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Problemas Ambientales Globales, Regionales y Locales.

LA AMAZONÍA SE INCENDIA.
ANÁLISIS, CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE UN GRAVE PROBLEMA
AMBIENTAL.

Introducción

El Amazonas es el bosque húmedo más


extenso de la Tierra y contiene una
inconmensurable riqueza biológica y
cultural. Ocho países y un territorio de
ultramar comparten la responsabilidad de la
Amazonía: Brasil (59,17 % del bioma), Perú
(11,27 %), Colombia (7,94 %), Venezuela
(6,69 %), Bolivia (5,99 %), Guyana (3,51 %),
Surinam (2,35 %), Ecuador (1,75 %) y
Guayana Francesa (1,33 %).
A lo largo de sus 6,7 millones de km2 (dos
veces el tamaño de India), el Bioma
Amazónico es virtualmente inigualable ya
que abarca el bosque tropical más grande
del mundo, es hogar de al menos el 10% de
la biodiversidad conocida, sus ríos
representan entre el 15% y 16% de la
descarga fluvial total a los océanos del
mundo, el río Amazonas fluye a lo largo de
más de 6,600 km, y junto con sus cientos de
afluentes, contiene el número más grande
de especies de peces de agua dulce del
mundo, además, la Amazonía contiene
entre 90 y 140 mil millones de toneladas
métricas de carbono y el río Amazonas es el
de mayor caudal (225000 m3/s) en el mundo
(WWF, 2016).
La Amazonía ha estado históricamente amenazada por una gran diversidad de situaciones,
pero nunca en la historia la presión ha sido tan alta como en la actualidad. Entre las
principales presiones sobre el Amazonia encontramos la producción ganadera en pasturas
y sistemas extensivos, la expansión de la agricultura mecanizada y de pequeña escala, las
concesiones mineras, el aumento de las represas hidroeléctricas, la construcción de
carreteras, el comercio de madera, el cambio climático y los incendios forestales; estas
crecientes presiones aumentan la tasa de deforestación con la consecuente pérdida de
biodiversidad y degradación del bosque.

Desarrollo

Desde hace unas semanas los incendios forestales han cobrado gran relevancia debido al
elevado número de focos que se han producido y a la magnitud del daño ocasionado, tanto
que algunos estados amazónicos se han declarado alerta ambiental (BBC News Mundo,
2019). El Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil ha detectado más de
90000 focos de incendio (Imagen 1) en lo que va del 2019, gran parte de los cuales han
afectado al Amazonía. La causa más común de estos incendios suelen ser malos controles
en la quema y manejo del bosque para abrir tierras (WWF, 2016).

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Figura 1 - Series históricas de Brasil de los focos activos totales detectados por el satélite
de referencia, desde 1998 hasta el 31/08/2019.

Fuente: INPE

Brasil se ha posicionado a nivel mundial como uno de los mayores exportadores de soja, la
necesidad de reforzar su posición y ganar aún más mercado, sumadas a la creciente
influencia de China sobre este país al igual que sucede con Argentina hacen de la
deforestación una herramienta crucial para ampliar la frontera agrícola. Así la agricultura
mecanizada se expande a un elevado ritmo sobre la Amazonía y ejerce una fuerte presión
sobre el territorio y los pueblos originarios que en ella residen. La producción agrícola a
gran escala es responsable de enormes pérdidas de hábitat natural en la Amazonía en
forma análoga al proceso de pampeanización (Pengue, 2008) que ocurre en la Argentina,
incluso sobre ecorregiones que no son Pampa como el Chaco y la Mesopotamia. La
deforestación se configura entonces como un cáncer cada vez más enraizado en el
Amazonía y los incendios, que se usan como herramientas de la misma, son cada vez más
frecuentes.
Los actores responsables de este modelo insostenible para el medio ambiente suelen ser
empresarios y el poder político local, cuya motivación reside en obtener grandes ganancias
económicas a corto plazo independientemente de las consecuencias futuras.
La Amazonía se desmonta de forma acelerada hace décadas (Figura 2) y parece que el
único interés que prima en la clase política es satisfacer las necesidades básicas de una
población creciente y las demandas del mercado internacional en detrimento del capital
natural.
Una de las más brutales consecuencias es sin duda alguna el impacto sobre la
biodiversidad del Amazonía, la cual aún no se conoce en su totalidad.
Se entra transformando el ecosistema natural en tierra domesticada (Morello, Jorge H.
Pengue, 2007), pero además se hace sin control y por sobre las consecuencias naturales
del desmonte aparecen las consecuencias propias del descontrol y la barbarie humana.
La sociedad debe comprender que la biodiversidad vas más allá de un simple conjunto de
animales y plantas, nuestra existencia emergió de nuestra adaptación e integración a ella,
depende de los innumerables servicios que nos brinda, como la provisión de fitoquímicos
para le tratamiento de diversas enfermedades, y sellará su fatídico destino junto a ella si no
se la protege y respeta.

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La deforestación e incendio de la
Amazonía también tiene consecuencias
devastadoras sobre la atmosfera,
además de ser el ecosistema terrestre
más biodiverso, contribuye a regular el
cambio climático, estabilizar los ciclos
de precipitaciones en Sudamérica y
generar en torno al 9% del oxígeno
producido en el planeta, si se tiene en cuenta el oxígeno producido por el fitoplancton del
océano, y no el 20% como aseguraba el presidente francés Emmanuel Macron.
El ser humano habita la Amazonía desde hace más de 11000 años, hasta hace varias
décadas atrás los más de 350 pueblos indígenas (WWF, 2016) podían vivir casi totalmente
del río y del bosque, el cual era fuente de madera para sus construcciones y de resinas y
alimentos entre otros valiosos recursos que los nativos tomaban de la Amazonía. La llegada
de los europeos, asiáticos y africanos cambio drásticamente su estilo de vida, se han
empobrecido hasta niveles críticos y son foco de discriminación y recalcitrante desigualdad.
Los incendios y un estado ausente que no los representa ni los escucha empeoran aún más
su situación.
La Amazonía es valorada en cuanto a la posibilidad de usar la tierra con fines agropecuarios
y para poder utilizarlo todo lo que se encuentre sobre su superficie debe ser arrasado
(DiPace, 1992), sea el bosque, la fauna o incluso los mismísimos pueblos originarios.
La ciudadanía, el poder político y otros actores sociales tienen un rol importante tanto como
causa y remedio necesario de la actual situación que la Amazonia vive a causa de los
incendios forestales.
Si bien Brasil se caracteriza por ser uno de los países de América Latina con grandes
avances en el marco jurídico referente a participación ciudadana en gestión ambiental,
procesos de toma de decisiones administrativas y administración de la justicia, parece
quedarse a medio camino ya que todo lo escrito con la mano es borrado con el codo al
momento de ser implementado o si entorpece los objetivos económicos de los más
poderosos. Las comunidades indígenas de la región que han logrado el establecimiento de
este tipo de participación directa de la ciudadanía en relación con la construcción de
infraestructura en sus territorios o al aprovechamiento de los recursos naturales renovables
quedan relegadas a pesar de lo pactado (Rodríguez Becerra & Espinoza, 2002).
Con el objetivo de permitir nuevas y mayores actividades productivas, se originan en los
países amazónicos constantes cambios en las legislaciones. Estos cambios muchas veces
abogan por la reducción de espacios protegidos e incluso por su eliminación, así la entrada
de la deforestación se hace más sencilla y su impacto ambiental llega antes de lo esperado.
Actualmente la cobertura de las áreas protegidas del bioma amazónico es superior al 50 %.
Sin embargo, muchas de estas áreas están en riesgo debido a la debilidad legislativa para
su conservación (WWF, 2016).
Como se mencionó anteriormente, en todos los países de América Latina la quema de
tierras es una herramienta común para preparar el terreno para la agricultura, pero el gran
problema reside en que estas tierras forman parte de Amazonía y cualquier decisión que
afecte esta gigantesca reserva natural tendrá consecuencias sobre todo el planeta.
Las leyes de desmonte y quema controlada en Bolivia muestran como el gobierno con sus
concesiones a empresarios agroganaderos, es otro de los responsables por los incendios.
En julio de este año se firmó un decreto (3973) que autoriza la quema de tierras de forma
masiva en dos municipios del departamento de Santa Cruz, con el fin de impulsar el
crecimiento económico del país, en pleno año electoral, dejando sin efecto cualquier forma
de control (Johan Ramírez, 2019).

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Los vaivenes legislativos en Brasil causan que la velocidad de deforestación fluctué según
la ideología de quien se encuentre el poder (Figura 2), pero el daño sigue avanzando y se
hace cada vez más pronunciado. Si la deforestación no se hace de manera controlada para
poder garantizar el mantenimiento de la estructura y la diversidad de especies del área
afectada (Barros, V., Menendez, A., y Nagy, 2010) se generaran indefectiblemente pérdidas
ambientales y sociales, que llegado el momento superaran con creces al redito económico.
Hace décadas ya se ha superado la etapa inicial de los procesos de deforestación
caracterizada por tala selectiva, nos encontramos hoy frente la fragmentación o
deforestación en parches (Reboratti, 2010), que de no frenarse conducirá en un futuro a la
destrucción del que es hoy el bosque húmedo más extenso de la Tierra.

Figura 2 - Deforestación de la Amazonía brasileña. Evolución de la deforestación en km2


desde la restauración de la democracia.

Fuente: INPE

La Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2015 estableció pautas para lograr
la sostenibilidad económica, social y ambiental de sus 193 estados miembros, entre los
cuales están todos los países que comparten la responsabilidad de la Amazonía. Se
desarrolló la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible, buscando transformar
el paradigma de desarrollo dominante en uno que nos lleve por la vía del desarrollo
sostenible, inclusivo y con visión de largo plazo (Naciones Unidas, 2018).
La realidad que atraviesa la Amazonía se vincula con varios de los objetivos de la Agenda
2030. Se pretende poner fin a la pobreza y al hambre en todo el mundo, asegurando la
sostenibilidad de los sistemas de producción y la aplicación de prácticas de producción que
contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, manteniendo la diversidad genética de
las especies silvestres; se busca reducir la mortalidad prematura por enfermedades no
trasmisibles mediante su prevención y tratamiento, apoyando la investigación para el
desarrollo de medicamentos; se procura garantizar educación de calidad necesaria para
promover el desarrollo sostenible; se aspira a desvincular el crecimiento económico de la
degradación ambiental, garantizando el uso eficiente de los recurso naturales y adoptar
medidas para combatir el cambio climático entre otras.
Pero la Amazonía arde y si el bosque húmedo más imponente del mundo arde no podemos
hablar de sistemas productivos que aseguren la sostenibilidad, no podemos hablar de
mantener la biodiversidad si es arrasada sin piedad por el fuego, no podemos hablar de

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mejorar la educación si somos pésimos ejemplos para las futuras generaciones, no
podemos hablar de pretender reducir la mortalidad si se carboniza la farmacia natural más
grande del mundo, y no podemos hablar de combatir el cambio climático si solo
continuamos promoviéndolo cada día más. De más esta decir que cumplir las pautas
propuestas por la Asamblea General de las Naciones es sin duda alguna una realidad
bastante lejana.

Conclusión

Es necesario hacer una revisión profunda de nuestra relación con la naturaleza, una
revisión profunda de los pilares que sostienen nuestra cultura, nuestra sociedad y a
nosotros mismos como seres humanos.
Las imágenes de la Amazonía sufriendo y agonizando con cada nuevo incendio nos han
impactado durante las últimas semanas, los gobiernos, las organizaciones no
gubernamentales, las organizaciones de los pueblos indígenas y las empresas, todos
nosotros en nuestra constante interacción con el ambiente debemos considerar qué hacer
ahora y cómo satisfacer nuestras necesidades con el menor impacto para nuestro mundo.
Es necesario que toda la sociedad se embeba de una visión que contemple a la Amazonía
como un bioma que debe mantenerse saludable, para conservar sus contribuciones
ambientales y culturales a los pueblos locales, a los países de la región y al mundo entero.
Actividades como el monitoreo forestal, el manejo sostenible del bosque, la mitigación de
los nocivos impactos del cambio climático y las políticas de restauración e incremento de
áreas protegidas deben ser moneda corriente si queremos revertir la situación actual.
La solución a estos problemas solo puede venir de nosotros ya que somos la causa en si
misma, solo la toma de conciencia podrá salvarnos. La salud de la Tierra debe ser nuestra
mayor preocupación, pues nuestras vidas dependen de que el planeta que habitamos se
mantenga sano (Lovelock, 2007). Si Gaia se muere, morimos con ella.

«La tierra proporciona lo


suficiente para satisfacer las
necesidades de cada hombre,
pero no la codicia de cada
hombre»
Mahatma Gandhi.

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Bibliografía:

Barros, V., Menendez, A., y Nagy, G. (2010). l Cambio Climático en el Río de la Plata.
Proyecto Assesments of impacts and adaptations to Climate Change (AIAC) Start-
Twas-UNEP.
BBC News Mundo. (2019). Incendios en el Amazonas: el número récord de fuegos que
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DiPace, M. (1992). Las utopias del medio ambiente : desarrollo sustentable en la Argentina.
Buenos Aires: Centro Editor de America Latina.
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Lovelock, J. (2007). La venganza De La Tierra. La teoría de Gaia y el futuro de la humanidad.
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Morello, Jorge H. Pengue, W. (2007). El ambiente y la agricultura en la Argentina .
Implicancias actuales y tendencias futuras. Taller Avances y Retrocesos En La
Sostenibilidad de La Agricultura Latinoamericana En El Campo y La Ciudad.
Perspectivas Desde La Agroecología y La Economía Ecológica. Ciudad Autónoma de
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