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El primer paso es el análisis del trabajo, para conocer su estructura técnica, personal y
social. Tal es el objeto de la profesiografía.
El segundo paso es, una vez conocida la estructura del trabajo, tratar de adaptar al
hombre a las exigencias de ese trabajo, orientando a cada uno hacia los tipos de trabajo
que más convengan a su personalidad, seleccionando para cada tarea a los más aptos, y
enseñando a los así seleccionados la mejor manera de realizar su cometido. Tales son,
respectivamente, los objetos de tres grandes capítulos de la psicología del trabajo: la
orientación profesional, la selección profesional y la formación profesional.
El tercer paso es, una vez conocido el trabajo y el tipo general de trabajador que requiere,
procurar adaptar el proceso mismo del trabajo y el ambiente físico y humano en que se
realiza a las condiciones del trabajador. Sus medios principales son la adaptación funcional
de máquinas y herramientas, la buena ordenación del material y de los ciclos de trabajo, el
control adecuado de las condiciones ambientales, como luz, ventilación, calor, ruidos, etc.;
los sistemas de retribución y el estudio de las relaciones humanas de la empresa. 2
Causas de la conducta
Norman R. F. Maier describe la causalidad de la conducta mediante la siguiente secuencia:
Situación: incluye la luz, los ruidos, la rutina del trabajo, las demás personas, los actos del
supervisor y cualquier aspecto ambiental al que la persona sea sensible.
Organismo: incluye la herencia y muchos aprendizajes, tales como conocimientos,
destrezas, determinadas necesidades, actitudes y valores.
El proceso causal: con objeto de explicar la conducta, debe incluirse una descripción de S,
así como de O. La interacción de las dos debe preceder a la conducta, que es el resultado
de esta interacción. La conducta (C) da lugar a cambios que alteran la relación entre el
organismo (O) y su mundo. El cambio producido por la conducta es una realización (R),
que puede ser deseable o no deseable. Puede, en cada caso, alterar el estímulo-situación
para el organismo en cuestión o servir como estímulo para otros organismos.
La conducta de una persona, por consiguiente, puede influir sobre el mundo de esa
persona y puede influir también sobre las demás personas. De esta forma la realización de
una parte de la conducta puede llegar a ser estimulación para otras personas.
Desde un punto de vista psicológico, una actitud es una cierta tendencia mental.
Representa una predisposición a formar ciertas opiniones. A un empleado se le pide que
diga lo que piensa de su salario. Lo que responda es su opinión. La actitud es más general
e influye sobre su opinión.
Una actitud desfavorable hacia la empresa hará que un trabajador exprese una serie de
opiniones desfavorables. Se pueden pronosticar sus opiniones sobre materias no cubiertas
por cuestiones directas, una obtenido un conocimiento de su actitud. Si ocurre alguna
cosa que cambie su actitud, sus opiniones sobre ciertos asuntos mostrarán una marcada
modificación.
Las opiniones no conducen a las actitudes; las opiniones reflejan las actitudes y éstas se
pueden detectar por las opiniones expresadas.
Motivación
El motivo es una razón para expresar una aptitud determinada. Si podemos controlar los
motivos de los hombres, podemos controlar la conducta que expresarán. Un hombre
puede lograr que otros trabajen para él ofreciéndoles dinero por el trabajo. Un hombre
hará lo que otro desea siempre que éste pueda manipular adecuadamente las
circunstancias; unos pocos individuos pueden ejercer una gran influencia sobre la
conducta de los demás. La sola limitación del grado de este control es que no se puede
motivar a ningún individuo a hacer lo que es incapaz de hacer. La motivación entonces es
una forma de expresar una aptitud que una persona ya posee6.
El profano habla de la “voluntad” de un hombre para hacer alguna cosa, y distingue entre
la voluntad y la aptitud para hacer. La palabra “voluntad” implica que existe un poder
dentro del individuo que determina la expresión de la conducta. Puesto que las
investigaciones psicológicas no han apoyado la existencia de tales poderes, el estudiante
de psicología encuentra que los conceptos asociados con el término “motivación” son
mucho más satisfactorios. Trataremos de la conducta del hombre en función de la
motivación.
Una situación de motivación tiene un aspecto subjetivo y otro objetivo. El subjetivo es una
condición en el individuo que se llama “necesidad”, “impulso” o “deseo”. El objetivo es un
objeto fuera del individuo que se puede llamar “incentivo” o “fin”. Hay muchas pruebas
que demuestran que existe una necesidad generalizada de alcanzar el éxito. Una persona
puede esforzarse en solucionar problemas de aritmética, de palabras cruzadas y de
memoria simplemente para satisfacer su necesidad de triunfar de una dificultad.
Dirección de supervisión
En cuanto a quien, o quienes, han de tomar las decisiones en una empresa, y los efectos
que se producirán según el tipo de liderazgo adoptado, se tienen presente las tres
posibilidades siguientes: democracia, autocracia y libertad individual.
Hay otra forma, sin embargo, de ver las relaciones entre la autocracia, la democracia y el
laissez-faire. Kurt Lewin, basándose en experimentos sobre estos diferentes tipos de
control del grupo, ha descrito la responsabilidad asociada a cada tipo de liderazgo. En la
autocracia, la responsabilidad reside en el dirigente; en la democracia, en el grupo, y en
las situaciones de laissez-faire, se distribuye entre los individuos como entidades
separadas.
Selección profesional
El ideal de la psicología del trabajo es sustituir la selección por la orientación. La selección
profesional suele ser un procedimiento técnico en el que se trata a los aspirantes como
meros soportes impersonales de aptitudes, se escogen los que convienen a la empresa y
se rechazan los demás sin atención a las lesiones que esto produzca en su personalidad ni
a su futuro desarrollo.
Gradualmente llegó a ponerse de manifiesto que los competidores no tenían por qué ser
necesariamente vencidos, y apareció una nueva clase de dirigentes. Este nuevo tipo puede
denominarse paternalista. Era bondadoso, y porque en el fondo sentía los intereses de sus
empleados, actuaba más como un padre hacia sus hijos. Esperaba fidelidad, pedía respeto
y daba a sus empleados lo que pensaba que era bueno para ellos. Su filosofía fundamental
era la de ser “razonable pero firme”. Los empleados respondían a esta clase de dirección y
las compañías que gozaron de esta clase de dirigentes alcanzaron la reputación de ser
buenos sitios para trabajar. Como resultado, los dirigentes paternalistas tuvieron éxito en
sus empresas y compitieron efectivamente con los industriales más inhumanos.
Referencias
1.