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1.

El Estado Oligárquico
La oligarquía fue una clase social numéricamente reducida, compuesta por un conjunto de familias cuyo
poder reposaba en la propiedad de la tierra (rasgo inevitable), las propiedades mineras, el gran comercio
de importación-exportación y la banca. Esta diversificación de actividades torna más evidente el escaso
interés que –salvo excepciones-- tuvieron por las empresas industriales. La oligarquía se constituyó como
parte de un país dependiente, con un mercado escasamente desarrollado y desempeñando el papel de nexo
entre el país y las metrópolis imperialistas (Inglaterra y Estados Unidos principalmente). Pero sería
erróneo pensar a la oligarquía sólo con criterios de orden económico: “Hasta 1930, más o menos, existía
un veto en algunas familias para quienes no tenían otra credencial que su dinero...”.2 Aunque los orígenes
de las familias oligárquicas, en la mayoría de los casos, se remontaban apenas a la época del guano, la
pertenencia a la clase se definía además por el apellido, lazos de parentesco, cierto estilo de vida; en otras
palabras, a lo que sería criterios estrictos de “clase” se añadían otros de tipo "estamental", como rezago y
herencia de la colonia. Durante las dos primeras décadas del siglo XX, con la excepción del gobierno de
Billinghurst y, en cierta manera, del período de Benavides, la oligarquía ejerció directamente el poder
político. Este ejercicio se caracterizó, como lo ha señalado Francois Bourricaud, por una fuerte tendencia
a monopolizar el poder con la consiguiente neutralización de las capas medias y la marginación casi
completa de las clases populares. Uno de los instrumentos empleados para este propósito fue el Partido
Civil. Estrictamente no fue un partido político en el sentido moderno y masivo del término; se confundió
con un círculo de amigos o con el Club Nacional. Por eso describir sus componentes es describir a la
propia oligarquía. Jorge Basadre anota que “...pertenecían a este partido los grandes propietarios urbanos,
los grandes hacendados productores de azúcar y algodón, los hombres de negocios prósperos, los
abogados con los bufetes más famosos, los médicos de mayor clientela, los catedráticos, en suma, la
mayor parte de la gente a la que había ido bien en la vida. La clase dirigente se componía de caballeros de
la ciudad, algunos de ellos vinculados al campo, algo así como la criolla adaptación del gentleman inglés.
Hacían vida intensa de club, residían en casas amobladas con lujosos muebles del estilo imperio y
abundantes en alfombras y cortinajes; desarrollaban una vida propia de un tiempo en que no se amaba el
aire libre y se vestía chaqué negro y pantalones redondos fabricados por los sastres franceses de la capital.
Vivían en un mundo feliz integrado por matrimonios entre pequeños grupos familiares; los compañeros
de juegos infantiles eran luego camaradas en el colegio y en la Universidad, las cátedras de ésta en las
ciencias jurídicas y en las disciplinas literarias, históricas o filosóficas podían serles adjudicadas más o
menos fácilmente”. 3
El Estado que constituyó la oligarquía se caracterizó, en primer lugar, por un débil desarrollo de sus
aparatos administrativos. La sociedad política se encontró en cierta medida atrofiada. Esta es la razón
por la cual resulta sobrevalorada la función de los periódicos o de los organismos gremiales como la
Cámara de Comercio (fundada en 1888), la Sociedad Nacional de Industrias (1895), la Sociedad Nacional
de Minería (1896), la Sociedad Nacional Agraria (1896ttgyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy

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