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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

EYDER PATIÑO CABRERA


Magistrado ponente

SP4514-2014
Radicación N°. 40174
(Aprobado acta N°. 104)

Bogotá, D.C., nueve (9) de abril de dos mil catorce (2014).

MOTIVO DE LA DECISIÓN

La Corte resuelve de fondo los recursos de casación


(….)
CONSIDERACIONES
Casación 40174
CARLOS ALFREDO SUÁREZ

(….)
Lo realmente acontecido durante la actuación procesal

3.6. La Corte puede colegir con facilidad que la razón para


tal reversa se reduce a evadir la exigencia legal del artículo
349 del Código de Procedimiento Penal, según el cual en «los
delitos en los cuales el sujeto activo de la conducta punible
hubiese obtenido incremento patrimonial fruto del mismo, no se
podrá celebrar el acuerdo con la Fiscalía hasta tanto se
reintegre, por lo menos, el cincuenta por ciento del valor
equivalente al incremento percibido y se asegure el recaudo del
remanente». Así lo advirtió con tino el Tribunal.

Las demandas presentadas

La estrategia intentada ahora en casación, no tiene respaldo


alguno.

Por consiguiente, ante la retractación expresada en la


audiencia posterior a la imputación, el ad quem procedió
correctamente cuando revocó la rebaja del 45% reconocida
por el a quo, pues –se insiste- el allanamiento no tuvo lugar
durante la preliminar de formulación de imputación. Por

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CARLOS ALFREDO SUÁREZ

ello, atendiendo el momento real en el cual efectivamente


aquél se presentó, que lo fue en audiencia posterior, esto es,
en la atípica de verificación de preacuerdo, decidió aplicar el
numeral 5º del artículo 356 de la Ley 906 de 2004.

Con buen tino reconoció el ad quem la anomalía


presentada, pero advirtió que ella no viciaba el proceso,
dados los principios que rigen las nulidades procesales,
entre ellos, el de convalidación y residualidad (citó a la Sala
en CSJ, SP, 8 jul. 2009, rad. 31603).

Alega el jurista que no hubo desgaste de la justicia y que su


prohijado concilió con las víctimas, sin embargo, el fallador,
para establecer el monto de pena a rebajar tuvo en cuenta,
como se expuso, tanto el instante en el cual la aceptación
voluntaria de cargos tuvo lugar como «la posición procesal
asumida por el encartado hacía las víctimas, las cuales han sido
manoseadas y burladas con fútiles e improbables promesas de
reparación»1.

Pareciera que el recurrente pretende equiparar el


allanamiento con los preacuerdos, cuestión que, como lo
destacó con amplitud el Tribunal, no tiene hoy eco en la

1 Folio 50 del fallo.

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CARLOS ALFREDO SUÁREZ

jurisprudencia de la Corte, y tampoco lo tenía para el


momento en que se surtieron las audiencias que ahora
ocupan nuestra atención.

En efecto, desde la sentencia CSJ, SP, 8 abr. 2008, rad.


25306, esta Corporación esclareció el punto y determinó
que las dos figuras son bien diferentes, aunque lo hizo para
precisar que el primero se asemejaba a la sentencia
anticipada prevista en la Ley 600 de 2000.

Esa postura ha sido reiterada por la Sala:

el instituto de allanamiento a los cargos y preacuerdos son diferentes


en cuanto a su estructura. El primero se erige en una manifestación
unilateral y oral que hace el imputado o acusado de aceptar su
responsabilidad, en los precisos momentos procesales señalados en la
ley, acto en el cual éste debe ser cabalmente asistido por la defensa y
debidamente enterado de las consecuencias jurídicas que trae consigo
la aceptación de los mismos.

Mientras que los preacuerdos, además de constituir un acto


consensuado entre la fiscalía y el imputado o acusado, según el caso,
éste puede recaer sobre la eliminación de su acusación alguna causal
de agravación punitiva o algún cargo especifico y la tipificación de una
conducta dentro de su alegación conclusiva con el fin de disminuir la
pena, según lo reglado en el artículo 350, incisos 1° y 2°, de la Ley 906

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de 2004, y acordar también lo referente a los hechos y sus


consecuencias y el quantum a imponer en la determinación de la pena
(artículo 351, inciso 2°, de la citada Ley). (Cfr. CSJ, SP, 8 jul.

2009, rad. 31063).

De manera pues que los cargos de la defensa no prosperan.

4.2. Las inconformidades del apoderado de las víctimas.

El letrado está inconforme con el Tribunal porque no exigió


al acusado el reintegro del 50%, al que se refiere el artículo
349 del Código de Procedimiento Penal, toda vez que, en
criterio del recurrente, el mismo se aplica tanto cuando se
está ante un allanamiento como frente a los preacuerdos.

Es evidente que no le asiste razón y menos en sostener que


la providencia en la cual se apoyó el Tribunal constituye
una obiter dicta.

Obsérvese que la postura del actor es consecuencia directa


de un equívoco similar al de su colega de la defensa, puesto
que los allanamientos son disímiles a los preacuerdos o
negociaciones con la Fiscalía.

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Por consiguiente, si bien en alguna oportunidad se


consideró que el referido artículo 3492 aplicaba tanto para
uno como para otro instituto, es claro que tal postura fue
variada, como se explicó en precedencia, y la Sala ha sido
unánime en sostener, en varias decisiones, que solo es
exigible frente a los preacuerdos, no para los allanamientos.

Así, inicialmente, en la sentencia ya mencionada, CSJ, SP,


8 abr. 2008, rad. 25306, adujo:

Tampoco es correcto afirmar que el allanamiento a cargos esté


condicionado a la reparación integral de los perjuicios ocasionados, lo
que se ha destacado como nota diferenciadora para imposibilidad [de]
la aplicación del principio de favorabilidad. Lo que ocurre es que esta
situación condiciona la relación jurídica entre fiscal e imputado para
acordar, pero cuando el ciudadano se allana a los cargos sin mediar
acuerdos ni pactos con su acusador, es el juez el que decide, por
ejemplo que no es acreedor a una rebaja de la mitad de la pena, sino
de una significativamente menor, según se satisfagan los presupuestos
axiológicos que se persiguen con la terminación anticipada del proceso.

2 Dice así la norma: «en los delitos en los cuales el sujeto activo de la conducta
punible hubiese obtenido incremento patrimonial fruto del mismo, no se podrá
celebrar el acuerdo con la Fiscalía hasta tanto se reintegre, por lo menos, el
cincuenta por ciento del valor equivalente al incremento percibido y se asegure el
recaudo del remanente».

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Luego, en un auto de segunda instancia (CSJ, AP, 14 may.


2009, rad. 29473), dijo:

En primer lugar, vale destacar que la previsión contenida en el artículo


349 de la Ley 906 de 2004 constituye un acto de obligatorio
cumplimiento para aquellos delitos que llevan inmersos el provecho
económico, en tanto que de acuerdo con la inteligencia de la norma
permite concluir que el pluricitado reintegro, así como también el
asegurar el recaudo del remanente, constituye un acto de
procedibilidad para perfeccionar el “preacuerdo o la negociación”.
(…)
En tales condiciones, resulta diáfano predicar que en los preacuerdos y
negociaciones entre la fiscalía y el imputado o acusado, según el caso,
surge indispensable dar cabal cumplimiento a lo preceptuado en el
artículo 349 de la Ley 906 de 2004, en tanto que el presupuesto del
reintegro constituye motivo de procedibilidad para culminar con la
terminación abreviada del proceso.

Más tarde, en la providencia traída a colación por el


sentenciador (CSJ, AP, 27 abr. 2011, rad. 34829),
manifestó:

De allí que resulte lógico que, a la hora de aprobar el preacuerdo, al


imputado o acusado que tiene la facultad de tomar parte en la
determinación de los cargos que habrá de aceptar se le someta a
condicionamientos más rigurosos que a quien simplemente se allana:
uno de ellos es, precisamente, la exigencia de reintegrar al menos la

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mitad de lo percibido en los casos de delitos que involucren un


incremento patrimonial, o bien asegurar el recaudo del remanente,
exigencia que no pesa sobre quien unilateralmente se acoge a los
cargos tal como la fiscalía se los formula.

Lo anterior no significa que el reintegro del valor del incremento


patrimonial obtenido por el agente carezca de relevancia en los eventos
en que aquél se ha allanado a los cargos, pues naturalmente podrá
tenerse en cuenta a la hora de fijar el porcentaje de rebaja por razón de
la aceptación de los formulados en la audiencia de imputación, en el
entendido que la rebaja consagrada en la ley es hasta en la mitad
(artículo 351 de la Ley 906 de 2004); así mismo, podrá constituir un
criterio para individualizar la sanción dentro del cuarto punitivo
correspondiente, o bien al disponer sobre el subrogado de la
suspensión condicional de la ejecución de la pena o el sustituto de la
prisión domiciliaria, por cuanto en este último caso la reparación del
daño es presupuesto para su concesión, según lo dispone el artículo 38,
3 del Código Penal.

En una sentencia posterior (CSJ, SP, 5 sep. 2011, rad.


36502), reafirmó:

…los preacuerdos tienen por objeto los hechos y sus consecuencias, el


allanamiento la imputación. Con los primeros, la declaración de
culpabilidad del imputado del delito atribuido o de uno relacionado con
pena menor, busca la eliminación de alguna causal de agravación
punitiva, un cargo concreto o la tipificación de la conducta que de forma

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específica conduzca a la disminución de la pena; el segundo, con la


sola manifestación de la aceptación total o parcial de la imputación,
persigue la obtención de la rebaja de pena prevista en la ley.

La primera entonces es bilateral, porque implica un acuerdo entre


partes que es presentado al juez; la segunda es unilateral, porque
frente a la formulación de la imputación, el imputado no cuenta con otra
alternativa ante el juez que aceptarla total o parcialmente sin discutir
sus términos.

Desde esta perspectiva, la naturaleza del instituto no depende de su


ubicación en un determinado título o capítulo del Código, ni tampoco de
la remisión que la ley haga a los mismos para determinar sus
consecuencias punitivas, sin que por estas dos razones pueda
afirmarse que el allanamiento se asemeja irremediablemente a los
preacuerdos o negociaciones.

Si esas fueran razones, tendría que convenirse también que la


manifestación del acusado en la audiencia preparatoria de aceptar los
cargos, únicamente podría ser admitida por el juez previo el
cumplimiento de la condición prevista en el artículo 349 de la ley 906
de 2004, bajo el entendido que la misma constituiría un “acuerdo”,
porque para la reducción de la pena a la cual se haría merecedor, la ley
hace remisión a las previsiones del artículo 351.

Del mismo modo, el juez tampoco podría aceptar la declaración de


culpabilidad que al inicio del juicio oral hiciera el acusado, puesto que
al igual que el allanamiento la única condición de validez de la

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manifestación se relaciona con la verificación del acto libre, voluntario y


debidamente informado de las consecuencias de su decisión,
asesorado de su abogado, precisando si la misma corresponde a un
acuerdo o no con la Fiscalía.

Por qué estos dos últimos casos no se condicionan al requisito exigido


por el artículo 349 de la ley 906 de 2004, si se tratan, como el
allanamiento, de manifestaciones de aceptación de la imputación o de
la acusación ante el juez del conocimiento? Acaso por los momentos
procesales en que se dan? No. Primero, porque no revisten las
características de un acuerdo; y segundo, porque todas tienen origen en
el derecho penal premial, que también según se ha dicho es
característica del sistema acusatorio.

Con esto quiere significarse que la naturaleza de las formas de


terminación anticipada del proceso previstas en la ley 906 de 2004, no
se encuentran inexorablemente vinculadas con el consenso sino que
alguna de ellas se identifican con el derecho penal premial.

Bajo las anteriores consideraciones, como el allanamiento o la


aceptación de la imputación prevista en el artículo 293 de la ley 906 de
2004, no corresponde a una modalidad de acuerdo o negociación con la
Fiscalía, la condición exigida en el artículo 349 de la misma ley no
constituye requisito para su legalización y aprobación.

Por consiguiente, no hay duda que, como en forma


reiterada lo ha reconocido esta Sala, la exigencia del

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Casación 40174
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artículo 349 del Código de Procedimiento Penal no opera


tratándose de allanamiento a cargos, el cual se evidenció en
esta ocasión.

También repara el letrado en que hay lugar a declarar la


nulidad porque la retractación de SUÁREZ acaeció en la
audiencia posterior a la imputación y no había lugar a ello
porque el juez de conocimiento carecía de competencia para
hacer la verificación del acuerdo previo.

Tal reproche no está llamado a prosperar por varias


razones:

De una parte, porque el silogismo que asegura el abogado


construyó el Tribunal, parte de premisas incorrectas.

Una lectura detallada de la sentencia objeto de


cuestionamiento, permite evidenciar que el motivo
primordial para que el juzgador negara las nulidades
propuestas en la apelación, es distinto al esbozado por el
demandante. Así, en un primer momento el fallador
consideró tales tachas como extemporáneas porque nunca
fueron alegadas en el decurso de la actuación, ni siquiera

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ante el juez de primer grado3. Adicionalmente, precisó que,


aun de haber tenido ocurrencia, las mismas fueron
saneadas «como consecuencia de la posición asumida por las
víctimas, quienes no dijeron nada al respeto durante el
desarrollo de la audiencia de verificación del Preacuerdo» 4 y, en
todo caso, frente al principio de residualidad, no tienen
vocación de prosperidad.

De manera, pues, que fueron varias las motivaciones


esgrimidas para no dar curso a tal petición.

De otro lado, el recurrente deja huérfano su discurso


porque olvidó poner de presente que en punto de la
actuación del juez de conocimiento frente a la verificación
de los acuerdos o negociaciones y a la eventual retractación,
la jurisprudencia ha sido variable, tanto así que la
sentencia en la cual basa su reproche fue proferida mucho
tiempo después de surtidas las audiencias de concentración
y la de individualización de pena, y, aún, del fallo de
segundo grado.

3 Folios 28 y 29 de la sentencia.
4 Folio 30 Id.

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Obsérvese que para la fecha en que se surtió esa audiencia


–año 2009- la Corte había entendido que el juez de
conocimiento, con apoyo en el artículo 293 del Código de
Procedimiento Penal, debía intervenir a efectos de verificar
que el acto de allanamiento o del preacuerdo hubiese sido
libre, consciente y voluntario, pues no se trataba de un
simple control formal. Luego, sostuvo, en la sentencia CSJ,
SP, 30 may. 2012, rad. 37668, que la retractación que se
hiciera durante el interregno comprendido entre el
allanamiento a la imputación y la verificación que de ella
hace el juez de conocimiento no requería justificación
alguna.

No obstante, en el 2013, la Corporación (CSJ, SP, 13 feb.


2013, rad. 39707), manifestó que recogería esa tesis para
afirmar que el arrepentimiento que se exterioriza durante el
lapso referido requiere que el interesado exhiba una
fundamentación orientada a demostrar que la aceptación
no obedeció a un acto voluntario, libre y espontáneo o que
fue el resultado de la violación de garantías fundamentales.
En igual sentido, está el fallo al que refiere el profesional en
la audiencia de sustentación (CSJ, SP, 13 feb. 2013, rad.
40053).

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Ahora bien, con independencia de la tesis que rigiera para


el momento en el cual tuvo lugar la retractación, no hay
duda que lo ocurrido en la audiencia donde tuvo lugar la
retractación del preacuerdo fue anómalo. Sin embargo, ello,
per se, no comporta un resquebrajamiento de la estructura
del proceso ni violación de los derechos de las víctimas. Es
más, el abogado olvidó por completo explicar cómo en esta
ocasión era imperioso decretar la nulidad. Ignoró que
aquella es un remedio extremo, que busca revertir un
derecho quebrantado y dejar incólume la estructura del
proceso.

No se desconoce que los derechos de las víctimas son de


vital importancia en el derecho moderno y que el juez está
en la obligación de garantizarlos y de restablecerlos siempre
que los halle violentados. Sin embargo, el abogado no
explicó cómo tal actuar irregular quebrantó las bases
legales de la actuación, cómo se trasgredieron las garantías,
máxime si se tiene que en la audiencia de incidente de
reparación existieron conciliaciones económicas con los
perjudicados por las conductas punibles. No exhibió cómo
ellas lesionaron los derechos a la verdad, a la justicia y a la
reparación del grupo de perjudicados que representa.

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Casación 40174
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En consecuencia, los cargos no prosperan.

5. Finalmente, la Corte debe hacer tres anotaciones.

Respecto de la solicitud hecha por la Fiscal Delegada, es


importante precisar que si bien en el plenario aparece que
el acusado era el jefe de la firma D.R.F.E, y por tal razón
cabría la agravación específica prevista en el artículo 324
del Código Penal, también lo es, como con acierto lo dejó
consignado el Tribunal, que ella no fue imputada por el ente
acusador en la imputación, que sirvió de base para la
acusación, motivo por el cual, en claro respeto por el
principio de congruencia, es imposible deducirla.

En segundo lugar, no hay lugar a aplicar el precedente


jurisprudencial contenido en la sentencia CSJ, SP, 27 feb.
2013, rad. 32254, toda vez que en esta ocasión los
falladores no tuvieron en cuenta el aumento punitivo
previsto en la Ley 890 de 2004, sino que, para efectos de
punibilidad, observaron las previsiones del artículo 17 de la
Ley 1121 de 2006, que modificó el 323 del Código Penal,
que tipifica el lavado de activos, cuyo delito fue el base para
la dosificación.

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En tercer término, si bien con la Ley 1709 de 2014 se


variaron los requisitos para conceder la prisión domiciliaria
y, entre ellos, previó que ella procede cuando «la sentencia se
imponga por conducta punible cuya pena mínima prevista en la
ley sea de ocho (8) años de prisión o menos»5, requisito que en
este caso se cumple, en tanto, como se explicó, el delito
tenido como base por el juez singular, el de lavado de
activos, estaba sancionado para ese momento con pena
privativa de libertad de 8 a 22 años, no ocurre lo mismo
frente a la naturaleza de las conductas punibles endilgadas,
en tanto ellas están expresamente excluidas de tal instituto
por dicha normativa pues están enlistadas en el canon 68A
del Código Penal6.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la


Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

5 Artículo 38B de Código Penal, adicionado por el 23 de la Ley 1709.


6 «No se concederán; la suspensión condicional de la ejecución de la pena; la prisión
domiciliaria como sustitutiva de la prisión; ni habrá lugar a ningún otro beneficio,
judicial o administrativo, salvo los beneficios por colaboración regulados por la ley,
siempre que esta sea efectiva, cuando la persona haya sido condenada por delito
doloso dentro de los cinco (5) años anteriores. Tampoco quienes hayan sido
condenados por delitos dolosos contra la Administración Pública; (…) captación
masiva y habitual de dineros; (…) lavado de activos…»

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Casación 40174
CARLOS ALFREDO SUÁREZ

Primero. No casar la sentencia proferida por el Tribunal


Superior de Pereira, que condenó a CARLOS ALFREDO
SUÁREZ.

Segundo. Devolver las diligencias al Tribunal de origen.

Tercero. Contra esta decisión no procede recurso alguno.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER

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Casación 40174
CARLOS ALFREDO SUÁREZ

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ

GUSTAVO ENRIQUE MALO FERNÁNDEZ

EYDER PATIÑO CABRERA

PATRICIA SALAZAR CUELLAR

LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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