológica mantienen también esencialmente su valor en la
introspección psicológica, y por Jo tanto dentro de Ja esfera de la acti­
tud natural, no tendremos que hacer ninguna clase de revisión en nues­
tras conclusiones respecto de Ja conciencia temporal interna, cuando
las apliquemos al dominio de Ja vida social ordinaria. Procederemos
entonces -sobre todo en los capítulos III y IV- en el entendimiento
de que estamos dejando deliberadamente de lado todos los proble­
mas de la subjetividad transcendental y la intersubjetividad, que, de
hecho, nunca salen a luz antes de haberse realizado la reducción feno­
menológica. Dejaremos entonces fuera de nuestra explicación esa psi­
cología fenomenológica que, según Husserl, es en último análisis una
psicología de la intersubjetividad pura y nada menos que "una feno­
menología constitutiva del punto de vista natural".89

ss IMd., pág. 5.55.


so Iblcl. , pág. 567.
II

LA CONSTITUCION DE LA VIVENCIA SIGNIFICATIVA


EN LA CORRIENTE DE LA CONCIENCIA
DE QUIEN LA CONSTITUYE

7. El fenómeno de la duración interna. Retención y reproducción

COMENCEMOS por considerar la distinción que establece Bergson entre


vivir dentro de la corriente de la vivencia y vivir dentro del mundo del
espacio y del tiempo. Bergson opone la corriente interna de la dura­
dón, la durée -un continuo nacer y morir de cualidades heterogé­
neas-, al tiempo homogéneo, que ha sido espacializado, cuantificado
y se ha vuelto discontinuo. En la "pura duración" no hay "coexisten­
cialidad", no existe externalidad mutua de parte, ni divisibilidad, sino
sólo un flujo continuo, una corriente de estados conscientes. Sin em­
bargo, la expresión "estados de conciencia" es equívoca, pues nos hace
recordar los fenómenos del mundo espacial con sus entidades fijas,
tales como imágenes, perceptos y objetos físicos. Lo que en verdad
vivenciamos en la duración no es un ser que sea discreto y bien defi­
nido, sino una transición constante del ahora-así a un nuevo ahora-así.
La corriente de la conciencia, por su naturaleza misma, no ha sido aún
captada en la red de la reflexión. La reflexión, al ser una función del
intelecto, pertenece esencialmente al mundo espacio-temporal de- la
vida cotidiana. La estructura de nuestras vivencias variará según que
nos entreguemos al flujo de la duración o nos detengamos a reflexionar
sobre él, tratando d e clasificarlo dentro de conceptos espacio-tempora­
les. Podemos, por ejemplo, vivenciar el movimiento como una multi­
plicidad continuamente cambiante -en otras palabras, como un fenó­
meno de nuestra vida interna-; podemos, por otro lado, concebir ese
mismo movimiento como un hecho divisible en el espacio homogéneo.
Sin embargo, en este último · caso no hemos aferrado realmente la
esencia de ese movimiento, que está siempre naciendo y muriendo.
Más bien, lo que hemos captado es el movimiento que ya no lo es,
movimiento que ha recorrido su curso, en síntesis, no el movimiento
mismo, sino tan sólo el espacio atravesado. Ahora bien, podemos con­
siderar los actos humanos desde este mismo punto de vista doble, vién-
76

dolos como procesos conscientes que duran, o como actos congelados,


espacializados, ya completados. Este doble aspecto no aparece tan
sólo en los "objetos temporales" transcendentes, 1 sino en todas las viven-.
cias en general. Su base más profunda fue establecida y expresada
por Husserl en su estudio acerca de la conciencia temporal interna.
Husserl se refiere explícitamente a la doble intencionalidad de la
corriente de la conciencia:

O consideramos el contenido del flujo con su forma fluida, es decir, la serie


de vivencias originarias, que es una serie de vivencias intencionales, conciencia de , , , ;
o dirigimos nuestra mirada hacia las unidades intencionales a aquello de lo que esta­
,

mos intencionalmente conscientes como algo homogéneo en la corriente del flujo: en


este caso tenemos ante nosotros una Objetividad en el tiempo Objetivo, el campo
temporal auténtico por oposición al campo temporal de la corriente de vivencias.2

En otro pasaje Husserl llama a estos dos tipos de intencionalidad, res­


pectivamente, "intencionalidad longitudinal" ( Liings-intentionalitiit) e
"intencionalidad transversal" ( Quer-intentionalitiit) :

Mediante una de ellas [la intencionalidad transversal] se constituye el tiempo


inmanente, es decir, un tiempo Objetivo, un tiempo auténtico en el cual existe dura­
ción 3 y alteración de lo que dura. En la otra [la intencionalidad longitudinal] se
constituye la disposición cuasitemporal de las fases del flujo que siempre y necesaria­
mente tiene el punto-ahora fluyente, la fase de actualidad y la serie de fases pre­
actuales y posactuales ( las que ya no son actuales) . Esta temporalidad prefenomé­
nica, preinmanente, se constituye intencionalmente como la forma de conciencia
temporalmente constitutiva y en esta conciencia misma.4

Ahora bien, ¿cómo se constituyen las vivencias individuales en


unidades intencionales, dentro de la corriente de la conciencia? Si
tomamos como punto de partida el concepto de durée de Bergson,
resulta claro que la diferencia existente entre las vivencias fluyentes

1 [Un objeto temporal trascendente es una cosa o evento, con un comienzo,


medio y fin temporales, que reside fuera de la conciencia del individuo, pero que
éste puede percibir, pensar, etcétera. Un objeto temporal inmanente es un contenido
consciente (tal como un sonido en el sentido de dato del sentido auditivo) cuya
duración está enteramente dentro de la corriente de la conciencia del individuo.
Véase Husserl, Vorlesungen zur Phiinomenologie des inneren Zeitbewusstseins (que
citaremos en lo sucesivo como "Zeitbewusstsein" ) , passim (T.I., The Phenomeno­
log¡J af lnternal Time Consciousness, por James S. Churchill; citado en lo sucesivo
simplemente como "T.I.") . Para el examen general que hace Husserl de los con­
ceptos de trascendencia e inmanencia, véase Husserl, Ideas, §§ 39-46 (la traducción
inglesa de Ideen de Husserl, realizada por W. R. Boyce Gibson, se mencionará en
lo sucesivo como "T.I.") .]
2 Husserl, Zeitbewusstsein, pág. 469 [T.I., pág. 157] .
3 Husserl está utilizando aquí el término "duración" ( Dauer) en el sentido
de la lengua conversacional alemana. Entiende con ese término la constancia de un
objeto en el espacio-tiempo. Este uso es el opuesto del de Bergson; sin embargo, el
traductor alemán de Bergson vierte durée por Dauer.
4 Zeitbewusstsein, pág. 436 [T.I., pág. 109).
77

en la pura duraci6n y las imágenes discontinuas y discretas en el mundo


espacio-temporal, es una diferencia entre dos niveles de conciencia. En
la vida cotidiana el yo, cuando actúa y piensa, vive en el nivel de
conciencia del mundo espacio-temporal. Su "atención a la vida" ( atten­
tion a la vie) li le impide sumergirse en la intuici6n de la duración pura.
Sin embargo, si por alguna razón se relaja la "tensión psíquica", el yo
descubrirá que aquello que antes parecía consistir en elementos sepa­
rados y netamente definidos, se disuelve ahora en transiciones conti­
nuas y que las imágenes fijas han sido suplantadas por un nacer y morir
que no tiene contornos, límites ni diferenciaciones. Y así Bergson
·

concluye que todas las distinciones, todas las tentativas de "aislar"


vivencias individuales de la unidad de la duración, son artificiales, es
decir, ajenas a la dul'ée pura, y todos los intentos de analizar procesos
constituyen tan sólo casos de transferencias de los modos de repre­
sentaci6n espacio-temporal a la durée, de naturaleza radicalmente
diferente.
En verdad, cuando me hundo en la corriente de mi conciencia, en
mi duración, no encuentro en absoluto ninguna vivencia claramente
diferenciada. En un momento una vivencia cobra vida y luego se des­
vanece. Entretanto, crece algo nuevo de lo que era viejo y luego da
lugar a algo aun más nuevo. No puedo distinguir entre el Ahora y
el Antes, entre el Ahora posterior y el Ahora que acaba de existir,
excepto por el hecho de que sé que lo que acaba de e1dstir es diferente
de lo que ahora existe. En efecto, yo vivencio mi duración como una
corriente unidireccional, irreversible, y encuentro que entre un momento
pasado y el de ahora he enve;ecido. Pero no puedo darme cuenta de
esto mientras estoy aún inmerso en la corriente. En la medida en que
toda mi conciencia sigue siendo temporalmente unidireccional e irre­
versible, no me doy cuenta de mi propio envejecimiento o de ninguna
otra diferencia entre presente y pasado. La conciencia misma de la
corriente de duración presupone un volverse contra la corriente, una
clase especial de actitud dirigida contra esa corriente, una "reflexión",
como le llamaremos. En efecto, sólo el hecho de que una fase anterior
haya precedido a este Ahora y Así, hace que el Ahora sea Así, y que
la fase anterior que constituye el Ahora se me dé en este Ahora en el
modo de la rememoración ( Erinnerung) . La captación de la vivencia
en la corriente pura de la duración se cambia, en cada momento, en el
haber-sido-justamente-así recordado; es el recuerdo lo que aísla · la
vivencia de la corrie,pte irreversible de la duración y, así, modifica
la captación, transformándola en rememoración.
Husserl nos ha dado una descripción precisa de este proceso. 6
Distingue entre rememoración primaria, o retención, que es la con-

0 [Véase Bergson, Matter and Memory, trad. de N. M. Paul y W. Scott Pal­


mer (Nueva York, 1!)59) , págs. 220-32.]
6 Zeitbe:.vusstsci11, págs. 382-427 [T.I., págs. 40-97]; Ideen, págs. 77 y sigs.,
págs. ljl4 y sigs.
76

ciencia posterior de la impresión originaria, y rememoración secunda­


ria, evocación o reproducción. "A la 'impresión' -dice Husserl- se
une la 'rememoración primaria' [primare Erinnerung], o, como decimos
nosotros, la retención . . . "

En el caso de la percepción .de un Objeto temporal (sin que importe para


la presente observación si tomamos un objeto inmanente"'o trascendente ) , la percep­
ción termina siempre en una aprehensión-ahora, en una percepción en el sentido de
un poner-cQmo-ahora. Durante la percepción del movimiento ocurre momento a mo­

mento una "comprensión-como-ahora"; dentro de ella se constituye la fase actual


ahora del movimiento mismo. Pero esta aprehensión-ahora es, por así decirlo, el
núcleo de una cola de cometa de retenciones, que se refiere a los puntos·ahora ante­
riores del movimiento. Si ya no ocurre la percepción . . . ninguna fase nueva se
agrega a la última; tenemos más bien una mera fase de recuerdo fresco, a istP. se
agrega nuevamente otra, etcétera. Con ellos ocurre continuamente un empuje hacia
atrás [Zurückschiebung], hacia el pasado. El mismo complejo sufre continuamente
una modificación hasta que desaparece, pues junto con la modificación se pro­
duce -una disminución que termina en la imperceptibilidad.7
La rememoración · o evocación secundaria difiere completamente de la anterior.
Luego de ocurrida la rememoración primaria, puede surgir un nuevo recuerdo de
este movimiento.s
La realizamos aprehendiendo simplemente lo rememorado . . o si no, en un

recuerdo real, reproductivo, recapitulativo, en el cual el objeto temporal se cons­


truye de nuevo por completo en un continuum de presentificaciones, de modo que
nos parece percibirlo de nuevo, pero sólo aparentemente, como-si.9

La modificación retencional se adapta directamente a una impre­


sión originaria, en el sentido de que es un continuum que retiene en
toda su extensión el mismo lineamiento básico: por lo tanto, comienza
en perfecta claridad y se va desvaneciendo gradualmente, al flufr hacia
el pasado.10 Su grado de ·evidencia es el de la certeza absoluta, pues la
intencionalidad de la impresión originaria �e mantiene en la modifi­
cación retencional, aunque con seguridad en forma alterada. El rasgo
del lineamiento básico idéntico que se traslada de la impresión a la
retención, falta en la rememoración o reproducción secundaria. Por
el contrario, hay una neta discontinuidad entre reproducción e impre­
sión. La presentificación es un libre fluir-a-través: "Podemos llevar a
cabo la presentificación 'más velozmente' o 'más lentamente', en forma
clara y explícita o de una manera confusa, de un golpe y con la velo­
cidad del relámpago o en pasos articulados, etcétera".11 La repreduc­
ción, a diferencia de la retención, no es conciencia originaria y, par

7 Zeitbewusstsein, pág. 391 [T.I., págs. 51-52] .


8 Ibíd., pág. 395 [la bastardilla es nuestra; T.I., pág. 571.
o Ibíd., pág. 397 [T.I., pág.59].

1º [Cf. ibíd., (T.I., págs. 44-50) para una detallada descripción del "fenómeno
de fluencia hacia el pasado".]
11 lbíd., pág. 406 [T.I., J:lág. 71].
79

lo tanto, carece siempre de claridad. en comparacmn con ésta. De


ninguna manera es absolutamente indudable en su grado de evidencia.
La retención hace sin duda posible que la mirada ( Blick) ilumine
el carácter duradero, fluyente y siempre cambiante de la vivencia, pero
la retención no es esa mirada misma:

La retención misma no es un acto [en nuestra terminología: Acto] de mirada


retrospectiva que constituye en objeto la fase que ha expirado. Puesto que tengo
en mi poder la fase que ha expirado, vivo a través [durchiebe] de la actualmente
presente, la tomo -gracias a la retención- "como agregado a'', y me dirijo hacia
lo que viene. . . . Pero porque tengo en mi poder esta fase, puedo dirigir mi mira­
da hacia ella en un nuevo acto que nosotros llamamos -según que la vivencia
que ha expirado se esté generando en un nuevo dato originario (por lo tanto, cons­
tituya una impresión ) , o que, ya completada, sé mueva como un conjunto "hacia el
pasado"- reflexión (percepción inmanente ) o evocación. Esos actos se encuentran,
respecto de la retención, en la relación de completamiento.12

La multiplicidad de la fluencia hacia el pasado de la duración se cons­


tituye, por lo tanto, en virtud de la retención: el Ahora presente difiere
por lo menos del Ahora anterior debido a que la retención, como el
ser-aún-consciente de lo que ha-sido-inmediatamente-antes, se cumple
en un Ahora de cuya constitución participa. Por otro lado, la identidad
del objeto y el tiempo objetivo mismo se constituye en la evocación
( reproducción) :

Sólo en la evocación puedo tener repetido un objeto temporal idéntico. Tam­


bién me es posible verificar en Ja evocación que lo que es percibido es lo mismo
que lo evocado a continuación. Esto ocurre en la rememoración simple, "he perci­
bido esó', y en la evocación de· segundo nivel, "tengo un recuerdo de eso".lS

La reproducción de un objeto temporal -y hasta la vivencia en su


fluencia hacia el pasado constituye un objeto temporal inmanente­
puede realizarse, como hemos observado antes, sea como un ordena­
miento recapitulativo, en el cual se reconstruye completamente el objeto
temporal, o en una simple captación, "como ocurre cuando 'emerge'
una evocación y miramos hacia lo que es recordado con un rayo visual
[Blickstrahl] dentro del cual lo recordado es indeterminado, quizás una
fase momentáneamente favorecida que llegó a la luz en forma intuitiva,
pero no un recuerdo recapitulativo". 14 Esta forma de reproducción
muestra todas las características de la reflexión en el sentido que hemos
descripto más arriba. La simple mirada o aprehensión

es un acto que, desarrollado en etapas sucesivas, también en etapas de espontaneidad,


por ejemplo, la espontaneidad del pensamiento, puede realizar cualquiera • • • Por

12 Ibíd., pág. 472 [T.I., pág. 161J.


i.1Ibíd., pág. 459 [T.I., pág. 143].
14 Ibld., pág. 397 [T.1., pág. 59].
80

lo tanto, parece posible decir que las objetividades que se constituyen originaria­
mente en procesos temporales, miembro por miembro o fase por fase ( como correla­
tos de actos continuos, multiformes, cohesivos y homogéneos ) , pueden ser aprehen­
·
didas en una mirada retrospectiva como si se tratara de objetos completos en un
.Punto temporal. Pero luego este modo de darse se remite con seguridad a otro
"primordial" ,15

Todo esto implica una distinción dentro del concepto de "viven­


cia" ( Erlebnis) que es de fundamental importancia para nuestro tema :

Ni siquiera una vivencia es percibida nunca en su completez, no puede ser


captada adecuadamente en su plena unidad. Es en esencia algo que fluye, y par­
tiendo del momento presente podemos nadar tras elh. con nuestra mirada reflexiva­
mente vuelta hacia ella, mientras los tramos que dejamos en nuestra estela están
perdidos para la perfección. Sólo en la forma de la retención o de la [evocación]
retrospectiva tenemos alguna conciencia de lo que acaba de fluir detrás de
. • •

nosotros.16
Debemos distinguir entonces entre el ser preempírico de las vivencias, su ser
anterior a la mirada reflexiva de ate�ción que dirigimos hacia ellas, y su ser como
fenómeno. Al dirigir la atención fijándola en las vivencias y al aprehenderlas, ad­
quieren un nuevo modo de ser. Llegan a "diferenciarse", "cobran relieve", y este
acto de difere�ciación no es sino el acto de aprehensión, y la diferenciación no es
nada distinto de ser aprehendido, ser el objeto del enfoque de la atención. Sin em­
bargo, no debe pensarse esta cuestión como si la diferencia consistiera meramente
en que la misma vivencia, unida precisamente con el enfoque de la atención, consti­
tuyera una nueva vivencia, la de dirigirse-hacia-ahí, como si ocurriera entonces una
mera complicación. Sin duda que cuando ocurre un enfoque de atención, es evidente
que distinguimos entre el objeto del enfoque (la experiencia A) y el enfoque de Ja
atención en sí mismo. Y sin duda tenemos razón al decir que nuestro enfoque de
atención se dirigía previamente hacia otra cosa, que luego ocurrió el enfoque hacia A,
y que A "ya estaba allí" antes de ese acto.17

Esta introvisión es fundamental para el problema que hemos planteado


previamente, acerca de la naturaleza de las vivencias· discretas y ade­
más acerca del primero y más primitivo sentido de la expresión "signi­
ficado de una vivencia". Señalaremos los estadios críticos, siguiendo
a Husserl.
Si vivimos simplemente inmersos en el flujo de la duración, sólo
encontramos vivencias no diferenciadas que se funden unas con otras
en un continuum fluyente. Cada Ahora difiere esencialmente de su
predecesor por el h�cho de que dentro del Ahora está contenido el pre­
decesor en la modificación retencional. Sin embargo, no sé nada de
esto mientras estoy simplemente viviendo en el flujo de la duración�

15 lbíd., pág. 397 [T.I., págs. 59-60] .


1 6 Ideen, pág. 82 [T.I., pág. 140] .
11 Zeitbewusstsein, pág. 484 [T.l. , págs. 178-79] ,
81

porque sólo mediante un Acto d e atención reflexiva llego a ver la modi­


ficación retencional y, con ello, la primera fase: Dentro del flujo de
la duración sólo existe un vivir de momentC! a momento, que a veces
también contiene en sí mismo las modificaciones retencionales de la
fase previa. Luego, como dice Husserl, yo vivo en mis Actos, cuya
intencionalidad viviente me lleva de un Ahora al próximo. Pero este
Ahora no debería ser concebido como un instante puntiforme, como
una ruptura en la corriente de Ja duración, como una división en dos
de esta última. En efecto, para realizar tal división artificial dentro de
la duración, yo debería poder salir del flujo mismo. Desde el punto
de vista de un ser inmerso en la duración, el "Ahora" es una fase más
bien que un punto, y, . por lo tanto, las diferentes fases se mezclan una
con otra a lo largo de un continuum. La simple experiencia de vivir
en el flujo de la duración avanza en un movimiento unidireccional e
irreversible, que procede de la multiplicidad a la multiplicidad en un
proceso de constante fluencia hacia el pasado. Cada fase de la vivencia
se mezcla con la próxima sin que haya límites netos, a medida que es
vivenciada; pero cada fase se distingue en su ser así, o cualidad, de la
siguiente, en la medida en que es asida bajo el foco de la atención.
Sin embargo, cuando mediante mi acto de reflexión dirijo mi aten­
ción hacia mi vivencia, ya no estoy tomando mi posición dentro de la
corriente de la duración pum, ya no estoy simplemente viviendo den­
p
tro de esa corriente. Las vivencias son a rehendidas, distinguidas,
puestas de relieve, destacadas una de otra; las vivencias que se cons­
tituyeron como fases dentro del flujo de la duración se vuelven entonces
objeto de atención como vivencias constituidas. Lo que se había cons­
tituido al comienzo como una fase, se destaca ahora como una vivencia
completamente terminada, sin que importe si el Acto de atención es de
reflexión o de reproducción ( en la simple aprehensión ) . En efecto, el
Acto de atención -y esto es de fundamental importancia para el estu­
dio del significado- presupone una vivencia transcurrida, que ya ha
pasado, en una palabra, una vivencia que ya está en el pasado, inde­
pendientemente de si la atención en cuestión es reflexiva o repro­
ductiva. 18
Por lo tanto, debemos confrontar las vivencias que en su fluencia
hacia el pasado son indiferenciadas y se esfuman unas en otras, por
una parte, con las que son discretas, ya pasadas y transcurridas, por la
otra. Estas últimas no las aprehendemos vivenciándolas sino mediante

18 "La reflexión tiene la notable peculiaridad de que lo aprehendido así me­


diante la percepción se caracteriza, en principio, como algo que no sólo es y dura
dentro de la mirada de la percepción, sino que ya era antes de que esta mirada se
dirigiera a ello" ( Husserl, Ideen, pág. 83 [T.I., pág. 141] ) . Además: "Podemos:
plantear ahora la siguiente cuestión: ¿qué ocurre con la fase inicial de una viven­
cia autoconstitutiva? . . . Cabe decir que la fase inicial sólo puede transformarse·
el,l un objeto por obra de la retención y la reflexión ( o reproducción ) , después
de haber fluido hacia el pasado de la manera indicada" ( Husserl, Zeitbewusstsein,
pág. 472 [la bastardilla es de Husserl; T.I., pág. 162 ] ) .
82

un acto de atención: Esto es fundamental J:Jara el tema que estamos


tratando: puesto que el concepto de vivencia significativa presupone
siempre que la vivencia de la cual se predica significado, sea discreta,
resulta entonces perfectamente claro que sólo puede llamarse signifi­
cativa a una vivencia pasada, es decir, que está presente a la mirada
retrospectiva como ya terminada y sustraída al devenir.
Sólo desde el punto de vista de la mirada retrospectiva existen
realmente vivencias discretas. Sólo lo ya vivenciado es significativo,
no lo que está siendo vivenciado. En efecto, el significado es mera­
mente una operación de intencionalidad que, no obstante, sólo se vuelve
visible a la mirada reflexiva. Desde el punto de vista de la vivencia
que transcurre, la predicación de significado es necesariamente trivial,
puesto que el significado sólo puede entenderse en este caso como la
mirada atenta dirigida no a una vivencia que transcurre, sino que ya
ha pasado.
No obstante, ¿se justifica realmente la distinción que acabamos
de hacer, entre vivencia discreta y no discreta? ¿No es posible, al fin de
cuentas, que la mirada atenta pueda iluminar cada aspecto de la viven­
cia que ya ha pasado, pueda "ponerlo de relieve" y "distinguirlo" de
los otros aspectos? Creemos que la respuesta debe ser negativa. Exis­
ten de hecho vivencias que lo son cuando están presentes, pero sobre
las cuales no se puede reflexionar en absoluto o sólo es posible hacerlo
mediante una aprehensión extremadamente vaga y cuya reproducción,
aparte del concepto puramente vacío de "haber vivenciado algo" -en
otras palabras, de una manera clara- es totalmente imposible. 19 Lla­
maremos a este grupo vivencias "esencialmente actuales", porque se
limitan por su naturaleza misma a una posición temporal definida den­
tro de la corriente interna de la conciencia. Se las conoce por su adhe­
sión o cercanía a ese núcleo íntimo del yo que Scheler, con un giro
lingüístico feliz, llamó la "privada personal absoluta" ( absolut intime
Person) de un individuo.20 Acerca de la privacía personal absoluta de
una persona sabemos que debe estar ahí necesariamente y que perma­
nece absolutamente cerrada a toda con-vivencia posible. Pero también
en el conocimiento del propio yo hay una esfera de absoluta intimidad
cuyo "estar ahí" ( Dasein)21 es tan indudable como es imposible some­
terlo a inspección. Las vivencias peculiares de esta esfera son simple­
mente inaccesibles a la memoria, y este hecho se extiende a su modo
.
de ser: la memoria capta solamente el "que" de esas vivencias. Una
observación que puede realizarse inmediatamente apoya la confirma­
ción de esta tesis ( que sólo podemos formular aquí sin fundamentarla

1 0 Cf. apartado 16, más abajo;


20 Sympathiegefühle, pág. 77 [T. I., Heath, pág. 66. Schiitz se refiere aquí
a la primera edición de Wesen und Formen der Sympathie de Scheler. Véase la
Bibliografía].
2 1 [ Como Schütz explica en un punto posterior, su uso de este término de
Heidegger no implica necesariamente todo el ámbito de significado que este último
le atribuye. Cf. apartado 9, más abajo.]
83

plenamente) , a saber, que la reproducción resulta tanto menos ade­


cuada a la vivencia cuanto más se acerca al núcleo íntimo de la persona.
Esta adecuación menguante tiene como consecuencia un grado cada
vez mayor de vaguedad del contenido reproducido. , En forma conco­
mitante, disminuye la capacidad de reproducción recapitulativa, es
decir, de reconstruir por completo el curso de la vivencia. En la medida
en que es posible la reproducción, sólo puede realizarse mediante un
simple acto de aprehensión. El "Cómo" de la vivencia sólo puede
reproducirse, sin embargo, en la reconstrucción recapitulativa. La evo­
cación de una vivencia del mundo exterior es relativamente clara; un
curso exterior de hechos, un movimiento por ejemplo, puede ser evo­
cado en la reproducción libre, es decir, en puntos arbitrarios de la
duración. Incomparablemente más difícil es la reproducción de viven­
cias de percepción interna; las percepciones internas que están cerca
del núcleo privado absoluto de la persona son irrecuperables en la me­
dida en que entra en cuestión su Cómo, y sólo es posible aferrar su
Qué en un simple acto de aprehensión. Corresponden a este grupo,
ante todo, no sólo las experiencias de la córporidad del yo, en otras
palabras, el yo vital ( tensiones y relajaciones musculares que se encuen­
tran en correlación con los movimientos del cuerpo, dolor "físico", sen­
saciones sexuales, etcétera ) , sino también los fenómenos psíquicos
agrupados bajo el vago título de "estados de ánimo", así como los "sen­
timientos" y "estados afectivos" ( alegrías, pesar, disgusto, etcétera ) .
Los límites del recuerdo coinciden exactamente con los límites de la
"racionalizabilidad", siempre que usemos esta palabra equívoca -como
lo hace Max Weber a veces- en su sentido más amplio, es decir, en el
sentido de "capaz de dar un significado". La recuperabilidad para
la memoria es, de hecho, el primer prerrequisito de toda construcción
racional. Lo que es irrecuperable -'-Y esto es siempre, en principio,
algo inefable- sólo puede ser vivido, pero nunca "pensado": es, en
principio, imposible de verbalizar. •

8. Las vivencias de asignación de significado de Husserl


y el concepto de conducta
Debemos contestar ahora a la pregunta: "¿Cómo puedo distinguir mi
conducta del resto de mis experiencias?" La respuesta la proporciona
el uso ordinario. Un dolor, por ejemplo, no se llama generalmente
conducta. Tampoco diría que estoy actuando si alguien levantara mi
brazo y luego lo dejara caer. Pero las actitudes que asumo en cada
uno de esos dos casos se llaman conducta. Puedo luchar contra el
dolor, suprimirlo o abandonarme a él. Puedo someterme o resistir cuan­
do alguien manipula mi brazo. De manera que lo que tengo aquí son
dos tipos diferentes de vivencias, fundamentalmente relacionadas. Las
vivencias del primer tipo sólo se "soportan" o "sufren". Se caracterizan
por una pasividad básica. Las vivencias del segundo tipo consisten
en actitudes que se toman hacia vivencias del primer tipo. Para expre-
84

sarlo con pal�bras de Husserl, la conducta es una "vivencia de asig­


nación de significado de la conciencia", Al estudiar el "importante y
difícil problema de las características definitorias del pensamiento",
Husserl mostró que no todas las vivencias son por naturaleza vivencias
de asignación de significado. "Las vivencias de pasividad primordial,
las asociaciones, las experiencias en las cuales ocurre la conciencia
temporal original, o sea la constitución de la temporalidad inmanente,
y otras vivencias de esta clase, son todas incapaces de ello" ( es decir,
de conferir significado ) . Una vivencia de asignación de significado
debe ser un "Acto del yo ( Acto actitudinal) o alguna modificación de
un Acto semejante ( pasividad secundaria, o quizás un juicio que surge
pasivamente y 'se me ocurre' de repente) ".22
Podemos definir, si queremos, los Actos de toma de actitudes como
Actos de actividad engendradora primaria,23 siempre que incluyamos
aquí, con Husserl,24 los sentimientos y la constitución de valores me­
diante sentimientos, sel.l que esos valores se consideren como fines o
como medios. Husserl utiliza la expresión "vivencias conscientes de
asignación de significado" ( sinngebende Bewusstseinserlebnisse) para
abarcar todas las vivencias dadas en· la intencionalidad, en forma de
actividad espontánea o en una de las modificaciones secundarias de ésta.
Ahora bien, ¿cuáles son esas modificaciones? Las dos principales son
la retención y la reproducción. Husserl las describe de la siguiente
manera:

Con cada Acto de espontaneidad surge algo nuevo. Este Acto funciona, por
así decirlo, en cada momento de su flujo como una sensación originaria que se va
borrando de acuerdo con la ley fundamental de la · conciencia. La espontaneidad
que comienza a actuar en etapas en el flujo de la conciencia, constituye un Objeto
temporal, es decir, un Objeto del devenir, un proceso, esencialmente todo un pro­
ceso, y no un Objeto duradero. Y este proceso se va hundiendo en el pasado,25
Siempre que existe una constitución original de una objetividad de la concien­
cia mediante una Actividad, la Acción original se cambia, en la constancia retencio­
nal, en una forma secundaria que ya no es Actividad, sino que constituye una forma
pasiva, la forma de una "sensibilidad secundaria", según la llamamos. En virtud de
la síntesis constante de identidad, la conciencia pasiva es exactamente conciencia
de la misma cosa que se constituyó un momento antes en la originalidad activa.26

22 Husserl, Formale und T,-anszendentale Logik, pág. 22 [citada en lo suce­


sivo como "Logik"] . Con respecto al tema de pasividad y actividad, cf. también el
excelente estudio de detalle de Reiner, F,-eiheit, Wollen und Aktivitiit ( Halle, 1927) ,
que no leí hasta después de terminado el presente libro. Estoy de acuerdo con
Reiner en todos los puntos esenciales.
23 O, como se formula en forma característica en Ideen, "El Acto cumplido,
o [puesto que son] . . . procesos, los Actos en proceso de cumplimiento componen
lo que en el sentido más amplio llamamos 'actitudes' " ( Ideen, I, pág. 236 [T.I.,
pág. 323] ) .
24 Logik, pág. 281.
:i:; Zeitbewusstsein, pág. 487 [T.I., pág. 184 ] .
2 a Logik, pág. 281.
85

Todo esto es cierto respecto del juicio, que constituye un tipo de acción,
pero una acción que "desde el comienzo y a través de todas las formas
que toma en cada etapa, se refiere exclusivamente a lo irreal".27 Aun
las objetividades ideales

son metas, fines y medios concebibles; sólo son lo que son porque fueron engendra ­

das por la conciencia. Pero esto no significa que sólo sean lo que son en y durante
la producción primaria que las originó. Están "en" la producción primaria que las
engendra, en el sentido de ser conocidas en ella como una cierta intencionalidad
de la forma de Actividad espontánea, y en el modo del yo original. Este modo de
darse a partir de tal Actividad primordial no es sino su modo propio y peculiar
de percepción.28

Tratemos ahora de reformular estos conceptos de Husserl de una


manera que nos permita aplicarlos a nuestros problemas. Definimos
la "conducta" como una vivencia de la conciencia que confiere signi­
ficado mediante Actividad espontánea. La acción y la conducta [en
el sentido más limitado de la palabra conducta * ] constituyen una sub­
clase dentro de la conducta así concebida; luego las examinaremos
con mayor detenimiento. Lo que distingue la objetividad de la con­
ciencia, que se constituye en una Actividad original y es, por lo
tanto, un caso de condueta, de todas las otras vivencias- dt' la concien­
cia, y hace que sea "asignadora de significado" en el sentido de Hus­
serl, sólo resulta inteligible bajo una condición, la de que apliquemos
también a la esfera de la Actividad espontánea las distinciones entre
el Acto constituyente y la objetividad constituida, explicadas más arri­
ba. Si lo hacemos así, _ distinguiremos entre el Acto espontáneo mismo
y el objeto constituido dentro de él. En la dirección de la ocurrencia o
de la fluencia hacia el pasado de la conducta, el Acto espontáneo no es
nada más que el modo de la intencionalidad en que se da la objetividad

21 Logik, pág. 149.


28 Logik, pág. 150. Cf. los puntos de vista de Husserl sobre la tesis como
Acto de libre espontaneidad y actividad, Ideen, pág. 253 [T.I., pág. 342). Husserl
trazó recientemente en sus Meditaciones cartesianas ( Meditación IV) una distinción
radical entre génesis activa y pasiva como dos formas fundamentales de la vida cons­
ciente. Dice ( págs. 65 y sigs.,. § 38) : "Preguntémonos cuáles son los principios uni­
versales de la génesis constitutiva, que son importantes desde el punto de vista de
la relación del sujeto con el mundo. Estos principios son de dos tipos básicos: prin­
cipios de génesis activa y principios de génesis pasiva. En el primer caso el yo en­
gendra activamente, crea y constituye. . . . En este caso lo esencial es que los actos
del yo, ya relacionados internamente entre sí, se reúnen en síntesis complejas y sobre
la base de objetos ya dados proceden a constituir m1evos objetos de una manera
original. Estos objetos aparecen entonces a Ja conciencia como productos. . • . Pero
todos esos casos de construcción activa presuponen, en un nivel m-is bajo, una base
de conciencia pasiva. Nunca dejamos de encontrar esa base de constitución pasiva
cuando analizamos un objeto activamente constituido." [Este pasaje ha sido tradu­
cido libremente de la edición francesa citada por Schütz; cf. también Cartesian Me­
dltations, traducción del alemán por Dorion Cairns (La Haya, 1960) , págs. 77-78.]
• Aclaración intercalada por el traductor de la edición en inglés.
86

constituyente. En otras palabras, la conducta tal como ocurre es "per­


cibida" de una única manera, como actividad primordial.
Esta percepción funciona como impresión primaria, y sufre por
c;upuesto el habitual "oscurecimiento" en el proceso retencional, tal
como ocurre con todas las otras impresiones. La actividad es una viven­
cia que se constituye en fases en la transición de un Ahora al próximo.
El rayo de la reflexión sólo puede dirigirse a ella a partir de un punto
de mira posterior. Esto implica necesariamente la retención o la evo­
cación. Esta última puede consistir en un simple Acto de aprehensión
o puede implicar la reconstrucción en fases. En todo caso, la inten­
cionalidad original de la Actividad espontánea se conserva en la modi­
ficación intencional.
Aplicado a la teoría de la conducta, esto significa que la propia
conducta, mientras está ocurriendo efectivamente, es una vivencia pre­
fenoménica. Sólo cuando ya ha tenido lugar ( o si ocurre en fases suce­
sivas, sólo cuando han tenido lugar las fases iniciales ) se destaca como
una entidad discreta sobre el fondo de las demás vivencias. La viven­
cia fenoménica nunca es, por lo tanto, de la conducta que uno tiene,
sino de Ja conducta que uno ha tenido. Sin embargo, la vivencia ori­
ginal en otro sentido sigue siendo la misma en la memoria que lo que
era cuando ocurrió. Mi conducta pasada es, después de todo, mi con­
ducta; consiste en mi Acto, dentro del cual yo asumo una u otra acti­
tud, aunque sólo la vea "de perfil" como algo pasado. Y es precisa­
mente este carácter actitudinal lo que la distingue del resto de mis
vivencias. Mi vivencia transcurrida es aún mía, puesto que soy yo
quien la vivenció una vez; ésta es simplemente otra manera de afirmar
que el transcurrir de la duración o "fluencia hacia el pasado" es algo
continuo, que existe una fundamental unidad en la corriente constitu­
yente temporal de la conciencia. Aun en el caso de las vivencias de
pasividad primordial, las capto retrospectivamente como mis vivencias.
Mi conducta se distingue de ellas por el hecho de que se remite a mi
impresión primaria de la Actividad espontánea.
La conducta consiste, entonces, en una serie de vivencias que se
distinguen de todas las otras por una intencionalidad primordial de
la Actividad espontánea que sigue siendo la misma en todas las modi­
ficaciones intencionales. Ahora bien, resulta claro lo que queremos
decir al afirmar que la conducta es meramente vivencias observadas
bajo una cierta luz, es decir, referidas a la Actividad que las produjo
originariamente. El "significado" de las vivencias no es entonces #.ada
'
más que ese marco de interpretación que las ve como conducta. Así,
también en el caso de la conducta resulta que sólo lo que ya ha pasado
y transcurrido tiene significado. La vivencia prefenoménica de la acti­
vidad no es, por lo tanto, significativa. Sólo tiene significado la viven­
cia que es percibida reflexivamente en forma de Actividad espontánea.
Demos ahora un paso más y tratemos de definir el concepto de
acción dentro de la categoría de conducta.
87

9. El concepto de acción. Proyecto y protensión


En el uso común tendemos a distinguir la acción de la conducta diciendo
simplemente que la primera es "consciente" o "voluntaria" mientras la
última es de carácter "reactivo" e incluye cosas tales como reflejos.
Debemos examinar las razones más profundas de esta distinción, apa­
rentemente superficial.29
En ptimer lugar, toda acción es una actividad espontánea orien­
tada hacia el futuro. Esta orientación hacia el futuro no es de ninguna
manera peculiar de la conducta. Es, por lo contrario, una propiedad
de todos los procesos constituyentes primarios, sea que surjan de la
actividad espontánea o no. Cada uno de tales procesos contiene den­
tro de sí mismo intencionalidades de vivencia que están dirigidas hacia
el futuro. Debemos a Husserl el esclarecimiento de este punto.30
La "reflexión" en el sentido más amplio no se limita a la retención
y reproducción, según Husserl. Las protensiones hacia el futuro cons­
tituyen una parte de todo recuerdo, y en el punto de vista natural están
mezcladas con retenciones. "Todo proceso primordialmente constitutivo
está animado por protensiones, que . . . constituyen e interceptan lo
que está viniendo, como tal, para llevarlo a su completamiento" ( Zeit­
bewusstsein, pág. 410 [T.I., pág. 76] ) . De la protensión inmediata debe
distinguirse la anticipación ( Vorerinnerung) o expectativa pre-visora.
Esta "representa", mientras la protcnsión sólo "presenta". Es de natu­
raleza reproductiva, y constituye la contraparte de la evocación diri­
gida hacia el futuro.

En este caso lo intuitivamente esperado, de lo cual -gracias a la reflexión


posible "en" la anticipación- estamos conscientes mediante la previsión como de
algo que "está por venir", tiene al mismo tiempo el significado de lo que será per­
cibido, tal como lo recordado tiene el significado de lo que ha sido percibido. Así,
podemos reflexionar también en la anticipación, y traer a la conciencia vivencias
nuestras -para cuyo usufructo la anticipación misma no ofrecía el punto de partida
adecuado- como si pertenecieran, sin embargo, a lo anticipado como tal: como
hacemos cada vez que decimos que veremos lo que está por llegar, cuando al decirlo
la mirada reflexiva se ha vuelto hacia la vivencia perceptual "que se aproxima".31

El hecho de que cada acción implique necesariamente la anticipación


del futuro, en el sentido de que está "dirigida hacia el futuro", ha sido
formulado con gran claridad por Husserl:
En cada acción conocemos la meta por anticipado en la forma de una antici­
pación que es "vacía", en el sentido de vaga, y carece de su adecuado "llenado",

.29 Confiamos en haber demostrado con lo dicho hasta ahora que es inadecuada
la distinción de Weber entre acción y conducta.
30 Ideen, págs. 145, 149, 164 [T.I., págs. 216, 220, 238); Zeitbewusstsein,
·

págs. 396, 410 [T.1., págs. 58, 76] .


31 Ideen, 1, pág. 145 [T.I., págs. 216-17] .
88

que vendrá con el completamiento. Sin embargo, nos esforzamos hacia tal meta
y buscamos, mediante nuestra acción, llevarla paso a paso a la realización concreta.32

Parecería por lo que se ha dicho que la acción podría definirse


como un tipo de conducta que anticipa el futuro en forma de una pro­
tensión vacía. El futuro sería, en este caso, lo que va a realizarse
mediante la acción; en una palabra, el acto ( Handlung) . Pero esta
definición sería incompleta. No es sólo en el caso de la acción don­
de encontramos la anticipación del futuro en forma de una proten­
sión vacía. También encontramos protensión vacía en todos los Ac­
tos ( Akten) en que asumimos actitudes. Péro entonces las proten­
siones sólo aparecen como vacías y no cumplidas en el proceso cons­
titutivo de la acción sobre la que no se reflexiona, en el desarrollo
gradual de vivencias que nacen de la Actividad espontánea. Mas tan
pronto como la mirada intencional ilumina la acción, la situación cam­
bia. Entonces se contempla la acción como si ya hubiera transcurrido
y terminado, totalmente constituida. Si sólo se ha fijado de esta ma­
nera una fase de la acción mediante la mirada reflexiva, es esa fase
la que aparece como completada. Pero en tal atención reflexiva ( sobre
todo, en la rememoración ) , las· protensiones nunca son expectaciones
que estén aún vacías, determinables, y que aún haya que llenar. Más
bien, llevan la marca del completamiento. En el Ahora primordial
a que pertenecían al comienzo estaban, sin duda, vacías. Pero luego,
debido a la transformación de este Ahora en un Ha Sido, este Ha Sido
se ve ahora retrospectivamente desde un nuevo punto de mira. Así, Ja
función peculiar de la protensión sólo se vuelve clara en el recuerdo.
Todo acto de memoria contiene intenciones de expectación cuyo cumplimiento
lleva al presente. . . . El proceso evocativo no sólo renueva estas protensiones de un
modo apropiado a la memoria. Estas protensiones no sólo estaban presentes como
interceptadoras, también han interceptado, han sido completadas, y estamos cons­
cientes de ellas en la evocación. El completamiento en la conciencia evocativa es
recompletamiento ( precisamente en la modificación de la posición del recuerdo ) , y si
la protensión pri:nordial de la percepción del evento era indeterminada, y la cuestión
de ser-otro o no-ser quedaba abierta, tenemos en la evocación una expectación pre­
dirigida que no deja todo eso abierto, salvo que sea en la forma de una evocación
incompleta cuya estructura es distinta de la que tiene la protensión ptjmordial inde­
terminada. Y sin embargo también ésta está incluida en la evocación.33

Por lo tanto, lo que era expectación vacía para el actor, es expectación


completada o no completada para el que recuerda. Lo que apunta,
para el actor, desde el presente hacia el futuro, apunta para el que
recuerda del pasado hacia el momento presente, mientras que aún
conserva (31 carácter temporal del futuro.84 La mirada intencional sólo

32 Logfk, págs. 149 y sigs.


33 Zeitbewusstsein, pág. 410 [T.I., pág. 76] .
84 [El horizonte de la evocación está "orientado hacia el futuro, es decir,
hacia el futuro de lo evocado" ( ibíd. ) .]
89

se interesa, por lo tanto, en el Acto ( Handlung) , no en la acción ( Han­


deln) ; y los actos son siempre protensiones completadas, nunca vacías.
Consideremos ahora la "anticipación", esa mirada-hacia-adelante
reflexiva que corresponde a la reproducción, y preguntemos qué sig­
nifica decir que los fines de una acción son siempre conocidos de
antemano mediante esta facultad. El análisis de la acción muestra que
siempre se la realiza de acuerdo con un plan más o menos implícita­
mente preconcebido. O, para utilizar un término de Heidegger, una
acción tiene siempre "la naturaleza de un proyecto" ( Entwurfcharak­
ter ) . 85 Pero el proyecto de una acción se realiza, en principio, inde­
pendientemente de toda acción real. Todo proyecto de acción es más
bien una fantasía de la acción,36 es decir, una fantasía de la actividad
espontánea, pero no la actividad misma. Es un cuadro previo de carác­
ter intuitivo que puede incluir la creencia o no, y si la incluye, puede
tratarse de una creencia positiva o negativa, o dotada de cualquier
grado de certeza.37 Estas fantasías difieren de las protensiones por el
hecho de que las protensiones ( a menos que intercepten realmente
la experiencia futura ) son representaciones vacías, mientras que las
fantasías son representaciones intuitivas. Esto no significa que estén
llenas o sean muy específicas; en verdad; toda anticipación de una
acción futura es muy vaga e indeterminada en comparación con la cosa
real cuando ésta finalmente ocurre, y esto es cierto tanto respecto de
la acción racional como de cualquier otra.
Hemos hablado� en el párrafo anterior, de una fantasía de la
acción. Sin embargo, cabe cuestionar la posibilidad de mantener esta
manera de decir, vista nuestra distinción entre la acción y el acto. L,a
dificultad es la siguiente. ¿Es la acción o el acto lo que se proyecta
y fantasea de esta manera?
La respuesta no es difícil de encontrar. Lo que se proyecta es el
acto, que constituye la meta de la acción y que cobra vida mediante
ésta. En verdad, esto se deduce de la naturaleza del proyecto. La
acción misma podría ser difícilmente proyectada, si no se proyectara
junto con ella el acto completado. En realidad, sólo el acto completado
puede ser representado en la fantasía. En efecto, si el acto es la meta
de la acción, y si no se lo proyectara, la representación de la acción
resultaría necesariamente abstracta. Sería una protensión vacía sin
ningún contenido específico, sin ningún "llenado" intuitivo. Es sin duda
adecuado hablar, en· la lengua común, de que yo imagino mi propia
acción. Pero ¿qué es lo realmente imaginado en este caso? Suponga-

85 Sein und Zeit, pág. 245 [T.1., Being and Time, por Macquarrie y Robin­
son (Nueva York, 1962), pág. 185]. Tomamos aquí prestado el término de Heideg­
ger sin comprometernos con el significado explícito que él le da. La palabra la uti­
liza también Pfánder en su excelente estudio, "Motiv und Motivation'', Festschrift
für Lipps ( Leipzig, 1930) .
86 Estamos utilizando, contra el uso de Husserl, el término "fantasía" con in­

.clusión de la anticipación. Cf. más abajo, apartado 11.


37 Zeitbewusstsein, pág. 453 [T.I., pág. 134].
90

mos que me imagino levantándome de mi silla y cruzando la habitaci6n


hasta llegar a la ventana. Lo que realmente me represento no es una
serie de contracciones y relajaciones musculares, ni una serie de pasos
específicos -uno, dos, tres- desde la silla hasta la ventana. No, la
representación que tengo en mi mente es la del acto completado de
haber cruzado la habitación hasta la ventana. Contra esto podría for­
mularse la objeción de que es una ihisión y que si nosotros nos repre­
sentáramos nuestro recorrido hasta la ventana con un grado de atención
adecuado, contaríamos los pasos y los representaríamos. Pero a esta
objeción hay una respuesta fácil. Si nos concentramos en cada paso o
en cada avance de la pierna, resultará luego que lo que nos estamos
representando en cada caso es un acto cumplido : el acto de haber
dado el paso uno, el acto de haber dado el paso dos, etcétera. Y lo
mismo valdrá respecto de las partes de esos pasos, en el caso de que
llevemos nuestras inclinaciones analíticas más allá.
Los movimientos separados que constituyen la ejecución de una
acción no pueden representarse, por lo tanto, aparte del acto a que se
tiende, que es constituido en la acción. Lo que es cierto en el caso
de la memoria lo es también en el caso de la anticipación. En ambos
casos lo visible para la mente es el acto completado, no el proceso en
curso que lo constituye. Es por lo tanto el acto lo proyectado, no la
.
accmn.
,

Debemos acentuar que la proyección sólo se da al pensamiento


reflexivo, no a la experiencia inmediata o a la Actividad espontánea.
La experiencia inmediata está rodeada, sin duda, por un aura de expec­
tativas, pero éstas son protensiones vacías. A veces estas protensiones
pueden parecer "llenas": por ejemplo, al llevar a cabo un acto podemos
experimentar expectaciones inmediatas muy definidas. Pero esas expec­
taciones han sido en realidad influidas por el plan o proyecto que tene­
mos en mente. El proyecto se va realizando de momento a momento
y hace que cada expectación momentánea resulte totalmente concreta,
aunque la concretez sea derivada y provenga de la "alimentaci.ón" del
proyecto, por la cual se lo incorpora a ese momento particular.
Ahora estamos en condiciones de formular que lo distintivo entre
acción y conducta es que la acción es la ejecución de un acto proyec­
tado. Y podemos proceder de inmediato a nuestro próximo paso : el
significado de cualquier acción es su correspondiente acto proyectado.
Al decir esto estamos dando claridad al vago concepto de "orientación.
de una acción" de Max Weber. Una acción, podemos decir, está orien­
tada hacia su correspondiente acto' proyectado.
Examinemos ahora la acción racional o telética, es decir, la acción
'
que tiene un fin de claridad óptima. ¿Cómo procede una persona que
actúa racionalmente? El plan o proyección de su acción comienza con
la elección de un fin. Luego imagina que para lograr ese fin debe
adoptar ciertos medios. Esto constituye tan sólo un reconocimiento
por su parte de que existe una cierta regularidad causal entre los he-
91

chos que él llama sus medios y el hecho-fin que él llama su meta.


Ahora bien, por supuesto, si él elige Mi, M2, y M3 como medios, los
'
.

está también proyectando como metas intermediás. La acción racional


puede entonces definirse como una acción con metas intermedias cono­
cidas. Al mismo tiempo, es esencial que la persona que actúa racional­
mente formule un juicio de este tipo : "EL fin F debe alcanzai:se utili­
zando los medios Mi , M2 y Ma . Por lo tanto, dados Mi . M2 y M8 ,
resultará F." Podemos ver, por lo tanto, aun en esta etapa de la acción
racional, que el proyecto está dirigido hacia el acto como si éste estu­
viera cumplido en el futuro, pues sólo si se supone o postula de esta
manera el cumplimiento del acto futuro, pueden seleccionarse los me­
dios. Para decirlo con otras palabras : el actor proyecta su acción como
si ya hubiera ocurrido, estuviera terminada y residiera en el pasado. Es
un evento pleno, actualizado, que el acto representa y asigna a su lugar
en el orden de las experiencias que se le dan en el momento de la pro­
yección. Resulta bastante extraño, por lo tanto, puesto que se lo repre­
SE;inta como completado, que el acto planeado tenga el carácter temporal
de pretericidad. Por supuesto, una vez que la acción comieriza, se
desea el fin y se pro-tiende hacia él. Podemos hacernos cargo del hecho
que se representa así como si fuera simultáneamente pasado y futuro,
diciendo que se lo piensa en el tiempo futuro perfecto ( modo" futuri
exacti) . En verdad, no sólo la proyección sino cualquier expectación
puede considerarse como representativa de su objeto en el tiempo futu­
ro perfecto, siempre que la representación sea clara y bien defirJda.
Para ilustrar la afirmación que acabamos de hacer recordemos que
Tiresias en el Edipo Rey fue capaz de ver como ya cumplidas sus
horrendas predicciones, con toda la vivacidad de los hechos recorda­
dos. No olvidemos, sin embargo, que también las vio como eventos
futuros. Si no hubiera sido capaz de prever los hechos como comple­
tados, habría estado meramente prediciendo el futuro a partir de ten­
d encias conocidas y entonces no hubiera sido un verdadero profeta.
Pero si no los hubiera visto como estando aún en el futuro, no habría
sido un profeta sino un mero historiador.38
Nuestra definición de la acción como conducta proyectada tiene
una ventaja adicional. Resuelve el problema de la unid;ul de una
acci6n. Este problema es de fundamental importancia para la sociolo­
gía comprensiva, aunque hasta el presente ha quedado sin resolver.
Cuando un sociólogo de la comprensión examina una acción,, supone
que ésta tiene unidad y que esa unidad puede definirse. Sin embargo,
en la práctica, cuando llega a relacionar la comprensión observacional
y la motivacional, define la acción concreta en forma arbitraria, sin
referencia al sentido a que apunta el actor. El análisis de la acción
racional lleva al mismo resultado. Si se da el fin, siguen los medios, y
cada medio se vuelve entonces un fin intermedio que debe cumplirse
a su vez por otros medios. El acto total se divide por lo tanto en actos

38 Zeitbewusstsein, pág. 413 [T.I., pág. 79] .


92

componentes, y un observador externo que esté mirando "objetiva­


mente" tal serie de actos "componentes", no está en condi9iones de
decir si ya se ha alcanzado el fin o si seguirán otras acciones. Cada
etapa componente puede considerarse como una nueva unidad. · Corres­
ponde al observador, sea el copartícipe del actor o un sociólogo, decidir
arbitrariamente dónde comienza y termina el acto total. La paradoja
es insoluble. ¿De qué sirve hablar acerca del significado a qu� apunta
una acción si ignoramos la fase de la acción que es importante para
el actor y la sustituimos, a modo · de interpretación, por un segmento
arbitrariamente elegido del curso observado, que constituye "los hechos"?
Cuando observamos a un leñador, será muy distinto que tratemos de
analizar "objetivamente" los golpes individuales del hacha o que pre­
guntemos simplemente al hombre qué está haciendo, y descubramos
que trabaja para una compañía maderera.
Hemos hecho remontar el análisis de la acción hasta la proyec­
ción del acto en el tiempo futuro perfecto. De esto puede deducirse con
completa necesidad el concepto de la unidad de la acción. La unidad
de la acción se .aonstituye por el hecho de que el acto ya existe "en
proyecto'', que será realizado paso a paso mediante la acción. La uni­
dad del .acto es una funci6n de la envergadura o aliento del proyecto.
La unidad de la acción es entonces subjetiva, y el problema de insertar
el significado subjetivo en un fragmento de conducta que tiene ya:
supuestamente unidad objetiva resulta ser un pseudoproblema.39 Debe
estar ahora en claro que una acción carece de significado como tal
si se la separa del proyecto que la define. Esta es solamente la prueba
de lo que hemos afirmado en el apartado 6 : un significado no se adjudi­
ca realmente a una acción. Si decimos que eso ocurre, deberíamos com­
prender esa afirmación como una manera metafórica de decir . que diri­
gimos nuestra atención a nuestras vivencias, para constituir� a partir
'
de ellas, una acción unificada.

10. La acci6n consciente y su evidencia .

Debemos preguntarnos ahora qué significa . llamar "consciente" a una


acción, en contraste con la conducta "inconsciente".40 Nuestra tesis es
ésta: una acción es consciente en el sentido de que antes de que la
realicemos, tenemos .en nuestra mente una imagen de lo que vamos a
hacer. · Este es el "acto proyectado". Luego; a medida que procedemos
a la acción, vamos manteniendo continuamente la imagen ante nuestro
ojo interno ( retención) , o la vamos evocando de tiempo en tiempo en

39 No podemos entrar aquí en las obvias consecuencias que tiene para la ética
y la jurisprudencia, especialmente para el Derecho penal.
40 Remitimos al lector al excelente estudio de Moritz Geiger sobre este tema,
"Fragment über das Unbewusste"� Jahrbuch für Phiinomenologfe, IV ( 1921 ) , 1-136.
Nuestra terminología difiere, por supuesto; de la de Geiger. [Este primer párrafo del
.apartado 10 es una paráfrasis más bien que una traducción del original de Schütz.]
93

nuestra mente ( reproducción ) . La experiencia .total de la acción es


de carácter muy complejo, y consiste en experiencias de la actividad
a medida que ocurre, varios tipos de atención a esa actividad, retención
del acto proyectado, reproducción del acto proyectado, etcétera. Esta
"consulta del mapa" es aquello a lo que nos referimos· cuando llama­
mos consciente a la acción. La conducta sin mapa o representación es
inconsciente. Para prevenir la confusión, diremos que existen otros
sentidos en los cuales las vivencias se distinguen como "conscientes'',
oponiendo este término a "inconsciente". Algunos son legítimos y otros
no. Por ejemplo, existe la téoría que sostiene la existencia de vivencias
totalmente ajenas a la conciencia y que no tienen ningún efecto sobre
ella. Nosotros rechazamos este concepto como autocontradictorio, pues­
to que según nuestro punto de vista vivencia implica conciencia. Ade­
más está, por supuesto, el sentido muy diferente en que podríamos
llamar "inconscientes" a las experiencias sobre las cuales aún no hemos
reflexionado. Dejandg de lado los problemas que implica tal uso,41 la
dicotomía que estamos tratando es totalmente diferente. Nuestras
acciones son cons.cientes si las hemos diagramado previamente "en el ·
tiempo futuro perfecto",
Nuestra próxima cuestión se refiere al modo de nuestro conoci­
miento de la acción consdente. ¿Cuál es la "evidencia" 42 con la que
se presenta a sí misma, es decir, cómo "encontramos" la aceión en
nuestra experiencia? La respuesta es que la evidencia o modo de pre­
sentación difiere según si 1 ) el acto está aún en la etapa de "puro
proyecto"; 2 ) la acción como tal ha comenzado y el acto está en vías
de realización, o 3) .el acto ya ha sido ejecutado y se lo ve retrospec­
tivamente como un fait accompli.
Examinemos la primera situación. ¿Qué clase de conocimiento
podemos tener de nuestro proyecto? De hecho, puede ser de cualquier
grado de claridad, desde la total vaguedad hasta el máximo detalle.
Sin embargo, debe recordarse que. nuestro conocimiento es en este caso
conocimiento del proyecto del acto, no del acto mismo. Naturaimente,
lo primero es lo que su nombre implica, un mero esbozo que incluye
muchos lugares vacíos y muchas variables. S e llenan estos lugares
vacíos y se asignan valores a las variables a medida que la acción
progresa paso a paso. En cualquier momento podemos comparar nues­
tro plano con lo que �tamos realmente haciendo. Ahora bien, conoce­
mos en forma diferente cada Üno de estos dos ítems. Recordamos
nuestro plano o proyecto, pero en cambio vivenciamos directamente lo
que estamos haciendo. Naturalmente, la evidencia de la memoria es
más débil y tiene menos ascendiente· sobre nosotros que la vivencia
directa y presente. Y cuanto más cercana está esta última, tanto más

41 Zeitbeµ;usstse;n, pág. 473 [T.I., págs. 161-63].


42 Utilizamos aquí "evidencia" ( Evidenz) en el sentido de Husserl, como la
exper�encia específica de este "estar consciente de". Cf. Logik, p¡Ígs. 437 y sigs.,
,
especialmente pag. 144.
94

fuerte es.43 Los diversos grados de evidencia en que se nos pr�sentan


las vivencias en relación con sus posiciones temporales han sido des­
arrollados in extenso por Husserl. Sólo necesitamos ocuparnos aquí d e
esta diversidad para notar que existe y que es muy compleja. Para
citar un ejemplo frecuente: podemos partir de un plan claro .de acción,
caer luego en cierta confusión mientras la estamos ejecutando, y al
final no ser capaces de explicar lo que hemos hecho.
El número de variaciones posibles es ilimitado. Sin embargo, sólo
estamos conscientes de una acción si la contemplamos como ya trans­
currida y acabada, es decir, como un acto. Esto es cierto inclusive en
lo que respecta a los proyectos, pues proyectamos la acción que nos
proponemos como un acto en el tiempo futuro perfecto.
Al considerar anteriormente la tesis de que la conducta consciente
es conducta con significado adjudicado a. ella,44 dijimos que "el signi­
ficado 'adjudicado' a la conducta consistiría precisamente en la con­
ciencia de la conducta". Vemos ahora de cuántas maneras diferentes
puede interpretarse esa afirmación. Pero sigue en pie el argumento
principal: que el significado de una acción es el acto correspondiente.
Esto deriva estrictamente de nuestra definición de la acción como
conducta orientada hacia un plan o proyecto hecho con anterioridad.
- Además de esto, nuestro análisis en función del tiempo ha ilumi-
· nado la diferencia radical que existe entre la acción antes de su ejecu­
ción, por una parte, y el acto completado, por la otra. De esto se sigue
q
que la cuestión referente a cuál es el significa p a que apunta un acto
ya cumplido requiere una respuesta, mientras la cuestión del signifi­
cado de la acción concreta a la que sólo se tiende, requiere otra.
¿Cuál es esa importante diferencia? Consiste en que mientras la
acción tiene aún que suceder, se la fantasea como aquello que habrá
ocurrido, es decir, en el tiempo futuro perfecto, como algo ya cumplido.
Así, lo que ocurre es un Acto reflexivo de atención dirigido a una
acción fantaseada como transcurrida y cumplida. Ese Acto de atención
precede temporalmente, por supuesto, a la acción misma. Luego, a
medida que ocurre la acción y avanza hacia su término, se amplía la
experiencia del actor, es decir, éste "se hace más viejo". Lo que estaba
adentro. del círculo iluminado de la conciencia durante el momento
de la proyección retrocede ahora hacia la oscuridad y es reemplazado
por vivencias posteriores que habían sido meramente esperadas o hacia
las cuales se había pro-tendido. Imaginemos a una persona que pro­
yecta una acción racional planeada largo tiempo antes y cuyas metas,
tanto final como intermedia, habían sido por lo tanto claramente anti­
cipadas. No cabe duda de que la actitud de esa persona hacia su plan
diferirá necesariamente de la oue tiene hacia el hecho terminado. Esto
seguirá siendo cierto aunque l� acción proceda de acuerdo con el plan.
"Las cosas parecen diferentes a la mañana siguiente." Este ha sido un

43 Ideen, págs. 293-94 [T.I., págs. 3!:.12-93] .


44 En el apartado 6, págs. 70-71, más arriba.
95

problema de las ciencias sociales. Se ha insistido sobre él eil todas las


interpretaciones históricas que señalaron la.s discrepancias existentes
entre aquello a lo que se apuntaba y lo que realmente resultó. · Dentro
de la sociología comprensiva el problema se presenta al tratar de dis­
tinguir entre verosimilitud o probabilidad subjetiva y objetiv�, entre
adecuación comprensiva a nivel causal y adecuación · comprensiva a
nivel de significado.45 Nos ocuparemos en detalle de estas cuestiones
más adelante.4 6 Estos ejemplos podrían ampliarse considerablemente.
Sirven todos para ilustrar la afirmación de que el significado de una
acción difiere scgt'm el punto del tiempo desde el cual se la observa.
Por lo tanto, no podemos hablar simplemente del significado a que
se apunta adjudicado a una acción. El concepto de "significado a que se
apunta" es una función incompleta; para que llegue a ser plenamente
significativo, requiere un índice cronológico que especifique el mo­
mento de la interpretación del significado. Esta cuestión nunca se le
ha ocurrido a Weber. Cuando él habla del significado a que apunta
una acción, piensa simultáneamente en la razón-por-qué del proyecto,
por una parte, y en los determinantes causales del acto ejecutado, por
la otra. También incluye dentro del concepto de "significado a que se
apunta" una referencia al actor en el proceso de la acción y una refe­
rencia al actor después del completamiento del acto. Ainbas se con­
funden en su interpretación del proyecto del actor.

ll. La acción voluntaria y el problema de la elección

Umr vez eliminadas del concepto de voluntad las especulaciones y anti­


nomias metafísicas que lo rodearon históricamente, nos queda la simple
experiencia de la Actividad espontánea basada en un proyecto pre­
viamente formulado. Esta experiencia se presta fácilmente a una escue­
ta descripción. En los últimos párrafos hemos aclarado cuál es esa
experiencia: qué es en detalle un proyecto y cuál es la "evidencia"
con: la cual conocemos el proyecto y la actividad espontánea que en
él se basa. Examinaremos cómo se constituye el proyecto mismo cuando
nos ocupemos del concepto de motivo. Un análisis �e la vivencia
fenoménica de voluntad, el peculiar "fiat", como le llama James, me­
diante el cual se pone en acción el proyecto, no resulta esencial para
nuestros propósitos y, por lo tanto, lo pasaremos por alto. Sin embargo,
debemos hacer notar al pasar que en cualquier fenomenología de la
voluntad 47 es de fundamental importancia la distinción que establece
Husserl entre vivencias reflexivas y no reflexivas.
Examinemos entonces la segunda clase de temas incluidos bajo el
mbro "acción voluntaria": los problemas de elección, decisión y liber-

45 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft (T.I., Henderson y Parsons, pág. 99 ) .


4 6 Cf. más abajo, cap. V, apartado 47 .
.47 Cf. las obras antes citadas de Geiger, Ffünder y Reiner.
96

tad. Si se sostiene que la acción voluntaria es el criterio de la conducta


significativa, el "significado" de esa conducta sólo consiste en la elec­
ción: en la libertad para comportarse de una, manera y no de otra. Esto
significaría no sólo que la acción es "libre" sino que los fines del acto
se conPcen en el momento de la decisión; en síntesis, que existe una
libre elección entre por lo menos dos fines. Es indiscutible mérito de
Bergson el hecho de que en su Essai,48 publicado ya en 1888, lograra
aclarar el problema básico del determinismo. Resumiremos brevemente
a continuación sus argumentos.
¿Qué significa una elección entre dos actos posibles, X e Y? Tanto
los deterministas como los no deterministas tienden a concebir a X y a
Y como puntos en el espacio: el yo que decide se encuentra en la .
encrucijada O y puede decidir libremente si irá hacia X o hacia Y.
Pero esta misma manera de pensar es falaz. El problema no debería
concebirse en términos de fines espaciales, o senderos pre-dados, de
la coexistencia de los actos X e Y antes de que uno de ellos se cumpla.
Estos fines no existen en absoluto antes· de la elección, ni tampoco los
caminos que llevan hacia ellos existen hasta que, y a menos que, sean
recorridos. Sin embargo, si se ha cumplido el acto -digamos X-, la
afirmación de que estando en el punto O se podría haber E1legido igual­
mente Y, carece forzosamente de significado. Igualmente carente de
significado es la afirmación de que, puesto que la causa determinante
de X ya existía al estar en O, sólo podía haber sido elegida X. Tanto el
determinismo como el indeterminismo hacen remontar "el heoho ya
realizado" ( l'action accompli) al punto O, tratando de atribuir todas
sus características a la acción que se está cumpliendo ( l'action s'accom­
plissante) . Por detrás de estas dos doctrinas acecha el falaz supuesto
de que los modos espaciales del pensamiento pueden aplicarse a la
duración, que la duración puede explicarse por medio del espacio, y
la sucesión mediante la simultaneidad. Pero la manera real en que
ocurre la elección es la siguiente: el yo recorre imaginativamente una
serie de estados psíquicos en cada uno de los cuales se . expande, se
enriquece y cambia ( grossit, s'enrichit et change) , hasta que "el acto
libre se desprende por sí mismo de él como un fruto que cae de ma­
duro". Las dos "posibilidades", "direcciones" o "tendencias" que hace­
mos remontar a los sucesivos estados conscientes en realidad no existen
en absoluto allí antes de que se haya cumplido el acto; lo que sí exis­
te es sólo un yo que, junto con sus motivos, abarca un devenir ininte­
rrumpido. Tanto el determinismo como el no determinismo tratan esta
oscilación como si fuera el movimiento espacial de un columpio. Los
argumentos del determinismo se basan todos sobre la fórmula: "Una
vez realizado el hecho, está realizado" ( l'acte une fois accompli, est
accompli) . Los argumentos del indeterminismo, en cambio, se basan
en la fórmula: "El acto no estaba hecho antes de que se lo realizara"
48 Cf. especialmente el cap. III, "The Organization of Conscious States; Free
Will". [Nos referimos a la traducción inglesa de F. L. Pogson ( Nueva York, 1912 ) .)
97

(facte aoant áetre accompli, ne fétait pas encore) . Esto en lo que


respecta a Bergson.
¿Qué concluimos de todo esto en lo que respecta a nuestra argu­
mentación? Juntemos la tesis de Bergson con las afirmaciones que
hemos realizado anteriormente. Vimos que el proyecto anticipa no la
acción misma sino el acto, y éste está en el tiempo futuro perfecto.
Hemos estudiado además el peculiar vínculo estructural existente entre
el proyecto, la acción en curso y el acto que ante la reflexión aparece
cumpliendo o no logrando cumplir el proyecto. El proyecto mismo
es una fantasía; es sólo la sombra de una acción, una reproducción
anticipativa, o, siguiendo la terminología de Husserl, una "represen­
tación neutralizante".49
Por otro lado, la fantasía es una vivencia real que puede reflejarse
a su vez en todas sus modificaciones. ¿Cómo ocurre entonces la "elec­
ción"? Aparentemente de esta manera: ante todo, se proyecta un acto
X en el tiempo futuro perfecto. A continuación el actor se da cuenta
en forma autoconsciente de que está fantaseando el Acto intencional
y su conterudo. Luego se proyecta el acto Y; después el proceso de la
proyección de Y se transforma en un objeto de la atención reflexiva
del actor. Estos actos son retenidos, reproducidos, comparados reflexi­
vamente en innumerables Actos intencionales que ocurren a continua­
ción y se superponen en una trama enormemente complicada de rela­
ciones. Hasta aquí, son todas sombras de acciones, neutralizantes, no
comprometidas, no efectivas. Pero no equivalen meramente a los ..esta­
dos psíquicos" de Bergson, pues estos últimos están inmersos en la
duración y no son de naturaleza reflexiva.50 En verdad, éste es el punto
crítico de la argumentación de Bergson, pues si tales estados psíquicos
fueran de carácter reflexivQ, deberían tener que ver con el hecho ya
realizado y no con el hecho en curso de realización.
Nuestro análisis, con la ayuda de Husserl, sobrepasa en medida
considerable la tesis de Bergson. Según nuestro punto de vista, el
proceso de elección entre proyectos sucesivamente representados, más
la acción misma hasta su cumplimiento, incluye un Acto ( Akt) inten­
cio.nal sintético de orden superior, Acto que se diferencia internamente
en otros Actos. A ese tipo de Acto, Husserl le llama politético.5 1
Husserl distingue entre Actos intencionales que constituyen sínte­
sis continuas, y Actos intencionales que forman síntesis discontinuas.
Por ejemplo, un Acto de conciencia que constituyera la "cosidad" de
una cosa en el espacio, es una síntesis continua. Las síntesis disconti­
nuas, por otra parte, son mnculaciones de otros Actos discretos. La
unidad formada es una unidad articulada y de orden superior. Este

49 Ideen, págs. 223 y 234. [T.I., págs. 307 y 321. El párrafo precedente
fue abreviado en la traducci6n. )
liO Para el yo inmerso en la duración no hay elecci6n, sino sólo Impulso, como
demostró Reiner ( op. cit., pág. 22).
111 [Los tres párrafos siguientes son una adaptación, más bien que una tra­
ducci6n directa.]
98

Acto superior ( que él llama Acto politético) es a la vez politétiC<? y


sintético. Es politético porque dentro de él están ubicadas diferentes
"tesis". Es sintético porque están puestas juntas. Así como todo Acto
constituyente dentro del Acto total tiene su objeto, el Acto total tiene
su objeto total. Pero ocurre algo distintivo en la constitución de este
objeto .total. Podría explicárselo más o menos así: el objeto de cada
Acto constituyente tiene una sola flecha de atención o rayo ( Strahl)
de conciencia dirigida hacia· él. El Acto sintético que sigue es nece­
sariamente de rayos múltiples, puesto que debe empezar con una colec­
ci6n sintética. Pero no se satisface con ser una conciencia plural, se
transforma en una conciencia singular, puesto que su colección com­
pleta de objetos se transforma en el objeto de un rayo, en un "objeto
unirradiado".
Apliquemos ahora esto al Acto ( Akt) de elección. Originalmente
se proyectaban las alternativas X e Y. Cada uno de estos Actos pro­
yectivos dirigía un solo rayo de atención sobre un objeto (la alternativa
en cuestión) . Sin embargo, una vez que se resuelve la oscilación entre
las alternativas, una vez que se hace la elección, esta elección aparece
a la mirada reflexiva como un Acto unificado de proyección o fantasía.
Los Actos o proyecciones de la fantasía individual van saliendo entre­
tanto del campo de visión. Sin embargo, el objeto total del nuevo
Acto sintético tiene aún un statils proyectado, un mero casi-ser; es,
según la terminología de Husserl, "neutral" más bien que "posicional";
tiene que ver no con lo que es, sino con lo que el actor ha decidido
que será. Por otro lado, una vez completado el hecho ( Handlung) ,
toda la cosa puede ser vista "posicionalmente" como algo realmente
existente. En todo caso, el hecho se capta ahora en ·un Acto monotético
intencional y se lo refiere al momento de la elección, cuando sólo había
originalmente Actos politéticos. Esto es una ilusión, como señalaba
Bergson, pero tanto caen en ella los deterministas como los no deter­
ministas. El error consiste en suponer que el estado consciente ( état
psychique) , que sólo existe después de realizado el hecho, reside atrás,
en algún "punto de la duración" anterior a la elección efectiva.
Pero esta transformación de la multiplicidad en unidad es de gran
importancia desde nuestro punto de vista. En efecto, significa que la
acción, una vez completada, constit�ye una unidad a partir del pro­
yecto original de ejecución, sin tener en cuenta la multiplicidad y com­
plejidad de sus fases componentes. Esta es la manera en que la acción
se presenta al yo en la medida en que este último permanece en actitud
natural o ingenua.

12. Sumario: la esencia del significado en su sentido primordial

Hemos avanzado bastante en nuestra investigación como para definir


el concepto de significado en su sentido primero y primordial. No
obstante, al hacerlo nos limitaremos -como hicimos a lo largo del
99

presente capítulo- al significado que cada uno de nosotros da a su


propia acción. Dejaremos para más tarde el problema de la iritersub­
jetividad. .
Recordemos la tensión que hemos señalado entre pensamiento y
vida. El pensamiento está enfocado sobre los objetos del mundo espa­
cio-temporal; la vida pertenece a la duración. La tensión existente
entre los dos se vincula con la esencia de la "significatividad" de la
vivencia. Es equívoco decir que las vivencias tienen significado. El
significado no reside en la vivencia. Antes bien, son significativas las
Vivencias que se captan reflexivamente. El significado es la manera
en que el yo considera su vivencia, reside en la actitud del yo hacia
esa parte de su corriente de la conciencia que ya ha fluido, hacia su
"duración transcurrida". Tratemos de ser más precisos. Dijimos que
el yo mira su vivencia y por lo tanto la hace significativa. ¿Queremos
decir con ello que se trata de una vivencia discreta y bien definida?
Si es así, las dos formulaciones: ia vivencia V es significativa" y "la
vivencia V es contemplada" son convertibles. ¿Son entonces significa­
tivas todas mis vivencias? En absoluto. Hay muchas vivencias sobre
las cuales nunca reflexiono y que siguen siendo prefenoménicas. En
. la medida en que tengo durée, en la medida en que tengo conciencia
temporal interna, tendré vivencias, lleguen éstas a ser alguna vez obje­
tos de reflexión o no. Esas vivencias son las esencialmente reales y
prefenoménicas y constituyen la suma total de mis vivencias, aunque
nunca reflexione sobre ellas. Para constituir la "autopertenencia" (Je­
Meinigkeit) 52 de todas mis vivencias, basta meramente la forma tem­
poral interna del yo, la durée, o, como la llama Husserl, la conciencia
temporal interna, expresiones todas que sólo traducen la constitución
del yo duradero y la constitución de la autopertenencia de todas mis
vivencias. Es entonces incorrecto decir que mis vivencias sólo son sig­
nificativas en virtud de que son vivenciadas o de que se las vive. Tal
punto de vista eliminaría la tensión existente entre vivencia dentro del
flujo de la duración y reflexión sobre Ja vivencia así experimentada;
en otras palabras, la tensión entre vida y pensamiento, Pero ésta es la
misma tensión que se presupone siempre que se habla de significado.
Rechacemos entonces la posición que sostiene que la significatividad
corresponde a la estructura noemática 53 ( es decir, la vivencia misma )
o al mero hecho de pertenecer a la corriente de la duración. Diremos
más bien que todo Acto de atención dirigido hacia la propia corriente
de la duración puede compararse con un cono de luz. Ese cono ilu­
mina las fases individuales ya transcurridas d e la corriente, haciéndolas
brillantes y netamente definidas [y, como tales, significativas] .
Concluimos entonces que e l concepto d e significado y su proble­
mática no tienen aplicación a la vida considerada como duración. Sería
por lo menos trivial decir que el Aquí y Ahora no reflexionado es

52 [Cf. Heidegger, Sein tind Zeit, pág. 42; T.1., pág. 68.]
1i3 [Cf. Husserl, Ideas, § 3, cap. 3.]
1 00

significativo. Los Actos del cogito en el cual vive el yo, el presente


viviente en que el yo pasa de largo alejándose de cada Aquí y Ahora
hacia el próximo, nunca pueden ser captados en el cono de luz. Por
lo tanto, caen fuera de la esfera de lo significativo. Por el contrario
( y esto también surge de nuestra argumentación) : el Aquí y Ahora
real del yo viviente es la fuente misma de la luz, el ápice del cual
emanan los rayos que se difunden en forma de cono sobre las fases ya
transcurridas y en retirada de la corriente de la duración, iluminándo­
las y destacándolas del resto de Ja corriente.
Hemos logrado ahora un concepto preliminar de Ja vivencia sig­
nificativa. La mirada reflexiva aísla una vivencia transcurrida y Ja
constituye como significativa.- Si luego ocurre una referencia retros­
pectiva intencional a la Actividad espontánea que engendró la vivencia
como unidad discreta, es por y mediante este Acto de atención como
se constituye la conducta significativa. Si la mirada reflexiva va más
allá de esto, además, e ilumina el proyecto, entonces constituye tam­
bién Ja acción significativa. Es evidente que el dirigir Ja atención a
la conducta y a Ja acción son formas de dirigir la atención a Ja vivencia
en general, que se vuelve con ello, por supuesto, discreta.114 De aquí
resulta que la conducta y la acción están siempre constituidas por
series politéticamente organizadas de vivencias que pueden verse de
dos maneras: como un recorrido de las etapas en que se cumplió la
acción, o como una visión totalmente unificada de lo que llegó así a
Ja realización esperada; en síntesis, como conducta o como hecho.
Hasta aquí hemos hablado del significado en general. Pero tam­
bién debemos recordar que cada acción tiene su propio significado
específico, que la distingue de toda otra acción. Es este significa­
do específico el que interesaba a Max Weber cuando formuló el con­
cepto de "significado a que se apunta". ¿Cómo se constituye el signi­
ficado específico dentro de la corriente de la conciencia, y cómo se
deriva el concepto de significado específico a partir del concepto gene­
ral de . significado -que acabamos de formular? Y, sobre todo, ¿cómo
sucede que el significado de una y la misma vivencia pueda cambiar
a medida que ésta se retira hacia el pasado?
Hemos hablado del Acto de atención, que expone a la mirada
intencional las vivencias que de otro modo serían simplemente viven­
ciadas. Este Acto de atención admite a su vez varias modificaciones
que son difíciles de separar y distinguir una de otra. Les llamaremos,
siguiendo a Husserl, "transformaCiones de la atención" o "modificacio­
nes atencionales". Estas constituyen los diferentes modos de atención
y, por lo tanto, el significado específioo de las vivencias.

114 Cf. Reiner, op. cit., �g�. 24 y sigs., donde se encuentra un estudio de la
correlación fundamental entre actividad y pasividad.
101

13. La amplificación del primer concepto de significado:


la modificación atencional del significado

Husserl define las modificaciones atencionales de la manera siguiente:


Nuestro interés en este caso se centra sobre una serie de transformaciones . . .
que ya presuponen un núcleo noético 55 y ciertas fases características de un orden
diferente, que necesariamente pertenece a él, transformaciones que no . . • [alteran
el aspecto noemático de las vivencias] y sin embargo muestran modificaciones del
conjunto de la vivencia, tanto en su aspecto noético como en el noemático ,56
Fijemos en la idea y respecto de su contenido noemático alguna cosa de la cual
estemos perceptivamente conscientes o algún evento vinculado con ella. Enton-
1
. • •

ces también la fijación del rayo de la atención en su propio circuito apuntado perte-
nece a esta idea, pues el rayo también es una fase de la vivencia. Es entonces evi­
dente que son posibles modos de alteración de la vivencia fijada, que indicamos bajo
el rubro "alteraciones en la distribución de la atención y sus modos",57
Es evidente que estas modifi caciones son no sólo las de la vivencia misma en
su aspecto noético, sino que también abarcan sus noémata, que, en el aspecto noemá­
tico -sin que obste al núcleo noemático idéntico- muestran una nueva clase de
caracterizaciones. • • . Es obvio, además, que las modificaciones que ocurren en el
n6ema no son de una clase que simplemente se agregue a algo que permanece idén­
tico � lo largo de alguna adición meramente externa; por el contrario, los noémata

55 La distinción crucial entre nóesis y nóema la formula Husserl con las si­
guientes palabras: "Tenemos que distinguir las partes y fases que encontramos a tra-
. vés de una análisis real de la vivencia, en el cual tratamos la vivencia como un
objeto semejante a cualquier otro. • • • Pero por otra parte la vivencia intencional
es la conciencia de algo, y es así en la forma que su esencia prescribe: como memo­
ria, por ejemplo, o como juicio, o como voluntad, etcétera, y entonces cabe pregun­
tarse qué podemos decir esencialmente con respecto a este 'de algo' " (Ideen, 1,
pág. 181 · [T.I., pág. 257] ) .
La primera clase de inquisición es noética, la segunda es noemática. Las fases
noéticas son, por ejemplo, "la dirección de la mirada del puro yo hacia el objeto
a que éste tiende en virtud de su asignación de significado, hacia aquello que éste
'tiene in mente como algo significado', además la aprehensión de este objeto, la fir­
me captación de él mientras la mirada Se desvía hacia otros objetos que entraron
en el círculo de 'conjetura'; igualmente los efectos de la explicitacíón, la relación, la
aprehensión sinóptica y el asumir las diversas actitudes de cree_ncia, presunción, eva­
luación, etcétera" ( ibíd., pág. 181 [T.I., págs. 257-58) ) . "En completa correspon­
dencia con los múltiples datos del contenido real, noético, hay una variedad de datos
desplegables en la intuición realmente pura, y en un 'contenid" noemático' correla­
tivo, o, más brevémente, en un 'nóema'. • • . La percepción, por ejemplo, tiene su
nóema, y en la base de éste su significado perceptual, que es lo perclbtdo como
tal. En forma semejante, la evocación . . . tiene como su [nóema] lo recordado·como
tal, tal como es precisamente 'significado' y 'conocido conscientemente' en la evoca­
ción; el juicio tiene como su [nóema] lo fuzgado como tal; el placer lo gozado como
tal, etcétera" ( ibíd., pág. 181 [T.I., pág. 258) ) .
116 Ideen, pág. 190 [T.I., pág. 267]. Respecto al problema de la atención,

cf. también Logische Untersuchungen, 11, l, págs. 160 y sigs., Zeitbewusst1Jein, pági­
nas 484 y sigs. [T.I., págs. 178-79 y sigs .] .
5T Ideen, loe. cit.
1 02

concretos cambian fundamentalmente, lo cual es de primordial importancia en este


_caso, porque son los modos necesarios en que se da lo que es idéntico a sí mismo.58

Todos los tipos de vivencias admiten modificaciones atencionales: las


vivencias del mundo perceptual, del mundo de la memoria, del de la
pura fantasía y, por consiguiente, de los proyectos.59 Como sabemos
desde que lo señaló Husserl, los cambios de atención pueden influir, si
asumimos una actitud neutral o posicional hacia algún contenido de
la conciencia.60 Las modificaciones atencionales mismas muestran una
vez más toda clase de matices : la comprensión real, la mera observa­
ción, el notar apenas o el pasar completamente por alto.61

Las formaciones atencionales, en sus modos de actualidad, poseen en un sentido


muy especial el carácter de subjetividad, y todas las funciones que son modalizadas
mediante esos modos, o los presuponen, como las especies a sus géneros, obtienen
con ello también ese carácter. El rayo de la atención . . . no está separado del yo,
sino que es en si mismo y sigue siendo personal.62

El hecho de que el dardo de la atención siga siendo personal, es


decir, un "rayo del yo", significa que acompaña los cambios del yo
dentro de la corriente de la duración, es decir, en otras palabras, que
participa en la constitución del Aquí-Ahora-y-Así real, porque el Aquí
y Ahora no serían "Así", es decir, faltaría la cualidad determinada por
sí misma, si el yo no dirigiera su atención hacia ella. Inversamente,
podemos decir que el Aquí-Ahora-y-Así real es la base de la modifi­
cación atencional, porque desde el punto de vista del momento pre­
sente el dardo de la atención se dirige hacia atrás, hacia las fases
transcurridas.
Esta c�estión requiere algún esc1arccimiento. I;)e un momento a
otro el yo muestra, hacia los objetos de su atención, actitudes que
varían en grado y clase. Su conciencia manifiesta, por ejemplo, dife­
rentes grados de tensión según si se dirige en actividad animada hacia
el mundo del espacio y el tiempo o si se sumerge en su corriente interna
de conciencia. Y en síntesis, hay muchas actitudes fundamentales dife­
rentes que el yo puede asumir hacia la vida, actitudes similares a los
"estados de ánimo" de los que habla Heidegger bajo el título de "los exis­
tentialia del DCISein". 63 Ahora bien, la actitud del yo hacia la vida -su
attention a la vie- determina a su vez su actitud hacia el pasado.
liil Ideen, pág. 191 fT.I., pág. 269. Nos hemos apartado hasta cierto punto

de la traducción de Boyce Gibson] .


r.u Véase más arriba, pág. 89, n. 36.
60 Ideen, págs. 228 y sigs. fT.I., págs. 314 y sigs.].
61 Ideen, pág. 192 fT.I., pág. 270].
62 Ideen, pág. 192 fT.I., pág. 270 ] .
63 [Los existentialia son "caracteres del Ser del Dasein", los elementos d e fa
estnictura del Dasein. L:.t preocupación ( Sorge) es uno de tales elementos estruc­
turales ( cf. Sein und Zeit, pág. 44; T.I., pág. 70 ) . Los estados de ánimo son exis­
tentialia fundamentales ( Sein und Zeit, pág. 134; T.I., págs. 172-73.]
1 03

El último punto es equivalente a la formulación de que el signi­


ficado de una vivencia sufre modificaciones según la clase particular
de atención que el yo acuerda a esa vivencia. Esto también. implica
que el significado de una vivencia vai:ía según el momento desde el
cual el yo la observa. Por ejemplo, su significado es distinto según la
distancia temporal desde la cual se la recuerda y mira retrospectiva­
mente. En forma similar, la mirada reflexiva penetrará más o menos
profundamente en la vivencia, según su punto de vista. Por ejemplo,
algunos puntos de vista pueden no requerir una penetración muy pro­
funda. Hemos observado esto al examinar el concepto de significado
a que se apunta, de Weber. Vimos que existen muchos casos de inter­
pretación de significado en la vida diaria, en los cuales no vale la pena
ponerse a averiguar el significado más profundo que alguien quiso
transmitir, porque el conocimiento de su sentido superficial es total­
mente suficiente para orientarnos respecto de su conducta. Así, el
establecimiento y la interpretación del significado están pragmática­
mente determinados en la esfera intersubjetiva. Pero aquí no termina
el asunto. ·. Aun el nivel más . profundo de la corriente de la · Conciencia
del yo solitario al cual pueda llegar la mirada reflexiva, está pragmá­
ticamente determinado.
Hasta este punto hemos utilizado repetidamente el concepto de
lo dado-por-sentado. Ahora bien, gracias a nuestro análisis de la modi­
ficación atencional, podemos darle un significado muy preciso. Lo
dado-por-sentado ( das Fraglos-gegeben) es siempre ese nivel particu­
lar de experiencia que no parece necesitar más análisio;. El hecho de
que un nivel se dé así por sentado depende del interés pragmático
de la mirada .reflexiva que se dirige hacia él y, por lo tanto, hacia el
particular Aquí y ·Ahora desde el cual opera esa mirada. Al decir que
, algún contenido de la conciencia se da así por sentado queda aún
abierta la cuestión respecto de si se acredita a ese contenido alguna
clase de existencia o realidad, es decir, si se da en actos de conciencia
posicional o neutral. No obstante, un cambio de atención puede trans­
formar algo que se da por sentado en algo problemático.
La presente sección se ha limitado a sugerir el punto de partida
para un análisis fenomenológico de la atención, pues una ejecución
detallada de tal análisis no se requiere dentro de los límites de este
ensayo. Basta con que hayamos descubierto en la modificación aten­
cional un punto de partida para una teoría de la constitución del sig­
nificado específico de vivencias particulares. Pero la comprensión de
la naturaleza de la modificación atencional nos proporciona sólo un
punto de partida, y debemos ahora proceder a examinar otra clase
·
de problema.
1 04

14. Una mayor amplificación: las configuraciones de vivencias.


El contexto de significado. y el contexto de experiencia
·

Tratemos de llegar a la raíz del problema del significado a que se


apunta. Al hacerlo, el paso importante consiste en reconocer la exis­
tencia de configuraciones dentro de nuestra vida consciente. Ya hemos
expuesto la falacia según la cual el significado a que se apunta es una
vivencia ( Erlebnis) 64 aislada. En la medida en que la conciencia sigue
siendo una corriente pura de duración, no hay vivencias discretas. Estas
últimas sólo aparecen cuando comienza a operar la mirada reflexiva
de la atención. Dentro de la corriente, entonces, en lugar de experien­
cias discretas tenemos por todos lados continuidad, con horizontes que
se abren igualmente hacia el pasado y el futuro. Por más diversas
que sean las vivencias, están vinculadas por el hecho de que son mías.
A esta unidad primaria se agrega otra unidad en un nivel más alto. Es
la unidad conferida por la mirada reflexiva, la unidad de significado. La
mirada reflexiva es el Acto ( .Akt) 65 que eleva al contenido de la con­
ciencia desde el status prefenoménico hasta el fenoménico. ·

Pero hay todavía un estadio más alto de unidad dentro de la


vivencia. Ese estadio- consiste en la reunión de Actos separados dentro
de una síntesis más alta. Esa síntesis se transforma entonces en un
"objeto" dentro de la conciencia. Lo que era politético y mu1tirradiado
se ha vuelto ahora monotético y unirradiado. Tenemos entonces una
configuración de significado o contexto de significado. Definamos for­
malmente el contexto de significado: decimos que nuestras vivencias
Vi , V2 , , V,. están en un contexto de significado sólo si -una vez
• • •

que han sido vivenciadas en etapas separadas- se constituyen en una


síntesis de orden superior, transformándose con ello en objetos unifi­
cados de la atención monotética.
Entretanto, mantendremos muy 9laramente presente la distinción
entre configuraciones de significado y configuraciones de orden infe­
rior, tales como la de la simple atención a vivencias y la de la duración
misma, la configuración que hace que mis vivencias sean "mías". 66 Las

64 [Erlebnis tiene, especialmente para Husserl, la connotación de un estado


consciente que se está viviendo. Hemos traducido esta palabra con el giro "lived
experience" (experiencia vivida) , Por otro lado, Erfahrung significa esencialmente
un encuentro cognitivo con alguna clase de dato. La hemos traducido simplemente
como "experience" ( experiencia) . En los casos en que el sigÍlificado resulta claro
por el contexto y donde de otro modo resultaría una expresión dura, también verti­
mos simplemente Erlebnis por experiencia.] [En la versión castellana traducimos
Erlebnls por vivencia. T.] '

65 [Hemos traducido Akt como "Act" (Acto) . Se opone a Handlung, que


hemos traducido como "act" (acto) y tiene el sentido de hecho cumplido, y a
Handeln, que hemos traducido como "action" ( acción) , de acuerdo con el uso pos­
terior de Schütz en sus escritos en inglés ( cf. Collected Papera, l. págs. 19 y sigs.,
y passim) .] .
66 Ideen, pág. 246 [T.l, págs. 334-35] • .
1 05

configuraciones de significado, recordémoslo, consisten en significados


ya creados en actos más elementales de atención.
Primero se esboza un proyecto en un Acto intencional. Luego se
lleva el proyecto a realización mediante la acción. El resultado es un
acto o hecho completado. Este acto es en sí mismo un contexto de S'tg­
nificado, pues da unidad a todos los Actos intencionales y a todas las
acciones implicadas en su realización. Pueden construirse luego con­
textos de significado más elevados y complejos, a partir de actos indi­
viduales.
Esto puede aplicarse en la escala más general. Toda nuestra expe­
riencia (Erfahrung) 61 del mundo como tal está constituida en Actos
politéticos. Podemos sintetizar estos Actos y luego pensar la síntesis
resultante como lo experienciado ( da,s Erfahrene) , que se transforma
en el objeto unificado de la atención monotética. Esto vale tanto res­
pecto de los Actos de ia experiencia externa como de la interna. Junto
con la constitución de io experienciado" a partir de experiencia sepa­
rada, se constituye el objeto de experiencia (Erfahrungsgegenstand) .

El objeto de experiencia se constituye ante nuestros ojos, por su naturaleza mis­


ma, en síntesis continuas y discretas de múltiples experiencias y en la aparición
cambiante de aspectos y fases siempre nuevos que le son peculiares como individuo.
A partir de este proceso de construcción, que consiste siempre en esbozar de ante­
mano el objeto e insinuar cómo será cuando esté terminado, derivan su significado
tanto las apariciones separadas como el ohírto mismo. Sin embargo, el significado del
objeto es siempre el de un objeto que está cambiando de esta manera, como la uni­
dad idéntica de las automanifestaciones posibles que pueden actualizarse una y
otra vez.68

Es evidente por sí mismo que tales síntesis pueden ser aprehendi­


das junto con otras síntesis y, mediante Actos politéticos, trasladadas
a alguna clase de orden más elevado junto con éstas. Husserl ha ela­
borado este proceso hasta sus últimos detalles en sus Ide(/$. Teniendo
presente esto, podemos definir el contexto de experiencia ( Erfahrungs­
zusammenhang) como: a ) el contenido de la totalidad de las configu­
raciones de significado reunidas dentro de un momento, o b ) como un
contexto de significado de orden superior. En efecto, cuando miro
retrospectivamente hacia mi experiencia, transcurrida, la veo monoté­
ticamente, aunque haya llegado a existir en fases y mediante muchos
Actos intencionales. 69 El contenido total de toda mi experiencia, o de

67 Nuestro concepto de experiencia ( Erfahrung) debería distinguirse del con­


cepto poco claro que se encuentra en el naturalismo empirista ( sensualismo ) . Por
el contrario, utilizamos el término en el sentido más amplio que le dio Husserl en
la Lógica formal y trascendental, es decir, la aprehensión y posesión de la cosa mis­
ma ( Selbsterfassung und Selbsthabe ) , cosa que es un dato individual, aun de un·
objeto inexistente ( eines irrealen Gegemtandes) .
68 Logik, pág. 147.
69 Debería comprenderse claramente que una experiencia ( Erfahnmg), aun
1 06

todas mis percepciones del mundo en el sentido más amplio es reunido


y coordinado, entonces, en el contexto total de mi experiencia. Este
contexto total se amplía con cada nueva vivencia. En cada momento
hay entonces un n{1cleo creciente de experiencia acumulada. Este nú­
cleo creciente consiste tanto en objetos reales como ideales de expe­
riencia ( Erfahrungsgegenstiindlichkeiten) , que han sido producidos por
supuesto una vez en Actos intencionales ·polisintéticos. Pero los objetos
que se encuentran en este repositorio · de reserva se dan siempre por
sentados. No prestamos atención al hecho de que son productos de
una ac�vidad consciente previa, que han pasado por un proceso com­
plejo de constitución. ( Podemos, por supuesto, prestar tal atención sí
· preferimos hacerlo. ) Esta constitución se realiza, estrato por estrato, en
niveles inferiores de conciencia ya no penetrados por el rayo de la
atención. El contexto total de experiencia en un momento dado con­
siste así, en sí mismo, en objetos de un orden superior que son aprehen­
didos monotéticamente y dados por sentados sin volver a la cuestión
de cómo y en qué Actos politéticos fueron construidos.
Este almacenamiento de reserva de conocimiento se conserva en
forma de mero contenido pasivo. Sin embargo, parte de ese contenido
que tiene ahora forma pasiva fue producido una vez mediante Actividad
intencional. Cualquier contenido tal, que sea ahora un objeto de aten­
ción monotética, puede ser reactivado, retrotraído al modo activo, por
así decirlo, y luego re-establecido paso a paso, como demostró Husserl
extensamente en su L6gica formal y transcendental. Los juicios com­
pletados están por lo tanto presentes dentro de nuestra conciencia no
como juicios en curso sino como objetividades ideales, como esencias,70
susceptibles siempre, sin embargo, de ser "deshelados" y retrotraídos
a su estado activo original. "Siempre que iluminamos los contenidos
pasivos de la conciencia, el lado 'esencial' del significado, ocurre un
proceso de libre creatividad en el cual brotan en nuestra mente nuevas
estructuras categoriales de significado, de acuerdo con los signos o
palabras correspondientes." 71 Esto es cierto respecto de todos Jos jui­
cios, pero también lo es en general respecto de todos los productos
de la Actividad categorial,72 incluidas la conducta y la acción, ya que
el juicio mismo es una clase de acción. En verdad, una característica
de todos los productos de la Actividad espontánea consiste en qu�

en su estado final coherente, carece completamente de cualquier indicio respecto


a cómo se constituyó en la conciencia. La experiencia puede constituirse en una
serie de Actos de posición que juntos pueden transformarse en un objeto unificado
de atención monotética. Pero dentro del contexto total de la experiencia pueden
encontrarse no sólo tales Actos posicionales sino también todos los contenidos de la
conciencia neutralizante, sea que permanezcan siempre tales o que en algún mo­
mento lleguen a la posicionalidad:
70 Husserl habla también, a este respecto, de la "naturaleza repetible y re­
vivificable" de las esfructuras categoriales que se desarroJlan en el juicio ( Loglk,
pág. 104 ).
'11 Logik, pág. 285.
'12 Logik, pág. 282.
1 07

pueden ser reconstituidos como Actos que son en principio repetibles


( in einer Idealitat des Immer Wieder ) .13 Sin embargq, si puedo iden­
tificar el producto de mi Acto reiterado con uno proveniente de un
anterior Aquí y Ahora, esta identificación es en sí misma un nuevo
contexto de significado; en la terminología de Husserl, es una Síntesis
de Reconocimiento.74 Este es de nuevo un caso de Acto experiencia!
y ya no una experiencia disponible, por lo menos no disponible en el
Aquí y Ahora de la reactivación".
Limitemos. por lo tanto el término "repositorio de conocimiento
disponible" al almacenamiento de objetividades de experiencias ya cons­
tituidas en el efectivo Aquí y Ahora, es decir, en otras palabras, a la
p
"posesión" asiva de experiencias, excluyendo su reconstitución. ·
Lo que reemerge en la conciencia apcrceptiva, o inclusive se
reconstituye, depende del Acto de atención del yo a su propio repo­
sitorio de conocimiento. Está por lo tanto pragmáticamente determi­
nado en el sentido que hemos examinado antes. Podemos definir ahora
el contexto total de la experiencia como el contenido de todos los
Actos de atención que el yo como ser libre puede dirigir, en cualquier
momento dado de su vida consciente, hacia aquellas de sus vivencias
transcurridas que se han constituido en síntesis realizadas paso a paso.
Esto incluiría, por supuesto, todas las modificaciones atencionales d e
tales Actos. E l significado específico de una vivencia, y por l o tanto
el modo particular del Acto de atención hacia ella, consiste en el orde­
namie!1.to de esa vivencia dentro del contexto de la experiencia que
está disponible. Podemos también expresar esto de una manera un
poco distinta, pero que nos dará una definición precisa del "significado
a que se apunta": el significado a que apunta una vivencia no es nada
más ni menos que una autointerpretación de esa vivencia desde el
punto de vista de una nueva vivencia.
Nuestro próximo paso consiste en descubrir qué es esa autointer­
pretación y cómo ocurre. Al hacerlo, nos conformaremos con un con­
cepto aproximado, puesto que estamos buscando la introvisión feno­
menológica no como un fin en sí mismo sino como un medio para
formular adecuadamente un problema sociológico.

73 Esto es especialmente cierto respecto de los juicios. Puesto que su forma


básica es del tipo infinitamente repetible "Puedo hacerlo de nuevo..,• es posible
hacerles readquirir, siempre que se los encuentra, su forma de juicios activos. Hay
aquí un problema no resuelto, y la introducción del concepto de "conocer" sólo con­
tribuye a oscurecer más la situación, por lo cual lo hemos evitado hasta ahora. En
efecto, "conocer" ( cf. Scheler y Sander) puede significar dos cosas totalmente dis­
tintas: a) Ja "posesión'' meramente pasiva del conocimiento, es decir, Ja presencia
en la mente de juicios prefabricados como objetividades ideales, y b) la reiteración
o rejuzgamiento explícitos de esos juicios.
* ["El supuesto de que en circunstancias típicamente similares puedo actuar de la ma•
nera tfpicamente similar en que lo hice. antes, para producir un estado de cosas tfpicamente simi­
lar" ( Schiitz, Qollected Papera, I, 2 0 ; cf. también las observaciones de Natanson en su Intro.
durd6n al ml•mo volumen, pág. XXXVII).)

74 Logik, pág. 143.


1 08

15. La construcción del mundo de la experiencia


y su ordenamiento en esquemas

Tratemos de desenmarañar los complicados · contextos estructurales que


están implícitos en la constitución de un objeto externo. El objeto se
constituye a partir de apariencias a medida que las encontramos en
nuestra corriente de conciencia. Tales apariencias se reúnen en un
contexto de significado. A medida que se siguen una a otra en una
secuencia regular, se constituye nuestra vivencia del . objeto. Podemos
por medio d e una mirada monotética contemplar la secuencia entera
como una unidad en sí misma: el objeto de la experiencia externa, la
cosa del mundo externo. El hecho de que las vivencias individuales
de las apariciones individuales estén vinculadas en la experiencia del
objeto, es a su vez experienciado ( erfahren) .75 Experienciamos así
dentro del presente viviente la constitución efectiva de los objetos.
Este estadio de análisis es bastante complicado, pero si observamos
con mayor profundidad, encontraremos una complejidad aun mayor.
Toda vivencia que entra en la constitución de la vivencia del objeto
total está rodeada por un halo de retenciones y protensiones. Perte­
nece a la esencia de la síntesis el que las diferentes fases estén vincu­
ladas de esta manera. La vinculación ocurre del modo siguiente: Ja
vivencia posterior se produce dentro de un Aquí y Ahora cuya cualidad
intrínseca está parcialmente determinada por la retención de las viven­
cias anteriores. Y por debajo de este nivel yace, por supuesto, la con­
figuración aun más básica que constituye la "autopertenencia" 76 de
todas mis vivencias.
Si partiendo d e un objeto de experiencia, por ejemplo una mesa,
podemos ahondar para llegar a niveles cada vez más profundos del
proceso por el cual se constituyó, también podemos ir en la dirección
opuesta: partir d e la mesa misma y proceder hacia arriba remontán­
donos a los niveles del simbolismo, es deci:f, a partir de esta mesa llegar
a hablar de ·1a mesa". Aquí, si quisiéramos, podríamos internamos en
los problemas básicos de la relación existente entre una palabra y una
cosa. Sin duda el juicio "esto es una mesa" (y en todo acto de asig­
nación de nombre está implicado un juicio) se remonta a la vivencia
que hemos tenido previamente de otras mesas.77

75 En un sentido "subjetivo a priori" anterior a toda experiencia en senñdo


empírico. Este último se basa en el primero y lo presupone.
76 [Cf. Heidegger, Sein und Zeit, pág. 42; T.I., pág. 67.]
77 El dominio eidético, es decir, el mundo puro de las esencias, puede no con­
siderarse al tratar de la constitución del mundo de la experiencia. En efecto, el
develamiento de una esencia es en sí mismo experiencia, en el sentido en que nosotros:
utilizamos el término eJi.-periencia. Debemos recordar que estamos usando los térmi-·
nos "experiencia" y "configuración de experiencia" no en el estrecho sentido em-·
pirista de estas palabras, sino en el sentido fenomenológico. La fenomenología con­
cede a la fantasía un papel en la constitución de la configuración de experiencia del
yo en el Aquí, Ahora . y Así, además del que desempeña el encuentro con objetos
1 09

Debería recordarse que este · concepto es el nivel más bajo de la


"!lintaxis" según la cual el mundo del lenguaje y la lógica deben inter­
pretar todas las fases de formalización y generalización en función de
la historia de éstas, lo cual significa en función de las vivencias del ego
cogitans. Llamamos a esto "los fenómenos del proceso constituyente"
o simplemente "fenómenos constituyentes". En efecto -lo acentuamos
una vez más- las ocurrencias reales de procesos . tales como la forma­
lización y la generalización forman parte de la experiencia del yo, en
el sentido en que estamos utilizando la palabra "experiencia".
Sólo hemos utilizado la construcción de una experiencia de un
objeto como ejemplo de las implicaciones del concepto de experiencia
disponible. Sin embargo, nuestro análisis puede aplicarse a cualquier
zona de vivencias, y en especial a todas las síntesis dóxicas que 'tienen
una "función colectiva",78 en el sentido puramente lógico -en otras
palabras, a la constitución de un juicio a partir de otro-, y por lo
tanto también a todas las síntesis prácticas y axiológieas de cualquier
clase, 79 pues éstas se basan en las síntesis anteriores, de carácter pura­
mente lógico. Pero éstas también son experiencias en el sentido de
que forman parte de un almacenámiento presente de experiencia ya
disponible como la más elevada configuración de significado en el Aquí
y Ahora del ego cogitans. '.
En vista de la estructura extremadamente compleja de . las confi­
guraciones de significado disponibles para el ordenamiento de la expe­
riencia, es necesario definir qué significa la interpretación de la propia
vivencia de uno, es decir, en otras palabras, el significado específico
a que se apunta .. Ya hemos indicado nuestra respuesta cuando exami·
namos cómo está pragmáticamente determinado el nivel a que penetra
la mirada reflexiva. Podemos desarrollar ahora un poco más este punto.
Supongamos que alguna vivencia nuestra atrae nuestra atención.
Podemos preguntarnos cómo llegó a existir esa vivencia, y extender
nuestro análisis de su origen hacia abajo, hasta llegar al nivel más
profundo de su constitución en la forma temporal interna de la dura­
ción pura. Sin embargo, nuestro repositorio de conocimiento ( Erfah­
rung) no se remonta de ninguna manera directamente a la forma tem­
poral interna como su fuente y origen. Más bien, la configuración de
significado de la experiencia pasada es una configuración de nivel más
alto que tiene como elementos otras configuraciones, y éstas a su vez
se constituyeron a partir de complejos de significado de nivel aun más

externos. De acuerdo con la terminología de Husserl, nós ocupamos de estados de


cosas intencionales entre esencias dentro del dominio de la experiencia, pero no
de hechos empíricos ( Logik, pág. 279 ) .
78 [Un ejemplo d e "síntesis dóxica colectiva" sería la fonnación d e un juicio
conjuntivo a partir de otros dos, mediante la inserción de una "y" entre ellos. Cf.
Ideas (T.I., págs. 335 y 339) .]
79 ["Por ejemplo, la madre que mira amorosamente a su pequeña prole, y
abraza a cada uno de sus hijos y a todos juntos en un acto de amor" {ibíd., pági.
na 340).]
1 10

bajo. No obstante, los estratos más bajos de lo que ya ha sido expe- .


rienciado se dan por sentado, es decir, yacen en un nivel tan profundo
que la mirada reflexiva no los alcanza. Todo esto es cierto en relación
con el Aquí y Ahora efectivo: la demarcación del estrato de lo que
se da por sentado depende de las modificaciones del Acto · de atención
dirigido hacia ello, y éste depende a su vez de la attention a la vie que
existe realmente en el Aquí y Ahora del individuo. Por cierto, dado
un acto adecuado de atención, todas las síntesis politéticas pueden
remontarse a la constitución original de la vivencia en la duración pura.
Acabamos de ver cómo era posible esto en el caso de un objeto expe­
riencia! del mundo externo. Sin embargo, tal cosa requiere un Acto
de reflexión estrictamente fiiosófica, que presupone también, a su vez,
una clase particular de attention a la vie.
Nuestra próxima tarea consiste en llevar a cabo un análisis de
significado del yo en la actitud natural.80 El hombre común, en cada
momento de su vivencia, ilumina experiencias pasadas que están alma­
cenadas en su conciencia. Sabe respecto del mundo y sabe qué esperar.
En cada momento de la vida consciente se está archivando un nuevo
ítem en este vasto almacén. Como mínimo esto se debe al hecho de
que, con la llegada de un nuevo momento, las cosas se ven bajo una
luz levemente distinta. Todo esto está implícito en la concepción de
una duración que es múltiple, continua y de dirección irreversible. Sin
embargo, esto puede demostrarse no sólo deductivamente sino mediante
el examen de la propia conciencia a medida que uno vive desde el
punto de vista natural, envejece y acumula conocimiento. Ahora bien,
para el hombre natural todas sus experiencias pasadas están presentes
como ordenadas, como conocimiento o como conciencia de lo que se
puede esperar, tal como el conjunto del mundo externo está presente
para él como ordenado. Por lo común, y a menos que se lo obligue
a resolver una clase especial de problema, ese hombre no formula
preguntas acerca de cómo se constituyó ese mundo ordenado. Las
pautas particulares de orden que estamos considerando ahora son con­
figuraciones significativas sintéticas de vivencias ya encontradas.
Demos unos pocos ejemplos de esas pautas de síntesis de viven­
cias. Ante todo, hay experiencias del mundo externo y sus objetos,
animados e inanimados. El hombre en actitud natural "tiene", por lo
tanto, un repositorio de conocimiento de cosas físicas y de congéneres,
de colectivos sociales y de artefactos, incluidos los objetos culturales.
"Tiene" igualmente síntesis de la experiencia interna. Entre éstas se
encuentran contenidos de juicio (o conteni.dos proposicionales ) que
son el resultado de s.us actos previos de juicio. Se hallan también aquí
todos los productos de la actividad de la mente y la voluntad . Todas
estas experiencias, sean internas o externas, entran en contextos de
significado de un orden más elevado para el hombre ubicado en el
punto de vista natural, que también tiene experiencia de éstos. Por

so Cf. la Observación al capitulo I, pág. 73, más arriba.


111

lo tanto, a su Aquí y Ahora pertenece toda su experiencia de los pro-


. cedimientos ordenadores tanto de la ciencia teórica como aplicada, y
las reglas mismas por las que éstos se rigen, tales como las de la lógica
formal. A estas experiencias debemos agregar su experiencia de todos
los tipos de reglas prácticas y éticas.
Llamemos a estas .pautas esquemas de nuestra experiencia ( Sche­
mata unserer Erfahrung) .81 Un esquema de nuestra experiencia es un
c·ontexto de significado que constituye una configuración de nuestras
experiencias pasadas que abarca conceptualmente Jos objetos experien­
ciakis que se encuentran en estas últimas, pero no los procesos me­
diante los cuales se han constituido. El proceso constituyente en sí
mismo queda enteramente ignorado, mientras que se da por sentada
la objetividad constituida.82
Al definir los esquemas de la experiencia como contextos de sig­
nificado, hemos dado de ellos una definición formal y material a la
vez: formal, al identificar el modo de su constitución como una síntesis
de un estadio superior a partir del Acto politético de experiencias
vividas-una-vez; material, al referirlos al objeto total que llega a la
visión cuando se contemplan monotéticamente tales síntesis. Decimos
que todas las experiencias componentes vividas-una-vez tienen cohe­
rencia ( Einstimmigkeit) una con otra. Con esto queremos significar
a ) el condicionamiento mutuo de uno por otro, b ) su construcción
sintética para formar estructuras de nivel superior, y, finalmente, e)
ll'. configuración d e significado de estas estructuras mismas, e s decir, la
"configuración total de nuestra experiencia en el Aquí y Ahora efec­
tivo". Nos hemos referido anteriormente a esto diciendo que era ia
configuración más alta de significado de nuestras experiencias vividas­
una-vez". ,Por lo tanto, en cada Aquí y Ahora existe una coherencia
total de nuestra experiencia. Esto significa meramente que la confi­
guración total de nuestra experiencia es una síntesis de nuestras expe­
riencias ya-vividas, producida por una construcción paso a paso. A
esta síntesis corresponde un objeto total, a saber, el contenido de nues­
tro conocimiento en el Aquí y Ahora. Por supuesto, dentro de esta
coherencia total de la experiencia, pueden ocurrir experiencias contra­
dictorias sin que se deteriore la unidad total.

81 Es evidente que nuestro concepto del "esquema" no tiene nada que ver con
el schema kantiano, que es "una síntesis de la imaginación" ( cf. Crítica de la razón
pura, B 185 ) . [Debido a esta diferencia de significado y de acuerdo con el uso de
Schütz en inglés, traducimos "schema" y "schemata" por "esquema" y "esquemas"
cuando se refieren al concepto del autor.]
s2 Cf. como ejemplo de esto lo que Husserl tiene que decir acerca de Ja cien­
cia. La "ciencia" sólo es posible cuando los resultados del pensamiento pueden con­
servarse en forma de conocimiento y permanecen disponibles para seguir pensando,
como sistema de proposiciones formuladas en forma neta y distinta de acuerdo con
los requerimientos lógicos, pero que carecen del claro apoyo de las presentaciones,
y por consiguiente son comprendidas sin introvisión, o si no actualizadas a la manera
<lf' un juicio (Ideen, pág. 124 [T.I., pág. 192] ) .
1 12

Anteriormente a todos los juicios, existe un fundamento universal de la expe­


riencia. Se lo presupone continuamente como la unidad coherente de la experiencia
posible. Dentro de esa unidad . coherente todos los hechos están . vinculados y son
congruentes unos con otros. Sin embargo, puede haber discordancia en esta unidad,
en el sentido de que dos elementos discordantes tengan una comunidad esencial,

y la comunidad esencial no se deteriore pese a sus elementos opuestos, o aun a causa


de ellos. Y así todo iuzgamiento primordial en su contenido, y todo juicio que pro­
grese en correlación con él, tiene configuraci6n según la configuración de obfetos
que se produce en la unidad sintética de la experiencia. sobre la cual se funda­
menta,83

La unidad de la experiencia dentro de la cual entran todos estos


esquemas como objetos constituidos no debe, sin embargo, imaginarse
como si su disponibilidad presentacional en el Aquí y Ahora fuera
estructuralmente homogénea, como si de alguna manera todos estos
esquemas existentes fueran igualmente claros y distintos, como si todos
los objetos dentro de la conciencia estuvieran "en un plano igual con
respecto a nuestra conciencia de ellos".84 Más bien, los esquemas tienen
sus horizontes y perspectivas, sus luces y sus sombras, según el grado
de atención que el yo les presta.

16. Los esquemas de la experiencia como esquemas interpretativos.


La autoexplicación y la interpretación. Problema e interés

Los esquemas de la experiencia tienen una función especial que se


vincula con la constitución del significado específico de una vivencia,
una vez que esta última cae bajo la mirada de la atención. Por lo tanto
son esenciales para el yo cuando explica lo que ya ha vivenciado desde
el punto de vista de un posterior Aquí y Ahora. Hemos definido el
acto de dotar de significado específico como autoexplicación, es decir,
como el ordenamiento de una vivencia dentro de la configuración total
de la experiencia. Este ordenamiento se cumple en una síntesis de
reconocimiento. La síntesis de reconocimiento toma la vivencia que
hay que clasificar, la refiere a los esquemas disponibles, y fija su esencia
específica. La vivencia se remonta así a una objetivación ya disponible
dentro del repositorio de la experiencia, e identificada con esta obje­
tivación. Esto no implica de ninguna manera que el acto de subsumir
la vivencia bajo esta objetivación sea un Acto intencional separado
de la mirada de la atención. Lo que tenemos aquí es más bien un
Acto cuya referencia intencional se orienta en dos direcciones opuestas.
Esta doble intencionalidad puede demostrarse por medio de un análisis.
de cualquier Acto intencional que encuentra un datum; por ejemplo,
una percepción. Por otro lado, cuando miramos hacia atrás, la atención

88 Husserl, Logik, pág. 194.


M Ibrd., pág, 254. ,
1 13

y la inclusi6n, la percepci6n y el reconocimiento parecen ocurrir en


un solo paso.
Es obvio, por lo que hemos diCho anteriormente, que el ordena­
miento del que estamos hablando puede realizarse de muchas maneras
diferentes : en uno cualquiera de los diferentes estadios de formulación
lógica, incluso hasta en la simple aprehensión que ocurre dentro del
Aquí y Ahora; en las actividades de la razón, las emociones o la volun­
tad; en un instante o dentro de las operaciones de resolución de pro­
blemas que proceden paso a paso; en vagos Actos de reconocimiento
habitual o, por otro lado, con completa claridad. Existen diferentes
tipos de esquema para cada uno de estos diferentes tipos de ordena­
miento, y cada uno de los diferentes tipos de esquema puede conocerse
con diferentes grados de claridad.
Llamaremos "interpretación de la vivencia'', al proceso de ordena­
miento de ésta según esquemas mediante el reconocimiento sintético, e
incluiremos bajo esa denominación la vinculación de un signo con lo
que éste significa. Por lo tanto, la interpretación es la referencia de
lo desconocido a lo conocido, de lo que es aprehendido en la mirada
de la atención a los esquemas de la experiencia. Estos esquemas desem­
peñan entonces una función especial en el proceso de interpretación
de las propias vivencias. Son las configuraciones de significado com­
pletadas que están presentes y disponibles en cada momento en forma
de "lo que uno sabe" o de "lo que uno ya sabía". Consisten en material
que ya fue organizado según categorías. A estos esquemas se refieren
las vivencias para su interpretación a medida que ocurren. En este
sentido los esquemas de la experiencia son esquemas interpretativos, y
a partir de ahora los llamaremos así. La interpretación de un signo
mediante la referencia a un sistema de ellos constituye sólo un caso
especial del fenómeno que acabamos de caracterizar; utilizamos por
lo tanto el término para designar el género, en lugar de la especie.
El cuadro de la autoexplicación que acabamos de presentar parece
diferir del hecho de que existen vivencias que son únicas y 8ui generis.
Ya hemos señalado 85 que existen vivencias que debido a su grado de
intimidad no pueden ser abarcadas por la mirada de la atención, por
lo menos en lo que concierne a su cualidad intrínseca. Debemos agre­
gar ahora que es imposible ordenar estas vivencias y, por lo tanto,
dotarlas de significado específico. Esto se debe a su intimidad y a su
esencial confinamiento a un solo instante de la corriente de la concien­
cia, que nos impide identificar en cualquiera de ellas una esencia o
"núcleo" y reconocerla así como perteneciente a una clase. Por otro
lado, reconocemos efectivamente, a veces, que una vivencia es nove­
dosa, que es la "primera" vez que la experimentamos. Esto presupone
una referencia a los esquemas de que disponemos, seguida por una
"falla de conexión", con lo que se pone a su vez en duda la validez

811 En el apartado 7, más arriba.


1 14

del esquema. Cuando un fenómeno resulta inexplicable, significa que


algún sector de nuestro esquema está equivocado.
Nuestra próxima tarea consiste en explicar el criterio mediante el
cual se elige un esquema interpretativo de entre los muchos que están
disponibles, cuando llega el momento de explicar una determinada
vivencia. En efecto, la elección no está prescripta de ninguna manera
desde el comienzo como obvia o exclusiva; en verdad, ninguna vivencia
puede agotarse mediante un solo esquema interpretativo. Más bien,
cada vivencia está abierta a múltiples interpretaciones ( noeseis), sin
que ello deteriore de ningún moclo la identidad de su núcleo noemá­
tico. Los esquemas que se adoptan para tales interpretaciones llevan
siempre la marca de un particular Aquí y Ahora, ya que esto es cierto
en lo referente a las síntesis de reconocimiento y a los actos de con­
ciencia reflexiva en los que éstas se basan. El esclarecimiento de este
proceso complejo requeriría un estudio muy detallado. Para nuestros
propósitos basta decir que la selección de los esquemas pertinentes
depende de la particular modificación atencional que resulte ser ope­
rativa en ese momento. El yo sufrirá siempre, por supuesto, diferentes
modificaciones de. la atención dirigida tanto hacia la vivencia que se
presenta para su ordenamiento, como hacia todo el repositorio de su
experiencia pasada. Podría decirse, paradójicamente, que la vivencia
misma decide el esquema dentro del cual se la ordenará y, por lo
tanto, el problema elegido propone su propia solución.
Pero ¿no equivale esto solamente a retrotraer más la cuestión? ¿De
qué modo ayuda a la solución de nuestro problema? ¿Cómo se selec­
ciona para ocupar el primer lugar la vivencia hacia la cual se dirige
el foco de la atención? A esto sólo podemos responder que el Acto de
atención mismo es un Acto libre del yo que singulariza a la vivencia
y la elige como problema suyo. Por supuesto, una vez realizada la
elección del problema, podemos preguntar las razones de ella, espe­
cíficamente, qué "interés" la impulsó. Trataremos esta cuestión más
adelante.86
Pero ¿no es esto una fatal petición de principio? ¿Cómo puede
constituirse en parte el esquema interpretativo mediante lo que hay que
interpretar? El círculo vicioso es sólo aparente. Tal apariencia la pro­
voca el hecho de que se confunden dos modos de observación funda­
mentalmente diferentes, y de que el modo en que se plantea el proble­
ma en una esfera, se confronta con· su imagen especular en la otra.
Las dos esferas a las que nos referimos son la lógica formal y la
transcendental. Cuando pensamos que el esquema interpretativo es algo
que está listo para ser aplicado a algún datum de vivencia, lo concebi­
mos como una "objetivación lógica" ya constituida, un objeto ideal de
la lógica formal. En cambio, cuando pensamos que el esquema inter­
pretativo es algo que depende de un particular Aquí y Ahora, lo conce­
bimos en función de su génesis, de su constitución y, por lo tanto, lo
86 En el apartado 18, más abajo.
1 15

qatamos en términos de lógica transcendental. Si mantenemos clara y


rigurosamente presente esta distinción, resulta innocuo el equívoco con­
tenido en la expresión "esquema de interpretación". Sin embargo, el
equívoco mismo . es un ejemplo más de la fundamental oposición, que
ya hemos señalado, entre la constitución de la vivencia enla pura dura­
ción, por una parte, y el ser de la objetivación constituida del inundo
espaciotemporal, por la otra, entre los modos de la conciencia del deve­
nir y el ser, la vida y el pensamiento.
Hasta aquí hemos dado sólo un esbozo general de una teoría acerca
de cómo el yo interpreta sus vivencias. Más tarde podremos ampliar
esa teoría y darle mayor exactitud. Esto sólo puede lograrse mediante
un análisis de los procesos de establecimiento e interpretación de signi­
ficado en el mundo intersubjetivo. Sin embargo, antes de proceder a
esta tarea, prestemos atención a un importante aspecto preliminar. Se
trata del análisis del contexto de significado propio de los proyectos, es
decir, del contexto motivacional.

17. El contexto motivacional como contexto de significado.


A) El "motivo-para"
·

En nuestra introducción al capítulo I hemos examinado la teoría de la


motivación de ·weber. Según este autor, el motivo es una configuración
o contexto de significado que a un actor o a un observador se le apare­
ce como fundamento significativo de una determinada conducta. Re­
sumamos nuestras críticas acerca de este punto de vista.
l. Bajo el concepto de "motivo" \Veber reúne dos cosas por com­
pleto diferentes. Estas son: a ) el contexto de significado que el actor
siente subjetivamente que es el fundamento de su conducta, y b) el con­
texto de significado que el observador supone que es el fundamento de
la conducta del actor. Este es un error peculiar de Weber, puesto que
desde el punto de vista de una teoría del significado a que se apunta,
ambas cosas son totalmente inconmensurables. Como ya hemos notado,
las consecuencias que esta confusión tiene para la teoría de Weber acer­
ca de nuestro conocimiento de la conciencia ajena, son desastrosas. Más
adelante examinaremos en detalle esta cuestión. Por ahora, sólo nos
ocuparemos del motivo que al actor mismo le parece el "fundamento
significativo de su conducta". El siguiente análisis, como el conjunto
de este capítulo, se limitará a la esfera del yo solitario.
2. La "conducta" o la "acción" es para Weber un datum discreto
y unificado con el cual podemos operar en forma inmediata, sin más
investigación respecto al principio de su unidad. Nuestro estudio de la
conciencia temporal interna nos mostró cómo la acción se constituye
a partir del proyecto precedente del correspondiente acto, y cómo deri­
vaba su unidad del ámbito o alcance de ese proyecto. Establecimos
así que la unidad de acción es subjetiva en su fundamento mismo y de­
pendiente del Aquí y Ahora en que se formula el proyecto. Por lo tanto,
1 16

el "fundamento significativó', de una acción que es aprehendido como


una unidad, resulta siempre meramente relativo respecto de un par­
ticular Aquí y Ahora del actor y por lo tanto requiere necesariamente
suplementación.
3. Weber omite examinar la naturaleza del contexto de significado
o su dependencia respecto del significado de un actor concreto en par­
ticular. Por esta razón, asimila la así llamada comprensión "esclarece­
dora" o "motivacional" a la comprensión observacional, y deja sin acla­
rar si el significado "a que apunta" una acción es idéntico a su motivo
o no. Ya hemos aclarado el concepto de conte�to de significado. Nues­
tras dos próximas cuestiones serán las referentes a si el contexto moti­
vacional es de hecho un contexto significativo para el actor ( a la cual
responderemos afirmativamente ) , y qué estructura particular implica.
4. Cuando Weber utiliza el término "motivo" quiere significar a ve­
ces a ) el "para" de la acción -en otras palabras, la orientación de la
acción hacia un hecho futuro-, pero otras veces b ) el "porqué" de
la acción, es decir, su relación con una vivencia pasada. No parece justi­
ficar de ninguna manera esta forma ambigua de expresarse. Examine­
mos ahora detenidamente estos dos sentidos diferentes de la palabra
motivo.
Hemos explicado el sentido primero, o "dirigido al futuro" de la
palabra motivo, cuando analizábamos la acción significativa en función
de la conciencia temporal interna. Vimos que cada acción se realiza
según un proyecto y se orienta hacia un acto fantaseado en el tiempo
futuro ·perfecto como ya ejecutado. La unidad de la acción se consti­
tuye exclusivamente mediante ese proyecto, cuya amplitud puede ser
muy diferente según la manera en que explícitamente se lo planea,
como hemos mostrado en el ejemplo de la acción racional con fines
intermedios conocidos. Supongamos, por ejemplo, que deseo hablar
a un amigo mío que vive a la vuelta de la esquina. Para hacerlo debo
levantarme de mi silla, proceso que implica toda clase de tensiones y
relajaciones musculares, marchar a través de la próxima habitación has­
ta el vestíbulo de mi departamento, luego bajar las escaleras y dar vuelta
a la esquina, hasta llegar a casa de mi amigo. Ahora bien, si alguien a
quien yo encuentro por el camino me preguntara acerca de la "base
racional" o "significado" de mi salida de casa, contestaré que voy a pasar
por lo de A, que vive a la vuelta de la esquina, para ver si está en su
casa. El "motivo" de todos los actos sucesivos recién descriptos es el
proyecto de mi visita a A, porque el propósito final de mi acción es
conversar con él; todos los otros actos son fines intermedios orientados
al fin último. Sin embargo, puesto que he ideado el plan de visitar a A,
es decir, puesto que he fantaseado en el tiempo futuro perfecto que
estábamos conversando juntos, la acción que lleva a este fin existe para
mí dentro de un contexto de significado.
Al interpretar el "motivo" del actor considerándolo como sus expec­
tativas, podemos decir que el contexto motivacional es, por definición,
1 17

el contexto de significado dentro del cual se encuentra una determi­


nada acción en virtud de su status como proyecto o acto de un de­
terminado actor. En otras palabras, el acto así proyectado en el tiempo
futuro perfecto y en función del cual la acción recibe su orientación,
es el "motivo-para" ( Um-zu-Motiv) para el actor.
Esta definición �;ntiene su valor a•.mque ( y no era el caso en el
ejemplo recién utilizado ) se incluyan en el proyecto otros elementos
aparte de la actividad del agente. Un ejemplo de tales elementos serían
los hechos físicos. Supongamos, por ejemplo, que yo llamo a mi amigo
por teléfono. En este caso supongo que al marcar el número desenca­
deno una serie de hechos electrónicos que me llevan directamente a mi
propósito. Las leyes de la física y su aplicación a la situación se dan,
por supuesto, por sentadas. Sin duda es correcto decir, en un sentido,
que estoy esperando que todo este proceso entre en acción. Pero el
proceso es algo que sólo tomo en cuenta por implicación: es decir, si
realmente lo pienso, vería que todo esto está implicado en el hecho de
llamar por teléfono a mi amigo. Para planear la llamada telefónica,
no teugo que planear procesos electrónicos ni siquiera dedicarles un
pensamiento. Todo lo que debo hacer es proyectar un cuadro del lla­
mado como "algo que habré hecho en unos pocos minutos" -en sínte­
sis proyectarlo en el tiempo futuro perfecto- y proceder luego a discar.
Sólo unas pocas personas entre las que utilizan el teléfono saben algo
acerca de los procesos físicos que implica "marcar un número". El re­
sultado es lo único que preocupa a la persona común que habla por
teléfono, y que da por sentado todo el resto. Recuerda que el discado
provoca el llamado de una campanilla en el departamento de alguna
otra persona. "Conoce" este vínculo causal, que es parte del bagaje de
experiencia que lleva consigo. Sin embargo, es él quien pone en movi­
miento este "curso" particular de la serie causal en cuestión. Ahora
bien, toda esta situación variará, por supuesto, de acuerdo con el uso
particular que se .haga del teléfono y con quien lo use. Por ejemplo, un
operario de reparaciones telefónicas tendrá como su "motivo-para", su
meta final, no es llamar a un amigo sino la restauración del estado regular
de los hechos electrónicos como algo en lo que pueda confiarse. Para
restaurar la regularidad de esos hechos debe encontrar sus propios me­
dios, por ejemplo, el uso de ciertas herramientas. Una vez que él alcan­
za su meta final, luego yo utilizo su meta -el teléfono reparado- como
medio mío.
Todo lo que se ha dicho en el párrafo precedente respecto del uso
de procesos físicos como medio puede aplicarse también a la esfera
social. En este caso utilizamos como medio para nuestros fines las ac­
ciones de otra gente. Este punto será de especial interés para nosotros
más adelante.
Por lo tanto, si doy como motivo de mi'"' acción el que la realiza
para-tal-o-cual-cosa, lo que realmente quiero decir es lo siguiente : la ac­
ción misma es sólo un medio dentro del contexto de significado de un
1 18

proyecto, en el cual el acto completado se representa como algo que


mi acción debe llevar a cumplimiento. Por lo tar.to, cuando se me
pregunta por mi motivo, contestaré siemprP dl función de '·para" si el
acto completado está aún en el futuro. Lo que se presupone en tal caso
es que el acto �ólo está siendo fantaseado ( o imaginado ) 87 en el modo
de la anticipación. Puesto que la acción concreta y sus vivencias acom­
pañantes aún no _han ocurrido, de modo que podamos decir que han
tenido éxito o han fracasado en la realización del acto, lo que tenemos
entre manos es un proyecto aún no actualizado y concretado. Se carac­
teriza todavía por "proyecciones v'.lcías" que esperan para el futuro. La
meta de una acci_ón sólo puede elegirla como tal el actor mismo, y éste
debe estar por actuar de 11na manera racional. Además, tiene que su­
pervisar la acción total de una sola mirada. Esta es, por supuesto, una
operación reproductiva. Pero el actor debe supervisar, al mismo tiem­
po, las - acciones componentes, sin que interese en qué estado de com­
, pletud puedan encontrarse. Esta última supervisión puede ser de carác-
ter reproductivo o retentivo.
Cuando decimos que la meta final de la acción tiene siempre el
carácter temporal de futuridad, esto no significa que deba estar literal­
mente en el futuro. Supongamos que acabo de volver de visitar- a mi
amigo y me preguntan por qué salí. Aunque mi visita a mi amigo esté
ahora literalmente en el pasado, aún puedo responder: ªSalí para- ver
a A". El tiempo contenido dentro de la frase "para ver a A" o expresado
por ella es futu-ro . Sin embargo, desde el punto de vista del momento
.

en que lo profiero, la visión real de A es pasada, de modo que aque­


llo a que me refiero realmente en la expresión "para" es el proyecto
con sus protensiones aún vacías. Ahora bien, la lengua común corrom­
pe esta distinción y permite que toda formulación "para" s e transforme
en una formulación "porque". "Porque deseaba conversar con A, salí", _

o "Voy a salir porque deseo conversar con A". Llamaremos a toda for­
mulación-porque que sea lógicamente equivalente a una formulación­
para, "pseudoformulación-porque". El rasgo interesante de este doble
modo de expresión es que la formulación-para representa la meta como
futura, mientras la pseudoformulación-porque la representa como un
proyecto que ocurrió en el pasado. Este es sólo un ejemplo más d el
doble sentido relacional d� la acció�, que comprende tanto una referen­
cia retrospectiva hacmel pasaClo como una orientación hacia el futuro.
Necesitamos explicar con mayor detalle la configuración de signifi­
cado dentro d e la cual están mutuamente relacionados el acto proyectado
y las acciones necesarias para llevarlo a cabo. Para que podamos dis­
poner de alguna configuración de significado, debe ocurrir una aprehen­
sión rnonotéticr.. d e acciones en sí mismas, consistente en etapas pero
representada como completamente constituida, es decir, como pasada
y terminada. Pero ¿cóino puede hacerse esto en el proyecto, cuando las

s1 ["Fancied" (imaginado) es la traducción inglesa que Schütz prefería para


"phantasiert", y la utilizaremos como alternativa de "phantasied" (fantaseador]
1 19

acciones que sirven como medio aún no están establecidas? La expli­


cación es que el proyecto mismo se refiere necesariamente, en forma
retrospectiva, a actos pasados análogos 88 al proyectado. Esos actos pa­
sados se reproducen entonces en la conciencia de la persona que for­
mula el nuevo proyecto.
Para proyectar un acto, debe saber cómo se han realizado en el
pasado actos de la misma clase. Cuantos 1riás actos de tal índole haya
y cuanto mejor se comprendan sus principios racionales, tanto más "se
darán por sentados". Esto explica por qué la práctic2. y el ejercicio
aumentan la eficiencia. Cuanto más se ejercita una determinada accién
-una ejecución técnica por ejemplo, tanto menos nota el actor sus
etapas separadas, aunque al comienzo tuviera que proceder a distín­
guirlas una por una.
Por eso resulta fácil comprender que Ja amplitud del proyecto de­
pende precisamente del grado de "perfección" de la experiencia del
actor. Por lo tanto, podemos decir en general que cuanto más común
sea el proyecto mayor será su amplitud, puesto que es más probable
que tengamos un "conocimiento" automático de cómo recorrer las eta­
pas que lo componen. Aquí vemos un ejemplo más del carácter prag­
máticamente condicionado de la autointerpretación de las, propias vi­
vencias. En efecto, todo proyecto "interpreta" el significado que se
constituye en la acción proyectada, refiriéndolo retrospectivamente a
actos análogos. Esto se hace por medio de una síntesis de reconoci­
miento que raramente es algo explícito. La motivación-para es, por lo
tanto, un contexto de significado que se construye sobre el contexto de
experiencia disponible en el momento de la proyección. Incluso la se­
cuencia medio-fin es, en realidad, un contexto de experiencias pasadas,
que implican la realización exitosa de ciertos fines mediante el uso d e
ciertos medios. Toda motivación-para presupone un repositorio tal
de experiencia, que se ha elevado a un status "puedo-hacerlo-de-nuevo".
La medida en que puede perseguirse en el pasado esta estructura
de significado está determinada por el alcance del proyecto y, por lo
tanto, se haJla pragmáticamente condicionada. 89 Y así, tanto el proyecto
como la meta de la acción pueden darse por sentados y, como tales, ser
ignorados hasta que alguna circunstancia especial, como por ejemplo
las preguntas de otra persona, puedan forzamos a explicarnos. En tal
ocasión el actor responderá siempre a la pregunta "¿Por qué?", sea con
una formulación-para o con una formulación-porque, todo lo cual de­
penderá de si está pensando en su meta o en que previamente proyectó
esa meta.

8 8 Lo que queremos decir es que existe un núcleo idéntico de significado {en


el sentido fenomenológico) entre los dos actos que se están comparando.
89 La así llamada "acción tradicional" de Weber es un caso especial en que
la referencia al pasado es vaga y . confusa y en que no sólo se dan por sentados los
"precedentes" a que se recmre, sino también los fines de la a<.'Ción.
1 20

18. El contexto motivacional como contexto de significado.


B) El aut�ri.tico "motivo-porque" .
En el apartado anterior hemos tratado lo que llamábamos las '"pseudo­
formulaciones-porque". Deseamos ahora confrontarlas con auténticas
formulaciones-porque. La diferencia entre ambas reside en el hecho
de que estas últimas no pueden transformarse en formulaciones-para.
Tomemos un ejemplo. Supongamos que yo digo que un asesino perpe­
tró su crimen por dinero. Esta es una formulación-para. Pero supon­
gamos que yo digo que el hombre se tram:fonüó en un asesino debido
a la influencia de las malas compañías. Esta formulación es de un tipo
por completo diferente de la primera. Toda la complicada estructura
de la proyección en el tiempo futuro perfecto es inaplicable aquí. Lo
que nuestra formulación hace es tomar un hecho pasado -a saber, el
crimen- y vincularlo con un hecho aun más remoto en el pasado, es
decir, la influencia de las malas compañías. Ahora bien; ésta es una
clase diferente de contexto de significado. Es muy probable que lla­
memos a esto "explicación del hecho". Pero obviamente lo que se dice
en tal explicación es sólo que ciertas experiencias pasadas del asesino
han creado una disposición por parte de éste a lograr sus metas por
medio de la violencia, más bien que por el trabajo ho.nesto. La dife­
rencia que existe, entonces, entre las dos clases de motivos tal como
la expresan nuestras dos formulaciones, es la de que el motivo:..para
explica el acto en términos del proyécto, mientras que el auténtico
motivo-porque explica el proyecto en función de las vivencias pasadas
del actor.
Tomemos otro ejemplo. Supongamos que yo digo: "Abro mi para­
guas porque está lloviendo". Ante todo, notemos que mi formulación
expresa un pseudomotivo-porque. Este, trasladado al lenguaje de "para'',
nos da lo siguiente: "Abro mi paraguas para no mojarme". El pro­
yecto expresado aquí da por sentado que sería desagradable tener las
ropas empapadas. Pero esta consideración por sí misma no pertenece
a la ser::e para. La serie para comienza con el proyecto, que a su vez
ha dado por sentado que no es agradable estar mojado. Por lo tanto,
yo proyecto un acto para prevenir una situación desagradable. La
acción consiguiente se orienta hacia el proyecte que ha sido puesto
en el tiempo futuro perfecto, en un juicio de este tipo: "Si abro mi
paraguas, evitaré el desagrado de tener mis ropas mojadas", )?or lo
tanto, la acción, con su estructura paso a paso, debe entenderse dentro
del contexto de significado del proyecto, que ve todo el acto monoté­
ticamente como una unidad. Como acabo de mostrar, este proyecto
mismo se basa en un contexto de significado del tipo: "Abrir el para­
guas lo mantiene a uno seco mientras está lloviendo". Ya he experi­
mentado la verdad de esta formulación, y ahora la doy por sentada
al realizar la acción. Esto en lo que :respecta al motivo-para y a su
correspondiente pseudomotivo-porque.
121

. Sin embargo, en la formulación: "Abro mi paraguas porque está


lloviendo", reside oculto un genuino motivo-porque. Puede describirse
alternativamente como sigue : primero, veo que está lloviendo, luego
recuerdo que podría mojarme a caus.a de la lluvia y que eso sería
desagradable. Estoy luego listo para planear un paso preventivo aso­
ciado, sea el de correr a refugiarme en algún lugar o abrir mi para­
guas. Esto explica, entonces, la constitución del proyecto de abrir mi
paraguas. Este proyecto está motivado por el genuino motivo-porque.
Una vez que se ha realizado, el motivo-fara motiva el acto que se está
constituyendo a su vez en esa ocasión, utilizando el proyecto como
base. En la relación-para, el proyecto ya existente es el factor moti­
vante; motiva la acción y es la razón por la cual se la cumple. Pero
en la genuina relación-porque, el factor motivante es una vivencia tem­
poralmente anterior al proyecto; motiva el proyecto que se está cons­
. tituyendo en ese momento. Esta es, entonces, la diferencia esencial
que exi$te entre las dos relaciones.
·. Expliquemos este punto con mayor detalle. En la relación-para, la
vivencia motivada ( es decir, la acción ) es anticipada en la .vivencia
motivante ( es decir, el proyecto ) , y se la representa en ella en el tiempo
futuro perfecto. No se encuentra una relación similar de anticipación
en la genuina relación-porque. La diferencia es la siguiente: el pro­
yecto de abrir el paraguas no es la causa de esa acción, sino sólo una
anticipación fantaseada. Inversamente, la acción "cumple" o "no logra
cumplir" el proyecto. En contraste con esta situación, la percepción
de la lluvia no es en sí misma un proyecto de ninguna clase. No tiene
ninguna "vinculación" con el juicio: "Si me expongo a la lluvia, mis
ropas se mojarán; eso no es deseable; por lo tanto, debo hacer algo
para impedirlo". La vinculación o nexo se establece por medio de un
acto intencional mío por el cual me vuelvo hacia el complejo total
de mi experiencia pasada. Dentro de ese complejo total, por supuesto,
s e encontrará el juicio en . cuestión como un objeto lógico abstracto.
Pero aunque este juicio sea parte del repositorio de mi experiencia,
puede no "vincularse" nunca con la percepción de la lluvia. Así, si
percibo la lluvia desde mi ventana, puedo no reactivar en absoluto
el juicio ni proceder a ningún proyecto. En ese caso, el juicio conser­
vará para mí su status de máxima puramente hipotética.
Ahora bien, podemos describir con una generalidad algo mayor
el contexto de significado de la auténtica motivación-porque: en toda
auténtica motivación-porque tanto la vivencia motivante como la mo­
tivada tienen el carácter temporal de pretericidad. La fo1mulación
de una auténtica pregunta-por-qué sólo es pasible por lo general des­
pués que ha ocurrido la vivencia motivada y cuando miramos retros­
pectivamente hacia ella como algo entero y completo en sí mismo. La
vivencia motivante, a su vez, es una vez más pasada, en relación con
la motivada, y podemos por lo tanto designar nuestra referencia inten­
cional a ella como pensar en el tiempo pluscuamperfecto. S6lo utili-
1 22

zando el tiempo pluscuamperfecto puedo decir algo . acerca del verda­


dero "porque" de una vivencia. En efecto, para hacerlo, debo referirme
a la vivencia motivada, en nuestro caso al proyecto, y éste debe estar
ya cumplido y terminado, sea en Ja realidad o en la fantasía, en ei tiempo
futuro perfecto. · El contexto de significado del verdadero motivo-por­
que es siempre, por lo tanto, una explicación posterior al hecho.
Aplicado a nuestro ejemplo, todo el proceso ocurriría de la manera
siguiente. La percepción de la lluvia, en la medida en que sigue siendo
una mera observación, no se vincula con !a apertura del paraguas. Pero
la percepción de la lluvia provoca un acto de atención al complejo
total de mi experiencia pasada, y esta última, puesto que está prag­
. máticamente condicionada, ilumina el juicio: "Si me expongo sin pro-
tección a la lluvia me mojaré y eso se transformará pronto en una cosa
desagradable. La manera de impedirlo es abrir mi paraguas, y es justa­
mente lo que haré". Hasta aquí no está dado ningún contexto signifi­
cativo dentro del cual la percepción de la lluvia y la apertura de un
paraguas sean elementos vinculados. Sin embargo, si he proyectado
la acción de abrir el paraguas de esta manera, o si ya la he realizado,
y me pregunto entonces cómo se constituyó ese proyecto, captaré en
una sola mirada el proceso íntegro, desde la percepción · de la lluvia
hasta la apertura del paraguas, como una unidad. Si un compañero
me preguntara por qué estoy abriendo el paraguas, yo contestaría:
"Porque · llueve". Al hacerlo así, expresaría un auténtico motivo-porque
del cual estoy consciente. Si yo contestara: en función de la relación­
para, diría : "Para no mojarme". Es evidente que el contexto de signi­
ficado en el cual el auténtico motivo-porque está respecto de mi acción,
sólo se constituye en una ojeada retrospectiva. Esa ojeada retrospectiva
ve a la vez la acción motivada )' su vivencia motivadora, esta última
en el tiempo pluscuamperfecto. Precisamente por esta razón el con­
texto de significado mismo es también diferente en cada momento en
que miro retrospectivamente las dos vivencias desde un nuevo Aquí
y Ahora.
Podemos ver ahora el significado de la distinción que hemos tra­
tado en el capítulo 1, entre el motivo y el significado subjetivo de una
acción. Localizábamos el significado de una acción en la atención
enfocada sobre el proyecto precedente. Este proyecto anticipa la acción
en el tiempo futuro perfecto y la convierte en la clase particular de
acción que es. Si la "acción" se refiere a una unidad constituida den­
tro del ámbito del proyecto, entonces el proyecto es el motivo-para
de la acción y también el significado de ésta a medida que se realiza.
Sin cmbaigo, si por "acción" sólo queremos significar una acción com­
ponente dentro del contexto más amplio de un acto -como hacemos
a menudo-, entonces el significado y el motivo-para de la acción ya
no coinciden. En este caso, la meta representada en el proyecto es
separable del "significado" de la acción componente, que puede ser
tratada como algo por completo distinto. Esto es cierto tanto si la
1 23

acción en cuestión es algo a lo que meramente se tiende, aún en pro­


greso, como si se trata de una acción ya realizada. Pero el. caso es
diferente cuando se trata del auténtico motivo-porque. Este último con­
siste en aquellas vivencias pasadas del actor a las cuales él presta
atención después de haber sido realizado el acto ( o, por lo menos, en
sus fases iniciales ) . El actor representa entonces esas vivencias en el
tiempo pluscuampedecto y en un contexto de significado que él puede
contemplar monotéticamente. Dentro de este · contexto de significado
puede visualizar en una síntesis de fases componentes tanto las viven­
cias motivadoras como las motivadas. Nuestra equiparación de la
vivencia motivada con la acción completada, o con sus fases comple­
tadas, requiere una corrección. Podemos, en verdad, contemplar el
auténtico motivo-porque incluso desde el punto de vista del proyecto.
Pero pertenece a la naturaleza de un proyecto �nticipar su acción pro­
yectada en el tiempo futuro perfecto como algo ya realizado. Una
acción meramente proyectada aparece siempre a la mirada monotética
solamente como una fantasía de un acto ejecutado. Es por cierto
una fantasía, una sombra causalmente ineficaz, pero es necesariamente
la sombra de un acto que lleva dentro de sí mismo el carácter temporal
intrínseco del pasado.
Estas consideraciones proporcionan un fundamento más amplio
para los puntos tratados en el capítulo 1.90 Decíamos que el significado
de una acción -es decir, su relación con el proyecto- lo da por sen­
tado el actor y es por completo independiente del auténtico motivo­
porque. Lo que aparece al actor como significado de su acción es su
relación con el proyecto, y no el proceso mediante el cual se constituía
el acto a partir de los auténticos motivos-porque. Para aprehender los
auténticos motivos-porque de su acción el actor debe llevar a cabo un
nuevo Acto de atención de una clase especial, es decir, debe investigar
el origen de este proyecto que, considerado simplemente como un
producto, es "el significado de su acción", La investigación del autén�
tico motivo-porque ocurre, por lo tanto, cuando el yo ha emprendido
un cierto tipo de autoexplicación. Para este tipo de autoexplicación eii
esencial que uno comience por el motivo-para; en otras palabras, que
parta del proyecto de la acción concreta. Este proyecto es un contexto
de significado constituido y concreto en vinculación con el cual se
contemplan todos los auténticos motivos-porque en el tiempo pluscuam­
perfecto. Por lo ta:::ito, el proyecto nunca se vincula con el auténtico
motivo-porque como algo que cumple o deja de cumplir este último:
puesto que los motivos-porque se representan en el tiempo pluscuam­
perfecto, están libres de toda:; las protensiones y anticipaciones; son
simplemente recuerdos y han recibido sus horizontes de perspectiva,
sus relieves y sombras de un Aquí y Ahora siempre posterior a aquel
en que se constituyó el proyecto.
Ya nos hemos familiarizado con un caso típico de la interpretación

oo Véase el apartado 4, pág. 58.


1 24

. de tales motivos porque en nuestro análisis del proceso de elección que


-

precede a una acción. Vimos que de ninguna . manera podía ocurrir


el caso de que dos o más posibilidades se presentaran al actor dentro
de su corriente de conciencia, entre las cuales tuviera que elegir. Vimos
además que lo que parecen ser posibilidades coexistentes son en reali­
dad Actos sucesivos de pasar a través de diferentes proyectos. Después
de echada la suerte, parece en verdad que hubieran coexistido esas
posibilidades entre las cuales la elección fue libre, como si hubiera
estado presente una causa determinante del resultado. Vimos que esta
manera de pensar llevaba a un nudo de pseudoproblemas pero no
proseguimos más allá. Estamos ahora en situación de explicar también
ese fenómeno. Todas esas posibilidades entre las cuales se hace una
elección, y todos esos fundamentos determinantes que· parecen haber
llevado a la selección de un cierto proyecto, se revelan a la mirada
retrospectiva como auténticos motivos-porque. No tuvieron existencia
como vivencias discretas mientras el yo vivía en ellos, es decir, prefe -

. noménicamente. Son sólo interpretaciones realizadas por la mirada


retrospectiva cuando ésta se dirige a las vivencias conscientes que pre­
ceden ( en el tiempo . pluscuamperfecto ) al proyecto reat Y puesto
que toda interpretación en el tiempo pluscuamperfecto está determi­
nada por el Aquí y Ahora desde el cual se la hace, la elección de cuáles
vivencias pasadas deben considerarse como el auténtico motivo-porque
del proyecto d epende del cono de luz que el yo arroja sobre sus viven­
cias anteriores al proyecto.
En un sector por completo diferente tropezamos con un problema
similar, cuando estudiamos la cuestión de la elección del problema y
la constitución de los esquemas interpretativos pertinentes, que hemos
explicado en el apartado 16. La correlación en cuestión puede compren­
derse como un contexto motivacional S i pregunto cuál es el significado
.

a que apunta una de mis vivencias, mí propósito es colocarla dentro


del contexto total de mi experiencia. Por lo tanto, proyecto la estruc­
tura de un para , y la elección de los esquemas interpretativos está
" "

en sí misma condicionada por el modo de atención que presto a mi


vivencia recién completada, y con ello, al mismo tiempo, al contexto
total de mi experiencia Una vez que ha ocurrido la elección del pro­
.

blema -que como vimos, es un Acto libre del yo-, tomándola como
punto de mira podemos preguntar por el "porqué" de la elección par­
ticular, representando ese fundamento en el tiempo pluscuamperfecto.
En verdad, todo lo que hemos dicho respecto de la relación del motivo­
para con el auténtico motivo-porque mantiene su validez en un nivel
más elevado para todo el complejo de temas que implica la elección
del problema y la elección del esquema interpretativo. Quien trate de
ordenar una vivencia concreta dentro del contexto total de su expe­
riencia, orientará su procedimiento de acuerdo con un motivo-para de
interpretación. Lo hace eligiendo de entre todos los esquemas inter­
pretativos almacenados en su experiencia pasada, el único que es per-
1 25

tinente para la solución de su problema. Pero la constitución del


motivo-para de la autointerpretación, o sea, la formulación del proble­
ma mismo, ocurre como resultado de un auténtico 'motivo-porque que
s6lo podemos representarnos en el tiempo pluscuamperfecto. Esta com­
plicada situación se llama "interés" en la vida cotidiana, y Weber
adopta esa palabra de sentido laxo en su Sociología. Por supuesto, el
término "interés" es ambiguo y abarca tanto los motivos-para como los
auténticos motivos�porque. Quien pregunte cuál es el significado a
que apunta una de sus vivencias, se "interesará" en ella primero desde
el punto de vista de nn problema ya formulado. Este es un interés­
"para". Pero también se interesará en el problema mismo, y éste es
un interés-"porque". Sin embargo, éste es un caso en que la conclusión
se pone antes que las premisas, porque el problema que se da por
sentado, y la selección misma de él como interesante o pertinente, sólo
p:ueden resultar de una interpretación ex post facto.
Con esto cerramos nuestro estudio del contexto del significado del
motivo y de la estructura de lo significativo dentro de la conciencia
del yo solitario. Pasamos ahora a la esfera del significado social y de
la interpretación del yo del otro.
III

FUNDAMENTOS DE UNA TEORIA


DE LA COMPRENSION INTERSUBJETIVA

19. La tesis general del yo del otro en la percepción natural

CuAN;oo procedemos a nuestro estudio del mundo social, abandonamos


el método estrictamente fenomenológico.1 Comenzaremos aceptando
simplemente la existencia del mundo social tal como se la acepta siem­
pre en la actitud del punto de vista natural, sea en la vida cotidiana
o en la observación sociológica. Al hacerlo así, evitaremos toda ten­
tativa de ocuparnos del problema desde el punto de vista de la feno­
menología transcendental. Por lo tanto, dejaremos de lado todo un
conjunto de problemas cuya significación y dificultad fueron señaladas
por Husserl en su Lógica formal y transcendental, aunque él no trató
específicamente esos problemas.2 El problema del "significado" del
"tú" sólo puede resolverse realizando el análisis que él planteó en esa
obra. Sin embargo, ya se puede afirmar desde ahora con certeza que
el concepto del mundo en general debe basarse en el concepto de
"cada uno" y por lo tanto también del "otro".3 Max Scheler expresó
la misma idea en "Erkenntnis und Arbeit":
La realidad del mundo de los contemporáneos y la comunidad se dan por sen­
tadas como esferas-del-tú y esferas-del-nosotros, ante todo respecto del conjunto de
la naturaleza, tanto viviente como inorgánica . Además, la realidad del "tú" y
• •

de una comunidad se da por sentada antes que la realidad del "yo" en el sentido del
propio yo y de sus vivencias personales privadas.4

Debemos entonces dejar sin resolver los problemas notoriamente


difíciles que rodean a la constitución del tú dentro de la subjetividad

1 Véase nuestra nota agregada al final del capítulo I, pág. 73, más arriba.
2 En las Meditaciones cartesianas, especialmente en la Meditación V, Husserl
nos ha dado un profundo análisis de la significación general de estas cuestiones, y
también ha fijado el punto esencial a partir del cual deben resolverse.
8 Esto se deduce del método con que Husserl trata el problema. Cf. Logik,
pág. 212.
4 Die Wissensformen und die Gesellschaff ( Leipzig, 1926) , II, págs. 475 y
siguientes.
1 28

de la . experiencia privada. No vamos a preguntar, por lo tanto, cómo


se constituye el tú en un yo, si el concepto de "ser humano" presu­
pone un yo transcendental en el cual ya está constituido el otro yo
transcendental, o en qué medida es posible el conocimiento intersub­
jetivo u�iversalmente válido. Por más importantes que estas cuestiones
puedan ser para la epistemología y, por lo tanto, para las ciencias
sociales, podemos dejarlas tranquilamente de lado en la presente obra.5 ·
Por lo tanto, el objeto que estudiaremos es el ser humano que
mira al mundo desde una actitud natural. Nacido en un mundo social,
se encuentra con sus congéneres y da por senta.da la existencia de éstos .
sin cuestionarla, así como da por sentada la existencia de los objetos
naturales que encuentra. La esencia de su supuesto acerca de sus
congéneres puede expresarse en esta breve fórmula: el tú ( o la otra
persona) es consciente, y su corriente de conciencia es de carácter
temporal y muestra la misma forma básica que la mía. Pero esto, por
supuesto, tiene sus implicaciones. Significa que el tú sólo conoce sus
vivencias por medio de Actos reflexivos de atención. Y significa que
los Actos de atención misma variarán de carácter de un momento a
otro y sufrirán cambios a medida que pasa el tiempo. En síntesis, sig­
nifica que la otra persona también experimenta su propio envejeci­
miento.
Por lo tanto, todo lo que dijimos en el capítulo II acerca de la
conciencia se aplicará exactamente al tú. Puesto que el tú realiza
también Actos intencionales, confiere también significado. El tú selec­
ciona también ciertos ítems de su corriente de conciencia y los inter­
preta ubicándolos dentro de algún contexto de significado. Representa
también como unidades completas los Actos intencionales que ocu­
rrieron paso a paso. Va colocando los contextos de significado en estra­
tos, y construye su propio mundo de experiencias que, como el mío,
siempre lleva la marca del momento particular desde el cual se lo
contempla. Por último, puesto que el tú interpreta sus vivencias, les
da significado, y ese significado es significado a que se apunta.
En el capítulo 1 hemos visto ya las dificultades que obstaculizan
la comprensión del significado a que apunta el yo del otro.6 Encon­
trábamos, en efecto, que tal comprensión nunca puede lograrse y que
el concepto del significado a que apunta la otra persona sigue siendo,
a lo sumo, un concepto límite. Nuestro análisis temporal ha aclarado
por primera vez la verdadera razón por la cual no püdría verificarse
nunca el postulado de la comprensión del significado a que apunta la
otra persona. En efecto, el postulado significa que tengo que explicar
las vivencias de la otra persona de la misma manera en que ella lo hace.
Ahora bien, hemos visto que la autoexplicación se realiza en una serie
de Actos extremadamente complejos de conciencia. Estos Actos inten­
cionales se estructuran en estratos y son, a su vez, los objetos de Actos

li [Este párrafo es una adaptación.]


6 Véanse las págs. 67 y sigs., y la Observación, en las págs. 73 y sigs.
1 29

adicionales de atención por parte del yo. Naturalmente, estos últimos


dependen del Aquí y Ahora particular dentro del cual ocurren. Por lo
tanto, el postulado de que puedo- observar las vivencias de otra persona
. exactamente de la misma manera eri que esa persona lo hace, es absur­
do, pues presupone que yo mismo he vivenciado todos los estados
conscientes y los Actos intencionales dentro de los cuales se ha cons­
tituido esa experiencia. Pero · esto sólo podría suceder dentro de mi
propio vivenciar y en mis propios Áctos de atención a mi vivenciar. Y
esas vivencias mías tendrían entonces que duplicar las del otro hasta
sus mín�mos detalles, incluidas las impresfanes, sus zonas circundantes
de protensión y retención, los Actos reflexivos, las fantasías, etcétera.
Pero aún hay más : yo tendría que ser capaz de recordar todas las
vivencias del otro y, por lo tanto, de haber vivenciado esas vivencias
en el mismo orden en que él lo hizo; y finalmente debería haberle
otorgado exactamente el mismo grado de atención que él les acordó.
· En síntesis, mi corriente de conciencia tendría que coincidir con la del
otro, lo cual equivale a decir que yo tendría que ser la otra persona.
Esto lo ha señalado Bergson en su obra Essai sur les données immédia­
tes de la conscience.1 El "significado a que se apunta" es, por lo tanto,
esencialmente subjetivo y se limita en principio a la autointerpretación
de la persona que experimenta la vivencia a interpretar. Al estar cons­
tituido dentro d e la corriente única de conciencia de cada individuo,
es esencialmente inaccesible a todos los demás individuos.
Parecería que estas conclusiones llevaran a Ja negación de la posi­
bilidad de una sociología comprensiva y, más aún, a negar que alguien
pueda llegar a comprender la experiencia de otra persona. Pero éste
no es de ninguna manera el caso. No estamos afirmando que las viven­
cias de otro permanezcan inaccesibles en principio para mí ni que
carezcan para mí de significado. Más bien, la cuestión reside en que el
significado que doy a las vivencias de otro no puede ser exactamente
el mismo que el significado que les da el otro cuando procede a inter­
pretarlas.
Para aclarar la distinción entre los dos tipos de significado impli­
cados, es decir, entre la autoexplicación y la interpretación de la expe­
riencia de la otra persona, pidamos ayuda a una conocida distinción
de Husserl:

Por actos inmanentemente dirigidos o, para expresarlo de un modo más gene­


ral, por vivencias intencionales inmanentemente relacionadas, entendemos aquellos
actos que están esencialmente constituidos de modo que sus objetos intencionales,

7 Cf. también Husserl, Ideen, pág. 167 [T.I., pág. 241] : "Un examen más
detenido mostraría además que dos co"ientes de vivencias ( esferas de conciencia
para dos yoes puros) no pueden concebirse como dotadas de un contenido esencial
que sea idénticamente el mismo; además . . . ninguna vivencia plenamente-determi­
nada de alguien podría nunca pertenecer a otro; sólo las vivencias que tengan idén­
ticamente la misma especificación pueden ser comunes a ambos (aunque no comu­
nes en el sentido de que sean individualmente idénticas ) , pero nunca dos vivencias
que por añadidura tengan absolutamente el mismo 'ámbitó."
1 30

cuando existen, pertenecen a la misma corriente de vivencias que ellos mismos . . ,


Las vivencias intencionales para las cuales esto no vale son las trascendentemente
.

dirigidas, como por ejemplo todos los actos dirigidos . hacia las vivencias inten­
. •

cionales de otros yoes con sus corrientes de vivencias.s

No hace falta decir que no sólo son transcendentes los actos intencio­
nales dirigidos a la corriente de conciencia de otm persona, sino que
entran en la misma clase mis vivencias del cuerpo de otra persona, de
mi propio cuerpo o de mí mismo como una unidad psicofísica. Nos
enfrentamos así inmediatamente con la cuestión del carácter específico
de esa subclase de Actos transcendentes que se dirigen hacia las viven­
cias de otra persona. Podríamos decir que "percibimos" las vivencias
del otro siempre que no sobreentendamos que las intuimos directamente
en sentido estricto, sino que signifiquemos más bien que las aprehen­
demos con la misma intención perceptual ( anschauliches Vermeinen)
con que captamos una cosa o hecho presente a nosotros. Es éste el
sentido en que Husserl utiliza la palabra "percepción" para significar
"tomar nota de": "el oyente toma nota de que el hablante expresa
ciertas vivencias suyas y, en ese sentido, puede decirse que las nota,
pero él mismo no vive esas vivencias -su percepción es 'externa' más
bien que 'interna"'.9 La clase <le percepción que es de carácter sigui­
tivo 10 no debería confundirse con aquélla en . la cual un objeto nos
apare.ce directamente. Sólo aprehendo las vivencias de otro mediante
la representación signitivo-simbólica, y considero su cuerpo o cualquier
artefacto cultural que él haya producido como un "campo de expre­
sión" 1 1 de esas vivencias.
Expliquemos un poco más ese concepto de aprehensión signitiva
del conocimiento subjetivo de otro. Todo el repositorio de mi expe­
riencia ( Erfahrungsvorrat) de otro, desde una actitud natural, consiste
en mis propias vivencias ( Erlebnisse) de su cuerpo, de su conducta, del
curso de sus acciones y de los artefactos que ha producido. Por el
momento hablemos simplemente de la interpretación del curso de acción
de la otra persona, sin mayores precisiones. Mis vivencias de los actos de
otros consisten en mis percepciones de su cuerpo en movimiento. Sin
embargo, puesto que yo interpreto siempre esas percepciones como
el "cuerpo de otro", las estoy interpretando siempre como algo que
tiene una referencia implícita a la "conciencia de otro". Así, los movi­
mientos corporales se perciben no sólo como hechos físicos sino tam­
bién como un signo de que la otra persona tiene ciertas vivencias que

8 Ideen, pág. 68 [T.I., pág. 124].


9 Logische Untersuchungen, 11, 1, 34.
10 [ "El ténnino 'significaci6n' (signification) es lo mismo que 'significado•
(meaning) para Husserl. Similarmente, éste habla a menudo de actos slgnificatfoos
o signitivos, en lugar de actos de intenci6n significativa, o de significado, etcétera.
Signitivo es también adecuado porque expresa lo contrario de intuitivo. Un sinónimo
de signitivo es simb6lico" {Farber, Foundation of Phenomenology, pág. 402, n. ) .]
11 [ Cf. más arriba, apartado 3.]
131

expresa por medio de esos movimientos. Mi mirada intencional se


dirige a través de mis percepciones de sus movimientos corporales
hasta llegar a sus vivencias que están por detrás de ellos y son signi­
ficadas por ellos. La relación signitiva resulta esencial para este modo
de aprehensión de las vivencias de otro. Por supuesto, él mismo puede
estar coosciente de esas vivencias, seleccionarlas y darles el significado
al que él apunta. Sus movimientos corporales observados se transfor­
man entonces para mí no sólo en un signo de sus vivencias como tales,
sino de aquellas a las cuales él adjudica un significado al que apunta.
Más adelante estudiaremos en detalle cómo se realiza una interpreta­
ción de esta clase. Baste decir aquí que la experiencia signitiva ( Erfah­
rung) del mundo, como toda otra experiencia en el Aquí y Ahorn, está
organizada en forma coherente y, por lo tanto, se halla "disponible".12
Aquí podría objetarse que el concepto de vivencia excluye por
definición todo lo que no sea mi propia vivencia, puesto . que el tér­
mino mismo "vivencia" es equivalente a "objeto de conocimiento inma­
nente". Una aprehensión transcendente de la vivencia dé otro quedaría
eliminada entonces como absurda. En efecto, prosigue el argumento,
sólo aprehendo transcendentalmente las indicaciones de la vivencia de
otro; luego de aprehenderlas, infiero de ellas la existencia y carácter
de las vivencias de las cuales son indicaciones. Contra este punto de
vista debemos sostener enfáticamente que la aprehensión signitiva del
cuerpo de otro como campo expresivo no implica inferencia o juicio
en el sentido habitual. Lo que está implicado es más bien un cierto
Acto intencional que utiliza un código ya establecido de interpretación
que nos dirige, a través del movimiento corporal, hasta las vivencias
subyacentes.13
En el mundo cotidiano, en el cual tanto yo como tú aparecemos
no como sujetos transcedentales sino psicofísicos, corresponde a cada
corriente de vivencias del yo una corriente de vivencias del tú. Esta
última se refiere, con seguridad, a mi propia corriente de vivencia, tal
como el cuerpo de la otra persona se refiere al mío. Durante este
· proceso, se mantiene vigente la peculiar referencia de mi propio yo al
yo del otro, en el sentido de que mi corriente de vivencias es para
ti la de otra persona, tal como mi cuerpo es para ti el cuerpa de otro. 14

12 Cf. apartado 15.


18 Cf. Husserl, Méditations cartésiennes, pág. 91: "Et organismo de otra per­
sona s6lo demuestra permanentemente que es un organim:no viviente mediante su con­
ducta cambiante pero siempre coherente. Y lo hace de la siguiente manera: el lado
físico de la conducta es el índice del lado psíquico. Sobre esta 'conducta' que apa­
rece en nuestra experiencia y se verifica y confirma a sí misma en la sucesi6n orde­
nada de sus fases . . . en esta accesibilidad indirecta pero genuina de lo que no es
en sí mismo accesible, se funda para nosotros la existencia del otro." [Cf. la traduc­
ci6n de Caims ( de la edici6n alemana ) , Cartesian Meditations, pág. 114.]
14 Cf. también Husserl, Logik, pág. 210.
1 32

20. La corriente de la conciencia de otro como simultánea con la míá


Si deseo observar una de mis propias vivencias, debo realizar un Acto
reflexivo de atención. Pero en este caso lo que contemplo es una
experiencia pasada, no una experiencia que ocurra en la actualidad.
Puesto que esto sigue valiendo para todos mis Actos de atención diri­
gidos hacia mis propias vivencias, sé que vale también para la otra
persona. Tú estás en la misma posición que yo: sólo puedes observar
tu pasado, vivencias y;i vividas. Ahora bien, cuando tengo una viven­
cia de ti, ésta es todavía mi propia vivencia.15 Sin embargo, aunque
esta vivencia es únicamente mía, tiene también, como un objeto inten­
cional captado significtivamente, una vivencia de ti que tú estás tenien­
do en este mismo momento. Para observar una vivencia mía, debo
atender a ella reflexivamente. Sin embargo, no necesito de ningún
modo atender reflexivamente a mi vivencia de ti, para observar tu
vivencia. Por el contrario, limitándome a "mirar" puedo captar incluso
aquellas vivencias tuyas que tú no has observado todavía y que son aún
para ti prefenoménicas e indiferenciadas. Esto significa que mientras
yo sólo puedo observar mis propias vivencias después de pasadas y
transcurridas, puedo observar las tuyas cuando están efectivamente
ocurriendo . Ello implica, a su vez, que tú y yo somos, en un sentido
específico, "simultáneos", que "coexistimos", que nuestras respectivas
corrientes de conciencia se intersectan. Estas son con seguridad meras
imágenes y. resultan inadecuadas puesto que son espaciales. Sin em­
bargo, es costumbre profundamente arraigada recurrir a imágenes espa­
ciales en este punto. Nos interesa en este caso el sincronismo de dos
corrientes de conciencia, la mía y la tuya. Al tratar de comprender
este sincronismo, es difícil que podamos ignorar el hecho de que cuando
tú y yo estamos en actitud natural, nos percibimos a nosotros mismos
y uno a otro como unidades psicofísicas.
Este sincronismo o "simultaneidad" se entiende aquí en el sentido
de Bergson:

Llamo simultáneas a dos corrientes que desde el punto de vista de mi con­


ciencia son indiferentemente una o dos. Mi conciencia percibe esas corrientes como
una sola cuando accede a acordarles un acto indiviso de atención; en cambio, las

distingue cuando prefiere dividir su atención entre ellas. Además, puede hacer de
ellas µna, distinguiéndolas sin embargo una de otra, si decide dividir su atención,
aunque no dividiéndolas en dos entidades separadas.18

Veo entonces mi propia corriente de conciencia y la tuya en un


solo Acto intencional que abraza a ambas. La simultaneidad implicada

15 [O, literalmente, "todas mis vivencias de las vivencias del yo del otro son
aún mis propias vivencias" ("nJ.lll sind auch meine Erlebnisse von Fremden Erlebnis­
sen noch immer je-meinige Erlebnisse" ) .]
18 Durée et simultanéite: a propos de la théorle d'Einstein, 2� ed. (París,
1923 ) . pág. 66.
1 33

en este caso no es la del tiempo físico, que es cuantificable, divisible


y espacial. Para nosotros el término "simultaneidad" es más bien una
expresión del supuesto básico y necesario del que parto, que es el de
que tu corriente de conciencia tiene una estructura análoga a la mía.
Dura en un sentido en que no dura una cosa física: vivencia su propio
envejecimiento, y esta vivencia es determinante de todas las otras que
tiene. Mientras. la duración de los objetos físicos no es en absoluto
durée, sino exactamente lo contrario, pues persiste en un período de
tiempo objetivo,17 tú y yo, en cambio, tenemos una auténtica durée
que se vivencia a sí misma, que es continua, múltiple e irreversible.
No sólo cada uno de nosotros vivencia subjetivamente su propia durée
como una unidad absoluta en el sentido bergsoniano, sino que la
durée de cada uno de nosotros es dada al otro como una realidad abso­
luta. Lo que queremos decir, entonces, con la palabra simultaneidad
de dos duraciones o corrientes de conciencia es simplemente esto: el
fenómeno de envejecer juntos. Cualquier otro criterio de simultanei­
dad presupone la transformación de ambas duraciones en un com­
plejo espacio-temporal y la transformación de la durée real en un
tiempo meramente construido. Esto es lo que Bergson quiere decir
al referirse al tiempo que no es vivenciado por ti ni por mí, ni por
nadie.18 .Pero en realidad tú y yo podemos experimentar subjetiva­
mente y vivenciar cada uno su propia y respectiva duración, cada
uno la duración del otro y la de todos.1º
Puedo decir entonces sin vacilar que el tú es esa conciencia cuyos
Actos intencionales puedo ver mientras ocurren como distintos de los
míos propios y, sin embargo, simultáneos con ellos. Puedo también
decir que me es posible cobrar conciencia de vivencias del tú que éste
nunca llega a notar: sus vivencias prefenoménicas. Si por ejemplo
alguien está hablándome, estoy consciente no sólo de sus palabras sino
también de su voz. Las interpreto, con seguridad, de la misma manera
en que siempre interpreto mis propias vivencias. Pero mi mirada se
dirige directamente, a través de estos síntomas exteriores, al hombre
interno de la persona que está hablándome. Cualquiera sea el con­
texto de significado que enfoco cuando estoy vivenciando estas indi­
caciones exteriores, ese contexto adquiere su validez de un contexto
de significado correspondiente que está en la mente de la otra persona.
Este último contexto debe ser el mismo dentro del cual las actuales
vivencias del otro se van construyendo paso a paso.20

17 [" ein Beharren im Ablauf der objektiven Zeit." Estas palabras · hacen
• • •

recordar un pasaie de Kant. Cf. la Crítica de la razón pura, B 183: "El schema de
la substancia es - la permanencia de lo real en el tiempo" ("die Beharrlichkeit des
Realen in der Zeit" ) .]
18 Bergson, op. cit., pág. 88 y passim.
19 Cf. Husserl, Méditatior.s cartésiennes, pág. 97: "Desde el punto de vista
fenomenológico, la otra persona es una modificación de 'mi' yo."
20 Husserl llega a la misma conclusión desde un punto de pa:::tida enteramente·
distinto: "Ella (la experiencia de la otra persona) establece una conexión entre la
experiencia viviente no interrumpida ni trabada que el yo concreto tiene de si núsmo,.
1 34

Lo que acabamos de describir es la comprensi6n, en el momerito


mismo en que ocurre, de los Actos intencionales de la otra persona ·

que proceden paso a paso y que dan por resultado síntesis de un orden
superior. Ahora bien, esto es, precisamente lo que ·weber quiere decir
al hablar de comprensi6n observacional por oposición a la motivacio­
nal. Pero lo esencial en lo que respecta a la simultaneidad implicada
aquí no es la coexistencia corporal. No se trata de que yo s6lo pueda
comprender observacionalmente a aquellos que vivencio directamente.
En absoluto. Puedo ubicar imaginativamente las mentes d� personas
de épocas pretéritas en una casi simultaneidad con la mía, compren·
diéndolas observacionalmente a través de sus escritos, su música, su
arte. Tenemos aún que referimos a las diferentes formas que asume
esta comprensión en las diferentes esferas del mundo social.
Sin embargo, la simultaneidad de nuestras dos corrientes de con­
ciencia no significa que a cada uno de nosotros se le den las mismas
experiencias. Mi vivencia de ti, así como el ambiente que te adscribo,
llevan la marca de mi propio Aquí y Ahora subjetivo y no la marca
del tuyo. También yo te adscribo un ambiente que ya ha sido inter­
pretado desde mi punto de. vista subjetivo. Presupongo entonces que
en cualquier momento dado ambos nos estamos refiriendo a los mismos
objetos, que trascienden la experiencia subjetiva de cada uno de · nos­
otros.21 Esto ocurre así por lo menos en el. mundo de la actitud natural,
el mundo de la vida cotidiana en el cual uno tiene experiencia directa
de sus congéneres, el mundo en el cual supongo que tú estás viendo la
misma mesa que yo veo. Veremos también, en un punto posterior, las

es decir, su esfera primordial, y la esfera ajena que aparece apresentada dentro de


esta última. Esa experiencia establece tal vinculación mediante una síntesis que iden­
tifica el cuerpo animado primordialmente dado de Ja otra persona con su cuerpo ta!
como es apresentado bajo otro modo de aparición. De ahí se extiende a una síntesis
de Ja misma Naturaleza, dada y verificada a Ja vez primordialmente (con originalidad
sensoria pura) y en el modo de la apresentación. Así se instituye definitivamente
por primera vez la coexistencia de mi 'yo' (y también mi yo concreto en general ) y
el 'yo de la otra persona, la coexistencia de mi vida intencional y de Ja suya, de mis
'realidades' y las suyas; en una palabra, lo que tenemos aquí es la creación de una
forma temporal común ( Méditations cartésiennes, § 55, pág. 108 ) . [Véase también
T.I., Caims, pág. 128. Cf. la próxima nota para una explicación de Jo que Husserl
quiere decir con "una síntesis de la misma Naturaleza".]
21 Husserl llega a conclusiones similares. Formula el concepto de "Naturaleza
intersubjetiva" correspondiente al concepto ordinario de ambiente, y traza la pro·
funda distinción entre apercepción en el modo del "hié' y del "illic". "Este (el
cuerpo del otro tal como se me aparece) apresenta, ante todo, la actividad de la
otra persona controlando su cuerpo ( illic) tal como éste se me aparece. Pero tam·
bién, como resultado de esto, apresenta su acción por medio de ese cuerpo sobre la
Naturale- ..a que él percibe. Esta Naturaleza es la misma Naturaleza a la que ese
cuerpo ( illic ) pertenece, mi propia Naturaleza primordial. Es la misma Naturaleza
pero se me da en el modo de 'Si yo estuviera allí mirando a través de sus
ojos'. . • .Además, el conjunto de mi Naturaleza es el mismo que el del otro. Se
constituye en mi esfera primordial como una unidad idéntica de mis múltiples mo­
dos de presentación, idéntica en todas sus orientaciones cambiantes desde el punto
de vista de mi cuerpo, que es el punto cero, el absoluto aquí ( hic)" ( Méditations
carlésiennes, pág. 104) . [Cf. también T.I., Caims, pág. 123.]
1 35

modificaciones que este supuesto sufre en las diferentes regiones del


mundo social, es decir, el mundo de los contemporáneos, el de los pre­
decesores y el de los sucesores.22 ..
En lo que sigue buscaremos confirmación de esta tesis general del
otro yo en los problemas concretos de la comprensión de la otra gente.
Sin embargo, aun en esta etapa temprana podemos extraer unas pocas
conclusiones fundamentales.
La autoexplicación de mis propias vivencias ocurre dentro de la
pauta de mi experiencia. Esta pauta total está constituida por con­
textos de significado desarrollados a partir de mis vivencias anteriores.
En: todos estos contextos de significado están presentes para mí todas
mis vivencias pasadas, por lo menos en forma potencial. Se encuen­
tran, en cierta medida, a mi disposición, sea que las vea una vez más
en el reconocimiento o la reproducción, o sea que, desde el punto de
vista del contexto de significado ya constituido, pueda observar poten­
cialmente las vivencias que ellas han constituido. Además, puedo repe­
tir mis vivencias en la reproducción libre ( por lo merios en la medida
en que se han originado en actividade� espontáneas ) .23 Decimos "en
la reproducción libre" porque puedo pasar por alto cualquier fase y
dirigir mi atención a cualesqqiera otras que previamente no observé.
Sin embargo, el continuum que es mi corriente total de vivencias per­
manece en principio abierto en su abundancia, en todos los momentos,
a mi autoexplicación.
No obstante, toda tu corriente de vivencias no está abierta para
mí. Sin duda, tu corriente de vivencias es también un continuum
pero sólo puedo percibir segmentos inconexos de ella. Ya hemos hecho
esta observación. Si yo pudiera estar consciente de toda su experien­
cia, tú y yo seríamos la misma persona. Pero debemos ir más allá. Tú
y yo diferimos uno de otro no meramente con respecto a la cantidad
de vivencias del otro que podemos observar, sino también en esto :
cuando yo percibe un segmento de tus vivencias, ordeno lo que veo
dentro de mi propio contexto de significado. Pero entretanto tú lo has
ordenado en el tuyo. Así, yo estoy siempre interpretando tus vivencias
desde mi propio punto de vista. Aunque tuviera un conocimiento ideal
de todos tus contextos de significado en un momento dado, y fuera
por lo tanto capaz de ordenar todo el repositorio de tu experiencia, no
podría sin embargo determinar si tus contextos particulares de signi­
ficado, en los cuales yo ordené tus vivencias, son los mismos que tú
estabas utilizando. Esto ocurre porque tu manera de atender a tus
vivencias sería distinta de mi manera de atender a ellas. No obstante,
si yo observo todo mi repositorio de reconocimienfo de tus vivencias y
pregunto por la estructura de ese conocimiento, resulta clara una cosa:
todo lo que sé acerca de tu vida consciente se basa realmente en mi

22 Véase el cap. IV, apartados 33-41.


23 Por razones de simplicidad dejamos aquí de lado las vivencias esencialmente
actuales.
1 36

. conocimiento de mis propias vivencias. Mis vivencias de ti están cons­


tituidas en simultaneidad o casi simultaneidad con tus vivencias, con
las cuales se hallan intencionalmente vinculadas. Sólo debido a esto
ocurre que, cuando miro hacia atrás, soy capaz de sincronizar mis viven­
cias pasadas de ti con tus vivencias pasadas.
Cabría objetar que la corriente de conciencia de otra persona podría
aún construirse, sin contradicciones, como algo tan sincronizado con
la mía que se correspondieran momento a momento. Además, sería ·

posible construir un modelo ideal en el cual, en cada momento, el yo


tenga vivencia del otro yo y vaya por eílo experimentando simultánea­
mente las vivencias del otro. En otras palabras, yo podría no perder
de vista tus vivencias en su continuidad a lo largo de toda · tu vida. Sí,
pero sólo en su continuidad, no en su completud. En efecto, lo que
llamo la serie de tus vivencias es meramente un posible contexto de
significado que he construido a partir de alguna de tus vivencias. Nun­
ca logro captar la totalidad de tus vivencias, que en este mismo mo­
mento se va transformando en un momento presente único para ti. Y,
por supuesto, lo que vale respecto de la serie vale respecto del mo­
mento único: la aprehensión no logra captar la plenitud, ni aun en
la simultaneidad. En síntesis, puede decirse. que mi propia corriente
de conciencia se me da continuamente y en toda su plenitud, pero
que la tuya se me da en segmentos discontinuos, nunca en su plenitud,
y sólo en '!perspectivas interpretativas".
Pero esto también significa que nuestro conocimiento de la con­
ciencia de otra gente está siempre, en principio, expuesto a la duda,
mientras nuestro conocimiento de nuestra propia conciencia, basado
como está en Actos inmanentes, es siempre, en principio, indudable.24
Las consideraciones que acabamos de formular resultarán de gran
importancia para la teoría de la acción del otro yo, que nos ocupará
en forma predominante en las páginas que siguen. Es en principio
dudoso que tus experiencias, tal como yo las aprehendo, sean captadas
por su mirada reflexiva, que surjan de tus Actos espontáneos y cons­
tituyan realmente, por lo tanto, "conductas" en el sentido que hemos
definido, y, por consiguiente, que sean realmente acción, puesto que
esta última es conducta orientada a un fin. Y así, en el concepto de
la acción del otro yo, tropezamos con un profundo problema teórico.
El postulado mismo de la comprensión del significado a que apuntan
las vivencias de la otra persona, se vuelve imposible de satisfacer. No
sólo eso, sino que resulta en principio dudoso si la otra persona atiende
a aquellas c;le sus vivencias que yo aprehendo y l<;ls confiere significado.

!?4 Üusseri, ideen, pAg. 85 [T.I., pág. 143j.


1 37

21. Las ambigüedades en la noción ordinaria de comprensi6n


de la otra persona
Antes de seguir adelante, sería bueno observar que existen ambigüe­
dades en la noción ordinaria de la comprensión de otra persona. A
veces lo que se quiere significar son los Actos intencionales dirigidos
hacia el otro yo; en otras palabras, mis vivencias de ti. En otras Oca- .
siones, lo que está en cuestión son tus vivencias. Luego, los ordena­
mientos de todas esas vivencias en contextos de significado (fa com­
prensión del significado a que se apunta de Weber) se llama a veces
"comprensión del otro yo", como ocurre con la clasificación de la con­
ducta de los otros en contextos motivacionales. EJ número de ambi­
güedades vinculado con la noción de "comprensión de otra persona"
resulta aun mayor cuando agregamos al problema la comprensión de
los signos que esa persona utiliza. Por otro lado, lo comprendido es el
signo mismo, luego también lo que la otra persona quiere significar.
al utilizarlo, y, finalmente, el significado del hecho de que ella utilice
el signo aquí, ahora, y en este contexto particular.
Para deslindar estos diferentes niveles de significado del término,
demos primero una definición genérica de éste. Decíamos que com­
prender ( Verstehen) como tal es correlativo de significar, pues toda
comprensión se dirige hacia lo que tiene significado ( auf ein Sinnhaftes)
y sólo algo comprendido es significativo ( sinnvoll) . En el capítulo lI
vimos las implicaciones que tiene para la esfera del yo solitario este
concepto de lo que posee significado ( des Sinnhaften) . En este sen­
tido, todos los Actos intencionales que son interpretaciones de las pro­
pias vivencias de alguien, se llamarían Actos de comprensión ( vers­
tehende Alcte) . Deberíamos designar también como "comprensión"
todos los estratos inferiores de captación de significado en los cuales
se basa tal autoexplicación.
Por lo , tanto, el hombre en actitud natural comprende el mundo
interpretando sus propias vivencias de él, se trate de vivencias de cosas
inanimadas, de animales o de sus congéneres humanos. Y así, nuestro
concepto inicial de la comprensión del yo del otro es simplemente
el concepto: "nuestra explicación de nuestras vivencias de nuestros con­
géneres humanos como tales". El hecho de que el tú que me enfrenta
sea un congénere y no una sombra proyectada en una pantalla cinema­
tográfica -en otras palabras, que tenga duración y conciencia-, es
algo que descubro explicando mis propias vivencias de él.
Además, el hombre en actitud natural percibe cambios en ese
objeto externo que le es conocido como el cuerpo de otro. Interpreta
estos cambios tal como interpreta los cambios que ocurren en los objetos
inanimados, es decir, mediante la interpretación de sus propias viven­
cias de los hechos y procesos en cuestión. Tampoco esta segunda parte
va más allá de la adjudicación de significado dentro de la esfera de la
conciencia solitaria.
138

Trascender esta esfera sólo s e hace posible cuando los procesos


percibidos llegan a ser considerados como vivencias que pertenecen
a la conciencia de otro que, de acuerdo con la tesis general del yo del
otro, muestra la misma estructura que la mía. Los movimientos cor­
porales del otro que yo percibo serán entonces captados no meramente
como mi vivencia de esos movimientos dentro de mi corriente de con­
ciencia. Más bien, se entenderá que simultáneamente con mi vivencia
de ti, existe tu vivencia que te pertenece y forma parte de su corden­
te de conciencia. Entretanto, la naturaleza específica de tu vivencia
me es por completo desconocida, es decir, no conozco los contextos de
significado que tú utilizas para clasificar esas vivencias tuyas, siempre, ,
naturalmente, que estés consciente de los movimientos de tu cuerpo.
Sin embargo, puedo conocer el contexto de significado dentro del
cual clasifico mis propias vivencias de ti. Ya hemos visto que éste no
es el significado a que apuntas en el verdadero sentido del término. Lo
que puede captarse sólo es siempre un "valor aproximado" del concepto
límite: "el significado al que otro apunta".
No obstante, hablar de contexto de significado dentro del cual el
tú ordena sus vivencias es también muy vago. La cuestión misma de
si un movimiento corporal se propone un fin o constituye meramente
una reacción, es una cuestión que sólo puede contestarse en función
del propio contexto de significado de la otra persona. Y luego, si con­
sideramos las demás preguntas que pueden formularse acerca de los
esquemas de experiencia de la otra persona, por ejemplo, . acerca de
sus contextos motivacionales, es posible obtener una buena idea de la
complejidad de la teoría de la comprensión del yo del otro. Es de gran
importancia penetrar en la estructura de esta comprensión en bastante
profundidad como para mostrar que sólo podemos interpretar vivencias
que pertenecen a los demás en función de nuestras propias viven­
cias de ellos.
En el examen que precede hemos limitado exclusivamente nuestro
análisis a los casos en que otras personas están corporalmente presen­
tes a nosotros en el dominio de la realidad social directamente viven­
ciada. Al hacerlo así, procedimos como si la comprensión del yo del
otro se basara en la interpretación de los movimientos de su cuerpo.
No obstante, un poco de reflexión muestra que esta clase de interpre­
tación sólo sirve para una de las múltiples regiones del mundo social; en
efecto, aun ubicado en el punto de vista natural, un hombre vivencia
a sus vecinos aunque estos últimos no estén en absoluto presentes en el
sentido corporal. Tiene conocimiento no sólo de sus consociados 25
directamente experienciados, sino también de sus contemporáneos más
distantes. Posee, por añadidura, información empírica acerca de sus

25 [Schütz utilizaba el vocablo inglés "consociates" (consociados) ( entre


otros) para designar a aquellos que vivenciamos directamente. Lo usaremos en este
sentido técnico para traducir las referencias a la gente de nuestro Umwelt (dominio
de la realidad social directamente vivenciada) .]
1 39

. predecesores históricos. Se encuentra rodeado por objetos que le dicen


abiertamente que fueron producidos por otras personas; éstos no son
sólo objetos materiales sino toda clase de sistemas de signos lingüísticos
y de otro tipo, en síntesis, artefactos en el · sentido más amplio. Los
interpreta, ante todo, ordenándolos dentro de sus propios contextos de
experiencia. Sin embargo, puede formular en cualquier momento pre­
guntas acerca de las vivencias y contextos de significado de sus crea­
dores, es decir, acerca de por qué fueron construidos.
Debemos analizar ahora cuidadosamente todos estos complejos
procesos. Sin embargo, sólo lo haremos en la medida requerida por
nuestro tema, es decir, "la comprensión de la otra persona dentro del
mundo social". Para este propósito debemos comenzar con el nivel
más bajo y clarificar aquellos Actos de autoexplicación que están pre­
sentes y disponibles para el uso en la interpretación de la conducta
de las demás personas. En bien de la simplicidad, supongamos que la
. otra persona está presente corporalmente. Seleccionaremos nuestros
ejemplos de diversas regiones de la conducta humana, analizando pri­
mero una acción sin intención comunicativa y luego una cuyo signifi­
cado se manifiesta mediante signos.
Como ejemplo de la "comprensión de un acto humano" sin ninguna
intención comunicativa, observamos la actividad de un leñador.
Comprender que se está cortando madera puede significar:
l. Que estamos percibiendo s6Io el "hecho externo", el hacha que
corta el árbol y luego la madera que se fracciona en trozos. Si eso es
todo lo que vemos, difícilmente nos ocupemos de lo que está ocurriendo
en la mente de otra persona. En realidad, casi no es necesario que
introduzcamos en absoluto a la otra persona, pues el corte de madera
es corte de madera, sea que lo haga un hombre, una máquina o aun
una fuerza natural. Por supuesto, el significado es conferido por el
observador al hecho observado, en el sentido de que éste lo comprende
como "corte de madera". En otras palabras, lo inserta dentro de su
propio contexto de experiencia. Sin embargo, esta "comprensión" es
meramente la explicación de sus propias vivencias, que hemos exami­
nado en el capítulo II. El observador percibe el hecho y ordena sus
percepciones en síntesis politéticas, sobre las cuales mira luego retros­
pectivamente con una ojeada monotética, y ordena esas síntesis dentro
del contexto total de su experiencia, dándoles al mismo tiempo un
nombre. No obstante, el observador no percibe aún en nuestro caso
al cortador de madera, sino sólo el hecho de que están cortando ma­
dera, y "comprende" la secuencia percibida de hechos como "corte de
madera". Es esencial observar que aun esta interpretación del hecho
está determinada por el contexto total de conocimiento disponible para
el observador en el momento de la observación. Quien no sepa cómo
se manufactura el papel, no estará en condiciones de clasificar los pro­
j:!csos componentes porque carece del esquema interpretativo reque­
rido. Ni podrá formular el juicio: "Este es un lugar donde se manu-
1 40

factura papel". Y esto mantiene su validez, según hemos establecido,


para todos los ordenamientos de vivencias dentro del contexto . de
conocimiento.
Pero la comprensión de que se c;orta madera también puede sig­
nificar:
2. Que se perciben cambios en el cuerpo de otra persona, cambios
que se interpretan como indicaciones de que ésta está viva y consciente.
Entretanto, no se hace ninguna otra suposición de que se trate de una
acción. Pero esto también es meramente una explicación de las propias
experiencias perceptuales del observador. Todo lo que él hace es iden­
tificar el cuerpo como el de un ser humano viviente, y luego observar
el hecho y la manera de su cambio.
La comprensión de que alguien está cortando madera puede, sin
embargo, significar:
3. Que el centro de atención lo constituyen las vivencias propias
del leñador como ac,tor. La cuestión no se refiere a los hechos externos
sino a vivencias : "¿Está este hombre actuando espontáneamente de
acuerdo con un proyecto que formuló con anterioridad? Si es así, ¿cuál
es ese proyecto? ¿Cuál es su motivo-para? ¿En qué contexto de sig­
nificado se encuentra la acción para él? Y así sucesivamente. Estas
"

preguntas· no se refieren a la facticidad de la situación como tal ni a .


los movimientos corporales. Más bien, los hechos exteriores y los mo­
vimientos corporales se entienden como indicaciones ( Anzeichen) de
las vivencias de la persona a la que estamos observando. La atención ·

del observador no se enfoca sobre las indicaciones, sino sobre lo que


se encuentra detrás de ellas. Esta es la auténtica comprensi6n de la
otra persona. .
Dirijamos ahora nuestra atención a un caso en que se utilizan sig­
nos, y usemos como ejemplo el de una persona que hable alemán.
El observador puede dirigir su atención:
l. A los movimientos corporales del hablante. En este caso, inter­
preta su propia vivencia sobre la base del contexto de experiencia del
momento presente. Primero, el observador se asegura de que está
viendo a una persona real y no una imagen, como en una película cine­
matográfica. Determina luego si los movimientos de la persona son
acciones. Todo esto es, por supuesto, autointerpretación.
2. A Ja percepción del sonido por separado. El observador puede
proseguir tratando de descubrir si está oyendo a una persona real o
una cinta registradora. Esto también es sólo una interpretación de su_
propia vivencia.
3. A la pauta específica de Jos sonidos que se producen. Es decir,
identifica los sonidos primero como palabras, no como silbidos, y luego
como palabras alemanas. Estas se ordenan así dentro de un cierto
esquema, en el cual constituyen signos con significados definidos. Este
ordenamiento dentro del esquema de un lenguaje particular puede
ocurrir incluso sin conocimiento de las palabras, siempre que el Oyente
1 41

tenga algún criterio definido en su mente. $i yo estoy realizando un


viaje por un país extranjero, sé cuando dos personas hablan entre sí, y
sé también que están hablando . la lengua del país en cuestión, sin
tener la más mínima idea del tema de su conversación.
Al hacer cualquiera de estas inferencias me limito a interpretar
mis propias vivencias, y esto no · implica nada respecto a una vivencia
en particular de cualquiera de las personas que observo.
El observador "comprende" por añadidura :
4. La palabra como el signo de su propio significado verbal. Aun
entonces se limita a interpretar sus propias vivencias coordinando el
signo con un sistema de signos o un esquema · interpretativo previa­
mente vivenciado, p0r ejemplo, la lengua alemana. Como resultado
de su conocimiento de esa lengua, el observador vincula con la palabra
Ti$ch la idea de un determinado mueble, que él puede representar
con una precisión aproximada. No interesa en absoluto si la palabra
ha sido proferida por otra persona, un fonógrafo, o aun por un papa­
gayo. Ni interesa si la palabra es hablada o escrita, o en este último
caso si está escrita con letras de madera o de hierro.26 No importa
cuándo y dónde se la profiere o en qué contexto. Por lo tanto, en la
medida en que el observador prescinde de todas las cuestiones respecto
a por qué y cómo se utiliza la palabra en el momento de la observa­
ción, su interpretación sigue siendo autointerpretación. Le interesa el
significado de la palabra, no el significado de quien usa la palabra.
Cuando identificamos estas interpretaciones como autointerpretaciones,
no debemos descuidar el hecho de que todo conocimiento previo de
la otra persona pertenece a la configuración total de experiencias del
intérprete, que es el contexto desde cuyo punto de vista se hace la
interpretación.
Sin embargo, el observador puede proceder a la auténtica com­
prensión de la otra persona si:
5. Considera el significado de la palabra como una indicación
( Anzeichen) de las vivencias del hablante, en una palabra, como lo
que el hablante quiere decir. Por ejemplo, puede tratar de descubrir
lo que el hablante intentaba decir y lo que quiso significar diciéndolo
en esa ocasión. Estas cuestiones apuntan obviamente a vivencias cons­
cientes. La primera cuestión trata de establecer el contexto de signi­
ficado dentro del cual el hablante comprende la palabra que está pro­
nunciando, mientras la segunda trata de establecer el motivo de que
la pronuncie. Es obvio que la comprensión auténtica de la otra per­
sona implicada en la respuesta a tales cuestiones sólo puede lograrse
si se establece primero el significado objetivo de las palabras, por
medio de la explicación de sus propias vivencias por parte del obser­
vador.
Por supuesto, todos estos son sólo ejemplos. Más adelante tendre­
mos repetida oportunidad de referirnos al punto esencial que esos ejem-

26 Cf. Husserl, Logische UnteTsuchungen (3" ed. ) , 11, 2, 89.


1 42

plos ilustran. Formulemos ahora de manera sumaria cuáles de nuestros


actos interpretativos referentes al yo de otro son interpretaciones de
nuestra propia experiencia. Está primero la interpretación de que la
persona observada es realmente un ser humano y no una imagen de
alguna clase. El observador sólo establece esto mediante interpretación
de sus propias percepciones del cuerpo del otro. En segundo lugar,
está la interpretación de todas las fases externas de la acción, es decir,
de todos los movimientos corporales y _de sus efectos. En este caso el
observador también está interpretando sus propias percepciones, exac­
tamente como cuando observa el welo de un, pájaro o la agitación de
una rama sacudida por el viento. Para entender lo que ocurre, apela
solamente a su experiencia pasada, no a lo que sucede en la mente
de la persona observada.27 Por último, lo mismo puede decirse de la
percepción de todos los movimientos expresivos de · la otra persona y
de todos los- signos que ésta utiliza, siempre que nos refiramos aquí al
significado general y objetivo de tales manifestaciones y no a su sig­
nificado ocasional y subjetivo.
Pero por supuesto con la expresión "comprensión de la otra per­
sona" se quiere decir, por lo general, mucho más. Este algo adicional,
que es realmente el único significado estricto del término, implica la
captación de lo que está ocurriendo realmente en la mente de la otra
persona, la aprehensión de las cosas de las cuales las manifestaciones
externas son meras indicaciones. La interpretación de tales indicacio­
nes y signos externos en función de la interpretación de las propias
vivencias ocupa, sin duda, el primer lugar. Pero el intérprete no se
satisfará con eso. Sabe perfectamente bien, a partir del contexto total
de su propia experiencia, que en correspondencia con el significado
externo objetivo y público que acaba de descifrar, existe ese otro signi­
ficado interno y subjetivo. Pregunta entonces : "¿Qué está pensando
realmente el leñador? ¿Qué se propone? ¿Qué significa para él todo
este corte?" O, en otro caso: "¿Qué quiere decir esta persona hablán­
dome de esta manera en este momento en particular? ¿Con qué pro­
pósito hace esto ( cuál es su motivo-para ) ? ¿Qué circunstancia da como
razón de ello ( es decir, cuál es su auténtico motivo-porque) ? ¿Qué
indica la elección de estas palabras?" Cuestiones como éstas apuntan
a los contenidos de significado propios de la otra persona, a las maneras
complejas en que se han constituido politéticamente sus propias viven­
cias, y también a la ojeada monotética con la cual atiende a ellas.

22. La naturaleza de la comprensión intersubjetiva auténtica


Luego de haber establecido que toda comprensión auténtica de
la otra persona debe partir de Actos de explicación realizados por el

27 Tales interpretaciones suponen, naturalmente, la aceptación de la Tesis Ge­


neral del Alter Ego, de acuerdo con la cual el objeto e:id:emo se concibe como ani­
mado, es decir, como el cuerpo del yo del otro.
1 43

observador en su propia vivencia, debemos proceder ahora a realizar


un análisis preciso de esta auténtica comprensión en sí misma. De los
ejemplos que ya hemos dado, resulta claro que nuestra investigación
debe tomar dos direcciones diferentes. En primer lugar tenemos que
estudiar la auténtica comprensión de acciones que se realizan sin . nin·
gún intento comunicativo. La acción del leñador sería un buen ejem­
plo. En segundo lugar, examinaríamos casos en que estuvo presente
tal intento comunicativo. El último tipo de acción implica una nueva
dimensión, el uso 28 y la interpretación de signos.
Tomemos primero las acciones realizadas sin ningún intento comu-.
nicativo. Estamos observando a un hombre en el acto de cortar madera
y preguntándonos qué ocurre en su mente. Se excluye que se lo pregun­
tamos, puesto que eso requeriría entrar en una relación social 29 con él,
que a su vez implicaría el uso de signos.
Supongamos además que no sabemos nada acerca de nuestro leña­
dor, excepto lo que vemos ante nuestros ojos. Sometiendo a interpre­
tación nuestras propias percepciones, sabemos que estamos en presencia
de un congénere humano y que sus movimientos corporales indican que
• está ocupado en una acción que reconocemos como la de cortar madera.
·

Ahora bien, ¿cómo sabemos lo que ocurre en la mente del leñador?


· Tomando como punto de partida esta interpretación de nuestros propios
datos perceptuales, podemos planear exactamente en nuestra imagina­
ción cómo realizaríamos nosotros la acción en cuestión. Luego, podemos
imaginarnos realmente haciéndola. En casos como éste proyectamos
entonces la meta de la otra persona como si fuera •la nuestra y nos fan­
taseamos realizándola. Obsérvese también que proyectamos en este caso
la acción en el tiempo futuro perfecto como completada y que nuestra
ejecución imaginada de la acción va acompañada por las retenciones y
reproducciones habituales del proyecto, aunque, por supuesto, sólo en
la fantasía. Además notemos que la ejecución imaginada puede cum­
plir o no lograr cumplir el proyecto imaginado.
O en lugar de imaginar para nosotros una acción dentro de la cual
realizamos la meta de la otra persona, podemos recordar en sus deta­
lles concretos cómo hemos realizado nosotros mismos, en una oportu-
· nidad, una. acción similar. Tal procedimiento sería meramente una
variación del mismo principio.
En estos dos casos, nos ponemos en lugar del actor e identificamos
nuestras vivencias con las suyas. Podría parecer que estamos aquí repi­
tiendo el error de la bien conocida teoría ..proyectiva" de la empatía. En
efecto, interpretamos en este caso nuestras propias experiencias adju­
dicándolas a la mente de la otra persona y, por lo tanto, sólo descu­
brimos nuestras propias vivencias. Pero si observamos con mayor dete­
nimiento, veremos que nuestra teoría no tiene nada en común con la

28 [Setzung: literalmente "posición" o "establecimiento".]


20 El témúno "relación sociaf' se utiliza aquí en el vago sentido coloquial de
Weber. . Pensamos someterlo a un análisis detallado más adelante, en el apartado 31.
1 44

de Ja empatía, excepto en ·un punto. . Ese punto es Ja tesis general del


tú como el "otro yo", la persona cuyas experiencias se constituyen de la
misma manera que las mías. Pero aun esta similitud es sólo aparente,
pues nosotros partimos de la tesis general del flujo de duración de la
otra persona, en tanto que la teoría proyectiva de la empatía salta del
mero hecho de la empatía a la creencia en otras mentes por un acto de
fe ciega. Nuestra teoría sólo explicita las implicaciones de lo que ya está
presente en el juicio autoexplicativo: "Estoy vivenciando a un congénere
humano''. Sabemos con certeza que la vivencia que la otra persona tiene
de su propia acción es en principio diferente _de nuestra propia repre­
sentación imaginada de lo que haríamos en la misma situación. La
razón, como ya hemos señalado, consiste en que el significado a que
apunta una acción es siempre en ·principio subjetivo y sólo accesible al
actor. El error de que padece la teoría de la empatía es doble. En pri­
mer lugar, trata ingenuamente de rastrear la constitución del yo del otro
dentro de 1a conciencia del yo haciéndola remontar a la einpatía, de
modo que esta última se transforma en la fuente directa de conoci­
miento del otro.80 En realidad, tal tarea de descubrimiento de la
constitución del yo del otro sólo puede realizarse de una manera tras­
cendentalmente fenomenológica. En segundo lugar, pretende un conoci­
miento de la mente de la otra persona que va mucho más allá del esta­
blecimiento de un paralelismo estructural entre esa mente y la mía. No
obstante, cuando nos referimos a acciones que no tienen intención co­
municativa, todo lo que de hecho podemos afirmar acerca del signifi­
cado de éstas está ya contenido en la tesis general del yo del otro.
Resulta claro, entonces, que proyectamos imaginativamente el mo­
tivo-para de la otra persona como si fu�ra nuestro, y luego utilizamos
la realización fantaseada de tal acción como un esquema que nos per­
mite interpretar sus vivencias. Sin embargo, para impedir un error de
interpretación, debería agregarse que sólo se trata aquí de un análisis
reflexivo del acto completado de otra persona. Es una interpretación
realizada después del hecho. Cuando alguien observa directamente a
otra persona con la cual concuerda en la simultaneidad, la situación es
diferente. En este caso, la intencionalidad viviente del observador lo
lleva consigo sin que tenga que recurrir constantemente a su propio
pasado o a experiencias imaginarias. La acción de la otra persona se
desarrolla paso a paso ante sus ojos. En tal situación, la identificación
del observador con la persona observada no se realiza partiendo de la
meta del acto como ya dada y procediendo luego a reconstruir las viven­
cias que deben haberlo acompañado. En cambio, el observador va si­
guiendo paso a paso, por así decirlo, la acción de la persona observada,
identificándose con las vivencias de ésta dentro de una "relación-noso­
tros" común. Más adelante nos referiremos extensamente a ello.81

so Para una crítica de Ja teoría de Ja empatía, véase Scheler, Wesen und


Formen der Sympathie, págs. 277 y sigs. [T.I., Heath, pág. 241].
31 Véase más abajo, cap. IV, apartado 33.
1 45

Hasta aquí hemos supuesto los movimientos corporales de la otra


persona como el único dato proporcionado al observador. Debemos
acentuar que, si se toma por sí mismo de esta manera el movimiento cor··
poral, está necesariamente aislado de su lugar dentro de la cor:i;iente de
las vivencias de la persona observada. Y este contexto resulta impor­
tante no sólo parn la persona observada, sino también para el observa­
dor. Este puede, por supuesto, si carece de otros datos, tomar una ins­
tantánea mental del movimiento corporal observado y tratar luego de
adecuarla a una película fantaseada, de acuerdo con el modo en que
él cree que actuaría y sentiría en una situación similar. Sin embargo, el
observador puede extraer conclusiones mucho más confiables acerca de
su sujeto si sabe algo sobre el pasado de éste y algo sobre el plan ge­
neral al que se ajusta esta acción. Para volver �I ejemplo de Max Weber,
sería importante que el observador supiera si el leñador estaba reali­
zando su trabajo habitual o sólo cortaba madera para hacer ejercicio
físico. Un modelo adecuado de las vivencias de la persona observada
requiere justamente este contexto más amplio. En verdad, ya hemos
visto que la unidad de la acción es una función de la amplitud del pro­
yecto. Del movimiento corporal observado, todo lo que el observador
puede inferir es el simple curso de acción que ha conducido directa­
mente a él. Sin embargo, si yo como observador deseo evitar una inter­
pretación inadecuada de lo que veo que está haciendo otra persona, debo
"hacer míos" todos los contextos de significado que constituyen el sen­
tido de esta acción, sobre la base de mi conocimiento pasado de esa
persona en particular. Volveremos más adelante a este concepto de
"inadecuación" y mostraremos el significado que tiene para la teoría de
la comprensión de la otra persona.

23. Movimiento expresivo y acto expresivo

Hasta ahora sólo hemos estudiado casos en que el actor busca mera­
mente producir cambios en el mundo externo. No trata de "expresar"
sus vivencias. Cuando hablamos de acción "expresiva" queremos sig­
nificar aquella en que el actor trata de proyectar hacia afuera ( nach
aussen zu projizieren) 32 los contenidos de su conciencia, sea con el fin
de conservar a estos últimos para su propio uso posterior ( como en el
caso de un asiento en un libro diario ) o de comunicarlos a otro. En
cada uno de estos dos ejemplos tenemos una acción auténticamente
planeada o proyectada ( Handeln nach Entwurf) cuyo motivo-para es
que alguien tome conocimiento de algo. En el primer caso este alguien
· es la otra persona en el mundo social. En el segundo, es uno mismo en
el mundo del yo solitario. Estos dos son actos expresivos. Debemos dis-

32 [Quizá sea innecesario precaver al lector contra cualquier confusi6n de este


concepto con el de "proyectar" ( entwerfen) de Schütz, que significa "planear" o "di­
señar" nn acto.]
1 46

tinguir claramente el "acto expresivo" ( Ausdruckshandfong) de lo que


los psicólogos llaman el "movimiento expresivo" ( Ausdrucksbewegung) .
Este último no tiende a ninguna clase de comunicación o a la expresión
de ningún pensamiento para el uso de uno mismo o de los demás,33 En
este caso no hay auténtica acción en el sentido que nosotros le damos,
sino sólo conducta: no existe proyecto ni motivo-para. Ejemplos de tales
movimientos expresivos son los gestos y las expresiones faciales que, sin
ninguna intención explícita, entran en cualquier conversación.34
Desde mi punto de vista como observador, tu cuerpo se me presenta
como un campo de expresión en el cual puedo "observar" el flujo de
tus vivencias. Realizo esta "observación" tratando simplemente tus mo­
vimientos expresivos y tus actos expresivos como indicaciones de tus
vivencias. 85 Pero debemos analizar este punto con mayor detalle.
Si yo comprendo, como dice \Veber, ciertas expresiones faciales,
interjecciones verbales y movimientos irracionales como una explosión
de cólera, esta comprensión misma puede interpretarse de varias mane­
ras diferentes. Puede no significar, por ejemplo, nada más que auto­
elucidación, es decir, mi ordenamiento y clasificación dé mis propias
vivencias de tu cuerpo. Sólo cuando realizo un Acto suplementario de
ate¡ición uniéndome íntimamente contigo, considerando · que tus \oiven­
cias fluyen simultáneamente con mis vivencias de ti, capto realmente o
"consigo aprehender" tu cólera. Este giro hacia la comprensión autén­
tica de la otra persona sólo me es posible porque he tenido previamente
experiencias similares a las tuyas, aunque sólo fuera en la fantasía, o por
haberlas encontrado antes en manifestaciones extemas.36 El movimiento
expresivo entra entonces en un contexto de significado, pero sólo para
el observador, para quien constituye una indicación de las vivencias de
la persona que él está observando. Esta última está impedida de dar
significado a sus propios movimientos expresivos en el momento en que
ocurren, por el mero hecho de que aún no los ha notado; son, en nuestra
terminología, prefenoménicos.
Los movimientos expresivos sólo tienen entonces significado para
el observador, no para la persona observada. Es precisamente esto lo
que los distingue de los actos expresivos. Estos últimos tienen siempre
significado para el actor. Los actos expresivos son siempre auténticos
actos comunicativos { Kundgabehancllungen) , que tienen como meta su
propia interpretación.
Por lo tanto, la mera ocurrencia de una forma de conducta externa
no da al intérprete la base necesaria para saber si se trata de un movi­
miento expresivo o de un acto expresivo. Sólo podrá, determinarlo ape­
lando a un contexto distinto de experiencia. Por ejemplo, el juego de
los rasgos y gestos de un hombre en la vida diaria puede no ser dife-

33 Husserl, Logische Untersuchungen, 11, 31.


34 Ibíd.

311 Cf. apartado 3, más arriba.


36 Para un adecuado examen de este punto, debemos esperar nuestro aruilisis
del "mundo de los contemporáneos", en el apartado 37.
1 47

rente a los de un actor en el escenario. Ahora bien, observamos las


expresiones y gestos faciales de este último como signos establecidos
que el actor escénico está utilizando para expresar ciertas vivencias.
En la vida diaria, por otra parte, nunca sabemos exactamente si la otra
persona est� "actuando" en ese sentido o no, a menos que prestemos
atención a factores distintos de sus movimientos inmediatos. Por ejem­
plo, puede estar imitando a alguien para divertimos, estar haciéndonos
una broma o fingiendo hipócritamente ciertos sentimientos para obtener
ventaja de nosotros.
Es por completo indiferente para la comprensión de los actos ex­
presivos que éstos consistan en gestos, palabras o artefactos. Cada acto
tal implica: el uso de signos. Debemos entonces tratar ahora el problema
de la naturaleza de los signos.

24. El signo y el sistema de signos

Debemos distinguir primero el concepto de "signo" o "símbolo" del con·


cepto general de "indicación" o "síntoma". Al hacerlo así seguiremos la
primera Investigación Lógica de Husserl.37 "Indicación" significa para
Husserl un objeto o estado de cosas cuya existencia indica la existen­
cia de otro determinado objeto o estado de cosas, en el sentido de que la
creencia en la existencia del primero es un motivo no racional (u "opa­
co") para la creencia en la existencia del segundo. Para nuestros pro­
pósitos, lo imp<;>rtante en este caso es que la relación entre los dos sólo
existe en la mente del intérprete.
Ahora bien, es obvio que el "motivo de creencia" de Husserl no
tiene nada que ver con nuestro "mo.tivo de acción". El así llamado "mo­
tivo" de Husserl, como el nuestro, es un complejo de significado o con­
texto significativo. Pero es un complejo que consiste, por lo menos, en
dos esquemas interpretativos. No obstante, cuando interpretamos una
indicación, no atendemos a esta relación causal, puesto que el motivo
no es "racional". La vinculación existente entre la indicación y lo que
ella indica es, por lo tanto, de carácter puramente formal y general; no
contiene nada de lógico. No hay duda de que Husserl coincidiría con
nosotros en este punto. Tanto los objetos animados como los inanimados
pueden servir como indica�iones. Para el geólogo, una cierta formación
en la superficie de la tierra constituye una indicación de la presencia de
determinados minerales. Para el matemático, el hecho de que una ecua­
ción algebraica sea de grado impar constituye una indicación de que
tiene por lo menos una raíz real. Todas éstas son relaciones --o corre­
laciones- dentro de la mente del intérprete, y como tales pueden lla­
marse para él contextos de significado. En este sentido, los movimientos
percibidos del cuerpo de la otra persona constituyen para el observador
indicaciones de lo que está ocurriendo . en la mente de la persona que
él observa.
· ·

3 7 Logische Untersuchungen, II, 1 , 25-81.


1 48

Los "signos significantes", las "expresiones" o "símbolos" deben con­


traponerse a las "indicaciones".
. Ante todo, veamos cómo se constituye un signo en la mente <lel
intérprete. Decimos que existe entre el signo y lo que éste significa, la
relación de representación.38 Cuando observamos un símqolo, que es
siempre en sentido amplio un objeto externo, no lo miramos como ob­
feto sino· como representativo de algo más. Cuando "comprendemos"
un signo, nuestra atención no se enfoca sobre el signo mismo sirio sobre
aquello en lugar de lo cual éste está. Husserl señala repetidamente que
pertenece a la esencia de la relación signitiva que "el signo y aquello
en lugar de lo cual éste está no tengan nada ·que ver uno con otro".39
Por lo tanto, la relación signitiva es obviamente una relación particular
entre los esquemas interpretativos que se aplican a esos objetos externos
llamados aquí "signos". Cuando comprendemos un signo, no lo interpre­
tamos por medio del esquema adecuado a él como objeto externo, sino
mediante esquemas que son adecuados a lo que él significa. Decimos
que un esquema interpretativo es adecuado a un objeto experimentado
si el esquema se ha constituido a partir de vivencias experienciadas poli­
téticamente de este mismo objeto como una cosa autoexistente. Por
ejemplo, las siguientes tres líneas negras, A, pueden interpretarse: 1) ade­
cuadamente como el diagrama de una cierta Gestalt visual negra y blan­
ca, o 2) no adecuadamente, como un signo del correspondiente sonido
vocálico. El esquema interpretativo adecuado para el sonido vocálico
no se constituye, por supuesto, a partir de vivencias visúales sino au­
ditivas.
No obstante, es probable que surja la confusión a raíz del hecho
de que la interpretación de signos en función de lo que éstos significan
se basa en la experiencia previa y es en sí mismo, por lo tanto, función
de un esquema.40
Lo que hemos dicho mantiene su validez respecto de toda inter­
pretación de signos, sea que el individuo interprete sus propios signos
o los de otro. Sin embargo, existe una ambigüedad en el dicho común
de que "un signo es siempre signo de algo". El signo es por cierto el
"signo de" lo que él quiere decir o significa, el así llamado "significado
del signo" o "función del signo". Pero el signo es también el "signo de"
lo que él expresa, es decir, las vivencias de la persona que lo utiliza.
En el mundo de Ja naturaleza no existen signos ( Zeichen) sino sólo
indicaciones ( Anzeichen) . Un signo es� por su naturaleza misma, algo
utilizado por una persona para expresar una vivencia. Por lo tanto,
puesto que el signo siempre se remonta a un actp de elección por parte
de un ser racional -una elección de este signo en particular-, el signo

sil Cf. la sexta Investigación lógica de Husserl.


30 lbíd., 11, 2, 55 [o 11, 527 en la edici6n de 1901] .
40 En efecto, lo que tenemos aquí es una especie de metaesquema que vincula
a otros dos. Este cmTesponde al así llamado "esquema de coordinaci6n" de Felix
Kaufmann (Das Unendliche in der Mathematik und seine Ausschaltung [Leipzig
y Viena, 1930}, pág. 42) .
1 49

es también una indicación de un hecho que está en la mente de quien


usa el signo. Llamaremos a esto "función expresiva" del signo.41
Por lo tanto, un signo es siempre un artefacto o un objeto-acto con�­
tituido.42 El límite entre ambos es absolutamente fluido. Cada objeto­
acto que funciona como objeto-signo ( por ejemplo, mi dedo que apunta
en una determinada dirección) es el resultado final de una acción. Pero
yo podría muy bien haber construido una señal indicadora que, por su­
puesto, se clasificaría como un artefacto. No existe en principio ningu­
na diferencia en que la acción culmine en · un objeto-acto o en un ar­
tefacto.43
Debería observarse que al interpretar un signo no es necesario
referirse al hecho de que alguien lo haya construido o utilizado. El
intérp1�ete sólo necesita "conocer el significado" del signo. En otras pa­
labras, sólo se requiere que se establezca en su mente una conexión
entre el esquema interpretativo propio del objeto que es el signo y el
ésquema interpretativo propio del objeto que ese signo significa. Así,
cuando el intérprete ve una señal caminará, y se dirá a sí mismo : " ¡Ca­
mino a la izquierda!", y no "¡Miren el signo de madera! ", o : "¿Quién
puso ese signo ahí?"
Por lo tanto podemos definir los signos de la siguiente manera : los
signos son artefactos u objetos-acto que se interpretan no de acuerdo con
los esquemas interpretativos que les son adecuados como objetos del
mundo externo sino de acuerdo con esquemas que no son adecuados para
ellos y pertenecen más bien a otros objetos. Además, debe decirse que
la conexión entre el signo y su correspondiente esquema no-adecuado
depende de la experiencia pasada del intérprete. Como ya hemos dicho,
la aplicabilidad al signo del esquema de lo que es significado, es a su
vez un esquema interpretativo basado en la experiencia. Llamemos
"sistema de signos" a este último esquema. Un sistema de signos es un
contexto significativo que constituye una configuración formada por es­
quemas interpretativos; quien utiliza o interpreta el signo lo ubica den­
tro de este contexto de significado.
Ahora bien, hay algo ambiguo en esta idea de un contexto de sig­
nos. Con seguridad nadie sostendrá que la conexión en cuestión existe
independientemente del establecimiento, uso o interpretación reales de
los signos. En efecto, la conexión es a su vez un ejemplo de signifi­
cado y, por lo tanto, una cuestión de prescripción o interpretación. En
sentido estricto, entonces, las conexiones de significado valen no entre

41 Nuestro uso difiere aquí del que hace Husserl en Logical lnvestigations,
1 y VI.
42 [Las palabras que traducimos aquí como "objeto-acto" (act-obfect) y "ob­
jeto-signo" ( sign-obfect) son, respectivamente, Handlttngsgegenst/Jndlichkeit y Zei­
chengegenstiindlichkeit. Se refieren al acto y al signo considerados como objetos
repetibles y no como eventos únicos. ]
43 Por l o tanto, n o puedo admitir como . fundamental l a distinción d e Hans
Freyer entre el lado fisiogn6mico de una acción y su objetivación en el mundo ma­
terial. ( Véase su Theorie des obfektiven Gelstes [Leipzig, 1923], págs. 29 y sigs.)
1 50

signos como tales, sino entre sus significados, que es sólo una manera
de decir entre las vivencias del yo cognoscente que establece, usa o in­
terpreta los signos. Sin embargo, puesto que estos "significados" sólo
se comprenden en los signos y por medio de ellos, vale entre estos últi­
mos la conexión que llamamos "el sistema de signos".
El sistema de signos está presente para quien lo comprende como
un contexto significativo de un orden superior entre signos previamente
experimentados. Para él la lengua alemana es el contexto significativo
de cada una de sus palabras componentes; el sistema de signos de un
mapa es el contexto significativo de cada símbolo que figura en ese· ma­
pa; el sistema de notación musical es el contexto significativo de cada
nota escrita; y así sucesivamente.
·

Saber que un signo pertenece a un cierto sistema de signos, no es


lo mismo que saber lo que ese signo significa y cuál es la vivencia de
quien lo usa, a la cual sirve de vehículo expresivo. Aunque yo · no sepa
taquigrafía, con todo conozco la taquigrafía cuando la veo. Aunque
puedo no saber jugar un partido de naipes, reconozco sin embargo las
cartas como cartas de fuego, etcétera. La ubicación de un signo dentro
de · su sistema de signos es algo que hago colocándolo en el contexto
total de mi existencia. Al hacerlo así sólo se requiere que encuentre
dentro de mi repositorio de experiencia un esquema tal de signos junto
con las reglas que rigen su eonstitución. No tengo que comprender el
significado de los signos individuales o estar por completo familiarizado
con el sistema de signos. Por ejemplo, puedo ver que ciertos caracteres
son chinos sin comprender su significado.
Como signo establecido cada signo es significativo y, por lo tanto,
en principio inteligible. En general, es absurdo hablar de un signo ca­
rente de significado. Sólo podemos decir con propiedad que un signo
carece de significado, con respecto a uno o más sistemas establecidos
de signos. Sin embargo, decir que un signo es ajeno a un sistema tal,
sólo significa que pertenece a otro. Por ejemplo, la carencia de signi­
ficado per se de un símbolo definido auditivo-visual nunca puede de­
terminarse, sino que sólo es posible establecer su falta de significado
dentro de un '1enguaje" definido, en el sentido más amplio de ese tér­
mino. Una combinación de letras que sea totalmente impronunciable
puede tener un significado en código. Una persona puede armarla de
acuerdo con las reglas del código y luego otra puede interpretarla si co­
noce esas mismas reglas. Más aún, el símbolo audiovisual "Bamalip"
parece al principio totalmente carente de significado, al menos en lo
que respecta a las lenguas europeas. Pero la persona que sepa que "Ba­
malip" es el término escolástico que designa una entidad de la lógica
formal, a saber, el primer modo de la cuarta figura del silogismo, podrá
ubicarlo con gran precisión dentro de la estructura de su propia lengua
nativa.
De esto se sigue que el significado de un signo dentro de un cierto
sistema de signos debe haber sido experimentado previamente. La cues-
151

tión sólo reside en saber qué significa esa frase: "haber sido experimen­
tado". Si nos preguntamos en qué circunstancias hemos experimentado
la conexión entre el término "Bru:nalip" y el primer modo de la cuarta
figura, encontraremos que lo hemos aprendido de un profesor o de un
libro. Sin embargo, haber experimentado la conexión significa que de­
bemos haber establecido en esa ocasión en nuestra mente que el término
"Bamalip" es el signo del primer modo de la cuarta figura. Por lo tanto,
la comprensión de un signo ( para ser más preciso, la posibilidad de su
interpretación dentro de un sistema dado) se remonta a una decisión
previa de nuestra parte, por la cual aceptamos y utilizamos este signo
cor;rio expresión de un cierto contenido de nuestra conciencia.
Todo sistema de signos es, por lo tanto, un esquema de nuestra ex­
periencia. Esto es cierto en dos sentidos diferentes. Primero, es un es­
quema expresivo; en otras palabras, he utilizado por lo menos una vez
el signo para designar lo que éste designa, y lo he hecho sea en la acti­
vidad espontánea o en mi imaginación. En segundo lugar, es un esque­
ma interpretativo; en otras palabras, ya he interpretado en el pasado
el signo como signo de lo que él designa: Esta distinción es importante
puesto que, como ya hemos demostrado, puedo reconocer el sistema de
signos como un esquema interpretativo, pero saber solamente que otros
lo hacen. En el mundo del yo solitario el esquema expresivo de un signo
y su correspondiente esquema interpretativo coinciden necesariamente.
Por ejemplo, si yo invento una escritura privada, los caracteres de ese
código los establezco mientras estoy inventando la escritura o utilizán­
dola para redactar notas. En esos momentos es para mí un esquema
expresivo. Pero el mismo esquema funciona para mí como interpretativo
cuando leo luego lo que he escrito o cuando lo utilizo para redactar
más notas.
Para dominar en forma cabal un sistema de signos tal como un len­
guaje, es necesario tener un claro conocimiento del significado de los
signos individuales que integran el sistema. Esto sólo es posible si el
sujeto cognoscente conoce el sistema de signos y sus signos individuales:
componentes como esquemas expresivos y como esquemas interpretati­
vos que utilizó en experiencias previas. En ambas funciones, como es­
quema interpretativo y como esquema expresivo, cada signo se remonta
a las experiencias que precedieron su constitución. Como esquema ex­
presivo y como esquema interpretativo un signo sólo es inteligible en
función de las vivencias que lo constituyen y que él designa. Su signi­
ficado consiste en su capacidad de transposición, es decir, su posibilidad
de retrotraernos a algo conocido de un modo diferente. Esto puede ser
el esquema de experiencia en el cual se comprende la cosa designada
u otro sistema de signos. El filólogo Meillet explica claramente este
punto en lo que respecta a las lenguas:

No podemos aprehender en forma intuitiva el sentido de una lengua descono­


cida. Para lograr comprender el texto de una lengua cuya tradici6n se ha perdido,
debemos disponer de una traducción fidedigna a una lengua conocida, es decir, dis-
1 52

poner de textos bilingües confiables, o la lengua en cuestión debe estar estn'cha­


mente vinculada con una o más que nos sean familiares. En otras palabras, debe
sernos ya conocida.« ·

Esta propiedad de "ser ya conocida" implica lo siguiente: el significado


del signo debe ser localizable en algún punto de la experiencia pasada
de la persona que utiliza el signo. La plena familiaridad con una len­
gua, o en verdad con cualquier sistema de signos, implica familiaridad
con esquemas interpretativos dados, sobre la base de la experiencia pre­
cedente que tengamos -aunque esta familiaridad puede resultar algo
confusa en lo que respecta a las implicaciones de los esquemas. Supone
tambiéh la capacidad de transformar estos objetos constituidos en ex­
periencia activa que nos pertenece,45 es decir, la posibilidad de utilizar
en forma expresiva un sistema de signos que sabemos cómo interpretar.
Nos acercamos ahora a una respuesta a la pregunta referente a qué
significa "conectar un significado con un signo". Con seguridad esto
implica algo más . que vincular palabras con conducta, lo cual, como
hemos señalado en nuestra Introducción,46 es una mera metáfora. Un
significado se conecta con un signo en la medida en que la significación
de este último dentro de un sistema dado de signos la comprende tanto
la persona que utiliza el signo como la que lo interpreta. Ahora bien,
debemos estar totalmente en claro respecto a lo que queremos decir al
hablar de la pertenencia establecida de un signo a un sistema dado de
signos. Un signo tiene un "significado objetivo" dentro de su sistema
de signos cuando puede ser coordinado en forma inteligible con lo que
designa dentro de ese sistema, independientemente de quién lo esté uti­
lizando o interpretando. Esto equivale meramente a decir que quien
"domina" el sistema de signos interpretará que el signo en su función
significativa se refiere a lo que designa, independientemente de quién lo
utilice o en qué vinculación. La referencia indispensable del signo a la
experiencia previa hace posible que el intérprete repita las síntesis que
han constituido este esquema interpretativo o expresivo. Por lo tanto,
dentro del sistema de signos el signo tiene la idealidad de lo que "pue­
do hacer de nuevo".47
No obstante, esto no equivale a decir que los signos ubicados den­
tro del sistema de signos conocido con anterioridad no puedan compren­
derse sin un Acto de atención dirigido a las vivencias a partir de las
cuales se constituyó el conocimiento del signo. Por el contrario: como
esquema interpretativo auténtico de vivencias previas, es invariante con
respecto a las vivencias del yo en que se constituyó.

44 Citado por Vossler, Geist und Kultur in der Sprache (Heidelberg 1925), pági­
na 115. [T.I., Osear Oeser, The Spirit of Language in Clvilization ( Londres, 1932 ) ,
pág. 104. La referencia e s a A . Meillet, Aper{;U d'une histoire de la langue grecque
(París 1913 ) , pág. 48.]
,

45 Véase más arriba, apartado 14.


46 Véase más arriba, apartado 6.
47 Cf. Husserl, Logik, pág. 167; véase también más arriba, apartado 14.
1 53

Lo que hemos estado considerando es el significado objetivo del


signo. El significado objetivo lo capta el intérprete del signo como parte
de su interpretación que hace de su propia experiencia para sí mismo.
A este significado objetivo del signo debemos oponer su función expre­
siva. Esta última es su función como indicación de lo que ocurrió en
verdad en la mente del comunicador, de la persona que utilizó el signo.
En otras palabras, de cuál fue el contexto significativo propio del comu­
nicador.
Si deseo comprender el significado de una palabra en una lengua
extranjera, utilizo un diccionario, que consiste simplemente en un índice
en el eual puedo ver los signos ordenados de acuerdo con su significado
objetivo en dos sistemas de signos o lenguajes diferentes. Sin embargo,
el total de todas las palabras que se encuentran en el diccionario difícil­
mente constituya la lengua. El diccionario se ocupa sólo del significado
objetivo de las palabras, es decir, de los significados que no dependen
de quienes las usan o de las circunstancias en que lo hacen. Al referir­
nos a los significados subjetivos, no pensamos en este caso en las "expre­
siones esencialmente subjetivas y ocasionales" de Husserl, que hemos
mencionado con anterioridad.48 Tales expresiones esencialmente subje­
tivas, como "izquierda", "derecha", "aquí", "esto", y "yo", pueden encon­
trarse por supuesto en el diccionario y son en principio traducibles; sin
embargo, tienen también un significado objetivo en la medida en que
designan una cierta relación con la persona que las utiliza. Una vez
que he ubicado espacialmente a esta persona, puedo decir que esas ex­
presiones subjetivas ocasionales tienen significado objetivo. Sin embar­
go, todas las expresiones, sean esencialmente subjetivas en el sentido de
Husserl o no, tienen tanto para quien las usa como para el intérprete,
más allá y por encima de su significado objetivo, un significado que es
a la vez subjetivo y ocasional. Consideremos primero el componente
súbjetivo. Cualquiera que utiliza o interpreta un signo vincula con él
un cierto significado que tiene su origen en la cualidad única de las
experiencias en las cuales aprendió una vez a utilizar el signo. Este
significado agregado es una especie de aura que rodea el núcleo del sig­
nificado objetivo.49 Lo que Goethe quiere decir exactamente con el ad­
jetivo "demónico" 50 sólo puede deducirse de un estudio del conjunto de
sus obras. Sin realizar un cuidadoso estudio de la historia de la cultura
francesa, con la ayuda de instrumentos lingüísticos, no lograremos com­
prender el significado subjetivo que tiene la palabra "civilización" en

48 Apartado 5, pág. 63.


49 En verdad, hasta podemos decir que Ja comprensión del significado es un
ideal irrealizable, que significa meramente que el componente subjetivo y ocasional
del significado del sigilo debería explicarse con la mayor claridad posible mediante
conceptos racionales. Es "preciso" el lenguaje en el cual todos los significados sub­
jetivos ocasionales se explican adecuadamente de acuerdo con sus circunstancias.
50 Fue Jaspers el primero en llamar la atención acerca de la importancia fun­
damental de este concepto de la imagen del mundo de Goethe. Véase su Psycho­
logle der Weltanschauung, 3"' ed. (Berlín, 1925) .
1 54

boca de un francés. 51 Vossler aplica esta tesis a toda la historia del len­
guaje de la siguiente manera : "Estudiamos el desarrollo de una palabra
y encontramos que la vida mental de todos los que la utilizaron se pre­
cipitó y cr1stalizó en ella".52 Sin embargo, para poder "estudiar la pa­
labra", debemos ser capaces de utilizar un conocimiento de la estruc­
tura mental de todos los que la han usado, tomado de nuestra experiencia
previa. La calidad particular de las experiencias . de quien emplea el
signo en el momento en que lo vinculó con lo signatitm es algo que
el intérprete debe tomar en cuenta más allá y por encima del significado
objetivo, si desea alcanzar una verdadera comprensión.
Hemos dicho que el significado agregado es no sólo subjetivo sino
ocasional. En otras palabras, el significado agregado tiene siempre en
sí algo del contexto en que se lo utiliza. Al comprender a alguien que
está hablando, interpreto no sólo sus palabras individuales sino su se­
cuencia total articulada de palabras sintácticamente vinculadas: en
síntesis, "lo que está diciendo". En esa secuencia, cada palabra re­
tiene su propio significado individual en medio de las palabras circun­
dantes y a través de todo el contexto de lo que se está diciendo. Con
todo, no puedo decir realmente que comprendo la palabra hasta haber
captado el significado de toda la formulación. En síntesis, lo que nece­
sito en el momento de la interpretación es el contexto total de mi ex­
periencia. A medida que avanza la formulación, se construye una sín­
tesis paso a paso, desde el punto de vista de la cual uno puede ver
los actos individuales de interpretación y establecimiento de significado.
El discurso es en sí mismo, por lo tanto, una especie de contexto de
significado. Tanto para el hablante como para el intérprete, la estruc­
tura del discurso emerge gradualmente. La lengua alemana expresa
precisamente el aspecto que señalamos en su distinción entre Worter
("palabras desvinculadas") y Worte ( "discurso" ) . Podemos decir, en
efecto, que cuando palabras desvinculadas reciben un significado oca­
sional, constituyen un todo significativo y se transforman en discurso.
Pero ¿qué es esa síntesis, qué es ese contexto significativo sobre­
impuesto que sirve como esquema interpretativo para la comprensión
del significado ocasional de un signo? La respuesta es ésta: el discurso
es un acto de utilización de signos. La unidad del discurso de un deter­
minado hablante es simplemente, . desde su punto de vista, la unidad
que pertenece esencialmente a todo acto. Ya hemos visto en qué con­
siste esa unidad.ó3 Surge del proyecto o plan de acción propio de quien
utiliza el signo. De ello se sigue que el intérprete no puede captar esa
unidad hasta que se ha completado el acto mismo. Todo lo que puede
hacer es llegar a una aproximación basada en su conocimiento previo.
Esta limitación se aplica, en efecto, a la interpretación tanto del signi­
ficado objetivo como del ocasional. Siempre tenemos que aguardar hasta

51 Curtius, Frankreich ( Stuttgart, 1930) , 1, 2 y sigs.


52 Vossler, Geist und Kultur in der Sprache, pág. 117 [T. l., pág. 106].
53 Véase el apartado 9, págs. 91 y sigs.
1 55

que se haya dicho la última palabra, si esperamos hacer una interpreta­


ción efectiva. Y siempre subsiste una cuestión de hecho acerca de cuál
es la unidad cuyo fin hay que esperar: si es una frase, un libro, las
obras completas de un autor o todo el conjunto de un movimiento
. literario.
El problema del significado subjetivo y ocasional de los signos es
sólo un aspecto del problema más amplio referente a la distinción entre
significado objetivo y significado subjetivo. A esta dicotomía debemos
dirigir ahora nuestra atención.

25. Establecimiento de significado e interpretación de significado

Acabamos de ver que el signo tiene dos funciones diferentes. En primer


lugar, tiene una función significativa. Con esto queremos decir que
puede ser ordenado por un intérprete dentro de un sistema de signos
que le es propio, aprendido con anterioridad. Lo que hace en este caso
es interpretar el signo como un ítem de su propia experiencia. Su acto es
sólo un ejemplo más de lo que llamamos autointerpretación. Pero existe
una segunda clase de interpretación que puede emprender, si pregunta
por el significado subjetivo y ocasional del signo, es decir, · por la fun­
ción expresiva que éste adquiere dentro del contexto de discurso. Este
significado subjetivo puede ser propio del intérprete, en cuyo caso d ebe
remontarse en la memoria a las vivencias que tuvo en el momento de
utilizar el signo y establecer su significado. O puede tratarse del signi­
ficado subjetivo de otra persona, en cuyo caso el intérprete debe tratar
· de establecer las vivencias de la otra persona cuando ésta utilizó el signo.
Pero en todo caso, cuando se interpretan signos utilizados por otros, en­
contraremos 'implicados dos componentes, el subjetivo y el objetivo. El
significado objetivo es el del significado como tal, el núcleo, por así
decirlo; mientras que el significado subjetivo es la franja o aura que
emana del contexto subjetivo en la mente de quien usa el signo.
Tomemos como ejemplo una conversación entre dos personas. Cuan­
do una persona habla, los pensamientos se construyen en su mente, y su
oyente lo sigue a cada paso del camino a medida que los pensamientos
ocurren. En otras palabras, ninguno de los pensamientos surge como
una unidad prefabricada. Se los construye gradualmente y se los inter­
preta gradualmente. Tanto el hablante como el oyente vivencian la
conversación de manera que por cada parte los Actos de establecimiento
o interpretación de significado se llenan y matizan con recuerdos de lo
que se ha dicho y anticipaciones de lo que aún se dirá. Cada uno de
esos Actos puede a su vez enfocarse en forma retrospectiva y ser anali­
zado como una unidad en sí mismo. El significado del discurso del
hablante consiste para él y para su oyente en sus frases individuales,
y éstas, a su vez, en sus palabras componentes a medida que surgen
unas después de otras. Las frases sirven para ambos como contextos
1 56

significativos de las palabras, y todo el discurso como contexto signifi-


·

cativo de las frases separadas.


La comprensión de los Actos conscientes de otra personá- que está
comunicándose por medio de signos no difiere, en principio, de la com­
prensión de sus otros Actos ( apartado 22 ) . Tal como ocurre con estos
últimos, la comprensión de los signos se produce en el modo de la
simultaneidad o casi-simultaneidad. El intérprete se .pone en el lugar
de la otra persona e imagina que él mismo. selecciona y utiliza los sig­
nos. Interpreta el significado subjetivo de la otra persona como si le
perteneciera. En ese proceso extrae elementos de todo su conocimiento
personal del hablante, especialmente de las maneras y hábitos con que
este último se expresa. Tal conocimiento personal continúa construyén­
dose en el curso de una conversación.
El mismo proceso ocurre en la mente del hablante. Sus palabras
serán seleccionadas con vistas � que las entienda su oyente. Y el sig­
nificado que el hablante trata de hacer comprender no será sólo signifi­
cado objetivo, pues él intenta también comunicar su actitud personal.
Esbozará su propósito comunicativo en el tiempo futuro perfecto, tal
como lo hace con el proyecto de cualquier otro acto. Su elección de
las palabras dependerá de los hábitos que ha construido al interpretar las
· palabras de otros, pero también estará influida, por supuesto, por su
conocimiento del oyente.
Sin embargo, si el hablante está enfocando su atención en lo que
ocurre en la mente del oyente, su conocimiento de este último es aún
totalmente. incierto. Sólo puede estimar cuánto está realmente compren­
diendo aquél. Tal estimación es necesariamente vaga, en especial si se
considera el hecho de que la interpretación del oyente es siempre sub­
siguiente a la elección de las palabras y cumple o deja de cumplir el
proyecto del hablante al establecer su elección.
El oyente está en una posición distinta. Para él el establecimiento
efectivo - del significado de las palabras ya ha ocurrido. Puede comen­
zar. con el . significado objetivo de las palabras que ha oído y, a partir
de allí, tratar de descubrir el significado subjetivo del hablante. Para
llegar a este significado subjetivo, imagina el proyecto que el hablante
debe tener en su mente. Sin embargo, esta representación del proyecto
parte de las palabras ya pronunciadas por el hablante. Al revés de lo
que ocurre en el caso del hablante que está representándose algo futuro
sobre la base de algo presente, el oyente se representa algo pluscuam­
perfecto sobre la base de algo pasado. Otra diferencia consiste en que
éste parte de palabras que ya han sucedido o que no lograron cumplir
el proyecto del hablante, y trata de descubrir ese proyecto. El hablante,
por otro lado, parte de su propio proyecto como datum y trata de esti­
mar si va a ser cumplido por la interpretación futura del oyente.
Ahora bien, puesto que las palabras elegidas por el hablante pue­
den expresar su significado o no, el oyente puede dudar siempre si
está comprendiendo de manera adecuada al hablante. El proyecto del
1 57
.

hablante es siempre una cuestión de reconstrucción imaginativa para


su intérprete y, por lo tanto, va acompañado de una cierta vaguedad
e incertidumbre.
·

Para ilustrar lo que quiero decir, consideremos el hecho de que, en


una conversación, puedan pasar por la cabeza de los participantes pen­
samientos como los siguientes. La persona a punto de hablar se dirá
a sí misma: "Suponiendo que éste hable mi propia lengua, debo utilizar
tales o cuales palabras." Un momento más tarde, su oyente se dirá a sí
mismo: "Si éste está utilizando las palabras en el modo en que yo las
comprendo, debe estar diciéndome tal o cual cosa." La primera afirma­
ción muestra cómo el hablante elige siempre sus palabras teniendo en
cuenta la interpretación del oyente. La segunda muestra cómo el oyente
interpreta siempre teniendo en cuenta el significado subjetivo del ha­
blante. En ambos casos, está implicada una referencia intencional al
esquema de la otra persona, prescindiendo de si éste es interpretativo
o expresivo.
Así como el hablante elige sus palabras, utiliza, por supuesto, su
propio esquema interpretativo. Esto depende en parte de la manera en
que él mismo interpreta habitualmente las palabras y en parte de los
hábitos interpretativos de su oyente. Cuando leo una carta que he es­
crito a alguien, tiendo a interpretarla tal como si yo fuera el destina­
tario y no el remitente. Ahora bien, mi propósito al escribir la carta no
era meramente comunicar un significado objetivo al lector, sino también
mi significado subjetivo. Para decirlo de otra manera, quiero que él
repiense mis pensamientos. Por lo tanto, puede muy bien ocurrir que
cuando leo mi carta decida que no logra este propósito. Conociendo
a la persona a la cual escribo y sus reacciones habituales ante ciertas
palabras y frases, puedo decidir que una determinada expresión está
expuesta a un error de interpretación o que el destinatario no estará
realmente en situación de comprender este o aquel pensamiento mío.
O puedo temer que él, cuando lea, no capte lo que trato de decir debi­
do a alguna distorsión subjetiva o a una falla de atención de su parte.
Por otro lado, el destinatario de la carta puede realizar el proceso
opuesto, es decir, tomar una frase e imaginar que él mismo la escribió.
Puede tratar de reconstruir la intención del remitente conjeturando al­
gunas intenciones posibles y comparándolas luego con el contenido pro­
posicional real de la frase. Puede concluir: "Veo lo que él trataba de
decir, pero realmente no acertó y dijo otra cosa. Si yo hubiera estado
en su lugar, lo habría expresado de tal o cual manera." O el lector
puede decirse en cambio a sí mismo : "Mi amigo siempre utiliza ese
término de una manera extraña, pero entiendo Jo que quiere decir, pues­
to que sé como piensa. Es una suerte que yo sea el destinatario de la
carta. Un tercero se hubiera extraviado totalmente en este punto." En
el último caso, el lector realiza en verdad una interpretación triple.
Primero, interpreta la frase objetivamente sobre la base de sus hábitos
ordinarios de interpretación. Segundo, a partir de su conocimiento del
1 58

remitente reconstruye cuál debe ser el significado real de este último.


Tercero, imagina cómo entendería el lector ordinario la frase en cuestión.
Estas consideraciones mantienen una validez completamente gene-·
ral para todos los casos en que se utilizan o interpretan signos. Siendo
éste el caso, debería resultar claro que al interpretar el significado sub­
jetivo de los signos que alguien utiliza, o al anticipar la interpretación
que alguien hace del significado subjetivo de nuestros propios signos,
.debemos guiarnos por nuestro conocimiento de esa persona. Por lo tan­
to, el grado de intimidad o anonimidad en que está la persona respecto
de nosotros, tendrá naturalmente mucho que ver con el asunto. Los
ejemplos que acabamos de utilizar eran todos casos en que el conoci­
miento de la otra persona derivaba del contacto directo; pertenecen
a lo que llamamos el dominio de la realidad social directamente viven­
ciada. Sin cm bargo, el uso e interpretación de signos pueden encon­
trarse también en otras zonas de la vida social, tales como el mundo de
los contemporáneos y el de los predecesores, donde el .conocimiento
directo de la gente con que tratamos es mínimo o aun nulo. Nuestra
teoría del establecimiento y la interpretación del significado de los sig­
nos sufrirá naturalmente diversas modificaciones cuando se la aplica
a estas zonas. Veremos cuáles son estas modificaciones cuanclo llegue·
mos al capítulo IV. Aun en las relaciones sociales directas que hemos
utilizado como ejemplo, era obviamente imposible que los participantes
"realizaran el postulado de captar cada uno el significado al que apun­
taba el otro", aspecto que hemos examinado en el apartado 19. El signi­
ficado subjetivo que el intérprete sí capta es a lo sumo una aproximación
del significado al que apunta quien usa el signo, pero nunca ese signi­
ficado mismo, pues el conocimiento que uno tiene de la perspectiva de
otra persona es siempre necesariamente limitado. Exactamente por la
misma razón, la persona que se expresa por medio de signos, nunca está
totalmente segura de la manera en que se la entiende.
Lo que hemos estado examinando es el contenido de la comunica­
ción. Pero debemos recordar que la comunicaci6n real es á. su vez un
acto significativo, y que debemos interpretar ese acto en sí mismo y la
manera en que se lo realiza.

26. El contexto significativo de la comunicaci6n. Recapitulación

Una vez que el intérprete ha determinado el significado objetivo y el


significado subjetivo del contenido de una comunicación, puede proce­
der a preguntar, en primer lugar, por qué se hizo la comunicación. Está
buscando entonces el motivo-para de la persona que se comunica. En
efecto, es esencial para todo acto de comunicación que tenga una meta
extrínseca. Cuando yo te digo algo, lo hago por una razón, sea para
suscitar una actitud particular de tu parte o simplemente para expli­
carte algo. Todo acto de comunicación tiene, entonces, como motivo-
1 59

para el fin de que la persona a la que uno se dirige tome conocimiento ·


de ella de una u otra manera.
La persona que es el objeto o el destinatario de la comunicación, es
cQn frecuencia quien hace esta clase de interpretación. Luego de esta­
blecer cuál es el significado objetivo y el subjetivo del contenido de la
comunicación hallando los correspondientes esquemas interpretativos o
expresivos, procede a inquirir, en primer lugar, el motivo por el cual la
otra persona dijo esto. En una palabra busca el "plan" que existe por
detrás de la comunicación.
No obstante, el que busca el motivo-para no tiene en absoluto por
qué ser la persona a la que uno se dirige. Un observador no partici­
pante puede proceder a la misma clase de interpretación. Puedo, y en
verdad debo, buscar el motivo-para de la comunicación, si deseo cono­
cer la meta hacia la cual lleva la comunicación. Además, es evidente por
sí mis:rµo que uno puede buscar los motivos-para aun de aquellos actos
de otras personas que no tienen intención comunicativa. Ya hemos visto
esto · en el apartado 22. Sólo podemos captar cuál es la vivencia de un
autor si encontramos su motivo-para. Debemos primero esclarecer su
proyecto y seguir luego en una fantasía, movimiento por movimiento,
la sección que podría efectuarlo. En el caso de la acción su intento
de comunicación, el acto completado mismo se interpreta en forma ade­
cuada como el cumplimiento del motivo-para. Sin embargo, si ocurre
que yo sé que el acto completado es sólo un eslabón dentro de una
cadena de medios que llevan a un fin ulterior, entonces lo que debo
hacer es interpretar las vivencias que tiene la otra persona de este fin
ulterior mismo.
Ahora bien, ya hemos visto que podemos ir más allá del motivo-para
y buscar el motivo-porque. Por supuesto, el conocimiento de este últi­
mo presupone en cualquier caso el conocimiento del primero. El con­
texto subjetivo de significado que es el motivo-para debe verse primero
y darse por sentado como un objeto ya constituido en sí mismo, antes
de aventurarse a niveles más profundos. Hablar de tales niveles más
profundos como existentes no significa de ninguna manera que el actor
· los vivencie realmente como contextos significativos de su acción. Tam­
poco significa que pueda cobrar conciencia, aun en forma retrospecti-
va, de los Actos politéticos que, de acuerdo con mi interpretación, han
constituido el motivo-para. Por el contrario, existe toda clase de evi­
dencias contra el punto de vista de que el actor tiene siempre alguna
conciencia del motivo-porque de su acción. Esto se aplim tanto a quien
está estableciendo un significado como a cualquier otro actor. Con se­
guridad, éste experimenta las vivencias y Actos intencionales que he
interpretado como su motivo-para. Sin embargo, no está consciente de
ellos, y cuando lo está, ya no es un actor. Tal conciencia, cuando se
produce, es un Acto intencional separado, independiente de la acción
que está interpretando y desligado de ella. Es entonces cuando puede
.decirse que un hombre se comprende a sí mismo. Tal autocomprensión
1 60

es esencialmente lo mismo que la comprensión de los otros, con esta


· diferencia, que por lo común, pero no siempre, tenemos a nuestra dis­
i.JOsición un repertorio de información mucho más rico acerca de nosotros
mismos y de nuestro pasado que el que tienen los otros.
Más adelante describiremos la relación del motivo-para con los mo­
tivos-porque en los diversos sectores del mundo social. En este punto,
trataremos meramente de recapitular las estructuras complejas impli­
cadas en la comprensión de otra persona, en la medida en que éstas
repercutan en la comunicación y el uso de signos. En efecto, decir,
como hacemos nosotros, que para quien. usa el signo éste se encuentra
en un contexto significativo, implica una cantidad de hechos separados
que deben desentrañarse.
Ante todo, cuando utilizo un signo, las vivencias significadas por él
están para mí en un contexto significativo, pues ya se han constituido .
en una síntesis, y las veo como una unidad.
En segundo lugar, para mí el signo debe ser ya parte de un siste­
ma de signos, pues de otro modo no podría utilizarlo. Un signo debe
haber sido ya interpretado antes que pueda ser usado. Pero la com­
prensión de un signo es una síntesis complicada de vivencias que da
por resultado una clase especial de contexto de significado.· Este con­
texto de significado es una configuración que implica dos elementos: el
signo como objeto en sí mismo, y lo signatum, cada uno de los cuales
implica, por supuesto, contextos significativos que le son propios. He­
mos llamado "esquema coordinante" 54 del signo al nuevo contexto sig­
nificativo total que abarca a ambos.
En tercer lugar, el acto de seleccionar y utilizar el signo constitUye
un contexto significativo especial para quien lo usa, en la medida en
que cada uso de un signo sea una acción expresiva. Puesto que cada
acción comprende un contexto de significado en virtud del hecho de
que el actor visualiza todas las vivencias sucesivas de esa acción como
un acto unificado, se sigue que toda acción expresiva es por lo tanto
un contexto de significado. Esto no significa que todo caso de uso de
signos sea ipso facto un caso de comunicación. Una persona puede uti­
lizar, por ejemplo hablando consigo misma, un signo como un acto de
autoexpresión sin ninguna intención comunicativa.
En cuarto lugar, el contexto de significado . "utilizar un signo como
acto" puede servir como base para un contexto de significado sobre­
impuesto "utilizar un signo como acto comunicativo", sin tomar en cuen­
ta de ninguna manera a 1a persona particular a la cual se dirige la.
comunicación.
En quinto lugar, empero, este contexto significativo sobreimpuesto
puede entrar en un contexto de significado aun más elevado y amplio,.
en el cual se tome en cuenta al destinatario. En este caso, el acto comu­
nicativo tiene como meta no meramente que alguien tome conocimiento
54 [Cf. las págs. 148 y sigs.]
161

de él, sino que su mensaje motive a la persona que toma conocimiento


a asumir una actitud particular o desplegar algún tipo de conducta.
En sexto lugar, el hecho de que se establezca comunicación con
este destinatario en particular aquí, ahora, y de esta manera puede ubi­
carse dentro de un contexto de significado aun más amplio, hallando
·

el motivo-para de ese acto comunicativo.


Todos estos contextos de significado están en principio abiertos al
intérprete y pueden ser descubiertos sistemáticamente por él. Cuáles
serán exactamente los que tratará de investigar, dependerá de la clase
de interés que tenga en el signo. 55
Sin embargo, la formulación de que todos estos contextos de signi­
ficado están en principio abiertos a la interpretación, requiere algunas
modificaciones. Como hemos dicho repetidamente, la estructura del
mundo social no es de ninguna manera homogénea. Nuestros congéne­
res y los signos que utilizan pueden ofrecérsenos de maneras diferentes.
Existen diferentes enfoques del signo y de la vive:p.cia que éste expre­
sa. En verdad, ni siquiera necesitamos un signo para tener acceso a la
mente de otra persona. Una mera indicación puede ofrecernos la aper­
tura. Esto. es lo que ocurre, por ejemplo, cuando extraemos inferencias
de artefactos concernientes a las vivencias de personas que vivieron en
el pasado.

27. El significado subjetivo y objetivo. Producto y evidencia

Acabamos de ver los diferentes enfoques de la auténtica comprensión


<l:!')l yo del otro. El intérprete parte de su propia experiencia del cuerpo
animado de la otra persona o de los artefactos que esta última ha pro­
ducido. En ambos casos está interpretando Objetivaciones en la cuales
se manifiestan las vivencias del otro. Si lo que está en cuestión es el
cuerpo del otro, el intérprete se ocupa de objetivaciones-acto, es decir,
movimientos, gestos o :resultados de una acción. Si se trata de artefac­
tos, éstos pueden ser signos en el sentido más estricto u objetos externos
manufacturados, tales como herramientas, instrumentos, etcétera. Todo
lo que estas Objetivaciones tienen d� común es el hecho de que sólo
· existen como resultado de la acción de seres racionales. Como son pro­
ductos de la acción, constituyen ipso facto evidencia de lo que ocurrió
en la mente de los actores que las construyeron. Debe notarse que no
todas las evidencias son signos, pero todos los signos son evidencias.
Para que una evidencia sea un signo, debe ser capaz de transformarse
en un elemento dentro de un sistema de signos, con el status de esque­
ma coordinador. Esta calificación está ausente en el caso de algunas
evidencias. Una herramienta, por ejemplo, aunque constituye una evi-

55 Hemos notado previamente c6mo se produce realmente, en tales casos, la


selecci6n de cuestiones a responder. Véase más arriba, apartado 16, pág. 114, y apar­
tado 18, pág. 124.
1 62 .

dencia de lo que ocurrió en l a mente de quien la fabricó, no es con


. seguridad un signo. Sin embargo, bajo el término "evidencias" enten­
demos incluir no sólo el equipo 56 que ha sido producido por un proceso
de manufactura, sino el juicio que ha sido producido por el pensa­
miento, o el contenido de mensaje nacido de un acto de comunicación.
La problemática del significado subjetivo y objetivo incluye eviden­
cias de toda clase. Es decir, cualquiera que encuentre un determinado
producto puede proceder a interpretarlo de dos maneras diferentes. Pri­
mero. , puede enfocar su atención sobre su istatus como objeto, sea real
o ideal, pero en todo caso independiente de su constructor. Segundo,
puede considerarlo como evidencia de lo que ocurrió en la mente de
sus fabricantes en el momento en que lo hicieron. En el primer caso, el
intérprete subsume sus propias experiencias ( erfahrende Akte) del ob­
jeto bajo los esquemas interpretativos que tiene disponibles. En el úl­
timo caso, en cambio, su atención se dirige a los Actos constituyen­
tes de conciencia del productor ( éstos podrían ser los suyos propios
o también los de otra persona) . .
Examinaremos con mayor detalle más adelante esta relacióp. entre
significado subjetivo y objetivo. Hablamos, entonces, de significado sub­
jetivo del p�oducto, si tenemos en vista el contexto. de significado dentro
del cual está o estuvo el producto en la mente de su productor. Cono­
cer el significado subjetivo del producto significa que somos capaces de
recapitular en nuestra mente en simultaneidad o casi simultaneidad, los
Actos politéticos que constituyeron la vivencia del productor.
_ Aprehendemos, entonces, las vivencias de la otra persona a medida
que ocurren; las observamos constituyéndose paso a paso. Para nosotros,
los productos de la otra persona son indicaciones de estas vivencias. Las
vivencias están a su vez para esa persona dentro de un contexto de
significado. Sabemos esto por medio de una particular evidencia, y
podemos estar conscientes, en un acto de auténtica comprensión, del
proceso constituyente que ocurrió en la mente del otro.
El significado objetivo, en cambio, sólo podemos predicarlo del
producto como tal, es decir, del contexto de significado ya constituido
de la cosa producida, cuya producción real dejamos entretanto de
tener en cuenta. El producto es entonces, en el sentido más pleno, el
resultado final del proceso de producción, algo que está terminado y
completo. Ya no es parte del proceso, sino que señala meramente en
forma retrospectiva a él, como un hecho en el pasado. Sin embargo,
el producto mismo no es un hecho sino una entidad ( ein Seiendes ) que
es el sedimento de hechos pasados dentro de la mente del productor.
Sin duda, aun la interpretación del significado objetivo del producto
ocurre en Actos politéticos que se producen paso a paso. Sin embargo,
se agota en el ordenamiento de las vivencias que tiene el intérprete del

56 Zeug. Este es el término utilizado por Heidegger para designar los objetos
del mundo externo que están "disponibles". Cf. Sein und Zeit, pág. 102 [T.I., Being
and Time, Macquarrie y Robinson, pág. 135].
1 63

producto, dentro del contexto significativo total dei acto interpretativo.


Y como hemos dicho, el intérprete deja por completo de lado la crea­
ción original paso a paso del producto. No se trata de que no esté
consciente de que ha ocurrido; lo que pasa es que no le presta atención.
Por lo tanto, el significado objetivo sólo consiste en un contexto de sig­
nificado dentro de la mente del intérprete, mientras que el significado
subjetivo se refiere, más allá de éste, a un contexto de significado den­
tro de la mente del productor.
Un contexto subjetivo de significado está presente entonces si lo
dado en un contexto objetivo de significado fue creado, por su parte,
por un tú. Sin embargo, nada implica esto acerca de la clase particu­
lar de contexto de significado sobre el cual el tú ordena sus vivencias
o acerca de la calidad de esas vivencias mismas.
Ya hemos observado que el intérprete capta las experiencias cons­
cientes de la otra persona en el modo de la simultaneidad o casi simul­
taneidad. La auténtica simultaneidad es más frecuente, aunque consti­
tuye un caso especial del proceso. Está vinculada con el mundo de la
realidad social directamente vivenciada y presupone que el intérprete
es testigo de la creación real del producto. Un ejemplo sería una con­
versación, en que el oyente está realmente presente mientras el hablante
realiza Actos que producen discurso significativo, y en que el oyente
realiza esos Actos con el hablante y después de él. Un ejemplo de inter­
pretación casi simultánea sería la lectura de un libro. En este caso, el
lector revive la elección de palabras del autor como si ocurriera ante
sus propios ojos. Lo mismo podría decirse en el caso de una persona
que observa ciertos artefactos tales como herramientas, e imagina cómo
se los construyó. Sin embargo, al decir que podemos observar tales
vivencias del productor sólo queremos significar que podemos captar el
hecho de que ocurren. No hemos dicho nada acerca de cómo compren­
demos qué experiencias ocurren, ni cómo comprendemos la manera en
que se constituyen. Trataremos estos problemas cuando analicemos el
mundo de los contemporáneos, el•mundo de la experiencia social directa
y el de la auténtica relación-nosotros. Con todo, puede decirse ya en
este punto que lo esencial para ese conocimiento suplementario es tener
un conocimiento de la persona que estamos interpretando. Cuando pre­
guntamos cuál es el significado subjetivo de un producto, y por lo tanto
qué experiencias conscientes tiene otra persona, estamos preguntan­
do qué vivencias particulares politéticamente construidas ocurren o han
ocurrido en otra persona en particular. Esta otra persona, este tú, tiene
sus propias experiencias y contextos de significado únicos. Ninguna
otra persona, ni siquiera esta misma en otro momento, puede ocupar
su lugar en este momento.
El significado objetivo de un producto que tenemos ante nosotros
se interpreta, por otro lado, como evidencia de la experiencia particular
de un determinado tú. Más bien, se lo interpreta como ya constituido
y establecido, haciendo abstracción de todo flujo subjetivo de experien-
1 64

cia y de .todo contexto subjetivo de significado que pudiera existir en


tal flujo. Se lo capta como una objetivación dotada de "significado uni­
versal". Aunque nos referimos implícitamente a su autor cuando llama­
mos a esto un "producto", no obstante dejamos de lado a este autor y a
todos los factores personales relacionados con él cuando interpretamos
el significado objetivo. El autor está oculto detrás del "uno" ( alguien,
alguna otra persona ) . Este "uno" anónimo, es meramente el término
lingüístico que responde al hecho de que existe o ha existido alguna
vez un tú cuya particularidad no tomamos en cuenta. Yo mismo, o tú,
o algún tipo ideal o Cualquiera podría ponerse en su lugar sin alterar
de ninguna manera el significado objetivo del producto. No podemos
decir nada acerca de los procesos subjetivos de este "uno" anónimo, pues
no tiene duración, y la dimensión temporal que le atribuimos, como es
una ficción lógica, no resulta en principio susceptible de vivenciación.
Pero precisamente por este motivo el significado objetivo sigue siendo,
desde el punto de vista del intérprete, invariante para todos los posibles
creadores del objeto significativo. En la medida en que ese objeto con­
tiene dentro de su significado mismo la idealidad del "etcétera" y del
"puedo hacerlo de nuevo", ese significado resulta independiente de su
creador y de las circunstancias en que se originó. El producto es abs­
traído de toda conciencia individual y, en realidad, de toda conciencia
como tal. El significado objetivo es meramente el ordenamiento que. el
intérprete hace de sus vivencias de un producto dentro del contexto
total de su experiencia.
De todo lo que hemos dicho se sigue que cualquier . interpretación
de significado subjetivo implica una referencia a una persona en par­
ticular. Además, debe ser una persona de la cual el intérprete tenga
alguna clase de experiencia ( Erfahrung) y cuyos estados subjetivos pue­
da recorrer en simultaneidad o casi simultaneidad, mientras que el sig­
nificado objetivo está desvinculado de personas particulares y es inde­
pendiente de ellas. Más adelante estudiaremos esta antítesis con mayor
detalle, tratándola como un caso de oposición polar. Entre la compren­
sión del significado subjetivo y la del significado objetivo puro hay toda
una serie de etapas intermedias basadas en el hecho de que el mundo
social tiene su propia estructura única, puesto que deriva del mundo de
la vivencia social directa, del de los contemporáneos, de los predece­
sores y de los sucesores. Dedicaremos el capítulo IV al estudio de estos
diferentes mundos, prestando entretanto especial atención a los proce­
sos de anonimización que ocurren en cada uno. Explicaremos la oposi­
ción polar entre significado subjetivo y objetivo como una formulación
típico-ideal de principios heurísticos de la interpretación del significado.
1 65

28. Excursus : algunas aplicaciones de la teoría del sign ificado objetivo


y subjetivo en el campo de las ciencias de la cultura
·

La teoría de los dos tipos diferentes de interpretación del significado


de productos, que acabamos de desarrollar, tiene gran importancia para
las ciencias del espíritu ( Geisteswissenschaften) y no sólo para éstas.
Ante todo, consideremos lo que se llama "objetos culturales", es decir,
las objetividades ideales tales como "Estado'', "arte", ienguaje", etcé­
tera. Todos estos, de acuerdo con nuestra teoría, son productos, pues
llevan sobre sí la marca de su producción por parte de nuestros congé­
neres y constituyen manifestaciones de lo que ocurrió en la mente de
éstos. Todas las objetivaciones culturales pueden ser interpretadas, por
lo tanto, de una manera doble. Una interpretación las trata como obje­
tivaciones completamente constituidas tal como existen para nosotros,
que somos los intérpretes, sea ahora como contemporáneos en el pre­
sente, o como personas que ocupan un lugar posterior en el tiempo
histórico. Estas objetivaciones pueden describirse en forma muy simple
o estar sujetas a elaboración teórica como objetos de conocimiento esen­
cial; es decir, podemos estudiar el Estado como tal, el arte como tal
y el lenguaje como tal.
No obstante, es posible tratar todos estos productos como evidencia
de lo que ocurrió en la mente de quienes los crearon. En este caso,
objetos culturales extremadamente complejos se prestan a la investiga­
ción más detallada. El Estado puede ser interpretado como la totalidad
de los actos de quienes están orientados hacia el orden político, es de­
cir, de los ciudadanos que lo integran; o se lo puede interpretar como
el resultado final de ciertos actos históricos y considerarlo, por lo tanto,
en sí mismo, · como un objeto histórico; o tratarlo como la concretiza­
ción de ciertas disposiciones mentales públicas por parte de quienes lo
gobiernan, etcétera. El arte de una época en particular puede interpre­
tarse como expresión de una tendencia artística determinada de la épo­
ca o como manifestación de una interpretación particular del mundo
que precede y determina a toda expresión artística, es decir, como una
manifestación de una manera particular de "ver". Sin embargo, también
se lo puede interpretar como un desarrollo histórico que se produce en
forma de una variación sobre · el estilo conocido de una época anterior,
sea debida a la sucesión de escuelas o simplemente de generaciones.
Estos son meros ejemplos de las muchas posibilidades de interpre­
tación, y a cada una de ellas corresponde un esquema interpretativo
especial y una manera particular de dar significado al objeto de la
interpretación.
Ya hemos observado que el contexto de significado de un producto
es más o menos independiente de lo que ocurrió en la mente de la
persona que lo creó, según que esta última sea comprendida por su
intérprete con mayor o menor anonimidad. Para captar una cierta obje-
1 66

tivación en la idealidad del "puedo hacerlo de nuevo", debemos conce­


bir al autor de esa objetivación simplemente como "uno", Veamos cómo
funciona esto en el campo de la teoría económica. Los así llamados
"principios de la cataláctica" 57 tienen poi: cierto como · tema actos hu­
manos considerados como productos terminados, no acciohes _en curso�
El contexto de significado de estos principios se agota al subsumir tales
actos bajo los esquemas interpretativos de la teoría económica. Sin
duda, no es concebible ningún acto económico sin alguna referencia
a un actor económico, pero este último es absolutamente anónimo; no
eres tú, ni yo, ni un empresario, ni siquiera un 'nombre económico"
como tal, sino un "uno" puro universal. 58 Esta es la razón por la cual
las proposiciones de la economía teórica tienen justamente esa "validez
universal" que les da la idealidad del "etcétera" y dAl "puedo hacerlo
de nuevo". Sin embargo, podemos estudiar al actor económico como tal
y tratar de establecer qué es lo que ocurre en su mente; por supuesto,
no estamos entonces en el terreno de la economía teórica sino en el de
. la historia económica o en el de la sociología económica, de las cuales
Weber nos ha proporcionado un ejemplo sin paralelo en el primer libro
de su obra Wirtschaft und Gesellschaft. Sin embargo, las formulacio­
nes de estas ciencias no pueden pretender ninguna validez universal,
pues tratan de los sentimientos económicos de individuos históricos par­
ticulares, o de tipos de actividad económica respecto de los cuales
constituyen evidencia los actos económicos en cuestión.
Para dar ejemplos tomados de otros campos acerca del significado
de esta cuestión, basta señalar la importancia que tiene trazar una dis­
tincióJJ. neta entre significado subjetivo y objetivo en las ciencias que
son interpretativas en sentido estricto, a saber, la filología y la juris­
prudencia. En filología ha sido siempre una cuestión básica la de esta­
blecer si lo que se estudia es el significado objetivo de una palabra en
un momento determinado dentro de una zona lingüística definida o,
en segundo lugar, el significado subjetivo que la palabra asume en el
curso de un particular autor o de un determinado círculo de hablantes
o, en tercer lugar, el significado ocasional que tiene en el contexto del
discurso. A su vez, todo estudiante de Derecho está familiarizado con
Ja distinción existente entre considerar un punto de la ley como propo­
sición dentro del sistema legal de acuerdo con los cánones de la inter­
pretación filológica y jurídica, por una parte, y preguntarse, por otra

57 La teoría del intercambio. Este término, que proviene de Whately, desem­


peña un pa�l importante en el �nsamiento económico de Ludwig von Mises, al
cual Schütz se refiere a menudo. Véase Mises, Human Action (New Haven, 1966) .
especialmente la parte IV. La cataláctica e s para Mises parte d e una teoría pura
a priori de la acción considerada en forma abstracta, aislada de sus circunstancias
psicológicas e históricas; el concepto de Mises resulta por lo tanto especialmente
útil corno ejemplo en este punto. Un tratado económico importante, muy reciente,
basado en el mismo concepto, es el de Mmray N. Rothbard, Man, Economy and the
State ( Princeton, 1962 ) .
58 El examen de la anonirnidad del mundo d e los contemporáneos, apartado 39,
más abajo, ofrece un análisis más detallado de este concepto de "uno".
1 67

parte, cuál fue '1a intención del legislador". Todas estas diferencias se
remontan a la distinción entre significado objetivo y subjetivo del pro­
ducto que acabamos de tratar.
Otra cuestión más antes de concluir este capítulo. La tendencia
a buscar un significado subjetivo para todo en la existencia está tan
profur.damente enraizada en la mente humana, la búsqueda del signifi­
cado de todos los objetos está tal,l vinculada con la idea de que éstos
recibieron una vez su significado de alguna mente, que todas las cosas
del mundo pueden interpretarse como productos y, por lo tanto, como
evidencia de lo que ocurrió en la mente de Dios. En verdad, todo el
universo puede considerarse como el producto de Dios, de cuyos actos
creadores da testimonio. Esto es sólo una referencia al pasar, por su­
puesto, a todo el sector de problemas que están más allá de las ciencias
en sentido estricto. En todo caso, el problema del significado subjetivo
y objetivo es la puerta abierta a toda teología y metafísica.
IV

LA ESTRUCTURA DEL MUNDO SOCIAL: EL DOMINIO


DE LA REALIDAD SOCIAL DIRECTAMENTE
VIVENCIADA, EL DE LOS CONTEMPORANEOS
Y EL DE LOS PREDECESORES

[A] INTRODUCCION

29. Examen preliminar del problema


'EN EL capítulo 111 hemos delineado los rasgos principales de una teoría
dp nuestro conocimiento del yo de los otros. Hemos considerado la
comprensión general que tenemos de las vivencias de la otra persona,
y encontramos que esta comprensión se basa en nuestras propias vi­
vencias de ella. Una vez supuesta la existencia del tú, ya hemos entrado
en el dominio de la intersubjetividad. El individuo vivencia entonces
el mundo como algo compartido por sus congéneres, es decir, como
un mundo social. Y como hemos dicho repetidamente, este mundo
social no es de ninguna manera homogéneo sino que muestra una
estructura multiforme. Cada una de sus esferas o regiones es a la vez
una manera de percibir y de comprender las vivencias de otros.
El presente capítulo se dedicará a un estudio de esta estructura
multiforme. Trataremos de responder a estas cuestiones: primero,
cómo es posible una diferenciación interna de esta clase; segundo, qué
fundamentos tenemos para suponer que el mundo social tiene unidad
y diferenciación interna; y tercero, cuáles de esas diferenciaciones pue­
den resultamos útiles como base para nuestro análisis de la comprensión
del yo del otro. Sólo después de haber respon<Udo a estas preguntas
seremos capaces de describir las diferentes maneras de comprensión
del yo del otro, peculiares a las diferentes regiones.'
Sin embargo, aun después de haber satisfecho estos puntos, estare­
mos lejos todavía de nuestro fin principal. Como ya hemos visto, la cues­
tión del enfoque científico adecuado de la comprensión del yo del otro
-problema que es crucial para cada una de las ciencias sociales- de­
pende de una cuestión previa. Es la cuestión de la naturaleza del signifi­
cado a que se apunta. En efecto, existe una diferencia de cláse entre el
tipo de comprensión ingenua de los demás que ejercitamos en la vida dia-
170

ria, y el tipo de comp rensi 6n que usamos en las ciencias sociales. Nuestra
tarea consiste en establecer qué es lo que distingue a estos dos conjuntos
de categorías entre sí: 1 ) las categorías en funci6n de las cuales el .
hombre ubicado en el pun:to de vista natural comprende el mundo
social y que, de hecho , les son dadas a las ciencias sociales como material
con el cual deben empezar y 2) las categoría� que utilizan las ciencias
sociales mismas para clasificar este material ya preformado.
Sin embargo, las dos esferas se recubren. En efecto, en cierto sen­
tido soy un científico social en la vida cotidiana cuando reflexiono sobre
mis congéneres y su conducta, en lugar de limitarme a vivenciarlos.
Vivo con ellos como un hombre entre hombres, los encuentro continua­
mente en mi experiencia directa. Mis vivencias de la presencia de ellos
y de sus características personales 1 son inmediatas. No es menos inme­
diata, y por cierto no menos integral para mi conciencia, que mi capta­
ci6n del mundo físico que me rodea, en la medida en que este mundo es
espacial; incluye tanto mi propio cuerpo como el de los otros, junto con
mis movimientos. Tu cuerpo, por ejemplo, es espacial, no meramente en
el sentido de que sea un objeto físico o aun uno fisiol6gico, sino en el
sentido de que es un objeto psicofísico, es decir, un campo de expresi6n
de tus vivencias. Y de acuerdo con la tesis general del yo del otro, no
..
s6lo te vivencio conscientemente, sino que vivo contigo y envejezco
'contigo. Puedo atender a tq corriente de conciencia, . tal como puedo
atender a la mía propia, y me es posible, por lo tanto, devenir consciente
de lo que ocurre en tu mente. En la intencionalidad viviente de esta
experiencia te "comprendo" sin prestar necesariamente atenci6n alguna
a los actos de comprensi6n mismos. Esto ocurre porque vivo en el
mismo mundo que tú, vivo en los actos de comprenderte. Tú y tus
vivencias no s6lo me son "accesibles", es decir, están abiertas a mi
interpretaci6n, sino que las doy por sentadas junto con tu existencia
y tus características personales. Y esto, en el sentido estricto de nuestra
definici6n: mientras te estoy vivenciando directamente y hablando con­
tigo, toda la complicada subestructura de mi propia interpretación de
ti escapa a mi atenci6n. No estoy interesado en tales cuestiones; mi
intencionalidad viviente, mi attention a la vie, tiene en ese momento
otros fines. Sin embargo, puedo cambiar en cualquier momento dado
todo esto y ubicar esos actos bajo el foco de mi atención. Por ejem­
plo, puedo preguntar: "¿Te he comprendido correctamente?" "¿No
quieres decir otra cosa?" "¿Qué quieres significar con tal o cual acción?"
Estas son preguntas típicas que me veo forzado a formular cotidiana­
mente en mis relaciones con los demás. En el momento de suscitar
tales cuestiones, he abandonado mi conciencia simple y directa de la
otra persona, mi captación de ésta en toda su particularidad subjetiva.
He abandonado la intencionalidad viviente de nuestra confrontación.
La luz bajo la cual la miro es ahora diferente: mi atención se ha
desviado hacia los estratos más profundos que hasta ese momento no

l ["Meine Erlebnisse von ihrem Dasein und Sosein. • • . "]


171

habían sido observados y se daban por sentados. Ya no vivencio a mi


congénere en el sentido de compartir su vida con él; en cambio, "pienso
acerca de él". Pero ahora actúo como un científico social. En efecto,
este último ( cuando actúa como científico social y no simplemente
como un ser humano común ) obtiene acceso a las \ivencias de los otros
tratándolas como objetos del pensamiento, más bien que captándolas
inmediatamente a medida que ocurren. Vemos entonces que todo el
problema de las ciencias sociales y sus categorías ya ha sido tratado
en la esfera precientífica, esto es, en el medio de la '\ida en el mundo
social. Con seguridad, se presenta en esa esfera en una forma muy
primitiva. El científico social, como veremos, utiliza métodos y con­
ceptos que son por completo diferentes de los de la persona común
que está simplemente observando a otro.
Sin embargo, haciendo abstracción de los refinamientos qu(' se dan
cuando se ha alcanzado el estadio científico, resulta totahnent� claro
qúe el punto de partida de la ciencia social debe encontrarse en la vida
social ordinaria. Nuestros congéneres no son sólo objetos de experien­
cia en la vida cotidiana, sino también objetos de pensamiento. Ahora
bien, esta clase de pensamiento cotidiano acerca de nuestros congéneres
puede . ser un fin en ·sí mismo o servir como medio para otros fines,
· entrando con ello en un contexto de significado más amplio. Por ejem­
plo, puede ocurrir que deseemos adaptar nuestra propia conducta a
la de otros, o que queramos influir en sus pensamientos o su conducta.
En tales casos, formulamos nuestro proyecto en el tiempo futuro per­
fecto, utilizando nuestro conocimiento de lo que está en la mente de
la otra persona como medio para nuestro fin.
No obstante, esto no equivale a decir que toda acción orientada
hacia otro, o aun toda acción destinada a cambiar necesariamente ( o
incluso habitualmente ) su conducta, presuponga una dirección previc
de la atención hacia los niveles más profundos de la conciencia de
éstos. Por el contrario : aunque actúe sobre mis congéneres y trate
de influir sobre su conducta, con todo, en la medida en que estoy
viviendo con ellos y captando sus vivencias en forma directa, difícil­
mente pueda prestar atención al mismo tiempo a los niveles más pro­
fundos de ia conciencia de éstos.
Puesto que tenemos el propósito de esclarecer justamente esos pro­
cesos constitutivos de la comprensión de los otros, nuestra tarea con­
sistirá, en cada caso, en describir y clarificar esos estratos más profun­
dos. Para comenzar, dejaremos de lado todo esfuerzo tendiente a
describir aquellos actos ( Handlungen) del yo en cuyo proyecto están
incluidas las vivencias del tú. Trataremos sobre todo de establecer
nuestras condiciones de coincidencia con el concepto de acción social
de Max Weber, y de proceder luego a analizar críticamente su con­
cepto de relación social. En este punto podremos realizar un prolijo
estudio de la referencia retrospectiva peculiar que las vivencias d e la
otra persona incluidas en el proyecto da mi acción tienen para mis
· 1 72.

propias vivencias. Sin embargo, todos estos análisis serán meramente


preparatorios para un estudio posterior del problema general de la vida
en el mundo social. Para comenzar, consideremos el hecho de que
enfrento a mis congéneres en una forma por -completo distinta · y · en
modos sutilmente diferenciados. Por ejemplo, los comprendo en dife­
rentes perspectivas conceptuales. A su vez, vivenCio sus vivencias con
diversos grados de �ntimidad� Estas no son meramente diferencias que
se refieran a la manera en que capto intencionalmente las vivencias
de la otra persona. Se extienden incluso a todo contenido de mi acto d�
captación, al objeto intencional mismo; y, por· supuesto, también otros
pueden vivenciar como yo estas diferencias. En efecto, tenemos en
común el mismo mundo de realidad social directamente vivenciada: el
mundo que me rodea en mi Aquí y Ahora corresponde al que te rodea
a ti en tu Aquí y Ahora. Mi Aquí y Ahora te incluye junto con tu
conciencia de mi mundo, tal como yo y mi contenido consciente perte­
necen a tu mundo en tu Aquí y Ahora. Sin embargo, este dominio ( o
reino ) de la reaUdad social directamente vivenciada ( como nos propo- ,
nemos llamarle ) es sólo uno entre muchos dominios sociales. Tal como
el mundo de mi percepción actual es sólo un fragmento de todo el
mundo de mi experiencia, y éste es sólo, a su vez, un fragmento del mun­
do de mi experiencia posible, del mismo modo el mundo social ( que
es a su vez una porción de este "mundo total" ) sólo es vivenciado
directamente por mí en fragmentqs, a medida que vivo de momento
a momento. Este mundo social directamente vivenciado está a su vez,
por su parte, segmentado de acuerdo con perspectivas conceptuales.
Más allá de este dominio de la realidad social directamente vivenciada
a la cual estoy anclado por la comunidad espacio-temporal, existen aún
otros dominios sociales. Algunos de éstos los he vivenciado una vez
directamente y puedo, en principio, revivenciarlos en forma repetida
de la misma manera directa. Puedo vivenciar también otros en forma
directa, si lo prefiero, pero aún no lo he hecho. Consideraremos a estos
dominios como uno, y le llamaremos el mundo social de los contempo­
ráneos (soziale Mltwelt) . El mundo social de los contemporáneos
coexiste conmigo y es simultáneo con mi duración. No obstante, aun
viviendo con él, no vivo a través de él como ci.Iestión de experiencia
directa. Llamemos "congéneres" ( Mitmenschen) a los otros yoes del
mundo de la realidad social directamente vivenciada, y "contemporá­
neos" ( Nebenmenschen) a los otros yoes del mundo de los contem­
poráneos. Puedo decir entonces que al vivir con mis congéneres, los
vivencio directamente a ellos y a sus vivencias. Pero de mis contem­
poráneos diremos que. aunque ·viva entre ellos, no capto en forma
directa e inrilediata sus vivencias sino que, en cambio, infiero sobre la
base de evidencia directa las vivencias típicas que deben tener. Pue­
den fundamentarse perfectamente, por supuesto, inferencias de esta
clase. Ahora bien, ya hemos visto que en el dominio de la realidad
social directamente vivenciada puedo ser a la vez observador y actor.
1 73

Esto también es cierto . respecto del mundo de los contemporáneos. En


este caso, además, puedo no sólo observar sino también actuar, hacer
que la conducta y las vivencias de mis contemporáneos sean motivos­
para de mi acción.
Pero además de estos dos mundos, puedo también conocer un
mundo social que existió antes que yo y que en ningún punto se recubre
con parte alguna de mi propia vida. Con respecto a este dominio, el
mundo social de los predecesores ( Vorwelt) , o historia, sólo puedo ser
un observador y no un actor. Por último, sé que hay aún . otro mundo,
habitado también por otros, que existirá cuando yo ya no exista, un mun­
do social de sucesores (Folgewelt) ,2 hombres de los cuales no sé nada
como individuos y con cuyas vivencias no puedo tener contacto per­
sonal. De hecho, sólo conozco sus vivencias típicas suponiendo que
estas últimas serán las mismas que las de mis contemporáneos y las
de mis predecesores. Este es un mundo que sólo puedo captar vaga­
mente pero nunca vivenciar en forma directa.
Al utilizar el término "mundo" para designar estos dominios o
reinos, queremos significar sólo que diferentes personas son consocia­
das, contemporáneas, predecesoras o sucesoras una respecto de otra y
que se vivencian por consiguiente una a otra y actúan entre sí de ma­
nera recíproca en los diferentes modos en cuestión.
Todas estas consideraciones sirven meramente para delinear el vas­
to campo teórico del mundo social, cuya exploración metódica es tarea
de las ciencias sociales. A lo largo de todo este libro nos limitaremos
a la teoría de la comprensión de las demás personas, en el sentido más
amplio de tal comprensión, teoría que también abarca el uso y la inter­
pretación de signos, así como la creación de otros productos y su interpre­
tación. Nuestro camino está claramente trazado ante nosotros. Tenemos
que verificar cómo nuestro conocimiento de cada una de esas regiones
extrae su derecho original de la tesis general del yo del otro, es decir,
de la simultaneidad o casi simultaneidad de la conciencia del yo del
otro con la mía propia. Tendremos también que descubrir el enfoque
adecuado del significado subjetivo de los productos de cada uno de
esos mundos. Deberemos establecer cómo se llevan a cabo los fenó­
menos . de detenninación e interpretación de significado en las esferas
en cuestión. Tendremos que descubrir los principios de continuidad
entre las esferas. Deberemos determinar cuáles son las únicas esferas
accesibles a los métodos de las ciencias sociales. Por último, tendremos
que aclarar qué métodos de las ciencias sociales deben emplearse para
llevar a cabo una investigación adecuada a sus objetos.

. 2 La llamativa expresión Folgewelt, qué és muy preferible a Nachwelt (mun·


do por venir) , ha sido tomada de la clase inaugural de Schiller, titulada Was heisst
und zu welchem Ende studiert man Universalgeschichte? [Obras de Schiller, ed.
alem·. Ludwig Bellermann y Benno von Wiese. (Leipzig, 1936-37), voi. IX.]
1 74

[B] CONDUCTA SOCIAL, ACCION SOCIAL, RELACION SOCIAL

30. El concepto de "acción social" de Max Weber. La orientación-otro


y el actuar-sobre-el-otro

Ya hemos considerado, en nuestro estudio preliminar del capítulo I, la


definición que da Weber de la acción social: 3 "La acción es social
en la medida en que, en virtud del significad9 subjetivo que se le
adjudica por parte del individuo ( o individuos ) actuantes, toma en
cuenta la fOnducta de otros, y es orientada por ella en su curso". Debe­
mos tener presente que, cuando Weber habla de acción social, no
quiere significar esa acción que hemos distinguido ( en el capítulo I I )
de la "conducta e n el sentido más amplio". E n cambio, para él la
acción de cualquier clase significa "conducta" interna o externa en un
sentido aún no claro, siempre que se pueda atribuir "significado" a
la persona que actúa. Por consiguiente, entran dentro de este concepto
no sólo todos los Actos intencionales que derivan de actividad espon­
tánea, sean o no proyectados de antemano y calificados entonces como
acción, sino también todas las vivencias que emergen en forma pasiva
y sólo están intencionalmente relacionadas, en un sentido general, con
otra persona.
· Siguiendo Ja. lógica de nuestra terminología, preferimos tomar como
punto de partida no la acción social ni la conducta social, sino las
vivencias intencionales conscientes dirigidas hacia el yo del otro. Sin
embárgo, sólo incluimos aquí las vivencias intencionales que están rela­
cionadas con el c,tro como otro, es decir, como un ser vivo consciente.
Dejamos de lado los Actos intencionales que sólo se dirigen al cuerpo
de la otra persona como objeto físico, más bien que como campo de
expresión de sus vivencias. Llamaremos conducta social a las vivencias
conscientes intencionalmente relacionadas con otro yo, que emergen
en forma de actividad espontánea. Si tales vivencias tienen el carácter
de haber sido proyectadas previamente, las llamaremos acción social.
La conducta social así definida abarcará todos los Actos-del-yo espe­
cífico ( Ich-Akte ) que están intencionalmente dirigidos hacia ti como
otro yo que tiene conciencia y duración. Incluimos aquí vivencias tales
como los sentimientos de simpatía y antipatía, las actitudes eróticas y
las actividades del sentimiento de todas clases. Weber llamaría sin
duda acción social a todas estas vivencias de la conciencia, a juzgar
por los ejemplos que ofrece. Por otra parte, esta acción social se limi­
taría a la conducta previamente proyectada, según su definición de ella
como acción orientada hacia la conducta de la otra persona. En efecto,
sólo la conducta previamente proyectada puede ser orientada, puesto
que la orientación presupone necesariamente un proyecto. No obstante,
aún entonces, no toda acción previamente proyectada "hacia otro" sería

s Véase el apartado 2, pág. 45.


1 75

acción social. Supongamos, por ejemplo, que actúo hacia la otra per­
sona como si ésta fuera meramente una cosa física, sin prestar atención
a sus vivencias como otro yo. Mis propias vivencias conscientes que
acompañan a mi acción no están en este caso, según la definición dada
más arriba, intencionalmente dirigidas hacia el otro yo. Mi acción, por
lo tanto, no es en este caso acción socifll. Weber coincidiría aparente­
mente con este punto de vista. Recuérdese que él dijo que la colisión
de dos bicicletas no tiene el status de una acción social, pero que la
conversación que sigue sí lo es. El médico que realiza una operación
sobre un paciente anestesiado actúa en realidad "sobre el cuerpo" de
ese paciente, pero esto no es acción social en el sentido de Weber. El
· soldado que marca el paso siguiendo al hombre que tiene delante de
sí no está realizando tampoco una acción social, pues por regla general
orienta en este caso su conducta no según la conciencia del otro hom­
bre sino según su cuerpo y además sólo según sus movimientos corpo-
rales como tales y no como claves de las vivencias del otro. .
Sin embargo, nuestra interpretación de las vivencias de conciencia
intencionalmente relacionadas con el otro yo no llena por completo los
requerimientos de la definición de Weber. En efecto, según esta defi­
nición la acción social debe relacionarse con la conducta del otro y no
meramente con su estar ahí o tener las características que tiene. Y aquí
encontramos más dificultades. Una de ellas reside en el hecho de que
el concepto de conducta de 'Weber es en sí mismo absolutamente oscuro.
De hecho, de acuerdo con él, la conducta ni siquiera tiene por qué ser
.significativa. Ahora bien, en verdad es posible interpretarlo de tal
manera que su "orientación según la conducta del otro" sea equivalente
a nuestra "tesis general del otro yo". En otras palabras, sería orienta­
ción según el hecho de que el tú tiene duración, que tiene ciertas
vivencias y está consciente de ellas. Si aceptamos esta interpretación,
podríamos proseguir diciendo que la conducta social debe orientarse
según la conducta de la otra persona, en el sentido de que se orien­
ta según su conciencia y las vivencias que se constituyen dentro de
ésta. Carecería entonces por completo de importancia si el tú estaba
realmente "comportándose" en nuestro sentido, es decir, produciendo
vivencias a partir de la actividad espontánea.
Fritz Sander 4 ha sometido el concepto de conducta social de Max
Weber a una crítica que es ingeniosa y, en muchos aspectos, decisiva.
Señala que, según la definición de Weber, toda percepción del cuerpo
de otro es ya acción social y que este concepto resulta, por lo tanto,
demasiado amplio e impreciso para determinar el objeto de la ciencia
social.5 El ejemplo de Sander es muy instructivo. Sin duda, aun la
percepción interpretativa de las vivencias de otra persona constituye

4 Sander, "Der Gegenstand der reinen Gesellschaftslebre", At-chiv für Sozial­


wissenschaften, LIV ( 1925) , págs. 329 y sigs., especialmente pág. 335.
r;
Lamentablemente la falta de espacio impide dar una explicación detallada
de laargumentación de Sander, con la cual de ninguna manera coincido en todos
.sus puntos. El especialista podrá marcar fácilmente los aspectos de disidencia.
1 76.

una acción significativa .vinculada con la conducta del otro y por lo


tanto orientada hacia ella. Es entonces lo que Weber define como
acción social. Además, de acuerdo con nuestra terminología, es una
vivencia consciente intencionalmente vinculada con el otro yo, siempre
a condición de que se trate de auténtica interpretación del otro. (Los
actos de interpretación de las vivencias de uno respecto del otro yo
no se calificarían, como tales, de Actos intencionalmente vinculados con
el otro yo. ) Las vivencias conscientes que surgen de actividad espon­
tánea y dirigidas hacia otro yo son, según nuestra · definición, conducta
social. Si esta conducta social ha sido proyectada previamente, cons­
tituye una acción social. Un ejemplo de esta última sería el hecho de
que yo dirigiera mi atención hacia la conciencia de · otro para notar
lo que ocurrió dentro de ella. En este caso el fin del acto ( Handlungs­
ziel ) consiste meramente en comprender las vivencias de otra persona,
y el motivo-para ( con sus correspondientes modificaciones atenciona­
les ) se agota por entero en ese fin. No voy más allá de ese fin para
tratar de modificar las vivencias de la otra persona.
Hemos emprendido este análisis de la percepción del otro yo para
esclarecer la naturaleza básica de todas las vivencias intencionalmente
dirigidas hacia el otro yo, sean estas vivencias conducta o no. Se dis­
tinguen todas ellas por una cierta actitud del yo hacia la duración de
otra persona. Esta actitud se funda en la tesis general de que el otro
yo es a la vez consciente y vivenciante. Llamaremos a esta actitud
"orientación-otro". La orientación-otro sólo puede llegar a existir en la
esfera social si se funda no meramente en la posición del otro yo trans­
cendental, sino en la del otro yo mundano. Sin embargo, se basa en la
posición de la existencia de este último ( Daseinssetzung) , no en la posi­
ción de sus características particulares ( Soseinssetzung) . Postula que
un tú vive, dura y tiene vivencias conscientemente vividas; sólo queda
indeterminado cuáles son esas vivencias y qué implicaciones tienen.
Además, la orientación-otro puede ser en principio unilateral : aunque
pertenece a su esencia que se relacione con otro, puede existir y conti­
nuar sin ninguna reciprocidad por parte del otro. Por lo tanto, la
orientació'n-otro no tiene un efecto externo en el sentido habitual de
la palabra. · Puede existir sin ningún acto comunicativo y sin ninguna
función expresiva. Puede no hacerse ningún uso de signos, ni ninguna
interpretación de ellos. La orientación-otro incluye en principio ni
más ni menos que todos los actos actitudinales del yo vinculados con
un tú y, por lo tanto, también todas las actividades del sentimiento,
tales como el amor y el odio. Podemos preguntarnos, por supuesto, si
es realmente apropiado llamar "actos sociales" a todos los actos de
orientación-otro.
Sin embargo, cuando Weber habla de la relación significativa de
la acción social con la conducta de los otros, difícilmente piense en la
orientación-otro en el sentido amplio definido más arriba. No obstante,
parece rondar por su mente un tipo específico de vinculación entre la
1 77

acción social y una conducta por parte de la . otra persona. La acción


social existe sin duda para él sólo en dos tipos de situación: a) cuando
el actor social trata por medio de su acción de comportarse de una
determinada manera -es decir, si el fin de su acción consiste en pro­
ducir un cierto efecto sobre la conciencia de la otra persona-; o b ) si
esta misma acción social fue inducida por la conducta de la otra per­
sona -en otras palabras, si la percepción y la interpretación de la
conducta ya cumplida de la otra persona es el auténtico motivo-porque
del actor social-. El concepto de acción social de Weber abarca estos
dos casos. La acción social, según él dice, puede "estar orientada hacia
la conducta pasada, presente o esperada en el futuro por parte de
otros". 6 Vemos salir a luz una vez más esa ambigüedad conceptual
que hemos notado con anterioridad varias veces : Weber no logra dis­
tinguir entre orientación hacia la acción pasada y orientación hacia la
acción futura de la otra persona. No puede distinguir entre los autén­
ticos motivos-porque, y los motivos-para, y como resultado incluye
situaciones totalmente disímiles una de otra bajo el mismo concepto ·
básico. Pero volvamos al punto principal de nuestro análisis.
Los Actos ( Akte) intencionales dirigidos hacia otro, en la medida
en que son actos proyectados ( Handlungen) , es decir, conducta espon·
tánea de acuerdo con un proyectó antecedente, pueden tener como su
motivo-para la producción de una cierta vivencia consciente en la otra
persona. Llamaremos a una acción social de esta clase "actuar-sobre·
el-otro" ( Fremdwirken ) . Cada una de ellas se realiza dentro de una
orientación-otro y es de hecho una acción social, pero no toda orien­
tación-otro o toda acción social implica actuar-sobre-el-otro. Es fácil
ver que el actuar-sobre-el-otro se limita a los Actos ( Akte) sociales
proyectados de antemano, que surgen de la actividad espontánea, es
decir, a la acción social auténtica ( Handeln) en el sentido de nuestra
definición dada más arriba. Para actuar socialmente sobre la concien­
cia de otro debo prestar atención al flujo de su conciencia a medida
que ocurre. Además, tengo que haber anticipado en la fantasía, en el
proyecto de mi acto ( en el tiempo futuro perfecto ) , las vivencias cons­
cientes a producir en el otro, sea como mi meta final o como una de
mis metas intermediarias. Si mi motivo-para consiste meramente en
conseguir que la otra persona me entienda, entonces, por supuesto, lo
que procuro producir en su conciencia es mi meta final. Pero lo que
puedo hacer que piense o sienta es sólo un medio si aquello en lo
que estoy realmente interesado es influir sobre su conducta. Una con­
ducta social en el sentido significativo carece del carácter de haber sido
proyectada y, por esa misma razón, no es un caso de actuar-sobre-el­
otro. El famoso verso de Goethe: "Y si yo te quiero, ¿qué te importa
a ti?", es un buen ejemplo de sentimiento orientado-hacia-el-otro, pero
que no busca en absoluto actuar sobre la otra persona.
Obviamente es el actuar sobre la otra persona o, como lo llama-

6 Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 11 [T.I. , pág. 112].


178

remos de ahora en adelante, el "actuar social" ( soziales Wirken) lo que


ha servido como modelo para el concepto de acción social de Weber.
Una vez que comprendemos esto, podemos traducir sin ninguna difi­
cultad su definición a nuestra terminología. El hecho de que la acción
social esté significativamente vinculada con la conducta de otro implica
que el actor ( puesto que está orientado-hacia-el-otro en su acción )
dirige su atención a las vivencias del otro en su estructura constitutiva.
El hecho de que el actor oriente significativamente su acción hacia la
conducta del otro a medida que ésta ocurre, implica que la atención
así dirigida se produce en un contexto motivacional especial, dentro
del cual las vivencias de la otra persona se anticipan en el tiempo
futuro perfecto como parte del proyecto del actor.
Sin embargo, sólo estamos hablando aquí de la expectación de las
vivencias futuras de otro, mediante la cual se da un motivo-para a
la propia acción. Ahora bien, Weber insiste enfáticamente en que la
acción social puede también orientarse hacia la conducta pasada de
otros. Si esto fuera correcto, deberíamos tener un caso de acción social
cuando la atención que uno dirige hacia las vivencias de otra persona
funcionara como el auténtico motivo-porque de la acción de uno.7 ·No
obstante, nuestro estudio del auténtico motivo-porque ha mostrado que
el contexto significativo de este último sólo puede constituirse a partir
de vivencias ya motivadas en el pasado. A este respecto, es siempre
posible que la coordinación de una acción con un auténtico motivo­
porque esté en sí misma disponible en forma de una "máxima" de
experiencia. Esto es universalmente cierto y no depende de ninguna
manera de si la vivencia motivante está vinculada con otro o no. En
todo caso, podemos preguntar con sentido cuál fue el auténtico motivo­
porque después de haber ocurrido la acción o, por lo menos, después
de haberse formado el proyecto. Supongamos, para utilizar un ejem­
plo de Weber, que deseo vengarme por un ataque sufrido en el pasado.
En tal caso, mi propósito se proyecta antes de que alguien pueda decir
con sentido que fue motivado por el ataque, es decir, antes de que
alguien pueda decir que fue una venganza por el ataque. Podría dudar,
de hecho, entre vengar ese ataque o pasarlo por alto. En verdad, hasta
podría someterme al ataque sin contemplar ninguna clase de venganza.
Ahora bien, lo que seguramente hace que mi acción sea social no
es el hecho de que su estímulo activante fuera la conducta de algún
otro por oposición a un hecho natural. Lo que hace que mi conducta
sea social es en realidad el hecho de que su objeto intencional es la
conducta esperada de otra persona.
Por lo tanto, no deberíamos ubicar las acciones que actúan sobre
otros en el mismo plano que aquellas sobre las cuales otros actúan. Este
término "acción sobre la cual otro actúa" ( fremdbewirktes Handeln)
es el término que aplicaremos a una acción motivada de una "manera-

7 Cf. la distinción de Sander entre Actos dirigidos a la conducta futura de


otros y Actos dirigidos a la conducta pasada de otros, op. cit., pág, 361.
1 79

porque" auténtica por la atención del autor a las vivencias ya pasadas


de otro. Esto no significa que tal acción pt•eda ocurrir sin la orienta­
ción-otro. Más bien, mientras atiendo a las vivencias de la otra persona
en el momento de la producción del contexto-porque sintético, estoy
realizando por supuesto Actos intencionales dirigidos hacia otra per­
sona. Además, el contexto-porque depende en sí mismo de las modi­
ficaciones atencionales de mis vivencias del otro, que contemplo ahora
en el tiempo pluscuamperfecto. Sin embargo, si busco el motivo-porque,
mi acción ya estaba proyectada antes de que realizara un Acto ( Akt )
de orientación hacia otra persona. Pero esta acción no es, justamente
por esa razón, un Acto ( Akt) orientado-hacia-el-otro y, por lo tanto, no
es conducta social. La acción proyectada es una cosa; pero es otra
por completo diferente aquella atención específi ca al proyecto consti­
tuido o al acto terminado ( Handlung) en la cual se constituye el con­
texto significativo de la verdadera motivación-porque. En el caso de
una acción sobre la .cual actúa otra persona, no es la acción misma
sino el contexto significativo de su motivación-porque lo. que ocurre
dentro de la orientación-otro. Profundizaremos esto al · referirnos a la
relación social.
'
Es claro que podríamos constituir una serie continua comenzando
por las vivencias conscientes intencionalmente vinculadas con otra per­
sona, siguiendo con la conducta y la acción social, y terminando con
el actuar social. No sin razón hemos trazado un contraste entre este
último y todos los otros miembros de la serie, a saber, los que abarca
el término orientación-otro. Tratemos de aclarar un poco más esta
distinción observando nuevamente el establecimiento del signifi cado y
la interpretación del significado.
En el párrafo final del capíh1lo III hemos hablado del significado
subjetivo que adjudico a cada producto que tomo como evidencia de
lo que ocurre en la mente de otro. Vemos ahora que mi atención al
significado subjetivo de algún otro ocurre siempre en un Acto de orien-
. tación-otro y extrae su validez de es e Acto. Todo producto, y por lo
tanto todo signo que veo tiene para mí, aparte de cualquier orientación­
ofro, un significado subjetivo; pero interpretándolo como un signo de
las vivencias conscientes de otro, puedo introducirlo en una orienta­
ción-otro. Nótese que decimos "dentro de un Acto de orientación-otro",
no "dentro de un Acto de actuar-sobre-el-otro", En efecto, cuando leo
un libro, repaso el curso del pensamiento de otro o trato de descubrir
el origen de una herramienta, estoy meramente orientado hacia otros; no
estoy de ninguna manera actuando sobre ellos.
Pero si emito un signo para que alguien lo interprete, la situa­
ción es diferente. En ese caso estoy orientado-hacia-otro, sin duda,
pero es una clase específica de orientación-otro. Ahora estoy actuando
,sobre el otro. Si sólo hubiera originado el signo para mi propio uso,
sin ninguna orientación-otro, no me vería implicado en una acción sobre
otro. Pero la producción de un signo dentro de una actitud de orien-
1 80

tación-otro es un acto de comunicación. El motivo-para de este acto


es la producción de ciertas vivencias conscientes en la mente de la
persona a la cual se dirige. Podemos decir entonces que toda comuni­
cación es un actuar social y que toda atención a una comunicación pre­
supone la orientación-otro. Lo mismo vale para todos los otros produc­
tos. Si fabrico una herramienta para que otros la usen, entonces
"anticipo" en el tiempo futuro perfecto que ellos saben para qué sirve
la herramienta.
Nuestro próximo paso consistirá en mostrar que dentro de cada
una de las esferas sociales, la orientación-otro y el actuar-sobre-el-otro
ocurren en formas correlativamente diferentes. La diferencia más nota­
ble reside en el grado de anonimidad del objeto. Nuestros puntos de
vista en este caso están en contraste con los de Max Weber, para quien
es in�iferente si los "otros" que constituyen el objeto de la acción social
son "personas individuales y , . . conocidas para el actor como tal . . . o
constituyen una pluralidad indefinida y [son] enteramente desconocidos
como individuos".8 Tampoco nos dice Weber cómo la cualidad de mi
familiaridad con la otra persona modifica mi "orientación" ( Orientie­
rung) hacia ella, si es que h modifica. Nosotros trataremos, por otra
parte, de elaborar en detalle las diferentes formas de orientación-otro
y de acción-sobre-el-otro que se encuentran en el mundo de la realidad
social directamente vivenciada y en el mundo de los meros contem­
poráneos.

31. El concepto de relación social de Weber. Relaci6n


de orientación e interacción social

Hubo dos omisiones notables en el apartado precedente. No se dijo nada


acerca de las vivencias conscientes de la otra persona mientras estoy
orientado hacia ella. Y no se habló de las vivencias que trato de pro­
ducir en ella cuando actúo sobre ella. En efecto, lo que es esencial
para la orientación-otro es el hecho de que la otra persona existe' no
de que tenga caractensticas de una u otra clase. De hecho, tanto la

orientación-otro como la acción-sobre-el-otro pueden ser, en principio,


unilaterales. Ni en el concepto de acción-sobre-el-otro ni en el de
orientación-otro está implícito que el partícipe deba responder por
una orientación-otro que Je sea propia. Esto es también cierto en lo
que respecta al concepto de acción social de Weber. Pero por supuesto
tal respuesta puede siempre ocurrir: esto se deduce en verdad de la
tesis general del otro yo y del hecho de que los partícipes son contem­
poráneos. En realidad, cuando emprendo una conducta social, tomo
en cuenta la posibilidad de tal respuesta.
Cuando dos persones se vuelven recíprocamente orientad,as entre
sí, tenemos lo que Weber llama una "relación social". Con esto quiere

8 Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 11 [T.I., pág. 112].


181

significar ia conducta de una pluralidad d e actores en la medida en


que la acción de cada uno, en su contenido significativo, toma en cuenta
la de los otros; y es orientada en estos términos", Continúa Weber:
La relación social consiste entonces entera y exclusivamente en la existencia
de una probabilidad [in der Chance] de que haya, en algún sentido significativa­
mente comprensible, un curso de acción social. A los fines de la definición no hay
ninguna tentativa de especificar la base de esta probabilidad.9

El punto de vista de Weber, de que una relación social sólo existe


cuando hay acción social en un sentido significativo, contiene en sí
mfrmo una ambigüedad, como hemos visto en el capítulo I. La ambi­
güedad se difunde desde este punto a casi todos los conceptos funda­
mentales de su sociología. Se basa en que él no logra establecer una
clara distinción entre la comprensión subjetiva de las demás personas,
que ocurre en la vida diaria, y la interpretación objetiva de ellas y de
sus vivencias, que ocurre en las ciencias sociales. Veamos de nuevo su
afirmación de que una "relación social consiste entera y exclusivamente
en la existencia de una probabilidad de que haya . . . acción social''.
¿Para quién existe esta probabilidad, para el actor, o para el científico
social que lo observa? Al intentar responder a esta pregunta, Weber
presenta dos puntos de vista contradictorios en la misma página. Pri­
mero dice que las dos partes están socialmente relacionadas entre sí
..incluso en la medida en que, de un modo parcial o totalmente erróneo,
una parte presume una actitud particular hacia ella por parte de la
otra y orienta su acción según esta expectativa. Esto puede tener, y
tendrá habitualmente, consecuencias para el curso de la acción y la for­
ma de la relación".10 'Weber se refiere aquí a lo que se ha llamado a
veces "probabilidad subjetiva", a saber, la expectación subjetiva por
parte de uno de los actuantes, de que el otro manifestará una orien­
tación recíproca. Pero a continuación dice :
S6lo la probabilidad de que ocurra un cierto tipo de acción, es lo que consti­
tuye la "existencia" de la relación social. Así, el hecho de que exista o haya existido
una "amistad" o un "estado'', sólo significa e;>to : que nosotros, los observadores, juz­
gamos que hay o ha habido una probabilidad de que sobre la base de ciertas clases
de actitudes subjetivas conocidas por parte de ciertos individuos, resulte en el sentido
promedio un cierto tipo de acción específica.

Esta segunda clase de probabilidad no tiene naturalmente nada que


ver con la primera, que consiste en un contexto de significado resi­
dente en fa mente de una o de ambas partes de la relación social. Es
más . bien parte del contexto de lo que juzga un observador externo,
es decir, un científko social. En otras palabras, lo que tenemos en este
s�gundo caso es la probabilidad objetiva. Ahora bien, todo esto equi-

9 Ibíd., pág. IS, apartado 3 [T.I., pág. 118].


10 lbíd., pág. 14, punto 3 [T.I., pág. 1 19] .
1 82

vale a decir que el concepto mismo .de relación social de Weber se


vuelve ambiguo. El se refiere en verdad a dos tipos diferentes de
situación y llama a ambas "relación sociaJ". En el primer caso, la
expectación subjetiva del actor establece la probabilidad de una orien­
tación recíproca, que por definición significa que · existe una relación
social. En el segundo caso, es el juicio "objetivo" del observador exter­
no lo que establece esta probabilidad y, eo ipso, la relación.
Zstas dos situaciones no son de ninguna manera idénticas. En
efecto, difícilmente pueda decirse que justamente porque un observa­
dor es capaz de percibir la existencia de una relación social también
la perciba el participante en la misma relación. Tampoco se da el
caso opuesto: lo que el participante ve o piensa que ve puede perma­
necer por completo 'oculto para el observador. Por lo tanto, debemos
buscar el criterio sobre cuya base el participante, por una parte, o el
observador, por la otra, pueden concluir que tal relación existe.
Comencemos con la situación que enfrenta el observador externo,
la situación que nosotros, siguiendo a \Veber, hemos llamado la pro­
babilidad objetiva de la existencia de una relación social. El observador
ve varias indicaciones de la existencia de tales o cuales vivencias de la
persona observada. El cuerpo de esta última es, desde el punto d e
vista del observador, e l campo de expresión de esas vivencias. Sus
movimientos corporales constituyen indicaciones de aquellas vivencias
que surgen d e la actividad espontánea. Los productos culturales que
la persona observada presenta son signos de los procesos constitutivos
que ocurren en su mente. Ahora bien, ¿qué significa la afirmación
. de que las vivencias conscientes de dos o más personas sometidas a
observación están mutuamente relacionadas? Aparentemente nada más
que el hecho de que para el observador las indicaciones externas que
ve ante sí están en una relación de correspondencia con ciertos pro­
cesos conscientes. Quizás el observador note que las dos personas que
él observa están unidas en una tarea común o ejerciendo una influencia
común sobre el mundo externo. O quizá vea que cuando A actúa de
una cierta manera, B actúa a continuación de otra determinada manera.
Sin embargo, estas series de actos constituyen meras indicaciones para
el observador de lo que está ocurriendo en la mente de los actores. El
interpreta sus propias vivencias de ellos, y lo hace de manera de esta­
blecer los contextos de significado en Jos cuales deben existir estas
vivencias conscientes en la mente de las personas observadas. Trata
de interpretar los motivos-para y los motivos-porque de sus acciones
y de establecer cuáles son los fines primarios y cuáles los intermedios,
etcétera. Al hacerlo así, reestablece imaginativamente la estructura
constitutiva de estos contextos de significado, llegando a interpretacio­
nes que son coherentes, primero, con su experiencia total del mundo
social y, segundo, con su conocimiento del carácter de la persona obser­
vada. Y todo esto mantendrá una validez absolutamente general, sea
que se trate> de observar los procesos conscientes individuales de una
1 83

o más personas o de observar procesos conscientes promedio o típico<;.


Segdrá siendo cierto con prescin9.encia de si las personas obsen-.tdas
pertenecen al mundo de la realidad social directamente vivenciada d<'I
observador, a su mundo de meros contemporáneos, o a su mundo de
predecesores. En todos los casos, el observador asume una orientación­
otro con respecto al observado, y es esa orientación-otro, por supuesto,
lo único que hace posible la comprensión del significado subjetivo.
El observador trata, por lo tanto, de descubrir las vivencias cons­
cientes de las cuales hay indicaciones, y a partir de la correspondencia
que encuentra, extrae sus conclusiones en lo que respecta a la relación
social. Pero la correspondencia ya no sigue siendo entonces para él
una probabilidad ob¡etiva de que los procesos conscientes de la gente
observada estén realmente vinculados uno con otro. En efecto, cons­
tituye una parte del concepto mismo de la correspondencia de las indi­
caciones, el que estas últimas s6lo puedan establecerse entre eventos
que ya yacen en el pasado. S6lo tomando la reacción como ya dada
puede el observador establecer que ésta corresponde a la Acci6n (Aktion)
que la precede. La formulación que afirma la existencia de la corres­
pondencia es por lo tanto, en principio, una formulación en el tiempo
pluscuamperfecto acerca de sucesos en el pasado. Por supuesto, esto
no impide el establecimiento de una correspondencia en simultaneidad
entre los hechos en cuesti6n. En efecto, la existencia de tal corres-
. , pondencia como un máximo repetible de experiencia, como un esquema
· interpretativo ya constituido en la conciencia del observador, puede
ser parte de su repositorio de conocimiento "disponible" 11 para él.
Sin embargo, hay diferentes grados de certeza con los cuales un
observador puede concluir que existe una relación social. Esto se basa
en el hecho de que la seguridad con la cual pueden vincularse las indi­
caciones externas con los estados subjetivos internos depende a su vez
de la medida en que el observador conozca a la persona que está obser­
vando. Y por supuesto, la relación misma de correspondencia depende
de esta seguridad. Y así tenemos, de hecho, grados de interpretabilidad.
Cuando observo a mis congéneres mientras realizan sus actividades
ordinarias, no constituye un gran problema para mí decidir si están
o no implicados en relaciones sociales. Veo esas relaciones en la secuen­
cia de sus acciones y reacciones, en la coordinación del motivo-porque
de uno con el motivo-para del otro. Lo mismo vale si observo actos
comunicativos tales como el uso de signos, aunque yo no sea la persona
a la que se dirigen. Siempre que conozca los esquemas interpretativos
de los signos, puedo tratar los actos comunicativos en cuestión como
indicaciones de la existencia de una relación de correspondencia. Pode­
mos decir en forma más general que cualquier relación social dentro
de la cual ocurre un caso de acción-sobre-el-otro puede identificarse
como tal con mayor confianza que una relación social en la cua] no
ocurre nada más que Actos intencionales de orientación-otro. Llama-

l1 Cf. apartado 27, pág. 162.


.
1 84

remos desde ahora al primer tipo de relación social "interacción social"


( Wirkensbeziehung) ,12 y al segundo, "relación de orientación" ( Einstel­
lungsbeziehung) . Es más fácil observar el efecto que la acción de una
persona tiene sobre otra, que observar las actitudes que puedan tener
una respecto de otra, por ejemplo, simpatía o antipatía. En otras pala­
bras, me resulta más fácil establecer con probabilidad objetiva que dos
personas están interactuando socialmente que decir que están mera­
mente orientadas una respecto de otra de una cierta manera. Cualquier
conclusión de esta clase debe depender respecto de su confiabilidad,
de la medida en que la persona observada es conocida por el obser­
vador. Existen entre ellos infinitos grados de interpretabilidad. Supon­
gamos, por ejemplo, que una relación social no se basa en Actos de
acción recíproca ( AJ..iB wechselseitigen Fremdwirkens) , sino en el hecho
de q_ue ios partícipes realizan meramente la misma clase de acción. Al
decir '1a misma clase de acción" queremos significar acciones orien­
tadas hacia un esquema interpretativo común ( tales como un lenguaje,
un sistema legal, una concepción común del arte, una moda compartida,
hábitos comunes de vida ) . En un caso corno éste, si el observador debe
estimar la probabilidad objetiva de la existencia de la relación social,
entonces su argumentación tiene que tomar en cuenta más factores. Tal
argumentación debe proceder, por, supuesto, de acuerdo con el método
de la "correspondencia de indicaciones" examinado más arriba. Pero
también se basará en el conocimiento previo del observador acerca
del esquema interpretativo común en cuestión. Además debe incluir el
esquema interpretativo que se encuentra en el proyecto de los actores
sometidos a observación.
Ahora bien, ¿cómo ocurre que ese presupuesto -pues a ello equi­
vale la probabilidad objetiva- de la existencia de una relación social
se transforma en certeza? Supongamos que la acción y la reacción han

12 [Literalmente, "relación de afectación''. Nuestro punto de vista, coincidente


con el de Luckmann ( cf. Schütz, Collected Papers, Il, 23) , es que el término "inter­
acción social", tal como lo utilizó más tarde Schütz, es una traducción aproximada
aceptable de Wirkensbeziehung. Cf. el ensayo de Schütz, "Making Music Toge­
ther", ibíd., pág. 160: "Cuando los sociólogos hablan de interacción social, piensan
habitualm1mte en un conjunto de acciones interdependientes de varios seres huma­
nos, mutuamente vinculados por el significado que el actor confiere a su acción y
que él supone que su partícipe entiende", como en el caso de dos jugadores de
ajedrez. Sin embargo, aunque la extensión de la palabra Wirkensbeziehung coinci­
da habitualmente con la de "interacción social", Schütz parece pensar en un concepto
más genérico que no tiene equivalente en inglés. El explica esto en la pág. 187,
donde dice que en cada Wirkensbeziehung se actúa sobre otro con el propósito de
llevarlo a tener vivencias conscientes de un determinado tipo. No es en absoluto
necesario que el otro actúe, y mucho menos que reaccione sobre el autor, en el sen­
tido que da el diccionario a la palabra "interacción". En otras palabras, el concepto
de Wirkensbeziehung de Schütz parece ser aquí más amplio que el de "interacción
social" que utilizó después, y mucho más amplio que cualquier forma de "acción
recíproca" (Wechselwirkung ) . No obstante, Schütz parece a veces implicar que
los actos recíprocos de actuar-sobre-el-otro ( Akte wechselseitigen Fremdwirkens)
están incluidos en el concepto de Wirkensbeziehung. Véase este punto unas lineas
más abajo.]
1 85

ocurrido como se esperaba; por ejemplo, A ha formulado a B una pre­


gunta y B ha contestado. En este punto se ha vuelto probable lo que
era previamente una cuestión de conjetura. Pero observemos que aún
no es totalmente cierto. Sólo A y B pueden decir si se comprenden
realmente entre sí. Lo que se necesita es una afirmación de A donde
diga que cuando habló estaba realmente formulando una pregunta
a B, y luego una afirmación de B en el sentido de que cuando él habló
estaba contestando a A. Ambos tendrían, en una palabra, que testi­
moniar que sus acciones estaban orientadas-hacia-el-otro. Por lo tanto,
sólo fommlando preguntas a las personas observadas puede asegurarse
el observador la existencia de una relación social entre ellas. Sin em­
bargo, no comienza a preguntarles antes de entrar él mismo en una
relación social con uno o ambos. Más aún, cualquiera sea el juicio
que el observador pueda formular· respecto de la probabilidad, posibi­
lidad o carácter concebible de la existencia de alguna relación social,
deriva, cualquiera sea la validez que tenga, de la posibilidad de inte­
rrogar de esta· manera a la persona o personas · que pueden estar impli­
cadas en esa relación. Esta misma "posibilidad de ser interrogado"
(Befragbarkeit) es una característica específica del objeto de la obser­
vación social directa.
Habiendo resuelto la cuestión referente a cuál es el criterio del
observador respecto de la existencia de una relación social, tenemos que
tratar de determinar ahora el criterio del participante.
Ya hemos visto que una relación social existe para mí si yo, man­
teniendo una orientación-otro hacia mi partícipe, verifico que éste está,
por su parte, vivenciando una orientación-otro hacia mí. Por lo tanto,
sólo puedo verificar que mi partícipe está orientado hacia mí si yo
estoy antes orientado hacia él.
La orientación-otro de mi partícipe hacia mí es algo que puedo
llegar a conocer de varias maneras diferentes. Por ejemplo, él puede
actuar sobre mí, y yo puedo luego cobrar conciencia de ese hecho. O
puedo a mi vez dirigirme a él y encontrar que su atención ya está
dirigida hacia mí. En ambos casos, la relación social se constituye a
través de mi Acto de atención. Por otra parte, puedo tratar de actuar
sobre mi partícipe de tal manera que se requiera su propia atención
hacia mí para que se lleve a cabo el proyecto o propósito que está
detrás del acto de acciones sobre el otro. Pero todo esto no es tanto
una descripción de cómo una persona sabe que está en una relación
social, como una descripción de cómo se engendra una relación social.
Para utilizar una buena expresión de 'Viese, es una descripción de la
acci6n de contacto y de la situación de contacto ( des Kontakthandelns
und der Kontah."tsituation) .
Existen dos maneras en que una persona que· vive en el mundo
social puede darse cuenta de que son retribuidos sus Actos intenciona­
les de conciencia, dirigidos hacia otra persona. Puede vivir en estas
vivencias conscientes mutuamente relacionadas o, saliendo por así decir-
1 86

lo, de la relaci6n social contemplarlas como objetos de observación. lJn


,

ejemplo del primer caso sería el siguiente : asumo una orientación-otro


hacia mi partícipe, que está a su vez orientado hacia mí; inmediata­
mente, y al mismo tiempo capto el hecho de que él, por su parte, está
,

consciente de mi atención hacia él. En tales casos yo, tú, nosotros, vivi­
mos en la relació n social m isma, y esto es cierto en virtud de la inten­
cionalidad de los Actos vivientes dirigidos hacia el partícipe. Yo, tú,
nosotros, somos llevados de esta manera de un momento al siguiente
en una modificación atencional particular del estado de hallarse mu­
tuamente orientado uno hacia otro. La relación social en que vivimos
se constituye, por lo tanto, por medio de la modificación atencional
sufrida por mi orientación-otro, cuando yo capto en forma inmediata
y directa dentro de esta última la realidad verdaderamente viviente del
partícipe como alguien que está a su vez orientado hacia mí. Llama­
remos "relación social viviente" a tal relación social.
La relación social viviente puede ocurrir de varias maneras distin­
tas. En su pureza y plenitud, c om o mostraremos más adelante en
detalle, está vinculada con el carácter corporalmente .dado del tú en la
situación cara a cara. Como tal, es una relación viviente cara a cara
o una relación-nosotros pura. De ella derivan su validez todos los Actos
intencionales de orientación-otro que no pertenecen al dominio de la
realidad social directamente vivenciada, todas las maneras de inter­
pretar el significado subjetivo, y todas las posibilidades de atender a
los mundos de los meros contemporáneos y de los predecesores. Una
de nuestras principales tareas en este capítulo será esclarecer las rela­
ciones sociales que tenemos con los mundos de los meros contempo­
ráneos y de los predecesores sobre la base de la relación-nosotros
pura, y demostrar cómo las primeras se deducen de la segunda. Pero
yo, que estoy viviendo dentro del mundo social, puedo también dirigir
mi atención hacia él ubicándome fuera de él y transformándolo en un
objeto de observación o pensamiento. Lo que ocurre entonces es que
atiendo en el tiempo pluscuamperfecto a los Actos intencionales que ya
he realizado mientras estaba orientado hacia-el-otro y hacia lo que he
captado en esos Actos, a saber, Ja orientación del otro hacia mí. Sobre
la base de esta atención, puedo proceder luego a juzgar la probabilidad
objetiva de la orientación mutua. Cuando lo hago estoy en cierto sen­
tido realizando autoobservación. Si por ejemplo trato de actuar sobre
otro, sólo puedo saber si esa persona se ha orientado hacia mí después
de que mi acción está cumplida y terminada, y por lo tanto' es ya un
éxito o un fracaso. Por supuesto, el proyecto de mi actuar social estuvo
acompañado por protensiones que anticipaban tal reciprocidad. Sin em­
bargo, sólo en el caso de que esas protensiones se hayan cumplido
puedo yo, como observador, hacer una «conjetura racional" respecto
de que existe realmente en ese caso una relación social. Mi actitud
es la misma, en este caso, que la de un observador externo. También,
desde mi punto de vista como observador, la presencia y disponibilidad
1 87

de una orientación-otro por parte de mi partícipe -en una palabra, de


una relación social- es una probabilidad puramente objetiva. Por lo
tanto, la relación se me aparece con grados diferentes de evidencia e
interpretabilidad. Por supuesto, hay una diferencia muy significativa
entre la autoobservación en tal situación y la observación por parte
de una tercera persona exterior a la rnlaci.ón. En efecto; cuando obser­
vo retrospectivamente mi proyecto, conozco con certeza el motivo-para
de mi acción. Por lo tanto, puedo aclarar para mí mismo, en una espe­
cie de reactualización imaginativa, el contexto de significado de la
motivación, aunque sólo tenga una conciencia vaga y confusa de éste.
Y puedo verificar, observando el curso de mi acción, si mi proyecto
se ha cumplido. Además, me es posible rememorar el fin más amplio
con respecto al cual mi acción sobre la otra persona era sólo una meta
.intermedia. Por último, puedo recordar las modificaciones atencionales
sufridas durante la acción por mis Actos intencionales cuando se diri­
gían hacia la otra persona. En el caso de estos complejos procesos de
autoobservación, se aplican los mismos principios interpretativos que
en el caso de la observación por parte de una tercera persona. La cons­
titución de una interacción social es incomparablemente más fácil de
discernir que la de una simple relación de orientación. Y debe notarse
que existen muchos estadios diferentes entre estas últimas. En los
párrafos precedentes hemos buscado el criterio por medio del cual una
persona que vive en el mundo social sabe que está en una relación
social. Tenemos aún que tratar el segundo estado de cosas que Weber
incluye en su concepto de relación social, a saber, el caso en que el
actor orienta su acción hacia la probabilidad subjetiva de la existencia
de la relación social. Ahora bien, no es de ninguna manera cierto que
toda conducta dentro de una relación social se oriente hacia la existen­
cia de esa relación. Por ese motivo debemos distinguir entre 1 ) aque­
llos Actos ( Akte) que han sido intencionalmente dirigidos hacia el
partícipe y que tienen como presupuesto esencial una orientación-otro
por parte de éste, y 2) todos los otros Actos (Akte) realizados en la
orientación-otro dentro de una relación social. Sólo haciendo esto sere­
mos capaces de verificar en qué sentido puede decirse que un actor
supone que su partícipe está orientado hacia él y orienta su propia
conducta hacia esa suposición.
Con respecto a este punto, es de gran importancia nuestra distin­
ción previa entre relación de orientación e interacción. Tomemos como
ejemplo de la primera el caso de un amor acerca de cuya retribución
el amante está seguro. Para que yo tenga una orientación de amor
hacia mi partícipe, no es de nillgún modo necesario que sepa si ella
está orientada hacia mí y cómo lo está. Mi conocimiento de la actitud
de mi partícipe es puramente secundario. Sin duda deseo, en ciertas
circunstancias, que la otra persona me preste atención, sepa de mi
amor y me lo retribuya; pero puede haber otras circunstancias en las.
cuales no deseo tal cosa. Como muestra el ejemplo, no es esencial para.
1 88

los Actos ( Akte) de la relación de orientación que se basen en el


conocimiento de la existencia o no existencia de una actitud recíproca.
Con seguridad, mi propósito puede ser producir precisamente esta
actitud recíproca en la otra persona, y puede interesarme el éxito o
fracaso de esta empresa. En tal caso, la pura relación de orientación­
se transforma en interacción, lo cual nos, da una situación por com­
pleto diferente. Existe entonces una interacción cuando una persona
actúa sobre otra con la expectativa de que esta última responda, o al
menos se dé cuenta. No es necesario que el partícipe actúe sobre el
actor en forma recíproca, ni siquiera que actúe él mismo. Todo lo que
se requiere es que el partícipe se dé cuenta del actor e interprete lo
que éste hace o dice como evidencia de lo que ocurre en su mente.
Todas las vivencias del partícipe se modificarán, naturalmente, a raíz de
la atención que presta al actor.
Por lo tanto, toda interacción se basa en una acción que consiste
en actuar sobre otro dentro de una situación social. El ob;eto de la
acción consiste en llevar al partícipe a que tenga vivencias conscientes
de una determinada clase. La condición necesaria de la acción es que
el partícipe preste atención al actor. Pero no todo acto de actuar­
sobre-el-otro se lleva a cabo dentro de una relación de interacción, ni
siquiera dentro de alguna relación social; no todo acto de actuar-sobre­
el-otro presupone que el otro esté orientado hacia mí. Por el contra­
rio, hay casos en que actuar sobre otro presupone precisamente la falta
de conciencia de este último respecto de mí, presupone que yo no soy
percibido y me mantengo en el anonimato, entre bambalinas, por así
decirlo. Pero casos como éste son una forma derivativa de la situación
pura de actuar-sobre-el-otro. En esta forma derivativa sólo trato de
realizar un acto que induce ciertas vivencias conscientes en mi partí­
cipe, acto que sin embargo podría muy bien ser realizado por algún
otro y en diferentes circunstancias.
Pero cuando al actuar sobre otro trato de que éste sepa que lo
estoy haciendo,13 tenemos la relación de interacción. Su actitud aten­
cional hacia mí ha entrado ahora en el proyecto mismo de mi acto. Se
transformó en mi motivo-para, y llegó a constituir el "a causa de lo
cual" de mi acción sobre él, en el sentido de que es mi meta final o
mi meta intermedia. Por lo tanto, cada vez que establezco un signi­
ficado estaré a la expectativa de la interpretación que le dé mi partí­
cipe. Esta expectativa mía entrará dentro del contexto final más amplio
en el cual ocurre el establecimiento de significado. La interacción
social es, por consiguiente, un .contexto motivacional y, de hecho, un
contexto motivacional intersubfetivo. Es esencial para la constitución
de la interacción que cada acto de actuar sobre el partícipe se em-

13 El que en tal situación yo sea vivenciado por mi copartícipe como física­


mente presente o meramente como un tipo ideal, depende de si la interacción de
experiencia social es directa o indirecta ["oh es sich um eine umweltliche oder mit­
weltliche Wirkensbeziehung handelt"] .
1 89

prenda para suscitar una cierta orientación-otro recíproca de su parte.


Examinemos ahora la estructura única de este contexto motivacional.

32. El contexto motivacional de la interacci6n social

Puedo proyectar mi acción de modo que te represente como movido


hacia una cierta clase de conducta tan pronto como hayas captado lo
que estoy haciendo. Estoy representando entonces tu interpretación
de mi acción como el motivo-porque de tu conducta. Supongamos, por
ejemplo, que te formulo una pregunta. Mi motivo-para no es mera­
mente que tú comprendas la pregunta, sino obtener una respuesta de
ti. Tu respuesta es la razón por la cual ( el "a causa de lo cual") de mi
pregunta. Ya en mi proyecto ha representado la pregunta como habien­
do sido formulada y a ti como habiéndola comprendido y estando
persuadido, por esa comprensión, a responder. Lo que se representó
de antemano es lo que tú contestarás. Por supuesto, lo que contestarás
sigue siendo indeterminado dentro de este contexto particular de sig­
nificado ( formular una pregunta y esperar una respuesta ) . Toda fan­
tasía d e esta clase y toda expectativa tal van acompañadas, sin duda,
por un deseo, una tendencia de sentimiento que se dirige hacia la
consumación del proyecto ya esbozado. Pero es por completo seguro
que realizo un juicio en la fantasía en el sentido de que mi pregunta
evocará una reacción definida de tu parte. Este juicio es separable del
deseo que en él se basa, y puede estudiarse en forma aislada. Por lo
tanto, ignoremos la actividad de sentimiento y preguntemos qué sig­
nifica decir que una acción que yo realizo dentro de una relación social
( que es, por lo tanto, interacciona! ) inducirá a la persona hacia la
cual está dirigida la acción a comportarse de una cierta manera.
Sigamos con el ejemplo de la pregunta y la respuesta. El interro­
gador fantasea en el tiempo futuro perfecto que la persona interrogada
le habrá respondido. Por lo tanto, fantasea que su pregunta se trans­
formará en un auténtico motivo-porque para la respuesta de la otra
persona, y mantiene eso presente cuando formula la pregunta. Ahora
bien,, esto parece contradecir nuestra afirmación anterior 14 de que un
motivo-porque sólo puede ser captado en el tiempo pluscuamperfecto
y dentro de un Acto de atención que toma como dado un acto moti­
vado ya cumplido. Se podría replicar que la persona que está fanta­
seando representa, dentro de su proyectó en el tiempo futuro perfecto,
que ya ha sido dada una respuesta ( no especificada ) . El acto de res­
ponder aparece así como pasado para el interrogador, y el motivo de
quien contesta aparece en el tiempo pluscuamperfecto. Sin embargo,
esto no satisface las demandas del análisis exacto. En efecto, ¿,cómo
sabe el interrogador que su propia pregunta es el auténtico motivo-porque
de quien responde? Este es un presupuesto suyo, y en verdad parece

14 Cf. apartado 18, pág. 123,


1 90

constituir un presupuesto de toda pregunta. El juicio de que la pre­


gunta motivará probablemente la respuesta es, en verdad, el motivo­
para del interrogador. Este "s ab e., qu e probablem ente ocurra así, tal
como sabe las d emás cosas por experiencia. Sabe que cuando él mismo
contestó una pregunta en el pasado, ésta constituía el auténtico motivo­
porque de su respuesta. El contestó porque le preguntaron . Y sabe
que lo mismo es cierto en lo que respecta a sus amigos y allegado s.
De todo el contexto de su experiencia pasada deriva entonces la má­
xima general de que la pregunta es un auténtico motivo-porque de la
respuesta.
Por supuesto, el interrogador no sabe realmente que su pregunta
entrará en forma efectiva en la conciencia de la otra persona cuando
ésta conteste, si lo hace. Ni siquiera está seguro de qu e haya entrado
una vez d ad a la respuesta. La respuesta completa sin duda el pro­
yecto del interrogador junto con las protensiones y anticipaciones vacías
de este último, pero es con todo incierto si la persona preguntada ha
enfocado la pregunta como el auténtico motivo-porque de su respuesta.
Sigue siendo incierto s i las palabras proferidas que el interrogador
i nterpret a como una respuesta están "basadas" en la pregunta u ocurren
"independientemente" de ella, es decir, sin que es té vinculado con ella
ningún significado. En otras palabras, no se sabe si significa realmente
una respuesta. Más aún: cuando la persona preguntada replica, lo
hace de acuerdo con su interpretación de la pregunta y con el propó­
sito de comunicar algo al interrogador. Este proyecto de respuesta
ocurre con libre espontaneidad en un puro contexto-para. Pero el que
respond� debe comprender primero la pregunta y, por lo tanto, orien­
tarse hacia el interrogador. Y su respuesta debe ser tal que el interro­
gador la acepte como una réplica real a su pregunta. La orientación
de quien responde refleja por lo tanto la del interrogador. Pero el
que responde sólo puede ver que la pregunta fue su auténtico motivo­
porque si presta especial atención a su proyecto de réplica que ya es
pasado, y a su interpretación de la pregunta, que fo precedió. Esta
atención puede prestarla si lo hace, no como actor, sino como una
persona que revisa su propia conducta y la interpreta de nuevo. Esto
resulta por completo claro si completamos el cuadro introduciendo los
elementos de sentimiento que hemos dejado de lado con anterioridad.
Observamos entonces que el interrogador desea una respuesta y que
la persona interrogada está dispuesta a responder. Pero esta última
no se da cuenta de su disposición; la realiza meramente contestando.
Sólo después percibe que su propia disposición a contestar sirvió como
motivo-porque de la respuesta real. No puede ver esto más que obser­
vando el proyecto de la respuesta o la respuesta misma. Sólo entonces
puede detectar el deseo de su interrogador como el auténtico motivo­
porque que puso en acción su propia disposición a contestar.
Sin embargo, en este punto hay que tener gran cuidado. El con­
cepto mismo de respuesta presupone que se ha formulado una pregun-
191

ta. Y presupone también que el interrogador interpretará la conducta


de su partícipe, subsiguiente a su pregunta, como la respuesta a ella.
La situación completada en la cual encontramos frente a frente la pre­
gunta y la respuesta sólo es, por lo tanto, una abreviación de un estado
de cosas extremadamente complejo dentro del cual los procesos implí­
citos de establecimiento e interpretación de significado se entretejen
entre sí en forma muy elaborada. Ya hemos elaborado ejemplos más
simples de tales procesos. Sin embargo, podemos estar absolutamente
en élaro acerca del sentido en que la pregunta es el motivo-porque de
la respuesta y la respuesta es el motivo-para de la pregunta. Lo esen�
cial es que la persona que está· interactuando con otra anticipe los
motivos-para de su propia acción como los genuinos motivos-porque
de la conducta esperada de su partícipe e, inversamente, esté prepa­
rada a considerar los motivos-para de su partícipe como los genuinos
motivos-porque de su propia conducta. Esta introvisión es de gran
importancia, pues indica los métodos que se utilizan tanto en la vida
cotidiana como en la sociología comprensiva para develar los motivos
de la otra persona. Cualquier acción sobre el partícipe dentro de una
relación social presupone, por lo tanto, que éste esté orientado hacia
el actor de una manera especial. Esta orientación es tal que los motivos­
para del actor se transforman en los motivos-porque del partícipe. Aho­
ra bien, no es ·necesario que el actor esté consciente de esta situación.
· Todo lo que se requiere es que en cualquier momento pueda traerla
al foco de su atención concentrándose sobre ella. Pero un Acto de
atención de esta naturaleza requiere que el actor se ponga afuera de la
relación social e interprete su propia acción dentro de esa relación. En
todos estos casos puede descubrir dentro de su experiencia pasada
el contexto de motivación que constituye la reacción del partícipe. Esta
puede ser experiencia específica de este partícipe en particular, o puede
consistir en conocimiento de las reacciones típicas que uno espera cuan­
<:lo actúa sobre otra persona de una manera típica. Llevamos siempre
con nosotros el conocimiento de reglas de esta clase. Simplemente las
damos por sentadas y, puesto que no tenemos razón para cuestionarlas,
nunca nos preocupamos ni siquiera de preguntar dónde la.s hemos apren­
dido. El monto de experiencia que uno tiene de otra persona depende,
por supuesto, del dominio social al que ésta pertenece en relación con
nosotros : si es un congénere en experiencia directa, un mero contem­
poráneo nuestro, uno de nuestros predecesores o una de nuestros suce­
sores. " El grado de precisión con que podemos estimar su reacción,
dependerá de cuál de estos dominios habite esa persona. El contexto
motivacional de la interacción misma deriva su validez de la relación
social directa, de la cual todas las otras interacciones son meras modi­
ficaciones. En la intencionalidad viviente de la relación social directa
los dos partícipes están cara a cara, sus corrientes de conciencia están
sincronizadas y engranadas una en · otra, cada una de ellas act{m en
forma inmediata sobre la otra y el motivo-para de una se transforma
1 92

en el motivo-porque de la. otra, mientras los dos motivos se comple­


mentan y convalidan entre sí como objetos de atención recíproca.
Está abierto ahora el camino hacia la comprensión de la estructura
del mundo social. Comenzaremos por el dominio de la realidad social
directamente vivenciada y de la pura relación-nosotros que la constituye.

[C] EL �IUNDO DE LA REALIDAD SOCIAL


DIRECTAMENTE VIVENCIADA

3.3. La situación cara a cara y la relación-nosotros

Hablo de otra persona como ubicada dentro del alcance de mi expe­


riencia directa cuando ésta comparte conmigo una comunidad de espa­
cio y una comunidad de tiempo. Comparte una comunidad · de espacio
conmigo cuando está presente en persona y yo tengo conciencia de ella
como tal, y, además, cuando la percibo como esta persona misma, este
individuo en particular, y percibo su cuerpo como el campo sobre el
cual se manifiestan los síntomas de su conciencia íntima. Comparte una
comunidad de tiempo 15 conmigo cuando su experiencia fluye paralela-
. mente a la mía, cuando puedo en cualquier momento mirar hacia esa
persona y captar sus pensar·aientos a medida que se producen, es decir,
cuando estamos envejeciendo juntos. Cuando dos personas se encuen­
tran de esta manera una al alcance de la experiencia directa de la
otra, digo que están en la situación "cara a cara". La situación cara
a cara presupone una simultaneidad real que dos corrientes de con­
ciencia separadas tienen una con otra. Ya hemos aclarado este punto
en el apartado 20 del capítulo III, cuando tratamos la tesis general del
yo del otro. Agregamos ahora a ello la inmediatez espacial del otro, en
virtud de la cual su cuerpo está presente para mí como un campo de
expresión de sus vivencias.
Esta inmediatez espacial y temporal es -esencial para la situación
cara a cara. Todos los actos de orientación-otro y de actuar-sobre-el­
otro, y por lo tanto todas las oríentaciones y relaciones que ocurren
dentro de la situación cára a cara, derivan su propio sabor y estilo
específico de esta inmediatez.
Consideremos primero la manera en que se constituye la situación
cara a cara desde el punto. de vista de un participante en esa situa­
ción. Para cobrar conciencia de esa situación, el participante debe
volverse intencionalmente consciente de la persona frente a la cual está,
y asumir una orientación-otro cara a cara hacia el partícipe. Llama­
remos a esta actitud "orientación-tú", y procederemos ahora a describir
sus rasgos principales.
Ante todo, la · orientación-tú es el modo puro en que estoy cons-

111 Cf. apartado 20, pág. 132.


1 93

ciente de otro ser humano como· persona. 16 Estoy ya: orientado hacia el
tú desde el momento en que reconozco una entidad que vivencia direc­
tamente como un congénere ( como un tú ) atribuyéndole vida y con­
ciencia. Sin embargo, debemos tener bien en claro que no se trata de
un juicio consciente, sino de una experiencia prepredicativa en la cual
cobro conciencia d e un congénere humano como una persona. La orien­
tación-tú puede entonces definirse como la intencionalidad de los Actos
por medio de los cuales el yo capta la existencia de la otra persona
en el modo del sí-mismo original.17 Toda experiencia externa de esta
clase, en el modo del sí-mismo oi:iginal, presupone la presencia real
de la otra persona y mi percepción de que está allí.
Ahora bien, deseamos acentuar que el estar allí (Dasein) del otro
es precisamente aquello hacia lo cual se dirige la orientación-tú, no
necesariament� las características del otro. El concepto de la orienta­
ción-tú no implica conciencia de lo que está ocurriendo en la mente del
otro. En su forma "pura" la orientación-tú consiste meramente en estar
dirigido en forma intencional hacia el puro ser aquí de otro ser humano
vivo y consciente. Con seguridad la orientación-tú "pura" es un con­
cepto formal, un constructo intelectual o, según la terminología de
Husserl, un "límite ideal".18 En la vida real nunca vivenciamos la
"existencia pura" de otros; en cambio, encontramos gente real con sus
propias características y rasgos personales. La orientación-tú no es
entonces, tal como ocurre en la vida diaria, la "pura" orientación-tú,
sino esta última cuando se ha realizado, y vuelto determinada en alguna
medida.
Ahora bien, el hecho de que yo te contemple como un congénere
no significa que yo sea también un congénere para ti, a menos que tú
estés consciente de mí. Y por supuesto, es perfectamente posible que
tú no me estés prestando en absoluto ninguna atención. La orienta­
ción-tú puede ser, por lo tanto, unilateral o recíproca. Es unilateral
si sólo uno de nosotros nota la presencia del otro. Es recíproca si
estamos mutuamente conscientes uno del otro, es decir, si cada uno de
nosotros tiene la orientación-tú hacia el otro. De esta manera se cons­
tituye a partir de la orientación-tú la · relación cara a cara ( o relación
social directamente vivenciada ) . Ya hemos formulado, en el apartado 31,
los criterios por los cuales se llama a una persona partícipe en tal
relación. Llamaremos "relación-nosotros pura" a la relación cara a cara
en la cual los partícipes están conscientes uno de otro y participan sim­
páticamente uno en la vida del otro, por más breve que sea esa rela­
ción. Pero también la "relación-nosotros pura" es sólo un concepto

16 [Literalmente, "la pura forma en que él se me aparece" (reine Erscheinungs­


form) .]
11 Esta originalidad no es, por supuesto, "primaria", puesto que la vida cons­
ciente de la otra persona me es en principio inaccesible en percepci6n directa. Es,
según la terminología de Husserl, una originalidad "secundaria" (Husserl, Logik,
pág. 206 ) .
1s Ideen, pág. 138 [T.I., pág. 208].
1 94

límite. La relación social directamente vivenciada de la vida real es ·


la relación-nosotros pura concretizada y realizada en mayor o menor
grado y llena de contenido.
Ilustremos esto con un ejemplo. Supongamos que tú y yo estamos
mirando un pájaro en \uelo. El pensamiento "pájaro-en-vuelo" está
en cada una de nuestras mentes y es el medio por el cual uno de nos­
otros interpreta sus propias observaciones. Sin embargo, ninguno de
los dos podría decir si las vivencias en esa ocasión fueron idénticas.
De hecho, ninguno de nosotros trataría siquiera de contestar a esa
pregunta, puesto que el significado subjetivo propio de uno no puede
ponerse nunca junto al del otro y compararse con él.19
Sin embargo, durante el vuelo del pájaro, tú y yo hemos "enveje­
cido juntos"; nuestras \iwncias han sido simultáneas. Quizá mientras
yo seguía el rnelo del pájaro noté por el rabillo del ojo que tu cabeza
se movía en la misma dirección que la mía. PQdría decir entonces que
los dos, que nosotros, mirábamos el "uelo del pájaro. Lo que hice en
este caso es coordinar temporalmente una serie de mis propias vivencias
con una serie de las tuyas. Pero al hacerlo así no voy más allá de una
mera correspondencia general entre mi "pájaro-en-vuelo" percibido y
tus vivencias. No pretendo poseer ningún conocimiento del contenido
de tus vivencias o de la manera particular en que estaban estructuradas. _ ,

Me basta saber que tú eres u n congénere humano que estaba mirando


la misma cosa que yo. Y si tú has coordinado de una manera similar
mis experiencias con las tuyas, ambos podemos decir entonces que nos­
otros hemos visto un pájaro en vuelo.
La relación-nosotros básica ya está dada para mí por el mero
hecho de que he nacido dentro del mundo de la realidad social direc­
tamente vivenciada. A partir de esta relación básica se deriva la vali­
dez original de todas mis vivencias directas de determinados congé­
neres, y también mi conocimiento de que existe un mundo más amplio
de mis contemporáneos que yo estoy ahora vivenciando directamente.
En este sentido, l;jene razón Scheler cuando dice que la experiencia
del nosotros ( die Erfahrung vom Wir) en el mundo de la realidad social
inmediata es la base de la experiencia del yo ( die Erfahrung des Ich)
del mundo en general.20 Por supuesto, no tenemos aquí lugar para
tratar las difíciles cuestiones fenomenológicas referentes a cómo este
nosotros se constituye a partir del Sujeto transcendental o cómo el tú
psicofísico �e remonta al yo psicofísico.21 Sin embargo, para nuestras
finalidades podemos dejar de lado estas cuestiones· y comenzar supo­
niendo la existencia mundana de las otras personas, para proceder
luego a describir cómo se constituyen nuestras vivencias de ellas a
partir de la relación-nosotros pura.

19 Cf. más arriba, apartado 19, pág. 129.


20 Scheler, "Erkenntnis und Arbeit", Die Wissensform und die Gesellschaft
( Leipzig, 1926 ) , JI, págs. 475 y sigs.
21 Para un tratamiento de estas cuestiones cf. Husserl, Meditaciones cartesia­
nas, IV y V.
l 9:i

Para explicar cómo nuestras vivencias del tú están enraizadas en


la relación-nosotros, tomemos como ejemplo una conversación. Supon­
gamos que tú me estás hablando y yo comprendo lo que dices. Como
hemos visto, hay dos sentidos de esta comprensión. Ante todo, capto
el "significado objetivo" de tus palabras, el significado que habrían
tenido si hubieran sido pronunciadas por ti o por cualquier otro. Pero,
en segundo lugar, está por supuesto el significado subjetivo, a saber, lo
que ocurre en tu mente a medida que hablas. Para captar su signifi­
cado subjetivo debo representarme tu corriente de conciencia como
fluyendo junto con la mía. Dentro de esta representación debo inter­
pretar y construir tus Actos intencionales a medida que eliges tus pala­
bras. En la medida en que tú y yo podamos vivenciar mutuamente
esta simultaneidad, envejeciendo juntos por un tiempo, en la medida
en que podamos vivir en ella, en esa medida, cada uno de nosotros
puede vivir en los contextos subjetivos d e significado del otro. Sin
embargo, nuestra capacidad para aprehender los contextos subjetivos
de significado del otro no debe confundirse con la relación-nosotros
misma. En efecto, sólo capto tu significado subjetivo, en primer lugar,
partiendo de tus palabras como dadas y preguntando luego cómo lle­
gaste a utilizarlas. Pero esta cuestión mía no tendría sentido si yo no
supusiera ya la existencia de una relación-nosotros real o por lo menos
potencial entre tú y yo. En efecto, sólo dentro de la relación-nosotros
pued-0 vivenciarte concretamente en un momento particular de tu vida.
Para expresarlo con una fórmula, sólo puedo vivir -en tus contextos
subjetivos de significado en la medida en que te vivencio directamente
dentro de una relación-nosotros realizada y llena de contenido.22
Esto es cierto respecto de todas las etapas de comprensión d e
otra persona, e n l a cual está implicada l a atención a s u significado
subjetivo. En efecto, todas mis vivencias de la otra persona ( sobre
todo la otra persona aprehendida directamente ) , sea que manifiesten
acuerdo o discrepancia, tienen su origen en la esfera de la relación­
riosotros. La atención a la relación-nosotros amplía a su vez el cono­
cimiento objetivo de las demás personas, que he obtenido de mis
propias vivencias de ellas. Acrecienta igualmente mi conocimiento
objetivo de la persona en particular implicada conmigo en esta deter­
minada relación-nosotros. Así, los contenidos de la corriente del nos­
otros, que es una e indivisa, están siempre ensanchándose y contrayén-
- dose. En este sentido, el nosotros se parece a mi corriente de la
· · conciencia en el flujo de su duración. Pero esta similitud está com­
pensada por una diferencia. La relación-nosotros es tanto espacial como
temporal. Abarca también el cuerpo de la otra persona, además de
su conciencia. y puesto que sólo capto lo que está sucediendo en su
mente mediante los movimientos corporales que ésta realiza y yo per­
cibo, este Acto de captación es para mí una vivencia que trasciende
mi propia corriente de conciencia. Sin embargo, debe acentuarse que

22 [Este párrafo es una paráfrasis del original.]


1 96

entre todas las vivencias autotrascendentes la experiencia-nosotros sigue


siendo la más cercana a la corrientP- de conciencia misma.
Además, mientras estoy viviendo en la relación-nosotros estoy real­
mente viviendo en nuestra corriente común de conciencia. Y tal como
debo ponerme, en cierto sentido, fuera de mi propia corriente de con­
ciencia y "congelar" mis vivencias para poder reflexionar sobre ellas, el
mismo requerilniento vale para la relación-nosotros. Cuando tú y yo
estamos implicados de manera inmediata uno con otro, toda experien­
cia se halla coloreada por esa implicación. En la medida en que vamos
a pensar acerca de las vivencias que tenemos juntos, debemos apar­
tarnos en cierto grado uno de otro. Para poder traer la relación-nos­
otros a! foco de nuestra atención debemos dejar de enfocarnos uno
a otro. Pero esto significa ponerse fuera de la relación cara a cara,
puesto que sólo en esta última vivimos en el nosotros. Y aquí podemos
aplicar, en un nivel más alto, todo lo que dijimos acerca del tiempo
fenoménico en nuestro análisis del yo solitario. La atención hacia las
vivencias de la relación-nosotros presupone igualmente que esas viven­
cias han llegado a plena maduración y son cosa transcurrida. Y nuestta
captación retrospectiva de las vivencias-nosotros puede ubicarse en
cualquier lugar dentro del continuum que va desde el máximo de cla­
ridad hasta la completa confusión, y caracterizarse por todos los grados
de conciencia, tal como ocurre con la autoconciencia. En particular,
cuanto más grande es mi conciencia de la relación-nosotros, tanto menor
es mi implicación en ella, y tanto menos estoy auténticamente vinculado
con mi partícipe. Cuanto más reflexiono, más se transforma mi partí­
cipe en un mero objeto de pensamiento.
Habiendo definido el concepto de la relación-nosotros, describimos
ahora las características específicas que la distinguen de todas las otras
relaciones sociales.

34. Análisis de la relaci6n cara a cara

En la sección precedente hemos descripto la forma especial que asume


la orientación-otro y la relación social en presencia directa de la otra
persona. Esta descripción definía, €n efecto, los nuevos conceptos de
orientación-tú y de relación-nosotros, separándolos de los conceptos más
generales de orientación-otro y de relación social como tales. Estos
conceptos nos . dan la base para nuestro análisis de la orientación-otr.o
directamente vivenciada y de la situación cara a cara.
Si la relación-nosotros pura era meramente una modificación de
la relación social en general, podía identificarse igualmente con la
orientación social directa y con la interacción social. Pero estrictamen­
te hablando, la relación-nosotros pura se da con prioridad a cualquiera
de estas dos. La relación-nosotros pura es meramente la forma recí­
proca de la relación-tú pura, es decir, la conciencia pura de la presencia.
de otra persona. Debemos acentuar su presencia, no sus rasgos espe-
1 97

cíficos. La relación-nosotros pura implica nuestra conciencia mutua


de presencia y también el conocimiento de cada uno de que el otro
está consciente de él . Pero para poder tener una relación social debe­
mos ir más allá. Lo que se requiere es que la orientación-otro de cada
partícipe se coloree con un conocimiento específico de la manera espe­
cífica en que éste es considerado por el otro partícip6. Esto sólo es
posible, a su vez, dentro de la realidad social directamente vivenciada.
Sólo allí se encuentran directamente nuestras miradas; sólo allí puede
uno notar realmente cómo el otro lo está mirando.
Pero uno no puede cobrar conciencia. de esta conexión básica
existente entre la relación-nosotros pura y la relación cara a cara mien­
tras es todavía un participante en la relación-nosotros. Es necesario
ponerse fuera de ella y examinarla. La persona que aún participa en
la relación-nosotros no la vivencia en su forma pura, a saber, como una
conciencia de que la otra persona está allí. En cambio, vive simple­
mente dentro de la relación-nosotros en la plenitud de su contenido
concreto. En otras palabras, la relación-nosotros pura es un concepto
meramente limitante que uno utiliza en el intento de lograr una cap­
tación teórica de la situación cara a cara. Pero no existen vivencias
específicas concretas que le correspondan. En efecto, las vivencias con.:
cretas que ocurren dentro de la relación-nosotros captan su objeto -el
nosotros- como algo único e irrepetible. Y lo hacen en un solo Acto
intencional indiviso.
Las relaciones-nosotros concretas muestran muchas diferencias entre
sí. El partícipe, por ejemplo, puede ser vivenciado con diferentes gra­
dos de inmediatez, diferentes grados de intensidad o diferentes grados
de intimidad, o desde diferentes puntos de vista. Puede aparecer den­
tro del centro de la atención o en su periferia. Estas distinciones se
aplican igualmente a las relaciones de orientación y a las interrelacio­
nes sociales, determinando en cada una de ellas el carácter directo en
que los partícipes "se conocen" uno a otro. Comparemos, por ejemplo,
el conocimiento que dos personas tienen una de otra en la conversación
con el que tienen en la relación sexual. ¡Qué diferentes grados de
intimidad ocurren allí, qué diferentes niveles de conciencia están im­
plicados! No sólo los partícipes vivencian el nosotros más profunda­
mente en un caso que en el otro, sino que cada uno se vivencia a sí
mismo y vivencia a sU partícipe más profundamente. No es sólo el
ob¡eto, por lo tanto, lo que es vivenciado en forma más o menos directa;
es la relación misma, el estar vuelto hacia el objeto, la relacionalidad.
Estos son sólo dos tipos de relación. ¡Pero consideremos ahora
. las diferentes maneras en que pueden realmente ocurrir! La conver­
sación, por ejemplo, puede ser animada o trivial, vehemente o casual,
seria o frívola, superficial o muy personal.
Es muy importante el hecho de que poG.amos vivenciar a los otros
en una relación cuyo carácter directo pueda variar de tal manera en
grado. Constituye en verdad la clave para comprender la transición
1 98

de la experiencia directa de otros a la indirecta, que es característica


del mundo de los meros contemporáneos. Nos referiremos en seguida
a esta transición,23 pero entretanto continuemos nuestro examen de la
vivencia social directa describiendo los diferentes tipos ' de relación
social cara a cara.
Ante todo, recordemos que en la situación cara a cara yo veo lite­
ralmente a mi partícipe frente a mí. Cuando miro su cara y sus gestos
y oigo el tono de su voz, me doy cuenta de mucho más que del hecho
de que está tratando deliberadamente de comunicarse conn;:igo. Mis
observaciones van paralelas con cada momento de su corriente de con­
ciencia tal como ésta se trasluce. El resultado es que estoy incompara­
blemente mejor coordinado con él que conmigo mismo. Puedo en
verdad estar más consciente de mi propio pasado ( en la medida en que
este último pueda ser captado en forma retrospectiva) que del pasado
de mi partícipe. Sin embargo, nunca he estado cara a cara conmigo
mismo como estoy ahora con él; de aquí que nunca me haya captado
a mí mismo en el acto de vivir realmente una vivencia.
A este encuentro con la otra persona yo traigo todo un repositorio
de conocimiento previamente constituido. Esto incluye tanto el cono­
cimiento general de lo que la otra persona es como tal, como todo
conocimiento específico que pueda tener de la persona en cuestión.
Abarca el conocimiento de los esquemas interpretativos de otras per­
sonas, de sus hábitos, de su lenguaje. Incluye el conocimiento de los
motivos-para y los motivos-porque como tales que se dan por sentádos�
y de los de esta persona en particular. Y cuando estoy cara a cara
con alguien, mi conocimiento de él aumenta de un momento al otro.
Mis ideas acerca de él sufren continua revisión a medida que se des·
arrolla la vivencia concreta. En efecto, ninguna relación social directa
es un Acto intencional aislado. Consiste más bien en una serie continua
de · tales Actos. La relación de orientación, por ejemplo, consiste en
una serie continua de Actos intencionales de orientación-otro, mientras
que la interacción social consiste en una serie continua de Actos de
establecimiento e interpretación de signifioado. Todos estos diferentes
encuentros con mis congéneres pueden ordenarse en múltiples contex+
tos de significado: son encuentros con un ser humano como tal, con
este particular ser humano y con este particular ser humano en este
particular momento del tiempo. Y estos contextos de significado míos
serán "subjetivos" en la medida en que estoy atendiendo a tus vivem
cias conscientes reales mismas y no meramente a mis propias vivencias
de ti. Además, cuando te observo, veo que estás orientado hacia mÍi
que buscas el significado subjetivo de mis palabras, de mis acciones, y
lo que yo tengo en mi mente en lo que a ti respecta. Y yo, a mi vez;
tendré en cuenta el hecho de que tú estás orientado de esa manera
hacia mí, y esto influirá tanto sobre mis intenciones con respecto a ti,
como sobre la manera en que actúo respecto de ti. Tú verás a tu v�

23 Cf. apartado 36, más ahajo, págs. 205 y sigs.


199

esto, yo veré que t ú lo has visto, etcétera. Este entrelazamiento de


miradas, este reflejamiento . recíproco multifacetado, es uno de los ras­
gos característicos y únicos de la situación cara a cara. Podemos decir
que es una nota constitutiva de esta particular relación social. Sin
embargo, debemos recordar que la relación-nosotros pura, que es la
forma misma de todo encuentro con otra persona, no se capta reflexi­
vamente dentro de la situación cara a cara. En lugar de ser observada
es vivenciada. Las múltiples imágenes especulares del yo dentro del yo
nQ son por lo tanto captadas una por una, sino vivenciadas como un
continuum dentro de una sola experiencia. Dentro de la unidad de esta
experiencia puedo estar simultáneamente consciente de lo que está suce­
diendo en mi mente y en la tuya, vivenciando las dos series de experien­
cias como una sola serie, que estamos vivenciando juntos.
Este hecho resulta de especial significación para la situación cara
a cara. Dentro de esta situación puedo ser testigo de tus proyectos y
también de su cumplimiento o frustración a medida que procedes a
actuar. Por supuesto, una vez que yo sé lo que planeas hacer, puedo
suspender momentáneamente la relación-nosotros para estimar en for-
11Ul objetiva tus perspectivas de éxito. Pero sólo dentro de la intimidad
de la relación-nosotros misma uno puede vivenciar realmente un cur­
so de acción desde su nacimiento como proyecto hasta su resultado
final.
Es además esencial para la relación cara a cara que tú y yo ten­
gamos el mismo ambiente.24 Ante todo, yo te adscribo un ambiente
correspondiente al mío. 25 Aquí, en la situación cara a cara, pero sólo
aquí, resulta correcto este presupuesto, en la medida en que puedo
suponer con mayor o menor certeza, dentro del dominio social direc­
tamente vivenciado, que la meta que veo es idéntica ( e idéntica en
todas sus variaciones de perspectiva ) 26 a la que tú ves, y en tanto
puedo suponer esto aunque tú seas sólo mi contemporáneo o mi pre­
decesor. Por consiguiente, cuando estoy en una situación cara a cara
contigo puedo señalar algo que se encuentra en nuestro ambiente común
pronunciando las palabras "esta mesa que está aquí", y por medio de
la identificación de las vivencias en el objeto ambiental puedo supo­
ner la adecuación de mi esquema interpretativo con tu esquema inter­
pretativo. Para la vida social práctica tiene la mayor importancia que
yo me considere justificado al igualar mi propia interpretación de mis
vivencias con tu interpretación de las tuyas en aquellas ocasiones en
que estamos vivenciando uno y el mismo objeto.
Tenemos entonces el mismo ambiente indiviso y común, que pode­
mos llamar "nuestro ambiente". El mundo del nosotros no es privado
para cada uno de nosotros sino que es nuestro mundo, el mundo único,

24 Por "ambiente" quiero significar esa parte del mundo externo que puedo
aprehender directamente. Esto incluiría no sólo al ambiente físico sino también al
social con todos sus artefactos culturales, lenguajes, etcétera.
211 Véase apartado 20, más arriba, págs. 133 y 134.
26 [Cf. Husserl, Ideas, § 41.]
200

común e intersubjetivo, . que está ahí frente a nosotros. Sólo a partir


de la situación cara a cara, sólo desde la vivencia com{m del mundo
en el nosotros, puede constituirse el mundo intersubjetivo. Este es el
único punto a partir del cual puede deducírselo.27
Me es posible controlar constantemente mis interpretaciones de lo
que está ocurriendo en la mente de las demás personas, debido al
hecho de que en la relación-nosotros comparto un ambiente común
con ellas. En principio, sólo en la situación cara a cara puedo dirigirte
una pregunta. Pero no sólo puedo preguntarte acerca de los esquemas
interpretativos que estás aplicando a nuestro ambiente común, sino
también cómo estás interpretando tus vivencias, y puedo corregir, am­
pliar y enriquecer sobre la marcha mi propia comprensión de ti. Este
volverse consciente de la corrección o incorrección de mi comprensión
de ti es el rrivel más elevado de la experiencia-nosotros. En este nivel
no sólo enriquezco mi experiencia de ti sino también, en general, de la
demás gente.
Si yo sé que tú y yo estamos en una relación cara a cara también
sé algo acerca de la manera en que cada uno de nosotros está sinto­
nizado respecto de sus vivencias conscientes, es decir, conozco las
"modificaciones atencionales" de cada uno de nosotros. Esto significa
que la manera en que atendemos a nuestras vivencias conscientes se
modifica en realidad a raíz de nuestra relación recíproca. Esto vale
para ambos. En efecto, sólo existe una verdadera relación social si tú
retribuyes mi conciencia de ti de una u otra manera. Tan pronto como
esto sucede, tan pronto como entramos en la situación cara a cara,
cada uno de nosotros comienza a átender a sus propias vivencias de
una manera nueva. Esta particular modificación atencional en que
los dos partícipes de una relación social directamente vivenciada están
mutuamente conscientes entre sí, tiene implicaciones especiales para
la interacción social que ocurre en esa situación social. Cuando estoy
interactuando con alguien, doy por sentado como una constante en esa
persona un conjunto de auténticos motivos-porque o motivos-para. Lo
hago sobre la base de mi propia experiencia pasada de esa persona
en particular, así como de la gente en general. Mi propia conducta
hacia esa persona se basa, en primera instancia, en esta constelación
de motivos que doy por sentada, independientemente de si son sus
motivos reales o no. Y aquí surge la peculiaridad de la interacción
cara a cara. No consiste en una estructura específica del contexto
mismo de motivación recíproca, sino en una apertura específica de los
motivos de la otra persona. Aun en las interacciones cara a cara sólo
proyecto· en la fantasía la conducta de la otra persona a medida que
veo mi propia acción. Esta fantasía es meramente, por supuesto, la
conducta esperada del otro, sin que estén incluidos aún en ella los
detalles y sin que tenga todavía ninguna confirmación. Tengo que
ver aún lo que mi partícipe hará en la realidad. Pero puesto que él y
27 [Cf. Husserl. llfeditaciones cartesianas, § 55.]
20 1

yo sufrimos continuamente modificaciones de atención uno res��ecto


del otro en la relación-nosotros, puedo realmente vivenciar la consti­
tución de su contexto motivacional y participar en ella. Interpreto las
vivencias presentes que te atribuyo como el motivo-para de la conducta
que espero de ti o como las consecuencias de tus vivencias pasadas, que
considero entonces como motivos-porque de éstas. "Oriento" mi acción
hacia estos contextos motivacionales tuyos, como tú "orientas" la tuya
respecto de los míos. Sin embargo, este "orientarse a uno mismo"
ocurre dentro del dominio social directamente vivenciado en el modo
particular del "convivenciar". Cuando interactúo contigo dentro de
este dominio, convivencia cómo reaccionas a mi conducta, cómo inter­
pretas mi significado, cómo mis motivos-para desencadenan los corres­
pondientes motivos-porque de tu conducta. Entre mi expectativa de
tu reacción y esa reacción misma he "envejecido" y adquirido quizá
mayor conocimiento, tomando en cuenta las realidades de la situación
así como mis propias esperanzas de lo que tú harías. Pero en la situa­
ción cara a cara, tú y yo envejecemos juntos, y puedo agregar a mi
expectativa de lo que tú vas a hacer la visión real de ti tomando la
decisión y luego de tu acción misma en todas sus fases constituyentes.
Durante ese tiempo estamos cada uno consciente de la corriente de
conciencia del otro como contemporánea de la propia. Compartimos
una relación-nosotros rica y concreta sin ninguna necesidad de refle­
xionar sobre ella. En un instante veo todo tu plan y su ejecución en
acción. Este episodio de mi biografía está lleno de continuas vivencias
de ti captadas dentro de la relación-nosotros. Entretanto, tú estás
vivenciándome de la misma manera y yo estoy consciente del hecho.

35. La observaci6n social directa

Hasta ag_uí hemos estado estudiando la relación social directamente


vivenciada para explicitar las características peculiares d e la situación
cara a cara en su forma más pura. Sin embargo, nuestro análisis sería
incompleto a menos que tratáramos el caso en que estoy consciente
de alguien aunque sé que ese alguien no me percibe. Especialmente
importante en este caso es la observación de la conducta del otro. El
análisis de tal observación constituye en verdad la clave de la com­
prensión de la manera en que se establecen los datos de las ciencias
sociales. Ya hemos explicado en el capítulo III cómo se lleva real­
mente a cabo la interpretación de la conducta de otro. En este punto
nuestra tarea consistirá en esclarecer la clase especial de orientación-tú
que el observador asume hacia la persona a la cual está observando
directamente. Prestaremos especial atención a las maneras en que sus
esquemas interpretativos difieren de los utilizados en la relación cara
a cara.
En esta última relación la orientación-tú es recíproca entre los dos
partícipes. En cambio, en la observación social directa es unilateral.
202 .

q
Imaginemos ue tenemos un caso de esta última. Digamos que yo
estoy observando la conducta de alguien y que ese alguien no sabe
o no presta atención a ello. Ahora bien, el problema es el siguiente:
¿Cómo sé lo que ocurre en su mente?. Pues bien, aunque esté mera­
mente observándolo, su cuerpo es aún un campo de expresión de su
vida interna. Mientras lo miro puedo considerar mis propias percep­
ciones de su cuerpo como signos de sus vivencias conscientes. Al
hacerlo así, tomaré en cuenta sus movimientos, palabras, etcétera, como
una prueba. Dirigiré mi atención hacia los contextos de significado
subjetivos de las indicaciones que percibo, más bien que hacia los
objetivos. Como observador directo puedo así captar en una sola mi­
rada no sólo las manifestaciones exteriores -o "productos"- sino tam­
bién los procesos en los cuales se constituyen las vivencias conscientes
que están detrás de ellas. Esto es posible porque las vivencias del otro
ocurren simultáneamente con mis propias interpretaciones subjetivas
de sus palabras y gestos.
La otra persona está tan presente en el sentido corporal para el
observador como lo está para alguien que participe con ella en una
relación social. Sus palabras pueden ser oídas y sus gestos vistos: hay
tantas indicaciones de su vida interna como en el caso de una relación
directa. Toda experiencia adicional que tenga el observador acerca de
la otra persona aumenta su conocimiento de esta última. Los ambientes
de ambos son congruentes y, por lo tanto, sus vivencias conscientes
probablemente se correspondan. Pero esta probabilidad no puede, en
principio, elevarse al nivel de la certeza. En este caso la situación
difiere de la que se presenta en una relación cara a cara. En esta
última puedo verificar a voluntad mi supuesto de que mis vivencias
corresponden a las de la otra persona. Puedo hacerlo apelando direc­
tamente a un objeto del mundo externo que es común para ambos.
Pero en cualquier observación social directa realizada fuera de una
relación social, mi interpretación de la conducta de otro no puede con­
trolarse por medio de su propia autointerpretación, a menos, por supues­
to, que cambie mi rol como observador por el de participante. Cuando
comienzo a formular preguntas a la persona observada, ya no soy un
mero observador.28 Con todo, debe acentuarse que Ja observación social
directa puede convertirse a voluntad en una relación cara a cara, hacien­
do posible con ello tal interrogación, mientras que eso no puede decir­
se de los meros contemporáneos o de los predecesores de uno.
Puesto que la orientación-tú del observador hacia su s1;:jeto es uni­
lateral, el contexto subjetivo de significado en que aquél interpreta
las vivencias de la otra persona no tiene su correspondiente contra­
punto. Por Jo tanto, está ausente el reflejamiento mutuo y multifa­
cetado característico de la relación cara a cara, en la cual el contenido
de los dos partícipes se identifica mutuamente. La conducta de la

28 ["Das Du ist für den Beobachter als Beobachter wesensmassig unbe­


fragbar."]
203

persona observada, en lugar de orientarse hacia la conducta del obser­


vador, es por completo indepéndiente de esta última. El participante
en la relación cara a cara· sabe con probabilidad o certeza que la con­
ducta de su partícipe está orientada hacia la suya propia, y hasta está
conscjente de las modificaciones de atención en que se basan las viven­
cias conscientes de su partícipe. Puede comparar estas modificaciones
de atención con las suyas, dirigidas al partícipe. El observador care­
ce de este acceso a las modificaciones atencionales de la otra persona;
por lo menos, no puede adquirir ninguna información acerca de estas
modificaciones observando su propia conciencia. Tampoco está en situa­
ción de influir sobre la conducta de la persona observada ni de ser
influido por ella. No puede proyectar su propio motivo-para de ma­
nera que se transforme en el motivo-porque de la persona observada.
. El observador no puede juzgar, a partir de la mera conducta del otro, si
este último está logrando llevar a cabo sus planes o no. En los casos
extremos, como cuando ve un movimiento expresivo, puede incluso
dudar de si está observando alguna clase de acción. Quizá lo que esté
observando es conducta pura y desprovista de finalidad.
El observador que trata de interpretar los motivos de su sujeto
tendrá que contentarse con tres enfoques indirectos :
1 ) Puede buscar en su memoria acciones suyas similares y, si las
encuentra, extraer de allí un principio general concerniente a la relación
existente entre los motivos-para y los motivos-porque de éstas. Puede
supone:i,: luego que ese principio tiene validez para las acciones de la
otra persona así como para las propias, y proceder a interpretar las
acciones de aquélla "poniéndose él mismo en su lugar". Esta interpre­
tación de la conducta de otro por medio de los propios motivos hipo­
téticos de uno puede ocurrir de inmediato, en el lugar, o a través de
una consideración posterior de lo que podría haber hecho que la per­
sona actuara como lo hizo.29
2) Si careciera de tal guía, puede recurrir a su propio conoci­
miento de la conducta habitual de la persona observada y a partir de
ese conocimiento deducir los motivos-para y los motivos-porque de esta
última. Si un visitante de Marte entrara en una sala de conferencias, un
hibunal de justicia o una iglesia, los tres lugares le parecerían exacta­
mente lo mismo en su apariencia exterior. A partir de los ordenamientos
internos de cualquiera de los tres no podría comprender qué es lo que
hace la persona que está al frente. Pero si se le dice que uno es un
profesor, otro un juez y el tercero un sacerdote, será entonces capaz
de interpretar sus acciones y de asignarles motivos.
3 ) Pero puede ser · que el observador carezca de información sig-

29 Weber llamaría a 1a primem comprensi6n "observacionaf', y a la segunda


comprensión "motivacional". Pero desde un punto de vista estructural no hay dife­
rencia en que esta atribución a otro de los propios motivos hipotéticos de uno ocurra
en un segundo o a través de una cadena ele inferencias. Vemos de nuevo aquí la
falta de profundidad de la distinción de Weber entre los dos tipos de comprensión.
204

nificativa acerca de la persona que está observando. Su último recurso


consistirá entonces en tratar de inferir el motivo-para a partir del acto
preguntando si tal o cual motivo sería promovido por el acto de que
se trata.30 Mientras observa la acción en curso debe interpretarla
en función del efecto que realmente tiene y suponer que ese . efecto es
lo que se buscaba.
Es obvio que esos tres tipos de comprensión motivacional no son
igualmente confiables. Cuando más lejos se halla la interpretación de
la relación-nosotros concreta ( y, por lo ianto, cuanto más abstracta
es ) , tanto menores son las posibilidades de dar en el blanco. El segundo
tipo de comprensión tropezaría, por ejemplo, con el siguiente riesgo: el
sacerdote que habla desde el púlpito podría no estar pronunciando un
sermón. El tercer tipo debe enfrentar el azar del salto desde el acto
completado hasta su motivo-para, azar aun mayor, puesto que el
acto puede no haber resultado como se lo proponía el actor.
En el caso de tratar de descubrir los auténticos motivos-porque
de otro, el contraste entre participación y mera observación disminuye
en forma considerable. En este caso el observador no se encuentra en
una situación mucho peor que el que participa en la relación cara a
cara. Aun este último está forzado a reconstruir los motivos de su
partícipe ex post facto. La única ventaja que tiene el participante
directo es que los datos de los que parte son más vívidos.
La observación directa de las relaciones sociales es, con seguridad,
más complicada que la observación de la conducta individual. Sin
embargo, no difiere de ella en principio. En este caso el observador
debe remontarse también a su experiencia de las relaciones sociales
en general, de esta particular relación social y de los particulares par­
tícipes implicados en este caso. Los esquemas interpretativos del obser­
vador no pueden ser idénticos a los de ninguno de los partícipes en la
relación, por el simple motivo de que sus modificaciones de atención
difieren de las de ellos de una manera fundamental. Además, está
consciente de ambos, mientras que ellos sólo están conscientes uno
del otro. Puede incluso ocurrir que el. observador conozca a una de las
dos personas mejor que su partícipe y, por lo tanto, se halle más fami­
liarizado con los esquemas interpretativos de ésta. Así, el oyente no
participante puede comprender que dos partícipes en una discusión
están hablando meramente de cosas pasadas, mientras ellos mismos
pueden no percib!r en absoluto este hecho. Por otra parte, el obser­
vador se encuentra en una situación de desventaja si se lo compara
con los participantes : puesto que no siempre está seguro de los motivos­
para un participante, difícilmente pueda identificarlos con los moti­
vos-porque del otro.
Por supuesto, todo lo que hemos venido diciendo presupone que
el observador tiene alguna manera de lograr acceso a los esquemas

30 Este es el método en función del cual la penología prefiere analizar una


acción. Cf.Felix Kaufmann, Strafrechtsschuld, pág. 86.
205

interpretativos de los participantes en la relación. Si este no es el caso,


debe recurrir a llenar los espacios en blanco a partir de sus propias
experiencias pasadas, de una manera análoga al procedimiento des­
cripto previamente, por el cual se llegaba a conocer los motivos de
otra persona.

[D] EL MUNDO DE LOS CONTEMPORANEOS


COMO UNA ESTRUCTURA DE TIPOS IDEALES

36. La transici6n de la experiencia social directa a la indirecta.


Las relaciones sociales continuas

Ya hemos notado que la relación-nosotros puede ocurrir con diversos


grados de concretez. Vimos que en la relación experimentamos a nues­
tros congéneres en una forma más o menos directa, íntima o intensa.
Sin embargo, en la situación cara a cara es esencial el carácter directo
de · 1a experiencia, prescindiendo de si nuestra aprehensión del Otro es
oe:ntral y periférica, y del grado de adecuación con que lo captamos.
· Estoy aún en la "orientación-ellos" incluso respecto del hombre que
está junto a mí en el subterráneo. Cuando hablamos de orientación­
ellos "pura" o de relación-nosotros "pura", utilizamos por lo común estas
d enominaciones como conceptos delimitadores que se refieren al sim­
ple carácter dado del Otro, haciendo abstracción de cualquier especi­
ficación del grado de concretez implicado. Pero podemos utilizar tam­
bién estos términos para designar los límites inferiores de la experiencia
que se puede obtener en la relación cara a cara, es decir, para deno­
minar la clase de conciencia más periférica y fugaz que tenemos de la
otra persona.
Hacemos la transición de la experiencia social directa a la indirecta
siguiendo simplemente este espectro de vivacidad decreciente. Los
primeros pasos más allá del dominio de lo inmediato se caracterizan
por un decrecimiento en el número de percepciones que tengo de la
otra persona y un estrechamiento de las perspectivas dentro de las
cuales le considero. En un momento intercambio sonrisas con mi amigo,
nos damos la mano y nos decimos adiós. En el instante siguiente él
se está yendo. Luego, desde lejos, oigo un lejano adiós, y un momento
más tarde veo que su figura se desvanece con un gesto de la mano, y
luego desaparece. Es totalmente imposible fijar el instante exacto en
que mi amigo abandonó el mundo de mi experiencia directa y entró
en el oscuro dominio de los que son meramente mis contemporáneos.
Veamos un ejemplo más : imaginemos una conversación cara a cara,
seguida por un llamado telefónico, luego por un intercambio de cartas
y, finalmente, de mensajes transmitidos por un tercero. Aquí también
tenemos una progresión gradual desde el mundo de la realidad social
inmediatt_lmente vivenciada, hasta el mundo de los contemporáneos.
En ambos ejemplos el número total de las reacciones de la otra persona
206

que se hálfan expuestas a mi observación va disminuyendo progresiva­


mente hasta que alcanza un punto mínimo. Resulta claro, entonces,
que el mundo de los contemporáneos es en sí mismo una función varia­
ble de la situación cara a cara. Hasta podemos hablar de dos polos
· entre los cuales se extiende una serie continua de experiencias.
Sería tarea de un examen detallado del mundo social estudiar estas
transformaciones de la experiencia social directa en función de sus
contenidos específicos de significado. Los estudios de hs "situaciones
de contacto", especialmente las que se hallan ubicadas en la zona inter­
media entre la experiencia social directa y la indirecta, y los estudios
de la conducta de los hombres unos hacia otros y unos con respecto a
otros -en una palabra, toda la "teoría de las relaciones" de Wiese--,
resultan ahora bien fundados y justificados. Pertenecen a la teoría
especial del mundo social. Fue el gran mérito de Wiese y reciente­
mente también de Sander,31 haber visto estos problemas y realizado
valiosas contribuciones a su solución.
Sin embargo, nuestro propósito en este libro no es formular una
teoría especial de esta clase acerca del mundo social. Tampoco es
nuestra intención ni siquiera exponer lt�s principios básicos de tal teo­
ría. Pero resulta bien claro que antes de describir la situación de ser
un contemporáneo, debemos descubrir primero cómo se constituye ésta
a partir de la situación cara a cara.
En la vida diaria no parece haber problema práctico acerca de
dónde termina una situación y comienza la otra. Esto ocurre porque
interpretamos tanto nuestra conducta como la de los otros dentro de
contextos de significado que trascienden de lejos el inmediato aquí y
ahora. Por esta razón, la cuestión de si una relación social en la que
participamos o que observamos es directa o indirecta parece ser de
carácter académico. Pero hay un motivo aun más profundo de nuestra
habitual indiferencia frente a esta cuestión. Incluso después de haber
retrocedido hacia el pasado la situación cara a cara, y cuando sólo
está presente en la memoria, retiene aún sus características esenciales,
modificadas únicamente por un hálito d e pretericidad. Normalmente
no notamos que nuestro amigo que acaba de partir, con el cual hemos
estado interactuando un momento antes, quizá con afecto o quizá con
aburrimiento, se nos aparece ahora en una perspectiva por completo
diferente. Lejos de parecer obvio, resulta en verdad absurdo que
alguien que nos es cercano se haya vuelto en cierto modo "diferente"
ahora que no está al alcance de nuestra vista, excepto en el sentido
trillado de que nuestras vivencias de él llevan la marca de la preteri­
cidad. Sin embargo, debemos distinguir netamente entre tales recuer­
dos de situaciones cara a cara, por una parte, y el Acto intencional
· dirigido hacia un mero contemporáneo, por la otra. Las evocaciones
que tenemos de otro llevan todos los signos qe la vivencia directa.
Cuando tengo una evocación de ti, por ejemplo, te recuerdo como eras

s1 En su obra aún poco apreciada, Allgemeine Gesellschaftslehre (Jena, 1930 ) .


207

én la relación-nosotros concreta conmigo, como una persona única ('Jl


una situación concreta, como alguien que interactuó conmigo en el
modo del "reflejo especular mutuo" descripto más arriba. Te recuerdo
como una persona vívidamente presente para mí con un máximo dt
síntomas de vida interior, como alguien cuyas vivencias he presenciado
en el proceso real de su formación, a quien yo, durante un tiempo, iba
conociendo cada vez mejor, cuya vida consciente fluía en una sola
corriente junto con la mía y cuya conciencia estaba cambiando conti­
nuamente de contenido. Sin embargo, ahora que estás fuera de mi
experiencia directa, no eres más que mi contemporáneo, alguien que
meramente habita el mismo planeta que yo. Ya no estoy en contacto
con el tú viviente, sino con el tú de ayer. Tú, en verdad, no has cesado
de ser un yo viviente, pero tienes ahora un "nuevo yo"; y aunque soy
contemporáneo de él, mi contacto vital con él se ha interrumpido. Desde
el último momento en que estuvimos juntos, has tenido nuevas viven­
cias y las has enfocado desde nuevos puntos de vista. Con cada cambio
de vivencia y enfoque te has transformado en una persona levemente
· distinta. Pero en cierto modo yo omito tener presente esto en la praxis
de mi vida diaria. Llevo tu imagen conmigo, y sigue siendo la misma.
Pero entonces oigo decir, quizá, que tú has cambiado. Y luego comienzo
· a mirarte como a un contemporáneo; no cualquier contemporáneo, sin
·duda, sino alguien a quien yo conocí en un tiempo íntimamente.
Ejemplos de esta situación son las situaciones sociales dentro de
· 1as cuales, según Weber, "hay una probabilidad de ocurrencia repetida
de la conducta que corresponde a su significado subjetivo, conducta
que es una consecuencia comprensible del significado y, por lo tanto,
cosa previsible".32 Tendemos a representarnos el matrimonio o la amis­
tad como relaciones que ocurren sobre todo cara a cara, aunque espe­
cialmente íntimas. Lo hacemos debido a nuestra tendencia a. concebir
las acciones de los partícipes como integradas dentro de la unidad
más amplia de la relación y dirigidas teléticamente hacia esa unidad.
Sin embargo, en la vida real un matrimonio o una amistad se
constituyen de muchos eventos separados que ocurren durante un largo
período de tiempo. · Algunos de esos eventos implican situaciones cara
a cara, mientras que en otro los partícipes simplemente existen uno
junto a otro como contemporáneos. Es extremadamente erróneo llamar
"continuas" a relaciones sociales de esta clase,33 puesto que la discon­
tinuidad y la repetibilidad están incluidas en su definición misma. ¿Qué
quieren decir entonces los amigos cuando hablan de su "amistad"? Es

32 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 14, punto 4 [T.I., pág. 119 ] .
S S [Hay una infortunada ambigüedad lingüística e n este punto. Una amistad,
por cierto, no es ( felizmente ) una serie continua de contactos en el sentido de
Cantor, de que entre dos contactos cualesquiera siempre hay otro. Es una serie
de contactos continuados o recurrentes. Pero aunque no sea una serie continua,
puede hablarse de ella como de una relaci6n continua, a menos que cada au revoir
sea una "ruptura" temporaria de la amistad.]
208

posible distinguir tres significados diferentes en los que pueden estar


pensando.
l. Cuando A habla de su amistad con B, puede pensar en una
serie de relaciones pasadas cara a cara que compartió con B. Deci­
mos "serie" porque ..\ recuerda que durante el curso de su amistad con

B pasó algún tiempo solo o con otra gente.


2. Cuando A habla de su amistad con B, puede querer decir que
por encima y más allá de tales situaciones cara a cara, su conducta está
orientada hacia la conducta esperada de B o hacia el hecho de que B
existe, de que es la clase de hombre que es. En este caso, A está orien­
tado hacia B como un contemporáneo, y la relación existente entre
ellos es de la clase que existe entre contemporáneos. Esta relación
puede ser de orientación o de interacción social.34 Por ejemplo, A pue­
de realizar una cierta acción porque piensa que agradará a B tan pronto
como éste se entere. }.Iientras que en la situación cara a cara vería
literalmente la reacción de B, en este caso está limitado sólo a imagi­
narla. Dentro de la "amistad" tales actos orientados a los contempo­
ráneos se insertan entre actos orientados a los consociados. La inter­
acción cara a cara implica una participación mutua en la cual Cf'.da
uno de los actores puede testimoniar el nacimiento literal de las viven­
cias del otro. En cambio, la interacción entre contemporáneos implica
meramente la expectativa por parte de cada partícipe, de que el otro
responderá de una manera pertinente. Pero esta expectativa es siempre
un disparo en la oscuridad comparada con el conocimiento que uno
tiene de su consociado en la situación cara a cara. Las acciones entre
contemporáneos están sólo mutuamente relacionadas, mientras las accio­
nes entre consociados están entrelazadas.35 La relación de los contem­
poráneos uno con otro ocurre en la imaginación, mientras que la par­
ticipación mutua de entrelazamiento que ocurre en la relación-nosotros
es una cuestión de experiencia inmediata. Entre estas dos situaciones
encontramos muchos grados intermedios. Por ejemplo, pensemos en la
inmediatez gradualmente decreciente de los siguientes casos: a ) llevar
a cabo una conversación imaginada con un amigo; b ) conjeturar lo
que diría mi amigo si yo procediera de tal o cual manera, e ) hacer
algo "por él".
3. Cuando A habla de su amistad con B, puede referirse al hecho
de que, prescindiendo de los obstáculos externos, siempre pueden re­
unirse y comenzar donde habían dejado. Esto es paralelo con lo que
ocurre en la esfera del juicio. Hemos mostrado en nuestro análisis del
contexto de "conocimiento" que este último se refiere a una suma de
juicios objetivados ya constituidos [u objetividades-juicio: Urteilsge­
genstiindlichkeiten]. El conocimiento es entonces un repositorio del
cual se pueden tomar elementos en cualquier momento mediante la

34 Habrá que describir con exactitud las diferentes formas de las relaciones
de orientación y de interacción social en el mundo de los contemporáneos.
35 ["Aufeinanderbezogen . . . aufeinander eingestellt."]
209

reactivación de los juicios en cuestión. De la misma manera, cuan<lo A


habla de su amistad con B, se refiere a un almacenamiento de 'iven­
cias pasadas de B. Pero supone, al mismo tiempo, que esas vivencias
pueden reactivarse en una relación-nosotros revivida y que, sobre esa
base, ambas partes pueden proceder con:io antes. Lo que se revive
en este caso, por supuesto, no son tanto las vivencias específicas que
ocurrieron previamente dentro de la relación-nosotros, como la vivencia
de la relación-nosotros misma.
En estas últimas páginas hemos descripto la zona intermedia entre
la situación cara a cara y la situación que implica a meros contempo­
ráneos. Continuemos nuestra trayectoria. Cuando nos aproximamos
al mundo distante de los contemporáneos, nuestra vivencia de los otros
se vuelve cada vez más remota y anónima. Al entrar en el mundo de
los contemporáneos propiamente dicho pasamos a través de una región
tras otra: 1 ) la región de aquellos a quienes encontré una vez cara a
cara y podría encontrar de nuevo ( por ejemplo, mi amigo ausente ) ;
luego 2 ) viene la región de aquellos que alguna vez encontró la
persona con la que estoy hablando ahora ( por ejemplo, tu amigo a
quien tú me estás prometiendo presentarme); a continuación 3 ) la región
de aquellos que son todavía puros contemporáneos pero a quienes
conoceré pronto ( tales como el colega cuyos libros he leído y a quien
me dirijo ahora a visitar) ; después 4) los contemporáneos de cuya
existencia sé, no como individuos concretos, sino como puntos en el
espacio social definidos por una cierta función ( por ejemplo, el em­
pleado de correos que despachará mi carta ) ; luego 5 ) las entidades
colectivas cuya función y organización conozco aunque no sea capaz
ele nombrar a ninguno de sus miembros, tal como el Parlamento del
Canadá; después 6) las entidades colectivas que son anónimas por su
naturaleza misma y de las cuales no podría tener nunca, en principio,
experiencia directa, tales como el "Estado" y la "nación"; a continua­
ción 7) las configuraciones objetivas de significado que han sido ins­
tituidas en el mundo de mis contemporáneos y que viven una especie
de vida propia anónima, tales como la cláusula de comercio interestatal
y las reglas de la gramática francesa; y finalmente 8 ) los artefactos de
cualquier clase que testimonian el contexto subjetivo de significado
de alguna persona desconocida. Cuanto más afuera vamos internándo­
nos en el mundo de los contemporáneos, más anónimos se vuelven sus
habitantes, comenzando por la región más interna, donde casi pueden
ser vistos, y terminando por la región donde son por definición inacce­
sibles para siempre a la vivencia.

37. El contemporáneo como tipo ideal. La naturaleza


de la relación-ellos
Mi mero contemporáneo ( o "contemporáneo" ) es, entonces, alguien
de quien yo sé que coexiste conmigo en el tiempo pero a quien no
vivencia en forma inmediata. Por consiguiente, esta clase de conocí-
210

miento es siempre indirecto e impersonal. No puedo Jlamar "tú" a mi


contemporáneo en el rico sentido que este término tiene dentro de la
relación-nosotros. Por supuesto, mi contemporáneo puede haber sido
una vez mi consociado, o puede aún llegar a serlo, pero esto no altera
de ninguna manera su status actual.
Examinemos ahora los modos en que se constituye el mundo de
los contemporáneos y las modificaciones que sufren en ese mundo los
conceptos "Orientación-otro" y "relación social". Estas modificaciones
surgen necesariamente del hecho de que el contemporáneo sólo es
indirectamente accesible y de que sus vivencias sólo pueden conocerse
en forma de tipos generales de vivencia.
Es fácil comprender que debe ser así si consideramos la diferencia
que existe entre los dos modos de experiencia social. Cuando yo te
encuentro cara a cara, te conozco como una persona en un momento
único de experiencia. �Iientras esta relación-nosotros permanece inin­
terrum pida, cada uno de nosotros está abierto y accesible a los Actos
intencionales del otro. Por un breve momento envejecemos juntos, cada
uno de nosotros vivencia el flujo de conciencia del otro en una especie
de íntima posesión mutua.
La situación es por completo diferente cuando yo te experimento
como mi contemporáneo. Aquí tú no me eres dado de ninguna manera
en forma prepredicativa. Ni siquiera aprehendo en forma directa tu
existencia ( Dasein) . Todo mi conocimiento de ti es mediato y des­
criptivo. En esta clase de conocimiento establezco tus "características"
por inferencia. De tal conocimiento resulta la relación-nosotros indirecta.
Para aclarar este concepto de "mediación", examinemos dos modos
distintos en que llegamos a conocer a un contemporáneo. Ya hemos
mencionado la primera: mi conocimiento deriva de un encuentro pre­
vio cara a cara con la persona en cuestión. Pero este conocimiento
se ha vuelto desde entonces mediato 36 o indirecto porque la persona se
ha desplazado fuera del ámbito de mi observación directa. En efecto,
yo hago inferencias acerca de lo que está ocurriendo en el espíritu de
esa persona, bajo el supuesto de que ésta sigue siendo en gran medida
la misma 8 7 desde que la vi por última vez, aunque, en otro sentido, sé
muy bien que debe haber cambiado por la absorción de nuevas viven­
cias o meramente en virtud del envejecimiento. Pero en lo que respecta
al modo en que ha cambiado, mi conocimiento es indirecto o no existe.
Una segunda manera en que llego a conocer a un contemporáneo
consiste en construir una representación de éste a partir de la expe­
ri.encia directa pasada de alguien con quien estoy hablando ahora ( por

S il Estamos usando aquí el término "inmediatez" de modo que incluya lo que


Husserl denomina "experiencia en una originalidad secundaria" (Logik, pág. 206 ) ;
cf. más arriba, apartado 33, pág. 193. .
37 Sobre este punto, así como sobre e] problema de la anonimidad del tipo
ideal, véase la esquemática pero importante contribución de Fe]ix Kaufmann, "So­
ziale Kollektiva", Zeitschrift fi.ir NationalOkonomie, I, págs. 294-308.
21 1

ejeil'.lplo, cuando mi amigo describe a su hermano, a quien no conozco) .


Este caso es una variante del primero. También aquí aprehendo al
contemporáneo mediante un concepto o tipo fijado, que deri\"a en
última instancia de la experiencia directa, pero que ahora se mantiene
invariable. Pero existen diferencias entre ambos casos. En primer lugar,
no tengo ningún cuadro vívido y concreto que sea mío y con el cual
pueda comenzar : debo depender de lo que me dice mi amigo. En
segundo lugar, tengo que depender del supuesto de mi amigo, no del
mío, de que el contemporáneo que está describiendo no ha cambiado.
Estos son los modos de constitución de todo el conocimiento que
tenemos de nuestros contemporáneos, derivado de nuestra propia expe­
riencia pasada) directa o indirecta, y de todo el conocimiento que hemos
adquirido de otros, sea por la lectura o mediante conversación. Resulta
claro, entonces, que las experiencias sociales indirectas derivan su vali­
dez original del modo directo de aprehensión. Pero los ejemplos citados
más arriba no agotan todos los modos por medio de los cuales puedo
llegar a conocer a efiis contemporáneos. Hay todo un mundo de objetos
culturales, por ejemplo, que va desde los artefactos hasta las institu­
ciones y las_ maneras convencionales de hacer cosas. También estos
objetos contienen dentro de sí mismos referencias implícitas a mis con­
temporáneos. - Puedo "leer" en estos objetos culturales las vivencias de
otros que po conozco. Sin embargo, aun en este caso estoy haciendo
inferencias sobre la base de mi experiencia directa previa de los otros.
Digamos qué el objeto que tengo ante mí es un producto terminado.
Estuve quizá úna vez junto a un hombre que manufacturaba algo
parecido a ésto. Como lo observé mientras trabajaba, supe con exac­
titud lo que ocurría en su mente. Si no fuera por esta experiencia no
sabría qué hacer con el producto terminado de la misma clase, que
veo ahora. Podría incluso no reconocerlo en absoluto como un arte­
facto y tratarlo como cualquier otro objeto natural, como una piedra
o un árbol. En efecto, lo que hemos llamado la tesis general del otro
yo, es decir, el hecho de que el tú coexiste conmigo y envejece con­
migo, sólo puede descubrirse en la relación-nosotros. Por lo tanto, aun
en este caso sólo tengo una experiencia indirecta del otro yo, basada en
experiencias pasadas directas sea de un tú como tal o de un tú en par­
ticular. Mis encuentros cara a cara con otros me han proporcionado
un profundo conocimiento prepredicativo del tú como un yo. Pero el
tú que es meramente mi contemporáneo nunca es experimentado en
forma personal como un yo, y nunca ·prepredicativamente. Por el con­
trario, toda experiencia ( Erfahrung) de contemporáneos es de natu­
raleza predicativa. Se forma por medio de juicios interpretativos que
incluyen todo mi conocimiento del mundo social, aunque con grados
variados de explicitación.
Ahora bien, ésta es una verdadera orientación-otro, por más indi­
recta que pueda ser. Y bajo esta orientación-otro indirecta encontra­
remos las formas usuales de la simple - orientación-otro, la conducta
212

social y la interacción social. Llamemos casos de "orientación-ellos" ss


a todos estos Actos intencionales dirigidos hacia los contemporáneos,
en contraste con la "orientación-tú" de los Actos intencionales de la
experiencia social directa.
El término "orientación-ellos" sirve para llamar la atención hacia
la manera peculiar en que aprehendo las experiencias conscientes de
mis contemporáneos. En efecto, las aprehendo como procesos anóni­
mos.3 9 Consideremos el contraste con la orientación-tú. Cuando estoy
orientado hacia el tú, aprehendo las vivencias de la otra persona dentro
de su ubicación en la corriente de la conciencia del otro. Las aprehen­
do dentro de un contexto subjetivo de significado, como las vivencias
únicas de una persona en particular. Todo esto está ausente en la
experiencia social indirecta de la orientación-ellos. En este caso, no
estoy consciente del flujo progresivo de la conciencia del otro. No estoy
orientado hacia la existencia ( Dasein) de un tú individual concreto.
Tampoco estoy orientado hacia iriñgüña
vivencia subjetiva que se cons­
tituya en ese momento en toda su unicidad en la mente del otro, ni
hacia la configuración subjetiva de significado en que esas vivencias
van tomando su lugar. 1Iás bien, el objeto de mi orientación-ellos es
mi propia experiencia ( Erfahrung) de la realidad social en general,
de los seres humanos y sus procesos conscientes como tales, haciendo
abstracción de todo marco individual en que puedan ocurrir. Por lo
tanto, mi conocimiento de mis contemporáneos es inferencia} y discur­
sivo. Se encuentra, por su naturaleza esencial,40 en un contexto obje­
tivo de -significado y sólo en ese contexto. No contiene en sí ninguna
referencia intrínseca a personas ni a la matriz subjetiva dentro de la
cual se constituyeron las vivencias en cuestión. Sin embargo, debido
a esta misma abstracción del contexto subjetivo de significado, esas
vivencias exhiben la propiedad que hemos llamado su carácter "una
y otra vez". Se las trata como vivepcias conscientes que son típicas de
"alguien'', y, como tales, básicamente homogéneas y repetibles. La uni­
dad de un contemporáneo no se constituye originalmente en su propia
corriente de conciencia. ( En verdad, la cuestión de si el contemporá­
neo trene alguna corriente de conciencia es difícil y la trataremos más
adelante. ) Más bien, la unidad del contemporáneo se constituye en
mi propia corriente de conciencia, integrada por una síntesis de mis
propias interpretaciones de sus vivencias. Esta síntesis es una síntesis
de reconocimiento en la cual reúno monotéticamente en un enfoque
mis propias vivencias conscientes de alguien. En verdad, esas viven­
cias mías pueden haber sido de más de una persona. Y es posible que

38 [Ihreinstellung en el original. Adoptamos la traducción de Luckmann


"They-orientation" ( orientación-ellos ) como la mejor expresión inglesa del "distan­
ciamiento" que Schütz deseaba acentuar aquí.]
39 Sobre este punto véase más abajo, apartado 39, pág. 222.
4-0 Sin embargo, puedo vivenciar simultáneamente a alguien como un mero
contemporáneo y dotarlo de un yo duradero que tiene sus propios contenidos sub­
jetivos de significado que están abiertos a mi inspección. Véase más abajo, pág. 215.
213

correspondan a individuos definidos o a "gente" anónima. En esta sín­


tesis .de reconocimiento se constituye el tipo personal ideal.
Tenemos que ver muy claramente qué es lo que está ocurriendo
aquí. Se ha abandonado el contexto subjetivo de significado como
instrumento de interpretación, y se lo ha reemplazado por una serie de
contextos objetivos de significados :nuy complejos y sistemáticamente
interrelacionados. El resultad o es que el contemporáneo se anonimiza
en proporción directa al número y complejidad de esos contextos de
significado. Además, la síntesis de reconocimiento no apreh{:lnde a
la persona única tal como existe dentro de su presente viviente En .

cambio, la representa como si fuera siempre la misma y homogénea,


dejando de lado todos los cambios y los perfiles netos inherentes a la
individualidad. Por lo tanto, cualquiera sea la cantidad de gente que
se subsuma bajo el tipo ideal, éste no c orresponde a ninguna persona
en particular. Justamente ese hecho es lo que justifica que Weber lo
-

llame "ideal".
Demos unos pocos ejemplos para aclarar este punto. Cuando des­
pacho una carta por correo, supongo que ciertos contemporáneos míos,
a saber, los empleados de la oficina de correos, leerán la dirección y
expedirán la carta de manera correcta.41 No pienso en esos empleados
de correos como individuos. No los conozco personalmente ni espero
conocerlos ·alguna vez. También, como señalaba Max Weber, cuando
acepto dinero lo hago sin ninguna duda de que los demás, que siguen
siendo por completo anónimos, lo aceptarán a su vez de mí. Para
utilizar otro ejemplo de Weber,42 si me comporto de manera de evitar
la llegada repentina de ciertos señores uniformados y con chapas de
identificación, en otras palabras, en la medida en que me oriento hacia
las leyes y hacia el aparato que las refuerza, también en este caso me
estoy relacionando socialmente con mis contemporáneos concebidos
bajo tipos ideales.
En ocasiones como éstas espero siempre que los otros se comporten
de una manera definida, se trate de empleados de correos, de alguien
a quien pago o de la pol icía Mi relación social con ellos c onsiste en
.

el hecho de que interactúo con ellos, o quizá meramente de que al pla ­

near mis acciones los tengo presentes. Pero ellos, por su parte, nunca
aparecen como personas reales, sino tan sólo como entidades anónimas
definidas en forma exhaustiva por su s acciones. Unicamente en tanto
realizan estas funciones tienen alguna pertinencia para mi conducta
social. No entran nunca en mis cálculos el modo como se sienten cuando
sellan mi carta, dan curso a mis cheques o examinan mi planilla de
réditos. Sólo supongo que hay "algunas personas" que 'nacen esas
cosas". El modo como se comportan al realizar su tarea se define
puramente, desde mi punto de vista, por medio de un contexto objetivo

41 El ejemplo está tomado de Felix Kaufmann, "Soziale Kollektiva", pág. 299.


42 · weber, "R. Stammlers überwindung der materialistischen Geschichtsauf­
fassung", Gesammelte Aufsatze zur Wissenschaftslehre, pág. 325.
214

de significado. En otras palabras, cuando tengo la· orientacióncellos,


mis partícipes son "tipos".
El uso de tipos ideales no se limita al mundo de los contemporá­
neos, sino que también se lo pued e encontrar en nuestra aprehensión
del mundo de los predecesores . Además, puesto que los tipos ideales
son esquemas interpretativos del mundo social en general, se vuelven
.

pa1te d e nuestro repositorio de conócimiento acerca de ese mundo. Como


resultado, estamos tomando siempre elementos de ellos en nuestros tra­
tos cara a cara con los demás. Esto significa que los tipos ideales sirven
como esquemas interpretativos aun para el mundo de la experiencia
social directa. Sin embargo, la relación-nosotros los va llevando consigo
a medida que se desarrolla y los modifica. En ese proceso dejan de ser
meros tipos y "vuelven a la realidad" de nuevo. Demos un ejemplo.
A veces me encuentro cara a cara con varias personas a la vez. Así,
en cierto sentido, tenemos aquí una relación-ellos directa. Pero este
"ellos" puede fragmentarse siempre en un tú y tú y tú, con cada uno
de los cuales puedo entrar en una relación-nosotros. Supongamos, por
ejemplo que estoy mirando a un grupo de hombres que juegan a las
,

cartas. Puedo prestar especial atención a cualquiera de ellos. Cuando


lo hago estoy consciente d e él como un tú. Ya no lo veo como "un hom­
bre que juega a las cartas", lo cual sería meramente una interpretación
de mis propias percepciones. Más bien, estoy ahora consciente de la
manera en que él juega. Sigo con interés cada uno de sus movimien­
tos, conjeturando acerca de lo que ocurre en su mente en cada jugada
en particular. Y cuando observo a los otros partícipes, descubro que
también ellos están jugando a partir de sus contextos únicos de sig­
nificado.
Pero supongamos que suspendo por un momento mi participación
en esta vívida relación-nosotros, y que desplazo mi modo de observa­
ción, transportando a los jugadores a mi mundo de contemporáneos.
Puedo entonces formular una afirmación como la siguiente: "'Ellos están
jugando una partida de póker." Esta afirmación sólo se aplicará a cada
jugador individual en la medida en que el tipo de curso de acción "'par­
tida de póker" corresponda a una serie de vivencias conscientes del espí­
ritu de éste y esté para él en un contexto subjetivo de significado. De
esta manera, la acción de cada jugador estará "orientada" hacia las re­
glas del póker.43 Pero lo que tenemos aquí es realmente un postulado :
"Si A, B , y C están jugando a l póker, entonces su conducta se orienta
hacia un cierto modelo de acción M." Este postulado no se aplica mera­
mente, por supuesto, a A, B y C. Define más bien el tipo ideal "jugador
de póker". Y el postulado sólo se aplicará a A, B y C, en la medida en
que éstos ejemplifiquen individualmente ese tipo ideal. Pero en tanto
yo miro a los jugadores como ejemplos de un tipo ideal, debo dejar de
lado su individualidad. Ninguna vivencia concreta de A es jamás idén-

43 Aun el tramposo se orienta por las reglas; de otro modo, no podóa real­
mente hacer trampa.
215

tica Q. conmensurable con una d e B. En efecto, al pertenecer esas viven­


cias a diferent�s corrientes de conciencia, son únicas, irrepetibles y no
· susceptibles de yuxtaposición. Lo típico y sólo lo típico es homogéneo,
. y siempre es así. En la síntesis tipificante del reconocimiento realizo un
acto de anonimización en el cual abstraigo la vivencia del marco de la
corriente de la conciencia y, por lo tanto, la hago impersonal
Es también posible el proceso opuesto. El contexto objetivo de
significado · que define las vivencias de un tipo ideal puede remontarse
a un significado subjetivo cuando lo aplico a un individuo en una situa­
ción concreta. Así, puedo decir: "¡Oh, él es uno de éstos!" o "He visto
antes a este tipo!" Esta es la explicación del hecho de que yo experi­
mente a mi contemporáneo como ·un individuo con una vida consciente
en curso, aunque conozca sus vivencias por inferencia más bien que
por confrontación directa. Por lo tanto, aunque lo piense como un indi­
viduo, es con todo para mí un individuo exhaustivamente definido por
su tipo, un individuo "anónimo".

38. La constitución del esquema interpretativo típico-ideal

En la sección precedente hemos descripto como entendemos la con­


ducta de otros en función de tipos ideales. Vimos que el proceso consis­
tía esencialmente en hacer un corte en nuestra experiencia de otra
persona y, por así decirlo, "congelarlo en un portaobjetos'', lo cual se
logra mediante una síntesis de reconocimiento. Sin embargo, hay algo
ambiguo en este concepto de un tipo ideal de conducta humana.44
Denota al mismo tiempo tipos ideales que abarcan 1 ) contextos sub­
jetivos pre-dados de significado, 2) productos, 3 ) cursos de acéión y
4 ) objetos reales e ideales, cuando cualquiera de estas cosas es resul­
tado de la conducta humana. Se incluirían también las interpretacio­
nes de los productos de la conducta típico-ideal. Estas últimas son las
interpretaciones a que recurrimos cuando no sabemos nada de las viven­
cias individuales de quienes crearon esos productos. Cuando tropeza­
mos con algún ordenamiento de experiencia pasada bajo esquemas inter­
pretativos, con algún acto de abstracción, generalización, formalización
e idealización, cualquiera sea el objeto implicado, encontraremos allí
ese proceso en el cual un momento de una vivencia sale de su ámbito
y luego, por medio de una síntesis de reconocimiento, se congela en
un "tipo ideal" sólido y firme. En la medida en que puede aplicarse el
término "tipo ideal" a cualquier esquema interpretativo bajo el cual
se subsuman experiencias -como en los primeros escritos de Max
Weber-, no surge ningún problema particular para el especialista en
ciencias sociales. Podríamos hablar, exactamente en el mismo sentído,
de series evolutivas en biología, etcétera. No nos corresponde decir

44 [Idealtypus fremden menschlichen Verhaltens: literalmente, "tipo ideal de


la conducta humana de otra persona".]
216

qué grado de utilidad puede tener el concepto d e tipos ideales en esos


campos, puesto que nos interesa aquí un grupo de próblemas corres­
pondientes a las ciencias sociales.
El concepto de "tipo ideal de conducta humana" puede tomarse
en dos sentidos. Puede significar, ante todo, el tipo ideal . de otra per­
sona que se está expresando o se ha expresado de una cierta manera. O
puede significar, en segundo lugar, el tipo ideal del proceso expresivo
mismo, o incluso de los resultados exteriores que interpretamos como
signos del . proceso expresivo. Llamemos al primero el "tipo ideal per­
sonal" y al segundo el "tipo material" o "de curso de acción".45 Existe
por cierto una íntima relación entre los dos. No puedo, por ejemplo,
definir el tipo ideal de un empleado de correos sin tener primero en
mi mente una definición de su trabajo. Esta última es t.m tipo de curso
de acción, que constituye, por supuesto, un contexto objetivo de signi­
ficado. Una vez que estoy en claro respecto del tipo de curso de acción,
puedo construir el tipo personal ideal, que es "la persona que realiza
este trabajo". Y al hacerlo así, imagino los contextos subjetivos corres­
pondientes de significado que estarían en su mente, los contextos sub­
jetivos que serían adecuados a los contextos objetivos ya definidos. El
tipo personal ideal es, por lo tanto, derivativo, y el tipo de curso de
acción puede considerarse en forma por completo independiente como ·

un contexto puramente objetivo de significado.


Observando el lenguaje podemos ver el tipo personal ideal en el
proceso mismo de construcción. Me refiero a aquellos nombres que
son meramente verbos convertidos en sustantivos. Así, todo participio
presente es la tipificación personal de un acto en progreso, y todo par­
ticipio pasado es el tipo ideal de un acto completado. El agente hace
que se produzca el acto. Por consiguiente, cuando trato de comprender
la conducta de otro en la manera típico-ideal, puedo utilizar un mé­
todo doble: es posible comenzar por el acto terminado, establecer luego
el tipo de acción que lo produjo y, por último, determinar el tipo de
persona que debe haber actuado de esta manera. O puedo invertir
el proceso y, conociendo el tipo personal ideal, deducir el correspon­
diente acto. Por lo tanto, nos enfrentamos con dos problemas diferen­
tes: uno de ellos se refiere a qué aspectos de un acto 46 terminado se
seleccionan como típicos y cómo deducimos el tipo personal a partir
del tipo de curso de acción; el otro consiste en cómo deducimos accio­
nes específicas a partir de un tipo personal ideal dado. La primera
cuestión es de carácter general y versa sobre la génesis de lo típico.
Tiene que ver con la constitución de tipos ideales -sea de tipos de
cursos de acción o personales- a partir de actos concretos dados. La
segunda cuestión se refiere a la deducción de una acción a partir de

45 [Schütz llamaba también a éste, el "tipo de pauta de acción".]


46 Por razones de conveniencia sólo nos referimos aquí a actos pero nuestras
,

observaciones pueden aplicarse parí passu a producto s de todas clases y a su ge­


neración.
217

un tipo personal ideal, y la trataremos en el capítulo ·tii.ulado "La liber­


tad del tipo personal ideal".
Aclaremos primero el punto referente a que la comprensión de los
tipos personales ideales se basa en la de los tipos de cursos de acción.
En el proceso de comprender una determinada realización por
vía de un tipo ideal, el intérprete debe partir de sus propias percep­
ciones del acto manifiesto de alguien. Su meta consiste en descubrir
el motivo-para o el motivo-porque ( el que sea conveniente ) por detrás
de ese acto. Lo hace por medio de la interpretación del acto dentro de
un contexto objetivo de significado, en el sentido de que se asigna el
mismo motivo a cualquier acto que produce en forma repetida el mismo
fin mediante los mismos medios. Se postula ese motivo como constante
para el acto, prescindiendo de quién realiza ese acto o cuáles son sus
vivencias en ese momento. Por lo tanto, para un tipo personal ideal
existe un sólo motivo típico en lo que respecta a un acto típico. Cuando
pensamos en el tipo personal ideal quedan excluidas de la considera­
ción cosas tales como las vivencias que el individuo tiene de su acto
dentro de su corriente de conciencia, junto con todas las modificacio­
nes de su atención y todas las influencias que provienen del fondo de
su conciencia y pueden modificar tales vivencias. La comprensión típi­
co-ideal d_educe entonces en forma característica el motivo-para y el
motivo-porque de un acto manifiesto mediante la identificación de la
meta constantemente lograda de ese acto. Puesto que · el acto es por
definición repetible y típico, también lo es el motivo-para. El próximo
paso consiste en postular un agente por detrás de la acción, una per­
sona que, con una modificación típica de la atención, tienda típica­
mente a este acto típico, en síntesis, un tipo personal ideal.
Los procesos conscientes de los tipos personales ideales son, por
lo tanto, construcciones lógicas. Se deducen del acto manifiesto y se los
representa como temporalmente anteriores a ese acto, es decir, en el
tiempo pluscuamperfecto. El acto manifiesto se ve, entonces, como
el resultado regular y repetible de estos procesos conscientes inferidos.
Debe notarse que los procesos conscientes mismos se conciben en una
forma simplificada y como cortados según un molde. Carecen de todas
las pretensiones y expectativas vacías que acompañan a las vivencias
conscientes reales. No es cuestión irresuelta la de si la acción típica
llegará efectivamente a ser un acto terminado. Tal logro le es inhe­
rente por definición. El actor típico-ideal nunca tiene la experiencia
de elegir o de preferir una cosa a otra. Nunca vacila ni trata de tomar
partido respecto de si cumplirá una acción típica o atípica. Su motivo
es siempre totalmente directo y definido : el motivo-para de la acción es
el acto completado en cuya definición se basa toda la tipificación. Este
acto completado es, al mismo tiempo, la meta fundamental del estado
mental típico del actor en ese momento. En efecto, si el acto fuera
meramente un medio para lograr otro fin, entonces sería necesario
que el intérprete construyera para su actor ideal otro estado mental
218

típico, capaz de planear ese fin más amplio. Esto significaría que el
fin más amplio tendría que transformarse en el contexto objetivo de
significado de fundamental importancia desde el punto de vista del
intérprete. En otras palabras, el fin más amplio sería el único en fun�
ción del cual se definiría el acto. Finalmente, todo esto mantendrá
su validez para la construcción del auténtico motivo-porque. Este debe
postularse en alguna experiencia o pasaje de experiencia que sean típi­
cos y pueC.an haber dado origen al motivo-para que ya hemos cons­
truido.
La manera en que se construye un tipo personal ideal es entonces
la siguiente: se postula la existencia de una persona cuyo motivo viviente
real pueda ser el contexto objetivo de significado ya elegido para defi­
nir una acción típica. Esta persona debe ser alguien en cuya con­
ciencia la acción en cuestión pueda haberse construido paso a paso en
Actos politéticos, y cuyas propias vivencias provean el contexto subje­
tivo de significado que corresponde al contexto objetivo, la acción que
corresponde al acto.
Y ahora vemos la razón básica por la cual, tanto en las ciencias
sociales como en la comprensión cotidiana de la conducta de otro, pode­
mos ignorar la "acción total" en el sentido en que este último concepto
incluye las raíces esenciales de la acción en la conciencia de la persona.
La técnica de construcción de tipos personales ideales consiste en pos­
tular personas que puedan ser motivadas por el tipo material ideal ya
definido. El acto manifiesto o curso externo de acción que el obser­
vador ve como una unidad se retrotrae a un contexto subjetivo de sig­
nificado y se inserta en la conciencia del tipo personal ideal. Pero
la unidad de este contexto subjetivo deriva por entero del contexto
objetivo original de significado, del contexto de significado que es la
base misma del tipo personal ideal. Y debemos acentuar con insistencia
el hecho de que esta unidad de '1a acción de la otra persona" es sólo
un corte transversal que el observador extrae de su contexto fáctico
total. Lo que se define así en la abstracción como la unidad del acto
de la otra persona dependerá del punto de vista del observador, que
variará a su vez de acuerdo con sus intereses y problemas. Este punto
de vista determinará tanto el significado que da el observador a sus
propias percepciones del acto como el motivo típico que le asigna. Pero
para cada motivo típico, para cada corte transversal congelado de con­
ciencia, existe un tipo personal ideal correspondiente, que podría ser
subjetivamente motivado de la manera en cuestión. Por lo tanto, el
tipo personal ideal está determinado siempre en sí mismo por el punto
de vista del intérprete. Es una función de la pregunta misma que ese
tipo trata de contestar. Depende del contexto objetivo de significado
que ese tipo ideal meramente traduce a términos subjetivos y luego
personifica.
Es precisamente este punto el que la teoría de los tipos ideales
pasa por alto. Omite tomar en cuenta el hecho de que el tipo personal
219

ideal es por definici6n alguien que actúa de tal o cual manera y tiem•
tales o cuales vivencias. Más bien, invierte la dirección de la inferencia
y partiendo del tipo personal ideal como una "entidad libre" trata de
"descubrir" lo que este último quiere significar al actuar de tal o cual
manera. Además, esa teoría es bastante ingenua como para suponer
que los límites del acto pueden. ser demarcados objetivamente mientras
el actor está al mismo tiempo libre para dar al acto cualquier signi­
ficado que prefiera. · Una interpretación de esta clase, sea que se la
realice en la vida cotidiana o en el campo de la sociología, tiene por
lo menos la ventaja de una neta división del trabajo. Mientras deja al
tipo personal ideal la función de "adjudicar un significado" a su acción,
se reserva para sí misma el privilegio de decir cuál es ese significado. Se
· evitan las contradicciones asegurándose de que el tipo personal ideal
esté construido de tal manera que deba adjudicar subjetivamente a
sus actos el significado preciso que el intérprete está buscando. La
ilusión consiste en considerar al tipo personal ideal como una persona
real, mientras que en realidad sólo es la sombra de una persona. "Vive"
en una dimensión temporal nunca-nunca que nadie puede vivenciar
. jamás. Vive a través del número mínimo justo de vivencias que per-
mite calificarlo de autor del acto dado. Sin duda, hay que represen­
tarlo como "libre"; de otro modo, difícilmente confiriera "su propio
significado" al curso de acción en cuestión. Sin embargo, su libertad
sólo es aparente, porque el acto original que el científico social o el
observador de sentido común toma como su datum incluye ya dentro
de sí, por qefinición, motivos-para y motivos-porque preconstruidos e
inequívocos. El tipo ideal del actor es, entonces, el de la persona que
por definición vivencia politéticamente el acto ya concebido monoté­
ticamente por el científico social. Y así, cualquier cosa que el científico
social permita que su tipo ideal informe acerca de sus acciones, es
sólo una profecía posterior a los hechos.
La ilusión de la "libertad" del tipo personal ideal surge del hecho
de que p�eguntamos qué clase de actos futnros podemos esperar d e
u n tipo personal ideal dado. Sigue siendo cuestión de conjetura y
de "espere y vea", cómo se llevará a cabo la conducta adscripta a un
determinado tipo ideal. Según todas las apariencias, la acción .espe­
rada, ya definida con respecto a sus motivos-para y sus motivos-porque,
puede ocurrir o no ocurrir. Supongamos que llamo avaro a A, que es
una persona que conozco, identificándolo por ello con un tipo personal
ideal. Queda con todo abierta la cuestión respecto de si dará una
donación con fines benéficos. Sin embargo, estrictamente hablando, la
cuestión real no es en este caso si la acción del tipo ideal es libre y
no determinada. Más bien, consiste en si A es realmente un avaro.
Con seguridad, aun la determinación de los motivos del tipo ideal debe
estar sujeta al test de la experiencia social indirecta, y en última ins­
tancia directa. E incluso en los encuentros sociales directos, según
hemos visto, los esquemas interpretativos utilizados en la comprensión
220

de la otra persona van cambiando co:p.stantemente con la experiencia.


Sin embargo, en la relación cara a cara · está presente, en persona, un
ser humano real, libre y duradero. En efecto, como hemos visto, el
. mero hecho de que podamos formular sólo afirmaciones probables
acerca de un contemporáneo concebido bajo el título de un tipo ideal,
no implica que el tipo ideal sea libre en sí mismo. Es importante
comprender que la persona así concebida sólo se comporta como un
tipo ideal en la medida en que actúa de la manera estipulada. En otras
situaciones su conducta no tiene por qué ser, de ninguna manera, típica.
Cuando :Moliere enreda a Harpagón en un affaire amoroso, no se
deduce que la conducta amorosa de este último, sea individual o típica,
pueda predecirse con exactitud basándose en el hecho de que es un
tacaño. :\Iás bien, sus relaciones amorosas entrarán en otra categoría
(serán trascendentes-al-tipo ) . Aun así, una vez que se reconoce a
Harpagón como un avaro típico, le son aplicables de inmediato una
cantidad de esquemas interpretativos. Para decirlo de una manera más
general, el tipo personal puede ser, y a menudo es, construido sobre
la base de otros tipos ideales ya conocidos por el intérprete. Si cam­
bia la situación que está sometida a interpretación, el intéprete puede
siempre remontarse a esos tipos ideales ya hechos que tiene como
antecedentes y sustituir por uno de ellos al tipo ideal del que partió.
Pero hace esto habitualmente sin tener plena conciencia. Y puesto que
utiliza el viejo nombre para el tipo ideal nuevo, tiende ingenuamente
a identificar a éste con el tipo viejo. Y parece de repente como si el
tipo ideal hubiera asumido una especie de libertad y se hubiera trans­
formado en una persona más bien que en un concepto abstracto e
intemporal. Parece de pronto capaz de elegir entre alternativas, y se
produce la ilusión de que uno casi no sepa qué esperar del tipo ideal.
No obstante, esta ilusión de la conducta típico-ideal que se ejecuta
libremente, no soporta el análisis lógico. S_iempre que aparece, es signo
de que el intérprete no ha ejecutado en toda su extensión la altera­
ción de estructura lógica que requiere su nuevo problema. Por supues­
to, la ilu.sión misma, al surgir de la confusión del intérprete acerca de
lo que está haciendo, puede inducirlo a cometer verdaderos errores
en la acción. El cuento de Pigmalión, cuyas estatuas cobraban vida, es
una parábola que ilustra el punto a que pueden llegar tales aventuras
interpretativas ingenuas.
Pero este problema no se limita, de ninguna manera, a la inter­
pretación del mundo de los contemporáneos. El observador directo, y
aun más, el participante en una relación social, trae a la situación todo
un arsenal d e esquemas interpretativos para comprender a los otros.
Entre ellos estarán los que derivan de su experiencia social directa, de
la experiencia que tiene de sus contemporáneos y de sus predecesores.
Dispondrá tanto de tipos personales como de tipos de curso de acción.
· Escrutando, barajando y yuxtaponiendo constantemente esos tipos idea­
les, puede enfrentar los múltiples cambios que ocurren en la otra
22 1

persona y captarla así en su realidad viviente ( Por supuesto, esta


. •

clase de comprensión personal sólo es habitualmente posible en la


relación-nosotros directa, y como resultado de la intencionalidad ,i,ien­
te peculiar de esa íntiina situación.)
·

Hay aquf vastos problemas para la investigación sociológica, pero


escapan al ámbito de este tratado. Esperamos considerarlos en el
futuro, en un estudio detallado de la persona sociológica.
Sin embargo, podemos demostrar brevemente la forma peculiar
en que los tipos ideales varían y se desplazan de acuerdo con el punto
de vista del observador, las preguntas que éste formula y el complejo
total de su experiencia. Si observo a un hombre que ajusta una tuerca,
o incluso oigo decir que lo hace, mi primer esquema interpretativo lo
representará uniendo dos partes de un aparato con una llave. Si me
entero luego de que el hecho está ocurriendo en una fábrica de auto­
móviles, eso me permite ubicar la operación dentro del contexto total
de "fabricación de automóviles". Si sé además que el hombre es un
mecánico, puedo entonces suponer muchas cosas acerca de él, por
ejemplo, que llega a trabajar todas las mañanas y vuelve a su casa
por las noches, que recibe su cheque todos los días de pago, etcétera.
Puedo ii:icluirlo luego en un contexto más amplio de significado, apli­
cánd9le el tipo ideal "trabajador urbano" o, más específicamente "tra­
bajador de Berlín en el año 1931". Y una vez que he establecido el
hecho de que el hombre es alemán y berlinés, todos los esquemas inter­
pretativos correspondientes le son aplicables. Es evidente que puedo
ampliar indefinidamente el número de esquemas que aplico, según las
preguntas que elija para contestar y la clase de interés particular que
éstas encierren. Supongamos ahora que mi interés se centra en la posi­
ción política de este trabajador o en su religión. Es difícil que pueda
extraer tal información de los esquemas interpretativos puramente fác­
ticos y externos que he establecido hasta ahora. Desde este punto en
adelante, al carecer de datos adicionales, cualquier tipo ideal que esta­
blezca se hallará sobre terreno inseguro. Supongamos que yo digo:
"Los trabajadores de esta clase votan típicamente por los socialdemó­
cratas." Mi juicio se basaría en la información estadística de que en
la última elección la mayoría de los trabajadores berlineses votaron
por el partido en cuestión. Sin embargo, lo que no sé es si ese traba­
jador en particular pertenece a la mayoría; todo lo que tengo es una
probabilidad. La probabilidad se acrecentaría si yo supiera que el
trabajador es afiliado de un sindicato o que tiene un carnet partidario.
Ya hemos observado que toda interpretación basada en una construc­
ción típico-ideal es sólo probable. Es posible, por ejemplo, que el
hombre que hace girar la tuerca frente a mí no sea un trabajador sino
un ingeniero o un estudiante que ha tomado un trabajo de verano. En
este caso, por supuesto, todas las deducciones que hice acerca de él
utilizando el tipo ideal "trabajador berlinés" son falsas. Pero esto sólo
muestra que toda construcción típico-ideal está determinada por los
222

límites del conocimiento que el observador tiene en ese momento. El


ejemplo que hemos dado muestra claramente como el contexto de sig­
nificado, el esquema interpretativo y el tipo ideal están correlaciona­
dos. Son todos expresiones de un problema común, el problema de la
· ·

pertenencia.
Ahora bien, los tipos ideales que se construyen continuamente en
la vida cotidiana están sometidos a constante ajuste y revisión sobre la
base de la experiencia del observador, sea esta última directa o indi­
recta. En lo que respecta a la experiencia social directa, el conoci­
miento de los contenidos de la conciencia de la otra persona adquirido
en la relación-nosotros modifica los esquemas interpretativos típico­
ideales, sean estos últimos posicionales o neutralizantes. Todo . el cono­
cimiento que tenemos de nuestros congéneres se basa, en último análi­
sis, en experiencia personal. El conocimiento típico-ideal de nuestros
contemporáneos, por otra parte no se refiere a la otra persona en su
inmediatez concreta dada sino en lo que ésta es, en las características
que tiene en común con otros. Interpretar la conducta de un contem­
poráneo como típica significa explicarla como la conducta de un "hom­
bre como ése que está ahí", de "uno de ellos". La orientación hacia
el mundo de los contemporáneos es necesariamente y siempre "orien­
tación-ellos".

39. Grados de anonimidad en el mundo de los contemporáneos.


La concretez del tipo ideal
'

La orientación-ellos es la forma pura 47 de la comprensión del contem­


poráneo de un modo predicativo, es decir, en función de sus caracte­
rísticas típicas. Por lo tanto, los actos de orientación-ellos están diri­
gidos intencionalmente hacia otra persona imaginada como existente
. al mismo tiempo que uno mismo, pero concebida en función de un
tipo ideal. Y tal como en los casos de la orientación-tú y la relación­
nosotros, también en la orientación-ellos podemos hablar de diferentes
estadios de concretización y actualización.
Para distinguir uno de otro los diversos estados de concretización
de la relación-nosotros, establecimos como criterio los grados de cer­
canía a la vivencia directa. No podemos utilizar este criterio dentro
de la orientación-ellos. La razón consiste en que esta última posee
por definición un elevado grado de remoticidad que la aleja de la
vivencia directa, y el yo del otro que es su objeto posee un grado
correlativamente mayor de anonimidad.
Precisamente este grado de anonimidad es lo que ofrecemos ahora
como criterio para distinguir entre los diferentes niveles de concreti­
zación y actualización que ocurren en la orientación-ellos. Cuanto más

47 [Die Leerform, literalmente, "la fonna vacía".]


223

anónimo es el tipci personal ideal aplicado en la orientación-ellos, tanto


más grande es el uso que se hace de contextos objetivos de significado
en lugar de contextos subjetivos, y encontraremos que · tanto más pre­
dados son lo.s tipos personales ideales y los contextos objetivos de sig­
nificado de bajo nivel. ( Estos últimos han derivado, a su vez, de otros
estadios de concretización de la orientación-ellos.)
Aclaremos ahora qué queremos exactamente significar al referirnos ·
a la anonimidad del tipo ideal en el mundo de los contemporáneos. La
orientación-tú . pura consiste en la mera conciencia de la existencia de
la otra persona, dejando de lado todas las cuestiones referentes a las
características de esa persona. Por otra parte, la orientación-ellos pura
se basa en el presupuesto de tales características en la forma de un
tipo. Puesto que esas características son genuinamente típicas, se las
puede presuponer en principio una y otra vez. Por supuesto, cuando
doy por sentadas tales características típicas supongo que existen ahora
o existieron alguna vez. Sin embargo, esto no significa 'que esté pen­
sando en ellas como existentes en una persona en particular y en un
determinado tiempo y lugar. El otro yo contemporáneo es por lo tanto
anónimo en el sentido de que su existencia es sólo la individuación
de un tipo, una individuación que se puede meramente suponer o
considerar posible. Ahora bien, puesto que la existencia misma de mi
contemporáneo no tiene nunca carácter de absoluta certeza, cualquier
tentativa de mi parte para llegar a él o influir sobre él puede no alcan­
zar su objetivo y, por supuesto, me doy cuenta de ese hecho.
El éonéepto que hemos estado analizando es el de la anonimidad
del partícipe en el mundo de los contemporáneos. Es crucial para la
comprensión de la naturaleza de la relación social indirecta. Exami­
naremos ahora las importantes consecuencias de este concepto para
nuestro problema general. Pero antes debemos tratar acerca de ciertos
significados más que posee el término anonimidad.
La anonimidad puede significar la generalidad del esquema tipi­
ficante. Si el esquema deriva · de las características de una persona en
particular decimos de él que es relativamente concreto y rico en conte­
nido específico. Pero si deriva de las características de un tipo personal
previamente construido, decimos que es relativamente más anónimo.
Podemos afirmar entonces que la concretez del tipo ideal es inversa­
mente proporcional al nivel de generalidad de las vivencias pasadas a
partir de las cuales se lo construyó. El fundamento más profundo de
esto es el hecho de que, a medida que el intérprete desciende a tipos
ideales cada vez más bajos, debe dar cada vez más cosas por sentadas.
Difícilmente pueda examinar en detalle todos estos tipos ideales más
generales, sino que debe abar.carios de una ojeada, contentándose con
un cuadro vago. Cuanto más dependa de tales tipos ya hechos para
construir su propio tipo ideal, tanto más vaga será su explicación de
este último. Esto resulta inmediatamente obvio cuando tratamos de ana­
lizar objetos culturales como el Estado, la economía y el arte, etcétera.
224

El grado dé concretez de Ul\ tipo ideal varía también directamente


con la convertibilidad de su correspondiente relación-ellos en una rela­
ción-nosotros. En la medida en que concibo los estados conscientes
de mi tipo ideal como pertenecientes a una o más personas reales con
las cuales podría tener una relación-nosotros, mi tipo ideal es más
concreto y menos anónimo. Es el caso, por supuesto, de que los estados
conscientes de mi contemporáneo sean, en principio, meros objetos de
pensamiento para mí, no objetos de vivencia. Sin embargo, la concre­
tez de mi tipo ideal de él será mayor según la facilidad con que pueda
convertir la correspondiente orientación indirecta en directa) con que
pueda pasar de una comprensión meramente conceptual y predicativa
a una captación inmediata de la persona misma. El tipo personal ideal
es, por lo tanto, menos anónimo cuanto más cerca está del mundo de la
realidad social directamente vivenciada. Los dos ejemplos siguientes
ilustrarán este aspecto. ,
Pienso en N, mí amigo ausente, asumiendo hacia él la habitual
orientación-ellos. Sabiendo que él enfrenta en este momento una deci­
sión difícil, construyo a partir de mis vivencias directas pasadas acerca
de él el tipo personal ideal "mi amigo N", o un tipo de curso-de-acción
"cómo actúa N frente a decisiones difíciles". Este tipo ideal tiene
esencialmente la orientación-ellos : "La gente como N actúa de tal o
cual manera cuando enfrenta dE:cisiones difíciles". Sin embargo, el tipo
ideal "mi · amigo N" es aún, extremadamente concreto, y mi relación
indirecta con él puede -dejando de lado las dificultades técnicas­
transformarse en cualquier momento en relación directa. La validez
misma del tipo ideal, así como su verificabilidad, se basa en que esto
sea posible. · ·

Nuestro segundo ejemplo: mi amigo A me h�bla de X, una persona


que él conoció recientemente pero a la cual yo no conozco. "Me hace
una descripción" de X, tomando elementos de su propia vivencia direc­
ta para construir para mí un tipo ideal. Ahora bien, el cuadro que él
esboza estará determinado, por supuesto, por la manera en que ve
retrospectivamente su encuentro con X, y éste, a su vez, dependerá
de sus intereses y de las modificaciones de su atención. Pero ahora
tomaré el tipo ideal que A ,ha construido para mí y haré mi propio
tipo ideal a partir de él, sobre la base de mi propia experiencia pasada.
Pero puesto que mis intereses y mis modificaciones de atención serán
radicalmente diferentes, también lo será mi tipo ideal. Además, mi
amigo A ha formulado el juicio que dio por resultado su tipo ideal con
plena claridad, mientras que yo debo formular necesariamente el mío
sólo de una manera confusa.48 Puedo incluso cuestionar el juicio de

48 Esta observación l_a hac� Husserl en su Ló�_JJ -��nta.l, pá-


gmas 51 y 52, donde exannna el ,comprender-despues que caracrenza nue'Stta cap­

tación de los juicios de otras personas : "Por consiguiente, debemos distinguir entre
los juicios no explícitos de otro indicados por una proposición lingüística explícita­
mente formulada, por una parte, y un correspondiente juicio o esclarecimiento explí­
citos de lo que se quería significar, por otra . . . " "Si se trata del juicio de otra
225

A. Sabiendo que él es una persona emocional, puedo no aceptar su


caracterización de X, pensando "es la manera en que A ve siempre a
la gente".
Estos dos ejemplos deberían bastar para explicar cu<':n complicados
son los problemas de la comprensión social indirecta. Ambos implican
tipificaciones relativamente concretas basadas en mi experiencia directa
de mis congéneres. La experiencia dfrecta implicada es la mía propia
o la de un intermediario. Pero en ambos casos los contextos subjetivos
de significado que utilizo para comprender a N y a X mostrarán los
efectos de los contextos subjetivos de significado que estuvieron· en la
mente de estos dos individuos reales.
Llamemos tipo "caracterológico" a un tipo ideal de esta clase.
Debería distinguírselo del tipo ''habitual", que define a un contempo­
ráneo solamente en términos de su función. El concepto de un em­
pleado de correos, por ejemplo, es un tipo habitual. El empleado de ·
correos es por definición "el que remite la correspondencia", o, en el
ejemplo que hemos utilizado, mi correspondencia. Un tipo habitual
es, por lo tanto, menos concreto que un tipo caracterológico. S e basa
en un tipo de curso-de-acción que presupone o al cual se refiere. El
tipo caracterológico, por otro lado, presupone una persona real a la
. cual puedo enfrentar cara a cara, y se refiere a ella. Además, el tipo
habitual es más anónimo. De hecho, cuando pongo una carta en el
buzón, ni siquiera necesito tener presente el tipo personal "empleado
de correos", en el sentido de pensar en un individuo que tiene en su
mente ciertos contenidos subjetivos específicos de significado mientras
realiza su trabajo, tales como pensar en recibir una cierta cantidad de
dinero por el servicio que presta. La única cosa importante para mí
en esta situación es el proceso de remisión de la correspondencia y
me limito a otorgarle el título abstracto de "empleado de correos". Y ni
siquiera tengo que pensar en un empleado de correos como tal cuando
despacho una carta. Me basta saber que de alguna manera ésta llegará
a destino.49
En el capítulo de los tipos habituales entran aquellos que se refie­
ren a las "conductas" o al ''hábito".5º La fijación en forma concep!ual
d e modos externos d e conducta o secuencias d e acción,51 derivados de
la observación directa o indirecta, lleva a establecer un catálogo de tipos
materiales de curso-de-acción, al cual se agregan luego los correspon­
dientes · tipos personales. Pero estos tipos de curso-de-acción pueden
ser de grado de generalidad diferente: pueden ser más o menos "estan­
darizados", es decir, derivar de conductas que se producen con mayor o

persona, y yo no comparto su creencia, lo que tengo ante mí es una mera represen­


taci6n de esa creencia como 'la creencia de que la cosa es de tal o cual manera'."
- 49 Tal como puedo utilizar el teléfono sin saber c6mo funciona. Véase más
arriba, apartado 17, pág. 117. ..
50 [Schütz pone estas palabras en inglés: behave y habit.]
51 Para una crítica del conductismo como método sociológico, véase Mises,
"Begreifen und Versteheií', Schmollers Jahrbuch, LIV, págs. 139 y sigs.
226

menor frecuencia estadística. La idealidad del tipo personal ideal


basado en tales tipos de frecuencia ( en otras palabras, la irreductibi­
lidad de tales clases de conducta a las vivencias conscientes de otras
personas reales) es, sin embargo, independiente en principio del grado
de generalidad de la conducta misma.52 Por otra parte, la "estandari­
zación" de la conducta tipificada puede a su vez remontarse a un tipo
personal ideal previamente construido. Tomemos como ejemplo la
"conducta tradicional" de Weber, "la gran masa de toda la acción coti­
diana a la cual la gente se ha acostumbrado en forma habitual",53 que
ya se basa en el tipo personal ideal previamente construido del hombre
que actúa de acuerdo con la costumbre; y, como ejemplo adicional,
tomemos toda conducta orientada a la validez de un orden. Esto
último significa, en términos de la constitución de tipos ideales de
contemporáneos, que el orden válido funciona como un esquema inter­
pretativo para ellos. Ese orden establece como conducta requerida
· pautas definidas de acción y tipos personales ideales definidos, en la
medida en que la persona que acepta tales tipos estándar y se orienta
según ellos puede estar segura de que su conducta será interpretada
adecuadamente por los contemporáneos orientados hacia el mismo
orden. Sin embargo, toda interpretación de esta clase por los contem­
poráneos

. . . debe tomar en cuenta un hecho fundamentalmente importante. Estos conceptos de


entidades colectivas que se encuentran tanto en el sentido común como en el pen­
samiento jurídico y en otras formas técnicas de pensamiento, tienen un significado
en la mente de las personas individuales • . . como algo que posee autoridad norma­
tiva. Esto es cierto no sólo en lo que respecta a jueces y funcionarios, sino también
a "individuos privados ordinarios"; tales ideas tienen una influencia poderosa, a me­
nudo decisiva, en el curso de acción de individuos reales.54

Sin embargo, esta observación hecha al pasar no es de ninguna manera


una explicación exhaustiva de la situación que implica un orden válido;
por ejemplo, el aparato coercitivo que acompaña a todo orden regu­
lativo es de la mayor importancia desde el punto de vista de la socio­
logía. 55 Lo importante para nosotros aquí es que aun la conducta que
está orientada hacia la validez de un orden es, en el sentido que nos­
otros damos al término, conducta habitual. Nuestro concepto de lo

52 Analizaremos este problema con mayor detalle cuando estudiemos, en el ca­


pítulo V, la relación entre adecuación causal y adecuación de significado. Cf. apar­
tado 46, pág. 261.
53 Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 12 [T.I., pág. 116] .
54 lbíd., pág. 7 ( [T.I., pág. 102] . Pero cf. la crítica que hace Kelsen de esta
posición en su obra Der soziologische und furistische Staatsbegriff {Tubinga, 1922 ) ,
págs. 156 y sigs.
5a Sobre este punto véase el excelente estudio de Voegelin titulado "Die Ein­
heit des Rechtes und das soziale Sinngebilde Staat", Internationale Zeitschrift für
die Theorie des Rechts, IV { 1930), págs. 58-89, especialmente págs. 71 y sigs.
227

habitual es, por lo tanto, más amplio que el que la palabra tiene en
el uso ordinario.
Hay otros tipos ideales que s e caracterizan por un grado aun mayor
de anonimidad que el de los tipos ideales habituales. El primer gru­
po de éstos consiste en los así llamados "colectivos sociales", todos los
cuales son constructos referentes al mundo de los contemporáneos.56
Esta amplia clase contiene tipos ideales de grados de anonimidad
muy diferente. La junta directiva de una determinada sociedad o el
Senado de los Estados Unidos son tipos ideales relativamente concre­
tos, y el número de otros tipos ideales que éstos presuponen es muy
limitado. Pero con mucha frecuencia utilizamos frases en las cuales
aparecen como sujetos gramaticales tipos ideales como "el Estado", "la
prensa", "la economía", "la nación", "el pueblo", o por ejemplo "la clase
trabajadora" 57• Al hacerlo, tendemos naturalmente a personificar estas
abstracciones como si fueran personas reales conocidas en la experien­
cia social indirecta. Pero estamos cayendo aquí en el antropomorfismo.
En realidad esos tipos ideales son absolutamente anónimos. Cualquier
atribución de conducta que hagamos a los tipos no permite ninguna
inferencia con respecto · a la existencia de un contexto subjetivo de
significado correlativo en la mente de un actor contemporáneo. "Para
la interpretación subjetiva 58 de la acción en el trabajo sociológico"
dice Max Weber,
estas colectividades deben ser tratadas considerándolas solamente como las resultan -

tes y modos de organización de los actos particulares de personas individuales,


puesto que sólo éstas pueden ser tratadas como agentes en un curso de acción subje­
tivamente comprensible. . . . Para fines sociológicos . . . no existe algo semejante
a una personalidad colectiva que "actúa", Cuando se hace referencia en un contexto
sociológico a un "Estado", a una "nación", a una sociedad anónima", a una "fami­
"

lia" o a un "cuerpo de ejército", o a colectividades similares, lo que se quiere sig­


nificar es, por el contrario sólo una cierta clase de desarrollo de acciones reales
,

o posibles de las personas individuales.59


De hecho, toda "acción" del Estado puede reducirse a las acciones de
sus funcionarios, a quienes podemos aprehender por medio de tipos
personales ideales y hacia los cuales podemos asumir una orientación­
ellos, considerándolos como contemporáneos. Desde el punto de vista
,sociológico, el término "Estado" es meramente una abreviación que
56 El hecho de que en la noción de lo colectivo social se presupongan concep­
tos de naturaleza metafísica axiológica y epistemológica es algo que excede el alcan­
,

se de este estudio. Sobre este punto sólo puedo referir al lector a Felix Kaufmann,
"Soziale Kollektiva", en Zeitschrift für Nationalokonomie, que ya hemos citado
repetidamente. .
57 Para u n análisis de tales conceptos recomendamos la crítica que hace Mises
del concepto de clase ( Die Gemeinwirtschaft [Jena, 1922] , págs. 816 y sigs. ) .
[Remitimos al lector inglés a Mises, Socialism ( New Haven, 1951 ) , págs. 328-51,
que es la traducción de esta obra, y a su Theory and History ( New Haven, 1957 ) ,
págs. 112 y sigs. y 142 y sigs.]
58 [Verstehende Deutung.]
511 "Wirtschaft und Gesellschaft, págs. 6 y sigs. [T.J., pág. 101] .
228

corresponde a una trama extremadamente compleja de tipos persona··


les ideales iilterdependientes. Cuando hablamos de una colectividad
diciendo que "actúa", damos por sentado este complejo ordenamiento
estructural.6º Procedemos luego a atribuir los contextos objetivos de
significado, en función de los cuales comprendemos los actos anónimos
de los funcionarios, al tipo personal ideal del colectivo social. Hacemos
esto de· una manera que está en paralelo con nuestra interpretación
de las acciones individuales por medio de vivencias conscientes típicas
en la mente de actores típicos. Pero cuando procedemos de esta ma­
nera, olvidamos que mientras las vivencias conscientes de individuos
típicos son totalmente concebibles, las vivencias conscientes de un colec­
tivo no lo son. Lo que falta, entonces, en el concepto de la "acción"
de un colectivo, es precisamente este contexto subjetivo de significado
como algo que sea igualmente concebible. El hecho de que la gente
haya llegado a tomar tal metáfora de manera literal, sólo puede expli­
carse por motivos psicológicos, es decir, atribuyéndolo a que han actua­
do en este caso ciertos sistemas de valor.
Es innecesario decir que nuestra reducción d e las formulaciones
acerca de colectivos sociales a tipificaciones personales ideales no exclu­
ye un análisis sociológico de estos constructos. Por el contrario, tal
análisis constituye una de las tareas más importantes de la sociología.
Sólo una teoría sociológica de la formación de constructos puede confe­
rir su completamiento a nuestra teoría, previamente postulada, de las
formas del mundo social. Tal teoría tendrá como tarea fundamental des­
cribir la estratificación de las colectividades sociales en función de su
relativa anonimidad o concretez. En este caso será crucial determinar
si una colectividad social se basa esencialmente en una relación directa
o indirecta, o quizás en una relación de ambas clases, que existe entre
los individuos que la componen. Será también necesario estudiar el
sentido exacto, si existe, en el cual puede adscribirse un contexto sub­
jetivo de significado a una colectividad social. Esto implicará deter­
minar si al hablar de contextos subjetivos de significado de una colec­
tividad, no queremos significar realmente los de sus funcionarios. Este
es el problema de la responsabilidad de los funcionarios, cuestión de
gran importancia en el campo del Derecho constitucional y del Derecho
internacional. 61 Otra cuestión que merece investigarse es si el con­
cepto de colectividad social puede servir, y en qué medida, como un
esquema de interpretación de las acciones de los contemporáneos,
puesto que es él mismo una función de ciertos estándares objetivos
comunes a un cierto grupo. Tales estándares pueden ser cuestión de
conducta habitual, de actitud tradicional, d e creencia en la validez
de algún orden o norma, y pueden no sólo darse por sentados sino ser
obedecidos. Este es, en verdad, uno de los sentidos legítimos en que
60 En vinculación con este problema véase la crítica que hace Kelsen de los

puntos de vista de Weber en su obra Allgemeine Staatslehre ( Berlín, 1925) , pági­


nas 19 y sigs. y 66-79; y para el concepto de funcionario véanse págs. 262-70.
61 Cf. Kelsen, op. cit., págs. 48 y sigs., 65 y sigs. y 310 y sigs.
229

podemos hablar del significado subjetivo de una colectividad social.


Aun así, hay tantas complejidades en esta manera de hablar, que corre­
mos peligro de confundir un problema con otro y un tipo con otro. A
su vez, esto puede llevarnos de nuevo a la ilusión de que hemos descu­
bierto una conducta trascendente al tipo y a revivir la desacreditada
noción de un tipo "libre".62
Lo que hemos dicho acerca de las colectividades sociales mantiene
también su validez para los lenguajes. También en este caso puede
establecerse una correlación entre el producto y lo que lo produce.
Podemos hipostasiar un "hablante alemán" ideal y anónimo, correspon­
diente a la lengua alemana. Pero en este caso, como en el que acaba­
mos de examinar, tenemos que tener cuidado de no tratar a este
hablante típico como un individuo real con sus propios contextos sub­
jetivos · de significado. Es por completo ilegítimo, por ejemplo, hablar
de un "espíritu objetivo de lenguaje'}3 por lo menos en las ciencias
sociales.64 No debemos ocuparnos aquí de si tales conceptos son per­
misibles en otras disciplinas.
Estas observaciones se aplican también a todos los objetos cultu­
rales. A la objetividad ideal de un constructo de cultura no corres­
ponde ningún contexto de significado en la mente de un individuo real
con quien podamos enfrentarnos cara a cara. Más bien, en corres­
pondencia con . el contexto objetivo de significado del objeto cultural
encontramos siempre un tipo personal ideal abstracto y anónimo de
su productor, hacia el cual asumimos, en forma característica, una
orientación-ellos.
Por último, esto s e aplica también a todos los artefactos, tales como
herramientas y utensilios. Pero para comprender una herramienta, no
sólo necesitamos el tipo ideal de su productor sino el tipo ideal de
quien la usa, y ambos serán absolutamente anónimos. Quien usa la
herramienta producirá resultados típicos. l"na herramienta es una cosa­
para; sirve a un propósito, y se la produjo para que cumpliera ese
propósito. Por lo tanto, las herramientas son el resultado de actos
humanos pasados y constituyen medios para la realización futura de
fines. Podemos concebir entonces el "significado" de la herramienta
en función de la relación medio-fin. Pero a partir de este contexto
objetivo de significado, es decir de la relación medio-fin en función
de la cual se entiende la herramienta, uno puede deducir el tipo ideal de
quien la usa o produce sin pensar en ellos como personas individuales
reales. En mi opinión es erróneo hablar, como hace Sander, del signi-
t

62 En su ensayo sobre el tartamudeo, Max Weber demostr6 que en el concepto


"Estados Unidos de Norteamérica" hay una séxtuple superposición y confusión de
tipos ( Gesammelte Aufsatze zur Wissenschaftslehre, págs . 848 y sigs. ) .
as Cf. Vossler, Geist tmd Kultur in der Sprache ( Heidelberg, 1925 ) , págs. 153
y sigs. [T.I., Osear Oeser, The Spirit of Language in Civilization ( Londres, 1932 ) ,
pág. 138.]
64 Felix Kaufmann, Strafrechtsschuld, pág. 39.
230

ficado de una herramienta en el mismo sentido en que uno habla del


significado de una acción.ªª
El artefacto es el miembro final de la serie de anonimizaciones
progresivas que marcan la construcción tipificante del mundo social.
Hemos partido de la captación inmediata de otra persona que tenemos
en la relación-tú, experienda sobre la cual se basa, en última instancia,
todo tipo ideal. Luego hemos estudiado los tipos ideales caracteroló­
gicos y habituales, la colectividad social y, por último, la herramienta.
Aunque estos ejemplos no agotan todos los miembros de la serie, sí
ilustran su progresiva anonimización y la correspondiente pérdida gra­
dual de concretez.

40. Relaciones sociales entre contemporáneos


y observación social indirecta
Tal como las relaciones sociales en la situación cara a cara se basan
en la relación-tú pura, así ' también las relaciones sociales entre con­
temporáneos se basan sobre la orientación-ellos pura. Pero la situación
ha cambiado ahora. En la situación cara a cara, los partícipes se mira­
ban uno a otro y cada uno era sensible a las respuestas del otro. Este
no es el caso en las relaciones entre los contemporáneos. Aquí cada
partícipe tiene que contentarse con la probabilidad de que el otro,
hacia el cual él está orientado por medio de un tipo anónimo, responda
con la misma clase de orientación. Y así entra un elemento de duda
·
dentro de toda relación de este tipo.
Cuando subo a un tren, por ejemplo, me oriento hacia el hecho
de que puedo confiar en que el maquinista a cargo de éste me lleve
a mi lugar de destino. Mi relación con él es una relación-ellos, mera­
mente porque mi tipo ideal "maquinista de ferrocarril" significa por
definición "uno que lleva a su destino a pasajeros como yo". Es por lo
tanto característico de mis relaciones sociales con mis contemporáneos
que la orientación por medio de tipos ideales sea mutua. En corres­
pondencia con mi tipo ideal "maquinista" está el tipo ideal del maqui­
nista: el "pasajero". Asumiendo orientaciones-ellos mutuas, cada uno de
nosotros piensa en el otro como "uno de ellos".66
6 5 "Gegenstand der reinen Gesellschaftslehre", Archiv für Sozialwissenschaften,
LIV, pág. 370 : "Por 'artefactos' entiendo todas las cosas físicas que deben su origen
a actos humanos, o dicho de otro modo, que son dignos de un 'significado' que ellas
designan." .
66 En situaciones corno ésta, la transici6n gradual del mundo de la experiencia

social directa al mundo de los contemporáneos es muy visible. Corno asistente a una
funci6n de teatro, s6lo soy importante para el actor como miembro del público. El
autor que publica un libro s6lo piensa en su lector como lector típico, y elige sus
esquemas expresivos de acuerdo con lo que él imagina que son las ideas preconcebi­
das y hábitos interpretativos del lector. Sería función de una teoría de las formas
del mundo social , describir y elucidar toda> estas situaciones con respecto a su
contenido, es decir, las proporciones de experiencia social directa e indirecta que
se encuentran en ellas. El verdadero precursor de tal estudio fue, sin duda, \Viese
con su teoría de la relaci6n.
23 1

Soy por lo tanto aprehendido por mi partícipe en la relación-ellos


como una persona viviente real. De esto se sigue que sólo puedo espe­
rar de él una comprensión típica de mi conducta.
Una relación social entre contemporáneos consiste por lo tanto
en ésto : cada uno de los partícipes aprehende al otro por medio de un
tipo ideal; cada uno de los partícipes se da cuenta de esa aprehensF n
mutua; y cada uno espera. que el esquema interpretativo del otro sea
congruente con el suyo. La relación-ellos se halla aquí en agudo con­
traste con la situación cara a cara. En esta última mi partícipe y yo
percibimos en forma sensible los matices de . las vivencias del otro,
mientras en la relación-ellos esto queda reemplazado por el supuesto
de un esquema interpretativo compartido. Ahora bien, aunque yo
suponga esto por mi parte, no puedo verificarlo. Sin embargo, tengo
tanta más razón de esperar una respuesta adecuada de mi partícipe,
cuanto más estandarizado sea el esquema que le · atribuyo. Esto es lo
que ocurre con esquemas derivados de la ley, d el Estado, la tradición
y sistemas de orden de todas clases, y especialmente con los basados
en la relación medio-fin, en síntesis, con lo que Weber llama esquemas
interpretativos "racionales".67
Estas propiedades de las relaciones sociales entre contempor�neos
tienen importantes consecuencias.
Ante todo, debido al elemento de azar que está siempre presente,
no puedo ni siquiera estar seguro de que la relación exista hasta que
ya la haya probado, por así decirlo. Sólo en forma retrospectiva puedo
· saber si mi tipo ideal de mi partícipe era adecuado a él, sea en el sen­
tido de la adecuación de significado o de la adecuación causal. Esto
difiere también de la situación cara a cara, donde yo corrijo constan­
temente mis propias respuestas a mi partícipe. Otra consecuencia es
que los únicos motivos-para y motivos-porque de mi partícipe que
puedo tomar en cuenta al hacer mis propios planes de acción, son los
motiVos que ya he postulado para él al construir mi tipo ideal de él.
Con seguridad, en la orientación-ellos, tal como en la situación cara
a cara, establezco mi proyecto de acción de manera que los motivos­
porque de mi partícipe estén incluidos en mis propios motivos-para; y
. procedo con la expectativa de que su esquema interpretativo acerca
de mí como tipo ideal sea adecuado al mío acerca de él como . tipo
ideal. Si el partícipe en cuestión es un empleado postal, el mero hecho
de que tenga delante de sí mi carta estampillada, se transformará por
. lo común en un auténtico motivo-porque para que proceda a expedirla.
Sin embargo, no puedo estar seguro de esto. Puede ocurrir que haya
un error y que él dirija equivocadamente la carta que tiene delante
de sí, provocando con ello su pérdida; en esta medida él no logrará
satisfacer, por supuesto, mi tipo personal ideal de un empleado postal.
Por supuesto, esto puede haber ocurrido, a su vez, porque él interpretó
de manera equivocada la dirección que yo puse en la carta, Todo

67 Sobre este concepto véase más abajo, capítulo V, apartado 48.


232

esto resulta del hecho de que no estamos en contacto directo uno con
otro, como en la situación cara a cara.
En la situación cara a cara, los partícipes están revisando y am­
pliando constantemente el conocimiento que uno tiene del otro. Esto
no es cierto · en el mismo sentido respecto de la reladón-ellos. Es por
cierto verdad que mi conocimiento del mundo de mis contemporáneos
está ampliándose y reabasteciéndose constantemente por medio de
todas las nuevas experiencias que provienen de cualquier parte del
mundo social de donde puedan venir. Además, mis esquemas típico­
ideales estarán siempre cambiando de acuerdo con cada cambio de
mi situación. Pero todas estas modificaciones ocurrirán dentro de un
ámbito muy estrecho mientras la situación original y mi interés en ella
sigan siendo aproximadamente los mismos.
En la relación-nosotros supongo que tu ambiente es idéntico al
mío en · todas sus variaciones. Si tengo alguna duda acerca de ello,
puedo controlar mi supuesto limitándome a señalártelo y preguntarte
si eso es lo que quieres decir. Tal identificación está excluida en la
relación-ellos. Sin embargo, supongo que si eres mi contemporáneo tu
ambiente puede ser comprendido por medio de indicios extraídos del
mío. Pero aun en este caso el supuesto es mucho menos probable
de lo que sería si estuviéramos cara a cara.
Sin embargo, mi ambiente 68 incluye también sistemas de signos, y ·
en la relación-ellos utilizo también esos sistemas como esquemas expre­
sivos e in interpretativos. De nuevo en este caso resulta de fundamen­
tal importancia el grado de anonimidad. Cuanto más anónimo sea mi
partícipe, tanto más "objetivamente" debo utilizar los signos. No puedo
suponer, por ejemplo, que mi partícipe en una relación-ellos captará
necesariamente el significado particular que estoy adjudicando a mis
palabras, o el contexto más amplio de lo que estoy diciendo, a menos
que yo le dé la clave de una manera explícita. Como resultado, no sé
durante el proceso de elección de mis palabras si me comprenden o
no. Esto explica por qué no se me puede preguntar inmediatamente lo
que quiero decir y corregir eventualmente cualquier error de interpre­
tación. En la experiencia social indirecta existe sólo una manera de
"interrogar a un partícipe respecto de lo que quiere decir'', y consiste
en utilizar un diccionario, a menos, por supuesto, que decida ir a ver­
lo o llamarlo por teléfono; pero en este caso he dejado la orienta­
ción-ellos detrás y he iniciado una situación cara a cara. De hecho,
cualquier relación-ellos caracterizada por un grado de anonimidad
relativamente bajo puede 'transformarse en una situación cara a cara
pasando a través de diversos estadios intermedios.09
e s En el sentido que damos nosotros a la palabra. Véase más arriba, apartado
34, pág. 199.
69 Un ejemplo de tal estadio intermedio es la correspondencia escrita que Sim­
mel ha confrontado tan magistralmente con el habla: "Podemos decir que mientras
el habla revela el secreto del hablante por medio de todo lo que la rodea -que es
visible pero no audible, y que incluye también los imponderables del hablante mis-
233

En el mundo de la ·experiencia social directa hay una diferencia


radical entre participación y observación. Esta diferencia desaparece
e;uando entramos en el mundo . de los contemporáneos. La razón con­
siste en que en este último nunca encontramos gente viviente real. En
ese mundo, seamos participantes u observadores, siempre tratamos con
tipos ideales. Toda nuestra experiencia ocurre en el modo del "ellos"'.
Sin embargo, el tipo ideal de un observador en el mundo de los con­
temporáneos difiere necesariamente del tipo ideal de un participante
en ese mismo mundo. En efecto, según hemos notado, el tipo ideal
varía con los intereses de la persona que lo construye. El propósito
de esta última consiste siempre en visualizar un cierto contexto obje­
tivo de significado, que ella siempre capta como contexto subjetivo
�e significado de alguien. Ahora bien, el contexto total de experiencia
con que el observador se acerca a la otra persona difiere del contexto
del participante. Igualmente, sus intereses son radicalmente distintos.
Su tipo ideal puede ser más o menos detallado, más concreto o más
formalizado, de un mayor o menor grado de anonimidad.. Cualquiera
sea el caso, siempre será distinto.
Ahora bien, puede ocurrir que lo que interesa sobre todo al obser­
vador de una relación social entre contemporáneos sean las vivencias
conscientes de los dos participantes. O puede ser el curso de la rela­
ción. Si se trata del primer caso, el observador construirá o extraerá
de su experiencia pasada un tipo ideal equipado con las vivencias cons­
cientes que cualquiera observaría necesariamente en sí mismo en una
relación tal. El observador "se identifica" luego con este tipo ideal;
lo vive a fondo, se imagina exactamente implicado en esa situación.
Puede luego imaginarse como teniendo todas aquellas vivencias que
son por definición propias del tipo ideal en cuestión. También puede
hacer formulaciones definidas acerca de la naturaleza de la relación que
está observando y acerca de las interrelaciones existentes entre los
correspondientes tipos ideales que están implicados. Puede hacerlo con
mucha facilidad porque, como ser humano, es más que un mero obser­
vador, puesto que él mismo ha estado implicado en el pasado en inmu­
nerables relaciones sociales, directas e indirectas. Puede en verdad
haber tenido tales relaciones con las mismas personas que está obser­
vando ahora, e incluso estar ahora implicado en una orientación-tú
directa con una de esas personas. Casos como este último son espe­
cialmente frecuentes.
La observación de la conducta social de otro implica el mismo
peligro real de que el observador sustituya ingenuamente los tipos

mo--, la carta oculta ese secreto. Por esta razón, la carta es más clara que el habla
cuando el secreto del otro no es la cuestión; pero cuando lo es, la carta es más am­
bigua. Por 'secreto del otro' entiendo sus estados de ánimo y cualidades de ser, que
no pueden expresarse lógicamente, pero a los cuales volvemos sin embargo innume­
rables veces, aunque sólo sea para comprender el significado real de expresiones
totalmente concretas" ( Soziologie, 2'1- ed. [Munich, 1922] , pág. 286) [T. l. , Kurt
H. Wolff, The Sociology of Georg Simmel ( Glencoe, Ill., 1950 ) ] .
234

ideales que se encuentran en la mente de su sujeto por los suyos pro­


pios. El peligro llega a ser agudo cuando el observador, en lugar de
estar directamente atento a la persona observada, piensa que esta últi­
ma constituye un "caso" de tal o cual tipo de conducta abstractamente
definido. Aquí no sólo puede el observador utilizar el tipo ideal erró­
neo para comprender la conducta de su sujeto, sino que quizá. no
llegue nunca a descubrir su error, porque no enfrenta a su sujeto como
una persona real. La observación social tiende entonces· a desarrollarse
en una construcción típico-ideal de segundo orden: el actor observado
es él mismo un tipo ideal del primer orden, y el presunto tipo ideal en
función del cual el actor comprende a su partícipe, es un tipo ideal del
del segundo orden. Ambos son construcciones lógicas del observador
y están determinados por su punto de vista.
Esta situación es muy significativa desde el · punto de vista de
cualquier ciencia social empírica que incluya la observación indirecta.
Su formación de conceptos típico-ideales sirve de fundamento a los
principios de adecuación de significado y adecuación causal que aún
tenemos que examinar. La sociología comprensiva, sin embargo, tiene
que ir más allá de esto : debe construir tipos personales ideales para
actores sociales, que sean compatibles con los construidos por los par­
tícipes de estos últimos. Este propósito puede considerarse como un
postulado para la sociología comprensiva. Si se examina más de cerca,
se reduce a un principio más básico: el postulado de la adecuación de
significado. Este postulado establece que, dada una relación social
entre contemporáneos, los tipos personales ideales de los partícipes y
sus vivencias conscientes típicas deben ser congruentes entre sí y com­
patibles con la relación típico-ideal misma.
Un buen ejemplo del tipo de esclarecimiento que se requiere se
encuentra en el campo de la sociología legal. Esta disciplina tropieza
con grandes dificultades cuando trata de fommlar descripciones de
relaciones legales entre varios partícipes, por ejemplo, el legislador y
el intérprete de la ley, el que la aplica y e] sometido a eUa. La socio­
logía legal trata de interpretar estas relaciones en función de los sig­
nificados subjetivos de las personas en cuestión. Pero al hacer esto,
confunde los tipos ideales en función de ]os cuales cada una de ]as
personas imagina a su partí9ipe real, con los tipos ideales del partícipe
propios del sociólogo. Hay sólo dos maneras posibles de remediar esta.
situación y hacer viable un auténtico concepto descriptivo de .la clase
deseada por los sociólogos de] Derecho. La primera consistiría en fijar
desde el comienzo el punto de partida desde e] cual se construirá el
tipo. Esto significaría que el sociólogo del Derecho se identificaría
con uno de los actores, postulando como invariantes no sólo los actos
de ese actor sino también los esquemas interpretativos que éste aplica
a sus partícipes. El sociólogo tendría luego que considerar que estos
conceptos típico-ideales están construidos de modo que son coactivos
para él mismo. Si se adoptara este procedimiento, Ja clase de concepto
235

sociológico utilizado derivaría directamente del campo de la ley mis­


ma: el legislador, el juez, el abogado, el socio contractual, el veredicto,
la ejecución de la sentencia, etcétera. La alternativa consistiría en
lograr un principio de acuerdo con el cual estos tipos ideales más
generales pudieran transformarse en los tipos ideales individuales que
los partícipes tienen uno de otro en situaciones concretas.
En el capítulo V trataremos los problemas sistemáticos especiales
que surgen cuando la observación social indirecta se desarrolla en
ciencia social como tal.

[E] EL MUNDO DE LOS PREDECESORES


Y EL PROBLEMA DE LA HISTORIA
41. El pasado como una dimensión del mundo social

El mundo de los predecesores no presenta indebidas complica iones, y
. podemos tratarlo brevemente. El carácter directo e indirecto de la
experiencia pueden encontrarse también en este mundo, pero en forma
fundamentalmente alterada. Por ejemplo, puedo recordar una relación­
nosotros o una relación-ellos que tuve una vez, y hacerlo rastreándola
paso a paso o por medio de una evocación total. Si la experiencia ori­
ginal fue la de una relación directa cara a cara, seguirá siendo igual
en la . reproducción; si fue indirecta seguirá siendo indirecta. Pero
ambas llevarán ahora el sello de la pretericidad. Como resultado, las
veo ahora desde un punto de vista diferente. Pero hay una modifica­
ción más que es muy importante. Cuando yo estaba aún sometido a
esas experiencias, sus secciones futuras todavía no habían sucedido. No
estaba aún seguro de cómo resultarían las cosas; no sabía, por ejem­
plo, cómo respondería mi partícipe a mis acciones. Pero ahora éste
ya ha reaccionado como yo esperaba o me ha defraudado. Su reac­
ción, que yo había anticipado en el tiempo futuro perfecto, es ahora
pasada, o quizás está ocurriendo en este mismo momento. Sin duda se
la ve aún como una expectación, pero como una expectación ya cum­
plida o defraudada. Cuando me digo a mí mismo: "esperaba tal o
cual cosa, pero mire lo que conseguí", es obvio que la estructura tem­
poral es la misma; pero el punto de mira temporal ha cambiado; y
otro tanto ocurrió con mi interés en la situación.
Ya hemos tratado estos problemas, y no debería ser necesario
recapitular aquí los detalles de nuestras conclusiones.
Sin embargo, lo que nos interesa especialmente es que la línea de
separación entre la realidad social presente y el mundo de los prede­
cesores es fluida. Mirando simplemente bajo una luz distinta los recuer­
dos de la gente que he conocido en forma directa o indirecta, puedo
interpretarlos como si pertenecieran al mundo de mis predecesores. Sin
embargo, tales recuerdos no son en sentido pleno vivencias de mi mundo
de predecesores, pues en cada recuerdo se conserva el sentido de la
simultaneidad de las vivencias de los otros partícipes en la relación-
236

nosotros o en la relación-ellos. . En otras palabras, recuerdo que fue


más o menos en ese momento, que yo estaba allí y tenía propias viven­
cias, tal como mi partícipe tenía las suyas.
Puedo definir a un predecesor como una persona en el pasado,
ninguna de cuyas experiencias se recubre en el tiempo con ninguna de
las mías. El mundo puro de los predecesores puedo definirlo entonces
como totalmente constituido por tales personas. El mundo de los pre­
decesores es el que existía antes de que yo naciera. Esto es lo que deter­
mina su naturaleza misma. El mundo de los predecesores ha transcu­
rrido y terminado por definición. No tiene ningún horizonte abierto
hacia el futuro. En la conducta de mis predecesores no hay nada que
aún esté sin decidir, que sea incierto o espere · su cumplimiento. No
espero la conducta de un predecesor. Su conducta carece esencialmente
de toda dimensión de libertad y está así en contraste con la conducta d e
las personas con las cuales tengo contacto inmediato, y aun, en cierta
medida, con la de aquellos que son meramente mis contemporáneos.
Las relaciones entre predecesores, puesto que ya son pasadas y por
lo tanto fijadas en sí mismas, no requieren más postulación d e tipos
ideales fijados para poderlas comprender.70 Me es posible, por lo tanto,
asumir cualquier clase de orientación hacia mis predecesores, excepto
una : nunca puedo tratar de influir sobre ellos. Aun la palabra "orien­
tación" tiene aquí un significado diferente: es siempre pasiva. Decir
que una acción mía está orientada hacia la acción de uno de mis pre­
decesores, equivale a decir que mi acción está influida por la suya. O
para decirlo de otro modo, su acción concebida en el tiempo pluscuam­
p'erfecto es el auténtico motivo-porque de la mía. Nunca influyo sobre
mis predecesores. Sólo ellos influyen sobre mí.71 Estas observaciones
se aplican también, por ' supuesto, al concepto de acción tradicional d e
Weber;
Por lo tanto, en el mundo de los predecesores no se aplica la dis­
tinción entre relación social y observación social. Lo que a primera
vista puede parecer una relación social entre yo y uno de mis predece­
sores resultará siempre un caso de orientación-otro unilateral de mi
parte. El culto de la adoración de los antepasados es un buen ejemplo
de tal orientación hacia el mundo de los predecesores. Pero hay sólo
una clase de situación en la cual puedo hablar con significado de una
interacción recíproca entre mí mismo y uno de mis predecesores. Esta
es la situación en la cual él actúa sobre mí y yo respondo comportán­
dome de manera que mi conducta sólo puede explicarse como orien­
tada hacia su acto, como teniendo a este último como su motivo-porque.
Este sería el caso, por ejemplo, si él me transmitiera por herencia
alguna propiedad.

70 El inundo de los predecesores s6lo puede ser conocido, por su naturaleza


misma, mediante tipos ideales, pero puesto que los eventos pasados ya están com­
pletamente fijos, los tipos hist6ricos en funci6n de los cuales se comprenden esos
eventos ya no requieren un acto más de fijación.
71 En el sentido de la definici6n que darnos más arriba, apartado 30, pág. 178.
237

Hay peculiaridades correspondientes en la manera en que expe­


rienciamos a nuestros predecesores� Sólo puedo conocer a un predecesor
si alguien me habla o escribe acerca de él. Este mediador puede ser.
por supuesto, un congénere o un contemporáneo. Por ejemplo, mi
padre puede hablarme de gente que ha muerto hace mucho tiempo, a
la cual él . recuerda de su juventud. La transición del presente inme­
diato al mundo de los contemporáneos es entonces continua. En efec­
to, mi padre está sentado frente a mí ahora, mientras recuerda. Sus
vivencias, aunque coloreadas por la pretericidad, son aún las vivencias
de. una persona con la cual estoy ahora cara a cara. Pero para mí esas
vivencias son pasadas y se hallan más allá del recuerdo, porque ningún
mümento de mi vida fue contemporáneo de ellas; es esto lo que hace
que formen verdaderamente parte del mundo de mis predecesores. Aun
las vivencias sociales pasadas, directas o indirectas, de otra persona
son para mí parte del mundo de los predecesores, aunque las aprehenda
como si fueran mi propia experiencia social pasada. En efecto, las
aprehendo como el contexto subjetivo presente 'de significado de la
persona que me está · ahora hablando de ellas.
En segundo lugar, llego a conocer el mundo de mis predecesores
por medio de registros y monumentos, que tienen el status de signos,
con independencia de si mis predecesores los destinaban a ser sig­
nos para la posteridad o meramente para sus contemporáneos.
Casi no es necesario hacer notar que mi orientación hacia el mundo
de mis predecesores puede ser más o menos concreta, más o menos
actualizada. Esto se deduce de la estructura de mi experiencia ( Erfah­
rung) de ese mundo. En la medida en que ésta deriva de lo que mis
congéneres o contemporáneos me han contado, . estará determinada, en
primera instancia, por el grado de concretez que tuvieron las vivencias
originales de éstos. Pero luego se hallará además condicionada por el
grado de concretez de mi propia orientación hacia ellos como narradores.
Puesto que mi conocimiento del mundo de los predecesores me
llega a través de signos, lo que estos signos significan es anónimo y
está desligado de cualquier corriente de conciencia. Sin embargo, sé
que todo signo tiene su autor y que cada autor tiene sus propios pen­
samientos y vivencias a medida que se expresa por medio de signos. Es
por ello perfectamente adecuado que yo me pregunte lo que quiere
decir un determinado predecesor al expresarse de tal o cual manera.
Por supuesto, para hacerlo, debo proyectarme hacia atrás en el tiempo
e imaginarme presente mientras ese predecesor hablaba o escribía.
Ahora bien, la investigación histórica no toma como objeto primario
suyo las vivencias de los autores de los materiales que constituyen las
fuentes. Sin embargo, estas fuentes se refieren en todos sus aspectos
a la experiencia social directa o indirecta de sus autores. Como resul­
tado, el contenido objetivo comunicado por el signo, tiene una mayor
o menor concretez. El procedimiento de la investigación histórica es
en este punto el mismo que el utilizado en la interpretación de las
238

palabras de alguien que me está hablando. En este último caso obtengo


por medio de la comunicación una experiencia indirecta de lo que el
hablante ha vivenciado en forma directa. De la misma manera, cuando
leo un documento histórico, puedo imaginarme cara a cara con su
autor y aprender cosas de él acerca· de sus contemporáneos; sus con­
temporáneos ocupan uno por uno sus lugares dentro de mi mundo de
preclecesores.
··

Mi mundo de predecesores es, en toda su extensión, el mundo de


otras personas y no el mío. Por supuesto, contiene dentro de sí muchos
niveles de experiencia social de diversos grados de concretez, y en este
sentido se parece a mi mundo de contemporáneos. También se ase­
meja a este mundo en el sentido de que la gente que está en él me es
conocida por medio de tipos ideales. Pero este conocimiento es diferente
en un aspecto importante.
Mi predecesor vivió en un ambiente radicalmente distinto, no sólo
del mío sino también del que yo atribuyo a mis contemporáneos. Cuan­
do aprehendo a un congénere o a un contemporáneo, sfompre puedo
suponer la presencia de un núcleo común de conocimientos. Los tipos .
ideales mismos de las relaciones-nosotros y las relaciones-ellos presupo­
nen este núcleo de experiencia compartida. Ese tipo ideal extremada­
mente anónimo, "mi contemporáneo", comparte por definición conmigo
ese tipo ideal igualmente anónimo "civilización contemporánea". Natu­
ralmente, esto le falta a mi predecesor. La misma experiencia le pare­
cería a él por completo diferente en el contexto de la cultura de su
tiempo. Estrictamente hablando, carece de sentido incluso hablar de
ella como de "la misma" experiencia. Sin embargo, puedo identificarla
como "experiencia humana�': cualquier experiencia de mi predecesor
está abierta a mi interpretación en función de las características de la
experiencia humana en general. Según dice Schiller:

La uniforinidad y la unidad inmutables de las leyes de la naturaleza y de la ·

mente humana constituyen la razón por la cual hechos muy remotos vuelven
• . •

a suceder hoy, aunque en diferentes circunstancias, y la razón por la cual los hechos
más recientes pueden arrojar luz sobre los tiempos prehistóricos,72

Lo que Schiller llama aquí, en el lenguaje de su tiempo, la unidad in­


mutable de la mente humana, puede interpretarse como la esencia de la
experiencia humana como tal, algo que necesariamente · trasciende no
sólo nuestro mundo social directamente vivenciado y nuestro mundo so­
cial contemporáneo, sino también toda la civilización de nuestro tiempo.
Los esquemas que utilizamos para interpretar el mundo de nuestros
predecesores son necesariamente distintos de los que ellos usaban para
·
72 En su ensayo Was heisst und zu welchem Ende studlert man Universal­
geschichte? O, como dijo Jacob Burckhardt, "Nosotros partiremos, sin embargo, del
único punto que nos es accesible, el único centro eterno de todas las cosas -el hom­
bre, que sufre, se esfuerza, hace, tal como es, fue y siempre será", Weltgeschichtliche
Betrachtungen (Krüner-Ausgabe) , pág. 5 [T.1., FOf'ce and F1eedom, ed. James H.
Nichols (Nueva York, 1943 ) , págs. 81-82].
239

interpretar ese mundo. Si deseo interpretar la conducta d e un contem­


poráneo, puedo proceder con confianza sobre el supuesto de que sus
vivenci�s serán muy parecidas a las mías, pero cuando se trata de com­
prender a un predecesor, aumenta mucho la probabilidad de que no
logre dar en el blanco. Mis interpretaciones sólo pueden ser vagas y
provisorias. Esto es cierto aun en lo que respecta al lenguaje y a otros
signos . de una época pasada. Tales sistemas objetivos de signos están
sin duda fijados por estipulación y, por lo tanto, ofrecen un terreno rela­
tivamente firme. No obstante, no tengo manera de asegurarme de que
mi propio esquema interpretativo coincida con el esquema expresivo
que utilizaba mi predecesor al emplear los signos en cuestión. La inter­
pretación satisfactoria de signos utilizados en el pasado es siempre, por
lo tanto, cosa problemática. Pensemos, por ejemplo, cuánta controver­
sia ha habido acerca de la interpretación "correcta" de las obras de Bach
en función del sistema "objetivamente dado" de notación musical. Aun
la historia de la filosofía abunda en desacuerdos acerca de la interpre­
tación adecuada de los términos utilizados por filósofos del pasado.
Esta incertidumbre es de un tipo diferente de la que tenemos respecto
de palabras y otros signos utilizados por nuestros contemporáneos, por­
que siempre les podemos preguntar a estos últimos lo que quieren decir
y resolver así la cuestión de una vez y para siempre.
· Mientras que siempre podemos llegar a conocer mejor a nuestros
consociados y a nuestros contemporáneos, esto no es cierto en el mismo
sentido en lo que respecta a nuestro conocimiento de los predecesores.
Las experiencias de éstos ya han transcurrido y son cosa pasada, y sólo
podemos llegar a conocerlas mejor en el sentido de recoger más infor­
mación acerca de ellas. Pero la información estaba ya allí, por así de­
cirlo, esperando que la recogiéramos, y es por completo accidental que
tengamos que adquirirla trozo a trozo.
La tarea principal de la ciencia histórica consiste en decidir qué
hechos, actos, signos, etcétera, de los que se encuentran en · el pasado
deben seleccionarse para la interpretación y sistematización en algo
llamado "historia". La famosa discusión entre Max Weber y Eduard
Meyer 13 constituyó un aporte importante a todo este problema y, en
cierta medida, lo esclareció. Desde entonces la controversia acerca del
historicismo ha promovido a todo este tema al primer plano del interés.
Señalamos ahora algunas de las consecuencias de nuestros resulta­
dos acerca del mundo de los predecesores.
El problema metodológico básico del historiador ya está resuelto
para 'él por ese punto de vista que es el suyo en tanto historiador. Este
es el interés o propósito que lo ha llevado a emprender su tarea. En
historia ocurre entonces lo mismo que en cualquier ob'o campo, por el

73 Véase Weber, Gesammelte Aufsiitze zuT Wissenschaftilehre, págs. 215-65.


[Cf. "Critica} Studies in the Logic of the Cultural Sciences, a Critique of Eduard
Meyer's Methodological Views", en Max Weber on the Methodology of the Social
Sciences, b·ad. y
. comp. de E. A. Shils y H. A. Finch ( Glencoe, Ill., 1949), págs.
113-88.]
240

hecho de que el ángulo de enfoque lo determina todo. La clase de in­


terés que tiene el historiador depende, por supuesto, de la época en que
él mismo vive y de su actitud hacia su propia época y hacia la edad
pasada que es el objeto de su escrutinio. Tal como el individuo inter­
preta sus vivencias pasadas de maneras diferentes en diferentes momen­
tos, también el historiador interpreta las épocas pasadas ahora de una
manera y luego de otra, mirándola desde su propia experiencia del
mundo social. Esto significa que el proceso de interpretación siempre
estará construyendo nuevos tipos ideales tanto de personas como de
acciones, todo para comprender precisamente los mismos hechos. Den­
tro de la imagen del mundo ·social que tiene el historiador está incor­
porada, sin embargo, su experiencia del mundo de sus contemporá­
neos ( o, según decimos nosotros, el contexto cultural de su época) y
también por cierto su experiencia, sea precientífica o científica, acerca
de sus predecesores. Partiendo de este cuadro general como punto de
mira, enfoca su problema específico, tratando de reconstruir lo que
ocurrió en el pasado. Pero siempre procura "dar sentido" al pasado, es
decir, describirlo de manera coherente con su conocimiento previo total
del mundo de los predecesores y del mundo en general. El historicismo
es correcto cuando afirma que toda la historia condiciona el punto de
\ista del historiador, pero comete un error cuando sale de su campó
y trata de reducir las categorías no temporales ( o mejor, supratempora­
les ) de los objetos ideales a categorías históricas. Mas estas categorías
no temporales están presupuestas por los contextos objetivos mismos de
significado en función de los cuales comprendemos el mundo en gene­
ral, incluida la historia. El historicismo, cuando llega a este extremo,
elimina simplemente los fundamentos mismos en que se apoya.74
Podemos tratar de resolver el problema de la pertinencia pregun­
tando qué actos fueron importantes para mi predecesor, para sus con­
sociados y para sus contemporáneos. Pero este enfoque sólo hace retro­
ceder un paso más el problema. En efecto, el historiador sólo puede
establecer que · un determinado acto era considerado importante por
alguien en el pasado, si recurre a un argumento causal. Es decir, debe
demostrar que puesto que la persona tenía tal o cual motivo-porque,
por lo tanto debe haber considerado el acto en cuestión como impor­
tante. Pero como ya hemos mostrado, los auténticos motivos-porque se
descubren como existentes en el tiempo pluscuamperfecto, es decir, como
precediendo a algo ya conocido como pasado. Pero ¿qué es ese algo?
¡Sólo puede ser el juicio del actor sobre la importancia misma! Por lo
tanto, el historiador presupone que ya ha descubierto la elección del
fin. Ahora bien, el historiador puede identificarse, en cierto sentido,
con la· personalidad del pasado que él estudia, y preguntar qué podría

74 Para un tratamiento de la vinculaci6n existente entre la historiografía y los


conceptos de las ciencias sociales (y la consiguiente crítica del historicismo) véase
Ludwig von Mises, "Soziologie und Geschichte", Archiv für Sozialwissenschaften
und Sozialpolitik, LXI, págs. 465-512, especialmente 489 y sigs.
24 1

haber estado tratando de hacer esta persona exactamente antes del acto
en cuestión� O puede plantear la cuestión más general de cómo hubie­
ran resultado las cosas si hubiera ocurrido el hecho B en lugar del
hecho A. Pero ¿cuáles son los presupuestos tácitos que están por detrás
de estas preguntas? El historiador ya sabe perfectamente bien lo que
el actor se proponía hacer, porque conoce lo que en verdad hizo. Ade­
más, conoce todo el curso posterior de los hechos históricos hasta llegar
a la época en que él mismo formuló su pregunta. Equipado con todo
este conocimiento, se proyecta ahora hacia atrás hasta un punto del
tiempo anterior al momento de la elección o al momento del hecho A,
según sea el caso. Procede luego a preguntar, supuestamente sobre la
base de su conocimiento del motivo-porque de la persona "a punto de"
actuar en ese momento, qué propósito podría tener quizás en su mente
esta última. Encontrábamos un problema similar con anterioridad, en
nuestro análisis del problema de la elección.75 Se recordará que identi­
ficábamos entonces como meras explicaciones ex post facto tanto la teo­
ría de una supuesta elección entre dos posibilidades abiertas como la
teoría de que la elección puede predecirse a partir de un conocimiento
del auténtico motivo-porque. Llegábamos a esa conclusión como resul­
tado del análisis de la naturaleza del auténtico motivo-porque, durante
el cual vimos que este último sólo puede descubrirse si conocemos pri­
mero todo el curso de hechos hasta llegar al presente inmediato. Debe­
mos . tener también el mismo conocimiento para poder juzgar acerca de
la importancia de un determinado suceso A para el curso posterior de la
historia. Este es el motivo por el cual sólo el pasado, y nunca el pre­
sente, puede ser consider3:do como parte de la historia. Mientras en el
presente todo es puro proceso, cada acción está planeada y ocurre libre­
mente sin ninguna conciencia de un motivo-porque por parte del actor,
no hay en· el pa�ado ni libertad ni probabilidad, y es al menos en prin­
cipio posible descubrir el auténtico motivo-porque de cualquier acción
dada buscándolo en los hechos que precedieron a esa acción.
Si miramos la corriente de la historia de una manera retrospectiva,
veremos que es continua y múltiple, similar en este respecto a nuestra
propia corriente de conciencia. Pero en otro sentido las dos son dife­
rentes, pues la historia ocurre en el tiempo objetivo, mientras la con-
cfoncia ocurre dentro del flujo íntimo de duración del individuo.76 La
corriente de la historia incluye hechos anónimos, conoce la coexistencia
y los lugares fijados en el tiempo. Por otro lado, la corriente de la his­
toria puede reducirse a auténticas vivencias de otros hombres, que ocu­
rren dentro de la inmediatez de la corriente individual de la conciencia
y refieren a consociados y contemporáneos, vivencias que suceden den­
tro de relaciones-nosotros y relaciones-ellos. Entretanto, la estructura
de caracteres y los roles que éstos desempeñan cambian de manera cons-

75 Apartado 11, págs. 95 y sigs.


76 Cf. G. Simmel, "'Das Problem der historischen �it", Philosophische Vor­
triige det- Kantgesellsclwft, n. 12 (Berlín, 1916 ) .
242

tante. Cuando una generación deja su lugar a la siguiente, los consocia­


dos se transfonúan en predecesores, y los sucesores en consociados. Al­
gunos partícipes salen de las relaciones-nosotros y son reemplazados
por otros. En cierto. sentido, la historia misma puede ser considerada
como uria relación-nosotros continua desde los primeros días de la hu­
manidad hasta el presente, relación de abigarrado contenido y partíci­
pes siempre cambiantes. Este punto de vista acerca de la historia no
es mera metafísica, aunque sin duda podría desarrollarse una metafísica
a partir de éL A menos que aceptemos tal punto de vista, no hay razón
para · considerar el mundo de nuestros predecesores como un mundo
continuo, y en verdad ninguna razón para afirmar la unidad del mun­
do social. Esta interpretación es por cierto la única que hace lugar al
significado subjetivo en la historia.
El punto de partida de la interpretación histórica puede ser en ver­
dad el significado objetivo de los actos humanos que han ocurrido. En
ese caso, lo que tendremos es una historia de hechos. Pero la interpre­
tación histórica puede partir también de los significados subjetivos de
los actores de la historia, en cuyo caso el resultado será una historia
de la conducta humana. El historiador buscará un método válido y
una elección pertinente de datos según cuál de estos dos puntos de par-
tida haya adoptado. · .

Para redondear nuestro cuadro del mundo social; detengámonos por


un momento en el mundo de los sucesores. Si el mundo de los prede­
cesores es .algo fijado y determinado por completo, si el mundo de los
consociados es libre y el de los contemporáneos es probable, el de los su­
cesores es por completo indeterminado e indeterminable. Nuestra orien­
tación hacia nuestros ·sucesores no puede llegar más que a esto: que
vamos a tener algunos. Ninguna llave puede abrir la puerta de este
reino, ni siquiera la de los tipos ideales. En efecto, este último método
se basa en nu.estra experiencia de los predecesores, los consociados y los
contemporáneos, y no hay ningún principio que nos permita extenderlo
al mundo de nuestros sucesores. Por supuesto, algunos de nuestros con­
sociados y contemporáneos nos sobrevivirán, y podemos suponer que
continuarán actuando entonces como sabemos que actúan ahora. De
esta manera, puede establecerse una especie de zona de transición entre
los dos mundos. Pero cuanto más alejados está del Aquí y Ahora el mun­
do de los sucesores, tanto menos confiables serán tales interpretaciones.
Esta misma consideración muestra cuán erróneas son en principio
las así llamadas "leyes" de la historia. Todo el mundo de los sucesores
es, por definición, no histórico y absolutamente libre. Se lo puede anti­
cipar de una manera abstracta, pero no se lo puede describir con deta­
lles específicos. No puede ser proyectado o planeado, pues no tengo
control de los factores desconocidos que median entre el tiempo de mi
muerte y el J>Osible cumplimiento del plan.
V
A LGUNOS PROBLEMAS BASICOS
DE LA SOCIOLOGIA CO� IPRENSIVA

42. Resumen de nuestras conclusiones hasta este punto

Los RESULTADOS logrados hasta ahora son suficientes como para permi­
tirnos establecer con precisión y en forma concluyente nuestra teoría
de la comprensión del significado. Comenzamos demostrando la falta de
claridad inherente al concepto de "significado a que se apunta" de Max
\Veber. Hemos visto que, en la medida en que la acción misma sigue
siendo indefinida, no podemos hablar de manera inteligible del signifi­
cado a que apunta la acción y "que el actor le adjudica". Para lograr
una definición satisfactoria de la acción, encontrábamos necesario ha­
cer un detallado y exhaustivo análisis de sus procesos constituyentes.
Llegábamos finalmente a la conclusión de que la acción es 1) una vi­
vencia que está 2) guiada por un plan o proyecto que surge de la
actividad espontánea del sujeto, y 3) distinguida de todas las otras viven­
cias por un Acto peculiar de atención. Vimos luego que, sobre la base
de esta definición, debe interpretarse metafóricamente la fónnula "el
actor adjudica un significado a su acción". En efecto, el significado
es meramente un modo especial en que el sujeto atiende a su vivencia; es
ésta la que eleva la experiencia al nivel de acción. Es incorrecto enton­
ces considerar el significado como una especie de predicado que pOdría
"adjudicarse" a una acción. Hemos distinguido además entre la acción
(actio; Handeln) como una experiencia en proceso, y el acto completa­
do (actum; Handlung), y hemos descripto el modo peculiar de consti­
tución del acto proyectado, de acuerdo con el cual éste es anticipado
en su propio proyecto en el tiempo futuro perfecto.
Kuestro paso siguiente consistió en formular una definición prelimi­
nar del significado, apli cab le a toda clase de vivencia. Dijimos que el
"significado., de una vivencia puede reducirse a un giro d e la atención
hada una vivenc i a va transcurrid a. t'n d curso del cual esta última se
extrae de la corril'nte de la conciencia e identifica como una vivencia
constituida de tal o cual manera y no de otra. El significado, en este
sentido inicial, es pr<'clkatirn y i)l·rktwce a la vivencia prefenoménica.
244

Tuvimos qué amp!iar este concepto y enriquecerlo para hacerlo coinci­


dir con el objeto de nuestra investigación, es decir, el significado espe­
cífico que el actor "adjudica" a su experiencia cuando actúa. Es esto lo
que se quiere decir con la expresión "significado a que se apunta". Para
analizar este concepto de significado, hemos examinado las series de
Actos politéticamente construidos que, de acuerdo con un principio fun�
damental de la fenomenología, pueden abarcarse en una sola mirada de· ·
la atención. Vimos que cada una de tales series se encuentra en un con­
texto de significado, y analizamos la constitución del mundo de la expe­
riencia ( Erfahrungsicelt) como una estructura total constituida por di­
ferentes ordenamiento� _de tales contextos de significado. Explicábamos
luego 1 ) el concepto de esquemas de la experiencia ( Schemata der
Erfahrung) , 2 ) el concepto de estratos inferiores ( Unterstufen) que se
constituyen como dados por sentado y 3) el concepto de "repositorio
de conocimiento disponible" (Erfahrungsvorrat). Estudiando la teoría de
la modificación atencional hemos establecido que los intereses del su­
jeto y su particular punto de mira definen la línea limítrofe entre lo que
él da por sentado y lo que le resulta problemático. Hemos acordado
así lo que correspondía al elemento pragmático del pensamiento. En lo
que respecta al concepto de acción mismo, hemos establecido 1) que
un curso de acción es una serie politéticamente construida de Actos
(Akte) sobre los cuales, luego de cumplidos, podemos dirigir nuestra
atención en un haz "unirradiado" o concentrado, dentro del cual se los
ve como un hecho o acto (Handlung), y 2) que por lo tanto la acción
es en sí misma un complejo de significado o contexto significativo. Al
mismo tiempo, hemos reconocido que el contexto significativo especí­
fico de una acción depende del alcance del proyecto que la constituye
como acción única. Por lo tanto, si uno se empeña en buscar el signi­
ficado subjetivo de una acción, lo encontrará en lo que es el principio
propio de unidad de la acción. Este último está siempre determinado
subjetivamente y sólo subjetivamente. Desde el punto de vista metodo­
lógico es inadmisible interpretar una serie dada de actos en forma obje­
tiva como una secuencia unificada sin ninguna referencia a un proyecto,
y adscribir luego a ellos un significado subjetivo. Hemos visto que Weber
no lograba distinguir el acto proyectado del acto cumplido, lo cual lo
llevaba a confundir el significado de una acción con sus motivos. Por
otro lado, concluíamos que una serie de complicadas estructuras de
significado está ya pre-dada para el motivo. Hemos visto que el moti­
vo es realmente un contexto de significado que vincula lo que motiva
con lo que es motivado. Trazamos una importante distinción entre el
motivo-para y el auténtico motivo-porque. Luego, dentro de los moti­
vos-para de una acción hemos señalado varios estratos, y mostramos que
el motivo-para de una acción no es nada más ni menos que el acto mis­
mo proyectado en el tiempo futuro perfecto. Vimos que la acción se
realiza paso a paso en razón de ese acto. Hemos establecido todos estos
puntos mientras nuestro estudio se limitaba aún a la corriente de con­
ciencia del yo solitario, Hemos concluido ese estudio introduciendo el
245

concepto de la "autocomprensión" o autointerpretación del acto pro­


pio de uno y de la propia acción, que según vimos era un acto de re­
conocimiento sintético, consistente en la identificación y ordenamiento
en esquemas de experiencia mutuamente coherentes de lo que ya había
sido captado en el Acto previo de atención.
Nos aplicamos luego a un análisis del mundo social. Aquí el yo,
como vimos, arroja luz sobre el yo del otro, un ser que, como sí mismo,
tiene conciencia y duración y que, también como sí mismo, interpreta
sus propias vivencias. Pero el hecho de que mi partícipe sea otro yo, el
hecho de que realice tales o cuales actos cuyas manifestaciones externas
puedo ver, esto es algo que sólo reconozco ordenando y clasificando
mis propias percepciones de él dentro del contexto total de mi conoci­
miento. Pero esto no es aún conocimiento de la otra persona como tal.
Todo lo que estoy haciendo hasta este punto es ordenar y clasificar mis
propias experiencias del mundo social, tal como si fueran experiencias
del mundo natural. Pero puedo abandonar en cualquier momento todo
este enfoque y adoptar uno nuevo. Puedo apartar mi atención del con­
texto de significado objetivo y dirigirla a aquel 9n el cual he ordenado
mis vivencias de las vivencias de la otra persona. En efecto, el curso
percibido del acto de la otra persona, que yo percibo, está también
para él dentro de un contexto de significado. Esto ocurre porque él ve
en una mirada de la atención las fases politéticas que han contribuido
a constituir el acto íntegro. Sólo cuando comienzo a captar el punto de
vista de la otra persona como tal, o, en nuestra terminología, sólo cuan­
do doy el salto desde el contexto objetivo de significado hasta el sub­
jetivo, estoy autorizado a decir que comprendo al otro.
Podemos prestar atención al contexto subjetivo de significado de
toda clase de productos y objetos culturales humanos, que pueden siem­
pre interpretarse como evidencia de lo que ocurría en la mente de sus
creadores. Ahora bien, ya hemos visto que el conocimiento de las expe­
riencias subjetivas de otros debe obtenerse en forma signitiva. Entre
todas las clases diferentes de productos e indicaciones que hemos con­
siderado, seleccionamos para dedicarles especial atención los signos, que
se encuentran en un contexto de significado que es, por una parte, un
esquema expresivo para quien usa el signo y, por la otra, un esquema
interpretativo para su intérprete. Estos dos esquemas pueden interpre­
tarse como contextos objetivos de significado si primero se abstraen de
los Actos y acciones vivientes en los cuales se utilizaban estos signos,
y si la interpretación se limita a los signos mismos. Sin embargo, pode­
mos partir del signo externo mismo y, considerándolo como un producto,
hacerlo remontar a las acciones y experiencias subjetivas originales de
su inventor o utilizador. Este es el motivo por el cual, dentro del mun­
do de los signos, se hace la transición desde el contexto objetivo de
significado hasta el subjetivo. La palabra Verstehen se utiliza por lo
general para designar la interpretación de contextos significativili de
productos, tanto subjetivos como objetivos. Esta situación oculta el pro­
blema esencial del conocimiento del mundo social. Sólo cuando se iden-
246

tífica este equívoco, el problema surge a luz: el significado de las pro­


pias vivencias es radicalmente diferente del significado de las vivencias
de otro y, por consiguiente, una cosa es inter::;..:etar la propia vivencia y
otra por completo distinta el interpretar las vivencias de otro. Resulta en­
tonces claro que el significado atribuid o a un producto, en contraste con
el significado atribuido a un objeto natural, implica precisamente esto :
que el producto no sólo está en un contexto de significado para mí -para
el intérprete- sino que constituye también un testimonio del contexto
de significado en que el producto está en la mente de su creador. De­
bería acentuarse aquí el hecho de que el intérprete no interpreta solo
y que el producto del otro como una cosa que está en el mundo perte­
nece no sólo al mundo privado del intérprete sino también al murido
común intersubjetiva de todos nosotros. En este sentido, el t{rmino
"mundo significativo" ( die sinnhafte Welt ) , en contraste con el tfr­
mino "mundo natural", lleva dentro de sí una referencia implícita al
"Otro" que originó esta cosa que es significativa. En efecto, nosotros,
los intérpretes, conceptualizamos el "ser un objeto natural" y el "ser un
objeto significativo", en la misma medida, en contextos objetivos de sig­
nificado. puesto que clasificamos toda nuestra experiencia en esquemas
de conocimiento.
::\uestro t>5tudio de la relación social y de la observación en el mun­
do socia! ha demostrado que podemos tener introvisión de la vida ínti­
ma de la otra pusona mirándola como un contexto subjetivo de signi­
ficado. Encentrábamos que toda comprensión del Otro se basa en Actos
de autoexplicación, que el significado objetivo ( Sirm) de un signo con­
tiene dentro tanto significados ( Bedeutungen) actua1es como ocasiona­
les. \"irnos que podíamos distinguir la función-significativa ( Bedeutungs­
funktion ) de la función expresiva ( Ausdrucksftmktion ) de los signos y
que podíamos describir --aunque sólo en esbozo- los métodos especia­
les por medio de los cuales comprendemos los esquemas interpretativos
del Otro. Nuestro ('Studio del contexto del motivo en la esfera social nos
mostró que todo establecimiento de significado se hacía en razón de la
interpretación, y que toda interpretación se remontaba al Acto de esta­
blecimiento del significado. En este punto obteníamos por último ac­
ceso a los campos de la "acción social" y de la "relación social".
Un análisis del concepto de acción social de Weber reveló la natu�
raleza de la orientación-hacia-Otro y del actuar-sobre-el-Otro. Esto lle­
vaba; a su vez, a los problemas de la relación de orientación y de la
interacción social. Hemos examinado Ia estructura formal general de
estas, tanto p'.lra los participantes como para Jos observadores. En ese
proceso nos resultó claro que los conceptos de acción social y de rela­
ción social sufren muchas modificaciones, según si el objeto de la orien­
tación-hacia-Otro es un oh·o-yo del mundo de la realidad social directa­
mente vivenciada, del mundo de los meros contemporáneos, del de los
predecesores o del de los sucesores. Emprendimos luego un análisis de
estas regiones del mundo social. Encontrábamos aquí que sólo en la
relación social directa como tal podemos tener conciencia inmediata d<'
247

la corriente de vivencias del tú en su actualidad viviente y presente. Por


contraste, vimos que nuestras propias vivencias presentes, en el momento
de la autointerpretación, no son de hecho inaccesibles, y que las únicas
vivencias nuestras que están abiertas a la autointerpretación son las pa­
sadas. Hemos analizado la genuina relación-nosotros ( \Virbeziehung) ,
relación dentro de la cual dos interlocutores pueden captar cada uno la
corriente viviente de la conciencia del otro en forma simultánea y con
una mirada indivisa. Esta relación-nosotros, además, está sujeta a múl­
tiples matices: ocurre en niveles diferentes de actualización y concre­
tización y puede incluir vivencias que se hallan muy cercanas, o muy
alejadas, del tú íntimamente captado de la situación cara a cara, en
otras palabras, vivencias de .mayor o menor proximidad. Por otro lado,
vimos que en el mundo de los meros contemporáneos la otra persona no
me es dada en forma directa y corporal, sino sólo de manera indirecta.
En cierta medida, el Otro se ha vuelto ahora anónimo; hasta podemos
decir que ha sido reemplazado por un tipo ideal que se construyó a par­
tir ele experiencias de ciertos cursos de acción dadas previamente. Este
tipo ideal, a su vez, puede estar más o menos apartado de un tú re�I,
ser más o menos concreto y lleno de contenido. Vimos que el yo se
orienta hacia el otro yo del mundo de los meros contemporáneos de
una manera especial : llamábamos a esto la orientación-ellQs ( Ihrein­
stellung) porque su objeto no es el ser-así ( Sosein) -cualidades inme­
diatamente aprehendidas- de otra persona, sino más bien su ser-como
( \Vte-sein) -su ser de tal o cual tipo general ( Gleichsam-sein) . Tam­
bién hemos analizado la estratificación de las relaciones-ellos, y mostra­
do que forman una serie continua de anonimización siempre creciente,
que comienza con el tipo ideal "mi amigo N" y culmina en el tipo ideal
más general "uno" o "alguno" ( Man) , el originador de artefactos y sis­
temas objetivos de signos. Paralelamente con la creciente anonimización
de la otra persona previamente dada, me ocurre un autodistanciamiento
cada vez mayor de su personalidad viviente. Cuanto más anónimo es
mi partícipe, menos directa y personal es la relación y más conceptua­
lizados deben ser mis tratos con él. Y cuanto más conceptualizado es
mi partícipe, menos puedo considerarlo como un agente libre. Cuando
estoy frente a frente con alguien, lo capto de inmediato como un ser
actuante en forma espontánea y libre: su acción futura está aún abierta
e indecisa, y sólo puedo aventurar una conjetura respecto de lo que él
va a hacer. Por otra parte, el tipo ideal, cuando se lo concibe correcta­
mt'nte, carece de toda libertad; no puede trascender su tipo sin dejar de
ser un mero contemporáneo y transformarse en un consociado mío en
la experiencia directa. En lo que respecta al mundo de los predece­
sores, carece por completo de libertad. En cambio, el mundo de los
sucesores es libre. Vimos en el apartado 11 que el problema de la liber­
tad, cuando se lo comprende en forma correcta, es un problema tempo­
ral. Siguiendo nuestra argumentación hasta el final, vemos ahora que el
significado en el mundo social está también condicionado poc el tiempo,
248

afirmación que ya hemos probado con respecto a la conciencia indivi­


dual ( véase el capítulo II ) .
Todo el análisis que antecede lo hemos aplicado no sólo a los parti­
cipantes dentro de la relación social, sino también al observador. En
el caso de este último encontrábamos que pueden establecerse las mis­
. mas distinciones· básicas, a saber, entre la observación de los congéneres
de alguien en la experiencia directa, la observación de quienes son me­
ramente sus contemporáneos, y la observación de sus predecesores.

43. La observación social indirecta y el problema del conocimiento


en las ciencias sociales

Trataremos ahora de deducir más conclusiones acerca de las modifica­


ciones que la orientación-hacia-Otro y la relación social sufren en las
cuatro regiones del mundo social. Hasta este punto nos hemos ocupado
sobre todo del problema de cómo el hombre en actitud natural, el hom­
bre que ,;w rrolmente en el mundo social, comprende e interpreta este
mundo. S6lo cn forma esporádica, en vinculación con puntos especia­
les, hicimos referencia al problema particular del conocimiento social
científico. �cu.íl es ese problema? Consiste en el hecho de que, aun­
que las cic>ncias sociales partc>n del mismo mundo social en que vivimos
de día en día y lo dan por sentado, los métodos que utilizan para reunir
el conocimiento son por completo distintos de los que se usan en la vida
cotidiana. En efecto, el científico que se ocupa de ciencias sociales orga­
niza y clasifica sus datos en contextos de s ignificado por entero diferen­
tes, y los elabora de maneras totalmente distintas.
En nuestra introducción al capítulo IV nos referimos a la relación
existente entre el conocimiento que obtenemos en Ja vida diaria y el
que obtenemos en las ciencias sociales, y mostramos cuán difícil es tra­
zar una neta línea divisoria entre ambos. Cuando en la vida diaria pien­
so conceptualmente acerca de mis congéneres, estoy asumiendo real­
mente hacia ellos la actitud de un científico social. Por otro lado, cuan­
do emprendo una investigación social, soy todavía un ser humano entre
otros seres humanos; de hecho, pertenece a la naturaleza misma de la
ciencia el que no lo sea sólo para mí, sino para todos. La ciencia siem­
pre presupone las experiencias (Erfahrungen) de toda una comunidad
científica, las experiencias de otros que, como yo, conmigo y para mí,
están llevando a cabo el trabajo científico.1 Y así ya está presente en la
esfera prccicntífica el problema de las ciencias scciales, y Ja ciencia so­
cial misma sólo es posible y concebible dentro de Ja esfera general de
la vida en el mundo social. Esto no equivale de ningím modo a. decir
que el científico social pueda caracterizar como científico ese conoci­
miento que él obtiene en la vida diaria y en sus vinculaciones ordina­
rias. Nos hemos limitado meramente a indicar la región donde debemos

1 Cf. Husserl, Formale und transzendentale Logík, págs. 29 y sigs. y 206.


249

comenzar nuestras observaciones, si queremos emprender una crítica de


la metodología de las ciencias sociales.
¿Cuál es, entonces, la actitud específica de la ciencia social respecto
de su objeto, el mundo social? Es fundamentalmente la misma que la
del observador social indirecto respecto de sus contemporáneos. Sin
embargo, difiere en un aspecto : ninguna realidad social directamente
vivenciada es pre-dada a la ciencia social como tal. El mundo de la
ciencia social es simplemente no idéntico al del científico social, que es
también un hombre que vive en el mundo social. Pero el mundo de los
predecesores es en verdad pre-dado a la ciencia social, y sólo éste
es pre-dado a la historia. Todo el contexto del conocimiento de la cien­
cia social es entonces necesariamente distinto del contexto del observa­
dor indirecto en la vida cotidiana.
Con Sl1 habitual agudeza, Max Weber ha visto también este proble­
ma. En su controversia con Münsterberg habla de la dfferencia básica
que existe entre la psicología científica y la psicología del Menschen­
kenner u observador intuitivo de los otros. Al hacerlo así, se opone a la
afirmación de Münsterberg de que el Menschenkenner o conoce a todo
el hombre o no conoce nada de él. \Veber replica: todo lo que el
Menschenkenner sabe acerca del hombre es que resulta pertinente para ·
sus propósitos inmediatos y nada más.
Lo significativo en un ser humano desde un punto de vista particular y limi­
tado no puede servir, por razones lógicas, como base de una teoría psicológica pura
que trata de expresarse en forma de leyes generales. Sin embargo, la comprensión
intuitiva .toma realmente en consideración la infinita variedad del sentimiento y la
conducta humanos, algo que ninguna teoría puede absorber en sus "presuposi­
ciones",2

No debemos permitir que nos confunda en este punto la terminología


. de \Veber. La distinción que él establece se aplica . no sólo a la psico­
logía intuitiva por oposición a la psicología científica, sino en forma más
general y fundamental al conocimiento cotidiano por oposición al cono­
cimiento científico.
Debemos apelar a Husserl para encontrar una formulación defini­
tiva de la distinción que nos ocupa. Como este atitór mostró en su
Lógica formal y trascendental, todo juicio científico tiene como meta
el conocimiento <lel mundo con un máximo de claridad y distinción
explícitas. En el juicio científico no puede aceptarse como simplemente
"disponible" ninguna presuposición ni elemento pre-dado, como si no
requiriera más explicación. Por el contrario, cuando actúo como cientí­
fico, someto a un detallado análisis paso a paso todo lo que tomo del
mundo de la vida cotidiana: mis propios juicios, los juicios de otros que

2 Weber, "Roscher und Knies und die lop;ischen Probleme der historischen
Nationaléikonomic'', Gcsa.1111nelte Aufsatze zur lVissenschaftslehre ( 1904 ) , p.'Lgi­
na 81, obs. 3.
250

he aceptado previamente sin crítica, y, en verdad, todo lo que previa­


mente he tomado como cuestión de creencia o hasta he pensado de una
manera confusa. Toda ciencia social, incluida la soció1ogía comprensiva,
se propone entonces como meta primaria el mayor esclarecimiento posi­
ble de lo que piensan acerca del mundo social quienes viven en él. Weber
emprendió la tarea de analizar los procesos de establecimiento del sig­
nificado a medida que ocurren en el mundo social -ocurren, por su­
puesto, de una manera que aún carece de completa claridad-. Al ha­
cerlo así, tomó como tema básico el "significado a que apunta la acción
humana'', presuponiendo, al mismo tiempo, que los significados implí­
citos de los juicios cotidianos del mundo social pueden hacerse explícitos
por medios científicos.
Nos ocuparemos muy pronto de la difícil cuestión referente a cuán­
tas ciencias sociales existen y cómo se delimitan sus sectores uno de
otro. Tratemos primero, con ayuda de la sociología de Weber, las con­
secuencias resultantes de la actitud de toda ciencia social respecto de su
objeto, es decir, d e la actitud de quien observa el mundo de los meros
contemporáneos o el mundo de los predecesores.
H emos 'isto que el mundo de los meros contemporáneos no se da
al obserYador de una manera in..T.ediata y directa, y que el yo sólo abar­
ca al otro yo contemporáneo como un tipo ideal. Cuando se construyen
tales tipos idc:llcs. la selección de sus elementos fijados y esenciales de­
pende dd punto de \ista del observador en el momento de la interpre­
tacirín. de su rC pos i to rio de conocimiento disponible y de las modifica­
'

ciones que sufre la atención que presta a su conocimiento del mundo


en general r del mundo social en particular. La construcción de tipos
científicos ideales depende incluso del contexto total del conocimiento
científico o, lo que es lo mismo, del contexto total de juicios claros y
d istintos acerca del mundo. Sin embargo, todos esos juicios, en la me­
dida en que son científicos, deben ordenarse en esos elementos más
elevados de significado que, para emplear una imagen de Husserl,3
abarcan en una expresión todos los axiomas, principios fundamentales,
teoremas y deducciones de una ciencia. No obstante, los esquemas
interpretativos utilizados por un observador en el mundo social para
comprender a aquellos que son sus meros contemporáneos, resultan ne­
cesariamente diferentes de los que emplea el científico social. El cono­
cimiento del observador indirecto está determinado por su propia expe­
riencia directa, prescindiendo de si lo que él conoce es abarcado en
Actos <le juicio que son posicionales o neutralizantes, explícitos o vagos,
o cst{m meramente en el estadio del "tener" prepredicativo del mundo
social. Esto es cierto a causa de la intencionalidad viviente de los
. Actos ( Aktc ) en los cuales ese individuo vive. Por otro lado, el com­
plejo de conocimiento de las ciencias sociales se basa exclusivamente en
Actos posicionales explícitos de juicio, en objetivaciones ideales consti­
tuidas, es dc•cir, en conclusiones del pensamiento, y nunca en Actos pre-

s Logik, pág. 23.


251

predicativos d e tomar posesión ( in Selbsthabe erlebte Erfassungen } de


la otra persona en sí misma. La ciencia social es enteramente un rono­
cimiento explícito de meros contemporáneos o de predecesores; en nin­
gún punto se remonta a la experiencia cara a cara. Además, debe reco­
nocerse que la experiencia ( Erfahnmg) científica abarca las conclusiones
de todas las ciencias del mundo y que los esquemas interpretativos de
las ciencias sociales deben ser compatibles no meramente con la expe­
�iencia del mundo social sino también con la experiencia científica en
su conjunto. El esquema original y fundamental de la ciencia, el esque­
ma expresivo de sus proposiciones y el esquema interpretativo de sus
explicaciones, es por lo tanto, esencialmente, el de la lógica formal. Por
consiguiente, la ciencia es siempre un contexto objetivo de significado,
el tema de todas las ciencias del mundo social es constituir un contexto
objetivo de significado sea a partir de contextos subjetivos de significado
en general o de algunos contextos subjetivos de significado en particu­
lar. El problema de toda ciencia social puede entonces resumirse en la
siguiente pregunta: ¿Cómo son posibles las ciencias de contexto subje­
tivo de significado? 4
Nuestro análisis del mundo social de los contemporáneos ya ha con­
testado en parte a esta pregunta. El hecho de que los contextos sub­
jetivos de significado puedan abarcarse en construcciones objetivantes
y anonirnizantes, es susceptible de presentación y descripción con ayuda
de los tipos personales ideales del mundo de los contemporáneos y
del de los predecesores, que se constmyen según el punto de vista in­
genuo y natural de la vida cotidiana. Puesto que toda ciencia social
comienza dando por sentado un mundo social que ella ve como mundo
de meros contemporáneos o mundo de predecesores, sólo puede abar­
car ese mundo con el método de los tipos ideales, sea tipos de curso-de­
acción o tipos personales. En otras palabras, el mundo social sólo es
pre-dado a cada ciencia social en forma indirecta y nunca con la inme­
diatez de la intencionalidad viviente. Ahora bien, puesto que es expe­
riencia tipificante, la ciencia social constituye un contexto objetivo de
significado cuyo objeto, sin embargo, consiste en contextos subjetivos
de significado ( para ser precisos, los procesos subjetivos típicos de los
tipos personales ideales ) .
Describiremos ahora las modificaciones que sufren las leyes d e for­
mación de tipos en las ciencias sociales ( por oposición a la vida coti­
diana ) , debidas a la ausencia de la experiencia social directa y a la pre­
sencia de la representación totalmente científica del mundo.
Hemos visto que el observador del mundo de los contemporáneos
sólo puede construir en forma apropiada, para comprender a la otra
persona, tipos ideales que estén de acuerdo con su experiencia pasada.

4 Cf. niás abajo, apartado 49, págs. 272 y sigs. ["Wie sind Wissenschaften vom
SuhjPktiven Sinnzusammenhang überhaupt moglich?" Cf. Kant, Crítica de la razón
pura, B, 20: "¿Cómo es posible la ciencia pura de la naturaleza?" ("\Vie ist reine
Nah1rwissenschitft moglich?") ] .
252

La posición del científico social es paralela a ésta. Sus tipos ideales


deben ser no sólo compatibles con las conclusiones establecidas de todas
las ciencias, sino que tiene que explicar en términos de motivaciones las
experiencias subjetivas mismas que abarcan. Para expresarlo en la ter­
minología de Weber, los tipos ideales construidos por la ciencia social
y, sobre todo, por la sociología comprensiva deben poseer al mismo
tiempo tanto adecuación causal como adecuación de significado. Exa­
minaremos en seguida el papel que desempeñan estos dos conceptos
en la sociología comprensiva.

44. La función del tipo ideal en la sociología de Weber

Al analizar unas pocas categorías de la sociología de ·weber, nuestra


fuente será su gran obra, lamentablemente inconclusa, Wirtschaft und
Gesellschaft. Los puntos de vista de Weber acerca de la metodología
cambiaron en importantes aspectos con el curso de Jos años, como era
por cierto de esperar en el caso de un hombre de una extraordina­
ria integridad intelectual. Omitiré exponer esos cambios, ante todo para
no recargarnos en forma excesiva, y en segundo lugar porque ya hay
una cantidad de trabajos excelentes sobre este tema.5
Comencemos con unas pocas citas de la obra principal de Weber:

La sociología es una ciencia que intenta la comprensión interp1ytativa de la


acción social.6
La sociología trata de formular conceptos tipo y uniformidades generalizadas
de procesos empíricos. Esto la distingue de la historia, que se orienta hacia el aná­
lisis y la explicación causal de acciones, estructuras y personalidades individuales
que poseen significación cultural.7
Entre las diversas bases sobre las cuales se formulan sus conceptos y se ela­
boran sus generalizaciones, se halla una tentativa de justificar su importante preten­
sión de contribuir a la explicación causal de algunos fenómenos importantes desde

5 Walther, "Max Weber als Soziologe", Jahrbuch für Soziologie, 11, 1-65;
Schelting, "Die logische Theorie der historischen Kulturwissenschaft von Max ·weber
und im besonderen sein Begriff des Idealtypus", Archiv für Sozialwissenschaften und
Sozialpolitik, XLIX ( 1922 ) , págs. 628-752; Hans Oppenheimer, "Die Logik der
sozialwissenschaftlichen Begriffsbildung mit besonderer Berücksichtigung von Max
Weber", Heidelberger Abhandlungen zur Philosophie, V ( 1925) ; Freyer, Soziologie
als Wirklichkeitsicissenschaft, págs. 145 y sigs., 175 y sigs., etcétera. Respecto del
desarrollo personal de Weber, véase Voegelin, "über Max \Veber", Deutsche Viertel­
fahrsschrift fiir Líteraturwissensch:ift und Geisteswissenschaft, 111, 177 y sigs., y, del
mismo .autor, "Gedenkrede auf Max 'Weber", Kiilner Viertel¡ahrshefte für Soziologie,
IX, págs. 1 y sigs.; y, finalmente, la extensa y muy importante obra de Marianne
Weber, Max Weber, ein Lebensbild (Tubinga, 1926) . [Remitimos también al lec­
tor a la obra mencionada más arriba de Alexander von Schelting, Max Webers Wis­
senschaftslehre ( Tubing�, J. C. B. Mohr [P. Siebeck], 1934 ) .J
6 Wlrtschaft und Gesellschaft, pág. 1 [T.I., pág. 88] .
1 lbúl., pág. 9 [T.I., pág. 109] .
253

el punto de vista histórico y cultural. Como en el caso de toda ciencia g�eraliza­


dora, el carácter abstracto de los conceptos de la sociología explica el hecho de que,
comparados con la realidad histórica efectiva, carezcan relativamente de plenitud
de contenido concreto. Para compensar esta desventaja, el análisis sociológico puede
ofrecer una mayor precisión de conceptos. Esta precisión se obtiene tendiendo hacia
el grado más alto posible de adecuaciÓ!l en el nivel de significado . • . Esto puede
realizarse en el caso de conceptos y generalizaciones que formulan procesos racio­
nales. Pero la investigación sociológica intenta incluir en su ámbito varios fenóme­
nos irracionales, así como los modos de acción proféticos, místicos y afectuales,
formulados en función de conceptos teóricos que son adecuados en el nivel de
significado. En todos los casos racionales o irracionales, el análisis sociológico 'e
aleja de la realidad y, al mismo tiempo, nos ayuda a comprenderla, en tanto mues­
tra con qué grado de aproximación puede substunirse un fenómeno histórico con­
creto en uno o más de estos conceptos . . . Para dar significado preciso a estos térmi­
'
nos, es necesario que el sociólogo formule tipos ideales puros de las correspondientes
formas de acción que en cada caso implican el más alto grado posible de integración
lógica en virtud de su completa adecuación en el nivel de significado. Pero precisa­
mente porque esto es cierto, resulta muy poco probable que pueda encontrarse un
fenómeno real que corresponda exactamente a uno de estos tipos puros idealmente
construido. El caso es semejante al de una reacción física que ha sido calculada
en el supuesto de un vacío absoluto. s
El significado ( tal como se usa el término en la psicología comprensiva ) puede
ser de dos clases. El término puede referirse primero al significado realmente exis­
tente en el caso concreto dado de un actor en particular, o al significado promedio
o aproximado atribuido a una determinada pluralidad de actores; o, en segundo lu­
gar, a un tipo puro, teóricamente concebido, de significado a que se apunta en forma
subjetiva, atribuido al actor o actores hipotéticos en un determinado tipo de acción.u
En todos estos casos, la comprensión implica la captación interpretativa del
significado presente en uno de los siguientes contextos: a ) como ocurre en el enfo­
que histórico, el significado a que se apunta realmente para la acción concreta indi­
vidual; o b ) como en los casos de fenómenos sociológicos de masa, el promedio de
significado a que se apunta realmente o una aproximación a él; o e) el significado
apropiado para un tipo puro científicamente formuJado ( un tipo ideal) de un fenó­
meno común. Los conceptos y "leyes" de la teoría económica pura constituyen ejem­
plos de este tipo ideal. En ellos se establece qué curso tomaría un determinado tipo
de acción humana si ésta fuera estrictamente racional, no estuviera afectada por
errores o factores emocionales y se hallara, además, completa e inequívocamente diri­
gida a un soJo fin, el logro de la máxima ventaja económica. En realidad, la acción
sólo toma exactamente este curso en casos inhabituales, como ocurre a veces en el
Mercado de Valores; y aún entonces sólo se produce habitualmente una aproxima­
ción al tipo ideal. 10

s Ibíd., págs. 9 y 10 [T.I., págs. 109-110].


9 Ibíd., pág. 1 [T.I., pág. 89; hemos traducido "significado a que se apunta
subjetivamente" en lugar ele. "signifimdo suhjetivó', que es la traducción de Ht>n­
derson-Parsons] .
10 lbíd., pág. 4 [T.I., pág. 96].
254

Las citas precedentes bastan para dar una: idea adecuada de la


función de los tipos ideales dentro ·de la �ociología comprensiva, tal
como su creador los concibió. Puesto que hasta este punto hemos ido
tan a menudo más allc1 de los conceptos de Max \Vebcr y con frecuen­
cia tuvimos motivo para disentir con ellos, no podemos encarecer sufi­
cientemente la tremenda importancia que la realización de Weber tuvo
para las ciencias sociales. \Veber se refiere una y otra vez al problema
del tipo ideal como problema central de todas las ciencias sociales.
Nuestros estud ios han mostrado que esta concepción está muy bien fun­
dada. En efecto, el mundo de los contemporáneos y el de los prede­
cesores sólo pueden aprehenderse de una manera típi co ideal Los - .

episodios y hechos individuales que encontramos en este mundo ya


están desvinculados de la otra persona concreta con que nos encontrá­
bamos en la relación cara a cara. Son más o menos anónimos y perte­
necen a cursos típicos de conciencia, que pueden encontrarse en todos
los grados de concretez y riqueza de contenido, desde el tipo de un
individuo al tipo de "alguien".
\Veber cree que ha atendido a todas estas variaciones múltiples
dividiendo en tres clases los significados a que se apunta: a) el signifi­
cado a que apunta un actor individual en un caso históricamente dado,
b ) el significado a que apunta en promedio un determinado grupo de
varios actores y c) el significado de un actor típico-ideal. Los motivos
de Weber son claros; él distingue el método de la historia y el de la
estadística, por una parte, del método de la sociología comprensiva, por
la otra. La distinción está plenamente justificada en la medida en que
se entiende que las ciencias en cuestión tratan del concepto objetivo de
significado y, por lo tanto, del curso externo del acto, dejando por com­
pleto de lado las vivencias consdentes del actor. Si se da por sentada
esta premisa, la historia ( al menos en la concepción que tiene \Veber
de ella) se ocupa de las acciones particulares de los individuos, la esta­
dística de las acciones prom edi o ele las ma sas, y la sociología de la
acción de un tipo ideal puro.n Sin embargo, la distinción de \Veber
resulta carente de fundamento en la medida en que esas ciencias s e
interpreten e n función del significado a que se apunta, e s decir, en l a
medida e n que se aparte l a atención d el curso externo d e la acción
y s e la dirija al contexto subjetivo de significado. En efecto, puesto
que lo que le L'S temáticamente p1·e-dado a la sociología y a todas las
otras ci enci as sociales es la rea1idad social indirectamente vivenciada
( nunca la rrolidad social inmediata) , una realidad social que sólo
puede ser aprehendida en la relación-ellos y por lo tanto típicamente,
se sigue que aunque la ciencia social trnte de la acción de un solo indi­
viduo, debe hacerlo en función de tipos. \Veber comprendió esto con
bastante claridad, pues concede que los . tres métodos de comprensión

11 Con respecto al c:.'tJilcepto de historia y estadística de. 'Veber, véase l\Jiscs,

"Soziologie und Geschichte�. Archiv für Sozialwissenschaften und Sozialpulitik,


LXI, págs. 465-512.
255

de significados ( Sinn-Verstehens) son válidos para la sociología com­


prensiva. Sin embargo, si observamos estas distinciones con mayor pro­
fundidad, encontraremos que a cada uno de los tres modos de compren­
sión corresponde un grado diferente de verificabilidad de la conducta
externa. Los límites son, por supuesto, fluidos. No obstante, puede
decirse que el tipo ideal de la conducta de un individuo, por ejemplo
el de la conducta de un amigo mío, deriva .de una familiaridad muy
íntima con sus características personales, esa familiaridad que tengo ·

en la relación-nosotros, que es mucho mayor que en el caso de un tipo


personal ideal construido para adecuarse a un determinado curso de
conducta. Ya hemos explicado este fenómeno en el capítulo precedente.
Quien vive en el mundo social es un ser libre : sus actos proceden de
la actividad espontánea. Una vez que la acción ha acontecido, una vez
pasada y terminada, se ha transformado en un acto y ya no es libre
sino de carácter cerrado y determinado. Sin embargo, era libre en el
momento en que ocurría; y si la cuestión concerniente al significado
a que se apunta se refiere, como ocurre en el caso de Max \Veber, al
punto del tiempo anterior al completamiento del acto, entonces la res­
puesta debe ser que el actor siempre actúa libremente, y esto es cierto
aunque yo sólo sea capaz de conocerlo indirectamente y de una manera
típico-ideal. Por otro lado, el tipo ideal personal que está correctamente
construido, es decir, el que no es trascendente al tipo, es esencialmen­
te no libre. Esto es verdadero sea que su acción se considere como
ocurriendo ahora o que se la interprete ( después de su ocurrencia ) como
una objetividad ideal ya constituida.
Recordemos la importante distinción entre la construcción del tipo
ideal y la aplicación de este tipo como esquema interpretativo a accio­
nes reales concretas. Tomemos un caso de interpretación de una acción
futura mediante un tipo ideal . Definiremos nuestro tipo ideal diciendo
que tiene motivos definidos e invariables, y de esos motivos podremos
deducir actos y secuencias de actos invariables. Supongamos que nues­
tro tipo ideal es el de un burócrata. Aplicando el tipo a una persona
concreta, puedo decir: "N es un burócrata típico; por lo tanto, puedo
esperar que visite nuestra oficina con regularidad." O si no : "N acaba
de cumplir la acción a; a corresponde al tipo ideal A; a' es también
característica de A; podemos esperar, por lo tanto, que N cumpla tam­
bién la acción a'." Ahora bien, ¿en qué medida son confiables tales jui­
cios? Puesto que la acción a' está aún en el futuro y es por lo tanto
libre, no puedo tener la seguridad de que N la reaJizará. La aplicación
de un tipo personal ideal a una acción futura de otra persona es algo
que sólo puede hacerse con el supuesto de que sea probablemente correc­
ta. Si la persona no actúa como se había pronosticado, debemos suponer
que hemos aplicado el tipo ideal equivocado a la persona en cuestión.
Buscaremos entonces otro tipo personal ideal que hará comprensible su
acción. Este principio mantendrá su validez con prescindencia de que
N sea aprehendido en forma inmediata o sólo se lo conozca como tipo.
Ahora bien, cuanta más libertad tiene N menos anónimo es, tanto más
256

cerca está de la relación-nosotros, menos probable será que se comporte


"de acuerdo con un tipo ideal". Pero si N mismo no es nada más que
un tipo ideal, si sus acciones están controladas por su observador, enton­
ces el tipo ideal debe recibir siempre verificación positiva, debe siem­
pre "resultar correcto" en la medida en que se lo haya construido de
acuerdo con una correcta metodología, es decir, de una manera que
sea adecuada tanto en el nivel de significado como desde el punto de
vista causal.
Ahora bien, ¿qué significa construir un tipo ideal de acuerdo con
estos dos criterios? Según Weber no significa la aplicabilidad del tipo
ideal a acciones futuras, sino más bien la selección de ciertos actos de
una o - más personas como típicamente pertinentes. Un acto se define
como "típicamente pertinente" si se origina en motivos que pueden
establecerse como constantes o invariables en el actor en cuestión. Pero
esto significa tan sólo que el acto es repetible, en otras palabras, que
el tipo ideal derivado de él tiene la idealidad del "etcétera", del "una y
otra vez". Por lo tanto, el concepto de adecuación en el nivel de signi­
ficado y de adecuación causal se aplica a la elección correcta del motivo
y sólo implícitamente a los actos que se postula que derivan de esos mo­
tivos. Y de hecho, es sobre todo el motivo-para lo que se postula de
este modo como constante. En efecto, la búsqueda del auténtico moti­
vo-porque ocurre, por así decirlo, en el modo pluscuamperfecto, sobre
la base de los motivos-para que se ponen como ya dados.
Pero ¿cómo podemos conocer los motivos de otra persona? De
acuerdo con Weber, un motivo es un contexto de significado que el
actor o el observador consideran como el fundamento significativo ( als
sinnhafter Grund) de la conducta. Ahora bien, ya hemos demostrado
que esta definición no logra distinguir entre dos situaciones totalmente
distintas. En la observación social directa el observador supone que el
fundamento significativo de la acción era el proyecto que fue llevado
a cabo por el acto ya cumplido. En este caso el observador comienza
por suponer tácitamente que la acción estaba realmente proyectada o
planeada. Pero puede, en el momento que lo desee, preguntar simple­
mente al actor y descubrir por ejemplo que este último trataba de hacer
algo por completo distinto. En otras palabras, el actor puede decir al
observador cuál era exactamente el "alcance" de su proyecto. Es preci­
samente este alcance lo que el observador no puede determinar mera­
mente obserYando. Pero en la observación social indirecta la situación
es por completo diferente. En este caso no hay ninguna distinción en­
tre el contexto de significado del observador y el del actor. La razón
es simple: si existe una persona real correspondiente al tipo ideal pos­
tulado por el observador,. entonces esa persona tenderá, por definición,
a lo que d ob servador tiene en su mente. Sin embargo -y éste es el
postulado básico de la ciencia. social- los motivos adjudicados al tipo
ideal deben ser tanto causalmente adecuados como adecuados en el
nivel del significado.
257

Antes de seguir adelante tratemos de aclarar una confusión que


puede surgir de nuestra propia terminología. Cuando la sociología em­
prende la interpretación de una acción concreta, tiene el acto ya dado
como datum. Del acto trata de extraer inferencias acerca de los moti­
vos que serían típicos de una persona que actuara de esa manera. En
el proceso, se recurre a un tipo personal ideal. Para abreviar, no nos
referiremos en los párrafos siguientes al tipo personal como tal, sino tan
sólo al motivo típico. Sin embargo, debería comprenderse claramente
que por "motivo típico" queremos significar el motivo de una persona
individual que es aprehendido por medio del método típico-ideal. In­
vestiguemos ahora qué quiere significar exactamente Weber con los dos
términos : "adecuación causal" y "adecuación en el nivel de significado".

45. Adecuación causal

\Veber formula muy claramente la distinción entre los dos conceptos,


al comienzo de su obra Wirtscha� und Gesellscha� :

Aplicamos el término adecuación en el nivel de significado a la interpretaci6n


subjetiva de un curso coherente de conducta cuando, y en la medida en que, de
acuerdo con nuestros modos habituales de pensar y sentir, sus partes componentes,
tomadas en su relación mutua, resultan constituir un complejo típico de significado.
Es más común decir "correcto". La interpretación de una secuencia de hechos se¡:á,
por otro lado, causalmente adecuada en la medida en que, de acuerdo con generali­
zaciones establecidas a partir de la experiencia, exista una probabilidad de que esa
secuencia ocurra siempre realmente de la misma manera. Uri ejemplo de adecuación
en el nicel de significado en este sentido es lo que constituye, de acuerdo con nuestras
normas corrientes de cálculo o pensamiento, la soluci6n correcta de un problema
aritmético. Por otro lado, una interpretación causalmente adecuada del mismo fenó­
meno se referiría a la probabilidad estadística de que, de acuerdo con generali­
zaciones verificadas a partir de la experiencia, hubiera una solución "correcta" o
"errónea" del mismo problema. Esto también se refiere a normas corrientemente
aceptadas, pero agrega la consideración de los errores o las confusiones típicos. Así,
la explicación causal depende de que se pueda determinar que existe uria probabi­
lidad -que, en el raro caso ideal, puede ser numéricamente establecida, pero es
siempre en cierto sentido calculable- de que un determinado hecho observable ( ma­
nifiesto o subjetivo) vaya seguido ·o acompañado por otro hecho.
Una interpretación causal correcta de un curso concreto de acción se logra
cuando la acción manifiesta y los motivos han sido aprehendidos en forma correcta,
y al mismo tiempo su relación ha llegado a ser significativamente comprensible.
Una interpretación causal correcta de la acción típica significa que el proceso que
se considera típico ha sido aprehendido en forma adecuada en el nivel de significado
y, al mismo tiempo, la interpretación es, en cierta medida, causalm.ente adecuada. Si
falta la adecuación respecto del significado, entonces por más alto que sea el grado
de uniformidad y por mtts precisamente que se determine en forma numérica su
probabilidad, constituye aún una probabilidad estadística incomprensible, se trate de
258

procesos manifiestos o subjetivos. Por otro lado, aun la adecuación más perfecta en
el nivel de signi.fü:ado sólo tiene significación causal desde el punto de vista sodC>­
lógico en la medida en que haya alguna clase de prueba de la existencia de una
probabilidad de que la acción siga normalmente de hecho la trayectoria que se ha
considerado adecuada al significado. Para esto debe haber algún grado de frecuen­
cia determinable de aproximación a un promedio o tipo puro.
Las uniformidades estadísticas sólo constituyen tipos comprensibles de acción,
en el sentido que damos aquí a la palabra, y por lo tanto "generalizaciones socio­
lógicas", cuando pueden considerarse como manifestaciones del significado subje­
tivo comprensible de un curso de acción social. Inversamente, las formulaciones de
un curso racional de acción subjetivamente comprensible sólo constituyen tipos socio­
lógicos de procesos empíricos cuando pueden ser observadas empíricamente con un
grado significativo de aproximación. Lamentablemente no se da de ninguna manera
el caso de que la probabilidad real de la ocurrencia de un detenninado curso de
acción manifiesta sea siempre directamente proporcional a la claridad de la interpre­
tación subjetiV'a .12

Trataremos ahora de conciliar estas observaciones de \Veber con


los requerimientos de nuestra propia teoría. Comencemos con el con­
cepto de adecuación c-ausal. Cna secuencia es causalmente adecuada en
la medida en que la experiencia nos enseña que probablemente ocurrirá
de nuevo. El concepto de adecuación causal se i:elaciona, por lo tanto,
con ese contexto objetivo de significado que es la ciencia social misma.
La generalización de que ciertos actos van seguidos por otros determi­
nados actos se funda 1 ) en la vida cotidiana, en mi interpretación de
mis propias experiencias, y 2) en la ciencia social, en un complejo cien­
tífico de conocimiento. En ambos casos la generalización se logra por
medio de una síntesis de reconocimiento. Pero esto no debería identifi­
carse de ninguna manera con el conocimiento de la experiencia cons­
ciente de otra persona o con el conocimiento del "significado a que
apunta" su acción. Una secuencia de sucesos es, por lo tanto, causal­
mente adecuada si está de acuerdo con la experiencia pasada. No inte­
resa en este caso si l9s eventos en cuestión integran una acción humana
o si sólo son una serie de sucesos que ocurren en el mundo de la
naturaleza. En realidad, el concepto de adecuación causal fue formu­
lado en primer lugar por el fisiólogo Johannes von Kries 13 en vincula­
ción con ciertos problemas implicados en el cálculo de probabilidades.
Su propósito era contribuir a la teoría de la responsabilidad legal en el
Derecho penal, pero introdujo la idea como concepto general indepen­
diente de cualquier aplicación específica. Existen graves objecciones
contra el uso de la palabra "causal" en el razonamiento sociológico. En
12 Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, págs. 5-6 [T.I., págs. 99-100) .
13 "tl'ber den Begriff der objektiven Moglichkeit und einige Anwendungen
desselben", Vierteljahmchrift für wissenschaftliche Philosophie ( 1888 ) , págs. 180
y sigs.; sobre el concepto de adecuación <:ausal, 'véanse especialmente las páginas
201 y sigs. Con respecto al concepto de Max Weber, cf. el ensayo dedicado a este
terna en Gesammelte Aufsiitze zur Wissenschaftslehre, págs. 78 y sigs.
259

efecto, cuando formulamos juicios de adecuación causal en las ciencias


sociales, no estamos hablando realmente de necesidad causal en sentido
estricto, sino de la así llamada "causalidad de libertad", que pertenece
a la relación fin-medio. For lo tanto, no podemos hablar realmente de
una relación causal en el sentido general postulado por Kries,14 en la
medida en que nos limitemos al hecho externo, al · contexto objetivo
de . significado, etcétera. Sin embargo, si interpretamos el concepto en
el sentido de Weber, entonces el postulado de la adecuación causal es
idéntico con lo que hemos llamado previamente "el postulado de la cohe­
rencia de la experiencia". Un constructo tipo es causalmente adecuado,
entonces, si resulta probable que, de acuerdo con las reglas de la expe­
riencia, se realice un acto ( sin que importe quién lo realiza o en qué
contexto de significado ) de una manera que corresponda al constructo.
Pero esta formulación no es todavía precisa. Si partimos de una
acción real como mi datum, entonces todo constructo típico-ideal que yo
base en él será ya en sí mismo causalmente adecuado. Eso ocurre por­
que el contexto objetivo de significado del acto del cual parto revela
por sí. mismo el contexto subjetivo típico del significado que corres­
ponde al acto o, hablando más estrictamente, puede corresponderle.
Por lo tanto, si voy a construir un tipo personal ideal de una manera
científicamente correcta, no basta que sea probable que ocurra la acción
en cuestión. Más bien, lo que se requiere por añadidura es que la ac­
ción sea repetible y que el postulado de su repetibilidad no sea incohe­
rente con todo el conjunto de nuestro conocimiento científico. Es ésta
una buena oportunidad para repetir nuestra observación previa, de que
Weber parte de una acción externa y busca vincular con ella un signi­
ficado a que se apunta, sin explicar el hecho de que aun el concepto
de la unidad de la acción presupone un fundamento subjetivo, una vez
que preguntamos cuál es el significado a que se apunta. Sin embargo,
este error no tiene consecuencias si seguimos el curso posterior de su
pensamiento. La adecuación causal es para él, sobre todo, una catego­
ría de las ciencias sociales; por lo tanto, sólo está ligada a ella la com­
prensión sociológica e histórica. Sin embargo, tal comprensión ocurre
por medio de la construcción de tipos personales ideales que derivan
de un curso de conducta externa, arbitrariamente aislado por el cientí­
fico social. Si lo formulamos como un requerimiento de que tales cons­
tructos deriven solamente de actos que ocurren con una cierta frecuen­
cia conocida, lo que tenemos realmente en este caso es un principio
heurístico basado en la economía del pensamiento. Esto significa sim­
plemente que un constructo sólo es apropiado y puede recomendarse si
deriva de actos que no son aislados sino que tienen una cierta proba­
bilidad de repetición o frecuencia. Si se concibe de esta manera el pos-

14 Una crítica de este concepto, que no tenemos espacio para incluir aquí,
mostraría que su validez universal es muy dudosa. Cf. con respecto a su utilidad
en el Derecho penal, Felix KatÚmann, Die philosophischen Grundprobleme der
Lehre von der Strafrechtsschuld ( Leipzig y Viena, 1929 ) , págs. 78 r sigs.
260

tulado de la acción causal, no constituye de ningún modo un principio


esencial de todas las ciencias .sociales. Sólo sería coactivo para la socio­
logía y no para la historia, puesto que deriva del enfoque básico que
hace el sociólogo de sus problemas. Pero esto dejaría entonces a cada
uno en libertad de decidir si desea realizar el estudio científico del
mundo social como sociólogo o como historiador.
Pero el postulado de la adecuación causal de Weber significa algo
más que eso. Por razones que aún tenemos que examinar, el sociólogo
prefiere el esquema interpretativo de la acción racional ( específica­
mente el de la acción orientada a un propósito ordinario o el de la
orientada a mi valor absoluto 15 ) a todos los otros esquemas interpreta­
tivos. Toda acción ordinaria que tiene un propósito ocurre dentro de
la relación-medio-fin. Establecer la pauta de tal acción significa simple­
mente averiguar cómo se relacionan los fines con los medios típicos. En
otras palabras, la elección de fines del actor, sus proyectos-para están
detem1inados por medio de una construcción típico-ideal. Una vez hecho
esto -es decir, una vez que está definido el fin del actor-, sólo es
cuestión de seleccionar los medios que resultan apropiados según su
experiencia. Podemos interpretar ahora el postulado de la adecuación
causal de ""eber de la siguiente manera: en un constructo tipo de
accL n ordinaria tendiente a un fin, los medios deben ser, a la luz
de nuestra experiencia pasada, apropiados a ese fin. Luego, cuando
examinemos la acción y el método racionales, explicaremos en detalle
lo que queremos decir mediante este segundo concepto de adecuación
causal.
Se dice que un constructo típico-ideal es causalmente adecuado
cuando predice lo que realmente ocurre, de acuerdo con todas las reglas
de la frecuencia. Pero esto no significa que lo que el constructo predice
deba siempre suceder. Weber mismo da como ejemplo la probabilidad
de un error típico de cálculo. Supongamos que deseamos multiplicar
un número dado por un número de dos dígitos . . Luego, en lugar de
ubicar el segundo producto parcial un espacio a la izquierda del pri­
mero, lo ubicamos un espacio a la derecha. Sería causalmente adecuado
concluir que vamos a llegar a una respuesta errónea. Pero esta conclu­
sión no sería correcta para todos los casos en que s,e emplea el proce­
dimiento arriba mencionado; por ejemplo, si los dos d ígitos del multi­
plicador son iguales, no importa si el segundo producto parcial se mueve
hacia la derecha o la izquierda del primero. Aquí tenemos de hecho
el caso ideal de Weber, de la probabilidad numéricamente asignable,
puesto que de diez operaciones de esta clase nueve serán incorrectas
y una correcta. Sin embargo, si observamos más prolijamente, veremos
que la adecuación causal, o el acuerdo con la experiencia pasada, se
basa en relaciones de adecuación de significado típicamente aprehen­
didas, que son en este caso las leyes de la aritmética y la teoría de los
números tal como se las aplica a la operación de multiplicar. Podemos

15 [Véase Wirtschaft und Gesellschaft, pág. 12; T.I., pág. 115.]


26 1

ir aun más allá y proceder a la formulación general de que toda ade­


cuación causal que pertenezca a la acción humana se basa en principios
de adecuación de significado de una u otra clase. En efecto, tal ade­
cuación causal significa la. coherencia del constr.ucto tipo de una acción
humana con el contexto total de nuestra experiencia pasada. Además,
sólo podemos llegar a conocer una , l:\Cción humana ordenándola dentro
de un contexto de significado, sea objetivo o subjetivo. Por lo tanto, la
adecuación causal, en la medida en que es un concepto que se aplica
a la conducta humana, sólo constituye un caso especial de la adecuación
de significado.16
Nuestra posición a est� respecto resultará en segriida más inteligi­
ble, cuando procedamos al análisis de la naturaleza de 1a adecuación
de significado.

46. La adecuaci6n de significado


Según ·weber un curso continuo de conducta es adecuado en su signi­
ficado, o adecuado en el nivel de significación, en la medida en que
afirmemos la relación de sus partes constituyentes como un contexto
típico del significado de acuerdo con hábitos promedio de pensamiento
y sentimiento. Aquí encontramos de nuevo la paradoja que domina toda
la filosofía de la ciencia social de Weber. El postula como tarea de la
ciencia social el descubrimiento del significado a que se apunta, en
verdad, el significado a que se apunta el actor. Pero este "significado
a que se apunta" resulta ser un significado que se da al observador y no
al actor. En nuestra terminología, Weber dice que una acción tiene ade­
cuación de significado cuando puede ordenarse en un contexto objetivo
de significado. Ya hemos mostrado que tal interpretación objetiva es
· algo por completo diferente de descubrir lo que el actor mismo tiene
en su mente. Nuestra próxima cuestión debe consistir, por lo tanto, en
resolver si la adecuación de significado se obtiene por medio de la inter­
pretación objetiva, o si tenemos que ir más allá y mostrar sin contra­
dicción cómo el actor mismo podría haber apuntado subjetivamente
a un cierto significado. Tendremos que decidir en favor de la segunda
. alternativa, según veremos.17
Esta distinción no carece de ninguna manera de importancia para
la teoría de Weber acerca de la adecuación del significado. Para él la
conducta es adecuada al significado si está de acuerdo con los "hábitos

16 Pero no, por supuesto, en el caso de las ciencias naturales. Los fenómenos

de la naturaleza están, en principio, más allá de la comprensión interpretativa y no


tienen "significado'', puesto que caen fuera de la concien cia del hombre y pertene­
cen a un orden espacio-temporal objetivo. Este no es el lugar de investigar más
profundamente la distinción entre las ciencias naturales y las culturales.
17 Puesto que sólo una vivencia consciente puede ser significativa ( sinnhaft) ,
no necesitamos distinguir, al hablar d e adecuación de significado, entre su aplica­
ción a objetos culturales y su aplicación a objetos naturales, co!J1o hicimos en el
caso de la adecuación cau sal .
262

promedio de pensamiento y sentimiento''. Lo que él quiere decir con


este agregado no resu1ta del todo claro. En efecto, los hábitos prome­
dio de pensamiento y sentimiento son una cuestión de interpretación
causalmcnte adecuada, no de adecuación de significado. Parece contra­
d ictorio que el sociólogo se erija · en juez de lo que es adecuado por su
significado, a menos que con "conocimiento de Jos hábitos promedio de
pensamiento y sentimiento" queramos si gnificar el conocimiento que
las ciencias sociales tienen de todas las experiencias subjetivas conce­
bibles de cualquier clase. Es suficiente para la interpretación significa­
tiva de la conducta de · otro suponer que mi constructo ideal está en un
contexto de significado para él. Esto basta aunque tal contexto de sig­
nificado entre en colisión con mi propio conocimiento. Por ejemp]o,
puedo considerar la interpretación totemista de la conducta de una tribu
primitiva como adecuada por su significado aunque toda la manera tote­
mista de pensar sea extraña a los ñábitos promedio de pensamiento
y sufrimiento" de nuestra cultura, o por lo menos de los sociólogos de
nuestra cu1tura. Pero esto no es en abso1uto lo que Max Weber quiere
decir. En efecto, él está muy consciente del hecho de que estos ñábi­
tos promedio de pensamiento y sentimiento" se remontan a determina­
dos tipos personales ideales. Sabe también que es una cuestión de
nuestra experiencia, es decir, de la er,:>eriencia de ]as ciencias sociales,
establecer si ciertos conceptos de significado pueden ordenarse bajo un
tipo personal ide-al definido de una manera que sea típicamente ade­
cuada. más bien que trascendente al tipo. Y así, nuestra tentativa de
descubrir un criterio para lo que es adecuado al significado se ha redu­
cido a esto: hemos vuelto al contexto subjetivo de significado y al tipo
personal ideal, que a su vez tienen que construirse en función del pos­
tulado de la adecuación causal.
Por otro lado, podemos considerar un constructo típico-ideal como
adecuado para una d eterminada acción si el correspondiente contexto
su bjetivo de significado puede rea]mente adscribirse al actor en cuestión
s in contradecir todo lo demús que sabemos acerca de él. Por supuesto,
esta persona, cuyas vivencias estamos interpretando, puede aparecernos
como más o menos d eterminada según el grado de conocimiento que
tengamos de ella. Así comprendido, el prob1ema de la adecuación de
significado corresponde sólo a la interpretación de una acción concreta
por medio de tipos ideaies ya consti tuidos . Por otro lado, el sociólogo
tendría abso]uta libertad de acci ón en Ja construcc ió n de un tipo personal
idea], porque él equipa la condencia ideal de este ú]timo de manera
que sea perfectam ente capaz de tener experiencias subjetivas apropiadas
a la conducta típica en cuestión.
Nuestro análisis ha mostrado entonces que, en l o que respecta a
�fax "'eber, los dos conceptos de adecuación causa] y de adecuación de
s ignifi cad os son conwrtibks. Cualquier i nterprC'tación que sea adecuada
por su si gnifieado debe ser causalmente adecuada, y viceversa. Los dos
pos tulad os requieren realmente que no haya contradicción con la expe­
riencia previa. Tan pronto como suponemos que existe disponible un
263

repositorio definido de tal experiencia -tan pronto como sólo una perso­
na hace la interpretación, y desde un solo punto de vista-, se cumplirán
ambos postulados o ninguno de ellos. Si parece ser de otro modo, se
debe únicamente a que se introducen una cantidad de intérpretes, o a
que se asume una cantidad de puntos de mfra temporales en los cuales,
por ejemplo, una interpretación ya adecuada en sí misma por su signifi­
cado entra causalmcntc en conflicto con otra que es posterior.
En efecto, aun en los casos en que un determinado curso de conducta
parece incomprensible para el observador -por ejemplo, la conducta que
es por un lado causalmente adecuada, pero por otro carece de adecua­
ción de significado-, puede muy bien existir una adecuación de signi­
ficado desde el punto de vista del actor mismo. Supongamos, por ejem­
plo, que un observador que es por completo ignorante del uso de la esta­
dística lingüística en la investigación histórica tropieza con un hombre
que está contando la frecuencia de las palabras en las obras de Platón.
En lo que respecta a "hábitos promedio de pensamiento y sentimiento"
n:o sabrá simplemente qué hacer con tal conducta. Las acciones del
hombre sólo comenzarán a tener sentido para él cuando se le explique
que en difC'rentes períodos de su vida una persona muestra una prefe­
rencia por ciertas palabras y que, por lo tanto, estudiando la frecuencia
de determinadas palabras en sus escritos tendremos un punto de partida
para establecer una cronología de éstos. Lo que sólo era causalmente
adecuado se transforma entonces en adecuado por el significado, y
resulta por lo tanto completamente inteligible. Veremos en seguida cómo
el concepto de adecuación de significado de Weber deriva realmente
del motivo-para de la acción racional, y cómo su concepto de inteligibi­
lidad (Verstehbarkeit) est<\ estrechamente vinculado con su noción de
una acción orientada a un propósito ordinario.
En este punto debemos añadir una observación sobre la situación
que sirve de base al distingo entre adecuación causal y adecuación de
significado. El postulado de que un constructo típico-ideal debe ser a
la vez causalmente adecuado y adecuado en el nivel de significado,
implica que debe formularse corno un constructo puro sin ninguna
mezcla de conducta que trascienda al tipo.18 Además, tiene que ser
compatible con nuestra experiencia del mundo en genera! y, por lo tanto,
con nuestra experiencia de la otra gente en general y de la persona par­
ticular en general cuyos actos estarnos tratando de comprender mediante ·

el constructo. Otro requerimiento del posh11ado es el de que el construc­


to se base solamente en conducta repetible. Esto en lo que respecta
a los requerimientos del postulado de adecuación, en la medida en que
se refiere a la fol'macicín de constructos típicos-ideales. ¿Cuáles son sus
requerimientos en lo que respecta a la aplicación de estos tipos a actos
.concretos? Aquí el postulado de adecuación establece que el tipo debe
ser suficiente para explicar la acción sin contradecir a la experiencia

previa. Pero una acción sólo se explica suficientemente por medio de

l8 Con re�pecto a este concepto, véase más arribu, pág. 219.


264

un tipo ideal cuando se entienden sus motivos como típicos; la expli­


cación debe ser, por lo tanto, adecuada al significado. Decir que los ·
motivos deben ser causalmente adecuados sólo significa que los motivos
podrían haber provocado esta acción y, más estrictamente, que proba­
blemente lo hicieron. Debemos examinar ahora el concepto de pro­
babilidad.

47. Probabilidad objetiva y subjetiva

Weber distingue dos clases de probabilidades: subjetiva y objetiva. La


probabilidad objetiva consiste en el hecho de que cierta conducta puede
concebirse tanto con adecuación causal como con adecuación en el nivel
de significado, sin tener en cuenta las experiencias subjetivas del actor.
La probabilidad objetiva es, por lo tanto, una categoría de interpretación.
La probabilidad subjetiva, en cambio, sólo se predica del contexto sub­
jetiYo de significado, es decir, del "significado a que se apunta". La
probabilidad subjetiva mira hacia el futuro desde el punto de observa­
ción que ocupa el actor. Representa algo en el futuro como ya termi­
IJado y cumplido, o, según lo hemos expresado, en el tiempo futuro
perfecto. La probabilidad subjetiva es sinónimo de expectación en el
sentido mis amplio; por lo tanto, se predica sobre todo del proyecto
y de hs protensiones dirigidas hacia la meta de éste. Por consiguiente,
en el ca.so de cualquier actor, sólo puede atribuirse una probabilidad sub­
jeti\"a a cad.i proyecto cuando el actor planea la acción para llevarlo
a cabo. Además, les motivos-para tienen probabilidad subjetiva, hecho
que ya está implicado cuando decimos que todas las acciones están
"orientadas".
En cambio, un auténtico motivo-porque sólo puede tener probabi­
lidad objetiva. Esto equivale a decir que el motivo-porque sólo puede
ser considerado como operativo si se lo construyó en función de la ade­
cuación de significado y de la adecuación causal, de tal modo que
pueda haber sido operativo. Aquí la posición del observador externo
y la del actor son en principio la misma. El actor sólo puede descubrir
sus auténticos motivos-porque a través de un proceso de autoobserva­
ción. Su acto completado o su motivo-para es entonces tomado como
datum, y el actor trata de representar en el tiempo pluscuamperfecto
cuál es la vivencia ubicada aun más atrás en el pasado que podría ha­
berlo llevado a planear tal o cual cosa o a hacer tal o cual otra. En
la búsqueda de esa vivencia él utiliza, por supuesto, el criterio de ade­
cuación, que implica la existencia de un concepto objetivo de significado.
Es entonces cuestión de probabilidad objetiva el que haya sido identi­
ficado el verdadero motivo-porque del acto.
En lo que respecta a la probabilidad subjetiva, cuando decimos
que es predicable del motivo-para, queremos significar que todo acto
proyectado requiere cumplimiento por medio de una acción real y que
1 actor cuenta con tal cumplimiento. Pero este supuesto de que el acto
265

va a ser realizado, se basa en el conocimiento disponible para el actor


en el momento en que formula su proyecto. Ese conocimiento es, en
gran medida, cuestión de su experiencia pasada en lo que respecta a
si cosas como esas "pueden hacerse". El actor incluye así su acción pla­
neada dentro de un contexto de significado, es decir, de ciertos proyectos
previos de naturaleza similar que se imaginan ahora en el tiempo plus­
cuamperfecto, juzgados en lo que respecta a si fueron realizados con
éxito y constituidos así en la pauta de "adecuación".
Debemos concentrar nuestra atención en la relación que existe entre
el concepto de probabilidad y los tipos ideales que se construyen cien­
tíficamente, es decir, de acuerdo con los postulados de adecuación.
En lo que respecta a la construcción del tipo ideal, el postulado
de adecuación requería que fuera probable que una persona real se
comportara de la manera especificada por el tipo. La probabilidad y la
adecuación objetivas con respecto al tipo son, por lo tanto, correlativas
en la medida en que se trate de conducta ya transcurrida. Pero si el
constructo tipo está destinado a aplicarse a una acción futura, el crite­
rio de adecuación de significado es diferente. En este caso el observador
debe postular una acción de tal naturaleza que el actor piense que su
realización es probable. En una palabra, lo que se requiere aquí es
probabilidad subjetiva. Los proyectos tienen un grado positivo de pro- .
habilidad subjetiva si quienes los formulan creen ser capaces de llevarlos
a cabo.
La probabilidad, sea objetiva o subjetiva, implica la potencialidad .
Ahora bien, sabemos desde la publicación de Ideas 1 9 de Husserl, que
la potencialidad puede originarse en dos fuentes diferentes. Ante todo,
puede derivar de la posicionalidad, es decir, ser el resultado de actos
téticos de posición. En segundo lugar, puede resultar de la transforma­
ción en potencialidad d e contenidos d e conciencia neutralizados.20 El
concepto de probabilidad objetiva y subjetiva, cuando se lo aplica aquí,
abarca estas dos categorías. La diferencia es la siguiente: en el caso
de la potencialidad tética, los juicios se formulan en forma relativamente
explícita y clara, mientras en el caso de los contenidos neutralizados de
conciencia transformados en potencialidad, la probabilidad de que resul­
ten verdaderos sigue siendo por completo insegura desde el punto de
vista subjetivo, o se la da por sentada. Pero todo esto depende del modo
original de atención del actor, que es antecedente a todos los contextos
de significado. Sin embargo, si su modo de atención se establece pro­
piamente como una manera típica e invariable en la cual el yo considera
sus propias vivencias, es posible entonces prescindir de la probabilidad
subjetiva originada en las vivencias neutralizadoras de 1a conciencia,
y traer a la luz la probabilidad que se origina en la posicionalidad tética.
Puede suponerse entonces que el actor formula una serie de juicios po­
sitivos (thetische Setzungsakte) acerca de su meta, su posibilidad de al-

10 Págs. 255 y sigs. fT.I., págs. 313 y sigs.] .


20 Con respecto a este concepto cf. apartado 1 1 , pág. 96.
266

canzarla y los medios de que dispone. Puesto que estos juicios son
explícitos y claros, se dice que él actlia racionalmente.
El esclarecimiento de esta noción de acción racional constituirá la
última etapa de nuestro estudio de los conceptos básicos de \Veber.

48. La preferencia de la sociología comprensiva


por los tipos de acci6n racional

Recordemos una vez más nuestra definición de acción. Acción es la


conducta basada en un proyecto antecedente. Puesto que todo pro­
yecto tiene una estructura "para" o "por-motivo-de-lo-cual", resulta
que toda acción es racional. Sin tal proyecto uno no "actúa", sino que
meramente "se comporta" o "tiene vivencias". Toda acción puede ubi­
c-.use, a su vez, en un contexto más elevado de significado, dentro del
cual constituye sólo un medio para un fin adicional. Ahora bien, este
fin o meta más alta puede describirse claramente, mientras que la acción
que lleva a ella se realiza de una manera confusa e incierta. O inver­
samente, el fin puede concebirse en fom1a vaga mientras que está bien
pensada la acción que lleva a él. Un ejemplo de la primera situación
sería una indicación del tipo "El correo está en esa dirección", en
contraste con "Tome la primera calle a la derecha, y luego de recorrer
dos cuadras camine una hacia la izquierda". Un ejemplo de 1a segunda
situación sería el de un químico que realiza cuidadosos experimentos
sobre una sustancia recién descubierta cuya natura1cza no se conoce
aún. Estas dos situaciones son ajenas a la clase de tipo ideal que se
construye en las ciencias sociales, y, de hecho, en todo conocimiento
indirecto de la realidad social. El tipo ideal propio de tal experiencia
social indirecta es de tal índole que tanto los fines como los medios
se conciben claramente. En efecto, puesto que dentro de estos tipos el
motivo-para es fijo e invariable, debemos suponer que los fines y me­
dios correspondientes tienen un máximo de adecuación de significado
y la acción misma un máximo de probabilidad de ser realizada. Un
tipo de acción de esta clase es, según \Vcber, una acción racional.21
No importa si la acción racional se orienta hacia un propósito ordinario
o hacia un valor absoluto. Esta última distinción pertenece realmente
al auténtico motivo-porque, que puede coordinarse con el típico mativo­
para. El que un acto se oriente a un propósito ordinario o a un valor
absoluto depende del interés del actor; lo mismo puede decirse res­
pecto de los problemas que éste se plantea a sí mismo y de las · viven­
cias que selecciona como pertinentes para su solución.22

21 Para un análisis del concepto de acción racional, véase la valiosa mono­


grafía de Hermann J. Grab, Der Begriff des Rationalen in der Soziologie Max Webers
( Karlsruhe, 1927) . No necesito decir que mi coincidencia con Grab sólo puede
ser parcial, puesto que él presupone el concepto de los valores objetivos de Scheler.
22 Para la derivación de los dos tipos de acción en cuestión véase Mises,
"Soziologie und Geschichte", pág. 479.
267

Puede pensarse esta relación medio-fin en un contexto . objetivo dP


significado, y juzgar su probabilidad objetiva. Con una elección ade­
cuada del tipo, el contexto objetivo de significado de la relación· medio­
fin puede tratarse como un contexto subjetivo de significado y la pro­
babilidad objetiva como probabilidad subjetiva. ' Esto será tanto más
cierto cuanto más universales sean las situaciones problemáticas que
constituyen los auténticos motivos-porque correspondientes a los típicos
motivos-para en cuestión. Por esta razón la sociología comprensiva
-aunque en este respecto no es de ninguna manera la Única- pre­
fiere los tipos racionales de acción. La acción irracional ( a saber, la
acción cuyos fines o medios son confusos o inciertos ) se interpreta
como una función variable de la acción racional. Esto se hace postu­
lando un tipo de acción racional y realizando luego ciertos cambios
en sus motivos-para; el resultado es un tipo divergente. Debemos teiler
presente el hecho de que la sociología se ocupa fundamentalmente de
mferacciones sociales y que estas últimas implican orientaciones recí­
procas en Tas cuales el cálculo de med10s y fines desempeña un gran
pap.ei. Debido precisamente al car�cter fundamental de este cálculo,
la acción racional .constituye un concepto tan importante para la socio­
logía comprensiva. Pero esto no significa de ninguna manera que la
sociología comprensiva descuide la acción irracional. Weber ha acen­
tuado una y otra vez que esta última forma parte del tema de la socio­
logía. Sus obras sobre sociología de la religión, por ejemplo, hacen
un uso ejemplar d� las categorías de acción irracional, emocional y
tradicional.
Esta preferencia por los tipos de acción racional debe distinguirse
muy netamente del así llamado "método racional" de la sociología
comprensiva. La sociología no puede pretender el monopolio del mé­
todo racional. Las metodologías de todas las verdaderas ciencias son
racionales, puesto que implican el uso de la lógica formal y de esque­
mas interpretativos. Las verdaderas ciencias requieren que todas sus
proposiciones tengan el m<Íximo de claridad y distinción. No existe
lo que podríamos 11amar una ciencia irracional. No debemos dejar de
reiterar que el método de la sociología de \Veber es racional y que
la posición de la sociología comprmsiva no debe confundirse, de nin­
guna manera, con la de Dilthey, quien opone a la ciencia racional otra
así Uamada ciencia "comprensiva" que se basa en supuestos metafísicos
y en una "intuición" que no requiere más justificación.
Es cierto que d postulado de tal ciencia comprensiva surgió
históricamente de la necesidad de quebrar las barreras erigidas entre
las ciencias racionales especiales y la comprensión de la vivencia viva.
Pero olvidaron quienes propusieron este nuevo enfoque que la vida y
el pensamiento son dos cosas diferentes y que la ciencia sigue siendo
cuestión de pensamiento aunqul" su tema sea la vida. Por lo tanto, no
pm1de basarse en alguna cmpatía vaga y confusa ni en supnrstos de
V'dlor o en descripciones que carezcan de rigor intelectual. Fue este
punto y nada más lo que constituyó el núcleo de Ja insistencia de Webr
268

en la objetividad del conocimiento obtenido en las ciencias sociales. Y


\Veber fue el primero que elevó la sociología comprensiva al rango de
ciencia.

49. El significado ob¡etivo y sub¡etivo en las ciencias sociales

Luego de haber completado nuestro análisis de los conceptos básicos


más importantes de la sociología comprensiva, debemos tratar ahora
de contestar a las preguntas formuladas en el apartado 43 respecto d e
Ja relación existente entre los actos de dotación de significado que
realizamos en la vida diaria, y la interpretación que hacen de ellos
]as ciencias sociales. Nuestra respuesta es ésta : Todas las ciencias
sociales son contextos ob;etivos de significado de contextos subjetivos
de significado. Trataremos ahora de esclarecer lo que queremos sig­
nificar con esta afirmación.
Todo conocimiento c�entífico del mundo social es indirecto. Es
conocimiento del mundo de los contemporáneos y del mundo de. los
prc<lece:sores, nunca del mundo de la reaJidad social inmediata. Por
consiguiente, las ciencias sociales pueden comprender al hombre ���u
,;da 5ocia.J. cotidiana no como una persona individual vivienté con una
conciencia única, sino sólo como un tipo ideal personal sin duración
o esp<mtaneidad. Sólo pueden comp rend erlo dentro de un tiempo obje­
ti\"O, i mpers onal y an óni mo , que nadie ha vivenciado nunca ni podría
\ivenciar. A este tipo ideal sólo se le asignan las vivencias cons cientes
quC' se requieren para acompañar a los motivos ya formalmente postu­
lados. Hemos delineado ya la metodología implicada en esta formu­
laci - n. \"imos que debe ocurrir de una manera que es a la vez adecuada
al s ign ificado y adecuada causalmente. Esto significa que se debe
rC'Currir constantemente al conocimiento pre-dado del mundo social y
dd m u nd o en g eneral. Quiere decir que los motivos postulados no
deben ser incompatibles con los de los tipos ideales previamente cons­
tru idos por el observador.
Puesto que las ciencias sociales en tanto tales nunca se enfrentan
realm ente' con personas reales sino que sólo tra�an de tipos personales
ideales, difícilmente sea su función la de comprender el significado
sub j etivo de la at:{:iÓn humana en el sentido en que una p ersona com­
prende el significado de otra cuando está interactuando directamente
con ella. !\o obstante, vimos que la naturaleza del significado subje­
tivo mismo cambia con la transición de la experiencia social directa
a la indirecta . En el proceso de construcción ideal-típica, los contextos
subjetivos de significado que pueden vivenciarse directamente son
reemplazados en f orma sucesiva p:->r una serie de contextos objetivos
de significado. Estos se construyen en forma gradual, cada uno sobre
su pre de cesor, y se interpenetran uno a otro a la manera de las cajas
chinas, de modo que es difícil establecer dónde termina uno y ern-
269

pieza el otro: Sin embargo, es precisamente este proceso de construc­


ción lo que hace posible que el científico social, o en verdad cualquier
observador, comprenda lo que el actor quiere decir. En efecto, es
este proceso solo lo que da una dimensión de objetividad al significado
del actor. Por supuesto, tal proceso de constitución sólo puede deve­
larse al intérprete por medio de su propio método tipificador. Lo que
él llegará así a conocer es sólo un modelo conceptual, no una persona
real.
Ya hemos visto que puede haber tipos personales ideales de todos
los grados de anonimidad o concretez. Estudiando un determinado
producto cultural podemos obtener alguna comprensión en lo que su
creador tenía en su mente, prescindiendo de la anonimidad del tipo
ideal que estemos empleando. Por consiguiente, las diferentes ciencias
sociales tratan su materia con grados. muy diferentes de anonimidad
y concretez. Esto debería ser bastante obvio si se considera que las
ciencias sociales incluyen, de acuerdo con nuestra propia concepción,
disciplinas tan ampliamente separadas como la biogi·afía individual, la
jurisprudencia y la economía pura. Y aquí deberíamos agregar que
no todas las ciencias sociales tienen como meta la interpretación del
significado subjetivo de productos mediante tipos personales ideales.
Algunas de eUas se ocupan de lo que hemos Uamado tipos de curso­
de-acción. Ejemplos de tales ciencias sociales son la Historia del dere­
cho, la Historia del arte y la Ciencia política. Este último grupo de
disciplinas da simplemente por sentados los estadios más bajos del esta­
blecimiento de significado y no les presta atención. Su meta científica
no consiste en estudiar el proceso del establecimiento de significado,
sino más .bien los productos culturales que son el resultado de ese
establecimiento de significado. Estos productos son entonces conside­
rados como significativos en sí mismos ( als sinnhafre Erzeugnisse) y
se los clasifica en tipos de curso-de-acción.
En este punto surge una objeción obvia. Se dirá que la existencia
de las así Uamadas ciencias sociales que construye-u leyes ( o nomoté­
ticas ) contradice nuestra afirmación de que todas las ciencias sociales son
por naturaleza constructoras de tipos. Estas ciencias sociales construc­
toras de leyes, se dirá, son capaces de proveemos de conocimiento uni­
versalmente válido anterior a toda experiencia. Observemos con aten­
ción estas ciencias y Ja actitud que manifiestan hacia el significado
subjetivo y objetivo del mundo social, tomando como ejemplo la eco­
nomía pura.
La escuela austríaca de la utilidad marginal, los estudiosos anglo­
americanos que trabajan según lineamientos similares y también los
economistas matemáticos pretenden disponer <le una ciencia teórica
exacta cuyos principios son universalmente válidos para todas las situa­
ciones en que ocurre actividad económica. Entre los autores más recien­
tes de esta orientación, :Mises puede ser considerado como el defensor
más significativo del carácter puro a priori de la economía. En su
!i
tratado "Soziologie uncl Gc•schichte", que X�. .cmos citado repetida-
270

mente, toma una posición opuesta a la de Weber acerca del problema


del contraste que existe entre ciencia social teórica e histórica. Para
Mises la economía es sólo una parte de la sociología, aunque, sin duda, ·

su parte más desarrollada. En su polémica contra Weber, Mises pre­


gunta "si los conceptos de economía tienen realmente el carácter Jógico
de. los tipos ideales". Su conclusión es :

Esta cuestión debe responderse con una abierta negativa. En realidad, nues­
tros conceptos teóricos "no pueden descubrirse empíricamente en ningún lugar en la
realidHd en su forma conceptual pura". Los conceptos no pueden encontrarse nunca
en la realidad. No pertenecen al dominio de la realidad, sino al del pensamiento.
Son medios intelectuales con los cuales tratamos de captar la realidad en el nivc>l del
pensamiento. Pero no podemos decir acerca de esos conceptos económicos que se
formen "mediante una acentuación unilateral de uno o más puntos de vista y me­
diante la síntesis de una gran cantidad de fenómenos individuales concretos difusos,
discretos, más o menos presentes y ocasionalmente ausentes, que se ordenan, de acuer­
do con esos puntos de vista acentuados unilateralmente, en un constructo analítico
unificado (Gedankenbild)",23 Más bien, se los adquiere mediante abstracción, que
tiende a seleccionar para su conceptualización ciertos aspectos de cada uno de los
fenómenos individuales que se consideran.24
El error básico de Max vVeber consiste en su comprensión errónea de lo que
significa decir que el principio sociológico es universalmente válido. El principio
económico, las leyes fundamentales de la formación de tasas de cambio, la ley de la
ganancia, la ley de la población y otras proposiciones semejantes son siempre válidas
en cualquier lugar, cuando están presentes las condiciones que ellas presuponen.25

Sin duda la crítica de Mises es válida contra las primeras formu­


laciones de \Veber acerca del tipo ideal, y es a éstas a lo que se refiere
aquí �Iises. De acuerdo con el primer punto de vista de Weber, los
tipos ideales sólo serían aplicables en principio a los datos históricos.
Estarían en contraste con los conceptos de sociología teórica derivados
por abstracción de los aspectos d e cada uno de los fenómenos indivi­
duales en consideración. Sin embargo, la teoría de los tipos ideales
que yo he presentado en este libro -método que ya se preanuncia, en
mi opinión, en las últimas obras de \Veber- 26 es totalmente diferente,

23 Citado de Weber, "Die Objektivitat sozialwissenschaftlicher und sozial­


politischer Erkenntnis", Gesammelte Aufsiitze zur Wissenschaftslehre ( 1904 ), pági­
na 191. [ Cf. )fa:r Weber on the Methodology of Social Sciences, trad. y ed. de
Edward A. Shils y Henry A. Finch ( Glencoe, Ill., 1949), pág. 90, obra de la que
hemos tomado la traducción del pasaje citado en el texto.]
24 Mises, "Soziologie und Gesclúchte", pág. 474.
25 Ibíd., pág. 480.
26 La conocida formulación de Weber de] concepto de tipo idea], que data
de 1904, calificada por él mismo de "esquemática y por Jo tanto quizás parcialmente
incorrecta", es por cierto fragmentaria porque tiene en cuenta sobre todo el tipo
ideal de su teoría de la historia. Debe acentuarse enfáticamente que una vez que
e] pensamiento de Weber hace su transici6n a Ja sociología, Ja concepción del tipo
ideal stúre un cambio total. Lamentablemente s6Jo se alude a este hecho en unos
27 1

en lo· que respecta a su deducción. Según nuestro punto de vista, los


tipos ideales se construyen postulando ciertos motivos como fijos e
invariables dentro del ámbito de variación de la autointerpretación
efectiva en que el yo interpreta su propia acción a medida que actúa.
Con seguridad, esta postulación de ciertos motivos como invariables
se remonta a la "experiencia" ( Erfahmng) previa. Pero ésta no es la
"experiencia" del empirismo liso y llano. Es más bien el encuentro
prepredicativo inmediato que tenemos con cualquier objeto de la intui­
ción.27 Por lo tanto, el tipo ideal puede derivarse de muchas clases ·

de "experiencias" y por medio de más de una clase de proceso consti­


tutivo. Pueden construirse tanto tipos ideales "empíricos" como eidé­
ticos. Con la palabra empírico queremos significar "derivado de los
sentidos", y con eidético designamos a los tipos ideales "derivados de
la introv:isión esencial".28 El modo de construcción puede ser la abs­
tracción, la generalización o la formalización, en las cuales se observa
siempre, por supuesto, el principio de la adecuación de significado.
Por lo tanto, nuestra propia teoría de los tipos ideales abarca los
conceptos y proposiciones de las ciencias sociales teóricas, incluidos
los de la economía pura. En efecto, aun los ejemplos citados por Mises
-el principio económico, las leyes básicas de la formación de los pre­
cios, etcétera- son tipos ideales en el sentido que damos · nosotros a
la expresión. Por supuesto, estos principios deben basarse en uria for­
malización y generalización exhaustivas del material que ya ha sido
postulado como fijo e invariable. Esta formalización y generalización
es lo que da validez universal a los tipos ideales.29 Tales tipos ideales
no se refieren a ninguna colección individual o espacio-temporal de
individuos. Son formulaciones acerca de la acción de cualquiera, acer­
ca de la acción o la conducta consideradas como procesos completa­
mente anónimos y sin ninguna especificación de tiempo o lugar. Por
ese motivo, carecen precisamente de concretez.30 Mises 31 tiene razón
cuando critica a Weber porque éste interpreta la teoría de la utilidad
marginal de una manera demasiado e:;trecha, de modo que tal teoría
parece describir un funcionamiento económico enteramente de acuerdo
con los cálculos de los empresarios. Mises observa con razón que
Weber confunde aquí el modelo de utilidad marginal con el de la
economía política clásica. Este último, señala, tiene en vista un con­
cepto más concreto y menos anónimo del "hombre económico". La

pocos pasajes de Wirtschaft und Gesellschaft, por ejemplo en Ja pág. 10 [T.I., pági­
na 1 10] . Cf. Walther, "Max Weber als Soziologe", Jahrbuch füf' Soziologie, II,
págs. 1-65.
27 [Véase el primer capítulo de Ideas, de Husserl.]
28 [ Véase ibíd., especialmente § 3 (T.I., pág. 54 ) .]
29 Mises se refiere al pasar a estas dos exigencias, en forma levemente distinta,
cuando dice que las proposiciones teóricas son universalmente válidas bajo las con­
diciones estipuladas.
ao En el sentido del examen que realizarnos en el apartado 39; véase más arri­

ba, pág. 223.


:u Op. cit., pág. 486.
272

. economía teórica moderna,32 en cambio, no parte de la cond�cta del


comerciante sino de la del consumidor, es decir, de la conducta de
cualquiera y de todos. Tal conducta puede servir de base, por supues­
to, para un tipo ideal de un grado más elevado de anonimidad. Debido
a esto, a su vez, los principios de la cataláctica poseen un grado más
alto de generalidad. Aquí, como acentúa repetidamente Mises, puede
encontrarse la base del objetivismo y la objetividad de las proposicio­
nes de la cataláctica.33 Pero esta "objetividad" de Mises es, por lo
tanto, lo mismo que el concepto de objetividad que hemos presentado
en nuestro análisis del contexto objetivo y subjetivo del significado. La
ley de la utilidad marginal resulta ser entonces una estipulación que
señala meramente Jos límites fijados de la única zona dentro de la cual
pueden ocurrir, por definición, actos económicos.34
En nuestro punto de 'ista, la economía pura es un ejemplo per­
fecto de un complejo objetirn de significado acerca de complejos sub­
jetivos de significado, es decir, de una configuración objetiva de signi­
ficado que estipula las 'ivencias típicas e ínvariantes de cualquiera
que actúe dentro de una estructura económica. Por supuesto, la pala­
bra �típicas'" asume aquí un signific-ado especial, como llega admitir
�liscs tu.lOOO acentúa el hecho de que es inconcebible una acción que
vay.l en c1'tltra del "'principio de la utilidad marginal" ( y sea por io
tanto •atípica,. en nuestro sentido ) . Pero eso sólo sigue siendo cierto
en la medida en que concebimos el principio de utilidad marginal
como una definición de la acción puramente formal como tal. Se.
excluiría de tal esquema toda consideración de los usos que podamos
dar a los "bienes" una vez adquiridos.3ü Pero cuando dirigimos nuestra
atención al significado subjetivo de una persona individual real, dejan­
do atrás el "cualquiera" anónimo, entonces tiene pm· supuesto sentido
hablar de conducta que es atípica, atípica en relación con fines eco­
nómicos estandarizados. Con seguridad, tal conducta es ajena al punto
de vista de la economía, y en este sentido los principios económicos
son, según dice Mises, "no una formulación de lo que habitualmente
sucede, sino de lo que necesariamente debe suceder",36
Por lo tanto, la crítica de Mises no excluye la aplicabilidad de los
tipos ideales como tales a la actividad económica. En efecto, ¿cómo
podrían excluirse los tipos ideales de ese sector, si todo conocimiento
científico es esencialmente de carácter típico-ideal? Por el contrario,
el argumento de Mises resulta ser realmente una defensa contra la

32 [Se hace aquí referencia a In escuela de la utilidad marginal que emana


de Jevons, Menger y Bohm-Bawerk.]
33 Op. cit , págs. 482, 486.
.

34 Cf. Felix Kaufrnann, "Logik und Wirtschaftswissenschaft", Archiv für Sozial­


u;issenscliaften, LIV, págs. 614-56, especialmente pág. 650.
¡¡¡; No necesitamos considerar aquí el problema de la reducción del concepto
de "bien económico" a conceptos psicológicos menos anónimos y más concretos.
Cf. Mises, op. cit., pág. 476; también Ka\1fmann, "Logik und Wirtschaftswissen­
schaft", pág. 628.
36 Mises, op. cit., pág. 484.
27 3

intromisión en la economía de tipos ideales de excesiva concretez y


muy escasa anonimidad. Y con esto debemos coincidir; Al mismo
tiempo, tenemos que afirmar que la objetividad misma del conoci­
miento económi'co consiste en el ordenamiento de contextos subjetivos
de significado ( tales como las valuaciones subjetivas ) dentro del con­
texto objetivo de significado . del cónocimiento científico.
Veamos ahora cómo se manifiesta el contraste entre significado
objetivo y subjetivo en una ciencia que es de un carácter metodológico
por completo diferente, a saber, la "jurisprudencia pura" de Hans Kel­
sen. Aquí nuestro problema se presenta de la siguiente manera:

¿Una Constitución es republicana, por ejemplo, sólo porque se anuncia ella


misma como tal? ¿Un Estado es federal sólo porque su Constitución así lo denomi­
na? Puesto que los actos legales tienen habitualmente una forma verbal, pueden
decir algo acerca de su propio significado. Este hecho por sí solo revela una impor�
tante diferencia entre la materia de la jurisprudencia -en verdad, de las ciencias .
sociales como tales- y la materia de las ciencias naturales. No hay por qué temer
que una piedra llegue a presentarse ella misma como un animal. En cambio, no
podemos tomar al pie de la letra el significado legal declarado de ciertos actos hu­
manos; hacerlo así constituye simplemente una petición de principio respecto a si
tal significado declarado es realmente el significado legal objetivo. En efecto, esta­
blecer si estos actos son realmente legales, cuál es su lugar en el sistema legal y qué
significación tienen para otros actos legales, son cuestiones que dependerán de la
nonna lxúica por medio de la cual se produce el esquema que los interpreta.37
La jurisprudencia debe decidir que ciertos casos ubicados en el Hmite exter­
no del sistema legal son, contrariamente a lo que pretenden, actos inválidos. La raíz
del problema es que los actos humanos que constituyen la materia de la jurispruden­
cia tienen su propio significado subjetivo inmanente, que puede coincidir o no con
el significado objetivo que se agrega a ellos en el sistema legal a que pertenecen,
y por acción de la norma básica postulada por la teoría que rige el sistema.38

Sería difícil encontrar una formulación más penetrante de la ver­


dadera relación de las ciencias sociales con su materia, que hemos
definido como el ordenamiento de contextos subjetivos de significado
dentro de un contexto objetivo de significado. Según Kelsen, el signi­
ficado subjetivo que tienen los actos legales individuales para quienes
los realizan o cumplen debe ordenarse dentro de un contexto objetivo
de significado por medio de lo que nosotros llamaríamos construcciones
típico-ideales elaborados por la ciencia interpretativa de la jurispru­
denci.a. La construcción típico-ideal que encontramos en la jurispruden­
cia se realiza por medio de la formalización y la generalización, tal
como en la economía pura. En la economía pura el principio de la
utilidad marginal es definitorio de todo el campo y presenta un esque­
ma sumamente interpretativo que es el único que posibilita la sistema-

37 Kelsen, Allgemeine Staatslehre (Berlín, 1925}, pág. 129; la bastardilla es mía.


ss Ibíd., pág. 278.
274

tización científica de los contextos subjetivos de si gnificado de fos actos


económicos individuales. Paralelamente, en el dominio de la jurispru­
dencia pura, como Kelsen mismo reconoce con claridad, la aplicación
de una norma básica presupuesta determina la zona de invariancia
para todos los contextos s ubj etivos de significado de los actos legales
que son pertinentes para la j�risprudencia o que, para utilizar la ter­
minología técnica, llevan la marca de la positividad.89 En otra obra,
Kelsen formula este pensamiento de la s igu iente . manera:

Mientras el positivismo significa que sólo es ley lo que fue creado por un pro­
cedimiento constitucional, no quiere decir que todo lo que haya sido creado así será
aceptado como ley, o que es aceptable como ley en el sentido que se at�ibuye a sí
mismo. El supuesto de una norma básica que establece una autoridad suprema con
el fin de elaborar la ley es el presupuesto último que nos permite considerar como
"ley" sólo aquellos materiales que han sido conformados mediante un cierto método.
La interpretación del material legal descripta más arriba se ha utilizado realmente
durante largo tiempo en la ciencia social. Si es correcta, y si es posible esta impu­
tación de un objetivo ( sin el cual no puede haber ciencia social ) , entonces debe ser
la norma básica misma la que da el significado de ley al material producido me­
diante un cierto procedimiento. Además, debe ser posible verificar a partir de esta
norma básica qué parte del material constituye una "ley" válida, y también el signi­
ficado objetivo del material legal, que puede realmente entrar en conflicto con sll
propio significado subjetivo. La hipótesis de la norma básica expresa simplemente
los supuestos necesarios para el conocimiento legal,40

No hay nada que agregar a estas ideas desde el punto de vista


de la teoría que se defiende aquí. Kelsen indica de manera muy clara
que su norma básica es el principio mediante el cual se construyen
esos esquemas típico-ideales que son los únicos que permiten interpre­
tar los contextos subjetivos de significado como contextos legales obje­
tivos de significado.
En estos dos ejemplos hemos mostrado cómo utilizan los construc­
tos típico-id eales ( en nuestro sentido) las dos ciencias sociales "teóri­
cas" más avanzadas -la economía pura y la jurisprudencia- para
delimitar sus sectores temáticos y establecer un contexto obj etivo de
significado. Lo que es cierto respecto de las ciencias sociales "teóricas"

so [Cf. Kelsen, General Theory of Law and State ( Cambridge, Mass., 1945) ,
págs. 114 y sigs.: " La ley e s siempre ley positiva y s u positividad reside e n el hecho
de que es creada y anulada por actos de seres humanos, y es por lo tanto indepen­
diente de la moralidad y de sistemas normativos similares" ( T.I., Anders Wedberg) .]
Para un examen del concepto de "norma básica" véase Felix Kaufmann, "Juris­
tischer und soziologischer Rechtsbegriff", en el volumen de aniversario en home­
naje de Hans Kelsen, Gesellschaft, Staat und Recht: Untersuchungen zur reinen
Rechtslehre (Viena, 1931), págs. 14-41, especialmente págs. 19 y sigs. y 30 y sigs.
40 Kelsen, "Die philosophischen Grundlagen der Naturrechtslehre 11nd des
.Rechtspositivismus", Philosophische Vortriige der Kantgesellschaft ( Charlottensbnrgo,
1928) , págs. 24 y sigs. [T.I., "Natural Law Doctrine and Legal Positivism", por
Wolfgang Kraus en Kelsen, General TheonJ of Law and the State].
. 275

es cierto en general respecto de todas las ciencias sociales�41 Los con­


textos subjetivos de significado se captan por medio de un proceso
en el cual lo que es científicamente pertinente en ellos se separa de lo
que no lo es. Este proceso resulta posible por un e�quema interpretativo
muy elevado que se da de antemano y define de una vez pot todas la
naturaleza d e los constructos que pueden utilizarse.
Requeriría un tomo por sí mismo definir los problemas específicos
de cada ciencia social -especialmente las disciplinas históricas- y
los métodos peculiares de cada una de ellas y luego, sobre la base de
estas determinaciones, intentar una clasificación de las ciencias en cues­
tión. Como principio de clasificación deberíamos presentar, ante todo,
el grado de anonimidad de los constructos ideales utilizados en cada
ciencia social, es decir, la actitud fundamental de cada ciencia res­
pecto del contexto subjetivo de significado de que ella trata. Además,
las ciencias sociales se dividen en dos clases. Primero, pueden ser
teorías puras de la forma del mundo social, que se ocupan de la cons­
titución de las relaciones y pautas sociales, de las objetividades-acto y
de los artefactos, en los procesos conscientes de los individuos que viven
en el mundo social, aprehendiendo todas estas cosas por medio de un
procedimiento puramente descriptivo. Sin embargo, las ciencias socia­
les también pueden tomar como tema el contenido ontol6gico-real del
mundo social como ya constituido y estudiar las relaciones y pautas
en sí mismas, los actos y artefactos históricos o sociales dados como
objetos independientes de las vivencias en que se han constituido.
Queda todavía algo que decir acerca del campo y el método de
la sociología comprensiva. La primera tarea de esta ciencia consiste en
describir los procesos de establecimiento e interpretación de signifi­
cado tal como los realizan los individuos que viven en el mundo social.
Esta descripción puede ser empírica o eidética; puede tomar como
tema el individuo o lo típico; puede realizarse en situaciones concretas
de la vida cotidiana o con un alto grado de generalidad. Pero más
allá de todo esto, la sociología comprensiva enfoca tales objetos cul�u­
rales y trata de comprender su significado aplicándoles los esquemas
interpretativos así obtenidos.

50. Conclusi6n: una afeada a otros problemas conexos

Hemos llegado ya al final de nuestro estudio que, por supuesto, sólo


podía referirse a un aspecto del complejo problema de la interpreta­
ción del significado en el mundo social. Hay muchas otras tareas que
debe emprender una sociología que se base en principios fenomenoló­
gicos y esté dispuesta a tomar como punto de partida nuestro análisis
de la duración y de la vinculación de ésta con el significado. El gru­
po de problemas que ocuparon el centro de nuestra atención en este

41 Cf. el examen que realizamos en el apartado 28.


276

libro fue ,el que se refiere a la pqrsona soclol6gica. No hemos esclare­


cido de ninguna manera en grado suficiente las éuestiones que exa­
minamos bajo el rubro de la orientación-tú y la orientación-ellos, la
relación-nosotros y la relación-ellos, el otro yo físicamente presente y
el tipo personal ideal. Una cuestión sumamente importante que nunca ·
hemos enfrentado fue la del derecho que asiste a la sociología com­
prensiva para formular afirmaciones válidas acerca de la forma de las
relaciones sociales, independientemente de si las entidades implicadas
en tales relaciones son uno o más individuos, un tipo personal ideal o un
colectivo social. Si recordamos lo que. dijimos acerca de la relación
del individuo con el tipo ideal, encontraremos que aun en este caso los
límites son por completo fluidos, que el individuo en su realidad física
puede ser aprehendido en función del contenido de todos los tipos
ideales posibles de él, con la misma facilidad con que, por otro lado,
cada tipo ideal puede ser aprehendido como una formulación acerca
de un indi\iduo considerado bajo una función anónima. Toda formu­
lación acerca de la acción de un tipo personal ideal aparta a este últi­
mo, en cierta medida., de la relación-ellos y lo ubica dentro de una
relacijn-IlO:SQ!:fOS. Toda formulación acerca de un individuo lo aparta
de la relación-nQSOtros directa a partir de su concreto ser-así, lleván­
dolo a un ser-como, a una relación típica en el mundo de los contem­
poráneos.
Cn segundo grupo de problemas va mucho más allá de los límites
de las ciencias sociales. Es todo el problema de la pertinencia, con el
cual hemos tropezado una y otra vez en el presente estudio. El escla­
recimiento definitivo de este problema sólo será posible a través de
un análisis fenomenológico exhaustivo, que no obstante puede comen­
zar dentro del campo de las ciencias sociales. Sea que partamos del
tipo ideal, de la existencia de motivos-para y motivos-porque, del carác­
ter "proyectado" del acto, de la posibilidad de reproducción, y hasta
de la mera discernibilidad de nuestras vivencias, tropezamos reitera­
damente con el mismo problema. Se trata de la cuestión de por qué
el pensamiento selecciona estos hechos, y precisamente éstos, de la
totalidad de las vivencias, y los considera como pertinentes. La reso­
lución de este problema es de fundamental importancia para todas las
categorías de la ciencia social que se basan en el supuesto tácito de
que la situación de interés del observador y la formulación del pro­
blema que es determinado por ella ya se dedujeron en forma satisfac­
toria mediante el esclarecimiento del problema de la pertinencia.
Un tercer grupo de cuestiones incluiría la constituci6n del tú como
tal, la iluminación de la estructura intersubjetiva de todo pensar, y la
constitución del otro yo trascendental a partir del yo trascendental.
Junto con la solución de este problema vendrá la solución de la validez
intersubjetiva de nuestra experiencia del mundo en general. En su
L6gica formal y trascendental, Husserl ya puso el fundamento de Ja
solución de este problema. El anunció una obra futura que se cen-
277

traría en toda esta cuestión, cuya s,oluci6n definitiva nos dará proba­
blemente, por primera vez, una ontología del ser humano sobre base
fenomenológica.42 . .

Los otros dos problemas básicos, a saber, el de la persona socio­


lógica y el de la pertinencia en el mundo social, pueden ser enfren­
tados por una sociología comprensiva que opere estrictamente según
los lineamientos que formuló originalmente Max Weber.

42 [,aS Meditaciones carterianas de Husserl ya han cumplido en parte su

promesa.
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