Sunteți pe pagina 1din 4

Dirigido a estudiantes de 6° año de primaria

Competencias que se favorecen: Manejo de información histórica.


Aprendizajes esperados:

 Ubica la duración del Porfiriato y la Revolución Mexicana aplicando los términos año, década y siglo, y localiza las zonas de
influencia de los caudillos revolucionarios.
 Reconoce las causas de la Revolución Mexicana, los momentos del desarrollo de la lucha armada y las propuestas de los caudillos
revolucionarios.
 Investiga aspectos de la cultura y la vida cotidiana del pasado y valora su importancia.
Contenidos:

 La cultura revolucionaria.
Actividades a desarrollar

1. Formar equipos mediante la elección de un personaje.


2. Lanza la pregunta si conocen a esos personajes y en qué fecha histórica participaron.
3. Observaran los videos: Revolución Mexicana y Personajes de la revolución.
4. Cada equipo escribirá la biografía del personaje de la revolución que les toco.
5. Se les proporcionará información sobre la revolución mexicana para su análisis de manera individual y después en el equipo
comentaran sobre la lectura.
6. Se escribirá la fecha de la Revolución Mexicana y se preguntará cuantos años han pasado, cuantos siglos, cuantas décadas, cuantos
lustros. Cuantos años tendrán cuando se cumpla un siglo y medio este acontecimiento histórico.
7. Al terminar elaborar una línea del tiempo de sucesos antes de la revolución, la revolución y después de la revolución se apoyaran con
el libro de historia.
8. En un mapa de la republica ubicar donde ocurrieron los hechos más importantes de esta revolución.
LA REVOLUCION MEXICANA
La Revolución Mexicana fue un conflicto armado, iniciado el 20 de noviembre de 1910 con un levantamiento encabezado por Francisco I.
Madero contra el presidente autócrata Porfirio Díaz. Se caracterizó por varios movimientos socialistas, liberales, anarquistas, populistas y agrarios.
Aunque en principio era una lucha contra el orden establecido, con el tiempo se transformó en una guerra civil; suele ser considerada como el
acontecimiento político y social más importante del siglo XX en México.
Los antecedentes del conflicto se remontan a la situación de México bajo el Porfiriato. Desde 1876 el general oaxaqueño Porfirio Díaz encabezó el
ejercicio del poder en el país de manera dictatorial. La situación se prolongó por 34 años, durante los cuales México experimentó un notable crecimiento
económico y estabilidad política. Estos logros se realizaron con altos costos económicos y sociales, que pagaron los estratos menos favorecidos de la
sociedad y la oposición política al régimen de Díaz. Durante la primera década del siglo XX estallaron varias crisis en diversas esferas de la vida
nacional, que reflejaban el creciente descontento de algunos sectores con el Porfiriato.
Cuando Díaz aseguró en una entrevista que se retiraría al finalizar su mandato sin buscar la reelección, la situación política comenzó a agitarse. La
oposición al gobierno cobró relevancia ante la postura manifestada por Díaz. En ese contexto, Francisco I. Madero realizó diversas giras en el país con
miras a formar un partido político que eligiera a sus candidatos en una asamblea nacional y compitiera en las elecciones. Díaz lanzó una nueva
candidatura a la presidencia y Madero fue arrestado en San Luis Potosí por sedición. Durante su estancia en la cárcel se llevaron a cabo las elecciones
que dieron el triunfo a Díaz.
Madero logró escapar de la prisión estatal y huyó a los Estados Unidos. Desde San Antonio proclamó el Plan de San Luis, que llamaba a tomar las
armas contra el gobierno de Díaz el 20 de noviembre de 1910. El conflicto armado tuvo lugar en primera instancia al norte del país y posteriormente
se expandió a otras partes del territorio nacional. Una vez que los sublevados ocuparon Ciudad Juárez (Chihuahua), Porfirio Díaz presentó su renuncia
y se exilió en Francia.
En 1911 se realizaron nuevas elecciones donde resultó electo Madero. Desde el comienzo de su mandato tuvo diferencias con otros líderes
revolucionarios, que provocaron el levantamiento de Emiliano Zapata y Pascual Orozco contra el gobierno maderista. En 1913 un movimiento
contrarrevolucionario, encabezado por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta, dio un golpe de Estado. El levantamiento militar, conocido
como Decena Trágica, terminó con el asesinato de Madero, su hermano Gustavo y el vicepresidente Pino Suárez. Huerta asumió la presidencia, lo que
ocasionó la reacción de varios jefes revolucionarios como Venustiano Carranza y Francisco Villa. Tras poco más de un año de lucha, y después de
la ocupación estadounidense de Veracruz, Huerta renunció a la presidencia y huyó del país.
A partir de ese suceso se profundizaron las diferencias entre las facciones que habían luchado contra Huerta, lo que desencadenó nuevos conflictos.
Carranza, jefe de la Revolución de acuerdo con el Plan de Guadalupe, convocó a todas las fuerzas a la Convención de Aguascalientes para nombrar un
líder único. En esa reunión Eulalio Gutiérrez fue designado presidente del país, pero las hostilidades reiniciaron cuando Carranza desconoció el acuerdo.
Después de derrotar a la Convención, los constitucionalistas pudieron iniciar trabajos para la redacción de una nueva constitución y llevar a Carranza
a la presidencia en 1917. La lucha entre facciones estaba lejos de concluir. En el reacomodo de las fuerzas fueron asesinados los principales jefes
revolucionarios: Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923, y Obregón en 1928.
Actualmente no existe un consenso sobre cuándo terminó el proceso revolucionario. Algunas fuentes lo sitúan en el año de 1917, con la proclamación
de la Constitución mexicana,1 2 3 algunas otras en 1920 con la presidencia de Adolfo de la Huerta4 o 1924 con la de Plutarco Elías Calles.5 Incluso hay
algunas que aseguran que el proceso se extendió hasta los años 1940
LECTURA COMPLEMENTARIA
El Porfiriato "logró un importante desarrollo económico y estabilidad política, pero sacrificó la democracia", dijo en una entrevista con Efe el
historiador, quien consideró que ese periodo de la historia mexicana "debe ser analizado de manera más completa.
Porfirio Díaz, abundó, "no estaba muy preocupado por la democracia" y defendía la necesidad de un gobierno fuerte, después de que los regímenes
débiles de la primera mitad del siglo XIX, marcados por Antonio López de Santa Anna, causaron enormes problemas, entre ellos la pérdida de más de
la mitad del territorio y el caos económico.
Por este motivo, "la democracia pasa a segundo plano", comentó Garciadiego, autor del ensayo "El Porfiriato", publicado en la edición de mayo de la
revista Relatos e Historias de México.
"La democracia del siglo XIX en México era solo para las élites, y no votaban las mujeres", aseguró el historiador, quien aclaró que actualmente para
establecer un régimen democrático se requiere de sectores informados, de instituciones, organismos que organicen las votaciones, partidos que
contiendan y, sobre todo, de una clase media.
Para entender el Porfiriato es necesario estudiar al menos tres períodos, señaló el académico, al explicar que el primero va desde la toma del poder en
1876 hasta fines de la década de 1880, cuando cambió el proyecto liberal de desarrollo por uno caracterizado por la consigna de "orden y progreso".
Las metas fueron la pacificación del país, el control del ejército para evitar nuevas asonadas militares, el reconocimiento internacional, el
saneamiento de las finanzas públicas, la construcción de vías férreas, establecimiento de bancos y la apertura a la inversión extranjera, indicó.
Además, comentó, Díaz fue tolerante con la Iglesia y aunque mantuvo vigentes las leyes anticlericales de los liberales, no las aplicó, con lo que
apaciguó el descontento religioso.
El segundo período, que abarca de 1890 a 1900, fue el más notable en crecimiento económico; ingresaron inversiones extranjeras, se construyeron
grandes obras de infraestructura, se desarrolló la agricultura y la minería industrial, precisó el investigador.
En cuanto a la política, añadió, logró unir en torno al Gobierno a los principales grupos económicos y políticos.
"Una gran parte de la sociedad se benefició con este crecimiento económico y la población creció de 8 a 15 millones de habitantes, el promedio de vida
aumentó y hubo un beneficio para todos", aseveró Garciadiego.
Estos beneficios, explicó, se debieron a los procesos de urbanización e higiene, con servicios como la electricidad, el agua potable, el sistema de drenaje,
que mejoraron las condiciones de vida, sobre todo en las grandes ciudades del norte del país.
Contrario a la visión que se ofreció del Porfiriato durante los gobiernos postrevolucionarios, "Díaz desarrolló el capitalismo, impulsó el crecimiento
económico en diversas regiones y hubo una modernización".
Además, las haciendas se transformaron en exportadoras de granos, se promovió la inversión en ganadería, minería, ferrocarriles y petróleo.
"México se convirtió en el más importante productor de crudo en el mundo", señaló el especialista, aunque las empresas extranjeras eran propietarias
de este recurso natural.
Garciadiego recordó que las leyes de entonces otorgaban el derecho a los propietarios de los terrenos y del subsuelo, por lo que las empresas mineras
y petroleras, al comprar los predios, podían explotar todo lo que hubiera en su interior, situación que cambió con la Constitución de 1917.
El experto indicó que el tercer período fue el de la etapa de descomposición social y política, que generó numerosos movimientos en su contra y derivó
en insurrección convocada por Francisco I Madero en noviembre de 1910, y a su renuncia y exilio en 1911.

S-ar putea să vă placă și