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Piedras del campo como mascotas y agua del grifo a precio de oro son algunas
de las ocurrencias que contra todo pronóstico lograron ventas millonarias.
¿Milagro del marketing o es que las ideas tenían más miga de lo que parecía?
El éxito no siempre pasa por ofrecer algo mejor o más barato que la competencia.
Y si no, que se lo digan a Gary Dahl, que se hizo millonario en los años 70
vendiendo... piedras del campo. El publicista estadounidense se encontraba en
la barra de un bar escuchando cómo unos amigos se quejaban de sus mascotas.
Así que decidió crear la única mascota que no requería cuidado alguno: Pet
Rock. La idea hizo gracia al público y aunque su éxito fue efímero, Dahl se hizo
millonario. En el caso de Pet Rock, explica que Dahl "arropó" el concepto con
aspectos que le aportaban un valor añadido: un par de ojos para humanizar la
piedra, una cestita y un manual de instrucciones de 32 páginas, lleno de gags y
juegos de palabras: "De ese modo, pasó de un producto que no tenía valor a
crear algo emocional. Se puede vender cualquier cosa si se sabe cómo".
La originalidad y el sentido del humor que emanan del producto son valores en
sí mismos, ya que permiten al cliente identificarse con ellos. "Sea o no absurdo,
es importante diferenciarse del mercado. Si no puedes competir por precio o
diseño, hay que intentar ofrecer algo nuevo".
Algo así debió de pensar Craig Zucker, un emprendedor veinteañero que triunfó
en 2008 vendiendo agua del grifo. Zucker se dio cuenta de que el agua de Nueva
York era tan buena como cualquier agua mineral y decidió embotellarla y
venderla a precio de oro. Lanzó así TAP'D NY, que llegó a vender más de 50.000
botellas, cerrando acuerdos con 75 negocios de la Gran Manzana. La clave
radicaba de nuevo en el componente emocional. En sus divertidos envases,
TAP'D NY presumía de que "ningún glaciar había sido dañado para fabricarla",
y que no había realizado "un viaje de 6.000 millas desde lo alto de alguna
montaña lejana". De este modo, lograba asociar el producto a conceptos
positivos como el consumo local, y por tanto ecológico, mezclado con la
irreverencia y el sentido del humor.
1. ¿Crees que el éxito no siempre pasa por ofrecer algo mejor o más
barato que la competencia?