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Con este completo Curso de Fidelización tendrás acceso a un plan definido y contarás con los
recursos que necesitas para:
Mejorar la Experiencia de los pacientes en tu clínica.
Comunicarte de manera Efectiva con ellos.
Transmitirles la importancia de que se realicen los tratamientos.
Deshacerte de los obstáculos (competencia) que te impiden avanzar.
Crear un clima laboral basado en el respeto y la colaboración, que se traduzca en una Experiencia
óptima para tus pacientes, y que les motive a regresar.
Es decir, que “vender” servicios odontológicos es servir a tus pacientes a un nivel de cuidado
y atención que no puedan encontrar en ninguna otra clínica.
A la gente no le importa lo mucho que dominas el tema, o todas las titulaciones que hayas podido
acumular, hasta que les demuestras que te importan como seres humanos.
Y solo van a estar 100% seguros de que no son un número más y que verdaderamente te importan
cuando:
1. Tu comunicación es respetuosa, poco condescendiente, y totalmente centrada en ellos.
2. Les escuchas y les haces preguntas abiertas que ilustran sus valores en relación a la higiene
bucal y al tratamiento odontológico.
3. Haces un esfuerzo verdadero por descubrir sus preocupaciones.
4. Personalizas y dosificas la información que compartes con cada uno de ellos.
5. Te aseguras de que todo tu equipo comparte la misma filosofía de respeto y dedicación al
paciente que tú.
No olvides que en el instante en que el paciente perciba la más mínima intención de dirigirle hacia el
tratamiento más caro sin un argumento sólido, creíble y coherente, lo has perdido.
Claves para mejorar la escucha activa (y que tus pacientes acepten su presupuesto)
La escucha activa es un súper poder (si,́ como los de los héroes de los cómics).
¿No estás exagerando un poco, Ros?
En absoluto. Y te lo voy a demostrar.
Y, ¿qué pasa si no tengo ese superpoder “de serie”?
Ningún problema. Lo puedes desarrollar.
¿Te imaginas que pudieras comprender mejor a los demás?
́ culos entre ambos?
¿Que conectaras con ellos y surgieran vin
¿Y que pudieras conseguir lo que deseas en base a ello?
Suena bien, ¿verdad?
Lo cierto es que NO hay mucha gente que domine esta poderosa herramienta y resulta clave para
poder relacionarse con éxito, resolver conflictos y comprender las reacciones propias y las de los
demás.
En este post quiero compartir contigo las claves que te ayudarán a potenciar esta habilidad.
Qué es la escucha activa y por qué es fundamental en la relación con tus pacientes.
Uno de los principios más importantes y difić iles de todo el proceso comunicativo es saber escuchar.
Aunque no lo creas, escuchar requiere un esfuerzo superior al que se hace al hablar, y también es
mayor al que se ejerce al escuchar sin interpretar lo que te están diciendo.
Normalmente, pasamos más tiempo pendientes de lo que nosotros decimos que de lo que realmente
queremos conseguir con nuestras comunicaciones.
Buscamos que la otra persona nos escuche, pero también que nos responda.
Para ello debemos estar atentos a sus “señales” y no solo a las nuestras.
La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no solo lo que la persona está expresando
directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que está
diciendo.
Por tanto, la escucha activa te “obliga” a prestar más atención, de forma que obtienes más
información de la otra persona y puedes también profundizar en aspectos claves.
Pero no solo eso.
También entenderás cómo se siente la otra persona y podrás conectar con ella.
́ y la posterior persuasión.
Y ese es el primer paso hacia la empatia
Como ves, la escucha activa genera confianza.
Un elemento clave en la relación con tus pacientes.
De hecho, es la piedra angular en cualquier relación entre personas.
Nadie quiere relacionarse o estar cerca de personas en las que no confía.
Y todos sabemos el dolor y la decepción profunda que genera la desconfianza.
Te diré algo más.
En el momento que se establece esa “conexión” con la otra persona, estarás contribuyendo a que
él/ella se sienta mejor, organice sus pensamientos y tome decisiones con seguridad.
Porque tomar decisiones importantes a todos nos genera inquietud.
Estos son los obstáculos que dificultan la escucha activa.
Definitivamente, no somos buenos escuchando.
De hecho, hay estudios que demuestran que la gente solo recuerda entre el 10 y el 25% de lo que
oye.
No parece demasiado, ¿verdad?
Y es que existen obstáculos que impiden que escuchemos con eficiencia y debemos ser conscientes
de cuáles son para poder superarlos:
1. Atención dividida.
El tratar de hacer demasiadas cosas al mismo tiempo te pone (y pone al paciente) en una posición
inadecuada e incómoda.
Por ejemplo: cuando estás escribiendo en el ordenador y a la vez hablando con una persona,
aunque pretendas hacer ambas cosas al mismo tiempo, alguna de las dos no la harás de forma
óptima.
2. Atención a ti mismo.
Comprometes tu capacidad de escuchar a la otra parte.
Por ejemplo: cuando intentas escuchar activamente, a veces te fijas en ti mismo, enviándote
mensajes internos de lo bien o mal que estás escuchando al otro.
Estás más centrado en cómo lo haces, que en escuchar a la otra persona.
2. No des consejos.
Tu paciente necesita tomar sus propias decisiones, informadas, por supuesto, pero las suyas.
Debes acompañarle en el proceso, escuchándole, y ayudándole a que descubra el camino.
Si llegado el momento consideras absolutamente necesario plantear una solución, introdúcela con
una pregunta previa: “¿Te gustaría que te diera mi opinión al respecto?”
Y que él/ella decida.
5. Reconduce.
6. Reformula.
Repite de manera esporádica lo que tu interlocutor está diciendo, expresándolo con tus propias
palabras.
Sin lugar a dudas, es una manera sencilla de manifestar que estás escuchando.
Y si en lugar de explicarlo con tus propias palabras, reproduces textualmente lo que la otra persona
dice (en una frase o 3-4 palabras), se habla de “Eco”.
Se trata de una auténtica regla de oro, sobre todo si la otra persona está algo alterada.
Pero ¡ojo!, debes utilizar este recurso con precaución, ya que si lo aplicas en exceso la otra persona
puede pensar que la estás imitando y molestarse.
“¿Qué pasó la última vez que dejaste de tomar el antibiótico que te receté?”
Las pausas son un momento idóneo para ayudar a tu paciente a poner en orden todo lo que estáis hablando.
Puedes introducir alguna pregunta abierta como, “¿qué es exactamente lo que te preocupa de hacer este
tratamiento?”, o bien que te confirme o niegue lo que has entendido “¿te sentirás más tranquila viniendo el próximo
día con tu marido para que podamos hablar del tratamiento con él también?”
11. Refuerza.
Otra forma de demostrar que prestas atención es introducir palabras y frases cortas que muestren tu interés.
“No te pongas así”, “Por favor, no llores” o “Tranquilízate”. Si la otra persona tiene la necesidad de expresar sus
emociones, permit́ elo sin censuras. Muéstrale tu apoyo con un gesto como apoyar tu mano sobre su antebrazo o
entrégale un pañuelo. Pero jamás le juzgues ni le critiques.
“Y entonces, ¿pasó XXX?”, “¿Y le dijiste XXXX?”. No acabes las frases de la otra persona ni trates de adivinar lo
que va a decir a continuación. Es posible que esté buscando las palabras adecuadas.
“Cuéntame más sobre eso”, cuando ya le has preguntado anteriormente y no ha querido ahondar en el tema.
Nunca fuerces a alguien a contarte algo que no te quiere contar.
Un momento perfecto para resumir la conversación y confirmar que has comprendido todo lo que la otra persona
́ decirte con palabras y sentimientos.
queria
Establece prioridades.
Evita abrumar a tus pacientes durante la primera visita.
Ten en cuenta (y no pierdas de vista) el enorme esfuerzo que ha supuesto para tu paciente reservar
su cita contigo.
Y acudir a su visita.
Es más que probable que esté asustado, inquieto, nervioso, incluso que tenga MIEDO.
En el caso de tratamientos de estética o de rehabilitaciones complejas con implantes, son pacientes
que habrán pensado mucho a qué clínica acudir, y a qué doctor pedirle ayuda.
Y habrán dedicado mucho tiempo a pensar en su futuro tratamiento.
Este tipo de pacientes estarán más “preparados” para escuchar las opciones y los pasos necesarios
para llevar a cabo el tratamiento.
Pero hay muchos otros que no han reflexionado tanto sobre el estado de su boca y sus
necesidades de tratamiento.
Por ejemplo, puede ser que un paciente venga con un diente roto.
Al examinarlo, puedes detectar cuatro caries de las que no tenía ni idea.
Para evitar abrumar al paciente y ahuyentarlo, proponle comenzar de manera gradual, realizando un
paso a paso.
Ayúdale a reconstruir su diente roto e identifica cualquier atención urgente que necesite.
Si algunas de las caries son menos urgentes, hazle saber que quieres verle nuevamente en 3 o 6
meses para ver su evolución y que podéis esperar a entonces para tomar la decisión de tratarlas.
El diagnóstico es global, por supuesto.
Y el plan de tratamiento es integral.
Pero hay pacientes que necesitan avanzar a un ritmo diferente.
No sólo por cuestiones económicas, sino también por miedo, por tiempo, por su situación personal,
etc.
La clave es eliminar la presión de decirle a tu paciente que necesita muchos tratamientos “de golpe”
y establecer una serie de fases en base a las prioridades de su caso.
Habrá pacientes que querrán trabajar por cuadrantes y finalizar con sus tratamientos cuanto antes.
Pero muchos otros necesitarán avanzar a un ritmo más lento.
Sólo tu paciente tiene la respuesta.
Escúchale siempre con atención para saber cómo adaptarte a él con éxito.
3. Toma fotografías de tu paciente y compara esas fotografías con las de otros pacientes.
¿Disfrutas tomando fotografías de tus casos?
Confío en que sí, y que tengas nociones básicas (mejor si son avanzadas) sobre fotografía dental.
Esta habilidad te va a ayudar MUCHO a mejorar tu aceptación de presupuestos.
Te explico por qué.
La propuesta para ti es crear diferentes carpetas para cada tipo de patología dental.
Por ejemplo, puedes tener una carpeta para:
Caries debajo de los empastes.
Caries debajo de las coronas.
Dientes fracturados.
Gingivitis.
Toma fotografías del antes, DURANTE y después de cada patología dental y su tratamiento.
Cuando una cavidad está debajo de un empaste, por ejemplo, es difícil ver la cavidad porque el empaste está
encima de ella.
Si tú haces una foto del “antes y después”, puede que no se aprecie una gran diferencia.
Sin embargo, si le muestras a tu paciente una imagen del “durante”, el paciente verá el diente una vez que se ha
retirado el empaste.
Así, podrá comprobar que el tejido está dañado y saber qué ocurre debajo de su empaste.
Y estará mucho más convencido de seguir adelante con el tratamiento (a la vista de las evidencias).
Sería presuntuoso por nuestra parte pretender definir todos los tipos de pacientes, ya que cada
persona es una entidad única por definición.
No obstante, necesitamos generalizar para poder atender y comprender a los diferentes perfiles de
personas con las que trabajamos cada día.
En este sentido es importante aceptar dos cuestiones fundamentales:
No hay una tipología que nos garantice una absoluta ausencia de error en la evaluación de
nuestros pacientes. Lo que sí podemos hacer es reducir los peligros de los juicios instintivos e
intuitivos.
Las personas no tienen una personalidad estática; por esta razón, un paciente puede
comportarse un día de una forma y otro día hacerlo de un modo distinto. Por lo tanto, no
es admisible “encajonar” a un paciente de por vida.
Antes de proceder a cualquier clasificación, me gustaría aportar una serie de reglas para mejorar
las relaciones con tus pacientes:
Procura ser un buen oyente, escuchando respetuosamente a tu paciente sin interrumpirle. Nunca.
Habla siempre de lo que tú sabes que le interesa al paciente (lo sabes porque lo has descubierto previamente con
tus preguntas).
Muéstrate sincero, presta atención a tu tono de voz y a tu comunicación no verbal, y deja que la otra persona se
afirme a sí misma, sintiéndose importante.
2. El paciente indiferente.
Es aquel que escucha por pura cortesía, pero no por interés.
Puede ser que le preocupe otra cosa, o que sea el típico “pasota” y no esté interesado ni en
tu explicación, ni mucho menos en tu argumentación.
Cómo tratarlo:
El consejo en este caso es aumentar la gama de estímulos para despertar su interés.
Puedes conseguirlo mostrándole mucha información relevante sobre los beneficios del tratamiento,
siempre de un modo sencillo y fácil de comprender.
Variar el tono de voz, hacer preguntas de control, etc. también te ayudará a romper la indiferencia.
Y un aspecto muy importante: detecta de manera correcta y exhaustiva cuáles son sus necesidades.
Si no lo haces, será muy complicado que le “despiertes” de su letargo.
3. El paciente impaciente.
Necesitas demostrarle que sabes valorar SU tiempo.
Cómo tratarlo:
Realiza una presentación rápida, sistemática y concreta del tratamiento dental que necesita.
Sin rodeos.
Resalta las ventajas de tu clínica (y las tuyas propias como profesional) para denotar ese dinamismo
que él/ella espera.
4. El paciente discutidor.
Es una persona polémica por naturaleza a la que, en principio, hay que dejar que descargue su
energía personal.
Procura que su desahogo sea general y que no se centre en tu clínica o en ti.
Lo más importante es evitar el enfrentamiento.
Cómo tratarlo:
Sé paciente y permite que tu paciente termine de hablar antes de responder, y luego resume lo
escuchado y pregunta para verificar (recapitulación).
Atiende sus inquietudes y responde a cualquier pregunta antes de pasar a resolver el problema.
A veces, las necesidades de este tipo de paciente pasan por sentir que alguien presta atención a sus
preocupaciones.
Intenta construir tu argumentación a partir de sus propias palabras para que “conecte” más
fácilmente con lo que le dices.
*Determina cuál es el comportamiento que no vas a tolerar de ningún paciente. Los insultos
personales, agresiones verbales, amenazas o el contacto físico nunca deben ser tolerados, bajo
ningún concepto. Si el paciente se niega a respetar la línea que has trazado, debes interrumpir la
relación de inmediato.
5. El paciente “charlatán”.
Suele ser una persona amistosa, agradable, educada y simpática.
Su problema es que habla demasiado.
Y, la mayoría de las veces, lo que dice no tiene nada que ver con su tratamiento dental.
Cómo tratarlo:
¡OJO! Un paciente “charlatán” disfruta escuchándose a sí mismo. Debes establecer unos límites
porque siempre querrá que estés pendiente de él/ella.
Intenta ir siempre al grano y dirige tú la conversación.
Tu actuación debe basarse en tratar de interrumpir con preguntas que le obliguen a dar respuestas
muy concretas (preguntas cerradas).
6. El paciente indeciso.
Le cuesta tomar una decisión por el propio riesgo que comporta.
Y es, probablemente, uno de los pacientes más difíciles de tratar.
Suele ser una persona tímida e insegura, que pospone una y otra vez su toma de decisión.
Además, prefiere utilizar evasivas en lugar de exponer sus dudas de una manera clara y directa.
Cómo tratarlo:
Dedícale más tiempo de lo habitual para ganarte su confianza.
Una vez que se sienta cómodo contigo, anímale a que te exponga sus necesidades y problemas.
Para ello, plantéale preguntas abiertas que le permitan explicarse.
Debes asistirle y resolver todas sus dudas.
Nunca le presentes más alternativas de la cuenta, ya que cada nueva opción se convierte en
problema para él/ella.
Oriéntale de forma muy concreta sobre cuál es la mejor elección en su caso.
7. El paciente “económico”.
A este tipo de paciente le gusta preguntar, y es calculador y analítico.
Por eso se guía más por el análisis de los hechos, que por aspectos subjetivos.
Es una persona poco influenciable porque le gusta la organización y es muy sensible al tema del
dinero, llegando a sentir malestar ante la idea de “gastar”.
Se refugia en el tema precio para no aceptar el presupuesto.
Cómo tratarlo:
Utiliza datos cuantitativos y háblale sobre ventajas y beneficios, no sobre precios.
En estos casos es importante exponer casos de éxito y testimonios reales de pacientes que avalen la
satisfacción que puede obtener tras su tratamiento.
Todos hemos utilizado el argumento de “lo barato sale caro“. En estos casos cobra mayor relevancia
y el objetivo será relativizar el precio.
¡OJO! Porque a veces puede convertirse en un paciente que paga menos pero exige más.
8. El paciente reflexivo.
Acostumbra a ser una persona tranquila y discreta.
Es un tipo de paciente muy fiel si le ayudas a reflexionar sin agobiarle.
Le gusta tomar una decisión habiendo analizado todos los aspectos del tratamiento.
Esto hace que dilate la toma de decisión para “no equivocarse”.
Cómo tratarlo:
No le “atosigues” ni desbordes con muchas argumentaciones.
Respeta su silencio y pregúntale únicamente si precisa alguna información complementaria.
Nunca le interrumpas, ni pierdas la paciencia, ni te desesperes, aunque se muestre algo lento/a.
Centra todos tus esfuerzos en mostrarle que ese tratamiento es el más adecuado y conveniente para
su problema de salud.
El paciente reflexivo debe ser consciente de que tú le estás ofreciendo la mejor opción y que el
tratamiento que le propones cubre completamente todas sus necesidades.
Cómo pasar del “es caro” a “lo necesito” en tus pacientes
Y, de igual manera, presta atención a tu lenguaje no verbal: siendo claro, mirando a los ojos, no
realizando movimientos incómodos en tu asiento, ni utilizando chasquidos que te delaten.
Nuestra sociedad suele establecer una clara división entre los que somos “vendedores” y los que no.
“Está hecho para las ventas, tiene el don de la palabra, ¡hasta convencería a un esquimal para que
le comprase un iglú!”, solemos decir.
Pero lo cierto es que, en el fondo, todos somos vendedores.
Cada día de nuestras vidas lo pasamos vendiendo: vendemos ideas, conceptos, pensamientos,
objetos, etc.
Y cada día intentamos persuadir a alguien.
Sin embargo, en el ámbito de la odontología, hablar de ventas está muy mal visto.
Se supone inmediatamente que centrarse en las ventas implica descuidar el cuidado del paciente.
Y nada podría alejarse más de la realidad.
Técnicas de venta en Odontología: Cómo conseguir que tu paciente diga sí (sin ejercer
presión).
Sí, por encima de todo eres odontólogo y estás dedicado 100% al servicio de tus pacientes.
Pero si diriges tu propia clínica, eres también empresario y debes actuar como tal.
Eso representa aplicar los principios fundamentales de la gestión de empresas y las ventas.
Porque puedes estar seguro que si no lo haces tú, lo va a hacer el dentista con el que compites.
Y no, no estamos hablando de entrar en una “guerra de precios” ni de técnicas de venta agresivas o
de ética dudosa.
Estamos hablando de saber transmitirle a tu paciente que tiene una necesidad de tratamiento real.
Aunque no le duela.
Aunque piense que no es importante.
Aunque crea que eso “puede esperar”.
Cómo NO hacer que el paciente diga que sí.
De acuerdo, es cierto que muchas estrategias de ventas tradicionales parecen tener un elemento de
“acorralamiento del cliente”.
Por supuesto que eso no es adecuado en el caso de la odontología, donde atendemos pacientes.
Un enfoque de este tipo tiene tres problemas principales:
1. Psicológicamente, los humanos tendemos a resistir imposiciones, no nos gusta ser
controlados.
2. El consumidor acepta un cierto nivel de venta en el espacio comercial. En el ámbito de la
salud, sin embargo, no tolerará que se le “venda” un tratamiento de la misma manera que se
le pueda vender un coche o un piso.
3. El paciente de hoy es muy perspicaz y es capaz de identificar inmediatamente cualquier
intento por parte del odontólogo de aplicar una técnica de ventas o de marketing dental.
¿Entonces?
¿Qué opciones tenemos los odontólogos para vender nuestros tratamientos?
Te lo cuento a continuación.
Cómo mejorar la satisfacción del paciente en 10 pasos (para que te recomiende sin dudar)
Para lograr que tu clínica odontológica sea viable a largo plazo, necesitas conseguir la satisfacción
plena de tus pacientes.
Muchos de ellos llegan a la consulta por recomendación de un tercero, que quedó conforme con el
servicio que le brindaste.
¿Sabes cuál es el porcentaje de pacientes recomendados que tienes a día de hoy?
Mantener las tasas entre el 70 y el 80% es una excelente señal.
Esas cifras serán mucho más bajas en el caso de clínicas de nueva apertura.
Pero el porcentaje se irá incrementando progresivamente, conforme tus primeros pacientes
comiencen a recomendarte.
Ya sabes que esta es la fórmula más eficaz para atraer pacientes sin hablar de ti mismo.
El factor principal por el que un paciente no reservará cita en tu clínica es la falta de confianza
generada por críticas negativas.
Por eso es tan importante que hagas un seguimiento exhaustivo de tu reputación digital.
¿Qué opiniones hay sobre ti en tu página de Facebook? ¿Y en las valoraciones de Google? ¿Y en
directorios y redes profesionales?
Compruébalo y toma medidas de manera ágil para atender sus quejas y sugerencias.
Es tu deber como profesional, garantizar un servicio de calidad y con atención de primera, tal y como
veíamos en este post.
La gran mayoría de las personas confían en el criterio de otras personas que ya han pasado por la
misma experiencia y no dudan en seguir sus consejos, sobre todo a la hora de atender sus
necesidades de salud.
Una larga lista de pacientes satisfechos es capaz de generar cientos de nuevos pacientes.
Buscar la satisfacción de cada uno de tus pacientes es vital y por eso quiero compartir contigo 10
claves necesarias para conseguir pacientes satisfechos.
1. Fortalece la confianza.
Todas las relaciones deben apoyarse en la confianza.
Por eso tienes que generar seguridad manteniendo conversaciones claras y sinceras.
Asegúrate de qué espera el paciente y de lo que tú puedes cumplir con tus servicios y experiencia
profesional.
Y demuestra respeto y profesionalidad en todo momento.
Ser directo y honesto evitará que nadie cree falsas expectativas.
Así, al final del tratamiento tendrás a un paciente satisfecho con el servicio que le has brindado.