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La astronomía (del latín astronomĭa, y este del griego ἀστρονομία)1 es la ciencia que se

ocupa del estudio de los cuerpos celestes del universo, incluidos los planetas y sus satélites,
los cometas y meteoroides, las estrellas y la materia interestelar, los sistemas de materia
oscura, gas y polvo llamados galaxias y los cúmulos de galaxias; por lo que estudia sus
movimientos y los fenómenos ligados a ellos. La astronomía también abarca el estudio de la
formación y el desarrollo del Universo en su conjunto mediante la cosmología, y se relaciona
con la física mediante la astrofísica, la química mediante la astroquímica y la biología con
la astrobiología.
Su registro y la investigación de su origen viene a partir de la información que llega de ellos a
través de la radiación electromagnética o de cualquier otro medio. La mayoría de la
información usada por los astrónomos es recogida por la observación remota, aunque se ha
conseguido reproducir, en algunos casos, en laboratorio, la ejecución de fenómenos celestes,
como, por ejemplo, la química molecular del medio interestelar. Es una de las pocas ciencias
en las que los aficionados aún pueden desempeñar un papel activo, especialmente en el
descubrimiento y seguimiento de fenómenos como curvas de luz de estrellas variables,
descubrimiento de asteroides y cometas, etc.
La astronomía ha estado ligada al ser humano desde la antigüedad y todas las civilizaciones
han tenido contacto con esta ciencia. Personajes como Aristóteles, Tales de
Mileto, Anaxágoras, Aristarco de Samos, Hiparco de Nicea, Claudio Ptolomeo, Hipatia de
Alejandría, Nicolás Copérnico, Tycho Brahe, Johannes Kepler, Galileo Galilei, Christiaan
Huygens o Edmund Halley han sido algunos de sus cultivadores. La metodología científica de
este campo empezó a desarrollarse a mediados del siglo XVII. Un factor clave fue la
introducción del telescopio por Galileo Galilei, que permitió examinar el cielo de la noche más
detalladamente. El tratamiento matemático de la Astronomía comenzó con el desarrollo de
la mecánica celeste y con las leyes de gravitación por Isaac Newton, aunque ya había sido
puesto en marcha por el trabajo anterior de astrónomos como Johannes Kepler. Hacia el siglo
XIX, la Astronomía se había desarrollado como una ciencia formal, con la introducción de
instrumentos tales como el espectroscopio y la fotografía, que permitieron la continua mejora
de telescopios y la creación de observatorios profesionales.
La historia de la astronomía es el relato de
las observaciones, descubrimientos y conocimientos adquiridos a lo largo de la historia en
materia astronómica.
La astronomía surge desde que la humanidad dejó de ser nómada y se empezó a convertir en
sedentaria; luego de formar civilizaciones o comunidades empezó su interés por los astros.
Desde tiempos inmemorables se ha visto interesado en los mismos, estos han enseñado
ciclos constantes e inmutabilidad durante el corto periodo de la vida del ser humano lo que fue
una herramienta útil para determinar los periodos de abundancia para la caza y
la recolección o de aquellos como el invierno en que se requería de una preparación para
sobrevivir a los cambios climáticos adversos. La práctica de estas observaciones es tan cierta
y universal que se han encontrado a lo largo y ancho del planeta en todas aquellas partes en
donde ha habitado el hombre. Se deduce entonces que la astronomía es probablemente uno
de los oficios más antiguos, manifestándose en todas las culturas humanas.
En casi todas las religiones antiguas existía la cosmogonía, que intentaba explicar el origen
del universo, ligando este a los elementos mitológicos. La historia de la astronomía es tan
antigua como la historia del ser humano. Antiguamente se ocupaba, únicamente, de la
observación y predicciones de los movimientos de los objetos visibles a simple vista,
quedando separada durante mucho tiempo de la Física. En Sajonia-Anhalt, Alemania, se
encuentra el famoso disco celeste de Nebra, que es la representación más antigua conocida
de la bóveda celeste. Quizá fueron los astrónomos chinos quienes dividieron, por primera vez,
el cielo en constelaciones. En Europa, las doce constelaciones que marcan el movimiento
anual del Sol fueron denominadas constelaciones zodiacales. Los antiguos griegos hicieron
importantes contribuciones a la astronomía, entre ellas, la definición de magnitud.
La astronomía precolombina poseía calendarios muy exactos y parece ser que las pirámides
de Egipto fueron construidas sobre patrones astronómicos muy precisos.
La inmutabilidad del cielo, está alterada por cambios reales que el hombre en sus
observaciones y conocimiento primitivo no podía explicar, de allí nació la idea de que en el
firmamento habitaban poderosos seres que influían en los destinos de las comunidades y que
poseían comportamientos humanos y por tanto requerían de adoración para recibir sus
favores o al menos evitar o mitigar sus castigos. Este componente religioso estuvo
estrechamente relacionado al estudio de los astros durante siglos hasta cuando los avances
científicos y tecnológicos fueron aclarando mucho de los fenómenos que en un principio no
eran comprendidos. Esta separación no ocurrió pacíficamente y muchos de los
antiguos astrónomos fueron perseguidos y juzgados al proponer una nueva organización
del universo. Actualmente estos factores religiosos superviven en la vida moderna
como supersticiones.
A pesar de la creencia común, los griegos sabían de la esfericidad de la Tierra. No pasó
desapercibido para ellos el hecho de que la sombra de la Tierra proyectada en la Luna era
redonda, ni que no se ven las mismas constelaciones en el norte del Mediterráneo que en el
sur. En el modelo aristotélico lo celestial pertenecía a la perfección («cuerpos celestes
perfectamente esféricos moviéndose en órbitas circulares perfectas») mientras que lo terrestre
era imperfecto; estos dos reinos se consideraban como opuestos. Aristóteles defendía
la teoría geocéntrica para desarrollar sus postulados. Fue probablemente Eratóstenes quien
diseñara la esfera armilar que es un astrolabio para mostrar el movimiento aparente de las
estrellas alrededor de la tierra.
La astronomía observacional estuvo casi totalmente estancada en Europa durante la Edad
Media, a excepción de algunas aportaciones como la de Alfonso X el Sabio con sus tablas
alfonsíes, o los tratados de Alcabitius, pero floreció en el mundo con el Imperio persa y
la cultura árabe. Al final del siglo X, un gran observatorio fue construido cerca de Teherán
(Irán), por el astrónomo persa Al-Khujandi, quien observó una serie de pasos meridianos del
Sol, lo que le permitió calcular la oblicuidad de la eclíptica. También en Persia, Omar
Khayyam elaboró la reforma del calendario que es más preciso que el calendario
juliano acercándose al Calendario Gregoriano. A finales del siglo IX, el astrónomo persa Al-
Farghani escribió ampliamente acerca del movimiento de los cuerpos celestes. Su trabajo fue
traducido al latín en el siglo XII. Abraham Zacuto fue el responsable en el siglo XV de adaptar
las teorías astronómicas conocidas hasta el momento para aplicarlas a la navegación de la
marina portuguesa. Esta aplicación permitió a Portugal ser la puntera en el mundo de los
descubrimientos de nuevas tierras fuera de Europa.

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