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Documental “Le Mur”

(El Muro)
NANCY RUVALCABA MACIAS

Reflexión

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"Le mur" (El muro) documental de Sophie Robert:

En 2011 sale a la luz el documental llamado “Le Mur” (El Muro) donde revela los
comentarios profesionales de distinguidos psicoanalistas. El documental es una
investigación que duró más de cuatro años, donde reconocidos psiquiatras y psicoanalistas
franceses, confiaron sus pensamientos acerca del autismo.

Lo mostrado en el documental es inaudito: ideas anacrónicas, iatrogenia, una práctica poco


ética sin fundamento y absolutamente perjudicial para el desarrollo de niños con autismo;
completamente al margen de los últimos (y ni siquiera tan recientes) descubrimientos
científicos.

Francia es uno de los últimos bastiones remanentes del psicoanálisis, la teoría y terapia
creada por Sigmund Freud y desarrollada por sus incontables acólitos. En El muro vemos a
varios psicoanalistas explicando el comienzo del autismo, una condición neurológica con
un importante factor hereditario, en términos de dramas edípicos no resueltos y de
conflictos intersubjetivos.

Lo que vemos en El muro, sin embargo, son psicoanalistas respondiendo a preguntas y


hablando largamente sobre el autismo, a veces en tomas ininterrumpidas de casi un minuto.

Uno de los tres psicoanalistas aparece diciendo que a veces el autismo es causado porque la
madre está deprimida durante el parto o mientras el bebé está en el útero. Ésta es una
representación engañosa de la postura del analista, porque en un segmento no mostrado en
pantalla añade que el autismo es por sobre todo una “elección” que realiza el mismo niño.

Aparentemente los padres influencian este escape hacia el autismo, pero sólo el niño se
hace “responsable”. Una idea tan extraña es salir de Guatemala y meterse en Guatepeor. El
juez, sin embargo, cree que es “una postura muy matizada” que no recibe suficiente
atención en El muro.

A pesar del trabajo de edición, cualquiera que se tome la molestia de sentarse a ver el
documental entero podrá ver un ejemplo sobresaliente de autoincriminación, con todo tipo
de pronunciamientos extraños que son realmente auto explicativos, y que derivan de una
larga tradición psicoanalítica de culpar del autismo a las relaciones fallidas con los padres.
Los analistas de El muro tienen sin embargo una cosa en común: disfrutan el mismo
método psicoanalítico gratuito y sin base, y muestran el mismo desprecio arrogante hacia la
teorización científica cuidadosa sobre la mente humana. Particularmente dolorosa es la
triste visión expresada por muchos analistas lacanianos sobre los beneficios esperados de su
(o cualquier forma de) terapia (“el placer de sentirse interesado por una pompa de jabón”,
dice un analista luego de un silencio embarazoso). Esto refleja otra doctrina central del
psicoanálisis, no podemos ser curados de la condición humana, y los síntomas que
desarrolla un paciente constituyen su manera de lidiar con el ineludible “nudo” en el que
los humanos nos enroscamos a nosotros mismos (de ahí la “elección” del autismo). En vez
de alentar falsas esperanzas, o así dicen, deberíamos resignarnos a este estado de cosas.
Tratar de librarnos de síntomas debilitantes, como intentan hacer los terapistas cognitivo-
conductistas, es erradicar la dimensión de la subjetividad humana. Tal derrotismo es
repelente en vista de las intervenciones terapéuticas basadas en la evidencia que existen
para lidiar con afecciones como el autismo.

EN LA PRACTICA
Son dos las conclusiones fundamentales que podemos extraer de esta reflexión al respecto
de las relaciones transferenciales en el aula. La primera nos remite a la elección del
psicoanálisis como conjunto de conocimientos teóricos que pueden aclarar la práctica
educativa, siendo evidente que no debe ser propuesto como teoría dogmática que legisla la
práctica pedagógica. Nuestra segunda conclusión se refiere al tipo de formación que
requieren los educadores. Consideramos que debe garantizarse desde el currículo una sólida
formación pedagógica que permita al educador conducir adecuadamente los procesos de
aprendizaje en el salón de clase. Pero también queremos subrayar la necesidad de una
sólida formación en el sentido de un acompañamiento y de una constante re-flexión acerca
de los procesos personales que el estudiante de educación vivencia durante su formación
académica, pero también durante su práctica pedagógica como profesional de la educación.
Aquí puede parecer que somos tentados a caer en una especie de idealismo acerca de la
posibilidad de brindarle a estos profesionales espacios para el análisis de sus vivencias, no
obstante, a partir de nuestra práctica, es una certeza la necesidad de que nuestros
estudiantes universitarios tengan la oportunidad de realizar esta revisión personal sobre sus
patrones de interacción y acerca de los ideales educativos con los que se enfrenta
cotidianamente en su práctica profesional. Para nosotros la teoría psicoanalítica es una
fuente para iniciar este proceso de reflexión, cierto es que desde esta propuesta teórica los
ideales quedan cuestionados, pero ya lo hace la realidad misma. Por esto, invitamos a
construir visiones a futuro más realistas, no por ello menos satisfactorias. El
reconocimiento de la propia imposibilidad de conquistar el ideal educativo nos permite
acercarnos con mayor claridad a la realidad del aula, a la realidad sobre nosotros mismos y
sobre nuestros estudiantes. Todo ello puede generar un aprendizaje más humanizado donde
se permita el encuentro mutuo entre los que participan de este proceso al que llamamos
educativo.

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