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LA TERAPIA ESTRATEGICA BREVE

INTRODUCCION

La terapia estratégica, no es una concepción o una teoría particular, sino un


nombre para aquellos tipos de intervención terapéutica en los que el
psicoterapeuta asume la responsabilidad de influir directamente en las personas
(Haley, 1976).
El modelo estratégico, nace de una síntesis evolutiva entre la teoría sistémica, el
estudio sobre la familia y la comunicación, realizado por el grupo de Palo Alto
dirigido por Bateson y Jackson y el trabajo clínico de Milton Erickson (Nardone y
Watzlawick, 1992).
Haley (1985; 1989), dice que la terapia familiar estratégica también surge a partir
del examen del poder de las relaciones entre terapeuta y cliente y entre los
integrantes de una familia. Las diversas estrategias de psicoterapia fueran creadas
con el objeto de utilizar este poder para producir cambios. Suele pensarse (y ésta
es una de las críticas frecuentes al modelo estratégico) que el poder implica
dominación, opresión y motivaciones desagradables en quienes lo ejercen; el
poder, desde esta perspectiva, versa sobre los aspectos positivos o benévolos.
Tener poder sobre otra persona no significa únicamente la posibilidad de
explotarla, sino, además, la posibilidad de cuidar de ella, de consolarla, guiarla y
reformarla.
El terapeuta estratégico, no se deja encarcelar por un modelo rígido de
interpretación de la "naturaleza humana", ni por concepciones metodológicas
rígidas y ortodoxas de la Psicología. El pensamiento estratégico se interesa por la
funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia
y de la convivencia entre individuos, en los mismos términos de percepción y
relación que todo individuo vive consigo mismo, con los demás y con el mundo
que le rodea. (Mandujano, S. 2006).
Modelo estratégico centrado en el problema: el M.R.I. y Jay Haley
El Grupo de Palo Alto, uno de los centros de desarrollo de la terapia familiar
sistémica, abarcó en la práctica a dos entidades diferentes, pero íntimamente
relacionadas. Una de ellas corresponde al equipo que formara el antropólogo y
epistemólogo Gregory Bateson. El "Proyecto Bateson" (1952-1962) investigó la
naturaleza de la comunicación en términos de los distintos niveles de abstracción
presentes en un proceso comunicacional. Llegaron a trabajar con él John
Weakland, Jay Haley y Don Jackson. Este último es quien, en 1959, crea el Mental
Research Institute (M.R.I.) de Palo Alto, donde se ampliaron y se aplicaron al área
clínica los trabajos específicamente referidos a la comunicación esquizofrénica
rea-lizados por Bateson. En 1960 se integrará a este grupo de trabajo Paul
Watzlawick. Poste-riormente, en 1967, el M.R.I. funda el Brief Therapy Center
(B.T.C.), clínica psicoterapéu-tica, donde se desarrolla lo que hoy se conoce como
el modelo de terapia breve sistémica.
Por otra parte, Jay Haley perteneció al M.R.I de Palo Alto y posteriormente se
retiró a trabajar con Minuchin en Filadelfia para, finalmente, desarrollar su propia
labor clínica en Washington junto a quien era entonces su esposa, Cloé Madanes.
Desarrolló un modelo con métodos propios para perturbar las estructuras
familiares “anormales”, atendiendo además a las configuraciones triádicas que
están presentes (Hoffman, 1987). Si bien el modelo de Haley contiene elementos
tanto estratégicos como estructurales, está considerado uno de los principales
representantes del modelo estratégico centrado en el problema.
Haley ha hecho hincapié en que el diagnóstico es parte del problema terapéutico,
y en eso tiene responsabilidad el terapeuta, ya que “el modo en que clasificamos
un dilema humano puede cristalizar un problema y volverlo crónico” (Haley, 1990,
p.6). También un problema puede cristalizarse por los intentos de solución que no
han dado el resultado esperado.
Haley (1990) ha descrito las diferentes etapas de una primera entrevista, las que
incluyen en primer lugar, conocer a cada miembro del sistema consultante,
después saber por qué han venido a consultar, observarlos interactuar en relación
con el problema planteado a fin de reconocer la pauta interaccional que mantiene
el problema y, por último, definir claramente los cambios deseados. Es en esta
última etapa en la que se establece un contrato sobre las metas terapéuticas y, a
más claro éste, más organizada será la terapia. (Zlachevsky, A.M. 2005).

El MRI
El MRI fue fundado por el psiquiatra Don Jackson, también colaborador de
Bateson, el año 1959. Junto a él participaron los psicoterapeutas Haley y
Weakland, trayendo consigo toda la influencia ericksoniana; posteriormente se
unieron Paul Watzlawick (quizás su miembro más popular) y Richard Fisch. Una
de sus principales finalidades fue estudiar la influencia de la comunicación
interpersonal en los procesos de cambio terapéutico, llegando a formular sus
propias teorías, principios y técnicas, de gran influencia en la psicoterapia
contemporánea.
Una de las características más importantes del MRI, que lo diferencia de la
corriente más psicodinámica, consiste en su centramiento en las interacciones
observadas entre los miembros de una familia, en las pautas o reglas que limitan
su actuar dentro de ciertos parámetros y que estarían sosteniendo los problemas
por los que estos concurren a terapia.
Una segunda cualidad del MRI fue la búsqueda de formas eficientes de llevar a
cabo el proceso terapéutico, de modo de abreviar las terapias hasta el mínimo,
suprimiendo de ella aquellas intervenciones inefectivas o que no estaban
vinculadas claramente a la resolución del problema del cliente. Incluso crearon el
año 1968, dentro del mismo instituto, un Centro de Terapia Breve integrado por
Weakland, Fisch, Watzlawick y Lynn Segal, que concluyó que una terapia
perfectamente podía durar 10 sesiones y generar cambios duraderos en las
personas. A continuación, se denominó a la terapia del MRI con el nombre
alternativo de Terapia Breve Estratégica1, con el que se le conoce hasta el día de
hoy (Weakland, Fisch, Watzlawick & Bodin, 1974).
Otra cualidad del MRI, de gran trascendencia para la evolución de las terapias
sistémicas posteriores, fue la asunción temprana de una forma de pensamiento
constructivista, inspirada en los postulados de Bateson. Los enfoques
constructivistas consideran que es el propio individuo quien construye un sistema
que le permite comprender su mundo y sus experiencias. De ese modo, las
personas son participantes activos y no receptores pasivos de un mundo externo
que imprime sus huellas en su mente, como la tabla rasa conductista. En este
enfoque asumimos que no existe una realidad única o universal, sino distintas
maneras de entender los fenómenos psicológicos y sociales. Lo que interesa, por
lo tanto, no es nuestra capacidad de captar al mundo tal cual es (lo que se ha
denominado «objetividad»), sino que nuestras percepciones encajen lo suficiente
como para asegurar nuestra viabilidad en el mundo.
El MRI se convirtió en una escuela que recibía a terapeutas de todo el mundo
interesados en conocer sus propuestas. De ese modo, influyó fuertemente en la
generación de otros modelos como la Terapia Breve Centrada en la Solución.
(García Martínez, Felipe E. (comp.) editores, 2013).
TERAPIA ESTRATEGICA Y TERAPIA ESTRATEGICA BREVE

La terapia estratégica y la terapia familiar tienen como denominador común el uso


pragmático de la comunicación, así como el énfasis en la noción de sistema, en
particular en el sistema familiar. La tarea del terapeuta consistiría en formular con
claridad el síntoma presentado aquí y ahora por el cliente y planear una
intervención en su situación social a fin de modificar dicho síntoma. Si bien en esta
perspectiva se realiza una exploración de las metas de los clientes, tal exploración
es empleada por el terapeuta estratégico para conocer su percepción y creencias
acerca de la situación y así influir en la demanda del cliente. A partir de técnicas
específicas, el terapeuta sugiere a los clientes cierto modo de ver los problemas,
es decir, se viene a cambiar la queja del cliente según lo que el terapeuta
considera que se puede cambiar o solucionar. La indagación explícita de las
metas y objetivos de los clientes viene a ser sólo un método para conseguir
información importante que permita al terapeuta asirse con los estilos de
comunicación de los clientes, sus creencias, concepciones, actitudes y valores y, a
partir de ahí, inducir en ellos un cambio delineado por la concepción de
normal/anormal que sostenga el terapeuta en particular. Y en esto el terapeuta
termina ejerciendo un control deliberado, destinado a influir en las verdades y
creencias personales y familiares, haciéndose cargo de la verdad que rige al
individuo y al sistema familiar. Con lo cual, la pretendida neutralidad que sostiene
el enfoque, no existe, ni puede existir. (Páez-Blarrina, M., & Gutiérrez-Martínez,
O., & Valdivia-Salas, S., & Luciano-Soriano, C. 2006).

En la terapia estratégica, el común denominador es que el terapeuta asume la


responsabilidad de influir directamente en la gente. En esta modalidad de trabajo,
el terapeuta intenta influir en el paciente desde el momento de su primer contacto
con él. Ya en la entrevista inicial se combina la recogida de información con
maniobras que indican la dirección deseable (Haley, 1976, 1989 y Madanes,
1989).
Una terapia puede considerarse estratégica, si el clínico inicia con lo que ocurre
durante este proceso terapéutico y diseña un enfoque particular para cada
problema. Cuando se encuentran un terapeuta y una persona con un problema, la
acción que tiene lugar está determinada por ambos, pero en la terapia estratégica
la iniciativa corresponde en gran medida al terapeuta. Este debe identificar
problemas resolubles, fijar metas, diseñar intervenciones para alcanzarlas,
examinar las respuestas que recibe para corregir su enfoque y, por último, evaluar
el resultado de la terapia para ver si ha sido eficaz. El terapeuta ha de ser muy
sensible hacia el paciente y su medio social, pero la forma en que proceda debe
ser determinada por él mismo (Haley, 1980).
Hablar del enfoque estratégico, es hablar de un plan de acción, un modus
operandi en situaciones relativamente predecibles, que permite tomar decisiones
(tácticas), las cuales facilitarán el logro de una meta específica. Las tácticas
incluyen todas las maniobras concretas que el terapeuta realiza durante su
intercambio con los pacientes. Algunas de estas maniobras pueden recibir el
nombre de técnicas, cuando han sido sistematizadas y se aplican de manera más
o menos similar en varios casos. Las tácticas no deben ser manejadas de acuerdo
al antojo del terapeuta, sino de acuerdo al plan estratégico (Fernández, 1988).
Las estrategias son el resultado de los intentos encaminados a encontrar la
esencia del modo en que se puede cambiar a la gente (y cambiada en lo
fundamental). La terapia estratégica apunta a lo esencial o no apunta a nada. El
terapeuta lucha por la comprensión clara y consciente del estigmatizado, el
sórdido, el perverso, el feo. Esta comprensión requiere cierta complicidad en la
experiencia del mal y de la patología.
Para sacar a alguien de una pena profunda, hay que experimentar el dolor que
otro siente. En una familia siempre hay una víctima y un verdugo, un bueno y un
malo, un optimista y un pesimista. El terapeuta es cómplice de todos y leal a todos
(Madanes, 1993). En esta última idea, es importante mencionar que, el terapeuta
puede aproximarse a las experiencias del paciente, viviéndolas (siempre y cuando
sus valores se lo permitan) o bien, escuchando con detenimiento al paciente, y
éste se convertirá en alguien que enseñará al terapeuta nuevas experiencias de la
vida, lo que a su vez, se transformará para el terapeuta, en una parte creativa para
la construcción de nuevas intervenciones.
El terapeuta estratégico, no se deja encarcelar por un modelo rígido de
interpretación de la "naturaleza humana", ni por concepciones metodológicas
rígidas y ortodoxas de la Psicología. El pensamiento estratégico se interesa por la
funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia
y de la convivencia entre individuos, en los mismos términos de percepción y
relación que todo individuo vive consigo mismo, con los demás y con el mundo.
En este tipo de terapia, el terapeuta mantiene la iniciativa en todo lo que ocurre
durante el tratamiento; si la terapia funciona, se puede observar desde las
primeras sesiones indicadores de cambio, lo cual implica que el terapeuta
estratégico tiene una gran elasticidad mental unida a la posesión de un amplio
repertorio de intervenciones terapéuticas, todo ello basado en la adecuación,
flexibilidad y creatividad. Por ello, es preciso persuadir al paciente para que
participe en la producción del cambio. Se le pide al paciente que siga instrucciones
específicas que le implican en una labor de cooperación, cuyo fin es modificar su
conducta sintomática. Según Erickson, debe decirse al paciente que haga algo y
ese algo ha de estar relacionado de alguna forma con su problema. Lo que
importa es que el paciente haga algo (Rosen, 1989). (Mandujano, S. 2006).

Operación de Terapia Breve

El trabajo de la terapia breve consiste en una sala de tratamiento y una sala de


observación, separados por un espejo unidireccional, con equipo para audición
simultánea y para grabar las sesiones filmadas. También hay un citófono que
comunica las dos salas. Al inicio de nuestro trabajo, un terapeuta y un observador
oficial eran asignados, alternadamente, para cada caso.(Gorostegui,2004)

Según Weakland(1994) el manejo de todos los casos sigue un esquema en seis


etapas, aunque en la práctica puede haber alguna sobreposición entre esta:

• Introducción a nuestra modalidad de tratamiento.


• Interrogatorio y definición del problema.
• Estimación de los comportamientos que mantienen el problema.
• Establecimiento de las metas del tratamiento.
• Selección e implementación de intervenciones conductuales.
• Terminación.

Introducción a la Modalidad de Tratamiento

Los pacientes son intencionalmente aceptados sin preselección. En la primera


reunión nuestra secretaria le pide al paciente o la familia que llene un formulario
para cubrir información demográfica básica, y los lleva a la sala de tratamiento. El
terapeuta comienza por explicar las disposiciones físicas y organizacionales,
mencionando las ventajas potenciales para el tratamiento de la grabación y la
observación, y solicita un consentimiento escrito para estola la vez que nosotros
trabajamos un máximo de diez sesiones por caso; esto ayuda a establecer una
expectativa positiva de cambio rápido. (Gorostegui,2004)

Definición del Problema

Según Greenberg (1980), existen tres categorías generales de problemas en que


se debaten las personas:

a) la interacción entre el sujeto y sí mismo;


b) la interacción entre el sujeto y los demás
c) la interacción entre el sujeto y el mundo. Entendemos por mundo el
ambiente social, los valores y las normas que regulan el contexto en medio
del cual vive el sujeto.

Puesto que nuestro foco de tratamiento es sintomático, queremos primero obtener


una afirmación clara y explícita del problema presentado. Por lo tanto, tan pronto
como el terapeuta a tomado un breve registro de la fuente de referencia y de
cualquier tratamiento previo, él pregunta qué problema ha traído al paciente a
vernos. Si el paciente entrega varias quejas, le preguntaremos cuál es la más
importante. En los casos familiares o matrimoniales, dado que los puntos de vista
pueden diferir, con frecuencia están estrechamente interrelacionados, le
preguntamos a cada una de las partes involucradas que establezcan sus propias
quejas principales. Desde el inicio entonces, estamos siguiendo una forma del
principio general. (G. Nardone y C. Portelli.)

Es necesario definir concretamente el problema, el terapeuta debe hallar la


respuesta a la siguiente serie de preguntas que, a nuestro parecer, representan
una línea orientativa compendiada de investigación diagnóstica estratégica:

• ¿Qué pautas de comportamiento habitual del paciente se observan?


• ¿Qué identifica el paciente como problema suyo?
• ¿De qué modo se manifiesta el problema?
• ¿Cómo, quién aparece el problema, o se enmascara o bien no aparece?
• ¿Cuándo se manifiesta normalmente?
• ¿Dónde y en qué situaciones?
• ¿Con qué frecuencia e intensidad se manifiesta?
• ¿En qué contextos aparece? (Garcia.2012)

Estimación de las Conductas Mantenedoras del Problema

Nuestra visión, como lo mencionamos antes, es que la conducta problema solo


persiste cuando es reforzada repetidamente en el curso de la interacción social
entre el paciente y otra gente significativa. De manera usual, además, es
justamente lo que el paciente y aquellos otros están haciendo en sus esfuerzos
para tratar con el problema, con frecuencia aquellos intentos de ayudar que
aparecen más “lógicos” o incuestionablemente correctos – lo que es más
importante en la manutención o exacerbación de éste. (G. Nardone y C.
Portelli.ob.cite)

Una vez que la conducta es observada y considerada bajo esa luz, la manera en
que ocurre es bastante obvia. En otras instancias, por supuesto, los
reforzamientos pueden ser más difíciles de percibir, ya sea porque son sutiles o
complejos – conductas no verbales, contradicciones entre las afirmaciones y las
acciones, diferentes conductas por varias personas – o debido a que los
terapeutas los han condicionado a aceptar estándares culturales de lógica y
corrección sin examinar si las cosas realmente funcionan de esa manera.

De la experiencia clínica procede la indicación de que, muchas veces, los mismos


intentos de resolver el problema precisamente lo sostienen. La solución,
repetidamente intentada, del problema inicial se convierte así en el verdadero
problema. Para producir rápidamente el cambio, hay que intervenir acerca de las
soluciones disfuncionales utilizadas por el paciente para resolver el propio
problema. Con este fin, el terapeuta debe identificar la solución fundamental y
redundante puesta por el paciente e intervenir directamente en ella. (Garcia,
ob.cite)

En la práctica, el terapeuta primero simplemente pregunta al paciente y a cualquier


miembro presente de la familia, cómo han estado intentando tratar con el
problema. Solamente esto puede llevar a mirar rápidamente qué cosas se
mantienen haciendo de mala manera. Si no, las preguntas, apuntando siempre a
conductas concretas, pueden proseguirse más largamente y con mayor detalle,
pero empáticamente – la mira del terapeuta está puesta en obtener bastante
información para comprender qué está ocurriendo, para lo cual necesita
cooperación, no confrontar a la gente con sus errores. Además de lo que el
paciente u otros afirman explícitamente, es importante advertir cómo ellos
conversan del problema y su manejo, incluyendo su interacción. Es probable que
tal interrogatorio aleje un número de cosas que juegan algún papel en la
mantención del problema, pero el trabajar brevemente requiere establecer
prioridades. Sobre la base de la observación y la experiencia, uno puede juzgar
qué comportamiento parece más crucial. (Gorostegui,ob.cite)

Establecimiento de las Metas del Tratamiento

El establecer una meta actúa tanto como una sugestión positiva que el cambio es
factible en le tiempo asignado y también entrega un criterio de cumplimiento
terapéutico para el terapeuta y el paciente. Por lo tanto, queremos metas
establecidas claramente en términos de conducta concreta, observable, para
minimizar cualquier posibilidad de incertidumbre o negación posterior.

Sobre esta base, el terapeuta, al preparar las estrategias, se remitirá a las


técnicas ya utilizadas con éxito en aquel tipo concreto de problema, pero,
partiendo de las características peculiares de la persona problemática,
seleccionará, o construirá ex novo, los procedimientos ad hoc para aquel caso
determinado. Además, si una estrategia no funciona, deberá ser sustituida, o
complementada, rápidamente por otros recursos terapéuticos. Es muy provechoso
centrar la atención del paciente en cambios aparentemente triviales, en pequeños
detalles de la situación. Se persigue con ello no dar la sensación al paciente de
que se le somete a exigencias excesivas en lo que se refiere a la percepción de
sus propios recursos personales, evitando así una posible resistencia suya al
cambio. Los cambios mínimos, o aparentemente triviales e inocuos, poseen un
poder considerablemente explosivo, al que debe recurrirse con toda legitimidad en
terapia. (G. Nardone y C. Portelli, ob.cite)

Usualmente somos capaces, directa o indirectamente, de obtener una meta que


parezca lo suficientemente explícita y apropiada al problema. En algunos casos,
sin embargo, no hemos sido capaces de hacerlo. Ya sea porque el paciente
persistió en mantener metas vagas e inverificables, o, más raramente, el paciente
estableció y se adhirió a una meta explícita que nosotros juzgamos inapropiada
para su problema. Entonces no disputamos en lo que el paciente insiste pero
privadamente establecemos nuestras propias metas para el caso mediante una
reunión y discusión por parte del staff de qué clase de conducta ejemplificaría
mejor los cambios positivos para el paciente y el problema en particular. Se hecho,
algunas de tales discusiones ocurren para todos los casos; al menos, el staff
siempre debe juzgar si el establecimiento de sus metas por parte del paciente es
adecuado. (G. Nardone y P. Watzlawick,ob.cite.)
ANALISIS

La definición del problema es el pilar básico y esencial para el trabajo del


psicólogo, es por ello que dentro de la terapia se vaya solucionando desde el
problema que más atinge al paciente, generalmente este es identificado a partir
del problema que más se ha intenta solucionar pero los mismos intentos han
sostienen al problema. Por lo anterior explicado es que dentro de la terapia breve
cada uno de los casos debe pasar por las seis etapas planteadas por la Escuela
de Palo Alto. Donde nos indica que la introducción a la terapia y la deficion del
problema son esenciales para la resolución del caso.

Para la terapia breve la identificación del problema debe ser concreto pues
muchas veces no todas las quejas del cliente son el problema si no se muestra
encubierto. Al ser una terapia breve el conseguir solucionar ya desde pequeñas
situación el problema es ya una meta conseguida, por lo que es necesario dentro
de los casos explicar claramente al cliente la solución sobre sus problemas, estas
soluciones muchas veces son disfuncionales y para su obtención las metas deben
mostrarse en términos de conductas.

PROPUESTA
Refencias Bibliografías

Nardone G. y Portelli C. (2006) “Conocer a través del cambio”. Ed. Herder

Garcia Aguiar A. (2012) “Terapia Breve Estratégica”. Ed. Nardons group. Magala-
Madrid

Giorgio Nardone y Paul Watzlawic (1992) “El arte del cambio. Trastornos fóbicos y
obsesivos. Ed. Herder. Barcelona-España.

Zlachevsky, A.M. (2005) “El Proceso de Cambio según Watzlawick”. Apunte de


clases, Universidad Central.

García Martínez, Felipe E. (comp.) (2013) G Terapia sistémica breve.


Fundamentos y aplicaciones / Compilacion: Felipe E. García Martínez.—Santiago,
Ed. RIL.

Páez-Blarrina, M., & Gutiérrez-Martínez, O., & Valdivia-Salas, S., & Luciano-
Soriano, C. (2006). Terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la importancia de
los valores personales en el contexto de la terapia psicológica. International
Journal of Psychology and Psychological Therapy,

Mandujano, S. (2006). Programa de maestría y doctorado en psicología.


Residencia en terapia familiar sistémica. Reporte de experiencia profesional.
México: FES Iztacala, UNAM

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