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A continuación se ilustra la jarcha más antigua que se conserva (ca. 1042), incluida al final de
un panegírico compuesto por el escritor judío Yosef al-Katib (Yosef el Escriba) en honor de dos
hermanos suyos y originariamente representada mediante caracteres hebreos, junto con su
transcripción mozárabe (con las vocales añadidas que faltan en el texto original) y su
traducción al castellano:
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CANTIGAS DE AMIGO GALAICO-PORTUGUESAS
La Serranilla de la Zarzuela, anterior a 1420, es el ejemplo más antiguo conocido de género lírico-
narrativo castellano, reconstruida por Ramón Menéndez Pidal.
2
mi padre y mi madre llamarse ha Pascual:
han ido al lugar, o será arzobispo,
mi caro Minguillo papa o cardenal
es ido por pan, o será porquerizo
ni vendrá esta noche de Villa Real.
ni mañana a yantar; ¡Bien por vida mía
comeréis de la leche debéis de burlar!
mientras el queso se hace.
Haremos la cama
junto al retamal;
haremos un hijo,
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Cantar de Mio Cid
CANTAR DEL DESTIERRO
La salida de Vivar
De los ſos oios tan fuertemientre llorando
tornaua la cabeça e eſtáualos catando,
vio puertas abiertas e vços ſin cañados,
alcándaras uazías, ſin pielles e ſin mantos
5 e ſin falcones e ſin adtores mudados.
Soſpiró myo Çid, ca mucho auie grandes cuidados,
fabló myo Çid bien e tan meſurado,
“Grado a ti, ſeñor Padre, que eſtás en alto,
eſto me an buelto myos enemigos malos”.
Entrada en Burgos
10 Allí pienſſan de aguiiar, allí ſueltan las riendas,
a la exida de Biuar ouieron la corneia dieſtra
e entrando a Burgos ouiéronla ſinieſtra.
Meçió myo Çid los ombros e engrameó la tieſta,
“¡Albriçia, Álbar Fáñez, ca echados somos de tierra!”
15 Myo Çid Ruy Díaz por Burgos entraua,
en su conpaña sessaenta pendones,
exiénlo uer mugieres e uarones,
burgeſes e burgeſas por laſ finieſtras ſon,
plorando de los oios, tanto auyén el dolor,
20 de las ſus bocas todoſ dizían una razón:
“¡Dios, qué buen vaſſallo, ſi ouieſſe buen señor!”
Conbidarle ien de grado, mas ninguno non oſaua,
el rey don Alfonſſo tanto auié la grand ſaña,
antes de la noche en Burgos d'él entró ſu carta
25 con grand recabdo e fuertemientre ſellada:
que a myo Çid Ruy Díaz, que nadi nol' dieſſen poſada,
e aquel que ge la dieſſe ſopieſſe uera palabra,
que perderié loſ aueres e más los oios de la cara,
e aun demás los cuerpos e las almas.
30 Grande duelo auién laſ yentes criſtianas,
aſcóndenſe de myo Çid, ca no l'oſan dezir nada.
El Campeador adeliñó a ſu poſada,
aſſí commo llegó a la puerta, fallóla bien çerrada,
por miedo del rey Alfonſſo, que aſſí lo auién parado,
35 que ſi non la quebrantáſ por fuerça, que non ge la abrieſſe nadi.
Los de myo Çid a altas uozes llaman,
los de dentro non les querién tornar palabra.
Aguijó myo Çid, a la puerta ſe llegaua,
sacó el pie del eſtribera, una ferídal' daua,
40 non ſe abre la puerta, ca bien era çerrada.
4
Vna niña de nuef años a oio ſe paraua,
“¡Ya Campeador, en buen ora çinxieſtes eſpada!
El rey lo ha uedado, anoch d'él entró ſu carta
con grant recabdo e fuertemientre ſellada.
45 Non uos oſariemos abrir nin coger por nada,
si non, perderiemos los aueres e las caſas
e demás los oios de las caras.
Çid, en el nueſtro mal uos non ganades nada,
mas el Criador uos uala con todas ſus uertudes ſantas”.
5
Todas las sus mesnadas en gran deleite estaban;
Armas teniendo y tablados quebrantando.
Oíd lo que dijo el Campeador contado:
“Vos, querida y honrada mujer y mis hijas ambas,
Mi corazón y mi alma, 1605
Entrad conmigo en Valencia la casa,
En esta heredad que os tengo ganada”.
Madre e hijas las manos le besaban;
Con tan gran honra, ellas en Valencia entraban.
Se dirigió mío Cid con ellas al alcázar. 1610
6
recogiéronse sus mantos los del buen Campeador,
y rodean el escaño en guarda de su señor.
Allí Femando González, [Infante de Carrión]
10 ni en las salas ni en la torre donde esconderse encontró;
metiose bajo el escaño, tan grande fue su pavor.
Diego González, el otro, por la puerta se salió
diciendo con grandes gritos: —¡Ay, que no veré Carrión!
Tras la viga de un lagar metiose con gran temor;
15 todo el manto y el brial sucios de allí los sacó.
En esto que se despierta el que en buen hora nació;
de sus mejores guerreros cercado el escaño vio:
—¿Qué pasa aquí, mis mesnadas? ¿Qué queréis? ¿Qué aconteció?
—Es que, mi señor honrado, un susto nos dio el león.
20 Apoyándose en el codo, en pie el Cid se levantó.
El manto se pone al cuello y encaminose al león.
La fiera, cuando vio al Cid, al punto se avergonzó;
allí bajó la cabeza, y ante él su faz humilló.
Nuestro Cid Rodrigo Díaz por el cuello lo tomó,
25 y lo lleva de su diestra y en la jaula lo metió.
A maravilla lo tiene todo el que lo contempló.
Volviéronse hacia la sala donde tienen la reunión.
Por sus dos yernos Rodrigo preguntó, y no los halló;
aunque a gritos los llamaban, ni uno ni otro respondió,
30 y cuando los encontraron, los hallaron sin color.
No vieseis allí qué burlas hubo en aquella ocasión;
mandó que tal no se hiciese nuestro Cid Campeador.
Sintiéronse avergonzados Infantes de Carrión;
fiera deshonra les pesa de lo que les ocurrió.
El desenlace final
Con la barba entre sus dedos Rodrigo Díaz habló:
—¡Gracias al Rey de los cielos! La venganza se cumplió.
¡Libres quedan ya mis hijas de la herencia de Carrión!
Sin desdoro he de casarlas, que si a unos duele, a otros, no.
5 Prosiguieron, pues, los tratos con Navarra y Aragón,
y todos tuvieron junta con Alfonso el de León.
Hicieron sus casamientos doña Elvira y doña Sol;
grandes fueron los primeros, estos son aún mejor;
con mayor honra las casa que en la primera ocasión.
10 Ved cómo crece la honra al que en buena hora nació,
que sus hijas son señoras de Navarra y de Aragón,
y así los Reyes de España hoy del Cid parientes son.
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Romancero viejo
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Romance de Abenámar
— ¡Abenámar, Abenámar, ¡Altos son y relucían!
moro de la morería, —El Alhambra era, señor,
el día que tú naciste y la otra la mezquita,
grandes señales había! los otros los Alixares,
Estaba la mar en calma, labrados a maravilla.
la luna estaba crecida, El moro que los labraba
moro que en tal signo nace cien doblas ganaba al día,
no debe decir mentira. y el día que no los labra,
Allí respondiera el moro, otras tantas se perdía.
bien oiréis lo que diría: El otro es Generalife,
—Yo te lo diré, señor, huerta que par no tenía;
aunque me cueste la vida, el otro Torres Bermejas,
porque soy hijo de un moro castillo de gran valía.
y una cristiana cautiva; Allí habló el rey don Juan,
siendo yo niño y muchacho bien oiréis lo que decía:
mi madre me lo decía —Si tú quisieses, Granada,
que mentira no dijese, contigo me casaría;
que era grande villanía: daréte en arras y dote
por tanto, pregunta, rey, a Córdoba y a Sevilla.
que la verdad te diría. —Casada soy, rey don Juan,
—Yo te agradezco, Abenámar, casada soy, que no viuda;
aquesa tu cortesía. el moro que a mí me tiene
¿Qué castillos son aquéllos? muy grande bien me quería.
9
Romance del prisionero
Que por mayo, era por mayo,
cuando hace el calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor.
Sino yo, triste y cuitado,
que vivo en esta prisión,
que ni sé cuando es día
ni cuando las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero,
dele Dios mal galardón
Romance de fontefrida
Fontefrida, Fontefrida, malo, falso, engañador,
Fontefrida y con amor, que ni poso en ramo verde,
do todas las avecicas ni en prado que tenga flor,
van tomar consolación, que si hallo el agua clara,
si no es la tortolica turbia la bebía yo;
que está viuda y con dolor. que no quiero haber marido,
Por ahí fuera pasar porque hijos no haya, no,
el traidor del ruiseñor, no quiero placer con ellos,
las palabras que él decía ni menos consolación.
llenas son de traición; Déjame, triste enemigo,
—Si tú quisieses, señora, malo, falso, mal traidor,
yo sería tu servidor. que no quiero ser tu amiga
—Vete de ahí, enemigo, ni casar contigo, no.
Romance de Vergilios
Mandó el rey prender Vergilios sin que se acordase dél;
y a buen recaudo poner y un domingo estando en misa
por una traición que hizo mientes se le vino dél.
en los palacios del rey. —Mis caballeros, Vergilios,
Porque forzó una doncella ¿qué se habia hecho dél?
llamada doña Isabel, Allí habló un caballero
siete años lo tuvo preso, que a Vergilios quiere bien:
—Preso lo tiene tu Alteza,
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y en tus cárceles lo tien. que tres faltan para diez.
—Via: comer, mis caballeros, —Señor, si manda tu Alteza,
caballeros, via: comer, toda mi vida estaré.
después que hayamos comido —Vergilios, por tu paciencia
a Vergilios vamos ver. conmigo irás a comer.
Allí hablara la reina: —Rotos tengo mis vestidos,
Yo no comeré sin él. no estoy para parecer.
A las cárceles se van —Que yo te los daré, Vergilios,
adonde Vergilios es. yo dártelos mandaré.
—¿Qué haceis aquí, Vergilios? Plugo a los caballeros
Vergilios, ¿aquí qué hacéis? y a las doncellas también;
—Señor, peino mis cabellos, mucho más plugo a una dueña
y las mis barbas también: llamada Doña Isabel.
aquí me fueron nacidas, Ya llaman un arzobispo,
aquí me han de encanecer; ya la desposan con él.
que hoy se cumplen siete años Tomárala por la mano,
que me mandaste prender. y llévasela a un vergel.
—Calles, calles tú, Vergilios,
MESTER DE CLERECÍA
Señores, si quisiereis mi servicio tener,
querría de buen grado ofrecer mi mester;
de lo que sabe un hombre, generoso ha de ser,
si no, podría en culpa y en desdoro caer.
GONZALO DE BERCEO
Milagros de Nuestra Señora
Ver milagro El labrador avaro en el libro de texto, pág. 259
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ARCIPRESTE DE HITA
Libro de Buen Amor
Comienza con una invocación a Dios y a la Virgen en cuaderna vía (según el modelo del mester de
clerecía), pidiendo ayuda para el autor:
Señor Dios, que a los jodíos, pueblo de perdiçión, Dame graçia, Señora de todos los señores,
sacaste de cabtivo del poder de Faraón, tira de mí tu saña, tira de mí rencores:
a Daniel sacaste del poço de Babilón, faz que todo se torne sobre los mescladores,
saca a mi coytado d'esta mala presión. ayúdame, Gloriosa, Madre de pecadores.
…
Sigue un prólogo en prosa a modo de sermón culto (sin exempla ni elementos populares,
característicos del sermón popular) en el que el autor explica que la intención de su obra es
conseguir la salvación de sus lectores mediante el amor a Dios, aunque también ofrece consejos
prácticos relativos al amor profano (“loco amor”):
… Enpero, por que es umanal cosa el pecar, si algunos (lo que non los conssejo) quisieren usar del
loco amor, aquí fallarán algunas maneras para ello. E ansí este mi libro á todo ome ó muger, al
cuerdo é al non cuerdo, al que entendiere el bien é escogiere salvaçión é obrare bien amando á
Dios, otrosí al que quisiere el amor loco en la carrera que andudiere, puede cada uno bien dezir:
Intellectum tibi dabo e cetera. E rruego é conssejo á quien lo viere é lo oyere que guarde bien las tres
cosas del alma. Lo primero, que quiera bien entender é bien juzgar la mi entençión porque lo fiz' é
la sentencia de lo que ý dize, é non al son feo de las palabras: é segund derecho, las palabras sirven
á la intençión é non la intençión á las palabras. E Dios sabe que la mi intençión non fué de lo fazer
por dar manera de pecar nin por mal dezir; más fué por reduçir á toda persona á memoria buena de
bien obrar é dar ensienpro de buenas costumbres é castigos de salvaçión, é porque sean todos
aperçebidos é se puedan mejor guardar de tantas maestrías como algunos usan por el loco amor.
El arcipreste parodia un la épica mediante la batalla entre Don Carnal (que representa el Carnaval y
el pecado) y Doña Cuaresma (símbolo de la pureza y la sobriedad). La tropa del primero está
formada por manjares de carne y pescado, mientras que los soldados de Doña Cuaresma son
verduras y otros alimentos ligeros:
El primero de todos, que ferió á Don Carnal, Vino luego en ayuda la salada sardina:
fué el puerro cuelloalvo é feriólo muy mal: ferió muy reçiamente á la gruesa gallyna,
fízole escupir flema, esto fué grand' señal: atravesós'l' en el pyco é afogóla ayna,
tovo doña Cuaresma que suyo era'l real. después á don Carnal falsó la capellyna.
Finalmente Don Carnal es derrotado y hecho prisionero; mientras se encuentra en la cárcel (durante
el periodo de Cuaresma) finge arrepentimiento y se confiesa. Aprovechando la ausencia de Doña
Cuaresma, Don Carnal se escapa y cabalga en triunfo por la ciudad acompañado de Don Amor;
El arcipreste escucha lo consejos de don Amor y de Venus y trata de ponerlos en práctica en sus
aventuras. Aquí Venus explica cómo debe ser la seducción amorosa. (V. libro de texto, p. 261, ej. 5)
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En varias ocasiones el Arcipreste cuenta con la ayuda de la alcahueta Trotaconventos. Tiene especial
importancia el relato de los amores entre don Melón y doña Endrina. (V. libro de texto, p. 261, ej.6)
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JORGE MANRIQUE
Coplas a la muerte de su padre
I II III
Recuerde el alma dormida, Pues si vemos lo presente Nuestras vidas son los ríos
avive el seso e despierte cómo en un punto s'es ido que van a dar en la mar,
contemplando e acabado, qu'es el morir;
cómo se passa la vida, si juzgamos sabiamente, allí van los señoríos
cómo se viene la muerte daremos lo non venido derechos a se acabar
tan callando; por passado. e consumir;
cuán presto se va el plazer, Non se engañe nadi, no, allí los ríos caudales,
cómo, después de acordado, pensando que ha de durar allí los otros medianos
da dolor; lo que espera e más chicos,
cómo, a nuestro parescer, más que duró lo que vio, allegados, son iguales
cualquiere tiempo passado pues que todo ha de passar los que viven por sus manos
fue mejor. por tal manera. e los ricos.
IV V VI
Dexo las invocaciones Este mundo es el camino Este mundo bueno fue
de los famosos poetas para el otro, qu'es morada si bien usásemos dél
y oradores; sin pesar; como debemos,
non curo de sus ficciones, mas cumple tener buen tino porque, segund nuestra fe,
que traen yerbas secretas para andar esta jornada es para ganar aquél
sus sabores. sin errar. que atendemos.
Aquél sólo m'encomiendo, Partimos cuando nascemos, Aun aquel fijo de Dios
Aquél sólo invoco yo andamos mientra vivimos, para sobirnos al cielo
de verdad, e llegamos descendió
que en este mundo viviendo, al tiempo que feneçemos; a nescer acá entre nos,
el mundo non conoció assí que cuando morimos, y a vivir en este suelo
su deidad. descansamos. do murió
VII VIII IX
Si fuesse en nuestro poder Ved de cuán poco valor Dezidme: La hermosura,
hazer la cara hermosa son las cosas tras que andamos la gentil frescura y tez
corporal, y corremos, de la cara,
como podemos hazer que, en este mundo traidor, la color e la blancura,
el alma tan glorïosa aun primero que muramos cuando viene la vejez,
angelical, las perdemos. ¿cuál se para?
¡qué diligencia tan viva Dellas deshaze la edad, Las mañas e ligereza
toviéramos toda hora dellas casos desastrados e la fuerça corporal
e tan presta, que acaeçen, de juventud,
en componer la cativa, dellas, por su calidad, todo se torna graveza
dexándonos la señora en los más altos estados cuando llega el arrabal
descompuesta! desfallescen. de senectud.
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XI XII XIII
Los estados e riqueza, Pero digo c'acompañen Los plazeres e dulçores
que nos dexen a deshora e lleguen fasta la fuessa desta vida trabajada
¿quién lo duda?, con su dueño: que tenemos,
non les pidamos firmeza. por esso non nos engañen, non son sino corredores,
pues que son d'una señora; pues se va la vida apriessa e la muerte, la çelada
que se muda, como sueño, en que caemos.
que bienes son de Fortuna e los deleites d'acá Non mirando a nuestro daño,
que revuelven con su rueda son, en que nos deleitamos, corremos a rienda suelta
presurosa, temporales, sin parar;
la cual non puede ser una e los tormentos d'allá, desque vemos el engaño
ni estar estable ni queda que por ellos esperamos, y queremos dar la vuelta
en una cosa. eternales. no hay lugar.
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XXXVI XXXVII
"E pues vos, claro varón,
"El vivir qu'es perdurable tanta sangre derramastes
non se gana con estados de paganos,
mundanales, esperad el galardón
ni con vida delectable que en este mundo ganastes
donde moran los pecados por las manos;
infernales; e con esta confiança
mas los buenos religiosos e con la fe tan entera
gánanlo con oraciones que tenéis,
e con lloros; partid con buena esperança,
los caballeros famosos, qu'estotra vida tercera
con trabajos e aflicciones ganaréis."
contra moros."
FERNANDO DE ROJAS
La Celestina
Ver fragmentos en el libro de textos: páginas 277,279, 281 y 284
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