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Cartografías latinoamericanas : El espacio y su representación en la literatura latinoamericana (de

la Conquista al siglo XX)

● Se aborda la construcción literaria y discursiva de los espacios a través de la articulación de


un corpus que se recorta sobre algunos textos y momentos fundamentales de la literatura
latinoamericana.
● Cartografías latinoamericanas desde la conquista en el S. XV hasta el S. XX. Problematiza el
espacio, la espacialización a partir de sus representaciones literarias.
● Lo “latinoamericano” figura como un término reciente del S. XIX, así como las nociones de
literatura, obra, autor y texto.

Unidad 1.1.

Las crónicas de conquista son revisitadas en la modernidad. Las caracteriza su ambivalencia entre
literatura e historia. Mientras que son enunciadas como historia, dentro de su discurso, han sido
leídas como literatura, representadas en sus términos. Se trata de nociones que se redefinen
constantemente: verdad, ficción, y verosimilitud.

Las crónicas de indias son un texto fundante, un nuevo tipo de discurso entre dos épocas, la Edad
Media y la Modernidad. Reconocen tradición previa: la crónica medieval, y la crónica alfonsí. La
crónica está vinculada al discurso histórico. El Diario del primer viaje narra la experiencia del
nuevo mundo. Mantiene un cruce entre otros textos de la tradición occidental: el discurso legal,
notorial, el relato de viaje, lo náutico-mercantil, la novela de caballería (por ejemplo, en la
conquista de México, y Perú), la picaresca (contemporánea de la crónica). González Echeverría
define la crónica a partir de su referente: las indias.

Se trata de un archivo interpolado, atravesado por disputas. La noción de autor es una categoría
confusa, en tanto que no aparece unificado, sino que se registran varios. Las crónicas de indias se
enmarcan en una polémica, enfrentan un discurso insertado en otro mayor que es político,
económico, social.

El concepto de verosimilitud significa lo real dentro de una construcción. No es el concepto de


“verdad” que manejan estos textos, que son fabuladores, mentirosos, exagerados. Hay una
polémica entre la experiencia y el saber letrado, que remite a las diferencias de cómo se concibe el
conocimiento en la Edad Media y en la Modernidad.

“Diario del primer viaje” (1492- 1493) de Cristóbal Colón.

Relato donde se configuran la naturaleza, paisajes y habitantes americanos.


El texto que inicia el corpus de la mirada occidental acerca del Nuevo Mundo es el Diario del Primer
Viaje a las Indias, diario de navegación y conquista, cuaderno de bitácora, relación (informe) a las
autoridades, sumario. Fundante de representaciones sobre el Nuevo Mundo, configurado por
imágenes medievales pero atravesadas por una renovada tensión hacia la redefinición de la
ecumene que la experiencia de lo diverso impulsa. Entendiendo ecumene por la tierra habitada, el
mundo conocido por una cultura. Se trata de imágenes caracterizadas por el desplazamiento, de lo
prefigurado a lo desconocido.
El corpus problematiza premisas fundamentales del relato de viaje, vinculado con el narrador
viajero. Profusión de narrador: protagonista, editor. El corpus colombino funda la polémica, la
interpolación y también la elipsis que constituyen el archivo americano.

GÉNERO: entrecruzamiento entre memoria, testimonio, historia, viaje, autobiografía. Indefinición,


género híbrido, tensión entre ficción y factualidad, verdad y verosimilitud.

Eje estructurador -> Itinerario -> *partida, *travesía, *encuentro, *retorno.

Relato de viaje en los S. XVI y XVII en confusión de géneros propia de la época (límites entre
relación, crónica, carta, historia y literatura). Estos textos amplían el límite genérico y responden a
la revolución que implicó el encuentro con el Nuevo Mundo: impacta en las formas tradicionales del
relato. Walker: expansión de las fronteras: género, de la identidad, la autoconfiguración, las
posibilidades de aprehender lo distinto.

PARTIDA: Salutatio, captatio benevolentiae. Figura narrador-viajero: construcción de imagen


enaltecida del Almirante de la Mar Océana.

Relación con n°4 4to V. Textos híbridos (cuaderno de bitácora, diario, informe) ambos inician con
forma de epístola para dirigirse a la autoridad: relación de subordinación y vasallaje, como
diálogo directo con reyes que enaltece la figura del enunciador.

Diario 1er Viaje. Enumeración y remembranza de condiciones históricas previas. Inscripción en un


plan mayor: lo providencial y mesiánico.

3/8/1492 inicia diario/viaje

Elementos 1er Viaje


-> calmeria, detención, imposibilidad de avanzar.
-> tierra, señales insistentes.
flora y fauna idílicas anticipan el bien principal: ORO (corte del Gran Kan y riqueza asociadas a los
confines mito fuente de oro infinita)

Diario 4to Viaje. Tempestad, fracaso. Se articulan con esfuerzos y fatigas. Se enfatiza la dimensión
providencialista y mesiánica. Referente: Almirante y sus méritos y difícil situación.

ALTERIDADES, DEL BUEN SALVAJE AL CANÍBAL. Todo relato de viaje pone en escena una
heterología, un discurso sobre el otro que es también un discurso sobre el yo. (buen) salvaje ->
vinculado al paraíso terrenal, la Edad de Oro, mito de retorno al origen. -> desnudez, falta, vida en
la naturaleza, ausencia de marcas civilización, de lengua. otredad: atributos fijos asimilados a la
naturaleza (primitiva) manipulables, susceptibles, aculturizados, dominados, convertibles, ingenuos,
sin armas. NO describe peculiaridades (tampoco la naturaleza: todos los ríos son navegables).
Proceso de asimilación, homogeneización y anulación del otro. Primer retrato: pelo y color de
piel, cuerpo mancebo, bien formado, de buena estatura “buenas gentes”

Ideal mesiánico: falta de secta -> EVANGELIZACIÓN -> sirve tanto a un ideal como a la
legitimación de la exploración y conquista.
Caníbal: término utilizado ANTROPÓFAGO, refiere también a lo monstruoso, disforme presente en
todo relato medieval, habitan los confines -> donde se esperaba que hubiera cercanía de riqueza.

11 de Octubre: Colón lee señales, heridas en el cuerpo que remiten al caribe, habitantes de otras
islas, enemigos de las poblaciones que CC conoce.

23 de Noviembre: “otros que llaman caníbales a quienes mostraban tener miedo” (confunde R con
N -> CC: latín Canis > cinocéfalo > fantasmagorías de cíclopes.

La lengua del otro es confundida y asimilada como propia.

11 de Diciembre -> caniba > soldados del Gran Kan.

*Discurso sobre Oriente y el discurso sobre el salvaje, conformado a partir de tópicos y motivos
coexisten en el Diario.

1° Viaje corona portuguesa: rechazan -> Corona Española (7 años). Luis de Santángel financia ½
expedición. Relaciones comerciales 1/2. No es productivo (x territorio, x Gran Can) los convence
mediante el Relato, escritura en una serie de modelos retóricos ajustado de la descripción.

● DISCURSO MITIFICADOR NARRATIVO, construcción de imagen mítica (América, nativos


espacio, CC mismo) Pastor.
● Ficcionalización distorsionadora de la IR -> constatación, verificación interpretativa finalista
(Todorov) -> cc hermeneuta. Mediación de textos, imágenes previas.
● Descripción -> naturaleza: información topográfica y mercantil, belleza, admiración
● Tópico: tábula rasa, hipérbole, analogía, maravilla, lo inefable. Nominación
● Interpretación pragmática (navegación) leguas. Inventario: objetos que encuentra, flora y
fauna.
● Estructura inicial, apriorística, elíptica, circular

3 características del discurso: 1) mercantil, 2) poético, 3) evangélico *organización jerárquica:


discurso heterogéneo, rompe la linealidad estructural.

Saber letrado vs. saber de la experiencia (modernidad, empirista)

El sujeto colonial y la construcción cultural de la alteridad. Rolena Adorno

En el S. XVI las percepciones interculturales no concebían la alteridad sino la identidad. La


mentalidad europea y el MODELO EPISTEMOLÓGICO ERA DE ASIMILACIÓN -> se regulaba por los
principios de SEMEJANZA Y ANTÍTESIS U OPOSICIÓN,

El modo de conceptualización y conocimiento del SUJETO COLONIAL -> se basaba en una versión de
la alteridad, conocible y visible.
Alteridad en el discurso colonial =

● a) sujeto colonial colonizador -> Es emisor y destinatario de discursos, conceptos de


focalización, diferenciación y relación entre lo que ve. Presentación de una visión
europeizante, que posee valores de la Europa Imperial. El sujeto colonial colonizador
produce un discurso estereotipico que representa los valores de la cultura masculina,
caballeresca y cristiana.

● b) sujeto colonial colonizado

Discurso caballeresco → filosofía política (metadiscurso)


→ poemas épicos
→ novelas de caballerías
→ epopeya -> relación del discurso de caballerías sobre el amerindio,
sobre grupos dominados por el guerrero castellano.
→ libro de caballerías -> instrucción moral al género femenino

Discurso caballeresco = Discurso sobre las Indias

● Figura del amerindio, focalizado por una visión europeizante, dentro del marco del discurso
caballeresco militar
● Figura del amerindio, focalizado por una visión europeizante, como lector de discursos
europeos y creador de discursos nativos
● Sujeto colonial amerindio como productor de discursos históricos y focalizados del europeo
colonial

EUROPEO FIGURA AL AMERINDIO DESDE LOS VALORES DE LA CULTURA MILITAR CABALLERESCA -


> Épica -> figura del amerindio -> + destacada, Cacique vencido.

Juan Ginés de Sepúlveda > sobre la superioridad de los europeos, México y su rey fueron
fácilmente conquistados por Cortés y los suyos. La sumisión de los naturales americanos significa
su supuesta inferioridad cultural. De los aztecas argumenta “cobardía, ineptitud, rudeza” Rasgos
que identifica a su vez con el género femenino.

Juan Ginés de Sepúlveda compara a los aborígenes con mujeres. MUJER-MORO-AMERICANO


COMPARTEN LA INFERIORIDAD Y LA COBARDÍA. La Cobardía y la crueldad feroz como
comportamientos complementarios. La ferocidad salvaje y la cobardía son dos manifestaciones del
mismo fenómeno. LAS CARACTERÍSTICAS FEMENINAS SE SEÑALAN COMO LO CULTURALMENTE
DEFICIENTE.

Novelas de caballerías -> caballeros nobles, derrotaban monstruos, ejércitos, hechiceros y


fácilmente conquistaban a la mujer.

Degeneración de las costumbres morales *magia, herejía y pérdida de creencias en el Evangelico;


*liberalidad sexual fuera del matrimonio. Lectura femenina -> víctima y ser vulnerable. Focalización
de la mujer como lectora igual que a los indígenas. Los lectores potenciales de la misma índole ->
prohibición de exportación de libros de caballería.
MISMA SUBESTIMACIÓN -> se miraba al amerindio desde lo femenino. Por su “torpeza” no podían
distinguir la verdad de la mentira lo divino de lo diabólico.

Pensamiento filosófico griego -> creían en la dualidad de las formas, 1 elemento domina al otro, la
perfección sobre la imperfección, la fortaleza sobre la debilidad.

Jerarquía humana aristotélica Mujer y niño como criaturas defectuosas, Amerindio


psicológicamente es un niño, poseedor de todas las facultades racionales que existían en potencia.
Lo que le faltaba al amerindio era educación e instrucción, para que se realicen sus potencialidades
intelectuales. *supervisión e instrucción constante.

INDIOS DE AMÉRICA = MUJERES Y NIÑOS DE EUROPA. Entregados más a la emoción que a la razón.

● + Mejoramiento moral - desarrollo intelectual. Concepto europeo de moralidad


● Relación jurídica binaria en la construcción de la alteridad y lo Otro. Discurso de
dominación-> jerarquización doméstica y jerarquización imperial.

CARACTERÍSTICAS MORISCAS -> identificación con los amerindios en el discurso cristiano sobre
los infieles.

Búsqueda de semejanza e/ amerindio y hebreo, moro. PROCESOS DE FIJAR LA ALTERIDAD


APOYÁNDOSE EN LA SEMEJANZA.

Sujeto colonial colonizado -> discursos históricos escritores autóctonos americanos (1580-1640)
dignidad -> entra en el debate del amerindio *no se puede escribir en su lengua autóctona
(materna) sí en la europea (español). Experiencia nativa relatada desde la historia.

Proyecto colonial europeo -> discurso colonial -> científico, objetivo, razonado = masculino
Proyecto amerindio -> discurso nativo -> subjetivo, sensible = femenino.

PRESUNCIÓN DE INFERIORIDAD CULTURAL, LEALTAD AL MONARCA ESPAÑOL Y A LA DOCTRINA


DE LA VERDADERA RELIGIÓN

-> es necesario por esto, DESFEMINIZAR al amerindio mediante la racionalización y la erradicación


de magia y brujería.
*El sujeto colonial entra en el discurso caballeresco
*Felipe Guamán Poma de Ayala -> actos autóctonos sirven de modelo de conducta caballeresca
*niveles máximos de caballería y diplomacia.

El sujeto colonial americano demanda del Europeo el conocimiento de las costumbres y modos de
organización social autóctonas.
● Europeo -> tabla rasa, vacía de contenido
● El sujeto colonial americano borra los retratos ajenos que lo identificaban con: naturaleza,
pasión, femenino, doméstico, rústico, pagano para identificarse con lo opuesto: cultura,
razón, varonil, público, cortesano, caballeresco, cristiano.
Alteridad y semejanza -> oposición binaria con valor inferior y superior. Todo se piensa desde los
extremos, no hay posiciones intermedias.

● Alteridad en el discurso estereotípico colonial, se postula en términos de género y etnia:


MORO, JUDÍO, MUJER, NIÑO
● El sujeto se reconoce a sí mismo, reconociendo al otro. (modelo epistemológico,
identidad)
● El sujeto se define por oposición
● Necesidad de diferenciar jerárquicamente
● Alteridad -> fijación que permite establecer los parámetros de la identidad.

Prólogo. Diario, cartas y relaciones. Valeria Añón y Vanina Teglia.

Introducción

El 12 de Octubre de 1492 se da el encuentro entre dos culturas, españoles e indios actuaron muy
diferentes. Los hombres provenientes de Occidente creyeron encontrar a los indios, de la India,
pero éstos no estaban rodeados de las riquezas del Gran Kan sino que estaban desnudos. Los
habitantes de la isla parecían no tener nada, aunque entregaron muchos regalos al Almirante. La
naturaleza también ofreció su despojamiento y una fertilidad evidente. El encuentro asume la
modalidad del “rescate” o trueque propia de los viajes de exploración. Este trueque iniciado por el
Almirante, tan denostado históricamente por ser de poco valor lo que él, y sus hombres ofrecen a
cambio, es llamativo por lo particular de los elementos intercambiados: bonetes colorados, cuentas
de vidrio y cascabeles traídos por los españoles en sus tres carabelas. Todos los elementos que
sirven a la liturgia cristiana y a la cristianización de los infieles revierten su función. Son utilizados
con objetivos principalmente mercantiles y con el fin de congraciarse con los pueblos nativos. El
paisaje americano y sus habitantes son, para Colón, inmensamente felices. Se representa a la
naturaleza y a los naturales con elementos propios de un paraíso prístino distanciado -en varios
sentidos- de la cultura europea. Las descripciones colombinas parecen provenir directamente de los
pasajes bíblicos referidos a Adán y Eva antes de la Caída. Los tópicos edénicos de la abundancia y de
la eterna primavera son repetidos incansablemente. Este paraíso natural es tanto un paraíso
productivo como el lugar imaginado para concretar un retorno a los ideales del cristianismo
primitivo. El encuentro estuvo mediado por los fines mercantiles, los mitos paradisíacos, por un fin
evangelizador y por la hipótesis del encuentro con tierras asiáticas.

En la posibilidad de enriquecimiento que revelan las Indias para los escritos colombinos se conjuga
una doble esperanza de salvación: el reconocimiento por el servicio ofrecido -fama, distinción y
herencias nobiliarias- de parte de los Reyes Católicos, y el reconocimiento divino por la expansión
de su fe a los confines del Mundo, adonde no ha llegado aún su palabra divina y salvadora. La
obsesiva búsqueda de oro persistirá a lo largo del proceso de conquistas del Nuevo Mundo y como
desvelo en la colonia hispanoamericana posterior. La curiosidad y generosidad de los indios, luego
se transformará en rechazo de los españoles y huida, o mezquindad como formas de resistencia a la
colonización.

La certeza frente a la incredulidad constituye una de las características del relato, que se poblará de
otros indicios, centrales en la conquista toda: las señales del oro. El archivo americano se inaugura
con un texto perdido e interpolado, atravesado por la polémica y la multiplicidad de voces:
metonimia y metáfora de todas las imágenes posteriores. Contamos con una serie de textos (cartas,
relaciones, diarios de navegación) que constituye lo que la crítica ha denominado (y unificado
como) el corpus colombino, y que dan cuenta de los cuatro viajes del Almirante hacia las Indias/el
Nuevo Mundo: en 1492, 1493, 1498 y 1502. Luego de intensas y extensas gestiones con la Corona
portuguesa, éste es desestimado debido a errores en sus mediciones de la esfera terrestre, entre
otras cuestiones. Colón lleva entonces su proyecto a España, donde comienza una serie de
negociaciones apoyada por los sacerdotes del monasterio de La Rábida. Las gestiones le insumen
siete largos años durante los cuales se pasa del desinterés al entusiasmo y a la duda, hasta que el
proyecto recibe el decidido impulsa de Luis de Santángel (financió la mitad de la expedición).
Tomada la decisión política en 1492, comienzan las negociaciones con los Reyes Católicos, que se
extienden y dan lugar al acuerdo llamado las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas en la ciudad del
mismo nombre, el 17 de abril de 1492. Con la inversión de Santángel se inaugura así la modalidad
de inversión privada, con anuencia y autorización de la Corona, que definiría las exploraciones
posteriores al Nuevo Mundo.

Los viajes

1492 Primera expedición -> constituye un fracaso, promete un camino nuevo al Oriente, a la India,
al que no llegó; promete volver con oro y especias, y apenas pudo mostrar seis indios, poco oro y
ninguna especia. Sin embargo, mostró su viaje como un ÉXITO y como el más importante
descubrimiento del siglo.

Segundo viaje será el más espectacular, por despliegue y recursos. Salen de Cádiz en 1493, con una
expedición de conquista organizada: 17 naves, 3 carracas, 2 naos, 12 carabelas y aproximadamente
1.200 tripulantes. No se conservan originales de peso ni el diario de navegación de Colón. Sí se
cuenta con una serie de relaciones coetáneas de utilidad (a pesar de que cubren zonas parciales de
la expedición) y con relatos posteriores de otros cronistas (Fernando Colón, y fray Bartolomé de Las
Casas). Lo que suele incluirse como relato de una parte de este viaje es un Memorial que Colón
envía a los Reyes en 1494.

Tercer viaje inicia en Mayo de 1498 y finaliza hacia el 1500. Esta travesía consta de accidentes y
dolencias, una vez más los documentos originales se han perdido; sólo se cuenta con el sumario
provisto por Las Casas del diario del Almirante, así como párrafos (también transcriptos por el
fraile) de una perdida carta del Almirante a los Reyes.

El cuarto y último viaje (cuya Relación se incluye en esta edición) constituye la imagen especular
invertida del hálito triunfalista del primero. Colón emprende esta última travesía con cuatro
carabelas y con precisas instrucciones: realizar un viaje de exploración, evitar el tráfico de esclavos
(que los Reyes desaprobaban y se había instalado desde el Segundo Viaje) y bajo la prohibición de
desembarcar en la isla Española, ya desde los dos viajes anteriores, dadas las controversias (en el
Segundo Viaje encuentra el fuerte destruido y todos los españoles muertos). En este viaje último,
CC destrozó sus barcos, aniquiló a sus hombres y regresó de milagro a Castilla, enfermo, cargado de
deudas y desprestigiado.

Utopías sobre el fértil jardín americano


Nuevo Mundo es presentado como la realización plena de una utopía. CC contempla el nuevo
mundo como un paraíso. Tierra fértil y llana. El mito del buen salvaje será retomado por Las Casas,
parte de un motivo que caracteriza a América como locus amoenus. La mansedumbre de los
amerindios se encuentra en su tendencia a aceptar y desear la fe cristiana que los Reyes
representan y con la que concretarán la unidad española de todos sus territorios.

Una tradición para describir el paraíso natural deseado

CC se sirve de ciertos tópicos de la literatura clásica para definir la naturaleza del Nuevo Mundo.
Según Beatriz Pastor la suavidad del aire, la fertilidad de la tierra, la abundancia del agua y el
exotismo de la fauna, entre otros. Todos recrean el paisaje ideal o paraje ameno definido y
redefinido desde varias tradiciones: la literatura pagana, cristiana, clásica, medieval y renacentista.
Lo que Curtius (1995) llamó la descripción literaria de la belleza natural, elaborada y fijada
tradicionalmente por la poesía griega, luego muy difundida por Virgilio y Ovidio; evocada, además,
en la persistencia del motivo del locus amoenus en la poesía pastoril, en la novela helenística, en los
poetas cristianos, en la épica y en la literatura de caballería. Esta superestructura del “paraje
ameno” ha recibido varias denominaciones y caracterizaciones a lo largo de los siglos. Edad de
Oro para los antiguos, Arcadia, visiones del Edén o del Paraíso, Jardín de las Delicias, Islas
Afortunadas, Campos Elíseos e isla de Thule son algunos de los nombres asignados. Curtius
ejemplifica y explica que todos los motivos medievales de la naturaleza provienen de la poesía y de
los ejercicios retóricos de la tardía Antigüedad y de la Biblia.

Con la Modernidad y el Renacimiento, aparecen muy lentamente las obsesiones acerca de lo


verdadero, el estilo del individuo y la jerarquización de lo visto y lo experimentado por el sujeto. En
relación con estos cambios, surge un generalizado rechazo, promovido por el erasmismo -doctrina
moral católica-, por las fábulas o historias “mentirosas” principalmente de las novelas de
caballerías. Las ideas y mitos de aparición insistente perduran en el imaginario y en el lenguaje a
pesar de la revalorización del testigo de vista.

Colón y los historiadores de Indias, en su mayoría, describieron el Nuevo Mundo con los motivos
e imágenes de esta tradición, percibieron a América como paraíso de gentes viviendo en una
Edad Dorada.

Las descripciones colombinas, por un lado, reproducen imágenes o tópicos aparecidos en otros
textos, por el otro, crean la ilusión de que lo representado puede ser verificable y confortable con
lo real. El primer modo de exposición trabaja “entre textos”; el segundo responde al modo de
registro propio del testigo o del viajero, que también corresponde a una retórica cuya finalidad es
convencer al lector del carácter factual de lo descripto.

El jardín fértil cercado por la Mar Océana

El Almirante y su estilo hiperbólico se siente cómodo al describir la flora exuberante y las cualidades
de la tierra, más que a sus animales. La naturaleza de las Indias fue pensada primero como “jardín”.
El Paraíso Terrenal medieval también era ubicado en tierras inalcanzables, fuera del mundo
conocido o casi, podría decirse, fuera del mismo mundo. Cristóbal Colón se ha servido de esta
trama en sus escritos: encuentra un paraíso productivo de paz y bondad luego de un largo viaje de
padecimientos personales y de un itinerario nunca antes explorado. En su cuarto viaje a las Indias la
armada de Colón enfrenta terribles condiciones temporales durante todo el trayecto en América
hasta su regreso a España. En Jamaica escribe, dirigiéndose a los Reyes, la relación de este viaje. Un
año en la isla junto a los nativos y pocos hombres fieles. El 4to Viaje se caracteriza por la “ruta de
las tormentas” -> Colón no encuentra la tierra ideal ni una comunidad utópica como le sucedió en
su primer viaje, aunque sí una nueva tierra del oro -Veragua.

El paraíso nunca es un hecho, sino una latencia y un problema de la esperanza: se encuentra cerca y
lejos a la vez. Esta misma inaccesibilidad asegura su perfección, lo mantiene invariable en el
imaginario que lo representa “desde lejos”.

Orden sin progreso

Una característica importante para describir la naturaleza es la fijeza. La perfección y amenidad del
jardín paradisíaco, no provoca sorpresas porque es un espacio que brinda estabilidad y seguridad al
individuo, además de comodidad. En el caso de las Indias, la utopía y las proyecciones ideales
encarnarían el deseo de imponer orden a lo que se presenta como diferente.

Todo el contento que implica el deseo utópico resultaría en deseo tranquilizador de orden; la
felicidad en este sentido viene a ser ordenadora de un caos que se busca conjurar. Para Mignolo, la
Modernidad es una narrativa europea que tiene su cara oculta y oscura en la colonialidad que la
constituye. En el momento de celebración de la Modernidad -cuya retórica está determinada por
las temáticas de la salvación y la novedad-, el indio americano es definido como inferior, y en esto
consiste la colonialidad constitutiva de la celebratoria retórica moderna.

● Sólo una vez avanzada la Conquista, los amerindios serán vistos en su diferencia y no por
su irrealidad. Las Casas realiza una caracterización similar, una definición por negación que
es, finalmente, negación de la realidad. Los indios principalmente son inocentes: no sin
maldad, sino “sin culpa”. Esto es todo lo que Las Casas sabe de los indios -su falta de
culpa- sabe lo que no tienen.

Los primeros cronistas conocen y pueden comprender todo lo nuevo que se les presenta ante sus
ojos sólo en términos de irrealidad o de negación de su propia realidad. La teoría del clima o “del
medio”, parecía explicar las diferencias entre las razas a partir de ciertos fenómenos observables
como la situación geográfica, el clima y el suelo.

● El descubrimiento descrito por el Almirante es un espacio de perfección deseada.

Estas primeras imágenes del paisaje indiano son tenidas como comienzo absoluto de plenitud. El
paraíso de las indias es una Edad de Oro y un paraíso “recuperado”.

Relato de viaje e identidad: modulaciones del corpus colombino

El viaje es el eje estructurador del relato occidental. La definición misma de lo americano se halla
ligada a desplazamientos, migraciones, fronteras, confines y zonas de contacto.

El texto que inicia el corpus de la mirada occidental acerca del Nuevo Mundo es el Diario del Primer
Viaje a las Indias de Cristóbal Colón; diario de navegación y conquista, cuaderno de bitácora,
relación (informe) a las autoridades, sumario atravesado por distintas voces y usos (por
narradores diversos), fundante, en su heterogeneidad textual, de representaciones sobre las Indias
configuradas en el imaginario medieval pero atravesadas por una renovada tensión hacia la
redefinición de la ecumene que la experiencia de lo diverso impulsa.

En el primer viaje colombino estamos ante las inflexiones de un cuaderno de navegación que
articula en su centro las vicisitudes del derrotero marítimo, un espacio que se va constatando
(descubriendo, midiendo, ajustando) y que otorga una prosodia peculiar al texto.

Las PRIMERAS IMÁGENES SE CARACTERIZAN POR EL DESPLAZAMIENTO MARÍTIMO Y TERRESTRE,


HACIA LO PREFIGURADO PERO TAMBIÉN HACIA LO DESCONOCIDO, unido de forma indisoluble a la
pregunta por la identidad y la incidencia del saber sobre el Otro que define las posibilidades de la
conquista.

En los viajes colombinos, la primera persona es espacio de autorización de lo dicho y también


disputa por la autoridad enunciadora y por la escritura misma.

Las premisas fundamentales del género relato de viaje, en especial relacionada con la figura del
narrador-viajero: el que narra es el que viaja. Con su profusión de narradores (narrador-
protagonista y narrador-editor en el primer viaje) la escritura del desplazamiento se complejiza,
convoca diversos locus de enunciación y acorrala incluso la noción de autoría.

El corpus colombino funda la polémica, la interpolación y la elipsis que constituyen el archivo


americano.

El relato de viaje en el corpus colombino

Las fronteras de todo espacio son porosas, al igual que los límites del género aludido, siempre en el
entrecruzamiento entre memoria, testimonio, historia, viaje y autobiografía. El relato de viaje se
define por su indefinición: complejo, contradictorio, capaz de incluir diversos tipos discursivos y
textuales. Tensionado entre ficción y factualidad, experiencia y escritura, verdad y verosimilitud,
este tipo de textos pareciera resistirse a los límites fijos. Género híbrido -> un tipo textual siempre
“fuera de lugar”, descentrado, a caballo entre géneros, épocas, narradores e intencionalidades.

La experiencia del Otro, la representación del Otro: El desplazamiento de lo propio para salir al
encuentro de lo otro. Todo relato de viaje puede ser concebido como una HETEROLOGÍA: UN
DISCURSO SOBRE EL OTRO CUYA CONDICIÓN DE POSIBILIDAD RADICA EN OBJETIVAR, SEPARAR,
SUPRIMIR AL OTRO Y TRASPOLARLO (transformarlo, traducirlo) EN DIMENSIONES inteligibles PARA
EL YO.

Rodríguez, ITINERARIO -> eje estructurador del relato de viaje *PARTIDA, *TRAVESÍA,
*ENCUENTRO, *RETORNO.

Las crónicas expandieron los límites del discurso histórico y conformaron una nueva tipología, el
relato de viaje en el corpus colombino contribuye a y se define por esta ampliación de fronteras:
del género, de la identidad y la autoconfiguración, de las posibilidades de aprehender
cognitivamente lo distinto, de la noción de espacio tal como era concebida entonces y también de
lo leído y de lo legible.

Itinerarios: la partida

En el corpus colombino, es el espacio de la salutatio y la captatio benevolentiae, zona textual donde


la figura del narrador-viajero se articula con la construcción de la imagen enaltecida del Almirante
de la Mar Océana, recordando mercedes prometidas (en el primer viaje) y alcanzadas, polémicas e
incluso discutidas (en el cuarto). Relación del primer viaje como la del cuarto son textos híbridos
(cuaderno de bitácora, diario, libros erudito, informe) ambas inician el relato con la forma de la
epístola, género privilegiado para dirigirse a la autoridad, que erige tanto una relación de
subordinación y vasallaje como un diálogo directo con los Reyes que, por contrapartida, enaltece la
figura del enunciador.

Diario del Primer Viaje -> enumeración de condiciones históricas previas o concomitantes (la caída
de Granada, por ejemplo), la ratificación de acuerdos (las Capitulaciones de Santa Fe), la inscripción
de la expedición dentro de un plan mayor, vinculado con lo providencial y mesiánico.

Itinerarios: la travesía

Se caracteriza por un sujeto de la narración preciso, el viajero, que también es el narrador del
relato; coordenadas espacio-temporales y verbos de movimiento. La travesía constituye la mayor
parte de las relaciones del 1er y 4to viaje, trazadas de acuerdo con dos figuras de desplazamiento
disímiles: circular en el primer caso, zigzagueante en el segundo.

El relato de viaje se transforma en una transcripción indirecta de experiencias, coordenadas y


locaciones que el editor mismo se permite corregir a veces. Coexistencia de narradores. Ambos
narradores escriben desde la convención de lo visto y vivido: el narrador-viajero testimonia,
informa, detalla su derrota; el narrador-editor confronta las aseveraciones del diario colombino con
su propia historia en las Indias y despliega una serie de saberes lingüísticos, culturales, históricos e
incluso geográficos.

Las relaciones de estos viajes se proyectan entre sí como imágenes de un espejo invertido: de la
calma a la tempestad; de la imprecisión a la asertividad; también de cierto ánimo exultante al tono
lamentoso y apesadumbrado.

El otro elemento fundamental que organiza la travesía marítima en el Diario del Primer Viaje es la
tierra, y sobretodo, los indicios de tierra, reiterados con hiperbólica insistencia hasta el 11 de
octubre. El oro se vincula con dos espacios específicos: la Corte del Gran Kan y las riquezas
asociadas a los confines y a lo disforme/maravilloso/monstruoso desde los relatos de viaje de la
Antigüedad.

Se inaugura así el “discurso narrativo del fracaso” que instala un crescendo de temores y desgracias
frente a una naturaleza completamente hostil, acude a lo apocalíptico e incluso a lo escatológico.
Esto se vincula con otra de las vertientes fundamentales del relato de viaje, los esfuerzos y fatigas
del viajero-navegante-explorador, al tiempo que se enfatiza la dimensión providencialista e incluso
mesiánica.
Alteridades: del salvaje al caníbal

Todo relato de viaje pone en escena un discurso sobre el Otro (una heterología) que es también
un discurso acerca del Yo. Sobre estas representaciones (entendidas también como construcciones
especulares) se configuran los itinerarios de numerosos viajes hacia parajes exóticos, remotos o
intransitados, como es el caso del primer viaje de Colón.

La inscripción discursiva de la alteridad constituye una constante en la mirada crítica. El Diario del
Primer Viaje a las Indias actualiza e inaugura: el buen salvaje y el caníbal. El mito del buen salvaje
adquiere sus contornos actuales en la Modernidad (y en relación con el pensamiento de Jean
Jacques Rousseau), pero que presenta una formulación fundamental anterior, en la primera imagen
colombina sobre los habitantes de las islas a las que arriban se aludió y se inscribe, siempre, junto a
su contracara necesaria: el caníbal.

Antes de ser “bueno” es un ser salvaje, intrínsecamente vinculado con el espacio del Paraíso
Terrenal, el recuerdo de una Edad de Oro (anterior a la Caída) y el mito del retorno al origen. El
buen salvaje -que pone en evidencia la nostalgia de la condición edénica, fundamental en el
imaginario occidental- se define por medio de una serie de características fijas: la desnudez, la falta,
la vida en la naturaleza, la ausencia de marcas que denoten (los peligros y la corrupción de) la
civilización; la falta de lengua: el hablar del salvaje es un murmullo ininteligible que supone ciertos
modos de la comunicación, más vinculados con lo empático que con lo lingüístico. El encuentro
entre extranjeros e indígenas se hará inteligible para los primeros, transmisible, narrable:
concebible.

Naturaleza -> Espacio inventado por la cultura para establecer una red de significaciones
supuestamente externos a la sociedad, con el fin de reflexionar sobre el sentido de la historia y la
vida de los hombres en la tierra.

La desnudez y la falta constituyen las primeras dimensiones para caracterizar a esta ”gente muy
pobre de todo”. La pobreza indica no la ausencia de riquezas sino la falta vinculada con un estado
de naturaleza, donde las marcas de la civilización (de la cultura) están ausentes. La desnudez
remite de inmediato al Paraíso primigenio, centro productor de innúmeras imágenes en el
imaginario judeocristiano y que tenía aún una ubicación geográfica posible, aunque remota. Toda
caracterización del salvaje tiene uno de sus ejes centrales en la representación del cuerpo. Si el
salvaje americano está prefigurado en el homines agrestes medieval, el narrador-viajero
actualizará representaciones del Otro vinculadas con otros desplazamientos.

Concentrado en los réditos, en sacar provecho de lo hallado, se articula con un ideal mesiánico: la
falta de seca como supuesta factibilidad de una rápida evangelización, sirve tanto a un ideal como a
la legitimación efectiva de exploración y conquista.

Antropófagos -> caníbales. Funda una imagen central del Otro que logra convertirse en
hegemónica. La referencia a los caníbales queda instalada como un murmullo amenazante. 23 de
Noviembre -> El Bohío, una tierra remota asociada desde días anteriores a riquezas y especerías
inestimables se presenta como el espacio vinculado con lo monstruoso: el cíclope y el caníbal. El
desplazamiento sonoro de “r” a “n” y una confusión por “caribe”, que designaría a los
beligerantes habitantes de tierras cercanas. En el término “cannibale” Colón ha confusamente
percibido el radical del latín “canis”; de ahí la asimilación al cinocéfalo. Confunde la lengua del
otro con la propia. Operación fundante en la conquista: la corrupción de los vocablos indígenas -
producto de la inquebrantable creencia en que el otro es traducible de inmediato a una lengua
propia- inscribe de manera definitiva nombres y categorías del Nuevo Mundo, en el Nuevo
Mundo, al que también se concibe en buena medida como tabla rasa.

Gran Can -> soldados del Gran Kan ingresan en el texto reforzando la hipótesis asiática: la idea de
encontrarse en las tierras buscadas, unida a la promesa de riquezas y especerías sin fin que, no han
hallado hasta ese momento.

El discurso sobre el salvaje, conformado a partir de un archivo de tópicos y motivos que pueden
ser rastreados hasta la antigüedad clásica, representan una continuidad, coexisten con el Diario,
reunidos en la figuración del caníbal

Una vez arribado a las costas de Portugal, luego del primer viaje a las Indias, CC escribe una carta a
los Reyes Católicos anunciando su Descubrimiento, y otra al escribano que financió la empresa, Luis
de Santángel, siendo la segunda la que tuvo una importante difusión en Europa. Entre los años
1544 y 1552, Las Casas buscaba documentos de la conquista, para redactar su Historia de las Indias.
Este resumen lascasiano es el que está a nuestro alcance.

“Todas son palabras formales del Almirante” Las Casas y el Diario. Zamora, Margarita

Diario de Colón -> primer enunciado sobre América escrito en lengua española. Texto de fundación.
En el imaginario occidental ya se había prefigurado la existencia de un nuevo continente: tule,
antilia, hespérides y atlantis. La realidad histórica pasa por lo imaginario con un lenguaje mítico de
leyenda y maravilla. La imagen poética fundadora consiste en la belleza del paisaje, tanto natural
como humana. Reminiscencias del discurso poético del locus amoenus y la Edad de Oro. Las indias
adquieren el sentido de la fertilidad y la abundancia, prometedora de grandes riquezas materiales.
Las Indias prefiguran como antesala del Paraíso. Esta es la visión primigenia de la naturaleza moral y
natural de América.

La redacción del Diario consiste de dos interventores: Las Casas y Fernando Colón. La versión de la
cátedra está editada por Las Casas, ocupado en la defensa de la evangelización pacífica del indio.
Hizo el sumario no para su publicación sino para servirse de él en la redacción de sus historias y
tratados. Elabora una reescritura del Diario, que se lee como copia fiel. Las Casas se inserta en el
texto como un nuevo sujeto de escritura, modifica el proceso de interpretación y el significado que
le atribuimos al texto. Consecuencias de la intervención del nuevo sujeto escritor a nivel retórico y
de significación del texto.

Intervención retórica del sujeto por medio de:

a) Comentario editorial: comentarios evaluativos y no evaluativos, una nueva voz se diferencia


y se destaca de lo que hubiera sido el texto colombino original asumiendo una actitud
metalingüística crítica con respecto a las palabras del Almirante. Cambios de sujeto
gramatical.
b) Resumen

c) Aumentación -anacronística-: Función de hacer resaltar fragmentos mediante el relieve y la


autoridad del discurso testimonial. La persona cambia de tercera a primera para resaltar la
idealización del indígena: “le había parecido”, “porque yo vi y conozco”.

d) Alternancia en la relación del discurso directo e indirecto, entre la cita en primera persona y
la paráfrasis en tercera: Intervención metalingüística -> marca la cita directa mediante una
primera persona subrayada por el comentario editorial, destacándola del discurso indirecto
en tercera persona. Ej: “Todas son palabras del Almirante”, “Todo esto dize el Almirante”,
“Dice más el Almirante”.

A partir de estos recursos, realiza una manipulación del discurso colombino. Un nuevo sujeto
colonial que lo comenta, reorganiza, agrega y sustrae.

● En la transición del discurso indirecto al discurso testimonial -de la tercera persona a la


primera persona- se da una intervención metatextual donde prima la visión idealizante. La
intervención de Las Casas está dada en pos de establecer a los indios como sujetos de
conversión, intentando postular la evangelización pacífica del indígena, única justificación
para que los españoles residan en América, en la época del estrago.

El comentario editorial entre discurso indirecto y discurso testimonial señala un cambio en el


contenido. El discurso indirecto refuerza la fidedignidad/ fidelidad del amanuense. Es un
comentario metatextual, en tercera persona. Mientras que el discurso testimonial trata la
naturaleza edénica y la inocencia y mansedumbre del indígena. Destaca los pasajes idílicos líricos e
idealizantes.

Manipulación retórica del discurso colombino -> reescritura y transcripción.

*Intervenciones que tienen impacto en el proceso de significación del texto.

Características formales de intervención:

1) En la narración testimonial en primera persona, Las Casas introduce un nuevo sujeto de


enunciación
2) Se manifiesta como una NUEVA VOZ QUE MANIPULA EL DISCURSO, resumiendo,
aumentando, comentando y reordenando las palabras del Almirante.
3) La voz nueva infunde al enunciado colombino de una intención ajena adaptándolo a sus
nuevos propósitos semánticos y expresivos.
4) dota el discurso de un nuevo sentido

TEORÍA DEL DISCURSO LITERARIO (Kristeva)

Texto como fenómeno esencialmente intertextual. *proceso de asimilación y transformación de


otros enunciados *La intertextualidad modifica el sentido del intertexto asimilado, esa
transformación responde a la intención discursiva del nuevo contexto.
Aumentación, escisión, comentario metalingüístico.

Operación editorial de Las Casas -> constituye un nuevo discurso metatextual -> PRODUCE UN
NUEVO TEXTO.

*Papel retórico del amanuense -> pretende ocultar la manipulación

*Tercera persona singular: discurso mercantilista


*Primera persona singular: discurso idealizante sobre la naturaleza moral del indio.
*Comentario editorial: “dize el Almirante” para hacer resaltar el discurso colombino.

HETEROGENEIDAD TEXTUAL QUE PRODUCE LA JERARQUIZACIÓN DE TEXTOS EN EL TEXTO ->


impacto en la retórica. Discurso cristiano - evangélico representado en forma testimonial -> verbo
en 1era + comentario editorial (“Dize aquí el Almirante”) para resaltar lo testimonial; “estas son
todas...” marca de fidelidad del copista, y de lo narrado; prestigio y autoridad a la 1era persona.

Voz editora y comentario editorial: tercer intertexto, diálogo entre voces distintas : quebrante la
unidad y linealidad textual.

● IMPONE UNA RELACIÓN VERTICAL Y JERARQUIZADA ENTRE LAS DISTINTAS VOCES.


Primera persona -> + jerarquía + autoridad testimonial
Tercera persona -> - jerarquía - trasfondo por el que se destacan las otras voces.

DISCURSO POETIZANTE/ IDEALIZANTE Y CRISTIANO-EVANGÉLICO sobre los otros discursos. Visión


de América cuya sustancia moral y “natural” lo vincula con la Edad de Oro y el Paraíso Terrenal -
bíblico-

Discurso disyuntivo -> idealizante-poetizante vs. mercantilista-imperialista

● La retórica editorial lascasiana subordina el discurso mercantilista al discurso poetizante.

Los relatos colombinos, Triviños Araneda.

CRÍTICAS POSTERIORES SOBRE EL PRIMER CRONISTA -> IDEOLOGÍA DE LA LITERATURA DESLIGADA


DE LA REALIDAD SOCIAL E HISTÓRICA.
Promesa del oro. Relato del encuentro con indicios, signos o señales de la fuente del oro infinita. El
lugar de la fuente del oro siempre se desplaza. Narración del 1er viaje = Almirante regresa a España
con anotaciones sobre el lugar d residencia del otro.

Historia del encuentro de un objeto (oro)

Otorga unidad a los cuatro relatos sobre el descubrimiento. Diarios, cartas y memorial -> un solo
texto cuya temática o materia es el descubrimiento diferido de la fuente de oro infinito.
El objeto anhelado se desplaza, sin producir el descreimiento del mito. La creencia del mito no se
deshace.
Los relatos colombinos fundan la percepción del Nuevo Mundo como lugar donde las ficciones
europeas pueden convertirse en realidad.
Mito del oro inagotable. Se elabora en una sociedad regida por una economía monetaria. Sueño del
oro -> época del “hambre de oro” -> devaluado, marcada por la necesidad de encontrar oro. El oro
otorga el poder y la capacidad deseante y poseedora de cualquier cosa. Quien lo tiene hace lo que
quiere.
El Descubrimiento representa el coronamiento de un proceso interno de la economía occidental en
busca de oro y especias.
Sueño del occidente europeo durante el período del “hambre de oro”. Mito del país áureo -> es el
elemento omnipresente que otorga unidad, coherencia y tensión a la narración colombina.
Percepción del Nuevo Mundo -> tierra del oro inagotable.
Nuevo Mundo -> tierra del oro y de la conversión. La preocupación religiosa es una preocupación
material. Propósito evangelizador y deseo de riqueza es parte del mismo plan:

● “Lo espiritual y lo material están relacionados de tal modo que sería antihistórico separa un
aspecto de otro”.

Alusión del provecho espiritual unido al del provecho material.


La materia americana carece de sentido por sí misma, se la gasta en Dios. Su función es servir al
proyecto de lo espiritual.

Percepción idílica del hombre el Nuevo Mundo

Belleza, ingenuidad, generosidad y humildad exaltadas


Reducción de los hombres a una percepción idealizada.
Permite la transformación a lo inverso.
Visión del hombre bueno se revierte a lo opuesto
Noción antitética por reduccionismo de los seres y de su cultura.

Primer viaje
Visión idílica inalterable.
Relato del encuentro de un paraíso que se convierte en un antiparaíso le otorga unidad al relato (a
los relatos, igual que la búsqueda permanente de oro)
Se trata en el Primer Viaje del paraíso soñado por el conquistador.
El encuentro de hombres que no oponen resistencia
Paraíso militar para el conquistador
La libertad de los indios convierte su espacio en un paraíso económico –todo es de todos-

DOS PLANOS:

1) en el PLANO POLÍTICO: los hombres son sumisos, aptos para ser mandados

2) en el PLANO RELIGIOSO: son mansos, no tienen sectas ni son idólatras. Son crédulos,
conocedores de que hay un Dios, aptos para ser cristianizados sin oposición.

Episodio del Golfo de flechas


Indios fronteros a los caribes que se rebelan. Los indios hostiles no pertenecen al espacio
paradisíaco.

Cuarto Viaje (25 de diciembre)


La empresa descubridora es un martirio. Increíbles peligros y trabajos. No relata ya las virtudes del
hombre descubierto, los méritos de quien lo descubrió. Indio que mata, desobedece, y huye.

Se narra el encuentro y la destrucción del paraíso

· Historia del descubrimiento del paraíso que se convierte en un antiparaíso


· Transformación de los amigos en enemigos
· Conversión del mundo idílico a antiidílico
· Realidad de la resistencia a la dominación vs. Sueño de dominación sin
resistencia/pacífica.
· Nuevo Mundo como espacio del martirio
El Nuevo Mundo es el lugar donde los sueños europeos pueden convertirse en realidad y
asimismo desintegrarse
Oro -> el mito no se destruye porque es posible ubicar el objeto en otro lugar. Mientras
haya tierras por descubrir la ilusión permanecerá sin erosionarse.
Nuevo Mundo para los Reyes de España -> noción que tampoco se destruye
Indígenas -> seres cuya función en la historia es la de ser mandados. (¿?)
América. Objeto de escritura.
Paisaje paraíso -> uso de superlativo, todo existe en forma óptima y máxima. Deseo de
escribir todas las grandezas y maravillas encontradas.

Lo indecible y el subrepujamiento son estrategias retóricas para mantener la impresión de lo


superlativo.

· Estilo hiperbólico y superlativo predomina a su vez en América como mundo de cosas


“espantables”
Primer viaje o relación: grandezas y maravillas de América
Cuarto viaje o relación: infinitos trabajos de quien escribe
Tópico de lo indecible: lo narrado como verdadero
· No hay disyunción entre discurso histórico y poético
· Relato del encuentro y destrucción del paraíso conquistador
· Búsqueda diferida de la fuente del oro infinito
· Historia de un narrador que se autopercibe con los atributos de un siervo de Dios

Hombres del Nuevo Mundo


1) Son posesión de los reyes de España
2) Deben ser cristianizados por la nación
3) La materia americana debe servir al espíritu representado por Europa
4) El Nuevo Mundo es el lugar donde los mito europeos pueden convertirse en realidad o
desintegrar

“Segunda Carta de Relación” de Hernán Cortés.


Modeliza una figura de conquistador y una forma de conquista, propone las primeras imágenes,
fundantes, de una gran civilización americana, a partir del retrato de su ciudad-centro,
Tenochtitlan, y de su gobernante, Motecuhzoma, en una tradición retórica que abreva tanto en el
discurso legal y notarial, como en el discurso histórico y el relato de viaje para narrar el espacio
urbano y sus implicancias sociales y culturales

● Apuntes de clase Añón

CARTAS DE RELACIÓN DE HERNÁN CORTÉS. Polémicas y tramas discursivas. Archivo. Naturaleza y


ciudad (representación cartográfica: mapa de México). En 1506 muere CC. En 1507 se elabora el
primer mapa que incluye al “nuevo mundo”. Redefinición de la ecumene, tierra habitada o mundo
conocido, a raíz de las modificaciones en la representación del espacio en Colón y en Hernán
Cortés. Orbis terrarium -> mapa cristiano. Orbis alterium -> luego. Mundus Novus - Américo
Vespucio, S. XVI. Lengua franca el latín, idea del mundo nuevo, mapa -> concibe la existencia del
espacio como nueva.
Diego Velázquez en la conquista de Cuba, es mandado por Diego Colón, y participa de la Primera
Capitanía General organizada en Cuba. Translatio imperii -> Se trasladan las instituciones del
Imperio hacia las colonias. Capitanía representa al Rey. 1517-1518. Velázquez organiza 2
expediciones a México. Rescate. Intercambio de elementos de valor simbólico. Buena voluntad
entre ambas culturas. Rescate -> incluye la idea de redención, rescatar algo, tiene permiso para
representar a Diego Colón, no tenía permiso para poblar y conquistar. Diego Velázquez quiere
conseguir el permiso para conquistar y poblar al rey. En 1519 Cortés sale hacia México. Carta de
deberes hacia el expedicionario. Velázquez ordena dar entera relación y procurar saber el secreto
de las tierras, rescatar a unos españoles cautivos por los mayas. El rey es Carlos V. Relación de
autoridad Hernán Cortés -> Diego Velázquez -> Diego Colón -> Rey Carlos V.

Funda La Villa Rica de la Vera Cruz. Primera ciudad española creada en América. Cortés se rebela a
Velázquez y por tanto al rey. “Quema de las naves” -> persecución a Cortés. Cortés destruye las
naves. No quema las naves. Las encalla. Elliot marca también que cuando parten de Cuba, todos
queman las naves. Conquista establecida en base a la rebelión. Linealidad de conquista certera.
1521 -> 13 de Agosto. Cae méxico. Empieza un proceso de colonización hasta 1535.

Historia de la Conquista de México -> Cartas de relación de Cortés. Autor. Cartas o documentos
cortesianos (Juicio de residencia a Cortés, testimonios). Cartas -> operación de archivo las organiza
en virtud de un referente y de un nombre de autor. Carta de relación -> plural, firmada por otro.
“Estilo cortesiano” atravesado por un discurso legal.

a) CIRCULACIÓN por toda europa

Destinatario implícito -> amplio, ávido de noticias del Nuevo Mundo. Elementos exóticos, riquezas,
elementos, descripción. Traducción al francés, inglés, alemán.
2da./3ra. Carta de relación
1522 - se imprime, se edita best-seller.
1523 - se imprime tradición del relato de viaje. Relato de viaje maravillosos. Cortés sigue en México.

Imagen providencial de la historia -> conquista espiritual


-> conquista territorial
La estructura narrativa de las cartas traza un argumento legal providencial.

b) CENSURA. En 1527 son prohibidas en todo el espacio español. Sólo se publican dos siglos
después en el S. XVIII, tienen una enorme pregnancia en el imaginario de lo que era México.
Disputa política, le arman una causa a Cortés. México es el nuevo espacio de riqueza. Los
hermanos Colón tienen territorios que están entrando en detrimento. La censura proviene
de lo decible y lo legible, lo que se puede decir, lo que no puede decirse. En 1550/1552
Francisco López de Gomara reune la biografía y las historias de los conquistadores (Cortés).
Luego se prohíbe su circulación por un litigio entre la corona española y los hijos de Cortés.
Los dos martines. Historia de López de Gomara se vuelve a editar en el S. XVIII. Es elogioso.
Las casas inside en su prohibición. 1584. Bernal Díaz de Castillo -> tinta, interferencias en la
materialidad.

1568/1584 -> Bernal Díaz era un soldado de Cortés, escribe desde la historia popular,
folklórica. El yo como lugar de enunciación privilegiado. El yo de la experiencia. Cuenta los
detalles y las minucias de la Conquista. Texto ilegible en el S. XVII. En el S. XX es leído como
un texto realista. Su primera edición es de 1632. Texto central del Archivo Americano.

c) ENUNCIACIÓN. Cartas. Se escriben en la medida en que acontece la campaña. Inmediatez de


la Conquista, inmediatez legal. Narración vs. historia. Escribe en espacio de la derrota.
Victoria ineludible de la Conquista. Carta escrita con artilugios que tienen que ver con ganar
la autoridad legal. Dimensión providencialista -> concepción vivencial de la batalla. Soldado
español cristiano. Tradición medieval. Caballero cristiano representa a la Corona. Es enviado
de Dios, de la verdad.

Cartas de relación de HC. Epístola que da entera relación, en términos de informe y de relato.
Encabezamiento y cierre. Marcas temporoespaciales fuertes. Día/mes/año. Texto anónimo
vinculado al contexto americano. Tiene la estructura de saludatio/exhordio/narratio/conclutio.

Saludatio: apertura y cierre

Exhordio: Presentación

Narratio: cuerpo, es + extensa

● Relatar, contar, narrar


● Informe a la autoridad
● Es producto de un mandato
● Información: bien preciado -> moneda de cambio
● Saber el secreto y el silencio de América
● Captatio benevolentia: falsa modestia porque el enunciador quiere conseguir algo, enaltece
al otro, lo halaga para obtener algún bien, ganando el favor del otro.
● Retórica del relato de viaje. Maravilla y espanto, hipérboles.
Conclutio: prueba, es + extensa, argumentativa, y cierra antes del saludo final.

NUEVA ESPAÑA > nombran para apropiarse del espacio. Apropiación simbólica del espacio. Villa de
Vera cruz -> ciudad-fuerte [Fuerte de Navidad] , ciudad-puerto [Villa de Veracruz].

Tradición de las 7 partidas. Alfonso X. Vasallo fiel del Rey. (tradición feudal -> reciprocidad). No es
relación de esclavitud, necesita un cabildo. Tesoros fabulosos, alimentan la maravilla de la carta
americana de cronenberg.

Matriz del relato de viaje, matriz del discurso legal.

Tópico de lo inefable denota la incapacidad de describir, decir, connota lo maravilloso y lo


inenarrable.

El discurso legal/notarial -> Siete partidas. Dimensión argumentativa -> construye aliados y
antagonistas. (Velázquez). Velázquez es traidor y Cortés es leal. Construcción de Cortés leal y
Velázquez traidor. “yo” testigo -> narradores-viajeros -> la experiencia, dimensión formal. Uso de
presente y pasado. Testigo ‘vi’ y ‘viví’ típico del discurso legal. Experiencia como primera mano del
testigo. Saber letrado vs. experiencia. Discurso del Relato de viaje.

VERDAD DEL S. XVI ESTÁ DADA POR LAS AUTORIDADES.

1519 - Hernán Cortés – Segunda Carta de Relación

Marco de la Segunda Carta de Relación


La carta está enmarcada con las palabras de presentación y cierre de su editor, Jacobo Cronenberg.

· La introducción presenta algunos aspectos de la carta, organiza el territorio y presenta al


gran Moctezuma y la ciudad de Tenochtitlan.

· El cierre anticipa las nuevas epístolas cortesianas, la toma por la fuerza de Tenochtitlan, la
muerte de incontables indígenas o el asentamiento de los españoles en el lugar.

Teatralización, enfrentamientos y castigo ejemplar

Batalla de Cintla (primera carta de relación)

Defensa del real (Cempoala)


· Corta las manos a los espías

Masacre de Cholula
· Se repite la misma estructura que en la defensa del Real de Cempoala: Cortés aparta a los
espías, los interroga y, finalmente, los castiga
· La matanza de los habitantes de Cholula es encarnizada
“[…] e hice llamar a algunos de los señores de la ciudad diciendo que les quería hablar y metílos en
una sala, y en tanto, hice que la gente de los nuestros estuviese apercibida y que en soltando una
escopeta diesen en mucha cantidad de indios que había junto al aposento y muchos dentro en él. Y
así se hizo, que después que tuve los señores dentro en aquella sala dejélos atando y cabalgué e
hice soltar la escopeta, y dímosles tal mano que en dos horas murieron más de tres mil hombres.”

Batalla con Qualpopoca


· Si bien Cortés no participa en esta batalla, utiliza el conflicto para hacer arrestar a
Moctezuma a los 6 días de haber entrado en la ciudad. Algunos plantean que fue apresado el
mismo día de haber entrado en la ciudad, sobre todo los testigos indígenas.
· Cortés quema a los indígenas responsables de las muertes de los españoles como parte de
otro castigo ejemplar tendiente a causar horror en los mexicas de Tenochtitlan y reprimir
cualquier intento de levantamiento.(Cortés tiene a Moctezuma preso)
· Le pone grilletes a Moctezuma.

Pánfilo de Narváez

Silencios
No dice cómo dividió su ejército. Cuando captura a Narváez, calla también que la lealtad de parte
del ejército de Narváez había sido ya comprado por Cortés. De esta manera, la captura del capitán
aparece como una hazaña que depende del favor de Dios, de la lealtad al rey y de la gran
inteligencia de Cortés.

Escritura a posteriori
Lo hace responsable de la caída de Tenochtitlan. Narváez es delineado como un traidor, que
pretende matar a Cortés sin tener órdenes de Carlos V y devolverles las tierras “pacificadas” a sus
dueños americanos.

Argumentos de Cortés
· Supuesta traición de Narváez: sin tener licencia de Carlos V, Narváez pretende arrestar y
asesinar a Cortés.
· Ayuda providencial.
· El desorden de su llegada desencadena, que culminará en la Noche triste

Masacre del templo mayor de Tenochtitlan


Cuando Cortés tuvo que ausentarse para enfrentar a la expedición de Pánfilo de Narváez dejó como
sustituto a Pedro de Alvarado al cargo de una compañía de 80 soldados que deberían resguardar y
proteger al prisionero Moctezuma II, preciado cautivo que les aseguraba la neutralidad de los
nativos, ya que el emperador los consideraba enviados divinos y les pedía a sus vasallos los trataran
con respeto (aunque la moderna historiografía no acepta una visión tan simplificadora de los
auténticos motivos de Moctezuma). La situación de los españoles era en extremo delicada, sabían
que eran muy pocos hombres como para contrarrestar un ataque de los mexicas. Alvarado, ante las
continuas noticias (o quizá mentiras) aportadas por sus aliados tlaxcaltecas y totonacas sobre las
intenciones agresivas de sus huéspedes, recurrió a la táctica que tantos éxitos le depararía en el
futuro: atacar primero. No está documentado, pero a la vista de los resultados parece que Pedro de
Alvarado, al que el historiador de primera fila Bernal Díaz del Castillo dice se le llamaba Tonatiuh -
una de los denominaciones dadas por los aztecas al astro rey, el sol, por su cabello rubio-, trató de
descabezar la posible rebelión eliminando a la clase dirigente tenochca. La orden de atacar a los
señores, que estaban indefensos celebrando el festival religioso del mes Toxcatl, para el cual el
mismo Alvarado había dado permiso, acabó en una masacre del estrato dirigente de la ciudad el
22 de mayo. Los aliados indígenas aumentaron el horror de la matanza: eliminando a decenas de
mujeres y niños llevados por su inextinguible y visceral odio al imperio mexica.
Esta Matanza del Templo Mayor encendió la mecha de la rebelión. Ésta comenzaba poco después
de que Cortés regresara y tratara de calmar los ánimos. Para ello solicitó a Moctezuma II que se
dirigiera a su pueblo para tranquilizarlo. En un intento para sofocar el violento tumulto, Moctezuma
II se asomó a la azotea (o balconada) de su palacio, instando a sus seguidores a retirarse. La
población contempló horrorizada la supuesta complicidad del emperador con los españoles, por lo
que comenzaron a arrojarle piedras y flechas que lo hirieron mortalmente, falleciendo poco
tiempo después del ataque. Parece claro que Cortés comprendió inmediatamente las funestas
consecuencias que tendría lo sucedido.
Según la versión azteca, todos los nobles aztecas que se encontraban en poder de los españoles
fueron ejecutados al dejar de ser útiles. Sin embargo la realidad es que varios de ellos
sobrevivieron. El Códice Ramírez, escrito después de la conquista por un azteca cristianizado,
reclama que a Moctezuma no se le administraron los últimos sacramentos, pero en verdad nada se
sabe de cierto de los últimos momentos del emperador y parece seguro que no estaba bautizado.
Muerto Moctezuma II, los señores y sacerdotes eligieron a Cuitláhuac, de carácter más belicoso
que su hermano, como su gobernante y caudillo de guerra. Éste desplegó una gran actividad para
alistar tropas, buscar alianza con algunos pueblos cercanos al lago y con los tarascos (de los cuales
recibió una clara y prácticamente unánime negativa) y tratar de derrotar a los conquistadores
españoles. Sin embargo, moriría pronto víctima de la viruela.

Noche Triste
Los combates entre mexicas y españoles duraban ya una semana, los españoles y sus aliados
indígenas estaban cercados en el palacio de Axayácatl y sus alrededores casi sin alimentos, por lo
que decidieron huir al punto de la medianoche del 30 de junio de 1520. Cortés dio la señal de
partida y bajo la consigna de silencio, marcharon por un puente de canoas en dirección a Tlacopan
(Tacuba) sigilosamente, cuidando del relincho de los caballos. Al llegar al canal de los toltecas o
Tlaltecayohuacan, una anciana mexica que había salido a tomar agua en un cántaro advirtió la
huida de los españoles y avisó a los guerreros aztecas. Pronto empezó a sonar el tambor de piel de
serpiente del templo de Huitzilopochtli y los españoles se vieron rodeados por miles de
embravecidos guerreros. En cuestión de minutos la laguna que rodeaba México-Tenochtitlan hirvió
de canoas repletas de nativos armados de lanzas y flechas, en tanto desde las azoteas miles de
guerreros atacaban la retaguardia, otros nativos cortaron los puentes a tierra firme, que estaban
hechos de canoas amarradas unas con otras.
Se dice que lograron salvarse los soldados que prefirieron deshacerse de las joyas y oro que
cargaban, en tanto que muchos de los que iban lastrados por armadura de acero, barras de oro y
joyas murieron ricos. Pero también hay aquí algo de leyenda: en una batalla nocturna sobre una
calzada estrecha trazada sobre el agua y atacados por miles de enemigos, a la vez por ambos
flancos y por la retaguardia, la salvación sólo pudo proporcionarla el valor o la suerte. El mismo
Alvarado fue salvado por Martín de Gamboa, que lo subió a la grupa de su caballo y que declararía
luego que éste llevaba únicamente una armadura de algodón de confección mexica y su espada
toledana al cinto. Hombres y caballos se ahogaron en las acequias y pozos, se perdió la artillería, los
indígenas aliados de Cortés fueron masacrados (el término es exacto, de más de mil tlaxcaltecas
aliados sobrevivieron apenas un centenar) y la mitad de la tropa española quedó muerta y heridos
casi todos los demás (Bernal Díaz del Castillo afirma que murieron seiscientos cristianos, más de la
mitad de la hueste de Cortés). Durante los homenajes por el ascenso del nuevo emperador fueron
sacrificados los españoles y tlaxcaltecas capturados. Se afirmó que el 90% del producto del
saqueo del tesoro de Moctezuma se perdió.

Batalla de Otumba
Contada muy escuetamente, se trata de una de las batallas más importante para la salvación de los
españoles.
En esta batalla, en la que los españoles tenían todas las de perder, Cortés decide atacar al
portaestandarte del ejército mexica, consiguiendo así la victoria. Clendinnen explica que lo que
mayor importancia tuvo –en contra de la interpretación de las crónicas oxidentales- fue la captura
del estandarte. Para los indígenas, la caída de su estandarte era un signo de la pérdida del favor
divino y de que la batalla iba a volverse contra ellos. Cortés, por el contrario, atribuye la victoria a la
muerte de una “persona principal dellos”.

Batalla de Tepeaca (Culúa)


Cortés toma esclavos para él y para sus hombres a los enemigos de esta provincia. Los argumentos
en su favor son la antropofagia y el haberse revelado contra su majestad. La esclavitud era un tema
no saldado para la época, ya que los indígenas habían sido aceptados como súbditos libres de la
corona. Cortés reconoce que se trata de un castigo ejemplar.

Descriptio civitatis

Fórmula de la descriptio civitatis

Verbos de estado
Abundan los verbos que se refieren, no a acciones, sino a estados. Los que más aparecen en las
descripciones cortesianas son: estar, medir, parecer, semejar, etc.

Adjetivos reiterados e indefinidos


Se repiten los adjetivos grande, gran, mucho, mejor. Además, estos son comúnmente acompañados
por la reiteración del adverbio muy.

Tópico de lo inefable
Este tópico inscribe la imposibilidad de narrar con palabras aquello que solo puede ser
aprehendido a través de los sentidos y guardado en la memoria. Conforme a una retórica de la
maravilla del Nuevo Mundo.

Descripción por analogía


A partir de la diferencia que supone la existencia del nuevo mundo y de la necesidad de describirlo
para alguien que no lo conoce, la analogía aparece como una forma de comprender lo nuevo a
partir de lo conocido.

Comparación con el mundo moro


El mundo moro, como antiguo otro –exótico- en la visión española, sirve como analogía especial del
nuevo mundo. Los templos son mezquitas, la comparación del otro americano –nuevo exotismo- se
hace a partir del otro árabe o africano, las ciudades se parecen a Granada.

Mirada del conquistador[1]


Esta mirada mide, calcula, evalúa lo que empieza a considerarse propio, anticipando en las primeras
ciudades la mirada que se proyectará sobre Tenochtitlan, en especial en relación con el mercado.
Cortés cuenta la cantidad de habitantes, mide la ciudad y los caminos, describe los sembradíos, los
edificios religiosos o el mercado, hace aclaraciones que tienen que ver con lo militar o con la
posibilidad de adaptación de los españoles al lugar, etc.

Tlaxcala (Tizatlán) [ciudad mercado]


Tópico de lo inefable
· “La ciudad es tan grande y de tanta admiración que aunque mucho de lo que della podría
decir dejé, lo poco que diré es casi increíble”.

Descripción por analogía


· Cortés describe el sistema de gobierno tlaxcalteca a partir de una analogía con el mundo
occidental (referencia a Venecia, Génova o Pisa)
Comparación con el mundo moro
· Comparación con Granada
Mercado
· El mercado es el punto central de Tizatlán –como los templos lo serán para Cholula-. La
descripción del mercado será también importante para la descripción de Tenochtitlan.
Buen orden y policía
· Cortés destaca el buen orden que hay en la ciudad y da un ejemplo de justicia tlaxcalteca.

Cholula [ciudad templo]


La descripción de Cholula se lleva a cabo luego de la escueta narración de la matanza. Como una
vuelta a la calma del relato.
· La descripción da cuenta del número de habitantes de la ciudad, “hasta 20 mil casas”
dentro de la ciudad y otras más por fuera. Toda la zona está labrada, por ser tantos los
habitantes.
· Mirada atravesada por la posibilidad de sacar un beneficio futuro: fertilidad del suelo,
riego, “la ciudad más a propósito de vivir españoles que yo he visto de los puertos acá”. Se trata
de la ciudad más parecida a las españolas.
· Hace hincapié en la descripción de primera mano, es él mismo el que vio la ciudad: “yo
conté desde una mezquita cuatrocientas y tantas torres en la dicha ciudad, y son todas de
mezquita”.
· Comparación con lo conocido: África, España, la cultura árabe o judía.
· Descripción del otro americano como exótico: vestimenta, costumbre, formas de
organización social

Tenochtitlan

Descripción de México
Antes de comenzar a relatar las cosas de esta gran ciudad, decide describir la el señorío en el que se
asienta.
“La cual dicha provincia es redonda y está toda cercada de muy altas y ásperas sierras, y lo llano de
ella tendrá en torno hasta setenta leguas. Y en el dicho llano hay dos lagunas que casi lo ocupan
todo porque tienen ambas en torno más de cincuenta leguas, y la una de estas dos lagunas es de
agua dulce y la otra, que es mayor, es de agua salada. Divídelas por una parte una cordillera
pequeña de cerros muy altos que están en medio de esta llanura, y al cabo se van a juntar las
dichas lagunas en un estrecho de llano que entre estos cerros y las sierras altas se hace, el cual
estrecho tendrá un tiro de ballesta. Y por entre la una laguna y la otra y las ciudades y otras
poblaciones que están en las dichas lagunas contratan las unas con las otras en sus canoas por el
agua sin haber necesidad de ir por la tierra. Y porque esta laguna salada grane crece y mengua por
sus mareas según hace la mar, todas las crecientes corre el agua de ella a la otra dulce tan recio
como si fuese caudal río, y por consiguiente a las menguantes va la dulce a la salada”.

Descripción por analogía


· “Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba”

Calles
· “Tiene cuatro entradas todas de calzada hecha a mano tan ancha como dos lanzas jinetas.
Son las calles de ella, las principales, muy anchas y muy derechas, y todas las demás son la
mitad de tierra y por la otra mitad es agua por la cual andan en sus canoas”.
· Se mezclan la descripción pormenorizada de la ciudad –sus grandes calles, mitad tierra
mitad agua- con los recaudos que toma Cortés ante una posible traición de los mexicas. Al
escribir esta carta luego de la Noche triste, Cortés debe dejar en claro todos los métodos que
empleó para prevenir este desastre.

Mercado
Es la parte más detallada de la descripción y organiza buena parte de la descripción.
· Enumeración iterativa e hiperbólica, que describe la multiplicidad de bienes por
analogía.
· Esta descripción por analogía se convierte en sobreimposición de nombres con el avance
de la descripción. Cortés nombra, casi por entero, elementos del viejo mundo. En el caso de las
verduras, por ejemplo, dice que había “cebollas, ajos, puerros, berros”.
· Finalmente recurre al tópico de lo inenarrable –característico de las crónicas del Nuevo
Mundo en término de lo maravilloso- para concluir con la descripción del mercado, que se ha
desarrollado a lo largo de cuatro páginas.
· Gran orden caracteriza al mercado, en el que todo parece ordenado de la mejor manera
posible. Cada cosa tiene su lugar y su medida.
“Cada género de mercaduría se vende en su calle sin que entremetan otra mercaduría ninguna, y
en esto tienen mucha orden. Todo se vende por cuenta y medida, excepto que hasta ahora no se
ha visto vender cosa alguna por peso. Hay en esta gran plaza una gran casa como de abdiencia
donde están siempre sentados diez o doce personas que son jueces y libran los casos y cosas que
en el dicho mercado acaecen y mandan castigar los delincuentes. Hay en la dicha plaza otras
personas que andan contino entre la gente mirando lo que se vende y las medidas con que miden
lo que venden, y se ha visto quebrar alguna que estaba falsa”.

Templos
La descripción de los templos complementa aquella del mercado. Es apenas más breve que la
anterior y funciona también como un organizador de la descripción de la ciudad.
· Son llamados “mezquitas”, por analogía con la cultura musulmana, o casas de ídolos,
relegándolos a una falsa religión o “secta”.
· Cada templo está dedicado a una deidad.
Templo mayor
· Tópico de lo inefable o inenarrable: “Y entre estas mezquitas hay una que es la principal
que no hay lengua humana que sepa explicar la grandeza e particularidades de ella, porque es
tan grane que dentro del circuito de ella, que es todo cercado de muro muy alto, se podía muy
bien hacer una villa de quinientos vecinos”
· Silencios de Cortés: El cronista narra el haber arrojado escaleras abajo a las imágenes de
las divinidades mexicas como un hecho incómodo, pero soportado. Aquí, una vez más, se trata
de la utilización del silencio de las cosas que puedan conformar un antecedente de la Noche
triste. Según Cortés, los mexicas removieron con una sonrisa sus propios dioses y aceptaron
adorar un dios ajeno.

Acueducto

Zoológico

Saber el secreto

Volcanes
· Manda a sus hombres a ver los volcanes y a preguntar la razón de ser de los mismos, para
hacer una Relación a Carlos V de dichos portentos.

Oro
· Cortés manda a sus hombres a visitar todas las minas del territorio mexica y aun las de sus
vecinos.
· En algunos de esos lugares planea hacer asentamientos.
· Además, pide que se le haga un mapa de la costa para saber en qué lugar se podría
construir un puerto.

Entrecruzamiento de distintas tradiciones discursivas

Para narrar la conquista de México, las cartas de relación entrelazan múltiples tradiciones
discursivas, donde al discurso historiográfico y legal se le suman las diversas inflexiones del
discurso bélico. En los relatos de las batallas entre españoles y poblaciones autóctonas que
organizan los principales núcleos de sentido de las tres primeras cartas de relación -desde el
desembarco en la costa de Veracruz hasta la caída de Tenochtitlan- se perciben, entreverados, el
discurso caballeresco militar, el discurso legal acerca de las justas causas de la guerra; también el
discurso político y el discurso mítico-histórico, que inscribe las guerra de conquista (contra o como
aliados de los españoles) en el derrotero diacrónico de la historia providencial. Por supuesto,
acorde con la matriz de la tradición occidental, en las cartas de relación tendrá su impronta el
relato bíblico, que concibe la caída de Tenochtitlan en términos de la caída de Jerusalén, por
ejemplo. Estos discursos dan cuenta de concepciones más amplias de la sociedad y del mundo,
donde la guerra tiene diferentes funciones y ocupa lugares fundamentales en las representaciones
y en las configuraciones identitarias. [Añón]

1er Discurso de Moctezuma

Embajadas
· Saludo
· Lenguaje paraverbal
· Proxemia (no se lo podía tocar)
· Van caminando del brazo
Problema de la traducción

Adaptación del discurso de Moctezuma

Matriz europea
· Eleva el tono del discurso para hacerlo coincidir con lo Cortés cree que sería el discurso de
un rey (En el drama se lo representaba por medio de las octavas reales)

Referencias bíblicas

Reestructuración del discurso a los intereses de Cortés

Historia de los antepasados (escrituras)


Mexicas como extranjeros y usurpadores
· Su señor los llevó a las tierras mesoamericanas y retornó a su tierra
Retorno de su señor [Quetzalcoatl]
· Analogía con Carlos V. Señor de una tierra lejana de donde sale sol
· Ya estaba enterado de la existencia de los mexicas
· Moctezuma esperaba la llegada de los enviados de Quetzalcoatl (adivinación)

Entrega en propiedad española de las tierras y los bienes


· Las tierras son de Quetzalcoatl, asociado a Carlos V
· Le da su silla a Cortés
· “Estáis en vuestras casas y naturaleza”

Moctezuma desmiente lo dicho por Tlaxcaltecas


· Se muestra humano (palpable, mortal) mediante el desnudo y sin oro
· No engaña ni persigue a los españoles

2do Discurso de Moctezuma


Luego de la rebelión de Cacatmazin, el tlahtoani da un 2do discurso

Mexicas como extranjeros


Nuestros antepasados no recibieron como debieron a nuestro señor –aquel que nos trajo a esta
tierra- cuando les exigió volver a la tierra natal. Por tanto, dejó dicho que volvería para sojuzgarnos
y así lo hizo. Cortés aparece en el discurso de Moctezuma como aquel enviado por la divinidad para
“constreñir y atraer a su servicio”.

Textos críticos sobre Cortés

AÑÓN, Valeria - prólogo a Segunda carta de relación y otros textos de Hernán Cortés

I. Introducción
Escribe, siempre. Reconcentrado o disperso, en calma o en movimiento, apresurado o moroso,
apesadumbrado o triunfante. El capitán Hernán Cortés escribe: borrones y borradores, apuntes,
notas varias, datos específicos, nombres, lugares, fechas. Hipotextos diversos sobre los cuales
erigirá la cuidada arquitectura de cada carta de relación, con el deseo puesto en las magníficas
tierras que atisba a partir de rumores dispersos, primero; en la experiencia, a medida que se
interna en territorio mexicano, luego, y con la mirada puesta en el emperador Carlos V quien
puede confirmar su conquista o condenarlo al litigio y la pérdida. Ocurre que “para Cortés, la
conquista es como esas hachas de dos filos que esgrimen los indígenas y que describe Bernal: uno
de los filos es la acción, el combate, la batalla; el otro, la escritura” (Glantz 1992:47).
Ya desde los inicios, esta conquista se desarrolló como una empresa textual polémica, donde las
cartas de relación jugaron un rol central. Atravesada por intereses, disputas, ilegitimidades,
rebeldías y persecuciones, exhibió la tensión entre lo conocido y lo nuevo, lo legítimo y lo
ilegítimo, lo legal y sus límites. Cortés escribe en la contingencia misma, con una distancia mínima
respecto de lo narrado:

· apenas rebelado contra Velázquez, luego de fundar el cabildo y, nominalmente, la Villa


Rica escribe la Carta de Veracruz;
· habiendo huido de Tenochtitlan, con el doloroso rumor de la derrota, pero de todos
modos preparando la reconquista, en virtud de la alianza con los tlaxcaltecas escribe la Secunda
carta;
· apenas caída la ciudad de México, luego de noventa días de sitio, e iniciada su
reconstrucción escribe la Tercera carta.

Esta distancia mínima no le impide comenzar a construir un discurso abarcador y peculiar acerca de
las tierras conquistadas o por conquistar, que excede las necesidades puramente legales: es por eso
que los amplios detalles -geográficos, políticos, militares incluso- que toda relación convoca, así
como momentos de asombro, maravilla, nostalgia o reclamo van cobrando cada vez más cuerpo,
ganando el espacio meramente constatativo o informativo de la epístola.

Así, la cuidada estructura de cada carta de relación exhibe una mirada peculiar que es, en verdad,
una mirada estrábica: con un ojo en la contingencia y la minucia, en polémicas, amenazas y
operaciones de toda índole, en un movimiento escriturario que remeda su resuelto avance militar;
con otro, en el sentido y la significación de esta conquista en la historia del imperio español y en
la historia universal.

I. a. Breves trazos biográficos

Revisar la biografía en el libro

I. b. Conquistar y narrar: el contexto de las Cartas de relación

Si en un punto coinciden los principales especialistas acerca de la conquista de México es en el cariz


de rebelión y desobediencia al gobernador de Cuba, Diego Velásquez, que estuvo en el origen de
la partida hacia las costas mexicanas. Sabido es que Cortes no tenía autorización para emprender
la conquista; sus instrucciones (dictadas por ''Velázquez en Santiago de Cuba al 23 de octubre de
1518) indicaban claramente que debía obtener información acerca de los territorios, los naturales y
sus costumbres; sondear puertos y reconocer el territorio costero; intercambiar y rescatar; obtener
bastimentos; buscar a “seis cristianos” cautivos de “ciertos caciques principales”. En cambio, nada
se decía acerca de conquistar y poblar. Alertado sobre los profusos preparativos cortesianos y
temeroso de una rebelión, Velázquez finalmente decide retirarle también la autorización para la
exploración y el rescate. Pero ya es tarde: Cortés y sus tropas se han alistado y parten desde
Santiago de Cuba el 18 de noviembre de 1518.
La apuesta de Cortés y sus hombres es que, si nuevas gentes eran ganadas para la fe cristiana y
nuevas y ricas tierras sometidas a la corona española, no había razón para no esperar que el desafío
a Velázquez fuera considerado un “pecadillo menor”, y que amigos y protectores de Velázquez
debieran llamarse a silencio ante el hecho consumado. En verdad, todos quemaron las naves en
esa partida: la vuelta atrás, a riesgo de ser considerados traidores, era imposible. Esa
determinación y esa justificación legal de la conquista atraviesan las cartas cortesianas (en especial
las tres primeras, hasta la caída de Tenochtitlan y la génesis de la Nueva España).
Se trata de un proceso que se extiende a lo largo de dos años, desde los primeros días de abril de
1519, cuando se funda la Villa Rica de la Veracruz, hasta el 13 de agosto de 1521, cuando México-
Tenochtitlan cae y el tlahtoani Cuauhtémoc es tomado prisionero.

· Un dificultoso avance por territorio mexicano, signado por permanentes negociaciones,


escaramuzas y batallas con las poblaciones de la costa y el centro de México hacia la majestuosa
Tenochtitlan, centro de la expedición (y del relato), define el lapso que los historiadores han
llamado la “primera fase de la conquista”, que tiene su momento final en la Noche Triste,
cuando los españoles deben huir de la ciudad, perseguidos y asediados por los mexicas.
· La segunda fase de la conquista involucra los extensos preparativos para sitiar México
(que incluyen la construcción de seis bergantines) llevados adelante desde la vecina ciudad de
Tlaxcala, enemiga de los mexicas, y ocupan buena parte del espacio textual de la Tercera carta
de relación, en el énfasis en mostrar el esfuerzo, la astucia y la inteligencia para reorganizar el
ataque y volver sobre aquello que se había perdido. Transcurren entonces cerca de noventa
días de sitio a la ciudad y enfrentamientos en los canales del lago de Texcoco; semanas en las
cuales la ayuda que Cortés obtiene por parte de poblaciones autóctonas enemigas de los
mexicas -como los tlaxcaltecas-, y de otras que se les vuelven en contra a medida que la
contienda se desarrolla -como los habitantes de Chalco y Xochimilco-, resulta crucial y define la
suerte final de la ciudad. Esta segunda fase culmina con la caída de Tenochtitlan y la prisión de
Cuauhtémoc.

Entonces, sobre este núcleo de dos años se construyen las tres primeras cartas de relación; la
segunda carta atiende, en especial, a la primera fase de la conquista, que tiene en la figura de
Motecuhzoma y en las imágenes de la majestuosa Tenochtitlan su personaje y espacio
privilegiados.

II. De la conquista y sus relatos: Las cartas de relación

Primera Carta de Relación (Carta de Veracruz)


La primera carta, fechada el 20 de julio de 1519 en Villa Rica de la Vera Cruz -primera ciudad
española fundada en territorio mexicano-, no habilita la enunciación en primera persona, dado el
aún provisorio avance de las tropas españolas y la rebelión contra el gobernador de Cuba —por
tanto, en más de un sentido, contra el poder real. Por eso, está firmada por el Cabildo de la Villa
Rica de la Veracruz, lo cual le asegura al capitán -autor en las sombras de esta relación- la
imprescindible legitimación de su accionar conquistador.
Toda la carta está organizada en una cuidadosa trama opositiva en torno a dos personajes: el
valeroso y esforzado capitán Hernán Cortés -elegido como tal por capitanes y soldados duran tela
incursión terrestre, como se relata promediando esta epístola— y el interesado y codicioso
gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, antagonista de fuste. En la construcción de esta
oposición, la primera carta estipula los planos de lo legítimo e ilegítimo, la codicia o el vasallaje, con
una clara mirada legalista característica de los saberes y la concepción de conquista cortesianos.
Más allá de esta oposición, explotada y subrayada a cada paso, la Carta de Veracruz relata los
primeros desembarcos y escaramuzas; la búsqueda de lenguas; el providencial hallazgo del
náufrago-cautivo, Jerónimo de Aguilar, que oficiará como vital intérprete para la expedición hasta la
llegada de Malinche; la primera batalla, conocida como la Batalla de Cintía, que, en un sentido
simbólico, da origen a la conquista y funciona como señalamiento providencial de la victoria
española en estos primeros momentos.

Pero la carta no llega sola, la acompaña una serie de suntuosos regalos para el emperador, “oro,
joyas y piedras y plumajes que se ha habido en estas partes”, entre ellos, “una rueda de oro grande
con una figura de monstruos en ella y labrada toda de follajes, la cual pesó tres mili y ochocientos
pesos de oro” (Carta de Veracruz). Este tesoro funciona como índice que refrenda la dimensión
simbólica de la epístola, y las intenciones de Cortés y su cabildo, metonimia de los fabulosos
reinos que se busca conquistar.

Segunda Carta de Relación


La Segunda carta -la más leída, publicada y traducida de las cinco- está fechada el 30 de octubre de
1520 en Villa Segura de la Frontera, la ciudad en la que los españoles se asientan, ayudados por
los tlaxcaltecas, luego de la huida de la Noche Triste, y desde donde organizan el sitio de
Tenochtitlan. Es una carta escrita luego de la derrota y la pérdida; no obstante, no hay en ella
nostalgia ni resignación.

Esta es la epístola que construye la imagen legendaria de México, sostenida en las


pormenorizadas descripciones de ciudades -Cempoala, Tlaxcala, México-Tenochtitlan- y en la
figura de un personaje fundamental, Motecuhzoma Xocoyotzin, y del apoteósico encuentro con
Cortés en una de las calzadas que llevaba a la ciudad lacustre, en escena que remeda los relatos
fabulosos de viajeros a tierras remotas.

Si bien el hilo discursivo es continuo, la carta puede concebirse en tres zonas:


1. el derrotero por territorio mexicano -plagado de escaramuzas, enfrentamientos,
negociaciones, alianzas e incluso masacres a manera de escarmiento, como la Matanza de
Cholula- hasta la entrada a Tenochtitlan, instancia liminar en el relato y en la conquista;
2. un segundo momento, con la entrada a la ciudad, los recorridos, la descripción de
mercados, templos y palacios;
3. el tercero, con la llegada de las huestes de Narváez, enviadas por Diego de Velázquez para
prender a Cortés y sus rebeldes, la Matanza del Templo Mayor y la Noche Triste.

Esta segunda carta insiste en los argumentos de la primera: la oposición antitética entre Cortés —
con la figura cada vez más consolidada y mejor delineada del capitán, que ahora sí firma en
singular- y Velázquez, supuestamente contrarios a los intereses reales; de allí el énfasis con que se
indica el error de haber enviado a Narváez, con la consiguiente pérdida de la ciudad, debida -
siempre según ésta trama-, a haberse visto obligado a ausentarse de México.

En la confección de la carta se delinea un saber escriturario específico: saber narrar la conquista y


saber organizar la trama de modo tal que la concatenación o yuxtaposición de elementos
diversos erija las causalidades y responsabilidades en victorias o desastres.

Tercer Carta de Relación


Estos saberes escriturarios adquieren nuevas inflexiones en la Tercera Carta, firmada en Coyoacán
el 15 de mayo de 1522, es decir, año y medio después de la carta anterior, pero también casi diez
meses después de la caída de Tenochtitlan, el 13 de agosto de 1521. Esta distancia temporal,
impuesta adrede, explica la organización de la carta en dos zonas:
1. la primera, desde los preparativos para sitiar Tenochtitlan hasta la caída de la ciudad;
2. la segunda, donde se detalla la organización posterior: reconstrucción, alianzas varias,
estructuración de cierta convivencia -harto difícil entonces- entre conquistadores, aliados y
conquistados, tareas para las cuales el capitán se presenta a sí mismo como hábil gobernador
de hecho.

Esta organización bipartita le confiere al texto dos tonos distintos: uno, dramático, épico incluso, en
el sitio y toma de Tenochtitlan, pródigo en parlamentos y cartas a los principales mexicas -
solicitándoles la rendición-, y en escenas de batallas, en las cuales se juega la tradición del relato
bélico y las novelas de caballerías. Saber narrar, aquí, es saber contar el suspenso y el esfuerzo, el
encono y la valentía, el dramatismo de la pérdida de compañeros y la astucia cortesiana del sitio y
el ataque en cinco flancos; saber narrar es también construir un enemigo formidable, en dramáticas
escenas de arrojo y valentía sin límites, que alcanzan su clímax con la rendición del tlahtoani
Cuauhtemoc.

Cuarta Carta de Relación

La Cuarta carta, fechada en Temixtitán (Tenochtitlan) el 15 de octubre de 1524, profundiza la


segunda línea narrativa: continúa la construcción de un Cortés (ahora gobernador de la Nueva
España) hábil y dúctil para gobernar e inconmovible y astuto para sofocar rebeliones y evitar
otras nuevas. Entre el relato de intrigas palaciegas y el memorial de servicios, el tono remeda la
probanza, con la enumeración de gastos y esfuerzos. La sintaxis y la retórica legalista cobran
principal protagonismo, al tiempo que la descripción o narración de espacios nuevos retrocede
ante el peso del relato de los numerosos enemigos y frente a cierta irreductible distancia real, que
concibe al Nuevo Mundo apenas en términos de sus contribuciones a las guerras de Carlos V en
toda Europa.

Quinta Carta de Relación


Por último, la Quinta carta, fechada en Tenuxtitán el 3 de septiembre de 1526, escandida por el
tono de la decepción, el agotamiento y la nostalgia; en ella se narra la desastrosa expedición a las
Hibueras (1522-1524) y se construye “un auténtico pliego de descargos contra las acusaciones que
se habían formulado contra él”. Cortes llega a enfrentar 50 pleitos en su contra.

III. Tradiciones discursivas y escritura de la historia

III. a. De historias y discurso legal

Veracidad, circulación, legitimidad: enunciar por escrito requiere cierto posicionamiento social;
una cuidada selección de estrategias retóricas; el ajuste a ciertas pautas formales: uso de los
paratextos, formas de referirse a la autoridad, modalidades que enfatizan situaciones de jerarquía y
asimetría (en la enunciación y en la solicitud). Todo un aparato retórico que asegura el buen decir,
inscribiéndolo en una tradición de modos, diálogos y apelaciones a la autoridad, aún cuando estos
vínculos están cambiando. En ese sentido, la noción de “tradición discursiva” permite poner en
escena, en la sincronía, la diacronía de lo residual, lo arcaico y lo emergente -para decirlo con
Raymond Williams (1988)-. Brinda así espesor al discurso, en un contexto en el cual producción,
circulación y lectura estaban fuertemente regladas.

Por eso, las cartas de relación han sido abordadas, en general, en su vínculo con el discurso legal,
en varias vertientes.
· La primera: la (discutible) formación letrada de Cortés[2];
· la segunda, la justificación de su rebelión y conquista;
· la tercera: los recursos retóricos y formales, propios del discurso legal de la época, que
caracterizan su prosa.

Victor FrankI apunta las construcciones de “dicho + sustantivo o nombre propio”, que identifican al
responsable de cada hecho o enunciado, algo que también puede leerse en numerosas probanzas.
Para citar sólo algún ejemplo: “Y creemos, porque aún no lo sabemos de cierto, que el dicho Diego
Velázquez, teniente de almirante, tenía la cuarta parte de la dicha armada” (Carta de Veracruz).
“...porque los naturales dellos eran amigos de Muteecuma su señor, y porque allí sabríamos la
voluntad del dicho Muteecuma” (Segunda carta). “Y luego envió a mandar al dicho Guanacacin que
matase al dicho Cucascacin, su hermano, el cual lo hizo así sin lo dilatar” (Tercera carta). “Y como el
dicho capitán llegó con los de caballo y con los peones dieron muy reciamente en ellos y alancearon
y mataron muchos” (Tercera carta).

También se ha señalado el vínculo de las crónicas de Indias con la retórica. En las cartas, el
narrador pone en escena el relato-informe (con sus inflexiones relacionadas con la intensidad de la
experiencia y la escritura), aprovechando la relación comunicativa que toda carta convoca. Se
destaca en ellas la estrecha vinculación entre epístola y retórica (con especial énfasis en la
dimensión de la narratio), donde priman la búsqueda de legitimación y la persuasión (y seducción)
del destinatario. Este vínculo con la retórica puede ser pensado en dos sentidos:
· en la tradición de la epístola como tipo discursivo, por un lado;
· con respecto a las necesidades propias de las crónicas de Indias, por otro.

En el primer sentido, dispositio, inventio y elocutio definen la estructura de las cartas cortesianas,
en consonancia con una preceptiva que delimita un estilo caracterizado por el orden, la brevedad -
entendida en términos de adecuación y justeza de lo relatado- y la correcta composición del texto.
A eso se deben latinismos y sintaxis latina que las pueblan; también el férreo control sobre la
materia narrada, puesto en evidencia en los comentarios metatextuales acerca de lo que se incluye
y lo que se elide, en virtud de la relevancia del destinatario y de la escritura como mandato: “Me
esforzaré a decir a Vuestra Alteza lo menos mal que yo pudiere la verdad y lo que al presente es
necesario que Vuestra Majestad sepa”, afirma Cortés en su Segunda carta.

El segundo eje, que atañe a la especificidad de las crónicas de Indias, plantea una mirada ajustada
en lo contextual, atenta a las sutilezas ilocucionarias de cada texto. En consonancia con su objetivo,
el enunciador de las epístolas cortesianas se refiere a ellas llamándolas “relaciones”, a través de
lo cual remite a las acepciones de informé vinculado al mandato de “inquirir e saber el secreto de
aquellas tierras e islas”. Esta orden de “saber el secreto” funciona como argumento válido del
desplazamiento, el rescate y la conquista: es el sintagma que se reitera en la búsqueda de los
cautivos españoles y en la enconada preocupación por obtener (capturar) traductores confiables;
configura también la imagen de un capitán ansioso por seguir un mandato -sólo aquél que le
conviene, claro-, atento a la comunicación, las versiones, las perspectivas del otro, en la medida en
que esta información sirva para asegurar la conquista. Asombro, curiosidad, placer: todo es posible
en un desplazamiento que no pierde su centro ni su objetivo al detenerse, sino que se funda en la
certeza de experiencias inigualables, aprehendidas a partir del tópico de lo nuevo-maravilloso. En
este texto poderosamente controlado, incluso las digresiones en la trama son movimientos
pautados con arreglo a un fin -el deber de informar- y a una retórica testimonial que aprehende el
mundo desde una primera persona que lo ha experimentado primero, para narrarlo luego: a partir
de una episteme en transformación.

III. b. Figuras de autor


A lo largo de ambos textos, con una certeza cabal, despiadada, el narrador-personaje construye una
progresiva imagen propia de control, astucia, autoridad, e acuerdo con ella, quien narra es
también quien sabe leer entre líneas, desbaratar complots y traiciones, conducir a sus hombres a
salvo por caminos desconocidos o arteros, encontrar lenguas y hacer inteligente uso de ellos. Se
presenta como quien tiene la aguzada y veloz intuición de los modos en que el otro funciona
socialmente -ya sea enemigo o potencial vasallo- para usarlos a su favor. En definitiva, es quien
sabe pelear, conquistar y narrar. Configura, de este modo, una imagen de la primera persona
enunciadora que reúne, para auto acreditarse -en esta relación pública y singular con el rey- dos
modos del saber:
· la experiencia, por un lado,
· el saber letrado, por otro.

Las Cartas de relación exhiben un cronista que articula ambos modos del decir, experiencia y saber
letrado, con fina intuición y eficaz uso político de la escritura. Como ya se ha señalado, estas cartas
presentan un sustrato legal; son también documentos jurídico-legales cuyos argumentos varían de
acuerdo con los hechos referidos y con el desarrollo de la conquista. Cumplen un mandato: dar
exhaustiva cuenta de hechos, espacios, sujetos; informar, relatar, establecer en el texto, nombrar
para otro lejano y distante.

Ahora bien, el cotejo con otras cartas, privadas o reservadas, que acompañan éstas, permite
entrever la construcción, en los documentos cortesianos concebidos como un todo, de un diálogo
dual pero público, que incidiría en la reiteración de justificaciones y reclamos. Así, frente a esta
hipérbole de la captatio benevolentia y la puesta en escena de una supuesta obediencia y
desinterés extremos de la segunda carta -acentuados aún más en las posteriores-, se destaca la
exposición directa y la falta de acato de, por ejemplo, la carta reservada a Carlos V, fechada en el
mismo día de la cuarta relación, cuyo asunto es “la exposición de los motivos que había tenido para
no dar cumplimiento a ciertos capítulos de las instrucciones que había recibido, [cosa que] hace
con tal franqueza que a veces toca en atrevimiento”.

La prosodia del discurso legal atraviesa toda la carta, configurando un minucioso descargo y
justificación de una desobediencia que el narrador trueca en servicio, estrategia largamente
frecuentada en las cartas anteriores y que tan buenos resultados le ha dado. Más allá del ornato
discursivo, el atrevimiento del narrador es evidente: justifica sus decisiones en el desconocimiento
real del Nuevo Mundo; su manejo de la situación en la Nueva España le permite colocarse en una
posición única, más allá de las instrucciones reales, puesto que sabe mejor qué conviene a la paz de
estas tierras recién conquistadas y a los reclamos de sus soldados. En el sintagma “mas como las
cosas juzgadas y proveídas por absencia no pueden llevar conveniente expedición” con que justifica
sus decisiones se adivina un reclamo solapado por la atención del rey y, como contrapartida, la
construcción de una imagen ensalzada del capitán, quien sí comprende todas las particularidades
del caso y gobierna entonces según su leal saber y entender. Si bien Cortés es muy cuidadoso en
subrayar siempre la obediencia al rey, puesto que sabe cuánto peligra su posición si se sospecharan
ambiciones autonomistas, la insistencia en el vasallaje y el servicio prevalece en las cartas de
relación, públicas, dirigidas a un destinatario singular, pero cuyos lectores plurales se insinúan. En
la correspondencia privada, en cambio, el plano descriptivo-narrativo de la conquista y
colonización del Nuevo Mundo retrocede frente a un narrador aseverativo, seguro de sí mismo, que
se solaza en el discurso legal, la justificación, la polémica y la diatriba. En este espacio textual,
privado y específico, tiene lugar, de manera más abierta, otra batalla contra sus enemigos en la
corte.
Entonces, este breve recorrido por los papeles cortesianos permite apreciar el notable
desplazamiento de la colocación del enunciador y la conformación progresiva de una figura de
autor, donde experiencia y retórica se entrelazan para asentar tanto el reclamo efectivo como la
memoria destinada al futuro.

III. c. Discurso bélico, memoria y legalidad


Para narrar la conquista de México, las cartas de relación entrelazan múltiples tradiciones
discursivas, donde al discurso historiográfico y legal se le suman las diversas inflexiones del
discurso bélico. En los relatos de las batallas entre españoles y poblaciones autóctonas que
organizan los principales núcleos de sentido de las tres primeras cartas de relación -desde el
desembarco en la costa de Veracruz hasta la caída de Tenochtitlan- se perciben, entreverados, el
discurso caballeresco militar, el discurso legal acerca de las justas causas de la guerra; también el
discurso político y el discurso mítico-histórico, que inscribe las guerra de conquista (contra o como
aliados de los españoles) en el derrotero diacrónico de la historia providencial. Por supuesto,
acorde con la matriz de la tradición occidental, en las cartas de relación tendrá su impronta el
relato bíblico, que concibe la caída de Tenochtitlan en términos de la caída de Jerusalén, por
ejemplo. Estos discursos dan cuenta de concepciones más amplias de la sociedad y del mundo,
donde la guerra tiene diferentes funciones y ocupa lugares fundamentales en las representaciones
y en las configuraciones identitarias.

En las relaciones intertextuales de estas cartas y en específico vínculo con la historia de España y su
continuidad en las Indias, ocupan un lugar destacable los relatos de las Cruzadas y la Reconquista,
articulados con las nociones de la “guerra justa” y la imagen del infiel, y con la figura del caballero
español. En estos relatos, la figura del héroe y su antagonista, el enemigo -en imagen especular que
representa al otro en términos de lo demoníaco- ocupan un lugar central.

En dimensión complementaria, el discurso bélico de las cartas de relación se articula con el ya


referido discurso legal, exhibiendo, de manera directa o indirecta, una colocación y una toma de
posición acerca de las "justas causas” de la guerra contra los indios, acusando el impacto de los
debates teológico-jurídicos de la época. Así, estos relatos acerca de la conquista deben ser
considerados junto con las disputas filosóficas y legales que estaban teniendo lugar en ese
momento, donde convergen varias líneas no siempre complementarias: la tradición de la guerra
cristiana; el derecho a la guerra vinculado con las premisas clásicas; la incipiente conformación de la
guerra moderna y las teorizaciones acerca de la guerra como arte, entre las cuales destaca la
concepción de Maquiavelo.
Figura legal del Requerimiento

Los historiadores han marcado el año de 1510 como el momento clave del comienzo de las
discusiones sobre la guerra como problema indiano. La instancia remite a un sermón del fraile
dominico Antonio Montesino ante los conquistadores, en el cual les recrimina el injusto trato
a los indios y la brutalidad y crueldad en la guerra de conquista. Estas graves acusaciones
llegan hasta España, a oídos del rey Fernando, quien “ordena formar una junta de
especialistas para tratar las observaciones del dominico”, la famosa Junta de Burgos, de la cual
surgen las Leyes de Burgos (1512) y el escrito conocido como "requerimiento", redactado por
Palacios Rubio. Este documento -largamente revisado y también criticado por los mismos
españoles.
En nombre de los reyes de España (Femando y su hija Juana), se hablaba de Dios, San Pedro y
el Papa, y se instaba a los indígenas a convertirse a la fe católica y, políticamente, a los reyes
de España (en virtud de la bula papal). Claro que el documento no conformaba a dedicados
defensores de los indios como el dominico Bartolomé de Las Casas, aunque fue utilizado
largamente, como estas crónicas señalan. En verdad, el requerimiento ponía en escena varías
cuestiones teológico-jurídicas centrales en la época: los "justos títulos” de la corona de Castilla
sobre las Indias; el vínculo entre el poder celestial y el terrenal; la servidumbre legal o natural
de los indios, y sus implicancias en la esclavitud y la encomienda; la definición de lo bárbaro -y
los distintos tipos de barbarie, según Las Casas-; los pasos que era preciso seguir antes de
desatar el enfrentamiento bélico. La negativa autorizaba la guerra inmediata, que de ese
modo se convertía en “justa”. Si, por el contrario, se sometían a los reyes de España,
cualquier desobediencia era considerada una traición. De este modo, no existía ninguna
manera de evitar la guerra con los españoles, a excepción del sometimiento más absoluto,
rayano en la esclavitud.

En las cartas de relación las representaciones de batallas constituyen un nudo significativo crucial,
organizador de la trama, y ponen en escena tradiciones discursivas afines o encontradas,
representaciones de la identidad y la alteridad, modulaciones de la subjetividad. El relato bélico,
por su tema pero también por su forma y estructura, da cuenta de enfrentamientos; por tanto, la
antítesis (y su contracara, la analogía o comparación) serán las figuras privilegiadas con las que
se narrará el yo y el otro, también con las que se aprehenderá un espacio del cual apropiarse
efectivamente a través de la conquista o sobre el cual reclamar derechos por medio del discurso
historiográfico. Pero también es un espacio textual en el cual es posible observar desplazamientos y
transformaciones en la manera en que el yo y el otro son percibidos y narrados, desde los primeros
contactos hasta la entrada a Tenochtitlan. De este modo, si la batalla de Cintla prefigura la victoria
final, en virtud de una lectura providencialista realizada a posteriori, el trabajo de narrar
negociaciones y enfrentamientos con un otro de creciente complejidad (los tlaxcaltecas) exhibe un
aprendizaje efectivo y textual. En un tercer momento, el relato de la Noche Triste conduce a un
nuevo aprendizaje narrativo: obliga a enfrentar las complejas inflexiones textuales de la derrota.

El relato de batalla en la Segunda carta de relación


Luego de la batalla de Cintla (narrada en la primera carta), el avance por territorio mesoamericano
continúa. La Segunda carta de relación lo relata a partir de una dinámica de comunicación,
negociación, enfrentamientos armados, victoria española y alianza estratégica. En este marco, el
narrador-protagonista lee e inscribe los amables recibimientos en términos de vasallaje y a cada
paso menciona la predicación de la palabra divina, la destrucción de los dioses locales y la
colocación de una cruz: una vez más, la coincidencia con los argumentos teológico legales de la
conquista. No obstante, éstos parecen haber sido gestos de buena voluntad por parte de los
indígenas hacia los extranjeros antes que muestras de verdadera conversión.
Entonces, el ciclo ya anunciado antes de la batalla de Cintla se reitera: negociaciones y
comunicaciones varias a través de las cuales se despliega el requerimiento y la legalidad de la
conquista, buscando transmitir la idea de la inevitabilidad de la lucha armada, ante la
desobediencia o la afrenta abierta.

La reiteración de enfrentamientos, hiperbólica e iterativa en la primera parte de la Segunda carta


de relación, crea el efecto de lectura de una guerra constante y sin fin. La lógica guerrera
mesoamericana exige batallar hasta el fin, tomar cautivos, ofrecerlos a los dioses esperando que la
suerte se tuerce a su favor. El final de la guerra suele ser el la rendición total del enemigo. De allí
que lo que ponga coto a la batalla no sea una victoria bélica, sino uno de los recursos más
terroríficos y mejor administrados por Cortés: el castigo ejemplar. Además, a medida que avanza
por el territorio mexicano, en forma progresiva el español se apropia del cuerpo del otro: las más
espectaculares y sanguinarias represalias de Cortés tienen al cuerpo indígena como víctima -la
masacre indiscriminada en Cholula reiterará esta lógica-. Esos castigos hablan de crueldad, pero
también de cierta debilidad: sólo atenazando el cuerpo del otro es posible sembrar el terror y
asegurar una endeble alianza, más allá de negociaciones y prendas de paz.
La trama del discurso bélico y el discurso legal se entrelaza cada vez más a medida que avanzan
hacia Tenochtitlan, asegurando lo ganado sobre la base de complejas negociaciones o victorias
militares. Ahora bien, llegados a la pérdida de Tenochtitlan y la huida durante la Noche Triste, la
trama de la Segunda carta de relación exige un nuevo aprendizaje narrativo y otras habilidades
retóricas.

Noche triste
En la Segunda carta de relación, el relato de la Noche Triste presenta una estructura similar a la
batalla de Cintla, desplegando, a lo largo de numerosas escenas previas, amenazas, preparativos,
pedidos de tregua, decisiones de ambos bandos.
Tenochtitlan es una ciudad lacustre cuya estructura de chinampas, azoteas, puentes rebatibles,
lagos, diques y calzadas es deslumbrante muestra de la capacidad mexica para transformar un
emplazamiento natural muy arduo para el desarrollo de la vida cotidiana, aunque ventajoso en
términos defensivos, lo cual será crucial para los mexicas durante la huida española en la Noche
Triste.
No hay artilugio ni estratagema que haga retroceder a los mexicas. Dueños de la ciudad, guiados
por Cuitláhuac (nuevo uey tlahtoani tras la muerte de Motecuhzoma), la saben una trampa mortal,
prevén posibles vías de escape, bloquean las calzadas, cierran los diques, prenden fuego a los
palacios, derrumban puentes, destrozan ingenios; en definitiva, minan la moral del español e
infunden temor tanto en el ataque efectivo como en una omnipresencia enfatizada por la escritura
de la epístola. Si la ferocidad y la valentía del enemigo no es obstáculo para el español (antes bien,
provoca admiración y hace más deseable y honrosa la victoria), la superioridad numérica y militar
de los indígenas, como se va descubriendo día a día, mina los ánimos de soldados a un límite
desconocido hasta entonces. La trama de la Segunda carta de relación se hace eco de estas
resonancias al exhibir cierta dificultad para narrar lo simultáneo, la demasía, el asedio.
Ya lejos de la ciudad, diezmados y perseguidos por los mexicas, intentan alcanzar territorio aliado:
Tlaxcala. Ahora bien, si la sensación de pérdida ante tanta muerte y estrago es total, también lo es
la decisión de conquista. Escritas al calor de la batalla, las Cartas de relación transforman resolución
en destino, edifican una Nueva España en las entrañas de esa Tenochtitlan que aún -en julio de
1520- se yergue, sugestiva, vencedora, entre las aguas salobres del inquietante lago de Texcoco.

IV. Imágenes de Ciudades


En las cartas de relación, las ciudades mesoamericanas y las nuevas villas fundadas por los
españoles son presentadas como núcleos organizadores de la trama (antes había dicho que lo eran
las batallas). Con mirada retrospectiva, las cartas de relación construyen, recuerdan, evocan
ciudades mesoamericanas o españolas, las comparan con la España natal o con ciudades famosas,
admiradas, extrañas, modélicas (Venecia, Sevilla, Salamanca, Roma, Jerusalén). Entre la retórica
descriptiva y la experiencia, entre las ciudades míticas y la majestuosidad de los espacios
mesoamericanos, se erigen textualmente distintos tipos de urbes con funciones textuales diversas.
Encontramos así ciudades que afirman la presencia española en tierras mexicanas (Villa Rica)
ciudades aliadas (Cempoala, Tlaxcala), ciudades del castigo y la matanza (Cholula), ciudades
ambicionadas y destruidas (Tenochtitian).

IV. a. Primeras imágenes


La palabra del conquistador se apropia del espacio ajeno a medida que avanza y ejerce la
violencia simbólica de nombrar el mundo americano, con la certeza de la legitimidad de este
gesto. No obstante, para poner a funcionar la maquinaria de la apropiación, la nominación, la
inscripción de lo propio en lo otro, ha sido preciso transitar, batallar, vencer, quemar: la primera
ciudad española en tierras mexicanas sólo puede ser fundada -en principio, simbólicamente- luego
de haber dado con las naves al través, asegurando la imposibilidad de retomo, y de haber vencido
en la batalla Cintla, alegoría providencialista que connota la victoria.
Entonces, en una primera instancia, la ciudad funciona a partir de sus valencias simbólicas: permite
organizar el poder en la expedición -Cortés es nombrado capitán una vez que se instaura el cabildo
de la Villa Rica-; marca el pasaje definitivo de la exploración a la conquista; intenta encuadrar las
acciones de estos cuatrocientos hombres en el marco legal impuesto por la corona, en cierta ficción
de legitimidad y obediencia que la escritura del capitán construye, atenta también a las posibles
consecuencias de cualquier sospecha de autonomía o rebelión, ante el fantasma de los alzamientos
de los comuneros en Castilla.
A partir del relato cortesiano fundante, en las crónicas de tradición occidental ninguna ciudad
funcionará en soledad, de modo autónomo (ya sea fortaleza, puerto o cruce de caminos). Se
conforman entonces pares opuestos y complementarios que organizan acciones y
desplazamientos: Cempoala y Veracruz, Tlaxcala y Tenochtitlan. Así, las cartas de relación
representan el espacio según una lógica dual que organiza el vínculo entre ciudades y entre sujetos
en términos de amistad y hostilidad, lealtad y traición.
La primera ciudad mesoamericana de envergadura que encuentran es CEMPOALA (primera carta
de Relación). En este contexto, la representación textual de Cempoala en la Segunda carta es
importante porque en ella se destacan las primeras referencias a
Motecuhzoma y a Tenochtitlan.

Pero la anécdota más resonante en la ruta hacia Tenochtitlan, por su crueldad e implicancias
simbólicas, es la matanza que tiene a la ciudad de CHOLULA como escenario, esa “vasta
concentración urbana con un gran mercado, situada junto a lo que quizá fuese el mayor complejo
ceremonial-religioso de América”. Es preciso subrayar el impacto de la elección de este espacio
para un castigo ejemplar que, por su crueldad, asombra a los naturales y singulariza a los
españoles.
Una vez desatado el escarmiento, la ciudad admirable se transforma, a partir de la destrucción
que propicia el extranjero, en la ciudad del saqueo, el fuego, la muerte: otra urbe, que anticipa
también la caída de Tenochtitlan. El color blanco que definía los vestidos de sacerdotes, religiosos
y ministros de los ídolos se tiñe ahora de sangre, junto con la ciudad, y el fuego adquiere una
valencia “purificadora” de la idolatría con que esta urbe es definida a los ojos de los españoles. Los
cuerpos muertos de sus ciudadanos constituyen las aceras, en una imagen especular que se
reiterará innumerables veces durante el sitio de Tenochtitlan. Así, Cholula pone de manifiesto otras
lógicas de la batalla y el enfrentamiento, que se van desplegando poco a poco a ojos de los
españoles y que el capitán apunta con cuidado. En especial, una peculiar relación con el cuerpo y la
muerte; una concepción que es epítome de la alteridad -el sacrificio y la antropofagia-. Por primera
vez, aquí, los aliados tlaxcaltecas son presentados con una actitud de asoladora destrucción del
enemigo autóctono, lo cual se repetirá en la matanza que define la caída de Tenochtitlan.

IV. b. Tenochtitlan: ciudad única, ciudad múltiple


Simbólicamente, México Tenochtitlan es muchas ciudades a la vez: superpuestas, como las
construcciones de las pirámides mesoamericanas; progresivas, en el orden sintagmático del texto
escrito.
· Es la ciudad anhelada, imaginada, asombrosa de las primeras imágenes y del primer
encuentro con Motecuhzoma;
· es la ciudad antitética en su prodigalidad y su crueldad, representada por dos espacios
paradigmáticos: el mercado y el templo.
· Hacia el final, con el ataque definitivo de españoles y aliados, surge también la ciudad de
la guerra, el sitio, la muerte y la destrucción.
En la Segunda carta cortesiana, Tenochtitlan parece sintetizar expectativas y leyendas; es asimismo
objeto del temor y la inquina por parte de los enemigos de los mexicas, quienes no vacilan en
proponer la destrucción completa de cada uno de sus canales y casas para reforzar el triunfo. En
este marco, la lectura progresiva de la Segunda carta de relación permite diferenciar tres
momentos centrales en la caracterización de Tenochtitlan:
1 las primeras imágenes;
2 la entrada a la ciudad y el encuentro con Motecuhzoma;
3 la descripción de los espacios fundamentales; el mercado y el templo.
En la descripción de Tenochtitlan aparece el tópico de lo inefable, inscribe la imposibilidad de
narrar con palabras aquello que solo puede ser aprehendido a través de los sentidos y guardado en
la memoria. Conforme a una retórica de la maravilla del Nuevo Mundo, remite a un saber
descriptivo letrado (“muchos relatores y muy expertos”) cuya falta se resiente. Con respecto a ellos,
cierta captatio benevolentia recubre la imagen del capitán y produce un momento de pausa que
funciona como marco de la mirada sobre Tenochtitlan. También reaparece el uso hiperbólico del
calificativo “gran”.
El ingreso a escena de Motecuhzoma se construye mediante cierta gradación que concuerda con
la gradatio a través de la cual se ha ido presentando la ciudad. Laguna, torres, calzadas ordenadas
y anchas, multitudes expectantes crean el marco adecuado para la aparición majestuosa del uey
tlahtocini. La carta desgrana aquí una mirada sobre el otro indígena conformada en términos de su
ubicación en el estrato social, su vestimenta y algunos atributos distintivos de la pertenencia a
diferentes poblaciones o etnias.
Pocos días después de la entrada en Tenochtitlan, Cortés decide dar un paseo por la ciudad. Así se
lo hace saber a Motecuhzoma. En ese recorrido, la carta organiza la descripción de la ciudad sobre
la base de dos espacios presentados como antitéticos: mercado y templo. Por un lado, el asombro,
la admiración, la apreciación del espacio del otro en una perspectiva que privilegia el detalle
exótico; por otro lado, el límite de esta mirada: templos y escenas de sacrificios humanos y
antropofagia que delinean la estereotípica imagen de un otro bárbaro, transformando el asombro
en escándalo. La hipérbole, el tópico de la abundancia, el ordenamiento de una fabulosa
heterogeneidad inventarían un mundo arrasado poco después. En este marco, el relato que la
Segunda carta propone no funciona como intento de restitución, sino como esforzada memoria que
enaltece la propia imagen.

V. Coda: los silencios de Cortés


En estas cartas -como en todo relato- se configuran en el entramado y la tensión entre callar y/o
decir, narrar y/o elidir. Este movimiento ambivalente no se resuelve hacia uno u otro polo: antes
bien, se mantiene tenso y vital en cada nueva escena. Es este movimiento el que hace posible la
escritura y es ésta, en tanto movimiento —el trazo—, la que hace posible el relato. En esta
dimensión, las cartas de relación se conforman en virtud de lo innarrado, lo inenarrable y lo
desnarrado, donde operan el decoro y las reglas de la historiografía letrada, distintos ideales de
escritura y de lengua, polémicas intereses y reclamos.
· Así, el enunciador de las Cartas de relación (con sus desplazamientos de la primera a la
quinta), opera a partir de lo innarrado, con un férreo manejo del relato y de la trama, que deja
escaso espacio para lo inesperado, gracias a una meticulosa configuración, tan controlada como
astuta, allí donde el narrador también señala al autor, connotándolo con sus atributos.
· Entonces, lo que se calla son las voces de los otros:
o en el bando propio, los reclamos y sublevaciones de los soldados, también las
disputas y los distintos pareceres de sus capitanes, las verdaderas inflexiones de
la rebelión contra Velázquez. Se callan también las crueles aristas de las
matanzas, así como la premeditación e incluso la manipulación de rumores y
versiones para justificarlas.
o En el bando indígena, se callan -y se desconocen- nombres propios y procedencias, nobles
asesinados durante la huida de la Noche Triste, también la amplia y compleja naturaleza de las
alianzas sin las cuales la conquista de Tenochtitlan habría sido imposible.

Cierto es que opera aquí el decoro y el ideal historiográfico letrado, administrando los silencios;
también lo es que estas modulaciones contribuyen a engrandecer la imagen del capitán y sostener
sus reclamos, objetivo que sustenta toda el desarrollo de estas cartas.

[1] El “ojo imperial” [Pratt] se presenta como Adán en el paraíso, con posibilidades de disfrutar y
ver todo a su paso, sin que nada lo pueda detener. Este ojo no solo escudriña y controla sino que
además construye paisajes simbólicos donde la dominación europea nunca es cuestionada. El
nativo no posee nombre, ni historia, mucho menos una identidad propia que lo defina fuera de lo
que es su vínculo con el europeo.
[2] Elliott pasa revista a las referencias a la Biblia, a las citas en latín y al código de las Siete
Partidas. Con mirada aguda, nota que el uso que el cronista hace de estos textos es poco extendido
y no demasiado profundo, y deduce que, más que dar cuenta de una educación letrada, estos
saberes están dentro de lo esperable para un hidalgo castellano de la época
CHECA, Jorge (1996) Cortés y el espacio de la conquista: la Segunda carta de relación

El espacio de la representación
Las páginas que Hernán Cortés dedica a la evocación de la ciudad de Tenochtitlán y de la corte de
Moctezuma constituyen seguramente el momento más sugestivo de la Segunda carta de Relación.
En-contramos aquí una serie de escenas e imágenes en gran medida pre-figuradas por otros
fragmentos de la Carta, dado que la capital del im-perio azteca viene a magnificar, en la visión
admirada de Cortés, ciertas características ya vigentes en los lugares urbanos previamente
sojuzgados en la marcha de los conquistadores. Como una antici-pación del marco apoteósico que
se avecina, Tizatlán, la ciudad más imponente de Tlascala, no sólo destacará por su tamaño y
contextura (“muy mayor que Granada y muy más fuerte y de tan buenos edeficios”), y por la
riqueza y variedad de su mercado, sino también por su “orden y policía” y la “razón y concierto” de
sus gentes (184-85). Pos-teriormente (yen una dosificación creciente y acaso calculada de
ex-presiones laudatorias) será Cholollan (o Chulultecal) el objeto del en-tusiasmo cortesiano, y
luego Cuitláhuac, según Cortés la ciudad “más hermosa, aunque pequeña , por ser armada toda
sobre agua” (205).
Orden, armonía, aprovechamiento ingenioso de las condiciones naturales, capacidad humana de
organizarse políticamente en un en-torno civilizado: tales son los rasgos positivos que, al ir
acentuándose, convierten el avance de Cortés y sus seguidores en un progreso hacia la meta de
Tenochtitlán. En sus límites, Moctezuma recibe a los con-quistadores con solemnes ceremonias,
cuya sofisticación reitera para los recién llegados el dominio definitivo de la forma sobre el caos, y
de la cultura sobre la barbarie,[1] La capital no defraudará las expecta-tivas de los españoles, y así lo
pone de manifiesto Cortés en su célebre descripción de Tenochtitlán y sus maravillas.

Con su estructura radial, la configuración de Tenochtitlán se asi-mila a esquemas geométricos


llenos, para muchos europeos del siglo XVT, de resonancias prestigiosas a partir sobre todo de la
lectura y ela-boración italiana (por Aiberti, Filarete y Alberto Giorgio) de textos de Vitruvio. En
semejante disposición, la ¡dea de orden se realza me-diante la presencia de un centro donde
convergen amplias calles rec-tilíneas de longitud semejante. En el caso de Tenochtitlán, Cortés
en-fatiza además la armonía del conjunto urbano cuando menciona el empleo, exactamente
equilibrado, de dos elementos distintos (tierra y agua), en una suerte de conjunción de contrarios
igualmente apli-cable a la provincia sobre la cual se asienta la gran ciudad: ahí, en un llano, se
encuentran dos lagunas (una dulce y otra salada) divididas en medio por una franja de tierra y
englobadas por el círculo que, fuera del llano, dibujan varias cadenas montañosas. Ya intramuros de
Tenochtitlán, la figura perfecta y cerrada del círculo se repite en edi-ficios como el principal templo
azteca (cuyo enorme “circuito” tiene “toda a la redonda muy gentiles aposentos” [237]), y ello
prolonga la conjunción de lo diverso a la armonía visual establecida entre arte y naturaleza.
En esta red de conexiones, un ele-mento de la totalidad reproduce a menudo características de
otros, manifestando un principio intensificado, casi sistemáticamente, por Tomás Moro en la
construcción de su Utopía, sin embargo, una diferencia importante entre la ima-gen de
Tenochtitlán y la de Utopía; y es que Cortés, frente a Moro, no opone tajantemente las condiciones
políticas y culturales de la ciudad por él privilegiada a las formas de comportamiento cívico
dominan-tes en comunidades vecinas. (Lo contrario se aplica a la relación de Utopía con Estados
geográficamente próximos, ya que dentro de los últimos se invierten, en varios sentidos, los ideales
seguidos por los utopianos.
Tenochtitlán incorpore y potencie en grado sumo las cualidades de poblaciones como Tizatlán,
Cholollan o Cuidáhuac, cabe agregarle el que la capital azteca con-tenga toda la variedad y riqueza
del mundo conocido por sus habi-tantes. La dimensión que llamaré representativa de Tenochtitlán
se muestra fundamentalmente en su mercado, se alberga un verdadero microcosmos de la realidad
natural, pues allí se ofrecen “todos los géneros de mercadurías que en todas las tierras se hallan
noción de totalidad—en su recorrido por la plaza ha visto “todas las cosas cuantas se hallan en toda
la tierra”—(236), y subrayando cómo el orden y la disposición de los productos a la venta en el
mercado fa-cilitan una contemplación clara y realzada de los objetos ahí expuestos (un tipo de
visión imposible en el ambiente original de esos objetos
Las notas de regulación y delimitación inciden, por cierto, no ya sólo en lugares profanos como el
mercado. Surgen además, especularmente, en las “mezquitas” o templos de Tenochtitlán, y se
revelan en el as-pecto y en las prácticas consuetudinarias de sus sacerdotes: éstos, en efecto,
someten su vida a rituales cuidadosamente prescrito. El juego de duplicaciones característico de
Tenochtitlán culminará finalmente en los lugares de recreo de Moctezuma

Cuando de los prodigios de Moctezuma se trata, la exhibición ordenada y jerarquizada de la


naturaleza da además en-trada a algunos de sus fenómenos insólitos y monstruosos definiendo las
posesiones en conjunto un despliegue abun-dante y representativo de cuanto existe, en alguna
manera reminiscente de las luego extendidas cámaras de maravillas europea a falta de los objetos
originales, Moc­tezuma impone, mediante “perfectos” y “maravillosos” simulacros, una presencia
sustitutiva, semejantes reproducciones no tiene aquí un mero valor sucedáneo. Más bien al
contrario, la reproducción tiende a señalar el alcance del poder; el hecho de que éste,
extendiéndose fuera de la corte y de la capital del imperio azteca, deja su huella en otros dominios
(a su vez representados en el centro). Paradójica-mente, entonces, el simulacro autentifica, en
cuanto posesión, la cosa real que con tanto esmero reconstruye. (tenía “contrafechas de oro y plata
y piedras y plumas todas las cosas que debajo del cielo hay)

Sugerida en el último ejemplo, la unión que la Carta atestigua en-tre poder y facultad de
representar convierte a Tenochtitlán en el nú-cleo hacia el cual converge el esplendor de
Moctezuma. Esta condición queda topográficamente plasmada en la estructura radial de la ciudad
(hecha asimismo centro o microcosmos de realidades más ex-tendidas y desperdigadas por otros
territorios), pero halla también su correlato en el doble movimiento (centrípeto y centrífugo) de los
es-pañoles durante la primera fase de la Conquista (cuando Cortés ocupa Tenochtitlán
“pacíficamente”)- Además de usurpar entonces el papel de Moctezuma, Cortés tiene plena
conciencia de que ha alcanzado la cabeza de un nuevo Imperio y que, por tanto, posee la clave para
hacer suya la totalidad de lo que la capital representa a través de su figura rectora. Es, de ahí,
apropiado que, tras consolidar provisionalmente los españoles su dominio sobre Tenochtitlán, el
depuesto Moctezuma ordene, a instancias de Cortés, la confección de un mapa: otro modo de
representación, dirigida en este caso no tanto a la exhibición como a la búsqueda de poder y
riqueza en forma de oro. Si el oro prometido en el mapa no se encuentra ahora en el interior sino
en el exterior de Tenochtitlán, su localización sólo puede asegurarse mediante el do-minio de ese
centro de irradiación simbólica.

La representación política y sus Usos


... y también porque teniéndole conmigo to-das las otras tierras que a él eran súbditas vernían más
aína al conoscimiento y servicio de Vuestra Majestad
referencia a la prisión Moctezuma la Segunda carta de relación frecuentemente esta-blece una
correspondencia entre las cualidades representativas del espacio geográfico de la Conquista y el
tipo de relaciones formula-das prescritas en el texto. Dicha homologación ex-tiende a la persona del
gobernante las características asociadas a los lugares más emblemáticos o deseables de
Tenochtitlán, recurrente condensación del todo en la parte determina que el autor de la Carta
conceptualice la realidad aplicando a ella repetidamente la figura retórica de la sinéc-doque, y
valiéndose además, en los planos sintáctico y semántico, de estructuras condicionales. En
semejantes mecanismos de textualiza- ción, el elemento representativo que define la sinécdoque
resulta insustituible de cara al éxito de determinadas empresas. A las razones, arriba citadas, de
Cortés para defender el cautiverio de Moctezuma, podrían añadírsele otros muchos ejemplos,
entre los que se cuentan los motivos expuestos por el autor para conservar a cualquier precio la
hegemonía sobre Tenochtitlán, o para lamentar luego su caída inminente: “mayor­mente que
perdida aquélla, era perdida toda la tierra” (255); y se perdía la más noble y mejor cibdad de todo lo
nuevamente descu-bierto del mundo, y ella perdida, se perdía todo lo que estaba ganado por ser la
cabeza de todo”. En es­tricta analogía con el valor militar y político de Tenochtitlán, Cortés
determina el precio de su frustrado asesinato a manos de los par-tidarios de Vélazquez y Narváez
reproduciendo el siguiente argu­mento: "Porque decían que muerto yo era su fecho acabado”
(260). Y dentro de la misma línea, aunque ahora aplicada a los aztecas suble-vados después de la
Noche Triste, Cortés nota cómo a raíz de la muerte de una persona "prencipal dellos” (...) “cesó
toda la guerra”

Al privilegiar la figura del representante como sujeto dotado de au-toridad legal y fáctica en los
grupos que reconocen ese papel, Cortés destaca su propia trascendencia en las operaciones de la
Conquista. El documento se esfuerza por patentizar que hay distintos grados de representación
política, y que unos ganan en eficacia y legitimidad a otros. Dentro de México, Cortés se
autoconfiere el puesto supremo en esta jerarquía; ya cuando desautoriza de plano las pretensiones
de los partidarios de Diego Velázquez, o cuando matizadamente describe los complejos
mecanismos a través de los cuales sanciona una idea emanatista del poder, constituida por una
serie de delegaciones. Pero cabe agregar ahora que, si bien implementadas en México, tanto las
pre-rrogativas de autorizar y desautorizar como las de delegar y distribuir el mando no tienen allí,
para Cortés, su referente último sino en Carlos v. cuya presencia simbólica Cortés convoca a fin de
justificar su empresa. Se prolonga así la cadena de la representación política. Además de encarnar
las facultades ejecutivas que sus subor-dinados y los pueblos sometidos a su genio militar le
otorgan, el mismo Cortés se erige en intérprete y portavoz de la supuesta voluntad regia. Ciertos
pasajes de la Carta describen con evidente orgullo la estruc-tura piramidal de sustituciones
promovida por Cortés:

Y tomado el parescer de Muteezuma, puse en nombre de Vuestra Alteza en aquel señorío


a un hijo suyo que se decía Cocuzcacin, al cual hice que to-das las comunidades y señores de la
dicha provincia le obedesciesen por señor fasta tanto que Vuestra Alteza fuese servido de otra
cosa. Y así se hizo, que de allí adelante todos lo tuvieron y lo obedescieron por señor como ai
dicho Cacamacin y él fue obidiente en todo lo que yo de parte de Vuestra Majestad le
mandaba. (226)

En el episodio aquí referido, Cacama^in (o Cacama) acaba de re-belarse contra la autoridad de


Moctezuma y, por extensión en este punto, contra la de Cortés. Pidiendo la opinión de Moctezuma
sobre el camino a seguir tras la captura del rebelde, Cortés asegura el respeto y la confianza de
quien ahora es su subordinado, sin que lesione por ello la relación de “servicio” recién establecida
entre el líder azteca y el español. De hecho, el que Moctezuma sea ahora consejero ocasional de
Cortés, posee la ventaja adicional de que la recomendación se base en una experiencia directa de
cuanto pueda resultar más conveniente para el gobierno, disminuyéndose así la excesiva
separación (física y cultural) de Cortés respecto al “señorío” sublevado. Dicha distancia se aminora
además en la práctica cuando, atendiendo el parecer de Moctezuma, Cortés se vale de Cocuzcapn;
un nuevo intermediario al cual obedecen a su vez todos los “señores” de la provincia por ser su
padre el mismo Moctezuma. Pero igual que los “señores” se pliegan a los mandatos de Cocuzca^in,
que Cocuzcagin es inferior a Moctezuma, y que éste depende de Cortés, el conquistador dice actuar
en nombre de “Vuestra Majestad” Carlos V, definitivo eslabón humano en una larga concatenación
jerárquica.
Las hipotéticas virtudes de una intrincada trama representativa en las labores de conquista,
pacificación y preservación de un territorio se ponen aquí de relieve y también , la fragilidad del
sistema.

la Segunda carta explora de manera consistente y sutil muy variadas facetas prácticas de la idea
política de representación. Entre sus aspectos conflictivos, debe también recordarse un evento
significativamente soslayado en la Carta. Me refiero a que los españoles empiezan a perder el
dominio de Tenochtidán cuando Pedro de Alvarado ejerce imprudentemente la función de
delegado de Cortés (una vez que el conquistador aban-dona la capital para oponerse a quienes,
instigados por Velázquez, le disputan precisamente a Cortés su papel de representante).[2] No se
trata simplemente, en el caso de Alvarado, de una quiebra accidental y esporádica; pues si
representar conlleva asumir el puesto de un su-perior ausente, el susdtuto se ve a menudo
relativamente libre para imponer sus apetencias y criterios particulares.

Ya incluso en sus orígenes, la conquista de México se configura a base de rupturas de esta clase,
con la sucesiva imposición de renova-dos vínculos jerárquicos. Espléndidamente lo detalla un
famoso tra-bajo de Frankl, quien señala cómo el propio Diego Velázquez, supe-rior de Cortés en la
Isla Fernandina (Cuba), se independiza de Diego Colón, legítimo encargado (por herencia) de
colonizar las tierras a descubrir. Cortés, entonces, muestra Frankl, ocupa ante Velázquez un lugar
semejante al del mismo Velázquez respecto a Diego Colón, en la medida en que el futuro
conquistador de México pretenderá la san-ción real de prerrogativas ajenas a su condición
subordinada . Puesta en marcha la Con-quista, las ambiguas posibilidades de interpretar y, como
enseguida ex-plicaré, de usar la representación serán factores determinantes en la pugna entre
españoles y nativos. Serán, al mismo tiempo, armas que nivelan simétricamente los procedimientos
y las tácticas de los dos bandos.
En el lado de los nativos, las evidentes dificultades de implementar de modo eficaz la
representación parecen a veces esgrimirse como coartada una vez que fracasa el recurso a la
violencia. Así, en su camino hacia Tenochtitlán, los españoles sofocan cruentamente un intento de
resistencia, y al pedir luego Cortés explicaciones a “ciertos mensajeros que dijeron ser de los
señores de la provincia,” los interlocutores le res­ponden “que los dichos señores no sabían nada
de lo que aquéllos habían hecho, que eran comunidades y sin su licencia lo habían he-cho
simulando aceptar de lleno la dudosa sinceridad de los mensajeros, el conquistador evita las
consecuencias, políticamente arriesgadas, de verse obligado a eje-cutar un castigo sanguinario (y
ello por mucho que Cortés sospeche que los emisarios mienten, lo mismo que éstos no pueden sino
cues-tionar la aparente confianza de Cortés ante sus palabras). De cualquier manera, tenemos aquí
un situación donde los representantes (no di-rectamente además, sino a través de mensajeros) se
autoeximen de culpa. Un ejemplo sólo externamente opuesto al anterior (pero que en el fondo
denota un idéntico empleo de la representación como coar-tada) lo ofrecen los habitantes de
Cholula.

Poste-riormente, y asentados ya los españoles en Tenochtitlán, la duplicidad de Moctezuma


obtendrá de Cortés una respuesta más sutil, con oca-sión de la revuelta, igualmente reprimida, de
Qualpopoca. Al infe-rir, por medio de tortuosas averiguaciones, que Qualpopo#! lejos de alzarse
por su cuenta, se ha sublevado en cuanto “vasallo” fiel a Moctezuma, Cortés ordena la prisión del
presumible instigador, aun-que disponiéndola de tal manera que Moctezuma no aparece del todo
ante los suyos como un cautivo. Con ello logra Cortés varios objetivos: a la vez que refuerza su
dominio directo sobre Moctezuma, consigue que la cadena de la representación no se fracture (los
aztecas son más propensos a acatar el gobierno de los españoles si éste se ejerce me-diado y
sancionado por el líder depuesto); finalmente, razona Cortés, caso de que los antiguos súbditos de
Moctezuma no queden satisfe-chos de algunas disposiciones del reciente orden instaurado,
Moctezuma está siempre en condiciones de preservar su imagen.

Una concisa tesis de Greenblatt expone bien, a mi entender, el alcance paradójico de tal noción de
uso. Casi por definición, el representante reclama una autoridad legitimadora situada fuera de él.
Pero, como indica Greenblatt, en las prácticas renacentistas de “autornodelación” o self-fashioning
(donde Cortés por supuesto se incluye) esa fuente ex-terna y absoluta puede conferir al sujeto (aquí
en la forma de repre-sentante) la energía simbólica necesaria para efectuar un proyecto propio y
también, simultáneamente, ajeno (en cuanto el represen-tante lo realiza en nombre de otro).

Aplicándola específicamente no tanto a la representación sino ava-lores de índole moral y religiosa


(la sinceridad y la piedad, por ejem-plo), en El príncipe, la cuestión principal no radica en poseer o
en rechazar siempre ciertas cualidades unánime y convencionalmente consideradas positivas o
negativas (es decir, no consiste en insincero, virtuoso o incluso malvado). Importa, más que nada,
saber sartales valores (o antivalores); aparentar abra-zarlos sólo cuando convenga, dosificando
además su exhibición púb-lica.[3] El cálculo del gobernante transforma entonces el concepto
abs­tracto y metafisico en una suerte de bien “económico” o mercancía, que se invierte de una u
otra forma en función de las circunstancias. El ejercicio de la virtù conlleva la habili-dad proteica
para adaptarse a coyunturas inesperada .
Este capital de poder no depende únicamente de dones intrínsecos, sino además de las
condiciones, nunca estáticas, del espacio competitivo donde el príncipe actúa, las cuales van fijando
el precio y la rentabilidad de cualquier inversión política. Llegamos aquí a la noción de campo
ela-borada por el sociólogo francés Pierre Bourdieau, quien, con precisión notable,
contemplajustamente el poder dentro de los parámetros (re-lativos y relaciónales) de ámbitos
autónomos establecidos en torno a ciertas pautas (variables según el campo que se considere.

Cuando desembarca en las costas de México y emprende la ruta de Tenochtitlán, Cortés se topa
con un campo político caracterizado por relaciones de poder débiles e inciertas (y desde esta
perspectiva no del todo diferente al que contempla durante las mismas fechas Maquiavelo en la
península itálica). Se trata de un espacio política-mente fragmentado y en buena medida abierto a
la disputa (por más que el dominio de Moctezuma siga allí prevaleciendo), y donde los vínculos
comunitarios amenazan con desdibujarse una vez que en-cuentren el catalizador necesario para
ello. No otro es el resultado surtido por la súbita irrupción de los españoles, un elemento
deses-tabilizador llamado a trastocar el ya precario equilibrio de fuerzas vi-gente en México y a
redefinir incluso la configuración del campo de relaciones ligado a ese lugar geográfico. A lo largo
de su empresa, Cortés no se limita, en efecto, a intentar la conquista de un territorio ajeno; impone
además, para el logro de dicho fin, un nuevo orden simbólico, prescribiendo un vocabulario político
acorde con sus de-signios. Es, de hecho, un lenguaje que, importado desde España, reubica los
elementos del ámbito indígena dentro de las coordenadas de un sistema diferente. Allí, en el nuevo
campo definido por la pre­sencia de Cortés, los aztecas son “vasallos” que deben “servicio” a
Car­los V, los gobernantes opuestos a Cortés son “tiranos," y sus enemigos “rebeldes”; la toma de
Tenochtitlán se convierte en una cesión, y el Moctezuma cautivo no es tanto un prisionero como un
“huésped”.

observaremos cómo los dos discursos de Moctezuma incluidos en la Carta manifiestan


ejemplarmente este tipo de violencia simbólica).
Reveladora de la virtú maquiavélica de Cortés, el éxito de estas trans-formaciones lingüísticas
queda probado, según la Carta, en la acep-tación que parece tener entre los habitantes de México.
Por inci-dir directamente en los propios términos definidores de un campo político, la implantación
de un lenguaje engañosamente descriptivo (pero que en el fondo prescribe cómo ha de ser la
realidad), resulta de extrema importancia para los conquistadores; siempre y cuando, claro está,
dicha operación simbólica se apoye en otras prácticas asimismo regidas por el cálculo. Piénsese en
la faceta militar de la expedición cortesiana. Aquí, las consideraciones de tipo esencialista (es decir,
no basadas en el concepto relativo y situacional de precio) se hacen casi irrelevantes, y la pérdida
de un caballo, por ejemplo, suele tener un “coste” superior a la muerte de muchos hombres. La
misma violencia represiva se somete incluso a una peculiar economía, de suerte que el criterio para
el castigo o para el perdón (y la manera cómo se imple- mentan) depende menos de la gravedad
“objetiva” de las faltas per­petradas que de cuestiones coyunturales de conveniencia. Así, después
de la rebelión de Qualpopoca, Cortés manda quemar a los sublevados en una plaza “sin haber
alboroto alguno” (217): descartando la ven­ganza ejemplar o, en el extremo contrario, la
misericordia (opciones seguidas en otros momentos), el conquistador calcula que ahora rinde más
beneficios la eliminación callada de sus adversarios.

Cortés encarna la figura proteica del go-bernante maquiavélico, para quien la absoluta consistencia
aboca in-evitablemente al fracaso. Es sin duda más provechoso, atisba Cortés, disolver la identidad
en una sucesión de roles.
Dentro del capital simbólico de Cortés, constituido en torno a cues-tiones de legitimidad y prestigio,
ocupan un puesto sobresaliente sus pretensiones representativas.20 Cortés usa ese papel igual que
otros varios, pero con la salvedad importantísima de que la función de re-presentante (o
intermediario entre Carlos V y sus súbditos reales o potenciales) es seguramente la única
persistente a lo largo de la Conquista. Por tratarse además de una fundón donde, de modo
paradójico, el sujeto se crea una identidad a base de obrar en nombre de una figura y de una ley
materialmente ausentes, la representación no anula el ejercicio de los demás papeles; muy al
contrario los con-tiene y regula, hasta justificar incluso sus excesos cuando la violencia y la mentira
pudieran parecer desmesuradas fuera de semejante prin-cipio externo. Sólo la validación ajena del
ejercicio representativo hace admisibles las transgresiones de Cortés, igual que su proceder
oportunista.
Con todo, el proyecto “naturalizador” de Cortes no puede diluir de manera com­pleta su
fundamento contingente e interesado. Lo impide, en primer lugar, el que otros (notablemente los
seguidores de Velázquez y Nar- váez) disputen la legitimidad del conquistador (y de ahí la índole de
las Cartas en cuanto documentos polémicos necesitados de apro­bación). Una “naturalización”
completa es también inviable por-que las mismas Cartas no pueden sino alegar que, en el caso de
cier-tos personajes (Velázquez, Narváez, Moctezuma), la representación sí posee un mero valor
instrumental (sublimado por Cortés cuando excluye del texto sus móviles particulares). En este
planteamiento rebosante de tensiones coexisten la mixtificación y el desenmas-caramiento, pues
Cortés se ve forzado a suprimir en él una lógica apli-cada de lleno a sus rivales. Luego veremos
cómo, a través del vínculo epistolar de complicidad sutilmente establecido, por la propia Se-gunda
carta, entre Cortés y su destinatario, Carlos V deviene involu-crado en una aporía ideológica
semejante.

Genealogías del poder


En la versión propagada por la Segunda carta , Moctezuma cede expresamente el poder a Cortés en
dos discursos que el texto transcribe en estilo directo, como si fuese verdadero. los dos discursos
son la mejor expresión de la 11 violencia simbólica” omnipresente en los textos corte- si a nos.[4]
Ambos parlamentos disfrutan ciertamente de un realce sin-gular. Excepcionalmente se figuran aquí
un par de situaciones donde alguien distinto de Cortés habla sin que el conquistador absorba y
re-suma esas palabras ajenas dentro de una voz autoría! ininterrumpida (que, a lo más, sólo
acostumbra a “informar” sobre las intervenciones verbales de otros)
Moctezuma aparece em-pleando términos e ideas sospechosamente afines a las de Cortés (y al
papel representativo que Cortés se atribuye) se impone la evidencia de hallarnos ante un ejercicio
de ventriloquia literaria. Creo entonces apropiado conferir al Moctezuma de los discursos el
estatuto, igual­mente “literario,” de personaje de Cortés.
Moctezuma afirma ver en Cortés un enviado del legítimo "Señor” (y dueño primordial) de los
dominios aztecas. (Moctezuma sería, pues, descendiente de una dinastía usurpadora, frente a las
“verdaderas” prerrogativas de aquel “Rey” ausente y exiliado, a quien de manera im­plícita se
identifica con Carlos V). De acuerdo al mencionado des-plazamiento, la violencia simbólica del
Cortés-autor impone en Moc-tezuma un vocabulario en el que el sentido de ciertos términos se
invierte por completo. Los conceptos, sobre todo, de “natural” y “extranjero” dejan de aludir a la
posición respectiva de aztecas y españoles, para designar, al revés, una situación donde los intrusos
resultan ser los dueños consustanciales de Tenochtitlán (es decir, sus poseedores por derecho)
. La invasión, así, no llevaría tanto a los españoles a un encuentro con lo diferente como a un
retorno y a una reivindi­cación de lo propio; la “casa” y “naturaleza” originariamente poseída.
En sus palabras, es consecuente que, al término del segundo discurso, Moctezuma se someta
definitivamente a Cortés, y le designe representante directo del “Señor” Carlos V.
“Que así como hasta aquí a mí me habéis tenido y obedescido por señor
vuestro, de aquí adelante tengáis y obedezcáis a este grand rey pues él es
vuestro natural señor, y en su lugar tengáis a éste su capitán.” (228)
Con independencia de que ambos parlamentos distorsionen lo su-cedido empíricamente, es
pertinente recordar que Cortés se muestra a sí mismo en el texto usando para su conveniencia las
palabras de Moctezuma, de cuyos patentes errores respecto a la identidad de Car-los V se hace eco
explícitamente tras el primer discurso: “Yo le res­pondí a todo lo que me dijo satisfaciendo a
aquello que me paresció que convenía, en especial a hacerle creer que Vuestra Majestad era a
quien ellos esperaban”. En este sentido, León- Portilla señala que, ya en el siglo XVI, Bartolomé de
las Casas puso en duda la aparente falta de reparos de Moctezuma al transferir sus vas-tos
dominios a los enviados de un Rey desconocido (“Quetzalcóatl- Cortés” 225). Contrariamente
Todorov ve en la renuncia de Moctezuma una manifestación de fatalismo y de oscuros sentimientos
de culpabilidad. Cortés tienden a avalar la hipótesis de Todorov. también lícito preguntar si acaso el
fatalismo del Moctezuma “personaje” de la Carta no puede ser igualmente, en vez de una cualidad
sustancial, parte de un capital puesto en uso.

A modo de contraste, algunos aspectos reveladores. Las alocuciones vienen pre-cedidas por toda
una larga serie de actos desconcertantes y faltos de transparencia en cuanto a sus móviles; entre el
primer y el segundo parlamento, y únicamente “habiendo pasado quince o veinte días” desde la
prisión de Moctezuma (217), ocurre la sedición de Qualcopoca, instigada seguramente por
Moctezuma; con posterioridad in-cluso al segundo discurso (y aprovechando el desorden que
propicia la expedición de Narváez) Moctezuma conspira, al parecer, contra Cortés y desencadena
por unos días la violencia en Tenochtidán (podemos inferir que Moctezuma sólo se arrepiente al
frustrarse el alzamiento.
Nos preguntarnos por qué Moctezuma se autorrebaja delante de Cortés y de sus súbditos. no lo
olvidemos, por el Cortés autor de la Carta) radica a mi juicio en que Moctezuma emplea en los
discursos la baza más adecuada a su posición de debilidad respecto a Cortés, y valora
calculadoramente entonces su rendición como una suerte de mal menor (igualmente beneficioso
para los españoles).

En la plasmación textual de unos discursos de historicidad más que dudosa, Moctezuma y Cortés
juegan, por tanto, el papel de cómplices: uno finge asumir unas creencias y el otro simula
aceptarlas de cara a su antagonista. El fundamento doctrinal que sirve de base a este in-tercambio
“dramático” (en donde veremos se involucra también al destinatario de la Carta) ha dado lugar a
abundantes discusiones, re-lativas a la función dentro de él de ciertos mitos indígenas.

John Elliott, sopesa la teoría de que los aztecas identificaron a Carlos V con Quetzacoatl. Esta, se ve
debilitada por no haberse encontrado versiones de la leyenda del retorno datables antes de la
Conquista; más bien parece que empezaron a difundirse durante la década de 1540 por obra de los
franciscanos Motolinía y Sahagún.
Elliott matiza tal línea de análisis, y sostiene que, previamente a la toma de Tenochtitlán, Cortés
tuvo oportunidad de escuchar entre los tlascaltecas (o acaso entre los nativos de las Antillas) una
profecía de retorno desde el Este, sólo que referida no a Quetzalcóatl, sino a Huitzilopochtíi (u
Orchilobos), di­vinidad de la guerra (“The Mental World” 37-38). Con ello resultaría que el uso de
leyendas indígenas por parte de los españoles abrió primero el camino para la conquista de México,
sirviendo, en una fase posterior, para afianzarla.
si acepta-mos la argumentación de Elliott, el mismo Cortés empezó a combinar elementos de las
dos culturas religiosas que entran en contacto en México con la invasión de los españoles, cuando
el autor de la Caria introduce en los discursos de Moctezuma motivos y analogías sacados del
Nuevo Testamento.
Acertadamente ha observado Lafaye que la reivindicación a posteriori de la profecía de
Quetzalcóatl valió para insertar a aztecas y es­pañoles dentro de una “misma historicidad” y desde
el punto de vista europeo, la tarea de vincular y asimilar lo diferente y lejano (y de englobarlo en un
solo proceso histórico) no empieza, obviamente, con la conquista de México; es una tendencia
mucho más remota, que alcanza su formulación culminante en La Ciudad de Dios de San Agustín

“Tríptico de la infamia” de Pablo Montoya *preguntar si entra

Se analizarán cuestiones relativas a la ciudad americana, desde la relevancia que el espacio urbano
ha tenido en los tiempos de la Conquista.
“Brevísima relación de la destruición de las Indias” (1552) de Fray Bartolomé de las Casas.

Si en Colón el mito del paraíso terrenal atraviesa gran parte del texto, la Brevísima relación de la
destrucción de las Indias de Fray Bartolomé de las Casas, por el contrario, revela el lado oscuro del
momento histórico de la Conquista, subrayando la crueldad y la destrucción del paraíso a causa
de las desmedidas ambiciones materiales del conquistador.

APUNTES DE LA BREVÍSIMA RELACIÓN DE LA DESTRUCCIÓN DE LAS INDIAS - FRAY BARTOLOMÉ


DE LAS CASAS.

Argumento -> funciona como verdadero prólogo. Narra lo contrario a “lo maravilloso”: el espanto
de las matanzas.

[título: “relación” “colegida” } casi oxímoron =


testimonio +
↓ ↓ documento
*escrito de uso oficial *recolectado/recopilado
*carácter testimonial *carácter ajeno de la información deducida
*observación directa * “documento”

Brevísima: superlativo , subraya la magnitud del contenido.


Destruición: no en sentido moderno > asolamiento, despoblamiento

PRÓLOGO -> en una dedicatoria al príncipe Felipe, encargado de los asuntos de las Indias.
constituido a partir de la tópico del exordio: carácter justo de la monarquía. Injusticias: ignorancia
del rey.

Forma de ALEGATO: argumento bien fundamentado.

*Aparece el YO y reitera algo del argumento= da cuenta de muchos testimonios existentes, pero
solo se da relación de algunos, para que con más facilidad pueda Vuestra Alteza leerlos. (apela al
discurso jurídico)
(apela al discurso teológico)

*Rol de testigo y siervo de los reyes

*Pide que denieguen las empresas: que no continúen matando a los indios, se coloca como
defensor de las indias, como mediador entre los conquistadores y los indígenas

BREVÍSIMA

En 1492 se descubrieron, tanto la Española como otras -> POBLADAS por Indios (Buen salvaje)
3 párrafos: estructura retórica típica del exordio del discurso judicial

Caracterización de los indios = no aptos para esclavizar (delicados, flacos, tiernos) SÍ para
EVANGELIZAR (“dóciles para toda buena doctrina”)
Hace 40 años los atormentan y matan > vaciamiento de territorio.
1°p plural “somos” pero marca la diferencia entre los demás españoles.

TIRANÍA -> guerras: una vez tomada la tierra -> servidumbre/esclavización.


Hombres como bestias.

causa: oro, ambición, codicia.

Testigo: los indios no hicieron ningún mal a los cristianos, los tuvieron por venidos del cielo.

Indios buenos キ conquistadores tiranos

DE LA ISLA ESPAÑOLA

La primera donde entraron cristianos y comenzaron las entregas. Gran extensión dedicada a esta
isla: mayor conocimiento (pasó años de su vida) Experiencia directa + relatos orales. carta colectiva
(1518)]
Acusaciones contra los 38 hombres que dejó CC en 1493 en el fuerte navidad, aparecen en la carta
de los dominicos, muerte justa. (LC lo elude).
Defensa de los indios > analogía con juego de niños. españoles > matanzas y crueldades:
DESCRIPCIÓN HIPERBÓLICA, ENUMERADA. Los queman vivos, perros entrenados para matar.

DE LA ISLA DE CUBA

En 1511 - se refiere a los primeros años 1512-1514 donde LC participó -


Capturan y queman vivo al cacique Hatuey
Mala fama de la fe cristiana a causa de las torturas
Los indios huyen y se suicidan para escapar de las crueldades
En 3/4 meses murieron de hambre 7000 niños por llevar sus padres, madres a las minas.
Esta denuncia ya está presente entre las que expuso al rey Fernando en 1515.

DE LA TIERRA FIRME

Paranà, Costa Rica, Costa norte de colombia.

Hechos de Pedrarias Dávila, gobernador de la región que llegó en 1514, sus crueldades. Apelativo:
Furor divino.
Los tortura para que le den oro.
Le roban al rey -> 1/5 de las riquezas obtenidas -> el fraude es confirmado
Despoblaron: mataron a todos

DE LA NUEVA ESPAÑA

México. Capítulo que sirve de introducción a los siguientes capítulos.


Entrada 1518-1530. 12 años de matanzas y entregas en un territorio donde entrarían 5 grandes
reinos. Mataron a toda la gente (que era más que la que habita en Toledo, Sevilla, Valladolid,
Zaragoza, y Barcelona. La comparación genera más impresión en el lector. Los matan sin
compasión.
Prenden fuego el templo con ellos dentro -> sacrilegio
Matanzas de cortés en Tepeaca, Cholula
Captura al rey Moctezuma, lo obligan a presenciar la muerte en la hoguera de Qualpopoca y 15
caciques.

(Relata la Noche Triste -1520. murieron 150 españoles y 2000 tlaxcaltecas cuando intentaban
abandonar la ciudad.)
Mataron cristianos “con justisima y santa guerra”
Habla del sitio y conquista de Tenochtitlán 1521.

CAPÍTULOS SIGUIENTES…

Indios hospitalarios. Símil -> mansas ovejas.


Débiles en comparación con los españoles.
Españoles colocaban indios en los hoyos y los traspasaban con estacas.
Se comen a los indios que toman -> los matan y asan. Caníbal -> ESPAÑOL. INVERSION
Despedaza un niño y se lo da de comer a los perros, de a partes
Narración adelanta “pues peores cosas veremos abajo”
Engañan a los indios (ya hay frailes y religiosos) intercambiaban ídolos por hijos ->toman como
esclavos.

Perú -> LC nunca estuvo ahí. Habla de la tercera expedición de Pizarro. Fuente: relatos escritos por
conquistadores a raíz de la prisión y muerte de Atahualpa en 1533 - cartas.
Testimonio de dos Fray…
Les dieron muchísimo oro y piedras preciosas.

CIERRE

No predicaron la palabra de Dios, antes impidieron hacerlo a los religiosos órque lo creían
impedimento para obtener riquezas.
Cierre del discurso demostrando su finalidad -> calamidades cometidas
Termina de escribir en Valencia 8/12/1542
Esperanza de que Carlos V ha de remediar los males acaecidos en aquel Nuevo Mundo que Dios le
ha dado…
Da cuenta de que ciertas leyes escritas NO se cumpklen en el NM
Perú: actualmente están cometiendo matanzas (no sólo indios porque casi no hay, sino unos a
otros).

La Brevísima relación de la destrucción de las Indias de Fray Bartolomé de Las Casas; del alegato a
la retórica de la crueldad. Carolina Sancholuz

Su producción y posterior publicación (1542) se resignifica teniendo en cuenta en especial la


incidencia en otros contextos, en el momento de conformación de las ideas emancipatorias de los
países americanos en el S. XIX. La matríz jurídica textual se manifiesta entre el alegato y la retórica
de la crueldad y la violencia presentes en la relación.
Edición de La Brevísima en 1542. Reedición en México en 1812, Fray Servando Teresa de Mier
califica a LC como “defensor de los indios” -> defensor de la libertad de américa.La Brevísima se
recupera en la coyuntura histórica de la independencia de México, especialmente protagonizada
por los sectores criollos, Fray Servando organiza sus fundamentos en contra de la legitimidad de la
conquista y de la autoridad de España sobre los territorios americanos.

Requerimiento -> texto que enuncia la posesión territorial y la realiza.

Apropiación de La Brevísima de parte de los criollos, la conciencia criolla en plan de independizarse


de España. Sin embargo, LC coincidía con los intereses de la Corona.

La obra adquiere un tono particular que responde a una representación verbal inusitada de las
diversas formas del ejercicio de la violencia por parte del conquistador europeo. La Brevísima es
uno de los instrumentos preferidos por las potencias rivales de España, en su campaña política de
desprestigio.

La Brevísima es un ALEGATO. Un panfleto. Además adquiere un tono beligerante que responde a


representaciones verbales de las DIVERSAS FORMAS DEL EJERCICIO DE LA VIOLENCIA POR PARTE
DEL CONQUISTADOR EUROPEO.

REPRESENTACIÓN HIPERBÓLICA ⇒ ALEGATO



Y RETÓRICA DE LA CRUELDAD.

Interlocutor inmediato -> Principe Felipe. (1554/1598)

En el espacio que media entre un marco de oralidad legalmente aceptado por las autoridades
reales a la publicación y circulación impresa de textos no autorizados, Las Casas calibra y privilegia
el carácter perdurable de la letra impresa, su valor testimonial, su posibilidad de circulación (no
sólo en el ámbito español, sino en especial en el territorio americano). Su necesidades de
documentar por escrito las iniquidades de los conquistadores españoles en contra de los nativos
constituye, asimismo, una firme solicitud para que Carlos V intervenga y ponga freno a las
actividades de los encomenderos en América, a quienes Las Casas denuncia como “tiranos”.

La brevísima se erige como DISCURSO JURÍDICO por su carácter de documento legal bajo la forma
de ALEGATO, tal como se percibe a través de ciertas fórmulas y giros al estilo de sentencia judicial.
ALEGATO significa un discurso o exposición en el cual se discuten argumentos para favorecer o
perjudicar a ciertas personas o grupos de ellas, en cuanto a su calidad humana y a sus acciones. Es
un texto que se organiza a través de la argumentación expositiva clara, precisa, bien fundada y
centrada en un tema en cuestión.

SAINT-LU -> 1ERO, SE EXPONEN LAS RAZONES OBJETIVAS QUE HAN DE MOTIVAR LA DECISIÓN DE
ASUMIR LA DEFENSA DE LOS ABORÍGENES Y LA DENUNCIA DE LAS CRUELDADES DEL
CONQUISTADOR. X UN LADO, LOS AGRAVIOS PADECIDOS POR LOS NATIVOS; Y X EL OTRO, LA
POSIBILIDAD DE REMEDIARLOS PONIÉNDOLOS EN CONOCIMIENTO DIRECTO DEL PPE HEREDERO.
1ERO RAZONES 2DO FINALIDAD.

El sujeto de la enunciación se subordina a la autoridad y dominio del principe y, por interpósita


persona del rey, como súbdito y leal servidor. Su discurso se instala en el dominio de lo jurídico y el
sujeto se erige en el rol que ya en esos años detentaba públicamente como defensor de los indios.

LA SÚPLICA Y LA PERSUASIÓN SOLICITA AL PPE SU INTERMEDIACIÓN PARA QUE EL TESTIMONIO


ALCANCE UNA FINALIDAD ÚLTIMA, NEGARLE A LOS CONQUISTADORES FUTURAS EMPRESAS EN LOS
TERRITORIOS APENAS DESCUBIERTOS Y RÁPIDAMENTE ARRASADOS.

Los escritos de LC sumados a otros informes constituyeron el motivo de presión principal para la
promulgación de las llamadas Nuevas Leyes de Indias en noviembre de 1542. Promovía la
eliminación del sistema de encomiendas, la obligación de los indios de aportar trabajo gratuito
llegaba a su fin, la encomienda consistiría en el pago de tributo, fuese en especie o en efectivo.Todo
trabajo desempeñado por los indios sería remunerado como salario cotidiano. Las protestas y
rebeliones violentas de los encomenderos, sobre todo en Perú, motivaron una rectificación de las
Nuevas Leyes. En 1545 el Consejo de Indias rechazó el proyecto de abolir las encomiendas y
permitió las ya concedidas (antes a perpetuidad) siguieran al menos durante otra generación luego
de la muerte de su poseedor original.

Por otro lado, Sepúlveda argumentaba la guerra justa contra los nativos, enalteciendo la imagen del
conquistador como soldado cristiano. Mientras que SEPÚLVEDA consideró a los nativos como
bárbaros y defendió la evangelización armada, LC Predicó el pacifismo cristiano.

FIGURAS RETÓRICAS QUE ABRE LA RELACIÓN LASCASIANA -> LA ANTÍTESIS -LOBOS Y OVEJAS- Y LA
HIPÉRBOLE -EXAGERACIÓN-.

antítesis -> LAS CASAS RECURRE A LA ARGUMENTACIÓN A CONTRARIO. habilidad que excede al
plano retórico, para representar alegóricamente el modo en el cual los conquistadores españoles
se alejaron de una de las justificaciones clave de la empresa conquistador: la evangelización de
los indígenas. Quienes finalmente ocupan el lugar de los bárbaros, no son los nativos sino los
conquistadores. INVERSIÓN DEL OTRO.

Las Casas contraste la mansedumbre de las ovejas a las fieras acciones bestiales de los lobos,
leones, etc.

hipérbole -> La representación colectiva de los indígenas se caracteriza por el tono apologético,
idealizado, en el que el uso abundante de los superlativos contribuye a resaltar hiperbólicamente la
naturaleza pacífica del nativo como buen salvaje.

generalización -> la representación colectiva de los conquistadores, LC tiende a la generalización.


Omite los nombres propios, suele apelar a la referencia elíptica, donde la supresión parcial de un
elemento exalta otros elementos -fechas, lugares y cargos-. En cambio, los nativos se identifican
por su nombre, su rol social y político, y son figuras tanto femeninas como masculinas.

CONQUISTADORES -> matan por AMBICIÓN Y CODICIA, POR ORO Y RIQUEZAS.


El AUTOR aparece como TESTIGO. Le da una posición de autoridad. PRIMERA PERSONA SINGULAR -
> carácter testimonial de su relato.

El cuerpo de la obra se constituye a partir de una “impresionante galería de escenas particulares


horrorosas”, el carácter reiterado de las mismas, su acumulación hiperbólica que en ocasiones resta
verosimilitud a la materia narrada, no le quita sin embargo su patetismo e intensidad dramática,
efectos que evidentemente el texto causó no sólo entre sus receptores privilegiados (Felipe, y
Carlos V), sino también entre los posibles receptores de su época, tanto en el continente europeo
como americano.

*1598 edición con Grabados de Théodore e Israel de Bry

En 1660 el tribunal de la Inquisición lo prohíbe, por ser considerado pernicioso para el justo
prestigio nacional.

El alegato lascasiano cuestionó de manera explícita e incisiva los métodos, procedimientos y


acciones violentas de la conquista española, condenó formas encubiertas de la esclavitud como
las encomiendas, y denunció las consecuencias demográficas tremendas sufridas por la población
indígena, así como también alertó acerca de los desastrosos efectos ecológicos sobre la
naturaleza americana.

PASAJE DE LAS INDIAS COMO TERRITORIO DE LA ABUNDANCIA -> A SER UN ESPACIO DE LA


DESTRUCCIÓN Y LA CARENCIA DE LA CONQUISTA.

Saint-Lu -> LA BREVÍSIMA COMO MEMORIAL DE DENUNCIAS. Se trata de 30 proposiciones jurídicas


que constituyen un breve pero preciso tratado de derecho, que incumbe tanto a la autoridad y
obligaciones de la Iglesia como a la de los príncipes cristianos. En esa obra, LC reafirma la legalidad
del dominio de la Corona sobre los territorios americanos, así como también las tareas de
evangelización y cristianización de los indios, las cuales se validan “por la autoridad, concesión y
donación de la dicha Santa Sede Apostólica”. Promueve el argumento de la evangelización pacífica,
en tanto sostiene que los nativos son “pueblos súbditos de la Corona”.

LC subraya el derecho a la diferencia del otro, rechaza la existencia de jerarquías y servidumbres de


orden natural. Sus intervenciones son de naturaleza política, que extraen argumentos y
justificaciones del ámbito del derecho y la fe.

“El gran debate” Brading

Sepúlveda rechaza a la cultura aborigen, a partir de un pensamiento etnocentrista.


LC su obra ha sido descrita como el primer ejercicio conocido de etnografía comparada. Tendencias
subyacentes a LC -> San agustín, Santo Tomás, Aristóteles, derecho natural. Defensa de los
derechos de los reinos indígenas al autogobierno y a la resistencia de la conquista injusta.

“El profeta desarmado” Brading


Encomienda -> esclavitud encubierta. Tributo que debían pagar los indios. La encomienda fue una
institución que permitió consolidar la dominación del espacio que se conquistaba, organizaba a la
población indígena como mano de obra forzada de manera tal que beneficiaba a la corona. Frente
al despoblamiento, el primer remedio sería la abolición de la encomienda.
LC como una figura del profeta de corte más que de campo, defensor de la conversión pacífica. LC
condenó la conquista del NM como traición de la misión providencial de España: promover la
expansión de la iglesia católica.

● Apuntes de Clase Sancholuz

Brevísima relación LC. LC pretende caracterizar al nativo americano como un sujeto de libre
albedrío, e instala el debate acerca de la denominada “leyenda negra” de la conquista de América.
Recepción hacia fines del S. XVI, XVII y XVIII de una conquista española cruel que no predica el
cristianismo, porque siembra la discordia y la muerte. Luteranismo, protestantismo francés, belga,
alemán, para ellos es fundamental cómo las obras de los cronistas se eligen y van acompañadas de
ilustraciones. La técnica del grabado de De Bry deja de ser orfebre, se forma en el grabado, que
permite una distribución más intensa. Lo que decide ilustrar es aquello que muestra la cara más
violenta de la conquista. La brevísima, las escenas de matanza se narran de forma literal, con una
descripción objetivizada. Superlativos -> ferocíssimos, crudelíssimos. Ekfrasis -> proceso de
escritura y traducción verbal poética de una imagen es lo que realizará Montoya con los grabados
de De bry. Grabados de De Bry 1527-1598.

Sor Juana Inés de la Cruz

Constitución de la “ciudad letrada colonial”, a través de la consideración del barroco colonial y su


forma como respuesta a la mimesis clásica y como estética de fusión en una sociedad múltiple y
heterogénea. Se atiende al análisis de los espacios y la espacialidad barroca en la lírica de Sor Juana
Inés de la Cruz como así también a su defensa del espacio del conocimiento y del ejercicio de la
escritura del sujeto femenino.

BARROCO

MORAÑA, Mabel (1998) Barroco y conciencia criolla


Nociones como "colonialismo", "dependencia", "cultura popular", "conciencia social",
"autoritarismo", tienen en la historia latinoamericana un referente concreto, de dramática
presencia, que se ofrece como un desafío a la crítica y la historiografía. El arraigo de esas nociones
en la historia latinoamericana se remonta obviamente al período colonial y al proyecto imperial
que las naciones europeas aplicaron al conjunto de formaciones sociales de ultramar, las cuales a
partir de esa violencia inicial, se dieron en llamar "el Nuevo Mundo". A los estudios del período
colonial se llega así, en muchos casos, con una orientación retrospectiva. En efecto, se busca en esa
etapa de la historia continental al menos una de las vertientes de la tradición cultural del
continente. Por un lado, porque en los siglos XVI y XVII cristaliza ya una literatura, una crítica y
una historia literaria a la vez dependientes y culturalmente diferenciadas de los modelos
metropolitanos. Por otro lado, porque esa cultura es ya, desde sus albores, producto de un sistema
de dominación del que aún es en gran parte tributaria nuestra realidad actual y es la raíz de esa
problemática la que queda expuesta a través de los productos culturales del período. Es solamente
a partir del estudio de esas raíces propias que puede rescatarse y comprenderse la singularidad
conflictiva de la cultura latinoamericana, nacida bajo el signo de la violencia y los intereses del
dominador.
La importancia del barroco no radica exclusivamente en la calidad de producción literaria que
corresponde al que se ha dado en llamar periodo de estabilización virreinal.
1) La importancia del barroco reside en que la evaluación de esa producción poética
plantea problemas crítico-historiográficos que se proyectan sobre todo el desarrollo
posterior de la literatura continental y que derivan del proceso de imposición cultural
y reproducción ideológica que acompañó a la práctica imperial.
2) En segundo lugar es también en el contexto de la cultura barroca que aparecen las
primeras evidencias de una conciencia social diferenciada en el seno de la sociedad
criolla. Esas formas incipientes de conciencia social hablan a las claras de la dinámica
creciente de las formaciones sociales de ultramar.
Las distintas aproximaciones al barroco tienen un carácter superficial y una mirada eurocentrista.
Así, se interpreta la producción del periodo como un simple reflejo o traslación de modelos
estéticos metropolitanos, desde esta perspectiva la producción barroca solo puede ser entendida
como un desprendimiento que remite al tronco de las culturas centroeuropeas, pero los textos de
la literatura americana del siglo XVII aparecen como productos excepcionales por su fidelidad en las
formas canónicas (los textos de Sor Juana fueron juzgados como un capitulo desprendido de la
historia de la literatura española solo que estaba en la nueva España).
Tanto para la minoría peninsular como para la creciente oligarquía criolla el barroco constituyó
sobre todo un modelo comunicativo a través de cuyos códigos el estado imperial exhibía su poder
bajo formas sociales altamente ritualizadas. El código culto, alegórico y ornamental del barroco
expresado en la fisonomía misma de la ciudad virreinal o a través de certámenes, ceremonias
religiosas, alta literatura, poesía devota o cortesana, constituyó así durante el período de
estabilización virreinal el lenguaje oficial del imperio, un “Barroco de Estado” al servicio de una
determinada estructura de dominación. Bajo el régimen inquisitorial los modelos metropolitanos
protegían al discurso colonial de toda sospecha de heterodoxia, permitiendo que la literatura del
nuevo mundo se amparara en el principio de autoridad. Imitar modelos consagrados significaba
aceptar una transferencia de prestigio y colocarse a salvo de la censura.
Ese fenómeno de imposición verticalizada de los discursos dominantes y de contaminación de los
valores y hasta de los principios de legitimación del sector hegemónico en los sectores subalternos,
tiene, sin embargo, su reverso. Me refiero al "fenómeno de retorno" por el cual los sectores
dominados en determinado momento de la historia comienzan a activarse hasta generar
respuestas sociales diferenciadas. Estas respuestas tendientes a impugnar el discurso hegemónico
y los principios de legitimación en los que este se apoya se desarrollan y afianzan hasta constituir
formas alternativas dentro de la totalidad social. Este momento de emergencia de las que
podríamos llamar formas de conciencia subalternas por su ubicación dentro del aparato político-
social de una época, es un proceso de difícil lectura.
El barroco de indias se corresponde históricamente con el proceso de emergencia de la
conciencia criolla en los centros virreinales desde los que se establecían los nexos económicos,
políticos y culturales con el poder imperial. La posición social del criollo es esencial para la
comprensión de la dinámica social e ideológica de la colonia, el elemento étnico vertebra en
América no sólo en la constitución de grupos sociales desde el comienzo sino también la
jerarquización y las formas de conciencia social que estos grupos alcanzan. Se vierte como un
componente insoslayable en la productividad cultural y literaria.
De todos modos, lo que interesa retener de toda la problemática social vinculada al sentimiento
criollo en la Colonia, es que éste crece y se articula a los paradigmas de la cultura barroca en el
marco de un proceso reivindicativo a partir del cual empieza a diferenciarse lo que podríamos
llamar "el sujeto social hispanoamericano". Este proceso se corresponde, como se sabe, con el
período de la decadencia española.
Consecuencias sociales en América: la progresiva burocratización de la nobleza castellana y la
creación de una nobleza indiana endogámica que se afianza sobre la base del mayorazgo, las
alianzas matrimoniales y el acaparamiento de tierras por medios ilegales, se venden desde XVII
títulos de nobleza castellana a mercaderes indianos, hacendado o mineros ricos.
Los criollos predominan en las profesiones liberales, el clero y la burocracia, convirtiéndose en
satélites ideológicos de las élites, la gran movilidad social interclase aumenta en el periodo, la
competencia y la discriminación que alcanzan hasta el nivel popular. El sector criollo adquiere a
nivel social una visibilidad innegable, que está documentada profusamente en documentos
desprendidos del cuerpo jurídico del imperio del siglo XVII.
De todo este proceso, cabe destacar que:
1) El sector criollo se convirtió en un importante grupo de presión que se afianza
progresivamente en su riqueza, prestigio y poder político. Aunque los criollos no
consiguen nunca dentro de los marcos del Imperio los objetivos de autonomía
administrativa y predominio político-económico, lo cierto es que el creciente
protagonismo del grupo amenaza el ideal del Imperio como cuerpo unificado.
2) Ese avance criollo, consecuencia de un largo proceso reivindicativo originado en la
conquista, genero el desarrollo de la conciencia social de ese grupo, la cual surge no
solamente de los logros conseguidos sino principalmente de las postergaciones y
límites de ese avance. Los criollos no consiguieron acceder, salvo excepciones, a
cargos de jerarquía eclesiástica o civil porque se consideraba que existía un grado
menor de “santidad” o de lealtad en este grupo. Hasta el final del dominio español, se
mantuvieron muy activos los cuerpos destinados a regular el otorgamiento de cargos
públicos a los criollos.
3) En el plano estrictamente cultural (y en la literatura) se manifiesta en su propia
modulación la problemática hegemonía/dependencia que hemos visto manifestarse
en lo que tiene que ver con el surgimiento de la conciencia criolla, en la práctica
literaria de algunos escritores del siglo XVII hispanoamericano, el código barroco sirve
como vehículo para cantar la integración al sistema dominante, lograda o anhelada.
En otros casos, el modelo barroco provee las formas y tópicos que denuncian la
colonia como una sociedad disciplinaria y represiva. Esta tolera la ascensión criolla
(inevitable) y al mismo tiempo intenta controlarla como parte orgánica del proyecto
imperial, enajenándola de su realidad cotidiana a través de los rituales y las máscaras
del poder.
En relación a esta problemática es que se define la obra de quienes son, probablemente, los tres
escritores más importantes del período, en el virreinato del Perú y de la Nueva España:
· Juan de Espinosa Medrano[1], “El Lunarejo” (Perú; 1629 – 1688)
· Carlos de Sigüenza y Góngora (México; 1645 – 1700)
· Sor Juana Inés de las Cruz (México; 1651 – 1695).
En su obra el paradigma barroco da la cara a los rituales sociales y políticos del Imperio y se
apropia de los códigos culturales metropolitanos como una forma simbólica de participación en los
universales humanísticos del imperio. Por otro lado, esos intelectuales se articulan a través de sus
textos a la realidad tensa y plural de la colonia a la que ya perciben y expresan como un proceso
cultural diferenciado y utilizan el lenguaje imperial no sólo para hablar por sí mismos sino de sí
mismos, de sus proyectos, expectativas y frustraciones.
[1] Medrano es autor del Apologético en favor de Don Luis de Góngora (1662), el primer texto de
crítica literaria escrito en América.

Carlos de Sigüenza y Góngora


Este autor simboliza la transición de la ortodoxia extrema de las América española del siglo XVII a
la creciente heterodoxia del siglo XVIII, su calidad de polígrafo se prueba en los temas de
arqueología e historia, poesía devota en estilo culterano, crónicas contemporáneas, narraciones y
escritos científicos. En su obra asoma un orgullo criollo arraigado no sólo en el dominio del
pensamiento científico sino en las fuentes históricas del pasado prehispano. Su sincretismo
cultural articula la mitología griega, las Sagradas Escrituras, la cultura indígena y las ideas y
métodos más avanzados de la ciencia europea como partes de una cosmovisión protonacional que
convierte el Barroco de Indias en un producto original, articulado activamente a la circunstancia
histórica de la Colonia y a las condiciones concretas de producción cultural en la Nueva España. En
la obra de Sigüenza y Góngora, como en la de El Lunarejo, (como antes en el Inca Garcilaso) aparece
concretamente el concepto de "patria" casi siempre en contextos donde sirve como elemento
diferenciador con respecto a la indiferencia arrogante de los europeos, y para identificar un
proyecto cultural que no se extendía aún mucho más allá de los límites reivindicativos del sector
criollo ni descartaba todavía la matriz española. La conceptualización y la retórica barrocas, que en
la Península legitimaban un sistema de poder que comenzaba a resquebrajarse, sirven en América
al proceso creciente de consolidación de formas de conciencia social de la oligarquía criolla que
tiene en un buen sector del grupo letrado a sus "intelectuales orgánicos".

Sor Juana Inés de la Cruz


En Sor Juana, el discurso autobiográfico se integra en la prosa epistolar como una prefiguración de
la identidad social y de la alteridad represiva del interlocutor. En ella convergen una actualización
precisa del código barroco y una conciencia aguda de la marginalidad, de profunda vigencia en
nuestros días. Si Primero Sueño es considerado una manifestación ultrabarroca del verso colonial
otros de sus escritos dejan al descubierto una relación más tensa y beligerante con el medio social
del virreinato. La producción epistolar de la autora tiene un carácter mucho más explícito, aunque
provisto de una elaborada retórica. La monja impugna el carácter restrictivo del discurso
escolástico. Sor Juana vive la marginalidad de manera triple
· como mujer,
· como intelectual
· como subalterna en la jerarquía eclesiástica novohispana
Desde esos frentes, a través de una retórica de la marginalidad, realiza un verdadero desmontaje
del discurso hegemónico.
En la Carta a Monterrey, dirigida a Nuñez de Miranda, su confesor, se refiere principalmente al
problema de su productividad literaria, que le era reprochada como un apartamiento de la
devoción eclesiástica. Más que una defensa es una impugnación a los acusadores. Hay alusiones
constantes a la censura y la represión social. El hablante del texto de Monterrey es representativo
al igual que el interlocutor epistolar construido al interior del texto. Sor Juana da el testimonio de la
intelectual, enfrentada a la unicidad masculina del discurso ortodoxo. El texto invierte la mecánica
de la confesión y esgrime la mejor prosa barroca en defensa de los aspectos que el discurso
hegemónico marginalizaba, creando una dinámica de opuestos: literatura sagrada/literatura
profana, dogma/libre albedrío, fe/razón, esfera pública/esfera privada, determinismo/voluntad.
Esas antítesis exponen la tensión ideológica de la época, revelan la mecánica del poder y su
derivación autoritaria; la dialéctica epocal del virreinato.

Del Barroco no deriva en América una literatura meramente mimetizada al canon europeo. De
modo que el barroco puede ser percibido como un instrumento sobreimpuesto, que vehiculiza la
expresión de una cultura subalterna pero presente, o mejor dicho, sobreviviente. Barroco y
conciencia criolla son estructuras culturales e ideológicas en diálogo. Para la oligarquía criolla del
siglo XVII y su sector letrado el barroco es un modelo expresivo, la imagen y el lenguaje del poder,
al que se puede venerar o subvertir, según el grado de conciencia alcanzado. La apropiación de este
modelo es simbólica, y reivindicativa, toma connotaciones políticas cuando esos modelos
dominantes adquieren opacidad llamando la atención sobre si mismos cuando lo que importa no es
las formas o grados de apropiación del canon sino los valores que ese canon institucionaliza
juzgados desde la perspectiva de un sector con conciencia de sí, en este caso el sector criollo, que
afirmado a la vez en la herencia, la riqueza y la territorialidad, pugnaba por el reconocimiento
social, la participación política y la autonomía económica.

Bibliografía sobre Sor Juana


COLOMBI, Beatriz (1996) La respuesta y sus vestidos, tipos discursivos y redes de poder en la
“Respuesta a Sor Filotea” de Sor Juana Inés de la Cruz
Colombi reconoce una deuda en especial con tres estudios críticos que le permitieron percibir el
entramado de las estrategias retóricas y discursivas y las relaciones de género que el texto pone en
escena:
● La estructura retórica de la Respuesta a sor Filotea de Rosa Perelmulter Pérez (1983)
● Tretas del débil de Josefina Ludmer (1984)
● Plotting Women. Gender and Representation in México de Jean Franco (1989)
La carta que el Obispo de Puebla firma como Sor Filotea y remite a Sor Juana (detonante de la
respuesta) se presenta como una reconvención, una demarcación de los límites respecto a qué
puede saber, qué puede decir y qué puede hacer una monja en el contexto de la colonia
novohispana. La carta del Obispo puede ser leída como un tratado de conducta, un manual de
comportamientos, que demuestra la administración de un saber y la gobernabilidad de un sujeto:
el femenino colonial.

Gobernabilidad: [Foucault] Es el contacto entre las estrategias o tecnologías de dominación


propias y ajenas; forma un sistema de regulación. La cata de Sor Filotea expresa cuál debe ser la
gobernabilidad de una monja.

Como tipo discursivo, la Respuesta es una carta o epístola, pero hay en ella un entramado de
tipos y géneros discursivos que se acoplan e interrelacionan, generando distintos roles de
enunciación y recepción; como muchos otros textos coloniales, la Respuesta es un híbrido. Todos
los géneros que reabsorbe la Respuesta están institucionalizados, forman parte del lenguaje social y
regulan las normas que rigen las relaciones de poder.
Estos géneros forman parte del lenguaje social y regulan las normas que rigen las relaciones de
poder entre la autoridad y los subalternos. La escritura colonial entraña una determinada relación
de sujeción del emisor con respecto a la autoridad, de modo que toda escritura puede ser pensada
como una red a través del cual el sujeto ejerce, practica y se relaciona con el poder. Su pensamos
en los géneros que articulan la respuesta veremos que cada uno de ellos remite a instituciones o
dominios institucionales que alguna vez se interrelacionan: el dominio jurídico, conventual,
religioso-dogmático. Dominios que están delimitados en el exordio de la respuesta.
Calificar la carta del emisor como: doctísima, discretísima, santísima y amorosísima. Docta: saber,
discreta: norma social, santa: condición espiritual, amorosa: condición afectiva, desde donde el
sujete se vera obligado a responder. A la mayor o menor resistencia que el texto oponga a las
convenciones de estas esferas hemos denominado micropolíticas pies se trata no de gestos
globales sino tácticos, circunstanciales, acotados por un uso social, histórico y genérico.
El análisis de la respuesta a sor filotea desde una perspectiva que tenga en cuenta la
conformación heterogénea del texto y las estrategias discursivas orientadas a discutir el protocolo
de relaciones que se establecen entre el emisor y el destinatario en los diferentes dominios.
La respuesta como discurso jurídico.
Sor Juana se coloca en el dominio legal para evitar la intromisión del Santo Oficio; así, la falta
espiritual de la monja se pone en términos de jurisprudencia al hablar de “crimen” o “delito”. Se
considera que hay dos tipos de respuesta legal:
● la fuerte: que opera bajo la proposición “no lo hice”
● la débil: confesión
o desnuda, cuando se trata de una confesión que solo espera el fallo
o vestida, que es cuando se añade una limitación, una razón o un descargo a la
confesión. La respuesta vestida se articula en la fórmula “hice pero”, que reconoce
el hecho atenuando la culpa.
La fórmula “hice pero” puede ser pensada como matriz sintáctica estructurante de la respuesta
que se expande en los otros niveles semánticos y argumentativos. Desde el lugar de la rea, la
micropolítica es una obediencia condicionada; la aceptación, seguida del giro adversativo: lo hice
pero. El dominio jurídico donde se instala el sujeto le permite sortear la subordinación
incondicional de la monja y apelar a la confesión condicionada de la rea.

Micropolítica: [Foucault] se constituye en una estrategia de resistencia al poder, la que no es


necesariamente pensada en términos violentos. Se lucha entonces en lo micro, porque es allí donde
más se reproducen las formas fascistas del capitalismo. Se puede entender también como una
especie de política a pequeña escala o anti institucional que tiende a disminuir la importancia de lo
macro político, ofreciendo herramientas para llegar a la emancipación más allá de las formaciones
sociales.

La respuesta como carta familiar.


Como carta familiar: con este género y registro se establece una cierta horizontalidad en las
relaciones de las partes involucradas; la apelación al otro está marcada por la alta presencia de
vocativos como “señora mía” y la relación también se mantiene con la creación de un “nosotras”
inclusivo. La carta instala así un espacio de confidencia que el claustro permite, en una zona de lo
“doméstico” (doméstico para las monjas, claro). En esta lectura, la amonestación de Sor Filotea
pasa a ser un reto “en traje de consejo”. La micropolítica del sujeto consiste en la docilidad,
proponiendo la reescritura como forma de censura a sus escritos, a la vez que recuerda al
destinatario una instancia de poder compartida (ser monja)
La respuesta como vida de monja.
Las vidas eran textos que componían un registro de las actividades, pensamientos y sueños de
una monja, asignando un lugar privilegiado a las comunicaciones místicas con Cristo. La Respuesta
tiene un desvío fuerte frente a esta tradición: la desobediencia a nivel micropolítico.
● Si el género exigía una biografía mística, Sor Juana describe una biografía intelectual en
lugar de la esperada vida; así, la carta desvirtúa el registro de escritura de las monjas
místicas al aplicarlo con fervor a la búsqueda del conocimiento.
● Si el género establecía que la vida de monja debía reproducir la Pasión, relatar las
visiones y la unión mística con Cristo, en la respuesta, esta fusión es substituida por la
comparación con Cristo. La estrategia discursiva será la alternancia de esta subversión
respecto al modelo de la vida de monja, con matrices pasivas a los largo del relato de su
biografía.
La respuesta como confesión religiosa.
Si bien la respuesta no está estructurada en sentido estricto como una confesión religiosa, es
evidente la presencia del acto confesional en su escritura. La Respuesta establece los roles de un
confesor y alguien que se confiesa. La falta del penitente en este caso es la escritura de “asuntos
humanos” en detrimento de los “asuntos sagrados”. La estrategia es revisar las circunstancias en
las cuales incurrió en tales faltas y la micropolítica del sujeto es la obediencia al dominio
discursivo de la institución religiosa: la reparación como parte del acto confesional se insinúa hacia
el final cuando se advierte la posibilidad de una nueva vida más centrada en lo espiritual y en
privaciones como la borradura del nombre. Foucault señala que el examen de conciencia propio de
la confesión es una tecnología de la gobernabilidad
La respuesta y el sermón.
El sermón está presente en la respuesta a través de sus distintos dispositivos: la pregunta
retórica, la toma un argumento ajeno y rebatirlo y proponer la idea propia (dialéctica), citas
bíblicas, analogías y metáforas para extraer una moral. La particularidad del sermón es que es un
discurso administrado por el sujeto masculino. Cuando Sor Juana discute la sentencia de Pablo (las
mujeres callen en las iglesias), impugna una de las opiniones más fuertes de las autoridades sobre
el lugar de la mujer en su época.
Si la palabra de la autoridad eclesiástica opone hombres y mujeres, el emisor opone necio a no
necio, de modo de reordenar el campo marcado para el género y redistribuir los roles; si la palabra
de la autoridad prohíbe, el sujeto extiende la prohibición. La micropolítica es la abierta
confrontación ya que el sujeto ocupa (metafóricamente) el lugar que le es prohibido: el pulpito.
La respuesta jurídica, la carta familiar, la vida de monja, la confesión religiosa, el sermón, la
estrategia productiva del texto es subvertir el tipo o subvertir el lugar a través de la
micropoliticas. Los distintos roles en la respuesta: rea, sor, monja, penitente, docta, se alternan y
conjugan de modo de poner en evidencia la inestabilidad de las definiciones esencialistas. La
escritura se revela como un ejercicio activo y controlado del poder, que van midiendo los lugares
según la trama de relaciones y concesiones que el sujeto está dispuesto a pactar en función de
construir nuevas prácticas y significaciones.
COLOMBI, Beatriz (2015) Parnaso, mecenazgo y amistad en el “romance a la duquesa de Aveiro”
de Sor Juana Inés de la Cruz
“Yo suelo ir allá algunas veces que
es muy buen rato y gastamos muchas
en hablar de ti porque te tiene grandísima
inclinación por las noticias, con que hasta
ese gusto tengo yo ese día”

Colombi parte de este fragmento de la carta enviada por la condesa de Paredes a la duquesa de
Aveiro el 30 de diciembre de 1682. Hace ya dos años que María Luisa reside en México y ha pasado
mucho tiempo sin noticias de su parienta, desde que dejó Madrid en 1680. Este nos permite
mesurar el significado de esta conocida amistad entre la mecenas y la poeta quien, al parecer, fue
uno de los refugios a la soledad de esta noble española tan distante de su patria y de sus afectos.
Detrás de la escena del intercambio epistolar entre María Luisa y María de Guadalupe
vislumbramos la génesis de esa otra escena epistolar, la que plantea el romance 37 de sor Juana
dedicado a la noble portuguesa (p. 156 de Nocturna, mas no funesta). Como las piezas perdidas de
un rompecabezas confundido por el tiempo, o las de un archivo sometido a una clasificación
desvinculante, la carta y el poema se encuentran ahora y brindan un tramado renovado para la
lectura del romance 37.
Estimamos que su fecha de composición pudo ser entre 1682 y 1686, cuando el virrey de la
Laguna gestionaba el virreinato, y no en la etapa posterior de su permanencia en México, entre
1686 y 1688, pero por cierto siempre antes de 1689, cuando aparece publicado en Inundación
castálida.
“Grande duquesa de Aveyro”: de la alabanza al deseo de canonización
Si sor Juana y María Luisa eran aproximadamente de la misma edad, más de veinte años
mediaban, en cambio, entre la virreina y María de Guadalupe, lo que no era obstáculo para que
mantuviesen un estrecho lazo de amistad, capaz de vencer la distancia que el mar y el tiempo de la
separación imponía. Numerosos intereses unían a estas dos mujeres, provenientes de las casas
nobles más prestigiosas de Portugal y España, como los Aveiro y los Paredes de Nava, lo que las
colocaba en los lugares de mayor concentración de poder e influencias en el mundo cortesano
hispánico.
María de Guadalupe fue conocida entre sus contemporáneos como la “madre de las misiones”,
según Burrus, un título del todo merecido, por ser benefactora de los jesuitas en México, Perú,
China, India, Filipinas y las Marianas. Su renombre de mujer devota y letrada fue ampliamente
conocido en su época, aunque el paso del tiempo y la pérdida de la documentación hayan afectado
la trascendencia de su figura, recuperada recientemente por varios estudiosos. Mujer erudita,
devota, políglota y con aficiones artísticas, dejó a su muerte una voluminosa biblioteca. Atesoraba
en su colección más de 4000 ejemplares, una biblioteca personal de considerable dimensión para la
época, equiparable a la de sor Juana. Si bien con amplio predominio de los libros de religión, su
búsqueda asombrosa de conocimientos abarcaba desde libros de emblemática, tan populares en la
Europa del siglo XVII, hasta la obra de Francis Bacon y René Descartes, de más restringida
circulación. En definitiva, se trata de una biblioteca innovadora y conservadora a un tiempo, pero
sobre todo refleja un nuevo tipo de intelectual, la mujer erudita, que llevaba abriéndose camino
lentamente desde inicios de la Edad Moderna, y que en los siglos XVII y XVIII había adquirido mayor
protagonismo.
El romance 37 es algo más que una pieza de alabanza a una mujer notable y docta, digna de estos
y muchos otros elogios. Porque en él, además de realizar una apología de su destinataria, sor Juana
ofrece una de las afirmaciones más impactantes de su condición de poeta americana, amén de
exhibir metafóricos deseos de volar a Europa, como veremos más detenidamente en este trabajo.
Desde el comienzo o exordio llama a María de Guadalupe “musa” y “Presidenta del Paranaso”, con
lo que resalta su lugar relevante en el campo del pensamiento y de las artes, imagen que retoma
hacia el final donde plantea el motivo del viaje o ascenso al Parnaso. Podría pensarse que se trata
de un pedido de mecenazgo, aunque la poetisa deja en claro que ya tiene su protectora en la
condesa de Paredes.
Una imagen especular
Creemos que sor Juana, al insistir en el carácter docto de su interlocutora, construye a María de
Guadalupe como su imagen especular. La relación entre sor Juana y su destinaria se afirma en
condiciones que ambas ostentan en el poema: una, es llamada musa lusitana, la otra, se asume
como musa de la zona tórrida. Sor Juana establece una clara complicidad de género y desliza una
polémica con el estereotipo del discurso patriarcal. En una de las estrofas de la extendida apología
introductoria la llama: “claro honor de las mujeres, / de los hombres docto ultraje, / que probáis
que no el sexo / de la inteligencia parte”.
GLANTZ, Margo (2001) El jeroglífico del sentimiento: la poesía amorosa de Sor Juana
1. Las bajas ficciones de la retórica
La autora parte del análisis del romance que comienza con el verso Supuesto, discurso mío, que
gozáis en todo el orbe y funciona como continuación de la serie de encontradas correspondencias.
Allí se advierte una asociación, una correspondencia reiterada entre dos órganos del cuerpo, uno
interior e invisible, el corazón, y otro órgano exterior y risible, la boca. Pero en el poema esa
correlación se produce de manera paradójica: la palabra, en apariencia fiel reflejo del sentimiento,
lo traiciona y al hacerlo desvirtúa a la razón. En ese transcurso impalpable que hace visibles, o
mejor, audibles, los movimientos del corazón, los sentimientos se falsean y se convierten en
engaño, un engaño retórico. ¿Es imposible expresar la pasión? ¿Cómo destruir la barrera que el
mismo cuerpo impone? y, sobre todo, ¿cómo romper la cárcel de la retórica y de la cortesanía que
en última instancia estarían irremisiblemente ligadas?
En la literatura amorosa se parte de una trivialidad, las imágenes convertidas en tópico y reiteradas
siglo tras siglo, poeta tras poeta, bajo el imperio de la retórica. Y partiendo de ese contrasentido, de
la asociación de palabras banales, manoseadas, se puede aspirar a crear un poema perfecto,
operación, hay que convenir, muy parecida al oxímoron fuego-nieve denunciado por sor Juana en
su romance. Pero vuelvo a plantear las preguntas: ¿cómo salir del círculo vicioso trazado por la
tradición, la retórica, el decoro cortesano y la dificultad de inventar un nuevo lenguaje amoroso?,
¿cómo trascender los límites del lenguaje para expresar lo inexpresable? Desenredar ese
jeroglífico en algunos poemas de sor Juana sería quizá la imposible tarea de este ensayo.
2. El corazón, un jeroglífico de variado plumaje

3. El corazón deshecho entre tus manos

4. El ensangrentado noble pecho


LUDMER, Josefina (1984) Tretas del débil
No hablaremos de la escritura femenina con rótulos ni generalizaciones universalizantes. Con esto
queremos decir que rechazamos lecturas tautológicas: se sabe que en la distribución histórica de
afectos, funciones y facultades (transformada en mitología, fijada en la lengua) tocó a la mujer
● dolor y pasión contra razón,
● concreto contra abstracto,
● dentro contra mundo,
● reproducción contra producción;
Este análisis articula dos espacios:
1) El lugar común de la crítica, que sostiene que la Respuesta, como otros textos clásicos, es
un espacio de disputas.
2) El lugar específico que ocupa la mujer en el campo del saber; la relación entre el espacio
que la mujer se da y ocupa frente al que le ofrece la institución y la palabra del otro.
Leemos en esta carta ciertas tretas del débil en una posición de subordinación y marginalidad. La
escritura de Sor Juana es una vasta máquina transformadora que trabaja con pocos elementos; en
esta carta la matriz tiene sólo tres, dos verbos y la negación: saber, decir, no. Modulando y
cambiando de lugar cada uno de ellos en un arte de la variación permanente, conjugando los
verbos y transfiriendo la negación, Juana escribe un texto que elabora las relaciones, postuladas
como contradictorias, entre dos espacios (lugares) y acciones (prácticas): una de las dos debe estar
afectada por la negación si se encuentra presente la otra. Saber y decir, demuestra Juana,
constituyen campos enfrentados para una mujer; toda simultaneidad de esas dos acciones
acarrea resistencia y castigo. Decir que no se sabe, no saber decir, no decir que se sabe, saber
sobre el no decir: esta serie liga los sectores aparentemente diversos del texto (autobiografía,
polémica, citas) y sirve de base a dos movimientos fundamentales que sostienen las tretas que
examinaremos:
1) separación del campo del saber del campo del decir;
2) reorganización del campo del saber en función del no decir (callar).
Primer movimiento: Separación de saber y decir.
Juana escribe al Obispo que lo que le demoró la respuesta era no saber responder “algo digno de
vos” y “no saber agradeceros” la publicación de su propio texto. Juana dice de entrada que no sabe
decir. Él no saber conduce al silencio y se liga con él; pero aquí se trata de un no saber decir
relativo y posicional: no se sabe decir frente al que está arriba, y ese no saber implica precisamente
el reconocimiento de la superioridad del otro. La ignorancia es, pues, una relación social
determinada transferida al discurso; Juana no sabe decir en posición de subalternidad.
La Respuesta tiene por lo menos tres textos:
● lo que escribe al Obispo;
● la autobiografía intelectual de Juana;
● la discusión con la sentencia de San Pablo “Callen las mujeres en la iglesia”.
La autobiografía es una historia de la resistencia frente al poder, la prohibición o los obstáculos
por acceder al conocimiento. Es un género discursivo menor dentro de otro menor o simple (la
carta) y se presenta como un relato de una persona marginal. El primer encuentro con el saber
escrito de Juana, cuando recibe lecciones engañando a la instructora, se sella con un no decir que
sabe, pues oculta su educación a su madre (lugar de autoridad).
En esa autobiografía se liga al superior con la figura materna, aquellos a los que “no se dice” algo
en específico; el silencio se vuelve un espacio de resistencia ante el poder de los otros. Las
instancias superiores marcadas por el silencio son
● la madre (no decir que se sabe),
● el obispo (decir que no se sabe decir/responder),
● el Santo Oficio (no decir por no saber).
El movimiento en la carta consiste en despojarse de la palabra pública (Juana dice que no le
interesa publicar, el punto más alto del decir). El decir en público está ligado a la violencia
simbólica, pues hay un otro el que da y quita la palabra en el espacio público. Juana aparece como
parte de un proyecto ajeno; el proyecto del obispo de Puebla. Este ha publicado su carta con un
seudónimo femenino, Sor Filotea de la Cruz, insertándose en una tradición literaria que se basa en
adoptar la voz del subalterno con el objetivo de aliarse con el débil para vencer a un enemigo más
fuerte en común –cf. La gauchesca-. Pero para que la alianza se selle, el débil debe aceptar el plan
del superior.
El seudónimo del Obispo y la publicación del texto-polémica constituyen la definición misma del
proyecto que tiene para Sor Juana. Y allí es donde ella erige su cadena de negaciones: no decir,
decir que no sabe, no publicar, no dedicarse a lo sagrado. En este doble gesto se combinan la
aceptación de su lugar subalterno (cerrar el pico las mujeres), y su treta: no decir pero saber, o
decir que no sabe y saber, o decir lo contrario de lo que sabe. Esta treta del débil, que aquí separa
el campo del decir (la ley del otro) del campo del saber (mi ley) combina, como todas las tácticas de
resistencia, sumisión y aceptación del lugar asignado por el otro, con antagonismo y
enfrentamiento. Desde este lugar, Juana escribe sobre el silencio femenino.
Segundo movimiento. Saber sobre el no decir.
Es un movimiento que reorganiza el campo del saber. Para discutir la sentencia de Pablo sobre el
silencio de las mujeres en la iglesia, erige una doctrina de la lectura que niega la división entre
saber profano y saber sobre el más allá. La Respuesta sostiene que las ciencias están encadenadas
unas con otras y con el mundo; siempre es posible agregar otro espacio al saber; el conocimiento
es un continuum entre los libros y la realidad. Con este razonamiento se propone que, como no hay
división alguna en cuanto al conocimiento, no es posible distinguir entre mujeres y hombres para
el saber; sólo se admite la diferencia entre necios, ignorantes, sabios y doctos. Así Juana encuentra
un espacio más allá del sexo y el género. El conocimiento, adquirido en silencio, le permite leer de
otro modo la sentencia de Pablo, recuperando las condiciones de producción de esa sentencia.
Juana nos da aquí una lección de crítica literaria e ideológica; la verdad dogmática y el régimen
jerárquico, nos dice, borran de lo escrito la huella de la historia: a partir de una circunstancia
concreta y dada, se erigió un dogma autoritario y eterno, una ley trascendente sobre la diferencia
de los sexos. Este es su saber y decir sobre el silencio femenino.
La treta (otra típica táctica del débil) consiste en que, desde el lugar asignado y aceptado, se
cambia no sólo el sentido de ese lugar sino el sentido mismo de lo que se instaura en él. Como si
una madre o ama de casa dijera: acepto mi lugar pero hago política o ciencia en tanto madre o ama
de casa. Así, sor Juana sostiene que si no hay mujeres filósofas es porque hacen filosofía desde los
espacios no tradicionales de la filosofía clásica sino desde su supuesta subalternidad. Los espacios
que la cultura dominante le ha quitado a la mujer (política, ciencia, filosofía) se constituyen en la
mujer a partir de lo considerado personal (la esfera doméstica, el campo de atribuciones de género
femenino) y son indisociables de él.
LUISELLI, Alessandra (1993) Tríptico virreinal: los tres sonetos a la rosa de Sor Juana Inés de la
Cruz

MILLARES, Selena (1995) La lírica de Sor Juana y el alma barroca


Actualidad de su poesía
Entre la era barroca y la edad contemporánea la poesía de Juana de Asbaje transita siglos oscuros
que opacan su presencia hasta desembocar en la paradoja de reconocerse en el espejo de las letras
actuales. Cabría preguntarse el porqué de esa ósmosis asombrosa capaz de obviar la distancia de
siglos, la causa de su modernidad o la diferencia de la tonalidad barroca de una hija de su época
que, en su genio singular, se siente como adelantada de vertientes específicas de la poesía de hoy.
La respuesta quizás esté en la vocación barroquizante de la identidad americana, ya presente en
su sustrato indígena y que en un juego de reflejos retoma una y otra vez a la maravilla y el
abigarramiento ornamental en que contempla su propia naturaleza, exuberante y fastuosa; así
ocurrirá sucesivamente en tres momentos esenciales de su historia literaria: modernismo,
vanguardia y neobarroco.
Es la sugestiva nocturnidad integrada en el claroscuro barroco, así como su formalismo convulso,
lo que cautiva, junto a los visionarios del simbolismo francés, a la vanguardia y a la que se ha dado
en llamar poesía pura. Todo ello interviene a su vez en la formulación de ese modo singular
constituido por el neobarroco, síntesis de la hipertrofia de la forma que acusa el movimiento
original, unido al anhelo de absoluto y a la exploración del inconsciente que quebranta las sólidas
estructuras lógicas del sustrato gongorino. Y es en este espacio donde retorna Juana Inés de la Cruz
con toda su fuerza, como adelantada, desde su obra cumbre —el Sueño—, de las nuevas
inquietudes, que se articulan en un sintomático hermetismo y en el tema moderno del viaje
inmóvil.
● Sobre el primer aspecto, conviene recordar las palabras de José Lezama Lima, artífice de esa
escuela, quien objeta a la maestría gongorina su escándalo de luz, que sacrifica el misterio
de los objetos, y le opone, en «La curiosidad barroca», la nocturnidad de Juana de Asbaje.
● Sobre la presencia del tema modernizado del viaje inmóvil, sor Juana recurre a ese motivo
clásico del viaje espiritual —sueño de Anábasis— al trasmundo, que ofrece paradigmas tan
célebres como el capítulo VI de la Eneida virgiliana, la Divina Comedia de Dante o, más
cerca, los Sueños de Quevedo. Sin embargo, la distancia del Sueño con sus antecedentes es
radical, pues no se trata del diálogo de dos mundos sino de ese viaje inmóvil de
conocimiento que después consagra Mallarmé con Un coup de dès; es el viaje del vidente,
desde la inmanencia, que halla en la poesía hispánica, a partir de la vanguardia. En sus
«Notas sobre poesía» define Gorostiza este motivo como «la fuerza del espíritu humano
que, inmóvil, crucificado en su profundo aislamiento, puede amasar tesoros de sabiduría y
trazarse caminos de salvación. Uno de estos caminos es la poesía. Gracias a ella, podemos
crear sin hacer; permanecer en casa y, sin embargo, viajar». La afinidad de estas palabras
con el Sueño habla por sí sola.
Pero no termina aquí la fecunda andadura de nuestra autora por la poesía actual; además de su
fuerte presencia en el modernismo y el vanguardismo, las inquietudes cercanas a su verso se
evidencian en otras tres líneas nutridas por su presencia a partir de su inclusión en la marginalidad:
femenina, racial o social. El hecho de que en 1994 la poetisa cubana Marylin Bobes escribe un
soneto que bajo el lema «Introducción a la manera de Sor Juana» fusiona los motivos del barroco
con los de la feminidad, es sintomático y se inscribe en una línea frecuentada. Pero hay mucho más,
porque el mestizaje de los versos de sor Juana, especialmente de los integrados en su vertiente
dramática o ese híbrido configurado por los villancicos, testimonia una dignificación de razas y
clases marginales, con la inclusión del habla indígena y negra, lo que se ha visto justamente como
precedente de la poesía afroantillana, que tiene su epicentro en la vanguardia, con sus jitanjáforas,
vitalismo y humorismo festivo, pero sobre todo la dignificación de esa etnia desde una perspectiva
solidaria dominada por la ternura y que en ningún caso frecuenta las actitudes burlescas que
ocupan a otros poetas de la época.
Rasgos barrocos
Los rasgos que habitualmente vertebran el sentir barroco pueden reconocerse en una poesía que
insiste en la imitación de la autoridad de los modelos consagrados. Síntomas de época son la crisis
espiritual y el desequilibrio expresivo, la búsqueda del extrañamiento y la maravilla, la
polarización de los extremos que colisionan con violencia: lo humano y lo divino, el sueño y la
realidad, la ilusión y el desengaño, la vida y la muerte, lo aristocrático y lo vulgar. Imperan la
anfibología y el fingimiento, y todo se traduce en un juego con la muerte, un baile de máscaras que
encubren la verdad de la condición humana. La lírica personal de Juana de Asbaje se bifurca en dos
ámbitos esenciales, el cortesano y el intelectual —pues desarrolla los temas sacros en los
villancicos— y en ambos, pero muy especialmente en el primero, se moverá en esa alteridad
engañosa, explicada doblemente:
● por el concepto barroco de la vida como representación
● por el deseo expreso de no querer «ruidos» con el Santo Oficio.
De ahí la oblicuidad, la indirección semántica y también la escasa productividad de las
disquisiciones sobre la verdad de su sentir íntimo. Espejos, reflejos o ecos pueblan la poesía de la
época y muy especialmente la de sor Juana.
PAZ, Octavio (1981) Óyeme con los ojos
Una sociedad singular
En el capítulo, Paz explora la historia de México. Sostiene que el período novohispánico suele
concebirse en la historia del país desde una de las dos perspectivas contrapuestas:
1) México nace con el Estad azteca (o aun antes); pierde su independencia con la conquista y
colonización en el siglo XVI y la recupera en 1821. Nueva España pues una interrupción en la
continuidad entre el México antiguo y el moderno; esto presupone que el país recuperó la
autonomía.
2) La otra versión (a la que Paz adscribe) considera que hay una continuidad entre los tres
períodos. La antigüedad fue el período germinal, Nueva España el de gestación y la Independencia
la madurez nacional.
Aun así, Paz hace la salvedad de que la historia del país es tan abrupta y escarpada como su
geografía. Nueva España, el período que analizará, fue una realidad que nació y vivió a
contracorriente de la modernidad; la República mexicana es una apresurada e irreflexiva
adaptación de esa modernidad.
Mundo precolombino
Tampoco es uniforme; hubo divisiones y discontinuidades. Había una división en los pueblos
mesoamericanos entre nómadas y sedentarios. En el Norte y el Sur los toltecas (bárbaros según los
nahuas) y chichimecas (civilizados). En el área de los sedentarios hay una gran diversidad de
culturas y está dividido a su vez en el período de la gloriosa ciudad de Teotihuacan, Monte Albán y
las ciudades-Estado mayas (hasta el siglo IX) y el de Tula y Tenochtitan El gran corte en la
continuidad de estos pueblos fue la conquista.
En los siglos XVII y XVIII, Nueva España se interesó por recuperar el pasado precolombino
sometiéndolo a una idealización (como lo hace el México moderno) y a la evangelización.

Cada una de las tres sociedades en la historia del país (imperio mexica, Nueva España, República)
están separadas por la negación de su inmediato antecedente pero a su vez se autodefinen por esa
negación de lo otro. Pero como muchos de los elementos de uno u otro período reaparecen en la
etapa siguiente Paz elige hablar de superposiciones antes que de continuidad.

Nueva España
Colonialismo→ Paz se cuestiona si Nueva España fue una colonia o no. Teniendo en cuenta que una
colonia, en su sentido tradicional, era el establecimiento en un nuevo
territorio, desalojo de los nativos pero que conserva sus lazos políticos y religiosos, Nueva España
no lo fue.
Mientras que las colonias inglesas se fundaron por motivos económicos, políticos y religiosos
imitando a la madre patria, pero buscando escapar a la ortodoxia, España trató de imponer el
dogmatismo justamente. El motivo de la conquista española fue económico y la evangelización su
excusa; esto último no aparece entre poscolonos ingleses y holandeses. La conquista de América
por parte de España se asimila a las cruzadas.
Por otro lado, el principio que regía la existencia de Nueva España no era el mismo que el de otras
colonias: se la consideraba un reino más de la metrópoli, en teoría al menos. Sólo cuando los
criollos sintieron que eran distintos a la gente de la península surgieron los movimientos
separatistas. Paz sostiene que, a diferencia de Europa, aquí no existía una burguesía asentada ni
una clase intelectual, por lo que la Revolución independentista transplantaron ideas democráticas y
liberales sin tener una base consistente y eso llevó a que estas no se desarrollaran del mismo modo
que en Europa; se apropiaron de la filosofía política francesa sin hacer el trabajo de reelaboración
necesaria.
La contradicción que produjo la independencia no estaba en la oposición ricos-pobres como lo
sostendría el marxismo sino en la edición criollos-españoles ya que los primeros tenían un estatuto
inferior en la política, administración y milicia y eso entraba en contradicción con el supuesto
carácter igual de Nueva España como un reino más.
Rasgos de modernidad→ no los encontramos en Nueva España:
Crecimiento del Estado central a expensas de la autonomía local (centralización por
opocisión al feudalismo).
Igualdad ante la ley.
En Nueva España, el estado centralizado protegió los particularismos aunque puso coto a cualquier
indicio de feudalismo o latifundismo; esto es así porque en el feudalismo la autoridad local crecía
en poder. Si no se limitaba esto, se crearía una aristocracia criolla muy fuerte. Por eso, a pesar de
que hubo modelos económicos como la encomienda y el latifundio el estado central siempre tuvo
mucha injerencia. Pero el fracaso de este modelo (porque el poder criollo creció efectivamente).

Organización política→ Nueva España se constituyó como un régimen patrimonialista, no


feudalista. En la primera domina uno ayudado por los servidores (centralización) en la segunda el
gobierno es una extensión de la casa real (lazos consanguíneos). El virrey es el alter ego del
monarca. Era una suerte de Primer Ministro. Duraba poco en su cargo para que no se fomentara el
crecimiento de su poder patrimonial.

El estrado y el púlpito
La imagen de Nueva España como un reino dependiente, mercantilista y patrimonialista quedaría
incompleta si no se considera que fue una sociedad cortesana. La corte fue el modelo de vida socia,
rigió las maneras de amar, comer y velar a los muertos.
La corte virreinal ejerció una doble función civilizadora: transmitió los modelos de la cultura
aristocrática europea y propuso la imitación colectiva de un tipo de sociedad distinto a las dos
grandes instituciones de la época: la Iglesia y la Universidad.

Corte y burguesía → La corte fue la última institución no burguesa. La burguesía, pese a rechazar el
absolutismo del que la corte era representante, imitó algunas formas de vida de los cortesanos
orientando sus ideales en un sentido totalmente diferentes. Como en México no existía una
burguesía con el mismo grado de desarrollo que en Europa, la clase dominante durante la
independencia se rompió con la cortesanía pero no se adoptó la moral de la burguesía liberal.

Ortodoxia → Otro rasgo distintivo de Nueva España; era el sustento del sistema político. Se
alimentó de la neoescolástica y el neotomismo. Este último considera que la sociedad es un sistema
jerárquico en el cual cada persona y cada grupo sirven un propósito de orden general y universal
que los trasciende. El estado moderno se funda en un principio diametralmente opuesto: la
ausencia de ortodoxia y no sólo en los Estados protestantes.

Universalismo → Aunque en materia religiosa no se toleraba la herejía o desobediencia a la


autoridad política, había un universalismo en la filosofía, política y espiritualidad novohispánica que
aceptaba todos los particularismos. Esto se traduce en un arte pintorequista.

Sociedades indígenas ante la conquista → en la base de la composición social estaban los indios; en
la cúspide los españoles y criollos. Los indios estaban divididos entre los sedentarios y nómades. Los
primeros fueron los que sufrieron más profundamente en desgarramiento de su cultura ya que sus
templos y ciudades fueron destruidas. Así, el triunfo español fue visto como un cambio religioso por
esta sociedad que concibe el tiempo en forma cíclica; la partida de los dioses originales se
transformó en su reemplazo por otros nombres. Esa situación de orfandad espiritual es lo que hizo
posible s conversión al cristianismo.

Otra figura que acentúa la heterogeneidad novohispánica es el mestizo: no eran criollos ni indios;
era un paria y a la vez la verdadera novedad de Nueva España

Sincretismo e imperio
La política religiosa del siglo XVI frente a la civilización india fue de tabula rasa. Los primeros
misioneros querían salvar espiritualmente a los indios; el interés de Sahún por sus creencias no
entraña aceptación ni tolerancia. Pero en el XVII se cambia la orientación de la política religiosa:
establecer un puente de comunicación entre el mundo indígena y el cristiano. Se busca en el
paganismo prefiguraciones de lo cristiano. Con esto se da el sincretismo.
Esta estrategia tenía por núcleo una visión de la historia como la paulatina revelación de una
verdad: el cristianismo y Jesús.
El principal ejecutor de ese sincretismo fue la Compañía de Jesús (los jesuitas). Su universalismo
podía enfrentarla a los estados absolutistas ya que podía alimentar o inspirar tendencias
nacionalistas y separatistas; esto es en efecto lo que ocurrió. Así el despetar del espíritu criollo
coincidió con el asenso del jesuitismo. En esta relación se deio una revalorización del pasado
indiano en la que también participó el humanismo. Así, por una operación de analogía se equiparó
Tenochtitlan con Roma, primero sede de un imperio pagano y luego de uno cristiano.

Explicaciones y evangelización → los descubrimientos de América y China habían puesto en duda el


evangelio que decía que Cristo había encomendado a sus discípulos predicar su palabra pro todo el
mundo. Frente a esta situación surgieron explicaciones:
Las creencias antiguas de los indios ya habían vislumbrado la verdadera fe, ya sea por gracia
natural o porque el Evangelio había sido predicado en América antes de la llegada de los españoles.
Otros eligieron creer que las palabras del evangelio eran alegóricas.

La Edad Moderna ha sido la negación de las creencias que dieron lugar a Nueva España; que fue
hecha para resistir a las críticas, a la historia y a sus cambios

La profesión
El capítulo revisa la vida de sor Juana hasta su entrada al convento. Paz señala que la Respuesta se
expone la razón para tomar los hábitos: no tener mejores prospectos de vida. Juana rechazaba
totalmente el matrimonio y vio en el convento la posibilidad de saciar sus ambiciones intelectuales.
Así, la Respuesta se articula en base a negaciones: la del matrimonio, la de la negativa a abandonar
las letras profanas, la negación de que su entrada al convento fue resultado de un “llamado” divino;
ésta fue producto re una decisión racional.

Óyeme con los ojos


La poesía amoroso-erótica del período es en buena parte responsabilidad de clérigos. En la lírica
amorosa de sor Juana nunca se hace mención a lo religioso y ella no aparece como monja sino
como una mujer libre de clase alta.
Para atenuar el escándalo que pudiera suponer la autoría de esos poemas se ha dicho que Juana los
escribía por encargo, aunque según Paz era difícil creen que la corte virreinal encargase a una
monja la composición de sus poemas amatorios y encima su publicación. La impunidad de Sor
Juana se debió a la protección del palacio y a la ambigüedad de su situación: escribía villancicos
para la catedral y sonetos y liras de amor para el palacio.
Esos poemas no eran leídos como confesiones sino como variaciones de un tema universal.
Además, la tendencia a identificar lo que dice el poema con la subjetividad, opinión o experiencias
personales del autor es algo que aparece con el Romanticismo; el barroco tiende a separar esas
cosas. El poema no es testimonio verbal sino variación de un modelo marcado por el ingenio
creador que descubre relaciones secretas. Así, Sor Juana no pretende expresarse a sí misma sino
crear objetos verbales que sean emblemas o monumentos que ilustran su visión del amor
transmitida por la tradición poética.

Tinta en alas de papel


Se aborda la relación entre la poesía mística y la amorosa. Se ha dicho en repetidas ocasiones que el
lenguaje de la primera se acerca mucho al de la segunda, y sobre todo en lengua española, se hace
indistinguible de la poesía erótica profana; esto es así porque el vocabulario muchas veces
confunde el éxtasis divino con el éxtasis sexual en las imágenes que evoca.
A pesar de las influencias del neoplatonismo en el cristianismo temprano, la religión cristiana no
compartía con aquel la separación tan tajante entre cuerpo y alma con una explícita condenación
de lo corporal; el cristianismo, por creer en la “resurrección de la carne” (de Cristo) es una religión
de encarnación y encontró imágenes y asociaciones para su expresión poética en la poesía erótica
profana.
De los romances y sonetos de sor Juana se desprende una concepción del amor que se liga a la idea
de los “favores negativos” que Dios nos hace: se considera que el amor perfecto se da cuando el
que ama no busca correspondencia; se sigue que Dios nos ama tanto que eligió darnos el libre
albedrío y no hacernos favor alguno. En esta idea resuena la visión divina de Platón (Dios como un
ser que ama a sus criaturas sin necesitar retribución), pero sor Juana traslada eso al plano humano:
si el hombre también busca amar sin ser amado a cambio se autodivinizaría. Esta idea va contra las
concepciones tradicionales del cristianismo y por lo tanto se consideraron peligrosas en su
momento, aunque en los escritos de la monja estas ideas no están tan claras como para haber
suscitado ataques encarnizados.
Pero aún así, en la mayoría de los poemas de Juana aparece el deseo en el sujeto lírico de ser
amado; ese deseo, según la doctrina amorosa expuesta, mostraría la insuficiencia humana. La
criatura ama y sufre y no dejará de hacerlo hasta que entienda la necesidad de no esperar
retribución (se relaciona con la idea de amor cortés). Así, la imagen del otro que es amado (ser
humano o divino) se reduce porque se acepta la falta de correspondencia; pero si aquel al que se le
expresa amor es Dios esto también reduce el ámbito de su gracia a la vez que ensancha el de la
libertad humana. Es decir, la poesía de la monja pone la libertad humana como máximo regalo de
Dios (como para que la Inquisición no se raye con ella). Esta doctrina aparece o se complementa
con los poemas donde la pasión amorosa se presenta como la persecución de una forma fantasmal.

Carta de más
Carta atenagórica→ es una crítica al sermón del jesuita portugués Antonio Vieyra (1650). Éste
sostenía que la mayor fineza que prueba el amor de Cristo había sido morir pero permanecer en el
mundo a través del sacramento de la eucaristía; sor Juana discutirá con él sosteniendo que su
mayor fineza fue amar a los hombres sin esperar correspondencia. Con esto la monja se mete en un
berenjenal de aquellos pues ataca la opinión de un clérigo muy reconocido y, siendo mujer, se mete
con cuestiones teológicas muy profundas.
Sor Juana escribe para un pequeño grupo le iniciados y sabe que sus observaciones o pasarán
inadvertidas. La Carta está dirigida a un destinatario incógnito aunque de alto rango; la monja
declina en el mismo escrito cualquier deseo de que sea publicado (aunque en Respuesta lo
agradece). La carta fue publicada con una nota de sor Filotea de la Cruz, quien alaba a sor Juana
pero lamenta su dedicación a temas profanos; sus palabras quieren volverla a la obediencia.
Sor Filotea y el destinatario de la Carta atenagórica eran una misma persona, el obispo de puebla
Manuel Fernández de Santa Cruz; sólo así se explica la aprobación del escrito para la publicación
(había que tener suficiente autoridad frente a la Inquisición). Fernández era amigo de sor Juana y
junto a otros criollos y españoles formaban un círculo. Paz se pregunta por qué razón publicó el
obispo un escrito que en parte reprobaba, ya que provenía de una monja que caía en la
insubordinación por sus observaciones teológicas; ocurre que la carta servía como palo por
elevación para el obispo Francisco Aguilar y Seijas, con quien tenía diferencias varias. Aguilar y
Seijas era simpatizante de las ideas de Vieira. Para colmo, la crítica encubierta la hace una mujer,
mayor vergüenza para Aguilar que era misógino, detestaba el teatro y las letras profanas. Así, sor
Juana habría sido no un instrumento en el pleito entre dos clérigos sino la aliad de Fernández Santa
Cruz; ella jamás hubiese escrito ese texto sin el apoyo del clérigo, aunque quizá no previó las
consecuencias de sus actos.
Lo que este incidente demuestra es el surgimiento de una conciencia femenina ya que la monja
reafirma su identidad en sus escritos

La “Respuesta”
De la polémica suscitada por la Carta atenagórica sólo nos han llegado ecos, algunos de los cuales
se sientes en la Respuesta a sor Filotea de la Cruz, donde se deduce que atacaron a la monja por su
doble cualidad de mujer y de religiosa. No se imprimieron los comentarios a la Respuesta, se
pronunciaron en los púlpitos y se mencionaron en los conventos.
Sor Filotea→ el hecho de que el obispo adopte un seudónimo apunta al intento de esconder el
asunto, algo típico de la burocracia eclesiástica de la época. Su comentario que acompaña a la Carta
atenagórica es ambiguo porque alaba la elocuencia de sor Juana –capaz de vapulear a Vieira– y la
reprende a la vez. Con esto, el obispo se adelanta a las críticas que recibió la Carta
José María de Cossio→ Había un acuerdo previo entre sor Juana y el obispo, y la carta de éste era
un invitación para que la monja expusiese su caso y se defendiese. Pero el escrito del obispo
enfrentó a sor Juana con el problema de su vocación.
La Respuesta no tardó muchos meses en concretarse. A veces toma la forma de memorias, de
alegato y de exposición de ideas. Allí, sor Juana se las ingenia para evitar decir que las letras
profanas y las sagradas son iguales para ella (o habría tenido que rendir cuentas frente a la
Inquisición) pero se las ingenia con rodeos para establecer esa idea defendiendo su derecho al
conocimiento en todos sus campos.
Sor Juana establece que las contradicciones entre su vida intelectual y su condición de monja tienen
que ver conque tomó los hábitos porque no le quedaba otra, pero cree en la coexistencia de ambos
destinos. Así, la Respuesta se reviste también de un aire confesional. Par ala monja, la oposición
ente la ida conventual y la intelectual sólo era formal.
Para disculparse por no haber escrito más cosas de carácter teológico alegando un temor a
malinterpretar las Escrituras por su condición de ignorante. También sostiene una repugnancia por
la escritura, y que escribe por pedido u obligación. En todo ello hay una falsa modestia según Paz,
aunque es cierto que sor Juana tiene más hambre de conocimiento que de literatura en sí.
El proyecto intelectual de sor Juana incluía todas las ciencias o artes contemporáneas, que según
ella eran necesarias para tener una idea mas acabada de la teología porque “todo se relaciona”.
Pero pocos intelectuales habían hecho tal cosa y no parecía algo necesario, según Paz; antes bien,
esto es una estrategia más de la Respuesta para justificar los estudios de la monja. Sor Juana
nombra a otras mujeres sabias de la historia para escudarse, lista que abarca filósofas, poetisas y
juristas, en todas triunfa el amor ala conocimiento.
Con esto último introduce la polémica con la premisa de San Pablo: «Las mujeres callen en las
iglesias, porque no les es dado hablar». La monja da un gran rodeo retórico para llegar a la
conclusión de que las mujeres pueden estudiar, interpretar y enseñar las Escrituras siempre y
cuando no sea en el espacio oral del hombre (el púlpito).
Y las respuestas / El asedio
La Respuesta se publicó recién en 1700, cuando la monja ya había muerto. Pero tras este escrito, la
relación de sor Juana con Fernández de Santa Cruz (como con su confesor Núñez de Miranda) se
enfrió. La popularidad de la Respuesta, a juicio del obispo, había aumentado la vanidad de sor Juan
en vez de volcarla más hacia lo sagrado; además, no quería irritar aún más al arzobispo. Núñez de
Miranda, aún más duro, cortó relaciones con la monja, aunque otras hipótesis señalan que su
alejamiento podría haberse producido antes, entre 1680 y 1690, época del esplendor literario de
Juana.
La diferencia de Juana con otros clérigos que escribían literatura “profana” (Góngora, Lope de Vega,
Calderón) era justamente su condición de mujer. Sor Juana tuvo plena conciencia de ello y de que
los sectores más conservadores querían doblegarla, pero Paz no cree que haya sido víctima de una
conspiración: hay muchos factores que influyeron en su caída y final conversión a la ortodoxia:
La condesa María Luisa de Paredes publica entre el 90 y el 92 las obras de Sor Juana en
España. Se la reconoce en la península como una gran poeta pero esto genera recelo entre las altas
esferas de la burocracia eclesiástica novohispana.
A fines de 1961, una inundación desató una serie de incidentes que provocaron una crisis
política: se arruinaron las cosechas y escaseó la comida. Esto generó un levantamiento de los indios
y criollos en 1692 contra el virrey y, tras una serie de confusiones, la Iglesia logró calmar la
situación. Esto fortaleció el poder del arzobispo Aguilar y Seijas y puso en evidencia la debilidad del
poder virreinal. Con la confirmación del poder de la Iglesia sobre las conciencias populares, el virrey
no estaba en posición de amparar y defender más a la monja insubordinada frente al arzobispo; lo
mismo pasaba con Fernández de Santa Cruz, que además de tener diferencias con sor Juana no
estaba en posición de hacerse el rebelde.
Se suscitó una oleada de superstición que veía estos desastres como un castigo divino. Sor
Juana, creyente como era, no era ajena a esta sensación y debió creer que Dios estaba enojada con
su arrogancia.
Con todo esto, a principio de 1693, la monja decidió abandonar las letras y volvió a recomponer las
relaciones con Núñez de Miranda bajo esos términos.
PERELMUTER, Rosa (1983) La estructura retórica de la Respuesta a sor Filotea
Aunque la Respuesta siempre ha tenido buena acogida crítica, se ha vuelto muy popular entre los
críticos, sobre todo desde que pasó a ser considerada como uno de los primeros documentos
feminista en las letras hispanoamericanas. Dejando esta novedad de lado, existen dos razones por
las cuales la crítica se ha interesado por ella:
● porque constituye una valiosa fuente de información biográfica
● porque se ve como algo singular, raro ejemplo de prosa llana, totalmente alejada de la
prosa ornamental y retorcida del barroco del siglo XVII.
Perelmuter sostiene que bajo esa aparente sencillez y naturalidad se oculta una elaboración
cuyo máximo acierto consiste precisamente en no hacerse notar. Siguiendo los pasos de la retórica
tradicional (más en la línea de Cicerón), lo que sor Juana compone en la Respuesta es una
cuidadosa defensa, un texto que se inscribe en el género de la oratoria forense. La propuesta de
este artículo es estudiar la función de la retórica en la organización y contenido de la Respuesta,
usando como punto de partida las discusiones sobre el discurso forense que se encuentran en los
manuales de retórica clásicos.

Antes de proseguir, unas breves observaciones acerca de la retórica y de su presencia en la obra


de Sor Juana en general. En la época de Sor Juana, la retórica era una ciencia reconocida e
indispensable y se estudia en todas las disciplinas, la autora misma apoya en la respuesta el
estudio de este arte. La soltura con que Sor Juana emplea el vocabulario retórico para formular las
imágenes en el séptimo villancico dedicado a la Asunción habla a las claras de que su conocimiento
del tema distaba de ser superficial. Su interés en la retórica se refleja también en su admiración
por ciertos oradores de su tiempo a quienes dedica varias composiciones.
En la Carta atenagórica, su exposición se adecua a las divisiones del discurso forense según
Cicerón. El discurso de la carta es más formal porque expone ideas y debate las del sermón de
Vieyra. Esa erudición en retórica es uno de los saberes profanos que sor Filotea/Manuel Fernández
de Santa Cruz le reprocha a la monja y, por lo tanto, valerse de esa erudición en forma
transparente para la Respuesta sólo había dado argumentos a los detractores y la razón al obispo.
Sor Juana resolvió aminorar el peso de su defensa ocultando la oratio bajo el disfraz de la
confidencia, de la carta familiar, siguiéndole el juego al obispo. Esa familiaridad se logra a través de
una labor consciente.

La respuesta
Sor Juana presenta su caso con tal habilidad que el obispo de puebla encarga la publicación de la
carta, añadiendo como apéndice una carta suya a Sor Juana, firmada con el seudónimo de Sor
Filotea de la cruz. Aunque en esta carta el obispo elogia la viveza de los conceptos, la discreción de
las pruebas y la enérgica claridad con que convence el asunto, luego pasa a reprobar el excesivo
interés de Sor Juana en los estudios profanos y la insta a dedicarse más a las letras divinas, el
tono es aparentemente cariñoso pero la recriminación es grave, especialmente si tenemos en
cuenta que se le está reprobando por no leer nada menos que la Biblia. Tres meses después Sor
Juana escribe su respuesta a la muy ilustre sor filotea de la cruz. A diferencia de la Carta
atenagórica, el tono de la Respuesta es, como ella misma dice, de casera familiaridad. Sor Juana se
disculpa ante el obispo, explicándole que la ficción del seudónimo terminó por apoderarse de ella y
que a eso se le debe el tono informal de la carta.
Observada de conjunto, la Respuesta contiene las mismas secciones que señalamos en la Carta
Atenagórica:
● exordio,
● narración,
● prueba,
● peroración o conclusión
Pero aquí, en armonía con la intención de informalidad, la narración— y no la prueba—es la
sección más extensa.
Exordio [captar el favor del juez] (316 – 323)
El exordio está cuidadosamente estructurado. La función de esta sección introductoria es
obtener la benevolencia, atención y docilidad del oyente. Los oradores, acudían a unos repertorios
de fórmulas de probada eficacia para los exordios, en busca del tema o de la fórmula introductoria
que mejor viniera al caso. Sor Juana se sirve abundantemente de estos tópicos. La llamada
“fórmula de modestia afectada” se percibe de inmediato. Los manuales aconsejaban que se
adoptara desde el principio una actitud humilde y suplicante, ya que creaba un estado de ánimo
favorable en el oyente. Sor Juana comienza disculpándose por su demora en contestar la carta de
Sor Filotea, atribuyéndola a su “poca salud” y “justo temor.” Este tipo de excusa, por la que el
orador alude a su propia debilidad y a su escasa preparación, deriva de la oratoria forense, y
Quintiliano la registra en sus Institutos de oratoria (iv.i.8) como fórmula para captar la
benevolencia del juez.
A lo largo de esta sección (y de hecho por toda la carta, pues la fórmula de modestia no está
limitada al exordio), Sor Juana continúa presentándose como una vasalla humilde y respetuosa. Lo
hace de dos formas.
1) Por una parte enaltece el carácter de su oyente, por medio de superlativos (doctísima,
discretísima, santísima carta).
2) Por otra, rebaja su propia valía, empleando “fórmulas de empequeñecimiento” (mi
torpe pluma, mis borrones).
Aparece el tópico de la obediencia, con el cual alega escribir bajo coerción.
Siguiendo los consejos de Cicerón, Juana expone parte de su caso en el exordio, finge humildad
pero anticipa algunos argumentos que desarrollará a posteriori: justifica que no debe dedicarse a
las letras sagradas porque pertenece a un sexo que no debe hacerlo, que su impulso por las letras le
fue dado por Dios y que ha escrito por obligación.
Narratio o narración [recuento de los hechos del caso] (323 - 344)
Los límites de la narración están claramente indicados, subrayando la importancia que tiene esta
sección en la carta:
● Es introducida por: “Prosiguiendo en la narración de mi inclinación […]”
● Una vez concluida, subraya: “Esto no ha sido más de una simple narración de mi
inclinación a las letras”
La narración apela:
● al ethos (modo de persuasión para ganarse al juez enalteciendo el carácter del orador)
● al pathos (exhortación a los sentimientos del público).
Al terminar la sección aparece el tópico del fastidium donde dice a su interlocutora que no quiere
cansarla.
Temas de la narración
Biografía intelectual (ethos)
● engaña a su maestra para que le enseñe a leer y escribir Y Oculta a su madre que sabe;
● resiste la tentación de comer queso para no volverse bruta;
● pide a su madre que la vista de hombre para asistir a la Universidad;
● estudia en libros varios;
● sacrifica su cabello al estudio
● entra al convento para no casarse
● tiene que moderar las visitas que le impiden el estudio
Necesidad de las ciencias para entender las escrituras
● El estudio de las distintas ciencias permite un mejor conocimiento de las escrituras. Este
tema, delineado durante la narración, se volverá clave a la hora de analizar la sentencia de
Pablo.
Analogía con Jesucristo (pathos)
● Así como Jesús es castigado por sobresalir entre sus semejantes, así ella es perseguida por
intentar conocer más de lo que es permitido en una mujer.
Probatio o prueba [demostración de los argumentos] (344 - 366)
En el comienzo de la probatio introduce la divisio (exposición del argumento que va a probar,
inicia la Prueba). La inicia ocultando la terminología jurídica en lo posible. La divisio está formulada
indirectamente y le sigue el permisio, apelar al juez y poner el caso en sus manos; esto último ya
tiene un tono más formal.
En resumidas cuentas plantea que no es culpable por dos razones,
● primero, porque esto de que se la acusa, escribir versos y estudiar ciencias- no es injurioso
● segundo porque esta inclinación mía es un don de Dios que me dio y que no puedo evitar.
Argumenta a favor de los derechos de la mujer de estudiar y escribir libremente, pasando del
plano universal (los derechos de la mujer) al particular (la consideración de su propio caso).
Así, la monja consigue probar
1) que haber escrito la Carta atenagórica no fue un crimen. [357]
2) Tampoco está mal que escriba versos.[359]
3) Su condición de mujer tampoco hace que esté mal escribir. []
Las pruebas que utiliza son de dos tipos:
1) Inductiva: ejemplos como el catálogo de mujeres doctas de la antigüedad y
contemporáneas. [344]
2) Deductiva: por medio de entimemas1.
Tras todo esto tiene que mitigar el tono de defensa y, contradiciendo gran parte de su carta, dice
que siente aversión natural por las cosas judiciales y que no levantará jamás su pluma para escribir
una defensa. Regresando al tono humilde que había empleado en el exordio le dice a sor filotea que
se deseo es callar y que su deber como católica es ser tolerante. Así va preparando a su
corresponsal para la conclusión, antes de eso vuelve a valerse del ethos subrayando los aspectos
favorables de su carácter, su generosidad, su indiferencia ante la fama, etc.
Conclusión [366 - 367]
Esta nota final produce el pathos necesario para llevarla a la peroración. En lugar de la
tradicional recapitulación de los argumentos (que sin duda hubiera destruido el efecto de
intimidad tan cuidadosamente creado), Sor Juana utiliza la conclusión para reforzar sus vínculos
con el lector. En sus Institutos de oratoria, Quintiliano señala que en ocasiones es más provechoso
tratar de convencer al juez apelando a sus emociones que por medio de un recuento de los hechos
del caso (iv.Pr.6; vi.i.23). Y esto es precisamente lo que Sor Juana hace. Hacia la despedida, el
tono— ayudado por los juegos de palabras—se vuelve informal, casi travieso, como en el pasaje
que comienza en la línea 1426: “Si os pareciere incongruo el Vos que yo he usado por parecerme
que para la reverencia que os debo es muy poca reverencia la Reverencia, mudadlo en el que os
pareciere.” Habiendo salvado la distancia entre juez y reo, entonces, Sor Juana mantiene el
acercamiento afectivo que le permite poner fin a su carta con una nota de familiaridad muy eficaz.
Cierre
Las observaciones sobre la estructura de la Respuesta que hemos apuntado aquí establecen,
creemos, la familiaridad de Sor Juana con los preceptos retóricos y la habilidad con que se sirvió
de ciertos elementos para lograr la perfecta trabazón de su discurso. Ahora bien, el hecho de que
en la carta se pueda observar esta estructura de por sí ni elimina ni confirma la espontaneidad u

1
El entimema (del griego eνθύμημα o enthumēma [en + thumos (mente)- “que ya reside en la mente”) es el nombre
que recibe un silogismo en el que se ha suprimido una de las premisas o la conclusión, las cuales se dan por obvias o
se consideran implícitas en el enunciado, es decir, se parte de que éstas ya residen en la mente del auditorio y por tanto
no tienen que enunciarse. Por ello también se le conoce como “silogismo truncado”. El entimema es una figura básica
del discurso retórico así como el silogismo es la figura esencial de la lógica.
En el silogismo
"Todos los motores viejos son altamente contaminantes,
esta flota de autos tiene más de 10 años,
luego entonces son muy contaminantes y deben retirarse”
es la cadena razonada que se establece entre premisas y conclusión la que parece respaldar lo que se propone. En el
entimema, en cambio, el lector es el que tiene que aportar una de las partes para que la proposición sea asequible, lo que
genera un efecto diferente, más informal. Por ejemplo en la frase, "como quiero mantenerme bien informado, no voy a
prender la televisión” (donde se ha suprimido la premisa mayor: “la televisión malinforma”).
La virtud del entimema está en la vivacidad que produce al discurso, pero a la vez es un mecanismo que puede disfrazar
falacias o producir equívocos.
originalidad de la obra. Después de todo, las reglas de la retórica fueron originalmente formuladas
inductivamente: del análisis de los discursos de los mejores oradores nacieron los preceptos que los
demás luego imitaron. La ordenación del discurso de Sor Juana pudo por lo tanto haber sido fruto
de una elaboración inconsciente, intuitiva. Habiendo dicho esto, podemos aventurar nuestro
parecer de que en el caso de Sor Juana, teniendo en cuenta su erudición, su producción literaria y el
momento histórico en que vivió, fueron la retórica en general y el discurso forense en particular los
que le ofrecieron un patrón para presentar sus ideas y defenderlas de forma coherente. No se debe
hablar, pues, de la “espontaneidad,” “naturalidad” y “sencillez” de la Respuesta sin antes
recordar que se trata de una espontaneidad sabia, de una sencillez docta, que trata de encubrir—
aunque no logra hacerlo del todo—su deuda con el arte de la retórica.
PERELMUTER, Rosa (2004) Género y voz narrativa en la poesía lírica de Sor Juana
Es indudable que nuestra autora defendió sus derechos de hablar, escribir, estudiar, y que supo
hacerlo elocuentemente en su Respuesta a Sor Filotea. Pero si en esa carta Sor Juana se expresó
decididamente como mujer, en la mayoría de sus otras obras su voz femenina no se hace tan
patente. Un examen de su producción literaria demuestra que con frecuencia nuestra autora se
abstiene de usar una voz específicamente femenina, optando en su lugar por una carente de
marcadores genéricos. Su preferencia por este tipo de yo enunciador se entiende perfectamente si
recordamos que a Sor Juana le tocó vivir en una época cuando las mujeres ocupaban un lugar
secundario, marginal, y que no tenían voz y —mucho menos— voto.
Aún en las obras de Sor Juana que se enuncian desde una perspectiva femenina —por ejemplo, en
Sus famosas redondillas «Hombres necios», obra que se considera aliada a la Respuesta por su
vigorosa defensa de los derechos de la mujer— la escritora favorece la tercera persona de la
narración. Sólo en una ocasión, en la última cuarteta, aparece un verbo en primera persona
(«fundo», o sea, ‘mantengo’), pero nunca se marca el género de quien habla. Mediante la tercera
persona del plural, pues, el hablante logra distanciarse del conflicto hombre-mujer, replanteando
la cuestión en forma triangular. Para el indeterminado y agenérico hablante del poema, las
mujeres (y también los hombres) pertenecen a la categoría del otro, y esa neutralidad, o aparente
neutralidad, se mantendrá a lo largo del poema, con lo que se le permite al hablante debatir el caso
con más autoridad. Así vemos que en este famoso poema Sor Juana por supuesto habla a favor de
las mujeres, pero no como mujer.
Las mujeres figurarán casi siempre en su texto, entonces, como un ellas más que un nosotras. Esto
explica por qué, cuando la narradora ocasionalmente emplea la primera persona del plural, sus
palabras no pasan desapercibidas. «Pero, señora» pregunta Sor Juana retórica e
intencionadamente ya bien entrada su carta, «¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de
cocina?» (líneas 811-12). La pregunta se le plantea al obispo de Puebla irónicamente, realzando así
la impostura de su firma, asimismo le permite a la narradora retomar el tema de la jerarquización
sexual: «¿qué podemos saber las mujeres?», o sea, «¿qué hemos de saber», pero también «¿qué se
nos permite saber?». La carta de Sor Juana, en cierto sentido, podría verse como una aguda
respuesta a esa pregunta.
Tesis de Paz: La vacilación de Sor Juana para identificarse con lo femenino, según lo indican las
voces narrativas que hemos considerado hasta el momento, no es sino otro ejemplo de lo que
Octavio Paz ha llamado el afín de la escritora de «neutralizar o trascender su sexo». Si aplicamos la
tesis de Paz a los textos que hemos considerado hasta aquí, podríamos decir que a través del tema
de poemas como las redondillas o textos como la Respuesta, Sor Juana asume abiertamente su
condición femenina, mientras que a través de la estructura narrativa de estos textos, de sus
hablantes neutros o indefinidos, ella logra expresar su deseo de trascender su condición de mujer.
Pero ¿y qué de las otras obras de Sor Juana? ¿Qué se podría decir de las voces narrativas o poéticas
de esos textos? Intentemos analizar esta cuestión, enfocándonos principalmente en el resto de su
poesía lírica.

Peremulter hace un repaso de algunos poemas, en los que analiza la forma que toma la voz
enunciadora.

Sea como fuere, Sor Juana -bien porque pensaba que no venía al caso o porque pensaba que le
convenía, o ambas cosas— rutinariamente evitaba emplear marcadores genéricos en sus poemas,
prefiriendo hablantes de género ambiguo o indefinido. Aún así, se pueden hallar ciertas
excepciones entre sus composiciones. A veces Sor Juana se expresa en voz masculina, y a veces
escoge una femenina, pero la voz narrativa que predomina en sus poemas no se marca
genéricamente como una u otra cosa.
Si tenemos en cuenta lo difícil que resulta expresarse en español sin revelar, a través de adjetivos o
pronombres personales, el género del hablante o de su interlocutor, podremos reconocer el
esfuerzo que representaría para Sor Juana el haberlo logrado en la mayoría de sus composiciones
poéticas. El poema que se conoce como el soneto a su retrato («Este, que ves, engaño colorido»,
núm. 145), por ejemplo, carece de pronombres o adjetivos que marquen el género del hablante.
Los deícticos, de hecho, apuntan hacia afuera, hacia un referente que bien podría ser un retrato o
pintura del hablante, pero nunca definen la identidad ni los contornos del sujeto de la enunciación.
No obstante, el soneto generalmente se ha considerado biográfico, cuando no autobiográfico,
como lo revela el subtítulo que le impuso su primer editor: «Procura desmentir los elogios que a un
retrato de la Poetisa inscribió la verdad, que llama pasión».
Este recorrido por algunas de las voces poéticas de Sor Juana corrobora, creo, la aseveración de Paz
sobre la actitud ambivalente de Sor Juana con relación a su sexo. Ya bien se muestren claramente
femeninos pero retóricamente claudicantes, o neutros pero perentorios, o femeninos y
perentorios, o neutros y claudicantes, los hablantes de Sor Juana revelan una contradicción
fundamental, una «ansiedad de autoría», una intranquilidad que viene a ser reflejo de las
contrariedades con que tuvo que lidiar en su vida, así como de sus experiencias femeninas. Las
palabras del hablante del soneto 166, citado anteriormente, bien podrían definir la situación de
nuestra autora: «por activa y pasiva es mi tormento» (v. 13). Como bien se sabe, la vocación de Sor
Juana (monja, pero también escritora) y su género no eran precisamente compatibles en el México
de su época. «La literatura de Nueva España», indica Paz categóricamente, «fue escrita por
hombres y para hombres». A pesar de eso, Sor Juana supo encontrar una voz -muchas voces, de
hecho— para expresar tanto sus tormentos activos como pasivos, para mostrar las distintas
maneras en que ella (mujer, escritora, monja enclaustrada) pudo lidiar con las tribulaciones y
provocaciones de su propio sexo.

SCHETTINI, Ariel (2009) Sor Juana Inés de la Cruz


El autor analiza el conocido poema Hombres necios que acusáis escrito por Sor Juana en el año
1682. Este poema está constituido por una serie de diecisiete redondillas (estrofas de cuatro versos
de ocho sílabas con la rima ABBA). Su título dice que el poema es una argumentación y lo anuncia
como un razonamiento de tono ligero al poner en la acción de los hombres dos palabras que son
anagramas: “acusan”/“causan”. El humor es uno de los temas de discusión: “¿Qué humor puede ser
más raro...”. Y es que el retruécano verbal y el juego de palabras son considerados instrumentos
típicos del barroco para descubrir, por efecto de la exploración que suponen, temas graves,
seculares, o nombrar experiencias innombrables.

Retruécano: Figura retórica de construcción que consiste en la contraposición de dos frases


formadas por las mismas palabras con el orden invertido en una de ellas, con el fin de que
presenten un significado contradictorio o antitético.

Crítica del discurso masculino del amor cortés


El uso literario de Aristóteles -muy presente en este poema- aparece en el barroco como
superación del neoplatonismo encarnado en el amor cortés, que había saturado la poesía en
lengua española del siglo anterior sobre aquello que tenía como tema los vínculos amorosos o
eróticos. La dialéctica surge, entonces, como oposición y como un cambio en la moda. El poema de
Sor Juana no sólo descarta el platonismo que inspira a los amores intelectuales y castos, sino que
está escrito como rechazo a los términos del amor cortés, a su retórica y a su ideología. El amor
cortés, como forma del contenido de la poesía amorosa, fue practicado por la misma Sor Juana en
incontables oportunidades, de modo que ella conoce su discurso y sus figuras. Si se observan las
acciones de los hombres que describe el poema, se puede notar que su patrón de conducta es
exactamente el del cortesano -lamentos del amante cortesano porque nunca ve satisfechas sus
demandas, otorgamiento de un lugar muy marcado a la mujer, valorada cuando resulta intocable
por su renuncia y su práctica de la castidad y despreciada cuando responde a los deseos del
amante.

Dialéctica:
En Platón la dialéctica se identifica generalmente con el movimiento ascendente del alma en busca
de una comprensión cada vez más universal de la realidad, que culminaría en el conocimiento de la
Idea, tal como lo expone, por ejemplo, en la "alegoría de la línea" (República, VI). En este sentido,
formarían parte de la dialéctica platónica dos movimientos lógicos, uno de "composición" (en busca
de una mayor generalización) y otro de "división" (el establecimiento de las distinciones entre los
distintos géneros).
En Aristóteles la dialéctica se identifica con la parte de la lógica que se ocupa del estudio del
razonamiento probable, pero no de la demostración, por lo que el término irá quedando asociado,
así, a la habilidad para argumentar, confundiéndose a menudo con la retórica, y terminando por
adquirir un significado peyorativo que todavía se puede observar en la filosofía de Kant, quien
considera que la dialéctica es una mera "lógica de la apariencia".
En Hegel la dialéctica volverá a convertirse en el núcleo mismo de la filosofía, siendo considerada
como un método de conocimiento y como la expresión del devenir de la realidad (de su despliegue
y realización) en la que la oposición sujeto/objeto se manifiesta como la unión de elementos
opuestos en una síntesis que lleva a la comprensión de la realidad como Absoluto.
La dialéctica hegeliana es asumida por Marx, quien manifiesta haber invertido sus fundamentos,
para terminar concibiendo la síntesis superadora no como la simple reconciliación de la unidad
originaria de la Idea, sino como la eliminación del momento negativo de la realidad, a la que, en su
dimensión social, concibe como al devenir hacia el comunismo.

El poema argumenta contra un modo lingüístico de construcción de los géneros y para ello
interviene sobre toda la poesía. El asunto del poema es, entonces los modos que tiene el género
literario de representar la guerra entre los sexos en el amor cortés. Se trata de una diatriba contra
los modos de representación en la poesía de lo que ahora llamaríamos, sin dudas, la histeria
masculina. De esta manera las redondillas están escritas contra un género literario, contra una
forma dada del pensamiento, contra un género sexual y contra un tipo de comportamiento social
instigado, favorecido y exaltado en la poesía amorosa inmediatamente anterior a Sor Juana.
El espejo
El espejo es la imagen por excelencia del barroco por su capacidad de multiplicar las imágenes,
desdoblarlas y deformarlas; Pero sobre todo, como en este caso, por la facultad de poner sobre el
objeto duplicado un ángulo de visión que lo comprende, que lo mira de otro modo y que opera
como una crítica.
De la misma manera que en el cuadro Las Meninas de Velázquez, pintado en 1656, se ponen en
práctica en este poema los mismos argumentos de representación: se exhiben los valores de lo
representado, o sea que se produce, en ambos casos, una puesta teatral del poder; se construyen
sus personajes, la familia real o los hombres necios; se impone un espejo enfrentado a otro (en el
lienzo, el espejo en el que se miran los personajes; en el poema, el discurso de los hombres necios
es llevado a escena; en ambos casos, el objeto espejo aparece “exhibido” en la representación: se
dice “espejo” y se ve un espejo); y, finalmente, se incluye en el esquema de la obra al encargado de
organizar la representación: la imagen de Velázquez o la voz de Sor Juana que en el último verso, en
un rincón del poema, dice “yo”: “Bien con muchas armas fundo”.
El tema de los espejos enfrentados en ambos casos tiene como finalidad mostrar lo irrefutable del
sistema de representación elegido, como si se sustrajera la “intencionalidad” del modo de
representación, como si lo representado fuera tan incuestionable que sólo es necesario un espejo
para mostrarlo.
Mujer objetivada
Hacer una crítica de la secularización del amor es también hacer una crítica de la lógica de las
prácticas seculares sobre la que el amor se construye. Los hombres son “necios” porque usan el
modelo de las acciones terrenales para organizar los vínculos sagrados; el amor se volvió otra de
las formas de la propiedad. Por eso los hombres necios se vinculan con las mujeres como con
cualquier otra cosa que ellos producen: las requieren, las demandan, las poseen, las usan, las
abandonan, allí el amor queda sumergido en la lógica de la mercancía. Un hombre sólo puede
pensar a una mujer como hetaira (Thais) o como esposa (Lucrecia): las dos caras (la privada y la
pública) del uso de la mujer como objeto. En ese ser objeto, como ocurre con las mercancías, las
mujeres dejaron de tener un valor en sí y se convirtieron en un puro objeto relacional: son lo que el
vínculo con los hombres dice que valen. Todo lo que se puede decir de una mujer es cómo funciona
en relación con los hombres necios: livianas o diligentes; esposas o prostitutas; recatadas, ingratas
o livianas; crueles o fáciles; ofensivas o penosas; rogadas o pecaminosas. Todos sus atributos dicen
algo del modo en el que responden a un estímulo que proviene de lo que los hombres necios dicen.
Los hombres necios tienen el mismo poder de un Dios para una mujer (las hacen, las liberan, las
someten, las juzgan y las condenan), pero en ese gobierno carecen del gobierno de sí, quedan
atrapados en la lógica del objeto.
No se trata de que sus apetitos generen la irracionalidad de sus actos sino, por el contrario, la
irracionalidad provoca su entrega a los apetitos. El equilibrio está en la razón, no en los sentidos. O
sea que los hombres necios no conocen la lógica racional porque persiguen la lógica del deseo
(pretender/poseer, buscar/hallar) y la del despecho (solicitar/acusar, querer/culpar, etc.) de donde
la irracionalidad queda demostrada por su incapacidad y su temor de tener o no tener propiedad
sobre un objeto. Sor Juana sale de esa lógica del objeto y se propone como sujeto de la razón y, por
lo tanto, del derecho: ni una hetaira (“Thais”) ni una esposa fiel (“Lucrecia”).
Allí donde los hombres plantean la Lógica del deseo de no tener, Sor Juana Impone una lógica sin
deseo, por lo tanto, sin falta y, en consecuencia, sin infierno. Un amor verdadero es un amor
gobernado por la serenidad de la razón, por lo tanto, por la fe, en consecuencia, un amor absoluto.
Entonces, este momento del “yo latinoamericano” es el de un yo
● armado (con fundamentos),
● racional (argumentativa),
● reactivo (comprometido en un combate ya planteado),
● subalterno (desde una lógica minoritaria)
● revolucionario (contra un “tipo establecido” del discurso: el de la masculinidad y el de la
poesía cortesana).
Repasemos las técnicas de lucha que propone la escritora:
1) Impugnar la irracionalidad del discurso del otro,
2) Tomar sus argumentos como parte de su propio discurso.
3) Usar la fortaleza del otro en beneficio propio.
4) Dirigir las fuerzas contra quien la genera.
5) Poner de su parte a un aliado irrefutable: Dios.
Frente a la dialéctica sensual de los hombres necios, Sor Juana propone una dialéctica espiritual y
cartesiana de segundo grado (otro nivel de la verdad). Así se instala en el lugar de “productora de
realidad” legitimado por Santo Tomás para su género y desde este espacio, finalmente, puede dar
órdenes; “Queredlas cual las hacéis/ o hacedlas cual las buscáis", “Dejad de solicitar". Los verbos en
imperativo de las últimas estrofas descubren ese lugar nuevo y fundante que acaba de encontrar
para su discurso. Contra “diablo, carne y mundo”, ella se ubica y se opone desde el lado de Dios, del
espíritu y del cielo.
ZANETTI, Susana (1998) Estudio preliminar a Primero sueño
La nave
El estudio comienza con un verso de Sor Juana para definir su posición como intelectual en la
colonia:
“El discurso es un acero
que sirve por ambos cabos:
de dar muerte, por la punta,
por el pomo, de resguardo.”
Esos versos definen su postura como un sujeto escribiente definido por la cautela, un sujeto que
desarrolla una tarea autorreflexiva sobre su escritura por ser consciente de la posición
subordinada que ocupa (monja y mujer). Sor Juana diseña una autobiografía intelectual en la cual
interviene por la lucha del poder interpretativo. La monja utiliza el poder del discurso con
estrategias como el sujeto enunciativo múltiple que le permite cambiar de género, clase y etnia. Lo
que la define es la búsqueda de un lugar en el mundo cultural de la colonia.

Barroco: (Maravall) La posición cautelosa, frente al avance de un mundo que oprime al sujeto
colonial es propio del barroco.
La fama de la dimensión intelectual y literaria de Sor Juana convivió con presiones surgidas de su
condición de mujer (y de monja) que desembocaron en la renuncia al conocimiento y la escritura y
seguramente aceleraron su muerte. Con las plumas, instrumentos de mi oficio, buscó definir un
espacio para sí en un mundo cultural colonia, premoderno, marcadamente estamental,
antiintelectualista y masculino, como bien lo expresan los críticos: lo que debió preocupar a los
enemigos de sor juan no se encuentra claramente expresado en ningún texto poético de la poetisa;
se halla difuso a lo largo de Primero sueño y la Respuesta y es algo difícil de definir, porque se trata
ante todo no de ideas concretas a las que la Iglesia hubiera podido oponerse sino de una actitud
especial, muy poco común en su tiempo, ante la cual los pensadores y teólogos no sabían bien
cómo reaccionar, pero de la que desconfiaban instintivamente. La palabra de sor Juana se edifica
frente a una prohibición, esa prohibición se sustenta en una ortodoxia, encarnada en una
burocracia de prelados y jueces, su decir nos lleva a lo que no se puede decir, éste a una ortodoxia,
la ortodoxia a un tribunal y el tribunal a una sentencia.
Biografía
En 1651, quizá 1648, a unos 50 km de la ciudad de México, nace Juana Ramírez, hija natural de la
criolla y analfabeta Isabel Ramírez de Santillana y el español Manuel de Asbaje.
Aun niña se traslada a la ciudad de México, a casa de unos tíos y luego cuando ya es virrey de la
nueva estaña el marqués de Mancera (1664-1673) ingresa a la corte al servicio de la virreina
Leonor Carreto (Laura en sus poemas). Si bien sor Juana escribió poesía amorosa, se ignora las
fechas de composición de los poemas y además, la estética barroca no autoriza la lectura
biográfica, pues rechaza toda intención confesional. Lo cierto es que en 1667 ingresa al conventos
de San José de las Carmelitas Descalzas que abandona a los tres meses, quizás por el rigor de la
orden, para profesar definitivamente dos años más tarde en San Jerónimo, donde permanece hasta
su muerte, en este convento será contadora y archivera.
En esa sociedad patriarcal hispánica en la que imperaba un ideal femenino de sumisión,
modestia y respeto, de castidad y piedad, el matrimonio y sus obligaciones domésticas hubiera
entorpecido y para nada autorizado la dedicación al estudio al que aspiraba esta mujer docta que
hay en la corte exhibía sus inclinaciones al conocimiento y a la erudición. El aporte más valioso de
registros sobre la época proviene de las monjas, las letradas más numerosas e importantes de la
época, pero tal documentación no aporta mucho sobre la vida secular y se la sabe sometida al
control de la Iglesia, casi siempre escrita por frailes que recibían confesiones o testimonios
femeninos y que perseguían fines edificantes o ejemplarizadores, como sucede con los relatos de
las monjas místicas. Sor Juana se diferencia claramente de las monjas místicas, muchas veces
parodiando sus biografías o testimonios en lo que abundan las visiones, las revelaciones o los
éxtasis.
En general, sus poesías tienen un ámbito de referencias, temas y motivos seculares, en las que
asombra muchas veces la libertad de planteos, léxico, etc. Como ocurre en sus sátiras y epigramas.
Es justamente la gracia con que suele tramar la erudición, apología y reverencia con la mención de
hechos o circunstancias comunes y familiares en lenguaje coloquial, la que da uno de sus tonos
peculiares. La actividad intelectual y literaria de sor Juana se desarrolló al amparo del patronazgo
de la corte y de la Iglesia, sorteando sus rivalidades, como ocurría a muchos de los letrados de
entonces.
Quizás la carta atenagórica es el texto más osado de sor Juana en cuanto avanzaba en el terreno
estrictamente masculino del púlpito, pues si bien no pronunció sermones –no estaba permitido a
las mujeres- aquí encara la crítica de uno, incursionando en la teología.
Poesía lírica
Su poesía amorosa y los sonetos filosóficos cobran una relevancia parangonable a las mejores
reproducciones del barroco. Bimembraciones, paralelismo, retruécanos, antítesis e hipérbaton,
articulan una sintaxis artificiosa que juega sus búsquedas de novedad y sus significaciones en la
belleza de la trama sonora y rítmica. Si bien a veces abusa del cultismo y exagera las alusiones
mitológicas o las muestras de erudición, la diversidad de asuntos tanto como el modo de
presentarlos, conjugando complejas polisemias, muestran una calidad que no reconoce altibajos.
La actitud autorreflexiva del sujeto que enuncia los poemas, sujeto a veces lábil genéricamente
(habla como mujer, como hombre o desde la neutralidad) va diseñando en la obra de sor Juana voz
enunciadora que pareciera sobreimprimirse a las circunstancias de cada poema para indicar la
fuerza, el poder del poeta, en su capacidad de preguntarse y responder desde el don de la palabra
poética, que es resultado también, de la inteligencia y la sensibilidad que las conforma y las funde.
Este saber, disimulado y enmascarado a veces, con la falsa modestia, la escritura por encargo o con
la trivialidad zalamera, se pone en escena en el oficio de la poesía sobre el cual vuelve
continuamente el sujeto enunciador, mencionándolo, exhibiéndolo, diciendo que escribe. La
retórica de la falsa modestia, de una merced divina que la fuerza y la obliga al servicio y que a su
pesar la vuelve objeto de envidias y persecución, son recurrentes en toda a obra de sor Juana.
Este que ves, engaño colorido
La tensión propia del tópico del carpe diem se exacerba a la oposición del fugaz chisporroteo de la
belleza y el apremio del tiempo que solo promete destrucción. Se elude la descripción, nada queda
del gozo fugaz del carpe diem, aquí solo resta un engaño colorido, que compromete la belleza
humana y al arte mismo, como vano sueño de permanencia. El retrato parte de una metonimia, el
trato por la retratada para diluirla en la ausencia, abstraída de la enumeración, no de las bellas
partes del cuerpo, sino de las definiciones. Un poema de la mirada (típico del barroco y de sor
Juana) que oculta al lector el objeto, convirtiendo a éste en el sujeto enunciador.
El deíctico este, en posición inicial paralela en los dos cuartetos, se enlaza sonoramente mediante
la repetición de es y la insistencia en la vocal e (marcada además por los acentos de endecasílabo),
con la mirada, (ves) para imponer enseguida la certeza de su engaño (es), reiterada en las anáforas
del verbo copulativo de cada verso de los tercetos. Esta sonoridad, fortalecida por la posición inicial
y la cuádruple bimembración final (es cadáver, es polvo, es sombra, es nada) conjugada con otros
paralelismos del poema. Encierran al lector, sin darle tregua, en una red de temibles verdades que
el instante y la apariencia confunden (el engaño de la mirada). Esta insistencia sonora monocorde,
acentuada especialmente en los tercetos, se intensifica con el tiempo que impone la sintaxis: ritmo
sin respiro, sin un punto hasta el punto final de la nada; ritmo que va extremándose, del punto y
coma, a las comas y a los dos puntos que aceleran la inmediatez de la muerte. Poema
fundamentalmente nominal, solo se vale de los verbos ves y es en modo personal, de presente, más
he pretendido, que destaca el extravío iluso. El cuerpo elidido surge solo en la reiteración de los
abstractos de las definiciones que comprometen tanto su perduración como la del cuadro, para
culminar abruptamente en la materialidad del cadáver y en su disolución.
El poema usa la figura de la repetición al modo barroco, para considerar el tema desde diversas
perspectivas. Si el barroco no le teme a la repetición sor Juana la extrema desafiando el riesgo de la
monotonía, apoyando además su ingenio en enumerar pero sin describir. La antítesis, los sentidos
encontrados, los somete también al rigor de los paralelismos que las disuelven. En este tratamiento
la antítesis y paralelismos reside también el movimiento del poema, típicamente barroco,
atravesando los planos. La ironía desmiente así a la lisonja, motivo del segundo cuarteto, opuesta al
engaño, tema del primero.
La elección de la preferencia barroca por evitar los artículos indefinidos, prevalece en los
cuartetos, mientras los usa reiteradamente en los tercetos, ambos intensifican el desvanecimiento
del objeto que se convierte en algo general y a la vez insignificante. La preminencia de los
sustantivos y adjetivos con escaso anclaje en lo concreto dramatizan las excepciones: la flor el
cadáver.
La oposición entre ves y es, entre ser y apariencia entre cuartetos y tercetos. Por otra parte, la
rapidez del movimiento no deja de lado las pausas, que se acentúan en el último terceto,
deteniéndose en la disolución del objeto y en la inversión de sentido del verbo mirar, en ese bien
mirado, expresión coloquial que se destaca en las elecciones léxicas que convierte al ves en
reflexión, en acto del pensamiento.
Características de la poesía lírica sorjuaniana
Sor Juana utiliza de modo brillante muy diversas combinaciones rítmicas, si bien sus metros
preferidos fueron el octosílabo, el endecasílabo y el hexasílabo. Sus romances representan un tercio
de su lírica, además de usarlos en textos de asunto religioso y en su teatro.
La poesía amorosa de sor Juana, especialmente los sonetos y las liras, ponen de manifiesto sus
dotes líricas. Son en total unos cincuenta poemas que expanden los sentimientos amorosos de las
más diversas experiencias, situaciones, voces, actitudes y tonos. La esfera de amor aparece
supeditada a dualismos –aparece frecuentemente las correspondencias encontradas o las antítesis
triangulares- generados por la ausencia, los celos o el desden, los sufrimientos y las incertidumbres
del desencuentro en la concreción afectiva.
El sujeto femenino, enunciador privilegiado de los poemas sorjuanianos –también aparecen voces
masculinas o neutras-, subvierte los lugares establecidos de la poesía de la época. Utiliza el material
que la tradición provee, pero lo condensa y los vehiculiza a través de un sujeto distinto del que
tiene en la tradición; un sujeto femenino activo y capaz de tomar la voz –su propia voz-, dejando al
hombre como una mera sombra, un nombre.
En los villancicos, notables por su gracia y humor, se hace visible la lengua popular de la nueva
España que se mezcla no solo con el Latín sino también con el habla de los portugueses, negros y el
náhuatl de los indios.
Primero sueño
Antecedentes temáticos del Sueño
El poema retoma, para reformularla drásticamente, la antigua tradición procedente de los siglos II
y lll (El sueño de Escipión, por ejemplo, incluido en la República de Cicerón) del sueño de anábasis,
viaje del alma durante el sueño en el espacio celeste hacia una revelación, y con el auxilio de un
guía. El Renacimiento y el barroco recuperan el tópico en diferentes textos, entre ellos el Somnium
de Kepler y el Iter extaticum (del camino a la luna) del jesuita Kircher, que influyó en la obra de sor
Juana. Primero sueño se distancia de estos modelos para hacer del peregrinaje del alma —libre de
las cadenas corporales y de todo otro elemento circunstancial e individualizante— un emblema de
la aventura del conocimiento en soledad.
El Sueño y las Soledades
El título indica una filiación, las soledades de Góngora, similares en el metro elegido, la extensión
y los artificios de procedimiento en los que se solaza desafiante. El peregrinaje ocurría en las
Soledades bajo la luz y los goces del paisaje y la vida campesina, plenos de colores, sabores y olores,
que el recurso de la proliferación barroca intensificaba. En Primero sueño hay soledad extrema y
claroscuros, casi ninguna nota de color; el impulso de vuelo impone un desplazamiento vertical de
un sujeto que se atreve por un espacio inaccesible a lo humano, cargado de amenazas y caídas. Las
tinieblas agoreras de la noche —no nombrada, pero corporizada en sus aspectos negativos (las
figuras mitológicas de la primera parte sobre todo, Nictimene —la lechuza—, Mínidas —
murciélagos— y Ascálafo —búho—), y los escasos destellos luminosos difuminan un espacio aéreo,
cósmico, vacío de pasiones del alma ajenas a su búsqueda. Sí recuerda de las Soledades la condición
inacabada, rasgo importante de la estética barroca, de ahí que pueda interpretarse este “primero”,
como una experiencia, una instancia, abierta a la posibilidad de continuación.
Cosmología
El espacio cósmico del poema es el de la cosmología escolástica, ptolomeica, de esferas rígidas,
centrado en la tierra, envuelta por los diferentes cielos: es este el universo cerrado que la ciencia
moderna ya ha trastocado con Copérnico y Galileo colocando al sol en el centro. El hipérbaton
inicial diseña emblemáticamente esos movimientos tanto como la atmósfera de primero sueño,
presidida por los volúmenes de ascenso. El alma inicia un viaje cuando todo se ha callado, reitera la
quietud el ordenamiento que el poema va configurando hasta llegar a las cimas emblemáticas del
poder y de la majestad (el león y el águila) que reposan al igual que la debilidad (el ciervo).
Emblemas y símbolos del pasado y la ascención
El viaje en primero sueño tiene frente a sí constantemente emblemas del pasado: las altas
columnas, empresas derruidas también de elevación que sustentan el movimiento espacio-
temporal del texto. Desafío al lector de compenetrarse en la tortuosa búsqueda cuyos caminos
intrincados despliega el poema.
La Respuesta
La Respuesta es expresión de un género, el epistolar, muy importante entonces y muy usado por
sor Juana, quien mantuvo activa correspondencia con personalidades de España y América. Sor
Juana se demora más de tres meses en contestar, quizás a la espera del arribo a México del
segundo volumen de sus obras –que incluye primero sueño-, que respaldaría su actitud.
Es cierto que la carta de sor filotea no presupone réplica sino obediencia, el subterfugio de
ampararse el obispo en el travestismo de sor permitía la contestación pero la simulación de
encerrar el intercambio epistolar en la esfera femenina se resiente fácilmente, pues una monja no
podía mandar a imprimir la carta atenagórica, recibir confesión ni amonestar públicamente. Es
difícil elucidar la cuestión: en nuestra mirada retrospectiva, basada en las concepciones modernas
de sujeto, los pasos sucesivos aparecen concatenados en un relato cuya lógica quizás no se ajuste
estrictamente a los hechos.
Exordio

Narración
Su autobiografía intelectual ocupa el centro de la narración tensionada entre la pasión del saber y
sus dificultades, que enfoca como proviniendo de su condición de mujer. Frente a la mujer definida
por la naturaleza, sor Juana insiste en la historia, en la propia y en la que apela, sea pagana o
cristiana, para reforzar sus argumentaciones. Calla su vida en la corte y se detiene en la experiencia
conventual tematizando una búsqueda de perfección distante de la común entre las monjas de la
época: pone en escena la mortificación pero para alcanzar el saber. Prohibiciones, soledad,
tormentos han perseguido tanto su deseo de aprender como su talento, que ha intentado apagar,
sepultar, sacrificar; como sujeto del conocimiento vive violentándose y a la vez sometida a la
violencia de los otros. El texto se carga de movimiento y dramatismo a través de preguntas
retóricas, oraciones exclamativas, y sobre todo por el retorno a los planteos expresados con mayor
ímpetu, que organiza una compleja red de condensaciones y desplazamientos.
La respuesta vuelve a sus planteos, los reitera exacerbándolos, desplazando y matizando las
argumentaciones, por momentos haciéndolas contradictorias. El duro aprendizaje a solas, sin
maestros y ni condiscípulos; el silencio de los libros mudos se vuelve panacea entre requerimientos
o ruidos que la entorpecen.
Prueba
En la prueba vuelve a situarse en la condición femenina. En primer lugar, construye una
genealogía que respalde su experiencia particular, consiente de una tradición pobre que la lleva a
expandirse en ejemplos paganos y cristianos, por otra recurre a la opinión autorizada de la Iglesia.
Basará su defensa del derecho de las mujeres a aprender, enseñar y escribir, en la interpretación de
las frases “las mujeres callen en la iglesia” de san pablo y “la mujer aprende en silencio” de
Timoteo, colocándolas en su contexto; explicando sus alcances atenta a cuestiones históricas,
sociales y filológicas tanto como a la relevancia que en tales cuestiones tiene la diferencia de sexo:
no solo para las mujeres es el “callen” y “sino para todos los que no fueren muy aptos”.
Peroración
La peroración diluye en las disculpas por el estilo de tratamiento, el tono levantado que roza con
la indignación, amparado en la “casera familiaridad”, lúcido subterfugio con que logra preservar la
memoria de una voz capaz de volver escritura el asedio y las trampas.
Teórico de Zanetti sobre Sor Juana
La Palabra en Sor Juana se construye frente a la prohibición. Así, la Respuesta es la
implementación de la palabra tras el “tirón de orejas” que recibe del obispo.
Sor Juana como intelectual
Siendo una monja jerónima y letrada, ella se diferencia de las monjas místicas a las que muchas
veces parodia en sus testimonios. Las preocupaciones de Sor Juana son más filosóficas que místicas,
como se ve en la Respuesta y en la mayor parte de su poesía.
La creciente complejidad en la administración colonial y en el desarrollo urbano en el siglo XVII
dieron un considerable aumento al peso de los letrados en la sociedad. En este contexto, los
enmascaramientos de Sor Juana no son ajenos a otros letrados.
Sor Juana como poeta
Poca parte de su poesía tiene carácter religioso: sus villancicos de alto tono barroco al que
adhiere en buena parte por obligación de los patronazgos2 que la ampararon. Sus poesías tienen un
ámbito de referencias, temas y motivos muy seculares para una monja, eso le trajo problemas

2
Buscar lo que dio de Diego de los modelos de patronazgo y mecenazgo.
1. Poesía lírica
El hablante lírico suele ser neutro, tiene una actitud autorreflexiva y va diseñando en toda su obra
una voz que parecería sobreimprimirse a las circunstancias de cada poema para indicar la fuerza, el
poder de la poeta en su capacidad de conocer. El saber está disimulado y enmascarado por una
retórica de la falsa modestia (extensible a la Respuesta).
Retrato poético
Un tipo de composición muy recurrente, heredado del Renacimiento y transformado en el
Barroco que le imprime nuevos ritmos y perspectivas. En él se busca “la sugerencia más que la
pintura”, el “engaño colorido”; el retrato parte de la metonimia que se va diluyendo; es un poema
con alta incidencia de la mirada en un juego típicamente barroco.
Sonetos
Muchos de estos también apelan a la “dilución de los contornos” ► en la pintura barroca, los
bordes se diluyen en la sombra. En los sonetos de la monja, se suelen evitar los artículos definidos
en los cuartetos mientras que se los usa mucho en los tercetos. Así el objeto del poema
experimenta la dilución. En sus soneto hay cuestiones muy atadas al canon estético como los
nombres propios que utiliza (de la tradición pastoril), pero entre ellos también hay una selección
cuidadosa que garantiza el efecto sorpresa barroco.
Villancicos
Aparece la lengua popular de Nueva España, mezclada con el latín, el portugués, el náhuatl y el
habla de los negros. →PINTOREQUISMO.
2. Primero Sueño
Como no se dio en clases, pongo sólo lo que es importante tener en cuenta para entender la
Respuesta.
El poema trata sobre un sujeto que se va a dormir y el alma se eleva en el sueño a los altos
dominios del éter (qué se habrá fumado Sor Juana seguirá siendo un misterio). Es un emblema de la
aventura del conocimiento que tiene por modelo al “Sueño de Escipión” de Cicerón).
El desmesurado espacio cósmico que presenta el poema se transforma en encierro para la
Respuesta.

Alboroto y motín de los indios de México de Carlos de Sigüenza y Góngora

Texto del siglo XVII, ejemplo de la retórica del desagravio a partir de la cual se constituye un sujeto
criollo, inicio de una conciencia americana que desemboca en la independencia, el texto de
Sigüenza dialoga además de manera directa con otras representaciones de la ciudad de México,
como la carta de Cortés, y exhibe los procesos de reescritura y polémica
que conforman el Archivo americano.

COGDELL, Sam (1994) Criollos, gachupines y “plebe tan en extremo plebe”. Retórica e ideología
criollas en Alboroto y motín de México de Sigüenza y Góngora
La carta de Sigüenza y Góngora, Alboroto y motín de los indios de México, nos proporciona una
imagen diapositiva de la sociedad estratificada de la nueva España virreinal de fines del siglo XVII
cuando la organización social constituye una verdadera pigmentocracia regida por la diferenciación
étnica basada en los cinco estados principales: españoles, mestizos, mulatos, indios y negros,
categorías que indicaban el carácter genético aproximado de cada individuo. El alboroto y motín es
un texto en el que se plasma con una densidad extraordinaria los varios matices del proceso de
identificación y diferenciación de los criollos, la situación particular del letrado Sigüenza como
integrante de la clase burocrática, la conciencia de una tradición retórica y sociopolítica entre los
criollos y el análisis ideológico realizado por el autor de una grave problemática social que pone en
cuestión los principios estructurantes de la imagen del orden colonial. Al texto es de indiscutible
valor documental cuyos mecanismos retóricos y filiación ideológica, sin embargo apuntan a la
compleja escritura en proceso de formación entre los sujetos coloniales.
La ambivalencia colectiva se encuentra individualizada en la figura de Sigüenza uno de los
fundadores de un nuevo discurso cultural americano ya desde sus escritos anteriores, en el
momento de crisis se encuentra acomodado dentro de los muros de la burocracia virreinal donde
intenta inscribirse en el campo del poder mediante el manejo oportuno de las formas discursivas.
Su respuesta a los sucesos de junio de 1692 es esencialmente criolla, su reacción al tumulto lo
lleva a expresar la misma exagerada lealtad política de los criollos que afirman sus cartas de
protesta, aunque en el caso de Sigüenza se suprimen los reparos vehementes a las políticas del
virrey de cuyo favor disfruta el escritor.
Sigüenza plantea un íntimo diálogo intertextual con la segunda carta de relación de Hernán
Cortés, figura constitutiva de la sociedad criolla novohispana. Los escritos de la época de los
conquistadores ya se han convertido en textos clásicos para la cultura del barroco americano, estos
clásicos constituyen un fuerte subtexto cultural que le proporciona a un escritor criollo los recursos
retóricos los fundamentos ideológicos necesarios para justificar sus intereses políticos y culturales
ante el poder metropolitano.
Sigüenza pertenece a la capa superior de los españoles americanos (o criollos) es decir, de los
sujetos virreinales nacidos en América de padres españoles de varias condiciones sociales y
económicas, un grupo cuyos fundadores son los primeros conquistadores y pobladores de los
tiempos de Cortés y los encomenderos. Los puestos privilegiados, la posición social y la influencia
política. La posición de los criollos es que ellos mismo son los verdaderos herederos de una
tradición de gobierno y de convivencia con los indios y que la Corona tiene la obligación de
reconocer sus derechos naturales de gobernar lo que algunos ya consideran su patria mexicana.
Desde la perspectiva de los criollos resentidos y los oficiales reales enviados desde España,
disfrutan del favor de la corona y utilizan ese status privilegiado para obtener y mantener un
control casi absoluto de los puestos jurídicos, eclesiásticos y administrativos de alto rango. Los
criollos empiezan a formar una segunda clase social dentro de la clase dirigente en las primeras
generaciones después de la conquista y las tensiones intraclasistas alcanzan niveles cada vez más
serios durante los siglos XVI y XVII hasta convertirse en una verdadera guerra fría. El sector criollo
que se sabía atrapado en un movimiento descendente en el cual sus hijos y nietos estaban
destinados a perder su posición social sufre una aguda sensación de deslazamiento o
desposeimiento en los primero años del S XVII.
Si los criollos como grupo se excluyen de la capa superior del sector dominante y se quejan de los
privilegios de los gachupines, los que logran entrar en el cuerpo de intelectuales profesionales
tienen la posibilidad de resolver su agudo dilema social. Y esto es lo que hace Sigüenza al
establecerse primero como profesor universitario y matemático, luego como funcionario civil y
eclesiástico y en la época de la sublevación como integrante del círculo de asesores personales del
virrey. El papel de los letrados en la conquista y la colonización y su formación como clase
autónoma ha sido comentado por varios investigadores, la aportación de Rama, descubrió la
curiosa relación de autonomía/dependencia que mantiene la clase letrada con el poder y su
voluntad de adaptación como clase frente al cambio en las estructuras de ese poder.
La lucha entre criollos y gachupines es sobre todo un conflicto interno entre los que integran las
capas superiores de la sociedad virreinal.
Las decisiones de insertar su crónica en otro texto que se conforma plenamente a las
convenciones epistolares de la época y de dirigírsela al almirante pez, responden a necesidades
pragmáticas de la comunicación de un mensaje que el autor considera urgente.
El párrafo inicial obedece a las convenciones epistolográficas. Sigüenza declara el tema de su
relación y recuerda la correspondencia anterior y la amistad entre los dos corresponsales.
La objetividad de la relación se entronca con las afirmaciones anteriores de que el mismo autor o
ha sido testigo presencial de los sucesos o se basa en hechos verificados, pero en su denegación
de la interferencia de cualquier filtro ideológico, el autor también busca convencer a un púbico
peninsular acerca de su propia objetividad en lo que se refiere al gobierno del conde de Galve.
La retórica política de Sigüenza, por lo general muy sutil, no excluye el giro hiperbólico y el uso de
los tópicos comunes. Lo que sigue es un inventario de los logros administrativos, misioneros y
militares del conde de Galve. Las medidas emprendidas para la defensa del territorio bajo el
mando de virrey comprendía tantos los peligros internos como los externos. Sigüenza empieza a
construir su apología del gobierno del conde de Galve.
Los párrafos iniciales y la conclusión de la carta le sirven para enmarcar retóricamente otro texto,
la mayor parte del cual es esencialmente una versión razonada de los contextos y los sucesos del
tumulto en el Zócalo de la capital en junio de 1692. Sigüenza establece como puntos de partida la
estabilidad y los logros del gobierno del virrey y expresa la esencia simbólica de este bienestar
público en la emblemática descripción de la alegría general de las fiestas celebradas en México
como motivo de las bodas de Carlos segundo con noeburgo. Las inundaciones impiden el
transporte de leña, fruta y otros comestibles de las áreas rurales a la ciudad. La transición textual
a la crónica del malestar social y la crisis de confianza en el gobierno requiere un vehículo
retorico apto, el que Sigüenza encuentra en su repetición del tópico de la rueda de la fortuna
con el que estructura el exordio filosófico-moral del principio de la carta.
La crónica que sigue describe los esfuerzos de la administración del conde de Galve para aliviar los
problemas provocados por las inundaciones y para evitar una situación de hambre en la capital.
Sigüenza identifica un sermón inoportuno en la catedral, el pulque, y las instigaciones de la plebe
como las causas de los disturbios iniciales en la Alhóndiga de la ciudad. Días después estalla el
alboroto en la plaza que culmina en el incendio del palacio de los virreyes y el saqueo de los indios y
otros grupos plebeyos del área comercial del centro de la ciudad.
La participación de Sigüenza como testigo presencial del motín incluye su heroica entrada en las
casas de gobierno, en los primeros momentos del incendio, para rescatar no solo algunos cuartos
del palacio sino tribunales enteros y de la ciudad su mejor archivo. La narración de los sucesos de la
crisis se articula a la conducta y a los motivos de las varias agrupaciones de la sociedad virreinal.
Pronombre nosotros, nuestro, etc, la vieja dicotomía socio-politica y asegurarse de la inclusión de
los criollos dentro de lo que sigue siendo (según esta dicotomía tradicional) una sola clase dirigente
y aristocrática.
No comparten con los indios el sentido de resistencia y venganza hacia el invasor europeo que
forma parte de la identidad cultural indígena. Ocupan la tierra de nadie en el zócalo donde
intentan aprovecharse de la confusión del conflicto de varias maneras: desde el saqueo de los
puestos de vendedores y los edificios cercanos hasta la gestión de los actos subversivos y violentos
de parte de los indios.
Los indios constituyen para Sigüenza un grupo especial dentro de la enorme clase plebeya que
incluye todas las castas y grupos étnicos mixtos. Son ellos los responsables de las murmuraciones y
malicias secretas que se hacen públicas después del sermón del predicador franciscano en la
catedral.
No cabe duda que los indios son los principales agentes del motín del 8 de junio. Pero se nota en
el texto un tratamiento especial de los indios típico de la mentalidad de los criollos que quizás tenga
sus raíces en la tradición teológica y el discurso ético moral sobre la conquista y en la larga
convivencia socio-política que une a los dos grupos. Aunque no defiende a los indios Sigüenza se
empeña en descubrir lo que él considera las presiones sociales externas que provocan el tumulto.
Esta actitud criolla hacia los indígenas se refleja en un procedimiento narrativo empelado por el
autor en varias instancias durante su informe de los sucesos del motín. Para controlar la materia
narrativa del autor recurre a la invención de los detalles acerca de los planes y motivos de los otros
grupos y clases para interpretarlos a su manera e insertarlos en su narración.
La expresión de los indios durante el motín se caracteriza como ruidos, gritos, vocerío
indistinguible cuya interpretación necesita de los conocimientos especiales del autor quien se
había dedicado al estudio de las lenguas indígenas y la escritura de las culturas antiguas.
No existen versiones de lo acontecido el 8 de junio de 1692 que expresen una perspectiva del
sector plebeyo, así la traducción lingüística se convierte en una estrategia de apropiación
narrativa de los sucesos.
La participación de Sigüenza como testigo durante el día y medio del motín es paradigmática de su
condición social como letrado y funcionario. Interrumpido en su estudio donde estaba sobre sus
libros sale a la calle e intenta orientarse respecto a lo que pasa: entonces espantado al ver la
situación en el palacio del virrey, vuelve al palacio arzobispal refiriéndole arzobispo en breve cuanto
había visto, acompañando al arzobispo en la procesión a la plaza, su primera obligación es observar
el espectáculo referir cuanto había visto a una persona de autoridad: el acto simbólico de juntarse
a la procesión de clérigos y religiosos que intentan tranquilizar a los amotinados declara su
filiación y lealtades políticas.
Actitud antiplebeya y específicamente sus ataques virulentos al sector más desamparado, los
indios, con la misma sincera admiración entusiasmo y hasta orgullo casi patriótico que había
demostrado en sus indagaciones sobre las antiguas culturas indígenas. Tenemos pocos indicios
concretos que nos permitan comparar las actitudes del Sigüenza antropólogo e historiador cultural
con las del funcionario/sociólogo que ha llegado a considerar al indio de carne y hueso un
verdadero problema para el estado y una amenaza para la credibilidad política del criollo.
En la cercanía de Sigüenza a los gobernantes corresponde hasta cierto punto las relaciones entre
intelectuales y poder que se adscribe al orientalista académico o profesional en el mundo anglo-
europeo desde fines del SXIX en adelante, la investigación objetivizante y la producción de
discursos sobre una cultura que se percibe en una relación de alteridad con la propia no puede ser
nunca una actividad neutra en términos políticos. Como instrumento ideológico es una forma sutil
pero poderosa de dominación puesto que le niega al pueblo que constituye el objeto de estudio la
posibilidad de articular su propia identidad cultural o programa político alternativo mientras le
impone un modelo descriptivo o interpretativo que corresponde a la cosmovisión del sujeto que
observa.
En la imagen en negativo que el texto del alboroto y motín nos presenta se revela el
funcionamiento interno de esta sociedad estratificada de la que el autor da razón, pero cuyo
sentido profundo parece no captar. El carácter mestizo de la sublevación es decir la participación
de los varios subgrupos que componen la plebe, es un testimonio del proceso de transculturación
que ha venido transformando la estructura bipolar de indios y españoles de la sociedad mexicana
durante casi dos siglos de reestructuración cultural bajo el coloniaje.
Un indicio final de las sucesivas transformaciones de la realidad socio-politica novohispana (y de la
obstinante negativa de los gobernantes de registrarlas) se encuentra al final de la carta. Como
informa Sigüenza, los vecinos de la ciudad de México habían esperado contar con la ayuda de los
indios de Tlaxcala en el caso de tumultos más graves en la capital. Pero los Tlaxcalatecas, que en
otra época habían sido enemigos mortales de los indios mexicas, e incluso habían peleado al lado
de Cortés, también se sublevaron y quemaron las casas de gobierno en los días después del motín
en la capital.
El informe sobre los castigos públicos de los responsables del motín en México y la noticia de la
restauración del orden civil en Tlaxcala por las tropas españolas con las que el autor termina su
relación llevan una clausura retorica perfecta que reduce la narración del motín y las demás
dificultades del gobierno del conde de Galve a un largo paréntesis entre los pasajes panegíricos
iniciales, y la vuelta, al final de la relación, a una precaria estabilidad social cuyas múltiples grietas y
síntomas de crisis prefiere suprimir o ignorar.

Carlos de Sigüenza y Góngora


El letrado mexicano Carlos de Sigüenza y Góngora. Contradicciones sociales, étnicas y conflictos
de poder en la representación espacial y discursiva de México en Alboroto y motín de los indios de
México. Representaciones del letrado y de los sujetos populares.
Lectura obligatoria: Carlos de Sigüenza y Góngora (1692) Alboroto y motín de los indios de México
Alboroto y motín de los indios de México (Con subtítulos)
Resumen de la obra hecho por kathleen Ross
• En junio de 1691, empezó una cadena de catástrofes naturales en la ciudad de México que
culminaría un año después en un motín serio y destructor. Una copiosa lluvia cae en las montañas
al oeste de la ciudad, causando inundaciones que destruyen todo lo que encuentran en su camino.
Esto ocurría mientras se celebraban las segundas nupcias del rey don Carlos II con corridas de toros
y mucha ceremonia; la coincidencia de estos dos eventos ocasiona el comentario inspirado de
Sigüenza de que “ya está dicho que se aguó la fiesta”.
• El diez de julio, comienza otra lluvia que cae sin interrupción por doce días. Después del
diluvio sigue una humedad espesa y no se ve el sol por las muchas nubes.
• El día 23 de agosto un eclipse de sol total deja la ciudad en tinieblas durante siete minutos.
El trigo queda arruinado por una plaga de insectos, el maíz no madura por la humedad, y aunque se
mantiene siempre una provisión mínima a través de costosos envíos desde las provincias, con el
tiempo no puede seguirse explotando ese mercado.
• Ya para mayo de 1692, la situación es grave, y el siete de junio estalla por fin una rebelión
ante la escasez de alimentación. Las indias que habían ido a comprar maíz en el mercado se
sublevan, y un latigazo a una de ellas con el fin de mantener el orden provoca un motín general.
• Durante la noche siguiente, gran parte del Zócalo es quemada y saqueada. Otros grupos se
juntan a los indios en la rebelión: negros, mulatos, y españoles de la clase baja. El virrey se refugia
en un monasterio; los soldados del gobierno disparan a la muchedumbre que les aventaja en
número; finalmente con la llegada de tropas auxiliares la violencia va cesando.
• Al día siguiente los rebeldes son apaciguados con unas raciones de trigo y maíz traídas
apresuradamente desde las provincias, y en las semanas que siguen muchos participantes mueren
fusilados, quemados, azotados, o ahorcados; así es restablecido el orden.
Pasajes en que aparece la segunda carta de Cortés como subtexto
• Fortificación de Veracruz (p. 124)
• Puente de Alvarado (p. 140 y pp. 159 -160)
• Cortés como héroe (p. 171)
o Asociación entre Cortés y Sigüenza (p. 183)
Presentación (págs. 117 - 119)
• Malas noticias: viajan rápido, sin mucho detalle, pero con mucha exageración
• Presentación de la carta: Glosar sin vicios lo que sucedió el 08 de junio de 1692.
• Fortuna: felicidad e infortunios van de la mano.
• Mirada diáfana de Sigüenza, no influenciada.
Ensalzamiento del conde de Galve (págs. 119 - 130)
Este gran apartado parece tener como función la defensa y el ensalzamiento del conde. De esta
manera, se busca restar responsabilidad del conde –y de Siguënza mismo, como ingeniero de este-
en el los acontecimientos que constituyen el núcleo central de la carta: el levantamiento indiano.
Algunos logros durante el gobierno del conde de Galve (págs. 119 - 142)
• Armada de Barlovento;
o Reforzó la Armada, para lo cual nombró al mando a Pedro Osorio;
o combatió a los piratas;
o aseguró los puertos;
o fabricó dos galeotas en Guatemala.
o Esta Armada ayudó a los lanceros de Santo Domingo contra los franceses en la batalla de
Sabana real de la Limonada, cerca de Cabo Haitiano.
• Presidios de la frontera
o Llevó armas y hombres a los presidios y se encargó de la seguridad. La frontera se
encontraba amenazada por los levantamientos indianos.
• Reprimió sublevaciones
o Sobre todo, las de la nación Tarahumara
• Abasteció la fortaleza de Vera Cruz
• Restauró un muelle en ruinas con la mitad del dinero que le mandaron
• Armó una plaza de armas en una huerta que no se usaba
• Construyó iglesias y mandó misioneros a evangelizar a los indios.
Se celebran en México las bodas de Carlos II y Mariana de Neoburgo (págs. 129 - 130)
• Para los que miran las cosas con madurez, están las políticas de defensa; para el vulgo –que
sólo valora la novedad- se llevaron a cabo los festejos por la boda de Carlos II, que nada tienen que
envidiarle a España.
o Corridas de toros, bailes, máscaras, etc.
• Nuevamente insiste en la convivencia del regocijo y el infortunio.
Grandes lluvias y las medidas tomadas (págs. 130 - 142)
Amenazan la capital excesivas lluvias (págs. 130 - 135)
• Grandes lluvias y granizo asolan la región, anegando los canales por los que el agua debía
correr
o Se perdieron animales, cosechas y vidas humanas.
o También quedaron destruidas algunas casas y herramientas.
o Durante 13 días, los habitantes de México quedan aislados, sin que pueda entrar comida ni
carbón, ni ninguna de las cosas básicas para la subsistencia
o Algunas voces del vulgo asocian la tormenta a la fiesta. El conde decide suspenderla.
El virrey toma medidas preventivas (págs. 135 - 139)
• Se comienza el trabajo en los caminos y en las acequias que sacan el agua de la ciudad hacia
la laguna de Texcoco
o Los pusilánimes dijeron que se inundaba México
• Se redirige el caudal de agua y se ensanchan las acequias
Sigüenza sirve de ingeniero (págs. 139 - 142)
• Se limpian las acequias y se saca la basura y lodo de sus bordes –cosa nunca hecha antes-
• Se construye una nueva acequia para que no se inunden los barrios occidentales de la
ciudad.
• Se formó un parapeto para que el agua no entre en la ciudad
• Lluvia como castigo divino
Otras calamidades y anuncios. Reacción del vulgo (págs. 142 - 149)
Nuevas lluvias y eclipse solar (págs. 142 - 144)
• Las lluvias modifican las cosechas
o Los maizales se iban en vicio
o El trigo madura rápidamente
o Se espera una gran cosecha
• Elipse total de sol del 23 de agosto de 1691
o El vulgo huye desesperado (desconocimiento y superstición)
o Sigüenza aprovecha para estudiar el fenómeno (osado espíritu científico)
El trigo invadido por el Chiahuixtle (págs. 144 - 149)
• El Chiahuixtle arruina los sembradíos de Trigo, avena y maíz
o Sigüenza analiza con un microscopio la plaga; especie de pulga diminuta, con alas cubiertas
que le sirven para saltar rápidamente de planta en planta
o Racionalización de Sigüenza; une todos las catástrofes en una línea causal –la lluvia causa la
humedad, sostenida por los días nublados y la falta absoluta de viento, el eclipse baja la
temperatura, hasta el planeta venus entra dentro de su racionalización-, evitando la hipótesis
supersticiosa.
• La perspectiva de la mala cosecha produce la carestía del trigo
o Indignación popular por la falta y carestía del pan
o La indignación llega a oídos del Virrey, quien propone un disimulo en el precio, mientras
pide que manden maíz desde otras regiones.
El hambre y la reacción del vulgo (págs. 149 - 161)
Graves medidas tomadas por el Virrey debido a la amenaza del hambre (págs. 149 - 154)
• Cae nieve y mata muchos animales y arruina otras cosechas.
• Problemas con los pueblos a los que se les saca el maiz
• Plebe tan extremo plebe, constituida de negros, indios, criollos y gentes de diferentes
naciones. Se portó tanto bien como mal
Se reanuda la siembra de trigo blanquillo (págs. 154 - 156)
• El virrey permite volver a plantar trigo blanquillo (candeal), que es más rápido en crecer y da
más cantidad
o La siembra de este trigo estaba prohibida desde 1677 a causa de unos informes
(contradictorios y mal intencionados, dirá Sigüenza) y lo que existía había sido destruido.
• Llegada de la virgen. La plebe se entretiene con la novedad y no piensa en el hambre. En
esto se portó bien la plebe, mas no en el tumulto que luego organizó
Se inquieta el pueblo (págs. 156 - 161)
• Comienza a rumorearse en el pueblo –infundadamente, dirá Sigüenza- que el virrey hace
negocios personales con la compra del maíz. El día de Pascuas, el sacerdote que daba la misa lo
repite en su sermón, con lo que el rumor se convirtió en afirmaciones a viva voz
• Según Sigüenza, los indios comienzan a preparar el levantamiento por el odio que le tienen
a los españoles. Pone como prueba unos muñecos de españoles atravesados con lanzas que
encuentra al cavar una acequia en el puente de Alvarado –los indios han dedicado el lugar, símbolo
de la huida de los españoles en la noche triste- a su dios Huitzilopochtli.
o Convencen a la plebe de los negocios del virrey
o Provocan un vaciamiento de la alhóndiga comprando más de lo que necesitaban
o Provocan peleas frente a la alhóndiga
Alboroto y motín (págs. 161 - 187)
El primer tumulto de la alhóndiga (págs. 161 - 165)
• En la alhóndiga, producto del faltante, las indias se aprietan para conseguir maíz. Esto
provoca que uno de los encargados saque un látigo y comience a azotarlas. A partir de allí, los
indios irán en busca de las autoridades, sin ser escuchados.
• Ante la noticia, el Virrey se prepara para la represión –baja armas y pólvora, da órdenes a
sus capitanes para que alisten a los soldados, etc.-.
• Sigüenza se imagina a los indios tramando la sedición durante la noche.
Empieza el alboroto (págs. 165 - 170)
• Comienzan los empujones por la falta de maíz, llevan a una mujer que dicen que está
muerta al palacio del virrey. Sigüenza asegura que no lo estaba y que era una artimaña de los indios
para justificar la sedición.
• Enfrentamientos entre unos doscientos indios y aquellos que protegen la casa
Sigüenza, testigo del alboroto (págs. 170 - 174)
• Sale Sigüenza a la calle para ver el alboroto: el pueblo, “negros, mulatos y todo lo que es
plebe”, gritaba “muera el virrey!”
• Sigüenza y algunos eclesiásticos tratan de calmarlos con una cruz, pero son apedreados.
Incendio del Real Palacio y de las casas del Ayuntamiento (págs. 174 - 177)
• Prenden fuego al palacio real y a algunas dependencias del ayuntamiento junto a los que
adentro se refugiaban
Empieza el saqueo (págs. 177 - 183)
• En la plaza se encontraba un mercado. La plebe comienza a saquear estos puestos. Habrá
alguno que se robó a sí mismo, dice Sigüenza.
• Hay enfrentamientos entre los manifestantes y algunas represiones aisladas. Mueren 19
personas. Sigüenza confiesa y da la extremaunción a los que agonizan.
• Los criados de la casa Real también roban al virrey.
Intervención de Don Carlos (págs. 183 - 184)
• Sigüenza cuenta sus hazañas de esa noche
• Salvamento de los presos y conmutación de sus penas por ayuda en el rescate de lo que
queda
Durante el alboroto, el virrey queda en el convento Franciscano (págs. 184 - 187)
• El virrey quiere ir al encuentro de los amotinados, pero se lo impiden por su seguridad.
• Encuentro emotivo entre el virrey y la virreina en el convento Franciscano
Después del alboroto; consecuencias y medidas (págs. 187 - 192)
Consecuencias del alboroto (págs. 187 - 189)
• En la casa real se quemaron cosas de la habitación del virrey, murieron 3 niños y una mujer.
• El mayor destrozo se produjo en las casas del ayuntamiento
• Sigüenza alaba su propia acción durante el incendio, salvando documentos virreinales,
aunque sin nombrarse: “que Dios le dé el cielo a quien entre tantas llamas sacó y aún tiene en su
poder los libros capitulares, únicamente privilegiados en tan voraz incendio”.
Medidas del Virrey, luego del alboroto (págs. 189 - 192)
• Se prohíbe la entrada de pulque a México. Durante el reinado mexica, los indios no
consumían tanto pulque, ya porque estaba regulado por el Estado, ya porque las instituciones
mexicanas le daban un sentido a la vida del indio. Luego de la llegada de los españoles, se consumía
en un día lo que antes se consumía en un año, ya que La Corona recaudaba impuestos por esta
bebida y el indio no tenía ninguna de las instituciones que había dado sentido a su vida.
• Se ejecuta sin juicio a varios indios –fusilamientos, ahorcamientos y muertes en la hoguera-.
• Levantamiento similar en Tlaxcala, que termina “con algún castigo” –un centenar de indios
muertos-.

ROSS, Kathleen (1988) Alboroto y motín de México: una noche triste criolla
Entre los especialistas de literatura colonial hispanoamericana, es ya casi un lugar común decir
que la crisis retórica engendrada por el descubrimiento de América obligaba a los que escribirían
"historia" a emplear antiguas figuras de una manera nueva. Historiografía y retórica juntas se
transforman porque la verdad que había que narrar era nueva, y de un mundo nuevo. Durante la
época colonial el carácter estético de la escritura de Indias entraba a menudo en conflicto con la
historiografía, y es precisamente esta tensión la que crea los textos literarios que leemos hoy día.
Una manera posible de aproximarnos a este dilema seria la lectura de un solo texto, con el
propósito de desatar los varios discursos y estrategias retóricas que lo componen. Otro enfoque, el
que desarrollo en el presente trabajo, abarca una dialéctica más amplia: la de la literatura criolla
del siglo XVII novohispano en dialogo a su vez con las crónicas de la conquista. A través de un
análisis en estos textos de la retórica literaria contrastada con la histórica, veremos cómo la
literatura mexicana cambiaba a lo largo de dos siglos de colonización española, y cómo se
preparaba para narrar la próxima nueva historia del siglo XVIII.
Como ejemplo de las crónicas de la conquista, tomo un texto muy conocido: las Cartas de relación
de Hernán Cortés, específicamente la relación en la “Carta segunda” (fechada el 30 de octubre de
1520) donde se narra la derrota de los españoles en Tenochtitlán en lo que se ha denominado la
“noche triste.” De la literatura criolla, me referiré a Alboroto y motín de México del 8 de junio de
1692 de Carlos de Sigüenza y Góngora.
Aun cuando se compara esta obra de Sigüenza con otras de su autoría, el lenguaje francamente
virulento que usa en las descripciones de los indios—que durante largos años le habían servido
como enfoque principal de su investigación—es notable. Los posibles motivos psicológicos y
sociológicos para tal actitud serían de por sí un tema sugestivo, pero no caben dentro del presente
estudio. Antes quisiera proponer una lectura de Alboroto y motín de México que considere un
subtexto que aparece a lo largo de su descripción de la revuelta: la relación que nos ha dejado
Cortés de la “noche triste.”
La “Carta segunda” se manifiesta como parte del texto de Sigüenza de la manera más obvia: se
la cita varias veces. Mientras se excavaba una acequia nueva, escribe el criollo, son halladas gran
cantidad de cosas relacionadas con los ritos religiosos indígenas, entre ellas figuritas de barro
representando a españoles atravesadas de cuchillos o de lanzas. Cuando el Virrey y el Arzobispo le
piden que explique el significado de las figuras, Sigüenza recuerda que el puente bajo cual que
están excavando fue aquel por el que escapara Pedro de Alvarado durante la noche triste.
La identificación total de criollo con español llama la atención, especialmente si pensamos que
en otros libros Sigüenza frecuentemente expresaba un americanismo ya muy desarrollado. Sin
embargo para relatar esta narrativa todas las clases europeas se unen frente al enemigo
amenazador y numeroso; en el texto, esto quiere decir que el alboroto mexicano llega a ser la
recreación que hace Sigüenza de la historia de Cortés, aunque con un desenlace diferente.
Durante la batalla misma, Cortés entra en la narrativa de Sigüenza como una suerte de héroe de
tiempos antiguos, como se ve en la cita siguiente:
“Traían desnudas sus espadas los españoles, y viendo lo mismo que allí me tenía suspenso, se
detenían; pero los negros, los mulatos, y todo lo que es plebe gritando, ‘¡Muera el virrey!,’ y los
indios, ‘¡Mueran los españoles y gachupines!,’ y exhortándose unos a otros a tener valor, supuesto
que ya no había otro Cortés que los sujetase, se arrojaban a la plaza a acompañar a los otros y a
tirar piedras” (152).
Nótese aquí que el derrotado de aquella noche de 1520 se ha convertido en el honrado símbolo
de la fuerza y el poder. Es ésta una reescritura conveniente que permite a Sigüenza formular su
historia conforme a la de Cortés, y resultar ganador al final. Vemos aquí otra manera más sutil para
la que la “Carta segunda” sirve como subtexto a Alboroto y motín: el “yo” de Sigüenza, al
identificarse plenamente con el de Cortés, desempeña las hazañas de éste, aunque como hombre
de letras y no de armas. Sigüenza era poco conocido por su modestia, y su propia relación de lo
que hizo durante la revuelta no fue una excepción a esta regla: “excusaré . . . referirme nudamente
lo mucho que, sin hacer refleja a mi estado, hice espontánea y graciosamente y sin mirar al premio,
cuando, ya con una barreta, ya con una hacha, cortando vigas, apalancando puertas, por mi
industria se le quitaron al fuego de entre las manos . . . tribunales enteros y de la Ciudad su mejor
archivo”.
Al rescatar del fuego el mayor archivo de México, Sigüenza salva a la historia, la historia
“escrita,” la de los conquistadores. Podemos comparar esto con la narración que hace Cortés de su
propio heroísmo en la huida de Tenochtitlán: “Y cuando llegué a la postrera puente de hacia la
ciudad hallé a todos los de caballo que conmigo iban caídos en ella, y un caballo suelto. Por manera
que yo no pude pasar, y me fue forzado de revolver solo contra mis enemigos y con aquello fice
tanto de lugar para que los caballos pudiesen pasar”.
Espada en mano, Cortés arrasa a cualquiera que le impida la salida. Sigüenza utiliza su hacha para
conservar intactos los documentos que justifican la conquista que efectuó Cortés, o sea, la
historia de la dominación y cristianización de México. El heroísmo del criollo, entonces, no es
menos significativo que el del español, ya que el rescate de la historia es un verdadero acto a favor
de la civilización, según la concebían ambos grupos.
De esta manera, el subtexto que es la “Carta segunda” forma parte de la estructura de Alboroto
y motín como trasfondo histórico al igual que sirve de modelo para las acciones del propio
Sigüenza. Al hacer referencia a la noche triste, Sigüenza sitúa los sucesos de 1692 en una
perspectiva histórica, y su papel personal en un contexto heroico. Al mismo tiempo su posición
como intelectual criollo y heredero de la tradición europea queda aclarada.
Irving Leonard demuestra en su conocida obra Books of the Brave cuán fuerte fue la influencia de
los libros de caballerías en el lenguaje usado por los cronistas de Indias. Por extensión, esa
tradición se remonta a su vez a la poesía épica; es decir, leer a Cortés derrotando a los indios nos
sugiere la imagen del Cid, matando a miles de moros. Cortés quería escribir un documento legal y
verídico para presentar sus acciones al Rey; sin embargo, las palabras que le surgen son las de la
imaginación literaria. De esta manera, resulta el encuentro violento de discursos que produce la
crónica.
Ya para Sigüenza y Góngora, la situación era distinta. Sus modelos son no solamente los clásicos
antiguos y la historiografía renacentista, sino también las mismas crónicas de la conquista. Para
el escritor barroco del siglo XVII, las historias del XVI se han convertido ya en textos clásicos,
colocándose así dentro del canon junto a las historias de Tácito y Ficino. Sigüenza, pues, reescribe la
“noche triste” de Cortés, añadiendo y refiriendo detalles de su propio heroísmo. El resultado es una
apropiación del texto de Cortés efectuada por esta misma acción de adoptar y adornar el texto.
Sigüenza se identifica con los españoles y con la actitud de ellos ante el motín de los indios; no
obstante, al expresarse con lujo de detalle, el criollo gana a los peninsulares y declara que esta
historia será la suya y no la de ellos. No sólo se trata de una conquista militar del indio por el
español, sino de una conquista textual del español por el criollo. Una doble conquista, pues, al
adoptar a Cortés y al poder dominante que representa empleando a la vez el discurso barroco del
criollo, el texto de Sigüenza convierte al Marqués del Valle en una figura del Nuevo Mundo y no de
Europa.
Al determinar lo que constituye un clásico criollo, como lo es la “Carta segunda” de Cortés para
Sigüenza y Góngora, definimos por lo tanto la esencia misma del Barroco de Indias. Definir qué
significa el término “clásico” en el siglo XVII mexicano es dar un paso adelante hacia un análisis
cabal de la diferencia entre el barroco americano y el europeo. Tal paso muestra cómo la existencia
en el Nuevo Mundo cambió la esencia del texto clásico para hacerlo parte del Barroco que era
específicamente “de Indias.” Las crónicas del siglo XVI proporcionan la esencia que el barroco
criollo necesita para existir. El Barroco de Indias da vida a las crónicas de la conquista, las hace
reales, anima a lo que ya para fines del siglo XVII se considera clásico y muerto. El barroco del
criollo invierte las crónicas clásicas al embellecerlas, añadiendo detalles al discurso histórico del
siglo XVI; así hace posible la existencia de dicho discurso en la América barroca.
Volvamos a la lectura de Alboroto y motín de México y a sus párrafos finales. Después de la
rebelión, había mucho miedo por parte de los españoles, y así empezó a circular un rumor
anunciando que habría socorro en caso de urgencia: “aunque faltasen los españoles a su defensa,
siendo mortales enemigos de los indios de México los de Tlaxcala, en ocasión de rompimiento
grande los tendrían seguros y, corriendo voz de los que forman república se le habían enviado a
ofrecer al Señor Virrey, se alegraron todos”.
Después de todo, 1692 no es 1520, y la carta de Sigüenza tampoco es la relación de Cortés.
Cuando los soldados del conquistador huían derrotados por los puentes de Tenochtitlán, los
tlaxcaltecas les ayudaron como aliados. El día 16 de junio de 1692 hubo también un motín de
indios en Tlaxcala con el motivo del precio del maíz. Los tlaxcaltecas, muy lejos de apoyar la
sujeción de los rebeldes de la capital, “emulándoles a los de México cuanto habían hecho, a un
mismo tiempo comenzaron a apedrear aquel Palacio y ponerle fuego.... y mientras duró la
refriega, que fue buen rato, se quemó la mayor parte de aquel Palacio” (174).
La última inversión de esta reescritura de la “noche triste,” entonces, es su eco en la historia
misma. El Palacio quemado de Tlaxcala es el máximo detalle, el signo final, de que tanto en la vida
como en la literatura México estaba cambiando, y pronto otra escritura sería precisa para narrar
una nueva historia—la de la Independencia.

● Apuntes de práctico Henao

Cecilia Valdés del cubano Cirilo Villaverde

Se analizarán problemas en torno a la conformación de las literaturas nacionales.

José Martí y Rubén Darío

El período de fin de siglo XIX y entresiglos se abordará en la poesía, la crónica y el cuento


modernistas, a través del estudio de figuras centrales del Modernismo como José Martí y Rubén
Darío, atendiendo a las representaciones modernas del espacio (exterior, interior, urbano, espacio
de artista).

MODERNISMO

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