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EL CANON DEL ROSTRO HUMANO

Para entrar en materia es importante tener claro el significado de canon y su historia, y así profundizaremos en una parte
importante de el cuerpo humano, el rostro.
El canon es un concepto que se refiere a las proporciones perfectas o ideales del cuerpo humano y se refiere a las
relaciones armónicas entre las distintas partes de una figura.
Sin desarrollar el concepto en tratados escritos, ya los egipcios utilizaron en la práctica el canon para la representación
escultórica de la figura humana, pero en lugar de tomar la cabeza como modulo, lo hicieron con el puño, de forma que los
cuerpos tenían de alto 18 veces el tamaño del puño, distribuido proporcionalmente en distintas partes del cuerpo (dos
para el rostro, diez desde los hombros a la rodillas y seis desde éstas hasta los pies).
La plasmación literaria de esta idea fue explicitada en la Grecia Clásica por Policleto, escultor del siglo V A. de C., en un
libro técnico titulado El Kanon. Aunque el texto no se ha conservado, fue ejemplificado por el artista en sus
obras Doriforo y Diadumeno. En ellas estableció que la altura perfecta de una figura humana era siete veces la altura de
la cabeza.
Vitrubio dejó asentados varios conceptos, ampliando otras proporciones entre distintas partes del cuerpo humano, que
fueron reelaboradas por los artistas del Renacimiento, especialmente por Alberto Durero y por Leonardo da Vinci.
En la edad contemporánea, el arquitecto francés Le Corbusier, creó un nuevo canon de proporciones humanas al que
denominó modulor (2,26 metros de altura), para aplicar tanto en la construcción de edificios como en el diseño de
mobiliario y objetos comunes.
Luego de haber leído, a cerca del canon ahora adentrémonos al rostro
Para dominar el dibujo de la cabeza humana no sólo es necesario conocer su forma externa y el canon de proporciones,
sino que el artista debe representar con soltura, fidelidad y fuerza expresiva las partes del rostro, pues en ellas se reflejan
los sentimientos más íntimos del ser humano, al tiempo que son rasgos identificadores únicos e irrepetibles. El mejor
camino para dibujar con perfección tales elementos es practicar estudios a partir de modelos diferentes y en distintas
posiciones. En nuestro caso llevamos a cabo un amplio muestrario de pequeños dibujos con diferente nivel de acabado,
pero definitorios por sus peculiaridades. Ejercitemos esta tarea que, aunque en principio pudiera resultar ardua,
finalmente nos reportará esa destreza determinante para dibujar el rostro humano.
En los estudios que el dibujante lleve a cabo de las diferentes partes del rostro no debe eliminar ningún elemento, por
poca importancia que a primera vista tenga.
En el caso de la nariz se trata de un apéndice de menor relevancia que los ojos o los labios, pero que al ser un rasgo
sobresaliente colabora en la expresividad general del rostro humano, al tiempo que cobra una enorme trascendencia en
la representación de la cabeza de perfil.
Los griegos de la antigüedad clásica creían que la proporción conducía a la salud y a la belleza.
Y aquí un esquema del resultado:

Es importante subrayar que este canon es sólo una ayuda para comprender mejor las proporciones de la cabeza
humana, pero que en ningún caso debe entenderse como modelo de belleza. Entre otras razones porque las
proporciones en distintos grupos éticos o de edad pueden variar. Este modelo no nos servirá, por ejemplo, para dibujar
niños, porque sus caras son más pequeñas en relación con el cráneo.

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