LA DISONANCIA ENTRE LOS definición de dialéctica propuesta por
INTELECTUALES Y LA VERDAD.
Stephanie J. Navas.
A lo largo de la historia la concepción de
seguridad se ha ido desarrollando según la
coyuntura momentánea de cada período. Cada
una de estas concepciones es construida a partir
de percepciones de índole político, económico,
social y cultural, percepciones que son
meramente subjetivas pero que mediante un
proceso de reproducción se convierte en un
concepto universal y parcialmente objetivo.
El concepto de seguridad ha pasado por un
desarrollo partiendo desde la seguridad
individual, que se sustrae principalmente de
una interpretación hobbesiana del peligro; y
cuya importancia después de la segunda guerra
mundial disminuiría brindándole más
importancia a lo que se denominó como
seguridad nacional. Sin embargo, posterior a la
guerra fría se introdujo la posibilidad de
ampliar el concepto de seguridad a un plano
mucho más macro, abarcante y totalitario.
Aunque dicha idea fuese en pro del bienestar
universal, durante los 80’s el tema se volvió un
campo de batalla académica. La ampliación del
concepto generó diversidad de posición entre
los intelectuales que se dividieron
principalmente entre aquellos que creían que la
ampliación de este sería positiva, mientras otros
predicaban que la utilidad analítica del término
se perdería.
Dicha lucha académica, fue determinante
debido al papel que cumplen los intelectuales
en la sociedad, y si nos remitimos a la
Althusser, la verdad se construye a partir del
diálogo que está compuesto por un intercambio
de opiniones, precisamente como el que sucede
entre los intelectuales.
Según Chomsky “Los intelectuales tienen la
posibilidad de mostrar los engaños de los
gobiernos, de analizar los actos en función de
sus causas, de sus motivos y de las intenciones
subyacentes”. (Chomsky, 1969). Sin embargo,
este planteamiento resulta utópico si se
considera la naturaleza humana de los
intelectuales quienes finalmente sesgan su
discurso en diferentes niveles.
De hecho, según la definición gramsciana,
los intelectuales orgánicos son todos aquellos
de los cuales su accionar radique en movilizar
ideas o creencias bajo un fundamento basado en
su conocimiento, convirtiéndose en expertos en
la legitimación de las creencias que sirven a los
intereses de quienes detentan objetivamente el
poder.
Así que la sustancial relación entre
inteligencia y moral que se plantea
intrínsecamente en el planteamiento de
Chomsky no tiene cabida en la naturaleza
misma del ser debido a que no se puede esperar
que un grupo humano obre totalmente por los
intereses de la humanidad. (Thorndike, 1939).
Finalmente, los intelectuales son individuos
con interpretaciones subjetivas que pueden
estar mediadas por intereses externos, y su
capacidad de persuasión es utilizada como
instrumento de poder y reproducción de ideas
por la que se forma la opinión pública. Para
ilustrar esta afirmación no es necesario ir más
allá de la concepción de seguridad en donde,
gracias al poder los intelectuales se ha
construido y reproducido la necesidad de
priorizar la seguridad mundial sobre la
seguridad humana u otras variaciones, gracias a
su interpretación de los hechos de la realidad
como lo es el auge del terrorismo.