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Metafísica
Al definir la metafísica debe tenerse apertura a la variedad de explicaciones que hablan sobre
esta ciencia, sobre todo por su singular importancia para la filosofía antigua y medieval.
pensamientos. Ya que para Suárez esta ciencia representa la base de todo saber filosófico.
pretensión de Eximio es formar, desde el inicio de su magna obra, un esquema general del
antigua y escolástica.
En principio, Suarez dice que la Metafísica tiene varios nombres, los cuales le han sido
impuestos con el paso de los siglos. El primero de los nombres que recibe es el de sapientia,
que proviene de primer libro de la Metafísica de Aristóteles. De esta manera, Suárez explica:
universis entibus disputat” 1 . Esto quiere decir que la metafísica es considerada como
sabiduría en tanto que estudia las primeras causas y las cuestiones más elevadas de todos los
entes.
Otro nombre que recibe la metafísica es prima philosophia. Este nombre lo recibe en
función del propio significa de filosofía [amor por la sabiduría]. En este sentido, la metafísica
1
Fráncico Suárez, D.M, d. I.
por su definición como sabiduría, se convierte en la filosofía primera, ya que esta disciplina
cual, significa, desde su raíz etimológica: “lo que está más allá de la física”. Suárez dice que
esta definición es cuestionable, ya que resulta confusa cuando se quiere determinar el objeto
de estudio de la metafísica, cayendo en la idea de que ésta solo estudia a los seres que se
encuentran más allá del mundo físico.2 Suárez trata de solucionar esta cuestión planteando el
verdadero objeto de estudio de la metafísica como ciencia de las causas primeras y de los
principios últimos.
Suárez propone una serie de opiniones tentativas, las cuales son: el ente como mayor
abstracción del ente, la cual incluye a los entes de razón; el ente real en toda su amplitud;
Dios, supremo ente real; las substancias o seres inmateriales; el ente predicamental y la
substancia en cuanto substancia. Todas estas opiniones son rechazadas por el Eximio, el cual
dice:
El ente real es el objeto adecuado de la metafísica, además este objeto también comprende a
Dios y las demás substancias inmateriales, pero no sólo a éstas. Y así debe comprender no
sólo a las substancias, sino también a los accidentes reales, pero no a los entes de razón ni a
los que sean totalmente per accidens, y como tal objeto no puede ser otro más que el ente
como tal; luego éste es el objeto adecuado.3
2
Entes de razón y entes de naturaleza espiritual.
3
Ibídem, d. I, s. I, 26.
Con la aclaración anterior, se entiende que el ente en tanto que ente real es el objeto verdadero
de la metafísica. Este objeto no viene solo, sino que incluye las propiedades, los principios y
El objeto de estudio de todas las ciencias, siempre está aunado a ciertas propiedades y
propiedades y principios. De hecho, el ente guarda un vínculo especial con éstas. Esto se
debe a que el resto de las ciencias se enfocan en propiedades y principios particulares.4 Pero
el vínculo especial de la metafísica con las propiedades y principios del ente se entiende
debido a que, a éste no le competen principios particulares, sino principios últimos, los cuales
son aplicables a todas las cosas, y sobre los cuales no hay nada mayor que el propio Ser.
En el sistema metafísico suareciano, se hace una clara distinción de las propiedades del
ente. El Eximio dice que las propiedades generales del ente han de entenderse como
principios transcendentales, esto quiere decir, que están por encima de todos los géneros en
la escala del ser y por ello competen a todos los entes materiales y espirituales.
Suárez distingue seis trascendentales: ente, cosa, algo, uno, verdadero y bueno. De
estos seis sólo se hace referencia a cinco, los cuales actúan como pasiones del ente, esto se
debe a que el ente no puede ser pasión de sí mismo. De igual manera, se analiza la naturaleza
predicamental de las primeras dos pasiones: cosa y algo. Éstas pasiones, desde su manera
4
V. g: el cuerpo humano, como objeto de la medicina, se estudia por medio de principios como la
enfermedad, la sanidad, la mortalidad, etc.
formal, no expresan más que la quididad y la esencia confirmada del ente. De esta manera,
se entiende que la cosa y el algo actúan como distinción del ser con la nada, y que “de manera
Una vez mostrada la naturaleza de las dos primeras pasiones, el Granadino presenta el
esquema preciso de las pasiones del ente, el cual se basa en tres trascendentales, que operan
como atributos del ente, éstos son: el uno, lo verdadero y lo bueno. Sobre éstos se dice que
son atributos reales del ser, en virtud de su distinción entre sí y con el ente. También se dice
que estas propiedades no agregan nada al ente, sino que son comprendidas como el Ser en sí
mismo.
La unidad es el primer atributo del ente esto se debe a que es el que tiene mayor relación con
importante el tratamiento del problema de la unidad del Ser y su participación con la multitud
de los entes.
naturaleza de dicha unidad. Se dice que la unidad es aquello que compete a todos los entes.
Pero los entes son muchos. Entonces, ¿cómo puede ser posible la unidad dentro de la multitud
de los entes? Esto se responde mediante la idea de la composición, la cual dice que todo ente
5
Ibídem, d. III, s. II, I.
De esta manera, puede decirse que en la unidad trascendental reside la indivisibilidad del
ente como compuesto, ya que cada ente es uno en cuanto sus partes se encuentran unidas.6
La unidad trascendental también supone la distinción entre dos tipos de unidad. La unidad
Otro punto importante con respecto a unidad, es su relación con los grados de ser.
composición, siendo esto aplicable solo a los entes materiales, en tanto que son substancias
compuestas. Sin embargo, para Suárez, la idea de composición no añade más unidad en una
escala de intensidad, y de forma positiva del ente, sino que sólo lo hace en virtud de su
fundamento. Por lo anterior, se dice que “cuando la unidad se toma como propiedad, en
cuanto que sólo dice ser indiviso en sí, supone la entidad de la cosa, y la unión de sus partes,
todo lo cual afirma perfección de la cosa. Pero si la unidad se toma en cuanto excluye al otro
universal existe separado de las cosas sería reducir a las personas a meros accidentes de una
forma indivisible. El Eximio sostiene que, aunque la humanidad de una persona no difiere de
que hay personas, y estas personas no constituyen un hecho, sino sólo una unidad esencial o
ideal. La unidad formal, sin embargo, no es una creación arbitraria de la mente, sino que
6
Esto denota el carácter negativo de la unidad como negación de la división.
7
Ibídem, d. IV, s. I, XXIV.
existe “in natura rei ante omnem operationem intellectus” [en la cosa real antes de todas las
Para concluir con la unidad trascendental, Suarez dice: “erit ergo unitas trascendentalis
quaecumque ratio entis realis per se, quatenus indivisa est adaequate et secundum se” [será,
por lo tanto, unidad trascendental cualquier razón de ente real per se, en cuanto que es
adecuadamente y por sí misma indivisa]8. Con esta definición, Suárez se refiere al ente real
per se, en tanto que es el objeto de la metafísica. La unidad, por su parte, es adecuada y por
sí misma. La unidad de cada cosa debe ser considerada según su propio concepto.9
con la cosa, siendo verdadero el juicio [dictum] con respecto al ser o no ser de la cosa
abstraída por el intelecto. Se entiende por ello que la apelación de verdad puede atribuirse a
cualquier ente real, para distinguirlo del ente ficticio.10 De aquí se desprende que la verdad
es un atributo del ente que surge del ser del propio ente. Siendo que un ente es verdadero, en
verdad depende de la existencia real de los entes. Dicha existencia es sólo participación del
ente en la entidad divina. Visto de esta manera, resulta indispensable para el ente la existencia
8
Ibídem, d. IV, s. IX, XIV.
9
Cfr. Idem.
10
Cfr. Ibídem, d. VIII, s. VII, II.
de una relación con la summa veritas.11 Por ello ha de entenderse que la verdad es una y
múltiple: una, por la verdad de la entidad divida; múltiple, por la verdad que constituye a los
entes creados.
de las cosas con el entendimiento, y es un factor extrínseco. Ya que la realidad del ser de las
El bien trascendental es la última de las pasiones del ente, pero no por esto es la menos
importante. De hecho, esta pasión es la que evoca mayor practicidad sobre el ente.
En principio, el bien trascendental difiere del bien en el sentido ético, ya que el primero
habla de la bondad de las cosas por su propia existencia, a diferencia del bien ético, en el que
ya intervienen principios como la libertad, la costumbre y la voluntad. Una vez que se logra
hacer ésta distinción, puede decirse que el bien, en el plano ontológico, representa a todo ente
en tanto que es apetecible.12Aquí interviene también la idea del apetito natural de los entes,
que buscan lo más conveniente. Esto denota una inclinación natural de los entes hacia la
vincula con el ente. Suárez dice que “el bien sólo puede añadir al ente la razón de
conveniencia, la cual no es propiamente una relación, sino que connota en el otro una
11
Cfr. Ibídem, d, VIII, s. VII, XXVIII.
12
Cfr, Ibídem, d. X, s. I, I.
inclinación natural, capacidad o conexión con la perfección”13. Con esto se entiende que la
con la bondad divina, la cual refiere a un summum bonum, que también se entiende como
bien en conveniencia para el otro, ya que el bien de la entidad divina conviene al bien del
2.3 De casualitas
Después de haberse tratado las propiedades del ente es necesario el estudio de las causas del
ente. Esto se debe a que la causalidad parece ser más bien un fenómeno física. Sin embargo,
la razón de la causa es más universal y abstracta que el estudio natural, ya que es anterior a
tal, pues no hay ente alguno que no participe de alguna razón de causa” 15. Con esto se
entiende que al ente le corresponde una causa que garantiza que éste sea.
dos tipos de causas: causas per se y causas per accidens. Las primeras pueden ser intrínsecas
(causas material y formal) o extrínsecas (causas eficiente y final) al efecto; las segundas sólo
13
Ibídem, d. X, s. I, XII.
14
Cfr, Ibídem, d. X, s. I, XIV.
15
Ibídem, d. XII.
reciben un influjo indirecto en la producción del efecto. Las causas sobre las cuales versa el
estudio del Eximio son las causas per se, ya que estas tienen mayor relación con el objeto
adecuado de la metafísica.16
La causa material es la primera de las cuatro causas per se, y es aquella que pregunta por la
constitución material del ente remitiendo a la idea común de la materia prima como causa
del ente. Dícese materia prima en el sentido tradicional, el cual corresponde a la materia que
no supone a ningún sujeto anterior a ella. 17 La materia prima también se reconoce por
relación con la materia segunda, la cual es la materia informada, de la cual se componen los
entes. La materia prima por sí misma es incompresible por su propia naturaleza abstracta y
sin forma, es por ello, que la causa material, como propiedad del ente, debe de entenderse en
medio de la materia prima informa por la forma del ente, manteniendo así el principio de
La causa formal, como la segunda causa per se, representa el principio de perfección por el
cual se dice que las cosas son. La causa formal guarda una unión intrínseca con la causa
materias, ya que estas dos son entendidas desde su composición. En su unión, la causa
16
Cfr, Ibídem, d. XII, s. I, I.
17
Cfr, Ibídem, d. XIII, s. I, III.
material y formal representan la constitución interna del ente, haciendo de éste un ser distinto
con la materia, ya que el enfoque suareciano con respecto a la causa formal tiende al estudio
de la forma como informante de la materia, y no como forma aislada, ya que ésta se considera
de la función de los principios de materia y forma. En este proceso se dice que la función de
la materia es pasiva, ya que esta sólo permanece en disposición para recibir una forma
substancial. Por el contrario, la forma tiene una función activa, la cual determina a la materia,
que deja de ser materia prima para convertirse en materia segunda, y de esta última de la que
desarrollo del ente. Ante esto resulta preciso decir que la relación entre estas dos causas
18
Cfr, Ibídem, d. XV.
2.3.3 De causa efficenti.
En esta sección se habla de la causa eficiente, la cual, a diferencia las causa formal y material,
es de carácter extrínseco, ya que no afecta al ente desde su constitución interna, sino desde
el exterior.
entiende de donde vienen las cosas, siendo esta causa un principio esencial del cual proviene
En resumen, se puede decir que la causa eficiente obra como agente que se encuentra
en acto, y que une a la materia y la forma creando una sustancia diferente de sí.
La última de las cuatro causas es la causa final, la cual, en el sistema suareciano tiene un
valor especial, ya que esta causa es tratada no como principio, sino, como el fin de la acción.
Por su carácter se dice que la causa final es aquello “por lo cual algo se hace o es”20 (conforme
a la definición aristotélica). Suarez dice que la causa final, por su carácter teleológico, guarda
que ésta no actúa por azar, sino por causa de algo, y ese algo se entiende como causa final.
De igual manera, se entiende la acción de la causa final sobre la composición de ente, ya que
En sí, se puede decir que la causa final es garantía verdadera de la propia causalidad.
19
Cfr, Ibídem, d. XVII, s. I, I.
20
Ibídem, d. XXIII, s. I, VII.
2.4. consideración del ente con la entidad divina.
siguiente parte del pensamiento del Doctor Eximio. Y es que resulta indispensable señalar
que todo ente por sus atributos participa sólo de forma parcial de la unidad, la verdad y la
bondad. Es preciso decir que dichos atributos son propios de los seres compuestos, pero falta
aclarar ¿Cómo estos atributos subsisten por sí mismos? Lo cual se responde por medio de la
el esquema aristotélico, no se puede caer en una sucesión infinita de causas. Por ello, es
necesaria la existencia de una causa primera, in-causada y origen de todas las cosas.