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Cuando comenzó a escribir poesía, ¿por qué se volvió hacia la filosofía oriental, en lugar de penetrar en su
propio entorno y en las leyendas indígenas norteamericanas?
Por un lado, no creo que comprendiera entonces la complejidad y riqueza de las culturas indígenas de
Norteamérica; por el otro, el budismo tradicional ha aportado una gran riqueza al chamanismo y a las
prácticas rituales y estilos de vida primitivos. No hay nada en las culturas primitivas equivalente a la
filosofía o lógica mahayana. Hay una ciencia y real elaboración, y un poder en ciertos estados de la
mente que pueden ser generados por medio del chamanismo, pero el chamán mismo no tiene una
comprensión suficiente de esos estados. El budismo y la yoga han evolucionado con el tiempo como una
auténtica ciencia de la mente y de la naturaleza de las cosas, una ciencia de un orden muy diferente al de
las ciencias físicas de Occidente, que en sánscrito se denomina Shri Vidya o ciencia sagrada.
Pero, por otro lado, aunque la tradición budista e hindú han logrado un enorme progreso en los
dominios de la filosofía, la yoga y en técnicas de meditación extraordinarias, han perdido, sin embargo,
algo que los primitivos tenían: un estilo de vida totalmente integrado. Pudieron alcanzar un alto grado
de desarrollo dentro de las sociedades civilizadas, pero sus adeptos perdieron sus relaciones
comunitarias, la posibilidad de tener familia y, en la tradición monástica, se vieron obligados al celibato.
Algunas comunidades primitivas acceden con plenitud a lo que podríamos considerar como un camino
de adiestramiento espiritual, en el cual cada miembro está comprometido y no hay separación entre el
sacerdote y el lego o entre los hombres que logran estados de sabiduría y aquellos que no pueden
alcanzarlos. Lo que necesitamos ahora es retomar las grandes conquistas intelectuales del budismo
mahayana y retrotraerlas a un estilo de vida comunitario, que no tiene por qué ser necesariamente
monástico. Algunos grupos nativos de Norteamérica nos proporcionan un buen ejemplo.
¿Podría abundar un poco sobre el ejemplo de vida que nos proporcionan los indios?
La enseñanza debería comenzar por las fuerzas locales. Se puede aprender mucho sobre ecología
y geología a partir de la zona en que uno vive. Pero, para darle otra dimensión, hay que consultar la
mitología, la magia y los rituales de los grupos indígenas del área, y tratar de comprender por qué los
winebago atribuían poder a la liebre. Su uso económico del suelo es también revelador. Si deseamos
saber qué hacer si volviéramos al pasado de piedra, cómo podríamos sobrevivir en la región, hay que
consultar a la primera gente. ¿Qué comían?, ¿cómo hacían sus fibras?, ¿de dónde sacaban jabón?, ¿qué
usaban como medicamento? Economía doméstica, en suma. ¿Pintaban sus cuerpos de rojo?, ¿de dónde
sacaban sus pigmentos? Todas estas cosas están bajo nuestros pies. Y aun si nunca tuviéramos que
usarlas con fines económicos, conforman gran parte de nuestro saber sobre el lugar. Deberíamos conocer
a fondo el mundo natural de nuestra región, sus interrelaciones y la nuestra. Hay también cierto tipo de
estudios intelectuales, psicológicos y de prácticas espirituales que trascienden cualquier referencia a un
grupo particular, pero también éstos podrían beneficiarse si se los vincula a la gente de la zona. Algunos
de los símbolos budistas que usamos son un poco arbitrarios, y algunos de ellos podrían traducirse a
términos de América del Norte.
(...)
Esta mañana hizo referencia a los santuarios sintoístas ubicados en las proximidades de objetos físicos que
vibran con densa energía o con una fuerza especial. ¿Cree que cierto tipo de estructuras poéticas contengan o
invoquen ese género de energía?
Su pregunta me recuerda el término japonés que designa a la canción, bushi o fushi, el cual
significa remolino en la veta, lo que nosotros llamamos nudo, como los nudos de la madera. Es una idea
de la canción muy interesante: la veta corre hasta que se produce una turbulencia que genera un
remolino, a eso llaman canción. Una intensificación en el flujo crea una turbulencia y ésta, a su vez,
genera una energía propia, pero luego el flujo continúa su curso. Black Elk [Alce Negro], en Black Elk
speaks dice algo muy similar respecto a la visión indígena del mundo natural: para los indígenas de la
llanura, los árboles, los animales, las montañas son formas de turbulencia individualizada, formas
específicas de turbulencia del flujo de energía que se manifiestan por un tiempo como aspectos distintos,
cumplen un papel específico y finalmente se reintegran al flujo general. Me gusta pensar la poesía como
un fenómeno análogo, como -digamos- el nudo en la turbulencia, el remolino o, para usar un término
que le encantaba a Pund, de Wyndham Lewis, “el vórtice”. O también el término de Yeats: “giro”. En el
flujo del lenguaje corriente, en el flujo de la expresión lingüística -vivimos en una corriente de habla
continua, de expresión que se mantiene más o menos en un mismo nivel-, el poema o la canción se
manifiesta como una concentración especial de las potencialidades del lenguaje que cristaliza en una
forma específica.
(...)
La función de la poesía como yo la entiendo, es decir, “la función de la poesía durante los
últimso cuarenta mil años” ha sido, en todas las culturas, proporcionar una visión planetaria plena. Así
pues, la función de la poesía no es únicamente la clarificación y la intensificación de las potencialidades
del lenguaje, una agudización, un enriquecimiento de sus funciones ordinarias y, gracias a ello, quizás,
una amplicación de su capacidad para comunicar. La poesía está íntimamente vinculada con la visión del
mundo de toda cultura, con el cuerpo de su saber, con sus fundamentos míticos y simbólicos, y a ello
debe gran parte de su valor. La poesía y las canciones, sobre todo estas últimas, vinculadas
frecuentemente con escenificaciones dramáticas o con actos rituales, expresan y transmiten ese
fundamento. La tradición oral se ha transmitido casi siempre mediante un lenguaje medido, más fácil de
memorizar y que podía ser cantado. Gran parte del saber de la humanidad fue transmitiéndose en
formas poéticas, lenguaje medido y canciones.
(...)
Ezra Pound, para citar una conocida definición, dijo que los artistas son las antenas de la raza. ¿Cómo se
da esto en la práctica? Alguna gente, en virtud de su sensibilidad o de su pecular forma de vida, está
fuera de la intrincadísima red de causa y efectos del proceso de trabajo de una sociedad en el tiempo, lo
cual le permite escuchar otras voces aparte de las sociales o humanas. Son como primitivos sistemas de
alarma que oyen a los árboles, a las aguas, a las nubes cuando empiezan a quejarse, e intentan transmitir
esa alarma aunque no sepan bien qué escucharon. Y también perciben las tensiones y debilitamientos
del cuerpo social. El poeta, en particular, realiza este trabajo por su conciencia de la necesidad de revisar
el conjunto de imágenes arquetípicas y símbolos culturales, y verificar su funcionamiento. La poesía
genera cambios al jugar con estos arquetipos y al expresar los sueños de la gente unos cien años antes
que éstos produzcan sus efectos. Lo que hace el poeta, en términos de ecología de símbolos, es apuntar
las conexiones estructurales básicas, señalar qué partes del sistema de símbolos han dejado de ser útiles o
aplicables, aun cuando todos les sigan dando validez. Y a partir de su propia visión, y de la voz que
escucha, busca nuevos caminos para el flujo de la energía mental. Ello tiene una incidencia política. Los
poetas son como los hongos, pueden digerir los desperdicios de símbolos.
Partes, pues, de la idea animista de que se puede oír voces provenientes de los árboles, y unas
décadas más tarde un abogado como Christopher Stone escribe un texto legalista, “¿Hay que darle lugar
a los árboles?”, el cual propone que los árboles deben ser incluidos en el proces democrático. ¿A dónde
va luego? Ésa es una idea mítica en la que cierto lenguaje, vinculado con toda nuestra cultura -los
derechos de las cosas, las potencialidades de salvación de las cosas-, asoma un poco y toma una forma
mínima. Y una o dos generaciones después la gente puede llegar a sentir visceralmente que la naturaleza
no-humana tiene derechos. Y ése habrá sido el trabajo del poeta: fijar esa perspectiva.
El Baño
Este es nuestro cuerpo. Sentados con las piernas cruzadas junto al fuego
bebemos agua helada
abrazamos a los bebés, besamos sus barrigas,
Ah estar vivo
una mañana a mediados de septiembre
descalzo, vadeando la
corriente con los pantalones arremangados y
las botas en la mano, la mochila colgada,
el sol, el hielo en los bajíos
de las Rocosas del norte.
El brillo y el rumor del agua helada del arroyo, las piedras
rodando bajo los pies, chiquitas y duras como dedos
la nariz que gotea, fría,
ir cantando por dentro
la música del arroyo, música del corazón,
oler el sol en la grava
juro lealtad
juro lealtad al suelo
de la Isla de la Tortuga
y a los seres que sobre ella habitan
un ecosistema
en diversidad
bajo el sol
en gozosa interpenetración para todos.
Madre Tierra: sus ballenas
1 Derry, también derry down, es una fórmula sin significado, empleada en canciones y baladas inglesas antiguas (la cita
proviene de la balada “Los tres cuervos” (publicada por primera vez en 1611).
fluyendo como planetas que respiran
de la luz viviente