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ASPECTOS BIOLÓGICOS DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Integrantes grupo 3

Lisbeth Yadira Jaimes Duran

John Medina Escobedo

Cristian Jaramillo Trullo

Manuel Gonzalez Dumasa

Osmaider Londoño Yarce

Enrique Mario Lidueña

Escuela de cadetes de policía General Francisco de Paula Santander

Administrador Policial

Mando y Liderazgo Policial

2019
ASPECTOS BIOLÓGICOS DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Desde un punto de vista biológico, parece evidente que las emociones poseen un valor
extraordinario a la hora de entender cómo un organismo se adapta a las condiciones
cambiantes de su medio ambiente. Las emociones poseen funciones, pues, si no fuera así, la
propia selección natural habría ido progresivamente depurando su presencia, hasta hacerlas
desaparecer por completo del bagaje genético de las especies

Para que un individuo humano pueda sentir una emoción, hace falta un estímulo que la
dispare, lo que en la terminología anglosajona se conoce como “emotionally competent
stimulus”. Este estímulo es procesado por circuitos cerebrales especializados, que fueron
específicamente diseñados por la evolución

La evolución del sistema límbico puso a punto dos poderosas herramientas: el aprendizaje y
la memoria, dos avances realmente revolucionarios que permitieron ir más allá de las
reacciones automáticas predeterminadas y afinar las respuestas para adaptarlas a las
cambiantes exigencias del medio, favoreciendo así una toma de decisiones mucho más
inteligente para la supervivencia.

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL MANDO


La evolución de la “Inteligencia Humana” comienza cuando el cerebro busca la forma más
eficiente de comunicarse consigo mismo. Este proceso se acelera una vez que el ser humano
se da cuenta de que es capaz de exteriorizar sus imágenes mentales internas a través de
figuras, símbolos y finalmente la escritura.

A contar de la masificación de la simbología (letras y números) se ha desarrollado la ciencia,


el arte y la literatura, donde quienes poseen maestría, conocimiento y experiencia reciben un
grado de autoridad sobre la materia.
Hoy en día se nos juzga con nuevos criterios: ya no importa sólo la sagacidad, la preparación
o la experiencia, sino también cómo nos manejamos nosotros mismos y con los demás. Estas
reglas permiten determinar con bastante exactitud quiénes, en su gestión de Mando van a
tener un desempeño “estelar” o se dirigen rumbo al fracaso.

El patrón de la “Inteligencia Emocional” no descarta los conocimientos técnicos, sino que


parte de la base de que quien ejerce un cargo está preparado intelectual y técnicamente y que
al ejercer sus funciones debe concentrar ciertas cualidades personales como la iniciativa,
empatía, adaptabilidad y persuasión, entre otros.

El Ph.D. Daniel Goleman determinó que las condiciones intelectuales no son garantía de
éxito en el ámbito profesional, sino tan solo uno de los factores.
Lo anterior, unido a las necesidades emocionales del personal, permitirá alcanzar los
resultados que el líder aspira y generará la confianza suficiente en sus subordinados
motivándolo emocionalmente a ser productivo.

Goleman define este concepto como: “la capacidad para reconocer sentimientos en sí mismo
y en los demás, siendo hábil para manejarlos al trabajar con otros”. La “Inteligencia
Emocional” no significa ser simpático, ni tampoco dar rienda suelta a los sentimientos. Por
el contrario, significa manejar los sentimientos de modo tal de expresarlos adecuadamente y
con efectividad, permitiendo que las personas trabajen juntas sin roces y en busca de una
meta común.

CARACTERISTICAS
Autoestima: Quienes son líderes la reconocen como el punto de partida al camino del
aprendizaje del liderazgo y que posee 2 ejes, la capacidad de sentirse seguro y competente, y
la capacidad de valorarse y respetarse así mismo.
Visión y Perseverancia: Capacidad de visualizar, trazar y alcanzar metas.

Equilibrio: Armonía en los aspectos familiares, de trabajo y salud (física y mental) que
alcanza un líder incrementándole su estabilidad emocional.

Aprendizaje: Proceso cognitivo y/o Sico afectivo al cual se enfrenta el ser humano que
pretende desarrollar la habilidad de liderar y que debe estar acompañada necesariamente de
un entorno donde pueda aprender y poner en práctica dicho conocimiento.

Comunicación: Herramienta necesaria en el liderazgo, pero que debe utilizarse con


discreción. Se logra cuando se sabe tanto escuchar cómo expresarse asertivamente.

Delegación de autoridad: Característica propia de todo líder que demuestra confianza en


sus subordinados, delegándoles algún grado de autoridad según la experiencia y antigüedad
que posean.

Trabajo en equipo: El líder debe orientar su equipo hacia el logro de los objetivos
organizándolo y motivándolo apropiadamente, en consecuencia crear los canales de
comunicación adecuados fomentando el compañerismo y lealtad en cada integrante.
Servicio: Esta característica se manifiesta ayudando a los subordinados en el trabajo,
haciéndolos crecer y preocupándose de ellos como personas.

Integridad: Lograr desarrollar la habilidad para poner en práctica todas las características
anteriores le permitirá al líder ejercer un liderazgo íntegro donde convergerán sus cualidades
personales e interpersonales en pro de alcanzar los objetivos.
Heroísmo: El líder debe proponerse metas superiores y ser un “Quijote” en el medio que se
desempeña, buscando siempre satisfacer un fin superior, la satisfacción de lograr sus metas.

Qué es la emoción
La dicotomía clásica de razón – emoción determinó en gran parte el desarrollo científico
asociado al concepto de emoción, desde posturas fundamentalistas que han reducido la
comprensión de la emoción a una entidad humana independiente, sea de tipo evolutivo –
fisiológico o de tipo cognitivo construccionista, hasta pensamientos contemporáneos que han
procurado una ruptura sobre el dualismo emoción – razón, generando conceptualizaciones
más holísticas de este fenómeno humano.

La emoción como concepto fisiológico nos permite identificar elementos constitutivos de la


definición de la misma (Vivas et al., 2006):

1. Una emoción se da cuando una situación o estímulo sea interno o externo, tiene cierto
potencial o capacidad de generar un conjunto de reacciones fisiológicas específicas,
que procuran fundamentalmente una respuesta adaptativa
2. Una emoción se da cuando existen un conjunto de reacciones corporales y fisiológicas
como respuestas involuntarias: cambios en el ritmo cardíaco o respiratorio, aumento
en la sudoración, cambios de tensión muscular, sequedad en la boca, presión
sanguínea.

De esta manera, los desarrollos de la ciencia fisiológica para la comprensión de la emoción,


han permitido identificar que el fenómeno de la emoción involucra directa y necesariamente
reacciones corporales específicas; esta perspectiva va a ser un elemento constitutivo de las
posibilidades de abordaje de las emociones que se plantearán más adelante.

En tal sentido, las emociones primarias y secundarias son un continuo que influye
directamente en el comportamiento humano, siendo estas últimas expresiones psicológicas y
fisiológicas más elaboradas que tiene mayor poder predictor en los comportamiento, sin dejar
de lado como se veía más arriba, que ciertos comportamientos humanos pueden ser
explicados por la ejecución de emociones primarias.

Por otro lado, en este continuo emocional, las emociones de fondo son aún más
fundamentales en la explicación de los comportamientos dado que, como las plantea Damasio
(2001), son emociones de larga duración que pueden tener un origen físico o psicológico de
base directamente asociado, y que si se prolongan configuran los estados de ánimo en la
persona que se caracterizan por un conjunto de pensamientos, sentimientos y conductas
motivadas por un estado psicológico relativamente estable con orientación positiva
(optimismo, aceptación, calma) o negativa (resentimiento, resignación).

Sobre esta clasificación de las emociones, se fundamenta la perspectiva cognitivo –


construccionista, la cual no excluye la explicación fisiológica de la emoción, sino que
complementa la comprensión de la misma.
Emociones en el trabajo
Hochschild (1983) propone el concepto de disonancia emocional, tomando como base el ya
desarrollado término de disonancia cognitiva de Festinger (1957). Hochschild (1983) plantea
que cuando las emociones sentidas difieren de las emociones expresadas, el resultado es la
tensión y una amenaza real para el bienestar del trabajador (Yozgat et al., 2012).

La noción de trabajo emocional fue inicialmente propuesta por Hochschild (1983) citado en
Magnus (2011), en una investigación con trabajadores de aerolínea; según este autor el
trabajo emocional “implica que el trabajador regule y controle sus sentimientos de forma tal
que cree una expresión facial y corporal que se espera observable públicamente según
lineamientos organizacionales específicos”. De esta manera, el trabajo emocional ocurre
cuando un trabajador tiene que alterar su emoción verdadera para expresar la emoción
prescrita organizacionalmente a través de la mejora, el fingimiento o la supresión de las
emociones reales (Magnus, 2011).

Mecanismos de acción del trabajo emocional


La investigación ha indicado que el trabajador que se encuentra expuesto a exigencias
emocionales específicas en su trabajo que exigen la expresión emocional específica (ej.
sonreír), activa tres mecanismos que se encuentran interrelacionados uno con el otro para
efectos de la regulación y expresión de la conducta emocional esperada, a saber: la disonancia
emocional, la actuación superficial, la actuación profunda.

Disonancia emocional
Cuando el trabajador debe alinear sus sentimientos con un requerimiento organizacional
específico, inicialmente entra en un estado de disonancia emocional que se define como el
grado de disparidad o discrepancia que existe entre la expresión emocional esperada y el
sentimiento real experimentado, lo cual genera un conflicto de rol dado que el trabajador no
se identifica emocionalmente con el rol requerido, pero debe responder en el orden esperado
para satisfacer las expectativas del rol.

A mayor grado de disonancia emocional, mayor impacto negativo sobre la salud podrá tener
el trabajo emocional, mediado ello por variables tanto situacionales (frecuencia, intensidad,
duración y diversidad) como individuales (las disposiciones afectivas, el auto-concepto y la
inteligencia emocional.

Una vez el trabajador se encuentra en estado de conflicto con su rol por la disonancia
emocional que se genera, puede generar dos posibilidades de actuación, o estrategias
psicológicas para afrontar este estado de discrepancia: la actuación superficial y la actuación
profunda.
EL AUTOCONTROL
El autocontrol podría definirse como la capacidad para poder dirigir la propia conducta en el
sentido deseado, y desde este punto de vista se relaciona con prácticamente cualquier
cualidad humana.

El niño de cero a seis años, no tiene desarrollado el autocontrol de su conducta, pues en los
primeros años actúa por impulso y deseos inmediatos, le cuesta trabajo inhibir su conducta y
ante un “no lo hagas”, se mostrará desinteresado o negativista, hasta el punto de que muchos
adultos piensan que se trata de una respuesta de desobediencia intencionada. Pero esto no es
así, es solo producto de que su desarrollo aún no le permite el control voluntario de su
conducta.

Diferencia entre represión y autocontrol


Es importante tener en cuenta que el autocontrol y la represión no son lo mismo, y a veces se
confunden. El autocontrol requiere tomar conciencia de las emociones, comprenderlas y
actuar en consecuencia para logar gestionarlas y controlarlas. En cambio, cuando hablamos
de represión, estamos haciendo referencia a ocultar las emociones, a obviarlas, no prestarles
atención, y esperar a que desaparezcan como por arte de magia, cosa que probablemente no
ocurrirá.

CARACTERISTICAS
Hay dos clases de características previas

Características previas:
Aumento de la tensión corporal. Previo a la conducta impulsiva hay una hiperactivación del
sistema nervioso que genera un malestar emocional.
Este aumento del malestar emocional, induce a una conducta impulsiva, poco reflexionada.
La persona se bloquea y es el "cerebro emocional" el que toma las riendas de la conducta
anulando las funciones ejecutivas de la corteza cerebral. La persona siente que entra en una
especie de "trance" en el que pierde el control de su propia conducta.
Se genera la conducta impulsiva que puede ser dañina para ella misma o para los demás.

Características posteriores:
Una vez que se ha realizado la conducta impulsiva, la persona tiene sentimientos de
culpabilidad o vergüenza por la conducta exhibida.
Aun cuando la persona sabe que su conducta es inapropiada, negativa y que puede conllevar
consecuencias negativas, no es capaz de inhibirla y se convierte en un patrón de
comportamiento.

Ventajas del Autocontrol

 Permite afrontar las situaciones difíciles con mayor eficiencia


 Ayuda a mantener la calma
 Ayuda a tener mayor claridad de pensamiento
 Beneficia la relación con los demás
 Permite controlar el estrés cuando te sientes bajo presión
 Ayuda a tomar mejores decisiones
 Aumenta la capacidad de concentración
 Mejor autoestima
 Mejora el bienestar emocional

Consejos para mejorar el autocontrol


Debes saber que el autocontrol puede mejorarse

 Sé consciente y define lo que quieres controlar


 No dependas de tu fuerza bruta
 Sé emocionalmente inteligente
 Reduce el atractivo de las tentaciones
 Modifica el ambiente

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