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Para que vivamos como él

quiere
Deben esforzarse más por hacer todo esto. De ese modo,
nunca fracasarán en su vida cristiana

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Para que vivamos como él quiere

 Wladimir Andrés Ponce Caroca


Inscripción Nº ___.___

Santiago, agosto 2019.

Todos los derechos reservados.

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Prohibida la reproducción total o parcial sin la previa autorización de
los publicadores
2 Pedro 1:1-11
1:1Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que
habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador
Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
1:2Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de

Dios y de nuestro Señor Jesús.


1:3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la

piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el


conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y
excelencia, 1:4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas
y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia; 1:5 vosotros también, poniendo toda
diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la
virtud, conocimiento; 1:6 al conocimiento, dominio propio;
al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 1:7 a la
piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
1:8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os

dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento


de nuestro Señor Jesucristo.
1:9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta;

es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos


pecados.
1:10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme

vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas,


no caeréis jamás.
1:11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y

generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y


Salvador Jesucristo.

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El espíritu Santo me ha traído hasta aquí para bendecirme.
Escucharé su palabra.
La pondré por obra.
Dios transformará mi vida.
Hoy seré bendecido.

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Introducción
La vida cristiana es un camino de transformaciones.

Somos llamados a permitir que Dios Espíritu Santo,


desde nuestro interior, produzca cambios en nuestra
forma de pensar, sentir y actuar. Somos llamados a
permitir que la palabra de Dios, desde el exterior,
produzca cambios en nuestra forma de pensar, sentir
y actuar.

El cristiano debe evitar pensar que la sola exposición


a la presencia de Dios producirá todos los cambios
que necesitamos lograr, en su divina voluntad Dios
cambiará en nosotros lo necesario para que
podamos continuar con el proceso progresivo de
santificación, porque no debemos olvidar que la meta
del cristiano es ser santos, vivir con una determinada
ética, practicando determinados valores.

La función ministerial de la iglesia es el


perfeccionamiento de los santos “para que todos los
que formamos la iglesia, que es su cuerpo, estemos
capacitados para servir y dar instrucción a los
creyentes... y llegaremos a tener todo lo que nos
falta” (Efesios 4:12,13a-BLS)

Somos nosotros los principales responsables de


nuestro crecimiento, debemos desarrollar nuestras
habilidades, fortalecer la voluntad y lograr la
madurez.

1.- El favor de Dios hacia nosotros, su amor y


cuidado que producen una paz interior que no
podemos imaginar, solo experimentar, nos llegan a

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través del conocimiento personal de nuestro “Dios y
Salvador Jesucristo”

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Gracia y paz os sean multiplicadas, en el
conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús

No podemos señalar que ese conocimiento es


intelectual, porque de ser así no está disponible a
todos, tampoco podemos suponer que es un
conocimiento a través de una experiencia mística
porque no estaría disponible para todos, la epignosis
desde el cristianismo es el conocimiento personal de
un alguien, es una relación íntima y cotidiana, no de
un contenido ni de una experiencia, sino de una
persona.

La gracia y la paz la encontramos en la relación


íntima y personal con Jesús, en la convicción de su
“estar aquí con nosotros”.

2.- Dios utilizó su poder para darnos todo lo que


necesitamos, y para que vivamos como él quiere.

Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la


piedad nos han sido dadas por su divino poder…
para que por ellas llegaseis a ser participantes de
la naturaleza divina

Siendo Jesús el estereotipo de persona que


debemos ser, no solo nos ha fijado una meta, sino
que nos ha equipado con las herramientas
necesarias para producir los cambios necesarios y
así reflejar cada vez mejor la imagen de Jesús.

El cristianismo es un camino de transformaciones


profundas y constantes, es un proceso de ir

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transformándonos de gloria en gloria hasta llegar a
reflejar la personalidad, las perfecciones de Jesús
puesto que es Dios mismo.

Cada mandato específico en la biblia descansa sobre


un principio mayor, cada principio en la biblia
descansa sobre una perfección divina

Nuestra meta es ser partícipe de la naturaleza divina,


el cristianismo entiende que la iglesia es el cuerpo de
Cristo, es templo del Espíritu Santo pero que no es
parte de la divinidad como lo piensan los Hindúes en
tanto una unión donde la persona se pierde en la
esencia de dios.

Dios, siendo un ser personal, comparte su naturaleza


divina con cada uno de nosotros, y esa naturaleza
personal es descrita en una ética donde se
evidencias las perfecciones de Dios, compartimos su
naturaleza, exponemos en nuestras acciones los
atributos comunicables de Dios, esa ética nos
demanda huir de la corrupción del mundo y construir
una personalidad basada en los principios del
cristianismo que no es menos que las perfecciones
de Dios internalizadas en cada uno de nosotros.

Dice la biblia: que tu si sea sí, que tu no sea no; que


debemos cambiar nuestra forma de pensar; que
debemos despojarnos de viejo hombre viciado; que
debemos trabajas no como para nuestros
empleadores sino como para Dios mismo; en general
nos demanda una ética mayor a la que nos exige
nuestra sociedad, ir una milla más, poner la otra
mejilla, se siervos de todos y morir diariamente a
nuestras propios deseos, porque ahora somos
esclavos de Dios por amor.

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3.- ¿Cuál es la fórmula para lograr la meta que nos
ha sido entregada por Dios?

1:5
vosotros también, poniendo toda diligencia por
esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud,
conocimiento; 1:6al conocimiento, dominio propio;
al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; 1:7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto
fraternal, amor.

Toco comienza por la fe, “Pero sin fe es imposible


agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan.” Hebreos
11:6.

La fe debe conducir a una vida efectiva en el servicio


de Dios y de la humanidad, la palabra arete es
traducida como virtud pero también puede ser
entendida como excelencia, como coraje, como la
fuerza que es necesaria para hacer evidente una
convicción interna.

La fe necesita del coraje para expresarla.

Pero esa fe expresada con coraje debe ser


acompañada de conocimiento. Un conocimiento
práctico de la vida, no un conocimiento especulativo
sino que un conocimiento concreto y vital para
enfrentar la vida, un conocimiento que se obtiene
desde la lectura de la palabra de Dios.

Así que a la fe hay que añadirle coraje y eficacia; al


coraje y a la eficacia debe añadírsele la sabiduría
práctica para andar por la vida.

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Al conocimiento práctico hay que añadir autocontrol o
dominio propio. Es una de las virtudes más
importantes del cristianismo, porque para vencer el
temor y la ansiedad debemos cultivar el dominio
propio, el auto control, debemos tener el control
sobre nuestras acciones.

Al auto control se debe añadir paciencia, pero no ese


esperar inmóvil lo que la vida nos depara, sino la
paciencia que nos permite soportar y vencer, una
esperanza que nos mueve a la acción y no que nos
mantiene en la pasividad.

La persona que tiene piedad siempre adora a Dios


correctamente y le da lo que le es debido, pero
también sirve siempre correctamente a sus
semejantes y les da lo que les es debido.

La persona piadosa está en la debida relación tanto


con Dios como son sus semejantes, es la palabra
que mejor describe a la religión.

El afecto fraternal es el que describe el amor entre


hermanos, un amor que logra vincular afectivamente
a dos personas en un sentido de mutuo apoyo y
compañerismo. Es estar disponible para el otro
cuando este lo necesite, no invadiendo el mundo del
otro sino ofreciendo compañía cuando el otro lo
requiera.

Finalmente al afecto fraternal debe añadir amor.


Existen tres forma de designar el amor, una de ellas
es filadelfia que es amor fraternal, la otra es agape,
que señala al amor pleno, desinteresado y que es
asociado al vínculo entre Dios y los hombres, es una
de las perfecciones de Dios porque Dios es amor.

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La fe necesita coraje para expresarla, conocimiento
activo para enfrentar la vida, dominio propio para
tener control sobre las acciones, paciencia activa
para luchar, piedad para mantener una relación con
Dios y poder bendecir al prójimo y amor fraternal y
desinteresado.

4.- El que no tiene estas cosas tiene la vista muy


corta, quien no lo hace así es como si estuviera
ciego, y olvida que Dios le ha perdonado todo lo malo
que hizo. Cuando no emprendemos el camino de la
transformación no podemos ver más allá de lo que
las circunstancias nos muestran.

Dios nos ha dado las herramientas para producir


cambios intencionales en nosotros, en nuestro
carácter, en nuestra espiritualidad y quien no logra
ver ni darse cuenta de la purificación que Dios ha
hecho en nosotros entonces es como quien no puede
ver a causa de su miopía espiritual.

Dios nos ha perdonado de todo lo malo que hemos


hecho y nos ha capacitado con las herramientas para
producir cambios en nuestro carácter ¿Esta
dispuesto a hacer esos cambios?
¿Qué podemos esperar si no hacemos los cambios
que Dios quiere ver en nosotros?

Si no nos disponemos a transformarnos en la imagen


de Dios, si no dejamos que el Espíritu Santo, en
conjunto con nuestra propia voluntad realicemos
esos cambios entonces todo seguirá igual.

Muchos se preguntan porque no puedo ver mi vida


transformada, bueno simplemente porque usted no
ha cambiado en nada de lo que era antes de ser
llamado por Dios.

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5. Procurad hacer firme vuestra vocación y
elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis
jamás.

Dios nos ha elegido para formar parte de su


pueblo, y si queremos serlo para siempre,
debemos esforzarnos más por hacer todo esto. De
ese modo, nunca fracasaremos en nuestra vida
cristiana.

Lamentablemente estamos esperando que “Dios


haga la obra”, como muchas veces lo hemos dicho,
que Dios nos cambie, que Dios transforme a nuestros
hijos, que Dios transforme sin que nosotros hagamos
absolutamente nada.

Nosotros debemos hacer firme el llamamiento y la


elección incondicional de Dios, porque nos ha elegido
por su propio deseo, por su propia voluntad y no por
algo que hayamos hecho.

Somos colaboradores de Dios en el proceso de


transformación, buscamos a Jesús porque no
queremos irnos al infierno, queremos su bendición
porque amamos el dinero, buscamos la sanidad
porque no queremos sufrir, venimos a Jesús
buscando la solución a nuestros problemas pero no
buscando una relación con quien ha dado su vida por
nosotros.

Tendremos todas las bendiciones que necesitamos


cuando primeramente buscamos el reino de Dios y
su justicia, pero cuando solo buscamos suplir
nuestras necesidades entonces no esperemos nada
más que eso cuando estemos sentados ne nuestros

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hogares mirando un televisor, no piense en la vida
eterna cuando lo único que quiere es vivir una vida
apacible en el presente.

© La vida cristiana es una vida de transformaciones,


de progresivas y profundas transformaciones las
cuales comienzan con creer en Dios y buscarlo y de
ahí en adelante vivir una progresión de valores que
se van sumando a nuestro carácter hasta llegar a
reflejar las perfecciones de Dios en medio de nuestra
sociedad.

Compartimos la naturaleza divina cuando nuestros


actos reflejan los valores del cristianismo, son el fruto
del Espíritu quienes dan testimonio de una vida
transformada por el poder del Espíritu Santo, es el
reino de Dios que se hace fuerte y requiere que
valientes lo arrebaten a fuerza de trabajo.

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