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género y especies, no pueden ser ulteriormente subdividi-
dos. Al dar Boecio su definición pareciera que no le adjunta
ninguna otra definición a la palabra. Es, meramente sinóni-
mo de singularidad.
Naturaleza Racional. Persona se predica solo de
seres intelectuales. La palabra genérica que incluye a
todas las substancias individuales existentes, es una
suppositum. Por lo tanto, la persona es una subdivisión de
suppositum, el cual es aplicado igualmente a lo racional e
irracional, individuos vivos e inertes. Una persona es, por
lo tanto, algunas veces definida como una suppositum
natura erationalis.
La definición de Boecio tal como está, puede difícil-
mente ser considerada satisfactoria. Las palabras
tomadas literalmente pueden ser aplicadas al alma
racional del hombre y también a la naturaleza humana de
Cristo. Que Santo Tomás la aceptara, presumiblemente se
debió al hecho que la encontró en posesión y reconocida
como una definición tradicional. Lo explica en términos que
práctica-mente constituyen una nueva definición: La
Individua substantia dice, significa, substancia, completa,
por sí subsistente, separata ab aliia, es decir, una
sustancia com-pleta, subsistente por sí, existiendo aparte
de otras (III,Qxvi, a. 12, ad 2um).
Si a esto le sumamos rationalis naturae, tenemos
una definición que comprende las cinco notas que
constitu-yen una persona:
· Substantia, lo que excluye el accidente;
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El acto humano procede de la inteligencia y de la
voluntad. Desde el punto de vista operativo, primero es la
inteligencia, pues es la que conoce el fin y lo muestra a la
voluntad quien elige alcanzarlo o no.
En este sentido, podemos hacer una clasificación de
los actos humanos. Si proceden directamente de la voluntad
se llaman elícitos. Por ejemplo: el afecto. Si provienen de la
voluntad indirectamente o de otra facultad que no sea la
voluntad, se llaman imperados. Por ejemplo, recordar.
Tanto los actos elícitos como los imperados son
actos humanos; pero los imperados actúan sobre otras
facultades.
a. El influjo del conocimiento del acto humano se
llama advertencia.
b. El influjo de la voluntad del acto humano se
llama el consentimiento.
c. Por medio de la advertencia nos damos cuenta
qué es «matar» y cuál es su moralidad, esto es,
si es bueno o malo (Rodríguez, 2004).
La moralidad de un acto supone primero conocer
ese mismo acto para poder saber si es bueno o malo.
2. El acto moral