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Nicos Poulantzas

Los aparatos ideológicos: ¿El Estado = represión + ideología?

El Estado tiene un papel propio en la organización de las relaciones ideológicas y de la


ideología dominante.
El papel del Estado no se limita al binomio represión + ideología.
Ideología: sistema de ideas, serie de practicas materiales (hábitos, costumbres, modo de vida) y
se moldea como materia vinculante, en el conjunto de las practicas sociales, incluidas las
practicas políticas y económicas.
El Estado no puede consagrar y reproducir la dominación política por medio de la represión sino
que también ha de recurrir a la ideología, que legitima la violencia y contribuye a organizar un
consenso de ciertas clases y fracciones dominadas respecto al poder político.
La ideología dominante, en particular, consiste en un poder esencial de la clase dominante. Se
encarna en los aparatos del Estado que desempeñan el papel de elaborar, inculcar y reproducir
esa ideología, lo cual tiene su importancia en la constitución y reproducción de la división social
del trabajo, de las clases sociales y de la dominación de clase.
La distinción entre aparatos represivos y aparatos ideológicos tiene límites muy netos.
Represión: violencia física organizada, en el sentido más material del término: violencia sobre
los cuerpos. Uno de los aspectos esenciales del poder, la condición de su instauración y
mantenimiento, es siempre la coerción de los cuerpos, pero también la amenaza sobre los
cuerpos. Doble aspecto: mediante instituciones que actualizan la coerción corporal y la
permanente amenaza de mutilación (prisión, ejercito; policía, etc.); y mediante la instauración,
por todo el Estado, de un orden corporal, que instituye y administra, a la vez, los cuerpos
conformándolos, moldeándolos y aprisionándolos en instituciones y aparatos.
La concepción que mantiene la distinción entre aparatos represivos y aparatos ideológicos del
Estado requiere reservas de fondo: es una distinción que solo puede ser aceptada a titulo
puramente descriptivo e indicativo. Althusser: el Estado no actuara, no funcionara, mas que por
la represión y por la inculcación ideológica .Considera lo económico como instancia
autorreproducible y auto corregible, no sirviendo el Estado mas que para establecer las reglas
negativas del “juego” económico. El poder política no estaría presente en la economía, su único
papel seria encuadrarla; no podría intervenir en ella con una positividad propia, puesto que solo
existiría para impedir (mediante la represión o la ideología intervenciones perturbadoras. Se
trata de una vieja imagen juridicista del Estado. El Estado interviene en forma directa, de
manera positiva: crea, transforma, produce realidades.
A través del binomio represión-ideología es imposible delimitar las bases mismas del poder en
las masas dominadas y oprimidas.
El Estado dominaría a las masas bien por medio del terror policíaco o la represión interiorizada,
bien por medio de la impostura o lo imaginario.
La relación de las masas con el poder y el Estado en lo designado particularmente como
consenso posee siempre un sustrato material. Entre otras razones porque el Estado, procurando
siempre la hegemonía de clase, actúa en el campo de un equilibrio inestable de compromiso
entre las clases dominantes y las clases dominadas.
El Estado asume así una serie de medidas materiales positivas para las clases populares. No
podría darse razón de la materialidad de la relación entre el Estado y las masas populares si se
redujera el binomio represión – ideología.
El sustrato material del consenso no es reducible a la simple propaganda.
Un equivoco persistente ligado a la representación del Estado reducida al binomio represión –
ideología es el confundir la reproducción de la ideología dominante con la simple ocultación o
disimulación de los propósitos y objetivos del Estado.
El Estado tiene un rol organizador de las clases dominantes y consiste en decir, formular y
declarar abiertamente las tácticas de reproducción de su poder. No produce un discurso
unificado, sino de organización para el discurso de la táctica.
El índice de ideologización del Estado, así como de las practicas materiales de este, es
fluctuante, variable diversificado según las clases o fracciones de clases a las que el Estado se
dirige y sobre las cuales actúa.
Cuando la acción del Estado solo es captada a través del binomio ideología – represión conduce:
a) a escindir el ejercicio del poder en dos grupos de aparatos: aparatos represivos y aparatos
ideológicos del Estado.
b) a dividir de manera casi normalista y esencialista ciertos aparatos en represivos e ideológicos.

Estado y clases dominantes

Representa y organiza la/s clase/s dominante/s, en suma, el interés político a largo plazo del
bloque en el poder, compuesto de varias fracciones de clase burguesa, donde a veces participan
clases dominantes pertenecientes a otro modo de producción pero presentes en el
capitalismo(ejemplo: oligarquía). Organización, por medio del Estado de esta unidad conflictiva
de alianza en el poder y del equilibrio inestable de los compromisos entre sus componentes, que
se realiza bajo la hegemonía y dirección en el bloque de una de sus fracciones.
El Estado constituye la unidad política de las clases dominantes: instaura a esas clases como
clases dominantes. Este papel organizador, concierne al conjunto de sus aparatos, incluidos los
aparatos represivos del Estado.
La burguesía se presenta siempre en fracciones de clase,
Estas fracciones burguesas se sitúan, en su conjunto, en el terreno de la dominación política, y
por consiguiente forman parte siempre del bloque en el poder.
El Estado posee siempre una autonomía relativa respecto a la fracción en el poder, a fin de
asegurar la organización del interés general de la burguesía bajo una hegemonía.
Estado capitalista: condensación de una relación vs. Estado concebido como cosa (instrumento
pasivo, totalmente manipulado por una sola clase/ fracción sin ninguna autonomía) y Estado
concebido como sujeto (autonomía absoluta, poder propio supuesto ostentado por el Estado y
los portadores de ese poder).
La cuestión es oponer una visión instrumentalista del Estado concebido como cosa a la que lo
considera como la condensación material de una relación de fuerzas entre clases. El aspecto
material del Estado como aparato no desaparece del todo con la concepción del Estado como
condensación de una relación, presenta una opacidad y una resistencia propias (autonomía
relativa). Un cambio en la relación de fuerzas tiene sus efectos en el Estado, pero no se traduce
de forma directa y mucho menos inmediata.
En estas concepciones (Estado-Cosa y Estado-sujeto) la relación Estado-clases sociales, en
particular clases dominantes, es captada como relación de exterioridad. O bien las clases
dominantes someten al Estado(cosa), o bien el Estado(sujeto) somete a las clases dominantes.
Estas dos tesis no logran explicar el establecimiento de la política del Estado a favor de la clase
dominante y tampoco percibe el problema de las contradicciones internas del Estado, en ellas, el
Estado aparece como un bloque monolítico, las contradicciones de las clases dominantes son
exteriores al Estado-Cosa o las contradicciones del Estado-Sujeto son exteriores a las clases.
Considerar al Estado como la condensación de una relación de fuerzas entre clases, significa
que el Estado esta constituido-dividido por las contradicciones de clase.
Las contradicciones de clase revisten en el seno del Estado la forma de contradicciones internas
entre los aparatos y ramas del Estado, y en el seno de cada uno de ellos. Las clases y fracciones
de clases en el bloque de poder no participan en la dominación mas que en la medida en que
pertenecen al Estado. Es el juego de las contradicciones en la materialidad del Estado lo que
hace posible el papel organizador de éste.
El Estado como condensación material de una relación de fuerzas, significa que hay que
captarlo como un campo y un procesos estratégicos, donde se entrelazan nudos y redes de poder,
que se articulan y presentan contradicciones y desfases entre si.
El Estado presenta una unidad aparato, un centralismo, que se traduce en su política global y
masiva a favor de la clase o fracción hegemónica.
No solo la clase-fracción hegemónica instaura en el aparato dominante a aquel que cristaliza ya,
por excelencia, sus intereses, sino que todo aparato dominante del Estado tiende, a largo plazo, a
ser sede privilegiada de los intereses de la fracción hegemónica. Esa unidad se establece
mediante toda una cadena de subordinaciones de ciertos aparatos a otros, y la dominación de un
aparato o rama estatal, que cristalice por excelencia los intereses de la fracción hegemónica
sobre las otras.
Según estos análisis, y relativo al acceso de las masas populares y sus organizaciones políticas
al poder en una perspectiva de transición al socialismo, se puede plantear que este proceso no
puede detenerse con la toma del poder estatal y debe extenderse a la transformación de los
aparatos de Estado (suponiendo siempre la toma del poder estatal).
*la toma del poder del Estado no significa que, ni forzosa ni automáticamente cambie el control
de los aparatos del Estado;
*la organización institucional del Estado permite a la burguesía permutar el papel dominante de
un aparato a otro en caso de que la izquierda ocupe el gobierno y consiga controlar el aparato
dominante. Esa organización permite al Estado burgués funcionar por medio de dislocaciones y
desplazamientos;
*las contradicciones internas y las dislocaciones entre poder real y poder formal se sitúan
también en el seno de cada aparato y rama del Estado, el centro real del poder no se sitúa
tampoco en el vértice de su jerarquía. Entonces, incluso si la izquierda en el poder controlara los
vértices del/los aparato/s dominante/s del Estado, queda por saber si controla el núcleo del poder
real.

El Estado y las luchas populares

Las divisiones internas del Estad, el funcionamiento concreto de su autonomía y el


establecimiento de su política a través de las fisuras que lo marcan, no se reduce a las
contradicciones entre clases y fracciones del bloque en el poder: dependen igualmente, e incluso
sobre todo, del papel del Estado con respecto a las clases dominadas. Los aparatos del Estado
organizan-unifican el bloque en el poder desorganizando-dividiendo permanentemente a las
clases dominadas, polarizándolas hacia el bloque en el poder y cortocircuitando sus
organizaciones políticas populares. La autónoma relativa del Estado es necesaria para la
organización de la hegemonía, a largo plazo y en conjunto, del bloque en el poder con respecto a
las clases dominadas.
Pero este papel del Estado con respecto a las clases dominadas, no depende de su racionalidad
intrínseca como entidad “exterior” a las clases dominadas. Esta inscrito igualmente en la
armazón organizativa del Estado como condensación material de una relación de fuerzas entre
clases. El Estado condensa no solo la relación de fuerzas entre fracciones del bloque en el poder
sino igualmente la relación de fuerzas entre este y las clases dominadas.
Las contradicciones entre clases dominantes y clases dominadas quedarían en contradicciones
entre el Estado y las masas populares exteriores al Estado. Las contradicciones internas del
Estado no podrían deberse mas que a las contradicciones entre clases y fracciones dominantes,
dado que la lucha presente en las clases dominadas no podría ser una lucha presente en él. De
hecho, las luchas populares atraviesan al Estado de parte a parte, y ello no se consigue
penetrando desde fuera en una entidad intrínseca.
Las luchas populares, y mas generalmente los poderes, desbordan con mucho al Estado: pero en
la medida en que son (y aquellas que son) propiamente políticas, no son realmente exteriores a
él. Las luchas (y no solo las de clase) que desbordan al Estado no están, por ello, “fuera del
poder” sino inscritas siempre en aparatos del poder que materializan esas luchas y condensan
una relación de fuerzas.
La armazón material del Estado en su conexión con las relaciones se producción, su
organización jerárquico-burocrática, reproducción en su seno de la división social del trabajo,
traducen la presencia especifica en su estructura, de las clases dominadas y de su lucha. No
tienen como simple objetivo: enfrentarse, en un cara a cara, con las clases dominadas, sino
mantener y reproducir en el seno del Estado, la relación dominación-subordinación.
El Estado, al trabajar en la organización de la hegemonía, y por tanto en la división y
desorganización de las masas populares erige a algunas de ellas-en particular a la pequeña
burguesía y a las clases populares del campo- en verdaderas clases-apoyos del bloque en el
poder y cortocircuita se alianza con la clase obrera.
Si tal o cual aparato reviste el papel dominante en el seno del Estado (partidos políticos,
parlamento, ejecutivo, administración, ejercito), no es solo porque concentra el poder de la
fracción hegemónica, sino porque consigue igualmente y al mismo tiempo, cristalizar el papel
político-ideológico del Estado con respecto a las clases dominadas.
La existencia de las clases populares no se materializa en el seno del Estado de la misma manera
que la de las clases y fracciones dominantes, sino de un modo específico.
Las clases y fracciones dominantes existen en el Estado por intermedio de aparatos o ramas que
cristalizan un poder propio de dichas clases y fracciones. Las clases, en cambio, no existen en el
Estado por medio de aparatos que concentren un poder propio de dichas clases, sino
esencialmente, bajo la forma de focos de oposición al poder de las clases dominantes.
Las clases populares han estado siempre presentes en el Estado sin que ello haya cambiado
nunca nada en el núcleo esencial del mismo. La acción de las masas populares en el seno del
Estado es condición necesaria, pero no suficiente, de su transformación.
Las condiciones entre bloque en el poder y clases dominadas intervienen directamente en las
contradicciones en el seno del bloque en el poder.
Las diversas fracciones del capital no tienen siempre con las clases populares las mismas
contradicciones y sus actitudes políticas frente a esas clases no siempre son idénticas. Las
diferencias de táctica, o incluso de estrategia política, en una coyuntura dada o a mas largo
plazo, frente a las masas populares, constituyen uno de los factores primordiales de la división
en el seno del propio buque en el poder.
Las contradicciones en el seno del bloque en el poder son permanentes: conciernen tanto a los
problemas más relativamente secundarios como a las grandes opciones políticas, incluidas las
formas mismas del Estado que hay que instaurar frente a las masas populares: la opción entre
formas de Estado de excepción y formas de “democracia parlamentaria”, o entre estas ultimas.
Las luchas populares se inscriben el la materialidad institucional del Estado
El Estado, como sucede con todo dispositivo de poder, es una condensación materias de un a
relación.

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