Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
La primera gran lección educadora que concibe Simón Rodríguez para la formación del
nuevo hombre es precisamente la que forja en Simón Bolívar: formar corazones para la
libertad. El objetivo político de la educación popular no es lograr sujetos obedientes y
reproductores de modelos foráneos, sino la liberación del hombre a través del desarrollo de
un pensamiento propio y autónomo. El primer deber del maestro es enseñar a pensar,
enseñar a aprender, de esta manera se liberaría a los hombres de la ignorancia y opresión a
la que están sometidos y a otros de la opresión a la que someten a sus semejantes. La
ignorancia no está solo en el pueblo pardo, negro e indio, está presente en toda la sociedad.
Es también ignorante el de clase media superior que no toma conciencia de su deber de
formar repúblicas basadas en el bien común. Ignorancia es no saber que el otro sufre. Dice
Rodríguez “Si hubieran aprendido a raciocinar cuando niños no dirían ese indio no es lo
que yo soy, yo soy hombre, luego él es bruto háganlo trabajar a palos.”
Educar para la libertad implica también que el método no podrá seguir otro principio que el
aprender en libertad, desde la experiencia y la emulación, por lo tanto el conocimiento no
será recepción pasiva sino creación y actividad.
¿Cuál es el modelo de sociedad y qué hay que transforma? ¿Cuál es el modelo que debemos
crear los americanos? Esta es la gran dicotomía problematizadora a la que responde el gran
maestro.
El modelo monárquico español que colonizó al país por más de 300 años es al que no
podemos volver ni copiar. Es el modelo de sociedad excluyente donde solo tienen
instrucción las clases medias altas pudientes cultas y clericales. Es el modelo que prepara
doctores, teólogos, teóricos y retóricos. Esto lo advierte el maestro porque está en el
imaginario de algunos libertadores copiar y adaptar el modelo de república federal europeo
y norteamiericano, ya el Libertador lo ha advertido en el discurso de angostura de 1819.
Rodríguez se da cuenta de este problema central y tiene una propuesta para fundar la
manera de crear un nuevo orden social, un nuevo modelo para las sociedades americanas
a partir de una originalidad.
Es imposible construir una República con ciudadanos ignorantes del bien común,
esclavizados y avasallados, necesario es formar a ese nuevo ciudadano para una nueva
sociedad libre, autónoma y original, ¿Cómo construir esa nueva sociedad? Con educación,
con la escuela. Una escuela donde se aprenda a vivir en República libre.
En este sentido, todos y todas debían prepararse, sin ningún tipo de distinción, para el goce
de la ciudadanía con la escuela que educara para la sociabilidad, para el vivir común, para
la democracia. Pero al mismo tiempo, así como todos y todas debían formarse en la lectura
y escritura, en la sociabilidad, de nada servía esto si el pardo no aprendía un trabajo
productivo, un oficio que lo preparara para el hacer. Así el pardo no se vendería como
siervo porque tendría cómo producir y ser independiente, de esta manera la mujer no caería
en la prostitución ni se casaría por necesidad sino por amor.
En resumidas cuentas, el proyecto de educación popular del maestro tiene una vinculación
intrínseca entre educación, trabajo y sociedad libre. Es una educación para formar mujeres
y hombres virtuosos, pero también para formar mujeres y hombres artesanos. Era la escuela
para el ser, para el saber y para el hacer sin fragmentaciones.
Su escuela modelo estaba constituida por locales que debían ser apropiados para el trabajo
docente con suficiente mobiliario y demás equipos y tener anexo un taller o una granja.
El proyecto popular consistía en levantar aulas para grupos humanos excluidos, pobres e
indígenas, con valor formativo y productivo. Rodríguez propone introducir materias de
carácter práctico en las escuelas que posibilitaran el dominio de un oficio por parte de los
pobladores. El plan de enseñanza para toda la república creaba maestranzas de artes y
oficios con el fin de impulsar una escuela ligada al trabajo productivo en contra de formar
curas y abogados, escuelas dotadas de talleres en las que se les procuraría además un oficio
paralelo a la enseñanza general siguiendo el criterio de que los varones deberán aprender
albañilería, carpintería y herrería porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas
más necesarias.
La teoría pedagógica de esta escuela modelo, en su práctica, se inscribía en la pedagogía
para el hacer, apuntando más a educar que a instruir. Aprendizaje libre, autónomo para la
liberación que permitía excluir los programas impositivos: Formar hombres completos
mediante una educación intelectual, moral y manual.
Pero, el sueño para el Robinson radical, como pedagogo soñador y alocado como algunos
lo catalogan no tuvo la comprensión para ese momento histórico, incluso del mismo
patriota Antonio José de Sucre. Los padres contravinieron estas ideas pues no querían que
sus hijos fueran carpinteros y herreros sino doctores. Simón Rodríguez renuncia a sus
funciones en la tarea que le encomendó el Libertador y parte a otros destino
latinoamericanos.
¿Qué implicación tiene los planteamientos del maestro Simón Rodríguez para nuestra
Educación Bolivariana? ¿Cómo revitalizar e impulsar una educación para el hacer con el
aula y escuela taller?
En primer lugar, los trabajadores de la educación debemos trabajar y hemos dado unos
pasos, en la construcción de nuestra historia pedagógica venezolana, latinoamericana
caribeña. No hacerlo o no insistir en ello, constituiría, en palabras del maestro Luis Antonio
Bigott algo aberrante. Una pedagogía propia significa una pedagogía que nos identifique en
la diversidad, desde nuestros saberes y haceres lugarizados y territorializados. Una
pedagogía decolonizadora para la liberación de las todavía teorías pedagógicas foráneas
que aún prevalecen en nuestros programas de estudio. Creo que la Universidad del
Magisterio y todos sus estudiantes y trabajadores deben tomar la iniciativa de impulsar un
gran proyecto y movimiento fundante, estructurante, pedagógico y decolonizador que parta
de la investigación para la transformación y devele una educación propia y ancestral.
La escuela y aula taller es una propuesta política, educativa, pedagógica y didáctica que
concibe la escuela y el aula como un espacio para el hacer, para el trabajo liberador, donde
los maestros estudiantes y comunidad con el aprender haciendo buscan soluciones a
problemas concretos en situaciones reales. El aula taller tiene su metodología, pues nos
permite organizar unas estrategias y actividades para el trabajo cooperativo y colaborativo
en un ambiente de aprendizaje que modele lo que sabemos hacer en una situación de la vida
cotidiana. Es una escuela, para hacer cosas fuera de los convencionalismos y
determinaciones que impone preponderantemente la teoría y los conceptos.
¿Qué mejor escuela podemos necesitar e inspirar que una concebida para aprender hacer y
resistir en tiempos de guerra y de escasez? La escuela taller es necesaria en tanto es
provechosa, pero sobre todo, es pertinente para contribuir a una sociedad libre que pueda
producir y generar desde el germen de nuestras aulas, sus bienes y servicios, sus saberes y
conocimientos.
Hoy más que nunca necesitamos ser maestros robinsonianos, soñadores, insistentes,
persistentes, rebeldes para transformar creativamente nuestra educación en una verdadera
educación para todas y todos, para la liberación y el desarrollo productivo.
Todavía los historiadores no entienden por qué Simón Rodríguez después de salir de
Venezuela y recorrer diferentes países del mundo, no volvió a su tierra natal, volvió a la
América del Sur, pero no a nuestro país. Nosotros trabajadores de la educación venezolana
traigamos de vuelta a Rodríguez con sus ideales políticos pedagógicos para hacer de
nuestras aulas, escuelas y comunidades territorios originales para inventar e innovar.
Convoquemos a Robinson como lo hizo nuestro Libertador desde Pativilca para expresarle
nuestro orgullo como maestro venezolano universal, que nos invitó a colonizar nuestras
tierras, pero con nuestros propios habitantes.