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ADORNO:

Adorno se enfoca ante todo sobre la educación para que una barbarie semejante como la
de Auschwitz no se vuelva a repetir, a través de la cual el ser humano pudo demostrar que
es capaz de actuar con una violencia extrema, y más aún si tenemos en cuenta que la
esencia de esa barbarie se ha vuelto a repetir posteriormente.
Por este motivo adorno dice que el hombre no ha tomado conciencia de lo que ocurrió y
las condiciones que lo hicieron posible, entonces cree que la resistencia que se puede
poner ante esto, es concentrarse en todos los aspectos psicológicos de los individuos que
cometen atrocidades, estudiarlos y de esa manera ver cómo evitarlos a través de la
educación.
Él nos dice que el camino es descubriendo los mecanismos que vuelven a los hombres
capaces de semejantes atrocidades, mostrándoles a ellos mismos y tratando de impedir
que vuelvan a actuar así, generando a su vez una toma de conciencia.
A partir de esto Adorno habla de los rasgos claves que califica a los hombres que actúan
desde la barbarie, con una conciencia cosificada, esto quiere decir que se sienten
identificados con las cosas y también identifican a los demás con las cosas, y es de ahí su
trato como tales, por ello que éste tipo de trato permite la acción sin límites sobre los
otros, como si fueran simples objetos que los lleva a cualquier tipo de violencia.
Adorno señala dos aspectos fundamentales que llevan a esa cosificación de la conciencia,
por un lado, identificarse con los movimientos de masa de las colectividades, se
identifican con ellos y se convierten en algo casi material, desaparecen como seres
autónomos, a la cual se une, se forma obedientemente cumpliendo con el mandato
colectivo, listo para ser dirigido por un mandato externo. En el segundo caso, generar un
tipo de mentalidad tecnológica, propia de una época técnica, que orienta al individuo a las
cosas y su uso eficiente, éste hombre fetichiza instrumentos, máquinas y aparatos, todo
aquello que le sea útil, y lo único que le importa es que las cosas funcionen. Rinde culto a
la eficiencia dejando atrás todo aquello que tenga que ver con las relaciones humanas,
esto provoca que se vuelva frío ante lo que ocurre con los demás.
Adorno nos dice que lo más preocupante es que esta tendencia coincide con la preferencia
social de la civilizacióny que la sociedad industrial orienta a los individuos hacia las
cosas, mercancías u objetos técnicos, que el individuo al estar su conciencia cosificada las
toma y éstas vendrían a ser las reglas y normas de la sociedad en que vivimos.
Si esa conciencia cosificada permite la barbarie de Auschwitz y nuestra sociedad fomenta
dicho tipo de conciencia, ese sería el motivo por el cual Adorno pone su mirada sobre la
educación y alguna de sus tareas fundamentales como fomentar la autonomía de las
personas (la fuerza de la reflexión, de la autodeterminación, del NO entrar en el juego del
otro). También habla de educar una afectividad que rechace la barbarie, la importancia
que a la lucha contra la barbarie o a la eliminación de ésta corresponde un momento de
indignación. Fomentar la capacidad afectiva de oponerse a la atrocidad para no caer en
una indiferencia cómplice, que está dispuesta a contemplar meramente lo abominable, y a
inclinar la cabeza en el momento decisivo.
Para lograr estas tareas educativas Adorno le da la máxima importancia a que se realicen
en una edad temprana o primeras infancias, ya que es en los primeros años de vida es
donde se afirman los rasgos básicos del carácter.
También nos dice que es necesaria una ilustración generalizada de la sociedad, que
establezca un clima espiritual, cultural y social que NO admita la repetición de
Auschwitz.
Agrega que, frente a la barbarie y a las resistencias sociales que aún pueden producirse, es
necesario oponerse con una educación que la resista, que no sea indiferente a lo que le
sucede a los demás, que sean tratados como seres humanos, la autonomía los protege
contra las masas.
Lo que dice Adorno es que si esto se hubiera trabajo antes Auschwitz no habría sido
posible y que los hombres no lo hubiesen tolerado.

HANNA ARENDT:
Arendt analizó como un país culto como Alemania cometiera los crímenes terribles en la
segunda guerra mundial; estudio el juicio de Heichman, uno de los responsables más
importantes del genocidio judío, a su vez de la logística del genocidio, se encargaba de
conducir a los judíos a través de los trenes a los campos de concentración, también
diseñaba el conjunto de estructura ferrocarril y como los millones de judíos eran
trasladados de un lugar a otro para ser asesinados.
Antes se podía pensar que una persona que cometía unos crímenes terribles tiene que ser
una persona malvada. Arendt analizando la personalidad de Heichman se dio cuenta de
que hizo lo que hizo actuando como un burócrata, como un simple ejecutor, como una
marioneta banal.
La educación recibida por los nazis encaminada hacia una obediencia ciega permite que
los soldados cometan las más terribles atrocidades sin pensar sus consecuencias.
Lo más terrible es que cualquier persona en las mismas circunstancias podía haber
actuado de la misma manera, a esta situación o acción a esta forma de actuar Arendt la
llamo “Banalidad del Mal”; no hace falta ser un personaje malvado para cometer los
crímenes más terribles, simplemente hay que dejarse llevar.
 Para Arendt, la espontaneidad y la personalidad son características tan propias del
hombre que en condiciones normales no pueden ser arrebatadas, sin embargo, una
de las tareas dentro de los laboratorios de la dominación total, consiste en
experimentar con ellas hasta lograr su eliminación.
 La personalidad y la espontaneidad humanas están arraigadas en la vida misma, y
permiten a los individuos diferenciarse y constituirse a partir de esas diferencias en
un ámbito de libertad y diferencia, que es la esfera pública.
 Así, el campo de concentración actúa como la institución que respalda y brinda el
espacio para experimentar con la vida humana. Sin embargo, estos experimentos
no solo tienen que ver con las pruebas médicasque allí se realizan, sino que
también guardan relación con la modificación de los límites entre la vida y la
muerte, entre la humanidad y la no humanidad.
 El fin de los gobiernos totalitarios es crear hombres superfluos que ya no puedan
concertar libremente entre sí y, que por lo tanto, no puedan llevar a cabo un
ejercicio verdaderamente político
 Lo que Arendt considera un verdadero ejercicio político queda fuera de esta
novedosa forma de gobierno, ya que en estos espacios donde reina la excepción, es
imposible una práctica política basada en la libertad y el diálogo. Por el contrario,
toda posibilidad de palabra y de acción queda diezmada por un movimiento cuyo
fin es la aniquilación de la humanidad. En este contexto, los hombres se vuelven
superfluos y se convierten en sujetos incapaces de mantener relaciones humanas
normales.
 La reflexión crítica que Arendt presenta sobre los campos de concentración los
trasciende, y se vuelve una útil herramienta para analizar las prácticas políticas de
los gobiernos democráticos, en los cuales es posible observar, en muchos casos,
una clara ausencia de palabra, acción y juicio. Esta situación evidencia que la
creación de hombres superfluos no ha cesado con la desaparición de
los Lager nazis, sino que por el contrario, sigue siendo una práctica corriente en
nuestros gobiernos democráticos, que es necesario analizar críticamente para
comprender y lograr un verdadero ejercicio político.
 Arendt, pues, no es una defensora absoluta de la no violencia, apuesta por la
violencia en ciertas circunstancias, pero nos advierte de algo que no podemos
perder de vista:
 Si los fines no se obtienen rápidamente, el resultado no será solo una derrota sino
la introducción de la práctica de la violencia en todo el cuerpo político. La acción
es irreversible y siempre resulta improbable en caso de derrota una vuelta al statu
quo. La práctica de la violencia, como toda acción, cambia el mundo, pero el
cambio más probable originará un mundo más violento.
 Según Arendt, la compasión no puede ser movida por los padecimientos de una
clase o un pueblo, menos aún por los de la humanidad. No va más allá de
delpadecimiento de una persona, de ahí el vocablo co-padecimiento. Si la acción
política siempre es artificial, cualquier vínculo “natural” la arruinaría:
 La compasión, y en este sentido se asemeja al amor, anula la distancia, el espacio
que siempre existe en las relaciones humanas.

ARENDT- ADORNO:
Son dos de los pensadores más importantes del siglo XX cuyo pensamiento pretendió
medirse con el horror más extremo que conoció dicho siglo.
Ambos pertenecían a familias judías o medio judías asimiladas. Por su condición tuvieron
que abandonar la Alemania nazi, se constituyeron en observadores extremadamente
críticos del proceso de reconstrucción alemana y de la elaboración del pasado nazi tras la
guerra.
En la obra de estos dos intelectuales es reconocible un núcleo que determina todos sus
pensamientos:
-Pensar frente a la barbarie de los campos de exterminio.
-Pensar y actuar para que esa barbarie no se repita.
Arendt culpaba a Adorno el fracaso del intento de habilitación académica de su primer
marido Gunter Stern (Gunter Anders) y consideraba inaceptable e irritante el trato que
según ella recibía Walter Benjamín en el exilio francés de parte de instituto de
investigación social en Nueva York.
Frente a esta animosidad y desprecio de Arendt hacia la persona de Adorno, en él solo
encontramos ignorancia e indiferencia respecto a una pensadora cuyo ascendente
intelectual alemán seguramente le hacía parecer ante sus ojos conservadora y
filosóficamente irrelevante. Más allá de estos desencuentros personales no puede
ignorarse que los horizontes intelectuales de referencia en ambos autores son
completamente divergentes.
Es necesario constatar la desigual recepción de la filosofía social de Adorno y de la teoría
política de Arendt tras la segunda guerra mundial.
Adorno se constituía en un referente intelectual de la izquierda europea, habría que
esperar casi al final de la guerra fría para que se produjese una amplia recepción del
pensamiento político de Arendt.
Las diferentes coyunturas que han propiciado un creciente debate en torno a la posible
actualidad de su aportación intelectual en una obra de enorme desconcierto y agotamiento
de “paradigmas”, incluidos los supuestos “cambios, de paradigmas”. En el caso de Arendt
su actualidad está vinculada con la llamada “crisis de marxismo” por un lado, y de la
“política” por otro, quizás en el caso de Adorno dicha actualidad esté relacionada con los
intentos de una “relectura del marxismo” después del colapso del bloque soviético y de
agudización de las contradicciones del capitalismo tardío, de una parte, y con el
agotamiento de lo que recibió del precipitado nombre de posmodernidad, por otra.
Lo que realmente es interesante es la mirada extrema que ambos arrojaron sobre el horror
materializado en los campos de concentración y de exterminio y la intención desesperada
de desentrañar su significado para entender el mundo y la sociedad en que dicho horror
había podido producirse.
Para Adorno y Arendt la catástrofe de Auschwitz supuso una quiebra civilizatoria de
extraordinarias dimensiones que carecían de precedentes en la terrible historia humana.
Ambos pusieron el acento en la singularidad de lo acontecido en los campos de
exterminio, algo para lo que no existen similitud, sin embargo, también estaban
convencidos de que ese acontecimiento arrojaba una penetrante luz desveladora sobre los
procesos históricos, sociales, culturales y políticos que lo hicieron posible.
El campo de exterminio: el topos del mal radical.
Para Arendt aquello que singulariza la dominación totalitaria, su “institución central”, son
los campos de exterminio.
En estos se lleva a cabo un exterminio industrial, sustentado en una organización
burocrática compleja, ejecutado por individuos “normales” que “hacían su trabajo” y
“cumplían órdenes” que pretendían la aniquilación de todo lo que caracteriza a la
individualidad humana.
Según el concepto ardentiano de mayor difusión alcanzado, los campos de exterminio son
la expresión “del mal radical”.

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