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Índice
1Arquitectura
2Escultura
3Pintura
4Literatura
5Bibliografía
Arquitectura[editar]
Convento de Agustinos filipinos, en Valladolid, por Ventura Rodríguez.
Fue en la arquitectura donde antes se apreció el impulso renovador, con la mano obra
del Palacio Real de Madrid, de donde surgieron los arquitectos más notables de la segunda
mitad del siglo XVIII. En este ambiente primero, en la Academia de Bellas Artes de San
Fernando después, se revisaron las concepciones arquitectónicas, coincidiendo todos, a pesar
de los diferentes postulados existentes, en el desprecio hacia el Barroco castizo, motejado
despectivamente de churrigueresco, al que se quería asociar con la ignorancia y el mal gusto
populares.
Desde el proyecto ilustrado, la arquitectura no debía limitarse a intervenciones puntuales, sino
que era parte de un todo que tenía la misión de conseguir un marco adecuado para la vida de
los ciudadanos. Así, las ciudades debían mejorar sus servicios de alcantarillado, acometida de
aguas, adecentamiento de calles con iluminación y empedrado, hospitales, jardines,
cementerios, etc. En resumen, había gran interés por dotar a las poblaciones de un aspecto
más noble y lujoso que pudiera reflejar la grandeza del soberano y el bienestar de sus
súbditos. También era preciso mejorar la infraestructura de caminos, para comunicar con
facilidad las diferentes zonas y agilizar así el comercio y la industria. La fundación de nuevas
poblaciones sirvió para colonizar zonas escasamente pobladas y controlar de esta manera el
territorio. También se impulsan las obras hidráulicas, como canales y acueductos, para facilitar
el transporte y la distribución del agua necesaria para el riego de los campos y para el
consumo.
Dentro de estas empresas ilustradas está la colonización de Sierra Morena y Nueva Andalucía
con la fundación de poblaciones como La Carolina, La Carlota, Almuradiel, etc. a lo largo del
camino Real de Andalucía, o la creación por intereses militares de las nuevas poblaciones
costeras de Ferrol o de la Isla del León (San Fernando). También es importante destacar la
construcción de canales, como el de Castilla o el Imperial de Aragón, que se consideraban un
medio importante para el riego y el transporte. Todas estas obras se realizaron con el trabajo
de los arquitectos pero, sobre todo, de ingenieros militares.
Desde la Academia se acomete la tarea de buscar un modelo ideal para la arquitectura. Se
trata de revisar y criticar toda la tratadística anterior, desde Vignola a Palladio o Serlio,
intentando ir directamente a las fuentes del pasado con viajes para conocer las ruinas,
catalogarlas y estudiarlas, a fin de sacar unas conclusiones de validez universal.
Ignacio Haan (1758-1810) que destacó por sus obras en Toledo bajo el mecenazgo ilustrado
del Cardenal Lorenzana; es autor del edificio de la Universidad (1792) con un patio con
columnas jónicas y estructura adintelada, un verdadero manifiesto del Neoclasicismo.
Justo Antonio de Olaguíbel (1752-1718) edificó la Plaza Nueva de Vitoria, con la que recoge
una tradición española de plaza mayor porticada de austeros y uniformes elementos, modelo
que tendrá después continuidad en Bilbao, con la Plaza del Príncipe, y en San Sebastián, con
la Plaza de la Constitución, levantada por Pedro Manuel de Ugartemendía.
Isidro González Velázquez (1764-1840), discípulo de Villanueva, crea en la Casita del
Labrador del Real Sitio de Aranjuez (1794), con la colaboración en la decoración del Gabinete
de Platino de los arquitectos de Napoleón Percier y Fontaine, una obra que aúna la
racionalidad, el gusto por la antigüedad y las modas francesas. Por el contrario
Silvestre Pérez (1767-1825), más en la línea de los arquitectos visionarios, basa toda su
arquitectura en el empleo de volúmenes puros e independientes, como en la parroquia de
Motrico (1798) o en la de Mugardos en La Coruña (1804).
Escultura[editar]
Detalle de la Fuente de Cibeles, en Madrid, por Francisco Gutiérrez Arribas y Roberto Michel.
La escultura Neoclásica tuvo un desarrollo particular y menos visible que en otras artes. En
ella pesó poderosamente la tradición imaginera, con obras en madera policromada, que había
sido habitual en las costumbres devocionales de los españoles, por lo que apenas existía una
escultura monumental que no estuviera ligada a las necesidades religiosas. Por ello los
primeros indicios de cambio se encaminan hacia el Barroco francés que traen los escultores
cortesanos.
Desde la Academia, artistas como
Francisco Gutiérrez (1727-1782) o Manuel Álvarez de la Peña (1727-1797) crearon esculturas
en materiales nobles, en muchos casos destinadas al ornato urbano. Gutiérrez es autor de
la Fuente de Cibeles (1780-86) y colabora en la parte escultórica de la Puerta de Alcalá,
ambas en Madrid. Álvarez esculpió la Fuente de Apolo o de las Cuatro Estaciones y
Juan Pascual de Mena (1707-1784), un precursor de las nuevas tendencias, la Fuente de
Neptuno, ambas en el Paseo del Prado de Madrid.
Pero la imaginería no desapareció y los escultores, aprovechando las enseñanzas de la
Academia, llegaron a hacer una escultura policromada de gran calidad. Un ejemplo es
José Esteve (1741-1802), formado en la Academia de San Carlos de Valencia, autor de
bellísimas imágenes como la Inmaculada de la catedral de Valencia. Con Esteve colaboró
José Ginés (1768-1822) en la elaboración del Belén del Príncipe (Palacio Real y Academia de
San Fernando), un género aún habitual.
Con Juan Adán (1741-1816), que se formó en la Academia de Zaragoza y estuvo pensionado
en Roma, se produce el paso definitivo al Neoclasicismo. Nombrado en 1795 escultor de
cámara, realiza los retratos de Carlos IV y María Luisa de Parma (1797, Palacio Real); tienen
la ampulosidad de los retratos de aparato pero con la severidad en los rostros de la estatuaria
romana. Suya es la Venus de la Alameda de Osuna, una interpretación realmente fiel de los
modelos romanos.
José Álvarez Cubero (1768-1827) es un ejemplo del Neoclasicismo español que, aunque
había recibido una educación inicial en el Barroco, luego compite en Roma por la clientela con
escultores como Canova. Fue escultor de cámara de Fernando VII y su célebre grupo La
defensa de Zaragoza es muy representativo de este Neoclasicismo hispano que debe tanto a
la estatuaria clásica como a la lección de Canova.
el escultor Damià Campeny (1771-1855); su Lucrecia muerta (1804, Lonja de Barcelona)
Antonio Solá (1787-1861), autor de Venus y Cupido (1830, Museo de Arte de Cataluña) y del
grupo de Daoiz y Velarde (1830, Madrid, Plaza del dos de mayo), un uso convencional del
clasicismo para retratar a los héroes románticos.
Fernando Estévez (1788-1854), máximo representante del clasicismo en el Archipiélago
canario. Su obra está formada principalmente la escultura religiosa, aunque también realizó
composiciones pictóricas, fue un hábil urbanista y diseñó monumentos conmemorativos.
Admirador de Canova y defensor de todo lo que significara progreso, desempeñó el cargo de
Catedrático de Dibujo en la Academia de Bellas Artes de Canarias. Es conocido por haber
realizado la imagen de Nuestra Señora de Candelaria (1827), Patrona de Canarias y la
magnífica talla del Nazareno (1840) de Santa Cruz de La Palma.
Pintura[editar]
La vendimia, de Goya.
Literatura[editar]
Artículo principal: Literatura española de la Ilustración
Las críticas contra los excesos barrocos en el ámbito literario surgieron durante la segunda
década del siglo XVIII y se fueron acrecentando con el paso de los años. A la vez, se perfiló
un nuevo ideal que rechazaba la literatura recreativa y de ficción, proponiendo una literatura
verosímil, racional y didáctica. Mientras se acusaba a Luis de Góngora de ser el principal
artífice de la destrucción de la poesía, se valorizaban las obras de Garcilaso y de sus
seguidores, consideradas como un modelo de claridad, orden y armonía. Géneros literarios
como el ensayo o el género epistolar cobraron nuevo impulso en esta época, a la vez que se
renovaban otros, como el teatro. Algunos de los autores que protagonizaron esta época en
España fueron José Cadalso, Benito Jerónimo Feijoo y Leandro Fernández de Moratín. Se
respeta a las normas clásicas como la métrica, rima y ritmo.Se relatan hechos reales.Tuvo que
tener un fin didáctico, por eso surgen las fábulas; surgen también el espíritu crítico y científico.
Características del Neoclasicismo
Valorización del pasado histórico: Valorización de temas y patrones estéticos
del arte clásico antiguo. Héroes y seres de la mitología griega, por ejemplo,
fueron temas recurrentes en las pinturas y esculturas neoclásicas.
Influencia del arte clásico (grecorromano): el Neoclasicismo estuvo
fuertemente influenciado por el arte grecorromano.
Basado en los ideales iluministas: Fuerte influencia de las ideas filosóficas
del iluminismo, principalmente las vinculadas a la razón.
Oposición al Barroco y al Rococó: Valorización de la simplicidad y pureza
estética (principalmente en la pintura) en contraste con los rebuscos,
dramaticidades y complejidades del Barroco y del Rococó.
Simplicidad y equilibrio de las formas
Temas mitológicos y cotidianos
Racionalismo, academicismo e idealismo
Armonía y belleza estética
Uso de la proporción y la claridad
Imitación de la naturaleza
En la pintura, el uso de colores fríos y la valorización de la perspectiva fueron
recursos muy utilizados.
En la Literatura, los textos presentan como características principales la
síntesis, claridad y perfección gramática.
En la escultura, fuerte influencia de las formas clásicas del Renacimiento. A
diferencia de los escultores barrocos, que pintaban sus obras, los artistas
neoclásicos optaron por el color blanco natural del mármol (como los
escultores griegos y romanos).