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Flujo oscuro: ¿Evidencia de otro universo

El universo, tan vasto para la mayoría de nosotros, a veces les resulta


pequeño a los cosmólogos. Observando a enormes distancias de la
Tierra han encontrado una “ventana” que podría mostrarnos que existe
algo más allá de los 45.000 millones de años luz, el “borde final”
observable de esta burbuja cósmica que nos aloja. ¿Constituye esto
una evidencia de la existencia otros universos?

No importa cuán potente, grande o alto esté situado tu telescopio: nunca


podrás ver nada que esté más allá de los 45.000 millones de años-luz
de distancia. Simplemente, la luz emitida o reflejada por los objetos a
mayor distancia no ha tenido tiempo suficiente para llegar hasta
nosotros, aunque hubiese partido en el momento mismo en que se
formó el universo. A pesar del tamaño gigantesco de esta especie
de burbuja espacio-temporal en la que nos encontramos confinados, en
la que se encuentran bestias cósmicas para casi todos los gustos
(agujeros negros, cuásares, galaxias y pulsares incluidos), los
astrónomos viven preguntándose qué hay más allá y no terminan de
resignarse al hecho de no saberlo.

Desde hace algún tiempo algunos de los astrofísicos más imaginativos


especulan con la existencia de alguna clase de “grieta” en esta burbuja,
que nos permita otear un poco más del borde del universo. A pesar de
lo extraña de esta idea, parece que están de suerte, ya que Sasha
Kashlinsky, una científica de alto nivel del Centro de Vuelos Espaciales
Goddard en Greenbelt, Maryland, de la NASA, cree que ha tropezado,
casi sin querer, con esa ventana cósmica.
En realidad, Kashlinsky ha estado estudiando durante bastante tiempo
la forma en que se mueven algunos cúmulos de galaxias en el marco
de nuestro universo en expansión. Junto a unos colegas ha
cronometrado la marcha de los cúmulos galácticos que se desplazan a
velocidades de hasta 1.000 kilómetros por segundo, velocidad mucho
más alta que lo permite nuestros conocimientos de la cosmología. Pero
lo más extraño de todo es que estos cúmulos galácticos parecen
dirigirse a todo gas hacia un pequeño sector del cielo, ubicado entre las
constelaciones de Centauro y Vela.

Esta observación podría ser la primera pista de lo que hay más allá
del horizonte cósmico. Gracias a esto, podríamos ser capaces de
averiguar cómo se veía el universo inmediatamente después del Big
Bang, o incluso si nuestro universo es solo uno más dentro de un grupo
más grande. Algunos astrónomos no están demasiado seguros de esto,
y repiten a quien se anime a preguntarles que todo esto no tiene nada
que ver con universos paralelos, sino que es el resultado de un error en
la teoría que asegura que el universo debe verse igual en todas
direcciones.

Independientemente de lo que opinen, todos los colegas de Sasha


están atentos a los acontecimientos. "Este descubrimiento se agrega a
nuestra lista de enigmas cosmológicos", asegura Laura Mersini-
Houghton, de la University of North Carolina. La lista que menciona
Laura incluye el 95% del contenido del universo más la materia oscura
invisible que parece hacer las veces de “pegamento” al mantener juntas
a las galaxias. La misteriosa energía oscura que al parecer está
acelerando la expansión del universo también se encuentra en el “Top
10” de enigmas mencionados por Mersini-Houghton. Para no ser menos
que sus colegas, Kashlinsky ha bautizado a este nuevo enigma con el
nombre de “flujo oscuro".
A medir se ha dicho
Kashlinsky, que se ha convertido en una especie de agrimensor
universal, se dedica a medir con la mayor precisión posible la velocidad
a la que viajan los cúmulos galácticos situados a unos 5.000 millones
de años-luz del Sistema Solar. Entre los datos obtenidos busca indicios
de su movimiento respecto del fondo de radiaciones de microondas
cósmico (que en inglés se denomina Cosmic Microwave Background,
o CMB), la radiación que nos legó el Big Bang. En general, los fotones
del CMB se desplazan de forma continua por el espacio interestelar,
pero cuando pasan a través de un cúmulo galáctico “tropiezan” con el
gas ionizado que existe en los espacios intergalácticos. Los fotones,
dispersos por este gas, se muestran como una diminuta variación en la
“temperatura” del CMB, evidenciando que el cúmulo se está moviendo.
Esto se puede medir mediante desplazamiento Doppler asociado.

En cualquier cúmulo individual este es un cambio demasiado pequeño


para ser mesurado, y esta es la razón por la que nunca antes nadie se
molestó en buscarlo. Sin embargo, Kashlinsky notó que si combinaba
las mediciones de una cantidad suficientemente grande de cúmulos
galácticos, la variación sería amplificada y mensurable. Junto a su
equipo, el astrónomo recogió datos de casi 800 cúmulos, usando
telescopios de rayos-X. Después, miraron el CMB en esas posiciones,
usando las imágenes captadas por el satélite WMAP de la NASA. Lo
que encontraron los asombró.

Puede esperarse que los cúmulos galácticos deriven al azar por su


región del espacio, porque la materia está distribuida en grupos
irregulares, creando campos gravitatorios locales los atraen. Pero se
supone que a gran escala la materia está difundida de una forma más o
menos uniforme, de modo que los cúmulos deberían desplazarse junto
con el espacio a medida que este se expande. Además, el modelo
estándar de la cosmología sugiere que el universo debería verse casi
igual en todas direcciones. Pero los datos muestran otra cosa.
Todo este extraño efecto no puede ser causado por la materia oscura,
porque ni siquiera juntando toda la materia oscura del universo se
produciría la suficiente gravedad para lograrlo, dice Kashlinsky. No
puede ser energía oscura tampoco, porque está difundida de manera
uniforme en todo el espacio. Eso solamente deja una explicación
posible: algo que se oculta más allá del horizonte cósmico tiene la
culpa, concluye excitado.

Incluso antes de que sus teorías fuesen publicadas el pasado mes de


octubre en The Astrophysical Journal Letters, Kashlinsky sabía qué sus
ideas serian recibidas por muchos con escepticismo. "Nos dedicamos
durante más de un año a verificar todo", dice. "No es lo que
esperábamos, ni siquiera lo que queríamos descubrir, de modo que
fuimos escépticos durante mucho tiempo. Pero en última instancia, esto
es lo que muestran los datos".

Nadie sabe exactamente qué se puede ocultar detrás de este horizonte,


o qué tan grande podría realmente ser el cosmos. Pero Kashlinsky
sospecha que es un vestigio del estado caótico que existió apenas una
fracción de segundo después del inicio del tiempo, antes de que
comenzara un fenómeno conocido como “inflación”. En general, se cree
que nuestro universo comenzó como algo muy pequeño en un espacio-
tiempo preexistente, formando una burbuja que entonces sufrió un
estallido de expansión exponencial (si, el Big Bang). Este período de
inflación estiró y aplanó nuestro universo, dejando una distribución
pareja de materia y energía. Fuera de esta burbuja, mucho más allá
de nuestro horizonte cósmico, las cosas podrían ser muy
diferentes. Sin la acción de la inflación, el espacio-tiempo podría ser
muy irregular: plano en un vecindario y con enormes estructuras o
agujeros negros gigantescos en otro. "Podía ser tan raro como uno
pueda atreverse a imaginar, o también algo muy monótono", dice
Kashlinsky. De cualquier manera sugiere que hay algo fuera de nuestra
burbuja que está atrayendo a nuestros cúmulos galácticos, causando el
flujo oscuro.

Algunas teorías sobre su origen

También han surgido otras explicaciones, bastante más radicales, para


explicar el flujo oscuro. Es posible (e incluso probable) burbuja que se
infló del espacio-tiempo primigenio para generar nuestro universo no
fuese la única. En este las burbujas surgen por todas partes, definiendo
cada una su propio universo dentro de un multiverso más grande.
Muchos cosmólogos gustan relegar esos otros universos a un rincón de
la teoría, convirtiéndolos en simples subproductos no observables. Pero
Laura Mersini-Houghton no es una de ellos. Argumenta que el flujo
oscuro es, en realidad, causado directamente por la existencia de
los otros universos, que ejercen una atracción gravitatoria sobre
los cúmulos galácticos de nuestro universo. Ella y sus colegas
inclusos calcularon cómo esos otros universos, dispersos al azar
alrededor de nuestra “burbuja”, modificarían la gravedad dentro de ella:
"Cuando calculamos cuánta fuerza esta siendo ejercida sobre los
cúmulos en nuestro universo, me sorprendió que el número coincidía
asombrosamente bien con lo que Kashlinsky había observado", dice.
"Creo firmemente que esto es efecto de algo fuera de nuestro universo".

Una opinión totalmente diferente sobre el flujo oscuro es la que tienen


Luciano Pietronero de La Sapienza University en Roma, Italia y
Francesco Sylos Labini del Enrico Fermi Center en Roma, Italia. Estos
especialistas aseguran que el modelo cosmológico estándar está
equivocado, y que necesitamos un modelo diferente para explicar el
movimiento de los cúmulos galácticos que Kashlinsky encontró. "Es sólo
otro elemento que apunta hacia el hecho de que la imagen estándar de
la formación galáctica no está describiendo correctamente lo que ocurre
en el universo real", dice Pietronero. Si están en lo cierto, toda la
astrofísica actual debería ser revisada.

El punto más espinoso se centra en el hecho de que las predicciones


del movimiento de los cúmulos galácticos, según el modelo
convencional, suponen que la materia está distribuida de manera
uniforme en todo el espacio cuando “miramos” a escalas muy grandes.
Pietronero y Sylos Labini afirman que el análisis de la distribución de
galaxias y cúmulos galácticos en todo el cielo observable muestra que
esto no es verdad, y que en grandes escalas la materia es como un
fractal. Si ése es el caso, el campo gravitacional en todo el universo
también sería irregular y podría conducir a los efectos que Kashlinsky
observó. Los resultados del Sloan Digital Sky Survey, que ya ha
mapeado aproximadamente un millón de galaxias, ayudarán a
Pietronero y Sylos Labini a tener una imagen más precisa de esta
“dispersión” de la materia. Ellos esperan confirmar sus ideas. "Creo que
tendremos noticias interesantes muy pronto", dice Sylos Labini.

No todo será coser y cantar, ya que un universo fractal, a pesar de


solucionar estos inconvenientes, crearía grandes problemas propios. En
primer lugar, una distribución fractal de la materia es incompatible con
la inflación cósmica, de modo que los teóricos tendrían que imaginar en
primer lugar cómo apareció.

El físico Douglas Scott de la University of British Columbia en


Vancouver, Canadá, forma parte del grupo de los escépticos. Duda de
que el flujo oscuro sea una evidencia de que hay “algo” fuera de nuestro
universo observable. "No hay razón, en absoluto, para esperar
encontrar alguna estructura más allá del horizonte", dice. Ademas,
asegura que hasta ahora ese flujo oscuro sólo ha podido ser sido
observado a distancias relativamente pequeñas (5.000 años luz) que
son apenas un pequeño porcentaje de la distancia total hasta el
horizonte (45.000 años luz). "Si el efecto es real, entonces la explicación
más probable sería que hay alguna estructura de una tamaño muy
grande, pero todavía dentro del horizonte". Por supuesto, la existencia
de una estructura asi también haría tambalear el modelo estándar de la
cosmología.

Ya han transcurrido unos 13.700 millones de años desde que se produjo


el Big Bang. La luz que vemos no puede haber empezado su viaje antes
de entonces. Sin embargo, el objeto más distante que podríamos
ver hoy está, extrañamente, a mayor distancia que esos 13.700
millones de años luz. Esto se debe a que durante toda su vida el
universo se ha estado expandiendo. Al tomar en cuenta este hecho, los
cosmólogos calculan que el borde de nuestro universo observable está,
efectivamente, a unos 45.000 millones de años luz de distancia.

Como sea, parece que las observaciones y los cálculos de Sasha


Kashlinsky están destinados a ser los que proporcionen la sacudida final
a la estructura cosmológica actual. Tanto como si efectivamente hay
“algo” fuera de nuestro universo, o algo muy grande dentro de el,
debemos revisar nuestras teorías. No seria raro que dentro de unos
años veamos su nombre en la lista de los Premios Nobel, a la vez que
reescribimos todos nuestros manuales sobre el tema.
Flujo oscuro: ¿Universos paralelos?

Grieta en la Matrix puede haber revelado la existencia de otro universo.


Por más poderosos que sean los telescopios – incluso los que están en
construcción, o aquellos que están solamente en los más delirantes
sueños de los astrónomos –, hay una especie de “muro” en el borde de
nuestro universo, más allá del cual nada se puede vislumbrar ni
detectar. No se trata de una barrera física, sino de una distancia: más
allá de 45 billones de años-luz de distancia, la luz no tuvo tiempo de
llegar hasta nosotros y puede que nunca sepamos lo que hay más allá.
Pese a que se calcula que nuestro universo puede tener una edad de
13,7 billones de años, se encuentra en expansión. Teniendo en cuenta
esa expansión, los astrónomos calculan que la última frontera
observable de nuestro universo está ahora aproximadamente a 45
billones de años-luz de distancia.

Aglomerados de galaxias

La única esperanza que resta para descubrir algo sobre esa región
inalcanzable estaría en encontrar algún “boquete” en ese muro, alguna
interferencia causada en el universo observable por aquello que está
más allá de él. Es esto lo que cuatro cosmólogos, coordinados por el
profesor Alexander Kashlinsky, de la NASA, creen haber encontrado.

Utilizando datos compilados por el observatorio WMAP, los científicos


han detectado aglomerados de galaxias moviéndose hasta a unos 1000
kilómetros por segundo, algo totalmente incompatible con todas sus
actuales teorías. Más impresionante que tamaña velocidad, todos los
aglomerados galácticos observados por los científicos – casi 800 –
parecen estar dirigiéndose a un único punto en el cielo, localizado entre
las constelaciones de Sagitario y Vela. El movimiento en dirección a ese
punto ha sido llamado Flujo Oscuro, un flujo de materia aún sin causa
o explicación conocidas.
En la imagen, esos aglomerados están representados por los puntos
blancos, registrados sobre la radiación cósmica de fondo, una radiación
en la franja de las microondas que inundó el Universo 400.000 años
después del Big Bang. Todos parecen estar dirigiéndose hacia el punto
morado que se muestra en la figura (véase también ¿Qué existía antes
del Big Bang?). Kashlinsky y sus colegas defienden que esas evidencias
son las primeras informaciones que indican la existencia de algo, más
allá de nuestro universo, reforzando la llamada “teoría de los
multiversos”, que establece que nuestro universo es solamente uno más
de entre los innumerables que existen.

Otros universos o nuevas teorías

Incluso los cosmólogos que no están de acuerdo con esa conclusión


afirman que el hallazgo es impresionante, y que será responsable, como
mínimo, de alterar casi todo lo que se consideraba correcto hasta hoy
en las teorías sobre estructura y formación de nuestro universo. Según
los científicos, la Materia Oscura no podría ser responsable por el Flujo
Oscuro porque no produce gravedad suficiente para ello. Y la Energía
Oscura tampoco podría ser la causa, porque está desparramada de
manera uniforme a lo largo del universo, no pudiendo ser capaz de
trasladar tamaña cantidad de materia hacia una única dirección.

De ahí viene la conclusión lógica: tan solo alguna cosa más allá de
nuestro horizonte cósmico puede ser responsable por generar el Flujo
Oscuro. Y, si todas las teorías actuales respecto de la formación de
nuestro universo están correctas, algo que está más allá de él
solamente podría ser otro universo.

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