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¿ES LÍCITO PARA UN CATÓLICO CELEBRAR EL 2 DE NOVIEMBRE, DÍA DE LOS FILES DIFUNTOS, CON UN

TRADICIONAL ALTAR DE MUERTOS?

Si se coloca como lo hacían los antiguos mexicas, la respuesta es no. En nuestros días, aquí en
nuestro México, en muchas comunidades se celebra de modo muy sentido el día de muertos o,
mejor dicho, la noche de ánimas, pero las más de las veces, se hace de modo sincretista. Como si se
deseara, no al modo de la fe, sino al de los antiguos mexicas, entrar ese día en contacto con los
muertos, a través de una ofrenda, eclipsando así completamente la Solemnidad de Todos los Santos
y dando más relieve a la memoria de todos los difuntos.
Un altar de muertos será lícito si tiene un sentido cristiano y si permite recordar que
podemos hacer por nuestros difuntos una gran obra de misericordia: orar a Dios Trino por su
salvación; hacer una buena confesión y participar en la Santa Misa para ganar por ellos la
indulgencia plenaria. Los católicos no celebramos la muerte, sino la vida y nosotros creemos que
nuestros difuntos han llegado o están por llegar a la vida plena, es decir, con Dios. Si hoy día aparece
alguna calavera a los pies de la cruz de Cristo no significa otra cosa, sino que la muerte ha sido
vencida. A continuación, presentamos tres datos que nos ayudarán a entender mejor cómo se ha
llegado a la celebración del día de los fieles difuntos (día de muertos o noche de ánimas) y su
sentido
1. Origen de la Solemnidad de todos los santos: los cristianos primitivos acostumbraban
honrar a los mártires en el aniversario de su fallecimiento, sin embargo, su número llegó a ser
tal que todos los días había mártires que venerar. Ante tal situación la iglesia católica entre 609-
610 por mandato del Papa Bonifacio IV consagró el panteón de Roma a todos los mártires y les
otorgó una fecha para su veneración. El Papa Gregorio III, en el siglo IX, consagró una capilla de
la basílica de san Pedro a todos los mártires disponiendo el día 1 de noviembre para su culto.
Su sucesor, Gregorio IV, extendió esta festividad por toda la iglesia.
La celebración de todos santos tal como la conocemos, fue instituida por el Papa Urbano IV
en el siglo XIII. Desde entonces los católicos dedican el día de todos santos a aquellos santos
cuyas fiestas no se celebraron y a los que no tienen un día para ser venerados. Los católicos
dedican el 2 de noviembre, día de los fieles difuntos, a orar por el alma de los católicos devotos
que han fallecido, en especial, por los que se encuentran en el purgatorio. Se visita el cementerio
y junto a la tumba se pone un altar en memoria del difunto, sobre el cual se ponen objetos que
le pertenecían, con el objetivo de recordar al difunto con todas sus virtudes y defectos y hacer
mejor la oración.
2. Origen de la conmemoración de los fieles difuntos: desde la antigüedad se honraba su
recuerdo y se ofrecen oraciones y sacrificios por ellos. Cuando una persona muere, ya no es
capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras
obras para que el difunto alcance la salvación. Con las buenas obras y la oración se puede
ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder
participar de la gloria de Dios. A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es
ofrecer la Santa Misa por los difuntos.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen
tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso
que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un
día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han
dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las
indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de
purificación y puedan llegar a ver a Dios. "No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido
y en ofrecer nuestras plegarias por ellos". Nuestra oración por los muertos puede no solamente
ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo
interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar
la vida eterna.
Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que, si nos
confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de
noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean
libres de las penas temporales debidas por sus pecados”. (CEC 1479)
3. Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los
españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los
rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos
desde hace tres mil años. A la llegada de los misioneros españoles a México, aprovecharon esta
costumbre indígena para comenzar la tarea de la evangelización a través de la oración por los
difuntos, prácticamente la costumbre de celebrar un día por los difuntos permaneció
prácticamente intacta, pero se les dio un sentido cristiano.
ALGUNOS DE LOS ELEMENTOS DEL ALTAR DE MUERTOS DESDE UNA PERSPECTIVA CRISTIANA:
+ Tres niveles: los tres niveles en el altar de muertos guardan relación con los “niveles” de la
Iglesia: la Iglesia militante, quienes vivimos en la tierra; la Iglesia purgante, las almas de los
fallecidos que se encuentran en el purgatorio para prepararse para la visión beatífica de Dios; y
la Iglesia triunfante, que se encuentra en el Cielo.
 La Iglesia Triunfante: que son todas las almas que ya gozan de la presencia de Dios en
el Cielo, representada por estampas y figuras de santos.
 La Iglesia Purgante: conformada por todas las almas que se encuentran en el
purgatorio, es decir aquellas personas que no murieron en pecado mortal, pero que
están purgando penas por las faltas cometidas hasta que puedan llegar al cielo. Se
representa con las fotos de los difuntos, a los que se acostumbra colocar las diferentes
bebidas y comidas que disfrutaban en vida.
 La Iglesia Militante: que somos todos los que aún estamos en la tierra, y somos los que
ponemos la ofrenda.
+ Flor de cempoalxóchitl: representa al sol, símbolo de Dios que hace florecer la vida de las almas.
Proclama la vida eterna como don de Dios, cabe decir que, en las tradiciones precolombinas
mexicanas, se creían que guiaba a los muertos hacia el altar.
+ Arco de flores: la cruz florida sobre el altar significa la redención de Cristo, que entregó su vida
por nuestros pecados, pero que con su resurrección triunfó sobre la muerte y nos abrió las
puertas del Cielo
+ Velas: simbolizan la luz de Cristo, así como la fe y la esperanza. En un cirio encendido la Iglesia
simboliza en la Pascua a Cristo resucitado, Luz del mundo, “el que lo siga no caminará en la
oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” Jn. 8, 12.
+ Vaso con agua: es signo del agua viva para nunca tener sed. La gracia, participación de la vida
divina, también se simboliza con el agua, de la cual tenemos sed, “todo el que beba del agua que
yo le dé, no tendrá sed jamás, el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota
para vida eterna." (Jn. 4, 14).
+ Copal: une la tierra con el cielo. Con el incienso, la Iglesia simboliza la oración, la alabanza grata
a Dios que llega a su presencia.
+ Comida: se suelen poner los platillos de comida predilectos de nuestros seres queridos porque
creemos que nuestros muertos viven. Los invitamos a comer porque los amamos. Es un signo
de comunión, lo cual no significa que nuestros difuntos bajen a comer.
+ Pan de muerto: tiene su origen en la época de la Conquista, pero inspirado por rituales
prehispánicos, y hoy en día es uno de los componentes más importantes de las ofrendas
dedicadas a los Fieles Difuntos. Hecho en forma de huesos, lo comían nuestros antepasados para
significar que los que morían daban vida a los que quedaban. Hoy comemos el Pan de Vida, la
Eucaristía, presencia real de Cristo, que murió para que tuviéramos vida, “Yo soy el pan vivo que
ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que Yo les voy a dar es
mi carne para que el mundo tenga vida” (Jn. 6, 50 – 51)
+ Plato con sal: referencia al Bautismo en el que se daba a los niños un poco de sal para saborear
a Cristo.
+ Imágenes: los retratos de los seres queridos a quienes se dedica la ofrenda y las imágenes
religiosas manifiestan, una vez más, la comunión de los santos. Nos ayuda a recordarlos y a
tenerlos presentes en nuestras oraciones.

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