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I. NOCIÓN DE LA REBELDÍA
Nuestro Código Procesal Civil, asume una posición intermedia, ya que si bien
considera que no se trata de una obligación el contestar la demanda, tampoco la
asume como una “simple inactividad”.
En efecto, la contestación de la demanda la considera como una carga procesal,
que no es una obligación. Mas, como carga procesal, el no contestar la demanda,
si bien no se le aplicarán sanciones ni puede obligarse al demandado a que conteste
la demanda, se le declarará rebelde y, ello, puede traer como consecuencia la
posibilidad del juzgamiento anticipado del proceso, evidentemente a favor del
demandante, con base en la presunción relativa de verdad.
En realidad, el tratamiento de la rebeldía puede hacerse desde la perspectiva del
demandado como del demandante.
Desde la perspectiva de aquel, resaltamos la garantía que significa que el
demandado haya sido válidamente emplazado para que, tomando conocimiento de
la existencia del proceso, asuma su defensa si lo considera pertinente. Hemos
señalado que este acto se convierte en una garantía de carácter constitucional,
forma parte del debido proceso y de la tutela procesal efectiva. Asimismo, se
sustituye el carácter de pena, por el de carga procesal, con el efecto de tener por
contestada la demanda y la posibilidad, en nuestro sistema procesal, del
juzgamiento anticipado.
Reimundin (10), hace un recuento de las distintas teorías que tratan de explicar la
naturaleza jurídica de la rebeldía:
Como hemos indicado anteriormente, una de las garantías del debido proceso y de
la tutela procesal efectiva, es que el demandado sea válidamente emplazado a
efectos de que pueda ejercer su derecho de defensa. Esta garantía se cumple
notificándose al demandado en su domicilio real o legal, según sea el caso. Mas, si
el demandante ignora cuál es el domicilio real o legal de la parte demandada, deberá
procederse conforme lo señala el artículo 435 del CPC. Se emplazará al
demandado, cuyo domicilio se ignora, mediante edictos, bajo apercibimiento de
designársele un curador procesal, pero no se le declarará rebelde por no haber
contestado la demanda.
Recordemos que domicilio real es el lugar donde se reside habitualmente (art. 33
del Código Civil) o el lugar donde desempeña sus ocupaciones habituales (art. 35
del Código Civil), está referido esencialmente a determinadas personas naturales;
por domicilio legal debemos entender el domicilio impuesto por la ley a
determinadas personas naturales (incapaces) y a las personas jurídicas (lugar que
figura en el estatuto y, consecuentemente, inscrito en los Registros Públicos), entre
otros.
Nuestro Código Procesal Civil trata de brindar el máximo de protección al
tema del señalamiento del domicilio del demandado, para evitar en lo posible
que se sigan los procesos con desconocimiento de su existencia por parte de estos.
Si el demandante ignora el domicilio del demandado, expresará esta circunstancia
bajo juramento, que se entenderá prestado con la presentación de la demanda (inc.
4, artículo 424 del CPC).
a) La preclusión
c) Medidas cautelares
Alsina considera que las medidas cautelares proceden por la sola declaración de
rebeldía, atendiendo al efecto que produce la presunción de legitimidad del derecho
que se reclama. Agrega, además, lo que podría ser una interpretación de nuestro
artículo 463 del CPC, que no tendría sentido dicha norma específica para los casos
de rebeldía, si es que se van a exigir los requisitos generales para la concesión de
medidas cautelares. Siguiendo el razonamiento de Alsina, también podríamos
preguntarnos para qué el artículo 463 del CPC, si no se va a establecer ninguna
diferencia con los requisitos generales que son necesarios para la procedencia de
las medidas cautelares(21).
Se trata de una presunción iuris tantum, por lo que ello no exime al demandante
del onus probandi, ni invierte la carga de la prueba. La sola incomparencia del
demandado y la no contestación de la demanda no son suficientes para legitimar
las pretensiones del actor. Por ello, se señala que se trata de presunción relativa de
verdad. En otras palabras, solo si le produce convicción de verdad la demanda y los
medios probatorios respectivos, el juez juzgará anticipadamente el proceso,
amparando la pretensión del demandante, previa resolución que declara saneado
el proceso.
Los códigos más modernos legislan que, en tal supuesto, el demandado acepta
implícitamente la existencia y exactitud de los hechos afirmados por el actor, a
consecuencia de lo cual este queda automáticamente relevado de confirmarlos. En
otras palabras: el silencio genera una presunción establecida por la ley, que siempre
es de carácter relativo y, por ende, admite prueba en contrario por parte del
demandado. Otras legislaciones, en cambio, consagran efectos menores: dan al
silencio el simple valor de un indicio en contra del demandado”(27).
Así como hemos indicado que uno de los posibles efectos de la rebeldía es el
juzgamiento anticipado del proceso, siempre que produzcan convicción de verdad
en el juez la demanda y los medios probatorios presentados por el demandante, la
otra posibilidad es que no ocurra lo señalado anteriormente, esto es, que no
produzca convicción de verdad la demanda al juez, en cuyo caso, este deberá
convocar a la audiencia de saneamiento.
f) Costas y costos
Serán de cargo del rebelde las costas y costos causadas por la rebeldía. No se
trata que asuma todas las costas y costos, sino únicamente las originadas con la
rebeldía.
El artículo 462 del CPC que regula el tema, no hace ningún distingo entre el
rebelde voluntario del involuntario, con gran perjuicio para este. Sin embargo, es
evidente que el rebelde involuntario, es decir, aquel que ha derivado a esa situación,
pero por causas ajenas a él, ya que no ha sido debidamente notificado con la
existencia de la demanda, colocándosele en una situación de indefensión, debe
tener un tratamiento específico, a efectos de que se le restituyan sus derechos
íntegramente (restitutio in integrum)(29).