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Duelar los proyectos políticos

Sin utopías, las voces solo nos llegan del pasado. La derrota transformó a las izquierdas
en lugares de la memoria. La ilusión colectiva de los cambios, la trascendencia histórica,
dejó paso a la continua museificación de los movimientos revolucionarios. Enzo
Traverso (1957) aborda en su último libro Melancolía de izquierda. Marxismo, historia y
memoria el lugar que ocupa la memoria en la construcción del relato político sobre las
izquierdas del presente y las referencias melancólicas y mesiánicas de las mismas con
sus propias genealogías reprimidas u ocultas en el imaginario.
El texto continúa la misma línea de sus producciones anteriores: El final de la
modernidad judía: historia de un giro conservador (2012) y La historia como campo de
batalla: interpretar las violencias del siglo XX (2014).
Profesor de Historia de origen italiano, Traverso se ha convertido en los últimos años en
una referencia ineludible para pensar y tensionar los ornamentos más profundos de los
nuevos totalitarismos que han aparecido en el escenario mundial. Su pensamiento con
escala internacional acompaña procesos anti-hegemónicos y alternativos al relato
dominante de poshistoria.
Analiza las izquierdas desde el lugar ontológico y no político de las mismas, es decir,
como “todos aquellos movimientos que lucharon por cambiar el mundo con el principio
de la igualdad en el centro de su programa”. Esta definición exhaustiva, heterogénea y
diversa del universo a investigar, lo lleva a armar cuerpo heurístico complejo y diverso
donde se reflejen las distintas corrientes políticas, miradas estéticas o posiciones
intelectuales. Para ello aborda “teorías y testimonios (ideas políticas y filosóficas
volcadas en libros, artículos, cartas), sin excluir imágenes (desde carteles de propaganda
hasta pinturas y películas).” Si bien son varias las referencias estéticas, políticas e
ideológicas que estudia Traverso, su análisis se centra en la producción marxista y en
particular de aquella que surge a partir de la primera generación de los autores de la
Escuela de Frankfort.
El libro se construye desde un rango erudito, pero con vocabulario llano. Una narrativa
elíptica. Relata una y otra vez desde varias ópticas la transición de las utopías como
motor de cambios a la memoria-monumento como sitio de derrota.
El pasado se vuelve un país extraño. La derrota imposibilita un futuro, porque
transforma la memoria de herramienta estratégica a un artefacto residual de presente
continuo. Rompe la dialéctica entre pasado y futuro. Nada se emancipa desde la
derrota. Y menos aún de una derrota surgida de una visión teleológica (con la historia y
futuro a favor) que se derrumbó en el año 1991. ¿Cómo volver a conectar un pasado de
represión con una nueva tradición cultural marxista de porvenir?
El italiano interpela esta visión única e invariable hurgando en el repositorio marginal y
paria de las izquierdas sobre la melancolía, en particular, en los escritos de Walter
Benjamin. Para el autor alemán, la melancolía es la rememoración de los vencidos.
Desde ese lugar, Traverso se posiciona para recuperar una visión de la memoria
marxista como lugar de pulsión renovadora de futuro. Solamente en el reconocimiento
de los muertos y los vencidos como proyectos políticos se podrá construir una memoria
que se vuelva posibilitadora de utopías.
Después de desarrollar y analizar las grandes líneas del marxismo en los campos de la
memoria, melancolía y derrota, Traverso encuentra en la obra de Daniel Bensaïd (1946-
2010), actor relevante del mayo francés del 68, elementos claves para continuar
indagando en la relación de la triada planteada como idea fundante del libro.
Menciona Bensaïd, citado por Traverso: “A la izquierda le duele la memoria. Amnesia
general. Demasiado sapos tragados, demasiadas promesas incumplidas. Demasiados
asuntos cajoneados, demasiados cadáveres en el ropero. Para olvidar ya ni siquiera se
bebe, se administra. ¿La Gran Revolución? Liquidada en la apoteosis del bicentenario.
¿La Comuna? La última locura utópica de los proletariados arcaicos. ¿La Revolución
Rusa? Sepultada con la contrarrevolución estalinista. ¿La Resistencia? No muy limpia
cuando se la mira más de cerca. Se acabaron los acontecimientos fundacionales. Se
acabaron los nacimientos. Se acabaron las referencias.”
Duelar. Volver a imaginar, sin destinos manifiestos, lo que no existe.

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