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Fundación universitaria de Popayán

Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

Programa de Psicología

Cátedra: Electiva profesional II

Grupo 1

¡Tú eres igual a mí, yo soy igual a ti y uno solo es el amor!

Estudiantes y códigos:

Isabella Robles Muñoz, 73181021

Isabella Mérida Cantor, 73181014

Yineth Daniela Anacona Ruíz, 73181234

Lisbeth Daniela Burbano Garcés, 73152153

Docente: Claritza Córdoba

Popayán 14 de noviembre de 2019


¡Tú eres igual a mí, yo soy igual a ti y uno solo es el amor!

El abuso sexual que padecen niños, niñas y jóvenes es una problemática que ha venido
presentándose a lo largo del tiempo, que no puede ser ajena e indiferente para los países, las
instituciones, los profesionales y la misma familia. Según la OMS (2009) el abuso sexual está
caracterizado como un comportamiento sexual que ocurre sin el consentimiento de la persona o
bajo la coacción de una de las partes, es un evento de alta incidencia que acontece en distintos
estratos socio-económicos, diferentes culturas, ámbitos y etapas de la vida.

Son innumerables los actos de violencia sexual ocasionados a la población femenina, es por
ello que La violencia de pareja (física, sexual y emocional) y la violencia sexual ocasionan graves
problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva a corto y largo plazo a las mujeres. Afecta
a sus hijos y tiene un elevado costo social y económico para la mujer, su familia y la sociedad.
Este tipo de violencia puede tener consecuencias mortales, como el homicidio o el suicidio,
producir lesiones, ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas
ginecológicos, e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección por VIH, por otra parte,
también tienen el doble de probabilidades de sufrir abortos.

Es momento de hacer cambios en una sociedad patriarcal que tiene miedo de perder la corona,
una forma de hacerlo es mediante el lenguaje y comunicación no sexista, tengamos en cuenta “Lo
que no se nombra no existe”. Esto, trasladado al género, implica que el hecho de que las mujeres
no tengan una representación simbólica en la lengua contribuye a su invisibilización. De ahí la
necesidad, a fin de lograr el objetivo de la igualdad entre sexos, de hacer un uso del lenguaje que
represente a las mujeres y a los hombres y que nombre sus experiencias de forma equilibrada, de
esta manera se contribuye a la eliminación del genérico masculino, encargado de universalizar de
forma negativa al femenino también.

Dando este gran paso, también se pude contribuir a disminuir todo tipo de discriminación, entre
ellas la más violentada, la sexual. La diversidad sexual existe desde siempre, en todas las culturas,
en todas las razas, y en todos los tiempos. Es hora de entender que no todos somos iguales por
fuera, aunque todos somos iguales por dentro. La discriminación es uno de los grandes problemas
de la sociedad desde hace largo tiempo. Si bien en otras épocas era algo común y hasta incluso
tomado de forma natural, la mentalidad humana ha evolucionado lo suficiente, como para
comenzar a creer en la tolerancia y a practicarla.
No somos perfectos y siempre tenemos que aprender, de eso se trata vivir también, pero si
creemos que alguien está limitado o es menos que uno por su género, raza u origen, entonces, los
limitados somos nosotros. Todos tenemos los mismos derechos y por ende no debemos recibir
menos.

El derecho a la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres es complejo


y transversal y se proyecta sobre toda la legislación existente (laboral, familiar, orden
internacional, económico etc.), pero se falla rotundamente a la hora de su aplicación efectiva. Es
hora de avanzar y superar el entender la igualdad de género y la discriminación en todas sus
facetas como acciones positivas a favor de la mujer, como si la protección fuera de forma unilateral
solo hacia esta. Dicha conducta puede derivar en un paternalismo totalmente inadecuado y
contrario al espíritu de la leyes que la regulan, expulsando a los hombres de ese acercamiento
a la igualdad.

Es por tanto obligación de los poderes públicos el establecer las condiciones necesarias para
que la libertad y la igualdad del individuo sean reales y efectivas y no se queden en una mera
declaración de derecho vacía de contenido. Se hace imprescindible trabajar desde una doble vía
educar en la igualdad por un lado, y exigir a los poderes públicos un plan efectivo para la
erradicación de la diferencia de la brecha salarial de sexos por otro. Estos dos pilares, se convierten,
por tanto, en básicos para conseguir la igualdad por la que las mujeres llevan luchando siglos y
con ello conseguir crear una sociedad más justa, libre e igualitaria. Todo es posible si se logra
instaurar estrategias, planes, proyectos, que incentiven la igualdad de género, como la
coeducación, un camino que se debe iniciar en las familias y continuar en las escuelas, los docentes
son responsables de que el alumnado sepa qué es un camino de respeto, de valorar las capacidades
de todos y todas y de igualdad en todos los aspectos. Un camino duro, pero con grandes
recompensas.

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