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Análisis:

La agudeza visual se define como la capacidad del ojo para distinguir como diferentes
dos objetos, luminosos o iluminados, situados relativamente próximos entre sí, o también,
como la capacidad para reconocer letras o formas, denominados optotipos, a una distancia
determinada del observador. Es mucho más frecuente la disminución gradual de la
agudeza visual y aunque en general no se trata de una emergencia, se debe recordar que
ésta es la presentación de las principales causas de ceguera, por lo que la persona afectada
debe recibir atención oftalmológica lo antes posible.
La medida más objetiva y habitual de evaluar la AV es mediante optotipos, de modo que
la AV se expresa como un cociente, en el que el numerador corresponde a la distancia a
la que el paciente lee el optómetro y el denominador corresponde a la distancia a la que
puede leer la misma línea del optómetro una persona con una vista normal. Dicha fracción
se puede expresar como un porcentaje o como un valor decimal. La visión normal se
define como la capacidad de ver a 6 m (20 pies) lo que una persona sana ve a dicha
distancia (20/20, 1 o 100%). La AV habitual de un ojo sano está dentro de un rango que
va del 80% (0,8) al 120% (1,2).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica la función visual en cuatro niveles:
visión normal; discapacidad visual moderada, discapacidad visual grave, y ceguera,
reagrupándose comúnmente la discapacidad visual moderada y la discapacidad visual
grave bajo el término «baja visión». La baja visión y la ceguera representan
conjuntamente el total de casos de discapacidad visual (OMS, 2014). Sin embargo,
actualmente no existe una clasificación internacional estandarizada que determine el
nivel de baja visión y de ceguera legal. Su límite lo define la medida de la AV y ésta es
diferente en cada país.

Según datos mundiales sobre discapacidad visual (OMS, 2014), en el mundo hay
aproximadamente 285 millones de personas con algún tipo de discapacidad visual, de las
cuales 39 millones son ciegas y 246 millones presentan baja visión, y aunque la
disminución de la visión puede presentarse en cualquier etapa de la vida, aumenta
exponencialmente con la edad.

La disminución de la agudeza visual (AV) es un síntoma muy común en numerosos


problemas oftalmológicos. Puede tener su origen en cualquier punto de la vía oftálmica
y puede presentarse en cualquier edad a lo largo de la vida. El paciente varía la forma de
describirla, desde sensación de niebla, borrosidad, una cortina que resta visión, hasta una
pérdida de visión completa o amaurosis. Puede aparecer de forma repentina o progresiva,
su duración puede ser transitoria (incluso segundos) o permanente, puede ser unilateral o
bilateral, e ir acompañada o no de otros síntomas oculares y sistémicos.
Análisis:
La medida más objetiva y habitual de evaluar la AV es mediante optotipos, de modo que
la AV se expresa como un cociente, en el que el numerador corresponde a la distancia a
la que el paciente lee el optómetro y el denominador corresponde a la distancia a la que
puede leer la misma línea del optómetro una persona con una vista normal. Dicha fracción
se puede expresar como un porcentaje o como un valor decimal. La visión normal se
define como la capacidad de ver a 6 m (20 pies) lo que una persona sana ve a dicha
distancia (20/20, 1 o 100%). La AV habitual de un ojo sano está dentro de un rango que
va del 80% (0,8) al 120% (1,2).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica la función visual en cuatro niveles:
visión normal; discapacidad visual moderada, discapacidad visual grave, y ceguera,
reagrupándose comúnmente la discapacidad visual moderada y la discapacidad visual
grave bajo el término «baja visión». La baja visión y la ceguera representan
conjuntamente el total de casos de discapacidad visual (OMS, 2014). Sin embargo,
actualmente no existe una clasificación internacional estandarizada que determine el
nivel de baja visión y de ceguera legal. Su límite lo define la medida de la AV y ésta es
diferente en cada país.
Las vías ópticas son las encargadas de conducir impulsos nerviosos transmitidos por la
retina mediante axones de las células ganglionares a través del nervio óptico, el cual se
divide parcialmente para cruzar por el quiasma óptico y así recorrer el tracto del núcleo
geniculado lateral, que finalmente continuaría hacia la corteza primaria visual donde
ocurre el procesamiento final de toda la información recibida. (LaValle, 2015)
El estímulo de la luz entra por la córnea atravesando el humor acuoso hacia la pupila y
pasando por el cristalino y el humor vítreo, para finalmente llegar a la retina neural.
Inicialmente, la córnea es considerada como la primera barrera refractora del ojo, así que
cualquier alteración de su estructura, puede inducir un defecto visual, como por ejemplo
en el astigmatismo. (W. Ball, E. Dains, & A. Flynn , 2015), (Dimieri, 2015)
Análisis:
Las enfermedades bucales, como la caries dental, cuentan con alta prevalencia en el mundo
entero (afectan del 95% al 99% de la población), lo que las sitúa como la principal causa de
pérdida de dientes, ya que de cada 10 personas nueve presentan la enfermedad o las secuelas
de esta, con manifestaciones visibles desde el principio de la vida y progresando con la edad.
De acuerdo con la información publicada por la OMS (Organización Mundial de la Salud),
se estima que aproximadamente del 60% a 90% de los escolares tienen caries dental.
La higiene ha de convertirse en un hábito diario desde que la persona comienza a cambiar
los dientes. Se recomienda, asimismo, visitar cada año al odontólogo y si es preciso,
siguiendo sus indicaciones, cada seis meses. Respecto a la acción del fluoruro, se debe saber
que éste actúa formando una capa protectora sobre la superficie de los dientes, endureciendo
su esmalte y haciéndolo más resistente al ataque de los ácidos que se encuentran en la boca.
El mecanismo de protección del flúor, actúa tanto desde dentro como desde fuera del diente.
(Fernández,2013).

El azúcar y los dulces han sido considerados durante mucho tiempo los principales causantes
de la caries, pero realmente no son los únicos responsables. Los alimentos ricos en hidratos
de carbono complejos (almidón) son los que causan el mayor deterioro, ya que se adhieren a
los dientes y los ácidos que forman permanecen mayor tiempo en contacto con el esmalte en
lugar de ser eliminados por la saliva. (Fernández, 2013).

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